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Semántica de prototipos: resumen

Integrantes: Brenda Cristina Carvajal Gutiérrez, Yesenia Guadalupe Martínez


Ortega, Helena López, Javier Michel, Vera

La categorización es una actividad mental fundamental en la vida cotidiana del ser


humano y se halla presente en cada una de sus facetas. Desde pequeños,
aprendemos a separar cuanto nos rodea en diversos grupos, en función de
determinadas características o atributos. La semántica desempeña un papel
fundamental en este proceso. Cabe mencionar, con todo, que éste puede realizarse
desde dos enfoques: el objetivismo, de acuerdo con el cual los elementos de la
categoría presentan rasgos idénticos y la clasificación se fundamenta en
características comunes o compartidas; y el experiencialismo, que plantea, en
contraste, una categoría no se establece necesariamente en función de que los
integrantes del grupo compartan dichas propiedades. Usualmente partimos de la
similitud existente entre los objetos en cuestión, pero también entran en juego factores
como su función o el contexto en el que se sitúan. Eso sin mencionar que cada lengua,
y por ende cada cultura, percibe la realidad de modo distinto.
Aunque a primera vista no lo percibimos, la categorización ya no se limita a descubrir
reglas de clasificación, sino a señalar y puntualizar las variaciones existentes en las
categorías. A este respecto, existen dos modelos de clasificación semántica de gran
importancia. El primero es de las condiciones necesarias y suficientes (SNC), que
corresponde a la categorización clásica postulada por Aristóteles. Los elementos que
forman parte de las categorías de dicho modelo mantienen una relación equidistante:
basta que reúna ciertas cualidades para pertenecer al grupo en cuestión. Sin
embargo, aunque tiene gran potencial explicativo, presenta problemas cuando se
pretende expresar el “sentido múltiple” de las palabras que remiten a varios tipos de
referentes posibles (es el caso de la polisemia) y su valor descriptivo es escaso. El
modelo de las CNS carece de flexibilidad, ya que no puede aplicarse a todos los
sectores del vocabulario. Ni siquiera en el caso de un vocablo tan común como
“pájaro”, como lo señala Georges Kleiber (1995), se resuelve la cuestión por
completo: las características básicas de estos seres, “animal”, “pico” y “ovíparo” no
permiten separarlos de otras criaturas que también tienen alguna de ellas y no
pertenecen a la misma especie. De igual manera, los rasgos en apariencia
característicos no son compartidos por todos los integrantes de la categoría. No es
necesario que el sujeto o el objeto cumplan con la totalidad de las características
“propias” del grupo; basta con que posea algunas. Así pues, los principales defectos
del modelo de las CNS pueden resumirse como una homogeneidad en extremo
amplia y una visión demasiado minimalista.
El segundo modelo, que supuso una verdadera revolución semántica, es la teoría de
los prototipos planteada por Eleanor Rosch y su equipo de investigadores a principios
de la década de los 70’s. En dicho modelo, la categorización no se basa en la
equidistancia ni en la idoneidad, sino en el principio de emparejamiento, según el cual
el prototipo no es el ejemplar más idóneo de la categoría, sino el que se usa con
mayor frecuencia y el que comúnmente es asociado a aquélla.
Como parte de un sistema intercategorial jerárquico, la teoría de los prototipos
distingue tres niveles: supraordinado, de base y subordinado. De igual manera, está
fuertemente relacionado con los procesos cognitivos: en este ámbito, se le toma como
punto de referencia mental. Esto ha posibilitado el establecimiento de cuatro pautas
sobre su aplicación, como el hecho de que los miembros prototípicos son los que
primero aprenden los niños y que, cuando se solicita una enumeración de los
integrantes de una categoría, aparecen en primer lugar. Eso propicia una
universalidad semántica en el ámbito léxico, que trasciende las particularidades
existentes entre las diferentes lenguas y culturas.
Por otro lado, además de la frecuencia, existe un criterio clave para elegir al prototipo
de una categoría: la “cue validity”, es decir, qué tan predecible es la propiedad o
atributo del objeto en relación con dicho grupo. El grado de intensidad o fuerza de
esta pauta es, pues, la que determina qué tan prototípico o no es un objeto.
No obstante, las anteriores ventajas no significan que la versión estándar de la teoría
de los prototipos carezca de defectos o que sea la solución de los problemas
semánticos. Por ejemplo, no explica por qué ciertos casos no prototípicos se
encuentran categorizados. En consecuencia, la teoría fue modificada por sus
formuladores. El resultado fue que empezó a hablarse más de grados de
prototipicidad que del concepto original de prototipo.
De cualquier manera, la utilidad y pertinencia de la teoría de los prototipos persiste,
especialmente cuando se trata de hablar de las manifestaciones cognitivas y
lingüísticas en la comprensión de textos y en la utilización de los términos.

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