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Universidad de Manizales

Facultad de Psicología

UNIVERSIDAD DE MANIZALES
Carrera 9 No. 19-03
Conmutador (096) 887 9680
Fax: 8841443
e-mail: perspectivasenpsicologia@umanizales.edu.co
Manizales, Caldas, Colombia

Diagramación
Gonzalo Gallego González

Traducción al inglés
Departamento de Idiomas, Universidad de Manizales

Impresión
Centro de Publicaciones Universidad de Manizales

Se puede acceder a la totalidad de los números de la revista y de sus contenidos, con libre acceso,
ingresando al link: http://umanizales.edu.co/programs/psicologia/Perspectivas/index.html

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Universidad de Manizales
FACULTAD DE PSICOLOGÍA

PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA
ISSN 0120-3878
Enero - Diciembre del 2009 No. 12
Manizales, Caldas

RECTOR
Guillermo Orlando Sierra Sierra

VICERRECTORA ACADÉMICA
Ana Gloria Ríos Patiño

VICERRECTOR ADMINISTRATIVO
Jorge Iván Jurado Salgado

DECANO
Ricardo Celis Pacheco

Comité Editorial
Ligia López Moreno. Universidad de Manizales
Álvaro Díaz Gómez. Universidad de Manizales
Ariel César Núñez Rojas. Universidad de Manizales
Germán Guarín Jurado. Universidad de Manizales

Editor
Álvaro Díaz Gómez
Universidad de Manizales

Editores invitados para el presente monográfico sobre psicología política


Álvaro Díaz Gómez. Facultad de Psicología, Universidad de Manizales.
Coordinador nacional RED de psicología social y crítica (2009-2010)
Vanessa Sánchez Mendoza. Facultad de Psicología, Universidad Católica de Colombia.
Integrante RED de psicología social y crítica.

Comité Científico
Luís Fernando González Rey - Universidad de Brasilia, Brasil
Heiddi Figueroa - Universidad de Puerto Rico
Eduardo Murueta - Universidad Autónoma de México
Alexander Dorna - Universidad de Cohen, Francia
José María Peiró - Universidad de Valencia, España
Albertina Mitjans - Universidad de Brasilia, Brasil
Arturo Heman - México

Nota: Las ideas expuestas en los ensayos que aparecen en Perspectivas en Psicología son de exclusiva
responsabilidad de cada autor. Sus contenidos se podrán reproducir siempre y cuando se indique de
manera expresa su procedencia.

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Universidad de Manizales
Facultad de Psicología

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Contenido
Editorial [9]

Guatemala feliz...¿nunca más? [11]


Carlos Seijas

La política como estrategia de sobrevivencia [27]


Ana Alderete, Silvia Plaza, Omar Barrault, Cecilia Berra; Inés Díaz.

Política, cultura y contracultura en psicologia [37]


German Guarín Jurado

Psicología política y subjetividad. Hacia la construcción de


una mirada estético política del ejercicio político [43]
Ana María Calderón Jaramillo

Psicología política y campo intelectual de poder:


movimientos para una relación [51]
Oscar G Hernández

El canto de la sirena: cuando el consumo habla [73]


Silvia Franchi

Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia. [87]


Vanessa Sánchez Mendoza

Agendas de la psicología política prevalecientes en las dos


últimas décadas (1986-2006) en Latinoamérica [103]
Alvaro Díaz Gómez

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Universidad de Manizales
Facultad de Psicología

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Editorial
El presente número de la revista Perspectivas en Psicología, es un monográfico so-
bre psicología política que surgió como propuesta y compromiso desde la RED de
psicología social y crítica, auspiciada por la Asociación Colombiana de Facultades
de Psicología (ASCOFAPSI) idea propuesta en el encuentro nacional de la RED,
realizado en la ciudad del Bogotá, en el año 2007, donde nos designaron como edi-
tores del mismo a los profesores Alvaro Díaz Gómez, de la Facultad de Psicología
de la Universidad de Manizales y Vanessa Sánchez Mendoza, de la Universidad
Católica de Colombia.
Realizamos la convocatoria respectiva a los integrantes de la RED y la abrimos a
otros colegas que, sin ser parte de ella, trabajan desde la psicología política o en
temas afines. Aquí los límites temáticos e intradisciplinarios se van diluyendo. De
esta convocatoria surgen los ocho artículos que constituyen este nuevo número de la
revista Perspectivas en Psicología. Ellos dan cuenta de los conceptos y temas como
se asume esta área de la psicología.
El texto “Guatemala feliz...¿nunca más?” reflexiona sobre la violencia política que
se vivió en Guatemala en la década del 80 y que se expresó en la vulneración de
los derechos humanos por parte del Estado y también sobre la organización de la
sociedad civil y, en ella, la academia, para pensar los fenómenos psicosociales que
de tal hecho se derivan, siendo una de sus posibles aristas, la de la memoria histórica.
El artículo “La política como estrategia de sobrevivencia” muestra, a partir de un
proceso investigativo realizado en la ciudad de Córdoba (Argentina) cómo desde las
prácticas comunitarias realizadas con sectores en condiciones de pobreza puede el
investigador aproximarse, desde la perspectiva del sujeto, a líneas de sentido respecto
de sus prácticas políticas en su hacer diario, reconociendo los sentimientos presentes
y su relación con una subjetividad actual que se sitúa en el territorio comunitario
-espacio local, próximo y conocido- en donde se construyen las pertenencias, los
modos de “hacer con otros”, un “sentido -psicológico-del lugar”, sentimientos que
se hacen presente.
En el tercer texto, titulado “Política, cultura y contracultura en psicologia” el autor
plantea cómo no sabemos de política así seamos políticos en acto, ni de cultura así
seamos sujetos simbólicos en acto, y como no sabemos del sentido político, cultural
de la situación nacional, así la vivamos a diario. Dada esta situación nos propone
un reto: asumir y pensar que hay un pensamiento político, un pensamiento cultural,
que hay un pensamiento contracultural, de resistencia política.
Complementa, en otro horizonte el artículo “Psicología política y subjetividad, hacia
la construcción de una mirada estético política del ejercicio político” plantea cómo lo
político se actualiza en lo cotidiano y con lo humano, en formas diversas de concebir
el ejercicio político, siendo una de ellas la mirada estético-política, que conlleva a

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Universidad de Manizales
Facultad de Psicología

formas sociales alternativas de comunicación, como elemento que contiene no sólo


discurso, sino, también, emoción expresada en la subjetividad política.
En el quinto articulo “Psicología política y campo intelectual de poder: movimientos
para una relación” el autor nos convoca a pensar la psicología política en dos di-
mensiones: dentro de un campo intelectual de poder y como un campo intelectual de
poder. La primera ha sido denominada un alejamiento y, la segunda, un acercamiento.
Estos dos movimientos corresponden con los debates inter e intra disciplinarios en
la producción contemporánea de las ciencias sociales y aportan en la consolidación
de la psicología política en Latinoamérica.
El siguiente artículo “el canto de la sirena: cuando el consumo habla” expone cómo
el consumo excesivo merece especial atención cuando se convierte en desequi-
librio, descontento, angustia, depresión e infelicidad; consumir no nos hace más
felices, más bien nos aleja de otros objetivos primordiales como desarrollar una
mayor autonomía, favorecer las relaciones interpersonales y de apoyo, y crecer
espiritualmente.
El penúltimo artículo titulado “Representaciones sociales de jóvenes frente a la polí-
tica en Colombia”, es el resultado de un trabajo realizado con el apoyo de los jóvenes
que integran el semillero POLITEIA y muestra las concepciones de universitarios
frente a la política, así como sus sentimientos y sus prácticas. La conclusión central
de la investigación es que los jóvenes definen la política como corrupta, expresan
indiferencia o desilusión frente a la misma y utilizan prácticas abstencionistas como
un modo de expresión de la inconformidad.
El último artículo nos muestra un itinerario y una prospectiva sobre la psicología
política en Latinoamérica en las décadas 1986-2006 , que bien puede fungir como
síntesis y horizonte reflexivo sobre esta área de la psicología denominada: Psicología
política.
Esperamos haber cumplido con el compromiso adquirido en términos de contribuir
con la publicación de este número de la revista. La Facultad de Psicología aceptó que
la revista Perspectivas en Psicología, en cuanto medio de difusión de pensamiento
académico, divulgara los aportes actuales que sobre psicología política se está pro-
duciendo, y la RED asumió la acción editorial y se responsabilizó de adquirir los
artículos, su valoración y cualificación hasta llegar al tono de difusión pública de la
cual usted, como lector, es parte.
Alvaro Díaz Gómez. Facultad de Psicología. Universidad de Manizales.
Coordinador Nacional RED de psicología social y crítica (2009-2010)
Vanessa Sanchez Mendoza. Facultad de Psicología.
Universidad Católica de Colombia. Integrante RED de psicología social y crítica.
Editores invitados.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Guatemala feliz... ¿Nunca más?1


Carlos Seijas2

Resumen
En el Informe del Proyecto lnterdiocesano «Recuperación de la Memoria Histórica»
se analizan varios miles de testimonios sobre violaciones de los derechos humanos
ocurridas durante el conflicto armado interno. Este trabajo está sustentado en
la convicción de que, además de su impacto individual y colectivo, la violencia
quitó a los guatemaltecos su derecho a la palabra. Cada historia es un recorrido
de mucho sufrimiento, pero también de grandes deseos de vivir. Mucha gente se
acercó para contar su caso y decir «créame». Esta demanda implícita está ligada al
reconocimiento de la injusticia de los hechos y a la reivindicación de las víctimas
y sus familiares como personas, cuya dignidad trató de ser arrebatada. Aclarar y
explicar -dentro de lo posible- lo ocurrido, sin localizar el daño ni estigmatizar a las
víctimas, constituyen las bases para un proceso de reconstrucción social. Sólo así la
memoria cumple su papel como instrumento para rescatar la identidad colectiva.
Palabras clave: memoria histórica, subjetividad, psicología de la liberación

Abstract
In the report of the Interdiocesano Project—Recovery of the Historic Memory—
several thousands of testimonies abiout violations of human rights that happened in
the domestic war are analized. This report is supported in the certainty that, besides its
individual and collective impact, violence took the people from Guatemala the right
to express themselves. Each story is a journey of sufferings, but also a great desire to
live. A lot of people told their stories and said—believe me--. This implicit demand
is tied to the recognition of the injustice of facts and the reivindication of the victims
and their relatives as human beings, whose dignity tried to be snatched to clarify and
explain, as much as possible, what happened without locating the damage nor stigmatize
the victims form the basis for a process of social reconstruction. Only through this,
does memory accomplish its role as an instrument to obtain the collective identity.
Key words: historic memory subjectivity, psychology of liberation.

1 Texto recibido en Octubre del 2008, aprobado en Julio del 2009.


Presentado en el “Quinto Encuentro Colombiano De Psicología Social ¨La Psicología Ante El Conflicto
Armado¨, 2, 3 y 4 de Octubre, en las instalaciones de la Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá D.C.
2 Psicoanalista, escritor, músico y compositor. Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Univer-
sidad de Salamanca, Magíster Scientis en Métodos Matemáticos Aplicados a las Ciencias Sociales
por la Universidad de Costa Rica, Psicólogo por la Universidad Francisco Marroquín. Con estudios
en Historia, Historia del Arte, Filosofía y Teología. Jefe de la Unidad de Análisis del Conflicto de la
Institución del Procurador de los Derechos Humanos. Email. carlosdaseixas@gmail.com

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Guatemala feliz... ¿nunca más?
Carlos Seijas pp 11-25

Guatemala feliz... ya tus aras


no ensangrienta feroz el verdugo:
ni hay cobardes que laman el yugo
ni tiranos que escupan tu faz.
José Joaquín Palma
Letra original del Himno Nacional de Guatemala

Con esta estrofa escrita por el poeta cubano, José Joaquín Palma, quien seguramente
las plasmó pensando en su tierra y el conflicto que vivía como ultima colonia es-
pañola, se abren los versos que constituyen la letra original del himno nacional de
Guatemala, hoy en día en vez de tan bravíos versos, escuchamos:
¡Guatemala feliz...! que tus aras
no profane jamás el verdugo;
ni haya esclavos que laman el yugo
ni tiranos que escupan tu faz.
Mi querida patria, es como muchas naciones latinoamericanas una nación fallida,
una democracia en eterna construcción, una utopía en la que los sueños se concretan,
digo, más bien se petrifican de tanto soñarse a sí mismos. El deseo de Joaquín era
una Guatemala feliz, en la cual sus altares no llevan sangre feroz vertida por el amo,
el gran Otro, ni cobardes, ni tiranos gozadores. Hay un verso que me divierte sobre
manera al prensarlo a en su factualidad, y que quedó intacto ante la pluma vil de José
María Bonilla cuando por orden del General, el Único, Don Jorge Ubico hiciera de
la forzuda letra de Palma algo un poco más castrado, aséptico:

Letra original Letra modificada


Que tus hijos valientes y altivos Pues tus hijos valientes y altivos,
ven con gozo en la ruda pelea que veneran la paz cual presea,
el torrente de sangre que humea nunca esquivan la ruda pelea
del acero al vibrante chocar. si defienden su tierra y su hogar.

“Tus hijos valientes y altivos”, claro, perdidos en los nuevos templos globales
erigidos al gozo capitalista del consumo llamados supermercados, en los Reality
Shows, en los juegos de video, en los Shoppings. “Valientes”, “altivos” e indiferentes
consumidores, cuya lucha se fundamente en establecer quien consume más. ¿Más
qué? Pues más de sí mismo, los llenos de nada. Pura carne de consumo, un ser sin
contenido, un homo sacer3.

3 El Homo Sacer hace referencia a una oscura figura del derecho romano arcaico, en que la vida
humana se incluye en el orden jurídico únicamente bajo la forma de su exclusión, nos ofrece la
clave gracias a la cual no sólo los textos sagrados de la soberanía, sino, más en general, los propios
códigos del poder político, pueden revelar sus arcanos. Homo Sacer significa literalmente “hombre

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Me tomo la libertad de hacer esta introducción, para poder traerles de alguna


forma eso que subyace en las tierras del Quetzal, esa historia que nos conjuga a
todos en un mercado de concientes, ávidos de amos que buscan aplacar nuestra
subjetividad, nuestro deseo, nuestra responsabilidad a volvernos seres hablantes,
y colocar nuestro deseo en ese lugar que le corresponde cual pivote de nuestra
construcción subjetiva.
En mi tierra, Guatemala, la humanidad perdió a una parte valiosa de sí misma, en
una guerra fraticida de 36 años (1960 a 1996) que alcanzó niveles de violencia
irracionales. Más de 200 mil muertos en tres décadas de conflicto armado. Las
heridas son muy recientes y dolorosas, pero la reconciliación guatemalteca, ahora
más que antes, debe convertirse en la utopía posible. Este gran desafío está en
manos de la sociedad, su gobierno, el ejército y los antiguos guerrilleros. Esta
subjetividad quedó escrita en dos textos: El Informe del Proyecto lnterdiocesano
de Recuperación de la Memoria Histórica Guatemala: Nunca Más y el Informe
de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH): Guatemala: memoria
del silencio.
En el Informe del Proyecto lnterdiocesano «Recuperación de la Memoria Histórica»
se analizan varios miles de testimonios sobre violaciones de los derechos humanos
ocurridas durante el conflicto armado interno. Este trabajo está sustentado en la
convicción de que, además de su impacto individual y colectivo, la violencia quitó
a los guatemaltecos su derecho a la palabra. Cada historia es un recorrido de mucho
sufrimiento, pero también de grandes deseos de vivir. Mucha gente se acercó para
contar su caso y decir «créame». Esta demanda implícita está ligada al reconocimiento
de la injusticia de los hechos y a la reivindicación de las víctimas y sus familiares
como personas, cuya dignidad trató de ser arrebatada. Aclarar y explicar -dentro de lo
posible- lo ocurrido, sin localizar el daño ni estigmatizar a las víctimas, constituyen
las bases para un proceso de reconstrucción social. Sólo así la memoria cumple su
papel como instrumento para rescatar la identidad colectiva.
La Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH)4 investigó, de julio de 1997 a
mayo de 1998, la tragedia de Guatemala. Miles de testimonios fueron escuchados y
con ellos se ha dibujado una imagen dantesca: el horror de actos de genocidio, que

carne”, al que cualquiera podía exterminar sin incurrir en un delito. Si desean explorar a detalle
dicha macabra figura legal les invito a leer el libro homónimo de Giorgio Agamben.
4 La CEH tenía las siguientes finalidades: “I) Esclarecer con toda objetividad, equidad e imparcialidad
las violaciones a los Derechos Humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos a
la población guatemalteca, vinculados con el enfrentamiento armado. II) Elaborar un informe que
contenga los resultados de las investigaciones realizadas y ofrezca elementos objetivos de juicio
sobre lo acontecido durante este periodo, abarcando todos los factores, internos y externos. III)
Formular recomendaciones específicas encaminadas a favorecer la paz y la concordia nacional en
Guatemala. La Comisión recomendará, en particular, medidas para preservar la memoria de las
víctimas, para fomentar una cultura de respeto mutuo y observación de los Derechos Humanos y
para fortalecer el proceso democrático”.

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Guatemala feliz... ¿nunca más?
Carlos Seijas pp 11-25

nunca jamás debieron haberse repetido, tuvo lugar, entre 1981 y 1983, en las zonas
mayas, donde el ejército guatemalteco realizó operaciones contrainsurgentes salvajes.
La CEH registró en total 42 mil 275 víctimas, incluyendo hombres, mujeres y niños.
De ellas, 23 mil 671 corresponden a ejecuciones arbitrarias y seis mil 159 a víctimas
de desaparición forzada. De las víctimas plenamente identificadas, 83 por ciento
eran mayas y 17 por ciento mestizos. Combinando estos datos con otros estudios
realizados sobre la violencia política en Guatemala, la CEH estima que el saldo de
muertos y desaparecidos por el enfrentamiento llegó a más de 200 mil personas.
Las fuerzas del Estado y grupos paramilitares guatemaltecos fueron responsables de
93 por ciento de las violaciones a los derechos humanos durante el enfrentamiento
armado; la guerrilla fue responsable de 3 por ciento, mientras que en el restante 4
por ciento de los casos se incluyen otros autores o no fue posible reunir elementos
suficientes para establecer la responsabilidad de los hechos, según el documento
Guatemala.
El asesinato de niños y niñas indefensos, a quienes se dio muerte en muchas ocasiones
golpeándolos contra paredes o tirándolos vivos a fosas sobre las cuales si lanzaron
más tarde los cadáveres de los adultos; la amputación o extracción traumática de
miembros; los empalamientos; el asesinato de personas rociadas con gasolina y
quemadas vivas; la extracción de vísceras de víctimas todavía vivas en presencia de
otras; la reclusión de personas ya mortalmente torturadas, manteniéndolas durante
días en estado agónico; la abertura de los vientres de mujeres embarazadas y otras
acciones igualmente atroces constituyeron no sólo un acto de extrema crueldad so-
bre las víctimas, sino, además, un desquiciamiento que degradó moralmente a los
victimarios y a quienes inspiraron, ordenaron o toleraron estas acciones.
La estructura y la naturaleza de las relaciones económicas, culturales y sociales en
Guatemala han sido profundamente excluyentes, antagónicas y conflictivas, y son
un reflejo de su historia colonial. El carácter antidemocrático de la tradición polí-
tica guatemalteca tiene sus raíces en una estructura económica caracterizada por
la concentración en pocas manos de los bienes productivos, sentando con ello las
bases de un régimen de exclusiones múltiples, a las que se sumaron los elementos
de una cultura racista, que es a su vez la expresión más profunda de un sistema de
relaciones sociales violentas y deshumanizadoras.
En su balance histórico, la CEH señala: Después del derrocamiento del gobierno
del coronel Jacobo Arbenz en 1954 tuvo lugar un acelerado proceso de cierre de
espacios políticos, inspirado en un anticomunismo fundamentalista que anatematizó
un movimiento social amplio y diverso, consolidando mediante las leyes el carácter
restrictivo y excluyente del juego político. La Guerra Fría tuvo también influencia
especial. La CEH precisa que la asistencia militar de Estados Unidos a Guatemala se
destinó a “reforzar los aparatos de inteligencia nacionales y entrenar a la oficialidad
en la guerra contrainsurgente, factores clave que incidieron en las violaciones a los
derechos humanos durante el enfrentamiento armado”. Y agrega: El anticomunismo
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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

y la Doctrina de Seguridad Nacional fueron parte de la estrategia antisoviética de


Estados Unidos en América Latina. En Guatemala asumieron primero un sentido
antirreformista, luego antidemocrático y, en último término, contrainsurgente con-
vertido en criminal.
Si bien la insurgencia guatemalteca surgió como la respuesta de un sector de la po-
blación ante los diversos problemas estructurales del país, la influencia de Cuba y
su exaltación de la lucha armada incidieron tanto en Guatemala como en el resto de
América Latina. La CEH aclara dos puntos básicos: que la magnitud de la respuesta
represiva del Estado (fue) absolutamente desproporcionada en relación con la fuerza
militar de la insurgencia” y que “en ningún momento del enfrentamiento armado
interno los grupos guerrilleros tuvieron el potencial bélico necesario para constituir
una amenaza inminente para el Estado.
Los contados combatientes no pudieron competir en el plano militar con el ejército
de Guatemala, que dispuso de más efectivos, muy superior armamento, así como
mejor entrenamiento y coordinación. También se ha constatado que durante el
enfrentamiento armado, el Estado y el ejército conocían el grado de organización,
el número de efectivos, el tipo de armamento y los planes de acción de los grupos
insurgentes. Incluir en un solo concepto a los opositores, demócratas o no; pacifistas
o guerrilleros; legales o ilegales; comunistas y no comunistas, sirvió para justificar
graves y numerosos crímenes. El terror sin precedentes, provocado por las masacres
y la devastación de aldeas enteras entre 1981 y 1983, desencadenó la huida masiva
de comunidades mayas hacia el sur de México. Se estima que entre 500 mil y un
millón de personas fueron desplazadas por el conflicto, interna y externamente.
Unas 150 mil personas se refugiaron en México y la tercera parte de ellas se ubicó
en campamentos de refugiados.
Algunos analistas internacionales destacan que el informe de la CEH no es un do-
cumento en blanco y negro, sino con muchas zonas grises y que muchos resultaron
sorprendidos al ver que la comisión tuvo el valor de denunciar actos de genocidio
del ejército y de señalar que las causas del conflicto armado en Guatemala son de
carácter estructural. Algunos analistas señalaron incluso que, en realidad, no se puede
afirmar que en Guatemala se vivió un conflicto armado, dada la enorme disparidad
de fuerzas entre el ejército y la guerrilla, sino simple y llanamente una represión
masiva de las fuerzas del Estado contra la insurgencia y la sociedad. Lo cierto es que
los familiares de muchas de las víctimas aún esperan saber dónde están sus muertos
y quiénes los mataron.
Además de la represión y el exilio, la debilidad y fragmentación de las organizaciones
sociales se deben en buena medida a la conjunción de diversos mecanismos activa-
dos por el Estado para destruirlas. El terror no se redujo a los hechos violentos o a
las operaciones militares; dependía además de otros mecanismos conexos como la
impunidad de los ejecutores, las extensas campañas para criminalizar a las víctimas
y la implicación forzada de la población civil en la cadena casual y la ejecución
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Guatemala feliz... ¿nunca más?
Carlos Seijas pp 11-25

efectiva de atrocidades.Con las masacres, las operaciones de tierra arrasada, el


secuestro y ejecución de autoridades, líderes mayas y guías espirituales, no sólo se
buscaba quebrar las bases sociales de la guerrilla, sino desestructurar ante todo los
valores culturales que aseguraban la cohesión y acción colectiva de las comunidades.
La represión no sólo generó terror, pasividad y silencio. Paralelamente surgieron res-
puestas individuales y colectivas ante los efectos deshumanizadores y denigrantes de
la violencia. Contra grandes obstáculos, las entidades que emergieron de este proceso
se dedicaron a la defensa de la vida, aun cuando todavía implicaba convivir con la
amenaza de la muerte. Con una composición mayoritaria de familiares de víctimas y
las comunidades de sobrevivientes, los fundamentos esenciales de estas nuevas agru-
paciones fueron la solidaridad humana, la defensa de los derechos elementales de la
persona y las aspiraciones de respeto a la dignidad y la justicia. Todos estos esfuerzos
fomentaron una nueva conciencia de la necesidad de la justicia, el respeto a las leyes
y la plena vigencia de un Estado de Derecho como requisitos de la democracia.
¿Por qué no aceptamos (la guerra) como una más entre las muchas dolorosas
miserias de la vida? Le cuestiona Freud a Einstein en su texto “El porqué de la
guerra” y continua: Parece natural; biológicamente bien fundada; prácticamente
casi inevitable (…) La respuesta será que todo hombre tiene derecho a su propia
vida; que la guerra destruye vidas humanas llenas de esperanzas; coloca al in-
dividuo en situaciones denigrantes; lo obliga a matar a otros, cosa que no quiere
hacer; destruye costosos valores materiales, productos del trabajo humano, y
mucho más. Además, la guerra en su forma actual, ya no ofrece oportunidad para
cumplir el antiguo ideal heroico y una guerra futura implicaría la eliminación
de uno o quizá de ambos enemigos debido al perfeccionamiento de los medios
de destrucción. Todo eso es verdad y parece tan innegable que uno se asombra
al observar que las guerras aún no han sido condenadas por el consejo general
de todos los hombres. Sin embargo, es posible discutir algunos de estos puntos.
Se podría preguntar si la comunidad no tiene también un derecho a la vida del
individuo, además, no se pueden condenar todas las clases de guerras en igual
medida; finalmente, mientras existan Estados y naciones que estén dispuestos a la
destrucción inescrupulosa de otros, estos otros deberán estar preparados para la
guerra. (…) creo que la causa principal por la que nos alzamos contra la guerra
es la de que no podemos hacer otra cosa. Somos pacifistas porque por razones
orgánicas debemos serlo. ¿Cuánto deberemos esperar hasta que también los demás
se tornen pacifistas? Es difícil decirlo, pero quizá no sea una esperanza utópica la
de que la influencia de la actitud cultural y el fundado temor a las consecuencias
de la guerra futura, pongan fin a los conflictos bélicos en el curso de un plazo
limitado. Nos es imposible adivinar a través de qué caminos o rodeos se logrará
este fin. Por ahora sólo podemos decirnos: todo lo que impulse la evolución cul-
tural obra contra la guerra5.

5 Sigmund Freud. El porqué de la guerra.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Si vis pacem, para bellum 6


Tal como nos lo dice Freud en Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la
muerte: Soportar la vida es, y será siempre, el deber primero de todos los vivientes.
La ilusión pierde todo valor cuando nos lo estorba. Recordamos la antigua sentencia
si vis pacem, para bellum. Si quieres conservar la paz, prepárate para la guerra. Sería
de actualidad modificarlo así: si vis vitam, para morten. Si quieres soportar la vida,
prepárate para la muerte.
El ir se hará sinuoso y visible la penumbra que lo acompaña, y servirá para dar todavía
un aliento al que alcanza el próximo recodo. No hay línea, no la hay; las cosas en línea
no son verdaderas sino en una existencia varada bajo el contorno de su ser imaginado,
que se refracta en una sombra multiforme. Pensando así, ¿cómo no llevar o traer el
mito de la Caverna? ¿Qué será entonces aquello que vislumbramos sino las aparien-
cias oscuras de las cosas?. No hay línea. La línea no es pasible de hacer metáfora con
promesa que haga a su vez reventar la condición a salvo de seguir siendo una línea7.
El hombre no es nunca una línea porque montículos y parvas de cosas lo detienen,
y porque también distrae su ser en los tajeos y la enmienda. Muchísimo menos para
el Psicoanálisis podrá el hombre ser una línea. La religión, en cambio, nos apabulla
con su santo. El hombre que está en paz con su espíritu y encarna el ejemplo del
que goza el privilegio de poder mirar a Dios sin asustarse. Su flagelación y marti-
rologio póstumo serán dos formas de convalidar -desde el mismo santo, y desde su
sostenimiento imaginario por la Iglesia-, un rarísimo estado de paz en medio de un
mundo de egoísmo y profanación. El santo sueña despierto el éxtasis de mirarse un
elegido en la desdicha transitoria de una vida miserable.

6 Si vis pacem, para bellum es una máxima latina que se traduce como: Si buscas la paz, prepárate para
la guerra. Aunque su origen es desconocido, se suele considerar que se basa en una cita del escritor
militar romano Publius Flavio Vegetius Renatus: Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum. El
dicho es uno de los muchos basados en su obra Epitoma rei militaris, posiblemente escrita alrededor
del año 390 a. C. Hay una sutil diferencia en la gramática de las dos frases. La primera es enfática,
o viva. Se trata de una frase condicional presentada como una oración adverbial con el verbo en
indicativo. Por lo general se esperaría que el verbo principal estuviera en indicativo, pero el autor
cambia al imperativo. El resultado es un imperativo: si realmente deseas la paz, prepárate para la
guerra. La frase de Vegetius es una hipótesis. Es una frase condicional menos vívida, construida
como supuesto, con una oración adjetivada y con ambos verbos en subjuntivo: quien deseara la
paz, por lo tanto, se debería preparar para la guerra
7 ¿El terrorismo no está ausente del campo que ello consideran que no es simplemente una búsqueda
de bienestar y de espejismo recíproco que lo gobierna?, de un modo bastante variado, algo se ejerce
allí que corta y excluye, hasta que se excluye del uno al otro, que esta reflexión, esta constatación
de la que es un efecto esencial y característico de ciertas funciones en nuestra época y, muy espe-
cialmente de aquellas que, bajo algún titulo, pueden autorizarse a partir de un pensamiento que me
hace proponer hacerles tomar parte, hoy, de algunas reflexiones que no se enganchan mal alrededor
del término de eso a lo que se refiere de lo que es necesario entender bajo el registro término usual
y que es blandido sin discernimiento, de la libertad de pensamiento. Jacques Lacan, Clase 17, 23
Abril de 1969 Seminario 16 De un Otro al otro.

