Está en la página 1de 209

EL TOQUE DE MIDAS

Una aproximación balanceada acerca de la prosperidad bíblica

Kenneth E. Hagin
CONTENIDO

INTRODUCCIÓN ------------------------------------------- 5

CAPÍTULO I
ENVÍA AHORA PROSPERIDAD ---------------------- 11

CAPÍTULO II
NUESTRA AUTORIDAD
EN EL ÁREA FINANCIERA ---------------------------- 23

CAPÍTULO II
¿ERA JESÚS POBRE? ------------------------------------- 43

CAPÍTULO IV
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD ------------ 63

CAPÍTULO V
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES? ---- 85

CAPÍTULO VI
EVITANDO LOS ABUSOS Y
LAS FALSAS PRÁCTICAS ------------------------------117

CAPÍTULO VII
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA --------------157

CAPÍTULO VII
VEINTICUATRO PRINCIPIOS ----------------------185
DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO
AL DINERO, EL DAR Y El RECIBIR -----------------185

CAPÍTULO IX
CAMINANDO EN LA LUZ ----------------------------207
INTRODUCCIÓN

«Él tiene el toque de Midas» es una expresión que las


personas usan, algunas veces, cuando describen a un indi-
viduo ambicioso y aparentemente exitoso. «¡Todo lo que
él toca se convierte en oro!».
Usualmente esta expresión se afirma con admiración,
casi con envidia, reconociendo la habilidad y la buena
suerte de una persona para lograr sus metas financieras y
acumular posesiones materiales.
De acuerdo con la mitología griega, Midas era un rey
que vivió en Frigia, en el siglo VIII A.C. Era muy rico y
tenía más oro que cualquiera en el mundo. Almacenaba
monedas y brillantes lingotes en inmensas bóvedas, deba-
jo de su palacio, y gastaba muchas horas del día tocando y
contando su tesoro.
Pero sin importar cuánto oro recopilaba y colocaba
Midas en sus bóvedas, éste no era suficiente. Siempre
6 EL TOQUE DE MIDAS

quería más y gastaba mucho tiempo soñando acerca de


cómo obtenerlo.
De acuerdo con la leyenda, un día se le apareció a
Midas un ser vestido de blanco y le concedió un deseo.
El rey inmediatamente pidió el «Toque de Oro»: que
cada cosa que tocara se convirtiera en oro.
A la mañana siguiente, cuando Midas se despertó, ha-
lló que su juego de cama de lino se había convertido en
un ¡tejido de oro fino! Jadeó, con asombro, y saltó de la
cama. Luego tocó la baranda de la cama y se convirtió en
oro. —¡Es cierto! —exclamó—. ¡Tengo el toque de oro!
Corrió a través del palacio, rozando las paredes y los
muebles que estaban a su paso, transformando en oro
todo lo que tocaba. Afuera, en el jardín, fue de un arbus-
to a otro, tocando rosas y otras flores, sonriendo a medi-
da que estas se convertían en oro.
Esta es la parte del mito recordada por la mayoría de
la gente. Muchos parecen fascinarse con la idea de poder
crear oro (riqueza ilimitada) con el toque de un dedo.
Obviamente, esto es lo que la gente piensa cuando se
refiere al «Toque de Midas».
Pero este mito no termina «con todos viviendo felices
para siempre».
Si obtiene lo que quiere,
¿querrá todo lo que obtiene?
Finalmente, cansado de la emoción de tocar varias co-
sas y verlas convertirse en oro, se sienta a leer mientras
esperaba el desayuno. Pero el libro que cogió se convirtió
inmediatamente en oro. Luego, cuando trató de comer
un durazno, una cucharada de potaje y un pedazo de pan,
INTRODUCCIÓN 7

