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9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

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Débats | 2015

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Futuros y fuentes: las listas de


indígenas presos en el campo de
concentración de Valcheta, Río
Negro (1887)
Futures and sources: the lists of indigenous prisoners at the Valcheta concentration camp
[01/12/2015]

Résumés
Español English
El siguiente trabajo es una presentación de una fuente que a nuestro entender moviliza nuevas
preguntas para las investigaciones tanto sobre la Conquista del Desierto como para la
consolidación del estado argentino: las listas de indígenas presos en el campo de concentración
de Valcheta (1887). Para ello, y en primer lugar, queremos destacar la relación intrínseca que
genera el tiempo futuro en las narrativas históricas. En segundo lugar, presentamos nuestra
propuesta teórico-metodológica que sintetizamos como la reconstrucción de un “archivo
estallado”, un ejercicio para asir históricamente la “idea de estado” y que al mismo tiempo nos
posibilitó el encuentro de esta fuente. Por último, la contextualizamos, tanto desde su proceso de
producción -y dentro de un género particular- hasta su circulación como parte de la narrativa
histórica de entender Valcheta como un campo de concentración en el marco de la incorporación
de indígenas del sur a la matriz estado-nación-territorio.

This paper aims to be a presentation to a source that mobilizes new questions to researchers that
deal with the Conquest of the Desert and the consolidation of the Argentinean state: the lists of
indigenous prisoners in the concentration camp of Valcheta (1887). Firstly, we wonder about the
relationship created by the “future” as a constitutive part of historical narratives. Secondly, we
present our theoretical and methodological approach that we synthesize as the reconstruction of
a "shattered archive". That is, a historical exercise to assemble the scattered evidence of silenced
processes, particularly, due to institutional violence. Finally, the essay contextualizes the source
both from its process of production as well as its circulation as part of the historical narrative that
understands Valcheta as a concentration camp spatialized during the incorporation of indigenous
peoples of Patagonia to the nation-state-territory matrix.

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9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

Entrées d’index
Keywords : Genocide, official secrets, shattered archive, Conquest of the Desert, Modern regime
Palabras claves : Genocidio, secretos de estado, archivo estallado, Conquista del desierto,
régimen moderno

Texte intégral
1 Con frecuencia en los estudios históricos pensar la historia suele entenderse como un
ejercicio de relación entre el pasado y el presente que puede tomar en cuenta los
vínculos que se establecen en un doble sentido de mutua influencia (del pasado hacia el
presente y viceversa). Aún así, consideramos que el tiempo futuro es sustancial en las
narrativas de los múltiples proyectos en riña en torno a “ideas de estado” o
“comunalizaciones”. El tiempo futuro, muchas veces implícito, merece un lugar
preponderante en la producción de historias sobre el que nos debemos aún una mayor
reflexión. Por esto, nos proponemos indagar en esta ida y vuelta que vincula pasado,
presente y, también, futuro a partir de la invisibilización de los derroteros indígenas
desde la Conquista del Desierto –nombre emblema de las campañas de ocupación y
sometimiento de la Patagonia y su gente 1878-1885- en adelante. Así como la aparición
– dentro de investigaciones recientes – de nuevas fuentes que nos permiten
profundizar en el conocimiento histórico respecto de la incorporación de los indígenas a
la matriz estado-nación-territorio (Delrio 2005) en Argentina. Este artículo propone
presentar una fuente que resultó clave en nuestro proceso de investigación pero que
además contiene potencial para otras indagaciones académicas, políticas y familiares.

Futuros pasados y pasados futuros


2 El “régimen moderno” como forma de producción del tiempo histórico se caracteriza,
según Koselleck (1993), por integrar en la relación entre presente, pasado y futuro, la
idea de progreso1. Bajo este régimen, las proyecciones de futuro ocupan un lugar
predominante para la narrativa histórica dado que el futuro se vuelve el objeto de
deseos y anhelos que son determinados hegemónicamente, y por lo tanto, se
encuentran en permanente disputa. Al mismo tiempo, la previsión del futuro define
aquello que se pretende y se espera del presente para alcanzar la meta a posteriori. De
esta forma, la producción de la narrativa histórica se basa en referencias del pasado que
indiquen y hagan inteligible el presente en el que nos encontramos. Indagar el pasado
para comprender el presente y proyectar un futuro posible implica indagar el pasado
que conduzca a ese futuro. Es decir que para Koselleck el tiempo futuro influye, dentro
del “régimen moderno”, en la forma en que pensamos y nos preguntamos por el pasado.
3 En línea con esta propuesta podemos mencionar también aquellos autores que
identifican cambios en la percepción del tiempo histórico. Estos cambios surgen como
efectos de nuevas fases del capitalismo – y particularmente asociadas a las tecnologías
en desarrollo – (Guiddens 1990 y Harvey 1990). Así, para Hartog (2007) el “régimen
moderno” atraviesa una crisis desde mediados del siglo XX que culminará en los
noventas con la irrupción de lo que el autor define como “presentismo”. Este último se
encuentra vinculado a la percepción de aceleración del tiempo histórico cuyo resultado
inmediato implicaría un futuro opaco, difícil de avizorar. La consecuencia que se
destaca en este proceso es entonces la objeción de la capacidad organizativa del futuro.
El futuro proyectado se desvanece y se vuelve incierto debido a la influencia de un
presente cambiante e inestable. Al mismo tiempo este “presentismo” que destaca el
autor es complejizado por la pugna de múltiples narrativas de pasados que fueron
excluidos de aquellas macro narrativas que pretenden ser contenedoras y
cohesionadoras -como las nacionales-. Esos pasados “omitidos” o “invisiblizados” que,
al mismo tiempo, son expuestos y enfocados a través de luchas sociales – como la
irrupción de las minorías en los cuerpos nacionales – que afectan, desestabilizan y

