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¿De qué hablamos cuando hablamos de trabajo? El trabajo es un proceso de metabolismo entre el
hombre y la naturaleza, en el que el hombre pone en movimiento fuerzas naturales que pertenecen
a su cuerpo, con el fin de apoderarse de la naturaleza bajo la forma que le sea útil para reproducir
su vida. Esto es especifico de la humanidad, lo que la diferencia del mundo animal, ya que un
animal puede realizar acciones que se asemejan al trabajo del hombre, pero solo porque viene
inscripto en su código genético (instinto).
La fuerza de trabajo es “la suma de todas las aptitudes físicas e intelectuales que residen en la
corporalidad” del trabajador (Marx). Es la necesidad de la venta de la fuerza de trabajo. Por ello, los
trabajadores sociales son trabajadores. En tanto inscriptos en una una relación de asalariamiento,
se constituyen en vendedores de fuerza de trabajo (Netto). No son trabajadores aislados sino parte
de un trabajador colectivo, a los que corresponde una función particular, a partir de la división social
del trabajo, como forma de asignarse la capacidad total del trabajo de la sociedad.
Lo que caracteriza al T.S es ser una forma de especialización del trabajo colectivo, cuya actividad
se desarrolla en la fase final de operacionalizacion de las políticas sociales. “Surge dentro de un
proyecto político, en el marco de las luchas de clase desarrolladas en el contexto del capitalismo
monopolista clásico, cuyo medio fundamental de empleo se encuentra en la órbita del Estado”
(Montaño). Su génesis se halla en el momento en el que la “cuestión social” se constituye en
“cuestión de Estado” (Grassi), materializándose en políticas sociales que generan el espacio socio-
ocupacional para estos nuevos “agentes especializados” que actuaran sobre un campo de saber-
hacer especifico y sobre un objeto parcial. “La condición de trabajador asalariado no solamente
encuadra al Asistente Social en la relación de la compra y venta de la fuerza de trabajo, sino que
también moldea su inserción socio-institucional en la sociedad” (Iamamoto). En este sentido, nos
distanciamos de las lecturas que plantean que las determinaciones sobre las condiciones de trabajo
en el Estado no tienen nada que ver con la forma mercantil de la disposición de la fuerza de trabajo,
adjudicándolo a “criterios políticos”, la cual es una visión meramente voluntarista de la acción.
Vimos en el capitulo anterior la necesidad de entender a los trabajadores sociales como parte de la
clase trabajadora. Este es un intento de situar el significado social de la profesión “en el contexto de
las relaciones más amplias que lo condicionan y le atribuyen características particulares” (Yazbek).
Cuando el Estado, principal empleador de los T.S, establece una relación contractual, el T.S se
convierte en asalariado que vende su fuerza de trabajo, y solo a partir de los medios ofrecidos por
el Estado brinda los servicios para los cuales es contratado. La forma que adquiere el proceso de
trabajo requiere pensar los elementos constitutivos del mismo: la práctica profesional, los medios de
trabajo y la materia prima u objeto sobre el cual incidirá su trabajo. La existencia de uno requiere la
existencia de otro. El T.S en tanto trabajador libre, enajenado de los medios de producción, solo
puede realizar su trabajo una vez que se encuentra con estos. Los medios necesarios para la
realización de su práctica profesional solo les puede proveer quien comprar su fuerza de trabajo, en
tanto poseedor de los medios. Por ello el Estado es principalmente quien organiza el proceso en el
que el T.S participa.