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Guatemala feliz... ¿nunca más?
Carlos Seijas pp 11-25

Así, Francisco se descalza y repudia la riqueza de su padre terrenal para vestir el


harapo, y correr a abrigarse bajo el manto imaginario del Padre Eterno, quien no
irá a hostigarlo con la carga de tener que continuar con la producción en la rueda
incipiente del capitalismo. No, el hombre no es una línea pura que sueña hasta un
punto su historia y luego la recuerda hasta su muerte.
Justamente el sentido de una historia personal se enlaza a la conciencia de una muerte
que cancela su vida y a veces le da pie a la desmentida religiosa: transmigración del
alma, reencarnación, bienaventuranza. Una historia que para el Psicoanálisis está
doblada, le faltan piezas o están desubicadas; lo constriñe en la sorpresa permanente
de ser actuado, antes que hacer, y de ser dicho, antes que decir. Una historia de saltos
perdidos y emboscadas, guardada en la memoria desprovista de fechas y lugares.
¿cómo empezar a hablar de paz desde el Psicoanálisis? Impensable.
La paz le está reservada al creyente, quien podrá hacer coincidir su Ideal del Yo -o
podrá conciliarse, en todo caso-, con una idea rectora que le ofrezca un reaseguro
en lo mundano sin reparos. La esperanza en lo celestial es el mejor remanso para
el hombre religioso; la dulce sordera de su estar en paz se alimenta de un pan ázi-
mo que especializa su deseo y, en su constancia, lo mantiene tranquilo y sujetado
hasta la muerte. Para el Psicoanálisis el hombre no es una entelequia sino un ser
agazapado siempre al borde mismo de un deseo que desconoce y repite sin hallar
jamás su objeto.
El hombre es un cero cercado por la angustia; un número de nada que subsume la
muerte anterior a su nombre, y logra hacerse positivo gracias a la respiración arti-
ficial de la cultura. Sus cuidadores le facilitan el salto cualitativo, le dan el envión
con una rúbrica indeleble; después, la sumatoria -Eros, desde luego-, construirá la
vida peculiar de cada quien, pero hasta el final de la historia, el señuelo no será más
que la angustia. Y a su vez, cada historia será un piélago distinto de la angustia y su
formato. Si hablamos desde el Psicoanálisis, hablamos entonces del hombre como
arrojado en el ruedo de significaciones, para vérselas con una vida entera por llevar,
empujando hacia la cuesta.
Del hombre como ser metido sin opción, y desnudo, en una maraña de símbolos
impuestos, para ir tanteando con los nombres que le dieron, las órdenes, los límites,
las entregas. ¿Cómo hablar del hombre sin hablar antes del deseo? ¿y cómo hablar
de deseo inusitado, torvo, incomprensible y hablar de paz al mismo tiempo?
¿Qué decir de la pulsión, de lo que no nombra más que la implosión de su temible
acontecimiento? ¿Cómo hacer para entender la calma taoísta del no-ser y del no-
desear, sin contradecir la legalidad absurda del proceso primario? ¿Cuáles palabras
escoger para describir la paz del corazón y negar en su proeza la incómoda inter-
vención de tánatos?
Uno no deja de volver a admirarse de que todas las personas vivan como si nadie
lo supiera, como si estar en el mundo fuera la cosa más natural y obligada. Para el

18
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

hombre del Psicoanálisis no existe la experiencia de la muerte; sin huella mnémica,


la angustia de lo perentorio confunde su agua con el vacío que la ataja.
Si de noche soñamos nuestra propia muerte, y nos despertamos en el momento en
que va a suceder, entonces la pregunta: ¿El sueño acaba por la tensión producida
por la angustia o por no haber “representación-cosa” justo allí donde el relato nos
da un sacudón con la ignominia de nuestra desaparición de la escena?. Esta es una
buena parábola de lo que el Psicoanálisis piensa acerca del hombre. A cada flanco
del Yo llega la mascarada envuelta otra vez en un disfraz de burla y desconcierto.
No hay sitio que nos prive de la angustia de estar siempre a expensas de la duda y
su condena; no hay dónde esconderse a buscar respiro y alguna palabra que nos abra
a otra dimensión que no sea ésta. En lo imaginario, apropiarse de un predicamento
suele dar buenos dividendos espirituales. Teresa de Ávila fue canonizada y nombrada
Doctora de la Iglesia no sólo por su producción literaria sino por un vínculo con
Dios apuntalado racionalmente en su beatitud ardiente.
Todo el discurso religioso propone una reconciliación posible del hombre con su ser
separado y una negativa a seguir soportando la falta de lo que nunca hemos tenido.
Dios será entonces un Uno conveniente para olvidar esa falta y creernos solamente
fallados en el pecado. Distraer la angustia en la inscripción es lo que más se parece
al estado de paz místico, o a la reafirmación yoica y pretenciosa de los voluntaristas,
aunque se da sólo por pizcas y desencuentros. Será necesaria alguna clase de muerte
para que sigamos inscribiendo nuestro sello de tinta siempre fresca de deseo. Lo
poco que tenemos por ahora es que la cosa se muere y a la vez nace el símbolo. Lo
demás será muy pronto un montón de vísceras podridas.
Una vez lograda la muerte temporal, habrá o no algún tipo de inscripción que le
garantice cierta permanencia al hombre como ilusión de trascender el olvido de la
carne y cualquiera de sus fugaces ademanes históricos. Esto podrá convertirse, desde
luego, en la rémora de una segunda muerte que lo hace todavía ser un hombre en tanto
el lenguaje le exige definirse como lo que ya no es. La inscripción será, entonces, lo
único importante para que le demos un sentido ulterior a nuestra angustia. El deseo
por inscribirnos no puede reducirse a generar un producto culto, esto es, un libro,
por ejemplo, o un documento, o un cuadro, o un aria musical. Estas manifestaciones
concretas, por surgir declaradas a lo público o a lo que podrá serlo, serán sancionadas
en su validez como aporte al devenir del pensamiento, o como obra de arte, pero en
ambos casos, se tratará de mercancías.
Para saberse inscripto no es preciso escribir un libro y publicarlo. La inscripción
simbólica en la cultura basta con incluirnos en un eslabón del linaje paterno -y poder
deshacer todos los nudos de una cuerda apretada de pelambre. La inscripción puntual
mediante la escritura nos permite jugar con los nombres y ponerle -¿por qué no?- una
regla al goce por un saber que aparece y que se acomoda a medida que la palabra va
forzando la frontera en lo semántico. Siempre quedará algo escrito en el margen que

19
Guatemala feliz... ¿nunca más?
Carlos Seijas pp 11-25

no podrá nunca ser dicho o acotado. La misma connotación pasea el hombre toda
su vida para el Psicoanálisis. Y vemos que siempre estamos hablando de lo mismo:
en el discurso todo da vueltas y se desliza para volver a pasar delante nuestro como
una moebius con las patas aflojadas por la circunstancia histórica.
El malestar en la cultura de nuestros días: nos degradamos a objetos en tanto valor
de intercambio. Bulimia, anorexia y fobias como paradigmas de la histeria en los
‘90 de la globalización planetoide. Actos irrefrenables y deseo mortífero; atracones
y vómito, restricción de la ingesta. En las pacientes de Freud, inervación somática;
en los ‘70 y ‘80, la depresión y la melancolía. Todo dependerá siempre de cómo
se resuelva la economía de mercado a escala mundial y sus investiduras políticas y
sociales. En definitiva, para hablar de un estado ideal de complacencia yoica en el
que el hombre se sienta sumido en la aprobación no crítica de su entorno, debiéramos
además dar un rápido vistazo a la realidad en la que la alienación creciente organiza
en cualquier aspecto la azarosa vida de los hombres. Vida, ya sea en sus lamentables
relaciones de producción como en sus singularidades psíquicas -dependientes en
todo caso de las primeras-, así como en su condición de desamparo y marginalidad.
El sentirse en paz del hombre contemporáneo se volverá una quimera en tanto y en
cuanto no represente el hecho de negar maníacamente la disposición de todos los ele-
mentos que componen la realidad de su mundo de significaciones. Realidad fatalmente
atravesada por la violencia y el desencanto. El Psicoanálisis escucha lo irremplaza-
ble de la historia de un sujeto y no se siente por eso mismo compelido a justificarlo
antropológicamente, sino que a partir del encontronazo del paciente con la queja del
síntoma, le posibilitará un espacio para intentar descifrar el enigma que el síntoma
porta en su extrañeza con el mundo del sujeto. En esa resolución de complejidad y
paciencia incomparables, la angustia dejará un lugar de privilegio a un relativo estado
de tranquilidad y equilibrio que podría asemejarse a la paz interior de los místicos.
Pero esto sería un hallazgo más en la discontinuidad que significa la vida de un ser
humano, mientras los embates y las exigencias del mundo volverán a proponerle
nuevas situaciones que pondrán a prueba sus defensas yoicas en un proceso inaca-
bable de búsqueda y fracaso en la ilusoria suspensión del dolor psíquico.
Otra mirada sobre el tema, que podría ser interpretada desde una consideración más o
menos sincrónica de una personalidad, es la de Erikson y su descripción sistemática
y aplicada de la última etapa vital: Integridad yoica vs. Desesperación. Entonces, el
primer término de la polaridad se traduciría en sentir una paternidad solidaria con
las nuevas generaciones y la aceptación serena de la muerte inminente, mientras
que el segundo término daría cuenta de cierta regresión a un estado narcisista que
hace síntesis en la sensación infantil de tenernos por hijos de nosotros mismos. Pero
Erikson clasifica actitudes en una tipificación generalizada que hace perder de vista
la dirección siempre única del deseo. Concluyendo, para el Psicoanálisis el estado
de paz, como forma de delectación ensimismada y conciliadora con el propio Yo
en beneficio de una actuación pacífica y productiva en el mundo de las relaciones
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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

sociales, no pertenece a otro ámbito preceptivo que el de la religión y su dogma, sea


cual fuere su naturaleza y estirpe.
Por esta misma razón, la búsqueda del logro a alcanzar como premio a la austeridad
y a la dedicación sostenida para cumplir y hacer el precepto, sería apenas una forma
de santidad a la que muy pocos podrían aspirar, siendo como es tan imprevisible y
complicada la índole de nuestro psiquismo. Por otra parte, como cultura necesitamos
siempre poner por delante referentes históricos que nos ubiquen identificatoriamente
y se transformen en la eterna zanahoria del burro.
Lao Tsé naciendo como sabio anciano debajo de un árbol sempiterno; Jesucristo
perdonando a sus detractores y verdugos; Siddharta en plena orgía de un nirvana
apenas sospechado por los heroinómanos. El estado de contemplación oriental se
hace encarnadura favorita a la hora de servirnos de un modelo de pacificación del
espíritu. Desde una apreciación psicoanalítica, no será este modelo justamente una
supravaloración humana irrealizable sino una referencia imprescindible con la cual
podamos compararnos en forma identificatoria en pos de alcanzar estados inter-
medios que la emulen. Pensar es volver a aprender y a estar siempre atento a las
cosas del mundo que tenemos, haciendo a la vez de cada idea un precioso lugar de
privilegio. Si el acto de pensar no es creativo, entonces, la rebelión y la diversidad
no harán su mella.
Pero si el hombre puede crear pensamiento y arte -por más revulsivos que ellos
sean-, podrá sostener apaciblemente el vértigo impotente de la esperanza. El goce
por excelencia -inútil en términos pragmáticos-, es la creación del hombre de arte
y pensamiento; en ese estado de invención y contemplación empática, se acercará
a la conformidad con su propio destino, signado desde el principio por su deseo y
cobijado siempre por una historia. Esta conformidad no es conformismo ni consuelo
sino la instancia más apropiada que puede vivir un ser humano en una vocación
desalineada por devolver al mundo la pregunta por la vida.
Más allá de estos estados intermitentes de calma y exultación que, en nuestra des-
composición social no serían más que una formulación de buenos deseos, el hombre
común no sabe de la paz mental más que su nombre. Comprimido por la supervivencia
y abrumado por el poderío de la imagen, construye la categoría de alcanzar un estado
de paz a partir de la urgencia por mantener a buen resguardo su techo y su sustento.
De manera que si desde una postura psicoanalítica arriesgaremos una opción acerca
de lo que suponemos que es el hombre en nuestra cultura, no podremos de ningún
modo soslayar su inserción como productor y consumidor de bienes sociales, o su
deserción como excluido.

Cuando la locura no es la psicosis


Nos pronunciamos con Jacques Lacan: “De nuestra posición de sujeto somos siempre
responsables. Que eso se llame terrorismo donde se quiera. Tengo derecho a sonreír,

21
Guatemala feliz... ¿nunca más?
Carlos Seijas pp 11-25

pues no es en un medio donde la doctrina es abiertamente materia de compromisos,


donde yo temería ofuscar a nadie formulando que el error de buena fe es entre todos
el más imperdonable. La posición del psicoanalista no deja escapatoria, puesto que
excluye la ternura del alma bella”8.
Su acepción romántica decimonónica habla de una ruptura incandescente con lo
esperable por lo instituido. La locura es entonces un corredor hacia otros sitios muy
diversos que aún no hemos escogido, y que casi todos descuentan que seguiremos
tomando en nuestro viaje. Cada fulgor de la osadía exige una legalidad para el
mejoramiento de nuestro andar placentero por el mundo, de manera que nuestros
comportamientos serán aprobados por la mirada del otro. Vamos detrás del bienestar
que da la conformidad únicamente por responder a una travesía singular de nuestra
historia. El deseo pone allí sus mojones y sus puentes, alivia las sinuosidades, im-
provisa pedregales y túneles. El deseo es guía fiel, tortuoso, desesperado, implacable.
Lacan nos recuerda: Busquen el origen de la noción de síntoma, que de ningún modo
hay que buscarlo en Hipócrates, que hay que buscarlo en Marx, quien primero, en
el enlace que él hace entre el capitalismo y ¿qué?. El buen viejo tiempo, lo que se
llama, cuando se quiere procurar llamarlo de otro modo, el tiempo feudal. Lean
sobre eso toda la literatura. El capitalismo es considerado como teniendo ciertos
efectos, ¿y por qué, en efecto, no los tendría?. Esos efectos son, sobre todo, benéfi-
cos, puesto que tiene la ventaja de reducir a nada al hombre proletario, gracias a
lo cual el hombre proletario es la esencia del hombre, y por ser deshojado de todo
está encargado de ser el Mesías del futuro. Tal es la manera en que Marx analiza la
noción de síntoma. El proporciona, por supuesto, multitud de otros síntomas, pero
la relación de esto con una fe en el hombre es completamente indiscutible.9
Gracias a nuestras sendas, siempre dirigidas, podemos ser una cultura que va mante-
niendo sin grandes cuestionamientos la injusticia, el canibalismo menos embozado
y la razón social que hace justificar sus permanencias como factor estructurante del
sistema que consolidamos a diario. Las contradicciones parecen pilares de sostén
imaginario dentro de una entropía que incluye la resistencia insolente de la locura.
La locura de las encrucijadas absurdas, del arte como la afirmación de un decir que
contradiga lo dicho, de lo paradojal, de la fiesta quietísima del sinsentido, del amor
loco, de aquello que logra emular la libertad como rumbo imposible de tocar y ser
tocado. Esta locura no es la psicosis sino el bastión que deja a buen resguardo la
dentellada de lo cuerdo al servicio de la contestación y sus recursos simbólicos.
No es otra cosa que la puesta en acto del sueño. Es el desvío pudoroso de los que
se creen libres y llevan hasta un feliz extremo el delirio con toda su costura. Ser
arrojados del surco continuo y uniforme que nos antecede y nos prolongará en el

8 Seminario 13: El objeto del psicoanálisis, Clase 1 1° de Diciembre de 1965 y en La ciencia y la


verdad Escritos 2
9 Seminario 22 R.S.I. Clase 16 18 de Febrero de 1975

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

tiempo sin remedio. Pasos por fuera del umbral de una puerta nunca bien cerrada a
paisajes errantes, novedosos. Sacudones de rabia espumosa cercando los andrajos
de palabra para atajar en el puño su sentido.
Locura neurótica que se da como firme testimonio de un enigma por descifrar, pero
jamás perderá de vista la línea segura de la costa. Su juego no sabe ser descarnado
ni vacío. Es un juego de cornisas bajo las redes tensadas que agregará un desaire a la
incertidumbre. La locura de apostarse; entrega y desafuero para hacer cuerpo con el
ideal y sus itinerarios. Locos caprichos de locas humanidades generosas, solidarias,
inmoladas en favor de un concepto: amor, igualdad, liberación. Misiones heroicas
engordando combates contra las abstracciones sutiles de la historia. Locas voces
dando diatribas guardadas en cintas magnetofónicas. Locas vecindades crispando
las etnias en el fragor inexorable de las guerras. La locura que besa las lindes de la
hoguera, barre olores burlando las señas sin desmayo. Locuras de intentos y desma-
nes, de vacilaciones laboriosas, descomedidas culpas y venganzas. Esta locura no
es la psicosis. La psicosis asoma como martirilogio de otra escena, en testimonio
desnudo a cielo abierto y descampado. La psicosis es casi zamarrear en cada visión
y en cada acto el venenoso esqueleto de las cosas. El psicótico no puede estar loco
porque no aprenderá a trastornar el corazón incierto de la lógica formal. Nunca ella
habrá comparecido en su vida más que por simulacros y artificios.
El psicótico no sabe jugar a nada que no le permitan sus reglamentos remendados con
hilos de agua robados de algún sitio. No cree en el acertijo ni en la duda que socava
la proeza. No reconoce del chiste otra cosa que la injuria. Persigue, en cambio, un
rastro que da por verdadero y propio muchísimo tiempo antes de poner su pie en el
camino. La certeza es su faro y todo el vasto desconcierto. Es ideólogo contractua-
lista, como Rousseau. Construye sistemas de pensamiento, como Wittgenstein. Sale
al ruedo del mundo y se las arregla como puede en mitad de una casta temerosa de
coherentes. Oye voces y ve sombras recostadas contra los bordes del silencio y todas
sus esperas. Se escucha a sí mismo decirse que se ve disponiendo de las sombras y
los huecos para adornar su casa en la medianía de aquellos que lo miran.
La topadora cultural lo llena de pastillas, lo chupa para adentro, le fabrica un hospi-
cio, lo viste de electrodos, lo enchaleca y ubica su locura en un mapa averiado del
cerebro. La topadora cultural recorre su existencia maldita por confines semejantes
a los restos humanos de Hiroshima. Humo de carne en la pared sin nombre. Su piel,
entonces, suele bajar hasta el registro manchado por todas las metáforas del mundo.
Este es el psicótico, el lúmpen, el que no se inscribirá a los cincuenta en las futuras
listas de cementerios privados. El loco desajustado, irritante, ofensivo, trajeado con
luces de vergüenza, metiendo siempre su pie desprovisto de pasos dirigidos para
pedir algo que desacelere su caída.
La psicosis no es la locura. No. Es la traba inoportuna que rompe el flujo y su
producto, es el cese sin doblez, es la máquina parada para siempre, es la muerte
estrepitosa del consumo, la mercancía fallada, el puro valor de uso, el inferno de
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Guatemala feliz... ¿nunca más?
Carlos Seijas pp 11-25

Dante, el nirvana. El huelguista de piedra que asusta al engranaje. La psicosis no


es aquella locura juguetona por la que sabremos regresar a cumplir los horarios y
las venias. Después del goce de la norma transgredida, después del acto creador
y revulsivo, después del arrojo valiente en pos del ideal, volver al discurso de
la cultura es sencillo y necesario, casi un remanso para el reaseguro de nuestro
psiquismo. El psicótico no regresa a ningún lado. Su dirección es signo y señuelo
de un sentido que tropieza con las formas para sentarlo por fuera de las márgenes.
En esa posición insoportable se convertirá muy pronto en un cuerpo muerto para
la cultura, sin civilidad ni derechos. Su lerda descomposición denuncia nuestra
urgencia por acallar rápidamente su respirar en sordina bajo los sótanos del mundo,
con un canto que recuerde el vigoroso final del himno escrito a Guatemala por
José Joaquin Palma:
¡­ Ojalá que remonte su vuelo
más que el cóndor y el águila real,
y en sus alas levante hasta el cielo,
Guatemala feliz10, tu nombre inmortal!

10 El texto en cursiva es mío.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Bibliografía
AA.VV. Conflicto Armado: memoria, trauma y subjetividad. Coloquio convocado por la Nueva Escuela
Lacaniana. Medellín. 29 y 29 de Marzo de 2008.
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Freud, Sigmund. El porvenir de una ilusión. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu. 1976.
Gallo, Hector. El sujeto criminal: Una aproximación psicoanalítica al crimen como objeto social.
Medellin: Universidad de Antioquia. 2007.
Lacan, J. Seminario 13: El objeto del psicoanálisis. Inédito. 1965-66
Lacan, J. Seminario 16: De otro al Otro (1968-1969). Buenos Aires: Paidós. 2008.
Lacan, J. Seminario 22: RSI. Inédito. 1974-75
Lacan, Jacques. La ciencia y la verdad. En Escritos 2. México: Siglo Veintiuno. 1992.
Ramírez, Mario Elkin. Órdenes de Hierro. Medellín: La Carreta Editores E.U. 2007.

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Universidad de Manizales
Facultad de Psicología

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

La política como estrategia


de sobrevivencia11
Ana Alderete, Silvia Plaza, Omar Barrault, Cecilia Berra, Inés Díaz12

Resumen
Este trabajo surge a partir del Proyecto de Investigación13 “Vulnerabilidad política,
prácticas políticas y sentimientos asociados”14 centrados en las preocupaciones
surgidas de las prácticas comunitarias en sectores en condiciones de pobreza15. Nos
interesa aproximarnos, desde la perspectiva del sujeto a líneas de sentido respecto
de sus prácticas políticas en su hacer diario, los sentimientos presentes y su relación
con una subjetividad actual. Esta se sitúa en el territorio comunitario, -espacio local,
próximo y conocido-, en donde se construyen las pertenencias, los modos de “hacer
con otros”, un “sentido -psicológico-del lugar”, sentimientos que se hacen presente16.
Palabras Clave: Política, vulnerabilidad, sentimientos, práctica comunitaria.

Abstract
This report started from a Research project13—Political vulnerability, political
practices, and associated feelings14—focused on the worries from the community
practices in sectors of poverty conditions15. We are interested in the current feelings
and their relationship with a present subjectivity, from a perspective of the subject
related to his political practices in his daily activity.This subjectivity is situated in
the community territory, known local space, where the ways of doing with others,
a psychological sense of the place and feelings that are present are built.
Key words; Policy,vulnerability, feelings, community practice.

11 Texto recibido en Agosto del 2008 y aprobado en Agosto del 2009


Presentada en el II congreso de Psicologia de la Facultad de Psicologia. U.N.C. 2008
12 Profesores Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. E mail: silvplaza@
yahoo.com.ar; omar_barrault@yahoo.com.ar
13 Aprobado y subsidiado por SECyT.05/p064. UNC. Año 2006.
Approved and aided by SEC and T.05/p 064. UNC. Year 2006.
14 Desde el año 2000 hasta el presente, utilizando tanto estrategias cuantitativas como cualitativas,
con el interés centrado en los sectores pobres de nuestra ciudad y sus condiciones de vida e impacto
en la subjetividad.
From the year 2000 to the present time, using qualitative and quantitative strategies, focused on
poverty sectors of our city and their living conditions and impact in subjectivity.
15 En el marco del Programa de Prácticas Comunitarias; Cátedra “Estrategias de Intervención Comu-
nitaria”; Facultad de Psicología-UNC.
In the program Community Practices, subject Strategies of community intervention,school of
Psychology—UNC.
16 Se realizó un abordaje cualitativo, utilizando el método de la teoría fundamentada. Se seleccionó
una muestra intencional de 32 personas de población urbano - marginal de la ciudad de Córdoba
según criterios de accesibilidad y confianza, y de interés teórico (género, edad, participación y
trabajo). Se realizaron entrevistas en profundidad.

27
La política como estrategia de sobrevivencia
Ana Alderete, S. Plaza, O. Barrault, C. Berra, I. Díaz pp 27-35

Introducción
Esta ponencia se presenta en el marco de las estrategias de sobrevivencia de sectores
poblacionales aquella que identifica a la política como componente de la misma.
Articulada a los sentidos de la política y la acción política en la vida cotidiana, encon-
trados. Se organiza la presentación según tres ejes: 1) Signos de época; 2) Prácticas
políticas en la vida cotidiana; y 3). Reservamos un apartado final que refiere a la
afirmación de otras prácticas políticas.

Conceptos y signos claves


A partir de lo trabajado analíticamente como dimensiones en la etapa anterior de la
investigación podemos, ahora si, presentarlos como signos de época que marcan
crudamente las condiciones de posibilidad del desarrollo de las condiciones cotidiana
de existencia. Podemos señalar:
Perdida de confianza en lo público
Nos interesa traer aquí por su importancia para enmarcar en qué sentido se inscribe la
práctica política en cuestión, la caracterización de la política de Alain Badiou (2000),
distinguiendo la política como gestión y como invención17. Asociado a la política de
gestión está el sentido de la “pérdida de la confianza pública”. Puede considerarse
el sentido hegemónico que considera a la política puesta en los políticos -partidos/
gobierno-, y da cuenta de la profunda crisis del sistema representacional y de la pro-
funda brecha entre partidos políticos y base social. Los entrevistados coinciden en
connotar negativamente a los partidos políticos, a través de quienes los representan: los
“políticos”. Botana (2005) hace referencia a la pérdida de la confianza pública en las
instituciones de representación política, producto del debilitamiento de su legitimidad.
Como efectos se observan: la manipulación de los más débiles, la exacerbación del
clientelismo en dichos sectores y la atonía que se advierte en la participación políti-
ca más allá del acto de intervenir en los comicios. Es así como en los entrevistados
emerge articulada la necesidad (de trabajo o beneficios ligados a la subsistencia) con
el interés de los políticos, orientada a beneficios particulares, no comunes. Se trata de

17 Como gestión: entendida como administración de una situación social que se gestiona ante el Estado.
Se presenta como un medio, convencional, representacional, delegativa, a través de los partidos, utili-
zando el voto como medio, la acción territorial desarrollada a través de líderes, punteros y dirigentes,
y el Estado como actor central. Como invención: crea espacio y tiempo. El espacio desde la concep-
ción que cualquier lugar es posible de transformar el lugar político, y en este sentido, hay espacio que
se instituye. Es la perspectiva de la autonomía, del poder-hacer. El tiempo remite al tiempo que las
personas o grupos instituyen desde su propia construcción. De este modo la política como invención
se caracterizaría por: no convencional, directa, no delegativa, con importante participación de grupos
y movimientos, no anula el voto pero la participación no se agota en él, acción en el territorio con sus
iguales y en nombre propio, el grupo o el movimiento como actor central, de fuerte carácter creador y
activo con el fin de lograr algún tipo de incidencia en la toma de decisiones políticas. Lo político como
invención refería al orden de la creación, de la ruptura, de la autonomía, y de la igualdad.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

personas vulneradas que dependen de la dádiva: personas a las que les dan (bolsones,
comida, planes) a cambio de una acción que se pretende que aporte a re-legitimar la
representación política. Las respuestas espontáneas equiparan política con partido, y
al connotar negativamente a las instituciones rechazan la política.
Vulnerabilidad política asociada a una subjetividad debilitada
Considerando lo anterior, se construyó un concepto de vulnerabilidad política, de-
finida como del orden de lo vulnerable y en relación a esto como la posibilidad de,
en un futuro, estar más del lado de la imposibilidad, de la incapacidad del sosteni-
miento de una condición de vida. Los elementos que definen dicha vulnerabilidad
tienen que ver con discursos, prácticas y sentimientos en relación a: el ejercicio, la
práctica, de la política como representación; la gestión como característica central
al bienestar solamente individual o de lo colectivo, pero no del orden de la igualdad;
la limitación en las condiciones de ejercicio de la organización colectiva sobre el eje
de la autonomía; la imposibilidad de pensar los imposibles, la presencia del miedo
ante lo indefinido y la incerteza de las utopías; el miedo como motor y limite de las
acciones políticas18.
El cambio debilitado. El futuro un problema
Se destaca el lugar de los cambios y del futuro19; en lo cotidiano. La percepción que
en general los entrevistados tienen de los cambios que ocurrieron se orienta en dos
sentidos: la detención, no mejoramiento, y por otro un empeoramiento. Consideran
que se retrocede en el tiempo en vez de avanzar, o se está siempre “en la misma”,
“en el mismo pozo”; “siempre peor”.
La participación apenas indica la creencia en que los cambios son posibles en lo que
se refiere a lo personal y/o con otros, donde el aprendizaje, la vivencia es una parte
importante de esto (al modo de dignidad aprendida)20.
Uno de los principales obstáculos para un cambio es la percepción de la inmodifi-
cacion de las condiciones de vida. Y desde lo subjetivo, la atribución de responsa-
bilidad y culpa individual que los otros realizan, así también la desmotivación, la
reducción del deseo como motivador para la acción y como mera tramitación de la
conservación de la vida. Hablamos así de un des-empoderamiento de los sujetos en

18 Este es el concepto que se utilizó para evaluar vulnerabilidad política en personas vulneradas a
través de una escala en la investigación que precede a ésta.
19 En estudios anteriores, dentro de los eventos estresantes aparecía el “futuro” como el mas importante
(2004), y en 1993, 1998 en cambio era el trabajo el mas importante.
20 En otro trabajo en el cual participamos junto a otros/as hablábamos de “aprendizaje de la indigni-
dad” como un “un mecanismo de disciplinamiento, que significa no sólo un impacto de la crisis en
la subjetividad, sino construcciones de subjetividad diferentes, una identidad corroída, sin sostén
colectivo para prácticas diferentes, para prácticas dignas” Observatorio Psicosocial – Encuentro
de Miradas y Voces -Córdoba – (2002)-.

29
La política como estrategia de sobrevivencia
Ana Alderete, S. Plaza, O. Barrault, C. Berra, I. Díaz pp 27-35

su cotidianeidad. Se destaca aquí el asistencialismo como mecanismo reinante con


efecto de naturalización y domesticación; y modo de relacionamiento con el estado.
Desesperanza y falta de libertad
Una cuestión importante es comprender el estado de ánimo hoy.
Hoy la tonalidad presente respecto de los sentimientos está orientada a la desespe-
ranza. Aún en personas que desean cambios; las condiciones, ni en el “acomodo” a
las condiciones alcanza a reparar la fuerte desmotivación vital que sienten.
Así ante el problema económico y a falta/búsqueda de trabajo encontramos: dañada la
autoestima, depresión, angustia, miedo, “me acuesto y no sé que hacer… me acuesto
y lloro”. “Voy con la ilusión y después… desesperanza, desilusión.”
En el contexto sociopolítico actual la vulnerabilidad política es acompañada por
sentimientos de desolación/no existencia/no-asignación, indignidad aprendida,
con alteración de los sentimientos de pertenencia. Imbricándose en la subjetividad
política, alterando el sentido de ser en acción, como potencia, a partir y con otros
Es posible afirmar que un signo de época es el malestar. Bleichmar (2005) lo define
como malestar sobrante; que da cuenta del despojamiento de proyecto sufrido en la
última época, despojando así también al futuro como garante de que algún día ese
malestar cesará. Este sufrimiento; dolor mediado por las injusticias sociales (Heller
citado por Bader Burilan Sawaia) incluye tanto la injusticia socioeconómica como
las culturales y simbólicas (Nancy Fraser citado por Guilloumme)
Los problemas se encuentran anclados en necesidades comunes
Se destacan (inv. Ano 2006-7), tres grandes grupos de problemas: 1) la situación
económica y la falta de trabajo (y las competencias requeridas); 2) la inseguridad;
3) la violencia (en diferentes niveles, actores y espacios). Estos tres problemas
principales identificados se observan interactuando entre si en mutua y sostenida
referencia de unos con otros.
Siguiendo a Agnes Héller, se observa que en las clases subalternas la posesión se
manifiesta como necesidad de reducir los deseos a meras necesidades vitales o de
reproducción. Y son estas básicamente las que se ponen en juego, “las necesidades
necesarias” de sobrevivencia, conservación y reproducción (de la fuerza de trabajo
actual y futura –comprende el sustento de los hijos-), y que incluye el alimento, el
vestido, la vivienda; son las que hoy están en juego en estas poblaciones21.
Federico Arnillas, las llama “necesidades comunes” (apelación directa a los próxi-
mos). Necesidades de subsistencia y de integración social (que afectan a un sector
mayoritario de la población y determinan calidad de vida), ha recaído tradicional-

21 Hay un tipo de necesidades no alienadas, que llama “radicales”, cuyo “despliegue” se observa
profundamente restringido.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

mente en el esfuerzo individual o familiar, tipificando la situación de pobreza urbana.


Es en el contexto de crisis que estas prácticas privadas se revelan como insuficientes.
Este autor distingue las necesidades comunes de las necesidades colectivas22.
Condiciones precarias de existencia -vidas precarizadas- y la descalificación social
Por un lado podemos decir que la exposición de manera permanente a la precarización
de las condiciones de vida implica impacto y afectaciones en cuerpos, pensamientos
y sentimientos, produciendo limitaciones en sus relaciones con los otros, en sus ca-
pacidades lingüísticas, en su potencia de pensamiento. Refiere a procesos históricos
que permitieron instaurar condiciones de tanta magnitud. Transformar esta situación
implica acciones sostenidas y procesos sociales a largo plazo. Hablamos entonces
de vidas precarias (Guillaume 2007)
Por otro lado Paugam (2004) avanza en señalar que actualmente se puede, más que
hablar de exclusión referirse al proceso graduado de expulsión teniendo en cuenta
dimensiones como el desarrollo económico, el papel del Estado proveedor y las for-
mas informales de solidaridad. Planteando que a su parecer existe, en esta relación
de los denominados pobres con el resto de la sociedad, un modo de relación con
distintas características, entre ellas una ruptura de los vínculos sociales (incluido
aquí las relaciones solidarias y familiares).
Además podemos hablarlo hoy como descrédito y descalificación social, aun vi-
gente en relación a distintos movimientos sociales, barriales y acciones políticas de
los vecinos. No solo por pertenecer a determinadas clases sino de las acciones en
si misma que realizan .
En relación a esto se puede pensar un vaciamiento, o corrimiento hacia el sentido
de lo público. Implicando restricciones en transitar territorios y autorizaciones para
enunciar necesidades y ser reconocidas. Se pone en juego lo público como dimensión
importante a considerar.