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vuelven aun menos predecible el futuro. Dada esta crisis, nos interesa centrarnos en las
certezas de pasados que también se vuelven inciertas y, por esto, se posibilitan la
revisiones de vacíos, olvidos y silencios de las narrativas oficiales y hegemónicas de
pasado.
4 De esta forma, consideramos que se produce un movimiento inverso en donde es el
pasado el que irrumpe a través de la exposición (o iluminación) de esos fragmentos del
mismo que están aun inconexos o inasibles o difusamente comprensibles y contribuyen
a alterar tanto el régimen de historicidad como las lecturas posibles de futuro.
Siguiendo el planteo de los impensables de la historia de Trouillot (1995), nos interesa
destacar este movimiento inverso a través del cual es también el pasado el que
constriñe las narrativas posibles de futuro. Así, las vivencias del presente son en gran
medida producto de la organización que le otorgamos a aquello que sucedió – aun
atravesado por los silencios, olvidos y omisiones –. Trouillot destaca que son
justamente los trazos provenientes del pasado los que impiden que la historia como
narrativa se piense como una mera ficción. Para el autor los eventos dejan trazos, esos
trazos pueden volverse hechos, y la materialidad de los mismos circunscribe las
narrativas de futuros posibles.
5 Así, en la proyección constituyente argentina de una “nación sin indios” (Lenton
2005) se narró una versión de la Conquista del Desierto en términos de guerra que
silenció la supervivencia de los pueblos indígenas – y dentro de este mismo movimiento
congeló una imagen del “indio” cargada de presupuestos y estigmas. Asimismo ocultó la
ejecución de políticas genocidas compendiadas en procesos de desterritorialización,
persecución y confinamiento en campos de concentración; desmembramientos
familiares y traslados forzados; distribución de adultos y niños; trabajos en condiciones
de esclavitud; borramientos de identidad y cambios de nombres; detención y muerte
(RIG 2007, Delrio et al 2010). En la dialéctica de lo omitido y lo dicho, lo borrado y lo
conservado, las listas de presos del campo de concentración de Valcheta -que
compartimos aquí- son un trazo que el estado convirtió en hecho, en los términos ya
mencionados de Trouillot (op.cit.) y que en su afán modernizador también lo conservó
y archivó pero que, al mismo tiempo, no fueron utilizadas, ni estudiadas.
6 Desde esta perspectiva en su conjunto, hoy – considerando un presente cargados de
desconexiones y versiones fragmentadas del proceso histórico que abordamos – estas
listas condicionan no solo nuestro conocimiento del pasado – que intentaremos
sucintamente reponer aquí2 – sino también las narrativas posibles de futuro. A partir
de aquí entonces nos provocan ya sea como productores de la trama histórica así como
de sus relatos.

