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Actualmente, la noción de formación suele ser asociada a la capacitación, sobre todo a

nivel profesional. La formación de una persona, por lo tanto, está vinculada al grado
académico obtenido y al aprendizaje que completó, ya sea a nivel formal o informal.
Además, el desarrollo profesional es una fase del crecimiento personal que obedece a las
necesidades de auto-superación que experimenta cada individuo; asimismo, el desarrollo
profesional del personal de una organización hace parte de los procesos de desarrollo de
recursos humanos y es fruto de la inversión que hacen las empresas en las personas que las
conforman y que, a través de su trabajo, las engrandecen.

Es importante señalar que el crecer como personas y realizarse en sus trabajos son
algunas de las necesidades inherentes a los individuos. La autorrealización se da en un gran
porcentaje cuando nos sentimos plenos en la labor que realizamos. Se inicia en cada
persona por su disposición a lograr metas y por la aceptación de responsabilidades que ello
conlleva. Además, pensar que una vez se han terminado los estudios ya se tiene todo
ganado, es un error muy común. Es muy conocida la expresión de que “nunca se deja de
aprender”. Es importante mantenerse en una constate formación personal y profesional ya
que así obtendremos mejores resultados y más rápido conseguiremos alcanzar metas y
objetivos personales o corporativas.

Por tanto, la formación personal y profesional es crucial en el desarrollo de cualquier


persona u organización, por el impacto que genera a distintos niveles:

