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7 BOCADESAPO
Revista de arte, literatura y pensamiento
SUMARIO
• Editorial 1 DIRECTORA
• El inquisidor como antropólogo. Carlo Ginzburg 2 Jimena Néspolo
Artículos ILUSTRADORES
• Antonio Di Benedetto, periodista: Palabras peligrosas. Natalia Gelós 60 Paula Adamo - Víctor Hugo Asselbon
• Los narradores argentinos y el policial. Fabián Soberón 66 Santiago Iturralde - Florencia Scafati
Opinión COLABORADORES
• La tradición es un delirio, antiguo. María del Carmen Colombo 75 Jara Calles - Maria del Carmen Colombo
• África mía. Noé Jitrik 76 Carlo Ginzburg - Noé Jitrik - Claudia Kozak
Rovero - Mateo Niro - Alicia Salomone
Historieta Dardo Scavino - Fabián Soberón
• Payé. Pablo De Bella 77 Silvia Tieffemberg
ARTISTAS INVITADOS
Pablo De Bella - Silvina Paulón - Marta Vicente
La obra de tapa, al igual que las imágenes del Dossier Ensayo Hispanoamericano pertenecen a las series Amor de E-mail: redaccion@bocadesapo.com.ar
mí, Interiores, Misterios, Hogar, Cupido y Territorios de Santiago Iturralde. suscripcion@bocadesapo.com.ar
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Editor responsable: Jimena Néspolo
Dirección postal: Hortiguera 684, (1406)
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EDITORIAL
E
n su texto “De los caníbales”, Michel de Montaigne reflexiona sobre
la vida y las costumbres de ciertos indígenas brasileros llevados en
el siglo XVI a Francia, para finalizar: “[Los salvajes dijeron] notar que
entre nosotros había hombres colmados hasta el garguero de toda suerte
de comodidades, y que sus mitades [es decir, los otros hombres] iban men-
digando a las puertas de aquellos, demacrados de hambre y pobreza; y les
parecía extraño cómo podían esas mitades menesterosas tolerar tal injus-
ticia, sin que tomaran a los otros por el gañote o incendiaran sus casas.”
Carlo Ginzburg apunta que hay figuras del pasado que el tiempo acerca.
Montaigne –verdadero precursor del ensayo moderno– es una de ellas.
Resulta atractiva su apertura hacia culturas lejanas, su curiosidad frente a
lo múltiple y diverso, la complicidad que entabla con el lector al dialogar
consigo mismo. En esta nueva edición de BOCADESAPO hemos querido re-
flexionar sobre los documentos que registran este cruce de miradas, his-
tóricamente caracterizado en occidente por la constitución de un “Otro”.
El texto “El inquisidor como antropólogo”, de Carlo Ginzburg, nos invita a
leer las actas de los procesos inquisitoriales de Europa medieval como un
documento etnográfico. Sobre esa misma línea temática, Pablo De Bella
nos regala en las páginas finales su historieta “Payé”.
Puntualmente, Dardo Scavino abre el dossier dedicado a discutir al-
gunos tropos coloniales de la ensayística hispanoamericana con una pre-
gunta que, a su manera, los distintos textos reunidos intentarán responder:
“¿Latinoamérica bolivariana?” Por su parte, Gisela Kozak Rovero ofrece
un recorrido panorámico sobre la última década del ensayo venezolano y
Jara Calles Hidalgo hace lo propio con el ensayo español. Alicia Salomone
entrevista al intelectual chileno Grínor Rojo; Mateo Niro nos presenta al
jesuita Bartomeu Melià, principal precursor de una política lingüística que
acepte hoy al guaraní como primera lengua del Paraguay; Silvia Tieffem-
berg reflexiona sobre algunos tópicos de la ciudad letrada. Ya cerrando el
dossier ilustrado con obras de Santiago Iturralde, el artículo “Escribir el Pa-
chakuti” analiza la producción del boliviano Alcides Arguedas y abre más
preguntas sobre la ensayística del presente.
En la segunda parte del número, Gisela Heffes nos ofrece el relato “Na-
turaleza muerta”, Natalia Gelós aborda la figura de Antonio Di Benedetto
como periodista y Fabián Soberón analiza la pervivencia del género poli-
cial en la literatura argentina reciente. Y como coda, Noé Jitrik y María del
Carmen Colombo inauguran las columnas de opinión en BOCADESAPO.
LO VERDADERO, LO FALSO, LO FICTICIO
EL INQUISIDOR COMO
ANTROPÓLOGO
L
El impulso de los inquisidores a buscar a analogía sugerida por el título1 se reveló por
primera vez para mí, repentinamente, en oca-
la “verdad” en los procesos por brujería
sión de un congreso acerca de historia oral ce-
efectuados en la Europa medieval ha forjado lebrado en Bolonia hace unos diez años. Historiadores
de Europa contemporánea, antropólogos y estudiosos de
una documentación extremadamente rica.
historia africana como Jack Godoy y Jan Vansina discu-
El precursor de la “microhistoria” nos invita tían acerca de los distintos modos de utilizar los testimo-
nios orales. De pronto me vino a la mente que aun los
en este texto a reflexionar sobre el valor
historiadores que estudian sociedades tanto más antiguas
etnográfico de esos documentos rasgados (como, por ejemplo, la Europa de la Baja Edad Media o
de la primera Edad Moderna), sobre las cuales conta-
por una radical asimetría de fuerzas.
mos con cantidades considerables o incluso enormes de
documentos escritos, ciertas veces emplean testimonios
orales: más precisamente, registros escritos de testimo-
nios orales. Las actas procesales labradas por los tribuna-
les laicos y eclesiásticos podrían compararse, de hecho,
con libretas de notas de antropólogos en las cuales se ha
registrado un trabajo de campo efectuado siglos atrás.
Las diferencias entre inquisidores y antropólogos son
obvias, y no vale la pena perder tiempo enfatizándolas.
Las analogías –incluida aquella entre imputados e “indí-
genas”– me parecen menos obvias, y por ello más inte-
resantes. Me propongo analizar sus implicaciones reto-
mando el hilo de investigaciones que realicé, valiéndome
por sobre todo de documentos inquisitoriales, acerca de
la historia de la brujería en la Europa medieval y de la
Edad Moderna temprana.
Nuestra demora en tomar noción del incalculable
valor histórico de las fuentes inquisitoriales causa gran
sorpresa. En un primer momento, como se sabe, la histo-
por CARLO GINZBURG* ria de la Inquisición se había efectuado (casi siempre de
manera polémica) desde una perspectiva exclusivamente
institucional. Más tarde, los procesos inquisitoriales em-
*Carlo Ginzburg (Turín, 1939) Doctor en Filosofía y Letras por la
pezaron a ser usados por los historiadores protestantes
Universidad de Pisa. Ha enseñado en las universidades de Bolonia,
que pretendían celebrar la actitud heroica de sus an-
Harvard, Yale y en la École Pratique des Hautes Études, entre otras
cestros frente a la persecución católica. Un libro como
instituciones. Es profesor de Historia de las Culturas Europeas en la
I nostri protestante [Nuestros protestantes], publicado a
Scuola Superiore de Pisa. Ha recibido el Aby Warburg Prize (1992) y
finales del siglo XIX por Emilio Comba,2 puede ser con-
el Premio Salneto (2002). Entre sus libros, se destacan: Los benandanti.
siderado una continuación en el plano archivístico de la
Brujería y cultos agrarios entre los siglos XVI y XVII (1966), El queso y los gusanos.
tradición comenzada tres siglos antes por Crespin con su
El cosmos según un molinero del siglo XVI (1976), Mitos, emblemas, indicios.
Histoire des Martyrs [Historia de los Mártires]. En cambio,
Morfología e historia (1986), Ojazos de madera. Nueve reflexiones sobre la distancia
los historiadores católicos fueron muy reacios a utilizar
(1998). El texto aquí reproducido pertenece al libro El hilo y las huellas. Lo
actas inquisitoriales en sus investigaciones: por un lado,
verdadero, lo falso, lo ficticio, capítulo XIV, págs. 395-404 (Fondo de Cultura
debido a una tendencia más o menos consciente a dar
Económica, Buenos Aires, 2010).
3
| BOCADESAPO
| A menudo tuve, mientras leía los procesos inquisitoriales,
otro alcance a las repercusiones de la Reforma; por el
la impresión de estar situado por detrás de los hombros
otro, debido a una sensación de malestar respecto de la
de los jueces para espiar sus pasos, con la expectativa
institución considerada, en el ámbito mismo de la Igle-
–precisamente como la de ellos– de que los supuestos
sia romana, con una incomodidad cada vez mayor. Un
culpables se decidieran a hablar de sus propias creencias:
docto sacerdote friulano como Pio Paschini (hacia quien
asumiendo todos los riesgos y azares, desde ya. |
guardo reconocimiento por haberme facilitado, treinta
años atrás, el acceso al archivo entones inaccesible de la
Curia arzobispal de Udine) no hizo uso alguno, en sus brujería entre los azande, publicado por Evans-Pritchard
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investigaciones acerca de la herejía y la Contrarreforma hace más de cincuenta años, haya brindado a Alan Mac-
en los márgenes orientales de Italia, de los procesos in- farlane y Keith Thomas un encuadre teórico para sus
quisitoriales conservados en ese archivo.3 Cuando por estudios acerca de la brujería durante el siglo XVII.6
4 primera vez entré a la gran sala rodeada por armarios Que de la obra de Evans-Pritchard puedan derivarse
donde se conservaban, en perfecto orden, casi dos mil muchos recursos interpretativos está fuera de duda; pero
procesos inquisitoriales, sentí la emoción de un buscador la comparación entre las brujas de la Inglaterra diecio-
de oro que tropieza con un filón inesperado. chesca y sus colegas (hombre y mujeres) azande debería
No obstante, debe decirse que, en el caso de la bru- ir acompañada por una comparación, rehuida de ma-
jería, la renuencia a utilizar procesos inquisitoriales fue nera sistemática en los estudios más recientes, con las
compartida durante mucho tiempo tanto por historia- brujas que durante ese mismo período eran perseguidas
dores confesionales (católicos y protestantes) como por en el continente europeo. Se supuso que la singular fiso-
historiadores de formación liberal. El motivo es evidente. nomía de los procesos por brujería en Inglaterra (a partir
En ambos casos faltaban elementos de identificación re- de la falta casi absoluta de confesiones que girasen en
ligiosa, intelectual o aun sencillamente emotiva. Usual- torno al sabbat) debe atribuirse a las características espe-
mente, la documentación que proveían los procesos por cíficas del sistema legal vigente en la isla. Desde luego, a
brujería se consideraba una mezcolanza de rarezas teo- los historiadores que pretendan reconstruir las creencias
lógicas y supersticiones campesinas. Estas últimas eran respecto de la brujería compartidas por la gente común,
consideradas intrínsecamente irrelevantes; las otras po- los procesos por brujería efectuados en Europa continen-
dían ser estudiadas mejor y con menores dificultades so- tal les proporcionan un material tanto más rico que los
bre la base de los tratados demonológicos impresos. La ingleses.
idea de detenerse en las extensas y (así al menos parecía) Llegados a este punto, las ambiguas implicaciones de
repetitivas confesiones de los hombres y las mujeres acu- la analogía entre antropólogos e inquisidores (e historia-
sados de brujería era poco atractiva para estudiosos que dores) empiezan a aflorar. Las elusivas confesiones que los
veían como único problema histórico el constituido por inquisidores intentaban arrancar a los imputados ofrecen
la persecución a la brujería, y no por su objeto. al investigador los datos en cuya búsqueda está embar-
Hoy en día, una actitud de ese tipo probablemente cado: por supuesto, debido a finalidades completamente
parezca antigua, superada; pese a ello, no olvidemos distintas. Pero a menudo tuve, mientras leía los procesos
que, poco más de veinte años atrás, era compartida por inquisitoriales, la impresión de estar situado por detrás
un historiador ilustre como Hugo Trevor-Roper.4 Entre- de los hombros de los jueces para espiar sus pasos, con la
tanto, la situación sufrió cambios profundos. En el pano- expectativa –precisamente como la de ellos– de que los
rama historiográfico internacional, la brujería pasó de la supuestos culpables se decidieran a hablar de sus propias
periferia al centro, hasta volverse un tema no sólo respe- creencias: asumiendo todos los riegos y azares, desde ya.
table sino aun de moda. Ése es un síntoma, entre tantos, Esa contigüidad con los inquisidores contradecía en
de una tendencia historiográfica que a esta altura ya está cierta medida mi identificación emotiva con los imputa-
consolidada; hace algunos años, Arnaldo Momigliano la dos. Sin embargo, en la dimensión cognitiva, la contra-
detectó de manera intempestiva: el interés por el estudio dicción se configuraba de un modo distinto. El impulso
de grupos sexuales o sociales (mujeres, campesinos) re- de los inquisidores a buscar la verdad (su verdad, eviden-
presentados en forma generalmente inadecuada en las temente) nos dio una documentación en extremo rica, sí,
fuentes conocidas como oficiales.5 Con relación a esos pero con profundas distorsiones debidas a las presiones
grupos, los “archivos de la represión” proporcionan tes- físicas y psicológicas características de los procesos por
timonios peculiarmente ricos. Sin embargo, con la im- brujería. Las sugerencias de los jueces eran particular-
portancia que cobró la brujería entra en juego también mente ostensibles en las preguntas ligadas al sabbat:
un elemento más específico (aunque ligado al anterior): el fenómeno que, según la visión de los demonólogos,
la creciente influencia ejercida por la antropología sobre constituía la esencia misma de la brujería. En situacio-
la historia. No es casual que el clásico libro acerca de la nes como ésas, los imputados tendían a hacerse eco, con
mayor o menor espontaneidad, de los estereotipos inqui- En un libro que se aparta de la tendencia dominante en
sitoriales difundidos de un extremo a otro de Europa por las investigaciones acerca de la brujería, Richard Kiec-
predicadores, teólogos y juristas. khefer trazó una diferencia entre los estereotipos doctos
Las ambiguas características de la documentación y brujería popular, basada en un detallado análisis de la
inquisitorial probablemente expliquen por qué muchos documentación anterior al año 1500 (considerando re-
historiadores decidieron concentrarse en la persecución petitiva, de manera errada, la posterior a esa fecha). Él
a la brujería, analizando modelos regionales, categorías insistió en la importancia de dos tipos de documentos:
inquisitoriales, y así sucesivamente: una perspectiva más las denuncias de las personas que consideraban haber
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tradicional, pero también más segura con relación al in- sido acusadas de brujería por error, y las declaraciones
tento de reconstruir las creencias de los imputados. No de quienes eran convocados a prestar testimonio en los
obstante, las ocasionales alusiones a los brujos azande no procesos por brujería.8 Según Kieckhefer, denuncias y
pueden ocultar lo evidente: entre los numerosos estudios testimonios aportan una imagen más atendible de las 5
que durante los últimos veinte años se ocuparon de la creencias populares en brujería en comparación con la
historia de la brujería europea, muy pocos se inspiraron emergente de las confesiones de los imputados. Desde
verdaderamente en investigaciones antropológicas. La esa perspectiva, la analogía entre procesos de la Inquisi-
discusión que tiempo atrás sostuvieron Keith Thomas y ción y apuntes tomados por los antropólogos durante el
Hildred Geertz demostró que el diálogo entre historia- transcurso de su trabajo de campo tendría, en la visión
dores y antropólogos conlleva a no pocas dificultades.7 del historiador, un significado eminentemente negativo:
En ese ámbito, el problema de la documentación se la presencia de esos remotos antropólogos sería tan im-
muestra decisivo. A diferencia de los antropólogos, los ponente que supondría un obstáculo para conocer las
historiadores de las sociedades del pasado no están en creencias y los pensamientos de los desdichados indíge-
condiciones de producir sus propias fuentes. Desde este nas llevados ante su presencia.
punto de vista, los legajos conservados en los archivos no Esa conclusión me parece excesivamente pesimista,
pueden considerarse un homólogo de las cintas magné- como intentaré demostrar a medida que avance mi re-
ticas. ¿Pero en verdad los historiadores disponen de una flexión respecto de la analogía que señalé al comienzo.
documentación que les permita reconstruir –más allá de Sus bases son textuales. En ambos casos estamos frente a
los estereotipos inquisitoriales– las creencias en brujería textos intrínsecamente dialógicos. La estructura dialógica
difundidas en Europa durante el Medioevo y comienzos puede ser explícita, como en la serie de preguntas y res-
de la Edad Moderna? La respuesta debe buscarse en el puestas que marcan el pulso de un proceso inquisitorial
plano de la calidad, no en el brutalmente cuantitativo. o una transcripción de las conversaciones entre un antro-
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Finalmente, esa disputa semántica fue zanjada por quien
tenía más poder (casi siempre sucede así, como bien sa-
ben los lectores de A través del espejo). Los benandanti se
transformaron en brujos.11 7
El valor etnográfico de esos procesos friulanos es
extraordinario. No sólo palabras, sino gestos, silencios,
reacciones casi imperceptibles como un repentino furor
fueron registrados por los notarios del Santo Oficio con
puntillosa minucia. Ante los ojos profundamente rece-
losos de los inquisidores, cualquier mínimo indicio po-
día sugerir una vía para llegar a la verdad. Desde luego,
esos documentos no son neutrales; la información que
nos proporcionan no es “objetiva” bajo ningún aspecto.
Deben ser leídos como producto de una relación especí-
fica, de honda desigualdad. Para descifrarlos, debemos
aprender a captar por detrás de la superficie tersa del
texto un sutil juego de amenazas y miedos, de asaltos y
retiradas. Debemos aprender a desenredar los abigarra-
dos hilos que constituían el entramado de esos diálogos.
S
i dijéramos que Bolívar nunca tuvo el propósito norteamericanos. Adicionando esta frase al proyecto de
de unir a los países latinoamericanos sino hispa- una liga hispanoamericana, se obtiene muy fácilmente
noamericanos, alguien podría acusarnos de jugar una suerte de coalición contra la política norteameri-
con las palabras: el general venezolano no se hubiese cana. Pero basta con restituir la frase en su contexto y
opuesto nunca a que otros países de la región, antiguas echarle una ojeada a los términos del programa de esa
colonias francesas o portuguesas, se sumaran al congreso liga, para comprender que el resultado de esta adición
que él mismo reunió en Panamá. Y es probable que así es engañoso.
fuera. Pero el proyecto de federar las naciones latinoa- La sentencia se encuentra en una carta dirigida en
mericanas no es una sencilla ampliación del programa 1829 al coronel Patricio Campbell, encargado de nego-
bolivariano de una liga hispanoamericana. Se trata, a cios de Gran Bretaña, quien parece haberlo interrogado
decir verdad, de dos proyectos diferentes y, en cierto en una misiva anterior acerca de la posibilidad de que un
modo, contrapuestos. Los nombres Hispanoamérica y La- “príncipe europeo”, y más precisamente un Borbón, se
tinoamérica no conciernen solamente perímetros lingüís- convirtiese en su sucesor al frente de la Gran Colombia.
ticos o culturales más o menos extensos sino también, El Libertador responde entonces:
y antes que nada, proyectos políticos radicalmente di-
ferentes. Hispanoamérica es un nombre que proviene del No sé qué decir a Vd. sobre esta idea, que encierra mil in-
contexto del antagonismo de las colonias españolas con convenientes. Vd. debe conocer que, por mi parte, no habría nin-
la metrópoli peninsular, mientras que Latinoamérica es un guno, determinado como estoy a dejar el mando en este próximo
nombre que se inscribe en el conflicto de estos países con congreso, mas ¿quién podrá mitigar la ambición de nuestros
los Estados Unidos. jefes y el temor de la desigualdad en el bajo pueblo? ¿No cree Vd.
¿Pero el propio Bolívar no dijo ya acerca de los Esta- que la Inglaterra sentiría celos por la elección que se hiciera en
dos Unidos que “parecen destinados por la Providencia un Borbón? ¿Cuánto no se opondrían todos los nuevos Estados
para plagar la América de miserias en nombre de la Li- americanos, y los Estados Unidos que parecen destinados por la
bertad”? Sí, lo dijo, y suele invocarse esta sentencia para Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la
justificar su desconfianza visionaria con respeto a los Libertad? Me parece que ya veo una conjuración general contra
esta pobre Colombia…1
La unión hispanoamericana
Para Bolívar, los Estados Unidos no amenazan al Examinemos ahora el proyecto de una liga de paí-
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
resto de los americanos con su libertad de comercio. Le- ses hispanoamericanos. El objetivo del Congreso de
jos de inquietarse por este género de libertades, Bolívar Panamá de 1826 era, como se sabe, esa unión. Bolívar
trata de favorecerlo, y de hecho, le está escribiendo al escribe para la ocasión un documento conocido con el tí-
encargado de negocios de Gran Bretaña, a cuyo pode- tulo de “Un pensamiento sobre el Congreso de Panamá”
roso comercio internacional el Libertador esperaba aso- que comienza de este modo:
ciar la economía precaria de la precaria Colombia. Lo
que Bolívar teme es que los Estados Unidos, y el resto El Congreso de Panamá reunirá todos los representantes de la
de los “nuevos Estados americanos”, se opongan al res- América y un agente diplomático del Gobierno de Su Majestad
tablecimiento de la monarquía en nombre de la libertad Británica. Este Congreso parece destinado a formar la liga más
10 política y civil, esto es: de la democracia. Y por eso a vasta, o más extraordinaria o más fuerte que ha aparecido hasta
esta idea no se opondrían solamente los Estados ame- el día sobre la tierra.4
ricanos, septentrionales y meridionales, sino también el
“bajo pueblo” que se rebela contra desigualdades. Las Esta liga apunta, según el texto, a consolidar la in-
“miserias” de América no provendrían, para Bolívar, de dependencia de los países hispanoamericanos, a prote-
un sistema económico sino de un sistema político que gerlos de agresiones provenientes de un “enemigo ex-
volvería inestable, ingobernable, la Gran Colombia. terno” o de “facciones anárquicas”, a evitar cualquier
Aquella frase no debería invocarse entonces como una futuro conflicto entre los propios Estados y a establecer
premonición del Libertador acerca de ese imperialismo una alianza comercial con la gran potencia industrial de
norteamericano cuyas uñas habían empezado apenas aquel entonces: Gran Bretaña. El “enemigo externo”,
a aflorar, sino como una prueba más de su consabida por esos años, seguía siendo el monarca español, quien
desconfianza hacia las formas democráticas de gobierno. todavía no había firmado la paz con sus antiguas colo-
Como intenté demostrar en un trabajo reciente2, los pro- nias. Y Bolívar piensa que semejante coalición lo forza-
yectos post-revolucionarios de unificación de las nuevas ría a hacerlo.
repúblicas estaban vinculados principalmente con un En cuanto a esas misteriosas “facciones anárquicas”,
problema que parecía urgente resolver: la sustitución del el Libertador explica a continuación: “La América no
“cuerpo místico del rey”, símbolo de la unidad del reino, temería más a ese tremendo monstruo que ha devo-
por un “cuerpo” diferente. Bolívar ya había anticipado rado la isla de Santo Domingo; ni tampoco temería la
el problema en su “Manifiesto de Cartagena”: preponderancia numérica de los primitivos habitado-
res”.5 Cuando Bolívar habla de Santo Domingo, está
Yo soy de sentir que mientras no centralicemos nuestros go- aludiendo a la actual Haití, y el “terrible monstruo” de
biernos americanos, los enemigos obtendrán las más completas esa isla es la rebelión de los esclavos afroamericanos lide-
ventajas; seremos indefectiblemente envueltos en los horrores de rados por Toussaint Louverture. Cuando el venezolano
las disensiones civiles, y conquistados vilipendiosamente por ese habla de la “preponderancia numérica de los primitivos
puñado de bandidos que infestan nuestras comarcas.3 habitadores” de este continente, está volviendo a una
preocupación que ya había despuntado en su “Carta de
Y a esta misma necesidad de un gobierno central Jamaica”: la clase hegemónica de las revoluciones de la
fuerte sigue haciendo alusión en su “Oración inaugural independencia, “los naturales del país originarios de Es-
del Congreso de Angostura”, cuando argumenta que se paña”6, son cuantitativamente minoritarios.
precisaría una especie de senado hereditario que sea “la Hay pocos textos que sean tan explícitos con respecto
base, el lazo, el alma de nuestra República” y conserve la a los dos frentes contra los cuales se están batiendo los
unidad nacional a pesar de las “tempestades políticas” y criollos: el frente exterior de los españoles y el frente in-
las “olas populares” de esa masa que no cesa de pugnar terior de sus presuntos aliados durante las revoluciones,
“contra la autoridad”. a saber: los amerindios. El propio gentilicio hispanoameri-
cano nos revela perfectamente el estatuto de las repúbli-
cas homónimas. Durante las revoluciones hubo un an-
tagonismo entre gente del mismo origen (hispano) pero
nacidas en distinto suelo (americano). Y si estos españo-
La unión latinoamericana
les americanos habían fomentado una alianza con sus El nombre “América latina” y el gentilicio “Latino-
Latino-Americana” lo que se decidiría en este enfrenta- un líder o un libertador sino un “vínculo solidario”: “un
miento. Se trataba del porvenir de la humanidad en su gobierno, un dogma, una palabra, un interés” e incluso
conjunto. El continente americano representaba, para el “una pasión universal”. Una vez concretada esta unidad,
chileno, el futuro del planeta, de modo que la suerte del cuyo corolario sería la victoria sobre el imperialismo
género humano dependería del desenlace de este litigio yanqui, los latinoamericanos podrían emprender la con-
entre el Norte y el Sur o, como prefiere decir Bilbao a quista de los territorios inexplorados del futuro en vez de
veces, entre “Sajones y Latinos”. Este filósofo pronostica transitar, obedientes, los caminos del desarrollo que les
que el triunfo de los norteamericanos en esta vasta con- trazaban ya el capitalismo europeo y norteamericano.
