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La llegada de una vacuna frente al SARS-CoV-2 que logre frenar la extensión de la infección se

ha postulado como la contestación definitiva para frenar la enfermedad pandémica de


coronavirus.
Lejos de ser una solución independiente de conflictos éticos, la introducción de una
totalmente nueva vacuna en la práctica de la salud pública, y que se realice en una situación de
inestabilidad social, política y económica, vuelve a activar la línea de tensión entre el poder de
las instituciones, la soberanía de los individuos y las dinámicas de los mercados globales. Esto
provoca que sea preciso un estudio ético que integre los conflictos dentro de la indagación y el
desarrollo de la vacuna, los recursos de justicia universal presentes en el reparto de la vacuna,
las elecciones de priorización una vez que la oferta de esta no cubra la demanda que existe y
las posturas que se deberán tomar, a partir de los poderes públicos, para abordar los casos de
reticencia de parte de los individuos que no deseen que se les administre la vacuna —o que
planteen dudas frente a ello—.

La llegada de una vacuna frente al SARS-CoV-2 que pueda frenar la expansión de la infección se
ha postulado como la respuesta definitiva para frenar la pandemia de covid-19.
Lejos de ser una solución sin dependencia de conflictos éticos, la introducción de una nueva
vacuna en la práctica de la salud pública, y que se haga en una situación de inestabilidad social,
política y económica, vuelve a activar la línea de tensión entre el poder de las instituciones, la
autonomía de las personas y las dinámicas de los mercados globales. Esto hace que sea preciso
un análisis ético que incluya los conflictos en la indagación y el desarrollo de la vacuna, los
recursos de justicia mundial presentes en el reparto de la vacuna, las elecciones de priorización
cuando la oferta de esta no cubra la demanda existente y las posturas que se deberán tomar,
desde los poderes públicos, para abordar los casos de reticencia a causa de las personas que
no deseen que se les administre la vacuna —o que planteen dudas ante ello—.

Lejos de ser una solución, la introducción de una nueva vacuna en la práctica de la salud
pública, hecha en una situación de inestabilidad social, política y económica, necesariamente
debe primar un análisis ético, la inoculación de un virus potencialmente mortal, en personas
sanas …

Vivimos una situación excepcional, sin embargo las leyes y reglas que regulan la averiguación
biomédicasiguen en vigor. En especial la

Ley de Indagación Biomédica 14/2007, de 3 de julio

Todos deseamos un procedimiento que detenga al covid-19. Además deseamos una vacuna
para protegernos. Y lo deseamos todo para mañana. Sin embargo la averiguación biomédica
tiene sus tiempos y métodos por causas bastante poderosas. Nada menos que para llevar a
cabo con ambos primeros inicios de la bioética: el inicio de no maleficencia (no hacer el mal) y
el inicio de beneficencia (hacer el bien).

Aquellos 2 principios nos recuerdan que debemos evaluar la estabilidad y la efectividad de


cualquier tratamiento antecedente de autorizarlo. Los tratamientos, frente a todo, no tienen
que provocar más mal del que pretendemos solucionar. Las ventajas tienen que superar a los
peligros. Además tienen que ser eficaces para su objetivo final.

Frente a todo seguros

, luego útiles. Este beneficio tendrá que considerar además el parecer del paciente. Esto
entronca con el tercer inicio de la bioética: el inicio de autonomía (que impone a respetar la
independencia de elección de cualquier paciente sobre cualquier participación a través del
denominado consentimiento informado).

Principio del respeto de la autonomía: este primer principio de la bioética se centra en


establecer que debe respetarse siempre la libertad de elección y decisión de las personas.

Principio de la beneficencia: a partir de este principio, la bioética persigue relacionar los costes
y los beneficios de todas aquellas acciones y decisiones que tomen los seres humanos en
relación con los valores éticos de un hecho biológico.

Principio de la no maleficencia: resulta de vital importancia incluir dentro de la bioética este


principio enfocado hacia la prohibición y abolición de toda acción que conlleve efectos
negativos de distinta índole, en alguno o varios de los ámbitos en los que actúa la bioética
(biológico, político, filosófico, entre otros).

Principio de la justicia: el cuarto y último principio de la bioética apuesta por la equidad, la


igualdad de oportunidades y la repartición justa y equitativa de aquellas responsabilidades
vinculadas a los costos, los riesgos y los beneficios de las decisiones bioéticas tomadas.
Una intervención

 ¿Es ético infectar a personas sanas con coronavirus para desarrollar vacunas?

Lejos de ser una solución, la introducción de una nueva vacuna en la práctica de la salud
pública, en una situación de inestabilidad social, política y económica, necesariamente debe
priorizar un análisis ético.