 La formación personal y profesional aumenta la competencia profesional; no solo


aumentará nuestra competencia profesional, sino que también mejorará nuestra
productividad. El hecho de que tengamos una mayor capacidad nos permite, de forma
directa, afrontar cuestiones como la toma de decisiones importantes o la resolución de
situaciones conflictivas de una forma más eficaz. Esto, sin ir más lejos, está íntimamente
relacionado con nuestra reputación dentro de una empresa u organización y, así mismo,
otorga a la sociedad unos índices más elevados de productividad por parte de sus
trabajadores.
 La formación personal y profesional mejora las condiciones de trabajo; es incuestionable
que si ampliamos nuestras capacidades técnicas y habilidades sociales a través de la
formación personal y profesional nos conducirá a una situación privilegiada a la hora
de acceder o ascender en el mercado laboral. Como equipo, consideramos que este es un
motivo más que suficiente para dedicarle a la formación personal y profesional el lugar que
se merece.
 La formación personal y profesional aumenta la autoestima, ya que, la formación nos
otorga un aumento considerable de la autoestima y de las habilidades sociales (la
proactividad, la empatía, el compromiso, la tolerancia, entre un sinfín de valores a través
de los cuales, de forma indirecta, provoca una mejora en nuestras relaciones personales.
Esto sucede gracias a que la educación nos capacita para interactuar con nuestro entorno de
una forma más sana y positiva. Por lo tanto, se deben desarrollar cursos y talleres de
formación personal y profesional a lo largo de nuestra vida porque nunca dejamos de
aprender.
Ante la interrogante ¿Quién Soy?, muchas personas se miran en el espejo y no saben
reconocerse. Ven su cara y su cuerpo, su expresión facial, pero no tienen la más mínima
idea de quién es ese individuo que les mira fijamente. Aprender a conocernos implica serios
riesgos. Supone despertar de un largo letargo en que la mayoría de la población vive
inmersa. Conocerse a uno mismo supone empezar a valorarnos tal como somos, con
nuestros defectos y nuestras virtudes, abrazando ciertos conceptos como el de imperfección
o finitud.
Es importante destacar que cada uno de nosotros en su interior es un gran tesoro; nuestra
evolución espiritual es algo absolutamente individual, no colectiva, no podemos aprender
nada por otro, no podemos comer por otro, no podemos desarrollarnos espiritualmente por
otro. Sin embargo, tampoco puedo conocerme a mí mismo sin el otro porque ese otro es el
espejo maravilloso que me permite ver lo que yo soy y lo que yo tengo. Y de ahí la famosa
frase que dice “ves la paja en el ojo ajeno pero no ves la viga que tienes en el tuyo”.
Aunque no estamos buscando los errores sino los valores también se puede aplicar: a veces
veo los valores que tienen los demás pero no veo los míos.
¿Quién Soy?, la interrogante hace referencia al autoconocimiento, y este no es más que
un proceso lento, pero firme, para lograr saber quién es uno mismo. El objetivo principal se
centra en conectarse con el propio yo e invertir tiempo de nuestro día a hablar con nosotros
mismos, que nos conducirá a un camino de aprendizaje continuo que contribuye a tener
conciencia del propio comportamiento y a adoptar seguridad. Se trata, en definitiva, de una
travesía con altibajos, pero con una meta firme para llegar a conocer las emociones propias
y entender el significado que tiene para cada uno está relacionado con esa autorreflexión.
Además, el autoconocimiento es esencial en el desarrollo personal porque nos incita a
ponernos objetivos realistas, siendo éste la clave para el bienestar de las personas. De
hecho, el autoconocimiento es el primer eslabón de la escalada a la inteligencia emocional.
Conocer las emociones propias y entender el significado que tiene para cada uno está
relacionado con esa autorreflexión. Es de hacer notar que ante la crisis sanitaria por la que
estamos pasando e incluso ante otras crisis que afectan a nuestro entorno y pensamos que
no podemos controlar, debemos poner en práctica el autoconocimiento.
Es por ello que debemos darnos cuenta, que ante este tipo de situaciones, cada uno actúa
de una forma para protegerse emocionalmente y que no siempre lo que haga la mayoría
puede venirnos bien. Quizás no podamos controlar lo que tenemos fuera, pero sí lo que nos
remueve por dentro. En este caso, pensar de forma lógica lo que nos pasa y buscar
información objetiva sobre cuanto acontece, son dos pasos esenciales para tomar el control
de la situación.
Además, la observación y análisis de los comportamientos y emociones que
experimentamos diariamente contribuyen a que nos entendamos a nosotros mismos e
incluso a los demás. Ponerlo en práctica facilita la toma de decisiones adecuadas para cada
situación.
Ahora bien, respondiendo a la aseveración de ¿Quién Soy?, de manera unísona podemos
responder “soy una persona con defectos y cualidades, con metas a cumplir, sueños a
realizar. Soy una persona capaz de sonreírle a la vida, de solucionar mis problemas, con
sentimientos sinceros, claros y actos para la situación, con capacidad de reconocer lo que es
bueno y lo malo de las personas a mí al rededor.
Es importante señalar que los seres humanos tenemos la mente muy condicionada desde
pequeñitos por la influencia social. Desde una edad temprana te enseñan que tienes que
estudiar duro, hacer una carrera, tener un buen trabajo, formar una familia, comprarte una
casa, tener hijos, tener un buen coche… y así una lista interminable de mil cosas que
debemos “hacer” para algún día poder llegar a “ser” alguien en la vida, para ser una
«persona exitosa» a ojos de la sociedad.
Ante el ¿Quién deseo ser?, la mente es una herramienta soberbia. El problema radica en
que no la usamos en absoluto, es ella la que nos usa a nosotros, todos podemos llegar a ser,
el yo que debemos ser, personal e irrepetible.  Independientemente de las circunstancias
que nos rodean, teniendo presente las siguientes cualidades o características: Fortaleza: el
poder del querer; Carácter, el querer del poder. Si poder no siempre resulta posible, querer
sí: para poder querer basta con quererlo, basta con querer querer. Quien no quiere querer no