tienda se traduciría inexorablemente en una adopción Como la doncella de Nazaret, las tierras todavía vírgenes
12 mundial de su estilo de vida, su individualismo, su utili- de la América latina estaban en condiciones de dar a luz
tarismo, su afán de lucro y su desdén por la cultura de a ese Mesías que conduciría a la humanidad hacia su
otros pueblos. Sólo el triunfo de América latina permi- redención:
tiría, según él, la supervivencia de los valores genuinos
de la civilización. Porque “nosotros mismos”, la “raza Así como Colón se apoderó de todas las tradiciones, leyen-
Latino-Americana”, das y poesías de la antigüedad que indicaban un mundo perdido
u olvidado para fecundar su inspiración y sus cálculos científi-
No hemos perdido la tradición de la espiritualidad del des- cos; respirando, se puede decir, en la atmósfera de la tierra com-
tino del hombre. Creemos y amamos todo lo que une; preferimos pletada por su genio, y abrazando a la geografía, a las razas,
lo social a lo individual, la belleza a la riqueza, la justicia al a las ideas, con las llamas de un cosmopolitismo religioso, para
poder, el arte al comercio, la poesía a la industria, la filosofía a salvar el misterio del Océano indefinido; así nosotros, poseedores
los textos, el espíritu puro al cálculo, el deber al interés. Somos de toda latitud y todo clima, herederos de la tradición purifi-
de aquellos que creemos ver en el arte, en el entusiasmo por lo cada, incorporando en nuestra vida las armonías de las razas,
bello, independientemente de los resultados, y en la filosofía, y vivificando el género humano en la libertad civil, política y
los resplandores del bien soberano. No vemos en la tierra, ni en religiosa, tomaremos el vuelo para salvar ese océano de sangre
los goces de la tierra, el fin definitivo del hombre; y el negro, el y de tinieblas que se llama historia, fundar la nueva era del
indio, el desheredado, el infeliz, el débil, encuentra en nosotros mundo y descubrir el paraíso de la pacificación y la libertad.15
el respeto que se debe a título y a la dignidad de ser humano.13
Podría hablarse entonces de una dimensión utópica
Alguien podría objetar que estas oposiciones no se ajus- del discurso de Bilbao pero a condición de aclarar que
taban a la realidad de los hechos, sobre todo en lo relativo el chileno no es en modo alguno un utopista en el sen-
al respeto de las minorías que por aquel entonces nadie tido de Owen o Fourier: no nos dice en ningún momento
hubiese calificado de “latinas”. Pero aquella serie de opo- cómo sería, ni como debería ser, esa sociedad futura. Y
siciones binarias entre sajones y latinos no tenía un valor de hecho, la compara con las tierras desconocidas des-
empírico sino programático: América latina no era tanto cubiertas por Colón. El reino prometido se encuentra en
una realidad como una alternativa futura, y deseable, al esta tierra, pero no llegamos todavía a imaginar cómo
modelo anglo-sajón, tanto en su versión británica como sería. Sólo sabemos que los países latinoamericanos
norteamericana. América latina no era una constatación deben unirse en nombre de ese ideal, y que el adveni-
sino una promesa. Y Bilbao, este cristiano masón, enemigo miento de este reino depende en buena medida de la
de Roma y discípulo del heterodoxo Felicité de Lamme- unión de esos países.
nais, piensa este advenimiento de la América latina en el Bilbao iba a morir el 19 de enero de 1865 en Bue-
marco de una deliberada narración mesiánica: nos Aires, después de un chapuzón letal en el Río de la
Plata, sin saber que sus más sombríos augurios acabarían
La verdad exige que demos la educación de la libertad a por cumplirse: a falta de una consolidación de la unidad
nuestros pueblos; un gobierno, un dogma, una palabra, un inte- latinoamericana, Estados Unidos ocuparía el istmo pa-
rés, un vínculo solidario que nos una, una pasión universal que nameño, extendería su imperio sobre los demás ameri-
domine a los elementos egoístas, al nacionalismo estrecho y que canos y le impondría su estilo de vida a la mayoría de los
fortifique los puntos de contacto. Los bárbaros y los pobres espe- pueblos. Y la Virgen, mientras tanto, no pariría nunca
ran ese Mesías, los desiertos, nuestras montañas, nuestros ríos al Mesías.
reclaman por el futuro explotador; y la ciencia, y aun el mundo
prestan oído para ver si viene una gran palabra de la América:
Y esa palabra será, la asociación de las Repúblicas.14
La promesa latinoamericana
Si el gentilicio hispanoamericano nació en el contexto de chos van a llamar a continuación “arielismo” a este “lati-
ñamiento y de las dispersiones, para comprender que las bases noamericana se encuentra en las antípodas del proyecto
esenciales de un pueblo no son ni las armas, ni el gobierno bolivariano de unión hispanoamericana. Para el general
autónomo, ni la propiedad de un territorio siquiera, sino la venezolano, como pudimos comprobar, este programa
existencia de un fin colectivo que agrupe a los hombres y los resultaba indisociable de un pacto con la gran potencia
retenga. ¡Cuántas naciones con bandera oficial, con voz y voto capitalista de aquel entonces porque, entre otras cosas,
en el concierto, con tierra propia, con ejércitos y con jefes, nos procuraba que los hispanoamericanos abandonasen
aparecen hoy desmigajadas y disueltas, a pesar de las leyes fé- las “costumbres” heredadas de la dominación española
rreas que las ciñen y las maniatan dentro de la muralla china de para adoptar las inglesas o, si se prefiere, anglosajonas.
altas fronteras tangibles, mientras esos judíos de que hablamos, Civilizarse, para él, no significaba otra cosa: lejos de
14 después de errar al azar durante tantos siglos y después de sufrir oponerse a la introducción del capitalismo en los paí-
todas las pruebas, mantienen sin esfuerzo la realidad viviente de ses concernidos, la favorecía. El plan bolivariano reunía
su raza, distinta y solidaria, que en más de un caso se impone los principales componentes de esa “nordomanía” que
al vencedor y dobla sus orgullos! 21 Rodó iba a denunciar unas décadas más tarde y que el
uruguayo le reprochaba a intelectuales como Sarmiento
El pueblo latinoamericano no se caracterizaría en- y Alberdi. El programa bolivariano no estaba tan cerca
tonces por respetar una ley o una tradición sino por es- del ALBA como del ALCA, de modo que los partidarios
perar un advenimiento. Esas tradiciones existen, claro de la “Alianza Bolivariana”, deberían mostrarse pruden-
está, porque cada uno de los grupos que constituyen ese tes a la hora de invocar el nombre del general.
pueblo tiene sus costumbres y su cultura; esa ley existe El proyecto latinoamericanista, en cambio, cuestiona
también, cómo negarlo, porque los miembros de ese ese mismo reinado planetario del capitalismo y sus con-
pueblo son ciudadanos de diferentes Estados. Aquello secuencias políticas y morales sobre las sociedades hu-
que los vuelve latinoamericanos, aun así, no son los há- manas. Para Bolívar, está claro, Hispanoamérica es una
bitos ancestrales o los códigos estatales sino la fe en una región económica, política y culturalmente rezagada,
promesa. Y en esto consistiría la paradoja latinoameri- atraso que podría remediarse a través de un pacto co-
cana: América latina va a seguir existiendo aquí y ahora mercial con el país que estaba a la vanguardia del desa-
en la medida que haya quienes esperen su futuro adve- rrollo industrial de aquel entonces. Para Bilbao o Rodó,
nimiento. por el contrario, esa misma demora en el desarrollo del
Con respecto a advenimiento, Rodó había sido muy capitalismo convertía a América latina en la esperanza
claro: “el que vendrá” es un “prometido ilusorio”, a tal de un futuro diferente. La ruptura radical con el presente
punto que la novia podría tacharse de “loca”22. Los hom- no tendría lugar en los magníficos palacios imperiales
bres y las mujeres, sin embargo, no actúan de manera sino en un establo precario de los pobres arrabales.
verdaderamente libre cuando persiguen sus intereses, su Dicho esto, es cierto que ya Torres Caicedo publica
utilidad, ni cuando se abstienen de hacerlo por respeto a en 1865 un libro intitulado Unión Latino-Americana. Pensa-
la ley moral (interés mercenario y piedad puritana son, miento de Bolívar para formar una Liga Americana. Su origen y
para el uruguayo, las dos caras de la concepción nor- sus desarrollos23, estableciendo así una continuidad entre
teamericana de la libertad) sino cuando perseveran en el proyecto bolivariano (que él llama aquí “boliviano”) y
desear una quimera o cuando ponen sus vidas al servicio el proyecto latinoamericanista nacido en 1856. El propio
de ese ideal imposible. Manuel Ugarte, por su lado, va a sostener que el pro-
yecto de una “nación latinoamericana” se remonta al
pensamiento de Bolívar. Y así es como este ideal que-
daría en adelante asociado con el nombre del general
venezolano.
Pero no es casual que esto haya sucedido. Torres Cai-
cedo llamaba ya a un nuevo Junín y un nuevo Ayacucho,
estableciendo así un paralelo entre la independencia his-
Ensayando
Venezuela
(2000-2010)
A continuación, Gisela Kozak Rovero ofrece un
completo inventario de los textos publicados
en Venezuela en los últimos diez años, también
algunas claves de acceso a esta vasta y vital
producción.
17
Necesaria introducción
El ensayo venezolano contemporáneo, si es que manidades; yendo más lejos en las críticas, el ensayo sería
puede hablarse de nacionalidades en el internacional el arma de los “opinadores” de oficio que abundan en los
mundo de las escrituras, no es la excepción respecto medios de comunicación impresos. Pero en la escuela de
al hecho comprobable de que el género cubre formas Letras de la Universidad Central de Venezuela, en la que
distintas. Un posible criterio de unificación dentro de soy profesora, el ensayismo define la frontera entre los
esta variedad podría ser el de constituirse en ejercicios docentes “académicos” y “creativos” pues permite cier-
en prosa alimentados por una abierta voluntad de es- tas libertades de estilo, una forma de vincular la creación
tilo, sin las exigencias expositivas y conceptuales propias de saber con la pasión por el lenguaje y una afirmación
de los artículos académicos, los libros para divulgación de la subjetividad de quien redactó el ensayo sin dejar
de distintas disciplinas o el periodismo. Caben entonces que el tema tratado pierda el protagonismo. Esta mirada
textos argumentativos, confesiones, crónicas, artículos corresponde a una época, más que a una influencia in-
de opinión y de interés general (historia, política, arte, telectual o literaria determinada, pues académicos como
cultural, literatura, etc.). Visto así el ensayo sería asunto Roland Barthes o Jacques Derrida desafiaron cualquier
de escritores y no de académicos, pues un escritor puede preceptiva académica a la hora de mostrar sus ideas.
permitirse la libertad de “hablar de cosas que tratan me- Además, no debemos olvidar que figuras intelectuales y
jor los maestros del oficio y con más verdad”, como decía literarias de indudable solvencia y de distintas socieda-
el siempre citado Michel de Montaigne con ironía. No des, lenguas y épocas, desde Walter Benjamín, Virginia
obstante –y al igual que el mexicano Octavio Paz por Woolf y Oscar Wilde hasta José Lezama Lima, Teresa de
libros como el Laberinto de la soledad o El arco y la lira–, el la Parra, Manuel Caballero o el ya mencionado Sucre, se
venezolano Guillermo Sucre ha sido llamado ensayista, han planteado conscientemente el ensayo como una vía
entre otros textos por uno de trasunto académico que expresiva y reflexiva preferente.
traza un camino propio de escritura como es La máscara y Desde esta perspectiva más amplia es que intelectua-
la transparencia, libro fundamental en el conocimiento de les y ensayistas venezolanos como Oscar Rodríguez Or-
la poesía contemporánea hispanoamericana. El ensayo, tiz, Miguel Ángel Campos y Miguel Gomes han hecho
entonces, no pareciera simplemente asunto de diletan- del ensayo nacional materia de estudio, perspectiva que
tes; incluso, por comodidad o convicción, la calificación me permite una flexibilidad mayor al momento de hacer
de ensayo suele dársele en el mundo editorial venezolano en estas líneas un balance del género de mi país en los úl-
a textos que cabrían más en la divulgación del saber es- timos diez años. Voy a escoger prosistas de diversas eda-
pecializado para un público relativamente amplio. des, temáticas, disciplinas, procedencias profesionales o
La vaguedad e indefinición alrededor del ensayo pro- académicas que a mí entender muestren una explícita
pician que en nuestros círculos universitarios (y no solo vocación por el desarrollo de un estilo, pero además “for-
en los nuestros) sea visto con sospecha pues se trata de zaré la barra” y ampliaré la noción a la divulgación de
una manera de escribir que hace evidente la propia per- saberes académicos a públicos no especializados, siem-
sonalidad, así sea de modo ficticio, y que se contempla pre y cuando los autores(as) en cuestión sean reconoci-
como poco apropiada para la construcción de un dis- dos y mencionados como ensayistas.
curso riguroso dentro de las Ciencias Sociales y las Hu-
Ensayos, libros, política
Desde 1998 la inquietud por el país pasó de costum- jado de acercarse a nuestros dilemas como nación desde
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
bre entre nuestros(as) prosistas y académicos a verdadera una escritura personalísima, compleja y muy elaborada
obsesión. Miles de páginas han abordado el cómo y el que deja de lado el fárrago propio de las nomenclaturas
porqué de la revolución bolivariana, su conexión con el disciplinarias. Campos posee una perspectiva implaca-
pasado y sus características. Hasta cuando se está ha- ble respecto a la complaciente visión sobre el pueblo y
blando de otras épocas pareciera que se está hablando la historia venezolanos alimentada por todo el espectro
de esta, rasgo muy visible en historiadores de pluma li- político nacional. De vuelta del marxismo, la gran ma-
teraria, que obtienen éxitos de venta (incluso los que son triz conceptual que prohijó las Ciencias sociales y las
más proclives a la escritura académica o a la divulga- Humanidades en las universidades públicas autónomas
ción como Tomás Straka o Germán Carrera Damas). venezolanas desde los años sesenta hasta los noventa, co-
18 Este empeño en establecer la continuidad existente en- loca el acento en las razones culturales y sociopolíticas de
tre el pasado y el presente rige la obra del historiador nuestro devenir nacional.
y docente universitario Elías Pino Iturrieta. En el caso El nombre del narrador y profesor universitario José
de Pino, libros como Nada sino un hombre y El Divino Bo- Balza es fundamental dentro de la literatura venezolana.
lívar: ensayo sobre una religión republicana conectan el siglo Su libro Pensar Venezuela articula lo mejor de la tradición
XIX con el siglo XXI al develar claves sustantivas de las del ensayo literario: indagación abierta, espíritu crítico,
maneras en que nuestra sociedad ha concebido el lide- testimonio de la subjetividad y voluntad de estilo, auna-
razgo político y el sentido religioso de la vida colectiva, dos a un desvelo sincero por un país sumergido en este
hábilmente explotados por los caudillos de nuestra era momento en grandes dificultades y pesadillas. Siempre
republicana. La prosa tiene un toque lujoso y denso que ha escrito, además, espléndidos ensayos sobre literatura.
aparta estos libros de la divulgación o el estudio histórico Otro nombre indispensable es el de Ana Teresa Torres,
para especialistas. novelista, psicoanalista, miembro de la Academia vene-
En esta línea de comprender la situación actual el zolana de la Lengua, antóloga e interesada siempre en
historiador, periodista y profesor universitario Manuel la historia venezolana. Torres es un caso especial porque
Caballero salta las convenciones académicas para insis- sus preocupaciones responden a caminos diversos: la his-
tir en la reflexión responsable, sustentada y bien escrita toria venezolana, el feminismo, el psicoanálisis, la litera-
como modo de hacer accesible la producción intelectual tura venezolana en general y la escrita por mujeres en
y plantear inquietudes e indagaciones de indudable sa- particular. Ha publicado obras en todos estos ámbitos y
bor ensayístico. Pienso especialmente en La gestación de ha escrito para prensa y revistas ensayos sobre literatura,
Hugo Chávez: 40 años de luces y sombras en la democracia ve- cultura y política. Su libro A beneficio de inventario es refe-
nezolana, ¿Por qué no soy bolivariano?, Dramatis Personae: doce rencia obligada para entender las características especí-
ensayos biográficos y Polémicas y otras formas de escritura, en- ficas del campo literario venezolano antes de 1998. En
tre muchos otros. Se trata de un autor extremadamente estos momentos goza de un éxito editorial importante
prolífico que, al igual que Pino Iturrieta, escribe para la con un texto de historia de las ideas como es La herencia de
prensa desde hace décadas. La voz escritural de Caba- la tribu. Del mito de la independencia a la revolución bolivariana.
llero mezcla el consumado conocimiento de la historia De nuestros escritores, Torres es la que responde de una
con la máxima claridad expositiva. El caso del histo- manera más acabada a la idea del intelectual literato que
riador, abogado, docente universitario y poeta Rafael no solo se ocupa de la creación estética.
Arráiz Lucca es también digno de mención. Su éxito Luis Britto García es docente universitario, abogado,
más resonante en los últimos años ha sido un texto de narrador, dramaturgo y permanente colaborador de la
divulgación histórica, Venezuela: 1830 a nuestros días. prensa. Posee una enorme cantidad de títulos que solo se
Un nombre fundamental en este breve inventario es puede competir con la abundancia escritural de Manuel
el del sociólogo y profesor universitario Miguel Ángel Caballero. Britto García ha practicado el ensayo desde di-
Campos intelectual de estilo y voz completamente pro- versas aristas: humor, temas académicos, artísticos litera-
pios, abierto cultor del ensayo como género y recono- rios, políticos, históricos, económicos y sociales. La singula-
cido como tal en el país. La fe de los traidores y Desagravio ridad de su estilo incisivo lo hace digno de mención en esta
del mal son referencias que no se deben dejar de lado, breve presentación. Entre otros textos tenemos, ¿Por qué
como tampoco sus ensayos sobre literatura publicados fracasan los medios? Una historia repetida El mensaje dirigido contra
en otros volúmenes. Formado como sociólogo estudió li- el pueblo jamás llegará a movilizarlo (2007); Qué se decide en Vene-
teratura a nivel de postgrado y desde entonces no ha de- zuela (2007); América Nuestra: Integración y Revolución (2008).
Ensayo, libros, literatura, cultura
En cuanto al ensayo sobre literatura, cultura o sobre
diversas problemáticas intelectuales, hay que decir que
tiene una menguada posición frente a los artículos de
carácter académico que se originan en las universidades.
Desde la perspectiva de una escritura más para especia-
listas que ensayística, el monumental esfuerzo intelectual
representado en Nación y literatura, recopilado por Car-
los Pacheco, Beatriz González y Luis Barrera Linares,
marca un hito respecto a la reflexión sobre la literatura
venezolana. Unos cuantos investigadores y docentes uni-
| El nombre del narrador y profesor universitario José Balza
versitarios que escribieron para este volumen escriben
es fundamental dentro de la literatura venezolana. Su
ensayos en otros formatos y para otro tipo de publicacio-
libro Pensar Venezuela articula lo mejor de la tradición del
nes. Es el caso del docente universitario, crítico literario,
ensayo literario…|
editor y académico de la lengua Carlos Pacheco que si-
gue de cerca el desarrollo de la narrativa venezolana a
través de ensayos breves en periódicos y revistas.
Varios libros de los últimos diez años que versan so-
bre literatura llaman la atención. Debo aclarar que solo
me detendré en libros de marcado acento ensayístico y
no tocaré, salvo excepciones, la amplia producción aca-
démica de indudable calidad que existe en Venezuela y
que cuenta con nombres como Luz Marina Rivas, Ma-
riana Suárez, Arnaldo Valero, Álvaro Contreras, Alberto
Rodríguez, Luis Barrera Linares, Víctor Bravo, Eleonora
Cróquer, Vicente Lecuna, Beatriz González, Elena Car-
dona, Márgara Russotto, Carlos Sandoval, Ángel Gus-
tavo Infante, Luis Miguel Isava, Raquel Rivas, Jeffrey
Cedeño, Diego Rojas Ajmad, entre otros.
El poeta y docente universitario Arturo Gutiérrez
Plaza saca a la luz el volumen Lecturas desplazadas: encuen-
tros hispanoamericanos de Cervantes y Góngora, un raro caso de
estudios de literatura comparada que cultiva consciente-
mente una prosa que se distancia de la impersonalidad
académica e intenta acercarse a la sensibilidad de un lec-
tor no especializado. El profesor universitario, investiga-
dor y poeta Rafael Castillo Zapata, además de artículos
académicos y de ensayos sobre literatura publicados en
“Verbigracia”, el extinto suplemento cultural del diario
El Universal, tiene en su haber Andrés Mariño Palacio:
El artista y el gobierno moral de la ciudad, texto de búsqueda
ensayística que se aleja absolutamente de la investiga-
ción académica en sus dudas, silencios e interrogantes
abiertas. Armando Rojas Guardia se ha destacado como | Desde la perspectiva de una escritura más para
ensayista en un grado si acaso menor que su proyección especialistas que ensayística, el monumental esfuerzo
como poeta. Dueño de un conocimiento profundo so- intelectual representado en Nación y literatura, recopilado
bre los caminos de la poesía y las estéticas contempo- por Carlos Pacheco, Beatriz González y Luis Barrera
ráneas, sus ensayos se distinguen por un verbo propio y Linares, marca un hito respecto a la reflexión sobre la
una enorme lucidez. Su libro Ensayos recopila lo mejor literatura venezolana.|
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
de su trayectoria. En esta orientación del ensayo literario “alta cultura”, Victoria de Stefano recoge lo mejor de la
y poético habría que mencionar a Teresa Cacique y su tradición moderna de lectura y escritura cuidadosas y
libro Poesía y verdad: mínima meditación, que revisa poéticas comprometidas con un proyecto propio.
de distintas épocas y autores desde una perspectiva esté- Paulette Silva Beauregard tiene una impecable tra-
tica y filosófica. Por último, hay que incluir al librero y yectoria de investigación y escritura académica sobre el
escritor Andrés Boersner con Rufino Blanco Fombona, entre siglo XIX venezolano, con premios nacionales e inter-
la pluma y la espada. nacionales incluidos. Silva destaca en el panorama del
Por su parte, el ensayista, crítico literario y docente ensayo venezolano por su tratamiento particular de la
Oscar Rodríguez Ortiz publica una compilación lla- escritura académica. Ha publicado, además de artícu-
20 mada Ensayos sobre literatura y cine en Venezuela. La obra de los en revistas especializadas, dos libros en los últimos
Rodríguez Ortiz es fundamental para entender la tra- diez años, Las tramas de los lectores. Estrategias de la moderni-
yectoria del ensayo en Venezuela; antes del año 2000, zación cultural en Venezuela (siglo XIX) (Premio Fundación
fecha que se escogió como punto de partida para este Cultura Urbana, 2007) y De médicos, idilios y otras historias.
balance, publicó antologías y trabajos como Intromisión en Relatos sentimentales y diagnósticos de fin de siglo (Convenio
el paisaje: estudios, críticas, ensayos o Paisaje del ensayo venezolano. Andrés Bello, 2000). La erudición investigativa y el plan-
El narrador, crítico literario y docente universitario Mi- teamiento teórico innovador son las raíces de una prosa
guel Gomes acaba de publicar La realidad y el valor estético. en la que se conjugan la claridad expositiva, el conoci-
Configuraciones del poder en el ensayo hispanoamericano. Gomes es miento del lenguaje, el humor y la ironía, así como la
un investigador profundamente erudito y cuidadoso. Su capacidad de combinar el análisis de imágenes con el de
Poéticas del ensayo venezolano no solo es indispensable para distintas escrituras lo cual resulta en libros especialmente
entender el género en el país sino que combina la inves- atractivos.
tigación rigurosa con la profundidad conceptual y una Otro premiado internacional con el Anagrama de
prosa clarísima, que expresa la condición de escritor del Ensayo 2008 es Gustavo Guerrero. En Historia de un en-
autor. cargo: “La catira” de Camilo José Cela. Literatura, ideología y di-
Ifigenia: mitología de la doncella criolla, de la profesora plomacia en tiempos de la Hispanidad, Guerrero, con respaldo
universitaria y escritora María Fernanda Palacios, es un investigativo y soltura estilística, toca un tema poco estu-
ensayo de largo aliento sobre la novela de Teresa de la diado en Venezuela como es el relato de la hispanidad
Parra, Ifigenia, diario de una señorita que escribió porque se fas- ligado al ejercicio de gobiernos autoritarios, capaces de
tidiaba. Su calidad sobresaliente reside en el cuidadoso llegar al punto del encargo literario para contrarrestar
análisis del texto desde la perspectiva de la psicología ideológicamente a sus oponentes. En este caso, el ene-
arquetipal junguiana, conjugada con una vasta forma- migo a vencer es el arraigo de la obra novelística de Ró-
ción que le permite “leer” la sociedad venezolana en mulo Gallegos en el imaginario venezolano.
cada línea de la novela. Es un ensayo a contracorriente Arturo Almandoz es urbanista, profesor universitario
de las influencias internacionales que alimentan trabajos y estudioso de la relación urbe y cultura. Entre sus libros
universitarios sobre arte, literatura, cultura y sociedad en están Ensayos de cultura urbana y La ciudad en el imaginario
Venezuela como son los estudios culturales, el feminismo venezolano (I,II). El segundo es un excelente acercamiento
o el análisis del discurso. interdisciplinario a la literatura como configuración pri-
Victoria de Stefano es filósofa, narradora y docente vilegiada del imaginario social y cultural. Federico Ve-
universitaria. Es considerada una las grandes novelistas gas, arquitecto considerado el novelista más representa-
de Venezuela por textos como Historia de la marcha a pie y Lluvia. tivo de la Venezuela actual, se acerca también al tema de
Sus lecturas son vastísimas y se inscribe en la tradición de la urbe en La ciudad y el deseo. Por último, Fernando Baéz
ensayistas literarios que son capaces de ver en el objeto ha ganado éxito editorial con Historia universal de la destruc-
estético la expresión de toda una forma de ver el mundo, ción de libros: desde las tablillas sumerias hasta la guerra de Irak,
tal como se muestra en La refiguración del viaje y en Baude- texto que ha destacado a su autor internacionalmente,
laire, poesía y modernidad, reeditado recientemente. En situación inusual por desgracia dentro del espacio inte-
una época tan ganada al cuestionamiento de la llamada lectual venezolano.
