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5.

Los efectos de la industrialización

La industrialización marcó para todos los países, incluidos los que sólo experimentaron los
efectos del desarrollo de los demás, un cambio de época, el más importante desde la inven-
ción de la agricultura en el Neolítico. Un conjunto de fenómenos, si no inducidos por la in-
dustrialización, al menos contemporáneos de la misma, justifican esta afirmación:

1. La población mundial se duplicó entre 1800 y 1914 como consecuencia de una me-
jor alimentación y un brusco descenso de la mortalidad infantil. El descubrimiento
de la acción de las bacterias en el desarrollo de las enfermedades infecciosas condu-
jo a la adopción de prácticas higiénicas, que junto con las vacunas fueron los facto-
res más importantes en la caída de la mortalidad. Este rápido crecimiento produjo
un rejuvenecimiento de la población, que tuvo su inmediato reflejo en un aumento
más que proporcional de la población activa.
2. La población rural vio disminuir sus efectivos como consecuencia de la emigra-
ción de los campesinos de las zonas donde la presión demográfica era más eleva-
da. La emigración interior se dirigió a las ciudades y las zonas industriales (como
se verá con más detalle en el capítulo 6). Por su parte, la emigración exterior se
canalizó hacia los nuevos países de ultramar -como Estados Unidos, Canadá, Ar-
gentina, Australia o Nueva Zelanda-, donde la escasez de mano de obra ofrecía el
atractivo de los salarios elevados. En el siglo XIX los principales países proveedo-
res de emigrantes fueron las Islas Británicas, Alemania y la Europa oriental y me-
diterránea.
3. La modernización de la agricultura permitió no sólo compensar la reducción de la
mano de obra, sino también aumentar el volumen de la producción agrícola. El co-
nocimiento de la auímica del suelo. la utilización de abonos, y las inversiones en
obras y maquinaria agrícola permitieron mantener e incluso mejorar la alimentación
de la población mundial.
4. El desarrollo de la producción industrial fue de tal magnitud que antes de terminar
el siglo, en los países más avanzados, la renta del sector secundario (industrial) su-
peraba a la del primario (agricultura y ganadería). Si utilizamos como indicador del
crecimiento industrial el consumo de energía, vemos cómo se pasó de 1,6 millones
de caballos de vapor (CV) en 1840 a 66,1 a fin de siglo (un incremento de más del
4.000 por 100).
5. . Los beneficios de la industrialización resultaban tan evidentes (aún no se había to-
mado conciencia de sus efectos negativos), que todas las empresas y países compe-
tían por aumentar la parte de sus recursos destinada a la inversión, con objeto de
conseguir en el futuro situaciones de mayor prosperidad.
6. La renta nacional es el indicador más general de la marcha económica de un país.
Mide el conjunto de bienes y servicios económicos realizados en un año y se utiliza
para realizar comparaciones entre diversos Estados. La tendencia general a largo
plazo refleja un crecimiento continuado de este indicador a nivel mundial.
7. El desarrollo de las comunicaciones y del comercio creó mercados nuevos para pro-
ductos remotos, hasta producir la integración de la economía a escala planetaria.
8. El resultado más concluyente de la industrialización fue la división del mundo entre
países desarrollados y países atrasados. Las nuevas grandes potencias dejaron de es-
tar definidas por su extensión, población o fuerza armada; un único parámetro, la
capacidad industrial medida en términos de renta nacional, se convirtió en el crite-
rio que ordenaba a los países.

ARTOLA, M. YPÉREZ LEDESMA, M.: Contemporánea. La historia


desde 1776. Madrid, 2005, pp. 73-74.

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