Prácticas políticas en la vida cotidiana


En este contexto es que Interesa destacar la producción de formas asociativas para
resolver estos problemas anclados en lo cotidiano y su articulación con los sentidos
diversos atribuidos a la política, en este caso a la visibilización de un componente
de la estrategia.

22 Estas últimas son aquellas que afectan por igual al conjunto de pobladores y que solo pueden ser
atendidas por las características objetivas que adquiere su satisfacción, de manera simultánea
para toda la población. La unidad espacial de expresión es el barrio; y el canal organizativo más
común es la Organización Vecinal. Al ser necesidades objetivas y así sean percibidas, supone una
reivindicación (asociada a la idea de “derecho violado”), la necesidad como derecho y el Estado
como responsable de su satisfacción.

31
La política como estrategia de sobrevivencia
Ana Alderete, S. Plaza, O. Barrault, C. Berra, I. Díaz pp 27-35

El uso de “estrategias de sobrevivencia” está referido a las prácticas implementadas


por grupos familiares que ocupan las posiciones más bajas del espacio social. Arguello
(1981) las define como “el conjunto de acciones económicas, sociales, culturales
y demográficas que realizan los estratos poblacionales que no poseen medios de
producciòn suficientes ni se incorporan plenamente al mercado de trabajo, por lo
que no obtienen de las mismas sus ingresos regulares para ,mantener su existencia
en el nivel socialmente determinado, dadas las insuficiencias estructurales del estilo
de desarrollo predominante”
En una etapa anterior de la investigación (referido a estrategias familiares) decía-
mos :se utilizan estrategias de sobrevivencia –adaptativas- para enfrentar la pobreza.
Recurren a la propia familia y al Estado en un estado de espera –en algunos casos-,
y con mayor frecuencia este se va sustituyendo por las propias organizaciones co-
munitarias. Estas son estrategias múltiples y fragmentarias, implicando siempre un
componente de pérdida para afrontar las situaciones inmediatas y urgentes.
Estas estrategias se pueden caracterizar como fuertemente individualistas –cada
familia funciona como unidad individual-, inmediatista (no se planifica, no se pien-
sa, se hace en y por la urgencia cotidiana), repetitiva (se realiza lo que se conoce).

Prácticas políticas como estrategia de sobrevivencia


La perspectiva de abordar los problemas anclados en las necesidades aporta a
la comprensión de la relación necesidades-acción política; y permite observar la
inclusión de la política como estrategia de sobrevivencia o como componente de la
misma. Por ello es que en este marco de cotidianidad atravesada por la dificultad,
es posible hablar de la “política como estrategia de sobrevivencia”23.
Las prácticas políticas pueden ser reproductoras o transformadoras. Estas prácticas
políticas en lo cotidiano; observamos son realizadas como estrategias de sobrevi-
vencia, incluso en algunos como la única posibilidad de acceder a algo necesario.
Se asemeja a acciones reproductoras-imitadoras del hacer político aprendido por
acción de los políticos. Se caracterizan por su carácter individualista; orientadas por
objetivos pragmáticos; tramitando beneficios de orden individual-familiar.
Un componente de esta estrategia observado es la presencia de “La mentira insti-
tucionalizada y la mentira como acción de sobrevivencia en la vida cotidiana”.
Existen otros componentes o acciones dentro de las prácticas políticas, aquí solo nos
referiremos a esta primera mencionada.

23 En la misma línea se ubican las definiciones y uso del concepto de Valdez y Acuña (op.cit.); Mar-
gulis et al (op.cit.), Forni (s/d y 1988), Forni et. Al (1991)

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Aparece claramente el reconocimiento de la mentira en el accionar de los políticos.


Mentira institucional extendida y generalizada. Lo más llamativo es el reconoci-
miento de la mentira como práctica reproductora y aprendida. La mentira apropiada
como estrategia de afrontamiento y/o resolución de problemas en lo cotidiano. Esto
se observa en dos tipos de prácticas: la mentira obligada y la mentira escondida.
Ambas mentiras (tanto recurrir a los políticos como mentir las condiciones exigidas)
están orientada al mejoramiento de las condiciones materiales de vida. Aumentar
los recursos materiales.
La mentira para acceder a políticas sociales se percibe como un condicionante,
la mentira casi forma parte de las condiciones para ser incluido. Relación con un
aprendizaje de la política de gestión, practicas y pensamientos acordes a una lógica
de relacionamiento entre diversos sectores sociales y el estado aun hoy más vigente
que nunca.
La mentira obligada
orientada a quitar o aumentar rasgos que permitan el acceso a algún bien necesario
(por ejemplo para conseguir trabajo agregar competencias y/o experiencias; para
acceder a planes sociales dibujar tipo de pobreza según los requisitos exigidos; “para
conseguir algo” participar en eventos partidarios), es una mentira casi invitada que se
restringe a la acción personal y/o familiar, con gestión propia para beneficio propio;
La mentira que se usa al recurrir a los políticos para obtener un beneficio aparece
como reproducción del comportamiento de los políticos “mienten para conseguir
un voto”.
la mentira escondida orientada a generar consenso y delegación que permita el
acceso a algún bien necesario (por ejemplo gestión y recepción de recursos para un
comedor que se desvían al uso personal o militar en un partido para “conseguir algo”
-a corto o mediano plazo-: casa, remedios, planes); es una mentira que en nombre de
otros y sus necesidades o en el involucramiento de otros persigue fines centrados en
el propio bienestar, se tramita y gestiona por delegación conservándose el resultado
de esa gestión para lo individual o individual-familiar.
¿Cómo se relaciona con la distancia entre el hacer y el decir?, ¿cómo se relaciona
esto con la desconfianza-confianza con el otro cercano?
A través de la enunciación de una hipótesis de acción realizamos un cierre provi-
sorio a este tema:
Ante la situación de pérdida de confianza pública, la presencia de una vulnerabilidad
política asociada a un mayor malestar psicológico, la percepción de la no posibilidad
de cambios, un futuro incierto y sin promesas, un estado de ánimo centrado en la
desesperanza, problemas centrados en necesidades anclados en la tramitación de la
reproducción y conservación de vida, ciertos sectores populares incluyen en sus estra-

33
La política como estrategia de sobrevivencia
Ana Alderete, S. Plaza, O. Barrault, C. Berra, I. Díaz pp 27-35

tegias de sobrevivencia la política y la mentira delegada y aprendida; con el objetivo


de lograr la inclusión al sistema, pertenencia a un conjunto y la reproducción vital.

La afirmación de otras prácticas políticas


Dejamos para el cierre lo que es el núcleo de la nueva etapa de investigación que
indaga sobre Política de lo construido en común, que ancla en otros sentidos de la
política. Es así que estos hallazgos nos interrogan sobre estas maneras iniciales de
discriminación y nos exigen reflexionar sobre otros sentidos de la política que per-
sonas, grupos y organizaciones hoy sostienen, hacen y enuncian. Como otro sentido
diferente que no necesariamente implica más o menos respecto de las anteriores. Una
hipótesis aproximaría a la denominación “acción con vecinos”, “política social”, que
ancla en el territorio, en lo local, en acción con los otros semejantes –vecinos que
participan de semejantes condiciones de existencia-, en lo común. Y en donde es
posible observar “ganas”, “deseo”, “disfrute” que no es posible capturar ni controlar.
Se identifican espacios restringidos que signifiquen satisfacción; y en general refie-
ren a la participación (en diversas modalidades y experiencias). Participar, sentirse
parte, “sentimiento de pertenencia” a algo: un grupo, el barrio; y producir “sentido
de comunidad” construyendo algo en común, ofrece un anclaje positivo con senti-
mientos de bienestar, alegría, utilidad social, sentido de solidaridad.
Así también el sentimiento más importante es el de pertenencia, que señala la vin-
culación de los sujetos a un espacio común, el de saberse y sentirse miembro de una
comunidad, determinante para la identidad social y la participación (resolver proble-
mas comunes a través de construcción de comunidad y organización comunitaria),
enfatizando la dimensión subjetiva e intersubjetiva (Krause J. 2001).
Dentro de este grupo que apuesta a lo micro (en las acciones, los espacios, los proce-
sos), hay un subgrupo (minoritario) que recupera y enuncia el sentido de la política,
con los otros semejantes, en lo micro y alejada de los partidos políticos.
Según Montero (1996, 2004) la Participación comunitaria es un proceso organizado,
colectivo, libre, incluyente. Tiene un efecto político (forma ciudadanía), un efecto
amplio de carácter socializador y otro específico, de carácter educativo informal y
de modo alternativo de acción política. Enfatizando en esta definición el carácter
alternativo de acción política de la participación comunitaria, proponemos nombrar
a este sentido de política Participación política comunitaria. Estas estrategias
colectivas (implica trabajo grupal, colectivo, comunitario) además de demandar
satisfacciones a necesidades comunes están mas orientadas a aumentar el capital
cultural, social y simbólico de los grupos. Este modo de encontrarse con otros/as en
una construcción colectiva remite a mayores grados de libertad.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

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Universidad de Manizales
Facultad de Psicología

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Política, cultura y contracultura


en psicología24
German Guarin Jurado25

Resumen
No sabemos de política así seamos políticos en acto, no sabemos de cultura así
seamos sujetos simbólicos en acto, sujetos ideales o no ideales, idealistas o no
idealistas, y no sabemos del sentido político, cultural de la situación nacional, así
la vivamos a diario. Propongámonos por tanto pensar políticamente, culturalmente,
asumir que hay un pensamiento político, que hay un pensamiento cultural, que hay
un pensamiento contracultural, de resistencia política, aun que no sabemos de eso,
aunque manejemos preconceptos, prejuicios, mucha información. Hagamos todo ello
dentro de una comprensión del presente, dentro de un análisis social del presente,
ubiquémonos en ello, en la distancia espiritual, en la periferia profesional, en el
límite de contacto que nos sea posible con lo real histórico, social y cultural.
Palabras clave. Política, cultura, contracultura, psicología

Abstract
We do not know about politics even though we are politicians in act, we do not
know about culture even though we are symbolic subjects in act, ideal or not
ideal subjects, idealistic or not idealistic, and we do not know about the political
and cultural sense of our country, even if we experience it daily. Therefore let´s
commit ourselves to thinking politically, and culturally in order to assume that
there is a political thought, a cultural thought of political resistance, even if
we do not know about this, although we handle other concepts, prejudices,and
much information. Let´s do all of this within a social analysis of the present,
let`s put ourselves in it, in the spiritual distance, in the professional periphery, in
the limit of contact that is possible with historic, social and cultural reality.
Key words: Politics, culture, psychology.

24 Texto recibido en Agosto del 2008 y aprobado en Septiembre del 2009.


25 Filósofo. Docente de la Universidad de Manizales

37
Política, cultura y contracultura en psicología
Germán Guarín Jurado pp 37-41

Qué es la política. Al parecer nuestros tratados políticos no tienen la profundi-


dad de nuestros tratados filosóficos, científicos. Nos falta sentido, dice Hannah
Arendt, para la profundidad de la política. De ahí que hacernos la pregunta es
válido, igual que hacerla sobre la cultura, la contracultura, para lo que acusamos
también falta de sentido en la profundidad de su problemática. Hoy todos habla-
mos de cultura, un poco menos de política, menos todavía de contracultura, a la
que asimilamos a lo delictivo, a lo contraventor de las normas establecidas, así
no inviertan, no subviertan del todo el estructural-funcionalismo del orden y las
jerarquías sociales, de las leyes sociales, jurídicas y psicológicas. Nos hemos
preguntado, entonces, si el delito, si la contravención son realmente fenómenos
políticos, fenómenos contraculturales, discernimiento harto difícil, verdadera-
mente problemático.
La contracultura no delinque, la que delinque es la cultura. Es decir, el delito, la con-
travención se dan dentro de los parámetros, paradigmas, leyes de la cultura instituida,
según convenciones de lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, lo bello y lo
feo, lo verdadero y lo falso, esto es, según convenciones dentro de la dialéctica del
dualismo metafísico. La cultura guarda, conserva una tradición autoritaria, desde la
cual se estima toda acción, toda invención, toda concepción según juicios de valor
duales, ambiguos en sentido lato, esto es, que permiten argüir desde uno u otro lado
del bien y del mal, de la moralización misma.
La contracultura (no el delito, no la contravención) es una crítica radical del sentido
mismo de la ley científica, moral, jurídica. La contracultura es una crítica radical
de la naturalización de la ley en la ciencia, la religión, la moral y el derecho. La
contracultura no opera dentro del dualismo metafísico. Estar contra la ley del padre,
por ejemplo, contra el padre, no es contracultural, es una contradicción que afirma la
fuerza, la inexorabilidad de la ley, es apenas un malestar de la cultura. Ni la oposición
ni la contravención, ni el malestar son contraculturales, son, diciéndolo vulgarmente,
la otra cara de la moneda.
Si decimos que estamos confundiendo contracultura con transcultura, esto es, con
multiplicidad de formas de expresión dentro de una realidad constituida por la ri-
queza de nuestros lenguajes, apelamos así a un asunto que no se está discutiendo, al
parecer, pero cuya tendencia es la de analizar la cultura –y su negativo, su malestar
metafísico- por fuera de los límites del poder doctrinal y autoritario de la tradición.
El argumento de la riqueza lingüística de nuestros pueblos, por ejemplo, del dere-
cho a la diversidad, a la diferencia, a la réplica, y el argumento del reconocimiento
de la otredad, aún dentro de los linderos de la identidad, recoge, igual, el dualismo
metafísico que quisiéramos superar.
Aún así, es cierto que hay esfuerzos valiosos por abstraer el discurso de la cultura
del dualismo metafísico, del dualismo identidad –otredad, yo-otro, uno-diverso,
por ejemplo en Cassirer cuando presenta la cultura como el conjunto de las obras
humanas dentro de la dimensión lingüística, simbólica del hombre en el movimiento
38
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

mismo de lo que la humanidad es como construcción histórica, en una expansión de


la función poética del lenguaje humano.
Es bueno conceder crédito a este esfuerzo por una diversificación de la cultura para
extrapolarla del canon tradicional. De cierto modo es contracultural, no obstante
recalcamos que si dicho movimiento cultural no transgrede las políticas capitales
de occidente, sus leyes capitales, sus lógicas capitales, todas en el dualismo metafí-
sico, en la dialéctica del amo y el esclavo, la diversificación cultural, el relativismo
cultural, estarían políticamente todavía en los linderos del malestar de la cultura no
en el horizonte de la contracultura.
El malestar de la cultura es una incomodidad frente a la ley, frente a su régimen
de significado y autoridad, dentro de un profundo sentimiento de culpa, como se
refleja en la Carta al Padre, en el Proceso, en la Metamorfosis de Franz Kafka, un
irrefrenable deseo de libertad que renuncia al placer y se escuda en la culpa para
terminar haciendo al padre peticiones de generosidad moral. Entonces, el sin sentido
de la institucionalización de la ley que nunca declara al culpable, que nunca decide
la culpa, aunque genera la víctima, para fundar las opciones del crimen y el castigo;
la transmutación de la miseria humana en el derroche del pathos síquico y el anhelo
frustrado del placer que hoy moraliza al hedonismo todavía dentro de las leyes na-
turales, morales, jurídicas del padre, hacen imposible fundar una política distinta,
aún aprisionada en los muros de la familia, del triángulo edípico. Molesta el Edipo,
incómoda. Le falta perversión, psicosis, felicidad. Por ello se place en la fiesta de
la guerra, en la expiación de la culpa en el dolor, en el martirio, ese es su goce, algo
caníbal, como todo humanismo, como toda barbarie civilizatoria. Hannibal Lecter
es su espejo, un cuerpo hecho trizas, incluso en el arte. Apenas estamos molestos.
No es fácil, por ende, acercarse a la contracultura auténtica, ni siquiera volviendo a
natura, ella explicada en dialéctica con lo artificial, industrial, en los preludios, los
albores, el apogeo de la modernidad. Llama la atención, por ejemplo, la naturalización
de la violencia en la expresión que el hombre es un lobo para el hombre. Contracultura
es la creación de una realidad distinta, de un lenguaje distinto, lo que no comprende
la política, el derecho, las ciencias sociales y humanas. Sabemos de contrariedad,
contradicción, oposición, dualismos metafísicos, no estamos más allá del bien y del
mal para decirnos contraculturales. Aún no superamos la lógica de la ley, la dialéctica
del amo y el esclavo, aún no superamos las lógicas capitales de occidente.
La contracultura, nuestro malestar quizá, es en principio, para algunos, un darse
cuenta de la alienación, como toma de conciencia, como movimiento salvífico del
mágico oriente, lo que es utilizar un sistema en contra del sistema a favor del sistema,
aún manteniendo la oportunidad de un supermercado cultural, aún dentro de un dis-
curso de la diversidad y la tolerancia que no obstante impide discutir auténticamente
con el otro, quien me produce al malestar. No obstante, no es ésta, exactamente,
la referencia que tenemos, no es la contradicción occidente-oriente lo que interesa
como malestar de la cultura sino las paradojas, las antinomias propias del logos
39
Política, cultura y contracultura en psicología
Germán Guarín Jurado pp 37-41

occidental, sus propias contradicciones internas. No es necesario recurrir a oriente


para presentar la devastación de occidente.
Lo que queda de nosotros mismos, la fuerza nihilista, la sospecha, la crítica que denun-
cia el malestar de la cultura, nos lleva más allá del existencialismo, de la derrota del
idealismo metafísico, del idealismo objetivo, del pesimismo ilustrado, nos mantiene
en una postura enhiesta, erguida que como sujetos inauguramos en los comienzos de
nuestra época, una época distinta, una época en la que aun que ocurra el crepúsculo
de los ídolos, una orfandad del milenio, un apagamiento de las luces de la razón,
un decaimiento del esplendor de occidente, mantenemos cierta potencia de sujetos
que permite a cada paso, a cada instante reinventar la utopía, no claudicar en acto
frente a teorías sistémicas , postulado de la más elaborada conciencia tecnocrática.
No se trata, por ende, de presentar un choque de civilizaciones dentro de la crítica a
un supuesto ideal homogéneo de comunidad. Más bien, se trata, dentro del malestar
de la cultura occidental, penetrar en la crítica a las honduras de una cultura guerrera,
excluyente, genocida, que vive de lógicas del capital, de lógicas binarias de lucha y
confrontación, de lógicas del amo y el esclavo, de lógicas teóricas abstractas que no
siguen el movimiento de la historia, de los sujetos, que dan la espalda a la historia
y a los sujetos, que se matriculan en lógicas disciplinares de objeto y método sin
noción histórica de acontecimiento.
Se da hoy cierto pesimismo cultural, cierto pesimismo ilustrado, intelectual que
contrasta con el optimismo tecnológico, la ingenuidad neoliberal. Tiene que ver
con la dificultad de crear una historia diferente, de disponer lo nuevo en la historia.
Hay cierto eterno retorno de lo mismo, cierto cansancio de la historia, de la acción,
cierta rutina industrial de la acción, por entre torvos intelectuales dialécticos. Lo
que genera una brecha entre la cultura lingüística intelectual, racional y la realidad
histórica en su mismo devenir. El intelectual se miente en sus retóricas apostándole
a sus verdades de texto.
Nos molestan las tribulaciones de la felicidad, la fiesta de la guerra, la borrachera del
poder político, la vanidad de los intelectuales, la religión cientifista hoy empotrada
en una amorfa teoría de sistemas. Ello, muchas veces, deviene enfermedad, pathos
histórico. Este es nuestro malestar. Por ello se denuncia, también, la mentira de la
lógica del padre en las fronteras del triángulo edípico. Dentro de la noción del len-
guaje como artificio es casi siempre una cortina de humo, una metafísica que pasa
por la ilusión de la cultura.
Hay quienes, bajo esta reserva, han optado por el arte como cultura o contracultura
misma, en cuanto voluntad y realización del acto puro de crear. Lo difícil de discutir
así es el carácter del crear mismo como vínculo social. Los creadores, históricamente,
no son los mejor recibidos por la tradición cultural hegemónica, por las convenciones
sociales, por las legislaciones de grupo. Crear indica, siempre, asumir una realidad
distinta, lenguajes distintos, nombrar distinto, figurar distinto, lo que está más cerca

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

de la locura, del delirio, que de la violación de la ley. Los artistas son auténticos
contracultores.
Al parecer comprendemos que la cultura es ideal, en qué consiste esa idealidad, y
por lo tanto en qué consiste la contraidealidad de la contracultura.Y en qué sentido
la idealidad, la contraidealidad son un asunto político, moral. Estas son problemá-
ticas mayúsculas, sugerentes, atractivas. Sobre todo, además, si no las analizamos
en sentido abstracto, teórico solamente, sino que les damos contenido histórico,
realidad histórica, especificidad histórica en la situación nacional. Nos podemos
cuestionar, por ejemplo, por la corrupción, por el crimen organizado, por la violencia
generalizada, y auto-colocarnos en calidad de sujetos políticos con postura crítica,
con prácticas políticas renovadas. No obstante, no sabemos que es la política, lo
intuimos de pronto.
Hay quienes sostienen que a un actor social, que a un sujeto político, no hay porque
preguntarle por el significado y sentido de sus acciones, que las ciencias sociales,
humanas, políticas, son de algún modo parasitarias de las acciones de los sujetos so-
ciales y políticos, que los conceptos teóricos son deudores de los conceptos profanos
correlato de acciones espontáneas y reflexivas. Se piensa que hay un valor del acto
por el acto, que tiene más connotación el acto que el discurso, como si tuviéramos
que pensar, reflexionar, enseñar con el ejemplo. Cada que discursamos nos auto-
justificamos. Dónde queda la intención del acto, qué pensar de ella. No obstante,
a nosotros, nos interesa la intención del acto, la postura crítica generada con ella
, postura que depende, muchas veces, de paradigmas, ideologías, imaginarios, de
lógicas de razonamiento, que cabe pensar, interrogar.
No sabemos de política así seamos políticos en acto, no sabemos de cultura así seamos
sujetos simbólicos en acto, sujetos ideales o no ideales, idealistas o no idealistas, y
no sabemos del sentido político, cultural de la situación nacional, así la vivamos a
diario. Propongámonos por tanto pensar políticamente, culturalmente, asumir que hay
un pensamiento político, que hay un pensamiento cultural, que hay un pensamiento
contracultural, de resistencia política, aún que no sabemos de eso, aunque maneje-
mos preconceptos, prejuicios, mucha información. Hagamos todo ello dentro de una
comprensión del presente, dentro de un análisis social del presente, ubiquémonos
en ello, en la distancia espiritual, en la periferia profesional, en el límite de contacto
que nos sea posible con lo real histórico, social y cultural.
Hay una realidad escueta, una realidad en sentido estricto, claro está. Cómo abor-
darla en su construcción histórica, social, política, cultural y psicológica, lingüística.
Nuestras investigaciones han de convocar los testimonios subjetivo- críticos de esta
experiencia de mundo que desde la psicología hemos constituido como si apenas
estuviesen inaugurando el problema, construyéndolo en intentos siempre fallidos
, para que valga la pena indagar, ensayar sobre ellos. Es como volver a comenzar,
con cierta inteligente y sensible ingenuidad.

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Universidad de Manizales
Facultad de Psicología

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Psicología política y subjetividad.


Hacia la construcción de una mirada
estético política del ejercicio político26
Ana María Calderón Jaramillo27

Resumen
Lo político se actualiza en lo cotidiano y con lo humano, en una forma diferente de
concebir el ejercicio político, de consolidar una mirada estético política para nombrarlo,
de hacer crítica a la sociedad a través de una propuesta artística y de aprehender un
saber que se construye en formas sociales alternativas de comunicación, como un
elemento vivo que tiene en sí mismo no solo discurso sino también emoción.
En el presente artículo se intenta argumentar, que hablar de una sociedad desde la
psicología política no es hablar solo de la política o de nombrar lo que hace parte de lo
político o no, o de ver la subjetividad desde la forma en la cual se consolidan modelos de
sujetos políticos tradicionales, sino de debelar en torno a ese ser vivo (sociedad y sujeto
y relación subjetiva) que las movilizaciones internas que hacen que sujetos, grupos,
movimiento sociales o culturas juveniles sean evidentemente políticos sin nombrarse
como tal, puedan sustentar la creación de una forma alternativa de ejercicio político.
Estamos ante una propuesta para rotar la visión y adecuar la mirada desde
una nueva lógica psicológica, crítica, social, estético política y de la
subjetividad, para comprehender la emocionalidad que se entrecruza en
oscilaciones de la cotidianidad con lo humano cargadas por lo político.
Palabras clave: Psicología política, estética, subjetividad política y emocionalidad.

Abstract
What is political is updated in our daily life and with being human, in a different
way to think the political exercise, to consolidate a political look to name
it, of making society critical through an artistic proposal and to apprehend
some knowledge that is formed in alternative social forms of communication,
as a live element that has itself not only discourse but also emotion.
In this article, we try to explain that to talk about society from political psychology is not only
to talk about politics or to name what does and does not politics, or to look at subjectivity

26 Texto recibido en septiembre del 2008 y aprobado en septiembre del 2009


27 Psicóloga Universidad Católica Popular del Risaralda. Profesional Universitario de la Vicerrectoría
de Responsabilidad Social y Bienestar Universitario, Universidad Tecnológica de Pereira. Email
anacalderon113@yahoo.com.ar

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Psicología política y subjetividad.
Ana María Calderón Jaramillo pp 43-50

from the way traditional political subjects are consolidated, but to subdue around that
human living – society and subject and subjective relationship—that inner movements
that make subjects, groups, cultural or social movements be evidently political without
being named as such, can support the creation of an alternative way of political exercise.
This is a proposal to rotate the vision and adapt the look from a new psychological, critical,
social, and political logic of the subjectivity, to comprehend the emotions that cross
themselves in oscillations of day to day with what is human loaded with what is political.
A qualitative approach was used, using the method of a fundamental theory. An
intentional sample was selected of 32 poor urban people from a city of Còrdoba
department according to criteria of trust and of theoretical interest—gender,
age, participation, and work—. Professional interviews were conducted.
Key Words: Political Psychology, aesthetics, political subjectivity,and emotions.

La brújula que guía estas líneas marca un norte no muy seguro, es un camino lleno
de remolinos y corrientes que hacen que no sea fácil la llegada a puerto, un puerto
que para muchos es un ideal poco probable e impreciso pero que ha sido visualizado
por aquellos que hoy han apostado por una nueva ruta.
Este nuevo camino empezó a ser recorrido hace varias décadas cuando muchos afir-
maban no ser posible establecer un norte tan exacto, preciso y objetivo para conocer
y hablar de todo aquello que en la marcha se encontrara. Sin embargo estos que se
arriesgaron han observado y nos han ofrecido un nuevo lente para interpretar las
relaciones que se entretejen en este espacio, al que diremos mar, sus criaturas, sus
mundos posibles, el oleaje, el que rema y sus lentes.
Al camino que me refiero, es el camino que ha emprendido la psicología social crítica
y especialmente la psicología política, quien ha hablado y trasegado con la ayuda
de su brújula teórica para hacer frente a las nuevas exigencias de conocimiento que
hoy son valederas y necesarias para la comprensión del mundo, y en ese mar que
señalo, las sociedades, las subjetividades y los sujetos que allí se configuran, en
tanto criaturas y oleaje parte de un todo océano.
Comenzaré mis argumentaciones a partir de la vivencia de una experiencia inves-
tigativa desarrollada hace un tiempo y de la cual rescato la articulación de dos
afirmaciones que son expuestas a continuación y con las cuales propongo un juego
metafórico, enriquecido por conceptos y recuerdos.
La psicología política lleva en sí misma siglos de un pasado a cuestas que la han
proveído de una capacidad para leer lo que hoy se presenta, una gran variedad de
problemáticas sociales que involucran un análisis de las relaciones humanas con
lo político; incorporando nuevos conocimientos que responden a desafíos socio
políticos susceptibles de ser tratados para una mejor comprensión de la realidad,
contribuyendo a la consolidación de la psicología política como disciplina académica.
La importancia de sus construcciones radica en el conocimiento generado a partir del
análisis de los fenómenos políticos sin llegar a una psicologización de los procesos

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

presentes allí o de quienes intervienen en los mismos. Sino de una comprensión que
observa complejamente el ecosistema que allí se constituye.
De todos los diferentes enfoques desarrollados al interior de la psicología
política la que posibilita usarse como snorkel es aquella que asume una orien-
tación social del conocimiento humano y una concepción no institucionalizada
de la política:
“…la psicología política consiste en el estudio de las creencias, las representaciones
o sentido común que los ciudadanos tienen sobre la política y los comportamientos de
estos que, ya por acción u omisión, traten de incidir o contribuyan al mantenimiento
o cambio de un determinado orden socio-político” (Sabucedo, 1996, Pág. 22).
Es este el planteamiento teórico que sustenta la premisa de establecer la psicología
política como snorkel para la comprensión de la realidad. Puesto que guarda una
estrecha relación con la conceptualización de subjetividad política desde Gonzalez
(2002, 2007), en donde se pone de manifiesto que no solo aquello que se puede
estereotipar institucionalmente como político, es para los jóvenes de nuestros días,
los cuales han puesto en duda no solo la participación que hacen ellos mismos de
los espacios políticos sino que han reconfigurado lo político para hacer de el cen-
tro de cualquier espacio social. Es una suerte de movilización, tanto social como
individual, que ha posibilitado una relectura no solo de la misma categoría de lo
político sino de cómo empiezan ellos ha hacer política desde una no política, en
escenarios no políticos y con una no aceptación de todo aquello que tiene por sí
mimo un carácter político.
Por ello, es necesario cambiar los lentes con los cuales están viendo hoy a los jóvenes,
rotar la mirada y establecer una propuesta estético política para analizar las formas
que hoy se desarrollan en la cotidianidad y que indudablemente hacen parte activa
del ejercicio político, alejarnos de posturas clasificadoras, tradicionalistas y poco
inclusivas, para reconocer un cambio social, presente en los movimientos y culturas
juveniles actuales y que muy posiblemente en los años venideros, reconfigurarán
múltiples posibilidades para hacer política .
Es por ello que para continuar con nuestro viaje a las profundidades es necesario
saltar del barco, de esa coraza de objetividad que hace algunos años impedía preci-
samente que como investigadores tocáramos el agua, contamináramos el ambiente
que se debía observar y que pudiéramos en tanto sujetos en la superficie mirar lo
que ocurría debajo de nuestros pies. Plantear que la necesidad de sumergirnos en el
agua era práctica, es desconocer el conocimiento y las relaciones de horizontalidad
que pueden posibilitar el revelamiento de lo implícito si miramos desde dentro lo
que sucede, sin embargo es necesario respirar para contemplar, tener unos lentes
que permitan al investigador comprender mas allá de lo observable, lo que se entre-
teje en cada comunicación, cada señal de emoción, cada una de las manifestaciones
alternativas y poco tradicionales del comportamiento político.

