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Pipo Lernoud
Diseñar ecosistemas
La Permacultura significa también tomar cada problema como una solución en potencia, como un
indicador de caminos nuevos. Los problemas surgen cuando queremos imponer a un ecosistema
producciones que no le corresponden.
Para Mollison todo puede ser un recurso positivo. El asunto es enfrentar las dificultades con una
actitud abierta, desentrañando el mensaje ecológico implícito. Los agricultores modernos muchas
veces quieren "disciplinar" a la naturaleza, y le ponen una camisa de fuerza, generalmente bajo la
influencia de la propaganda, las "nuevas tecnologías", los "negocios del año". Se encuentran así
con impedimentos a los que tienen que enfrentarse con métodos peligrosos y costosos, que
comprometen el resultado económico y ecológico de la explotación. "Cuando examinamos el modo
en que las plantas y los animales cambian los ecosistemas, podemos hallar muchos aliados en
nuestros esfuerzos para obtener nuestro sustento y el de otras especies", dice Mollison.
El manejo que hacemos de nuestro establecimiento, los pequeños ajustes cotidianos que vamos
llevando a cabo al ir y venir a través de los distintos sectores de la chacra, influyen enormemente en
el ecosistema agrícola. Como los componentes (árboles frutales, huerta, gallinero, bosque,
animales grandes, etc.) van cambiando a lo largo de las estaciones del año, las actividades y los
recorridos también cambian. Ese movimiento diario forma parte fundamental del diseño del
permacultor, que toma en gran consideración las distancias que lo separan de cada uno de esos
componentes y de esa manera va creando una serie de círculos concéntricos. Más cerca de la casa
se sitúan las actividades que requieren una atención constante durante todo el año y que son
visitadas hasta varias veces al día, como por ejemplo la huerta de verduras, el compost, el gallinero.
Un poco más allá están aquellas actividades que requieren atención de vez en cuando, como los
montes frutales, la leñera, el estanque para patos.
Los sectores están pensados para manejar (dejar entrar, desviar, almacenar o rechazar) la energía
venida de afuera, que es la que pone en movimiento al sistema: luz solar, vientos fríos y cálidos,
lluvias, circulación de agua, etc. Esa energía no pertenece al sistema sino que pasa a través de él.
Es nuestra tarea aumentar su rendimiento. Al utilizar el concepto ecológico de sucesión, que estudia
la evolución de un ecosistema desde su nacimiento hasta su madurez o clímax, la Permacultura
busca acelerar el proceso que va hacia la máxima diversidad y estabilidad. Parte, cuando es
necesario, de las plantas que invaden un lugar yermo (desierto, costa de mar, campo después de la
cosecha, pradera sobrepastoreada, terrenos sujetos a erosión), hasta crear ambientes viables. Uno
de los métodos utilizados consiste en poner juntas todas las especies que forman parte de la
sucesión que se quiere imitar. De este modo se crean inmediatamente interrelaciones entre gran
cantidad de especies, aumentando la biomasa (la masa total de seres vivos que componen el
ecosistema) y sus efectos benéficos (mulch de hojas caídas, protección rompevientos, microclima,
atracción de insectos benéficos, producción de materia orgánica para la vida del suelo, etc.). Se
logra entonces apurar el proceso hacia la estabilidad ecológica que requiere menos control y
energía provenientes del exterior y también se multiplica la riqueza en subproductos del sistema,
algo que Mollison tiene muy en cuenta.
Dejar que la Naturaleza trabaje
Mollison propone partir de un "núcleo" pequeño, que estemos seguros de poder controlar,
proveyéndole la fertilidad, el riego y la protección que ese pequeño sistema necesita. Una vez
establecido el núcleo, ir creciendo desde allí hacia la periferia, siempre dentro de los límites que
nuestras posibilidades determinan, ya que la experiencia demuestra que puede ser frustrante
extenderse demasiado, abarcando más de lo que podemos manejar sin dificultad. Los chacareros
corroboran que quien trabaja al límite de sus posibilidades habitualmente entra en crisis apenas se
produce un impedimento importante: sequía, temporal, ausencia obligada del campo por motivos de
fuerza mayor. El permacultor, como el chacarero tradicional, confía más en acompañar los ritmos de
la naturaleza y dejar que ésta trabaje, que en la aplicación de energía y control excesivos, al estilo
de la agricultura moderna.
