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REVISIÓN 109

R e v. Soc. Esp. Dolor


9: 109-121, 2002

Valoración del dolor (II)


M. S. Serr a n o - A t e ro*, J. Caballero**, A. Cañas*, P. L. García-Saura***, C. Ser r a n o - Á l v a rez* y J. Prieto*

campo experimental. Obviamente resulta más fácil


Serrano-Atero MS, Caballero J, Cañas A, García-Sau - evaluar el dolor experimental al poderse medir con re-
ra PL, Serrano-Álvarez C and Prieto J. Pain asses - lación a la intensidad del estímulo aplicado. En el con-
ment (II). Rev Soc Esp Dolor 2002; 9: 109-121.
texto clínico, la naturaleza y la intensidad del estímulo
son difíciles de precisar y la severidad del proceso
morboso no se relaciona claramente con la intensidad
ÍNDICE del dolor que describe el paciente. Sin embargo, tanto
en los estudios experimentales como clínicos, en la
1. VALORACIÓN DEL DOLOR CLÍNICO mayoría de ocasiones la valoración del dolor corre a
1 . 1 . Valoración subjetiva del dolor cargo del propio paciente, hallándose el examinador a
1 . 1 . 1 . Cuestionario de Dolor McGill (McGill merced de lo que éste le comunica. En consecuencia,
Pain Questionnaire, MPQ)
1.2. Valoración objetiva del dolor la fiabilidad de los resultados obtenidos estará condi-
1 . 2 . 1 . Valoración por parte de un observador cionada por la respuesta del sujeto, la cual a su vez es-
independiente tá profundamente influenciada, especialmente en el
1.2.2. Medición de parámetros fisiológicos contexto clínico, por factores muy diversos como ras-
1.2.3. Determinaciones bioquímicas gos de personalidad, cultura, nivel socioeconómico,
1.3. Valoración psicológica del dolor
1.3.1. Pruebas psicométricas ambiente familiar y entorno social. Todo ello podría
explicar las divergencias observadas en la mayoría de
los trabajos recogidos en la literatura médica.
Clásicamente se diferencian dos tipos de abordaje
básicos para medir el dolor clínico, aunque lógica-
mente deben considerarse complementarios:
1. Obtener información subjetiva por parte del pa-
1. VALORACIÓN DEL DOLOR CLÍNICO ciente, a través de manifestaciones verbales o escritas.
2. Conseguir información objetiva, mediante: a) ob-
La evaluación clínica del dolor presenta lógicas dis- servación de la conducta de un sujeto con dolor; b) uti-
crepancias respecto al dolor de tipo experimental, dado lización de instrumentos para medir las respuestas
que tal como ya se ha mencionado, en el primer caso autonómicas asociadas al dolor; y c) determinaciones
concurren una serie de variables psicológicas, ambien- bioquímicas
tales, familiares, etc., que no suelen encontrarse en el

1.1. Valoración subjetiva del dolor


*FEA. Servicio Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del Dolor. Hos-
pital Universitario San Cecilio. Granada. La descripción subjetiva del propio paciente es
**Coordinador Unidad del Dolor. Hospital Universitario San Cecilio. Gra-
nada.
probablemente el mejor indicador del dolor, y es, sin
***FEA. Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Ciudad de Ja- duda un complemento esencial a cualquiera de los
én. Jaén. métodos inductores de dolor. Por regla general, si
Recibido: 2 6 - 1 1 - 0 1 .
una persona dice que tiene dolor se debe asumir que,
Aceptado: 0 1 - 0 2 - 0 2 . efectivamente, lo tiene.

