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La espiritualidad reformada es más

que tener buena doctrina


24 septiembre, 2019 by Josué Barrios

“No soy reformado gracias a los reformados”.

Es una frase que he escuchado varias veces, dicha por personas que dicen estar
interesadas en las doctrinas de la gracia y la teología de la reforma, pero que al
conocer a ciertos calvinistas contenciosos cambian de parecer. Afirman que la vida de
ellos resta credibilidad a las doctrinas y por eso las desestiman.

Debemos ser honestos: las personas que dicen esa frase están equivocadas. La verdad
siempre es verdad aunque quienes afirmen creerla no vivan de manera consistente con
ella. La sana doctrina no depende de nadie para ser bíblica. Por tanto, las doctrinas de
la gracia son ciertas aunque muchos calvinistas no muestran gracia hacia lo demás.

Sin embargo, creo que la frase apunta hacia una realidad que es más común de lo que
a veces estamos dispuestos a admitir: muchas iglesias y personas de “sana doctrina”
sencillamente no viven una verdadera espiritualidad. Pueden tener la teología
reformada, pero no la verdadera espiritualidad de la reforma: basada en la Palabra de
Dios y con implicaciones prácticas en nuestras vidas, transformándonos en personas
más humildes, gozosas, y amorosas.

Necesitamos entender que es posible tener mucha teología correcta en la cabeza y no


reflejar en nuestro carácter y acciones la unión que deberíamos tener con Cristo por
medio de su Espíritu Santo. En otras palabras, es posible saber mucha Biblia y carecer
del fruto del Espíritu en nuestras vidas.

No me malentiendas pensando que estoy diciendo que tener una teología correcta no
importa. ¡Por supuesto que importa! Amo la doctrina bíblica y conocer la Palabra. Sin
ella, es imposible nacer de nuevo y crecer espiritualmente (1 Pe. 1:23 Ti. 3:16-17). La
buena teología es indispensable para andar en santidad, guardarnos del error, adorar a
Dios en Espíritu y en verdad, y amar a otros. No podemos glorificar a Dios sin vivir
según su Palabra (1 Pe. 4:11).

Pero ser cristiano (y reformado) es mucho más que tener una doctrina correcta. Se
trata de tener la vida de Dios morando en nosotros por medio del Espíritu Santo gracia
a la obra de Cristo (Ro. 8:1-11). Conocer y afirmar las doctrinas más fundamentales
de la Palabra es vital para la verdadera espiritualidad, y es necesario seguir
profundizando en ellas, pero no podemos reducir la verdadera espiritualidad
únicamente a eso. Esto es cristianismo básico: la vida cristiana es la vida de Dios
morando en nosotros; no simplemente saber de la Biblia.

Por lo tanto, el problema en muchas iglesias y personas “reformadas” no es que ellas


se preocupen por conocer la Biblia y tener una teología correcta. ¡Ojalá más personas
tuvieran la misma preocupación! El problema es que algunos parecen no preocuparse
por nada más, ni siquiera andar conforme al Espíritu y mostrar amor a otros. No viven
conforme a lo que creen ni en sus perfiles sociales en Internet. No parecen tener a
Cristo dentro de ellos produciendo fruto para Su gloria. Esto es lo que tristemente nos
resta credibilidad cuando decimos ser cristianos… y reformados. Esto es algo que
también confronta a mi corazón retándome a buscar depender del Señor para vivir una
fe más genuina cada día.

No es fácil hablar de esto en algunos círculos cristianos “reformados”. Debido a


nuestro pecado, nos gusta racionalizar nuestro orgullo y justificarnos constantemente.
Podemos decir o pensar cosas como “sí soy un creyente genuino, solo que no soy
emocional como otros”, y así pretender justificarnos señalando a otros grupos
cristianos y hermanos en la fe. El corazón pecador es experto en disfrazar sus pecados
de virtudes apuntando a las fallas de los demás.

Incluso podemos pretender justificarnos afirmando verdades bíblicas: “De este lado
de la gloria siempre lucharemos con nuestro pecado, eso explica por qué tengo buena
teología pero no vivo del todo según ella” y “lo que más importa en mi justificación
no es cómo vivo para Cristo, sino el hecho de que ya soy salvo en Él a pesar de mis
inconsistencias”. Pero aunque esas verdades sean bíblicas, el propósito de ellas es
consolarte y llevarte a crecer en humildad; nunca es excusarte o justificarte ante otros
por no vivir una verdadera espiritualidad.

Si queremos glorificar a Dios en nuestra generación, los jóvenes reformados somos


llamados a lidiar honestamente con nuestro propio pecado y admitir que la vida a la
que Dios nos llama es más que tener una buena doctrina. Como Ray Ortlund ha
escrito, no es lo mismo tener una teología del evangelio que vivir una cultura del
evangelio en el poder del Espíritu. A fin de cuentas, el diablo sabe más teología que
todos nosotros y todavía sigue siendo el diablo.
3 razones por las que dejé de usar
un App de la Biblia (y regresé a
usar Biblias físicas).
7 Enero, 2015  |  Jairo Namnún

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Puedes leer la contraparte a este artículo, 3 cosas que prefiero de mi Biblia digital (por encima de mi

Biblia física).

Siempre he sido muy “tecnológico”. Recuerdo cuando niño haber digitado la tesis de
maestría de mi mamá (en WordPerfect, por supuesto), y pedirle siempre a los
profesores que me dejaran entregar las tareas impresas en vez de a mano. Cuando
obtuve mi primer smartphone (un iPhone original, justo cuando salía el iPhone 4), una
de las primeras aplicaciones que instalé fue el Bible App de YouVersion. Asimismo,
siempre tuve la costumbre de predicar desde un iPad, logrando convencer a diversos
pastores que conocía de hacer lo mismo.

