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r Gabriela Garmendia Márquez

La terapia familiar estratégica es desarrollada en la década de los 50 principalmente por Jay


Haley, el cual establece sus principios en base a las técnicas empleadas por su maestro, el
famoso hipnotista Milton Erikson. Sin embargo el término estratégico también se identifica
con la labor de Weakland, Watzlawick y Fish.

Haley descubre un modelo de terapia breve enfocada a resolver los síntomas específicos del
paciente por medio de técnicas directivas. Haley creía que era más importante que los
pacientes resolvieran sus problemas de inmediato en lugar de comprender el por que de
ellos. En 1976, Haley se muda a Washinton y funda el Instituto de Terapia Familiar
con Cloe Madanes, el cual se ha convertido en uno de los mejores Institutos en Estados
Unidos.

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Según Madanes (1980), el terapeuta estratégico establece objetivos claros que están
relacionados con el problema presentado; y por tanto no aplica un mismo método a todos
los casos presentados sino que diseña una estrategia específica para cada problema. En
raras ocasiones se utilizan en este enfoque los criterios de diagnósticos de la psiquiatría y
de la psicología. No obstante, el enfoque es sensible a la red social más amplia que la
familia y la incluye, en particular a los profesionales que tienen poder sobre la persona que
presenta el problema. Además, por su manera de conceptualizar un problema, el enfoque
estratégico hace hincapié en lo analógico. Se presume que el problema de un niño o el
síntoma de un adulto son modos que ellos tienen de comunicarse con los demás. Así, los
objetivos de la terapia son, ante todo, impedir la repetición de secuencias e introducir
mayor complejidad y alternativas. Para alcanzar estos objetivos se programan varias etapas
en la terapia.

“Se define a cada problema como abarcando a no menos de dos personas y habitualmente
tres. Lo primero que debe discernir el terapeuta es quienes están involucrados en el
problema presentado, y de que manera. Luego resolverá como ha de intervenir a fin de
modificar la organización familiar para que el problema presentado ya no sea necesario. Por
lo común, el cambio se plantea en etapas, de manera que el cambio en una situación o en un
conjunto de relaciones provocará otro cambio en otra relación, y luego otro más, hasta que
toda la situación cambie. Las intervenciones están programadas para involucrar o
desinvolucrar, conectar o desconectar a varios miembros entre sí.

A menudo el terapeuta empieza por crear un nuevo problema y por resolverlo de modo tal
que el cambio lleve a la solución del problema que había presentado la familia
originalmente. En este enfoque interesa la jerarquía familiar. De los padres se espera que se
hagan cargo de sus hijos, al par que se bloquean las coaliciones intergeneracionales.”
(Madanes, 1980, p.39)

El modelo estratégico utiliza para sus intervenciones directivas planificadas


deliberadamente por el terapeuta, las cuales constituyen su principal técnica terapéutica. No
se hace hincapié en el insight o la comprensión, ni se formulan interpretaciones. Por tanto,
al focalizarse el problema presentado, esta terapia no está orientada al crecimiento personal
ni se preocupa por el pasado; el acento está puesto en la comunicación en el presente. Las
directivas pueden ser directas o paradójicas; sencillas o complejas. El primer paso para su
impartición es motivar a la familia a que la acate, por lo que deben ser muy precisas, para
que surtan el efecto deseado. (Madanes).

Es importante señalar que dentro de la terapia familiar estratégica existen diversos


enfoques, todos los cuales poseen ciertos denominadores comunes. Sin embargo el presente
trabajo esta basado en las técnicas de Cloe Madanes cofundadora como se mencionó
anteriormente del reconocido Instituto de Terapia Familiar. Su labor ha sido reconocida por
la implementación de novedosos procedimientos de intervención, los cuales se describirán a
continuación.

En términos generales, Madanes (1980), agrega a la terapia estratégica lo siguiente:

1) Un enfoque en los niveles de organización, en lugar de los niveles de comunicación.

2) Una preocupación por las incongruencias jerárquicas en la que las dos estructuras
incompatibles de poder se definen al mismo tiempo en la familia.

3) Una preocupación por la metáfora expresada por un síntoma y por la interacción


familiar.

4) Una preocupación por entender las razones por las cuales un síntoma es elegido.

5) Un nuevo enfoque del uso de la paradoja, que no se basa en el desafío o resistencia


opuesta por la familia.

6) Nuevas estrategias para la resolución de problemas presentados por las parejas.

7) El énfasis en técnicas especiales para modificar las metáforas expresadas por la conducta
sintomática.

8) Técnicas para persuadir a los padres a que asuman la responsabilidad que tienen hacia
sus hijos y resuelvan sus problemas.

A continuación se describen la técnicas y pasos a seguir sugeridos por Cloe Madanes


(1980), para tratar problemas que se presentan en la niñez.

Así Madanes(1980), propone:

1) La conducta perturbada en los niños es el resultado de una incongruencia en la


organización jerárquica de la familia.
2) Los padres se encuentran en una posición superior al niño por ser sus padres, pero al
mismo tiempo el niño se encuentra en una posición superior por que los protege con su
conducta sintomática.

3) El síntoma es una metáfora que expresa las dificultades de los padres.

4) Se utilizan directivas paradójicas de simulación que son:

a) La persona sintomática es alentada a que simule tener el síntoma, en el caso de un adulto,


se insta al conyugue a que critique el cumplimiento de la directiva; en el caso de un
progenitor se le insta a que simule ayudar al niño cuando éste simula tener el síntoma.

b) Los padres son alentados a simular que están necesitados de ayuda y protección del niño.

Los pasos específicos propuestos por Madanes son:

1) Definir con claridad el problema y establecer objetivos específicos.

2) Conceptualizar el problema considerando que el niño, a través de sus síntomas, está


protegiendo a uno o a ambos conyugues o a algún otro familiar.

3) Se plantea una intervención en forma de una directiva que los padres tienen que impartir
al niño: tener el problema, simular tener el problema, simular ayudar a los padres.

4) La directiva primero es practicada en la sesión y luego cumplida en el hogar.

5) En la sesión siguiente, se requiere un informe sobre el cumplimiento de la directiva y la


terapeuta continua prescribiendo la misma directiva.

6) A medida que sobreviene un cambio y desaparece la conducta problemática, el terapeuta


abandona la cuestión del síntoma y empieza a abordar otros problemas de la misma o de
otra manera o termina la terapia atribuyendo la mejoría de los padres.

Finalmente es importante señalar que Madanes (1980), especifica que este tipo de terapia
obra con mayor eficacia cuando existe entre los padres e hijos un vínculo básico de amor y
solicitud benévola. En cambio en situaciones de abuso y violencia debe ser utilizada con
precaución ya que el juego puede convertirse en una amenaza para la víctima.

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