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Las acciones posesorias son una herramienta para la defensa de la posesión (…)
Es decir, no están concebidas solo para proteger al propietario sino también a
cualquier otra persona que ejerza la posesión del bien, sin que necesariamente
tenga dominio sobre él. Estas acciones solo proceden respecto de cosas que sean
susceptibles de adquirirse por prescripción, y solo puede ejercerlas quien ha
estado en posesión del respectivo bien de manera tranquila e ininterrumpida
durante un periodo mínimo de un año. Entre las acciones posesorias, se
encuentran las de carácter judicial y, por supuesto, las de carácter policivo. Las
judiciales son las reguladas por los artículos 972 a 1007 del Código Civil, que
integran el conjunto normativo relativo a las acciones judiciales posesorias, para
cuya materialización el Código de Procedimiento Civil, vigente para la época de
los hechos, consagró dos clases de procesos: i) El abreviado para recuperar y
conservar la posesión de un inmueble regulado por el artículo 408 numeral 2 y 416
y ii) el verbal sumario para los restantes eventos según el artículo 435, numerales
6 y 7. A su vez las acciones posesorias de carácter policivo tienen varias
tipologías, como las señaladas por el artículo 125 y siguientes del Código Nacional
de Policía -Decreto 1355 de 1970- vigente para la época de los hechos y como el
lanzamiento por ocupación de hecho que está reglamentada según sea la
naturaleza urbana, rural o agraria del bien objeto de restitución. La querella de
lanzamiento por ocupación de hecho se encuentra prevista, para el caso de los
bienes urbanos, en el artículo 15 de la Ley 57 de 1905 (…) El procedimiento de
esta modalidad de acción posesoria se encuentra reglado por el Decreto 992 de
1930 (…) Este es, entonces, uno de los casos en que se ejecuta la función de
policía para preservar el orden público y evitar la perturbación de la posesión y la
tenencia, cuya regulación la complementan los procedimientos señalados en los
Códigos de Policía Departamentales, expedidos con fundamento en la
competencia otorgada en ese momento por el artículo 187 de la Constitución
Nacional de 1886 a las Asambleas Departamentales y, a partir de la Constitución
de 1991, a través de las facultades otorgadas a esas corporaciones por el artículo
300 numeral 8.
[L]a administración no puede enervar la imputación que a título de falla del servicio
se le hace, simplemente aseverando, en términos generales, su incapacidad
administrativa para la práctica del desalojo, sino que debe acreditarse que, a pesar
de actuar diligentemente en la provisión de los medios necesarios para ejecutar el
lanzamiento por ocupación de hecho, las condiciones específicas del
asentamiento irregular efectivamente se lo impidieron, dadas las objeciones que
en derecho se hubieran presentado en el curso del procedimiento -situación que
obliga al querellante a litigar su derecho ante la jurisdicción ordinaria-, o en
atención a que las diversas entidades -municipio, Policía Nacional, Ministerio
Público- se encontraban jurídicamente imposibilitadas para adelantar el desalojo
debido a que los ocupantes del predio eran sujetos de especial protección -vr. gr.
población en situación de desplazamiento forzado-, evento en el cual la
jurisprudencia de la Corporación ha aceptado que el análisis de la imputación
pueda hacerse bajo el régimen del daño especial, como alternativa armonizadora
del reconocimiento de los derechos subjetivos del querellante y la garantía de los
derechos fundamentales de la población vulnerable. Como en el presente asunto
no existe prueba de las condiciones que pudieran habilitar a la Subsección para
proveer sobre la imputación desde la óptica del daño especial, el análisis de este
elemento de la responsabilidad se realiza bajo el régimen de la falla del servicio
(…) Dicho esto, la Sala concluye que el daño sufrido por el señor (…), consistente
en el menoscabo de su derecho de dominio sobre lote (…) es imputable al
municipio de Puerto Berrío, Antioquia, a título de falla en el servicio, por la
inobservancia del deber legal de protección a la posesión consagrado en los
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artículos 15 de la Ley 57 de 1905 y 1° del Decreto 992 de 1990, derivada de la
inejecución injustificada de la orden de lanzamiento dictada en el curso del
proceso policivo de lanzamiento por ocupación de hecho adelantado por esa
entidad (…)
Uno de los reparos concretos que el municipio de Puerto Berrío formuló contra la
sentencia de primer grado consistió en señalar que la eventual condena
patrimonial debe recaer únicamente en la Policía Nacional (…) Esa aseveración
no tiene respaldo alguno en las pruebas obrantes en el plenario, puesto que,
aunque la Policía intervino en el juicio policivo para pronunciarse sobre la
imposibilidad de acompañar a la administración municipal en el desalojo (…) esto
no obedeció a una conducta deliberadamente omisiva en la protección de los
derechos del querellado, sino que fue el resultado de la absoluta premura y falta
de planeación con que el municipio de Puerto Berrío requirió su apoyo, pues tan
solo con un día de antelación a la práctica de las diligencia le comunicó al
comandante de policía municipal que necesitaba su respaldo (…) En este punto, la
Sala precisa que, aunque la Policía Nacional esta instituida para proteger, entre
otras, la convivencia pacífica y los bienes de las personas, para el caso del juicio
policivo de autos no está investida de función de policía, sino que solamente
puede desplegar una actividad de policía, de manera que el cumplimiento de su
función protectora corresponde a un ejercicio reglado de la fuerza que se
encuentra subordinado a la función ejercida por el alcalde municipal (…) Puestas
estas consideraciones en el caso concreto, la Sala concluye que no se abre paso
la pretensión impugnativa del municipio, consistente en la declaración de
responsabilidad patrimonial a cargo exclusivo de la Policía. Esto, por cuanto fue el
ente territorial el que actuó con negligencia en la ejecución de la orden de desalojo
dictada en el curso del proceso policivo de lanzamiento por ocupación de hecho
adelantado (…) Esta desidia fue la que determinó la justificada negativa de la
Policía Nacional de acompañar al municipio en la diligencia de lanzamiento,
puesto que el apoyo se requirió con tan solo un día de antelación, sin determinar
las condiciones específicas en que se encontraba el asentamiento irregular, sin
establecer cuáles eran los requerimientos logísticos y de seguridad, ni precisar la
forma en que serían sufragados los gastos anejos a la práctica de la diligencia, de
manera que a la Policía Nacional no le era razonablemente exigible desplegar su
actividad de policía en esos términos.