El paso a lo digital

Mientras los dispositivos móviles se hacían más ubicuos, más me encontraba leyendo
la Biblia en uno de estos devices. Hace muchos años hice el cambio de la Reina
Valera 1960 a La Biblia de Las Américas, una versión reconocida por ser más fiel a
los textos originales, con menos poesía y de lectura más fácil para el lector moderno.
Este fue un cambio muy bueno para mí, pero LBLA no tiene la misma versatilidad de
ediciones que RV60 tiene, y era (por lo menos en mi país) bastante difícil de
encontrar. La situación es todavía peor para la versión que más utilizo hoy en día,
NBLH, que es LBLA sustituyendo el vosotros por ustedes: de esas solo he encontrado
una edición en físico.

Mientras se me hacía difícil encontrar una LBLA que pudiera tener conmigo en
todo momento, mi iPhone siempre estaba en mi bolsillo. Hace un par de años encontré
OliveTree, que me permitía señalar solo algunas partes de un versículo y que
sincronizaba mis notas entre mis dispositivos y mi computador. Yo tengo un sistema
para anotar la Biblia, y el tenerlo en digital me permitía usar este sistema muy
fácilmente, sin necesitar lapiceros ni nada. Y al tenerlo sincronizado, era como si
tuviera una misma Biblia en diversas formas.

Por un tiempo parecía que había encontrado “mi Biblia” perfecta. Sin embargo, el
título de este escrito te deja ver que ya no estoy usando (de manera principal) mi
Biblia digital, sino que regresé a usar una Biblia física la mayor parte del tiempo.
Aquí las tres razones porque decidí hacerlo:

1. Demasiado tiempo frente a una pantalla          

En este momento de mi vida, la mayor parte de mi día es frente a algún tipo de


computador. Ya sea editando un artículo, escribiendo algún paper para el seminario, o
aun viendo algún video en Youtube, casi todo el día tengo una pantalla frente a mis
ojos. Esta es la verdad para una cada vez mayor cantidad de personas, y las
consecuencias a largo plazo de estas prácticas todavía no las sabemos.

Al leer la Biblia principalmente en digital, estaba una vez más pasando tiempo frente
a una pantalla. Lo que es más, diversos estudios nos dicen que pasar tiempo frente a
una pantalla antes de dormir perturban el sueño, y yo regularmente leo la Biblia antes
de dormir. Aunque esta no fue mi motivación principal para el cambio, ya paso
suficiente tiempo al día frente a una pantalla, y leer una Biblia física me ayuda a
reducirlo.
2. Testimonio a los demás

Aunque usaba la Biblia principalmente en digital, siempre que me tocaba predicar


llevaba una Biblia física. Entiendo que hay cierto peso en el simbolismo de tomar una
Biblia y leerla frente a la congregación (simbolismo que definitivamente se pierde al
leer desde un iPad). Así que, aunque en mi manuscrito siempre tengo el texto
completo que voy a predicar, me acompaño de una Biblia y lo leo desde ahí.

Lo que he ido percibiendo es que el simbolismo de tener una Biblia no se aplica solo a
la hora de predicar. Una persona con una Biblia en mano llama la atención (de buena
manera) dondequiera que esté. Cuando voy a la iglesia y me encuentro caminando con
un grupo de personas, cada cual con su Biblia en mano, siento un gozo especial. Doy
gloria a Dios por ver Biblias rojas, amarillas, letra grande y letra pequeña, en manos
de hermanos blancos y negros, algunos en excelentes condiciones físicas y otros un
poquito pasados de peso. No estoy diciendo que por yo tener una Biblia física alguien
se me va a acercar y un alma será salva del infierno (¡aunque me encantaría que así
fuese!). Pero creo que el simbolismo y la imagen que acompaña el andar con una
Biblia en físico tiene valor.

3. Menor inmersión

Hasta empezar mis estudios en el seminario, leía la mayoría de mis libros en Kindle
(mi biblioteca en digital todavía es más grande que la física, pero ya va cambiando).
Aprecio mucho los bajos precios y lo rápido que puede obtenerse un libro por
internet. Sin embargo, hay mucho que se pierde de la tipografía y de la esencia de un
libro al leerlo a través de un iPad o un Kindle.

Ahora bien, lo que quiero comunicar en este punto no es que perdía mucho de la
esencia o la tipografía de la Biblia al leerla en digital. Lo que perdía era el sentido de
separación: de “estoy leyendo la Biblia”.  Y este es mi punto principal. No es que no
podía concentrarme: podía durar un buen tiempo frente a mi iPad o iPhone leyendo
libros completos del Antiguo o Nuevo Testamento. Pero de vez en cuando me llegaba
una notificación. O a veces me interrumpían con una llamada. Simplemente no sentía
la misma separación al leer en digital que al leer en físico.

Estar frente a un aparato multiuso no produce en mí el mismo sentido de inmersión


que tener el Libro delante de mí. Un iPad la utilizo para muchísimas cosas. Pero
cuando estoy frente a una Biblia, lo único que hago con ella es estudiar la Palabra de
Dios. Además, por alguna razón, se me hace mucho más fácil el pasar de leer la Biblia
a orar antes de acostarme al usar una edición física que el App en mi celular.
Conclusión

De ninguna manera estoy diciendo que no hay valor en utilizar la Biblia en digital.
Actualmente la mayoría de mis anotaciones y subrayados están en OliveTree, y
apenas ahora estoy trabajando otro método de subrayado para mi Biblia física.
OliveTree y YouVersion siguen conmigo y seguirán en mi bolsillo. Pero por las
razones que dije anteriormente, en mi mesa de noche, y los domingos cuando voy a la
iglesia, o si voy a estudiar la Biblia con amigos, prefiero dejar mi móvil en mi bolsillo
y tener una buena Biblia en mano.

Tal vez no hay una época de más cambios y crecimiento que nuestros años jóvenes.
Estamos estudiando, tal vez jugando deportes, o incluso aprendiendo cómo tocar un
instrumento o hacer otra actividad. Mientras que nuestro crecimiento en estas áreas es
importante, los jóvenes también deben procurar crecer en su madurez espiritual y
relación con Dios. Teniendo esta meta en mente, quisiera compartir 10 consejos
generales para todo joven.

