octubre de 2011 a la(s) 6:39 · Dentro del culto yoruba se conoce que cada ser humano tiene un Odú vinculado a é...l, y es en este Odú en donde está implícito su plan de vida y su plan de destino. En él está incluida toda su naturaleza biológica y humana, su personalidad, su conducta y los posibles cambios que puedan sucederse en su viaje por la vida. Dentro de cada Odú están presentes las enfermedades o dolencias que esa persona pueda tener tendencia a padecer o que sea vulnerable a estas dolencias ya clasificadas. Se deduce además, que cada persona es una ínfima parte del cuerpo espiritual de Olodumaré. Así también se integran a los Orisas como referencia según su comportamiento y arquetipo para seguir y encaminar en la vida a cada uno de los seres humanos, y todos a su vez, conforman el arquetipo de Olodumaré. El enigma de la herencia por los siglos figuró entre los secretos divinos. Para la concepción religiosa del mundo, no existían los demás enigmas de la herencia. Lo principal fue dicho: el hombre es la creación de Dios y su semejanza. Según relata un mito yoruba, en el principio, del cuerpo espiritual de Olodumaré brotaron dieciseis príncipes divinos en forma de rayo de luz, los cuales se esparcieron por todo el Universo. El caos reinante en aquel entonces provocó la asimilación de unos con otros, derivándose por ello un total de doscientos cincuenta y seis rayos divinos. Olodumaré les encomendó entonces, la agotadora tarea de la creación. Un día fueron llamados por el Supremo, para que emprendieran un largo viaje hacia la Tierra para convertirla en un lugar habitable, con todas las condiciones necesarias para ser residencia de futuros pobladores, los cuales, por tal beneficio ofrecido, vivieron rindiendo culto a sus creadores. A cada uno de los Orisas se les encomendó una tarea específica. Cuenta el mito que el primero que emprendió el viaje a la Tierra fue Babá Ofun Meji, quien se dedicó a esparcir por todas partes miles de almas que salidas de su boca, más tarde animarían dando vida a todo lo creado; le siguió Babá Osé Meji, después Irete Meji, y así sucesivamente. Relata el mito que el último que llegó a la morada de la Tierra fue Babá Ejiogbé, quien se dio a la tarea de poner orden a todo lo creado, organizó todo en grupo según las especies a que pertenecían, cada grupo en un lugar de residencia y, por último, trajo la luz para que todos, incluyendo el propio Olodumaré, pudieran contemplar cuán maravilloso lugar había renacido en medio del oscuro y misterioso Universo; se había creado la hermosa y enigmática Naturaleza. Todos los Orisas “obreros de la Creación”, fueron llamados al cielo por Olodumare, que regocijado por la hermosa tarea, los invitó a permanecer eternamente en su Corte Suprema. Al tiempo, Olodumaré encomendó a la divinidad Orisanlá, que creara en la Tierra a los seres humanos, y luego orientó a los Orisas iluminar con su cuerpo astral, a cada uno de los hombres o a cada grupo de ellos. El rayo de luz que emana del cuerpo astral de los Orisas debería, al llegar a la Tierra, primero, guardando el orden de la creación, atravesar por las rocas y piedras, después por las plantas, por los animales y por último por los hombres, logrando con esto que se mantenga una estrecha vinculación armónica entre una piedra, un árbol, un animal y un hombre. Por tanto cada uno de los seres vivientes y piedras de la naturaleza, estarían dirigidos y orientados por un Orisa, para así, de esa forma, los seres que habitan la Tierra continuaran perfeccionando lo ya creado, siempre y cuando guardaran el orden establecido por Babá Ejiogbe”.El conjunto piedra, árbol, animal y hombre está estrechamente relacionado en cuanto a conducta y aptitudes, entre ellos constantemente fluye el grado de conocimiento, sabiduría y entendimiento que les legaron los Orisas. Si por alguna determinada circunstancia adversa, algún individuo olvida su verdadera encomienda, la cual debe realizar durante el período de su existencia en la morada de la Tierra, simplemente podría retomar la correcta orientación, con solo copiar las aptitudes asumidas por los seres inferiores que se relacionan simpáticamente con él, lo cual debe personificar y adaptar a su medio. Muchas veces el hombre necesita volver al pasado, para allí retomar experiencias vividas que le proporcionen ciertos métodos para su evolución. Para ello Ifá utiliza un recurso involutivo para alcanzar la máxima expresión evolutiva en la existencia. Si hipotéticamente viajáramos en sentido contrario en el círculo del esquema de la progresión del espíritu, atravesando el punto donde está el animal, el punto donde está la planta, hasta llegar al punto donde está la piedra, estaríamos más cerca de esa máxima expresión evolutiva. Si atravesáramos el punto de la piedra, llegaríamos más allá del principio, donde justamente se encuentra la máxima evolución del hombre. Precisamente uno de los objetivos que contiene el sistema de adivinación de Ifá, es el de acercarnos cada vez más a los comportamientos naturales, para con ello alcanzar el grado máximo en la evolución. El hombre tiende a olvidar su plan de destino impuesto por su Orisa, esto es debido a la influencia del medio, el ejemplo de los demás, adoptando por ello una personalidad aparente y un supuesto plan de vida que muchas veces difiere de la tarea realizada en la creación por su Orisa. Olodumaré sabía esto y previendo tal situación, vinculó a los hombres con las especies inferiores, las que difícilmente desvían sus aptitudes y cualidades por estar libres de placeres mundanos y la perversión de los hábitos y costumbres. Así Olodumaré asignó a los Orisas, como una especie de Ángel Guardián para cada individuo, para que todo hombre sepa cuál es su encomienda en la tarea del desarrollo y perfeccionamiento, de lo que ya ha sido creado.Visualizza altro di: Abidosun Olubanke..