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FACULTAD DE FILOSOFÍA Y

HUMANIDADES
LICENCIATURA EN FILOSOFÍA

TP1 Metafísica
Exposición de las condiciones de la pregunta metafísica

Docente: Daniel López SJ


Estudiante: Max Echeverría Burgos SJ

05 de agosto de 2020
Si conociéramos el punto
donde algo será siempre ese algo,
donde el hueso no olvidará a la carne,
donde la fuente es madre de otra
fuente,
donde el pasado nunca será pasado,
podríamos dejar sólo ese punto y borrar
todos los otros
o guardarlo por lo menos en un lugar
más seguro.

ROBERTO JUARROZ, “24” en Cuarta poesía


Vertical
1. Introducción

¿Existe un sustento del quehacer metafísico? ¿Qué produce las preguntas


metafísicas a lo largo de la historia? Este trabajo expondrá las condiciones de las
preguntas y despliegue metafísico en dos periodos amplios de tiempo: a) el mundo
antiguo y b) el mundo moderno.
Iniciaré ilustrando mi pregunta, bajo el símbolo del río metafísico, propuesta por
Julio Cortázar en su novela Rayuela, el cual atravesará todo el desarrollo de este escrito.
Posteriormente, haré una caracterización de cada momento histórico-filosófico, de
manera tal que el contexto nos haga encontrarnos con la condición necesaria para su
correspondiente despliegue.
Conociendo estas condiciones, cerraré este trabajo con algunas conclusiones a modo
de reflexión y preguntas que brotan desde la exposición.

2. Presentación del tema

Preguntar por las condiciones de algo es preguntar por lo que es necesario, para que
aquello acontezca. La palabra ‘condición’ de origen latino (condicio), apela a la
“estipulación o circunstancia esencial para que algo suceda [y] al estado o manera de ser
(de algo o alguien)”. 1 Pretendo así adentrarme en lo necesario para la pregunta
metafísica a un nivel histórico2- teórico. Tal ejercicio posibilitará ser encontrado por la
pregunta misma, siendo así opción libre del ser humano dejarse atravesar por el
contenido y caminos que la metafísica y sus interrogantes traen consigo a la vida de
cada persona.
Ilustraré un momento la cuestión anterior con una pequeña imagen de la obra
Rayuela de Julio Cortázar.3 Horacio Oliveira, uno de los protagonistas de la historia, era
un hombre que gustaba reflexionar y pensar en profundidad su realidad y vida,
convencido de que estos ejercicios eran actividades metafísicas. En un precioso diálogo
con la Maga, amada de Horacio, dice:

Mis peligros son solo metafísicos – dijo Oliveira -. Creeme, a mí no me van a sacar del agua con
ganchos (…) No sé – dijo la Maga -. (…) ¿Por qué decís: peligros metafísicos? También hay
ríos metafísicos, Horacio. Vos te vas a tirar a uno de esos ríos.

La Maga interpreta la actividad pensante de Horacio como ríos, caudales de


preguntas que acontecen en la vida de su compañero. La cuestión está en saber nadarlos
o tirarse a ellos sin sentido ni aprovechamiento de estos. De buenas a primeras,

1
J. COROMINAS, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1987, 165.
2
La metafísica que en este trabajo estudiaremos es aquella que haya sus raíces en el mundo griego,
sistematizada por vez primera en la obra de Aristóteles: Metafísica. Recordar que esta, debe su nombre a
Andrónico Rodas, discípulo aristotélico, que reúne en este texto escritos que superan lo dicho por el
Estagirita en su obra Física. Este pensamiento, ha marcado el devenir del pensamiento filosófico
occidente, siendo esta historia metafísica la que intentaremos desarrollar.
3
Usaré para este escrito la siguiente edición: J. CORTÁZAR, Rayuela, Buenos Aires, Alfaguara- Biblioteca
Cortázar, 2006. (En adelante: Rayuela)
creeríamos que es Horacio quien se adentra en ellos por ser un hombre que vive desde
su acción pensante, en confrontación a una Maga, que desde la intuición afectiva
despliega vida y preguntas. Sin embargo, Horacio al romper con la Maga y vivir su
ausencia, afirma la clave sobre los ríos metafísicos:

Hay ríos metafísicos. Sí, querida, claro (…) Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa
golondrina está nadando en el aire, girando alucinada entorno al campanario, dejándose caer para
levantase mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los
busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada (…) Ah, déjame entrar, déjame ver
algún día como ven tus ojos.4

La exposición de las condiciones de la pregunta metafísica, la enmarco en el


horizonte del quehacer de Horacio, sin embargo, no con un fin meramente teórico, sino
que el conocimiento de estos, nos regale nuevos indicios para descubrir nuestros ríos
metafísicos y, así, nadarlos libremente al modo de la Maga.