1. Gózate en la gracia de Cristo.

Antes de pensar sobre cómo vivir, es de primera importancia el recordar la grandeza


de la gracia que Cristo ha manifestado en tu vida. Si no te recuerdas del amor que
Jesús tiene por ti, se te hará fácil no amar a los demás. Así que antes de pensar en lo
que has de hacer para Cristo, piensa en lo que el Hijo de Dios ha hecho por ti (Gá. 
2:20). De esta forma la obediencia a Jesús te resultará más fácil y gozosa.

2. Devora la Biblia.

Cada cristiano —no solo los jóvenes— se debe alimentar de la Palabra de Dios como
si fuera un niño hambriento. No digas “amén” a nada que no esté estipulado en las
Sagradas Escrituras. No le hagas caso a ninguna voz que se levante contra la
revelación del Altísimo. Lee la Biblia de día y de noche. Construye tu vida sobre la
roca de la Palabra. Después de todo, Dios honrará a aquellos que honran Su Palabra (1
Sa. 2:30).

3. Ora, ora, ora.

Sintoniza tu corazón para que siempre esté en comunión con el Padre. Incluso cuando
no estés en la iglesia ni en tu cuarto, ora al Señor en todo momento. Mientras estás
lavando los platos, alaba al Señor. Mientras vas caminado por la calle, glorifica a
Dios. Aprovecha cada instante para meditar en Él y dirigir tu alma hacia el único
Soberano (1 Te. 5:17).

4. Guarda tu pureza sexual.

Recuerda que eres templo del Espíritu Santo. Tu cuerpo no te pertenece. Como nos
dice el precioso Catecismo de Heidelberg: “Yo, con cuerpo y alma, tanto en la vida
como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo, sino a mi fiel Salvador Jesucristo”.
Tus miembros no son tuyos. Tus ojos no son tuyos. Pertenecen a Dios, a Cristo, y al
Espíritu. Por lo tanto, aléjate de cualquier cosa que pudiese alejarte de Dios. Guarda
tu virginidad para la gloria del Señor para poder entregársela alegremente a tu
cónyuge en la noche de tu boda (Heb. 13:4).

5. Usa tus dones para servir en tu iglesia local.

Dios te ha dotado de dones y talentos. Por consiguiente, úsalos todos para la gloria de
Su nombre. Ya verás cómo Él abrirá puertas para que los pongas por obra. En vez de
esperar a que todos te sirvan a ti, toma la iniciativa y empieza a servir a otros en tu
iglesia local. Ponte a la disposición del pastor y dile: “Pastor, cuente conmigo para lo
que sea. Quiero ser de bendición para mis hermanos y hermanas en la fe”. Ayuda en
todo lo que puedas. Aprende a gozarte con los que se gozan y a llorar con los que
lloran. Así los hermanos verán el amor de Cristo manifestándose a través de tu vida
(Gá. 5:13).

6. Estudia la sana doctrina.

Lee libros edificantes. Pasa tiempo con otros hermanos que toman las cosas de Dios
con seriedad. Hazles caso. Aprende de ellos. ¿Por qué no comenzar a leer un libro
todos juntos y luego comentar sus opiniones al respecto? ¿Algo como Doctrina bíblica
de Wayne Grudem o La soberanía de Dios de A.W. Pink u otros autores sanos tales
como John Piper, John MacArthur, Paul Washer, R.C. Sproul, Charles Spurgeon,
Martyn Lloyd-Jones, Sugel Michelén, Miguel Núñez, etc.? Apasiónate por los cinco
pilares de la Reforma protestante: Sola Scriptura, Sola gratia, Sola fide, Solus
Christus y Soli Deo gloria. Pide a Dios que selle estas gloriosas verdades en tu
espíritu (Tito 2:1).

7. Trabaja como máquina.

No seas perezoso. La Biblia nos anima a no ser perezosos, sino imitadores de los que
mediante la fe y la paciencia heredan las promesas (Heb. 6:12). ¡Esfuérzate! Sé el
mejor trabajador que puedas. Trabaja como José en Egipto y Daniel en Babilonia.
Cuando tu jefe te pide que hagas algo, hazlo con todas tus fuerzas. Cuando vas al
trabajo, recuerda que tu ética de trabajo es una forma maravillosa de alabar al Señor.
Adora al Señor por medio de tu trabajo. Dios se gozará porque estás dando un buen
testimonio de Su Hijo. Obedece a tu jefe y haz más de lo que te pide (Mt. 5:41).

8. Sé humilde.

Hace un par de meses le hice una entrevista a Miguel Núñez y me dijo: “El joven es
muy orgulloso, cree que lo sabe todo y cree que lo puede todo”. Por lo tanto, es muy
importante ser humilde y dócil. Aunque seas más inteligente o tengas más dones o
más carisma que otros en tu iglesia local, ¡no te creas! “Porque el que se cree ser algo,
no siendo nada, a sí mismo se engaña” (Gá. 6:3). Humíllate. Aprende de los ancianos
en tu iglesia. Son más sabios, más experimentados y más maduros que tú. No te creas
la última Coca Cola del desierto. No eres imprescindible. Dios puede avanzar su
Reino sin ti. Pídele al Señor constantemente que te mantenga humilde (Isa. 66:2).

9. Madura pronto.

En palabras de Jairo Namnún: “De ser posible, madura tan temprano como puedas.
Trabaja tan temprano como puedas, cásate tan temprano como puedas, sirve en tu
iglesia tan temprano como puedas. No hay sentido ni propósito en atrasar la adultez o
vejez. Ni la adolescencia ni la juventud son excusas para poder vivir nuestras vidas
para Dios”. Así que madura pronto. Sé un adulto. Deja de comportarte como un niño.
El Señor no quiere que seas el payaso de tu iglesia. Sé sobrio (1 Co. 16:13).