El archivo estallado y los secretos del


estado
7 La apertura de la disciplina histórica a los registros provenientes de la memoria social
indígena como fuentes para la producción de la historia enriqueció notoriamente un
proceso silenciado en una narrativa nacional hegemónica respecto al derrotero de los
indígenas sometidos durante la Conquista del Desierto y sus devenires posteriores. En
particular, la existencia de lugares de concentración forzada fue recogida como marca
fundamental para indagar en el proceso de ocupación militar de la Patagonia en tanto
genocidio3. Fue a partir de la memoria social que otras fuentes – como relatos de
viajeros, memorias de militares, artículos de prensa, crónicas salesianas – comenzaron
a ser releídas para dimensionar y profundizar el conocimiento histórico sobre la
Conquista (Delrio 2005 a y b).
8 Aun así – producto también de las mediaciones hegemónicas de poder que ponderan
los documentos archivados en detrimento de otras fuentes que explicitan las prácticas
de exterminio – la escasez de fuentes oficiales que indicaran la intencionalidad y
organización manifiesta del genocidio permitía el margen de la duda – en el mejor de
los casos – en favor de entender la ocupación militar en términos de “excesos” o
“discrecionalidad de la violencia estatal” en el contexto de un enfrentamiento armado.
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Por otra parte, también las fuentes oficiales con las que habitualmente se trabaja el
tema comprenden algunas – significativas – contradicciones. En el caso concreto de
Valcheta por ejemplo, las fuentes que obtenemos en los archivos oficiales discrepan
tanto en el propósito como en el objetivo del lugar aunque siempre se reconoce la
concentración de indígenas. De esta forma, en las memorias de guerra y marina del
periodo 1883-1890 Valcheta aparece como una “colonia en desarrollo” mientras que en
los expedientes ministeriales puntuales del mismo periodo se evidencia y denuncia una
realidad humana crítica y conflictiva.
9 Por esto, ya sea a partir de la supuesta escasez de fuentes o de los entredichos dentro
de las existentes – siempre priorizando las fuentes oficiales en detrimento de otras de
características diversas – se enmascara una nueva clausura y ocultamiento a la
continuidad de la política para con los indígenas en Argentina. Recordemos que
oficialmente fue la propia Conquista del Desierto la que se presentó como el final del
conflicto con “los indios”.
10 Nuestro propio camino de indagación que derivó en encontrarnos con estas listas,
que son una pieza más dentro de un ensamblaje de múltiples fuentes relacionadas a
Valcheta, comenzó a partir de lo que consideramos la reconstrucción de los fragmentos
de un “archivo estallado”. Es decir, la búsqueda y reunión de la documentación oficial –
en triangulación con fuentes no oficiales – que se encuentra alojada en diferentes
dependencias, principalmente estatales, conservada bajo una aparente no-lógica (o una
lógica en algún punto desconfigurada) en diferentes archivos provinciales, nacionales y
locales. Informes, documentos, partes, memorias, “papeles sueltos” que, a pesar de su
desvinculación con cualquier tipo de serie persiguen un ordenamiento burocrático
propio de los estados modernos. Estos documentos están y se encuentran albergados,
aunque prácticamente invisibilizados, en diferentes reservorios. En otras palabras, el
“archivo estallado” como metodología repone lo marginal dentro del archivo, aquello
que al no conformar un fondo propio o una serie pierde jerarquía en relación a otros
corpus o impide – a simple vista – la reconstrucción del sentido con que se originó.
11 Nos referimos a ellos como un “archivo estallado” ya que en principio se ha perdido la
lógica de la organicidad administrativa con la cual fueron producidos los documentos.
Por otro lado, porque la recomposición del corpus en torno al objeto a indagar implica
el relevamiento de múltiples dependencias sin que necesariamente se hayan respetado
por parte de sus archiveros las jerarquías propias de la burocracia estatal. Es la
identificación y las preguntas sobre los silencios, olvidos y omisiones en las diferentes
instancias hegemónicamente mediadas de construcción de documentos, fondos,
archivos y narrativas las que conducen la pesquisa del investigador en torno a los
rastros de los eventos que surgen en forma aislada ya sea tanto de observaciones de
conflictos presentes, así como también de relatos, lugares de memoria y demandas
políticas, por mencionar algunas. Muchas veces estos rastros aislados y disonantes
retoman – o parten de – experiencias que son marginales dentro de la narrativa
histórica consensuada o, incluso también, aparentes distorsiones ininteligibles del
pasado4.
12 La propuesta metodológica de reconstrucción de un “archivo estallado” implica
entonces al mismo tiempo seguir un camino inverso de armado del archivo con el fin de
incorporar las relaciones de poder mediantes que aparecen como trazos
estallados/disociados cristalizados en un documento particular, como en este caso las
listas. Para esto, se re-significa la pérdida de sentido y se reconstruye incluso la lógica
misma que produjo los documentos. Lo llamativo es que a partir de este ejercicio, las
más de las veces guiado por las preguntas abiertas por otros tipos de fuentes y
emergentes del presente, se habilita la narración de procesos ocultos, fragmentados y
omitidos como suelen ser los casos de violencia estatal. De esta forma, se revela en
varios sentidos lo que Abrams (1988) define como “la idea de estado”. Es decir, la forma
en que el estado se realiza en sus prácticas, rituales y rutinas, y entre ellas, las formas en
que alberga, restringe accesos o desparrama su memoria institucional.
13 Cuando Abrams discute la división dicotómica propuesta por la sociología weberiana
entre la sociedad civil y el estado, remite a la idea de lo oculto y secreto en las
instituciones del estado que manifiestan una “idea de estado”, que constituyen lo que el
autor denomina la máscara del estado. En su análisis esa máscara es el estado y se
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reproduce en prácticas y rutinas que trascienden al “estado como sistema” (es decir del
conjunto de instituciones que lo componen). De esta forma, el poder políticamente
institucionalizado es capaz, por ejemplo, de retener información y en consecuencia de
dificultar su transmisión (distorsionando la aparentemente clara divisoria entre lo
público y lo privado). Conforme al contexto de consolidación estatal en Argentina, el
silencio en relación a las políticas dirigidas a los indígenas durante el proceso militar
(1878-1885) y el posterior secreto de sus destinos operó tanto como técnica de
legitimación estatal como creador de cohesión social5.
14 Los silencios – como también los secretos del estado – son los que nos mueven hacia
otros campos no oficiales – y otras fuentes – para disputar la pretensión totalizadora
del estado y, también, para exponer el potencial y la fragilidad de la disciplina histórica
y sus propias ausencias. Al mismo tiempo, nos devuelven sobre los trazos diseminados
dentro de sus archivos.

Listas y lógicas
15 Las listas de presos de Valcheta que presentamos aquí forman parte de una carta que
fuera elevada por el entonces gobernador del territorio nacional de Río Negro, coronel
Lorenzo Wintter, al ministerio del interior en 1887 solicitando la creación de una
colonia agrícola pastoril para los indígenas allí asentados. Este intercambio constituye
un expediente que no cuenta con la resolución del pedido – que llegará años después.
Adjunto a esta primera parte del mismo nos encontramos que para 1901, y después de
haber pasado por diferentes dependencias del ministerio, el expediente es hallado por
un archivero de la dirección de tierras y colonias del recientemente creado ministerio de
agricultura dentro de una carpeta caratulada “documentos inservibles” que
perteneciera al por entonces extinguido departamento de obras públicas. Ante la
sugerencia del archivero de 1901 de reunir esta solicitud que da apertura al expediente
como antecedente de la creación más reciente de la colonia Valcheta en julio de 1899
por decreto se autoriza sea finalmente archivado.
16 Tras gestiones realizadas desde el archivo histórico provincial de Río Negro a fines de
la década de 1970, varios documentos relacionados a tierras durante el periodo
territoriano fueron trasladados del archivo general de la nación (AGN) a Río Negro. En
la actualidad, el expediente que contiene las listas se encuentra mezclado entre otros de
solicitudes de tierras provenientes del ministerio de agricultura, agrupados por año en
el archivo histórico provincial de Río Negro (AHPRN). Es a partir de la curiosidad por
las primeras distribuciones de tierra que dimos con este expediente.
17 Deteniéndonos en el contenido de las listas de presos del campo de concentración de
Valcheta debemos mencionar en primer lugar que contienen los nombres de 214
personas que en 1887 se encontraban reunidas bajo vigilancia de la policía territoriana
al sur del actual pueblo de Valcheta. Las listas identifican “el personal de hombres de
las tribus de Pichalao, Charmata, Cual y Chiquillan” y registran 77 hombres con sus
nombres y apellidos. Además aparecen listados las “familias y niños que tienen las
tribus…” y nombran a cada uno de las 51 mujeres, 44 niños y 42 niñas.
18 Los listados de personas como mecanismo de la administración militar implican un
grado de especialización de las técnicas de la burocracia estatal que debemos poner en
valor, ya que es a través de estos registros que se monta la organización de la
concentración y distribución de miles de indígenas – distinguiendo la oferta de
personas por sexo y edad – hacia los centros urbanos y los de crecimiento económico
del periodo en un tiempo relativamente corto. Según el estudio de Mases (2002), quien
incluso advierte respecto de importantes faltantes en la documentación en años claves,
el ejército y la armada distribuyeron más de 10 mil personas sustraídas del desierto en
el lapso de los primeros años de la ocupación militar. La organización de estas
distribuciones a través de los listados fue clave para operativizar el proceso y evitar los
disgustos por parte de los demandantes ya sea de mano de obra o de aquellos que bajo
el pretexto civilizatorio de la educación demandaban mujeres y niños para el trabajo
doméstico.