Ensayos, publicaciones periódicas,
ciberespacio
El ensayo,
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
un modo
de decir
nacido
22
expansión del mundo, tanto en términos espaciales como ciencia en general, y de la ciencia moderna en particular, es la
temporales, a través del movimiento que hacen los portugue- historia de una especificación vertical y progresiva de las disci-
ses por la costa occidental de África hasta pasar el Cabo de plinas pues, en la medida que la ciencia avanza, las disciplinas
Buena Esperanza y dirigirse hacia el Oriente. Luego, a finales se van especializando cada vez más y unas van dando origen
del siglo XV, cuando se ha completado ese recorrido, se pro- a otras, y así este campo se va profundizando pero, en esa
duce el descubrimiento de América, que es un movimiento en misma medida, se va estrechando cada vez más. Y ello es algo
el otro sentido. El mundo se abre de una manera inusitada, que sucede hasta el momento en que se produce en el campo
pero esa misma apertura ocurre también en relación a de- científico del caso una especie de estancamiento, en el que
terminados discursos, en una dinámica de ida y vuelta, pues, la disciplina se revuelve circularmente sobre sí misma hasta
24 así como los descubrimientos determinan esos discursos, del advertir que desde el interior de sí misma no puede avanzar
mismo modo los discursos determinan aquellos movimientos. más. Lo que acontece entonces es una apertura de esa disci-
Mirado desde este punto de vista, dentro de este cuadro, evi- plina científica hacia otras disciplinas y así el campo se vuelve
dentemente la aparición del ensayo moderno, al igual que la a abrir, contaminándose con elementos y características de
de la novela moderna, tienen que ver con estos procesos, de las otras disciplinas que funcionan a su alrededor. En este sen-
un modo que no era pensable un siglo antes. El ensayo nace, tido, un caso muy característico es el de la antropología, en la
por tanto, para criticar el mundo moderno en gestación. que ya no daba para más el evolucionismo que iba de Spencer
a Lévy-Bruhl. En los años cincuenta la antropología estaba en
Dentro de los discursos que emergen en este contexto tam- una especie de callejón sin salida, y ése fue el momento en que
bién está el discurso científico. ¿Existiría alguna relación Lévy-Strauss se topó con Jakobson en Nueva York y se produjo
entre este discurso y el ensayo? la contaminación de la antropología por la lingüística. De ella
Efectivamente, dentro de los discursos que aparecen en este se deriva el estructuralismo, que es mucho más que una dis-
momento está el discurso científico, que no es el discurso de la ciplina científica, es un paradigma sobrecientífico y que va a
crítica sino el de la investigación, es decir, de la indagación del afectar, como sabemos, el entero campo de las humanidades
mundo y de la descripción racional y programada de los me- y las ciencias sociales. Este tipo de fenómenos ocurren cada
canismos que determinan el funcionamiento del mundo. Esta cierto tiempo en la historia de la ciencia y, cuando se produ-
actitud a la que me estoy refiriendo se va a plasmar también en cen, el tratado también experimenta una especie de terre-
una manera de decir, que es el tratado científico. De manera moto en tanto forma discursiva, en cuyo caso otra “forma”,
que hacia adelante van a coexistir dos géneros no-ficcionales, la más adecuada para sacarlo de su atolladero, porque es una
el tratado científico y el ensayo, que funcionan de manera pa- forma aventurera, exploratoria, resulta ser el ensayo, como
ralela y que, con frecuencia, mantendrán una relación inesta- el modo de decir más pertinente a esa situación de crisis. De
ble. A veces, esta relación será de coexistencia pacífica, pero manera tal que, así como la ciencia puede llegar a un estanca-
más a menudo va a ser de confrontación: el tratado científico miento, el modo de decir del tratado científico también puede
descalificando al ensayo por su superficialidad, frivolidad e hacerlo, y así, cuando se produce la renovación del campo,
inorganicidad, y el ensayo descalificando al tratado científico acontece el reemplazo del tratado por el ensayo, hasta que el
por su rigidez, falta de plasticidad e inflexibilidad. Y esto va a campo se estabiliza de nuevo y vuelve a crear su propia jerga y
ocurrir desde los orígenes, es decir, no es algo propio del siglo su decir como tratado.
XX o de épocas recientes sino que es un fenómeno que se pro-
duce ya en los orígenes mismos de la modernidad.
| En este panorama
totalizador, que alcanza
ya cinco siglos, el
momento que estamos
viviendo es plenamente
un momento del ensayo,
porque lo que estamos
experimentando cada
vez más es la necesidad
de la colaboración
interdisciplinaria.|
Ahora bien, esa actitud que aparece solitaria en Sor Juana, El momento siguiente, entre los años veinte y treinta y hasta los
¿en qué momento vuelve a manifestarse en nuestro con- setenta del siglo XX, es el momento de un proyecto nacional
tinente? democratizador, por la vía de los populismos nacionalistas
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
Reaparece, de manera notable, en la primera mitad del siglo o de democracias imperfectas e igualmente nacionalistas,
XIX y se va a mantener a todo lo largo de la centuria. Lo que lo que tiene que ver con la instalación, o con la tentativa de
acontece allí es, sin embargo, bien particular, pues quienes instalación, de una sociedad más democrática, con mayores
están hablando en esos ensayos de mediados del XIX (estoy posibilidades de desarrollo para la población, y capaz de ex-
pensando en Bello, en Sarmiento, en Lastarria, en Alberdi, en tenderse territorialmente en todas las direcciones, lo que di-
Altamirano), son individuos con una conciencia moderna ope- ferencia este proyecto del modelo oligárquico anterior. Es una
rando en un mundo premoderno, que es en un tiempo nuevo, tentativa noble, pero que resulta frenada o insuficiente, de-
el mismo desfase que había experimentado Sor Juana en la bido a razones que venían de atrás y que tienen que ver, por un
colonia de México; un mundo premoderno, por otra parte, del lado, con la permanencia de la condición periférica de nuestro
26 cual muchos de ellos son parte. Bello, por ejemplo, es Rector continente, y por otro, con el pecado capital de no haber in-
de la Universidad de Chile y senador; Sarmiento es una gran tervenido el mundo rural, el que se mantuvo, hasta los años
figura de la cultura argentina, que llegará a ser Presidente de sesenta, en manos de la oligarquía terrateniente. Por lo tanto,
la República. Son personas que están instaladas en ese mundo sea cual sea el proyecto modernizador que se lleva a cabo en
premoderno pero que, al mismo tiempo, tienen respecto de el país del caso, es un proyecto modernizador que tiene techo,
él visiones que sobrepasan los límites de comprensión de ese y que por lo tanto deja afuera a una porción con frecuencia
mundo, y, en esa circunstancia, producen un tipo de reflexión mayoritaria de la población. En estas circunstancias, el intento
que pide la forma del ensayo. Es curiosa la posición de estos democratizador en el marco de esta segunda modernización
intelectuales de mediados del XIX en América Latina, pues de los países latinoamericanos, y las insuficiencias que este
está este grupo que son intelectuales orgánicos, pero no orgá- proceso evidencia, genera la reaparición del ensayo en tanto
nicos al mismo tiempo dada su dosis de discrepancia o deseo que se pone de manifiesto una vez más la necesidad de la crí-
de transformación, y están los otros, como es el caso de Fran- tica.
cisco Bilbao, que simplemente le dan la espalda a esa realidad
y se transforman en exiliados permanentes, francotiradores ¿A qué ensayistas destacarías dentro de este período?
que disparan desde fuera del sistema. Eso desde el momento El período lo inaugura Mariátegui, al que podemos ver como un
en que a Bilbao le queman en la Plaza Mayor de Santiago de pensador bisagra entre el mundo anterior y el nuevo, sobre
Chile su Sociabilidad chilena (1844). De ahí en adelante será un todo a partir de su crítica de la situación rural, pues, para él, no
paria, un nómade. había modernización posible, ni país posible, si no se resolvía
el problema de la tierra. De ahí en más, las figuras clásicas del
Si el ensayo se instala conflictivamente dentro de estos espa- momento serán, hacia los años cuarenta y cincuenta, Pedro
cios premodernos, ¿cuál es su posicionamiento con el adve- Henríquez Ureña, Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges; y hacia
nimiento de la modernidad latinoamericana? el final de la curva, ingresarán autores como Ángel Rama,
Todo lo que referí antes viene a rematar a finales del siglo XIX, Antonio Cornejo Polar y Antonio Cándido, quienes serán los
donde lo que se instala en América Latina es la modernidad sucesores y actualizadores de los anteriores, posicionándose
finalmente, pero de un modo defectuoso, imperfecto, debido en estrecha relación con ellos. Por ejemplo, Cornejo Polar se
a cuestiones históricas muy concretas; lo que resulta en una encomienda respetuosamente a Mariátegui y lo mismo hacen
modernidad parcial, fundamentalmente por dos condiciones: Ángel Rama con Henríquez Ureña, y Fernández Retamar con
por un lado, porque no se despliega homogéneamente sobre Alfonso Reyes. Todo lo cual va constituyendo una tradición de
el conjunto de la población, y por otro, por su condición peri- la crítica y, por lo tanto, una tradición de la ensayística lati-
férica respecto de la modernidad central. En este escenario, noamericana, y que se continúa, después de la ruptura terrible
vuelve a aparecer el ensayo, en autores como Martí, González que fueron las dictaduras de América Latina, con una línea que
Prada, Rodó y luego con los primeros pensadores marxistas buscará el reamarre de los vínculos con esa tradición.
hasta culminar en el pensamiento de José Carlos Mariátegui, a
los que se agregan otros nombres importantes como los ante-
riores a la Revolución Mexicana, como los ateneístas, Alfonso
| Así es como aparece en su discurso la crítica,
Caso, José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Re-
en condiciones problemáticas, pues Sor Juana
yes. Todo ello hasta el Mariátegui de los años veinte, quien
está buscando, en un universo tan rígido como
nos deja ese texto fundamental que son los Siete ensayos de
la colonia mexicana de la segunda mitad del
interpretación de la realidad peruana.
XVII, cómo poner de manifiesto lo otro.|
¿Qué impacto tienen, entonces, las dictaduras militares de los En este nuevo escenario, a todas luces tan desfavorable
años 70 en esta trayectoria de la crítica latinoamericana? ¿queda aun espacio para el despliegue de la crítica en Amé-
La segunda modernización que América Latina experimenta rica Latina?
E
n un artículo de reciente aparición, Félix de Azúa analizaba la si- 29
tuación actual del pensamiento en España, tomando como testigo
la publicación del ensayo Nunca fue tan hermosa la basura (Galaxia Gu-
temberg, 2010). En el artículo, que se titulaba “La filosofía en el vertedero”,
Azúa denunciaba el carácter moribundo del género, a excepción de una
serie de autores, entre ellos José Luis Pardo, a los que hacía responsables del
resurgir de un “pensamiento filosófico” propio, renovado. Según parece, ésta
no es una situación al margen del resto de disciplinas, sino que responde a
un patrón de auto-emulación, que deja muy de lado la “verdadera” inves-
tigación estética. O, lo que es lo mismo, la innovación como proyecto de
compromiso con la actualidad.
De algún modo, esto es algo que podría leerse en términos de retraso
sociocultural, aunque ha sido con el inicio del siglo XXI cuando la necesidad
de actualización de los patrones de pensamiento heredados ha comenzado a
hacerse explícita; y a ser relevada por pensadores que podríamos considerar
de “nueva generación”: Eloy Fernández Porta, Vicente Luis Mora, Agustín
Fernández Mallo o Juan Freire. También al alimón con esos otros autores
que se debaten entre ambas direcciones (la auto-emulación y la renovación),
que no han de ser necesariamente opuestas a fin de generar alternativas.
Pienso en autores que están amparados por la institución cultural y la Aca-
demia, y cuya producción ensayística se caracteriza por haber sabido aco-
modar sus discursos a los imperativos de este tiempo.1
Por otro lado, y con independencia de lo que parecen indicar las cifras
de venta editoriales (el ensayo de ocasión), la actividad filosófica en el ám-
bito nacional es hoy una práctica minoritaria. Primero, porque no todos sus
protagonistas están dispuestos a asumir el esfuerzo que supone afrontar la
compleja tesitura social en la que nos encontramos y, segundo, porque la co-
modidad profesional es hoy (y más que nunca) un valor en alza. Ahora bien,
lo que ocurre es que cada vez resulta más difícil mantenerse al margen de
la “realidad” contemporánea, cuya fundamentación pasa, inevitablemente,
por la cultura y el consumo masivos, la publicidad y los dispositivos tecno-
lógicos. Lo que aquí se requiere es una traducción discursiva de una facción
estética que es común a todas las sociedades desarrolladas, aunque no sea
*Jara Calles (Zamora, 1984) es Licenciada tarea fácil. Hay que pensar que el coste de evitar este tipo de implicaciones
en Filología Hispánica y en Teoría de la conlleva un precio aún mayor, como es la extenuación intelectual a causa
Literatura y Literatura Comparada. Desde de aproximaciones miopes que sólo producen ruido de fondo y saturación
2009 desarrolla su labor investigadora en el editorial.
área de Estética y Teoría de las Artes en la Por eso mismo habría que destacar la producción ensayística de auto-
Universidad de Salamanca, donde trabaja res como Manuel Castells, José Luis González Quirós, José Luis Brea, José
sobre la incidencia de la ciencia y las nuevas Luis Molinuevo, Félix Duque o José Luis Pardo. Pues cada uno a su modo
tecnologías en la realización de las poéticas ha sabido conciliar la escritura académica con poéticas de naturaleza más
actuales. Codirige el espacio de crítica literaria excéntrica, sin llegar a convulsionar demasiado el stablishment algo recal-
y cultural Afterpost. citrante al que pertenecen: la Universidad. Hasta el punto de que es este
equilibrio entre el academicismo y cierta escritura contracultural lo que ha | Una actitud que, bajo mi
hecho posible que actualmente contemos con nuevos espacios para la crítica parecer, sería el punto de
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
y la reflexión filosófica sobre el presente, de manera más efectiva. Es decir, convergencia de los ensayistas
asumiendo el contexto contemporáneo en toda su complejidad, pues sólo así arriba mencionados: resolver
pueden medirse las cualidades específicas de una determinada sociedad. Por desde dentro los “problemas”
eso ya no es posible interrogar al presente sin considerar aspectos como la inherentes a nuestro tiempo,
globalización, el terrorismo o el consumo masivo, la injerencia de las nuevas con el fin de alcanzar
tecnologías, o la cultura popular. soluciones satisfactorias.|
Según lo veo, y retomando la cuestión del ensayo en España, podríamos
considerar como punto de inflexión de este proceso de apertura y renova-
ción, la aparición en 2003 de Repensar la cultura de José Luis González Quirós.
30 Que fue un texto contenido y algo cauteloso en el que, sin embargo, ya se
apuntaba la necesidad de revisar el concepto de cultura a la luz de los acon-
tecimientos históricos más recientes. En este sentido, y considerando la cul-
tura como agente fundamental para el desarrollo de una sociedad, González
Quirós subrayaba el carácter “problemático” que ésta planteaba en el mo-
mento de su recepción, tras haber asumido los presupuestos programáticos
posmodernos. De algún modo, esto constituía una “novedad histórica” que
llevaba cierto grado de confusión en su propio planteamiento: “la cultura
que ordinariamente deberíamos tener como propia […] nos resulta extraña,
y a sus creadores les resultamos extraños muchos de nosotros” (González
Quirós, 2003: 225). Una situación de incomodidad frente a los productos
culturales de esta época, cuya razón estética está aun por definir, pese a la
proliferación de ensayos y artículos en torno a la posmodernidad y el pos-
modernismo.
De este modo, quedaba planteada no ya la necesidad de repensar la cul-
tura, sino de elaborar un discurso en torno a ella con herramientas actualiza-
das, o en el caso de tratarse de las ya establecidas (actualmente ocurre con la
categoría no-lugar de Augè2), siempre después de haberlas sometido a revisión
o a un previo reciclaje. Un desafío no poco ambicioso, que tres años más
tarde desembocaría en una compilación de ensayos (coordinada también
por González Quirós), donde una serie de autores acotaba desde flancos
diversos la situación actual de la cultura y, más en concreto, los conceptos
de creación e innovación en el contexto social contemporáneo. El volumen, Los
rascacielos de marfil (Lengua de Trapo, 2006), proponía un análisis del presente
de manera integradora; un recorrido plural por los distintos ámbitos de la
sociedad atendiendo al orden de la innovación. Revisando al mismo tiempo
el concepto de “novedad” y su relación directa con el actual uso del “gusto”
como dispositivo comercial.
Una actitud que, bajo mi parecer, sería el punto de convergencia de los
ensayistas arriba mencionados: resolver desde dentro los “problemas” inhe-
rentes a nuestro tiempo, con el fin de alcanzar soluciones satisfactorias; o sea,
coherentes, en tanto reactivación de los discursos filosóficos dirigidos hacia
el carácter multidimensional de la actualidad (sería el caso de Manuel Cas-
tells en La sociedad red (Alianza, 2006) o Comunicación y poder (Alianza, 2009)).
Aunque también encontramos discursos que parten de la filosofía del arte
para abordar una determinada sensibilidad: “la ética de los falsos consuelos”
(Duque, 2004: 106) a partir de las distintas representaciones artísticas del
terror(ismo), el horror, el dolor y la violencia como síntomas de época. La
cultura popular en relación a sus transformaciones más recientes (José Luis
Pardo) o la dimensión visual (imágenes) de la actualidad, como serían los
casos de José Luis Brea y José Luis Molinuevo.
XXI no es 21
Así las cosas, habría que situar el punto de inflexión de este proceso de | …José Luis Pardo, que
2005 en adelante, aunque el giro hermenéutico definitivo, en mi opinión, toma la música popular
mativa, trabajando muy en concreto sobre la sociedad discursos de vanguardia (la manufactura), llevados ahora
de las nuevas tecnologías como localización actual de a cabo por escritores (dijimos antes “de nueva genera-
la cultura.4 Ni qué decir tiene, sus discursos incorporan ción”), que no sólo asumen la tradición ya establecida,
cuestiones como la globalización o el capitalismo cultu- sino que se ocupan de componer la suya propia, dando
ral, que hoy problematizan las instituciones del cono- como resultado genealogías singulares que van más allá
cimiento, los territorios para la creación (arte, ciencia, de lo institucionalmente aceptado. De algún modo, esto
tecnología), la sexualidad o las relaciones sociales, públi- comenzó con la publicación de los ensayos Singularidades
cas, laborales. Como podemos ver en Cultura_RAM (Ge- (Bartleby, 2006) y La luz nueva (Berenice, 2007) de Vi-
disa, 2007), Brea traslada el modelo de memoria RAM cente Luis Mora, en los que analizaba el estado de la lite-
32 (aleatorio, relacional) de los ordenadores al sistema social ratura contemporánea sin demasiadas concesiones. Esto
contemporáneo. Un discurso amplio que acoge distin- generó cierta polémica, pero un interesante e intenso
tos aspectos de la sociedad actual, adelantando, con el debate en torno a esas cuestiones, lo que siempre es salu-
último capítulo, el que sería el tema central de su tra- dable. Aunque sería Pangea (Fundación J.M. Lara, 2006)
bajo posterior: Las tres eras de la imagen (Akal, 2010), en su incursión definitiva en el terreno de la cultura digital
el que desarrolla ese “cambio de régimen escópico: del (eso sí, de forma divulgativa) y, Pasadizos (Páginas de Es-
inconsciente óptico a la e-image” (Brea, 2007:177). Para puma, 2008), su incursión más arriesgada en el terreno
desarrollar una genealogía de la imagen a través de los del ensayo propiamente dicho. En esta obra, Vicente
distintos tratamientos que ésta ha soportado a la luz de abordaba la tradición artística, desde la modernidad
los medios técnicos que han conformado su historia. En a nuestros días, considerando el espacio como categoría
este sentido, es su tratamiento concreto lo que modifica constante de sus reflexiones; centrándose también en la
la recepción de las imágenes en cada época, así como resolución que las tensiones tradicionales entre forma y
su valor (y poder) en un determinado contexto, como contenido habían tenido en el arte a lo largo de esos años.
podría ser el actual, donde la tendencia que se aprecia es Sin embargo, y como ya hemos dicho, fue con Homo
hacia una mayor visualidad: a la vida por las imágenes. sampler cuando se produjo el cambio definitivo dentro
En una línea cercana (pero distinta) a estas cuestiones, del ensayo español contemporáneo. Pues se trataba de
dedica parte de sus publiciones en Pensamiento en imágenes una obra que presentaba un programa singular de pensa-
José Luis Molinuevo; aunque aquí vayamos a centrarnos, miento, en forma de propuesta analítica dirigida al cen-
sobre todo, en sus últimos trabajos dedicados a la socie- tro mismo de nuestro tiempo. Para ello, Porta acogió la
dad de las nuevas tecnologías y sus manifestaciones artís- metáfora del sampler como aparato metodológico, dado
ticas. Desde Humanismo y Nuevas Tecnologías (Alianza, 2004) que es así como se manifiesta la estética [after]pop (que
a La vida en tiempo real (Biblioteca Nueva, 2006) donde de- ya fue revisada en un ensayo anterior: Afterpop (Berenice
sarrolla un discurso sobre la realidad contemporánea a en 2007)) en la época de su disolución. De hecho, sólo así
partir de una idea clave que se mantendrá de manera se explica el carácter híbrido de este texto, tan contami-
constante: somos seres tecnológicos. Una cuestión de nado por trazas que provienen de géneros como el fanzine
transformación de la identidad “tradicional” que ya no o las revistas de tendencias o la crítica musical. Referen-
permite operar bajo formas de pensamiento idealistas, o tes culturales en principio ajenos al discurso académico
polarizaciones obsoletas: hombre-máquina, sociedad-re- oficial, que sin embargo refuerzan el alcance semántico
des, virtual-real. Lo vemos en La vida en tiempo real, donde de su propuesta. Aquí encontramos cuestiones como la
analiza en profundidad el concepto de tiempo en relación neutralización de los debates entre alta/baja cultura, la
a estas cuestiones, así como el estado algo desactualizado reformulación de lo popular como producto de época, o
del cyberpunk, las utopías digitales o conceptos como el de el tecnorromanticismo como renovación estética (La feria
cyborg, realidad virtual, o el calificativo posthumano. Tópi- de las vanidades vista ahora a través de los nuevos medios6).
cos, en definitiva, que aún siguen pendientes de revisión, Porque al fin y al cabo así ocurre en nuestra vida coti-
pero que suenan igual de lejanos ahora que entonces. De diana, incluso en su dimensión emocional.
hecho, también en Magnífica miseria (Cendeac, 2009) sigue De manera más extensa, esta cuestión aparece tra-
un programa similar de análisis del presente, articulado tada en €®O$, Premio Anagrama de Ensayo 2009. Un
en torno a ese “pensamiento en imágenes” que, en sí texto en el que Porta recorre algunos de los lugares co-
mismo, es una forma de experiencia estética de la socie- munes de las relaciones afectivas (sus distintas represen-
dad de las nuevas tecnologías. Lo que le permite revisar el taciones discursivas) con el fin de situarlas en los contex-
lugar que ocupan ahora la tecnoilustración y el tecnorro- tos actuales; teniendo siempre en cuenta la renovación
manticismo en los contextos actuales; constituyendo así de los códigos emocionales a la luz de los nuevos medios.
punto de unión con alguna de las líneas del pensamiento Por lo tanto y teniendo esto en cuenta, no se trataría
desarrollado por Eloy Fernández Porta tanto de renovación como de ampliación de los espacios
y objetos de reflexión. Pues si algo caracteriza a estos
escritores es evitar los lugares comunes, para profundizar
en los puntos ciegos de las discusiones habituales sobre
la experiencia contemporánea. A esta misma preten-
sión responden los trabajos de Agustín Fernández Mallo
(Post-poesía, Anagrama, 2009) y Beatriz Preciado (Por-
notopía, Anagrama, 2010), donde se incorporan nuevos
lenguajes (la ciencia como sustrato poético) y referentes
(la teoría queer, ahora en su versión reciclada) para desa-
rrollar, desde esos patrones, una forma distinta de crítica
de la cultura.