Todos deseamos un procedimiento que detenga al covid-19. Además deseamos una vacuna
para protegernos. Y lo deseamos con urgencia. Sin embargo la averiguación biomédica tiene
sus tiempos y métodos por causas bastante poderosas. Nada menos que para llevar a cabo con
ambos primeros inicios de la bioética: el inicio de no maleficencia (no hacer el mal) y el inicio
de beneficencia (hacer el bien).

Aquellos 2 principios nos recuerdan que debemos evaluar la estabilidad y la efectividad de


cualquier tratamiento antecedente de autorizarlo. Los tratamientos, frente a todo, no tienen
que provocar más mal del que pretendemos solucionar. Las ventajas tienen que superar a los
peligros. Además tienen que ser eficaces para su objetivo final.

En el nombre de la ciencia y el avance tecnológico se han cometido grandes desmanes, no


todo es como lo quisiéramos, en este punto daré mi parecer, en forma particular, luego de
haber leído todas las ponencias de mis compañeros.

Debo aclarar que a mi humilde entender, y en este caso en particular, la infestación de un


grupo, por más reducido que sea, es una total aberración, el hecho que sea posible que este
proceder salve a miles de personas, no justifica el sacrificio de una sola vida.

Los ensayos clínicos para conseguir una vacuna que realmente sea eficiente, lleva un proceso
muy largo y estudiado, de diferentes variables, no pueden simplemente obviar pasos para
conseguir, lo que supuestamente se hace en un período de tiempo más largo

Los ensayos clínicos para determinar la eficacia, cumple con diversos protocolos y pasos, a
continuación adjunto un gráfico, donde se muestran los pasos mencionados en una
investigación tipo y la de covid-19
Como podemos apreciar se necesitan mínimo 10 años para el desarrollo y fabricación de una
vacuna, mientas que en el caso que nos compete, la misma no tiene más de 2 años desde la
primera infección de este virus, hasta el momento en que la vacuna se distribuye.

Todos podrán argumentar que las técnicas actuales, no son como en otras épocas, los avances
científicos y tecnológicos han sido a pasos agigantados, pero con ese mismo criterio, formulo
el siguiente interrogante: “¿Por qué no es posible que aún no se hayan desarrollados vacunas
eficientes para otros males que aquejan a la humanidad, llámese VHI, Cáncer, enfermedades
inmunes?, ¿Será que las mismas no son redituables para los laboratorios?

https://www.bbc.com/mundo/noticias-54123846
 ¿Qué dilemas éticos plantean los “ensayos de exposición”?

Los ensayos de exposición Consiste en probar algunas de las vacunas más prometedoras en un
número reducido de personas (entre 100 y 150) y contagiarlas artificialmente con el virus para
ver si las vacunas funcionan.

El dilema ético: es si se puede infectar a personas sanas con una enfermedad para la que no
hay cura y cuyos efectos a largo plazo se desconocen, aunque sea para un bien superior como
es el de crear una vacuna.

Para algunos comités de ética, está moralmente justificado hacer ese tipo de estudio de
exposición a una infección en el contexto de una emergencia de salud pública como la
pandemia.

Este ensayo se hará para comprender más rápido y mejor cómo se desarrolla la infección y
cuál es la respuesta del sistema inmune. Pero especialistas en ética de la investigación clínica
advierten que se trata de un tipo de ensayos alternativos que solo se pueden hacer en
circunstancias limitadas cuando se espere beneficios probables que no puedan ser obtenidos
con los ensayos tradicionales.

Los ensayos de exposición a infecciones se pueden realizar de manera ética, pero se necesita


contar con la seguridad de que se podrá rescatar a los voluntarios de la enfermedad a la que se
los expone” afirma la filósofa e investigadora principal del Conicet Florencia Luna, directora de
la maestría de bioética de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

Los estudios de exposición se han utilizado para el control de viruela, la fiebre amarilla y la
malaria, que cambiaron el curso de la salud pública mundial. A raíz de la pandemia por el
coronavirus, la Organización Mundial de la Salud formó un grupo de trabajo para evaluar
cuáles debían ser los criterios de aceptabilidad de estos ensayos que pueden tener beneficios
en una emergencia, pero no están exentos de riesgos

La OMS difundió el 6 de mayo pasado las pautas de aceptabilidad de los ensayos de exposición
para limitar al mínimo los riesgos que implica la infección y no erosionar aún más la confianza
ensayos clínicos y vacunas a nivel global. Uno de los criterios que menciona el grupo de OMS
es que debe haber una “justificación científica fuerte”, que incluye que el estudio aporte
conocimientos sobre la protección inmunitaria, los casos asintomáticos y la transmisión

El lugar donde se realice el estudio debe contar con altos estándares de investigación científica
y ética. La selección de participantes debería asegurar que se minimicen los riesgos, y que haya
un comité de revisión que sea independiente con miembros especializados. El último criterio
es el del consentimiento informado de los voluntarios, a quienes se les debe hacer tests para
chequear si han comprendido beneficios y riesgos del estudio.