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19 En este sentido, las listas de indígenas presos de Valcheta no son las únicas de su
tipo, hay otras dentro de legajos y expedientes relacionados a la Conquista. Existen
también listados organizados bajo la misma lógica de indígenas presos, por ejemplo, de
aquellos destinados a la isla Martín García (Papazian y Nagy 2010). Recordemos, como
lo destacan ambos autores, que las personas confinadas a Martín García están presas
por su calidad de “indios” y no por faltas a las regulaciones vigentes. No obstante, las
listas de indígenas presos en los diferentes puntos de concentración establecidos por las
fuerzas armadas no se conservan bajo un fondo o un archivo en particular sino que se
encuentran dispersas en repositorios nacionales y provinciales de diferente índole6.
Encontrarlas forma parte de un trabajo colectivo y de reconstitución del “archivo
estallado”. Aún así, existen. En tanto rastro material forman parte del afán de registro
de la burocracia estatal y, también, de su brutalidad (Tiscornia y Sarrabayrouse 2004).
20 Por otra parte, no podemos dejar de mencionar que los listados donde figuran
indígenas con nombre y apellido producidos por el estado conforman un género en sí
mismo -más amplio- que no son propios del periodo. Aunque a partir de la Conquista
del desierto -y su periodo preparatorio- asistimos a un cambio sustancial en su lógica.
Entre otros podemos mencionar que existían los listados vinculados, por ejemplo, a los
racionamientos (Ratto 1998). Es decir, los que distinguen por nombre y apellido al
grupo de indígenas que recibirá racionamientos de pertrechos y alimentos por parte del
estado – ya sea provincial o nacional. Asimismo, tenemos constancia de aquellos
realizados por los propios caciques que informan al estado respecto de las alianzas y
jerarquías de sus caciques y capitanejos (Vezub 2009) entre otras.
21 No obstante, y esto destacamos, estas listas responden a una nueva lógica dentro del
género en la que se introduce también a las mujeres como a los niños y niñas (ya sea
con nombre y apellido o a través de numerarlos). Este conteo particular es producto de
las políticas de concentración, desmembramiento y distribución de indígenas a lo largo
y ancho del país. El fin de estas listas es el ordenamiento en la distribución de estas
personas dentro de un territorio soberano del cual conforman su excepción respecto del
resto de la población argentina. Por esto, aun cuando el periodo de ocupación y razias
militares – que la historia oficial entiende como “guerra” – se da por concluido el
primero de enero de 1885, los indígenas continúan siendo pasibles de ser deportados y
así sucede hasta por lo menos 1888, según los registros con los que hemos trabajado7.