Ahora bien, tampoco podemos olvidar la generación
de pensamiento en red, siguiendo con el ensayo, como
ocurre con los casos de Juan Freire y Tíscar Lara, tal y
como vemos en sus respectivas páginas: Nómada y Tíscar.
com. Donde vierten reflexiones, materiales y discursos
orientados hacia la mejora de la ciudadanía, las nuevas | Porta acogió la metáfora
tecnologías y la cultura digital. De hecho, es muy sig- del sampler como aparato
nificativo el trabajo de Tíscar en relación a la repercu- metodológico, dado que es
sión y explotación óptima de los medios digitales en los así como se manifiesta la
ámbitos de la Educación y la gestión del conocimiento. estética [after]pop.|
Revisando cuestiones como el copy&paste, la creatividad,
los derechos de autoría, etc. Que es una vertiente de al-
gún modo avanzada en La vida en tiempo real, de José Luis
Molinuevo, en términos de responsabilidad estética y
ética; esto es, como trabajo para la construcción de “una
forma de ser para saber estar” (Molinuevo, 2006: 160).
Por su parte, es cierto que Juan Freire sigue una línea
algo diferente, dirigiendo su atención hacia la e-cultura
o, lo que es lo mismo, la presencia de la cultura digital en
1 Como sabemos, ha sido a comienzos de siglo cuando han ocurrido
las redes sociales, las organizaciones de conocimiento, y algunos de los sucesos más significativos (por definitivos) para las
los espacios urbanos. Configurando así una apuesta por sociedades desarrolladas (los atentados del 11-S o la instauración de
la difusión abierta de contenidos, que permite no sólo la Internet 2.0), cuya implicación política y cultural ha dado lugar a una
aportación de información bajo demanda, sino también la nueva forma de ingeniería social hasta ahora inédita. Y que supone,
discusión y confrontación de los mismos. Se trata de otro además, la necesidad de operar bajo formas renovadas de aproximación,
sin necesidad de repetir o forzar discursos que nada tienen que ver con
tipo de gestión de la información, que permite superar
este momento en concreto.
los circuitos habituales de publicación y ampliar la re- 2 Aquí puede verse un intenso debate sobre la condición actual de este
cepción de sus reflexiones, permitiendo también su libre concepto:
manejo y utilización. http://joseluismolinuevo.blogspot.com/2009/08/los-si-lugares.html
Estamos, por tanto, en un momento favorable para 3 Fuente: http://666ismocritico.wordpress.com/2007/12/07/la-
musica-es-una-sustancia-peligrosa-entrevista-a-jose-luis-pardo/
la proyección de nuevos protagonistas dentro del ensayo
4 El propio José Luis Brea dirige los espacios digitales Estudios visuales
escrito y producido en España, para lo que resulta indis- y ::Salonkritik::, que actualmente son dos lugares de obligada lectura y
pensable introducir nuevas estrategias de aproximación observación.
a lo común, y evitar caer en tópicos y formas de pensa- 5 Manipulación del título de una canción de The Beatles: She´s leaving
miento regresivo. Convulsionar y mover a la reflexión, a home.
la crítica perspicaz. 6 Aquí se recoge una noticia a este respecto, sobre la nueva Generación
Yo, publicada en EP3.es
http://blogs.myspace.com/index.cfm?fuseaction=blog.view&friendId=9
5067477&blogId=460682629
Bibliografía
Duque, Félix. Terror tras la postmodernidad. Abada, Madrid, 2004.
González Quirós, José Luis. Repensar la cultura. EIU, Madrid, 2003.
Molinuevo, José Luis. La vida en tiempo real. Biblioteca Nueva, Madrid,
2006.
POLITICAS LINGÜÍSTICAS:
EL CASO PARAGUAYO
Bartomeu Melià
y la retórica
jesuita
Nacido en Mallorca, doctorado en ciencias religiosas por la
Universidad de Estrasburgo, Bartomeu Melià ha convivido con
los indígenas guaraníes, kainganges y enawené-nawé desde
1954. Autor de numerosos ensayos sobre la lengua, etnografía
e historia paraguaya, es desde hace años uno de los principales
impulsores de un bilingüismo que acepte al español como
segunda lengua.
El valor de la experiencia
Otro de los puntos fundamentales a través de los que opera la retórica | Inserto en la tradición
de Melià (inserto también, como espejo, en la tradición de Montoya), es el jesuita, Melià construye
valor de la experiencia. En la misma edición del Catecismo se incluye, al final, su crítica en una dialéctica
la “Apología en defensa de la doctrina cristiana que en la lengua guaraní permanente entre el dicho
38 tradujo el venerable padre Luis de Bolaños por el mismo Antonio Ruiz de y el hecho, el discurso y la
Montoya”. Se trata de un célebre auto-desagravio de Montoya a partir de la acción.|
denuncia que le realizara el obispo fray Bernardino de Cárdenas por la tra-
ducción, que le endilga como herética, de términos del castellano al guaraní.
A esta “Apología”, también le antecede un estudio crítico de Melià. Cito
tres pequeños párrafos de este estudio, en los cuales, de igual manera que lo
planteado en el parágrafo anterior, invoca fuertemente al pasado para tratar,
más bien, cuestiones del presente. El primero tiene que ver con una cuestión
meta-investigativa:
Hace más de 25 años que me ocupé del asunto [se refiere a la “Apología”], con la
pasión y el entusiasmo de un aprendiz de investigador. El affaire tenía ribetes policíacos
cuya pista seguía con afán desde Strasbourg, donde estudiaba, hasta Roma y Madrid,
con conexiones en Buenos Aires. (…) Lo que no sospechaba entonces era la pasión
argumentativa por parte del padre Montoya en este affaire, que tuvo por escenario cinco
ciudades: San Juan de las Siete Corrientes, Asunción, Madrid, Charcas y Lima.
Llevado como de la mano por don León Cadogan, ese nuestro grande maestro de la cul-
tura guaraní, fui introducido en 1969 a una cierta convivencia por los Mbyá-Guaraní
de Caaguasú (…) Esa modesta experiencia con tribus de Guaraní actuales iba a
determinar profundamente, creo poder decir, mi visión de los Guaraní que por entonces
sólo conocía a través de la historiografía y de mis estudios de la lengua.3
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
Las estrategias de la prescripción Consideraciones finales
Atrayendo a una autoridad no menor pero que él mismo cimienta, Melià Resulta muy atractiva la ensayís-
describe, analiza el problema y propone (dicta) la solución política. En un tica del Padre Bartomeu Melià, una
artículo de 2006 publicado en Montevideo por la UNESCO, Melià dice: presencia insoslayable en el mapa
discursivo del Paraguay sobre su so-
Hay una conveniente y hasta necesaria normalización que el Estado debe ciohistoria. Y también sus opiniones 39
poner en marcha. Y una de las normalizaciones primeras será la de la ortografía. sobre la política lingüística del pre-
(…) La proclamada oficialidad del guaraní es muy precaria, por no decir letra muerta. sente. Michel De Certeau dice, sobre
(No hay bilingüismo oficial, ni tampoco lo puede haber “por decreto”. Es un pro- los jesuitas (él también lo es), que la
ceso, en el que, sin prisa pero sin pausa, debe darse un ejercicio real de la oficialidad. “politización se apoya simultánea-
Para ello, además de la voluntad, se requiere trabajos lingüísticos, conocimientos mente en la teología tradicional que
y consenso.4 sostiene el poder político en el me-
diador de un orden divino (…), en
El texto despliega un abanico de sintagmas prescriptivos elaborados a las teorías modernas que establecen
partir de verbos como deber, tener (también de obligación), necesitar y haber. En la autonomía de lo ‘natural’ y del de-
los más de los casos, antecedidas por cláusulas con verbos en presente de recho positivo, y, más aún, en la ex-
definición y sin modalizar (“El futuro del castellano en el Paraguay está en el periencia cotidiana de una sociedad
guaraní”, por ejemplo). en vías de secularización.”7
Perelman, en su clásico libro sobre la retórica postula que la incitación a Hemos destacado en este artículo
la acción es una de las características fundamentales del discurso retórico.5 que en el discurso de Melià prima el
Ahí mismo es adonde arriban los textos de Melià habiendo realizado el si- dictamen (condición necesaria del
guiente recorrido: del polo expositivo al argumentativo; en el argumentativo, discurso persuasivo) y la confronta-
las hipótesis categóricas y las estrategias argumentativas para sostenerlas, la ción, es decir, el discurso polémico.
polémica y la acción inmediata que se debe asumir a partir de la persuasión. Marc Angenot, en La palabra panfleta-
Inserto en la tradición jesuita, Melià construye su crítica en una dialéctica ria,8 caracteriza al discurso polémico
permanente entre el dicho y el hecho, el discurso y la acción. Porque: “Es con cuatro condiciones necesarias:
en la acción donde se anudan los lazos concretos entre desarrollo, promo- • que se trate de un discurso;
ción y liberación; en la acción se da la interpretación entre Evangelio y vida • que apunte a un blanco;
concreta, personal y social de los hombres, y fuera de esa acción todo son • que se considere que tiene un
discursos vacíos.”6 discurso adverso;
• y que el enunciado polémico se
integre agresivamente.
Estas características, sin lugar a
1 Melià, Bartomeu. Elogio de la lengua guaraní. Asunción, Centro de Estudios Paraguayos dudas, están presentes en los traba-
“Antonio Guasch”, 1995. jos de Melià. Lo que resulta intere-
2 Ruiz de Montoya, Antonio. Catecismo de la lengua guaraní. Centro de Estudios Paraguayos
sante determinar es la identidad de
“Antonio Guasch”, Asunción, 2008 (1640).
3 Melià, Bartomeu. El guaraní conquistado y reducido. Universidad Católica, Asunción, 1993. ese blanco necesario. En uno de sus
4 Melià, Bartomeu. “El Paraguay, un estado en procura de reafirmar su identidad lingüística” trabajos, Melià asevera categórica-
en: El jardín de los senderos que se encuentran: políticas públicas y diversidad en el MERCOSUR. UNESCO, mente: “La práctica necesita teo-
2006. ría”9. El blanco de tamaña aserción
5 Perelman. El imperio retórico. Norma, Bogotá, 1997.
es la clase dirigente responsable de
6 Melià, Bartomeu. Una nación dos culturas. Centro de estudios paraguayos “Antonio Guasch”,
Asunción.
llevar adelante las políticas lingüísti-
7 De Certeau, Michel. El lugar del otro. Katz, Buenos Aires, 2007. cas del país. Pero lo que subyace en
8 Angenot, Marc. La palabra panfletaria. 1982. todos sus textos, con un blanco más
9 Melià, Bartomeu. “El estado del bilingüismo en el Estado paraguayo”, en: Derechos humanos en próximo al del intelectual que al del
Paraguay, Asunción, CODEHUPY, 2004. burócrata, es que tampoco hay teo-
ría sin práctica, mero análisis sin po-
tencia retórica.
REFLEXIONES SOBRE ALGUNOS
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
¿El campo y la
40
ciudad: otra vez?
Frente a una perspectiva binaria, racional y dualista, impuesta
como mundialmente hegemónica a partir de la expansión y el
dominio colonial de Europa sobre el mundo, la investigadora
argentina plantea la necesidad de que el ensayo desnaturalice
sus categorías de análisis al abordar el presente y sus textos.
S
*Silvia Tieffemberg es Doctora en i atendemos a la extraordinaria productividad que ha tenido en la
Letras por la Universidad de Buenos Aires y historia textual latinoamericana la categoría urbano (civilizado), tan
Profesora Adjunta a cargo de la Cátedra de opuesta como complementaria de rural (bárbaro), no resulta sorpren-
Literatura Latinoamericana I (B), Facultad dente que –nuestra mítica– Radiografía de la pampa, publicada en 1933, ter-
de Filosofía y Letras (UBA) e investigadora mine con un apartado que se titula “Civilización y barbarie”, ni que allí
del Consejo Nacional de Investigaciones Martínez Estrada recuerde la “fisiológica enemistad” entre Sarmiento y Al-
Científicas y Técnicas. Una primera versión berdi en las figuras de David y Goliath, prefigurando, diez años antes, ese
de este trabajo fue presentado al Congreso otro ensayo que, aunque menos asediado, será su condición de interlocución
Internacional “Ciudades latinoamericanas. La sine qua non. La Buenos Aires cefalópodo de La cabeza de Goliath, urbe que cau-
utopía intelectual en una geografía inestable”. tiva en las dos acepciones del término, similar a la “envilece, devora” mar-
Universidad de Buenos Aires, Facultad de tiana, es –sin dudas– el constructo onírico de aquel que enuncia sin poder
Filosofía y Letras, Buenos Aires, 2009. eludir, en la propia enunciación que lo constituye, el peso de la llanura “en
estado de barbarie” (74) que lo viera nacer. Aun cuando Raymond Williams
no vacile en universalizar los conceptos rural/urbano “por todo lo que pare-
cen representar en la experiencia de las comunidades humanas” y remonte
su origen a la época clásica (1973/2006 25), se hace evidente que tanto el
campo como la ciudad son lugares geopolíticamente marcados y, por tanto,
funcionan de manera particular en contextos históricos diferentes.
En efecto, la expansión europea sobre América, a comienzos del siglo
XVI, trajo como consecuencia, según explica Aníbal Quijano, que “las re-
laciones intersubjetivas y culturales entre […] Europa Occidental y el resto
del mundo,” fueran “codificadas en un juego entero de nuevas categorías:
Oriente-Occidente, primitivo-civilizado, mágico/mítico-científico, irracio-
nal-racional, tradicional-moderno.” (11), de las que urbano-rural, como va
de suyo, forman parte. “Esa perspectiva binaria, dualista, de conocimiento,
peculiar del eurocentrismo”, continúa Quijano, “se impuso como mundial-
mente hegemónica en el mismo cauce de la expansión del dominio colo-
nial de Europa sobre el mundo.” (11) “Esta Europa Moderna, desde 1492,
‘centro’ de la Historia Mundial, constituye, por primera vez en la historia,”
agrega Dussel, “a todas las otras culturas como su ‘periferia’.” (47)
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
41
Periferias
En este marco de sentido voy a terística diferenciadora es la anomia; serva en algún lugar incierto el sino
retomar Radiografía de la pampa, junto mientras que, para Ángel Rama en amenazante de la ruralidad.
a otros dos textos críticos, para ana- La ciudad letrada, toda ciudad está for- Ahora bien, en la primera década
lizar brevemente algunos pasajes en mada por dos ciudades coexistentes: del siglo XXI, Olivier Mongin en La
los que se hace referencia a las peri- “la ciudad letrada” surgida a partir condición urbana (2005) señala a través
ferias urbanas: “Pobreza y fealdad se de la idea de “orden” (113), constan- de un neologismo que, en Francia, se
apelotonan a las puertas de Buenos temente amenazada por la “ciudad celebran “las virtudes de una rurbani-
Aires como pordioseros a la puerta real” (144), en especial a partir de la zación, “alquimia que logra el equili-
del palacio.”, dice Martínez Estrada modernización desde fines del siglo brio ideal entre lo rural y lo urbano.”
cuando trata de definir aquel sector XIX. Incluso más adelante agrega: “Esta
urbano al que denomina ciudad flo- Lo que me interesa puntualizar es la paradoja francesa: un país de
tante; “Maderas y latas con charcas de estos tres pasajes que pertenecen dos caras que conserva comporta-
verdosas y basuras. Son los desechos a textos que han sido emblemáticos, mientos rurales al tiempo que el Es-
de la metrópoli y al mismo tiempo al menos en el área de las humanís- tado y sus ingenieros están a la van-
un montón de escombros de sueños ticas, a la hora de hablar de las ciu- guardia de las transformaciones.”
de opulencia; lo que no quiere ser dades1 es que –y vuelvo sobre con- (16)
ciudad y queda recalcitrante fuera ceptos que, a fuerza de reiterarlos, El conjunto de citas me sugiere
y se apeñusca en los límites de la hemos naturalizado– “lo urbano” dos reflexiones: la primera es que en
campaña. Por eso tales viviendas se concibe como opuesto y en ten- los últimos setenta años –y a despe-
sórdidas y feas simultáneamente son sión permanente con “lo rural”, que cho de los cambios en la cartografía
las dos cosas: la ciudad y el campo.” el concepto de “ciudad” aparece planetaria que se traducen en bom-
(231). Cuarenta años después, y en como insuficiente –pues se habla de bardeos conceptuales como megaló-
la misma perspectiva, José Luis Ro- “ciudades”– y lo urbano necesita ser polis, posciudad, globalización, mundiali-
mero en Las ciudades y las ideas en- explicado como una estructura con zación– la discusión parece girar en
cuentra que, con la masificación de dos elementos en dependencia jerár- los mismos términos: la vieja dico-
las ciudades latinoamericanas, los quica –uno es la periferia del otro–, tomía campo/ciudad y su correlato
conglomerados urbanos yuxtaponen y que esa periferia se presenta como centro/periferia, manteniendo el
al menos dos ciudades, una de ellas un elemento de conceptualización mismo lugar de enunciación, pues se
“constituida” por “mucha gente de lábil: es flotante, anómica, lejana enuncia desde la ciudad y el campo
impreciso origen” (319), cuya carac- de la racionalidad ordenadora: con- nunca se entiende más que como “lo
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
42
Mapuches urbanos
que no es todavía ciudad”. En todos los autores citados En un lugar lejanísimo de París llamado Chile y más
se advierte una suerte de incomodidad por un proyecto específicamente en una barriada popular en las afueras
inconcluso: el discurso de lo urbano se hace desde lo ur- de la ciudad de Santiago –y esto se ha extendido hacia
bano. La ciudad letrada, la república de las letras, la ciu- otras ciudades de la Patagonia argentina–, vive un grupo
dad de las ideas habla sobre sí misma. de jóvenes que se denominan a sí mismos “mapuches
La segunda reflexión apunta a la necesidad de di- urbanos”. Por cierto estamos frente a otro fenómeno de
versalizar2 un discurso único, abriendo el juego desde la globalización que corre de la mano con las reterrito-
nuevos puntos de enunciación. Hacia allí intenta ir este rializaciones, la producción de nuevos discursos de iden-
trabajo. tidad: “reetnizaciones” o “etnogénesis” para los antro-
Lo que para Mignolo (2000) son historias locales pólogos culturales (Bengoa 48).
frente a diseños globales, para Mongin son “reterritoria- Los últimos censos realizados en Chile indican que
lizaciones,” (24), es decir, frente a “una mundialización el 9 % del total de la población es de origen mapuche
que divide, fragmenta y separa en lugar de reunir y re- y que más del 50 % de ellos viven en medios urbanos y
lacionar”, la lucha de clases se ha convertido en lucha no rurales (Chenard 1). El censo de 1992 muestra que
por los lugares (25). “La mundialización urbana”, dice el 41 % de ellos vive en la región metropolitana: los
Mongin, no es “el fin de los territorios”, sino “la reconfi- mapuches habitan las comunas pobres de la ciudad de
guración territorial” (168). Santiago como La Pintana, Colina, Pudahuel y Cerro
Sin embargo, no deja de ser interesante la absoluta vi- Navia. Además, en estas comunas se encuentra el 50 %
gencia de los parámetros coloniales en esta obra de Mon- del total de la población indígena joven –entre 15 y 29
gin. El esquema de mundo se reduce a “europeo”/”no años– a nivel nacional. (Quilapi 2).
europeo” y, en la nostalgia de una missio cartesiana inaca- Cuando en 1852 el estado chileno creó la provincia
bada, toda ciudad alejada de la racionalidad ordenadora Araucana, que hasta ese momento había sido territorio
se transforma en peligro acechante para la civitas: “En independiente mapuche, no solamente expropió estas
Europa, las ciudades, ciertas ciudades, marchan todavía tierras y las redistribuyó sino que, para hacerlo, convirtió
relativamente bien, pero en el mundo extraeuropeo se en “chilenos” a los pueblos originarios que las habita-
está jugando la suerte de lo urbano –y con ella, proba- ban. Las guerras de pacificación que siguieron y finali-
blemente, la de la democracia–. En otras regiones, lejos zaron en 1883 diezmaron la población y fueron el inicio
de nuestros acicalamientos de las formas urbanas, la ciu- de un proceso de migración interna que se intensificó
dad amenaza con volverse informe.” (171). Lo que sigue hacia 1930, recién en 1970 y bajo el gobierno de Salva-
pone en acto las especulaciones conceptuales, al tiempo dor Allende, lograron recuperar algunas tierras pero la
que escenifica los temores, del teórico francés. migración continuó, especialmente con la depredación
de los bosques nativos. De esta manera, en el proceso de
| …no deja de ser interesante la absoluta vigencia de los
parámetros coloniales en esta obra de Mongin. El esquema
43
adaptación urbano, los hijos de migrantes mapuches en tura originaria pierde consistencia, pero hay un relato
las grandes ciudades crecen entre dos hostilidades: la del que reaparece y es el referido a las vacaciones escola-
nuevo contexto que los estigmatiza por su origen y la de res: el regreso al campo. El encuentro con la familia, que
la comunidad originaria que los desconoce por “awinka- ha permanecido en el medio rural, posibilita al hijo del
dos”. (Chenard 5) migrante tomar contacto con la lengua ancestral, las le-
En un reportaje aparecido en Página 12 en el año 2006 yendas, las costumbres, los valores (Quilapi 2), pero la
Lorena Cañuqueo, una estudiante universitaria de 23 búsqueda de la identidad originaria es un camino arduo
años, explica que ella vive en Bariloche, una ciudad que que no todos se deciden a emprender.
ha articulado una imagen para el turismo, una fachada
de belleza idílica, sin embargo, alejados del circuito de
los tours están los barrios marginales habitados por ma-
puches expulsados de las zonas rurales. “Nosotros”, dice,
“somos hijos de esa gente que estuvo obligada a venirse
a las ciudades.” Pero esos jóvenes se fueron encontrando
sin proponérselo en lugares como recitales y se fue ges-
tando entre ellos una identidad que se reconocía en el
rock, el punk, las camperas con tachas y el pelo con cres-
tas, pero también con “una historia común de todas las
familias, que era la historia del despojo, de desalojos, de
negación, una serie de condiciones de subordinación.