cada uno se convirtió en una ¡dura masa de oro! Hasta el


agua en su copa se convirtía en oro.
Alarmado en gran manera, decía: —¿Si hasta mi co-
mida se vuelve oro, ¿como podré volver a comer otra vez?
Justo en ese momento, su hija, Aurelia, entró a la ha-
bitación. Ella era lo único que había amado tanto como a
su oro. Aurelia corrió hacia su padre, puso sus brazos a su
alrededor y lo besó. Pero, para horror de Midas, perma-
neció extrañamente quieta y pasó de ser una dulce y son-
riente niña a una estatua de oro.
El rey gritó de angustia, sobrecogido por el horror de
lo que estaba sucediendo delante de sus ojos. Él tenía lo
que había pedido, pero de repente se dio cuenta que no
quería lo que había obtenido.
Afortunadamente, este no es el final del mito de Mi-
das. Aún hay otra parte de la historia.
Redescubriendo las verdaderas riquezas
El ser vestido de blanco reapareció de repente y pre-
guntó: —Bien, Rey Midas: ¿no eres el más feliz de los
hombres?
—Oh, no —gimió el rey—, soy la más miserable de
todas las criaturas.
—¿Qué? ¿No te concedí lo que querías; que todo se
convirtiera en oro?
—Sí, pero, ahora, es una maldición para mí —sollozó
Midas—. Todo lo que verdaderamente he amado ahora
lo he perdido.
—¿Lo que quieres decir es que prefieres una migaja de
pan o una taza de agua al don del «Toque de Oro»? —
preguntó el radiante ser vestido de blanco.
8 EL TOQUE DE MIDAS

—¡Oh, sí! —exclamó Midas—. Daría todo el oro del


mundo si tan solo mi hija me fuese restaurada.
De acuerdo con el mito, el ser vestido de blanco le
dijo que se bañara en cierta fuente de agua para que se le
quitara el «Toque de Oro». Él debía traer también algo
de agua para rociar sobre su hija y cualquier otro objeto
que deseara regresar a su forma original.
Así, el legendario Rey Midas dio alegremente su «To-
que de Oro» y se regocijó con la restauración de las cosas
sencillas de la vida: la familia, la comida y la belleza natu-
ral. Se dio cuenta que estas son las cosas que tienen más
valor que el oro.
La verdad es que no vivimos en un mundo de cuento
de hadas. No hay un «Toque de Midas» o una fórmula
mágica para el éxito material. Pero hay oportunidades
para aquellos que desean ser diligentes y fieles en el tra-
bajo de sus mentes y de sus manos. Hay principios bíbli-
cos sobre la prosperidad y la bendición con los cuales
Dios honra según su Palabra.
Encontrando equilibrio
entre los extremos
Durante más de sesenta y cinco años que llevo en el
ministerio, he tratado frecuentemente con el tema de la
prosperidad para los creyentes, enfatizando insistentemente
en una perspectiva balanceada y bíblica. He observado
muchas enseñanzas y prácticas que han ayudado, así como
también algunas que han obstaculizado al cuerpo de Cristo.
He visto algunos fieles hombres de Dios permanecer en
su curso y moverse con precisión en la verdad de la Pala-
bra y del Espíritu, resultando en una gran bendición para
una multitud de creyentes. Desafortunadamente, he visto
INTRODUCCIÓN 9

también a muchos otros salirse de curso a un extremismo,


destruyendo finalmente sus ministerios, hiriendo y des-
ilusionando a mucha gente en el proceso.
En mi experiencia he notado que, virtualmente en cada
tema bíblico, hay una verdad central que tiene zanjas de
error a ambos lados del camino. La Iglesia no siempre ha
sido un buen conductor, teniendo frecuentemente mucha
dificultad para mantenerse en la mitad del camino. Casi
en cualquier parte del camino de la Biblia, encontrará
personas en las zanjas a uno u otro lado del camino.
A través de la historia de la Iglesia, han existido apli-
caciones extremas de casi cada verdad o doctrina básica,
incluyendo temas como el bautismo, la resurrección, la
Trinidad, los dones del ministerio, la sanidad divina y el
caminar de fe. El tema del dinero y la prosperidad no es
la excepción. Existen aquellos que están en la zanja, a un
lado del camino, que enseñan que Jesús vivió en absoluta
pobreza, que el dinero es malo y que la prosperidad bí-
blica no tiene nada que ver con cosas materiales. Y, al
otro lado, las personas que están predicando que enrique-
cerse es el enfoque principal de la fe, que el mayor interés
de Dios es su bienestar material, y que el dinero es la
verdadera medida de la espiritualidad. ¿Dónde esta la ver-
dad? ¡Se encuentra lejos de los dos extremos, en un terre-
no mucho más alto!
En este tiempo de opulencia y abundancia, hay una
preocupación creciente entre los líderes responsables cris-
tianos por el incremento alarmante de la confusión, el
error y el extremismo en busca del mensaje de prosperi-
dad. Me siento forzado a hablar a la Iglesia en general
acerca de estos temas y especialmente a tratar con el asun-
to de las finanzas y del dar. Este libro es un esfuerzo para
10 EL TOQUE DE MIDAS