10. Recuerda el evangelio.

No olvides que cualquier buen consejo es imposible de seguir sin el poder del
evangelio obrando en ti. Recuerda siempre de donde yace tu identidad: no en tus
obras, ni en tu estatus, sino en la persona y obra de Jesucristo. Procura siempre
conocer a Cristo, y a este crucificado (1 Co 2:2), y deja que el evangelio sea el lente
por el cual entiendes las Escrituras, tu ministerio, y tu vida.
Para nadie es desconocido el uso y el abuso de ciertos elementos que consideramos
como “mágicos” o “especiales” en la vida. ¿Su utilidad? Brindarnos paz, generar
energía positiva, cambiar la “suerte”, en fin, darnos de aquello que nos hace falta, y
que humanamente, nos es imposible alcanzar. Pero, ¿En pleno siglo XXI todavía hay
gente que pueda creer en ellos? Pues sí, están vivos y gozan de excelente salud.
Mucho más de lo que suponemos, seguimos firmemente adheridos a costumbres que
consideramos primitivas y oriundas de un pasado de ignorancia y superstición.

El gran secreto de su supervivencia radica en el hecho de que el amuletaje permite


que el hombre acceda, sin mayores costos, a una seguridad emocional que lo libre del
‘sentido de frustración’, que ante las dificultades de la vida, pueblan su alma.
Levantarse con determinado pie justifica un día espléndido, hacer un ademán religioso
antes de entrar a la cancha puede propiciar el éxito goleador. Una actriz contaba que
repetir una grosería tres veces antes de entrar a escena podía favorecer los tan
esperados aplausos. Como pueden notar, los amuletos y los conjuros tienen la
capacidad de entregar completamente gratis aquello con lo que soñamos, o mejor
dicho, aquello que nos desvela.

La iglesia cristiana no ha estado ajena tampoco a los amuletamientos: “En 326 d.C.,
la emperatriz Elena, madre de Constantino, que ya tenía cerca de ochenta años, hizo
una peregrinación a Jerusalén, estimulada por el deseo de visitar los santos lugares y
orar en ellos. Según la tradición, después de haber sido destruida Jerusalén para
edificar sobre sus ruinas Aelia Capitolina, Adriano había procurado hacer
desaparecer todo vestigio, por el que se pudiera designar el lugar que ocupaba el
Santo Sepulcro. Con este objeto, había hecho levantar en el mismo sitio una pequeña
colina, sobre la cual construyó un templo a Júpiter y otro a Venus. La leyenda dice
que la emperatriz guiada por un sueño, descubrió el lugar tan cuidadosamente
escondido. Hizo destruir ambos templos idólatras, y excavando en la tierra,
descubrió el sepulcro, después tres cruces, y finalmente la inscripción puesta en la de
Cristo, por orden de Pilato. Lo comprometido era conocer en cual de las tres cruces
había sido puesto el Salvador.
La emperatriz y el obispo Macario, tomaron la resolución de someterlas a una
prueba. En aquel día estaba gravemente enferma y a punto de morir, una señora
cristiana de Jerusalén. El obispo propuso aplicarle sucesivamente las tres cruces. La
primera ni la segunda produjeron algún efecto; pero al serle aplicada la tercera, la
enferma se levantó completamente curada. Verificada por este medio, la autenticidad
de la verdadera cruz, se cortó un pedazo que fue cuidadosamente incrustado en plata
y entregado a Macario, para la Iglesia de Jerusalén. Lo restante de dicha cruz,
clavos inclusive, fue enviado a Constantino, que la hizo encerrar en su propia
estatua, colocado sobre una columna de pórfido en el foro de Constantinopla. Con
algunos de los clavos hizo adornar su casco y mandó construir un almete y un
bocado para su caballo de batalla”. 

¿Qué les parece? Agustín en alguna oportunidad refirió que los frailes tenían especial
predilección por la venta de los miembros de los mártires de la antigüedad, y se
vendía tanto que “duda que tantísimo hueso haya podido pertenecer a los que dieron
su vida por la fe”. El mercado de amuletos siempre ha sido rentable.

Israel no se escapó del camino fácil de los amuletos. Los filisteos habían vencido en
batalla a los hebreos con un saldo de cuatro mil hombres muertos, un absoluto
desánimo y  una profunda preocupación por su futuro. Ellos no se preguntaron nada
acerca de estrategia y táctica de batalla, no indagaron qué hicieron mal o qué andaba
errado entre los israelitas para haber sufrido tan deshonrosa derrota. Ellos
simplemente se plantearon lo siguiente: “Cuando el pueblo volvió al campamento, los
ancianos de Israel dijeron:¿Por qué nos ha derrotado hoy el SEÑOR delante de los
filisteos? Tomemos con nosotros, de Silo, el arca del pacto del SEÑOR, para que
vaya en medio de nosotros y nos libre del poder de nuestros enemigos”, 1 Samuel 4:3.

Justamente, el pasaje del encabezado nos cuenta de la tremenda alegría que produjo
entre los hebreos la llegada de su tan codiciado elemento religioso. Aún sus enemigos
se sintieron medrosos ante la actitud positiva que había generado entre los israelitas la
llegada del Arca: “Y los filisteos tuvieron temor, pues dijeron: Dios ha venido al
campamento. Y añadieron:¡Ay de nosotros! Porque nada como esto ha sucedido
antes”, 1 Samuel 4:7. Lo que ellos no sabían era que el Arca del Pacto no tenía poder
en sí misma para librar a nadie de sus enemigos. Sin la presencia personal del Señor y
la manifestación de su voluntad y su poder, cualquier elemento, por más religioso y
‘santo’ que parezca, permanecerá inmóvil e infructuoso.