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La forma más común de medir el dolor clínico es La VAS, que inicialmente se introdujo para valo-
pedir a un paciente que nos indique la intensidad del rar diferentes estados de ánimo en pacientes someti-
mismo. Esta cuantificación se obtiene con la utiliza- dos a estudio psicológico, alcanzó rápidamente una
ción de escalas que reflejan la respuesta del paciente gran difusión en el campo de la analgesiometría. La
al ser interrogado acerca de la intensidad de su dolor. razón de esta gran difusión es la gran sensibilidad de
Entre las múltiples escalas diseñadas, aquí nueva- medición que ofrece, muy superior, según numerosos
mente destaca la utilización de la Escala Descriptiva autores (1,13,19,20-23) a la de las escalas descripti-
Simple y la VA S . vas simples. Sus características y fidedignidad tam-
Además, en clínica se han introducido una serie de bién han sido objeto de múltiples estudios (1,13,19-
modificaciones en las escalas descriptivas, para 28).
adaptarlas como instrumentos de valoración del ali- Como ya se ha descrito, consiste en una línea hori-
vio del dolor tras la administración de la terapia far- zontal de 10 cm, y según Revill (27), la longitud no
macológica y no farmacológica. La terminología uti- debe ser en ningún caso inferior a esta medida, ya
lizada para valorar el alivio del dolor es similar a la que longitudes inferiores (e.j. 5 cm) se asocian a un
escala descriptiva, 0: no alivio, 1: alivio ligero, 2: alivio m a rgen de error muy alto. La recogida de puntuacio-
moderado y 3: alivio completo. nes, una vez obtenida la respuesta del paciente, debe
Según Huskisson (1), la determinación del grado ser muy precisa y exacta, debiéndose usar siempre la
de alivio ofrece una serie de ventajas respecto a la misma regla graduada, anotando la puntuación en
medición de la magnitud del dolor, de cara a valorar milímetros. Por ello, de cara a la puntuación es más
la eficacia de una pauta terapéutica. Ello es debido a conveniente considerar la línea entre 0 y 100 mm.
que, la magnitud de la respuesta no depende del gra- Con la VAS la respuesta del paciente no es de ca-
do inicial de dolor, dado que todos los pacientes par- rácter verbal. Éste marca sobre la línea presentada el
ten del mismo punto. Además no resulta necesario punto que mejor refleje la intensidad del dolor, o
asumir una distribución idéntica de todas las catego- bien la magnitud del alivio experimentado tras la ad-
rías y los pacientes suelen expresarse mejor con este ministración de un determinado tratamiento. Con el
tipo de escalas. Éstas, se han empleado en numerosos objetivo de reducir al mínimo posible el índice de
trabajos clínicos, sobre todo de dolor postoperatorio respuestas incorrectas, debe explicarse al paciente el
(2-14). Su principal atractivo es su sencillez, puesta procedimiento antes de realizar la prueba. Sin em-
de manifiesto en el elevado número de pacientes que b a rgo, y a pesar de las pertinentes explicaciones, au-
no encuentran dificultad para entenderlas. Sin em- tores como Huskisson (1) y Kremer (25), apuntan
b a rgo, también presentan una serie de desventajas: respectivamente un 7 y un 11% de respuestas erróne-
1. Adolecen de falta de sensibilidad para detectar as, las cuales se asocian a los pacientes de mayor
pequeñas variaciones en la eficacia de un tratamiento edad. Esta aparente dificultad no ha impedido que la
cualquiera (1,15-17). Esto obedece al número limita- VAS se haya utilizado con gran profusión en la in-
do de categorías que integran las escalas, lo cual ne- vestigación clínica del dolor (29-44), obteniéndose
cesariamente se traduce en un número también limi- en general resultados de mayor consistencia que con
tado de respuestas posibles. el empleo de las escalas descriptivas.
2. En las escalas descriptivas que miden la intensi- Además, respecto al empleo de ambas escalas ca-
dad del dolor resulta difícil precisar con exactitud el be referir lo siguiente:
tamaño de cada una de las respectivas categorías 1. La VAS proporciona una mayor sensibilidad en
(18). Por otro lado, la dimensión o espacio existente la medición, pero algunos autores (23), aún aceptan-
entre las diversas categorías no se conoce, razón por do esta mayor sensibilidad, encuentran una consis-
la cual no se puede asumir que las diferencias entre tencia estadística superior con el empleo de la escala
categorías son iguales (1). descriptiva.
3. Estas escalas tratan el dolor desde un punto de 2. Las dos escalas muestran un grado de correla-
vista unidimensional, al considerar sólo las variacio- ción significativo, tal como apuntan Kremer y cols.
nes cuantitativas del mismo, sin tener en cuenta las (25), Scott (28) y Wallenstein (45). La confrontación
variaciones cualitativas. entre cada categoría con la media aritmética de la
4. Existen importantes variaciones en la interpre- VAS permite señalar 4 puntos, que dispuestos en una
tación de los términos propios de estas escalas, tal y gráfica de abscisas y ordenadas, definen una relación
como demuestran Downie y cols. (19) al analizar las lineal y exponencial entre ambas escalas (45).
respuestas de una serie de pacientes afectos de enfer- 3. En un interesante trabajo de metaanálisis, Sri-
medad reumática. wanatakul (46) analiza la metodología que utilizan

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VALORACIÓN DEL DOLOR (II) 111