Valcheta: de oasis en el desierto a


campo de concentración
22 Brevemente y retomando una investigación que excede la intención de este artículo
describiremos, en principio, las características de Valcheta en tanto campo de
concentración y, en segundo lugar, su trayectoria como espacio de excepción que
trasciende las campañas militares. Definimos en primer lugar, los campos de
concentración como “espacios de excepción” que fueron emplazados a la vista de todos
como un umbral entre lo civilizado y lo bárbaro. A partir de esta configuración espacial,
los campos emergen como parte de la escenificación del poder del estado. Así, tanto
para los indígenas como para los no indígenas representaron una demostración de
fuerza estatal ya que proyectaban la capacidad de imponer un orden y de sostenerlo. Sin
embargo, solamente para los indígenas – fueran estos tehuelche, mapuche, malón,
mansos, “gente de” o familias aisladas – los campos constituían una amenaza concreta8.
Un futuro posible. Los campos de concentración para indígenas dentro del territorio
nacional de Río Negro implican un despliegue y ejercicio de soberanía estatal en los que
el bio-poder distribuye a los que hace vivir y a los que deja morir.
23 A diferencia de otros campos de concentración temporarios – como aquellos situados
a lo largo de la línea del río Negro y hasta la cordillera9 – Valcheta fue proyectado como
una colonia agrícola pastoril producto de las políticas territorializadoras de control y
confinamiento de la gobernación de Lorenzo Wintter. Valcheta no fue un centro de
distribución masivo de personas como si lo fueron los demás localizados a lo largo de la
línea militar de ocupación. Sin embargo compartía con estos las dinámicas de control y
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vigilancia de las personas allí presas. Su creación con, principalmente, los restos de las
personas apresadas en el combate de Apeleg, luego su proyección en tanto colonia –
que nunca prospero – y, finalmente, su sostenimiento hasta fines de la década fue
producto de un conflicto político entre la oficialidad militar. Quienes se disputaban los
ascensos basados en las repercusiones de sus campañas o méritos exploratorios del
territorio recientemente anexado.
24 Según la reconstrucción que hemos hecho basada en el entrecruzamiento de una
variedad de fuentes principalmente oficiales – entre las que ubicamos las listas aquí
presentadas, pero también registros de viajeros y salesianos y aquellas producto de la
memoria social – indígena y no indígena – hemos caracterizado el caso de Valcheta en
tanto campo de concentración para indígenas que se extendió durante las campañas
militares y más allá de finalizadas las mismas entre 1883 y 1890 aproximadamente
(Musante, Papazian y Pérez 2012 y 2014 y Pérez 2007 y 2014a). A partir de esta
investigación retomaremos las principales conclusiones para enmarcar la fuente de las
listas de indígenas presos de 1887.
25 Tal como observa el archivero de la dirección de tierras y colonias en 1901 el paraje
de Valcheta había cambiado radicalmente – al punto que parte de su historia se alojaba
entre “documentos inservibles” –. Efectivamente, el paraje de Valcheta fue
transformado en casi 10 años de un lugar reconocido como un vergel en el desierto
desde las campañas rosistas a un campo de concentración, de tristeza y de muerte que
funcionó desde 1883 hasta 1890 aproximadamente – dado el proceso de migración
selectiva que se dio al momento de su liberación. Allí fueron confinados los indígenas
apresados en las recorridas de las columnas comandadas por el teniente coronel Lino
Oris de Roa en 1883 en sus recorridas por la cordillera chubutense y por la costa del
Atlántico hasta el territorio de Santa Cruz, así como también los sobrevivientes del
“combate” de Apeleg llevados a pie hasta el valle del arroyo Valcheta. Más tarde, en
1898, y en el contexto de las negociaciones efectuadas por Bibiana Garcia para los
llamados “restos de la tribu de Catriel”, Valcheta será refundada por decreto del
presidente Roca como colonia agrícola derogando la propuesta anterior y omitiendo la
prioridad para indígenas (Pérez 2014b).
26 Una vez concluidas oficialmente las campañas militares, la administración del campo
de Valcheta pasó de las fuerzas militares al mando de una comisaría policial organizada
por la gobernación que vigilaba y regulaba la vida de los presos, hombres, mujeres,
niños y niñas, que se encontraban allí desde 1883. Las condiciones de vida del campo
son descriptas en las diversas fuentes como de hacinamiento, pobreza y hambruna.
Incluso esta caracterización aparece en las fuentes oficiales – de circulación más
restringida, no así en las memorias ministeriales por ejemplo – de fines del periodo que
consideraban debía darse una respuesta urgente y “humanitaria” para los indígenas
presos. En 1889, el entonces sucesor en la gobernación de Río Negro, el coronel
Napoleón Berreaute describe su realidad:

En las márgenes del Río Valchetas existen en la actualidad bajo la vijilancia de una
Comisaría Policial, no menos de 500 indios sometidos; según informes fidedignos
que esta comisión ha recogido, viven en la mayor miseria sin que haya esperanza
de que se civilicen por falta de medios conducentes a ese fin. Esta comisión piensa
que por humanidad y conveniencia del país debe modificarse este estado de cosas
(…)
(AGN-DAI, Exp Grales 1889, leg 25, n 7977).

27 Cabe destacar que una vez concluido el avance militar – y que el desierto dejaba de
ser el espacio temido que se debatía en Buenos Aires – la concentración de indígenas en
condiciones de pobreza se torna no solo menos justificable (en parte porque se
desvanece la idea de un “enemigo”), sino en una amenaza de nuevo tipo, menos anclada
en la capacidad de defensa del territorio de los caciques y más como foco difusor de
enfermedades, robos – producto de la necesidad – y la siempre latente amenaza de
reorganización de los indios y sus malones (aún cuando no fuera una amenaza real)10 .
28 La principal diferencia entre el periodo de ocupación militar y el subsiguiente, pasa
por que ahora los “indios” son un problema para las gobernaciones cívico-militares que
deben velar por la seguridad de las vidas y los bienes de la sociedad de colonos que

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(Moses 2008 y Pérez 2014a) se constituye en la zona11. Solo en este sentido, se puede
entender que sea el propio Wintter – en tanto gobernador del recientemente creado
territorio nacional de Río Negro – quien encabeza los reclamos para crear una colonia
agrícola pastoril para estos indígenas (carta que inaugura el expediente que contiene las
listas). No debemos perder de vista que Wintter en tanto funcionario público responde
tanto al ministerio de guerra y marina en su calidad de coronel – autoridad que utilizó
para apresar a los indígenas – como al ministerio del interior en su calidad de
gobernador – autoridad que lo obliga a velar por el bien común. Así, advierte de los
peligros que el fin de los racionamientos para indígenas concentrados – pautado ya en
1887 para que entre en vigencia en el presupuesto de 1888 – representará para el
progreso de la zona. Por esto emprende varias solicitudes para resolver la situación de
estos focos de “indios” concentrados por las propias tropas a su mando. Dadas las
insistencias mencionadas del gobernador de Río Negro, coronel Berreute – sucesor de
Wintter –, recién a fines de 1889 el gobierno de Juárez Celman establece por decreto en
Valcheta una colonia agrícola para los indígenas (que será refundada en 1898 por su
evidente fracaso, aunque omitiendo como mencionábamos la preferencia por colonos
indígenas).
29 No obstante, aun a pesar de que en 1889 Valcheta es conformada como colonia
agrícola con preferencia para los pobladores indígenas que allí estaban concentrados
desde 1883, podemos observar que varias de las familias que aparecen listadas, las
encontramos con posterioridad – para fines del siglo XIX – habitando la zona
cordillerana de Chubut junto con otros indígenas que provienen de otros campos de
concentración – los de la línea de fuertes y fortines sobre los ríos Negro y Neuquen. La
posibilidad de partir para 1890 hacia zonas con recuerdos menos dolorosos y menos
conflictivas movilizan – sobre todo a aquellos con alguna capacidad de gestión y de
interlocución con las nuevas autoridades – a emprender “el regreso” por la meseta
hacia la cordillera12.
30 Este proceso de “liberación del campo” será recordado trágica y tristemente tanto en
la memoria social indígena (ver Delrio 2005b), como también por los sectores
“progresistas”. Así por ejemplo, a 50 años de la liberación de Valcheta, Lorenzo Amaya
profesional y capitalista del oeste chubutense, reconocido por su deshonestidad para
adquirir tierras, se dirige al ministro de agricultura Diego Mason en 1943 analizando la
situación de los indígenas sobre la cordillera del territorio nacional de Chubut