¿Qué pasó entonces? “Y pelearon los filisteos, Israel fue derrotado y cada cual huyó
a su tienda; la mortandad fue muy grande, pues de Israel cayeron treinta mil
soldados de a pie. El arca de Dios fue capturada, y murieron los dos hijos de Elí,
Ofni y Finees”, 1 Samuel 4:10-11. La devastación fue peor que en la primera batalla.
Murieron siete veces más hebreos, y la presencia del Arca del Pacto, ahora convertido
en un mero amuleto, no sirvió para nada. Escogieron el camino más fácil, pero lo que
no entendieron nunca es que no era el camino hacia la victoria. Tiempo después, los
filisteos tuvieron que devolver el arca a Israel porque el Señor así lo dispuso, porque
formaba parte de los testimonios de su gloria y majestad, y porque los hebreos
debieron haber aprendido la lección de que nunca se le puede entregar a elementos
inanimados un poder que sólo lo tiene el Señor, nuestro Dios Todopoderoso.

La raza humana es proclive a los amuletos. En su intento de escapar del gobierno de


un Dios personal, prefiere entregarse al gobierno despótico y esclavista de sus propias
aprehensiones, temores y supersticiones. En lugar de tomar las riendas de su propia
vida con esfuerzo, inteligencia y dignidad, prefiere encontrar la trampa, la salida fácil,
el camino mágico. Cuando Samuel tomó las riendas espirituales de Israel después de
la muerte de Elí, lo primero que hizo fue hacer una invitación a desechar la
superchería y cambiarla por un corazón digno: “Entonces Samuel habló a toda la
casa de Israel, diciendo: Si os volvéis al SEÑOR con todo vuestro corazón, quitad de
entre vosotros los dioses extranjeros y Astarot, y dirigid vuestro corazón al SEÑOR, y
servidle sólo a El; y El os librará de la mano de los filisteos”, 1 Samuel 7:3.

¿Notan la diferencia? Un cambio sustancial se había dado: los hebreos volvieron a


entender que el esfuerzo moral no puede ser canjeado por nada. Después de la
exhortación del profeta, el pueblo se deshizo de sus ídolos, ayunó y dijo: “…Contra el
SEÑOR hemos pecado…”, 1 Samuel 7:6b. Al cambiar ellos para bien, entonces, y
sólo entonces, las circunstancias malas podrían ser cambiadas por ellos para bien
también. Inmediatamente los filisteos se volvieron a poner en batalla, pero ahora los
israelitas no tenían un cajón sagrado como fuente de protección, sino que: “…Mas el
SEÑOR tronó con gran estruendo aquel día contra los filisteos y los confundió, y
fueron derrotados delante de Israel”, 1 Samuel 7:10b. Total diferencia de fondo y
forma.

Cuando el apóstol Pablo le escribe a sus queridos discípulos de Tesalónica, toma nota
con gran alegría el testimonio que había recibido del cambio que en ellos se había
suscitado: “Pues ellos mismos cuentan acerca de nosotros, de la acogida que tuvimos
por parte de vosotros, y de cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para servir al
Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de entre los
muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”, 1 Tesalonicenses 1:9-
10.

Nosotros los cristianos somos conscientes de que sólo Dios tiene el poder para
librarnos de todo aquello que nos atemoriza, pero también sabemos que el Señor
espera que tengamos con Él una relación personal y no amulética. Nunca un pedazo
de materia inanimada podrá suplantar a nuestro Señor… por más mágica y bendita
que ésta sea.  Por eso, terminamos repitiendo la exhortación de Pablo basada en su
propio ejemplo: “Vosotros sois testigos, y también Dios, de cuán santa, justa e
irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; así como sabéis de
qué manera os exhortábamos, alentábamos e implorábamos a cada uno de vosotros,
como un padre lo haría con sus propios hijos, para que anduvierais como es digno
del Dios que os ha llamado a su reino y a su gloria”, 1 Tesalonicenses 2:10-12.

Les voy a contar un secreto: Escribo todo esto porque en verdad considero que es
infinitamente mejor que en los momentos difíciles de la vida estemos tomados de la
mano de Jesús que de la pata de Bugs Bunny (y que me perdone el famoso conejo de
la suerte)… ¿No les parece?

Cómo entrar de lleno en tu Biblia


10 Diciembre, 2015  |  Patricia Namnún

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Si eres como yo probablemente, te has encontrado en ocasiones parada en una librería
cristiana en la sección de materiales de estudios de la Biblia, o buscando en internet
cuál será el próximo plan de lectura de la Biblia que utilizarás.

Reconocemos que el estudio de la Palabra es una necesidad en nuestras vidas que


muchas veces no sabemos cómo llevarla a cabo. Muchas veces somos inconstantes o
simplemente no lo hacemos porque no tenemos ganas, o porque nuestras ocupaciones
nos abruman. Pero si hay algo de lo que no hay duda es que estamos llamadas a pasar
tiempo en Su Palabra, a alimentarnos de ella, a atesorarla en nuestros corazones, y a
dominarla con precisión: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de
verdad”, 2 Timoteo 2:15.

El poder de Su Palabra

Pasar tiempo en Su Palabra es de gran beneficio para nuestras vidas:

Su Palabra es viva y poderosa para transformar:

“Toda Escritura es inspirada  por Dios y  útil para enseñar, para reprender, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
equipado para toda buena obra”, 2 Timoteo 3:16.

Atesorar su Palabra nos ayuda a no pecar:

“En mi corazón he atesorado Tu palabra, Para no pecar contra Ti”, Salmo 119: 11.

Su Palabra es luz para nuestro caminar:

“Lámpara es a mis pies Tu palabra, Y luz para mi camino”, Salmo 119:105.

Su Palabra hace sabio al sencillo:

“La ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma; El testimonio del SEÑOR es
seguro, que hace sabio al sencillo”, Salmo 19:7.

No nos cabe duda de que debemos estudiar su Palabra. Ahora bien, la pregunta es
¿cómo? 