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Psicología política y subjetividad.
Ana María Calderón Jaramillo pp 43-50

La psicología política, más allá de ser un objeto que nos permita respirar, cual snorkel,
nos permite sumergirnos y ampliar el prospecto de la simplicidad de las formas que
se establecen en lo cotidiano con lo humano, nos ofrece el lente por medio del cual
se comprende desde dentro la multiplicidad de ejercicios alternativos que manifiestan
una renovación de lo político, nos permite evidenciar una ruptura categórica entre
los tradicional y lo alternativo, entre mundos dispares que si estuviéramos aún en la
superficie veríamos como elementos aislados y desprovistos de sentido.
La subjetividad se despliega en la cotidianidad y mediante la interacción humana,
que caracterizada desde la vivencia propia del sujeto comparte sus sentidos por medio
de sus narrativas, las cuales van cargadas por una emocionalidad que caracteriza esas
zonas de la experiencia de la cual habla y se entrelaza con entramados de sentidos
que renueva constantemente a partir de su relación cotidiana con lo humano. “La
subjetividad se expresa, por lo tanto, como narración biográfica de, sobre y desde
la vida cotidiana. He ahí su potencia es vida viva” (Díaz, 2007, Pág. 99).
La subjetividad entendida como una producción no solo simbólica sino también
emocional, posibilita una comprensión más inclusiva y constituyente de la realidad
que el sujeto configura subjetivamente y que refleja por medio de sus producciones,
narrativas, comportamientos y producciones artísticas, el sin número de sentidos
subjetivos28que lo desbordan en las diferentes zonas de su experiencia. Los sentidos
subjetivos no son privativos de la organización psíquica de las personas; ellos son
constituyentes de todas las esferas de actividad humana, por tanto, lo social tiene
una dimensión subjetiva (González, 2007). Y por ello las producciones que el sujeto
realiza no solo hacen parte de su vivencias sino que constituyen la puesta en escena
de otros sentidos subjetivos que proceden de otros espacios de su cotidianidad, lo
que nos permite obtener una mirada no solo compleja y holista de sus relaciones
subjetivas sino una mirada estética de todo el entramado que conlleva en sí mismo
una producción - en particular - una producción artística.
Mediante esta concepción de subjetividad y aunada a la comprensión de la subje-
tividad política, en donde se encuentra …la religión, las creencias, los mitos de un
determinado país, están una cantidad de cosas que en sentido estricto no forman
parte de la actividad de la organización política, … como síntesis de una subjeti-
vidad social con desdoblamientos infinitos (González. Citado por: Díaz, 2005), se
salvaguarda la idea de fundamentar la subjetividad para una visión estético política de
todo ejercicio político. Ya que la subjetividad como un concepto macro-teórico, crea
las condiciones para superar cualquier suerte de dicotomía entre sociedades, sujetos
y relaciones, posibilitando un vistazo de la condición humana y su cotidianidad en

28 El sentido subjetivo como la unidad psicológica en desarrollo que integra de forma inseparable
procesos simbólicos y emociones, de forma que la emergencia de uno evoca al otro, sin ser su
causa, y sin que exista ninguna linealidad en los subsiguientes desdoblamientos de estos procesos
en cuyo curso van apareciendo nuevas funciones psicológicas y nuevos sentidos subjetivos (Gon-
zalez, 2007).

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

relación con lo político, como una obra en la cual existe una armonía disoluta en el
caos que posiblemente sin este fundamento escaparía a nuestra vista.
La subjetividad en tanto propuesta fundamental para una de la visión estético polí-
tica del ejercicio político, puede ser utilizada para percibir en los jóvenes actuales y
sus movimientos o culturas, una representación alternativa para la construcción de
nuevas dimensiones de entendimiento y comprensión de lo cotidiano con lo huma-
no, en donde es posible la observación estética de comportamientos, argumentos,
manifestaciones, producciones artísticas que evidentemente son cargadas política-
mente desde las subjetividades puestas en escena, de sentidos subjetivos renovados
constantemente por las múltiples vivencias ocurridas en toda actividad humana.
Pensar políticamente a los movimientos sociales o a las culturas juveniles implica
adentrarnos en las diferentes formas de organización social y subjetiva, puesto que
especifican formas alternativas de organización -ahora bien- no solo social sino
especialmente política, y es este último aspecto el que da cuenta de un ejercicio
político alternativo practicado por los jóvenes de hoy.
En donde lo político, comprendido no como la concepción tradicional del sufragio o
cualquier otra forma institucionalizada por un estado sino como formas convenidas
–entre grupos humano especialmente juveniles- culturales, estéticas y alternativas
son actualizadas en lo cotidiano, en cada una de sus experiencias sociales, por lo
vivido en la casa, en la escuela, en la calle o el parche, en la universidad u otros
contextos en donde interactúan; y que con lo humano se nutren -experiencias sub-
jetivas-, consolidando producciones artísticas mediadas por los múltiples sentidos
producidos por los mismos sujetos que inevitablemente componen una nación y
que hacen parte activa de una sociedad.
Lo social actúa entonces como un elemento productor de sentido a través del lugar
que tiene el sujeto en sus sistemas de relaciones y de su historia, sin embargo
no representa una estructura interna pasiva y definitoria de sus comportamientos
actuales, sino una configuración generadora de sentidos que no puede aislarse de
los aquellos producidos en el curso de las experiencia vividas por el mismo sujeto
(González, 2007).
Los jóvenes y sus espacios sociales, se convierten en la puerta para la actualización
permanente y constante de la vida pública, de la concepción y ejercicio de lo políti-
co, las problemáticas ocurridas en sus barrios o comunidades de origen, configuran
nuevos y renovados sentidos subjetivos –políticos- utilizando una plataforma en
muchas ocasiones común a su grupo social, o sus propias experiencias, la de los
barrios, enunciando su emocionalidad como parte esencial para la producción misma
de sentidos subjetivos y que a su vez son parte inherente de la capacidad misma de
todo sujeto de generarse y reconstruirse constantemente.
Las producciones artísticas, pensadas desde los jóvenes actuales, en culturas juveniles
particulares, se encuentran motivadas principalmente por las vivencias cotidianas

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Psicología política y subjetividad.
Ana María Calderón Jaramillo pp 43-50

de quienes las realizan y las deniegan políticamente, a sabiendas que su contenido


la mayor de las veces resulta explícitamente contestatario y subversivo. Expresando
de forma emotiva un reflejo transformado de sus realidades, un reflejo no mimético
de lo que vive el sujeto en su realidad más próxima.
Cuando se habla de la finalidad que tiene el arte, se habla de una no finalidad, una
dualidad en el sentido que la finalidad que lleva no es planteada por sí misma, pero
se convierte en finalidad por su misma condición subjetivad y de expresar aquello
que en ocasiones no se puede contar, esta misma finalidad puede ser observada en
las producciones artísticas de los movimientos sociales actuales y de las culturas
juveniles que hacen mella hoy en el mundo adulto, por hablar en un lenguaje cifrado,
poco comprensible para mucho pero diciente y reiterativamente contestatario en
contra de un orden social y político que los consume.
Resulta también dual el papel reivindicador de las luchas sociales, que estas culturas
y movimientos intentan mostrar con la denuncia de una verdad social manifestada en
sus producciones artísticas, producto que no conlleva justamente tal finalidad pero
que le permite al sujeto la descarga de aquello que es el sustento representacional
de sí mismo, construir lo invisible y de señalar secretos públicos, que identifica y
que los evidencia como imposibilitadores para su desarrollo.
Cada uno de los fragmentos que se exponen en sus canciones, en las citas anónimas
que colorean con graffitis nuestras paredes, cada manifestación corporal llamativa,
denotan una implicación subjetiva del sujeto que canta, del que raya, del que perfora
su cuerpo, del que rechaza lo establecido por medio de sí mismo, lleva también una
emocional particular que lo provee del dinamismo necesario para enrutar tramas de
sentidos y con ello ofrecer y realizar un ejercicio político alternativo. Un ejercicio
no institucionalizado, no avalado, ni mucho menos reconocido por un estado como
político, y donde ellos mismos deniegan sus producciones como cargas y descargas
de carácter política, sin embargo establecen modelos no convencionales de rechazo,
de denuncia, de resistencia, de lucha y de cambio social que sólo puede enmarcarse
dentro de un ejercicio artístico alternativo altamente político.
En este sentido, lo estético no puede sólo calificar el producto de una destreza sino
designar el involucramiento creativo de aquel que hace concreto lo abstracto, que
recrea la multiplicidad de recuerdos, vivencias, tradiciones y creencias en una sátira,
en un monólogo, en la pintura sobre cuerpos desnudos y silenciosos que se postran
para gritar un descontento político. Lo que se pone de manifiesto en un ejercicio
político alternativo, es una forma de producción otra que la dominante, que no
busca la conservación del orden establecido sino su puesta en crisis (Maya, 2006).
La necesidad de la necesidad del arte depende solo de la posibilidad misma del sujeto
de pensarse, que es capaz de exponer ante él mismo lo que es éste, de contemplar y de
representar a sí mismo lo que vive y lo que siente cuando lo vive; de recrear un mun-
do interno renovado a través de la producción incesante de sentidos subjetivos. Toda

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Perspectivas en Psicología
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producción humana está articulada en un sistema de sentidos que expresa la forma en


que las necesidades del sujeto se organizan en el curso de su relación con el mundo.
Una producción artística, llámese lírica, pintura, canción, monólogo, etc., no es más
que un medio por el cual el hombre se exterioriza y establece una comunicación
alternativa con los otros y con la sociedad que lo ve. Haciéndose en este punto,
precisa la vinculación de la estética, para establecer y señalar la relación existente
entre las producciones artísticas (arte) y la sociedad. Una mirada estética hacia lo
que el sujeto alternativa y creativamente a producido -señalemos- en contra del
orden socio político que lo consume y una mirada política para aprehender en el
comportamiento el actor, la subjetividad que pone de relieve el carácter político
del entrecruce de ambos: producción artística y subjetividad.
“…el sujeto es sujeto del pensamiento, pero no de un pensamiento comprendido de
forma exclusiva en su condición cognitiva, sino de un pensamiento entendido como
proceso de sentido, es decir, que actúa sólo a través de situaciones y contenidos que
implican la emocionalidad del sujeto” (González, 2002, Pág. 207).
Todas estas afirmaciones se constituyen como arrecifes, que tras evadir la mirada
de la superficie cristalina de este mar, es posible de contemplar y construir e inter-
pretar las relaciones que allí se entretejen. Como una sociedad (coral) que tiene en
sí misma sujetos y relaciones con inagotables análisis por hacer y una propuesta de
contemplación estético política para desenmarañar la emocionalidad existente en el
nuevo ejercicio de lo político que las subjetividades allí inmersas han configurado.

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Psicología política y subjetividad.
Ana María Calderón Jaramillo pp 43-50

Bibliografía
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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Psicología política y campo intelectual de


poder: movimientos para una relación29
Oscar G. Hernández30

Resumen
El artículo propone una metáfora para ubicar a la psicología política en dos dimensiones:
dentro de un campo intelectual de poder y como un campo intelectual de poder. La primera
ha sido denominada como un alejamiento y la segunda como un acercamiento. Estos dos
movimientos corresponden con los debates inter e intra disciplinarios en la producción
contemporánea de las ciencias sociales. Se formulan algunos interrogantes e hipótesis
para su discusión respecto a la consolidación de la psicología política en Latinoamérica.
Palabras clave: Piscología, Psicología Política, Campo Intelectual de Poder.

Abstract
The article proposes a metaphor to locate to the political psychology in two dimensions:
inside an intellectual field of power and like an intellectual field of power. The first one
has been denominated as an estrangement and the second as an approach. These two
movements correspond with the debates inter and intra disciplinary in the contemporary
production of the social sciences. Some queries and hypothesis are formulated for their
discussion regarding the consolidation of the political psychology in Latin America.
Keywords: Psychology, Political Psychology, Intellectual Field of Power.

29 Texto recibido en Agosto del 2008 y aprobado en Septiembre del 2009.


30 Psicólogo, Universidad Nacional de Colombia; Maestrando en Ciencias Sociales con Orientación
en Educación, FLACSO-Argentina. Becario de la FLACSO y de la Dirección Nacional de Coope-
ración Internacional del Ministerio de la Argentina. E-mail: oscararod@gmail.com.

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Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

1. Introducción
Aunque difícil de observar, estamos asistiendo a un intenso debate intra e inter
disciplinar en la producción contemporánea de las ciencias sociales. Tal difi-
cultad radica en la capacidad de movimiento que un científico social ostente en
relación con su propio campo disciplinar y en relación con otros campos afines.
Podemos afirmar incluso, que una observación más amplia en ese sentido, se
encuentra sujeta a la flexibilidad teórica que un científico social ha incorporado
y desarrollado, durante su formación y en la práctica de su ejercicio investiga-
tivo. Simultáneamente, comienzan a consolidarse espacios que aunque no se
encuentran del todo fortalecidos, sí se muestran como posibilidades para pensar
a las ciencias sociales desde otras perspectivas. Algunos ejemplos destacados
pueden encontrarse en los estudios postcoloniales (Miranda, 2006; Mezzadra,
2008; Velásquez, 2008) y en los culturales (García Canclini, 1997; Hall, 1992;
Escobar, 2003). En todo caso, ese debate provoca una creciente heterogeneidad
al interior de una misma disciplina y entre aquellas afines. Se trata en últimas, de
la herencia del pensamiento moderno sobre la constitución del saber científico
y de sus transformaciones contemporáneas.
Pensamos que una forma adecuada para analizar dicha heterogeneidad es localizar
algún elemento común. Tal vez aún no estemos en condiciones para situarlo en tanto
una particularidad específica para cada uno de ellos, sino como una generalidad que
proponga incluso su génesis. En este ensayo, vamos a realizar una combinación
entre dos elementos. De un lado, la exposición que la teoría social contemporánea
nos ofrece para leer el contexto latinoamericano; y de otro, los rasgos particulares
del concepto del Campo Intelectual de la Educación –CIE- (Díaz, 1995). Con el
primero, buscamos enmarcar las prácticas y disposiciones generales que se deve-
lan recientemente y con el segundo, esperamos fundamentar un debate referente
a los discursos que circulan sobre la configuración de la psicología política como
subdisciplina científica. Será función de esta combinación, impulsar el desarrollo
de la capacidad denominamos como movimiento. Nuestro propósito será entonces,
conformar una pretensión de generalidad que englobe relativamente a las discusio-
nes que se observan en la reflexión teórico-metodológica respecto de la psicología
política en Latinoamérica y conjuntamente, avanzar en el desarrollo de algunos
elementos que conforman las agendas que se han propuesto últimamente (Montero,
1987; Díaz, 2007).
Este ensayo se ha organizado en tres secciones. Como si la psicología política
fuese un objeto material, primero vamos a alejarnos para tratar de observarla en
relación con otros objetos (red de saberes); en seguida vamos a acercarnos para ver
sus propiedades internas y finalmente; propondremos una breve estructura para su
articulación. Como toda metáfora, ésta por supuesto también presenta limitantes que
más adelante serán precisados.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

2. Primer movimiento: Alejarse de la psicología política


Alejarse de la psicología política significa comprenderla en relación con un conjunto
más amplio de saberes. Para marcar una distancia enorme, no solamente nos referimos
a aquellos saberes rotulados como científicos, sino también a aquellos denominados
como populares. La distancia puede llegar a ser tan amplia, que probablemente
generemos incomodidad en función de nuestra formación como profesionales de
la psicología.
Frente a los saberes populares indicaremos solamente, que esa posibilidad implica
necesariamente cuestionar el paradigma de legitimización del saber, esto es; el mayor
reconocimiento que gozan los saberes científico-investigativos sobre otros saberes.
(Richard, 2001). Esta parece presentarse como una vía excepcional para fortalecer el
diálogo con otras comunidades, vale decir, comunidades no científicas, de las cuales
puede nutrirse y nutrirlas. En vez de un diálogo fuertemente jerarquizado, podríamos
proponer un diálogo horizontal impregnado de una alta calidad de reciprocidad. Po-
demos pensar incluso que en Latinoamérica, el conocimiento científico ha ocultado
una diversidad en el pensamiento de sus gentes que cada vez se hace más difícil de
ignorar. De todos modos, este cuestionamiento ostenta un trasfondo más profundo.
2.1 Lecturas teóricas respecto de las transformaciones sociales
Los desarrollos teóricos contemporáneos acerca de la conformación de las sociedades
señalan un conjunto de transformaciones cualitativas respecto de sí mismas. A partir
del final de la década de los años ‘70, se viene construyendo una serie de caracte-
rizaciones que discuten esas transformaciones en varios niveles. En primer lugar,
podemos señalar el tránsito de las sociedades disciplinarias (Foucault, 1976) a las
sociedades de control (Deleuze, 1995). Su distinción corresponde a la lógica y a los
mecanismos de poder imperantes. Si en las sociedades disciplinarias, conformadas
a partir del siglo XVII, el poder era administrado por un conjunto de instituciones
que se caracterizaban por el encierro y que acudían al estricto disciplinamiento del
cuerpo y de la población; en las sociedades de control, que empiezan a configurarse a
mediados del siglo XX, el poder comienza a extenderse más allá de esas instituciones
y se incrementa a través de aparatos que abarcan redes, dinámicas informáticas, y
medios de comunicación. Por tanto, el poder adquiere una faceta como control ge-
neralizado y no solamente se encuentra restringido a las instituciones tradicionales.
En segundo lugar, hallamos el debate entre la configuración de una época moderna y
una postmoderna. Según nuestra lectura, las propuestas más rigurosas en ese sentido
provienen de dos autores: A. Giddens (1993) y Z. Bauman (2002). Sus elaboracio-
nes coinciden en por lo menos tres aspectos: El uso de la relación entre tiempo/
espacio para caracterizar a la modernidad, es decir, la paulatina separación entre
ellos; la negación de una nueva fase postmoderna que implique necesariamente un
nuevo orden social; Bauman prefiere denominarla modernidad líquida y Giddens

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Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

modernidad reflexiva; y la individualización como rasgo de las actuales condiciones


sociales; esto es, la instantaneidad y el desanclaje que suponen la desintegración de
la sociedad industrial, de sus certezas y de su sustento institucional.
En tercer lugar, encontramos el desarrollo conceptual frente a los procesos de la
globalización, y su incidencia respecto al lugar del Estado como regulador de las
relaciones sociales. Un despliegue profundo puede ser ubicado en el trabajo de B.
Santos (2003). Básicamente, éste se encuentra sustentado en dos concepciones: La
connotación pluridimensional que permite hablar de globalizaciones, especialmen-
te en su dimensión política, y las modalidades de inserción de la población en las
dinámicas que esos procesos generan. Santos sostiene que “lo que comúnmente
designamos como globalización son en realidad conjuntos diferenciados de rela-
ciones sociales; un determinado número de relaciones sociales da origen a distintos
fenómenos de globalización” (2003:198). De modo similar, De Marinis (2008) pro-
pone esa incidencia en términos de “la desconversión de lo social estato-nacional”.
Esta se observa igualmente, desde dos perspectivas: desde arriba y afuera, asociado
a los procesos y dimensiones de globalización, caracterizada por el aumento de
interacciones trasnacionales y por la pérdida de la centralidad del Estado; y desde
abajo y adentro, asociado a las dinámicas complejas de la reinvención de comuni-
dades (en contraste con las comunidades premodernas), cuyo efecto se traduce en
las nuevas prácticas estatales sustentadas en la fragmentación de la sociedad y en la
conformación de múltiples improntas comunitarias. Ambos autores denuncian una
economización del Estado cuya forma política neoliberal promueve nuevas relaciones
con y entre los individuos.
Los conceptos provenientes sobre las sociedades de control, el debate respecto a una
nueva época postmoderna y sobre los procesos de la globalización, señalan un tránsito
en el orden social, en las ciencias que aspiran a interpretarla, y en la cotidianidad
de los individuos que las conforman. Su imbricación se hace más compleja según
determinadas condiciones mucho más concretas.
2.2 Producción teórica latinoamericana respecto a su constitución societal
Es evidente el uso acrítico que gran parte de la academia latinoamericana ha realizado
de los desarrollos conceptuales provenientes de Europa y de Norteamérica (Larrosa,
2003). Ese hecho es producto del lugar periférico que la región ha ocupado en el
escenario mundial y respecto a la división internacional del trabajo (James, 1987).
Una perspectiva crítica no necesariamente implica un rechazo completo a este tipo
de trabajos, más bien, exige un momento para cuestionar su pertinencia.
Respecto a la concepción sobre las sociedades disciplinarias y de control en Lati-
noamérica, podemos decir que los desarrollos teóricos sí son pertinentes pero a la
vez, son insuficientes para su análisis. La pertinencia se sustenta sobre un supuesto
de comparación, que en cierto sentido es útil para comprender las particularidades
de la historia latinoamericana en relación con el concierto internacional y sobre

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

todo, para indagar por alguna correspondencia entre la conformación societal de la


región y sus influencias europeas y norteamericanas. Tal pertinencia se encuentra
relacionada con el aspecto parcial de la integración de los elementos de dominación
global-local, mencionada en la representación heterárquica del poder (Castro-
Gómez, 2007); esto es, con las resonancias que en la región se presentan a partir del
devenir histórico-político de los países centrales.
Sin embargo, esa misma parcialidad sugiere pensar en la insuficiencia de dichas ca-
tegorías, no solamente por el cuestionamiento en los binomios modernidad/sociedad
disciplinaria, y postmodernidad/sociedad de control; sino por la linealidad histórica
que ellas suponen. Una interpretación de ese estilo, condenaría irremediablemente a
las sociedades latinoamericanas en tanto indisciplinadas e incontrolables. Desde allí
por ejemplo, se explicaría entre otras cosas, su incapacidad para alcanzar las metas
de la industrialización (Centeno, 1998).
En otras palabras, las sociedades latinoamericanas presentan algunos rasgos de tipo
disciplinario y de control, según los trabajos de Foucault y Deleuze; pero con unas
particularidades que hacen difícil su detección y su comprensión profunda. Los po-
sibles ejemplos se enmarcarán entonces, dentro de su estado periférico en las lógicas
contemporáneas del capitalismo, y dentro de sus fragmentaciones y desigualdades
sociales. ¿Dónde podríamos ubicar aquellos grupos que no conciben o no tienen
prácticas de disciplina laboral?, o ¿aquellos que no figuran para los recuentos de
desempleados?, ¿a las personas que están involucradas de distintas formas en los
conflictos armados? y ¿los grupos de personas que han construido otro tipo distinto
de relación con el trabajo como las comunidades indígenas? Se trata de una mirada
incompleta en términos de heterarquía de poder y en términos de inclusión.
Respecto al debate entre una época moderna y una postmoderna, diremos que esas
posiciones sí son pertinentes para el análisis en Latinoamérica. Esa pertinencia se
encuentra insertada en la misma definición de Giddens sobre la modernidad: “el
conjunto de modos de vida u organización social que surgieron en Europa desde
alrededor de siglo XVII en adelante y que tuvieron una influencia más o menos
mundial” (1993: 45). El objeto de estudio sería el grado, las formas y la resistencia
frente a esa influencia, así como las eventuales alternativas en la interpretación del
mundo. De esta manera, los análisis latinoamericanos podrían inscribirse en la in-
fluencia o en la no influencia que la modernidad produjo sobre su propia historia y su
conformación societal. Esto no significa por supuesto desconocer su carácter violento
intrínseco, sino significa reconocerlo y conceptualizarlo desde esos términos. Los
marcos teóricos sobre la modernidad y la postmodernidad presentan limitaciones
conceptuales que incitan nuevas propuestas desde la perspectiva latinoamericana.
Afirmar que esas nociones son pertinentes para el análisis de las sociedades de la
región, no significa adherirse acríticamente a ellas, ni desconocer otras formas de
sentido de existencia. Martín Barbero lo expresa claramente cuando menciona que
se hace necesario tomar distancia de una lógica según la cual “nuestras sociedades

55
Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

son irremediablemente exteriores al proceso de la modernidad y nuestra modernidad


sólo puede ser deformación y degradación de la verdadera” (1998: 23).
Los desarrollos teóricos que empiezan a surgir en ese sentido pueden agruparse
genéricamente bajo la denominación de las teorías poscoloniales. Estas nacen de
varios trabajos realizados en regiones que fueron colonizadas por los países centra-
les durante los siglos XV y XIX; (África, Latinoamérica y parte de Asia). Entre sus
columnas encontramos profundas conceptualizaciones respecto al eurocentrismo
y al globocentrismo. Ambas nociones constituyen representaciones que aluden a
una manera concreta de entender los acontecimientos pasados y presentes. En su
trasfondo lo que se hace latente, es la cuestión del poder y especialmente los meca-
nismos implicados en su ejecución. Quijano (2000) por ejemplo, articula la noción
de colonialidad del poder con el eurocentrismo como dos de cuatro elementos
que conforman el actual patrón de poder mundial. Por su parte, Coronil (1993),
argumenta la manera en que el globocentrismo ejerce un sometimiento desde el
occidentalismo y bajo la omnipotencia del mercado. La cuestión fundamental
de los conceptos de eurocentrismo y globocentrismo es la crítica aguda hacia su
propia naturalización, lo cual incluye por supuesto, los mecanismos históricos y
asimétricos de poder subyacentes.
De esta manera, la desnaturalización puede verse como un ejercicio de poder inverso,
esto es, el cuestionamiento a la historicidad que legitima como universal y superior
una sola visión del mundo y paralelamente significa el resurgimiento -y en cierto
sentido la relegitimación- de otras visiones desde lugares históricamente excluidos,
evidenciando de paso, las dramáticas desigualdades que se escenifican en el planeta.
La tensión generada se sintetiza en la pregunta por las eventuales posibilidades de
articulación (histórica, conceptual, epistemológica, económica y cultural), dentro
de escenarios internacionales, que desde el globocentrismo y el eurocentrismo son
escenarios de luchas sociales. Nuevamente, el gran desafío para las ciencias sociales
consiste en “aprender a nombrar la totalidad sin caer en el esencialismo y el univer-
salismo de los metarelatos” (Lander, 1993: 258).
Por ejemplo, si se realiza un estudio acerca de algún aspecto de la vida social de
alguna zona olvidada de alguno de los países latinoamericanos, bajo las categorías
propuestas desde la modernidad/postmodernidad, es claro que los análisis estarían
guiados por las connotaciones de lo “tradicional”, “atrasado”, “no civilizados”, etc. Se
estaría entonces, perdiendo o no visualizando la diversidad cultural y sus elementos
constitutivos. Incluso, sí un análisis desde ésta perspectiva fuera focalizado en una
zona no olvidada, por ejemplo alguna ciudad capital, lo que sin duda sería pertinente
porque esos modos de vida han sido importados desde Europa y son naturales en esos
lugares; algunas de sus particularidades específicas se escaparían a las nociones de
la modernidad/postmodernidad, ya que no encajan a sus pretensiones. Si en algunos
lugares de Latinoamérica pareciera que el tiempo se ha detenido no es debido a la
falta de velocidad, sino por que en esos lugares el tiempo no pasa como en otras

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

latitudes. Otro ejemplo extenso sería la historia y realidades cubanas tan discutidas
desde diferentes perspectivas.
En síntesis, es completamente claro que la profunda fragmentación de las sociedades
latinoamericanas engendra igualmente una fragmentación en el uso de categorías
conceptuales provenientes de otras latitudes. No olvidemos que los autores de esos
avances estaban condicionados según las características de las sociedades en que
vivieron. Esto a la vez, exige la construcción de nuevas categorías y paradigmas que
enriquezcan en lo posible, la comprensión respecto de los sucesos de nuestra región.
Se trata de un propósito a largo alcance y los debates por supuesto, se encuentran
abiertos. De cualquier forma, una producción científica latinoamericana genuina,
no significa un auto-aislamiento respecto de sus influencias pasadas, sino más bien,
una re-contextualización respecto a sus propias y diversas particularidades.
2.3 La psicología política como sujeto de debate interdisciplinar
El panorama descrito corresponde a la producción reciente en la teoría social. Su
complejidad se encuentra directamente relacionada con el lugar que el saber científico
ocupa dentro de toda una visión del mundo. Sabemos bien que todos los periodos de
la historia poseen ciertas condiciones fundamentales de verdad que constituyen lo que
es y lo que no es aceptable, incluyendo al discurso científico (Foucault, 1991). En un
contexto general, la psicología política puede observarse en tanto sujeto de debate
interdisciplinar porque su emergencia responde a ciertos aspectos que lo constituyen.
Para ubicarla en tal panorama, vamos a centrarnos en la filosofía del derecho y es-
pecíficamente, en su núcleo sobre la configuración y transformaciones del Estado
moderno a partir de los siglos XIII y XVIII. Acudimos a este ámbito porque creemos
que este es un espacio conceptual que nos proporciona una forma de agrupación
sistemática de las transformaciones y variantes mencionadas arriba. Interpretado de
esa forma; podemos afirmar de modo muy esquemático; que las sociedades de con-
trol, la época postmoderna y los procesos de globalización, son aspectos que fueron
generados y generan transformaciones en el Estado y en sus instituciones; esto es, en
el marco social en el que los individuos se encuentran ubicados. Las modulaciones
en Latinoamérica también pueden sumarse.
Dicho en otras palabras, si la filosofía del derecho es aquella área especializada
de la filosofía que nos permite pensar las relaciones entre el Estado y el individuo
(ciudadano), y si la época moderna/posmoderna está signada por la transformación
histórica de los Estados-naciones; entonces, ésta se convierte en la vía de compren-
sión más adecuada para observar la constitución de otros conocimientos sociales
relacionados, entre ellos por supuesto, la psicología política. Recordemos además,
que el pensamiento moderno y los parámetros de la ciencia moderna, se sucedieron
al interior de una organización estato-nacional (Barber & Hirsch, 1996).
Este argumento puede convertirse en una serie de interrogantes básicos: Si los Es-
tados en su conformación más general sufren transformaciones y re-significaciones
57
Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

simbólicas; ¿no se producen también transformaciones y re-significaciones en las


formas de organización social y en las pautas desde las cuales se desenvuelven los
individuos?, ¿en la forma en que el conocimiento científico interpreta ese conjunto de
pautas?; y especialmente, ¿qué sucede en los casos de las variantes latinoamericanas
en dónde los Estados nacieron y continúan fuertemente fragmentados? La filosofía
del derecho indica que el papel del Estado consiste precisamente, en proporcionar
una matriz cultural y política, que incide sobre la forma en que la sociedad civil se
articula con él e igualmente, sobre su propia configuración, (Grimson, 2007; Tira-
monti, 2003; Lewkowicz, 2004).
Justamente, las respuestas a estos interrogantes generan un intenso debate inter
disciplinar para obtener primacía en un campo específico. Tanto el peso epistemo-
lógico que cada disciplina le otorga al papel del Estado y a sus disimilitudes; como
la capacidad del individuo respecto de la sociedad por generar autónomamente los
sentidos que significan su existencia; son sus fuentes principales. La enorme polisemia
respecto a las definiciones de términos y categorías tradicionales en este espectro,
por ejemplo la misma definición del “Estado”, la “política”, la “democracia”; etc,
es tan solo una de sus aristas. En vez de enriquecer el debate, pareciera que esa po-
lisemia está generando una separación al interior de las ciencias sociales. También
pareciese que las fragmentaciones sociales están generando una fragmentación en
las disciplinas que aspiran a comprenderlas. En todo caso, es indiscutible que al in-
terior de las ciencias sociales se está presentando una fuerte discusión respecto a la
supremacía explicativa-comprensiva; y frente a sus mismos criterios de cientificidad.
Si nuestra inferencia es cierta, podemos ubicar a la psicología política dentro de
ese entramado general en tanto una de varias unidades que disputan la supremacía.
En nuestra opinión, si la psicología política aspira a establecer su propio campo de
trabajo, es indispensable que continúe y profundice aún más en la investigación
asociada con la incidencia de los procesos de la globalización, con el debate entre
una época moderna y postmoderna, y en el tránsito de las sociedades disciplinarias
hacia unas de control; entre otros aspectos. Para los académicos latinoamericanos,
continúa siendo favorable estar al tanto de marcos teóricos recientes, incorporarlos a
su trabajo y desarrollar paulatinamente una producción conceptual consecuente; por
ejemplo, las que en este ensayo fueron mencionadas como las teorías postcoloniales.
Sus implicaciones son prometedoras. Esto significa moverse en una dirección que
implique alejarse considerablemente de la especificidad de la psicología política. En
caso contrario, es probable que continúe siendo relegada a la periferia de las ciencias
sociales porque, esencialmente, será incapaz de comparar o de articular los resultados
de sus investigaciones con los de otras disciplinas que actualmente ocupan lugares
de privilegio en este escenario. En este momento, su eventual supremacía está con-
dicionada a ese tipo de participación, y si no participa, ¿cómo ha de enriquecerse y
enriquecer a otras disciplinas? Este es el sentido del alejamiento que proponemos;
esto es, comprender que la psicología política se encuentra ubicada dentro de un
macro-campo de disputa intelectual de poder.
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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Desde nuestra perspectiva, la vía más adecuada para hacerlo es añadir con mayor
rigurosidad los planteamientos provenientes de la filosofía del derecho y de las
mutaciones históricas del Estado-nación porque ellas agrupan las lecturas sobre
las transformaciones societales contemporáneas y sobre sus modulaciones en La-
tinoamérica ¿Cómo desarrollar una psicología política densa sin la incorporación
de la teoría política sobre las características del Estado? La filosofía del derecho y
el devenir histórico del Estado-nación se conforman como un denominador común
de análisis para la mayoría de las ciencias sociales, pero cada uno lo incorpora de
distinto modo. Esta incorporación induce otras discusiones, pero alejarse para co-
nocer los despliegues que otras disciplinas del mismo campo realizan, es una forma
conveniente para hacerlo.