traer claridad y entendimiento a aquellos que buscan,


honestamente, encontrar el camino primordial de la ver-
dad respecto de la prosperidad bíblica.
Sospecho que hay muchas personas (tanto cristianas
como no cristianas) que, tal como actuó el Midas mítico,
han descubierto que no hay gozo duradero en las cosas
que el dinero puede comprar, y que la prosperidad, sin un
propósito eterno, lleva a la insatisfacción y la desilusión.
Quiero compartir con ustedes las verdades que he
aprendido a través del estudio cuidadoso y la aplicación
de la Palabra de Dios y de escuchar diligentemente la voz
del Espíritu Santo. Oro para que las verdades escritas en
este libro le ayuden a obtener un entendimiento balan-
ceado, práctico y bíblicamente sano del tema de la pros-
peridad y que también le ayuden a mantener ese balance
a medida que viaja por el camino de lo mejor de Dios.
(Kenneth E. Hagin)
CAPITULO UNO

ENVÍA AHORA
PROSPERIDAD

«Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; te ruego, oh


Jehová, que nos hagas prosperar ahora»
(Salmos 118:25).
Creo en la prosperidad.
Sí, pero lo que quiero decir con eso es bienestar espi-
ritual y salud física. Sin embargo, también bendición ma-
terial o financiera. Cuando el apóstol Juan declaró: «Ama-
do, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y
que tengas salud, así como prospera tu alma» (3 Juan 2),
creo que su intención y significado fue referirse a tres
áreas distintas de la vida: la material, la física y la espiri-
tual. Su deseo ferviente es que tengamos éxito y
florezcamos, o prosperemos, en cada aspecto de nuestra
vida. Esta es la aplicación apropiada de la prosperidad;
balanceada, sana, completa e igualmente enfatizada.
12 EL TOQUE DE MIDAS

Algunas personas argumentan que la frase: «que tú


seas prosperado», no se refiere a prosperidad financiera.
Sostienen que la frase no fue más que un saludo común o
un modismo de la época que simplemente significaba:
«Que las cosas salgan bien para ti».
La palabra griega traducida «prosperar» o «prospera-
do», en este texto, es «euodoo». Ésta está conformada
por las palabras «hodos», que significa un camino, y «eu»,
que significa bueno. Entonces, euodoo (traducida como
«prosperar») significa, literalmente, un buen camino o
un buen viaje. Así que, aun, si en este ejemplo la palabra
no significó específicamente prosperar financieramente,
por lo menos significa tener un viaje bueno y próspero.
Me cuesta mucho trabajo entender cómo alguien po-
dría tener un viaje bueno y próspero si no tiene la provi-
sión adecuada para el viaje; si está en quiebra, en escasez,
pobreza y en necesidad a cada paso del camino.
Además, esta palabra traducida «prosperar» es la mis-
ma palabra griega que el apóstol Pablo usó en 1 Corintios
16:2, cuando instruyó a los creyentes para apartar algo de
dinero cada semana según Dios les hubiera prosperado.
Ciertamente, y sin duda alguna, la palabra prosperar pue-
de ser usada y es usada en la Escritura en referencia a la
prosperidad financiera.
La pobreza no produce piedad
Como dije en la introducción, la Iglesia parece tener
dificultades para mantenerse en la mitad del camino casi
en todo tema bíblico. Cuando se trató del tema de la
prosperidad, la gente de la iglesia, en mi tiempo, estaba
fuera, a un lado del camino. Se les había enseñado que la
ENVÍA AHORA PROSPERIDAD 13