Entonces empezamos a hablar con más firmeza de que
éramos mapuches.”, concluye Cañuqueo (Ferrari 2) que
ahora forma parte de la “Campaña de Autoafirmación
Mapuche Wefkvletuyiñ. Estamos resurgiendo”.3
En las Actas del Seminario Mapuche de Cerro Navia, Rubén
Quilapi señala que ser mapuche urbano es el reflejo de “una
simbiosis entre el mapuche que emigra a la ciudad por
problemas económicos y el mapuche que permanece en
el medio rural” y que el término muestra “dos realida-
des concretas del pueblo mapuche”, de ninguna manera
se trata de una “diferenciación étnica”. (Quilapi 2) Con
los embates sufridos para asimilarse a la ciudad, la cul-
Diversalizar
En el discurso de los jóvenes mapuches urbanos | …la dicotomía campo/ciudad, funcional a occidente por
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
ha tomado relevancia la figura del poeta David Aniñir lo menos desde hace cinco siglos, se desarticula y pierde
Quilitraro, nacido en un barrio marginal de Santiago consistencia al enunciarla desde otro lugar que considera a
y obrero de la construcción. Su primer libro, Mapurbe ambas formando parte de un todo territorial que las precede. |
(2005), difundido fundamentalmente a través de in-
ternet, muestra desde el título que la relación campo- El hambre es la constante orgánika
ciudad está en el centro de la atención. Aniñir reterri- de que estás vivo
torializa su espacio en la “pobla”4 santiaguina desde el Vivo en medio del hambre te vives
lenguaje. Santiago es mapurbe (Aniñir 6), un neologismo Acompañado de mal genio, desolación y
que muestra claramente el origen mestizo del término, miradas perdidas en el techo
44 dado que une mapu –tierra–, uno de los vocablos más El hambre fantasma de la pobla
conocidos del idioma mapuche –con un cultismo como ronda día y noche
urbe, del latín urbs-urbis. De esta manera, el nuevo voca- Por sowetos vigilia a los niños muertos
blo muestra, casi con ostentación, la unión de otros dos por inanición
vocablos provenientes de lenguas diferentes y la unión de Por las favelas desnuda a los turistas
dos lugares, campo y ciudad, pero se trata de una unión Por los suburbios rapea como primitivo
que no es fusión: no hay indiferenciación. Santiago es Y en los campamentos empapela tu visión.
también mapulandia (Aniñir 2), mierdópolis (Aniñir 6) y (Aniñir 7)
Santiagóniko (Aniñir 7). El procedimiento, que aparece
también en otros neologismos del texto, parece tener El hambre es el lugar de enunciación y, desde allí,
continuidad en su segundo libro presentado en el 2008, se emparienta con sowetos6, favelas, suburbios y campa-
que se titula Haykuches, y como el mismo autor indicó mentos7, esto es, con espacios emblemáticos del apar-
en la presentación, significa haikus mapuches5. Es de- theid africano y las periferias urbanas latinoamericanas.
cir, la utilización de la ironía que, como recurso retórico, Lo que me interesa señalar con este análisis tan sinté-
nos vuelve reflexivamente hacia la palabra enunciada, tico es que, en la perspectiva de un “mapuche urbano”,
y esto, de hecho, nos lleva a una toma de posición con de alguien que se define como un obrero de la construc-
respecto al lugar de enunciación: “Yo, lo que intento es ción que escribe, lo rural no se percibe como aquello que
plasmar en mi expresión literaria, de autoformación, mi es necesario subsumir en la norma urbana sino como el
poesía con un montón de mezclas y transculturizaciones origen que no debe olvidarse, puesto que de allí viene
que hemos tenido como generación que ha nacido en la fuerza de lo identitario: “Yo no he tenido mis cono-
la ciudad, como jóvenes mapuches. (…) Yo creo que la cimientos planteados desde la comunidad mapuche”,
diferencia (…) es que yo lo hago desde una realidad ma- dice Aniñir, “donde yo pueda defender y revalorar mis
puche urbana poblacional, marginalidad que busca no derechos y ahora soy de la ciudad.” (Muga 2) Más aún, y
marginarse.” (Ferrari 2) volviendo al planteo inicial de diversalizar los discursos,
Dos particularidades más de la poesía de Aniñir que la dicotomía campo/ciudad, funcional a occidente por lo
me interesa destacar: una es de naturaleza visual pero menos desde hace cinco siglos, se desarticula y pierde
de repercusión en el significado: se trata de la utilización consistencia al enunciarla desde otro lugar que considera
de la letra k en reemplazo del sonido gutural en palabras a ambas formando parte de un todo territorial que las
del español, especialmente en posición intermedia como precede: “tanto la ciudad como el ámbito rural son for-
eléktricas, déltikas, santiagóniko, orgánika, electróniko, elektrizado. mas de pensar el espacio que se dan mucho después de la
La k es claramente una grafía que se asocia al universo conquista –dice Lorena Cañuqueo–, pero hablan de un
punk pero también es la única que Aniñir utiliza para mismo territorio. Ciudades como Bariloche, Neuquén,
escribir los sonidos guturales del mapudugun, tal como General Roca, Bahía Blanca, están en lo que hoy se rei-
puede constatarse en la primera poesía, “Yeyipun”, de la vindica como territorio mapuche. Nosotros no nos des-
versión electrónica de su libro (Aniñir 1) De esta manera, plazamos de nuestro territorio, sí estamos desplazados
el grafema que representa el sonido gutural mapuche se de ciertas relaciones económico-sociales, muchas veces
inscribe en el vocablo castellano poniendo de manifiesto desvalorizados en nuestra identidad, pero es posible ha-
la ajenidad de su procedencia. La otra surge de una blar con firmeza de la identidad porque esto sigue per-
breve referencia a la poesía “Oda al hambre”: teneciendo a nuestro territorio ancestral.” (Ferrari 3).
Bibliografía
DEL PRESENTE
ESCRIBIR EL
PACHAKUTI
46
generacional, de manera tautológica, justifica su nove- extraño prodigio de evadir las restricciones generaciona-
dad y ancla allí su valor. No por casualidad, inaugura el les y genéricas para narrar el “presente”, con una historia
libro con un capítulo titulado “Theorytoon: el manifiesto futura. La trama se desarrolla en un tiempo desdibujado
como desinformación” o dedica sus últimas imprecacio- e improbable, que de tan elemental podría ser también
nes al “ ” (“la secuencia conceptual, discursiva y nuestro pasado. Las personas viven en manadas, en asen-
material que –según Porta– tiene lugar en las relaciones tamientos o comunidades móviles. Su realidad es vil, es
contemporáneas, ya sean pasionales o amistosas, ya sean salvaje. Y es atroz. Pero a cambio de conocer el porqué
eróticas o sólo afectuosas”). Así, con el tono desangelado de tanta miseria, nosotros [lectores] nos enteramos de
del entre-nos de las causeries –y Diario de la guerra del cerdo las peripecias de Plop [que debe su nombre al ruido que
mediante– el ensayo se convirtió en punta de laza ge- su cuerpo ha hecho al nacer cayendo en el barro] en su
neracional de los nuevos escritores españoles (¿hispano- ascendente camino hacia el Poder.1
americanos?) que, con la histórica revista Quimera como Como mero ejercicio reflexivo, propongo observar
plataforma, adquirieron desde entonces notable visibili- este estado de situación a la luz de un presente histórico
dad en los medios. No obstante, la cuestión que subyace definido. Por una cuestión de economía me centraré en
a la lectura de este fenómeno vivido, a distinta escala, el caso boliviano también de comienzos de siglo, especí-
en otros países de Latinoamérica es de qué manera los ficamente en la obra de Alcides Arguedas.2 La elección
textos narrativos y ensayísticos se hacen cargo de esa co- es antojadiza, y no. Desde hace unos años, Bolivia es epi-
yuntura que reivindican como propia. centro de cuantiosas reivindicaciones étnicas que opo-
Plop (2004), la novela que el escritor argentino Rafael nen a la pretendida cultura global, su condición postco-
Pinedo publicara antes de su sorpresiva muerte, logra el lonial y subalterna.3
[Primera tesis]
Los textos están atravesados por
| BOCADESAPO | DOSSIER ENSAYO
tensiones antagónicas
Todo es inmenso en Bolivia, todo, menos el hombre.
La idea de grande, consiguientemente, nos es familiar y común.
Alcides Arguedas, Pueblo enfermo (131)
Más que de su nombre, estaba orgulloso de su apodo. collar artificial hecho con la lana de los colores de la pa-
Y los que lo veían pastoreando en el yermo, no alcan- tria. Así, disminuido y vencido, pero con los colores pa-
zaban a comprender cómo a ese indio tuerto, canijo e trios al cuello, el patrón permitió que el ave estableciera
idiota, podían llamarlo Mallcu –el nombre aymara con cordiales relaciones con “los demás y vulgarísimos bi-
48 el que se conocía a aquel cóndor, lleno de tretas y ma- chos de corral”: “Terneros, ovejas, gallos, patos y gansos
ligno, que diezmara durante buen tiempo el ganado de pasaban orondamente a su vera, sin experimentar temor
la quiebra. Como sabemos, la eficacia de un nombre ni respeto alguno por el destronado rey de los aires” (62).
radica en la fuerza de una imposición que es ajena al Giro animal mediante, Arguedas enciende aun más el
sujeto portante: por eso Kesphi –más que Kesphi– era relato: Un día el cóndor despliega sus alas y comprueba
Mallcu. Advierto que el relato de cómo ese indio ganó su que nuevamente puede levantar vuelo, entonces hinca
apodo ilumina de manera singular el abanico de cons- sus fuertes garras al lomo graso de un marrano, “por el
telaciones simbólicas que la novela Raza de bronce (1919), que parecía sentir particular afección” y, escalando los
del boliviano Alcides Arguedas, traza con su presente y aires con su presa, desaparece “raudo en el azul, para
el nuestro. recomenzar días después sus rapiñas, pero más feroces,
Entre la descripción exuberante del paisaje y la vi- más arriesgadas, pues ya conocía a los hombres…”(63)
vencia elemental de sus pobladores, la primera parte del Si bien el narrador nos había anunciado en un prin-
texto se define por la narración de una travesía acciden- cipio que Kesphi era tonto, la narración posterior de los
tada en la que uno de los viajeros muere, víctima del río sucesos viene, si no a desmentirlo, al menos, a ponerlo
pero también de su codicia y del peso de su jumento. en duda ya que el único dato que expone para ratificar
Ese relato, entonces, hacia el final de la primera parte la supuesta tontera es que suele mostrar los dientes y huir
es enriquecido por otro con sabor a leyenda, que es éste de las palabras y de la vecindad de las personas –puesto
de la caza del cóndor por parte de Kesphi. Detengámo- que “la montaña y la soledad habían aplastado completa-
nos un momento en ese episodio: En la montaña reinaba mente su espíritu” (65). Así, la escena final se demora en
desde hacía tiempo una gran consternación, un cóndor la descripción de la valentía del indio que, resuelto a pro-
taimado que anidaba en la cima de un risco inaccesible teger su majada de nuevos ataques, trepa ágilmente por
al hombre se había enviciado con sus presas y atacaba a entre las quiebras del barranquerío y con un certero hon-
los rebaños sin temor. Algunos pastores juraron incluso dazo mata al ave y se gana para sí el nombre de Mallcu.
haber visto al mallcu vencer a las reses viejas y bravas sir- El episodio es rico en densidad simbólica e invita a
viéndose de una treta tan diabólica como audaz: Primero múltiples lecturas que pueden acaso hacer eje en cual-
escrutaba desde la altura las laderas de los montes y al quiera de los elementos convocados: la presencia de
descubrir una res al borde de un barranco, emprendía una naturaleza indómita y amenazante para el hombre
el vuelo en descenso y al llegar a la altura de su víctima, solo, el protagonismo de la comunidad, la representa-
de un fuerte aletazo la precipitaba por el despeñadero ción personificada de los animales, la remisión bíblica a
para luego deleitarse con su festín de carne. Entre los David y Goliat, la presencia del patrón y su ocurrencia
indios, surgió entonces la creencia de que era el mismo de vestir al ave con los colores patrios… Lecturas todas
demonio quien se ocultaba bajo la piel del mallcu, y tanto que podrían suspender, cuando no poner en jaque, a la
se dio a conocer esa versión en la montaña desolada que unilineal y hasta propedéutica ensayística del Arguedas
hasta los mismos brujos (yatiris) pusieron maña en sus ar- de Pueblo enfermo; como si la misma inteligencia narrativa
tes para destruirlo… La noticia llegó incluso al patrón del texto, una vez desplegada su polifonía, amenazara
de una hacienda, quien envalentonado con carabina y con traicionar el pensamiento positivista y de derecha
ayudantes se dispuso a darle caza para luego, “entusias- del autor –verdadera osamenta del relato–, para expo-
mado por el bello plumaje del bicho y sabiendo que se ner mecanismos subjetivos acaso más ocultos o quizá un
habituaba pronto a la esclavitud”, ordenó se respetase su tanto más complejos, pero igualmente permeables a la
vida a fin de jactarse con su presa. ¿De qué modo? Muti- representación etnográfica de su presente.
lando la guía de sus alas a fin de que no pudiera levantar Como se recordará, Alcides Arguedas (1879-1946)
vuelo y ciñendo al desnudo y arrugado cuello del ave, un pertenecía a una familia blanca, de ascendencia espa-
| El episodio es rico en densidad simbólica e invita
a múltiples lecturas que pueden acaso hacer eje en
ñola, ligada a la oligarquía de la tierra; ejerció como di- estirpe y mismo abolengo, razón por la que será necesario deter-
plomático en París, Londres y Madrid, llegó a ser jefe minar rápidamente las particularidades del carácter nacional
del Partido Liberal boliviano, y en 1940 resultó elegido ya en germen y, en ocasiones, hasta insistir sobre lo anotado
ministro. Pueblo enfermo –su obra más conocida– fue pu- por Bunge, forzoso e indispensable, puesto que examinamos un
blicada en España en tres ediciones, entre 1909 y 1910. mismo fenómeno colectivo, pero desde diversos puntos de vista. 49
Edmundo Paz Soldán4 refiere, con seguridad, que antes (114-115)
de su viaje a Europa, Arguedas había leído a los pen-
sadores decimonónicos de la degeneración (Gustave Le A falta de una palabra mejor, cupiera hablar de ideolo-
Bon, Gobineau, Haeckel, Morel, Lombroso) que expli- gía para referirnos a esa corriente de pensamiento domi-
caban los efectos “anormales” de la modernización a nante que a fines del siglo XIX se ofreció a modo de “caja
través de teorías médico-biológicas. Con todo, habría de herramientas” (la expresión es de Oscar Terán5) de
sido recién en 1903, con su paso por la península ibérica las que se valieron numerosos intelectuales, para generar
y el contacto con los regeneracionistas españoles (Alta- una red discursiva de prácticas disciplinares que accio-
mira, Ganivet, Maeztu, Costa) que Arguedas solidifica naron de manera altamente eficaz en la sociedad. Así,
su visión del problema nacional boliviano. Encuentro, en la configuración conceptual del positivismo comteano
efecto, en la edición que manejo la reproducción de una y spengleriano se ofreció como la cuadrícula más apro-
carta de Ramiro de Maetzu (fechada en Londres, 1909) piada para comprender, y principalmente, “detectar” los
que alienta al autor a asumir tareas redentoras con su “males raciales” que habrían de explicar el retraso y las
patria identificando “los males” terribles que la aquejan, frustraciones de aquellos países “enfermos” por la pre-
a fin de “sanarla”, ya que: “El ver y el comprender son sencia indígena. Así, inscripto en la tradición biologicista
deberes que imponen las virtudes de la sinceridad y de europea, pero también claramente influido por Nuestra
la veracidad. El patriotismo, amor al cabo, ha de ser gri- América, del argentino Carlos Octavio Bunge, Alcides Ar-
llete, no ceguera.” Maetzu asume una voz generacional guedas elabora en Pueblo enfermo la imagen de una Bolivia
y lo insta a la acción en nombre del futuro porque su hundida en una decadencia irrefrenable producto de la
presente, el presente que los reúne es “otra fuerza miste- misma sangre indígena que conforma su “raza”.
riosa; es la perspectiva de un horizonte que se entreabre
a medida que andamos, es la presión de lo futuro, es, en
suma, nuestros deseos y nuestras ignorancias, los bienes
que no poseemos y deseamos poseer, las verdades que no
conocemos y deseamos conocer.” (12)
Vaya… Cuánto entusiasmo en nombre de un futuro que
parece no llegar nunca. Pero hay otra influencia que Paz
Soldán menciona de soslayo, pero que sin embargo está ex-
plícitamente apuntada en el capítulo V de Pueblo enfermo:
Raza de bronce se inicia con una escena de pastoreo liberales de fines del siglo XIX no hicieron sino reforzar
protagonizada por una joven india de nombre Wata- ese imaginario patriarcal, reactualizándolo con nuevas
Wara sobre la que luego se centrará la acción de la se- leyes y códigos de comportamiento anclados en la sub-
50 gunda parte del texto. Las secuencias descriptivas en las yugación de las mujeres y los indios.7 Es en esa dinámica
que el narrador naturalista describe las peculiaridades que contribuye a crear una imagen maternalizada de
del mundo indígena, la geografía próxima al lago Titi- las mujeres, que su saber como tejedoras, ritualistas, y
caca, las faenas agrarias y de pesca de la etnia, los ritos principalmente, como pastoras, progresivamente se fue
propiciatorios y sus supersticiones, son el hilo narrativo desvalorizando. No es casual, entonces, observar que
sobre el que se sucede el relato hasta llegar a la segunda así como la Wata-Wara pastora de la novela muere, Ar-
parte de la novela, en la cual se desencadena la trage- guedas dedique todo el capítulo VIII de Pueblo enfermo a
dia: el joven patrón de la finca altiplánica y sus amigos criticar la incultura, frivolidad y tontera de las cholas o
sorprenden a la india en la montaña, la arrastran a una mujeres mestizas de Bolivia.
cueva cercana para gozarla colectivamente, ella se de-
fiende y muere a consecuencia de los golpes recibidos De algunos años a esta parte, nótase en Bolivia, no tanto en
en la lucha. El cuerpo de Wata-Wara, que ya antes de los hombres como en las mujeres, decidida propensión por hacer
su casamiento había sido desvirgado por el mayordomo gala de la riqueza de su traje. Han llegado al convencimiento
mestizo de la finca (violación por la que su prometido de que un buen vestido suple toda clase de deficiencias. Tal idea
incluso la castiga), se convierte entonces en el cuerpo fue introducida por esas mujeres de procedencia mestiza que no
crístico receptor de todas las violencias que conforman pudiendo ser aceptadas en los altos círculos sociales, hacían
la trama del mundo andino: la violencia blanca, la in- gala de un lujo chillón y llamativo. (201)
dia y la mestiza. Es el cuerpo sobre el que se condensa
el oprobio que rige el presente de una sociedad bipolar, Incultas, cursis, chillonas… Mientras que “las damas
definida por dos órdenes (el indígena y el colonial), y que de mayor linaje” (217) hacen gala de su progresismo y
por tanto, según la lógica misma del relato, debe ser pur- distinción, la chola –y sus pretensiones aristocráticas– se
gado con la muerte. convierte en blanco de sus críticas. Se comprende, sin
Como se recordará, en 1874 Melgarejo dicta la Ley duda, que lo que irrita a Arguedas es que la mestiza
de Ex vinculación por la cual se prohíbe la propiedad construye un sistema de moda regido por sus propias
comunal de la tierra en Bolivia; instalada la propiedad leyes, que se caracteriza –como él mismo observa– por
individual, los indígenas de las comunidades debían pa- la presencia de las sedas y los colores estridentes. Es un
gar desde entonces un “impuesto universal”. Así, bajo sistema signado por la hipérbole, por un exceso que
el aparente gesto moderno de querer igualar bajo una irrumpe y anula aquello que la moda occidental, blanca
misma ley a criollos e indígenas, se desplegaba una rapaz y europea considera como “buen gusto”. La chola opone
política de destrucción de las comunidades favoreciendo así a su minusvalía de clase un plus visual que hace eje
la expansión económica de una élite, a partir de la con- en el color, en la espectacularidad, en la estridencia. La
solidación de la economía minera y del sector exporta- encendida crítica de Arguedas corrobora, por un lado, la
dor de esa oligarquía hacendada.6 efectividad de su apuesta, y por otro, el hecho de que el
Silvia Rivera Cusicanqui ha estudiado ampliamente interés moderno, históricamente, se ha focalizado en los
cómo la subyugación de las mujeres, la opresión de los objetos producidos en series industriales; la moda, pues,
pueblos indígenas y la discriminación a quienes exhi- construyó las bases para que la lógica del deseo y de la
bieran rasgos residuales, fueron las características cons- imagen se alimentara y reconociera como “la” razón de
titutivas de la contradictoria y frustrante modernidad ser de la sociedad capitalista.
boliviana. Según explica, en la temprana República, los Susana Saulquin señala –en La muerte de la moda, un
legisladores bolivianos copiaron y adaptaron el modelo día después– que sin el desarrollo exagerado y compul-
“victoriano” de familia, sobre una matriz mucho más sivo de la moda, la sociedad industrial no habría podido
antigua de habitus y representaciones; así, las reformas desenvolverse, ya que las necesidades reales de las perso-
[Tercera tesis]
El tercero es el primero
sólo proveyó y comercializó el estaño utilizado en la Pri- Pero las razones por las que el discurso del “crisol de
mera Guerra Mundial, sino que incluso, hacia los años razas” transculturador –tan caro a un Ortiz, a un Án-
cuarenta, Patiño era uno de los hombres más acaudala- gel Rama, o incluso a un García Canclini más “hibridi-
dos del mundo. Su fortuna –recordemos– comienza con zante”– no arraigó en Bolivia, son puntuales y contun-
el descubrimiento de una veta sumamente rica en el ce- dentes. El joven Arguedas nos ofrece nuevamente pistas
52 rro Llallagua (Potosí), hacia el 1900, veta que en los años al respecto: en 1904 (con sólo veinticinco años) publica su
siguientes será horadada por verdaderos topos humanos primera novela, Wuata Wuara que, según él mismo ha ex-
hasta crear seiscientos kilómetros de galerías subterrá- presado, es una primera versión menos lograda de Raza
neas. Sobre Llallagua y la explotación de otras minas ad- de bronce. Sin embargo, al revisarla comprobamos que si
quiridas posteriormente (Siglo XX, Uncía, Huanuni), se bien la trama se centra en la historia de la violación y
asienta la gran riqueza del llamado “rey del estaño”: en muerte de la pastora, hay una escena final que la segunda
dos décadas apenas, Patiño llegó a forjar negocios e inte- versión –casualmente– elide: Encendida por la ira y el
reses en Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Malaya, deseo de venganza, la novela concluye con una escena de
Nigeria y a jugar un papel clave no sólo en la conforma- antropofagia protagonizada por la comunidad.
ción del Comité Internacional del Estaño (el primer car- Tal desenlace, entre modernista y bizarro, y la nota
tel que intentó controlar el precio de una materia prima) de “Advertencia” que antecedía al texto –en la que el
sino incluso en la configuración simbólica del “ser na- autor expresaba que sólo se había limitado a consignar
cional boliviano”.10 Para el caso, apuntemos solamente los hechos tales como constaban en las actas del proceso
que fue con la ayuda del industrial minero que hacia los de un caso real sucedido en las orillas del lago Titicaca–
años veinte, Alcides Arguedas escribe cinco de los ocho provocó que tempranamente se identificara a Arguedas
volúmenes proyectados de su Historia general de Bolivia. como un polémico crítico del proceso de modernización
Hoy, además de una universidad, “Simón I. Patiño” iniciado por el partido conservador y continuado luego,
es un centro pedagógico y cultural ubicado en la anti- por el liberal. Consideración que –suponemos– en la
gua propiedad del industrial conocida como el Palacio versión posterior del texto decide “corregir” por una ra-
Portales, situado al norte de la ciudad de Cochabamba. zón evidente: la narración de este episodio venía a dotar
El palacio fue construido entre 1915 y 1927 por el ar- de espesor simbólico y legitimidad a una práctica que
quitecto francés Eugène Bliault, mientas Patiño residía –sucedido el caso Mohoza– distaba de ser excepcional.
en Francia como ministro plenipotenciario de la nación. El caso Mohoza se inscribe dentro de la guerra ci-
Entiendo que en los conflictivos y contradictorios plie- vil de 1899 que enfrenta a los liberales de la ascendente
gues que Alcides Arguedas elabora para entender la cul- clase media de La Paz, aliados a los mineros del estaño,
tura de su país, debe necesariamente leerse, de manera contra los conservadores de la vieja oligarquía minera
harto cifrada, la figura de Simón I. Patiño. La trunca de la plata de Sucre. Los liberales, liderados por Juan
modernidad boliviana, la existencia de dos mundos Manuel Pando, deciden buscar el apoyo aymara para
absolutamente opuestos, interdependientes y paralelos derrocar al partido conservador, sin imaginar que los re-
(uno signado por el cosmopolitismo y la riqueza; y el otro clamos de los indios asumirían una modulación propia.
por la miseria y la explotación), se condensa y explica en La investigadora Marta Irurozqui subraya que la partici-
la manifiesta paradoja de que haya sido un cholo quien, pación indígena en las luchas emancipatorias fue –con-
sobre una montaña de topos, se haya autoproclamado tra lo que comúnmente podría pensarse– clave: Si hacia
“rey”. 1870, el ejercicio de su eficaz violencia revolucionaria
los convertía discursivamente en “patriotas”; ocurrida la
“masacre de Mohoza” en la que tropas aymaras matan
a ciento veinte soldados de caballería del partido liberal,
junto a varios vecinos del pueblo y hacendados locales,
| En el imaginario criollo, la escena de canibalismo expresa,
cometiendo luego actos de antropofagia, se opera una
de un modo cáustico y visceral, el miedo a una venganza
radical inversión en la valoración del indio. En efecto, el
indígena que –desde el vamos– se sabe justificada por siglos
líder aymara Pablo Zárate Willka que estaba al mando
de abuso y opresión. |
de la tropa tenía su propio proyecto político: después
de la derrota conservadora, los indios atacan a sus ex Sin caer en esencialismos, pero tampoco en miopías,
aliados liberales en busca de la restitución de las tierras las actuales reivindicaciones comunitaristas de los pue-
comunales usurpadas y la constitución de un gobierno blos indígenas bolivianos demuestran que la comunidad
muerta
por GISELA HEFFES
Theresa. Así se llamaba. Tenía las piernas gordas como dos patas
de jamón. De esas que cuelgan en los almacenes y cantinas
españolas. Rosadas, llenas de estrías y contusiones azules.
Amarillentas por momentos. Muy flácidas. A veces incluso
translúcidas.
En realidad, yo le hacía un favor a su hermana. Ella me mandó.
Primero, me pidió que lo hiciera una vez por semana. A la
tarde, cuando salía de trabajar. ¿Qué me costaba? Los chicos
están grandes, me dije. Pueden quedarse solos un rato. Les
dejo la comida en la heladera y ellos la calientan. Les dejo una
nota sobre la mesa con letra grande así la ven. Seguro que ni
la van a mirar.
—Podés ir después de trabajar, cinco minutitos nomás– insistió
la hermana, como leyendo mi mente. Después colgó. Yo le te-
nía aprecio. Yo la quería. Ella me había ayudado tiempo atrás
y yo me sentía en deuda con ella. Nos habíamos conocido en
la ciudad, más de diez años atrás, pero ahora estaba lejos, en
Missouri.
Yo vivía en una parte céntrica de la ciudad, aunque esta ciudad,
como la mayoría de las ciudades norteamericanas, no tenía
centro: era una amalgama de rutas, carreteras, puentes, cur-
vaturas metálicas y de cemento, una película eterna, gris,
dura, y autos, autos y más autos. Y en sus orificios se erguían,
desparramados, edificios altos y puntiagudos, incisivos como
los colmillos de un tiburón, torcidos, retorcidos, brillantes, en-
ceguecedores.
