Está en la página 1de 4
*pectativas, Los trata opedagégicos para scentes son encara~ la oportunida? nntro en dos opot nictacles y he observado el inte a dediznién, el conoci- 1 necesarias Sis AOMADS We QuERp G1 VAQHA ch olof sano ch ba representanns ye ela Matus dR abl wenpo pe a | capitulo XIV | OSKESIS.YUUAGHINIGAW a "jorge Goncalves da Cruz ’ La-utilizacién de técnicas psicométricas en instituciones asis- tenciales y educacionales, en la consulta psicolégica y psicope- dagogica, e incluso en investigaciones que pretenden situarse al argen de la practica clinica:o educacional, suele incurrir en erores y distorsiones iatrogénicas que han motivado fundadas | criticas desde diversos enfoques. Asi, son validamente cuestionados los supuestos ideolégicos yel marco te6rico que en cada caso han presidido la construc- sion de las diversas pruebas en uso. En mi opinion, esta critica ~~ mnuntas esealas (de coeficiente intelectual, percen a ae cada er muy Ener poder ds dec : Pi untajes centrales 0 para los extremos de Ia distribucién. Pero esto no invaida al instrumento, sing ecesidad de conocer su lines 7a pane Cree ¥ Prictico, un medioo aii Para aqut escuchaba por radio la entrevista ae ene ¢ra interrogado acerca de las perspectivas de paacion dele eee Y que respondi6, con esa —digamos— “in- la estadistica, que “en el afio 1930 se curaba un paciente de cada tres, actualmente, uno de cada dos; y, por lo tanto, esto prueba, si hacemos un grafico, que poco después del 2000 se deberin curar todos los casos.” Error pare. cido al del “ganso inductivista” que propone B. Russell, el cu por el método inductivo y luego de 364 verificaciones, habi Megado a la “ley universal” y por ende a la “‘certeza” de que el granjero lo alimentaria siempre a las nueve de la manafia... Pero el dia 365 era visperas de Navidad, y el duefio de la gran- ja entr6 al Corral con"unlazo"y-urrcuchillo- El pobre-gans no habfa sabido preguntarse por el sentido de aquella acci repetida 364 veces. Esto nos-conduce al centro de la cuestién— que quiero plantear: Ja necesidad d contex uN que = z del sintoma y de la demanda, Lo que antes seflalé como escu- cha al sujeto puede explicitarse desde, al menos, dos vertientes. la preocupacion por darle un lugar prioritario a Te atender especialmente al discurso del sujeto, procurando que se despeje un sentido en el mismo, para situar bhtonces en relacién a tal sentido la demanda —sea que ésta provenga del entrevistado, el grupo parental, la escuela, ete. Esto es necesario, y se hace posible, si entendemos que la de- -) presey hacion, ya se; jitivo hay una vertiente que postula como central la_—es_ cogni y ohn eee ee tie ‘ucha”’ al sujeto —al sujeto epistémico en este caso—;me fo a la psicologia genética que surge con Jean Piaget y que hi Ffaborado el método clinico-critico a tal Es a partir de algunos de éstos cuest cto. = oan j n de las pruebas psicométricas de nuestio bagaje instrumental. Tal propuesta hasta pareceria pertinente en una primera aproximaci6n, casi “de sentido co nin’, Pero hay que ir un poco mas allé. La primera contra, diccién es que ciertamente el prescindir de estas pruebas ni nos “vacuna automaticamente” contra errores iatrogénicos que no son inherentes a ese instrumento, ni menos aun exclu- sivos del mismo. Elijo responderme de un modo similar a Maud Mannoni —de quien no sospecharfamos que omite la ddero a los tests s6io) izo en un di ¢ debe con: no econ sus posibilida- = des de errores) y no como textos 08 que ordenan tal ‘0 cual orientacién.” “El propio. psicoanalista no esta mas protegido del error que el psicOlogo, ya que la presion de los | padres o la presién social lo inducen en algunos, casos a res- ponder a un pedido (de orientacién) que a veces no se justifi- chos proponen 12 exclusio tal que se pueda al menos percibir o comprender su aspecto 4 ilusorio.”