El gobierno federal, apenas puso término a las campañas militares de la Conquista


del Desierto, cuando la Patagonia se encontraba virtualmente despoblada, se
preocupó del problema indígena: vigilaba de cerca la acción de los indios, los
concentraba donde era preciso, sometialos a la disciplina militar y proveía al
racionamiento de las tribus más necesitadas. Buena parte del indiaje sureño fue
concentrado y mantenido bajo vigilancia de las fuerzas del ejército en el valle de
Valcheta, hasta que en 1892 se le permitió la libre expansión por el desierto, sin
sospechar que al cabo de pocas décadas, casi extinguida la caza mayor, esos
aborígenes, iban a vivir totalmente entregados a la molicie y depravación, de la
exclusiva caza de ovejas. (IAC, Chubut, Exp 5754-1947, f 868)13

31 En el marco del ensamblaje de la realidad histórica del campo de concentración de


Valcheta, el expediente que contiene las listas de presos del campo de Valcheta permitió
reconstruir la existencia y demostrar el emplazamiento de un espacio de excepción
visible para la sociedad contemporánea y que se recuerda en adelante. Además, nos
permitió en el contraste entre fuentes oficiales reponer omisiones, silencios y, también,
parte del secreto del estado. En este sentido, resultó clave para analizar la
materialización del “estado como idea” en por lo menos dos planos. En primer lugar,
porque el expediente como registro de la burocracia estatal permite dimensionar el
grado de organización de la administración. En segundo lugar, porque la existencia y
organicidad de los campos tal como este “trazo” lo evidencia son prueba contundente de
las políticas indigenistas del estado ya que es parte de sus archivos oficiales. Al mismo
tiempo que revelan un lugar de detención forzada en el devenir de 214 personas
emparentadas entre sí.
32 Sin embargo, y tal como emerge del contraste con otras fuentes – incluso oficiales –
de la época, las listas sólo registran individualmente un tercio de las aproximadamente
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600 personas que se encuentran presas en Valcheta. Es decir, existen dos niveles de
exclusión: en primer lugar el de los “indios” en general como población del desierto.
Junto con un segundo nivel de exclusión que delimita entre los “indios” aquellos que
tienen nombre y pertenencia y son identificados como “gente de” y los otros, en un
grado mayor de exclusión sin nombre ni lista que aparece referido como “la chusma”14.
Las listas omiten claramente a la “chusma” – tal y como se denominan a las familias y
personas tomadas aisladamente o que no se agrupaban como “gente de” ninguno de los
caciques de referencia. Estos otros indígenas también presos – cuyos nombres no
aparecen en las listas – permanecen en el paraje y conforman una creciente población
marginada que es registrada por los inspectores de tierras a principios del siglo XX y
que más adelante serán “corridos” hacia zonas más inhóspitas del interior del territorio.
Estas son las personas identificadas por el inspector de tierras de 1905 quien describe:

Puede asegurarse que descontando a lo mas diez familias de la citada Colonia las
demas todas inclusas son dignas de toda lástima por su estado de salvajismo, cosa
que yo creia extiguida en mi patria; la mayoría de estas son descendientes de la
raza “Tehuelche” en pleno vigor de sus costumbres de holganza y vicios, que dá
vergüenza al referirlos. (AHPRN, Inspección general de tierras de Valcheta y
Sarmiento, 1905, fj. 9)

Palabras finales: futuro y pasado


33 A modo de cierre nos gustaría retomar algunas de las ideas aquí esbozadas sobre las
numerosas preguntas que un trazo del pasado nos propone en el presente. En la
relación articulada entre futuro y pasado, en sus dos direcciones, las listas nos permiten
indagar en las razones, prácticas y ejercicios mediante los que se silenció el genocidio.
Por otra parte, estos trazos del pasado, márgenes de los archivos oficiales, ocultos a
simple vista y silenciados por más de un siglo, son un registro del pasado que iluminado
desde nuestro presente, cuestiona nuestro conocimiento del pasado y,
fundamentalmente, constriñe nuestras narrativas actuales de futuro.
34 Las listas son un punto de inflexión entre lo que se narró del evento militar en
términos de guerra y el destino tanto de los recursos materiales – los seres humanos
dentro de estos – como del proceso de constitución de una población para la matriz
estado-nación-territorio. Al mismo tiempo, evidencian un secreto estatal que revela los
términos en que se practicó y experimentó el estado en su proceso de consolidación.
Paralelamente, la existencia de estos registros – rastros materiales de ese pasado – nos
conducen a pensar un devenir complejo y diferente en donde se cuestione y replantee la
fundación del estado argentino. Justamente para modificar nuestro presente en base a
la revisión crítica de aquellos sedimentos del sentido común que se presentaban como
impensables de la historia.
35 En el proceso de armado de este “archivo estallado” podemos exponer las “ideas de
estado” predominantes en el siglo XIX como la máscara que se tensiona en el presente
al revelar algunos secretos del estado. En esta perspectiva, las listas de indígenas presos
en el campo de concentración de Valcheta son parte de ese mandato del progreso del
registro moderno que contradictoriamente fue silenciado pero aun así se conservó. Tal
como lo destacara Benjamin en su interpretación de Angelus Novus, las ruinas sobre las
que se monta la visión del futuro. La “idea de estado” que es materializada en políticas
genocidas existe en los registros propios de la burocracia estatal. Estos, entonces,
obligan en el presente a contextualizarlas para asumir sus efectos sobre y en el futuro.
Ya que estos trazos silenciados marcaron posibles futuros entonces y descartaron otros.
A la vez que hoy, debemos reescribir tanto esa narrativa histórica dimensionando sus
omisiones como al mismo tiempo encauzar los futuros actuales en términos, por
ejemplo, de reparación histórica, a la vez que permiten proyectar un estado más
inclusivo y tolerante.
36 Por otra parte, yendo al detalle de esa configuración de geografía social que las listas
nos permiten entrever, se avizoran los diferentes niveles de exclusión –siempre en
disputa – que se configuran a partir del proceso de incorporación violenta a la matriz
estado-nación-territorio. Ya que por una parte, los campos de concentración se
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9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