3. El río que asombra y seduce hacia sus aguas

Iniciamos el recorrido por el río metafísico griego, definido por el pensamiento de


Aristóteles y Platón. Si miramos la obra aristotélica, podemos decir que la metafísica es
una actividad eminentemente humana. Aristóteles inaugura una gnoseología basada en
el conocimiento de principios y causas. La cual, partiendo de los sentidos propios de
todo ser vivo, quiere allegarse lo más posible a la Sabiduría que trate sobre las primeras
causas y sobre los primeros principios.5 El conocimiento de estas causas y principios es
exclusivo del ser humano, ya que el resto de los seres vivos carece de facultades para
desarrollar un camino cognoscitivo hacia el horizonte de la filosofía primera.
La pregunta metafísica del ser humano, apunta así a los principios y causas de las
cosas y eventos que ocurren en la realidad. Así, conocer estos principios es saber por
qué algo es lo que es. El conocimiento de lo que es, no es una cuestión meramente
empírica, para ello ya están las ciencias; la pregunta de las primeras causas y principios
es, ante todo, una pregunta por aquello que configura una cosa como tal y no sólo a esa,
sino a toda la realidad. Causas y principios que están más allá del ser humano y son
libres de él. Por ello aclara Aristóteles: “así como llamamos hombre libre al que es para
sí mismo y no para otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues esta
sólo es para sí misma”.6
Si volvemos a la imagen del río, podríamos describir a la actividad metafísica
antigua, como el encuentro de la libertad del ser humano y aquello que la hace subsistir
y ser. Aristóteles radicaliza aún más esta cuestión, al describir a esta filosofía primera
como una ciencia divina:

4
Ibid, 114.116
5
Cf. ARISTÓTELES, Metafísica de Aristóteles, Edición trilingüe por Valentín García Yebra, Madrid,
Editorial Gredos, 1982, 981b 25-30 (Cito la numeración original del manuscrito griego) (En adelante:
Met). Esta sabiduría sobre las primeras causas y principios es la metafísica. Por esta razón conviene
llamar al pensamiento metafísico de Aristóteles como la Filosofía primera.
6
Ibid, 982b25
será divina entre las ciencias la que tendría a Dios principalmente, y la que verse sobre lo divino.
Y esta sola reúne ambas condiciones; pues Dios les parece a todos ser una de las causas y cierto
principio, y la ciencia puede tenerla o Dios solo o él principalmente. Así, pues, todas las ciencias
son más necesarias que ésta; pero mejor ninguna.7

Aristóteles agrega en el libro que es aquel ser divino viviente e inmutable, que
pone en movimiento y acción cada ente, sin ser él mismo movido.8 Tal principio no
mueve desde una mera abstracción o idea, sino que lo hace desde lo deseable y lo
inteligible.
Con certeza podemos decir que el río metafísico mueve como objeto de deseo, es
apetecible y objeto primario de la voluntad, pues encierra en sí lo mejor para la vida del
ser humano. Por ello es que líneas más adelante, dirá que esta causa primera, que a su
vez se muestra como fin de las cosas, “mueve en cuanto que es amada” 9. Mueve en
cuanto somos impulsados por ella y hacia ella, al ver contemplar el movimiento y
despliegue de las cosas en la realidad.
Este mismo sustento metafísico lo hallamos en las ideas platónicas, presentes en el
Banquete, dentro del diálogo sobre el Amor que Sócrates entabla con Diotima. La
sacerdotisa enseña a Sócrates que el conocimiento de la sabiduría (que en Platón
quedará representado en la realidad suprasensible de las Ideas) se da a través de la
necesidad que el ser humano experimenta de estas cuestiones. “Así, pues, el que no cree
estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar”, 10 necesidad presente en el
ser humano por mediación del demon Eros.
En esta dinámica y movido por Eros, el ser humano ama, necesita, tiende y se
mueve hacia la sabiduría. Al igual que en Aristóteles, comienza por medio de lo que es
deseable, lo cual, en lenguaje platónico, es lo bello. Pero no lo bello por el puro goce
que produce en el ser humano, sino porque desde lo bello 11, en su conocimiento y
posesión, se llega al Bien que produce toda la felicidad humana.12
El amante desea poseer este Bien que nuevamente no está en él mismo y, más aún,
se halla más allá de la realidad sensible. Sin embargo, esta misma realidad está
convocando al ser humano a sumergirse en su mundo.
La condición de la pregunta metafísica y su vivencia en el mundo antiguo, es la de
un ser humano que sabe que no es el centro de la realidad, sino que hay algo metafísico
que compone, envuelve, mueve y da sustento a él mismo y al mundo que lo rodea
El asombro y la ignorancia aristotélicas frente al mundo creado, es así el contenido
más importante de esta condición,13 pues revela la clave de acceso a la pregunta del ser
en cuanto ser en las cosas, o bien, a la seducción de la belleza anagógica que permite el
ascenso a la realidad suprasensible propuesta por Platón.
7
Ibid, 983 a 5 – 10
8
Principio que el Estagirita denomina como el Motor inmóvil. Cf. Ibid, 1073 a 20 – 25
9
Ibid, 1072 b 4
10
PLATÓN, Platón I: Banquete, Madrid, Gredos, 2010, 204a (Cito la numeración original del texto
griego). (En adelante: Banquete)
11
Simplifico aquí, por cuestiones de extensión del escrito, el camino de conocimiento de lo bello
particular hasta la Belleza en sí, que nos ubica ya en el plano del mundo otro de las Ideas. El proceso se
halla expresado por Diotima en: Banquete, 210 a – 211 a
12
Cf. Banquete, 204 d - 205 a.
13
Cf. Met, 982 b 15
Sea cual sea el caso, la condición exige de parte del individuo, dejarse seducir y
mover, para así desplegar su vida en función de lo que este caudal le comunique.

