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LOS HIJOS DEL LLANO (DE ARMANDO ANDRÉS VELADIZ MEZA)

ADAPTACIÓN BÁRBARA ALVARADO


CAPÍTULO 1
LA ESTANCIA EN LAS CALLES
Personajes
Narrador
Armando
Papá
Hermana
Niño 1
Shima
(Se comienza a escuchar la música de Dominique a la lejanía combinado con
sonidos de viento, de desolación, 5 segundos, baja la música lentamente)
Narrador: La gente, aquí en México, comparte sus gustos musicales sin importar a
quién pueda importunar. No recuerdo si esa canción era de mi agrado, lo que sí es
cierto, es que se quedó impregnada en algún rincón de mi alma infantil.
Papá: Ve a buscar corcho latas, Armando.
Narrador: En esa época, las tapas de las botellas de cerveza, refresco o sodas, se
tapaban con lámina y para hacer el sellado perfecto y no dejar escapar ni una
pequeña gota de ese sabroso líquido, le ponían un círculo de corcho, según yo, de
ahí proviene su nombre compuesto. Sin preguntar para que eran simplemente salí
a la calle
(Se escucha una ruidosa y vieja puerta de madera, pasos apresurados de un niño
tocando la tierra, se escuchan sonidos de establo, animales y sonidos de
personas trabajando, golpes de herramientas metálicas)
Armando: (acompañado de sonidos cuando recogen algo de la tierra) Aquí hay
algunas, creo que son de… (en cada una de las palabras se hacen pausas y
sonidos de cambio de corcho latas) Mexicola, Pingüinos, chaparritas, titán, lulú…
Narrador: En ese entonces, todo el tiempo era mío, por no decir que no existía, si
acaso solo la hora de los alimentos y eso sólo porque…
Mamá: ¡Vengan a comer!
(Se escuchan los pasos apresurados en la terracería, se combinan con algunos
sonidos de comerciales de radio en la lejanía, volvemos a escuchar el sonido de
los establos y las herramientas de personas trabajando)
Niño 1: Armando, cuando acabes de comer salimos a jugar.
Armando: No puedo hoy, tengo que terminar una tarea que me dejó mi papá.
Niño 1: Ya vas, te veo luego.
(Se escucha el sonido de la puerta, rechinando, el sonido de un bebé llorando y
alguien calmándolo con un “shu shu”)
Mamá: Ándale hijo, ya está la comida. ¿Qué tanto traes en el bote?
Armando: Las corcho latas que me pidió mi papá.
Narrador: Según comentaban, yo aprendí a caminar entre los 10 y 11 meses de
edad, sin embargo, fui víctima de una de las peores oleadas de poliomielitis en
nuestro país, que dejo secuelas en un número importante de esa generación,
cientos, quizá miles de mexicanos de varias edades fuimos víctimas de este virus.
(Se hace una regresión temporal, se escuchan llanto de un bebé, sonidos de
hospital, personas caminando, voceos, camillas y sillas de ruedas)
Papá: Mi niño todavía no se puede mover, ya ha pasado casi un año. Enfermera
¿Qué me puede decir? ¿Cuándo nos llevaremos a Armando?
Shima: (Con tono notoriamente extranjero) Ya está mejorando, tengan paciencia y
fe en Dios.
(Hay una pausa, cambio de momento, sonido de pisadas sobre la terracería)
Niño 2: ¡Señora! ¿Le ayudamos con Armando?
Niños: Si, ándele, lo cargamos en los hombros de varios, para que no le cueste
trabajo llegar al camión.
(Diferentes voces de niños asintiendo, se escuchan felices)
Mamá: Pero tengan cuidado, no lo vayan a tirar.
Niño 2: No se preocupe señora, si quiere cuando regrese del hospital le ayudamos
con él, nada más díganos en cuanto tiempo cree volver y nosotros aquí vamos
estar al pendiente. (última línea se escucha con eco, denotando lejanía temporal)
Narrador: A ciencia cierta, no sé cuánto tiempo la gente me prestó cuerpo, tiempo,
vida, que fueron determinantes para sentar las bases de mi forma de ser, pues
apenas pude desplazarme por mi mismo, comencé a recuperar los pasos
perdidos, creo que desde ahí me volví hijo del llano.
(Silencio total, regresamos a la época de nuestra historia, se escuchan los
cubiertos golpeando con los platos, sonidos de personas tomando alimentos)
Armando: Ya acabé mamá, ya me voy, aún no lleno el bote de corcho latas.
Mamá: Se dice “Gracias a Dios”. No te tardes, vuelve antes de que oscurezca.
Armando: Gracias a Dios.
(De nuevo se escucha la puerta rechinando, los mismos sonidos, establos
herramientas, radios a la lejanía, las pisadas del niño sobre la terracería y el
sonido de un bote de lata con otros objetos de metal adentro, se escucha que la
caminata cada vez es más lenta, se levantan objetos del piso.)
Pausa comercial
(Se siguen escuchando las pisadas en la terracería y el sonido que provocan las
personas levantando cosas del suelo de tierra, se escucha el Dominique en la
lejanía, proveniente de un radio)
Armando: Ya llené el bote. (Pisadas sobre la terracería)
Pausa comercial
(Sonidos de aves matutinas)
Papá: Armando, Armando, necesito que me traigas más corcho latas, van a hacer
falta
Armando: Papá ¿para qué son las corcho latas?
Narrador: No recuerdo la respuesta de mi padre, o de qué forma hizo para que me
pusiese de nueva cuenta revisar las calles y tienditas, como el día anterior.
(Sonido de pisadas sobre la terracería, se vuelven a escuchar los sonidos del día
anterior, el sonido de la puerta rechinante, los establos, las pisadas apresuradas,
las corcho latas cayendo dentro del contenedor de lata)
Armando: Ya tengo otra vez muchas, voy a enseñarle a papá.
(Sonido de pisadas corriendo que se van ralentizando)
Narrador: Pero al dar vuelta en la esquina de la calle, me percate que algo inusual
estaba ocurriendo…
Armando: ¿Qué pasa? ¿Por qué están echando en ese camionsote las camas,
los muebles, nuestros juguetes?
Hermana: (Mientras se escucha que calma el llanto de un bebé) Ya nos vamos de
aquí.
(Se siguen escuchando sonidos diversos de personas trabajando cargando
artículos, hablando entre ellos)
Papá: ¡Todos arriba!
Narrador: De pronto ya estábamos en movimiento en alguna parte de ese inmenso
camión, sólo la sensación de calor y movimiento continúan vivos hasta la fecha, y
seguro se mantendrán así, sin cambio alguno, para acompañar el último suspiro
de mi vida sobre este planeta.
(Música de Dominique nique nique a la lejanía en algún radio. Se escucha un
camión que arranca, avanza y desaparece en la lejanía.)
FIN DEL CAPÍTULO 1

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