3. Segundo movimiento: Acercamiento


a la psicología política
De un panorama general en donde la psicología política es uno de sus componentes,
vamos a dar paso a uno particular para acercarnos y observarla con más detalle. Este
tipo de observación implica de una parte, una manifestación más familiar según
nuestra formación psicológica; y por otra, el ejercicio para establecer sus propios
límites, es decir; la disputa que encarna su propia definición. Un movimiento para
acercarnos a la psicología política simboliza un ejercicio que busca establecer las
singularidades propias de un campo que, como éste, pretende consolidarse.
Una focalización como la que sigue, no representa una desconexión total respecto
a un conjunto de referentes generales; sino más bien, significa su presencia en un
segundo plano. El primero estará destinado a las particularidades de la psicología
política y especialmente, a la reflexión sobre algunos de sus debates más recurrentes.
Asimismo, procuramos hacer una interpretación particular, sobre los hechos y sobre
las aclaraciones reportadas en algunos trabajos que procuran una identidad para la
psicología política en Latinoamérica. Esa particularidad además, corresponde a una
construcción teórica realizada al interior de las mismas ciencias sociales, y que en
varios escenarios puede ser favorable. En este caso, ésta será traspuesta desde la
conceptualización condensada en el Campo Intelectual de la Educación (Díaz, 1995).
3.1 Campo, poder y saber
Es adecuado desplegar las características del lugar desde donde vamos a observar
-y hemos observado- a la psicología política en este ensayo. Decimos que la hemos
observado, porque como se verá enseguida, las nociones que serán presentadas ya
han sido utilizadas en los apartados anteriores: el campo, el poder y el saber. Dichas
nociones y sus relaciones muestran igualmente, una relativa larga tradición en la
producción de las ciencias sociales, y por tanto, su discriminación se hace ineludible.

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Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

El campo hace referencia a una metáfora espacial que trata de explicar el conjunto de
relaciones que existe entre un grupo de personas que en común, realizan una misma
actividad. Pero además, se trata de un espacio con unas cualidades significativas. De
acuerdo con Bourdieu, “los campos se presentan a la aprehensión sincrónica como
espacios estructurados de posiciones cuyas propiedades dependen de su posición (la
de los agentes) en estos espacios, y que pueden ser analizadas independientemente
de las características de sus ocupantes (o agentes)” (2000: 112). Examinémoslo con
detenimiento. Entendemos que la aprehensión sincrónica hace referencia a las leyes
y relaciones internas que funcionan dentro de un campo en particular; y por ende, se
podría pensar que efectivamente, cada campo configura y es configurado por su propia
especificidad sincrónica. Esto significa que no todos los campos operan del mismo
modo y que es necesario aclarar el tipo de campo del que se habla para comprenderlo
mejor. En nuestro caso, hemos abordado a la psicología política como un campo de
tipo intelectual, esto es; en virtud a su propiedad para (re) producir conocimiento
e ideologías correspondientes. Más allá de la larga historia que implica la configu-
ración de los intelectuales, creemos que con éste término, estamos abarcando otros
términos posibles, por ejemplo el científico y el académico. El campo intelectual de la
psicología política, abarca al posible campo académico y científico correspondiente.
Además, para el mismo Bourdieu (1999) un campo intelectual en tanto sub-campo
al interior del campo de poder; agrupa un rango mayor que favorece una distinción
focalizada respecto a otros, por ejemplo, frente al campo artístico o al periodístico.
En segundo lugar, se indica que un campo es un espacio estructurado de posicio-
nes, en donde cada una de ellas, responde a las condiciones que ocupa en él. Es
útil recordar que a su vez, cada una de esas posiciones es ocupada por un agente,
según la terminología usada por Bourdieu, es decir; por una persona que como las
otras del mismo campo, se dedican a la misma actividad, según nuestros términos.
Cuando se hace referencia a esta clase de posiciones, al tiempo se está expresando
una relación entre ellas puesto que una posición siempre engendra una cualidad
de ese tipo con otras. En un campo intelectual, esas posiciones y sus relaciones se
configuran de un modo particular, debido a que como mencionamos, cada campo
configura y es configurado por sus propias reglas. En ese sentido, una pregunta
adecuada podría ser la siguiente: ¿Cuáles son las reglas implícitas y explicitas que
han configurado y configuran el campo intelectual de la psicología política en (un
rango geográfico-político determinado)? Sus respuestas escapan a los límites de
este ensayo, y además, éste tomaría la forma de todo un programa de investigación
especializada. En todo caso, enunciamos este interrogante como un posible eje de
discusión para trabajos futuros.
La definición del campo propuesta por Bourdieu, finaliza con lo que a nuestro juicio
resulta más interesante: las posiciones que definen su estructura pueden ser analizadas
con independencia de las características de los agentes que las ocupan. Ese interés
se apoya sobre la posibilidad para observar un campo intelectual de manera general,
pero al mismo tiempo, de hacerlo con cierta particularidad. Es similar a la posibilidad
60
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

de llevar a cabo una observación microscópica sin olvidarse de las características


del microscopio que estamos usando, es decir; manteniendo un cuestionamiento
constante sobre la imagen que se nos proyecta. De este modo, las relaciones entre
las posiciones que componen un campo empiezan a ser susceptibles de otro tipo de
lecturas, de representaciones y de jerarquías; esto es, como relaciones de poder. Esto
representa de una parte, que esas relaciones no se tratan de simples asimetrías, ya
que esa asimetría se encuentra fundada sobre una noción de poder; y por otra, que
dicha noción en sí misma, constituye una manera apropiada aprehender la dinámica
de un campo particular.
El poder por su parte, en tanto concepto supremamente recurrente en las ciencias
sociales presenta algunas ambigüedades. No obstante, es indispensable reconocer
una distinción substancial. Nos referimos a aquella realizada por Foucault (1996),
cuando argumenta que el poder ya no es un atributo de un soberano, sino que es
una relación entre un dominador y un dominado. No es una distinción menor; el
poder como atributo sugiere su naturalización; en el caso del soberano desde la
divinidad, y en el caso de otras figuras, según el campo en donde se desenvuelvan
¿Existe algún mecanismo de naturalización del poder en los campos intelectuales?,
por supuesto que sí y sus dinámicas se hacen cada vez se hacen más complejas. En
cambio, el poder como relación entre un dominador y un dominado, representa su
desnaturalización porque denuncia las redes que hacen realidad esa cualificación. Es
decir, el poder no es algo que se posee, sino algo que se ejerce (Castro, 2004). Entre
varias posibilidades, Foucault privilegia al saber como aquel conjunto de elementos
que respaldan esa dominación; esto es, el saber como vía mediante la cual se hace
legítimo (o se naturaliza) el acto de la dominación sobre el dominado. Según esta
particularidad, el saber igualmente, no actúa tan solo como un conocimiento que
restringe, sino también, como un conocimiento que produce verdad, y en cierto sen-
tido, ésta es producto del ejercicio del poder. En otras palabras, lo que Foucault ha
planteado es una relación entre el poder y el saber que se refuerza recíprocamente.
Según nuestras inferencias, las características de una clase determinada de saber es-
tipulan, tanto las verdades sobre la cuales se construye un determinado campo, como
las condiciones que operan explícita e implícitamente para sostener y/o modificar
las relaciones de poder que en él se presentan. La relación entre el poder y el saber
se constituye entonces, como una vía de estudio privilegiada, frente a la estructura
y las posiciones de un campo determinado.
El campo, el poder y el saber, son nociones construidas al interior de las ciencias
sociales que simultáneamente, pueden ser usadas para observarse a sí mismas. Su
especificidad se encuentra en el campo intelectual, en el poder académico y en el
saber científico. Los intelectuales, académicos y científicos componen un grupo de
personas que se relacionan entre sí, según las reglas que han configurado y configuran
su actividad. Para prestar atención a su propia imagen, éste grupo ha moverse en
una dirección que les permita acercarse a sus correspondientes objetos de estudio y
sobre todo, a la forma en que se vinculan con ellos.
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Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

3.2 Proyecciones desde el Campo Intelectual de la Educación


De acuerdo con Díaz (1995), el Campo Intelectual de la Educación (CIE), es una
categoría conceptual mediante la cual “pretendemos explicar cómo el campo educa-
tivo es un escenario de luchas internas por la hegemonía de grupos intelectuales, que
pugnan por el control de las posiciones y las orientaciones discursivas en el campo,
y un escenario para la recreación de los conflictos en –y con- el campo político.” (p.
334). Su trabajo parte de la conceptualización descrita en el anterior apartado, esto
es, desde Bourdieu y Foucault; pero opera bajo la influencia de Bernstein (1994);
quien a su vez, empleó esas categorías en su teoría de los discursos pedagógicos. El
CIE será situado en este ensayo como una referencia para observar a la psicología
política como un campo intelectual de poder.
Dada su cualidad referencial, el CIE no implica una homologación generalizada con
la psicología política, sino por el contrario, implica su proyección analítica según las
particularidades de la psicología política como campo intelectual. Por lo tanto, esa
proyección se convierte en un contraste que advierte sus diferencias. El CIE agrupa
varias disciplinas en su interior, es decir; es un macro-campo, y la psicología política
en cambio, es una subdisciplina que busca consolidarse dentro de una disciplina más
amplia, esto es, un micro-campo. En todo caso, consideramos que en tanto campos
intelectuales, es útil su contraste, sobre todo, para hacer sistemática la observación
de las características específicas de la psicología política.
El CIE se plantea como un doble escenario; de una parte tienen lugar allí las
luchas internas por la hegemonía de grupos intelectuales y por otra, la recrea-
ción de los conflictos en –y con- el campo político. Desde este lugar, podríamos
indicar que la psicología política como campo intelectual se constituye incluso,
como un triple escenario: de luchas internas por la hegemonía intelectual, de
la interrelación con el campo político propiamente dicho, y de imagen con la
psicología disciplinar. Las luchas internas se manifiestan en la forma en que se
han propuesto sus definiciones, sus alcances, sus limites, sus propósitos y en
general; su propio sentido. Sus interrelaciones con el campo político adquieren
varias peculiaridades porque éste hace parte de su propio objeto de estudio y en
consecuencia, la psicología política es un campo intelectual que al mismo tiempo,
analiza y es influenciado por su objeto. Pero además, como subdisciplina de la
psicología, es un escenario cuyos debates son reflejo de aquellos más generales
de la disciplina. Esa naturaleza tripartita de la psicología política como campo
intelectual de poder, señala una esquematización para emprender actividades y
acciones que tengan como propósito su fortalecimiento contextualizado. Este es-
quema se vislumbra como un trípode que sustenta su desarrollo teórico-empírico
a mediano plazo porque fundamentalmente, es una focalización sobre el núcleo
de las relaciones que hoy nos permiten discutir sobre una psicología política
como tal. De otra parte, en la distinción del CIE también se señala que éste se
encuentra constituido por:

62
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

“Las posiciones, relaciones y prácticas que surgen entre categorías de agentes especia-
lizados en ‘principios de comunicación dominantes’ y en la producción del discurso
acerca de lo educativo y de sus prácticas. Desde esta perspectiva las relaciones entre
los intelectuales y el campo están reguladas por el sistema de relaciones sociales
que median en la producción y, más específicamente, por la posición del intelectual
(o intelectuales) en la estructura del campo intelectual de la educación. Esto hace
que la dinámica del campo se defina a partir de una red de interrelaciones entre una
pluralidad de fuerzas (textuales, contextuales, históricas).” (Díaz, 1995: 341)
Esta cita indica que el CIE, además de ser un doble escenario de luchas y de recrea-
ciones, se encuentra constituido por una estructura jerárquica que tiene incidencia
directa sobre las posiciones, las relaciones y las prácticas que existen entre las
personas que componen ese campo. Asimismo, se indica una pluralidad de fuerzas
que definen su dinámica. Para el caso de la psicología política esto resulta altamente
significativo. En los mismos términos, podríamos cuestionarnos sobre las posiciones,
las relaciones y las prácticas que existen entre aquellos sujetos que hacen parte del
campo de la psicología política y especialmente, sobre la pluralidad que incide en
su configuración histórica, incluyendo sus obstáculos. Esto equivale a formular los
siguientes interrogantes: ¿Quiénes son los profesionales y estudiantes de la psico-
logía que se adhieren al campo de la psicología política?, ¿por qué y por medio de
cuáles mecanismos llegan a él?, ¿cómo se posicionan en este campo?, y sobre todo,
¿cuáles son las prácticas aceptadas, esperadas, no aceptadas e inesperadas que tienen
lugar en el campo de la psicología política? Las respuestas y las modulaciones a este
conjunto básico de interrogantes, además de mostrar un cierto grado de estatus como
subdisciplina, ofrecen información sobre la dinámica interna, la estructura jerárquica
y sobre las interrelaciones que la psicología política como campo intelectual de poder,
mantiene en relación consigo misma y con otros campos intelectuales y/o culturales.
Obviamente, ese es un trabajo que escapa a una sola pretensión individual.
En último lugar, dentro de las posibilidades que ofrece la categoría sobre el CIE, se
subrayan algunas hipótesis en relación con las demandas políticas, económicas y
sociales que enmarcan su disposición. Así por ejemplo, se indica la manera en que
éstas pueden eventualmente, transformar las estructuras que signan las disciplinas
dentro del ámbito universitario. De este modo, “las reorganizaciones internas del
campo intelectual no pueden entenderse como meros reagrupamientos, desarrollos,
fortalecimientos disciplinarios o regionales consensuales concentrados en la inte-
racción comunicativa sino que son correlativos de las posiciones que puede ocupar
el campo de la estructura global de una formación social.” (Díaz, 1995: 358). Esta
distinción se torna imprescindible porque admite una interpretación diferente, o si
se quiere, más profunda, sobre aquellos hechos conocidos como fortalecimientos
y/o desarrollos disciplinarios; e igualmente, porque incluye una doble connotación
en la dimensión institucional universitaria: como espacio físico-simbólico de la
lucha por la hegemonía intelectual del campo, y como destinatario del lugar que el
conocimiento científico ocupa dentro de un contexto histórico, social y cultural de-
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terminado. Según esta hipótesis, para acceder al estatus que ostenta una subdisciplina
como la psicología política en un rango determinado, es necesario comprender las
razones que han impulsado sus constantes acciones de fortalecimiento, y también,
incorporar las manifestaciones que en el espacio universitario han tenido lugar, tanto
en su connotación como escenario de disputas intelectuales, como en el lugar que
éste ocupa en relación con la sociedad de la que hace parte. El lugar que una sociedad
determinada (país, región, etc), le otorga a su espacio académico-universitario es un
aspecto influyente dado que condiciona la incorporación del conocimiento científico
que ese espacio produce. El poder de los intelectuales por tanto, se encuentra también
condicionado al lugar que el espacio universitario-académico ocupa en la sociedad de
la que hacen parte. Los fortalecimientos y desarrollos disciplinarios por su lado, no
se interpretan en sí mismos, sino como una faceta visible de las luchas internas por
la hegemonía intelectual dentro de una disciplina y por el control de sus posiciones
y de sus orientaciones discursivas. Si nos acercamos a la psicología política para
observarla como un campo intelectual de poder, estaremos obligados a detallar las
disputas respecto a sus posiciones de privilegio, sus relaciones, sus prácticas y la
manera en que ese poder tiene lugar en su interior.
Las proyecciones desde el CIE hacia la psicología política, hacen posible su con-
cepción como un campo intelectual de poder y le infunden un talante relativamente
más autónomo. También sustentan el análisis de su propia dinámica interna porque
favorece un acercamiento más fundamentado ante los debates que en ella se esceni-
fican. Discutir e investigar sobre su eventual estructura jerárquica en varios planos
de su constitución y sobre sus manifestaciones correspondientes, es una forma,
dentro de muchas, para sustentar su fortalecimiento y su desarrollo contextualizado.
3.3 La psicología política como objeto de debate intradisciplinar
Hemos planteado una perspectiva particular para abordar a la psicología política en
relación consigo misma. Su intención es fundamentar una discusión frente al conjunto
de discursos que fomentan su configuración como subdisciplina científica, y como
un campo intelectual de poder en cuyo interior existe una jerarquía de posiciones,
relaciones y prácticas, vinculadas con la circulación de su propio saber. En dicho
escenario, la psicología política se convierte en un objeto de debate intradisciplinar
porque en ella se reproducen aquellas cuestiones sobre la psicología general y porque
es un campo que se encuentra en proceso de auto-identificación.
Nuestra intención no es hacer una nueva propuesta para leer en retrospectiva el
devenir histórico-intelectual de la psicología política como espacio de conocimien-
to. Pretendemos en cambio, formular algunas hipótesis desde las consideraciones
señaladas, para hacer una interpretación singular de algunas lecturas anteriores. Con-
sideramos que ese tipo de ejercicio resulta muy favorable dado que ofrece un espejo
para efectuar una auto-observación distinta. Dichas hipótesis serán presentadas como
un rango escalonado y por tanto, cada una de ellas será una derivación de la anterior.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

La hipótesis que utilizaremos como punto de partida se desprende en forma básica,


de las precisiones teóricas expuestas en los dos apartados precedentes: La psicología
política es un campo intelectual que se encuentra en proceso de consolidación. En
efecto, consideramos que éste no es un campo intelectual plenamente constituido
debido principalmente a que no exhibe una estructura totalmente identificable. Si
bien se ha argumentado que la psicología política tiene más de cien años de exis-
tencia (Parisí, 2007), y que su aparición corresponde a la primera publicación bajo
esa etiqueta en 1973, (Dávila, Fouce, y cols. 1998); no observamos en sí misma,
una estructura compuesta por un conjunto estable de relaciones entre diversos
actores que se auto-identifiquen como psicólogos políticos. Sin embargo, esto no
supone la inexistencia de un campo intelectual propiamente dicho; sino más bien,
comprendemos un campo intelectual en proceso de solidificación. La estructura de
la psicología política como campo intelectual se encuentra en construcción, y ésta
condición, lejos de ser una desventaja, es una vía de excepción para su robusteci-
miento. Es una oportunidad para estudiarse a sí misma según su cualidad procesual
y según la disposición institucional universitaria, incluyendo el lugar que ésta ocupa
dentro de la representación simbólica de la sociedad. Para el caso latinoamericano,
observamos que esa cualidad se potencia significativamente en virtud a su lugar
periférico en relación con varios aspectos. Valdría la pena pensar por ejemplo, a la
periferia como centro, es decir; concentrarnos fundamentalmente en nuestras propias
condiciones, (Grimson, 2000).
Como segunda hipótesis diremos que la consolidación de la psicología política
como campo intelectual está signada por una lucha simbólica por su hegemonía
conceptual. Estamos haciendo referencia al conjunto de posibilidades respecto a las
cuestiones sobre lo que es la psicología política, cómo se hace psicología política,
quienes son psicólogos y psicólogas políticos, y especialmente, a las formas en que
esas respuestas se hacen legítimas según la posición de quienes las responden. Po-
demos señalar numerosos trabajos que en ese sentido se han difundido, (Díaz, 2007;
Dorna, 2006; Campos, 2006; Montero, 1991; Garzón, 2008; Sánchez, 2008). Entre
sus contenidos ciertamente, encontramos debates respecto a las definiciones de la
psicología política, a sus sustentos epistemológicos, a los ecos de los debates de la
psicología general, a su práctica investigativa y de intervención profesional, y a las
estrategias de formación institucional. Esa diversidad es supremamente interesante
porque aumenta la calidad del debate y porque eventualmente, puede fomentar otras
perspectivas de trabajo. Sin embargo, surge un problema cuando las relaciones en-
tre poder y saber se hacen tan asimétricas que en vez de favorecer una disputa que
propenda su desarrollo, la envuelva en aparentes desafíos. Todo campo intelectual
implica una lucha simbólica por la hegemonía correspondiente, pero además, toda
lucha simbólica engendra una jerarquía en las posiciones de poder. Es una relación
lógica cuya cuestión fundamental es la manera como ese poder se hace legítimo;
esto es, ¿qué tipo de saberes operan dentro de la psicología política para hacerse
legítima a sí misma? Del mismo modo, como en toda discusión, unas posiciones

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Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

prevalecerán sobre otras, pero ese es un asunto por edificar; mientras tanto, podemos
solamente interpretar el presente.
En ese sentido, nacen las dos siguientes hipótesis. Inicialmente indicaremos que la
lucha simbólica por la hegemonía conceptual en el campo de la psicología política,
está fomentando una reproducción teórica que a su vez, obstaculiza una producción
genuina. Es una hipótesis arriesgada, pero nos es útil para pensar algunos de sus
obstáculos más recurrentes. Se ha afirmado que la identidad de la psicología política
se encuentra precisamente entre la aceptación de su naturaleza múltiple o unificada de
métodos, (Hermann, 1986); que su propósito para el caso latinoamericano solamente
es el de la transformación social de acuerdo con sus condiciones específicas (Jiménez,
1990), y que sus acciones prácticas se encuentran condicionadas a las características
institucionales en donde se encuentran enmarcadas (Falcón, 2005). Si todas estas
afirmaciones son ciertas, además de representar obstáculos, pueden ser explicadas
como una consecuencia de la lucha simbólica por la hegemonía intelectual ya que,
simultáneamente, se sustentan en la reproducción teórica que implica la participación
en esa lucha. Para decirlo de otra manera, una mayor capacidad para participar en
la lucha simbólica por la hegemonía intelectual del campo, ha implicado una ma-
yor reproducción teórica en su práctica. Si no existe reproducción teórica tampoco
existirá la posibilidad de participación. Aunque indiscutiblemente estamos llevando
esta hipótesis a sus límites, nos parece interesante pensar en la paradoja interna que
tal vez, la misma psicología política ha construido: Un desarrollo condicionado a su
propia reproducción teórica. Pareciese incluso, que se continúan usando categorías
conceptuales homogéneas para comprender realidades sociales, políticas y psicoló-
gicas cada vez más heterogéneas.
Es probable que otros trabajos más focalizados puedan dar cuenta de tales implica-
ciones hipotéticas; pero en cualquier caso, consideramos también hipotéticamente,
que existe la posibilidad de promover una lucha simbólica al interior del campo
de la psicología política que fomente una producción teórica genuina, según
las transformaciones societales contemporáneas. Esta afirmación contiene una
definición implícita, es decir; significar la producción teórica genuina en virtud
a ese tipo de transformaciones. En este caso, la relación entre poder y saber es
menos asimétrica. A su vez, sería ingenuo comprender la condición genuina de la
teoría como una ruptura total con sus antecedentes; por el contrario, esa condición
implica su evolución desde y en tanto, las condiciones empíricas en donde ella
tenga lugar. No nos estamos refiriendo a la emergencia de una revolución científica
según los términos de T. Kuhn (1962), pues sería una interpretación apresurada.
Pensamos que una lucha simbólica por la hegemonía conceptual en el campo de la
psicología política puede ser causa de una producción genuina, solo si es enfocada
a programas de investigación y de reflexión intelectual rigurosa, respecto a los
ajustes y transformaciones societales contemporáneas y, sobre todo, respecto a su
relación recíproca según las imposibilidades que empiezan a surgir en el uso de
las categorías tradicionales para la investigación en las ciencias sociales. Es como
66
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

si, el arsenal teórico-conceptual que se ha venido usando estuviese convirtiéndose


en obsoleto debido a la pérdida de su potencia explicativa (Tobeña, 2007). Insis-
timos nuevamente, que para el caso latinoamericano, esa cualidad es una labor
imprescindible debido a que representa un escenario para desarrollar una ciencia
social signada por su propia producción teórica.
De acuerdo con las dos últimas hipótesis, resulta claro que la lucha simbólica por
la hegemonía conceptual en un campo intelectual de poder es inherente a él. Sin
embargo, esa lucha puede ser enfocada en tanto una reproducción o una producción
teórica consecuente. En nuestra opinión, una producción teórica genuina es condi-
ción necesaria de una propuesta de fortalecimiento intradisciplinar. En ese sentido,
proponemos nuestra última hipótesis: las posiciones, las relaciones y las prácticas
del campo intelectual de la psicología política constituyen en sí mismos, objetos de
investigación para su consolidación a mediano plazo. Aunque no estamos asignando
un lugar exclusivo a ésta línea de investigación, sí les estamos otorgando un lugar
sobresaliente. Como señaló M. Montero (1987), en casi todas las publicaciones
referidas al campo de la psicología política están incluidas algunas consideraciones
sobre sí misma, pero según nuestro rango de lecturas, no conocemos investigaciones
puntuales sobre dicho aspecto. Además de una descripción del proceso mediante el
cual se está consolidando este campo; tales acciones corresponderían con el estudio
de los mecanismos que favorecen o no, la reproducción y producción teóricas. Es
probable que en ese análisis encontremos aquellos aspectos que fomentan la natura-
leza del saber que se está manejando. Indiscutiblemente, todo eso implica otro tipo
de actividades concretas y prácticas, algunas de ellas señaladas en otros trabajos.
Entretanto, en este ensayo solamente nos limitamos a realizar estas propuestas para
sus eventuales debates y despliegues.
Utilizando una proyección analítica desde el CIE, esto es, realizando una interpreta-
ción particular sobre la psicología política, hemos sugerido un conjunto de hipótesis
para su discusión. Igualmente nos parece importante incorporar las controversias
contemporáneas de la psicología general, porque como subdisciplina, en ella también
son reflejados. En especial, nos referirnos al debate sobre la naturaleza del sujeto
psicológico: de una parte, a su autonomía en relación con la sociedad y su capacidad
como constructor de sentidos (González Rey, 2002; Cañón, 2008); y de otra; a su
genealogía en relación con la construcción filosófica de la noción del hombre en
la modernidad (Blanco, 2001). Decimos controversias contemporáneas porque es
evidente que paulatinamente, algunas cuestiones al interior de las ciencias sociales
ya se empiezan a saldar y en esa dirección, también se empiezan a superar dicoto-
mías clásicas frente al ejercicio investigativo académico. Algunas posturas hoy son
indefendibles. La psicología política como objeto de debate intradisciplinar adquiere
de ese modo, una condición prominente.

67
Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

4. Estructura abreviada para una articulación


Según dijimos, la metáfora que utilizamos presenta varias limitaciones. El alejamiento
y el acercamiento -de y a- la psicología política, representan dos movimientos para
relacionarla, -dentro y como-, un campo intelectual de poder. Su principal limitación
es el hecho de separar dos dimensiones profundamente imbricadas, sin embargo, la
hemos convertido en una ventaja analítica con pretensiones de generalidad. Definimos
un movimiento como la capacidad que ostenta un científico social para incorporar,
en varias dimensiones, las producciones teóricas de otras disciplinas afines en su
quehacer académico-investigativo. Si bien esto se nos puede presentar como un falso
riesgo en tanto una pérdida de especificidad disciplinaria, en el trasfondo ocurre un
conjunto de relaciones sofisticadas que inciden sobre la concepción de la sociedad,
del individuo y de las ciencias que aspiran a comprenderlas. Las transformaciones
societales concretas se relacionan recíprocamente también. La falsedad se diluye en
función de la relativización de su opuesto, es decir; de la relativización de la verdad
como producto de la relación entre saber y poder.
El caso de la psicología es singular porque sus propias discusiones aún no terminan
de definirla como una ciencia de índole biológica, cultural, de la salud, etc. Esta se
perfila como un campo profundamente fragmentado, que ante las demás ciencias
sociales ha propiciado cierto nivel de exclusión (Bruner, 1991). En ese orden, el
campo intelectual de la psicología política adquiere dos facetas: como sujeto de
debate inter-disciplinar y como objeto de debate intra-disciplinar. Simultáneamente
es sujeto y objeto, y por tanto, su proceso de consolidación implica abordar esa doble
cualidad; descuidar alguna de ellas significaría impulsar su propia fragmentación;
esto es, la auto-construcción de sus obstáculos. Igualmente, al comprenderla como
objeto y sujeto, hacemos posible la articulación entre problemas tan distantes en
apariencia, como por ejemplo los procesos de globalización, o el de la pérdida de la
centralidad del Estado, con la subjetividad política, o la participación, o la atención a
personas víctimas de la violencia. Es una manera para construir puentes conceptuales
entre niveles micro y macro psico-sociales.
Esa doble cualidad además, es solo posible dentro de una representación jerárquica
del poder intelectual y sin ella no tiene sentido. En el campo de la sociología por
ejemplo, empiezan a surgir sub-disciplinas que se interesan cada vez más por cues-
tiones tradicionalmente asignadas a la psicología (Martuccelli, 2007; Lahire, 2005);
es decir, promueven una disputa conceptual con ella. Los debates inter e intra disci-
plinares continúan aumentando su intensidad, generando (y generados por) una lucha
simbólica por la hegemonía conceptual de un campo determinado. Esos debates se
difunden a todos sus niveles, y como ecos, llegan a las sub-disciplinas quienes tienden
a reproducirlos según sus propiedades. El asunto de las sub-disciplinas consistirá en
participar de tales discusiones, no solamente como reproductoras teóricas, sino como
productoras genuinas, nuevamente, según sus propiedades. Como mencionamos, la
psicología política se encuentra dentro de una red de saberes-poderes y al tiempo,
68
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

es una red de saberes. Varias acciones prácticas surgen de esta afirmación, pero una
preponderante, es aquella que se proponga la consolidación de líneas de investigación
y de reflexión académica que soporten estos fundamentos.
Para el contexto latinoamericano coexiste una condición más: su auto reconocimien-
to científico y cultural. El interrogante sobre la región y sobre el lugar que en ella
ocupa el espacio académico también se encuentra abierto. Recientes investigaciones
muestran cómo el significado de lo latinoamericano es mucho más heterogéneo de
lo que se suponía. Por ejemplo, su integración es un problema histórico según su
dependencia comercial y académica de los países centrales, y al parecer, las imágenes
de nosotros mismos señalan que hay países y regiones más latinoamericanas que
otras, (Lechner, 1985; Cavarozzi, 1999) ¿Cómo comprender una realidad heterogénea
con categorías conceptuales homogéneas?, ¿cómo construir categorías conceptuales
heterogéneas para campos disciplinares homogéneos? y sobre todo, ¿cómo construir
relaciones inter e intra disciplinares rigurosas dentro de un campo intelectual de
poder? Insistimos, la investigación y la reflexión académica constituyen las herra-
mientas adecuadas. Según entendemos; éste es el entorno contemporáneo, general
y particular, en el cual se encuentra inscrita la psicología política. De acuerdo con
sus distintivos, tales interrogantes adquieren diversa relevancia; pero en todo caso,
también representan la posibilidad de múltiples respuestas.

