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A veces, porque son pequeños detalles, los ponemos en menor atención, los
marginamos o no los tenemos en consideración. No es la postura correcta. Los
pequeños detalles, bien cuidados, son manifestación de un bien cuidado interior y
de una delicadeza profunda. En cambio, el olvido de ellos nos hace vulgares y
superficiales en nuestra vida. Dios nos mima, a lo largo de nuestra vida, con sus
pequeños detalles que siempre son muestra de su buen gusto y preocupación por
cada uno de nosotros.
El que, eso que parecía tan difícil, esté dando un fruto que ni de lejos
sospechabas, es obra del Señor. Pero, el Señor siempre pone en nuestras manos
los pequeños detalles, los que sí están al alcance de nuestras manos. Lo difícil es
obra del Señor; lo hemos dicho muchas veces, los milagros los hace el Señor, y los
hace constantemente, solo con que nosotros le abramos la puerta de nuestros
pequeños detalles cuidados con esmero.
San Francisco enseñaba esta lección de los pequeños detalles con mucha
claridad; si abres la puerta a pequeñas propiedades, explicaba, el recorrido que se
presenta es infinito, y, al final de todo ello, dominarás a los hermanos, o los
querrás dominar, queriéndolos tener a tu servicio. Todo, porque dejaste pasar ese
pequeño detalle que tú considerabas insignificante. En cambio, si no abres la
puerta a esa pequeña propiedad, también el recorrido a la inversa es infinito; solo
que ese recorrido es el de Dios y los hermanos, que se han apoderado de ti y los
has valorado por encima de todas las cosas. Es el cuidado de los pequeños
detalles. Dios nos hace subir hacia Él con la pequeñez de un solo peldaño de la
escalera. El llegar es cuestión de pequeños pasos, de insignificantes peldaños.
Ten siempre detalles con aquel que menos se lo merece. Sí, no tengas miedo.
Es el que curte el espíritu y te abre a la grandeza de la fraternidad. Ya ves, y es solo
un pequeño detalle, y el cuadro que se te presenta con ello es inimaginable; no es
que tienes la posibilidad de llevar a cabo el deseo máximo de tu vida que es la
fraternidad, la posees ya, la tienes hecha de facto, es real; cada pequeño detalle,
cuidado y mimado, en beneficio del hermano que no se lo merece, te hace
experimentar el gozo real y vivo de sentirte hermano de todos. Y esto solo es un
pequeño detalle; el resto es de Dios. Abrámonos al Dios que se nos da todo, con
solo nosotros tener la buena voluntad de aprovechar y cuidar los pequeños
detalles. Paz y bien.