No hay una sola manera

Fuimos creadas por Dios con distintas personalidades, e incluso cada una de nosotras
aprende de maneras distintas. Por ejemplo, yo necesito escribir  para aprender. Si
estoy estudiando la Biblia, necesito tener un cuaderno donde pueda anotar lo que he
aprendido. Incluso, ¡mi manera de orar más consistente es escribiendo! Ahora, esa soy
yo. Mi esposo toma su Biblia y la raya en todos lados, en vez de tener un cuaderno
aparte. Quizás tú tengas formas distintas, pero ¿sabes qué? ¡Gloria a Dios por la
diversidad!

Las formas en las que sacamos provecho de nuestro tiempo en la Palabra pueden
cambiar, pero lo que debe ser igual para todas es que sea Su Palabra lo que estemos
consumiendo.

¿Qué necesito?

Necesitas tu Biblia.

Quizás veas esto un poco obvio, pero vale la pena recalcarlo. Muchas veces usamos
libros de devocional o libros de estudio con un muy buen contenido centrado en la
Palabra y creemos que consumir esto es suficiente. Ningún libro debe reemplazar las
Escrituras.

Por otro lado es importante que puedas utilizar algo que te permita reflexionar y
detenerte en lo que has estudiado. Me explico. Muchas veces con solo leer la Palabra
de manera rápida pasamos por alto la parte más importante de nuestro estudio que es
la meditación, esa parte donde reflexiono en aquello que he leído.

En mi caso, como mencioné anteriormente, eso que me ayuda a reflexionar es un


lapicero y un cuaderno. Escribir me ayuda a pensar y a detenerme en lo que he leído.

En tu caso puede ser algo distinto, quizás anotar en tu computadora, o escribir


palabras o frases en tu misma Biblia. Sea lo que sea, debes tener algo en tu tiempo de
estudio que te ayude a reflexionar en Su Palabra.

¿Cómo me preparo?

Ora: quizás te ha sucedido igual que a mí que en ocasiones me dirijo a Su Palabra


como algo mecánico, para mi vergüenza, como si me estuviera acercando a un libro
común y corriente. Necesitamos recordar una y otra vez que cuando vamos a Su
Palabra, nos estamos acercando a terreno santo. Antes de comenzar a estudiar la
Biblia necesitamos ir en oración delante del Autor, y presentarle nuestros corazones
en humildad para que Él use su poderosa Palabra para hablarnos y transformarnos.
Cada vez que abrimos nuestras Biblias tenemos al Dios vivo hablándonos, y eso no es
poca cosa.

Sé consistente: Esta puede ser una de las partes más difíciles. En medio de todas
nuestras ocupaciones, responsabilidades en el hogar, trabajo, ministerio tendemos a
perder la consistencia de nuestro tiempo en la Palabra y poco a poco vamos dejándolo
de lado, permitiendo que la carne gane terreno. Un mismo lugar y un tiempo
consistente pueden ser de gran ayuda en crear el hábito de pasar tiempo con el Señor.
Si tienes hijos en una edad en la que puedan entenderte y en la que no dependan
completamente de ti, puedes enseñarles que ese tiempo es tu tiempo con el Señor y
que ellos deben respetarlo.

¿Qué métodos puedo utilizar?

Hay muchas formas en las que puedes pasar tiempo en la Palabra, quiero compartirte
algunas de ellas:

Plan de lectura en un año: Existen distintos planes que organizan tu lectura de la


Biblia de manera tal que en un año puedas haberla leído completa. Por ejemplo, la
aplicación de la Biblia YouVersion tiene planes de lectura que puedes utilizar en tu
teléfono celular. Si, como yo, eres de usar Biblias físicas, puedes utilizar la
aplicación en el celular como una guía.

Plan temático: Otra forma que puedes utilizar es realizar un estudio temático. Puedes
elegir algún tema en específico y estudiar los pasajes de la Biblia que estén
relacionados a este. Si tu Biblia tiene concordancia, te puede ser útil para buscar
pasajes de la Biblia orientados a distintos temas. Si no tienes concordancia, puedes
entrar en internet y buscar, por ejemplo, “Pasajes bíblicos sobre la santidad”.

Un libro de la Biblia: Algo que es de mucho provecho también es estudiar de manera


profunda un libro de la Biblia. Puedes elegir uno y conocer el trasfondo del libro,
cuándo se escribió, quién lo escribió, e ir estudiando cada pasaje dentro del contexto
del libro.

Un libro devocional: Puedes utilizar un libro devocional para estudiar la Biblia. Si


esta es la forma en la que prefieres hacerlo, te recomiendo que cuando vayas a elegir
alguno trates de asegurarte de que su contenido sea sano y que sea uno que en cada
día te lleve al estudio de un pasaje específico de la Palabra. Recuerda que ningún libro
debe sustituir las Escrituras.

Cuando estés estudiando algún pasaje de la Palabra o versículo, hacerle estas


preguntas al texto puede serte de gran ayuda:

1. ¿Hay un mandamiento que obedecer?

2. ¿Hay algún ejemplo a seguir?

3. ¿Alguna promesa que afirmar?

4. ¿Algún pecado que evitar?

5. ¿Hay algún principio a seguir?


No es solo un libro, es El Libro

Si puedes quedarte con algo de todo esto es que la Biblia no es un simple libro, es la
Palabra del Dios vivo y santo revelada a nosotros. Su Palabra es digna de que nosotras
la conozcamos y la obedezcamos. Es esa Palabra viva y santa que es poderosa para
transformarnos. ¿Quieres ser una mejor mamá, esposa, hija, amiga, empleada,
estudiante? Pasa tiempo conociendo y aplicando su Palabra.

Hace unos días leía en un periódico que una persona lee en promedio unas cien mil
palabras cada día. Es como si nos propusiéramos leer la novela Cien años de Soledad,
que tiene alrededor de cien mil palabras, todos los días. Increíble, ¿cierto?