13 investigadores para valorar el alivio del dolor en respuestas correctas asociado a cada una de ellas; d) sen-
pacientes postoperados, odontológicos, oncológicos sibilidad relativa de las escalas en razón a su facili-
y obstétricos. La mayoría de autores utilizaron los si- dad para detectar los efectos terapéuticos y consis-
guientes parámetros de puntuación: el “Alivio del tencia estadística; y e) grado de consistencia interna
Dolor Ordinal” (ADO) y la “Intensidad del Dolor Or- de cada escala. Según estos autores, la escala numé-
dinal” (IDO). De los parámetros derivados para aná- rica de gradación 0-100 (Escala de Gradación Numé-
lisis estadísticos, el más fidedigno para discriminar rica) es la que mejor cumple los criterios expuestos,
la eficacia analgésica resultó ser la “Puntuación To- aunque todas resultan válidas en la determinación de
tal del Alivio del Dolor Ordinal”(PTAD), que se ob- la magnitud del dolor.
tiene sumando las puntuaciones del alivio del dolor Finalmente, hay que hacer mención de la contro-
referidas por los pacientes en cada observación se- versia existente acerca de la dimensión del dolor que
gún la escala descriptiva. valoran las Escalas Visuales Analógicas, tradiciona-
Así, cabe pensar que las escalas descriptivas sim- les o modificadas. La unidimensionalidad de las es-
ples u ordinales pueden constituir un método válido calas descriptivas parece estar fuera de toda duda y
para determinar el grado de alivio de dolor obtenido se acepta de forma generalizada que éstas sólo pue-
con una pauta analgésica determinada. No obstante, den determinar la magnitud del dolor. Sin embarg o ,
Wallenstein (45) y Sriwanatakul (46) remarcan la ma- respecto a la VAS existen autores (45,46) que sostie-
yor sensibilidad de la VAS para estas determinaciones. nen la validez de ésta para valorar el comportamiento
En un intento de dotar a la VAS tradicional de una afectivo del dolor, además de la intensidad de éste;
mayor sensibilidad se han introducido modificacio- opinión que no es compartida por otros (17,47,48).
nes, dando como resultado las llamadas “Escalas Esta disparidad de opiniones propició la búsqueda de
Analógicas Graduadas”. Dichas escalas presentan otros métodos de valoración del componente afecti-
una serie de marcas o gradaciones aisladas o acom- vo, dando lugar, entre otros, a la aparición de instru-
pañadas de números, y en otros casos, términos des- mentos ya clásicos como la escala multidimensional
criptivos ordinales. La sensibilidad de dichas escalas elaborada por Melzack en 1975 (49).
ha sido analizada en los trabajos de Scott (28) y Sri-
wanatakul (13). Según el primero, la VAS tradicional
y la escala analógica graduada con términos descrip- 1.1.1. Cuestionario de Dolor de McGill (McGill
tivos resultan las más eficaces y precisas. El segundo Pain Questionnaire, MPQ)
es de la opinión de que las escalas analógicas gra-
duadas con marcas son las más veraces y las preferi- Esta escala fue propuesta y desarrollada por Mel-
das por la mayoría de voluntarios que participan en zack y To rgerson tras sus investigaciones sobre me-
su estudio. dición del dolor (49). El objetivo era proporcionar
Además de las escalas descriptivas y analógicas, una valoración del dolor desde una triple perspecti-
se han empleado otras escalas de medición como la va: a) sensorial, descripción del dolor en términos
“Escala de gradación numérica” y la “Escala numéri- temporo-espaciales; b) afectivo-motivacional, des-
ca compartimentada”. Con la primera de ellas, se in- cripción del dolor en términos de tensión, temor y
vita al paciente a indicar la magnitud de su dolor me- aspectos neurovegetativos; y c) evaluativo, dolor
diante la elección de un número entre 0 y 100, descrito en términos de valoración general. En con-
correspondiendo el 0 a “no dolor” y el 100 al “máxi- creto, el instrumento consta de 78 adjetivos distribui-
mo dolor imaginable”. dos en 20 grupos, incluyendo cada grupo de 2 a 6 ad-
En la Escala Numérica Compartimentada el pa- jetivos que califican la experiencia dolorosa.
ciente debe optar por un número, entre 0 y 10, que Cada uno de los términos descriptivos tiene asig-
mejor refleje la intensidad de su dolor. Todos los nú- nado un número o rango que permite obtener una
meros aparecen encasillados y lo único que debe ha- puntuación de acuerdo a las palabras escogidas, con
cer el enfermo es marcar con una “X” la casilla que lo que se obtiene el denominado “Pain Rating Index”
contiene el número elegido. Jensen y cols. (47) com- (PRI) o “Índice de Valoración del Dolor”. Esta pun-
pararon la sensibilidad y eficacia de estas dos escalas tuación refleja el modo en que el paciente califica su
con la VAS y la Escala Descriptiva Simple, en fun- propia experiencia dolorosa, permitiendo al investi-
ción de una serie de criterios de evaluación, tales co- gador valorar la influencia que sobre esta experiencia
mo: a) facilidad de administración y puntuación; ejercen los factores emocionales y sensoriales. Ade-
b) sensibilidad relativa de cada una de acuerdo al nú- más, contiene un apartado en que el paciente refleja
mero de posibles respuestas que ofrece; c) índice de la intensidad del dolor que padece, el “ P resent Pain

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Index” (PPI) o “Índice de Intensidad del Dolor”. Las del cuestionario en una gran diversidad de pacientes
Tablas I, II y III, desarrollan la versión del cuestiona- y de síndromes dolorosos tanto de tipo crónico
rio original propuesto por Mc-Gill-Melzack. (50,51), como agudo (52).
El MPQ es un instrumento de medida con una am- Otros han centrado su interés en síndromes de do-
plia aceptación entre los profesionales de la algolo- lor específicos, por ejemplo, dolor oncológico
gía, siendo una de las herramientas de valoración del (53,54), dolor ginecológico (55), dolor de espalda
dolor más utilizadas. Gracias a esto, numerosos in- (56,57) y cefalea (58).
vestigadores han podido proporcionar una amplia y Pero, a pesar de la elevada frecuencia de utiliza-
valiosa información acerca de la validez y fiabilidad ción, también ha sido objeto de múltiples críticas,

TA B L A I. CUESTIONARIO DE McGILL-MELZACK. PA RTE I: LOCALIZACIÓN DEL D O L O R

N o m b re: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . E d a d : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Historia n.º: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Fecha: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Categoría clínica (cardiaca, neurológica): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


.......................................

Diagnóstico................................