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CONDENA EN PERJUICIOS / RECURSO DE APELACIÓN / PRUEBA / MEDIOS
DE PRUEBA / DICTAMEN / AUXILIAR DE LA JUSTICIA / DICTAMEN PERICIAL
/ AVALÚO DEL BIEN INMUEBLE / DERECHO A LA PROPIEDAD / TOTALIDAD
DE LOS MEDIOS DE PRUEBA / FALLA DEL SERVICIO / INCIDENTE DE
LIQUIDACIÓN DE PERJUICIOS
CONSEJO DE ESTADO
SECCIÓN TERCERA
SUBSECCIÓN A
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Bogotá, D.C., diecinueve (19) de junio de dos mil veinte (2020)
El señor José Julián Betancur Montoya, en su calidad de propietario del 50% del
inmueble identificado con la matrícula inmobiliaria 019-0000030 de la Oficina de
Registro de Instrumentos Públicos de Puerto Berrío, Antioquia, pretende la
declaratoria de responsabilidad de ese municipio y de la Policía Nacional, por la
ocupación del inmueble de su propiedad, derivada de la omisión en la ejecución
del lanzamiento decretado mediante Resolución 968 de 2000 en que incurrieron
las demandadas.
II. ANTECEDENTES
1.- La demanda
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mediante perito idóneo.
Mediante Resolución 968 de 2000, el alcalde del municipio de Puerto Berrío decretó
el lanzamiento de los invasores del inmueble y dispuso que el 15 de septiembre de
2000, se practicara la respectiva diligencia, la cual no se efectuó, razón por la cual, el
señor Humberto Moreno Maya radicó un escrito en la Alcaldía insistiendo en que se
cumpliera con lo establecido en la referida resolución.
El alcalde del municipio fijó como nueva fecha el 21 de marzo de 2002 y por escrito
del 20 de marzo de 2002, le solicitó al comandante de Policía del Distrito 11 de
Puerto Berrío apoyo para ejecutar el desalojo.
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2.2. La Nación -Policía Nacional- contestó la demanda (fl. 116 a 119, c.1), se opuso
a sus pretensiones y fundó su defensa en las excepciones de falta de legitimación en
la causa por pasiva e inexistencia de responsabilidad, porque -adujo- no existía nexo
causal entre sus actuaciones y los hechos señalados en la demanda.
2.5. Concluido el período probatorio, por auto del 5 de junio de 2006 (fl. 215, c. 1), se
corrió traslado a las partes para alegar de conclusión y al Ministerio Público para
que, si lo consideraba pertinente, rindiera concepto, oportunidad procesal en la cual
este último y el municipio de Puerto Berrío guardaron silencio.
2.5.1. La parte demandante alegó que con las pruebas obrantes en el expediente se
acreditaba la falla del servicio de la parte demandada dado que, además de no
cumplir con su obligación de recuperar el inmueble, aceptó y toleró la ocupación,
pues el barrio construido por los invasores contaba con calles señalizadas, vías
pavimentadas, y las casas contaban con los servicios de agua, luz y teléfono (fl. 216
y 217, c.1).
Mediante sentencia del 22 de mayo de 2012 (fl. 232 a 244, c. ppal), el Tribunal
Administrativo de Antioquia declaró probada la excepción de falta de legitimación en
la causa por pasiva de la Nación - Ministerio de Defensa - Policía Nacional, y declaró
la responsabilidad del municipio de Puerto Berrío, en los siguientes términos:
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Quinto.- No se condena en costas y agencias en derecho de conformidad con el artículo 171
del C.C.A.
(…).
4.2. El municipio de Puerto Berrío interpuso recurso de apelación con el fin de que
se revocara la sentencia de primera instancia y, en su lugar, se le exonerara de
toda responsabilidad (247 a 251, c. ppal).
8
apoyo a la autoridad, y, si bien el alcalde es la primera autoridad de policía, no es
el jefe inmediato de los efectivos de la policía ni quien imparte las órdenes a los
subalternos de esa institución.
Por auto del 22 de abril de 2013, el Despacho confirmó el auto recurrido por
cuanto el municipio de Puerto Berrío estuvo legalmente representado en la
diligencia de conciliación.
Mediante auto del 21 de junio de 2013 se corrió traslado a las partes para alegar
de conclusión y al Ministerio Público para que rindiera su concepto.