Casi sin darnos cuenta, somos bombardeados y sumergidos en palabras desde el


mismo momento en que nos levantamos hasta casi el momento en que nos quedamos
dormidos, los siete días de la semana y los 365 días del año. No se trata solo de lo que
recibimos visual y auditivamente a través de imágenes y sonidos, sino que también
leemos una gran cantidad mensajes personales en los chats, un buen número de
correos electrónicos, tuits de 280 caracteres, los mensajes cortos de Instagram y
Facebook que revisamos varias decenas de veces al día, anuncios publicitarios que
buscan llamar nuestra atención por todas partes, y cientos de estímulos de lectura
adicionales a toda hora.

Lo anterior nos debe llevar a considerar con prudencia que todos esos mensajes no
son solo entretenimiento o información inocua e inofensiva. Todas esas palabras van
acompañadas de una enorme carga valórica que, como pequeñas píldoras, se van
incorporando a nuestro pensamiento. Ellas nos influencian para pensar de alguna
manera o simplemente estimular un deseo material que nos lleve a comprar un
determinado producto. Lo cierto es que todo ese “Niágara” poderoso y sin pausa de
palabras nos lleva a quedar sumidos en una vida absolutamente secular en su sentido
más estricto, o como lo dijo Salomón: “He visto todas las obras que se han hecho bajo
el sol, y he observado que todo es vanidad y correr tras el viento” (Ec 1:14).

Navegar dentro de ese mar de palabras turbulento y de corrientes incontrolables no es


nada fácil. Podríamos entender a Pablo cuando les decía a los efesios que debían
evitar “ser sacudidos por las olas y llevados de aquí por allá por todo viento de
doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error” (Ef
4:14). Esta advertencia de Pablo me causa una profunda impresión porque representa
con exactitud lo que los cristianos del siglo XXI estamos enfrentando todos los días. 

Pero ¿qué podemos hacer al respecto?

Profundicemos en la Biblia

Una gran cantidad de cristianos se queja mucho de no tener nunca el tiempo suficiente
para leer la Palabra de Dios. Aunque la lectura de la Biblia es fundamental para
nuestro crecimiento y vigor espiritual, no la leemos en la medida suficiente como para
que impacte nuestra vida. Sabemos que somos expuestos a decenas de miles de
palabras que nos influencian cada día, pero aun así los cristianos dedicamos poco
tiempo de calidad, habitual e intencional, a exponernos a las Palabras de Dios, que
eran para David “deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces
que la miel y que el destilar del panal” (Sal 19:10).

Yo estoy seguro de que todos los cristianos compartimos esa misma valoración de
David por la Palabra. Sin embargo, nos falta lo más importante que David sí vivió en
plenitud y que se muestra de manera majestuosa y amplia en el Salmo 119. En ese
hermoso cántico, el salmista expuso sus sentimientos más profundos hacia la Palabra,
pero también sus anhelos íntimos y prácticos de ser expuesto cada vez más y más a su
influencia. Él llega a decir:

“¡Cuánto amo yo Tu ley!


Todo el día es ella mi meditación…
Me anticipo al alba y clamo;
En tus palabras espero.
Mis ojos se anticipan a las
vigilias de la noche,
Para meditar en Tu palabra…
Siete veces al día te alabo,
A causa de Tus justas ordenanzas.
Mucha paz tienen los
que aman Tu ley,
Y nada los hará tropezar”
(Sal 119:97; 147-148; 164-165, énfasis mío)
Es evidente que el salmista separó mucho tiempo intencional y de calidad para buscar
al Señor y su Palabra. Estoy seguro de que él no hubiera quedado satisfecho y estaría
muy sorprendido con las dosis bíblicas mínimas que consumimos los cristianos
contemporáneos. Él necesitaba estar expuesto a la Escritura de día y de noche,
leyendo, meditando, alabando al Señor, poniendo en práctica y disfrutando de los
beneficios de la obediencia a la Palabra.

En Coalición por el Evangelio tenemos un plan para cambiar esta situación.

Leamos juntos la Biblia

Es posible que solos no podamos remontar las olas y los vientos impetuosos del mar
de palabras a las que nos exponemos cada día. Es por eso que en TGC: Coalición
estamos lanzando la iniciativa de leer juntos la Biblia de forma sistemática a través de
un plan de lectura diaria este 2021. Las lecturas son tomadas de diferentes secciones
de la Biblia para que vayamos teniendo un consumo variado y desafiante de la
Escritura.

Este plan estará acompañado de devocionales para cada día del año basados en las
lecturas bíblicas diarias (¡pronto más información sobre esto!), y contenido en
nuestras redes sociales relacionado a lo que estaremos leyendo en la Palabra.
Estaremos usando la etiqueta #LeyendoConCoalición. ¡Te invitamos a acompañarnos
y correr la voz!

Nuestra meta es que nos podamos animar y estimular juntos para que, de forma
intencional, leamos la Palabra de Dios y podamos decir, ahora sí con el salmista, “La
suma de Tu palabra es verdad, y eterna cada una de Tus justas ordenanzas” (Sal
119:160).

¿Será muy difícil separar algunos minutos al día para leer y meditar en cuatro
capítulos de la Biblia? Te invito a que te unas a este desafío que redundará en
tremendos beneficios espirituales, y si te sientes débil o incapaz de lograrlo, entonces
has ahora mismo esta oración milenaria que el salmista elevó al Señor:

“Favorece a Tu siervo,
Para que guarde Tu palabra.
Abre mis ojos, para que vea
Las maravillas de Tu ley.
Peregrino soy en la tierra,
No escondas de mí Tus
mandamientos”
(Sal 119:17-19)
José (Pepe) Mendoza sirvió como pastor asociado en la Iglesia Bautista
Internacional, en República Dominicana, y actualmente vive en Lima, Perú. Es
profesor en el Instituto Integridad & Sabiduría, colabora con el programa hispano del
Southern Baptist Theological Seminary, y también trabaja como editor de libros y
recursos cristianos. Está casado con Erika y tienen una hija, Adriana. Puedes seguirlo
en twitter.