Analgésicos (si ya se han administrado)


1. Clase
2. Dosificación
3. Fecha de administración (en relación con esta prueba)

Inteligencia del paciente: rodear con un círculo el mejor número


1 (baja) 2 3 4 5 (alta)

PA RTE I. Localización del dolor


Señalar en el gráfico adjunto la zona donde se localiza el dolor.
Si el dolor es externo: E, Si es interno: I, Si es ambos: EI.

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VALORACIÓN DEL DOLOR (II) 113

TA B L A I I. CUESTIONARIO DE McGILL-MELZACK. PA RTE II: DESCRIPCIÓN DEL D O L O R

PA RTE II. Descripción del dolor (PRI)


Escoger una sola palabra de cada apartado que mejor defina el tipo de dolor
que se padece en este momento.

1 2 3 4

Aletea Brinco Pincha Agudo


Ti e m b l a Destello Perfora Cortante
Late Disparo Ta l a d r a Lacerante
Palpita Apuñala
Golpea Lancinante
Martillea

5 6 7 8

Pellizca Ti r a Calienta Hormigueo


Aprieta Tr a c c i o n a Quema Picor
Roe Arranca Escalda Escozor
Acalambra Abrasa Aguijoneo
Aplasta

9 10 11 12

Sordo Sensible Cansa Marea


Penoso Ti r a n t e Agota Sofoca
Hiriente Áspero
Irritante Raja
Pesado

13 14 15 16

Miedo Castigador Desdichado Molesto


Espanto Abrumador Cegador Preocupante
Pavor Cruel Apabullante
Rabioso Intenso
Mortificante Insoportable

17 18 19 20

Difuso Apretado Fresco Desagradable


Irradia Entumecido Frío Nauseabundo
Penetrante Exprimido Helado Agonístico
Punzante Estrujado Te r r i b l e
Desgarrado To r t u r a n t e

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TA B L A I I I. CUESTIONARIO DE McGILL-MELZACK. PA RTE III: CAMBIOS QUE EXPERIMENTA E L


DOLOR. PA RTE IV: INTENSIDAD DEL D O L O R

PA RTE III. Cambios que experimenta el dolor


Escoger la palabra o las palabras que describan el modelo o patrón que sigue el dolor

1 2 3
Continuo Rítmico Breve
Invariable Periódico Momentáneo
Constante Intermitente Tr a n s i t o r i o

Factores que alivian el dolor:

Factores que agravan el dolor:

PA RTE IV. Intensidad del dolor (PPI)


Elegir la palabra que mejor refleje la magnitud del dolor en este momento

1 2 3 4 5

Ligero Molesto Angustioso Horrible Atroz

S I S T E M A DE PUNTUACIÓN

1. PRI (Pain rating index = índice de valoración del dolor)


Sensorial: (1-10)
Afectivo: (11 - 1 5 )
Evaluativo: (16)
Miscelánea: (17-20)

2. PPI (P resent pain index = índice de intensidad del dolor)

3. Número de palabras escogidas

citando como una desventaja del instrumento el que ferencias socioculturales y la falta de equivalencia
exige un periodo de tiempo bastante prolongado para semántica de los descriptores. En este sentido, Láza-
completarlo (precisando entre 10-20 minutos). En un ro y cols. (61) han elaborado y validado una versión
intento de superar esta limitación, y para facilitar la española, bastante reciente, del MPQ. Los autores si-
tarea del clínico, el autor desarrolló una versión re- guiendo las directrices de construcción del cuestio-
ducida del cuestionario (SF-MPQ) limitada a 15 ad- nario propuestas originariamente por Melzack, e in-
jetivos. corporando algunas modificaciones incluidas en las
Otra limitación muy criticada es que no existe una versiones de otros países, elaboraron la versión e s p a-
categoría para el “no dolor”, categoría que puede ser ñola que consta de 67 adjetivos, agrupados en 17
necesaria según el estado doloroso del grupo a exa- subescalas (61) (Tabla IV).
minar; y para Chapman (18) presenta un vocabulario
difícil de entender ya que los adjetivos pueden ser
interpretados de diferentes formas dependiendo de la 1.2. Valoración objetiva del dolor
edad, sexo, nivel cultural o posición social.
Otros investigadores (59,60) han llamado la aten- Todo método que permita una valoración del dolor
ción acerca de la necesidad de considerar, a la hora independiente del subjetivismo del paciente repre-
de aplicar el cuestionario en distintos países, las di- senta, según la mayoría de autores, la mejor manera

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VALORACIÓN DEL DOLOR (II) 115

TA B L A I V. DESCRIPTORES DE LAVERSIÓN ESPA Ñ O L A D E L CUESTIONARIO DE DOLOR DE McGILL, DE


LÁZARO Y COLS.