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Psicología política y campo intelectual de poder:...
Óscar G. Hernández pp 51-72

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72
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

El canto de la sirena: cuando


el consumo habla31
“En este mundo no hay más que dos tragedias:
Una, no conseguir lo que se desea,
otra, conseguirlo”.(Oscar Wilde)
Silvia Franchi32*

Resumen
La cultura consumista, expresión emblemática del siglo XXI, está asociada a un modelo
de bienestar ligado al crecimiento económico. La relación consumo-dinero puede tornarse
insalubre cuando los procesos creativos decaen, la insatisfacción comienza a ganar terreno
y la angustia se torna irreversible. El consumo excesivo merece especial atención cuando
se convierte en desequilibrio, descontento, angustia, depresión e infelicidad. Consumir
no nos hace más felices y nos aleja de otros objetivos primordiales como desarrollar
una mayor autonomía, favorecer las relaciones interpersonales y de apoyo, y crecer
espiritualmente. En este trabajo se evaluarán los mecanismos psíquicos mediadores en la
conducta compulsiva, los factores socio-culturales y los procesos subyacentes, así como
las variables que tendrán incidencia en la evaluación y tratamiento psicoterapéuticos.
Palabras clave: cultura consumista – compulsión –
insatisfacción – estrategias psicoterapéuticas.

Abstract
Consume culture, emblematic expression of the 21st century, is associated to a model
of wellbeing linked to economical growth. The relationship between consume and
money may become unhealthy when creative processes decrease, unfulfillment gains
domain and anxiety becomes uncontrollable. Consume deserves special attention,
when unbalance, discontent, anxiety, depression and unhappiness erode quality of
life. Consuming does not make us happier, and deflects us from primary goals, like
developing a higher autonomy, improving interpersonal and support relationships,
and growing spiritually. This paper evaluates mediating psychological mechanisms
in compulsive behavior, socio cultural factors and underlying processes, as well
as those variables that influence evaluation and psychotherapeutic treatment.
Key words: consumer culture – compulsive behavior
– unfulfillment – therapeutic strategies.

31 Texto recibido en Octubre del 2009 y aprobado en diciembre del 2009


32 * Doctora en Psicología, Universidad del Salvador, Buenos Aires, Argentina. Profesora titular
de la cátedra Orientaciones Actuales de la Psicología I, Universidad Católica Argentina. E-mail:
silviafranchi1@gmail.com

73
El canto de la sirena: cuando el consumo habla
Silvia Franchi pp 73-85

Introducción
En esta primera década del tercer milenio vivimos tiempos de consumo, que tanto
en nuestro contexto como en una multiplicidad de sectores del planeta, supera las
barreras sociales y culturales. En la cultura consumista, expresión emblemática del
siglo XXI, siempre queremos tener lo más moderno, lo mejor, lo último en su fugaz
apogeo, lo más novedoso y también aquello que de algún modo preserve el ideal
de la juventud. La idea de futuro está asociada a un modelo de bienestar ligado al
crecimiento económico y el consumo es parte de ese fenómeno más amplio.
La intensidad del consumo crece, así como la variedad de objetos ofrecidos que
rápidamente caen en la obsolescencia, aliados a una necesidad de reciclaje y reno-
vación permanentes. Sin embargo, la búsqueda de gratificación instantánea pondrá a
su vez en marcha muchas intransigencias, cuando dichos fines encuentran una zona
de corte y comienzan a frustrarse (Perel, 2006).
La relación consumo-dinero puede tornarse insalubre cuando los procesos creativos
decaen, la insatisfacción comienza a ganar terreno y la angustia se torna irreversible.
Indudablemente, las preocupaciones por el dinero causan un estrés considerable
y los desacuerdos financieros encabezan buena parte de los problemas de pareja.
Tales desacuerdos pueden llegar a convertirse en un camino (probablemente indi-
recto) a grandes discrepancias en la pareja, pudiendo llegar al extremo del divorcio
(Dingfelder, 2008). Se trata de una variable entre otras que perturban las relaciones
interpersonales, y que se entrecruzan con el manejo del poder en la pareja, las
frustraciones y las insatisfacciones, que apuntan a una complejidad más amplia en
el momento de refinar el análisis de las situaciones y la configuración del vínculo
de pareja o familiar.
El consumo y la desorganización que provocan los gastos conforman un comporta-
miento inadaptado a escalas masivas. El problema del consumo abarca un conjunto
de lecturas y puntos de vista diferentes, en constante transformación. El tema merece
especial atención, tanto en el terreno de la psicoterapia como en el de la investigación.
Será abordado como problema, es decir cuando el sobre-consumo se convierte en
desequilibrio, impotencia, descontento, angustia, depresión e infelicidad.
Consumir no nos hace más felices, y aún así el canto de la sirena se deja oír.

La leyenda del canto de la sirena


Cuenta la leyenda que no había cosa más temible para los marineros que el canto de las
sirenas, monstruos medio-hombres, medio-pájaros, tras el cual la tripulación desapare-
cía y la embarcación también. Su canto era irresistible y melodioso, tan bello que los
marineros que se cruzaban con estas criaturas sobrenaturales no podían resistirse. Los
marineros, encantados por su música, dirigían sus naves hacia los arrecifes en busca
74
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

de una muerte segura y cruel (que ciertamente desconocían), y estaban dispuestos a


morir a cambio de disfrutar tan sólo por unos instantes de su hermoso canto.
Sólo Ulises fue capaz de oír su canto sin dar su vida a cambio. La Odisea de Ho-
mero (2001), primer testimonio que habla de la aparición de las sirenas, relata las
aventuras del héroe griego. Ulises, durante su largo viaje de regreso a Itaca, después
de la guerra de Troya y siguiendo los consejos de la hechicera Circe, tramó un plan
que le permitiría oír el canto de las sirenas y, al mismo tiempo, salvar su nave y sus
tripulantes. Para ello, tapó los oídos de todos sus hombres con cera y les pidió que
lo atasen al mástil para, de ese modo, poder saciar su curiosidad y escuchar su canto
sin ceder a su encantamiento.
Ulises se enfrentó a un canto que sonó melodioso y desgarrador, colmado de hermosas
promesas. Seducido por él, gritó a los demás marineros que lo desaten, pero éstos
permanecieron sordos a sus gritos porque sus oídos estaban taponados con la cera.
Finalmente, el barco pasó por esa área, y los héroes escaparon del funesto destino
de tantos otros marineros.
Se propone el símbolo del canto de la sirena como representación de los procesos
cognitivos mediadores de auto engaño intervinientes en el consumo adictivo, ten-
taciones que podrían tener consecuencias múltiples. La adicción se define por una
manera peculiar de pretender utilizar los bienes materiales para satisfacer errónea-
mente problemas sociales, necesidades espirituales y emocionales, deseos insatis-
fechos, sensación de vacío y aburrimiento, inseguridad, baja autoestima, soledad o
el deseo de mostrar una imagen ideal ante los otros (Benson, 2000). Los procesos
cognitivos mediadores permanecen en general ocultos a la reflexión, negados, y aún
escondidos, con sus consiguientes secuelas emocionales. La reformulación cognitiva
podrá dirigirse a explorar distintas estrategias, como la de Ulises, para no caer en la
fascinación y en las falsas expectativas generadas por el “canto de la sirena”.

El consumo como compulsión


“Compro, luego existo” (Benson, 2000)

¿Hemos escuchado a nuestros pacientes hablar de sus preocupaciones porque no


les alcanza el dinero?
Si lo que necesitan es compañía, desarrollar actividades de distinta naturaleza, o
sentirse afirmados en su autoestima, habrá que encontrar formas creativas de cubrir
esas necesidades, a veces encubiertas por la satisfacción efímera que ofrece la compra
de objetos deseados, envueltos en la falsa promesa del bienestar personal.
Muchas personas salen de compras para llenar un vacío en sus vidas, como el que
resulta de sobrellevar una mala relación matrimonial, tener problemas de comuni-

75
El canto de la sirena: cuando el consumo habla
Silvia Franchi pp 73-85

cación con los hijos, atravesar momentos de impotencia y frustraciones laborales,


etc. (Benson y Gegler, 2004).
Los axiomas aprendidos de los padres o de la sociedad también influyen en el modo
en que el dinero se gasta, se cuida o se despilfarra. Por ejemplo, alguien puede mal-
gastar su fortuna porque creció en la pobreza y cree que no merece disfrutar de sus
logros o de su riqueza. Otros pueden trabajar once horas diarias porque sus padres
les enseñaron que no hay suma de dinero suficiente para sentirse seguros, y así tantas
otras historias, como la pseudo necesidad de aparentar cierta posición económica,
poder adquisitivo o éxito social ante los demás.
El dinero tiene significados simbólicos (Trachtman, 1999). Para algunas personas el
dinero puede significar amor, y ofrendan regalos a sus cónyuges e hijos, dispongan
o no del mismo. El dinero es una pantalla en blanco y se proyectan en ella esquemas
centrales como los que conforman el amor, el poder, el sexo, el “status” social u
otros significados concretos o abstractos.
Un comprador compulsivo es alguien adicto a las compras, del mismo modo que
podría ser adicto al alcohol o al juego o las apuestas. El término “compulsivo” se
basa en que la persona tiene una necesidad de comprar que supera su habilidad de
evaluar las consecuencias de gastar el dinero. También la compulsión a comprar
se puede referir a aquéllos que realizan compras innecesarias de último momento,
como artículos que se ofrecen en las cajas de los supermercados, en donde se toma
una decisión rápida, sin planificación ni mediación del pensamiento reflexivo. El
trastorno se manifiesta en la compra descontrolada de cosas superfluas, con la expec-
tativa de encontrar un alivio a situaciones de vacío afectivo y carencias profundas
(Benson, 2000).
La diferencia entre el comprador compulsivo y el adicto a las compras radica en que
el comprador adicto obtiene un supuesto estado de ánimo alto en el momento en que
realiza la compra, cuya duración es invariablemente efímera ya que la búsqueda de
objetos deseados aparecerá nuevamente para levantar el ánimo, gratificarse o sentirse
contento o completo con la compra.
Se conforma un círculo vicioso, porque a pesar de que aparezcan sentimientos de
culpa entre un episodio y otro, el hábito tiende a mantenerse e incrementarse, al
punto que la persona puede enredarse en deudas difíciles de pagar, pudiendo llegar
al extremo de la ruina financiera, como suele suceder con las deudas de tarjetas de
crédito que crecerán, sumadas a abultados intereses. Lo que compre el comprador
compulsivo carece de importancia, el aspecto central es que se trata de una conducta
irrefrenable.
La cultura popular podría atribuir esta actitud predominantemente al sexo femenino.
No obstante, los hombres también están altamente expuestos, porque quizá compren
menos productos pero de mucho mayor costo, como celulares, computadoras, agen-
das electrónicas y otra enorme variedad de productos electrónicos. La posesión y

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

exhibición de esos objetos pueden crear fantasías de prestigio, alto poder adquisitivo
o dar una buena imagen.
Los diversos factores que conducen al gasto compulsivo del dinero en consumo, se
asemeja al nudo Gordiano. La psicoterapia ofrecerá las herramientas para cortarlo,
generando distintos puntos de vista y formas de autoconocimiento y autocontrol, que
tienen como objetivo explorar los temas y creencias subyacentes acerca del dinero
y el vínculo con el mismo. La terapia puede ayudar a manejar el comportamiento
compulsivo, a través del análisis de los mensajes culturales que han llevado a las
personas a gastar irracionalmente, apuntando a una reformulación amplia del pro-
blema, para encontrar una nueva perspectiva, considerando siempre la subjetividad
del problema.
El tratamiento apunta a disminuir las relaciones insalubres del paciente con el consumo,
como la creencia de utilizar los bienes para impresionar a otros, disminuir la ansiedad,
y así compartir información acerca de la relación con sus finanzas, etc. Del mismo
modo en que se sienten libres de hablar sobre su sexualidad, también podrán abrir el
tema del sobre-consumo, a menudo oculto o inadvertido por el paciente o su entorno.

Factores externos, socio-culturales


Posibilidad de comprar a toda hora
Una costumbre que se ha instaurado en las grandes ciudades en los últimos años
son las compras de Navidad hasta la madrugada. Podemos observar bolsas, bolsitas
y paquetes con regalos, de todo tamaño y color. Se forman largas filas y demoras
para pagar. Informa un diario metropolitano: “Las compras de Navidad de último
momento marcaron el pulso de la ciudad de Buenos Aires, que ayer presentó las calles
prácticamente vacías, excepto las clásicas zonas de actividad comercial” (Diario La
Nación, 24 de diciembre, 2007).
“Los shoppings parecían hormigueros, locales con ofertas de productos tecnológicos,
cámaras digitales, celulares, televisores de alta definición, reproductores musicales.
Los locales de ropa, calzado o juguetes parecían literalmente saqueados”.
El sociólogo Gilles Lipovetsky (2008) propone en su reciente texto “La felicidad
paradójica” que los “shoppings”, además de llenarse, no duermen. Las estaciones de
trenes y los aeropuertos, en vez de ser lugares de paso, se han convertido en centros
comerciales. La oferta de entretenimientos y de diversiones, ahora también noctur-
na e ininterrumpida, no sólo se expande sino que se diversifica. Cada cual puede
pedir la carta del bienestar y elegir su propio plato. Denomina hiperconsumista a
la sociedad actual, que sigue amando la buena vida material y también los deleites
sensoriales y complacencia espiritual. Los principios que imperan en este modelo
son la inmediatez, el recambio y la futilidad. Aunque también afirma el autor que el

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El canto de la sirena: cuando el consumo habla
Silvia Franchi pp 73-85

sujeto carga sobre sus hombros la ansiedad acerca de su destino. En definitiva, se


siente más libre pero tiene menos libertad, particularmente porque el pensamiento
crítico queda prácticamente anulado (ADN Cultura, La Nación, 8/3/2008).
Exhibición y narcisismo: Un signo en los jóvenes de hoy
Para la mayoría de los jóvenes, cualquier pretexto es válido para mirarse en una
vidriera, buscando el reflejo de su imagen como algo natural y espontáneo en los
ascensores, en las ventanillas de los autos, o en todo elemento similar a un espejo:
“Cuanto mejor me veo, más seguro/a me siento”. Tratándose de una etapa de con-
formación de la identidad, estos patrones de conducta estarían encuadrados dentro
de parámetros normales, excepto que su intensidad siga creciendo en el transcurso
del tiempo, y los rasgos queden cristalizados.
La cultura promueve la exacerbación del narcisismo, de la figura, de la forma, de las
marcas, en una etapa en la cual se está construyendo la identidad. Los adolescentes
reciben un bombardeo de mensajes que remiten a la imagen, a pertenecer a un grupo
supuestamente selecto, aspiraciones que seguirán creciendo hacia un automóvil de
determinada marca con el cual virtualmente accederían a conquistas sin límites. La
regla se convierte en “Soy lo que tengo” y el mundo de las apariencias alimenta
falsamente la imagen.
Sin embargo, el choque con la realidad no tendrá mucha demora y dichas fantasías
caerán en un gran vacío, camino facilitador de la búsqueda de saciedad a través de
drogas, alcohol, u otras sustancias estimulantes.
El narcisismo es un mecanismo normal, pero se torna patológico y disfuncional
cuando el grado va creciendo. Cuanto mayor sea el narcisismo, mayores serán los
déficits de personalidad o las debilidades y el auto-engaño pasará a ser una distorsión
de pensamiento preeminente, con un marcado foco en sí mismos, e intentos crudos
e intensos para impresionar (Bockian, 2006).
Mutilación versus sinceridad
Retomando la idea del narcisismo, otro fenómeno no nuevo pero totalmente vigente
es el de las cirugías estéticas. Si bien la belleza física siempre ha sido valorada y
alabada, en la actualidad ha cobrado una importancia suprema, especialmente en la
cultura occidental (infobae.com, 2008).
En algunos casos estas intervenciones pueden ayudar a muchas personas a superar
complejos que restringen su desarrollo o les provocan problemas de relación social.
Las cirugías estéticas reparadoras o aquéllas que apuntan a alivianar complejos en
los niños o adolescentes, cuando presentan ciertos rasgos por los que puedan sentirse
disminuidos o discriminados, podrían ser beneficiosas. O bien si las personas tienen
una convicción de que la cirugía les brindará alguna forma de bienestar basada en
un deseo genuino y en una auto-reflexión procesada previamente.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

En otros casos, se buscan transformaciones que responden más a la frivolidad o a la


obsesión por la forma. Argentina ocupa el quinto lugar en la lista de los 50 países de
mayor demanda anual de intervenciones quirúrgicas estéticas (Diario La Nación, 3
de Febrero de 2008). Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética
en Argentina se realizan aproximadamente 30.000 cirugías anuales (cirugías estéticas
no terapéuticas), llegando a ser una oferta atractiva de algunas empresas de medicina
prepaga, que las incluyen entre sus servicios. Miles de jóvenes mujeres se colocan
prótesis mamarias para superar sus complejos, sentirse más atractivas, auto-realizadas
y satisfechas con su auto-imagen. Este fenómeno probablemente no pase inadvertido
por el lector, dado que el fenómeno es bastante universal en la cultura consumista.
Asimismo, el paso del tiempo provoca cambios contundentes en la imagen, y el bisturí
puede convertirse en una alternativa o paliativo ante el transcurso implacable de los años.
La otra cara de la moneda es que las operaciones tienen sus riesgos, compatibles con
el mal uso de la anestesia y el trombo embolismo pulmonar, que ocurre cuando un
coágulo obstruye el paso normal de la sangre por las arterias pulmonares, o cuando
los resultados de las cirugías, lejos de otorgar satisfacción, provocan nuevas fuentes
de angustia. Las consecuencias están representadas en alguna forma de mutilación.
No siempre los resultados de las cirugías responden a las expectativas, y en ocasiones
pueden llegar a ser traumáticos.
Detrás del afán desmedido por mejorar alguna característica corporal puede escon-
derse algo más, desde una notable disminución de la autoestima hasta el desarrollo
de una distorsión de la auto-imagen, dándole a la estética mayor importancia de la
que realmente tiene. Las intervenciones de esta naturaleza ponen en riesgo la salud
psíquica de las personas cuando se instala alguna forma de desequilibrio emocional,
como la depresión, la inmadurez o la falsa ilusión de que esa nueva imagen será la
fuente auténtica de la felicidad.
Manía consumista y cibermanía
La cibermanía y las comunicaciones por celulares se han vuelto un fenómeno de
amplísima difusión en nuestra cultura, llegando a todos los estratos sociales. En las
escuelas los niños pueden presentarse con piojos en el cabello, y sus padres argumen-
tarán no poder comprar la medicación para su tratamiento, aunque sus hijos tendrán
un celular o acceso a juegos cibernéticos en locales ubicados en casi todos los barrios.
Los sitios de comunicación cibernética además permiten intercambiar fotografías,
exponer gratas experiencias como vacaciones o fiestas, o algunas virtudes como
cuerpo o belleza.
Este fenómeno se ha instalado, así como las compras por Internet que crecen sin
parar; se ofrecen todo tipo de artículos, nuevos o usados, y se está convirtiendo en
una nueva forma de comprar objetos que fácilmente puede escaparse del control del
usuario (infobae.com, 2008).

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El canto de la sirena: cuando el consumo habla
Silvia Franchi pp 73-85

¿Qué nos hace más felices?


Vivimos en una cultura que continuamente nos bombardea con mensajes comerciales
que apuntan a llevar una buena vida, a través de bienes y servicios que redundarán
en un merecido bienestar. De hecho, los gobiernos ponen énfasis en el lugar que
ocupa el incremento del consumo de bienes en el crecimiento de la economía. Pero
el dinero no nos hace más felices. Estudios recientes demuestran que este principio
es verdadero, y se ha señalado que cuando las personas organizan sus vidas alrede-
dor del bienestar material, su felicidad puede verse realmente disminuida (Diener y
Biswas-Diener, 2002; Kasser, 2002).
Si bien es cierto que los pueblos más ricos tienen acceso a un mayor bienestar que
los más pobres, una vez que las personas tienen dinero suficiente para satisfacer sus
necesidades básicas de alimentos, casa. etc., el dinero ofrece relativamente muy
poco para vivir felices.
Tim Kasser (2002) realizó una investigación muy interesante, demostrando que la
gente que mejor responde a los mensajes de la cultura del consumo, presenta menores
niveles de bienestar personal. Aquellos individuos que argumentan que sus metas de
ganar dinero, tener una imagen social y ser reconocidos son importantes, también
refieren obtener menores niveles de satisfacción en sus vidas, tienen experiencias
más escasas de emociones placenteras y mayores niveles de ansiedad y depresión.
Kenon Sheldon (2001) de la Universidad de Missouri-Columbia realizó otro estudio
intercultural, y propone que el reconocimiento social, el dinero y la adquisición
de artículos lujosos no son factores que hagan felices a las personas, sino que se
encuentran entre las últimas necesidades psicológicas. Si bien el estudio se realizó
entre estudiantes de universidades norteamericanas, el aporte de esta investigación
no deja de ser interesante.
La lista de necesidades psicológicas que aparecieron en primer lugar para sentirse
felices fueron:
autonomía (sentimiento de que uno puede elegir libremente sus actividades y sus
logros); desempeño (sentimiento de que uno es eficaz en sus actividades); relación
con los demás (sentimientos de proximidad y apoyo con otras personas) y auto-estima.

El auto engaño como mecanismo psíquico


¿Cómo podemos simultáneamente darnos cuenta de algo que nos sucede, y al mismo
tiempo no darnos cuenta? La mente tiene sus misterios (Zimbardo, 2002). Así, el
consumo excesivo y adictivo está altamente relacionado con los estados de ánimo y
la conducta compulsiva, pudiendo tener consecuencias muy serias y significativas
en la calidad de vida de las personas que no pueden controlar sus impulsos.

80
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

El auto-engaño como mecanismo psíquico se produce en la tensión que se genera


entre la expectativa y la experiencia (Kirsch, 1999). El estado de ánimo genera
expectativas emocionales, influyendo en las cogniciones, es decir en el modo de
evaluar la realidad, y determina el modo en que se interpreta la situación. En la
compra compulsiva, la expectativa será la búsqueda de placer, satisfacción en
el tener, aunque la experiencia luego demuestre que la expectativa fue de corto
alcance, en virtud de que las necesidades subyacentes no contribuyeron a un ver-
dadero y genuino bienestar.
A menudo, las personas parten de falsos supuestos, y no se toman el tiempo para
imaginar su potencial para sentirse bien y gratificadas, sino que buscan la grati-
ficación inmediata. Creen que evitan el displacer al maximizar su complacencia
a corto plazo, en desmedro de su bienestar de más largo plazo (Hsee, 2006). En-
tonces el medio, es decir el consumo, ocupa un primer plano, en tanto los fines
quedan relegados.

Deficiencias en las funciones metacognitivas


Antonio Semerari (2000), en su texto Historia, teorías y técnicas de la psicotera-
pia cognitiva, plantea que los procesos metacognitivos permiten pensar acerca de
cómo pensamos, y define la metacognición como “el conjunto de conocimientos y
los procesos de control correspondientes al propio funcionamiento cognitivo” (pág.
173). “Estrechamente relacionados con el conocimiento metacognitivo están los
procesos metacognitivos de control, que incluyen actividades como la definición de
un problema, la capacidad para predecir la propia prestación, la planificación de
la actividad cognitiva, la previsión de su eficacia, la monitorización de los procesos
y la regulación en función de los objetivos” (pág. 174).
Las funciones metacognitivas están estrechamente ligadas a la psicoterapia. Las
personas que padecen el síndrome de la manía consumista o la compulsión a gastar
en objetos innecesarios sin medir las consecuencias, pierden el control en virtud
de que niegan su desorden o se auto engañan, dado que reconocen que su compor-
tamiento representa un problema, pero no pueden evitar la compulsión, expresada
como el par necesidad y permiso, es decir perciben su necesidad de satisfacción
inmediata, y al mismo tiempo se conceden la autorización para llevarla a cabo sin
medir las consecuencias.
No pueden anticipar asertivamente las consecuencias de sus actos, en virtud
de que la autoeficacia para planificar, reflexionar y predecir consecuencias está
dañada (Bandura, 1982). La autoestima también se verá afectada, dado que las
estrategias de afrontamiento se tornan ineficaces, y no hay correlación entre los
medios y los fines.

81
El canto de la sirena: cuando el consumo habla
Silvia Franchi pp 73-85

El rol de la autoestima en la regulación


emocional de la compulsión
La autoestima y las compulsiones consumistas disfuncionales son inversamente
proporcionales. Bednar, Wells y Peterson (1989) consideran que la autoestima
en el adulto es un proceso interno inherente a las evaluaciones auto-afirmantes o
auto-negadoras, que se obtienen inexorablemente de observase a sí mismo res-
pondiendo a la amenaza psicológica, e involucra un sentido afectivo de aceptarse
a uno mismo y sentirse valioso.
La autoestima contribuye al bienestar personal y promueve un sentido de adapta-
ción. Cuando una persona se siente satisfecha consigo misma y sus sentimientos
son positivos con respecto a su autoimagen, desempeño, relaciones interper-
sonales, etc., estará menos predispuesta a deprimirse, drogarse o angustiarse
excesivamente.
La auto estima facilita la obtención de objetivos y metas, así como amortigua los
golpes existenciales, y la misma se convierte en un indicador subjetivo de sentirse
aceptado versus sentirse rechazado. Si bien es importante sentirse aprobado, la
autoestima no depende fundamentalmente de ganar aprobación, dado que la cons-
trucción esencial de la misma ocurre en el proceso de ejercitar el afrontamiento, o
por el contrario, de dar respuestas de evitación.
Encarar un problema difícil como el del consumo disfuncional requiere coraje, y
también involucra miedo, ansiedad, estrés, riesgo, incertidumbre y en ocasiones,
fracaso. La persona que no puede controlar sus compulsiones, evita confrontarse con
sus verdaderos problemas, por lo cual la autoestima se ve muy disminuida, y es parte
de la autoimagen negativa que está tratando de compensar con los bienes adquiridos.
El desarrollo de estrategias de afrontamiento y de nuevos recursos personales son
objetivos primordiales en la psicoterapia. Las transformaciones se expresarán en
el crecimiento, el alivio emocional y el fortalecimiento del sí mismo, facilitados y
cultivados por la terapia y el compromiso del paciente.

Contribución de la psicoterapia
El tratamiento de las compras y el consumo compulsivo-adictivo se encuentra en
una etapa formativa. La sociedad, los medios, la propaganda masiva, conspiran
contra el cultivo de la verdadera riqueza, que no se puede cuantificar en un balance
financiero, sino que se expresa en la autoestima, en la familia, en las amistades, en
el sentido comunitario, la salud, la educación y la creatividad. La pobreza interna
es la que nos interesa, tanto emocional como espiritual y su recuperación es la base
del tratamiento.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

La psicoterapia pondrá en marcha nuevos procesos de autoconocimiento, cambios


cognitivos, afectivos y comportamentales, a través de la reformulación de las expec-
tativas, de poner en marcha procesos creativos y espacios innovadores en este tema
que aún tiene poca difusión y escasos antecedentes en el terreno de la investigación
(Kirsch, 1999; Benson, 2000).
La era posmoderna instaura diversas formas de expresión, en las que la disgregación
social, la tecnología, la informática y los nuevos estilos de vida provocan cambios
en la forma de evaluar, comprender y responder a la realidad.
El tratamiento psicoterapéutico apunta al descubrimiento de los disparadores de las
compulsiones, los pensamientos disfuncionales, los comportamientos y sus conse-
cuencias, así como su significado. El “insight” difícilmente cambie el comporta-
miento, por lo cual es importante descubrir las raíces del problema y el modo en que
esas raíces se manifiestan en el presente (Benson, 2000). Las metas del tratamiento
apuntarán a los siguientes objetivos:
Descubrir el auto diálogo que impulsa la conducta: El auto-diálogo es un proceso
subyacente y automático, disparado por las frustraciones, el malestar emocional
y el autoengaño. Es un primer paso exploratorio en la detección de las conductas
compulsivas, mediadas por los paliativos implementados ante el incremento de la
impotencia en la resolución de los verdaderos problemas.
Descubrir los pensamientos disfuncionales, como la inferencia arbitraria, es decir
la creencia de que los objetos de consumo otorgarán placer sin un sustento válido o
bien saltar a la conclusión de que la compra ofrecerá un bienestar inmediato (Beck,
Emery y Greenberg,1985).
Manejar y aprender a regular las tensiones, buscando los antecedentes y consecuen-
tes de las conductas (Bandura, 1982).
Desarrollar la asertividad y resolver el conflicto asertivamente (Benson, 2000), desde
crear y utilizar un plan de gastos, a cancelar las tarjetas de crédito, implementando
una previsión para emergencias.
Reformular falsas expectativas de satisfacción inmediata, a través de una reflexión
acerca de las transformaciones necesarias para lograr la satisfacción de vivir una
vida más simple.
Tomar conciencia de las consecuencias del descontrol de los impulsos y las emo-
ciones.
Apuntar a la recuperación emocional, a través de la regulación de emociones dis-
placenteras, como la ansiedad, la tristeza, el desencanto o de emociones mixtas e
indiscriminadas.
Explorar exhaustivamente los mecanismos subyacentes, como inseguridad, indiscri-
minación en la búsqueda de objetivos, desconexión social y emocional, dificultad para

83
El canto de la sirena: cuando el consumo habla
Silvia Franchi pp 73-85

resolver problemas, búsqueda de paliativos narcisistas y desregulación emocional.


Tomar un rol más activo en la forma de influir en el destino.
Las estrategias pueden adaptarse tanto a un formato de psicoterapia individual como
grupal. La psicoterapia de pareja también puede ser útil, dado que los miembros de
la pareja conforman una unidad en la que se comparten también los ingresos y los
gastos.

Conclusiones
Distintas líneas terapéuticas pueden dar respuesta a la relación ominosa entre las
personas y los objetos, el dinero y las compulsiones. El objetivo de este trabajo ha
sido ofrecer un planteo y una perspectiva que se puedan compartir desde distintos
encuadres terapéuticos, estimulando la convergencia hacia espacios innovadores
que invitan a la reflexión.
El canto de la sirena circula en nuestra sociedad, y la labor de Ulises será un nuevo
desafío para la psicoterapia, una invitación a reflexionar y alumbrar a quienes padecen
este malestar, para que puedan reencontrarse consigo mismos.
La expansión de un mayor conocimiento de uno mismo y de nuevas experiencias
de afrontamiento conformarán una base enriquecedora, productiva y madura ante
las situaciones difíciles que se presentan en la vida, aprendiendo a decirle adiós al
pensamiento mágico y sus desencantos, y alentando la esperanza en las transfor-
maciones vitales.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

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85
Universidad de Manizales
Facultad de Psicología

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Representaciones sociales de un grupo


de estudiantes de universidad pública y
privada frente a la política en colombia33
Vanessa Sánchez Mendoza34

Resumen
El objetivo de esta investigación fue conocer las representaciones sociales de 20
jóvenes universitarios frente a la política en Colombia, en el contexto de las elecciones
parlamentarias del periodo 2010. Para ello se aplicó una entrevista con tres preguntas
abiertas a 10 hombres y 10 mujeres matriculados en los programas de ciencias sociales
de la Universidad Católica de Colombia y en la Universidad Nacional de Colombia; se
examinó sobre el concepto que tienen de ella, las emociones que les genera y la forma
en que participan en ella. El análisis cualitativo de los datos muestra que los jóvenes
definen la política como corrupta, expresan indiferencia o desilusión frente a la misma
y utilizan prácticas abstencionistas como un modo de expresión de la inconformidad.
Palabras clave: Representaciones sociales, política, psicología social.

Abstract
The aim of this research was to get to know the social representations of twenty young
university students in politics in Colombia, in the context of parliament elections in
20010. In order to do this, an interview was used with three open questions to ten
men and ten women registered in the programs of social sciences from Universidad
Catòlica de Colombia and Universidad Nacional de Colombia. It was examined the
concept they have about politics, the emotions it generates them, and the way they
participate in politics. The qualitative analyses of data show that young students
think politics is corrupt, and express indifference or disappointment when refer
to politics and they do not vote in elections as a way to express disagreement.
Key words: social representations, politics, social psychology.