4. Ser el río: conciencia de deshacerse en el mar

El río metafísico de la antigüedad, entra en crisis con el cambio de paradigma que el


mundo moderno vive, a través de la revolución copernicana y el pensamiento científico.
Si el científico inquiere al cosmos, el ser humano, a nivel metafísico, inquiere este río y
le pregunta: ¿eres tú real? La pregunta en su contexto es legítima, pues el río metafísico
había sido heredado a lo largo de la historia como dogmas a aprehender, los cuales
estaban regulando rígidamente al ser humano y su mundo, como realidades que están
ahí y existen antes de toda reflexión.14
Descartes, configurador del pensamiento moderno, vive con hondura esta pregunta
en sus Meditaciones Metafísicas:

Hace ya algún tiempo que advertí cómo desde mis primeros años había recibido por verdaderas una
cantidad de falsas opiniones, y aquello que después he fundamentado sobre principios tan mal
asegurados no podía ser sino muy dudoso e incierto15

El pensamiento que inaugura el francés, tiene como punto de partida la duda sobre
su realidad falsa e incierta. Descartes siente la necesidad de construir un sistema de
pensamiento que garantice lo indubitable, frente a una realidad que según los ojos
modernos es ingenua. Ingenuidad afrontada, con un hombre moderno que vive desde la
pregunta sobre qué es aquello que se puede conocer perfectamente, y sobre lo cuál no
cabe duda alguna.
Este camino lleva a Descartes a reconocerse a él como única cosa verdadera: “Así
pues, soy una cosa verdadera, y en verdad existente; pero ¿qué cosa? Lo he dicho: una
cosa que piensa (res cogitans)”. 16 La existencia se configura desde el cogito y por su
actividad,17 de ahí que se diga que el giro de la metafísica moderna se halla en la
centralidad del sujeto humano dentro de toda la realidad.
A simple vista, la pregunta metafísica moderna está condicionada por el sujeto. Sin
embargo, poner sólo al sujeto (=yo) como condición es un ejercicio a mi juicio,
insuficiente. La pregunta no depender del puro yo, pues aún este puede llegar a ser
pasivo. La condición, más bien se halla, en la activada pensante y cuestionadora del
sujeto sobre sus propias condiciones – operando como límites – y las de su realidad.
Esto se aprecia de mejor manera en la propuesta kantiana de la Crítica a la Razón
Pura (KrV)18. Kant se pregunta: “¿Cómo es posible la metafísica como disposición
14
Cf. G. CAFFARENA, Metafísica Fundamental, Madrid, Revista de Occidente, 1969, 58
15
R. DESCARTES, Descartes, Obras completas: Meditaciones Metafísicas, Madrid, Gredos, 2012, 165 (En
adelante: Med)
16
Ibid, 173
17
“¿Qué es una cosa que piensa? Es decir, una cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega, que
quiere, que no quiere, que también imagina, y que siente” en: Med, 173
18
Utilizaré en este trabajo la edición bilingüe de Mario Caimi, publicada por el Fondo de Cultura
Económica: I. KANT, Crítica de la razón pura, México, FCE, 2009. Además, citaré siempre en función de
lo números al costado de página, señalando con la letra A, seguida de un número, a partes de la obra
presentes en la primera edición de la misma. O bien, B, seguida de un número, cuando me refiera a
natural?19 Lo que habilita a la metafísica es la presencia de un “sujeto plenamente
activo, un sujeto cuya actividad no está determinada por nada externo”. 20 Sujeto,
encontrado por Kant en el sujeto trascendental, que por principio interno de
espontaneidad, desde su naturaleza condicionada, es capaz hacer síntesis de
conocimientos siempre nuevos.
Retomando el símbolo del río que ha nutrido este trabajo, la condición de la
pregunta metafísica moderna es la de un sujeto que se auto-percibe como el río
metafísico.
A su vez, este río sabe que llegará a desembocar en un mar. Siendo esta conciencia
de fin la que desencadena la dinámica de la metafísica moderna. La actividad
espontánea del sujeto nace por la certeza de un futuro deshacerse en el mar de las
preguntas metafísicas, encarnándose así el campo de batalla metafísico descrito por
Kant21. El sujeto se halla en medio de las dudas propias del estar en este lugar “o, más
propiamente, [en] el camino de la desesperación” 22; mismo camino que recrea el valle
que transita este río, a pesar de la negatividad inicial que presenta esta condición.