Categoría sensorial 5. Como si exprimiera Miscelánea sensorial II


1. Como latidos
Temporal I
Tr a c c i ó n 2. Concentrado
1. A g o l p e s
1. Ti r a n t e z 3. Como si pasara corriente
2. Continuo
2. Como un tirón 4. Calambrazos
Temporal II 3. Como si tirara
4. Como si arrancara Miscelánea sensorial III
1. Periódico
5. Como si desgarrara 1. Seco
2. Repetitivo
2. Como martillazos
3. Insistente
Térmico I 3. Agudo
4. Interminable
1. Calor 4. Como si fuera a explotar
Localización I 2. Como si quemara
1. Impreciso 3. A b r a s a d o r Categoría emocional
2. Bien delimitado 4. Como hierro candente
3. Extenso Tensión emocional
Térmico II 1. Fastidioso
Localización II 1. Frialdad 2. Preocupante
1. Repartido 2. Helado 3. A n g u s t i a n t e
2. Propagado 4. Exasperante
Sensibilidad táctil 5. Que amarga la vida
Punción 1. Como si rozara
1. Como un pinchazo 2. Como un hormigueo Signos vegetativos
2. Como agujas 3. Como si arañara 1. Nauseante
3. Como un clavo 4. Como si raspara
4. Punzante Miedo
5. Como un escozor
5. Perforante 1. Que asusta
6. Como un picor
2. Te m i b l e
Incisión 3. A t e r r a d o r
Consistencia
1. Como si cortase
2. Como una cuchilla 1. Pesadez
Categoría valorativa
Constricción Miscelánea sensorial I
1. Como un pellizco 1. Como hinchado 1. Débil
2. Como si apretara 2. Como un peso 2. Soportable
3. Como agarrotado 3. Como un flato 3. Intenso
4. Opresivo 4. Como espasmos 4. Terriblemente molesto

de entender y tratar adecuadamente el dolor. De esta 1.2.1. Valoración por parte de un observador
forma, se han diseñado técnicas que intentan propor- independiente
cionar índices objetivos que reflejen con la mayor fi-
dedignidad posible el grado de dolor experimentado Aparentemente, la valoración del dolor por parte
de un observador independiente aportará una objeti-
por los enfermos.
vidad y precisión muy superior a la estimación subje-
Estas técnicas se han clasificado en tres categorías:
tiva del propio paciente (62). La valoración objetiva
1. Valoración por parte de un observador indepen- se basa en la observación del comportamiento o acti-
diente tudes que adopta el paciente que sufre dolor (grado
2. Medición de parámetros fisiológicos de movimiento, expresiones faciales, etc.), y a partir
3. Determinaciones bioquímicas. del mismo se infiere el grado de dolor. Morris y cols.

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(38) valoraron la intensidad del dolor en una serie de de forma que a una mejor analgesia correspondía una
pacientes intervenidos de colecistectomía, utilizando menor afectación de la CV. Partiendo de esta idea,
por un lado la VAS (subjetivo) y por otro, la observa- propuso la utilización de un parámetro que él deno-
ción del comportamiento (objetivo), basándose en la minó “Factor de Restauración Respiratoria” (FRR).
inspección de la profundidad inspiratoria, presencia Dicho parámetro expresa la mejoría experimentada
de tos, grado de postración y deseo de levantarse de por la CV en presencia del analgésico, y se relaciona
la cama. Sin embargo, otros muchos autores
porcentualmente con los valores que se obtendrían si
(2,3,63,64) sostienen que sólo el paciente puede va-
lorar su propio dolor. En el mismo sentido apuntan la CV retornara a su valor preoperatorio. Un FRR del
los trabajos de Teske y cols., al analizar la valoración 100% correspondería al analgésico ideal, mientras
que efectúa el personal de enfermería; encontrando que un FRR del 0% indicaría una total ineficacia del
una relación poco consistente entre la valoración ob- analgésico.
jetiva (mediante análisis del comportamiento) y la A partir de los trabajos de Bromage, numerosos
valoración subjetiva (VAS referido por el paciente). autores han utilizado la CV para valorar la magnitud
Los juicios del personal de enfermería coincidieron del dolor y la eficacia de los tratamientos antiálgicos
tan sólo en un 10-16% con las estimaciones subjeti- (21,33,40,62,77,80). Así, diversos estudios han con-
vas efectuadas por los propios enfermos. A tenor de firmado que los cambios en la CV p o s t o p e r a t o r i a
estos resultados los autores afirman que la observa- permiten precisar diferencias en cuanto a la eficacia
ción del comportamiento constituye un método de
analgésica y distinguir los efectos de la medicación
valoración poco fiable (46).
versus placebo (62,80). Otros detectan una correla-
El consumo de analgésicos también podría repre-
ción entre grado de neuroticismo y afectación de la
sentar otra forma de valorar objetivamente el grado
C V postoperatoria (33,40,78,79); entre la valoración
de dolor. En general, se acepta que un mayor consu-
mediante la VAS y la disminución de la CV (41,79) y
mo traduce un mayor grado de dolor. Sin embarg o ,
entre el grado de hipoxemia y la alteración postope-
para Dodson (16), esto puede no ser siempre cierto,
ratoria de la CV ( 7 9 ) .
ya que el consumo de fármacos puede estar muy rela-
Sin embargo, Alexander y cols. (77), no encuen-
cionado con factores ligados a la personalidad del
tran diferencias en el funcionalismo pulmonar valo-
sujeto (65,66). Así el consumo de analgésicos, ade-
rado mediante la CV, la CRF y la toma de gasometrí-
más de ser poco fiable como método de valoración,
as tras la administración, a pacientes postoperados,
es una medida en gran parte subjetiva por estar liga-
de fármacos opiáceos utilizando dosis y pautas de
da a las características del propio paciente.
administración diferentes.