pobreza producía piedad y que Dios no quería que su


pueblo tuviera cosa alguna.
Siempre escuché predicadores decir: «Yo no quiero
nada de las riquezas de este mundo», porque pensaban
que había algo malo en éstas.
Pero en el Salmo 50 se comprueba por qué no es malo
tener de las riquezas de este mundo.
«Porque MIA ES toda bestia del bosque, y los milla-
res de animales en los collados ... / Si yo tuviese hambre,
no te lo diría a ti; porque MIO ES EL MUNDO y su
plenitud» (v. 10,12 é.a). Eso significa que todo lo que
está en el mundo es de Dios.
Marque esos versículos en su Biblia, medite en éstos y
confiéselos.
El Señor me mostró esos versículos porque tenía que
enderezar mi forma de pensar. Pensaba que era malo tener
cosa alguna. Pensaba que una persona debía ir por la vida
con la sentadera de sus pantalones rota, la copa de su
sombrero desgastada y las suelas de sus zapatos acabadas.
Viviendo en la calle con apenas lo básico, al final de la
cuadra, cerca de la vía estrecha de la queja.
Esa es la clase de pensamiento que tiene mucha gente
en la Iglesia hoy en día. Pero es porque no están pensando
de acuerdo con la Palabra de Dios.
Tristemente, muchos cristianos (incluidos algunos pre-
dicadores) me recuerdan a los pájaros pequeños que se
están criando, sentados en su nido con los ojos cerrados y
la boca bien abierta, esperando que su madre venga a
alimentarlos. Ellos comerán cualquier cosa que se les ponga
en la boca. Mucha gente en la Iglesia tiene un «lavado de
cerebro religioso» en lugar de ser enseñados en el Nuevo
Testamento. Sin conocimiento de lo que la Biblia dice y
14 EL TOQUE DE MIDAS

teniendo un discernimiento espiritual limitado, son lle-


vados de un lado a otro por cualquier viento de doctrina.
Así que, con el tiempo, aun enseñanzas erróneas se
convierten en tradiciones difíciles de cambiar. Estas se
transmiten de una generación a otra, y la siguiente acepta
el error sin cuestionar por qué eso es «lo que siempre se
ha creído».
Aprenda a pensar de acuerdo
con la Palabra de Dios
Muchas veces nuestra manera de pensar está errada.
No está de acuerdo con la Biblia. Y si nuestra manera de
pensar está errada, entonces nuestra creencia también lo
estará. Y si nuestras creencias son erradas, entonces nues-
tra forma de hablar lo será también.
Es por eso que se debe tener tanto los pensamientos,
como las creencias y la forma de hablar sincronizados
con la Palabra de Dios.
Dios nos ha dado su Palabra para enderezar nuestra
manera de pensar. En mi caso, Dios sabía que mi forma
de pensar era errada porque, como lo he dicho, en la
denominación en la cual fui criado se nos había enseñado
que era malo tener cualquier cosa. Inicié mi ministerio en
esta denominación en particular y ellos eran grandiosos
para orar por el pastor: «Señor, mantenlo humilde y no-
sotros lo mantendremos pobre». Y pensaban que le ha-
cían un favor a Dios.
Luego, en 1937, fui bautizado en el Espíritu Santo y
hablé en otras lenguas. Pero recibí «la patada de gracia»
de mi denominación y decidí ir a donde los pentecostales.
Sin embargo, ellos doblaban a los anteriores en su manera
de orar por el pastor. En otras palabras, oraban en dos
ENVÍA AHORA PROSPERIDAD 15

