Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
HUMANIDADES
LICENCIATURA EN FILOSOFÍA
TP1 Metafísica
Exposición de las condiciones de la pregunta metafísica
05 de agosto de 2020
Si conociéramos el punto
donde algo será siempre ese algo,
donde el hueso no olvidará a la carne,
donde la fuente es madre de otra
fuente,
donde el pasado nunca será pasado,
podríamos dejar sólo ese punto y borrar
todos los otros
o guardarlo por lo menos en un lugar
más seguro.
Preguntar por las condiciones de algo es preguntar por lo que es necesario, para que
aquello acontezca. La palabra ‘condición’ de origen latino (condicio), apela a la
“estipulación o circunstancia esencial para que algo suceda [y] al estado o manera de ser
(de algo o alguien)”. 1 Pretendo así adentrarme en lo necesario para la pregunta
metafísica a un nivel histórico2- teórico. Tal ejercicio posibilitará ser encontrado por la
pregunta misma, siendo así opción libre del ser humano dejarse atravesar por el
contenido y caminos que la metafísica y sus interrogantes traen consigo a la vida de
cada persona.
Ilustraré un momento la cuestión anterior con una pequeña imagen de la obra
Rayuela de Julio Cortázar.3 Horacio Oliveira, uno de los protagonistas de la historia, era
un hombre que gustaba reflexionar y pensar en profundidad su realidad y vida,
convencido de que estos ejercicios eran actividades metafísicas. En un precioso diálogo
con la Maga, amada de Horacio, dice:
Mis peligros son solo metafísicos – dijo Oliveira -. Creeme, a mí no me van a sacar del agua con
ganchos (…) No sé – dijo la Maga -. (…) ¿Por qué decís: peligros metafísicos? También hay
ríos metafísicos, Horacio. Vos te vas a tirar a uno de esos ríos.
1
J. COROMINAS, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1987, 165.
2
La metafísica que en este trabajo estudiaremos es aquella que haya sus raíces en el mundo griego,
sistematizada por vez primera en la obra de Aristóteles: Metafísica. Recordar que esta, debe su nombre a
Andrónico Rodas, discípulo aristotélico, que reúne en este texto escritos que superan lo dicho por el
Estagirita en su obra Física. Este pensamiento, ha marcado el devenir del pensamiento filosófico
occidente, siendo esta historia metafísica la que intentaremos desarrollar.
3
Usaré para este escrito la siguiente edición: J. CORTÁZAR, Rayuela, Buenos Aires, Alfaguara- Biblioteca
Cortázar, 2006. (En adelante: Rayuela)
creeríamos que es Horacio quien se adentra en ellos por ser un hombre que vive desde
su acción pensante, en confrontación a una Maga, que desde la intuición afectiva
despliega vida y preguntas. Sin embargo, Horacio al romper con la Maga y vivir su
ausencia, afirma la clave sobre los ríos metafísicos:
Hay ríos metafísicos. Sí, querida, claro (…) Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa
golondrina está nadando en el aire, girando alucinada entorno al campanario, dejándose caer para
levantase mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los
busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada (…) Ah, déjame entrar, déjame ver
algún día como ven tus ojos.4
4
Ibid, 114.116
5
Cf. ARISTÓTELES, Metafísica de Aristóteles, Edición trilingüe por Valentín García Yebra, Madrid,
Editorial Gredos, 1982, 981b 25-30 (Cito la numeración original del manuscrito griego) (En adelante:
Met). Esta sabiduría sobre las primeras causas y principios es la metafísica. Por esta razón conviene
llamar al pensamiento metafísico de Aristóteles como la Filosofía primera.
6
Ibid, 982b25
será divina entre las ciencias la que tendría a Dios principalmente, y la que verse sobre lo divino.
Y esta sola reúne ambas condiciones; pues Dios les parece a todos ser una de las causas y cierto
principio, y la ciencia puede tenerla o Dios solo o él principalmente. Así, pues, todas las ciencias
son más necesarias que ésta; pero mejor ninguna.7
Aristóteles agrega en el libro que es aquel ser divino viviente e inmutable, que
pone en movimiento y acción cada ente, sin ser él mismo movido.8 Tal principio no
mueve desde una mera abstracción o idea, sino que lo hace desde lo deseable y lo
inteligible.
Con certeza podemos decir que el río metafísico mueve como objeto de deseo, es
apetecible y objeto primario de la voluntad, pues encierra en sí lo mejor para la vida del
ser humano. Por ello es que líneas más adelante, dirá que esta causa primera, que a su
vez se muestra como fin de las cosas, “mueve en cuanto que es amada” 9. Mueve en
cuanto somos impulsados por ella y hacia ella, al ver contemplar el movimiento y
despliegue de las cosas en la realidad.
Este mismo sustento metafísico lo hallamos en las ideas platónicas, presentes en el
Banquete, dentro del diálogo sobre el Amor que Sócrates entabla con Diotima. La
sacerdotisa enseña a Sócrates que el conocimiento de la sabiduría (que en Platón
quedará representado en la realidad suprasensible de las Ideas) se da a través de la
necesidad que el ser humano experimenta de estas cuestiones. “Así, pues, el que no cree
estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar”, 10 necesidad presente en el
ser humano por mediación del demon Eros.
