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2 Corintios 12:1-13
Pablo describe esta experiencia en la tercera persona, en lugar de la primera
persona (él no dijo, “yo mismo tengo esta experiencia”).
2. La gracia te da un aguijón
El Señor sabe cómo equilibrar nuestra vida. Él sabe cómo equilibrar las cargas
y las bendiciones, el sufrimiento y la gloria.
Si sólo tuviéramos bendiciones, nos volveríamos arrogantes; Él nos permite
tener adversidades para mantenernos humildes y dependientes de Él.
Pablo mantuvo en secreto esta experiencia por catorce años.
La gran experiencia de Pablo en el cielo podría haber arruinado su ministerio
sobre la tierra; de modo que Dios, en su bondad, permitió que Satanás
abofeteara a Pablo para evitar que se enorgulleciera.
El aguijón era un don de Dios. Posiblemente los judíos pensaban que era una
maldición, como lo hicieron con Job.
¡Qué contraste entre las dos experiencias de Pablo! Pasó del paraíso al dolor,
y de la gloria al sufrimiento. Probó la bendición de Dios en el cielo y luego
sintió las bofetadas de Satanás en la tierra.
Si la gracia de Dios es suficiente para salvarnos, también lo será para
preservarnos y fortalecemos en nuestro sufrimiento.
Cuando oramos para que Dios nos quite el aguijón, Él nos dice: bástate mi
gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad.
Cuando Pablo aceptó su aflicción como el don de Dios, permitió que la gracia
de Dios obrara en su vida.
Pablo dice: Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades,
para que repose sobre mí el poder de Cristo.
Gloriarse en las debilidades va contra la lógica humana. Nos gloriamos con
facilidad en la carne.
Por ejemplo: en lo que poseemos, en lo que hemos logrado en la vida etc.
Gloriarse en sí mismo infla al corazón humano.
Gloriarse en sí mismo puede exaltar desmedidamente.
Gloriarse en sí mismo produce soberbia y orgullo. No olvidemos que Dios
resiste a los soberbios y da gracia a los humildes (Santiago 4:6).
Ya conocemos el caso del rey Nabucodonosor.
¿Cómo voy a gloriarme de algo que me causa dolor?
¿Cómo voy a gozarme en algo que me hace sufrir?
¿Cómo voy a exaltarme en algo que me ha sacado tantas lágrimas?
De algo estoy totalmente convencido dijo Pablo: Dios no quitará de mí las
debilidades. Entonces me gozaré cuando tenga problemas.
El poder de Cristo es la fortaleza que siento cuando me gozo en las
debilidades. V. 9-10.
¿Cuál es tu aguijón?