III. CONSIDERACIONES
1.- Competencia
La Sala es competente para conocer los recursos de apelación interpuestos contra
la sentencia del Tribunal Administrativo de Antioquia, toda vez que el proceso
tiene vocación de doble instancia.
1
El salario mínimo para el año 2004, se fijó en $358.000, mediante el Decreto No. 3770 de
diciembre 26 de 2003.
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El numeral 8º del artículo 136 del CCA, modificado por el artículo 44 de la Ley 446
de 1998, reguló lo concerniente a la caducidad de las acciones. En cuanto a la
acción de reparación directa dispuso:
La de reparación directa caducará al vencimiento del plazo de dos (2) años, contados a
partir del día siguiente del acaecimiento del hecho, omisión u operación administrativa o
de ocurrida la ocupación temporal o permanente del inmueble de propiedad ajena o por
causa de trabajo público o por cualquiera otra causa.
Dado que la demanda se presentó el 16 de diciembre de 2003 (fl. 94, c.1), esto es,
dentro de los dos años posteriores al 27 de septiembre de 2002, se concluye que
la acción de reparación directa se ejerció oportunamente.
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considerara pertinentes para proteger el dominio sobre el inmueble de marras, aún
en beneficio del comunero que no concurrió al procedimiento policivo, dado el
carácter indivisible del derecho de dominio en la comunidad.
La comunidad, por tanto, también al decir de la Sala, “puede tener manifestación cabal en
el hecho de la posesión (…), caso en el cual lo natural es que la posesión se ejerza bien
por todos los comuneros, o por un administrador en nombre de todos (…). Desde luego,
como con claridad lo ha advertido la jurisprudencia, que tratándose de la ‘posesión de
comunero’ su utilidad es pro indiviso, es decir, para la misma comunidad”7.
Así las cosas, dado que el señor Humberto Moreno Maya, en su calidad de
comunero, bien podía promover el procedimiento policivo de lanzamiento por
ocupación de hecho para proteger el derecho de dominio que tiene en común y
proindiviso con el señor José Julián Betancur Montoya, no le es dable a esta
Corporación exigir que este último hubiera concurrido a dicho procedimiento
policivo, so pena de declararse su falta de legitimación en la causa por activa en
este proceso, en atención a que la orden de lanzamiento de los invasores
impartida mediante la Resolución 968 del 12 de septiembre del 2000 no solamente
reivindicatorio”. Urrutia Mejía, Hernando. Lanzamiento por ocupación de hecho. 5ª ed. Bogotá,
Ediciones Doctrina y Ley Ltda. 2005, p. 50.
4
CSJ. Civil. Sentencia de 22 de noviembre de 1965, Tomo CXIV, páginas 174-193.
5
De antaño esta tesis ha sido sostenida por la Corte Suprema de Justicia en las sentencias:
Casación del 29 de septiembre de 1952, G.J. Tomo LXXIII, página 421; Casación del 29 de agosto
de 1925. G.J. Tomo XXXI, página 321; Casación del 26 de julio de 1919, G.J. Tomo XXVII, página
254 y Casación del 29 de marzo de 1922, G.J. Tomo XXIX, página 151.
6
CSJ. Civil. Sentencia de 5 de junio de 2019 (SC1939-2019).
7
CSJ. Civil. Sentencias de 29 de octubre de 2001 (expediente 5800), de 14 de diciembre de 2005
(radicación 00548) y de 22 de julio de 2010 (expediente 00855).
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beneficiaba a quien instauró la querella y le dio impulso, sino que beneficiaba al
señor Betancur Montoya en razón de la comunidad por ellos conformada. Por lo
anterior, se concluye que el señor José Julián Betancur se encuentra legitimado
para promover la acción de reparación directa que se resuelve en esta instancia
judicial.
3.2. En cuanto a la legitimación en la causa por pasiva, se verifica que los daños
que se invocan en la demanda provienen de actuaciones y omisiones que se
imputan directamente al municipio de Puerto Berrío y a la Nación -Ministerio de
Defensa -Policía Nacional-, razón por la cual estas entidades son las llamadas a
actuar dentro del presente proceso, sin perjuicio del análisis que sobre su
legitimación material se hará páginas más adelante en relación con los
argumentos planteados en los recursos de apelación respecto de la Policía
Nacional.
4.- Querella de lanzamiento por ocupación de hecho
Las acciones posesorias son una herramienta para la defensa de la posesión, toda
vez que “tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes raíces, o
de derechos reales constituidos en ellos” 8. Es decir, no están concebidas solo para
proteger al propietario sino también a cualquier otra persona que ejerza la
posesión del bien, sin que necesariamente tenga dominio sobre él.
12
Artículo 15. Cuando alguna finca ha sido ocupada de hecho sin que medie contrato de
arrendamiento ni consentimiento del arrendador, el Jefe de Policía ante quien se presente
la queja se trasladará al lugar en que esté situada la finca dentro de las cuarenta y ocho
horas después de la presentación del escrito de queja; y si los ocupantes no exhiben el
contrato de arrendamiento, o se ocultan, procederá a verificar el lanzamiento sin dar lugar
a recurso alguno ni a diligencia que pueda demorar la desocupación de la finca.
Parágrafo. El Jefe de Policía moroso en el cumplimiento del deber que le impone el inciso
anterior, será responsable de la misma forma y términos de que trata el artículo 12.