1.2.2. Medición de parámetros fisiológicos


1.2.3. Determinaciones bioquímicas
La determinación de las respuestas fisiológicas
que se desencadenan en presencia de dolor, constitu- El dolor, sobre todo si es agudo, se acompaña de
ye un método atractivo de valoración objetiva. A l g u- una serie de alteraciones emocionales y vegetativas
nas de estas respuestas ya se han comentado en el que tienen su correspondiente traducción bioquími-
apartado “parámetros fisiológicos” de dolor experi- ca. Así, en el periodo postoperatorio se detectan ni-
mental. Este es el caso de la medición de índices ve- veles elevados de hormonas (ACTH, ADH, aldoste-
getativos, registros electromiográficos, trazados rona, cortisol, glucagón), catecolaminas (adrenalina
EEG e imágenes cerebrales como la PET, todos ellos y noradrenalina) y glucosa (81,82). Todo esto propi-
también aplicables en clínica. ció una línea de investigación orientada a buscar po-
Otro parámetro fisiológico utilizado frecuente- sibles correlaciones entre los niveles de dichas sus-
mente en la valoración clínica del dolor es el funcio- tancias y el grado de dolor experimentado tras la
nalismo respiratorio. Resulta evidente que el dolor cirugía. Sin embargo, la valoración del dolor en base
perjudica al sistema respiratorio (67). Sobre todo el a parámetros bioquímicos, a pesar del atractivo de su
dolor resultante de las intervenciones torácicas o ab- objetividad, resultó ser inespecífica y de dudosa vali-
dominales altas se asocia con una alta incidencia de dez (15,63,81). Esto obedece a que cualquier situa-
afectación respiratoria (15,17,68-75). ción de estrés, asociada o no a la presencia de dolor,
Ya en 1955, Bromage (76) analizó la afectación de puede provocar las alteraciones mencionadas.
la capacidad vital (CV) tras intervenciones abdomi- Los trabajos de otros autores (83) confirman la au-
nales altas, encontrando que dicha afectación permi- sencia de relación entre la intensidad del dolor pos-
tía valorar la eficacia de los tratamientos analgésicos, toperatorio, valorada con la VAS, y los niveles plas-

74
VALORACIÓN DEL DOLOR (II) 117

máticos de catecolaminas; aunque sí apoyan la vali- fermo con dolor. En los pacientes se deben valorar
dez de la determinación de los niveles de estas ami- simultáneamente factores físicos, psicológicos y am-
nas para valorar la ansiedad (83). Otros sostienen bientales (99). El objetivo de la valoración del dolor
idéntica validez para los niveles de ACTH, cortisol y es determinar en qué medida los factores afectivos,
prolactina (84). En cambio, un estudio más reciente cognitivos y conductuales contribuyen a la percep-
no encontró relación alguna entre niveles de ansie- ción y al registro del dolor (100). Esto debe ayudar a
dad postoperatoria con los niveles de noradrenalina y la formulación de unos objetivos terapéuticos razo-
cortisol (85). En pacientes afectos de dolor crónico nables.
se han estudiado las concentraciones plasmáticas de Algunos de los síntomas psicológicos observados
cortisol, encontrando una correlación positiva entre son secundarios al síntoma doloroso, mientras que
aquéllas y la intensidad del dolor, así como con el otros podían existir antes de aparecer el dolor. Con
ritmo circandiano del mismo (86). independencia del orden cronológico, si no se identi-
En otra línea diferente, a partir de la identificación fican y tratan los factores psicológicos, es probable
de los péptidos opiáceos endógenos (POE), aparecen que se produzca un efecto adverso sobre la respuesta
en la literatura médica un sinfín de artículos relaciona- del paciente al tratamiento.
dos con esta clase de sustancias. En 1977, un grupo de Degood (101) opina que la valoración del dolor
investigadores descubren que la ACTH, los glucocor- debe cubrir dimensiones que incluyan lo siguiente:
ticoides, la beta-lipotropina y la beta-endorfina son se- 1. El estado actual de las sensaciones dolorosas, el
gregadas por la hipófisis de manera simultánea y como estado cognitivo, las conductas ante el dolor y la dis-
respuesta al estrés (87). Este fenómeno fue confirmado posición de ánimo.
por Nakao y cols. varios años más tarde (88). También 2. La personalidad premórbida.
se ha detectado una marcada elevación en los niveles 3. Los factores ambientales que puedan influir en
plasmáticos de cortisol y beta-endorfina en pacientes el dolor.
sometidos a amputación de un miembro bajo anestesia Black (99) utiliza un planteamiento diagnóstico
general (89). Resultados similares se han obtenido en que comprende la agrupación de los síntomas del pa-
pacientes sometidos a cirugía abdominal bajo anestesia ciente en varios componentes que más tarde son eva-
general, encontrando además una correlación entre ni- luados individualmente. Cuando se combinan los
veles plasmáticos de cortisol y betaendorfina (90). componentes se obtiene un perfil del dolor. Los picos
Para algunos autores, estos hechos sugieren que elevados en ese perfil representan las áreas a las que
los POE desempeñan un importante papel en la res- hay que dirigirse inicialmente en el programa de tra-
puesta neuroendocrina al estrés quirúrgico (91). Sin tamiento. Los componentes valorados incluyen el
e m b a rgo, los niveles de POE no sólo se alteran en si- componente somatogénico o nociceptivo del proble-
tuaciones de estrés, ya que también lo hacen en pre- ma doloroso, la ansiedad, la depresión, los factores
sencia de dolor; aunque resulta muy difícil delimitar sociales, las ganancias secundarias y las influencias
la relación existente entre estrés y dolor. culturales que pueden modificar la experiencia pro-
En consecuencia, la determinación de los niveles pia del dolor. Un área que se destaca en este plantea-
de POE en el plasma y líquido cefalorraquídeo, de miento es la distinción entre dolor agudo y crónico,
pacientes afectos de dolor, puede representar una debido a que el tratamiento es diferente dependiendo
medida más fiable y precisa para valorar la intensi- del estadio del problema.
dad álgica de manera objetiva. En este sentido apun- Aunque en los diferentes métodos de valoración
tan numerosos estudios que aprecian una correlación puede haber diferentes medios de evaluación, todos se
inversa entre niveles de POE en plasma (92-94), y en dirigen a examinar los factores psicosociales que pue-
el líquido cefalorraquídeo (95-97), y la intensidad den influir en la propia respuesta al tratamiento. La
del dolor experimentado por enfermos postoperados mayoría de las unidades de tratamiento utilizan una ba-
(93,95-97). La conclusión final de la mayoría de es- tería convencional para valorar a los pacientes con do-
tos trabajos es que a mayor nivel de endorfinas se co- lor, que incluye la entrevista clínica, un inventario es-
rresponde una menor intensidad de dolor (98). tructurado sobre el dolor y las pruebas psicométricas.
Durante la entrevista clínica se puede obtener in-
formación sobre el nivel funcional premórbido. El
1.3. Valoración psicológica del dolor bagaje educativo, la actividad social, los factores de
estrés y la historia profesional; son todos factores
La valoración de las influencias psicológicas es que pueden tener una influencia directa sobre el éxi-
una parte importante de la evaluación inicial del en- to de un programa de rehabilitación del dolor. Se

