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GENERALIDADES DE LA HA

cerca de un tercio de la población adulta de los países


desarrollados y de los países en vías de desarrollo sufre de
hipertensión arterial; es la principal causa de consulta a los
servicios médicos de atención primaria. La hipertensión es
una enfermedad asintomática y fácil de detectar; sin
embargo, cursa con complicaciones graves y letales si no se
trata a tiempo. La hipertensión crónica es el factor de riesgo
modificable más importante para desarrollar enfermedades
cardiovasculares, así como para la enfermedad
cerebrovascular y renal.
La hipertensión arterial, de manera silente, produce
cambios en el flujo sanguíneo, a nivel macro y microvascular,
causados a su vez por disfunción de la capa interna de los
vasos sanguíneos y el remodelado de la pared de
las arteriolas de resistencia, que son las responsables de
mantener el tono vascular periférico. Muchos de estos
cambios anteceden en el tiempo a la elevación de la presión
arterial y producen lesiones orgánicas específicas.
En el 90 % de los casos la causa de la hipertensión arterial es
desconocida, por lo cual se denomina hipertensión esencial,
con una fuerte influencia hereditaria.

Entre el 5 y el 10 % de los casos existe una causa


directamente responsable de la elevación de las cifras
tensionales. A esta forma de hipertensión se la denomina
«hipertensión arterial secundaria» que no solo puede en
ocasiones ser tratada y desaparecer para siempre sin requerir
tratamiento a largo plazo, sino que además, puede ser la
alerta para localizar enfermedades aún más graves, de las
que la hipertensión arterial es únicamente una manifestación
clínica:

 De causa endocrinológica.
1. Hipertiroidismo
2. Hipotiroidismo (mixedema).
3. Feocromocitoma
4. Hiperfunción de la corteza suprarrenal: síndrome de
Cushing, hiperaldosteronismo primario (Síndrome de
Conn), hiperplasia congénita adrenal, ingestión
excesiva de regaliz.
5. Hormonas
exógenas: glucocorticoides, estrógeno (incluyendo el
inducido por el embarazo y los contraceptivos orales),
alimentos que
contengan simpaticomiméticos y tiramina, inhibidores
de la monoamino oxidasa
6. Acromegalia
7. Hipertensión arterial del embarazo.
 De causa parenquimatosa renal: todas las nefropatías
parenquimatosas y tubulointersticiales en fase terminal.
1. Glomerulonefritis aguda
2. Enfermedad renal crónica
3. Enfermedad poliquística renal
4. Tumores productores de renina.
 De causa renovascular.
1. Intrínsecas a la arteria renal
2. Aterosclerosis de la arteria renal
3. Masas extrínsecas compresivas de la arteria renal
4. Fibrodisplasia de la arteria renal.
 De causa aórtica (vascular).
1. Coartación aórtica
2. Poliarteritis nodosa
3. Aumento del volumen intravascular
4. Aumento del gasto cardíaco
5. Rigidez de la aorta.
 De causa neurogénica.
1. Enfermedades bulbares y medulares.
2. Psicogénica: Hipertensión de bata blanca29
3. Traumatismo craneoencefálico o de médula espinal
4. Hipertensión intracraneal
5. Tumores encefálicos
6. Apnea del sueño

La hipertensión arterial per se es un factor de riesgo para el


desarrollo de complicaciones tanto cardiovasculares, renales,
del sistema nervioso central y de hecho, sus efectos adversos
ocurren en prácticamente todo órgano de nuestro cuerpo. Por
ello para su estudio y la atención del paciente es de especial
importancia valorarle de forma integral. Por otro lado, es
importante la utilidad de clasificar de la presión arterial por
daño a órgano blanco:
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) destaca que,
según diversos estudios, la raza y la etnia a la que
pertenecemos influye en nuestra salud cardiovascular.
Así, el estudio “Ethnic differences in one year mortality among
patients hospitalised with heart failure” elaborado por el
Departamento de Medicina de la Universidad de Alberta en
Edmonoton, Canadá, ha demostrado que al año de haber
sido hospitalizados por fallo cardiaco, existía una diferencia
sustancial en las probabilidades de fallecer según la raza del
paciente. Así, los individuos de raza asiática tenían un 38,7%
de probabilidades de fallecer frente al 31% de las
probabilidades de los de raza blanca durante el mismo
periodo de tiempo.
La British Heart Foundation también ha realizado un
amplio trabajo en el que ha analizado las diferencias en la
prevalencia y la mortalidad por enfermedad cardiovascular
entre la población británica según su origen étnico,
enfocándose principalmente en las personas surasiáticas y
las afrocaribeñas.
“Hace ya algunos años que se han demostrado diferencias en
la incidencia de la enfermedad cardiovascular según la raza.
En un principio se creía que estas diferencias se debían a
hábitos de vida y a cuestiones ambientales, factores que
aunque sí que influyen, también se ven afectados por la
genética de las personas”, destaca el Dr. José Ramón
González-Juanatey, presidente electo de la SEC.
Una de los datos que revela el estudio es que los ciudadanos
británicos de origen surasiático tienen un 50% más de
probabilidades de fallecer por enfermedad cardiovascular que
los de origen europeo. Este hecho se debe a que estas
personas tienen los vasos coronarios más pequeños que los
europeos, triplicando el desarrollo de trombos y favoreciendo,
así, la aparición de arterioesclerosis. “También se ha
demostrado que, como consecuencia del menor tamaño de
los vasos sanguíneos, tenemos mayor dificultad en tratarles
con técnicas como la angioplastia (procedimiento que
consiste en introducir un balón para dilatar una arteria
ocluida, total o parcialmente, con el fin de restaurar el flujo
sanguíneo, obstruido por placas de colesterol y/o trombo)”,
explica el Dr. González-Juanatey.
Por su parte, y según desvela la British Heart Foundation,
aunque los afrocaribeños tienen hasta entre un 1,5 y un 2,5
más de probabilidades que la población general de padecer
infartos. “Aunque, en general, los individuos de raza negra
sufren menos enfermedad cardiovascular que los caucásicos
o los asiáticos, la incidencia en cardiopatía isquémica es muy
superior. Esto se debe a que tienen una mayor predisposición
a sufrir hipertensión lo que favorece la arterioesclerosis. Se
calcula, que de media, los hombres tienen 6 mm Hg más de
presión sistólica en reposo que sus homólogos blancos, y que
las mujeres tienen hasta 17 mm Hg, lo que las sitúa como el
grupo poblacional de mayor riesgo”, afirma el doctor. “Aún
así, se ha demostrado que los individuos de raza negra tienen
una mayor supervivencia tras el infarto que los de raza
blanca”.
Estudios epidemiológicos también han demostrado que tanto
las personas de raza negra como los de raza asiática tienen
tendencia a sufrir el denominado síndrome de resistencia a la
insulina, en el que ésta deja de realizar su función y favorece
la aparición de obesidad abdominal y dislipidemia, factor que
también explicaría la mayor incidencia de enfermedad
cardiovascular en estas personas.
“Es muy importante que todos los cardiólogos tengamos
presentes las diferencias étnicas y culturales de nuestros
pacientes. Así, deberemos prestar atención no solo a las
diferencias fisiológicas ya comentadas, sino también a que
las personas asiáticas tienen tendencia a un mayor consumo
de sal, lo que favorece el desarrollo de hipertensión, y a que
las personas de raza negra aceptan mejor el tratamiento
antihipertensivo basado en diuréticos en lugar de en
bloqueadores de la enzima convertidora de la
angiotensina”, recomienda el Dr. González-Juanatey.

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