El decreto 992 de 1930 reglamenta dicha institución del lanzamiento por ocupación de
hecho para predios urbanos y la extiende tanto al poseedor como al mero tenedor. Se
promueve ante el alcalde o inspector de policía dentro de los 30 días siguientes a la
ocupación o despojo del inmueble, contados desde la ocupación o desde cuando la
conoció el querellante.
Este es, entonces, uno de los casos en que se ejecuta la función de policía 13 para
preservar el orden público14 y evitar la perturbación de la posesión y la tenencia,
12
Ochoa Carvajal, Raúl Humberto. Bienes. 7ª ed. Bogotá, Editorial Temis S.A. 2011, p. 354.
13
En la sentencia C-024 de 1994, la Corte Constitucional precisó: “La policía administrativa está
entonces ligada a la limitación y regulación de derechos y libertades para preservar el orden
público. Pero esa limitación toma diversas formas: de un lado, se ejerce mediante la expedición de
regulaciones generales como los reglamentos; de otro lado, supone la expedición de actos
jurídicos concretos, como la concesión de una autorización; y, finalmente, se desarrolla mediante
operaciones materiales de uso de la fuerza pública y se traduce en la organización de cuerpos
armados y funcionarios especiales a través de los cuales se ejecuta la función. Por eso la doctrina
ha solido distinguir entre poder, función y actividad de policía (…) así:
(…)
a) El poder de policía es normativo: legal o reglamentario. Corresponde a la facultad legítima de
regulación de la libertad. En sentido material es de carácter general e impersonal. Conforme al
régimen del estado de derecho es, además, preexistente.
b) La función de policía es reglada y se halla supeditada al poder de policía. Supone el ejercicio de
competencias concretas asignadas por éste a las autoridades administrativas de policía. Más
repárese en que dicha función no otorga competencia de reglamentación ni de regulación de la
libertad.
c) La actividad de policía, asignada a los cuerpos uniformados, es estrictamente material y no
jurídica, corresponde a la competencia de ejercicio reglado de la fuerza, y está necesariamente
subordinada al poder y la función de policía. Por lo tanto, tampoco es reglamentaria ni menos
reguladora de la libertad”.
14
Corte Constitucional, sentencia C-183 de 2014: “Pero el orden público no debe ser entendido
como un valor en sí mismo sino como el conjunto de condiciones de seguridad, tranquilidad y
salubridad que permiten la prosperidad general y el goce de los derechos humanos. El orden
público, en el Estado social de derecho, es entonces un valor subordinado al respeto a la dignidad
humana, por lo cual el fin último de la Policía, en sus diversas formas y aspectos, es la protección
de los derechos humanos. Estos constituyen entonces el fundamento y el límite del poder de
policía. La preservación del orden público lograda mediante la supresión de las libertades públicas
no es entonces compatible con el ideal democrático, puesto que el sentido que subyace a las
autoridades de policía no es el de mantener el orden a toda costa sino el de determinar cómo
permitir el más amplio ejercicio de las libertades ciudadanas sin que ello afecte el orden público”.
13
cuya regulación la complementan los procedimientos señalados en los Códigos de
Policía Departamentales, expedidos con fundamento en la competencia otorgada
en ese momento por el artículo 187 de la Constitución Nacional de 1886 a las
Asambleas Departamentales y, a partir de la Constitución de 1991, a través de las
facultades otorgadas a esas corporaciones por el artículo 300 numeral 8.
6.- El daño
Mediante memorial del 10 de agosto del 2000, el señor Humberto Moreno Maya
formuló querella de lanzamiento por ocupación de hecho contra los señores Uriel
Romero, Sixta Serna, Alba Agudelo y contra las demás personas indeterminadas
que se encontraban ocupando el bien inmueble identificado con la matricula
inmobiliaria 019-0000030 (fl. 20, c. 1).
En auto del 25 de agosto se avocó conocimiento del procedimiento por parte del
alcalde municipal de Puerto Berrío, Antioquia, y se ordenó la práctica de algunas
pruebas (fl. 28, c. 1).
14
denunciada por el querellante y las restricciones al derecho de dominio derivadas
del asentamiento irregular (fl. 47, c. 1):
[S]e constató (sic) los linderos expuestos en el escrito demandatorio (…). A continuación,
se describe al lote de terreno como un predio totalmente plano, en él se observan
levantados un sin número de cambuches, algunos en varillones cubiertos en plásticos
negros, otros se encuentran levantados en madera aserrada tales como largueros,
cuartones y tablas de piso o cancel, se calcula aproximadamente que puedan existir unos
150 a 200 lotes, no todos ellos habitados, se calcula que en esta invasión pueden existir
ya ocupando vivienda unas 50 familias; dentro del predio se observa una cascajera, así
mismo se observa un montaje que se denomina clasificadora de material de playa y
según afirmación del señor Humberto Moreno es de propiedad del señor Henry Alonso
Escobar a quien él le arrendó el terreno a fin de que fuera explotado en esa actividad de
sacar y clasificar ese material de playa (…).
Artículo primero: Decretar el lanzamiento de los invasores determinados señor José Uriel
Romero Hernández (alias el lechero), Sixta María Córdoba Serna y Alba Inés Agudelo
Alzate, igualmente, de las demás personas indeterminadas que se encuentran en el
inmueble de propiedad del señor Humberto Moreno Maya, el cual consta en la escritura
pública No. 25 del 18 de enero de 1988 de la Notaría Única de Puerto Berrío, con folio de
matrícula inmobiliaria No. 019-0000030 y plenamente relacionada en el acápite de los
hechos, numeral primero.
