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Destino....

de Ronald De Los Santos, el El Lunes, 10 de


octubre de 2011 a la(s) 6:39 ·
Dentro del culto yoruba se conoce que cada ser
humano tiene un Odú vinculado a é...l, y es en
este Odú en donde está implícito su plan de
vida y su plan de destino. En él está incluida
toda su naturaleza biológica y humana, su
personalidad, su conducta y los posibles
cambios que puedan sucederse en su viaje por
la vida. Dentro de cada Odú están presentes las
enfermedades o dolencias que esa persona
pueda tener tendencia a padecer o que sea
vulnerable a estas dolencias ya clasificadas. Se
deduce además, que cada persona es una
ínfima parte del cuerpo espiritual de
Olodumaré.
Así también se integran a los Orisas como
referencia según su comportamiento y
arquetipo para seguir y encaminar en la vida a
cada uno de los seres humanos, y todos a su
vez, conforman el arquetipo de Olodumaré. El
enigma de la herencia por los siglos figuró
entre los secretos divinos. Para la concepción
religiosa del mundo, no existían los demás
enigmas de la herencia. Lo principal fue dicho:
el hombre es la creación de Dios y su
semejanza.
Según relata un mito yoruba, en el principio,
del cuerpo espiritual de Olodumaré brotaron
dieciseis príncipes divinos en forma de rayo de
luz, los cuales se esparcieron por todo el
Universo. El caos reinante en aquel entonces
provocó la asimilación de unos con otros,
derivándose por ello un total de doscientos
cincuenta y seis rayos divinos. Olodumaré les
encomendó entonces, la agotadora tarea de la
creación. Un día fueron llamados por el
Supremo, para que emprendieran un largo viaje
hacia la Tierra para convertirla en un lugar
habitable, con todas las condiciones necesarias
para ser residencia de futuros pobladores, los
cuales, por tal beneficio ofrecido, vivieron
rindiendo culto a sus creadores.
A cada uno de los Orisas se les encomendó una
tarea específica. Cuenta el mito que el primero
que emprendió el viaje a la Tierra fue Babá
Ofun Meji, quien se dedicó a esparcir por todas
partes miles de almas que salidas de su boca,
más tarde animarían dando vida a todo lo
creado; le siguió Babá Osé Meji, después Irete
Meji, y así sucesivamente. Relata el mito que el
último que llegó a la morada de la Tierra fue
Babá Ejiogbé, quien se dio a la tarea de poner
orden a todo lo creado, organizó todo en grupo
según las especies a que pertenecían, cada
grupo en un lugar de residencia y, por último,
trajo la luz para que todos, incluyendo el propio
Olodumaré, pudieran contemplar cuán
maravilloso lugar había renacido en medio del
oscuro y misterioso Universo; se había creado
la hermosa y enigmática Naturaleza.
Todos los Orisas “obreros de la Creación”,
fueron llamados al cielo por Olodumare, que
regocijado por la hermosa tarea, los invitó a
permanecer eternamente en su Corte Suprema.
Al tiempo, Olodumaré encomendó a la divinidad
Orisanlá, que creara en la Tierra a los seres
humanos, y luego orientó a los Orisas iluminar
con su cuerpo astral, a cada uno de los
hombres o a cada grupo de ellos. El rayo de luz
que emana del cuerpo astral de los Orisas
debería, al llegar a la Tierra, primero,
guardando el orden de la creación, atravesar
por las rocas y piedras, después por las plantas,
por los animales y por último por los hombres,
logrando con esto que se mantenga una
estrecha vinculación armónica entre una piedra,
un árbol, un animal y un hombre.
Por tanto cada uno de los seres vivientes y
piedras de la naturaleza, estarían dirigidos y
orientados por un Orisa, para así, de esa forma,
los seres que habitan la Tierra continuaran
perfeccionando lo ya creado, siempre y cuando
guardaran el orden establecido por Babá
Ejiogbe”.El conjunto piedra, árbol, animal y
hombre está estrechamente relacionado en
cuanto a conducta y aptitudes, entre ellos
constantemente fluye el grado de conocimiento,
sabiduría y entendimiento que les legaron los
Orisas.
Si por alguna determinada circunstancia
adversa, algún individuo olvida su verdadera
encomienda, la cual debe realizar durante el
período de su existencia en la morada de la
Tierra, simplemente podría retomar la correcta
orientación, con solo copiar las aptitudes
asumidas por los seres inferiores que se
relacionan simpáticamente con él, lo cual debe
personificar y adaptar a su medio. Muchas
veces el hombre necesita volver al pasado, para
allí retomar experiencias vividas que le
proporcionen ciertos métodos para su
evolución.
Para ello Ifá utiliza un recurso involutivo para
alcanzar la máxima expresión evolutiva en la
existencia. Si hipotéticamente viajáramos en
sentido contrario en el círculo del esquema de
la progresión del espíritu, atravesando el punto
donde está el animal, el punto donde está la
planta, hasta llegar al punto donde está la
piedra, estaríamos más cerca de esa máxima
expresión evolutiva. Si atravesáramos el punto
de la piedra, llegaríamos más allá del principio,
donde justamente se encuentra la máxima
evolución del hombre.
Precisamente uno de los objetivos que contiene
el sistema de adivinación de Ifá, es el de
acercarnos cada vez más a los
comportamientos naturales, para con ello
alcanzar el grado máximo en la evolución. El
hombre tiende a olvidar su plan de destino
impuesto por su Orisa, esto es debido a la
influencia del medio, el ejemplo de los demás,
adoptando por ello una personalidad aparente y
un supuesto plan de vida que muchas veces
difiere de la tarea realizada en la creación por
su Orisa.
Olodumaré sabía esto y previendo tal situación,
vinculó a los hombres con las especies
inferiores, las que difícilmente desvían sus
aptitudes y cualidades por estar libres de
placeres mundanos y la perversión de los
hábitos y costumbres. Así Olodumaré asignó a
los Orisas, como una especie de Ángel Guardián
para cada individuo, para que todo hombre
sepa cuál es su encomienda en la tarea del
desarrollo y perfeccionamiento, de lo que ya ha
sido creado.Visualizza altro
di: Abidosun Olubanke..

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