5. Conclusiones

El monólogo de Horacio Oliveira, tras el quiebre con la Maga, culmina de la


siguiente manera: “Y con tanta ciencia, una inútil ansia de tener lástima de algo, de que
llueva aquí adentro, de que por fin empiece a llover, a oler a tierra, a cosas vivas, sí, por
fin a cosas vivas”.23
Tanta ciencia, tanta metafísica, solamente para caer en la cuenta de que esta nos
lleva a anhelar con más fuerza nuestra vivencia de estar vivos. Haber preguntado por las
condiciones de la pregunta metafísica, es concluir que lo necesario para que ella se
despliegue, es la presencia de un ser humano consciente de que está viviendo su historia
y relaciones con la realidad de un modo particular. Un sujeto vital activo, es decir, un
sujeto que despliega su vida desde el río metafísico y su caudal.
En síntesis, sea que el rio metafísico se halle fuera de nosotros o nosotros nos auto-
percibamos ríos en relación a otros ríos, la condición misma se encargará de
problematizar nuestro estar en el mundo; en aras de una existencia que no se rigidice en
la historia, sino que la vuelva dinámica y creativa. Siendo este estado ‘problemático’, el
que hace vislumbrar las preguntas metafísicas y sus consecuencias vitales.
Finalmente, me pregunto: ¿Cuáles son los signos que problematizan nuestra realidad
y que pueden ayudarnos a descubrir el caudal particular del río metafísico de nuestro
presente? Y, por último: ¿sería posible que nuestro despliegue vital como seres
humanos dependa en lo más sustancial de estas preguntas? ¿qué entender por vida o

fragmentos presentes en la segunda edición de la KrV. (En adelante: KrV)


19
KrV, B22. La pregunta planteada en la introducción de la obra kantiana busca validar el
ensanchamiento (síntesis) a priori de nuestro conocimiento; cuestión que Kant ve posible en la
metafísica, matemáticas y ciencias puras.
20
E. CASAROTTI, Kant y la emergencia de la subjetividad, Córdoba, Inédito, 2018, 3.
21
Cf. KrV, BXV
22
G. W. F. HEGEL, Fenomenología del espíritu, Buenos Aires, FCE, 2015, 54
23
Rayuela, 116
vitalidad desde ellas? ¿hacia dónde va el despliegue vital del eventual río de nuestro
presente?
Bibliografía

 ARISTÓTELES, Metafísica de Aristóteles, Edición trilingüe por Valentín


García Yebra, Madrid, Editorial Gredos, 1982
 E. CASAROTTI, Kant y la emergencia de la subjetividad, Córdoba, Inédito,
2018.
 G. CAFFARENA, Metafísica Fundamental, Madrid, Revista de Occidente,
1969.
 G. W. F. HEGEL, Fenomenología del espíritu, Buenos Aires, FCE, 2015.
 I. KANT, Crítica de la razón pura, México, FCE, 2009
 J. COROMINAS, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana,
Madrid, Gredos, 1987.
 J. CORTÁZAR, Rayuela, Buenos Aires, Alfaguara- Biblioteca Cortázar, 2006
 PLATÓN, Platón I: Banquete, Madrid, Gredos, 2010
 R. DESCARTES, Descartes, Obras completas: Meditaciones Metafísicas,
Madrid, Gredos, 2012.

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