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118 M. S. SERRANO-AT E R O E T A L . R e v. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 9, N.º 2, Marzo 2002

piensa que los pacientes con un buen nivel de funcio- dad que, teóricamente, podrían afectar de manera ad-
nalidad premórbida tienden a tener una respuesta versa a la respuesta de los pacientes al tratamiento
más positiva al tratamiento (101). Entrevistando a (104). Sin embargo, se ha observado que el MMPI es
personas del entorno más próximo del paciente (p. de poca utilidad para determinar las diferencias entre
ej., la esposa y otros familiares próximos) se puede el dolor funcional/psicógeno y el orgánico, ya que se
obtener también una información básica, muy útil han obtenido resultados incoherentes en los estudios
como apoyo para diagnosticar y tratar correctamente en los que se ha investigado esta línea de trabajo
al paciente. (109). Es frecuente que los pacientes con dolor cró-
Se dispone también de numerosos inventarios es- nico tengan un perfil cuya configuración se conoce
tructurados del dolor, como el Psychosocial Pain In - como la «conversión V». Este perfil consta de eleva-
v e n t o ry (102), el McGill Comprehensive Pain Ques - ciones en las escalas de hipocondría e histeria, con
t i o n n a i re (1), el We s t h a - v e n - Yale Multidimensional una puntuación relativamente menor en la escala de
Pain Inventory (100) y el Pain Profile (103), un mé- depresión. A pesar de esto, los estudios correspon-
todo de valoración computadorizado. dientes han demostrado que los pacientes con este ti-
Casi todas las entrevistas estructuradas obtienen po de perfil a menudo tienen una base orgánica en el
información relativa al síntoma doloroso, la historia dolor que experimentan (109).
médica, los refuerzos de las conductas de dolor y Los estudios en los que se ha explorado la utilidad
otras influencias psicosociales, como el estado finan- del MMPI para predecir los resultados del tratamien-
ciero y de posibles litigios. Estos instrumentos sue- to antiálgico, también han arrojado resultados incohe-
len ser fáciles de administrar y puntuar y pueden pro- rentes relativos a su predecible validez. Esto puede
porcionar datos objetivos útiles en el diagnóstico y obedecer a que, en dichos trabajos, se suelen utilizar
enfoque del tratamiento. unos índices de éxito subjetivos y mal definidos. Asi-
Muchas de las áreas valoradas pueden repetirse en mismo, las diferencias en las poblaciones de pacien-
la entrevista clínica. Sin embargo, esta última va más tes pueden ser responsables de la inconsistencia de
enfocada al nivel de funcionalidad premórbida, los resultados (110). Una desventaja, muy criticada,
mientras que la vertiente estructurada pone más énfa- de la aplicación del MMPI es la prolongada duración
sis en las correlaciones psicosociales de la experien- de la prueba. Por otra parte, muchos pacientes adop-
cia dolorosa. Asimismo, dado que la entrevista clíni- tan una actitud defensiva al responder a las preguntas
ca no está estructurada, se puede enfocar más a las del cuestionario, a la vez que tienden a creer que se
respuestas afectivas del paciente y a la interacción implica en ellas la naturaleza inorgánica del dolor.
con el entrevistador. Los pacientes suelen ser más es- El Symptom Checklist-90 consiste en un listado de
pontáneos en su interrelación cuando no se sienten 90 problemas con su correspondiente respuesta, que
como si «estuvieran realizando un examen», a base permite al sujeto explorado graduar los síntomas de
de inventarios muy estructurados. malestar físico o emocional sobre una escala de cin-
co puntos. Debido a que requiere un periodo relativa-
mente más corto de tiempo para completarlo, en mu-
1.3.1. Pruebas psicométricas chos centros de dolor se considera una alternativa
viable frente al MMPI. Una desventaja de este ins-
Para evaluar a los pacientes con dolor se utilizan trumento es que la muestra que se utilizó para su nor-
varias mediciones a través de pruebas p s i c o l ó g i c a s malización incluía pacientes psiquiátricos, no pa-
objetivas. Entre ellas destacan el Minnesota Multi - cientes con dolor. Esto hace cuestionable su
phasic Personality Inventory (MMPI) (104), el S y m p - generalización para la población con dolor (105).
tom Checklist 90 (105) y el Millon Behavioral Health El Millon Behavioral Health Inventory se está ha-
Inventory (106). También existen inventarios más ciendo cada vez más popular como alternativa a me-
breves para evaluar a esta población, tales como el diciones más tradicionales. El inventario de autova-
Beck Depression Inventory (BDI) (107) y el S t a t e - loración consiste en 150 respuestas verdadero-falso
Trait Anxiety Inventory ( S TAI) de Spielberger (108). que miden los tipos de personalidad y las actitudes
El MMPI sigue siendo el más ampliamente utiliza- relevantes para dolencias específicas. Además, con-
do por los psicólogos que trabajan con las poblacio- tiene un índice pronóstico que intenta predecir la res-
nes con dolor. Se ha demostrado que este instrumen- puesta al tratamiento del dolor. Aunque no existen
to es útil para valorar los trastornos emocionales que pruebas concluyentes relativas a su validez en los pa-
aparecen ligados secundariamente a los síntomas do- cientes con dolor, sí es un instrumento que parece
lorosos; o los factores preexistentes de la personali- prometedor y merece más investigación (106).