emplazan como amenaza para un sector homogeneizado de la población que son “los
indios”. Aunque, no obstante, al interior de este grupo singularizado y sobre el que
opera la manufacturación de la diferencia interna existe otro nivel de exclusión que se
sintetiza en “la chusma”. Las opciones políticas de la agencia indígenas estarán
condicionadas también por estas formas de visualizar jerárquicamente al otro-interno.
37 Particularmente, este punto que indica un problema concreto para los gobernadores
de los territorios, quienes deben garantizar la seguridad de los bienes y las personas que
pueblan los territorios nacionales en el pasado encarna diferenciaciones sociales que se
reproducen -con matices- a lo largo del siglo XX. La “estructura profunda de la sociedad
de colonos” se constituye en el proceso de incorporación de la Patagonia y su gente y es
la seguridad el principal eje estructurante de las políticas para su progreso. Los
indígenas que permanecen dentro de la Patagonia, concentrados, vigilados, regulados,
amenazados, despojados, conforman uno de los principales grupos identificados como
peligrosos y en este sentido se constriñen su movilidad, prácticas, organización, etc.
38 Aun a pesar de sus limitaciones, las listas contienen información de amplio potencial
para continuar indagando el proceso tanto para historiadores como para lingüistas y
antropólogos y, fundamentalmente, para las personas y familias que buscan reconstruir
sus propias trayectorias familiares. De aquí se deriva la intención de este trabajo de
hacerlas accesibles. Este trazo nos permite incorporar un lugar de detención forzado en
las trayectorias de los grupos parentales indígenas. A su vez, las listas permiten a través
del cruce con otras fuentes indagar en competencias lingüísticas, relaciones de
parentesco, filiación, onomástica y prácticas culturales, por mencionar algunos de los
silencios que su exposición irrumpen. Por otra parte, también habilitan el estudio –
junto con otras listas – de las lógicas de la burocracia estatal, el otorgamiento de
jerarquías –o la negociación de las mismas- dentro de la constitución de las listas, y las
huellas de la administración militar dentro del estado territoriano. Además pueden
brindar información para estudiar alianzas y estrategias de reagrupamiento teniendo en
cuenta el estudio de momentos previos y aquellos pos-conquista.
39 Por último las listas suscitarán interés para diferentes investigadores de temas afines
-muchos de los cuales nos resultan hoy impredecibles e incluso impensables. Las listas
de presos indígenas en el campo de concentración de Valcheta en tanto fuente, con sus
limitaciones y potenciales, impulsan tanto una revisión crítica del pasado como una
nueva posibilidad de narrativas de futuro, y esta última, entiendo, debemos atenderla y
producirla.
40 Por todo lo antedicho, compartimos estas listas de indígenas presos en el campo de
concentración de Valcheta en 1887:

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9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta (1887), p. 1


AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.

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9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta (1887), p. 2


AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.

https://nuevomundo.revues.org/68751 12/18
9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta (1887), p. 3


AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.

https://nuevomundo.revues.org/68751 13/18
9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta (1887), p. 4


AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.

https://nuevomundo.revues.org/68751 14/18
9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

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Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta (1887), p. 5
AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.
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Notes
1 Koselleck distingue un primer régimen que define como “clásico” que ubica como predominante
previo a las revoluciones modernas y que se caracterizaba por su intemporalidad en el cual la
historia contenía ejemplos morales, religiosos y políticos que eran válidos para todos los tiempos.
2 He desarrollado un análisis completo de los “campos de concentración” establecidos dentro del
territorio rionegrino durante y más allá del proceso de ocupación militar de la Patagonia en mi
tesis doctoral (Pérez 2014a).
3 Para un debate en torno a los límites y potencialidades del término genocidio pensado para el
proceso que se resume en la Conquista del Desierto ver el dossier coordinado por la Dra Lenton
en CORPUS vol 1 (Lenton 2011). Para la argumentación sostenida desde la Red de Investigadores
sobre Genocidio y Política Indígena en Argentina (RIG) ver Delrio et al 2007 y 2010 entre otros.
4 Las aparentes distorsiones ininteligibles las hemos identificado, por ejemplo, a partir de los
relatos en torno a “la fronteriza”, una macro construcción atemporal omnipresente cuando se
trata de hechos de violencia y que se utiliza para identificar formas de acción de distintos cuerpos
policiales en diferentes momentos históricos del periodo territoriano patagónico. En este sentido
las referencias a “la fronteriza” suelen dificultar la comprensión del referente y del proceso pero
claramente remiten a eventos de violencia estatal conducidos por las fuerzas de seguridad (Pérez
2014). Otro tipo de distorsiones aparentemente ininteligibles provienen de la incorporación del