Artículo segundo: señalar el día 15 de septiembre de 2000, a las 7:00 horas para llevar a
cabo la diligencia de lanzamiento.
Artículo tercero: Disponer que surtida la diligencia y desocupado el inmueble, este le sea
restituido al señor Humberto Moreno Maya.
En el día de ayer el señor alcalde, doctor Hernán de Jesús Vasco Vélez, profirió la
resolución No. 968, la cual ordena en el numeral 2° la realización del lanzamiento que
deberá de llevarse a efecto el día 15 de septiembre del 2000, a las 7:00 horas.
Con el debido respeto, estoy informando a usted a fin de que se proceda a coordinar con
las autoridades de policía el correspondiente operativo, igualmente, se coordine al
15
Esta resolución fue notificada por aviso y por edicto a los sujetos querellados, tal como consta a
folios 58 a 60 del cuaderno 1.
16
Actuación suscrita por el señor Hernán de Jesús Vasco Vélez.
15
personal de la Administración Municipal, tales como obreros, conductores, maquinistas,
etc., que colabore con las diligencias.
Mediante oficios SUB-G 398 y SUB-G 399 del 14 de septiembre del 2000, el
mismo subsecretario puso en conocimiento del comandante de policía de Puerto
Berrío y de procurador provincial el contenido de la Resolución 968 del 12 de
septiembre de 2000 (fls. 61 y 62, c. 1).
El suscrito Subsecretario de Gobierno Municipal hace constar que en la fecha quince (15)
de septiembre de dos mil (2000), siendo las 07:00 horas, se hace presente en la Sede del
Despacho a fin de proceder a la diligencia de lanzamiento en compañía de otras
autoridades administrativas del orden municipal, solamente el señor Jairo Octavio Roldán
Payares, quien se desempeña como coordinador de talleres y que para este evento dirige
una cuadrilla de personal dispuestos a desplazarse a la invasión ubicada en terrenos de
propiedad del señor Humberto Moreno para llevar a efecto la diligencia.
16
Y pese a tener conocimiento de esa situación, la alcaldía municipal no fijó nueva
fecha para realizar la diligencia de lanzamiento, razón por la cual, el querellante
promovió acción de tutela contra el municipio de Puerto Berrío, a fin de que se le
protegiera su derecho a la propiedad (fl. 185, c. 1). Esta acción fue conocida por el
Juzgado Penal Municipal de Puerto Berrío, que, en sentencia del 16 de enero de
2001, negó el amparo deprecado por cuanto el accionante contaba con otros
medios de defensa judicial para la protección de su derecho (fl. 197, c. 1).
Segundo: Coordinar con la fuerza pública, el personal del apoyo necesario destinado a la
restitución del bien inmueble.
[L]e solicito brindarnos apoyo con personal de esa institución para el 21 de marzo de
2002, a las 8:00 horas, a fin de llevar a cabo las diligencias de lanzamiento y restitución
de un bien inmueble de propiedad del señor Humberto Moreno Maya (…); existiendo allí
un promedio de 400 familias y aproximadamente 3000 habitantes, su gran mayoría niños,
madres cabeza de familia y personas de la tercera edad.
Ese asentamiento tiene una población aproximada de 3.000 personas y unas 400
viviendas, por lo cual es imposible realizar el desalojo en las condiciones actuales, ya que
se necesitan tanquetas de la policía, buldozers, retroexcavadoras, etc.
Informo al señor alcalde que los gastos que genere el apoyo de personal, vehículos,
alimentación, desplazamiento y hospedaje, deben ser sufragados por la Administración
Municipal.
17
La Sala destaca que, en relación con esta segunda fecha para la cual fue
programada la diligencia, la administración municipal fue aún más negligente,
puesto que, pese a tener conocimiento de la complejidad de la situación ocurrida
en el lote objeto de la querella, dispuso la práctica del lanzamiento sin la
planificación adecuada sobre la provisión de los requerimientos logísticos y de
seguridad necesarios para la realización de una diligencia de estas características;
de manera que fue la propia administración municipal la que imposibilitó la práctica
de la diligencia, dada la premura y las deficiencias en la planeación con que la
programó.
7.- La imputación
18
Artículo 1º. Toda persona a quien se le hubiere privado de hecho de la tenencia material
de una finca, sin que haya mediado su consentimiento expreso o tácito u orden de
autoridad competente, podrá pedir por sí o por medio de apoderado debidamente
constituido al respectivo Alcalde Municipal la protección consagrada en el artículo 15 de la
Ley 57 de 1905 (…).
Artículo 15. Cuando alguna finca ha sido ocupada de hecho sin que medie contrato de
arrendamiento ni consentimiento del arrendador, el Jefe de Policía ante quien se presente
la queja se trasladará al lugar en que esté situada la finca dentro de las cuarenta y ocho
horas después de la presentación del escrito de queja; y si los ocupantes no exhiben el
contrato de arrendamiento, ó se ocultan, procederá a verificar el lanzamiento sin dar lugar
á recurso alguno ni á diligencia que pueda demorar la desocupación de la finca.
Parágrafo. El Jefe de Policía moroso en el cumplimiento del deber que le impone el inciso
anterior, será responsable de la misma forma y términos de que trata el artículo 12.