? En sintesis, 6 de vista © para conver objeto (de cuantificacién, de etiquetamiento, de manipulaci6n). Aquellas pruebas pasan a ser un instrumento, utilizable o no, en Ja medida en que pue- da prestarnos algtin servicio. La eleccién de un instrumento qumea es ascéptica respecto del marco tebrico e ideologico y ad_y entrenamie: sie nie @ antrenamiento del que lo emplea. Esto vale ca (...) El analista_debe_situar_entonces la demanda_de_forma (_ | 09 @ 1 Considero que las pruebas Psicométricas proven Un Varia. do espectro de material de utilidad en la clinica si lo contex- tualizamos en la misma y contribuye a ese didlogo a que alu. de la cita de M. Mannoni. Dislogo en que el entrevistado in- terviene en una doble vertiente: como sujeto del conocimien. | to, sujeto epistémico, y como sujeto del desconocimiento, desconocimiento de su deseo, de aquello de que el olvido, e| | fallido, el sintoma, la demanda, hablan. | “En cuanto al sujeto epistémico, las pruebas psicomeétricas servirin sien ese didlogo clinico contribuyen para que poda- ‘mos situar al entrevistado en relacién con el nivel que ha alcan- cturacion cognit si6n con ia di aquella estructuracion lo comportamientos cogniti) figurativa, logico-matematica, ex- perimental), segiin lo llos de J. Piaget. Compararemos ese. “mapa cognitive” con Ja situacion esco- ° lar del entrevistado, si ello es del caso. Ante la presencia de de- | de— 8 . _ferminada_patologia_indagaremo: 2 a tinente, datos relevantes para el diagnéstico dif e oligofreniay oligotimia. En un abordaje clinico, este “mapa i sino que despeja la posibilidad de escuchar al sujet - gularidad, en 1o que est mas alld —o mas acd— ilu \ sorio de su demanda a que aludf al principio: en el lugar en > que el error, el fracaso, el sintoma hablan del sujeto. =| Con esto queda sintetizado el marco teérico en que inseribo | N Conia Ja eventual utilizacién de Jas pruebas psicométricas en la oli- nica, especialmente en relacién con los trastornos del aprendi- zaje. Se trata de un recorrido que guarda paralelismos relevan- tes con el que se ha efectuado respecto de otras modalidades técnicas y su relacién con la elfnica, por ejemplo, en el caso de los abordajes grupales: aqu{ también el empleo de Ia técnica se | (Eke ha divorciado —al menos para muchos de los que [a utiliza vr mos-— del marco teérico en que nacié. Como dije en la presen (OY) taci6n inicial, esto no nos exime de considerar la dimension AN WaACRY social en que el sujeto se inscribe, la cual pone limites a las PO Owetds sibilidades y aun a la pertinencia del abordaje ¢linico- Di Coc teyt218-1o GS ccen ei ees vel esto pensando en fos casos en que el fracaso en la escolariza: _~ cin remite al contexto sociocultural del nifto y la inadecu ~ cin del modelo escolar respecto de aquel contexto, determi- nendo el extendido campo de la oligotimia social y los trastor- nos reactivos, Volviendo a los requisitos que enumeré como necesarios pa- tala cleccién de una técnica, y dado que hoy me referf al pri- mero (el marco conceptual), la proxima vez empezaremos a Considerar el segundo, es decir la concordancia de la técnica ¢on ese marco y con los objetivos para los que recurrimos a fila, Empezaremos a.trabajar un test que ~como Sara Pain— fonsidero que apunta a la adecuacién (y no a la mera madu- rez) viso-motora, el test de Bender. Test de Bender Una de las multiples formas de empezar a hablar del test ; de Bender es pensarlo desde el sujeto que dibuja, cosa que no parece tan sencilla~de-abordar como una primera apro- ximacion podria legar a sugerir. Qué dibuja, qué represen— ta esa hoja en blanco, qué percibe de los modelos que le da- mos, qué relacién hay entre el percibir y el comportamiento de reproduccién, de copia, de representaci6n grifica que ob- tenemos. Lo primero que querria destacar en relacién a esto es que en tanto dibuja hay expresién simbélica: no podemos distinguir con nitidez en donde hay comportamiento expre- sivo y en dénde no. Ya hemos seflalado que el proceso de construccién de la inteligencia es paralelo a la subjetivacién, que incluye la.construccién del cuerpo, del cuerpo en sentido simb6lico. Resulta claro que todo estd presente cuando un -nifio.empieza-a-hacer los disefios del-Bender-——-—-—————

También podría gustarte