33 Texto recibido en Noviembre del 2009 y aprobado en Diciembre del 2009


34 Docente Investigadora de la Universidad Católica de Colombia. Facultad de Psicología Universi-
dad Católica de Colombia. E Mail: vsanchez@ucatolica.edu.co. Este artículo forma parte de los
productos de semillero de investigación POLITEIA.

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Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia
Vanessa Sánchez Mendoza pp 87-102

Una de las problemáticas más notorias por las que atraviesa en la actualidad Co-
lombia tiene que ver con la corrupción de su gobierno y de sus gobernantes. En los
últimos meses, la prensa local y extranjera se ha encargado de difundir informes
que dejan ver las acciones ilegales cometidas por números miembros de los entes de
representación ciudadana en el país, lo que hace que la confianza en las instituciones
democráticas y, por ende, su legitimidad, se vea afectada.
La confianza es el elemento configurador de la relación entre los ciudadanos y
sus representantes, es decir, es un valor implícito en la decisión que se realiza al
elegir representantes. Dicha confianza se traduce también en la estabilidad y le-
gitimidad del sistema de gobierno, y del Estado y sus instituciones (transparencia
por Colombia).
Los colombianos eligen candidatos o escogen partidos políticos, y les confieren
poder a través del voto, para que actúen a favor de las demandas colectivas y las
necesidades que éstos perciben. De modo que, cuando los líderes políticos abusan
del poder que se les ha confiado para satisfacer sus propios intereses, se pierde la
confianza en las organizaciones políticas e incluso se pone en cuestión valores e
instituciones propias de un sistema democrático.
La pérdida de confianza derivada de la corrupción política produce un grave desafecto
de la ciudadanía hacia la democracia, que se traduce en un abstencionismo que los
aleja aún más de la vida política, en una pérdida de significado del voto que puede
llegar a convertirse en una mercancía transable, y en el menoscabo de la esencia y
la legitimidad de los procesos electorales. La corrupción política termina afectando
todas las ramas del poder y genera asimetrías que facilitan la infiltración de intereses
ilegítimos en la política y, por ende, en todas las esferas de la vida pública.
Vale la pena señalar que la calidad de las democracias no sólo está asociada a la
realización de elecciones libres y al establecimiento de procedimientos incluyentes
para la toma de decisiones. El grado en que la ciudadanía se involucra en las activi-
dades propias de la democracia, resulta crucial para el fortalecimiento de la misma.
Sin embargo, la participación activa de la ciudadanía en los asuntos públicos está
fuertemente determinada por su confianza en las instituciones democráticas y la
percepción que sobre la política y las acciones de los políticos existen.
Mouffe, (1999, Pág. 14) citado por Gómez (2003), comenta que lo político se refiere
a una cualidad de relaciones entre las existencia humana y que se expresa en la diver-
sidad de las relaciones sociales y la política hace referencia a los mecanismos, a las
formas mediante las cuales se establece un orden, se organiza la existencia humana
que siempre se presenta en condiciones conflictivas. Lo político ligado a la dimensión
de antagonismo y de hostilidad que existe en las relaciones humana, antagonismo
que se manifiesta como diversidad de las relaciones sociales y la política que apunta
a establecer un orden, a organizar la coexistencia humana en condiciones que son
siempre conflictivas puesto que están atravesadas por lo político.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Siendo la Política la relación con el ejercicio del poder, viene del griego “polis” o
ciudad. Hoy por hoy, la única manera de ejercer poder y de gobernar los designios
de los países, es por medio de la política. La política, es la fuerza que mueve las
naciones; ya que todas las circunstancia o decisiones importantes, pasan por una
estrategia política, para poder ejercer autoridad en pro de los ciudadanos (Ocampo,
2001).
Se espera de la política que conlleve al bien común, en donde las personas que son
representantes a través de sus actos disciernan entre lo que es correcto y lo que no
lo es; y es aquí donde la ética cumple un papel fundamental; haciendo referencia en
que no todo lo legal es ético. La ética es la parte de la filosofía que trata de lo moral
y esta no concierne al orden jurídico sino al fuero interno o al respeto humano. La
decencia es un concepto abstracto pero cuya percepción pre racional resulta evidente
dentro de cualquier contexto moral (Moreno, 2004).
Según el mismo autor la democracia unida a la política en un país como Colombia,
es una utopía en la participación real la cual se reduce a una democracia frágil y
representativa que ha demostrado grandes limitaciones como forma de organización
del Estado y la relación de este último y la sociedad. Se requiere de una política
democrática que permita por igual la conducta de los gobernantes y de los goberna-
dos, y que permita y garantice un clima propicio para el desarrollo de la democracia
participativa.
La democracia representativa, expresada fundamentalmente en el voto para elegir
unos representantes que, deben “interpretar” la voluntad del pueblo que los ha elegido.
Es también la manifestación más clara de la soberanía de los partidos políticos. Los
que en Colombia no aprovecharon, el inmenso poder que este sistema les confería y
por el contrario, abusaron del mismo y terminaron corrompiéndose hasta los niveles
que hoy conocemos.
La democracia participativa es otro modelo. Su pretensión, superar la simple
representación directa de la soberanía partidista y construir un nuevo Estado
fundamentado en la Participación Ciudadana como fundamento de la democracia
directa. Fue a través de la Constitución de 1991 que, se crearon mecanismos más
directos. Se buscaba entonces una democracia, en la que el ciudadano signifique
más que un agente sufragante, más que votar cada cuatro años, más que “estar
enterado” de lo que sucede en el país, se pretendía que, el ciudadano fuera el
protagonista de la Construcción de una Nueva Sociedad cuyo fundamento fuera
la participación democrática.
El nuevo escenario de la democracia participativa, le da un nuevo sentido ético al
ejercicio de la política; a la aplicación de la justicia; al bienestar social y busca el
equilibrio económico para las mayorías nacionales. Por eso, garantizar la paz, a
través de comprometer a cada uno de los ciudadanos con un destino público cobra
un nuevo significado. De ahí que, se proclama un nuevo Estado: El Estado Social

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Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia
Vanessa Sánchez Mendoza pp 87-102

de Derecho cuya misión es dar plenas garantías jurídicas a todos los colombia-
nos, ampliando el espacio público para el debate razonado, en la búsqueda de la
concertación o acuerdo en la solución de los grandes conflictos que afligen a la
sociedad colombiana.
El propósito del Estado Social de Derecho es garantizar los derechos económicos
y sociales y sobre todo, los derechos fundamentales, degradados en los sectores
más pobres. Transcurridos 14 años de vigencia de la Constitución aún no se
ven sus frutos, porque el ajuste neoliberal y la inserción forzosa de la economía
colombiana a la globalización por parte de los mandatarios que se han sucedido
en el mando del Estado sólo les ha preocupado cumplir con los designios del
gran capital.
En síntesis los mecanismos consignados en las distintas leyes tienen que ver con las
posibilidades que tienen los ciudadanos de informarse sobre la acción y actuación
democrática, pueden ser objeto de manipulación por parte del gobernante de turno.
Respecto a la relación entre política y psicología se pudo encontrar que autores como
Ribes (1990), recalcan la vinculación intima que existe entre las teorías psicológicas
con el hacer moral y el hacer político. Parte de esta importancia radica en el hecho
de que la ciencia misma se convierte en ideología al invadir el lenguaje cotidiano y
las representaciones sociales acerca de la realidad.
“Toda ciencia quiéralo o no, en la medida en que se le apropia socialmente como
contenido de conocimiento, crea ideología social. En el caso de la psicología, esta
ideología infiere directamente en las concepciones acerca del individuo, sus limita-
ciones y capacidades, y su papel relativo en la responsabilidad de la circunstancia
social en que vive. (…) Estas ideologías científicas (o filosóficas antes del S XIX),
que se recubren de argumentación epistemológica y ética, no solo contribuyen a la
transformación – en ocasiones aparente – de las representaciones sociales acerca
del individuo, sino que, a la vez participan en la legitimación social de dichas re-
presentaciones.”
Esta participación incide de múltiples maneras, pero se destacan dos que compren-
den 1) que bajo el carácter de conocimiento cierto y verdadero ampara la validación
formal de las practicas jurídicas, administrativas, políticas y morales entre otras y
2) la participación como conocimiento profesionalizado, en practicas sociales que
sancionan cotidianamente un espacio ideológicamente configurado en la vida social
de todos y cada uno de los individuos; también como regulador y sancionador de
valores morales implícitos al ejercer acciones sistemáticas y concretas a través de
las profesiones socialmente aceptadas.
La relación histórica entre la psicología, la política y la moral constituye un campo
de vital importancia para desentrañar el origen y la utilidad que han tenido las con-
cepciones acerca del individuo como entidad psicológica.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Al hacer referencia a la participación de los colombianos en política, teniendo


como antecedente una amplia literatura sobre clientelismo, se subraya el uso
de recursos públicos para realizar favores privados como elemento clave para
la reproducción de las relaciones políticas. La constitución de 1991, permitió
expedir un nuevo estatuto que puso fin a la coadministración que se daba entre
el gobierno y el Consejo distrital en donde se excluyen de toda participación
en juntas directivas de las empresas e instituciones del Distrito en procesos de
contratación. (Mockus, 1997).
Este antecedente y otros que no se enuncian en esta contextualización han trazado
la ruta de la democracia de los colombianos manifestándose en altos índices de
abstencionismo, desinterés, negligencia, de compra de votos, de desconfianza, de
corrupción y de una suma de antivalores que deterioran el bienestar común que se
espera de la clase política.
El país está aún inmerso en una encrucijada y enfrentar males como la guerrilla, el
paramilitarismo, la corrupción, la delincuencia común, la inoperancia del aparato
de justicia, el atraso tecnológico, la pobreza, el desempleo, los pésimos niveles de
cobertura en la educación pública, la escasa producción agroindustrial; requiere de
compromisos políticos y económicos, sostenidos en el largo plazo, con los sectores
populares que no se consiguen sólo a través de veedurías, fiscalizar o aplicar algunos
de los mecanismos consagrados en la ley.
El reto hoy será identificar el contexto actual en donde se está desarrollando la
psicología política, las principales características que describen a la sociedad, las
actitudes que anteriormente y ahora caracterizan al ciudadano; igualmente determi-
nar la importancia de la educación en la política y de la socialización política como
proceso fundamental en la creación de lazos entre las instituciones y el ciudadano
(Sánchez 2007).

Método
Tipo de investigación: Este es un estudio de tipo exploratorio descriptivo e interpre-
tativo, con análisis cualitativo textual de los datos aportados por voluntarios sobre
lo político, las emociones que le provoca y las estrategias de participación política
que legitiman.
Participantes: En la Investigación participaron 10 estudiantes de la Universidad
Católica de Colombia de la Facultad de Psicología (5 hombres y 5 mujeres) y 10
estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia de la Facultad de Ciencias
Sociales (5 hombres y 5 mujeres); pertenecientes a diferentes semestres.
Instrumentos: Para este estudio se diseñó una entrevista abierta compuesta por tres
preguntas coherentes con las dimensiones mencionadas previamente, con el objeto

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Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia
Vanessa Sánchez Mendoza pp 87-102

de identificar las representaciones sociales de los jóvenes frente a la política en


Colombia. Las preguntas realizadas a los estudiantes fueron: 1) ¿Qué significado
tiene para usted la política en Colombia?; 2) ¿Qué emociones le genera la política
en Colombia? y 3) ¿De qué forma participa en la política?
Procedimiento: El presente estudio se desarrollo en seis fases según la técnica de
análisis de contenido propuesta por Coffey & Atkinson (2003) así:
1. Acercamiento: se inició con la aproximación a los estudiantes universitarios
-de las instituciones mencionadas que de manera voluntaria quisieran responder
a la entrevista y que permitieran la trascripción de sus respuestas de manera
textual.
2. Establecimiento de las unidades de análisis: En esta fase se acordó
que los núcleos con significado propio objeto de estudio serían las frases
completas de cada uno de los testimonios aportados por los estudiantes
universitarios.
3. Establecimiento de las unidades de contexto: Una unidad de contexto es un
marco interpretativo de la relevancia de las unidades de registro detectadas por
el análisis. De modo que las unidades de contexto serían los testimonios de los
estudiantes universitarios.
4. Codificación de los datos: Con el fin de organizar, manipular y recuperar los
segmentos más significativos de los testimonios aportados por los estudiantes,
se le asignó una etiqueta o membrete a cada frase que permitiera reconocer las
tres dimensiones de interés así:
a. S.T.: significado de política
b. E.P.: emociones de los jóvenes producidas por la política; y
c. P.P.: formas de participación política
5. Categorización de los datos: Consistió en efectuar una clasificación de las
unidades de registro de acuerdo con el criterio temático. Las categorías ob-
tenidas de acuerdo con las tres dimensiones se presentan en el apartado de
resultados.
6. Interpretación y análisis de datos: Para el análisis de las narrativas se utilizó la
técnica de análisis de contenido que permite realizar un inventario de repertorios
culturales y comunicativos estableciendo taxonomías y tipicidades desde las que
proceder a la identificación de concurrencias y pautas estructurales con las que
categorizar los fenómenos e inferir procesos y sistemas de causalidad (Rodríguez,
Gil & García, 1999).

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Resultados
Tabla 1. Matriz de categorías emergentes

Representación Pregunta Categoría emergente


Administración
Bienestar
Autoridad
Sobre lo político ¿Qué es política o lo político?
Corrupción
Ineficiencia
Poder
Admiración
Repugnancia
Confusión
Desconfianza
Desilusión
Desinterés
Emociones que ¿Qué emociones le genera
Fe
genera lo político la política o lo político?
Impotencia
Inconformidad
Indignación
Mal genio
Rabia
Tristeza
Abstencionismo
Participación ¿De qué forma participa Ausentismo electoral
en lo político en la política? Sufragio
Sufragio ocasional

Como una forma de respetar la narrativa presentada por cada uno de los estudiantes
participantes frente a las preguntas formuladas, se transcribieron las respuestas
textualmente en matrices de contenido y mediante la categorización se encontró
que sobre lo político emergieron los siguientes conceptos: administración, bien-
estar, autoridad, corrupción, ineficiencia y poder. En lo que respecta a emociones
generadas por la política o lo político se encontró gran variedad de ellas así:
admiración, repugnancia, confusión, desconfianza, desilusión, desinterés, fe, im-
potencia, inconformidad, indignación, mal genio, rabia y tristeza y en cuanto a la
participación en política las categorías emergentes: abstencionismo, ausentismo
electoral, sufragio y sufragio ocasional. En los cuadros siguientes se podrá conocer
el paralelo entre las respuestas de los estudiantes de universidad pública y los de
universidad privada.

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Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia
Vanessa Sánchez Mendoza pp 87-102

Tabla 2. Respuesta de los jóvenes frente a la pregunta ¿Qué es política o lo político?

Categoría Representación Social


emergente (Narrativa de los estudiantes)
Universidad Publica Universidad Privada
“Es el medio en el cual se crea una socie-
dad para poder tener un gobierno, para
tener una estabilidad económica y tener
divisiones en la comunidad”.
“Se refiere como a la ciencia de cómo
el hombre administra su vida pública,
pero la política es un acto, un ejerci-
cio democrático que debe impulsar
propuestas de desarrollo o progreso a
nivel social, a nivel comunitario, para
que un país salga de sus eventuales
condiciones o problemas en los que
se encuentra”.
Administración
“Es un orden social, que le confiere a un
grupo de personas facultades especiales
que les permita manejar los recursos de
naturaleza pública”.
“Lo político es la forma en que unas
personas elegidas democráticamente
ejercen una serie de actividades a favor
del pueblo”.
“Pienso que es la mejor manera que el
pueblo elija a quienes van a gobernar y
a manejar los recursos que pertenecen
a todos nosotros”.
“Representa toda la maquinaria requerida
para la administración del país”.
“La reunión de la comunidad para el
Bienestar
bien de la comunidad misma”.
“la política es las leyes que están re-
gidas por nuestra nación, por nuestro
pueblo”.
Autoridad
“Un mecanismo generado por algunas
clases de la sociedad para ejercer control
sobre los menos favorecidos”.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

“Política para mí? Es una cantidad de


manes de corbata que tratan de robar al
pueblo con mentiras”.
“Para mí lo político es una mecanismo
legal, maquinaria legalizada al cual
tiene derecho cualquier ciudadano co-
lombiano el cual tiene el mayor índice
de corrupción desde el congreso hasta
en la administración del municipio más
pequeño”.
“Política igual a CVY a Corrupción”.
Corrupción
“Actividad donde se maneja dinero; bien
sea dinero donado recaudado por concep-
to de impuestos o préstamos del Banco
Mundial; para el bienestar particular de
cierto grupo”
“Lo Político es un tema delicado aquí en
nuestro país es sinónimo de corrupción”.
“La política es un facilitador para dividir
al pueblo, buscando que los intereses
no estén de acuerdo y así facilitar la
corrupción”.
“Es un grupo de personas que trabaja
con las leyes pero no hace nada”.
Ineficiencia “son leyes que inventa el pueblo para
el pueblo pero que nunca se cumplen,
mentiras, mentiras”.
“Política es como el pueblo se está dejando
manejar por personas superiores y como
administran nuestro pueblo”.
Poder “Que es política Un conjunto de teorías
que se unen para manejar un país”.
“Lo político es el poder que tienen
sobre el pueblo”.

En Cuanto a lo político emergen conceptos como el de administración y bienestar


relacionados al manejo idóneo de los recursos pensados en la colectividad, aquí la
administración se entiende como la organización integrada por un personal profe-
sional, dotado de medios económicos y materiales públicos que pone en práctica

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Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia
Vanessa Sánchez Mendoza pp 87-102

las decisiones tomadas por el gobierno, la disciplina encargada del manejo de


los recursos y de la dirección del trabajo humano enfocada a la satisfacción del
interés público, entendiendo este ultimo como las expectativas de la colectividad
(Ocampo, 2001); mientras que el bienestar se relaciona con las acciones del Estado
encaminadas a asegurar la protección social, entendida ésta como los derechos a la
sanidad, vivienda, educación, servicios sociales de todos los ciudadanos (Moreno,
2004), de donde es posible identificar una tendencia positiva en las acciones de
la política, sin embargo no se evidencia la vinculación de los jóvenes de modo
activo con alguna de estas categorías. En contraste a éstas, hay algunos jóvenes
que consideran la política como una acción afín con la autoridad, de donde sus
expresiones están ligadas al reconocimiento de la fuerza ejercida por una persona
legitimada por una institución, conforme a unas funciones que le son generalmente
reconocidas. En este sentido, los discursos permiten establecer que cuando una
persona tiene autoridad se deduce que tiene aptitud para mandar (o imponer su
punto de vista o hacerse respetar).
En tiempo de elecciones presidenciales se han conocido diversas estrategias para
conseguir que los ciudadanos elijan a uno u otro candidato, y la expresión de insatis-
facción de parte de algunos políticos y votantes se ha asociado con la Corrupción, un
conceptos que también se ha evidenciado en esta investigación y que se ha entendido
como un acuerdo inmoral entre un corruptor y un corrupto, o entre corruptos aliados
en perjuicio de otros, que beneficia a algunos en sus propósitos particulares, por
encima de la ley en el plano político. La corrupción es vista por los jóvenes como
el uso del poder público para el logro de beneficios particulares o sectoriales, que
no se identifican ni comulgan con el bien común. Por lo general se menciona a los
gobernantes o los funcionarios elegidos o nombrados, que se dedican a aprovechar
los recursos del Estado para enriquecerse y que han sido procesados o reconocidos
públicamente.
Finalmente se habla de la ineficiencia y el poder como descriptores de la política. La
primera descrita como la falta de capacidad para cumplir con un plan de gobierno
empleando los mejores medios posibles y que se hace evidente en los gobiernos
locales, regionales y nacionales, llevando a que los jóvenes mencionen la falta de
credibilidad en las campañas realizadas por los aspirantes a cargos políticos; la se-
gunda la han descrito como una facultad que los ciudadanos dan a los políticos, para
que en lugar suyo y representándoles, pueda ejecutar alguna cosa, no obstante estas
dos aparecen relacionadas en los juicios valorativos negativos que hacen los jóvenes
de las acciones adelantadas por los representantes, pues según se encuentra en sus
discursos la ineficiencia y el manejo inadecuado del poder se presentan correlacio-
nadas y de allí que la corrupción sea la mejor manera para que estos participantes
describan su idea de política nacional.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Tabla 3. Respuesta de los jóvenes frente a la pregunta


¿Qué emociones le genera lo político?

Categoría Representación Social


emergente (Narrativa de los estudiantes)
Universidad Pública Universidad Privada
“Admiración, pues el pueblo cada
vez se abstiene más y más mientras
Admiración
cada vez existen más candidatos y
de dudosa procedencia”.
“Bueno, pues, en el momento de la historia
Repugnancia política que vivo, pues malos sentimientos,
como de desapego y aversión”.
Confusión “La política es un bodrio”.
“Algo de desconfianza, pues cada vez hay
Desconfianza menos gente capacitada lanzándose a la
política”.
Desilusión “Produce nada desilusión”.
“No, poca. No me interesa tanto”.
“Ninguna, me es indiferente”.
“he, me produce aborrecimiento, aborrezco
Desinterés la política”.
“A mí, lo que yo pienso es que es muy injusto.
Me aburre, no le pongo cuidado porque es
mentiras”.
“A pesar de la corrupción todavía
tengo fé en una política que mejore
Fe
la calidad de vida de los colom-
bianos”.
“Bueno pues, en este momento como está la
condición del país, eh, pues considero que
se ha desdibujado mucho y eso me lleva a,
o conlleva a que sienta una decepción, es
decepcionante ver como eh dirigentes polí-
Impotencia
ticos se están cambiando de partido político
solamente como para conseguir una curul y
pues eso es como defraudante, me da como
rabia y tristeza al mismo tiempo que se está
manejando así la política de la cual”.

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Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia
Vanessa Sánchez Mendoza pp 87-102

“Inconformidad por la calidad de


Inconformidad candidatos, por el tema de la pa-
rapolitica”.
“Pues la verdad muy poca emoción por que
la política acá está muy poco estructurada y
Indignación esta manejada hacia otros ámbitos menos la
cultura y como tal lo social, el ver que cada
vez roban mas…me da indignación”.
“Malgenio, consideración a favor del pueblo
Mal genio “Indignación, mal genio”.
votante engañado”.
“El fin de lo que era la política pues
me parece que era lo ideal, pero
pues acá en Colombia como no se
Rabia realiza me parece, pues, mediocre
y me da como rabia”.
“Rabia”.
“Tristeza”.
Tristeza Decepción, tristeza
“Aversión, tristeza, risa”.

Los participantes de esta investigación expresan variadas emociones en cuanto


a la política, entre ellas la fe y la admiración, la primera de estas se presenta
asociada a la posibilidad de conseguir un cambio en la cultura política que
disminuya la corrupción, mientras que la segunda se expresa como un sarcasmo,
pues de acuerdo al discurso es de admirar que la política funcione en el país
habiendo incrementado la abstención y teniendo mayor número de políticos
corruptos. También se encuentran: la repugnancia, como resistencia de los jó-
venes frente a la capacidad de gobernabilidad de los dirigentes; la confusión,
asociada a la falta de conocimiento sobre las razones por las que la política
se presenta desordenada y ajena a los ciudadanos; la desconfianza, asociada a
la poca formación de los representantes políticos y al legado de familias que
han permanecido en el poder; la desilusión, expresada como que en el país
no hay nada que esperar ni que hacer frente a la cultura; el desinterés, ésta se
menciona asociada a que los jóvenes no tienen nexos positivos ni negativos
con la política, no conocen su manejo, no les interesa su funcionamiento, no
consideran que el gobierno sea autoridad pero tampoco proponen estrategias
viables de participación ciudadana.
También mencionan sentimientos como la impotencia, relacionada con la falta de
capacidad para movilizar a la población y participar activamente; la inconformidad,

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

manifestada frente a los manejos políticos, modos de administrar, forma de elegir a


los representantes y en general frente a las decisiones de los representantes; la indig-
nación, aparece en el discurso cuando se trata de describir la falta de equidad en el
acceso a recursos y beneficios; el mal genio, la rabia y la tristeza son las emociones
más frecuentemente mencionadas, incluso mezcladas con algunas de las otras arriba
presentadas, y se manifiestan en el joven cuando critica el actual gobierno y la difi-
cultad para conseguir que la maquinaria política mantenga en el poder a miembros
de familias que tradicionalmente han sido nombrados como representantes de los
ciudadanos en el gobierno.
La participación en política de los estudiantes participantes de esta investigación
indica el ejercicio de derecho al voto a través del sufragio como una herramienta
ciudadana de vinculación con lo político, sin embargo algunos de los participantes
aclaran que únicamente votan en las elecciones presidenciales restándole relevancia a
las elecciones de alcaldes y representantes al senado y la cámara (sufragio ocasional).
Es de notar que os jóvenes mencionan no participar de la política en ningún modo
y además éstos mismos mencionan que la política les es indiferente. Finalmente se
encuentra el abstencionismo, el cual representa la falta de participación aún creyendo
en el tema político.

Tabla 4. Respuesta de los jóvenes frente a la pregunta


¿De qué forma participa en la política?

Categoría Representación Social


emergente (Narrativa de los estudiantes)
Universidad Pública Universidad Privada
“No yo no participo”.
“No, en este momento debo confesar que
soy una… analfabeta política y no participo
de ninguna manera”.
“No participo en la política”.
Ausentismo “De ninguna manera”.
electoral “No participo”.
“No participo, considero que es una forma de
patrocinar a esos delincuentes”.
“No participo”.
“No participo, ya que la política actualmente
está extremadamente viciada y no creo que
se pueda participar sin escapar a eso”.

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Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia
Vanessa Sánchez Mendoza pp 87-102

“Pues sí, voto, pero igual mis elecciones son


muy exclusivas y trato como de mirar la mejor
opción que tiene el país”.
“Yo creo que la única manera en que
participo es en la época de votación
o conocer lo que está sucediendo en
el país. De lo contrario es muy poco
de lo que estoy enterada”.
“Votando, Votando”.
“Igual me toca votar”.

Sufragio “Voto, es mi manera de hacerme valer como


colombiana”.
“Voto en blanco”.
“No estoy de acuerdo con la política
pero voto”.
“Hago campaña política a favor de personas
que considero idóneas… voto”.
“Voto aquí en la universidad, en
las elecciones programadas por el
Estado y voy a algunas reuniones
de mi barrio”.
“Cuando voto tal vez, pero solamen-
Sufragio ocasional
te voto por presidente”.
“No participo en la política, pero hay una
manera indirecta de hacerla como creando
los espacios propios para ello, por ejemplo,
los sitios de discusión en la universidad, que
han planteado en torno a como la política o
los dirigentes han llevado o las medidas que
los dirigentes han llevado para la solución
de conflictos, que es realmente a donde se
Abstencionismo tienen que dirigir las propuestas y dejar a un
lado pues lo, lo social, de manera indirecta he
participado pero a núcleo laboral y a núcleo
académico”.
“Espectador crítico y forzado pues
las calles están llenas de candida-
tos políticos igual la televisión y en
cualquier medio impreso lo mismo”.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Conclusiones
En el contexto electoral en el cual se desarrolló esta investigación fue posible
reconocer diversas razones y modos de participación de la población joven de las
universidades frente a la política; se debe exaltar la relación que existe entre definir
la política como corrupta, expresar indiferencia o desilusión frente a la misma y uti-
lizar prácticas abstencionistas como un modo de expresión de la inconformidad. Al
comparar las dos muestras se evidencia que los estudiantes de la universidad pública
esbozan mayor numero de argumentos en sus respuestas, además de vincularse a la
política a través de su institución educativa, comprendiendo que la política regula
los procesos y procedimientos que posibilitan su educación y al mismo tiempo ha-
ciendo explícito el poder de la educación para alcanzar cambios en las actitudes de
las personas, movilizar los grupos sociales y participar activamente de los procesos.
El estudiante de universidad privada expresa de manera más simple la política, no la
reconoce como eje de su proceso educativo, la ubica en el contexto urbano, asociada
al desarrollo de la ciudad y al manejo de dineros pero no la asocia con otros contextos
de bienestar sociales. Es relevante exaltar que el estudiante de universidad privada
es el que con mayor frecuencia menciona la impotencia frente a la política, pero es
el que expresa mayor interés en participar de los procesos electorales.
Finalmente es importante mencionar que los jóvenes en general han expresado
sentirse esperanzados frente a la posibilidad de conseguir un cambio en la cultura
política de Colombia, a través de la erradicación de la corrupción, la renovación de
candidatos y el compromiso con los planes de gobierno.

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Representaciones sociales de jóvenes frente a la política en Colombia
Vanessa Sánchez Mendoza pp 87-102

Bibliografía
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Católica de Colombia.

102
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

Agendas de la psicología politica


prevalecientes en las dos últimas décadas
(1986-2006) en Latinoamérica 35
Álvaro Díaz Gómez36

Resumen
Se presenta una reflexión teórica sobre lo que han sido las agendas sugeridas para el
desarrollo y fortalecimiento de la psicología política latinoamericana en las décadas del 80
y el 90, proponiendo una nueva agenda que recoja las discusiones temáticas, disciplinares
e investigativas que han emergido en lo que va corrido de la década del 2000 y que se
vislumbra como su quehacer cercano. Por ello, se discurre sobre los siguientes aspectos:
fortalecimiento de la comunidad académica; presencia formal en la formación de los
estudios pregraduales y postgraduales de psicología; creación de mecanismos de difusión
de los conocimientos generados; acercamiento de los diferentes horizontes conceptuales
sobre lo que es la psicología política; realización de investigaciones que permitan
enriquecer el acervo teórico-metodológico; ruptura con los paradigmas tradicionales.
Palabras clave: Psicología, política, psicología política, formación

Abstract
Presenting a theorical reflection about what would be the suggested agendas
for the reinforcement and development of Latin America’s political psychology in
the 80’s and 90’s decades, and establishing a new agenda that would develop all the
thematical, disciplinary and in research discussions that have emerged during this
time. Due to this, some aspects like reintorcement of academic community; formal
presence in psychology undergraduate and graduate studies; creation of difussion
mecanisms; different horizons about what political psychology is; researches that
allow the theorical-methods enrichment and breaking up of the traditional paradigms.
Key words:Psichology, politics, political psychology, development.