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Teología Concisa: Una serie de


ensayos para la iglesia
23 Diciembre, 2020  |  Fabio Rossi

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Explora los ensayos de Teología Concisa

En Coalición por el Evangelio tenemos un anhelo profundo: servir a la iglesia de


Cristo en su misión de hacer discípulos. Es por eso que desde nuestros inicios nos
hemos dedicado a producir recursos centrados en el evangelio, que puedan mostrar
toda la verdad bíblica, para todos los creyentes, en cada área y etapa de la vida.

A lo largo de los años hemos buscado responder con sencillez y profundidad a las
preguntas más importantes y comunes en la vida cristiana. En este mismo esfuerzo
por compartir todo el consejo de Dios, hoy queremos presentar una serie de ensayos
teológicos que abordan temas que posiblemente has oído, pero que nunca te has
atrevido a leer sobre ellos porque te parecen extraños, ajenos o demasiado complejos.

Sin embargo, como expresó el Dr. R. C. Sproul, todos somos teólogos. Todos
tenemos ideas y conceptos sobre Dios en nuestras mentes. Así que la pregunta no es si
eres teólogo o no, sino más bien: ¿Cuál es tu teología y qué tanto conoces al Dios que
se reveló en las Escrituras? Queremos animarte a seguir creciendo en el conocimiento
del Señor, y profundizar en aquellos temas teológicos y doctrinales que ignoramos,
pero que, definitivamente, tienen un impacto en la vida cotidiana.

Hoy tengo el agrado de poner a disposición de ustedes una serie de ensayos teológicos
que cubrirán doce grandes temas: la Biblia, la vida cristiana, la iglesia, la creación, los
últimos tiempos, Dios, el Espíritu Santo, la humanidad, Jesucristo, la salvación, el
pecado, y los sistemas y métodos de teología. 

¡Pero eso no es todo! Permíteme compartirte dos buenas noticias. 

Primero, ¡son completamente gratis! Podrás acceder a ellos, compartirlos,


imprimirlos, y distribuirlos libremente, para tu propia edificación personal y la
edificación de la iglesia de Cristo. Segundo, no necesitas ser un seminarista o tener
estudios teológicos formales para leer y entender estos ensayos, pues fueron escritos
intencionalmente para ser comprensibles y accesibles para todos. 

La lista que encontrarás aquí es solo el comienzo de muchos más ensayos, escritos por
más de 100 autores diferentes reconocidos por su fidelidad a la Biblia, sumando más
de 2000 páginas de reflexión teológica, las cuales iremos añadiendo poco a poco.

¿Quisieras unirte a este esfuerzo? Ora por nosotros, y si está dentro de tus
posibilidades, te invitamos a hacer un donativo para que este y otros proyectos sean
una realidad que edifique tu vida y a la iglesia hispana.

Fabio Rossi sirve como Director de Operaciones en Coalición por el Evangelio,


supervisando la planificación y logística de nuestros eventos, y el funcionamiento de
nuestra plataforma web. También sirve como Anciano Pastor en la Iglesia Centro
Bíblico El Camino, en la Ciudad de Guatemala, donde vive junto a su esposa Carol, y
sus dos hijos.
Vicktor Frankl, psiquiatra y filósofo, en su libro El Hombre en
Búsqueda del Sentido, nos contaba sobre los martíricos días de enero
en los campos de concentración Nazi, en donde, siendo cautivo, veía
como los índices de suicidio se disparaban, Frankl nos contaba la
ansiedad que generaba el cambio de año, quizá esperanzaba un cambio
de situación, y al ver que este no llegaba, hacía que algunos tomaran
la decisión de ir hacia las cercas electricas con la firme y exitosa
intención de auto-eliminarse.
Hoy sin duda, varios esperamos que enero sea un mes de reinicio, una
oportunidad para metas frustradas, un mes motivacional. Mientras
otros, invisiblemente, quizá, ven Enero como una buena excusa para
irse de esta vida sin sentido, como aquellos presidiarios de los
Nazis, ya sea por la apretada situación económica, el duelo por la
pérdida de un ser amado o sinsentido a la existencia.
En esta breve reflexión me gustaría que me permitieran hacerles UNA
sola sugerencia para que ustedes la puedan meditar.
COMPROMÉTASE A CRECER INTELECTUALMENTE, aquí mis razones del por qué
me parece una legítima opción:
1. Hoy día crecer intelectualmente con la sobre información
accelerada tiene bajo o ningún valor. Sugiero crecer en una línea de
conocimiento. Por su puesto, si quieres algo estructurado puede que
tenga un costo, pero este es bajo debido a la abundante oferta. Y por
los medios posibles no te permitas caer en la mentira de la soberbia
intelectual, porque el Señor es excelso, y atiende al humilde, mas al
altivo mira de lejos.
2. El conocimiento y la búsqueda de la verdad te hacen libre. Libre
de falsos o errados maestros, libre de que te quiten el dinero que,
con tiempo de tu vida, te esfuerzas en obtener, de aprovechar y
bendecir a quien de verdad lo puede necesitar.
3. Sea mejor embajador de su fe cristiana. Para muchos la fe es un
suicidio intelectual, yo soy de los que cree que no hay nada más
errado que esto, siendo la fe el punto de razonamiento más alto, con
esto han estado de acuerdo mis amigos ateos, después de indagar en
diferentes ramas del conocimiento, llega un punto en dónde lo único
que queda es decir: "Mis límitados 1.500 gramos de cerebro solo me
permiten conocer hasta aquí. Y de aquí en adelante debo dar un salto
de fe".
No hay punto de razonamiento más alto que la fe, más precisamente la
fe en el Dios Judeo-cristiano. Como la imagen de este post haga de su
camino la cruz, estudie la Biblia seriamente, es un piso sólido ante
este mundo tambaleante no hay nada que de más esperanza por sobre la
Soledad, la agonía, el dolor, la enfermedad, la ideación suicida y la
tristeza que tu fe en Jesús revelado en la Escritura. La tierra
pasará pero la Palabra de Dios permanecerá para siempre.
Gracias por leer.
#Apologética

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