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Pero la casa de Theresa no estaba en la ciudad. Estaba alejada, en resa. Tenía un pantalón elastizado azul marino y una remera
las afueras, en un suburbio que se abría en el espacio luego de blanca, medio raída y larga. Había una inscripción desteñida
atravesar incontables autopistas. Vivía en una casa rodante, en la parte superior derecha, en la que se leía el nombre de una
junto a miles más. Era un parque en el que se alquilaba el lote y universidad. Theresa me sonrió e invitó a pasar. Me esperaba.
cada cual estacionaba su trailer y pagaba un alquiler. Entonces Su hermana le había telefoneado para avisarle que yo vendría.
las casas dejaban de ser –rodantes– y se volvían sedentarias. Theresa creía que mi presencia allí era una exageración de su
Las ruedas desaparecían, hundidas en el suelo blando, rodea- hermana, pero Theresa estaba acostumbrada a las exagera-
das de matorrales y yuyos a veces incluso llenos de espinas. En ciones, de manera que esto también se lo tomó con calma.
el frente de estas casas había, en general, todo tipo de mue- —¿Te gustan?– me preguntó, un poco para decir algo; otro poco,
bles: sillones raídos, mesas y sillas, parrillas para asar, hornos porque mis ojos tropezaron de inmediato con las diez sillas
viejos y vacíos en cuyo interior crecían plantas e hibernaban que se amontonaban hasta tocar el techo.
miles de ardillas, macetas, escobas, zapatos sin sus pares —Sí, parecen cómodas– contesté. Mentía. Lo cierto es que era
correspondientes, bolsas de plástico negras, posiblemente imposible distinguirlas del resto de los objetos y verificar, por
llenas con ropa usada, y heladeras desenchufadas, abiertas o lo tanto, su nivel de confortabilidad.
cerradas, y en las que crecían flores y pájaros silvestres. —A mí no– retrucó. –Las voy a vender. Las compré un día porque
Me tomó un buen rato encontrar el número del trailer de The- estaban a un dólar cada una, y pensé que sería bueno para re-
resa. Estaba oculto bajo la frondosidad de un matorral que cibir visitas, pero me ocupan mucho lugar y ahora quiero des-
se empeñaba en ocupar gran parte del frente de la casa. No hacerme de ellas.
había timbre, por lo que golpeé a la puerta aunque estuviera Después, sin que yo le pidiera ver más, me mostró siete tipos
entornada. Nadie contestó. Esperé unos minutos más y volví diferentes de aparatos telefónicos. Estaban todos en una caja,
a golpear de nuevo. Esta vez abrí un poco más, pero mis ojos y me advirtió con sincera preocupación que estaba buscando
no pudieron avanzar demasiado ya que de inmediato se tro- un lugar en donde exhibirlos.
pezaron con objetos, miles de objetos que se aglomeraban —Soy una enamorada de los zapatos– me dijo luego, cambiando
por toda la casa y que me impedían el paso. Su hermana me abruptamente de tema. Y me llevó, en medio de cajas, mesas
había dicho una vez que Theresa era aficionada a los yard sales pequeñas, estatuas y libros, a otra habitación en cuyo placard
o garage sales (suerte de feria americana que se monta en los guardaba por lo menos trescientos zapatos.
jardines de las casas, generalmente al frente, y donde se ven- —¡Son todos tuyos!– exclamé. Creo que nunca había visto tantos
den objetos, toda clase de objetos, a precios muy muy bajos). zapatos juntos.
Los yard o garage sales eran como un mercado de pulgas indi- —No todos me entran– me aclaró. –Algunos los compré sólo por
vidual, tenían lugar en la privacidad de una casa, y el o la inte- cincuenta centavos, y otros porque me parecían originales y
resada debía visitar cada jardín para ver los objetos. De hecho lindos.
–y esto lo iba recordando mientras mis ojos se desplazaban Sin apuro, comenzó a sacar los zapatos de las cajas, mostrán-
de un teléfono descompuesto a una muñeca de porcelana sin dome la textura del cuero, la calidad de los tacos, la extensión
brazos, de una alfombra arrollada en una esquina a diez sillas de los lazos, la extravagancia de las flores, la excelencia de las
apiladas sobre una mesa de madera que, seguramente, nunca suelas
se usaría– algunas personas recorrían sistemáticamente estos —Ves, esta sandalia me entra, pero hay que arreglarle el taco,
laberintos de objetos usados todos los fines de semana, desde y a esta zapatilla, le hace falta un par de cordones. –Theresa
bien temprano a la mañana, hasta tarde en la noche. Sin duda, me miraba, expectante, orgullosa de sus hallazgos, temiendo
me dije, en esta actividad existe, aunque de manera vedada, incluso mi envidia. –Algunos son viejos, más viejos que mi
una verdadera política del reciclaje. abuela –continuó. – Voy a venderlos por e-bay y pedir el doble,
Luego de golpear a la puerta más fuerte, apareció por fin The- seguro que los vendo rapidísimo.
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Theresa resopló, con fatiga. Quise preguntarle cómo sacaría —¿Cómo no aprovechar la oferta?– me preguntó, mirando hacia
tiempo para registrar cada uno de sus objetos y ponerlos en el cielo raso y abanicándose con un revista de la época de Ro-
Internet. Ese trabajo en sí podría demandarle meses, tal vez nald y Nancy Reagan.
años. Sin embargo asentí sin decir nada. Algo me retuvo y no Lo que en apariencia era un hobby (y así lo definían los aficio-
me animé a hacerle ésta o cualquier otra pregunta. En defini- nados a los yard sales) comenzó a parecerme más un vicio.
tiva, no era mi problema. Theresa no podía dejar de comprar. Compraba de todo, y para
Theresa tenía una personalidad particular y su cuerpo enorme todos los tiempos y todas las personas. Compraba incluso pro-
me atemorizaba. Su rostro rosado, aunque sonriente, me ductos viejos como cremas, jabones, pastas dentífricas. En al-
parecía de una tranquilidad amenazante. Le tomé la presión gunas ocasiones, creía que se beneficiaba de los bajos precios;
arterial como le había prometido a su hermana y me retiré. en otras, tenía la convicción de que podría revenderlos por el
La tenía alta. doble. Theresa no discriminaba. Y la cantidad era una condi-
Estas visitas se hicieron frecuentes. Con el fin de retribuir un ción constante de este hábito.
viejo favor a su hermana, dos o tres veces por semana pasaba En la fría soledad del universo, en la soledad azul del mundo,
por lo de Theresa, después del trabajo, y le tomaba la presión en la exasperante soledad de la ciudad, Theresa conjuraba
arterial. En cada visita le subía un poco más. Del mismo modo, su aislamiento por medio de una continua aglomeración de
cada pequeño hueco de su casa iba siendo ocupado por más objetos. Pero a pesar del imperturbable silencio de su trailer,
objetos que la misma Theresa, religiosamente, compraba en Theresa era una monarca hiperbólica que reinaba rodeada de
los yard sales todos los fines de semana. sus fieles payasos de vidrio, cuadros de fruta, panes duros y
Una vez me pidió que le buscara un escarbadientes. Pensé que mohosos, vinos, libros de autores desconocidos, lámparas,
era una broma, aunque Theresa no parecía tener un amplio brújulas, torres en miniatura y bicicletas oxidadas. Y con ellos
sentido del humor. Un escarbadientes en esa maraña de ob- establecía una relación de soberanía en las que, incluso, exis-
jetos era para mí más difícil que todas las misiones imposi- tían las revoluciones, la represión y la autarquía.
bles de James Bond. Theresa reposaba llena de sudor sobre La presión arterial de Theresa subía. Subía como el volumen de
la cama. Advirtió mi sobresalto y apuntó, con cierta ternura, objetos que la rodeaba. Entonces hablé con su hermana. Le
hacia un armario encima de la pileta de la cocina. Me asombré previne, era mi obligación como enfermera certificada. Esa
que tuviera por lo menos treinta cajas de escarbadientes. Le misma tarde encontré a Theresa en el suelo, sepultada bajo
pregunté, esta vez, de dónde había sacado tantas. Me explicó, unos bastidores que acababa de adquirir por casi nada. Los
aun en la cama, que las vendían por mayor en la farmacia, a bastidores, lleno de diseños japoneses, se encontraban dise-
casi mitad de precio. minados por todo el trailer, complicando aún más el tránsito
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de un espacio a otro. Había que sortear además objetos que Di la vuelta y traté de abrir una de las ventanas, pero estaba
no había visto en mis visitas anteriores, como una máquina de también obstruida. Con los ojos pegados al vidrio, noté que
coser Singer, una casa de muñecas y una mesita con ruedas junto a la ventana Theresa había colocado una pecera enorme
para revistas y diarios. Horizontal, con la rueda de un triciclo con peces de colores y hasta una tortuga marina. Vi a través
sobre su rostro grande y rosado, Theresa respiraba. Tuve que del agua, unos maniquíes desnudos, aunque me pareció que
advertirle sobre el peligro de vivir con todos estos objetos que un leve resplandor se desprendía de sus ojos vaciados. Luego
no sólo le quitaban el aire sino que además estaban acompa- me tropecé con el payaso de vidrio, más colorido que antes,
ñados por pesticidas y venenos, y que, en algunos casos, es- y una calesita con animalitos que parecía girar aunque nadie
taban fabricados con materiales que en la actualidad estaban le diera cuerda. Pensé que estaba alucinando. Me dirigí en-
prohibidos, por su alto contenido tóxico. tonces hacia la puerta de atrás. Su auto estaba estacionado
Theresa se recuperó. Yo le insistí en que ella misma hiciera una a unos pasos del trailer. Me acerqué despacio, con creciente
yard sale en el frente de su trailer, y que se deshiciera de to- preocupación. Sobresaltada, vi que el auto de Theresa estaba
dos los objetos que no usaba. Me miró indignada y se despidió lleno de revistas de historietas de los años cuarenta. Cajas y
pronto, apurada. cajas con historietas. Otra caja repleta de golosinas viejas, en
Durante un mes no pude regresar. Había tenido que viajar a Chi- el piso. Avancé un poco más, y pude ver junto al auto, en di-
cago para un entrenamiento relacionado con las salas de de- rección opuesta al trailer, el cuerpo de Theresa recostado en el
pósito de instrumentos y materiales de residuos, y en el que piso sobre una colchoneta, cubierto con una manta floreada y
se examinaban los riesgos inherentes a los procedimientos de sujetando una almohada. Los párpados descansaban a la par
limpieza y desinfección de los mismos. Si bien le había avisado de Theresa. Le toqué la frente: estaba fría. Fría y pálida, The-
a su hermana, ésta me llamó un día preocupada: hacía días resa reposaba. A través de una curiosa sintaxis amorosa, The-
que no tenía noticias de Theresa. Le prometí ir a visitarla, a mi resa y sus objetos se habían finalmente poseído. Una ballena
regreso, en una semana. enorme y blanca que alguien más coleccionaría, en un edificio
Nadie contestó a la puerta. Aplaudí, llamé con mi celular al de esterilizado, dentro de los archivos monumentales de la hu-
Theresa, grité y hasta regresé al auto y toqué bocina. Nada. manidad, donde se coleccionan estos especímenes extraños,
Imposible penetrar. La puerta estaba bloqueada. Había cajas y solitarios, muertos en la orilla del mar, una corriente que la de-
más objetos detrás. Al ver, por el resquicio, este espectáculo, parara en otro lugar, el lugar equivocado.
me angustié. Era un sentimiento inexplicable. Empecé a gri-
tar. Intenté mover las cajas y abrir la puerta lo suficiente como
para entrar, pero los objetos formaban un muro impenetrable.
ANTONIO DI BENEDETTO, PERIODISTA
peligrosas
comportarían los animales ante la falta momentánea del
sol? No se conformó con asomarse por la venta. Quiso
saber qué pasaba en realidad y se empeñó en disipar su
intriga. Ya adulto, Di Benedetto recordó aquella expe-
riencia:
A lo largo de su vida, el escritor mendocino
se asumió desde un doble lugar de escritor Me dirigí al Jardín Zoológico de Mendoza. Pedí hablar con el
director y le pedí que me autorizara para estar unas dos o tres
y periodista. Este artículo aborda ese otro
horas dentro del zoológico, observando a ver si los animales
perfil, menos conocido o estudiado y que, percibían la disminución de la intensidad solar y si mostraban
miedo, que era lo que quería saber yo. Me autorizaron. Algunos
sin embargo, desencadenó su detención y
de mis compañeros, que estaban al tanto de mi experiencia,
cautiverio en 1976. me esperaron a la salida del zoológico para preguntarme cómo
por NATALIA GELÓS habían reaccionado. Y yo, según quién me lo preguntaba, tuve
dos versiones. Para los que tenían más confianza, les decía:
“Prácticamente no pasó nada, ni se dieron cuenta. Para ellos,
E
n él convivieron el periodista y el escritor. Allí, no hubo eclipse”. Pero para los más cándidos, a los que yo repu-
bajo el cobijo del manto andino, Antonio Di Be- taba de inferiores mentales, les inventé historias. Les conté que el
nedetto desarrolló la mayor parte de una obra mono había hecho tal o cual cosa con la mona, que el león había
que hoy lo ubica entre las mejores plumas de la literatura bostezado y que el tigre se había abalanzado sobre su enemigo
latinoamericana. Fue escritor. Fue periodista. Muchas sin necesidad del eclipse porque él se consideraba importante y
veces, el primero opacó al segundo. La historia de este por lo tanto atacaba con mucha frecuencia.1
Di Benedetto periodista tiene sombras ocasionadas por
la propia luz del escritor, aunque ese oficio fue el que La cita es rica en varios sentidos. El Di Benedetto
definió el rumbo que tomó su vida hasta el final. Tras lí- adulto reconstruye un pasado en el que el periodismo y
neas y líneas de análisis y críticas literarias, han quedado la literatura, la tensión entre ficción y realidad, se hacen
dos cuestiones olvidadas: la estrecha relación de Di Be- presentes. Muestra a alguien que se debate en presentar
nedetto con el periodismo –es injusto pensarlo separado los hechos tal y como habían ocurridos, respetando así
de su oficio– y la incidencia que tuvo la profesión aquella el requisito indispensable del oficio periodístico, o in-
noche de 1976 en la que un grupo de militares irrumpió ternarse en el juego de la ficción. Con humor –y cierta
en el diario Los Andes y dio comienzo a la pesadilla que malicia–, ese niño que Di Benedetto recuerda asume los
nunca lo abandonaría. dos caminos y juega con el poder que le otorga una au-
La sombra del escritor opacó a lo largo de su historia diencia cautiva. Subyacen en esa historia la curiosidad
al periodista que, con ideales forjados en el liberalismo del periodista, el goce por la inventiva, por el juego con
tradicional, mantendría una ética que lo llevaría a en- la realidad, y la manipulación, presente ésta en ambas
frentar al poder de turno. formas de relato.
HACIA LA CIMA
Comenzó a ejercer el oficio de joven, a los dieciséis Las cosas marcharon en orden. Una frondosa activi-
años. Sus comienzos habían sido en pequeños periódicos dad literaria le permitió publicar ficción y viajar por el
de la provincia, La Semana, La Libertad y, en poco tiempo, mundo: Francia, Inglaterra, Italia. Fue así como asistió a
| BOCADESAPO | PERIODISMO
consiguió colaborar en medios capitalinos. Su experien- la entrega de los Oscars en 1965. Su cobertura se publicó
cia más importante, por aquellos años, fue la cobertura en el suplemento “Artes y Espectáculos” que él dirigía.
del terremoto de San Juan, en 19442. Las notas fueron Para entonces, había producido una obra literaria
publicadas en La Prensa. Lo que él mismo llamó su “pri- sólida, con reconocimiento en el exterior. Mundo animal
mera gran nota” daba la noticia de la muerte de unas (1953), Grot (1957 – luego reeditada como Cuentos Claros),
1200 personas. Declinación y Ángel (1958), El cariño de los tontos (1961) y El
El fantasma de la muerte lo acompañó desde su in- silenciero (1963) se apilaban con su firma. Luego de una
fancia, ya desde su primer respiro, un 2 de noviembre, década de experiencia en el periodismo, dirigía el suple- 61
fecha en que se celebra el Día de los Muertos. A los diez mento de cultura y espectáculos del diario Los Andes.
años, falleció su padre y las sospechas de suicidio lo ator- Ese 1967, Di Benedetto lo comenzó, entonces, con
mentaron hasta que, a los 25 años, decidió despejar esa una consolidada posición como periodista y escritor. Ha-
duda. Nunca llegó a comprobarlo, pero esa pregunta bía recorrido el mundo a través de becas y, como enviado
quedó abierta para siempre3. La idea de suicidio, y, a especial, había viajado a Europa, África, Estados Uni-
su vez, el miedo a la muerte, merodeaban, en estado la- dos. Gozaba de renombre en la sociedad mendocina. En
tente, en su espíritu. Ese verano de 1944, Di Benedetto 1957 había ganado el concurso para la realización del
se encontró con calles pobladas de cuerpos tan destroza- guión de la fiesta de la Vendimia y lo presentó al año
dos como la ciudad que la tierra se tragaba. La muerte, siguiente junto a Abelardo Vázquez y Alberto Rodrí-
esa vieja amiga, lo saludaba una vez más. En esa oportu- guez (h). De su matrimonio con Luz Bono, había nacido
nidad, le abría camino para mostrar su calidad periodís- Luz, que ya tenía siete años. Tenía amigos, pocos pero
tica, para darle notoriedad en el periodismo gráfico, lo selectos; una casa hecha a medida en una esquina men-
que él llamo “el empellón definitivo al oficio”4. docina. Su vida se veía próspera, se anunciaba sin so-
Uno año después, Di Benedetto ingresó al diario Los bresaltos. Aquellos primeros pasos en el oficio quedaban
Andes. Se casó con Luz Bono. Publicó en 1953 su libro atrás. Consolidado en lo suyo, no imaginaba que un giro
de cuentos Mundo Animal y, en 1955, organizó la filial inesperado aguardaba el pie para entrar en escena. No
de Mendoza de la Sociedad Argentina de Escritores. lo sospechaba aún pero cuando asumía la subdirección
Ese mismo año se publicó El Pentágono. Un año después de Los Andes, Di Benedetto comenzaba una etapa de su
llegó Zama y con ella abrió para siempre su lugar en la vida que, sin desvíos, lo conducía a su final.
literatura. También en 1956, fue nombrado supervisor
en Cuyo del diario La Prensa, del que era corresponsal.
También incursionó en la enseñanza del periodismo.
Cerca de cinco años estuvo al frente de la cátedra de
Redacción Periodística en la Escuela Superior de Perio-
dismo de Mendoza. Los Andes era un diario tradicional
que había sido fundado en 1882 por Adolfo Calle y que
había mantenido una línea editorial de corte conser-
vadurista. Institución con peso en la región cuyana, el
medio se hacía fuerte en la provincia y entrar allí era a
lo máximo que se podía aspirar en cuanto a magnitud
editorial de la región.
un hombre de pequeña estatura y una delgadez gallarda y apostó por mi futuro como sólo puede hacerlo un padre o un
que contrastaba con una personalidad que dejó una hermano mayor. Naturalmente, uno con un padre, discute mu-
marca en quienes lo conocieron. cho. Controlaba especialmente las notas de opinión. Prefería un
periodismo lejano a la opinión y a la polémica. En este punto
Nunca he hecho política de ninguna especie. Y aunque era esen- no coincidíamos para nada. Digamos que lo hice rabiar mucho.
cialmente antiperonista, no dejaba traslucir esas convicciones al Pero conmigo se planteó de entrada un código: si había que
periódico que conducía. Mi antiperonismo era una cosa latente, cortar, porque yo era bastante opinante, directamente la nota
62 una cuestión casi borgeana, bastante inofensiva. De ahí a adhe- no salía.
rir a grupos de fuerza hay un gran trecho 5
Fue en la cotidianeidad de una redacción que la
Antiperonista y opuesto a todo dogma, como lo des- muerte golpeó una vez más la puerta de Di Benedetto.
cribe su amigo Emilio Fluixá, Di Benedetto decía inten- Atienza recuerda que en El Andino (periódico vespertino
tar que esa actitud –casi utópica– de objetividad se man- de los Calle, también dirigido por Di Benedetto) traba-
tuviera en el periodismo que ejercía. jaba un joven solitario, parco, que cierta vez le anun-
Alberto Atienza habló por primera vez con Di Be- ció al subdirector que iba a suicidarse. Di Benedetto no
nedetto cuando rindió ante él su prueba de ingreso para le creyó. El joven murió bajo las ruedas de un micro.
el diario Los Andes. Hablaron de literatura y el aspirante Tiempo después de que eso ocurriera, Di Benedetto le
pasó el examen. A lo largo de los años, Atienza adhirió pidió a Atienza, que era jefe de policiales en el vesper-
cariño a la admiración que tenía por él. tino, y a Rafael Morán, jefe de policiales de Los Andes,
que prepararan informes sobre suicidios. “Algo así como
Antipático y simpático a la par –recuerda–. Era terminante. crónicas subjetivas, pareceres, detalles, sensaciones”,
Si algún periodista descendía del escalafón en que él lo situaba dice Atienza. Di Benedetto había quedado devastado
(o si se hallaba en un puesto bajo en el que él lo colocó en un por la muerte de ese joven. Al mismo tiempo, tomaba
principio) su trato con ese colega era frío y distante. En cambio, forma Los Suicidas. Años después, Di Benedetto volvió
si uno ganaba su aprobación, luego del tema laboral iniciaba sobre esa amenaza que no tomó en serio; la enfrentó en
conversaciones amables. Desplegaba su sentido del humor. 6 Sombras, nada más, la exorcizó a través de Maldoror, un
joven que llega a la redacción y mantiene una relación
La voz de Di Benedetto se recupera a partir de ciertos filosa con Emanuel, protagonista de la novela. Maldoror
pasajes de Sombras, nada más, su último libro. Una mezcla termina con sus días al arrojarse a las ruedas de un auto-
de ficción y realidad del que más de una vez el autor bús. Emanuel, entonces, se cuestiona el no haber hecho
definió como autobiográfica por excelencia.7 Ciertos pa- nada para impedirlo. “Repasa (Emanuel), como acome-
sajes coinciden con testimonios brindados por la gente tido por una punzada, la muerte de Maldoror, que él
que lo conoció o por sus propias palabras, en entrevistas posiblemente pudo haber impedido.”8
que dio a distintos medios. La actriz Ana María Giunta conoció a Di Benedetto
Di Benedetto se sentía más cómodo con los jóvenes. cuando éste era Jefe de sección de “Artes y Espectácu-
Si eran, según su criterio, competentes, les brindaba po- los”. Ella formaba parte de la Sociedad Argentina de Es-
sibilidades a los que ingresaban al diario y fomentaba el critores, era secretaria, e integraba grupos de literatura
crecimiento de quienes él consideraba que lo merecían. de jóvenes. Para promocionar sus actividades, visitaba el
Manuel Corominola se acuerda también de su examen diario con frecuencia. Giunta recuerda a Di Benedetto
ante Di Benedetto. El subdirector lo envió a hacer una como un hombre melancólico, que escondía su tristeza
nota como prueba. “Por aquellos años se empezaba a tras la máscara de la distancia:
usar la minifalda –cuenta– y los colectiveros usaban unos
espejitos diminutos que apuntaban desde abajo, para po- Se sentaba en un sillón, en su escritorio, y ponía todo en penum-
der verle la ropa interior a las chicas. Hice un artículo bras. Sólo a él le daba la luz. Creo que jugaba a ese personaje de
sobre eso”. Con la nota en la mano temblorosa, llegó hermético. Él parecía soberbio, pero era un nostálgico, un me-
ante Di Benedetto. El subdirector la leyó en silencio y lancólico. Y ponía distancias porque le costaba mucho lo social.
mandó un fotógrafo para que graficara lo que al otro día Era muy cuidadoso de su privacidad. Cuando yo le preguntaba
saldría publicado en el diario y armaría un gran revuelo. por cuestiones del diario, él me agarraba la perilla y me decía:
Rodolfo Braceli trabajó en la misma oficina que Di “A usted no le importa”. Tenía siempre una infinita tristeza.9
Benedetto desde 1960 a 1965, en la sección “Artes y Es-
pectáculos”.