35 El presente texto se elaboró como producto académico del seminario doctoral: Conceptos y desa-
rrollos actuales en psicología política, realizado como parte de la pasantía doctoral llevada a cabo
del 9 de Enero al 21 de Febrero del 2006 en el Doctorado en psicología orientado en la Universidad
Central de Venezuela por parte de la Dra. Maritza Montero. Lo anterior no la compromete ni la
hace responsable de lo que aquí se plantea. Fue publicado inicialmente en la revista Psicología
desde el Caribe. No. 19. Enero-julio del 2007
36 Candidato a doctor en educación de la Universidad de Salamanca –España – candidato a doctor en
Ciencias sociales, niñez y juventud de la Universidad de Manizales – CINDE. Profesor sistente del
Departamento de Humanidades e Idiomas de la Universidad Tecnológica de Pereira e integrante
del grupo de investigación Arte y cultura escalafonado en COLCIENCIAS, Instructor asociado
de la Facultad de Psicología de la Universidad de Manizales. E - mail: aldigo@etp.net.co

103
Agendas de la psicología política...
Álvaro Díaz Gómez pp 103-117

Sobre la agenda para una psicología


política latinoamericana37.
Cuando nos hablan de agenda pensamos en el texto que recibimos o compramos a
comienzo de año para consignar allí los compromisos que vamos adquiriendo y hac-
erle seguimiento a cada uno de ellos. De tal forma, la agenda, a comienzos del año,
es un formato, un esquema donde se demarcan meses, semanas, días, señalización de
festivos, ideas especiales, y horas para consignar lo que está por venir. Pero, al final
del año, lo que encontramos es una huella, una marca de lo que hemos realizado o
lo que hemos dejado de realizar, en cualquiera de los casos, allí hay una memoria.
En un sentido académico, se asume la agenda como un deber ser, lo que se espera
sea la tarea de una comunidad académica respecto de un área del conocimiento,
en nuestro caso, la psicología política. Toda agenda demarca - a decir de Martín
Barbero (2003) – nuevas percepciones de espacio y de tiempo que se despliega a
manera de un “mapa de síntomas y desafíos para las ciencias sociales” (pg 256) Por
lo tanto, lo que se encuentra cuando se analizan los textos de psicología política
y los discursos que en ellos circulan son huellas que dan cuenta de unos espacios
geográficos específicos que adquieren materialidad, se narran o describen desde
actores particulares por lo que no necesariamente obedecen a leyes universales,
sino que expresan lo singular de formas culturales y estilos de vida – en el caso del
presente texto, referido a Latinoamérica-
Igual, la agenda demarca el eco de unos tiempos pasados o por venir y que desde
su historicidad permiten la emergencia de determinados intereses investigativos,
reflexivos o discursivos. De aquí que se constriña a las dos últimas décadas (1986-
2006) la explicitación del discurrir teórico de la psicología política en el espacio ya
planteado. Así, se espera mostrar una perspectiva del mapa y los desafíos que ha
construido esta área de la psicología, bajo el entendido, como lo plantea Lalinde
(1998) que toda agenda “provoca muchas salidas”.
Por lo tanto, y sin que sea tan lineal y cuadriculada como la agenda/cuaderno que
compramos al inicio de año, la agenda académica tiene parecidos con aquella en
cuanto nos muestra un esquema, nos da señales sobre lo que se debe construir teórica
y prácticamente. Ahora, ni la agenda personal, ni la agenda académica se construyen
de manera voluntarista, ambas se hacen desde la tradición, desde la historia de vida
y la particularidad de la vivencia que se ha tenido. Además, desde el presente, que
demarca las expectativas y posibilidades a realizar. No es futurología, no es obliga-
toriedad, es opción, insinuación, sugerencia que se direcciona para ir construyendo
su concreción.

37 Una versión inicial del presente texto se presentó como ponencia en el simposio “Sociales” corres-
pondiente al XII congreso Colombiano de psicología de la Sociedad Colombiana de Psicología.
Universidad de San Buenaventura. Medellín. Mayo 6 del 2006.

104
Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

En tal sentido, una agenda para la psicología política en Latinoamérica puede estar
orientada hacia los siguientes dos aspectos: institucionalización de ésta área de la
psicología y su ampliación temático-disciplinar. Veamos en detalle algunos tópicos
al respecto.

Agenda para fortalecer la institucionalización


de la psicología política en latinoamérica
Dadas las condiciones de desarrollo de la psicología política en Latinoamérica, es
necesario trabajar en su proceso de institucionalización mediante la siguiente agenda:
1. Fortalecimiento de la comunidad académica que la constituye y construye.
Lo que conlleva a la formación de los futuros profesionales mediante los estudios
pregraduales de psicología y el desarrollo de programas de formación posgradual.
Estos aspectos pueden aparecer como tópicos de poca importancia, sin embargo,
como lo plante Seoane, J, (1988) forman parte y dan cuenta de la institucionalización
de una disciplina, en tanto característica sociológica de la misma que se expresa en
planes de estudios, revistas, libros, manuales, y fundación de sociedades profesiona-
les. Al preguntarse sobre cómo se presenta esta institucionalización de la psicología
política, responde -referido a España y a Europa- como esto es desigual entre países
y regiones, por lo que los planteamientos existentes se refieren sobre todo al ámbito
angloamericano.
Para el caso Latinoamericano, las propuestas académicas y los discursos con los
cuales se forman las nuevas generaciones provienen principalmente de estos dos
escenarios – angloamericano y Europeo, por no decir que Español- . Lo anterior no
niega la presencia de producción teórica desde nuestro contexto, como se reconoce
en la obra de Montero, 1987; Montero, 1991; Montero y Dorna, 1993; D’Adamo,
García Beaudoux y Montero, 1995; Bolívar y Kohn, 1999; Mota, (1999). Para lo
que va corrido de la década del 2000 se encuentran los aportes de Dorna, 2004;
Dorna, 2003.
Pero esta producción no es suficiente para ir conformando una mayor masa crítica y
un paradigma particular o influyente en términos de la comunidad académica general
2. Generación de mecanismos de difusión de los conocimientos construidos,
priorizando los medios virtuales (revistas electrónicas).
Como se ha expresado en el punto anterior, no se niega la existencia de algunos
referentes teóricos, que por presentarse de manera esporádica, requieren de su for-
talecimiento y ampliación, tanto en nuevas ediciones, como en otras producciones.
Montero y Dorna (1993) plantean como para la década del 80 y 90 se tenía conoci-

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Álvaro Díaz Gómez pp 103-117

miento de tres revistas sobre psicología política que eran publicadas periódicamente,
political psychology, creada en 1979, Micropolitics, 1981 y psicología política, ésta
última editada en España.
En el ámbito Latinoamericano se edita desde el año 2001 por parte de la Sociedad
Brasilera de Psicología política, la revista “psicología política”38 y por parte de la
Universidad de San Luis (Argentina) se edita la revista electrónica de psicología
política.39 Para el año 2006, se edita el primer libro electrónico en psicología política
(Dorna, 2006) donde se encuentran textos de psicólogo(a)s de México (Mota, G,
2006) Colombia (Díaz, Á, 2006) Chile
(Lira, E. 2006)España (Garzón, A, 2006; Sabucedo, J. M, Durán, M. Fernández, C.;
Romay J. (2006) Crespo, E. J. Revilla C. y Serrano, A. (2006) y Francia (Dorna,
A, 2006)
En cuanto no hay asociaciones de psicología política, visibles a nivel latinoamericano,
no hay realización de congresos científicos, temáticos y periódicos que den cuenta
de lo que se hace en el terreno de lo práctico y las maneras como se reflexionan en
cuanto teoría.
Lo anterior no quiere decir, que no exista en Latinoamérica la psicología política,
de hecho en la realización de congresos tanto de orden Continental (SIP 200540)
regional Latinoamericano (VI Congreso de psicología social de la liberación41)
nacional (XII congreso Colombiano de psicología, 2006) aparece la convocato-
ria y se hace presentación de trabajos en ésta área disciplinar (Díaz, 2004; Díaz,
2005). También se encuentran publicaciones que dan cuenta de las perspectivas
de desarrollo de ésta área de la psicología: Rodríguez, A, (1998; 2001) Dobles, I
(2005) Juárez, J, y Arciga, S (2001) Moscovi, S y otros (1997) Pero aún con esta
producción no se alcanza la visibilización ni emergencia necesaria para asumir la
existencia de una comunidad académica fuerte, de psicología política en el ámbito
Latinoamericano.

38 Al momento se han editado diez y ocho números que se encuentran en versión electrónica en:
http://www.fafich.ufmg.br/~psicopol/01.htm
39 Se encuentran en línea nueve números, ver: http://www.psicopol.unsl.edu.ar/
40 En éste congreso, como parte del eje 19 denominado psicología política se presentaron cuarenta y
tres ponencias correspondientes prioritariamente a países de Latinoamérica. http://www.sip2005.
org.ar/Abstract/19-Psicologia_politica.pdf
41 En cuanto se asuma la psicología social de la liberación como expresión de la psi-
cología política, se compartirá la referencia respecto a qué los tres días de discusión
realizados en éste congreso fueron reflexiones sobre ésta área temática con más de cien
intervenciones.,agrupados en cuatro ejes temáticos: I.   Escenarios para el trabajo desde
los Derechos Humanos;  II. Escenarios para el trabajo comunitario y con grupos: domi-
nación y resistencias;  III: Escenarios de trabajo sobre la violencia;  IV. Escenarios de
trabajo en la  producción de conocimientos, formación e inserción en la perspectiva de
la liberación. http://www.ts.ucr.ac.cr/cipsl-07-es-prog.doc
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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

3. Acercar los diferentes horizontes conceptuales sobre lo que es la psicología política


Este acercamiento es necesario en tanto se comparte la idea de Montero y Dorna
(1993) respecto a que esta área disciplinar todavía es muy dependiente de otras, lo
que la presenta como dispersa, aislada, con multiplicidad de enfoques, fragmen-
tación temática, carente de paradigmas integradores y con una conceptualización
aún incierta.
4. Realizar investigaciones que permitan enriquecer el acervo
teórico-metodológico existente hasta el momento. Estas deben ser
investigaciones en contexto, e investigaciones comparativas.
Lo anterior, independientemente de que la definición de psicología política siga
evolucionando, pero, como lo plantea Seoane (1998;26) “lo hará sobre unos proble-
mas de fondo y sobre unas dimensiones conceptuales que ya están determinadas”
al menos en sus sentidos generales para desde allí presentar nuevas categorías y
perspectivas de indagación.
5. Hacer rupturas con los paradigmas tradicionales para instaurar nuevas
formas de racionalidad y con ello de comprensión y concreción del mundo.
Sobre éste aspecto ya Montero y Dorna (1993) hacen el llamado para abrir nuevos
horizontes y dejar atrás problemas heredados como es el de “la inconsistencia met-
odológica” derivada “de la hegemonía (que) se halla ahora en quiebra, proveniente
de las ciencias naturales, Por su parte, Ibáñez, T (1988), Díaz (2004) enfatizan en
que no es posible seguir pensando en términos de “los principios disyuntivistas del
paradigma científico Clásico”, siendo plausible incursionar en el paradigma de la
complejidad, desde el cual se trabaje en la construcción de agendas regionales de
psicología política que responda a las especificidades de tales espacios.

Agenda para la ampliación temático-disciplinar


de la psicología política latinoamericana
Como bien lo sugiere Montero (2006) la agenda se concreta en tareas particulares que
permiten manejar la tensión entre la acción y el deseo para llevar aquella, al plano
de la realidad social. Pero, y por éste mismo hecho, las agendas no son ahistóricas,
ni estáticas; por el contrario, son construcción histórica, colectiva y en tal sentido
cambiantes.
Como expresión de esta historicidad Montero (2006) presenta las agendas que se
han propuesto como horizonte a ser realizadas desde la psicología política, para
ello las ubica agrupadas en dos grandes periodos, el primero corresponde a las dos
últimas décadas del siglo XX (1980- 1999) y las segundas corresponden a las que

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emergen a partir del año 2000 y que constituyen la primera década del siglo XXI.
Creo que a aquellas se les puede denominar como la perspectiva clásica y a estas la
perspectiva contemporánea, lo que no las demarca desde juicios de valor en término
de ser mejores unas, respecto a otras, sino como opciones que han delineado o están
impulsando los retos y desafíos de la psicología política.
Al analizar la propuesta presentada por Montero (2006) es posible sugerir una
lectura de segundo orden donde ella ubica la agenda en término de proponentes42,
temporalidad o fecha de presentación, denominación de ejes, posible espacialidad
de aplicación, campos de actuación disciplinar y profesional, algunos de ellos con-
stituidos por áreas específicas.
Agendas propuestas en las dos últimas décadas del siglo XX (1980- 1999)
Así, entonces, los agendistas proponen lo siguiente (Montero 2006):
Jorge Tueros, s.f. y Carlos Franco (1981) desde Perú presentan una agenda para una
posible psicología política, orientados por los temas de socialización política y agentes
de reproducción social; Los sujetos políticos y sus características psicológicas, dentro
de los cuales se integran los subtemas de: cultura política, organizaciones políticas,
psicología política y conducta política de las masas; conceptos para el análisis del
comportamiento político; dimensiones políticas de actividades políticas constituidas
por: participación, representación, negociación, concertación y violencia políticas;
lo anterior enmarcado en el desarrollo de un aparato conceptual para esos estudios.
Por su parte la estadounidense Margaret Hermann (1986) desde la opción de prin-
cipios y problemas de la psicología política visibiliza los siguientes aspectos que
bien se pueden denominar de orden epistemológico – metodológico: asumir la
reflexión sobre la multiplicidad metodológica en la investigación de ésta área de la
psicología; reconocer y trabajar la tensión dada entre buscar un solo paradigma o
aceptar multiplicidad de ellos;asumir la importancia del enfoque comparativo en la
Psicología política; reflexionar respecto a cuáles son los límites entre investigación
y acción; presentar lineamientos frente a ¿Qué clase de capacitación necesitan los/
las psicólogos/as políticos/as?
Desde Argentina Virginia García Beaudoux y Orlando D’Adamo(1999) proponen
unas perspectivas de desarrollo de la psicología política en América Latina desde
las que se aborden las vinculaciones entre fenómenos psicológicos y económicos,
lo que implica investigar: la Influencia en los sistemas políticos, la relación entre
crisis económicas e identidad social, la legitimidad democrática en relación con la
inestabilidad económica; los procesos de transición y consolidación democrática
desde los cuales se asuman la memoria social y de forma específica el recuerdo y el

42 Bien se pueden llamar agendistas en la acepción de ser aquella persona que retoma las ideas circu-
lantes en comunidades académicas y las presenta formal y oficialmente ante las mismas para que
circulen, se discutan, se complementen y se vayan concretando

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olvido colectivos (Amarante, P, 2004), los fenómenos políticos, (Abreu,I,1998) las


identidades sociales; la corrupción y con ello la percepción social de la corrupción,
la corrupción y la socialización política; la corrupción y el apoyo/alienación en
relación al sistema; la comunicación política, que conlleva los temas de medios ma-
sivos de comunicación y acción política, medios, opinión pública y representaciones
sociales todo ello en relación con sus efectos psicopolíticos.
Por su parte, Montero (1986) desde Venezuela, hace su propia propuesta en términos
de un proyecto de agenda en psicología política para América Latina donde lo central
es la fundamentación teórica y metodológica respecto a su historia, los enfoques y
conceptos que le son característicos, los métodos y su relación con la teoría.
Lo anterior se complementa con la reflexión e intervención respecto a las situaciones
y procesos políticos que se viven en América Latina tales como el autoritarismo,
el militarismo y las dictaduras, la conciencia social, política y religiosa (Tinoco, J:
2000), la democracia formal, la represión y la tortura, los movimientos populares y
revolucionarios, la Juventud; Ideología (Lozada, M, 2000) psicología y política, y
el supranacionalismo (Christlieb, P: 2004) las formas de intervención psicopolítica
tales como la concientización (Silva, C, 2002)., la educación y participación popular,
la psicoterapia a victimas de represión política, el exilio y el retorno, la participación
política, y la Guerra (Barrero, E: 2006)
Agendas emergentes a partir del año 2000
A decir de Montero (2006) D. Winter, propone en el año 2002 abordar como agenda
de la psicología política la comprensión del poder, el sexo y la violencia y con ello
subtemas como el ansia de poder, cómo se construyen las diferencias, cómo tratar
con los efectos del poder; la coexistencia de diferencias derivadas (y que marcan
matices) del nacionalismos, el cosmopolitismo y la globalización.
Desde el anterior contexto y dados algunos de los problemas psicosociales y caracte-
rísticas de América Latina, es viable priorizar como agenda temática la investigación
y la acción sobre lo que propongo pueden ser sus dimensiones constitutivas, a saber:
EPISTEMOLÓGICA, donde se abordan las maneras como se va conformando
este campo de conocimiento desde el punto de vista de la producción de nuevos
saberes que sean pertinentes para el discurso académico general de la psicología,
pero que a la vez rompa con sus postulados hegemónicos. CONCEPTUAL, Des-
de aquí se va construyendo un cuerpo teórico que de forma paradigmática retoma
principios tales como liberar a la psicología de sus planteamientos dominantes y
ayudar en la liberación de sectores subordinados de la sociedad; Estrategias para
buscar vínculos con sectores populares y comunitarios; categorías entre las que se
destacan liberación, poder, sujeto, subjetividad, autores como Baró (1990), de El
salvador, Montero (2000) de Venezuela, Vásquez (2000) de México, Dobles(2000)
de Costa Rica, Díaz (2001; 2004,a) y Barrero (2006), de Colombia; Lira, de Chile,
entre otros; y actores sociales que le dan discursividad a sus planteamientos. Una

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última dimensión es la de INTERVENCIÓN, donde se visibilice la opción por


el trabajo con organizaciones populares de Derechos Humanos, movimientos de
resistencia civil, grupos de indígenas, grupos de mujeres y ONGs vinculadas con
sectores comunitarios.
A partir de las anteriores dimensiones propongo trabajar en los siguientes ejes y
temas constitutivos desde los cuales se está concretando la reflexión-acción de la
psicología política:
1. Epistemología de la psicología política. Aquí se ubican los textos (Montero,
M. 2000; Dobles, I. 2000) quienes indagan sobre la historicidad de los cono-
cimientos con los cuales estructura sus discursos esta psicología a partir de
preguntas tales como: ¿cuáles son sus lógicas de producción científica? ¿cuáles
son las comunidades académicas que la respaldan? ¿cuáles son los paradigmas
que le dan sentido? ¿cuáles son los fundamentos y características distintivas de
su cuerpo teórico?
2. Psicología y democracia. Desde esta perspectiva se pueden abordar aquellos
procesos psicológicos que potencian o frenan la consolidación de la Democracia,
tales como: la participación social (Sabucedo, 2004) y la construcción de ciuda-
danía plena (Juárez, y Arciga, 2000;Diaz, A, 2004,b) el análisis de los medios
virtuales y la construcción de ciudadanía (Gómez, J, 2005), las nuevas ciuda-
danías tales como la ciudadanía juvenil, la ciudadanía infantil y sus respectivos
procesos de socialización (Paulín, H: 2004; Nateras O: 2000) los procesos de
indigenismo, la psicología del poder femenino, la identidad nacional (Salazar,
J: 2001) los efectos psicosociales de las crisis y los cambios institucionales
(Zubillaga, V:2005; Ramírez, M: 2001),
3. Psicología y derechos humanos. En países donde se está instaurando la demo-
cracia después de décadas de gobierno militar, o en aquellos donde sus demo-
cracias son aún débiles, los psicólogos que asumen el ejercicio de la psicología
política pueden trabajar por ayudar a forjar una cultura de vivencia y respeto de
los derechos Humanos mediante la promoción y difusión de los mismos (Váz-
quez, 2002; De Freitas, 2002) donde un lugar visible es para quienes abordan
los Derechos de los niños y las niñas (Díaz , 2001) así como la perspectiva de
género y el trabajo con mujeres. Otro matiz de abordaje desde éste eje temático
es el de Salud Mental y Derechos Humanos (Martín, 2004) lo que lleva a acom-
pañar procesos terapéuticos o de restitución psicológica de las víctimas directas
(y sus familiares) de casos de desapariciones, torturas, mutilaciones corporales,
producto del enfrentamiento armado, el desplazamiento (Bello, y otros 2000)
, los allanamientos y las retenciones ilegales que se presentan por parte de las
agencias gubernamentales y estatales detentadoras del poder político. los efectos
psicosociales del desplazamiento y la violencia política (Bello, M: 2002; Pérez:
M. 2004; Bello, M,2006).El acompañamiento directo a las víctimas debe permitir
que se construyan modelos y estrategias de apoyo psicosocial de ésta población.
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4. Psicología social de la guerra. Aquí se pueden investigar e intervenir las causas


subjetivas que llevan a la guerra (Moreno, 2004), cómo se construye la imagen
del enemigo, de qué manera se degrada al contrincante, cómo desmoralizar a los
adversarios, de qué manera motivar a los guerreros, cómo mantener la opinión
pública a favor de uno u otro actor del conflicto, cuáles son las consecuencias
psico-socio-políticas de la guerra (Martín- Baró, 1990; Díaz, 2004,b ). la cons-
trucción socio/psico/política del miedo y el individualismo; las características
psicosociales de los procesos de emigración y nomadismo, las características
psicológicas de los actores armados (Romero, M: 2003; Castro, C 2001).Hay un
matiz en éste eje y es referido a los trabajos sobre Memoria colectiva, perdón,
olvido y reparación desde donde es posible indagar respecto a los aspectos
psicológicos de la memoria (Jelin, E, 2002; Da Silva y Jelin, E, 2002),el acom-
pañamiento a las victimas de la violencia política en particular en escenarios de
dictaduras políticas (Pipper. 2002) o de autoritarismos desde “la democracia”,
para reivindicar las acciones políticas de grupos dominados, buscar que no
queden en la impunidad las acciones de desapariciones, masacres, genocidios
y crímenes de lesa humanidad (Jelin, 2002,a) A la vez que abogan por procesos
de reparación psicológica de las victimas de tales actos atroces.
5. Subjetividad, globalización y neoliberalismo. La perspectiva que se asuma
desde este eje puede indagar sobre las consecuencias psicosociales de la globa-
lización y el neoliberalismo en los procesos de estructuración de la subjetividad
y la personalidad de los individuos, las maneras como se oponen resistencias
locales/culturales a pretensiones hegemónicas de universalización cultural (Ji-
ménez, 2000), así como las subjetividades que se constituyen por parte de los
actores armados, en los procesos de guerra (Castro, M, 2003).
6. Enseñanza aprendizaje. Es incipiente el abordaje de este eje desde el que se
indaga respecto de experiencias de formación universitaria en psicología políti-
ca. Las preguntas centrales a resolver son ¿Existe en los programas académicos
universitarios este componente de formación? ¿cómo se desarrolla? ¿cuáles son
los contenidos distintivos en el proceso formativo de un psicólogo político?
¿qué metodologías de enseñanza se implementan? ¿qué nuevos caminos de
acompañamiento se han ido gestando en el trabajo con sectores comunitarios
y populares? ¿cómo se incorporan a los discursos académicos la sabiduría y el
sentido común de los pobladores de tales sectores populares? Aquí se incluyen
los trabajos que implementan Estrategias de acompañamiento a grupos,
comunidades y movimientos sociales como escenarios donde se concreta el
carácter libertario de la psicología política en la tensión Asistencialismo, re-
formismo o cambio social y de donde emergen concepciones psicosociales que
sustentan el trabajo de acompañamiento que desde la opción de la psicología
política realizan universidades y ONGs (Villa, 2000; Rodríguez, 2002 ) Dada
la poca reflexión y bibliografía existente sobre éste tema, veamos con un poco
más de detalle este punto de la agenda
111
Agendas de la psicología política...
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Sobre la formación del psicólogo (a) político


(a) para concretar las agendas actuales
Como toda comunidad académica es concreta, no es sólo abstracción que denomina
un inexistente, la comunidad académica de los psicólogo(a)s político(a)s latinoame-
ricanos esta compuesta por todos aquellos hombres y mujeres quienes optan por el
ejercicio teórico y práctico -y en esta tensión la expresión de los diversos matices que
de ella se generan- de lo que se asume desde la tradición, es la psicología política.
¿Qué formación deben tener lo(a)s nuevo(a)s psicólogo(a)s que se interesen o estén
interesados en ella? Algunas opciones pueden ser las siguientes: Una sólida forma-
ción profesional en psicología43, específicamente en psicología social, sociología,
ciencia política, semiótica, análisis del discurso, economía, comunicología, estudios
culturales; una amplia formación investigativa, no sólo metodológica, lo que implica
el discurso amplio y profundo en epistemología y filosofía; el desarrollo de com-
petencias para el trabajo interdisciplinar; la generación de una nueva racionalidad,
que le permita pensar, llevar al plano realizativo acciones de pensamiento y no sólo
actividades operativas; desarrollo de capacidades que le permitan captar lo emer-
gente de los procesos psico -socio-políticos y con ellos hacer visible lo “invisible”
de los anteriores procesos; desarrollo de habilidades escriturales y expositivas para
dar cuenta de su pensamiento y los hallazgos que va construyendo; potenciación de
opciones de trabajo con diferentes grupos sociales, desde los comunitarios barriales,
hasta los de las comunidades académicas.

A manera de entre- cierre


Una psicología política, concretada en psicólogos políticos, debe permear desde la
discursividad y la práctica los siguientes ámbitos:
El académico. Donde se propicien condiciones para la generación de una reforma
del pensamiento, que ayude a hacer la migración de paradigmas descontextualizados
hacia paradigmas vigente en las ciencias sociales y humanas. Aquél, caracterizado por
la repetición acrítica de teorías, la búsqueda de coincidencia de la teoría descriptiva de
otros momentos y otras condiciones con los hombres y mujeres concretos que habitan
la realidad actual. La carencia de investigación que permita obtener conocimientos
pertinentes y contextuados, la implementación de metodologías e instrumentos tanto
para la investigación como en el plano profesional que no corresponden con los su-
jetos y las subjetividades de los latinoamericanos, pero que forzamos a que así sea.
La repetición discursiva por vía de los currículos, de teorías ahistóricas. Superadas
y restrictivas. Aquí se debe trabajar en función de posicionar en la agenda académi-

43 Aunque no hacen psicología política sólo los psicólogos, en el presente texto se asume la formación
dirigida hacia ellos.

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Perspectivas en Psicología
Edición No 12 - Enero - Junio de 2009

ca otras visiones sobre la psicología, otros autores, otras categorías, otras maneras
de hacer y pensar la psicología, que pasa por otras maneras de formar a las nuevas
generaciones de psicólogos, con otro tipo de relaciones y de didácticas.
El comunitario y de proyección social. Lo anterior conduce necesariamente a que el
trabajo de la psicología se descentre, como opción mayoritaria, del ejercicio de la
psicología clínica con el modelo médico asistencial que le subyace, por otros espacios
y sujetos con los cuales intervenir. Así, se abre opción por ejemplo, para la psicología
comunitaria, la psicología política, la psicología de la liberación, la psicología ambien-
tal, la psicología jurídica, la psicología deportiva, con diversas perspectivas teóricas.
Pero, además, que las otras áreas de la psicología con mayor visibilización hagan un
giro en su mirada para visualizar otros escenarios en los cuales es posible realizar
el rol del psicólogo como es la educación no formal e informal, la psicología del
trabajo con sindicatos, microempresas, ONGs. Esto relativiza y cambia las maneras
de incursionar en la realidad, junto con los usuarios de los servicios de psicología,
obliga a crear otras maneras de denotar la realidad, en cuanto en la comunidad nos
relacionamos con ¿usuarios, clientes, pacientes, enfermos, ciudadanos, anormales,
diferentes, otredades? Allí hacemos ¿intervención, acompañamiento, asistencialismo,
paternalismo, autogestión, participación? En los nuevos escenarios el lenguaje predo-
minante debe ser ¿el técnico, el comunitario, un diálogo de saberes? El conocimiento
científico ¿se construye por parte de la comunidad académica, de la comunidad
barrial, entre ambos? ¿Qué diferencia las lógicas de cada cual?
El organizacional/gremial de las asociaciones de psicología. Para que las organiza-
ciones no se preocupen sólo por la reivindicación gremiales sino que reconociendo
su vínculo con la sociedad, piensen que en tanto actores sociales colectivos deben
proponer nuevas maneras de organización de los psicólogos, nuevas tareas ( formu-
lación de políticas públicas desde la psicología), vinculación con grupos sociales por
vía de sus asociados, incidencia sobre los programas de formación pre y postgradual,
actualización de las normativas orientadoras del quehacer del psicólogo para ayudar
a abrir otras opciones. Superación del caudillismo y el personalismo en la repre-
sentación de las organizaciones gremiales, desarrollo de proyectos colectivos y no
individuales, potencialización de la colectividad y no únicamente de la persona. Es
ayudar en la liberación de la psicología en su plano disciplinar, profesional y gremial.
Al fin y al cabo la realidad no se presenta a manera de estancos independientes, sino
integrada, sistémica, total y compleja.
Esta agenda se debe llenar de contenido. Desde lo teórico, en cuanto acumulado
cultural, existen muchos argumentos y sustentos que le dan razón de ser. En tanto
acción práctica, como ésta es devenir, caos, posibilidad, sólo la acción misma la
llenará de vitalidad y posibilidad. De no ser así, se quedará en un buen deber ser.

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Agendas de la psicología política...
Álvaro Díaz Gómez pp 103-117

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Parámetros para la presentación


de artículos para la revista
Perspectivas en Psicología
Convocatoria
La revista PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA es una publicación de carácter acadé-
mico, editada por la Facultad de psicología de la Universidad de Manizales, que tiene
como objetivo difundir la producción intelectual de los profesores e investigadores
de cualquier universidad, institución o libre pensadores en las diferentes áreas de
la psicología, y de acuerdo con los parámetros establecidos por Colciencias para la
publicación de revistas seriadas, científicas y tecnológicas.
Los conceptos y opiniones de los artículos son de exclusiva responsabilidad de
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tinencia, originalidad, rigor investigativo, carácter inédito y estricto cumplimiento
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tados originales de proyectos de investigación. La estructura del artículo debe
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b. Artículos de reflexión: Presentan resultados de investigación desde una perspectiva
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c. Artículos de revisión: Sistematizan e integran resultados de investigaciones publi-
cadas o no, con el fin de dar cuenta de los avances y la tendencias de desarrollo.
Presentan una cuidadosa revisión bibliográfica, de por lo menos 50 referencias.
Instrucciones para la presentación de trabajos:
1. Enviar dos copias impresas del artículo y una copia en Microsoft Word, en dis-
quete. O si lo desea, solamente la versión en Word dirigida al editor de acuerdo
con el formato de los artículos de esta revista.

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2. Los artículos deben contener:

Título: Debe ser breve y representar el contenido


Resumen: Debe ser conciso y sintetizar el trabajo realizado. Descrito en 150 pala-
bras máximo.
Palabras claves: Debe presentar tres o cuatro palabras que identifiquen el campo y el
área en que se enmarca el artículo, así como su traducción al inglés (Key Words).
Abstract: Es la traducción del resumen al idioma inglés
Nombre de los autores: Especificando último título universitario, cargo, institución
o universidad, nivel en el escalafón docente, E-mail.
-Puede ser elaborado y firmado por uno o más autores.
Citas: Las citas y referencias escritas en el texto deben presentarse en el formato
AUTOR FECHA (p.e. Castañeda, 2002) y no como pies de página.
Extensión: El artículo debe contar con una extensión mínima de 20 páginas y
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Roman de 12 puntos.
Comunicación. El Comité Editorial no se hace responsable de la devolución de los
artículos, pero mantendrá comunicación con los autores para informarles sobre
el proceso de artículo
Dirección de envío: Los artículos deben enviarse al editor de la revista a alguno de
los siguientes emails:
perspectivasenpsicologia@umanizales.edu.co ; aldigo@etp.net.co
Bibliografía: Debe tener lista de referencias bibliográficas al final del artículo que
cumplan con el siguiente formato:
Libro con varios autores:
Núñez, A; Tobón, S. (2005). Terapia cognitivo conductual. Manizales: Univer-
sidad de Manizales.
Libro con un solo autor:
Guarín, G. (2004). Razones para la racionalidad en horizonte de complejidad.
Manizales: Universidad de Manizales.
Capítulo de libro:
Díaz, A. (2007). La subjetividad política como categoría de trabajo en la psico-
logía social de la liberación. En I. Dobles, S. Baltodono (Ed.), Psicología de la
liberación en el contexto de la globalización neoliberal. Costa Rica: Ediciones
Universidad de Costa Rica.

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Artículo de revista:
López, L. (2004). El empoderamiento como capacidad de agencia. Una alter-
nativa para el reconocimiento de los y las jóvenes coo actores del desarrollo y
su integración al mundo social. Revisa Cuadernos de línea, 2, 41- 58.

Artículo de revista electrónica:


Díaz, A. (2003). Una discreta diferencia entre la política y lo político y su inci-
dencia sobre la educación en cuanto socialización política. Revista Reflexión
política, 2003, 48- 58. Recuperado el 15 de julio de 2007, de http://editorial.unab.
edu.co/revistas/reflexion/pdfs/pan_49_4_c.pdf

Sobre libre acceso a la revista Perspectivas en Psicología


Se puede acceder a la totalidad de los números de la revista y de sus contenidos,
con libre acceso, ingresando al link: http://umanizales.edu.co/programs/psicologia/
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