76
VALORACIÓN DEL DOLOR (II) 119

Por último, también se dispone de mediciones psi- 6. Gibbs JM, et al. Patient administration of i.v. bupre-
cométricas breves, aplicables rápidamente a la po- norphine for postoperative pain relief using the Car-
d i ff demand anagesia apparatus. Br J Anaesth 1982;
blación con dolor, al objeto de valorar estados afecti-
54: 879-84.
vos negativos que pueden incidir desfavorablemente 7. Kaiko RF. Age and morphine analgesia in cancer
en la respuesta del paciente al tratamiento (p.ej., de- patients with postoperative pain. Clin Pharmacol
presión y ansiedad). Ther 1980; 28: 823-6.
La Beck Depression Inventory (BDI) tiene como 8. Kaiko RF, et al. Sources of variation in analgesic
propósito proporcionar una estimación de la grave- responses in cancer patients with chronic pain recel-
ving morplhine. Pain 1983; 15: 191-200.
dad de la sintomatología depresiva. Consta de 21 9. Kay B. A double blind comparison of morphine and
items que describen diferentes manifestaciones de la buprenorphine in the prevention of pain after opera-
depresión, con especial énfasis hacia la sintomatolo- tion. Br J Aneasth 1978; 50: 605-9.
gía cognitiva (107). 10. Mather L, Mackie J. The incident of postoperative
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concreto, el autor conceptualiza el estado de ansie- 12. Patel CV, et al. Management of pain after abdomi-
dad como una condición emocional transitoria, ca- nal surgery: Dypirone compared with pethidine. Br
racterizada por sentimientos subjetivos de tensión y J Clin Pharmacol 1980; 10 supl. 2: 3515-45.
13. Sriwanatakul K, et al. Studies with different types
aprensión; siendo la propensión ansiosa relativamen- of visual analog scales for measurement of pain.
te estable que muestra las tendencias de los sujetos a Clin Pharmacol Ther 1983; 2: 234-9.
percibir las situaciones como amenazadoras lo que 14. Thomas TA, Griffiths MJ. A pain slide rule. A n a e s t-
connotaría la ansiedad rasgo. El STAI evalúa cada hesia 1982; 37: 960-1.
una de estas dimensiones a través de 20 items (108). 15. Alexander JI, Hill R.G. Postoperative Pain Control.
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La mayor ventaja de utilizar estas escalas breves 16. Dodson ME. The Management of Postoperative
es el escaso tiempo que se emplea para su aplicación, Pain. Londres: Ed. Edward Arnold, 1985.
sin embargo presentan el inconveniente de que gene- 17. Smith G, Covino BG. Acute Pain. Londres: Ed. But-
ralmente sólo miden la presencia o ausencia de sínto- terworths, 1985.
mas, en lugar de proporcionar una valoración más 18. Chapman CR, Casey KL, Dubner R, et al. Pain mea-
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