puede poder. Para querer no basta con saber, hay que querer pasar a la acción. Ahora bien,
pasar a la acción y vivir, significa enfrentarse con dificultades.
Además, la persona valiosa se levanta tras la experiencia dolorosa sin consumirse en la
inacción de la frustración: nuestra vida es un trampolín, no una hamaca. Además, todo
fracaso nos brinda una nueva oportunidad. Fracasado es quien ha cometido un error, pero
no es capaz de transformarlo en experiencia: los errores suelen ser el puente que media
entre la inexperiencia y la sabiduría.
En fin, todos podemos trabajar por conseguir llegar a ser la mejor versión de nosotros
mismos, aunque hasta el final de nuestra vida no sabremos si lo hemos conseguido o no.
Porque siempre estamos sujetos a cambio, siempre podemos mejorar. No somos un
proyecto acabado. La excusa de “yo soy así” no sirve. Yo soy así en este preciso momento,
pero mañana, si pongo de mi parte y me esfuerzo y quiero, puedo ser de otra manera (mejor
o peor). Nadie puede limitarnos salvo nosotros mismos. Es cierto que en la vida nos
ocurrirán cosas que no dependerán de nuestra elección, pero sí la actitud con la que nos
enfrentemos a ellas, y esta opción será determinante para convertirlo en algo positivo o
negativo para nosotros.
Como equipo de trabajo, podemos afirmar ante la interrogante planteada que:
 Queremos llegar a ser personas formadas en valores y con suficiente criterio para tomar
decisiones acertadas que beneficien tanto en nuestras vidas personales como nuestras
carreras.
 Queremos llegar a ser un elemento importante en la sociedad capaz de ayudar al
progreso, y ser diferentes a los demás  teniendo en cuenta que en el mundo hay demasiadas
personas iguales y nos parece importante marcar la diferencia.
 Nos gustaría ser algún día un hombre y mujeres de familia, responsables y con respeto
por la vida del otro, comenzando desde los más pequeños seres hasta los más grandes seres
en el planeta, sin olvidar nunca que todas las vidas tienen un valor por más insignificantes
que puedan llegar a ser.
 Queremos ser una fuente de conocimiento para las demás personas, nos importa que
las demás personas tengan acceso a la educación,  es una de las razones por las cuales
estudiamos, para llegar algún día a ser un transmisores de la razón  pues de nada sirve el
conocimiento si las personas se quedan con lo que saben y no se abren a los pensamientos
de las demás personas ni ayudan a abrir las mentes de los demás.
 Nos gustaría ser personas que viven y trabajan por gusto y no por la necesidad de
sobrevivir, disfrutar cada decisión que tomamos.
En conclusión,  “Somos el tiempo que dedicamos a nuestros sueños” (Paulo Neo)
Un proyecto de vida consiste en definir, elaborar y llevar a cabo un plan alrededor del cual
girará nuestra existencia, en un plazo largo. Por lo tanto, es importante reconocer que no
todos los seres humanos somos iguales y a pesar de que no nos gustan las mismas cosas,
razón por la cual podemos tener proyectos de vida diferentes. En consecuencia, un proyecto
de vida le da un por qué y un para qué a la existencia humana, y por lo tanto un sentido no
solo al presente sino también al futuro. Nos ayuda a caminar día a día y construir así
nuestras aspiraciones.
Cambiar a lo largo de la vida es normal, esperable y deseable. Nunca se es la misma
persona, aunque en realidad lo que no debería transformarse es la esencia. Mantenerse fiel
al cometido que cada uno tiene en esta vida es la clave de la felicidad. Las personas
cambiamos, bien como efecto de la experiencia o, simplemente, porque lo necesitamos. Sea
como sea, no siempre es fácil asumir los cambios de quienes nos rodean, como tampoco lo
es, que los demás entiendan los propios.
El cambio es algo habitual, nuestra personalidad no está grabada en piedra, sino que se
erosionan algunos aspectos, se modelan otros con nuestras experiencias, trazando así, un
relieve que varía a lo largo de nuestro ciclo vital.
De este modo, y aunque nuestra esencia permanezca encerrada en ese cubículo de hueso
que es el cráneo, trascendemos más allá de sus paredes para relacionarnos, para sentir,
observar y experimentar. Hay hechos, circunstancias personales que nos impactan de
diversas maneras y generan en nosotros un cambio. Otras veces, somos nosotros mismos
quienes propiciamos nuevas conductas, quienes nos inclinamos por otros intereses porque
lo creemos conveniente.
Pues bien, nadie tiene que conformarse con lo que es en este preciso instante, en su
mano está querer cambiar, mejorar, evolucionar, aprender de sus errores. No importa si por
circunstancias hemos ido tomando decisiones incorrectas que nos han hecho salirnos del
camino que nos lleva a la plenitud, a mi yo ideal. Siempre podemos retornar, en las
consecuencias de estos errores llevamos la penitencia. Siempre podemos empezar desde el
kilómetro cero o desde el punto kilométrico justo en el que nos desviamos de nuestro
destino. Los hombres podemos equivocarnos, pero también podemos aprender de esos
errores y mejorar.
“La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y países, porque la
crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche
oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.
Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado. El inconveniente de las
personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Sin crisis no hay
desafíos, sin desafíos la vida en una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer
luchar por superarla”.
Por lo tanto, en el ser (nosotros), que sabiéndonos imperfectos luchamos cada mañana
por mejorar para conseguir la mejor versión de nosotros mismos. Y que de la tristeza, de la
desesperanza, del dolor y el sufrimiento puede extraer frutos positivos. Renacer de nuevo
con más fuerza y más vitalidad. Y para terminar queremos hacerlo con el poema de Ignacio
Aldecoa, el cual dice así:
“Si para ganar lo que gané
Tuve que perder lo que perdí
Tengo por bien sufrido lo que sufrí,
Tengo por bien llorado lo que lloré.
Porque después de todo, he comprendido
Que no se goza bien de lo gozado
Sino después de haberlo padecido.
Porque al fin he comprendido,
Que para estar ahora apasionado
Fue menester haber sido herido.
Que lo que el árbol tiene de florido,
Vive de lo que yace sepultado”

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