"La agricultura de no hacer nada" dice Fukuoka, a quien los permacultores admiran. Es por eso
que la permacultura trabaja siempre con las variedades más resistentes y más adaptadas a la
región, preguntándose antes de empezar a cultivar: "Qué es lo que se da naturalmente bien en este
suelo y este clima? ¿Qué es lo que va a requerir menos energía y cuidados para producir una
cosecha?"
Planeando, sumando energías
Mollison trabaja mucho en el escritorio, seguramente por las noches, al volver de las actividades en
el campo. Planea, analiza, evalúa sobre el papel. ¿Cómo corre el viento? ¿Lo canalizo, lo freno o lo
desvío hacia un aerocargador de baterías? Imagina, diseña, anota detalles. ¿Cómo puedo
aprovechar la humedad nocturna? ¿condensándola en rocas, para que riegue automáticamente un
sector? Todo debe tener una utilidad. Si por ejemplo pongo la cortina de acacias cerca del gallinero,
además de proveer sombra en verano, palos para postes y leña, cortina rompevientos en invierno y
nitrógeno al suelo —por ser Leguminosa— proveerá semillas y vainas comestibles a las aves de
corral. Y sin ningún esfuerzo.
Adaptándose al clima
Mollison, con su visión integradora, analiza todos los factores de la vida en el campo, de acuerdo al
clima de la región. Como buen australiano, conoce bien los problemas de las regiones áridas, y ha
desarrollado una gama de técnicas sencillas para mejorarlos. Aprovechando la capacidad que
tienen muchos cultivos para crecer a la sombra, Mollison crea microclimas sombríos en el más
ardiente de los desiertos. Pero primero hay que saber plantar árboles en el desierto. Y de eso se
ocupa detalladamente. Casas construidas para guardar el fresco y el rocío de la noche, reservas de
agua, fabricación de materia orgánica en gran escala, estudio y utilización de especies resistentes a
la sequía como precursoras de microclimas más fértiles, la artillería de recursos que Mollison pone
en movimiento es inmensa. Y otro tanto sucede cuando se ocupa de los trópicos y las regiones de
frío intenso, a las que también ha analizado en profundidad, formulando y proponiendo soluciones
prácticas.
Además de buscar las variedades adaptadas, Mollison nos invita a crear pequeños microclimas con
mejores condiciones para la vida y la producción. Al revés de la destructiva tendencia moderna
consistente en construir con los mismos materiales y al mismo diseño en todos los climas, la
permacultura discrimina métodos constructivos y culturales para cada región. Para esto se basa en
la experiencia en la materia que han acumulado todos los pueblos del mundo. Para combatir las
limitaciones específicas de una región, utiliza tanto los hallazgos de los indios hopis como los
últimos productos tecnológicos. Esta capacidad abarcativa y al mismo tiempo esa concentración en
los problemas locales y concretos es lo que hace única a la Permacultura. Tomarse el trabajo de
recuperar una variedad de pasto del desierto y aprender a reproducirlo regándolo con una cañería
plástica de última generación.
Confiables y duraderos
Los sistemas agrícolas dan su máximo beneficio cuando demuestran ser confiables y duraderos, y
nosotros deberíamos pensar siempre las técnicas en función del tiempo en que los rindes pueden
mantenerse. La Argentina está plagada de ejemplos en los que el "negocio del año» ha destruido la
infraestructura de los campos, y cuando el negocio deja de serlo, el campesino no ha tenido
capacidad económica ni tiempo para reconstruir lo perdido. El ejemplo extremo lo dan los tambos
que, en el boom de la agricultura, desarmaron sus instalaciones, liquidaron la hacienda, y hasta
llegaron a levantar los alambrados para que no interrumpieran el camino de las gigantescas
cosechadoras agrícolas. Hoy esos ex tamberos se encuentran con un campo pelado, atacado por
plagas e inundado de malezas, fruto de una década de monocultivos. Tal vez vendieron un par de
cosechas a muy buen precio, pero hoy no tienen capacidad para adaptarse a los cambios del
mercado.