Sobre este punto, el tratadista Hernando Urrutia Mejía precisa que de las
disposiciones normativas en comento se desprende que la competencia para el
conocimiento de la querella de marras corresponde al alcalde municipal, quien se
encuentra facultado por el ordenamiento jurídico para delegar dicha función. Esta
precisión la hace en los siguientes términos:
(…)
El artículo 128 del Código de Régimen Municipal, dispone al igual que el artículo 200 de
la Constitución que en todo municipio habrá un alcalde que serpa el jefe de la
administración municipal; y los artículos 130 y ss. del mismo código establecen cuáles
fueron las atribuciones del mencionado funcionario.
17
Urrutia Mejía, Hernando. Lanzamiento por ocupación de hecho. 5ª ed. Bogotá, Ediciones
Doctrina y Ley Ltda. 2005, p. 31.
18
Consejo de Estado, Sala de Consulta. Concepto del 30 de septiembre de 1986.
19
A las funciones allí enumeradas, debe agregarse la prevista en el artículo 15 de la Ley 57
de 1905, y el Decreto 992 de 1930.
(…)
Pues bien, como antes se expresó, e el artículo 320, ordinal “d” del Código de Régimen
Municipal [se] prevé la posibilidad de que el alcalde delegue funciones a los inspectores
municipales de policía y no establece restricción de esa facultad de delegar.
Esta providencia, pese a haber sido proferida por la Sala Plena de la Sección
Tercera, no tuvo por objeto la unificación jurisprudencial o el establecimiento de
una subregla de derecho diferenciada, sino que resolvió un conflicto particular con
sujeción a los criterios jurisprudenciales empleados previamente por la
Corporación en el abordaje de esta clase de conflictos 20, según los cuales se
deben analizar las pruebas de la conducta de la administración y del accionante
19
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sala Plena.
Sentencia del 23 de febrero de 2017, Exp. 34.121., M. P. Marta Nubia Velásquez Rico.
20
Al respecto consultar, entre otras: Sentencia del 19 de julio de 2017, exp. 37.667, M.P. Jaime
Orlando Santofimio Gamboa; Sentencia del 10 de febrero de 2016, exp. 35.264, M.P. Marta Nubia
Velásquez Rico; Sentencia del 26 de agostos de 2015, exp. 30.827, M.P. Hernán Andrade Rincón;
Sentencia del 28 de mayo de 2015, exp. 34.365, M.P. Stella Conto Diaz del Castillo; Sentencia del
22 de noviembre de 201, exp. 21.276, M.P. Stella Conto Diaz del Castillo.
20
bajo el régimen de falla del servicio y excepcionalmente bajo el régimen del daño
especial.
Así, resulta evidente la falla del servicio que se le imputa al municipio de Valledupar,
comoquiera que omitió injustificadamente la práctica de la diligencia de lanzamiento por
ocupación de hecho ordenada en la resolución 2636 del 25 de noviembre de 2008, por lo
que se impone confirmar la sentencia recurrida, en cuanto a la declaratoria de
responsabilidad.23
21
de lanzamiento por ocupación de hecho.
Sin embargo, ese 21 de marzo tampoco se llevó a cabo el lanzamiento por cuanto
la administración, a pesar de contar con información sobre el estado de la
ocupación y de agendar con premura y sin planificación una diligencia de esa
magnitud, fue igualmente negligente en la gestión de los recursos técnicos y
humanos necesarios para la ejecución de su propia orden, puesto que con apenas
un día de antelación adelantó las gestiones iniciales para coordinar con la fuerza
pública la logística del desalojo (fl. 194, c. 1). Y como era de esperarse, el mismo
día en que estaba agendada la diligencia el comandante policía precisó que no
contaba con los recursos necesarios y que debía solicitarse apoyo al Comando del
Departamento de Policía de Antioquia (fl. 195, c. 1), de manera que no pudo
practicarse el lanzamiento.
En este punto, la Sala resalta que la observancia del deber jurídico de protección
de la posesión que recaía sobre el municipio de Puerto Berrío, Antioquia, no se
agotaba con la protección formal de la posesión a través de la expedición de una
orden de desalojo, sino que era menester que la administración adelantara las
actuaciones necesarias para ejecutar su propia orden, para lo cual debió actuar
con la planeación, diligencia y coordinación -verbigracia con el Ministerio Público y
la Policía Nacional- necesarias para la ejecución exitosa de la diligencia de
lanzamiento.
22
le hace, simplemente aseverando, en términos generales, su incapacidad
administrativa para la práctica del desalojo, sino que debe acreditarse que, a pesar
de actuar diligentemente en la provisión de los medios necesarios para ejecutar el
lanzamiento por ocupación de hecho, las condiciones específicas del
asentamiento irregular efectivamente se lo impidieron, dadas las objeciones que
en derecho se hubieran presentado en el curso del procedimiento -situación que
obliga al querellante a litigar su derecho ante la jurisdicción ordinaria-, o en
atención a que las diversas entidades -municipio, Policía Nacional, Ministerio
Público- se encontraban jurídicamente imposibilitadas para adelantar el desalojo
debido a que los ocupantes del predio eran sujetos de especial protección -vr. gr.
población en situación de desplazamiento forzado-, evento en el cual la
jurisprudencia de la Corporación ha aceptado que el análisis de la imputación
pueda hacerse bajo el régimen del daño especial, como alternativa armonizadora
del reconocimiento de los derechos subjetivos del querellante y la garantía de los
derechos fundamentales de la población vulnerable 24.