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tiempo onírico para transmitir imágenes del pasado que constituyen trayectorias tal como lo
hemos analizado en relación al trabajo del grupo de teatro mapuche “El Katango” (Pérez 2010).
5 En gran medida el debate que se genera contemporáneamente en torno al genocidio cuestiona
este momento fundamental de creación de cohesión social en Argentina y es una de las causas
sobre las que se resiste la interpretación del proceso como genocida. Por otra parte, si bien los
estudios comparativos sobre genocidio han destacado la tendencia a la “negación” del mismo por
parte de los perpetradores (Jones 2010, Smith 1991 entre otros), entendemos que en Argentina el
debate en torno a la negación es contemporáneo y durante un siglo el mecanismo preponderante
fue el de silenciar lo sucedido que en cierta medida clausuró la debatibilidad y reflexión en torno
a la violencia estatal fundante.
6 Cabe aclarar que no estamos sugiriendo aquí que se alteren las lógicas de organización propias
de la archivística, ni que sea necesario un archivo que reuna todas estas listas sino que
intentamos exponer la lógica hegemónica de ocultamiento de un proceso con una sistematicidad
propia. Aun más, rechazamos las propuestas que apuntan a romper las lógicas nativas para
reunir la documentación bajo una nueva lógica arbitraria y con el agravante de atentar contra las
lógicas institucionales que originaron la documentación y sus sentidos de preservación y
jerarquización que son justamente las que nos permiten hoy reponer la construcción de una “idea
de estado” a partir de analizar sus prácticas.
7 En 1888 el gobernador de Misiones, Rudecindo Roca, solicita por intermedio del ministerio de
guerra y marina al ministro del interior, Eduardo Wilde, familias para trabajar. Este responde
entonces “Dirijase nota al sr Gobernador del Río Negro para que haga la entrega de las familias
indígenas que se encuentran sin ocupación, al Sr Gobernador del Territorio de Misiones, el cual
queda autorizado para hacer los gastos que demande la traslación de dichas familias.-
comuniquese y archivase” (AGN-DAI, 1888, Exp Grales, leg 11 n 204)
8 En otros trabajos (Musante, Papazian y Pérez 2014) hemos aclarado que nuestra intención no
es extrapolar el término campo de concentración – en gran medida circunscripto a la experiencia
del nazismo – sino situarlo como una de las tecnologías de disciplinamiento propias de la
modernidad. Además, los campos de concentración entendidos como espacios de excepción
donde recluir a sectores identificados y aislados por su peligrosidad atribuida (anclada en
diferencias étnicas, de clase, políticas, nacionales, religiosas, etc) existen con anterioridad y
posterioridad a la experiencia concentracionaria nazi. Cuya particularidad innegable son los
campos de exterminio y la maquinaria desarrollada para los mismos.
9 Hemos analizado la organización, distribución y conformación de los campos de concentración
durante la ocupación militar a lo largo de la línea de fuertes y fortines a partir de los informes
sobre racionamientos de los indígenas presos (Pérez 2014a) en el contexto de confinamiento y
deportación al que fueron sujetos (Mases 2002).
10 Hemos caracterizado esta amenaza retomando los términos de Agamben como la latente
conversión del “hombres-lobo” que constituye la construcción de una excepcionalidad
normalizante de los indígenas (Pérez 2013)
11 Dirk Moses propone para el caso australiano que existe una “estructura profunda de la
sociedad de colonos” que parte de la violencia intrínseca de los procesos de colonización – que
pueden o no ser genocidas – que otorga a los nuevos pobladores derechos prioritarios en
detrimento de los indígenas. La propuesta del autor fue retomada en mi tesis doctoral para
analizar la sociedad post-Conquista dentro de los territorios nacionales de Río Negro y Chubut.
12 Hemos analizado también otras opciones políticas indígenas en asimetría de condiciones para
obtener tierras para el caso de los llamados “restos de la tribu de Catriel”. Quienes a diferencia de
aquellos presos en Valcheta se organizan y solicitan la Colonia Conesa como lugar para
desarrollar su reproducción social (Pérez 2014b).
13 Agradezco a Walter Delrio el haberme facilitado esta fuente.
14 En este caso “la chusma” como forma de nombrar no hace referencia a las familias de los
caciques y capitanejos – ya que esos están listados – sino a aquellos que no forman grupo o
carecen de forma de representación conjunta. de la misma forma en los campos a lo largo de los
fuertes y fortines se raciona a caciques y capitanejos y sus familias y además de estos aparece “la
chusma” es decir, aquellos que por ejemplo fueron tomados aisladamente en las razias del
ejército.

Table des illustrations

Légende Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta


(1887), p. 1
Crédits AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.
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Légende Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta
(1887), p. 2

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9/2/2017 Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de Valcheta, Río Negro (1887)

Crédits AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.


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Légende Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta


(1887), p. 3
Crédits AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.
URL http://nuevomundo.revues.org/docannexe/image/68751/img-3.png
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Légende Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta
(1887), p. 4
Crédits AHPRN, caja Ministerio Interior n 1, 1886.
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Pour citer cet article


Référence électronique
Pilar Pérez, « Futuros y fuentes: las listas de indígenas presos en el campo de concentración de
Valcheta, Río Negro (1887) », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Débats, mis en ligne le
01 décembre 2015, consulté le 02 septembre 2017. URL : http://nuevomundo.revues.org/68751 ;
DOI : 10.4000/nuevomundo.68751

Auteur
Pilar Pérez
Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio, CONICET-UNRN,
Argentina
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