En esta dinámica y movido por Eros, el ser humano ama, necesita, tiende y se
mueve hacia la sabiduría. Al igual que en Aristóteles, comienza por medio de lo que es
deseable, lo cual, en lenguaje platónico, es lo bello. Pero no lo bello por el puro goce
que produce en el ser humano, sino porque desde lo bello 11, en su conocimiento y
posesión, se llega al Bien que produce toda la felicidad humana.12
El amante desea poseer este Bien que nuevamente no está en él mismo y, más aún,
se halla más allá de la realidad sensible. Sin embargo, esta misma realidad está
convocando al ser humano a sumergirse en su mundo.
La condición de la pregunta metafísica y su vivencia en el mundo antiguo, es la de
un ser humano que sabe que no es el centro de la realidad, sino que hay algo metafísico
que compone, envuelve, mueve y da sustento a él mismo y al mundo que lo rodea
El asombro y la ignorancia aristotélicas frente al mundo creado, es así el contenido
más importante de esta condición,13 pues revela la clave de acceso a la pregunta del ser
en cuanto ser en las cosas, o bien, a la seducción de la belleza anagógica que permite el
ascenso a la realidad suprasensible propuesta por Platón.
7
Ibid, 983 a 5 – 10
8
Principio que el Estagirita denomina como el Motor inmóvil. Cf. Ibid, 1073 a 20 – 25
9
Ibid, 1072 b 4
10
PLATÓN, Platón I: Banquete, Madrid, Gredos, 2010, 204a (Cito la numeración original del texto
griego). (En adelante: Banquete)
11
Simplifico aquí, por cuestiones de extensión del escrito, el camino de conocimiento de lo bello
particular hasta la Belleza en sí, que nos ubica ya en el plano del mundo otro de las Ideas. El proceso se
halla expresado por Diotima en: Banquete, 210 a – 211 a
12
Cf. Banquete, 204 d - 205 a.
13
Cf. Met, 982 b 15
Sea cual sea el caso, la condición exige de parte del individuo, dejarse seducir y
mover, para así desplegar su vida en función de lo que este caudal le comunique.
Hace ya algún tiempo que advertí cómo desde mis primeros años había recibido por verdaderas una
cantidad de falsas opiniones, y aquello que después he fundamentado sobre principios tan mal
asegurados no podía ser sino muy dudoso e incierto15
El pensamiento que inaugura el francés, tiene como punto de partida la duda sobre
su realidad falsa e incierta. Descartes siente la necesidad de construir un sistema de
pensamiento que garantice lo indubitable, frente a una realidad que según los ojos
modernos es ingenua. Ingenuidad afrontada, con un hombre moderno que vive desde la
pregunta sobre qué es aquello que se puede conocer perfectamente, y sobre lo cuál no
cabe duda alguna.
Este camino lleva a Descartes a reconocerse a él como única cosa verdadera: “Así
pues, soy una cosa verdadera, y en verdad existente; pero ¿qué cosa? Lo he dicho: una
cosa que piensa (res cogitans)”. 16 La existencia se configura desde el cogito y por su
actividad,17 de ahí que se diga que el giro de la metafísica moderna se halla en la
centralidad del sujeto humano dentro de toda la realidad.
A simple vista, la pregunta metafísica moderna está condicionada por el sujeto. Sin
embargo, poner sólo al sujeto (=yo) como condición es un ejercicio a mi juicio,
insuficiente. La pregunta no depender del puro yo, pues aún este puede llegar a ser
pasivo. La condición, más bien se halla, en la activada pensante y cuestionadora del
sujeto sobre sus propias condiciones – operando como límites – y las de su realidad.
Esto se aprecia de mejor manera en la propuesta kantiana de la Crítica a la Razón
Pura (KrV)18. Kant se pregunta: “¿Cómo es posible la metafísica como disposición
14
Cf. G. CAFFARENA, Metafísica Fundamental, Madrid, Revista de Occidente, 1969, 58
15
R. DESCARTES, Descartes, Obras completas: Meditaciones Metafísicas, Madrid, Gredos, 2012, 165 (En
adelante: Med)
16
Ibid, 173
17
“¿Qué es una cosa que piensa? Es decir, una cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega, que
quiere, que no quiere, que también imagina, y que siente” en: Med, 173
18
Utilizaré en este trabajo la edición bilingüe de Mario Caimi, publicada por el Fondo de Cultura
Económica: I. KANT, Crítica de la razón pura, México, FCE, 2009. Además, citaré siempre en función de
lo números al costado de página, señalando con la letra A, seguida de un número, a partes de la obra
presentes en la primera edición de la misma. O bien, B, seguida de un número, cuando me refiera a
natural?19 Lo que habilita a la metafísica es la presencia de un “sujeto plenamente
activo, un sujeto cuya actividad no está determinada por nada externo”. 20 Sujeto,
encontrado por Kant en el sujeto trascendental, que por principio interno de
espontaneidad, desde su naturaleza condicionada, es capaz hacer síntesis de
conocimientos siempre nuevos.
Retomando el símbolo del río que ha nutrido este trabajo, la condición de la
pregunta metafísica moderna es la de un sujeto que se auto-percibe como el río
metafísico.
A su vez, este río sabe que llegará a desembocar en un mar. Siendo esta conciencia
de fin la que desencadena la dinámica de la metafísica moderna. La actividad
espontánea del sujeto nace por la certeza de un futuro deshacerse en el mar de las
preguntas metafísicas, encarnándose así el campo de batalla metafísico descrito por
Kant21. El sujeto se halla en medio de las dudas propias del estar en este lugar “o, más
propiamente, [en] el camino de la desesperación” 22; mismo camino que recrea el valle
que transita este río, a pesar de la negatividad inicial que presenta esta condición.
5. Conclusiones