[L]as obligaciones que están a cargo del Estado -y por lo tanto la falla del servicio que
constituye su trasgresión-, han de mirarse en concreto frente al caso particular que se
juzga, teniendo en consideración las circunstancias que rodearon la producción del daño
que se reclama, su mayor o menor previsibilidad y los medios de que disponían las
autoridades para contrarrestarlo26.
Se le exige al Estado la utilización adecuada de todos los medios de que está provisto, en
orden a cumplir el cometido constitucional en el caso concreto; si el daño se produce por
su incuria en el empleo de tales medios, surgirá su obligación resarcitoria; por el contrario,
si el daño ocurre pese a su diligencia no podrá quedar comprometida su responsabilidad.
Ahora bien, la falla del servicio o la falta en la prestación del mismo se configura por
retardo, por irregularidad, por ineficiencia, por omisión o por ausencia del mismo. El
retardo se da cuando la Administración actúa tardíamente ante la ciudadanía en prestar el
servicio; la irregularidad, por su parte, se configura cuando se presta el servicio en forma
diferente a como debe hacerse en condiciones normales, contrariando las normas,
reglamentos u órdenes que lo regulan y la ineficiencia se da cuando la Administración
presta el servicio pero no con diligencia y eficacia, como es su deber legal. Y obviamente
se da la omisión o ausencia del mismo cuando la Administración, teniendo el deber legal
de prestar el servicio, no actúa, no lo presta y queda desamparada la ciudadanía27.
Dicho esto, la Sala concluye que el daño sufrido por el señor José Julián Betancur
Montoya, consistente en el menoscabo de su derecho de dominio sobre lote
identificado con matrícula inmobiliaria 019-0000030, es imputable al municipio de
Puerto Berrío, Antioquia, a título de falla en el servicio, por la inobservancia del
deber legal de protección a la posesión consagrado en los artículos 15 de la Ley
57 de 1905 y 1° del Decreto 992 de 1990, derivada de la inejecución injustificada
de la orden de lanzamiento dictada en el curso del proceso policivo de
24
Al respecto ver, entre otras, las sentencias del 23 de febrero de 2017, exp. 34.121 (M.P. Marta
Nubia Velásquez Rico) y del 22 de octubre de 2015, exp. 33.977 (M.P. Hernán Andrade Rincón),
proferidas por la Sección Tercera de la Corporación.
25
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección A,
Sentencia del 7 de marzo de 2012, exp. 20.042, M.P. Hernán Andrade Rincón.
26
(Cita original) Sentencia del 3 de febrero de 2000, expediente No. 14.787.
27
Sentencia del 30 de noviembre de 2006, expediente No. 14.880.
23
lanzamiento por ocupación de hecho adelantado por esa entidad bajo el radicado
radicado 013-2000.
Uno de los reparos concretos que el municipio de Puerto Berrío formuló contra la
sentencia de primer grado consistió en señalar que la eventual condena
patrimonial debe recaer únicamente en la Policía Nacional, debido a que esa
entidad “se negó a suministrar el apoyo a la autoridad civil, en cumplimiento del
desalojo ordenado” (fl. 251 c. ppal.).
De hecho, en relación con la misiva A.M. 515 del 20 de marzo de 2002 (fl. 194 c.
ppal.), la Sala resalta que fue tal la presteza de la Policía en el acatamiento de esa
solicitud, que al día siguiente de haber recibido el oficio, se inspeccionó el
inmueble del querellante y se advirtió que dada la situación del asentamiento
irregular no era posible adelantar la diligencia en esa misma fecha, sino que debía
solicitarse apoyo al comando departamental del policía. Esto se precisó en el oficio
251/COMANDISON del 21 de marzo de 2000, así (fl. 195 c. ppal.):
Informo al señor alcalde que los gastos que genere el apoyo de personal, vehículos,
alimentación, desplazamiento y hospedaje, deben ser sufragados por la Administración
Municipal.
24
También se advierte que el análisis que en sede de imputación del daño hace la
Subsección, no se restringe a una simple constatación factual sobre la negativa de
la policía a acompañar la diligencia de lanzamiento, sino que se extiende a la
verificación de la exigibilidad jurídica de una conducta contraria, sobre todo si se
tiene en cuenta que la actuación de la institución armada consistía en el ejercicio
de una actividad inherentemente subordinada a la función de policía ejercida por la
máxima autoridad municipal.
Se le exige al Estado la utilización adecuada de todos los medios de que está provisto, en
orden a cumplir el cometido constitucional en el caso concreto; si el daño se produce por
su incuria en el empleo de tales medios, surgirá su obligación resarcitoria; por el contrario,
si el daño ocurre pese a su diligencia no podrá quedar comprometida su responsabilidad.
25
En consecuencia, se modifica la sentencia de primera instancia, en el sentido de
negar las pretensiones respecto de la Nación – Policía Nacional.