 ¿Quién debe decir a quién vacunar primero?


Existe un criterio de priorización en la toma de decisiones de la administración de la
vacuna frente al SARS-CoV-2.

Valor social: Prioridad a las personas que desempeñan labores que han sido
consideradas como «esenciales» durante la primera fase de la pandemia: trabajadores
sanitarios; fuerzas y cuerpos de seguridad; cuidadoras de personas dependientes;
personas trabajadoras de la cadena de producción, distribución y comercialización de
alimentos y bienes básicos; trabajadores de transportes públicos; etc.

Este criterio no solo es un reconocimiento a la labor desempeñada, sino que además


trataría de garantizar el correcto funcionamiento de los servicios esenciales en una
situación de nueva oleada epidémica

Prioridad a las personas clínicamente más vulnerables: Las personas pertenecientes a


grupos de riesgo de gravedad clínica de COVID-19 tendrían preferencia en el acceso a
la vacuna.

Este criterio trata de proteger de forma preferente a quienes más podrían sufrir el
agravamiento de la enfermedad en el caso de contraerla.

Prioridad a las personas socialmente más vulnerables: Las personas con mayor
vulnerabilidad social tendrían prioridad, basándose en la existencia de otro tipo de
barreras que podrían dificultar su acceso normalizado al sistema sanitario en el caso de
desarrollar la enfermedad, así como justificado en base a la existencia de
condicionantes sociales que supondrían un mayor nivel de exposición al virus y un
mayor riesgo de contagio.

Prioridad a embarazadas: Reconoce el valor de la gestación siempre que esta tenga


posibilidades de llegar a término

Prioridad a quienes tengan un papel más relevante en las dinámicas de contagio: De


acuerdo con los estudios actuales, esto podría suponer la priorización de adolescentes
y jóvenes

Quienes desean vacunarse: La voluntad de recibir la vacuna puede ser un criterio de


priorización si existe un porcentaje relevante de la población que no la desee, como
manera de incrementar el porcentaje de población que la reciba, abordando la
reticencia a la vacunación en una segunda situación de menor escasez de vacunas.

 ¿Debe ser obligatorio vacunarse?

El 29 de octubre, se aprobó en la Cámara de Senadores una ley que declara de interés público


la investigación, desarrollo, fabricación y adquisición de vacunas contra el covid-19, que había
obtenido media sanción de Diputados el 7 de octubre. La Ley 27573.

La norma busca habilitar al gobierno a ofrecer condiciones favorables a los laboratorios en las
negociaciones que lleve adelante para adquirir las vacunas, como cláusulas que atribuyan
competencia a tribunales arbitrales y judiciales extranjeros en caso de litigio, que garanticen la
indemnidad patrimonial respecto de indemnizaciones relacionadas con y en favor de quien
participe en algún punto del desarrollo de las vacunas, y de confidencialidad, entre otros
puntos.

El texto de la ley no hace referencia alguna a la supuesta obligatoriedad de la aplicación de las


vacunas que el gobierno adquiera.

Las vacunas del  calendario nacional  son las obligatorias. En esa guía se incluyen vacunas como
las de tuberculosis (BCG), poliomielitis y varicela, entre otras.

La Ley 27491 de 2018 sobre el control de enfermedades prevenibles por vacunación faculta al
Poder Ejecutivo para recurrir a una excepción. El artículo séptimo de esa norma establece que
“las vacunas del Calendario Nacional de Vacunación, las recomendadas por la autoridad
sanitaria para grupos en riesgo y las indicadas en una situación de emergencia epidemiológica,
son obligatorias para todos los habitantes del país conforme a los lineamientos que establezca
la autoridad de aplicación”.

No debemos obviar que las vacunas no son la exclusiva medida de salud pública que logre
ponerse en marcha. Podría ser primordial además definir el desmesurado optimismo en la
vacuna como solución técnica y objetiva al problema de la prevención y la salud de las
poblaciones.

La ética de la salud pública se ha construido como una tensión entre el poder del Estado y la
soberanía de los individuos, empero se debe alejarse de significados cercanos a la
independencia de elección ante visiones de tipo relacional que se asienten en el cuidado. En
una lógica de cuidado no se trata solo de proveer recursos biomédicos y tecnológicos como
podría ser la vacuna, sino además los económicos y sociales que permitirían defender
equitativamente al grupo poblacional

Sin tener una vacuna para encarar al SARS-CoV-2 hay muchedumbre de conflictos éticos sobre
su construcción, sobre los criterios equitativos de repartición y los probables escenarios, más o
menos coactivos, para reclamar la cobertura de toda la población. Empero, pues obstaculizan
otras medidas que tienen la posibilidad de ser política y moralmente más controvertidas y
generar más igualdad (Harrison y Wu, 2020).

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