EL ABSURDO NO PIDE PERMISO
Poder, mujeres, inteligencia y una actitud introver- Ese Di Benedetto que llegaba a la subdirección del
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tida, alejada de las actividades sociales, volvían a Di Be- diario Los Andes ignoraba que poco antes de cumplir sus
nedetto una persona tan querida como odiada. En 1969, diez años en ese puesto acabaría preso de una dictadura
durante el lanzamiento de Los Suicidas, Di Benedetto fue militar que haría trizas todo aquello que había logrado.
entrevistado por un canal de televisión y dijo sobre la Nada le inducía a pensar que el mismo 24 de marzo de
obra: “En una de sus lecturas, puede ser considerada 1976, a horas de instaurado el golpe militar, comenzaría
como un manual de suicidios”. una estadía en el infierno que duraría 526 días, con tras-
Otros rencores respondían a desacuerdos políticos o lado a La Plata, torturas, humillaciones y simulacros de
ese muro inviolable que levantaba. El periodista Ramón fusilamientos. Un infierno obstinado que lo acompaña- 63
Abalo reconoce que Di Benedetto no era una figura de ría por el resto de su vida.
su agrado: “Sentía mucha tirria por él. No le gustaba la Fue detenido, para sorpresa de todos, y la pre-
idea del Sindicato de Prensa. Prefería seguir en el Cir- gunta se planteó para siempre: ¿Por qué? Las respuestas
culo de Periodistas, donde no se mezclaba con quienes a lo largo de los años rondaron el mito y las especulacio-
no lo eran”, dice. Sin embargo, el día menos pensado nes. Nada cercano a una respuesta realista que, quizá,
Abalo y Di Benedetto se sentaron a beber ron como dos tampoco habría que esperar. Esa herida instaurada por
amigos. Fue en 1975, cuando el presidente del Banco de esa pregunta imposible se arraigó en la vida de Di Bene-
Mendoza, que anunciaba su retiro, dio un discurso en el detto y nunca más cicatrizó.
que atacaba una nota publicada en Los Andes unos días En 1977, al quedar en libertad luego de que perso-
antes. Abalo cuenta que Di Benedetto estaba presente y nalidades de la cultura pidieran por él y que la escultora
se acercó furioso al orador. “El encontronazo continuó Adelma Petroni encabezara, incansable, la lucha por su
afuera –dice–. La situación se ponía cada vez más vio- liberación, sobrevino el exilio europeo. Trató como pudo
lenta. En un momento, sólo quedamos él, un compañero de rehacer su vida. Como a todos los exiliados, no le fue
y yo. “Tomémonos un ron”, nos dijo. “Dos cosas me lla- fácil. Arrancar desde cero en lo económico y en lo profe-
maron la atención: su enojo y la invitación.” sional a los cincuenta y cinco años, con las humillaciones
que había vivido, con ese desbarajuste descomunal que
produce el golpe de lo inesperado, fue una ardua tarea.
Consiguió colaborar en medios españoles.
El exilio y su posterior retorno, en 1984, también es-
tuvieron marcados por su actividad periodística. En el
exterior, el oficio fue el que le permitió reponerse –en la
medida de lo posible– a ese Di Benedetto desvencijado
física y anímicamente. Su retorno al país fue cubierto
ampliamente por la prensa nacional, que lo recibió con
honores y elogios que, luego de su muerte, se volvieron
reproches por esa figura que, decían, había sido olvidada
durante años. El periodismo local había bordado para él
la imagen de la víctima inocente de la dictadura. Poco
tiempo después de su regreso, Di Benedetto murió. Era
octubre de 1986. En vida, y pese al miedo que se había
arraigado en él, Di Benedetto había recorrido distintas
oficinas gubernamentales para conocer los motivos de
su detención. Nunca obtuvo la respuesta. Nunca halló
la explicación lógica a lo que había vivido. A su muerte,
los medios lo presentaron como “la víctima del olvido”.
compartían con él aquellos días refuerzan la idea de mundo fue la publicación de la noticia que destapó las
que el férreo compromiso con la libertad de expre- maniobras de la agrupación de derecha chilena Pa-
sión, con la convicción en objetividad periodística, lo tria y Libertad, que se organizaba para atentar contra
movieron a publicar noticias que, sin dudas, afectaban el entonces presidente Salvador Allende en mayo de
al poder de turno. 1973. Éstos habían sido dados por muertos, en lo que
Di Benedetto no militaba en ninguna agrupación, se describió como un accidente aéreo, y Di Benedetto
no creía en verticalismos políticos, pero estaba com- dio vía libre para publicar la noticia que desmoronaba
prometido con el ejercicio del periodismo. Y ciertos esa mentira.
64 gestos y decisiones editoriales que tomó desde su Además, en la era dibenedettiana de Los Andes, se pu-
puesto de subdirector lo ubicaron en un lugar que po- blicaron periódicamente noticias que revelaban des-
dría verse como “fastidioso” ante los intereses impe- apariciones o muertes que tenían a los militares como
rantes en la primera mitad de los años setenta, cuando últimos responsables.
la Triple A se hacía fuerte y preparaba el camino para Los porqués de su detención son esquivos. Hay mu-
el último golpe militar que sufrió el país. Una serie de cho de leyenda que con el tiempo se anquilosa. Como
notas en especial lo demuestran. Son historias que se ocurrió con muchos casos de detenciones y desaparicio-
cierran y que lo tienen a él como último responsable. nes en la Argentina durante la última dictadura militar,
A medida que la Triple A aumentaba su sistema es difícil encontrar algún documento que eche luz so-
represivo, el diario Los Andes denunció persecuciones, bre la detención de Di Benedetto. Si bien se sabe que
detenciones y asesinatos a militantes políticos e inte- el gobierno militar llevaba burocratizado su accionar
lectuales. Algunos casos se destacan por la repercu- represivo, se sospecha que en 1983, antes de su partida,
sión que luego tuvieron. Una portada del vespertino microfilmaron documentos y los enviaron al exterior. El
El Andino (recordemos, también dirigido por Di Be- decreto 2726/83 fue el que permitió esa extracción. No
nedetto), del 25 de febrero de 1976, se constituyó en hay aún explicaciones firmes sobre las razones de su en-
la prueba suficiente para demostrar que un grupo de cierro. Sin embargo, luego de un repaso por su activi-
detenidos había sido trasladado ilegalmente desde el dad periodística es posible afirmar que Di Benedetto fue
D2 (centro de detención clandestino) hasta la Peniten- detenido por ejercer el oficio, “por periodista” –como
ciaría provincial. Una madre encontró a su hijo, uno muchas veces él mismo arriesgó.
de esos detenidos, gracias a esa tapa, donde se daban
nombres y el lugar en el que estaban cautivos.
| Ciertos gestos y decisiones editoriales que tomó
desde su puesto de subdirector lo ubicaron en un lugar
que podría verse como “fastidioso” ante los intereses
imperantes en la primera mitad de los años setenta,
cuando la Triple A se hacía fuerte y preparaba el camino
para el último golpe militar que sufrió el país. |
LA PLUMA, ENTRE PERIODISMO Y LITERATURA
“Conseguí ser periodista. Persevero”, decía en la tiva. Lejos de la militancia, pero con un fuerte compro-
autobiografía –gastada ya de tanta cita– que el autor miso por la libertad de expresión y por la denuncia de los
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escribió en 1968 para una publicación alemana.10 En “excesos” de poder Antonio Di Benedetto pasó a ser una
sucesivas entrevistas, Di Benedetto reflexionó sobre la más de las víctimas en ese mar de absurdo que lo inundó
profesión. A menudo se encargaba de diferenciarla de la todo en la década del 70, cuando el poder represivo estuvo
literatura y definía a los periodistas como “una especie de en manos de la Triple A, de la organización paramilitar
pequeños héroes miserables al servicio de los demás”11. de Mendoza llamada Comando Anticomunista de Men-
Pero su oficio estaba sin dudas aferrado a su prosa fina y doza y, del gobierno militar que asumió luego del Golpe
precisa y a su habilidad para manejar la tensión y crear de Estado. Frente a otros escritores-periodistas, también
climas con intensidad dramática; herramientas todas en víctimas de la represión durante la última dictadura mili-
directa relación con su literatura. Las coberturas para el tar, Di Benedetto se presentó desde el no-lugar en la par- 65
diario La Prensa en 1964, cuando viajó a Bolivia, fueron, ticipación política. Lejano ya de su cercanía con el socia-
como señala Jorge Enrique Oviedo12, una clara muestra lismo de Alfredo Palacios, que lo cautivó en su juventud, el
de esa prosa afilada, que destilaba experiencia. periodista y escritor fue, sobre todo, un existencialista. Su
En noviembre de 1964, Di Benedetto viajó como existencialismo, sin embargo, se revelaba contra los pode-
enviado especial a cubrir la llegada al poder el General res, desafiaba – o ignoraba– la censura, y hacía explotar la
René Barrientos, luego de un golpe de estado en Bolivia. noticia ante los ojos de quienes intentaban ocultarla.
En esas entrevistas y crónicas se evidencia la calidad pe- No se ubicó en el lugar de periodista militante y estuvo
riodística de Di Benedetto: por su valor documental, por lejos del compromiso asumido por otros, como Rodolfo
su aguda mirada de la realidad que le tocaba cubrir, y por Walsh y Francisco Urondo. Sin embargo, desde su posi-
el valor de su prosa periodística. Narrados en primera ción cumplió con su objetivo de perro guardián, de vigía
persona, los artículos dejan ver a un periodista seguro, en medio de las mentiras que forja el poder. Lo demostró
que se mueve firme en el terreno que le toca atravesar. a través una sistemática publicación de los crímenes pro-
También por esos días describió escenarios, repro- ducidos por las agrupaciones parapoliciales durante los
dujo diálogos, que quedaron perpetuados en las páginas primeros años de su accionar. El suyo fue un periodismo
del diario La Prensa. Situaciones variadas que sucedían firme en épocas donde los hacedores de palabras eran,
en Bolivia y que a diario se publicaron en la sección de para el poder, más amenazantes que un arma.
noticias internacionales.
Ya con una abierta fusión entre periodismo y litera- 1 Material inédito de entrevista de Jorge Urien Berri a Di Benedetto,
publicada en versión resumida el 19 de Octubre de 1986 en La
tura, en “Silencio y Ternura”13, para Clarín, Di Bene- Nación (“Antonio Di Benedetto, el autor de la espera”). Desgrabación
detto abordó el texto periodístico desde una perspec- proporcionada por el periodista a la autora.
tiva literaria. La nota hizo eje en la vida de Antuco, un 2 El terremoto ocurrió el 15 de enero de 1944.
niño peruano, y su madre, Martiria, que emigraron del 3 “Pasados los años, más o menos cuando tenía 25, me nació la
campo a la ciudad luego de la muerte de su padre. Una necesidad de saber si mi padre se había suicidado o no. Y ¿Cómo
comprobarlo? No había constancias de ninguna especie. La familia
situación que, pese a las grandes diferencias generales, el
nunca me ayudó de verdad. Mi madre se calló completamente, y cada
escritor ya había vivido. vez que le hice la pregunta, soslayó el tema y me dejó en la ignorancia.
Allí, Di Benedetto recurrió a la construcción de esce- Es decir, no me negó categóricamente, pero no me ayudó a saber”.
nas, a la reproducción de diálogos y a la profundización Material inédito de entrevista de Jorge Urien Berri. Ob. Cit.
en el armado de personajes. Periodismo narrativo en es- 4 Di Benedetto, Antonio. Sombras, nada más, ed. Alianza, 1985,
tado puro. La justa aplicación de lo definido por Tom Argentina. Pag. 47.
5 Tiempo Argentino, 24 de Septiembre de 1983.
Wolfe en esos años: punto de vista en tercera persona, 6 Entrevista a Alberto Atienza.
construcción escena por escena, diálogo realista, des- 7 “Creo que gran parte de lo que escribí es autobiográfico, aunque lo
cripción significativa, ésas eran las características que el disimule para que no me descubran, para que no me acusen de torpezas
escritor norteamericano proponía como parte del ADN reiterativas”. Entrevista de Jorge Urien Berri para La Nación, 19 de
de eso que comenzaban a llamar “nuevo periodismo”. octubre de 1986. “Antonio Di Benedetto, el autor de la espera”.
8 Di Benedetto, Antonio. Sombras, nada más, ed. Alianza, 1985,
La prosa impecable del Di Benedetto periodista se
Argentina. Pág. 194.
fundía con su ética formada bajo el concepto liberal del 9 Entrevista a Ana María Giunta.
periodismo que utiliza la libertad de expresión como 10 Di Benedetto, Antonio. Autobiografía escrita en 1968 a pedido de
punta de lanza, pero que se aleja de posiciones expresa- una publicación de Alemania Occidental.
mente partidarias. 11 Entrevista de Braceli, Rodolfo. “Un escritor en serio”. Revista Gente,
En una época de fuerte politización de los intelectua- 21 de Diciembre de 1972, Buenos Aires.
12 Oviedo, Jorge Enrique. “El periodista distante, el hombre
les, la de Antonio Di Benedetto fue una postura alterna- cercano”, ponencia presentada en el marco del homenaje por los veinte
años de la muerte de Antonio Di Benedetto, en la Biblioteca Nacional.
13 Clarín Revista, 25 de Octubre de 1981.
LOS
NARRADORES
ARGENTINOS
Y EL POLICIAL
por FABIÁN SOBERÓN*
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tegias del policial inglés –investigación, suspenso, perso- cano, el Topo Miranda y el represor Leonardo Giribaldi.
najes tipificados, búsqueda de la verdad a través de un Ninguno de los tres está exento de culpas. Ninguno vive
método racional– para crear cuentos filosóficos, fantás- o ha vivido una existencia pura y ortodoxa. Los tres han
ticos, metafísicos. En este sentido es sintomático lo que rozado alguna vez las peripecias del delincuente. El tí-
Walsh dice en el prólogo a ¿Quién mato a Rosendo?: “Si tulo de la novela, entonces, podría estar escrito en plural.
alguien quiere leer este libro como una simple novela po- El perro Lascano es un ex comisario que ha sufrido
licial, es cosa suya.” El crítico Ángel Rama sostuvo que el ataque de un grupo de tareas de la dictadura y que re-
el discípulo mayor de Borges no fue Bioy Casares sino cuerda, continuamente, la piel blanca de una mujer per-
Rodolfo Walsh: si bien Variaciones en rojo y la trilogía de dida. Esa mujer se llama Eva. Durante buena parte de 67
cuentos irlandeses parecen seguir las reglas del género la novela, Lascano trata de recuperarse del “accidente”
sin demasiadas alteraciones, las novelas de no-ficción y apenas lo logra es contratado para atrapar al Topo:
Operación masacre, Caso Satanowsky y ¿Quién mató a Rosendo? un “delincuente intelectual”. El Topo Miranda no es un
representan su apropiación más original o experimental, ladrón común ni un asesino. Podría ser un gran policía
al tomar ciertas reglas del género y trasladarlas a otro si abandonara la vida puerca. Ha salido de la cárcel con
registro no literario (la investigación periodística). Por tres propósitos claros: hacerse el análisis de HIV para
su parte, Saer sigue de alguna forma el modelo de Ha- comprobar si ha sido contagiado por el virus, encontrar a
mmett y Chandler –es conocida su vacilación respecto su querida Negra y saber si todavía se “calienta” con una
del género: al principio manifestó admiración y, poste- mujer. El robo del Topo Miranda y sus tres “amigos” es
riormente, rechazo– al escribir las novelas Cicatrices y La narrado como un conjunto de recuerdos del personaje:
pesquisa o el cuento “El taximetrista”. Pero sus operacio- durante las peripecias del asalto, uno de ellos muere,
nes son diferentes a las de Walsh. Su apropiación trabaja el otro es atrapado y el Topo logra escapar. Cuando el
ciertos tópicos del policial, los pone patas para arriba y dueño del banco se entera del asalto, lo busca a Lascano,
los inscribe en la estructura de su poética. Cicatrices y La porque es el mejor investigador de la policía.
pesquisa son menos novelas policiales que artefactos lite- Desde el inicio, se configuran los perfiles de los per-
rarios manchados por los tics del género. sonajes y se anuncian las muertes. La trama de la novela
En este ensayo analizaré los modos en que ciertos au- se encarga de dejar bien en claro que los bancos no sólo
tores argentinos contemporáneos se apropian del género. son robados sino que también son agentes del robo. Los
Algunos, de una manera kantiana, ven en el policial no dueños de entidades financieras esconden el dinero sucio
un medio sino un fin en sí mismo. Son narradores que se y cierran las frágiles cuentas de sus clientes, trasladan
interesan por el género a manos llenas y entienden que los bancos a nuevos espacios o cambian el diseño y el
éste les permite realizar sus textos de la mejor manera nombre del edifico. El banco, el principal operador del
posible, develando verdades del mundo “gangsteril” capitalismo financiero, no es una entidad transparente;
y corrupto argentino. Es el caso de Delincuente argentino, todo lo contrario: es el principal delincuente. Los poli-
de Ernesto Mallo. Otros se valen del género como una cías, por su parte, traban acuerdos con los ladrones y
herramienta para construir su propia obra, usándolo forman parte del cuerpo de la corrupción: son uno de los
casi como material de descarte. Se valen de los procedi- ejes de la máquina corrupta.
mientos de construcción narrativa del género para escri- Delincuente argentino sigue las convenciones de la no-
bir una novela con marcas poéticas en la forma y en el vela negra no sólo en la trama sino también en el uso
tema. Es el caso de los libros de Jorge Consiglio. El tercer de los recursos técnicos: escritura coloquial, narración
grupo encuentra en el policial la zona intermedia que objetiva, abundancia de diálogos, inclusión de acciones
les permite armar sus narraciones desde una especie de rápidas y de peripecias violentas. Mallo reproduce los
“purgatorio literario”: entran y salen del policial, tomán- tics de la versión norteamericana: el ambiente es tórrido,
dolo como un medio y como un fin. No hay una decisión los delincuentes son epifenómenos del capitalismo, la
rotunda de salir del policial o de quedarse; se sitúan en pobreza campea, los policías pueden ser ladrones y los
una hipotética vía media, una zona franca en la que se militares son unos mafiosos. Es, sin dudas, un policial
encuentra buena parte de la literatura contemporánea negro ambientado en Argentina. Pero hay un plus: es, a
que establece un comercio intencionado con el género. su modo, una novela política. A través de los personajes y
En esa zona, ubico las novelas de Marcos Herrera, Os- de la elección de los escenarios y de la realidad histórica
valdo Aguirre, Ricardo Romero, Matías Néspolo y Leo- en la que viven, la novela procura decir algo sobre los
nardo Oyola. conflictos políticos en tiempos de la posdictadura.
2.
La apropiación infiel: una gramática del arte
Al leer las novelas de Raymond Chandler se advierte Un día Lezcano descubre dos cartas. Una, de la ma-
rápidamente que su logro mayor no hace foco en el len- dre de una vecina; la otra, de un tal Devic. Funcionan
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guaje. En todo caso, las palabras funcionan al servicio de como disparadores de enigmas: ¿Por qué dicen lo que di-
la exposición de una realidad. En este sentido, crea un cen las cartas? ¿A qué se debe el odio de Devic? Lezcano
código con el objetivo de narrar una serie de peripecias, no se queda solo con las preguntas. Averigua ciertos ras-
un conjunto de sucesos que fundan una moral. Su prosa gos de la vecina. Y un día cualquiera, descubre la figura
está teñida por el argot, por giros del lenguaje oral y al- de Julia a través de la ventana. A partir de ese momento,
gunas expresiones propias que se repiten en sus novelas. Lezcano será el perfecto voyeur insospechado. Se obse-
Algo queda claro: no es un preciosista ni un formalista. siona. Con los meses, Lezcano y Julia se desentienden;
El lenguaje no es su mayor preocupación. En general, en ese tiempo aparece Devic, quien comete un acto irre-
68 salvo raras excepciones –Patricia Highsmith, quizás–, mediable. A partir de ese instante, Lezcano siente que su
las novelas policiales no se interesan por el lenguaje. La vida corre peligro y le pide a Abadi que lo ayude en su
exploración de los recursos lingüísticos no es la meta del nuevo plan: huir.
género. Al contrario, el lenguaje es sólo un medio, un La fuga le sirve a Consiglio para desplegar su artillería
instrumento para narrar. con una prosa inconfundible. La fuga está narrada con la
Las operaciones de Consiglio recuerdan a las opera- elocuencia y el suspenso narrativo de una película de gé-
ciones de Juan Carlos Onetti: el policial colabora con la nero, pero trabaja la forma en doble sentido. La novela
narración de peripecias que agilizan la densidad lingüís- une lo que a veces funciona de manera separada: hay
tica de la prosa, con la creación de atmósferas oscuras y una manera ajustada y efectiva de organizar los sucesos;
con la aparición de personajes claros y bien definidos. el lenguaje fulgura a través de metáforas, comparaciones
Para Consiglio, la poesía es el centro secreto de la len- y estallidos líricos en cada página. El perfecto cruce: la
gua. Elabora la prosa con la poesía como substrato. La atmósfera enrarecida y agobiante, el lenguaje poético, la
poesía orada la prosa y funciona como su motor oculto. trama sólida, los planos cortos, rápidos y precisos.
Por eso, su prosa es inconfundible. En la última secuencia, Lezcano le propone a un
El titulo de su segunda novela, Gramática de la som- joven enfermo mental que monten en los caballos que
bra, enlaza dos sustantivos irreconciliables. Pero el en- lleva Abadi en la camioneta. Se pierden en la llanura.
lace está justificado: su escritura clásica, lúcida, poética, Dice el narrador: “Al cruzar la ruta, el médico se con-
demuestra que la gramática es un objeto hermoso y fortó con dos ideas: una, que la vida no era gran cosa;
sombrío, ordenado y siniestro. La trama está organizada la otra, que ni la barbarie más grande consigue alterar
desde los gestos del policial. El esqueleto, el móvil certero el universo”. Le atribuye a Lezcano dos convicciones. El
y dinámico, es policial. Los cruces de los personajes, el lector se pregunta cuál es la que entrega menos dolor. Y
suspenso y la manera de utilizar la peripecia configuran cierra el libro sin saber la respuesta.
el manto de sombra del policial atravesado por la poesía. Gramática de la sombra es un fascinante tratado sobre el
Lezcano, un cirujano que ha perdido a su esposa, escepticismo. O mejor: es un seductor tratado sobre la
debe ordenar el caos de su vida. Recurre, para ello, a esperanza y el escepticismo, que acaso son lo mismo. No
múltiples ritos: el encuentro con las hormigas –y las re- ha sido escrito bajo las formas canónicas. Alberga pre-
flexiones sobre ellas–, la charla con los pacientes, el tra- cisas afirmaciones sobre la vida, la esperanza, la muerte
bajo solitario, el descanso. Dos hombres, Abadi y su jefe y la felicidad. Propone una galería de personajes que se
Raimondi, intentarán ayudarlo. Abadi es una especie de entrecruzan. Pero esa profusión no opaca ni disminuye
filósofo de lo cotidiano. Apela a sus recuerdos y a los di- la minuciosidad de la prosa. La cuestión es, por supuesto,
chos de la gente. Entre sus afirmaciones, una lo aproxima cómo narrar varios relatos sin perder precisión. Una de
insospechadamente a Heráclito: “¿Quién se le anima a las claves de la novela está en armar la trama con es-
la pausa si hasta la misma noche es movimiento?” Rai- trategias del policial –la premisa de la peripecia y del
mondi es un hombre práctico que desea ayudarlo en el suspenso– a través de un lenguaje asumido como fin en
duelo. Opina Raimondi: “Mi teoría es sencilla: un clavo sí mismo, y no como medio. En este sentido, la novela es
saca a otro clavo.” Pero ni uno ni otro podrán sacarlo de un aparente oxímoron: la trama enlaza ciertos tics del
la imparable trampa que le tiende la memoria. policial pero está escrita con un lenguaje opuesto al lugar
común del género.
3.
Un purgatorio literario: La ciudad violenta
La novela de Marcos Herrera, La mitad mejor, traza La esposa de Mulno, acostada con Sandra, su amante,
una trama laberíntica, compleja, con personajes extra- recuerda “un blues bastardo”. Juan, con una pistola en la
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ños y originales. Sus nombres adelantan ese exotismo: mano, amenaza a Leira y le sugiere que le pida disculpas
Ho Chi Minh, La Foca, Leira, Corona, el Cuervo, el Pe- a las putas por explotarlas. Mulno hace tiempo en un
rro, Pico, Jere. Los enfrentamientos, los tiros y las peripe- bar para encontrarse con el periodista Faldetti. Dice el
cias transcurren en una ciudad insomne, agónica, llena narrador: “El bar estaba casi vacío. Las moscas trazaban
de basura y estiércol, al borde del río. Juan, un marginal sus mensajes epilépticos”. Mulno toma cerveza debajo
que vive en un rancho con unos chicos recogidos de la del ventilador: “la botella ganaba temperatura debajo
calle, es un místico incurable que lee la Biblia como an- de la descalabrada danza casi inútil del ventilador”. El
tídoto contra el mal principal: la pérdida de su mujer, profesor Griley se encuentra en un edificio. En el techo,
tragada por el río. Leira, cafisho pobre y dependiente de hay unos “ductos de ventilación con aspas con trompos 69
su padre, explota unas prostitutas indias. Mulno, inves- que absorbían el aire de la noche para que las alimañas
tigador decadente y perdedor, está casado con una les- que se divertían en el interior pudieran abastecerse de
biana y tiene un bebé. Ni Leira, ni Juan, ni los chicos oxígeno”. Esas huellas extrañas configuran un paisaje,
que viven con Juan, ni el brujo llamado el Cuervo ni los un ambiente sórdido y melancólico, sucio y desencan-
osados miembros del gupo de choque de Ho Chi Minh, tado. Las marcas crean una realidad paralela, un mundo
conocen el rostro ubicuo e invisible de La Foca. Mulno autónomo que mantiene contactos con la realidad coti-
y el Perro, el linyera Eusebio y la policía, Cirilius y las diana pero que adquiere su propia consistencia. Herrera
putas son pobres engranajes de la máquina: La Foca es el dibuja su propia geografía. Para lograrlo, cruza persona-
centro oculto de la ciudad, es la pieza clave que gobierna jes y señales de la ciencia ficción: el científico loco que
la prostitución, la droga, el robo, el boxeo, el dinero. Es descubre la fórmula para obtener un beneficio egoísta,
la quintaesencia del capitalismo, el foco secreto e imper- las píldoras fabricadas con los gusanos transparentes. In-
sonal que mueve las piezas del sistema. cluso la atmósfera incierta, utópica recuerda a la ficción
De alguna forma, todos los personajes pueden ser futurista. Pero hay un uso deliberado de esos códigos. La
encarnaciones despiadadas del mal. Entre las sombras, mirada distópica se acomoda al mundo cruel y realista
Juan y sus chicos se enfrentan a los esbirros de La Foca. de los chicos despiadados. Esos adolescentes fatales no
Por supuesto, acabarán con ellos pero no con el mal. son personajes que rocen el mal: son sus encarnaciones.