Por último debo afirmar que la prueba mediante la cual se ha fundado la condena al pago
de perjuicios no es clara ya que precisamente el sustento de esos perjuicios es el haber
dejado de producir debido a la invasión sufrida. Si claramente se estableció la invasión al
supuesto terreno del demandante es claro que en el expediente no obra con claridad ni
siquiera el establecimiento claro de lo que compone el previo (sic) al cual se refiere el
demandante, como que tampoco se estableció a que se dedicaba dicho previo (sic) antes
de la invasión, como que tampoco se estableció la rentabilidad de ese predio fundado en
el hecho de haberse establecido a que actividad estaba destinado antes de haberse
invadido.
Así las cosas (…) es claro que no existe dentro del expediente pruebas suficientes que
permitan establecer y liquidar unos perjuicios tal como lo hizo la sentencia de primera
instancia.
Se pide se ilustre la fundamentación que tomo para llegar a la suma por él fijada; es decir,
que pautas o informes tomó del valor de la propiedad raíz en el municipio de Puerto
Berrío, tanto en su sector urbano, como en el sector rural, para dar su dictamen,
indicando en lo posible, de que entidades conocedoras del tema le fue suministrada la
información o si se enteró de negociaciones de alguna de las casas asentadas en el lote
invadido objeto del dictamen.
26
Se invoca como una razón más para la presente solicitud, lo consagrado en el inciso 5 del
artículo 516 del C de P. C., norma que da pautas para el avalúo comercial de inmuebles,
estableciendo que se estima tomando el avalúo catastral más un 50% de éste.
1. Tal como lo expresé en el punto 2.5. del experticio inicial, el 13 de diciembre de 2004,
en compañía de los interesados realicé la visita al inmueble trabado en la litis, no solo con
la intención de comprobar el estado del mismo, sino también para hacer un sondeo
general con vecinos vinculados al Municipio de Caucasia (Ant.) y averiguar el valor de la
hectárea en ese sector, precios que posteriormente tuve la oportunidad de confrontarlos
con informaciones y datos que previamente había obtenido de otras personas
conocedoras de la región y así determiné el avalúo comercial de la totalidad del predio y
por ende el valor del derecho del Sr. José Julián Betancur Montoya y reafirmo ésta
aseveración, con base en lo preceptuado en el numeral 3°, artículo 236 del Código de
Procedimiento Civil, que trata sobre los conocimientos necesarios que debe tener el
perito.
27
administración municipal, personas que tenía conocimiento de las condiciones
socioeconómicas de Puerto Berrío y vecinos del predio de propiedad del
accionante, sin indicar siquiera el nombre y domicilio de estas personas, sus
calidades personales y profesionales o el tipo de información que concretamente
le suministraron, en franca inobservancia de los establecido en el numeral 3 del
artículo 237 del Código de Procedimiento Civil, que establece que “cuando en el
curso de su investigación los peritos reciban información de terceros que
consideren útiles para el dictamen, lo harán constar en éste”.
Para la Sala el dictamen pericial a que se viene haciendo alusión no se ajusta con
estricto rigor a las exigencias establecidas en el ordenamiento jurídico para este
medio de prueba en general y para el avalúo de bienes inmuebles en particular,
puesto que carece de la fundamentación técnica necesaria para soportar las
conclusiones en el contenido.
En suma, pese a encontrarse plenamente acreditada la afectación al derecho de
dominio que sobre el bien identificado con matrícula inmobiliaria 019-0000030
tiene el señor José Julián Betancur Montoya, derivada de la falla del servicio en
que incurrió el municipio de Puerto Berrío, Antioquia, no obran en el plenario
medios de convicción idóneos para liquidar el monto específico de la
indemnización que debe pagar dicha entidad, razón por la cual esta se deberá
determinar en un incidente de liquidación de perjuicios que adelantará el tribunal
de primera instancia, de conformidad con lo previsto en el artículo 172 del Código
Contencioso Administrativo, en el que se valdrá de un dictamen pericial que
deberá tener en cuenta los siguientes parámetros:
i) El dictamen pericial tiene por objeto la determinación del valor comercial del bien
inmueble identificado con matrícula inmobiliaria 019-0000030 de la Oficina de
Registro de Instrumentos Públicos de Puerto Berrío.
iii) La tasación del precio del inmueble corresponderá al valor comercial que para
la fecha en que acaeció el daño tenía dicho bien. Esta cifra será actualizada al día
en que se profiera la providencia que dé por terminado el trámite incidental y
liquide los perjuicios.
iv) Del valor comercial calculado con base en los dos parámetros anteriores, el
municipio de Puerto Berrío, Antioquia reconocerá al señor José Julián Betancur
Montoya, el 50% del valor comercial del inmueble identificado con matrícula
inmobiliaria 019-0000030 de la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos de
Puerto Berrío.
28
identificado con la matrícula inmobiliaria 019-0000030 saldrá del patrimonio del
accionante y pasará a ser de propiedad de dicho municipio.
Sin embargo, la Sala precisa que toda vez que en el presente asunto no se
evidencia temeridad, ni mala fe de las partes, la Sala se abstendrá de condenar en
costas de conformidad con lo normado en el artículo 171 del Código Contencioso
Administrativo, modificado por el artículo 55 de la Ley 446 de 1998.
F A L L A:
29
SÉPTIMO. Se deja constancia de que esta providencia fue aprobada por la Sala
en la fecha de su encabezado y que se suscribe en forma electrónica mediante el
aplicativo SAMAI, de manera que el certificado digital que arroja el sistema permite
validar la integridad y autenticidad del presente documento en el
link http://relatoria.consejodeestado.gov.co:8081/Vistas/documentos/evalidador.
30