Pero La mitad mejor no es una novela metafísica. Eso que Hacen el mal con pasión, en una ciudad devastada, ates-
llamamos “el Mal” no es una fuerza espiritual ni un tada de basura, atravesada por la mafia de La Foca, en la
mensaje divino. El mal es material: se manifiesta a través que solo se salva el breve candor de Juan, que sufre por
de las mezquindades, los robos, el crimen, la traición y la una pérdida irreparable.
envidia. Se podría decir que La mitad mejor es y no es una El final está armado con la voracidad frenética y el
novela fiel al género. Trabaja con ciertas marcas del po- suspenso deliberado del cine. Las líneas narrativas con-
licial (las prostitutas, el cafisho, el hombre moral (Juan), el fluyen en un escenario: el templo del ring. Griley, el cien-
comisario corrupto (Petete), la mujer fatal), pero se fuga tífico loco, inyecta dos veces al periodista de espectácu-
del género. ¿De qué manera construye una pieza que en- los Faldetti y lo deja listo para boxear. Hacia allí van los
mienda sus códigos? La novela está construida con una miembros de la banda de Ho Chi Minh para quedarse
prosa plagada de metáforas y comparaciones, de hallaz- con el botín de La Foca; y hacía allí van, también, La
gos verbales que rompen la lengua oral. Herrera cons- Tigra, Cirilius y Mulno. Cuando se produce el enfrenta-
truye una prosa que muestra las marcas de la escritura, miento, la sangre corre y alguien muere.
una escritura por momentos poética, fulgurante, atrave- Como no podía ser de otra manera, el mal perma-
sada por analogías extrañas y fogonazos líricos: “El río nece. Y quizás por eso, cautiva el gesto último de Juan
era un tren de ventanas negras que brillaban vacías”, y sus chicos: asaltan una iglesia de barrio para quedarse
dice el narrador. Mientras espera en el hospital, piensa con la escultura pobre y derruida de un Cristo de yeso.
Juan: “Sangre calcada de la furia del Señor; abandona- La novela no es pura, no es fiel a los géneros. Se apro-
dos… partículas en la oscuridad barrida por los hura- pia de ciertos tics del policial y de la ciencia ficción y
canes del mal”, o, al referirse a la tarde: “…la belleza construye un universo fiel a sí mismo. En ese sentido, le
salvaje del sol”. da una vuelta de tuerca al policial: lo contamina con cier-
Hay otra clave que la aleja del género. Acumula deta- tas marcas de la ficción distópica y, al mismo tiempo, lo
lles de objetos extraños, efectos ópticos, rituales disloca- cruza con el realismo duro y desencantado de un mundo
dos y gestos decadentes: Juan ha sido atacado y termina sin futuro y sin memoria. La mitad mejor se queda con la
herido en el hospital. Mientras espera, observa un tubo mejor parte: arma una historia densa y veloz, con perso-
fluorescente y descubre que “la claridad podía dar asco”. najes extraños que deambulan en una ciudad violenta.
Hacia el gangster film
Los indeseables fue la primera entrega de la saga de Os-
valdo Aguirre para Negro Absoluto. Allí recreaba la figura
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orillas, son las protagonistas de Santería, de Leonardo Abelev ha sido empujado desde el piso doce de un edi-
Oyola. La trama es sencilla pero certera. Con un desen- ficio. Milagrosamente, se salva. En el hospital, conoce a
lace previsible –quizás, lo menos logrado– y con el tono Miranda, una pieza clave en la resolución del conflicto.
de la violencia tarantiniana, la novela arma su estructura Dos amigos de Abelev, Maglier y Muishkin, también
con el recurso de la predestinación. Al inicio, la voz hi- acosados por el síndrome epiléptico de repetir los tics,
riente y profética de la “Víbora” anuncia su propio fin. se unen para develar quién es el autor oculto del aten-
La narración en primera persona es uno de los ha- tado. Maglier, un vigilante de cincuenta años, trabaja en
llazgos. La “Víbora” ha perdido a su novio. Narra, con Puerto Madero y escucha, sonámbulo, todas las noches,
voz fervorosa, con minucia, sus desgracias. Y advierte el los teléfonos que suenan enloquecidos en el edifico en pe- 71
advenimiento del inevitable desenlace. En ese gesto, en numbras. Muishkin, joven ejecutante de flauta y discjoc-
la alusión permanente a su pronta muerte, se apoya el key nocturno, pone música en una disco subterránea.
desarrollo de la trama. Y todos advertimos que los avata- Ambos serán los encargados de perseguir a los gemelos
res de la “Víbora” y de la “Marabunta” son un pretexto rubios, agentes monótonos de los hermanos Zucker. Uno
para esperar el enfrentamiento final. de los hallazgos de la novela es, precisamente, la creación
Desde la muerte de su novio, la “Víbora” recibe la de los hermanos pornógrafos dedicados al negocio ilegal
compañía de dos chicos que ofician de custodios y de dos de cine barato. Al principio, los tres simpáticos y hitle-
policías que la ayudarán a defenderse de la “Marabunta”. rianos amigos creen que uno de los Zucker ha matado
Del otro bando, la fatal pelirroja cuenta con los guar- a su hermano. Esa pista llevará a Maglier y a Muishkin
daespaldas llamados “los Kevincostners”, en alusión al tras las huellas de Maximiliano Zucker. En ese camino,
protagonista de El guardaespaldas. La novela está plagada se encontrarán con el gigante ruso, el camarógrafo deca-
de citas cinematográficas: a El exorcista, a Aguirre, la ira de dente de los gemelos. El gigante no habla pero cuando
Dios, de Werner Herzog. suelta la lengua se convierte en el protagonista de una
La “Marabunta” le pide a la “Víbora” que haga un escena fascinante: Muishkin, convicto del gigante, es
maleficio para atrapar a un joven del que está enamo- obligado a trasladar uno de los cuerpos muertos de los
rada. La “Víbora” se niega. Esa negativa desata las ame- gemelos. El gigante ruso le cuenta a Muishkin las claves
nazas y la ira de la mujer fatal y prepara el terreno para de la creación erudita y desaforada de Mauricio Zucker;
el cruce final. Los últimos capítulos narran el anticipado que Mauricio es el genio y el otro, el comerciante; que
cruce. Acá, Oyola usa el ralenti y el ágil montaje para- Mauricio ve en el silencio de los resortes estridentes de
lelo propios del thriller: abundan los tiros y las corridas en las camas el inicio del arte. Romero logra combinar el
calles sucias y abandonadas. más brutal sentido de lo bizarro con la cita culta y crea
La novela contrapone, con elocuencia y cierta sim- un estilo arltiano de ciencia ficción, una versión suicida y
plificación, el barrio pobre y la instalación inminente y
futura del lujoso Puerto Madero. En esa contraposición
están cifrados los dos mundos que trabaja la novela.
Uno es el escenario explícito de la trama. El otro, Puerto
Madero, funciona como utopía, como un no lugar in-
alcanzable. Todos los personajes pertenecen al mundo
miserable de un país injusto. Y todos aspiran a salir de
esa condición mediante el acto delictivo. Por suerte y por
destino, la única que ha alcanzado vivir en una zona de
privilegios es la “Marabunta” y todos envidian esa con-
dición.
Aunque su trama es previsible, Santería crea un uni-
verso propio y un personaje memorable. Y lo hace
cruzando elementos típicos del policial y una dosis no
menor del trhiller. Se podría decir que es una novela ci-
nematográfica en muchos sentidos. No sólo por las citas
permanentes al mundo del cine sino, y sobre todo, por el
ritmo trepidante que crece a lo largo de toda la novela.
gótica del policial. Le da una vuelta de tuerca al género nuevamente con Guadalupe y contempla, extasiado, su
combinando sus elementos típicos con la peripecia de la cuerpo brillante y desnudo en una noche helada. Muish-
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novela de aventuras y la atmósfera neblinosa y húmeda kin contrata al Murciélago Rojo, emperador de la noche,
del gótico. para que los ayude a encontrar la disco en la que supo-
En otro capítulo, Muishkin y el Murciélago Rojo nen se encuentra María. Abelev cae en las redes del pro-
deambulan por el subte. Allí, muchas familias se han fesor Lawrence –temible y loco hacedor de la fórmula de
apropiado de las zonas abandonadas. Han desarrollado la felicidad– y del hombre engominado. El Murciélago
una ciudad paralela, una ciudad platónica invertida, en Rojo, Maglier y Muishkin, a las 22.07 de la noche –no
la que las bandas clandestinas de punk y la música elec- podía ser en otro momento–, se internan en el Centro
trónica pululan como un veneno tóxico y melancólico. de la Tierra (sic). En la zona más oscura y recóndita,
72 Muishkin se enfrenta a uno de los gemelos. Romero, en los flashes perturban la mirada y la música enciende los
la mejor tradición de la novela gótica, esboza una de sus cuerpos. En un rincón de esa pista infinita se encuentra,
escenas gloriosas. perdida entre los cuerpos evanescentes de los zombies, la
En El síndrome de Rasputín, Buenos Aires se transfigura: entrañable María Huidobro.
es otra y la misma. Con dos obeliscos, infinidad de edi- Romero se sale, en cierta medida, del policial: en lu-
ficios derruidos y en llamas, los fantasmas deambulan gar de la figura emblemática de la mujer fatal, el centro
por las calles y las bombas prometidas por los naciona- de la búsqueda es una joven lánguida, desmayada entre
listas del Bicentenario esperan en cualquier esquina la los cuerpos de los zombies, raptada por un científico loco
repentina explosión. Romero desenfoca la ciudad real y y por un morocho perfumado y peinado con gomina. En
la mira desde la lente delirante y sarcástica de su lupa. lugar de situar la trama en una zona que cifre los vai-
Una lupa irónica que agranda los efectos y ve, en los in- venes del capitalismo, Romero elige un submundo des-
tersticios, su cara oscura y enloquecida. Así, esculpe una viado, gótico y verniano. Hábil hacedor de peripecias,
ciudad real y fantástica, futurista y cercana, cargada con combina las estrategias del gótico, del policial negro y
los engranajes de la ciencia ficción y del terror. Arma ciertos tics de la ciencia ficción para enhebrar una no-
un escenario plagado de seres harapientos que deambu- vela de aventuras con atmósfera enrarecida y clima a lo
lan, insomnes, a través de la niebla permanente, con la Fritz Lang. Con los engranajes aceitados de la ciencia
lluvia como un anticipo del Apocalipsis. En ese sentido, ficción, agranda su lupa gótica y enciende una Buenos
escribe su versión carpentiana de Buenos Aires y narra Aires desbocada y neblinosa, la versión invertida de la
una notable y dinámica saga de aventuras que no des- ciudad platónica. Los flashes, los relámpagos de la no-
precia el uso cuidado del lenguaje y la oportuna cita a che, los bailarines eternos, los muertos vivos confluyen
la historia del cine. Nos entrega una visión negra de un en el centro negro, lumínico y parpadeante de la tierra,
país en llamas. el lugar de los tiros y de la muerte triste.
El segundo eslabón de la saga, Los bailarines del fin del
mundo presenta a los simpáticos amigos embarcados en
encontrar a una mujer. Con la misión encargada por
Guadalupe Huidobro, madre de la hermosa María,
parten con una fotografía en la mano. En el camino, se
encuentran en la casa mínima, en un San Telmo nebli-
noso y fantasmagórico, con un fotógrafo delirante; ha-
blan con Javier Casal, el novio de María, internado en
una clínica psiquiátrica. Cada uno de los investigadores
touréticos sigue una huella difusa. Maglier se entrevista
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buscan la forma de sobrevivir a la terrible vida de la villa, realismo. Hay una mirada miope, difusa, sobre sus tópi-
una vida contaminada por la droga, la prostitución fácil cos. Astilla la superficie realista a través de un lenguaje
y el engaño más furioso. poético y, en algunos momentos, delirante. Por eso creo
El Gringo es el narrador. Desde la primera per- que la novela es menos heredera de Los olvidados, de Luis
sona, propone una perspectiva sobre sí mismo y sobre Buñuel, que de Crónica de un niño solo, de Leonardo Favio,
el mundo. No es una voz caprichosa ni volátil. No es un y de Las tierras blancas, de Manauta. Hay un ajuste de
mero juego verbal ni una operación ingenua de copiar la foco en el lenguaje, en los adjetivos, en las frases cortas,
utópica lengua de la villa. La narración del Gringo está en la puntuación sincopada, en los diálogos orales y fer-
construida con un lenguaje ajustado que mezcla la seca vorosos. 73
y árida oralidad y el uso preciso de la escritura. Su voz se Néspolo construye un universo verosímil con un len-
sale del lugar común de las novelas que buscan represen- guaje ajustado y preciso. Hay una historia que entre-
tar la “otra” vida de las villas. No hay una representación teje la narración poniendo en cuestión el verosímil: el
mimética –ingenua– de cierta lengua oral. La operación gringo lee Moby Dick, de Melville. Esa lectura condensa
de Néspolo busca escapar a ese lugar común. Se podría la entrada y la salida del Gringo en una forma de vida
pensar a su novela, mutatis mutandii, como una sucesora burguesa. Ese libro, incluso, lo lleva a intercambiar ideas
de Las tierras blancas de Juan José Manauta. con los jóvenes hippies que venden sus artesanías en el
La novela presenta a los personajes con pinceladas centro de la ciudad. El viaje del Gringo es una huida. Y
rápidas y eficaces. El gordo Farías, propietario del bar; en ese viaje establece conversaciones con el Toni –que
el turco Zaid, dueño del kiosco sucio que vende birras y ya no vive en la villa por un asunto misterioso– y con
hamburguesas podridas; el Chueco, compañero infati- los artesanos y los jóvenes estudiantes de la universidad.
gable del Gringo y promotor de las únicas dos maneras Con éstos, Néspolo plasma una caricatura de los revo-
de matar a un gato; la Mamina, abuela del Gringo; el lucionarios de café. Casi condensa en esa escena la dis-
Quique, el púber que se convertirá en improvisado espía cusión entre Sartre y Camus en los años sesenta. Sartre
y el Toni, acaso el más traidor de la serie. representaba la postura revolucionaria desde el universo
Las reglas del juego están marcadas desde el princi- intelectual; Camus decía que él había aprendido la mi-
pio. Lo que se plantea en la novela es de qué modo el seria y el hambre en su infancia en los barrios pobres de
Gringo debe salvarse a sí mismo. Él ve en Quique a un Argelia.
chico que rápidamente adquiere la moral de los delin- Los robos y las peleas entre el Gringo y los mucha-
cuentes; en cierta medida, una prefiguración de los otros: chos de la villa favorecen la intervención de la policía.
todos los personajes adquieren el rostro tortuoso que los Ese hecho los obliga a encerrarse en el boliche del gordo
define en la trama de la novela. Por eso, Siete maneras… Farías. Varios morirán, pero sólo el Gringo deberá salir
es una novela de iniciación en sentido doble: Néspolo se para cumplir con una orden del Jetita. En esa huida obli-
inicia como novelista y, al mismo tiempo, el Gringo y el gada, se sabrá por qué se fue el Toni de la villa y cuál fue
Chueco confirman sus identidades como delincuentes. el destino de su madre. El gringo confirmará que no vive
La villa es el principal escenario. Aparecen, en som- en el reino de la felicidad.
bras, la estación de trenes y el centro de la ciudad, pero La novela plasma un crescendo narrativo que marca
esas fugaces apariciones existen para confirmar el lugar su tensión al final. En el último capítulo, después de ha-
central de la villa. Ésta no es sólo el escenario de “los pi- ber cifrado la discusión sobre la novela de Melville en la
bes chorros”. También se filtran los maestros, los desocu- imagen de la ballena roja, Néspolo presenta una escena
pados, los vendedores de drogas, el eventual proxeneta. realista y terrible: los desocupados, los pibes chorros, los
Y con éste se dibujan dos prostitutas que son la imagen maestros y los piqueteros se enfrentan con la policía. Y
de la decadencia. nadie sabe ni sabrá, ni los personajes ni el lector, cómo
Anoto algo central: la puesta en escena del texto des- terminará el enfrentamiento.
enfoca la mirada realista. Partiendo de asuntos caros a
La escena
De las nueve novelas analizadas, sólo dos quedan
fuera del “purgatorio”: Gramática de la sombra, de Jorge
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La tradición
es un delirio, antiguo
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a herencia se impone, la tradición se elige, se trasmudábamos, mudábamos de forma: de la nada de
fabula entre mate y mate, ante la mirada ab- fierro a la transformación en oro, oro aurora del nuevo
sorta –ausente– de tatitas juidos al misterio del día. Tradición de inventores de medias transparentes,
desierto por cuestiones de la ley. argentinos, poetas: hacer nuevo lo viejo, como el sol,
Pocas pero ineludibles las huellas que dejaron esos ca- hacerlo cada día, pero siempre después, en el pasado de
ballos fantasmales en la llanura lisa de papel, nos han un presente futuro. Es decir: como perlas parir antepa-
servido, sin embargo, para que en la soledad huérfana sados. 75
pudiéramos ensayar nuestra elección, intentarla por lo
menos. Notas halladas al pie de las estrofas de un pericón (an-
Metiéndonos por los intersticios de esas ausencias, tiguo)
nuestros ojos neblinosos, casi ciegos por la orfandad, A) Cuando los bailarines comienzan a girar, para
por la falta de alimento, escucharon el susurro, la mudez atrás y adelante, debe leerse –léase– en esta figura de la
de sus huellas, de sus textos. coreografía el régimen cronológico de nuestra tradición:
En el presente de la llanura, en la orfandad pelada el futuro anterior. En el sentido de que sólo instalados en
de la pampa de papel, robamos para comer, digerimos el cuerpo de baile acontecido pueden recrearse las con-
estrategias de supervivencia, ahondamos las huellas de- diciones de producción de este acontecimiento, el baile,
jadas como al boleo –bebimos de ellas– hasta borrarlas, y entre ellas la así llamada tradición.
hasta olvidar, hasta escribirlas. Y en esos menesteres nos B) Cuando los bailarines se desplazan y ocupan el lu-
dimos cuenta de que –sin querer– repetíamos los gestos gar de otro debe leerse, léase, a la tradición, a través de
de aquellos padres, también abandonados por los suyos. esta figura mínima. Acuérdese, lector, como dice la rima,
Casi atontados por la bebida, brebaje de huellas, en el la tradición es construcción política, en el sentido litera-
pasado de la huida creímos ver un baile de borrachos, rio, claro. Porque todo texto ocupa su lugar por el des-
de mareados pañuelos que al compás de un pericón nos plazamiento de otros (textos), y por lo tanto la tradición
saludaban: eran los padres nuestros rezados de rodillas, permitirá la mejor producción de este desplazamiento.
el porqué, el por qué me has abandonado. Herencia de C) Cuando los bailarines sacan los pañuelos debe
orfandad, de abandono en la pampa, como un desampa- leerse –léase–: la tradición es una apropiación, que se
rar que se hizo tango de nuestra propia suerte. Como un da bajo la forma o modalidad de cierta convocatoria a
destino la herencia que se impone: la condena de hablar fantasmas emblemáticos, a ciertas voces que hablarán
en una lengua falta, falta de todo padre. Hambre, ham- en los intersticios de la voz propia. En fin, ¿un inocente
bre voraz había de inventarnos alguno. padrinazgo?
Qué tarde era la hoja cuando lo descubrimos, una
tarde casi crepuscular, esas que se asemejan al futuro
cuando cae en picada, cuando el futuro cae como un
descubrimiento fugaz. Otros más avispados tenían sus
familias constituidas, como ecos repetían a los vientos:
“a no llorar, la falta es lo que sobra”, y tapaban los hue-
cos de los platos, la boca de los mates las cerraban –ho-
rror vacui–, se enyenaban el buche y rellenaban colcho-
nes con los verdes vocablos de una herencia, y había que
dormir para escucharlos recitar.
V.H.Asselbon
POR NOÉ JITRIK
África mía
E
n un artículo publicado hace un par de años escribiera sobre Walter Benjamín y sus paseos parisinos,
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–recuerdo– la escritora española Rosa Regás titulado Hegel y Haití. Dejando de lado el hecho de que
vislumbraba la posibilidad de que las violencias ignora el pensamiento latinoamericano sobre la revolu-
juveniles que habían sorprendido y descoloca- ción independentista y antiesclavista de la isla –hay una
do a Francia pasaran a España y a otros países europeos sola mención, El reino de este mundo, de Alejo Carpen-
que, como Francia, habían dejado entrar a su territorio a tier–, repone el tema de la esclavitud y el modo en que
enormes contingentes de personas, migrantes árabes y perturbó el imaginario filosófico europeo poniendo en
76 africanos en especial, esperanzadas en encontrar en las tensión y en contradicción nada menos que la filosofía
antiguas metrópolis lo que en sus propios países ya era de la ilustración, tan liberadora en muchos aspectos:
imposible: trabajo, educación, salud, respeto, en suma, mientras los filósofos predicaban la libertad como bien
la antigua y nunca acabada “gran esperanza”. supremo, desdeñaban la falta completa de ella en las
Regás sostenía que abrir irrestrictamente las puertas colonias. Hegel, tan lúcido en infinidad de asuntos, co-
de España a los magrebíes implicaría la llegada de trein- nocía lo que ocurría en Haití, pero era hablado por el ya
ta millones de personas, un imposible, algo que ningún adulto y pujante colonialismo que enriquecía a Europa
país puede aguantar. Lo que, en cambio, los países ricos, y devastaba al África sin enriquecer a América. De todo
europeos y otros –que parecen eximidos de semejante ello, filosofía incluida, hoy se está pagando una cuenta
posibilidad, como Japón, el Sudeste asiático, China, los que se creía saldada porque hay antiguas colonias que
Estados Unidos– tendrían que hacer es ayudar a producir son países librados a sus propios caos, aunque miembros
las transformaciones necesarias como para que los paí- de las Naciones Unidas.
ses de migración forzada no expulsaran a su gente, co- Vuelvo a este tema sin duda atraído por lo que pasa
rriéndolos con hambre y miseria, en suma, para que esas en el presente, pero impulsado, tal vez, porque hace no
personas tuvieran patria, dignidad, humanidad. mucho tiempo tuve por azar y por suerte un contacto
Nada más natural y obvio que pensar de este modo, con afrocolombianos: me parecieron superiores, supe-
cualquiera se da cuenta de que ésa es la solución. Cual- rior su capacidad de perdonar y superior su modo, poéti-
quiera, menos los poderes y los poderosos occidentales co y musical, de reanimar y revitalizar la cultura sin per-
y cristianos, orientales y budistas que, como lo hicieron der la vieja herencia cultural. Sus rasgos principales son
siempre, sobre todo los primeros, prefieren explotar la belleza, la afectividad, el candor.
y miserabilizar a pueblos enteros, agotar sus recursos Tal vez por todo eso junto empiezo a creer que el
naturales, antes que consolidar y distribuir los bienes núcleo del dramático conflicto de nuestra época, con su
de eso que enfáticamente llamamos civilización. Desde violencia, confusión, desigualdades, enfermedad y opre-
luego, esa manera de destruir no empieza ahora: larga sión, resida menos en Medio Oriente, acorralado por los
historia –universal– de infamias que preceden al descu- fundamentalismos y el petróleo, como lo creí durante
brimiento de América y que las tres Américas prolonga- mucho tiempo, que en África donde todo estaría por ha-
ron mediante ese sistema de apropiación de cuerpos y cerse y donde la carga de un ominoso pasado pesa sobre
almas que se conoce como esclavitud. el mundo entero –culpa y negación que van juntas.
Y si, históricamente, la esclavitud fue un horror, del La esclavitud continúa; se llame miseria, hambre,
que las burguesías europeas se valieron para enriquecer- enfermedad, falta de futuro, y se exporta tal cual, acom-
se y modernizarse, también implicó una devastación, de pañada por un espejismo esperanzado que da lugar a
África en particular, que, por supuesto, continúa después nuevas formas de sometimiento. Y en ese volcán, que
de la descolonización por otros caminos –eso lo sabe el estalla a cada rato, la tecnología no llega, los milagros
mundo entero. médicos son para unos pocos, la religión apaga y em-
Las declaraciones de Regás, aunque no son las úni- brutece, la política chapotea en la impotencia y, como
cas, que condenan evidentemente la histórica incapaci- ocurrió en Haití cuando Napoleón encarceló a Toussaint
dad blanca de cumplir con un papel que por su desarrollo l’Ouverture, lo único que aparece en el horizonte es la
filosófico y científico debía haber cumplido para liberar y represión y no la luz de la razón.
humanizar a la especie, me resucitan un tema que para
América Latina y el Caribe fue esencial: se condensa en
una sola palabra, “Haití”, y me lleva a una lectura hace
tiempo pospuesta, el libro de Susan Buck-Moors, que
Payé, Pablo De Bella
7 BOCADESAPO
ISSN 1514-8351