sentidos: «¡Señor, mantenlo humilde y nosotros lo man-


tendremos pobre!».
¿Qué dice la Palabra de Dios?
La idea de que Dios quiere a sus hijos pobres, sin
tener cosas materiales, no es bíblica. La Biblia tiene mu-
cho que decir acerca del dinero, acerca de recibirlo para
suplir necesidades personales y de darlo para apoyar la
obra de Dios y para bendecir a otros.
Es significativo que muchos de los siervos de Dios, a
través de la Biblia, fueron ricos. No estoy hablando sólo
de haber sido espiritualmente prósperos. Lo que quiero
decir es ¡financieramente ricos! La Biblia dice: «Y Abram
era riquísimo en ganado, en plata y en oro» (Génesis
13:2). Este versículo no requiere mucha interpretación ¿o
sí?
1 Reyes 10 cuenta que la Reina de Saba fue a visitar al
Rey Salomón para ver si era tan sabio y grande como
había oído. Después de evaluarlo, haciéndole muchas pre-
guntas difíciles, le dijo: «Pero yo no lo creía, hasta que he
venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la
mitad; es mayor tu sabiduría y bien (prosperidad en la
VRS), que la fama que yo había oído» (v. 7 é.a).
Job también fue muy adinerado. La Palabra de Dios
dice: «Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos,
quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísi-
mos criados; y era aquel varón más grande que todos los
orientales» (Job 1:3). Durante las pruebas y sufrimientos
que enfrentó, perdió su gran riqueza, pero Dios se la
restauró. ¿Cómo lo sé? La Biblia dice: «Y bendijo Jehová
el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo
16 EL TOQUE DE MIDAS

catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes


y mil asnas» (c. 42:12).
En 2 Crónicas 26:5, leemos que mientras el Rey Uzías
buscó al Señor, Dios lo hizo prosperar. Parece claro que
Dios no está en contra de la prosperidad; Habría estado
violando sus propios principios cuando prosperó a Uzías
y a otros.
Es importante reconocer que Dios no está en contra
de la riqueza y la prosperidad. Pero está en contra de que
la gente sea codiciosa.
Requisitos para caminar en prosperidad
Dios quiere prosperar a sus hijos. Se interesa por no-
sotros y quiere que tengamos buenas cosas en la vida. Él
dijo en su Palabra: «Si quisiereis y oyereis (si fuereis de-
seoso y obediente en la VRS), comeréis el bien de la
tierra» (Isaías 1:19 é.a). Pero Dios no quiere que ponga-
mos «el comer el bien de la tierra» primero.
Moisés fue un ejemplo de alguien que no puso las
cosas materiales primero. Por ejemplo, él, que fue criado
por una egipcia, rehusó ser llamado hijo de la hija de
Faraón cuando creció.
«Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse
hijo de la hija de Faraón, / escogiendo antes ser maltratado
con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites tempora-
les del pecado, / teniendo por mayores riquezas el vitupe-
rio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía
puesta la mirada en el galardón» (Hebreos 11:24-26).
¡Piense acerca de lo que Moisés rehusó! ¡Él era el hijo
de la hija de Faraón y el sucesor que heredaría el trono!
Además tenía prestigio, honor y riqueza. Tuvo todas las
cosas que el mundo ofrecía. Pero, aun así, Moisés estimó
ENVÍA AHORA PROSPERIDAD 17

el vituperio de Cristo como mayor riqueza que todos los


tesoros de Egipto. Vio la diferencia entre el pueblo de
Dios y la gente del mundo.
Algunas personas están más interesadas en ganar un
dólar que en servir a Dios. Pero las cosas espirituales
deben estar primero si va a ser espiritual. Debe estimar
más las cosas de Dios, las espirituales, que las cosas terre-
nales.
Uno de los requisitos para prosperar es estimar en
poco las cosas terrenales. No puede poner las cosas terre-
nales por encima de las espirituales y esperar prosperar
como Dios desea que lo haga.
No, no es malo tener dinero. Es malo que el dinero lo
tenga a usted. Es malo que el dinero sea su amo o su
maestro o que sea consumido en sus propios deseos.
¡Dios quiere que prospere financieramente! Pero su
prosperidad depende de que ponga las primeras cosas en
primer lugar. Hay requisitos involucrados.
En el Antiguo Testamento, Dios les dijo a los Israeli-
tas que guardaran sus estatutos y caminaran en sus man-
damientos (cf. Deuteronomio 28). Dios desea lo mismo
para nosotros. La prosperidad espiritual es poner la Pala-
bra de Dios primero y caminar en la Verdad.
Bajo la inspiración del Espíritu Santo, Juan escribió:
«Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las
cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma» (3
Juan 2). En los dos versículos siguientes, continúa di-
ciendo que no tenía mayor gozo que en oír que el pueblo
de Dios esté caminando realmente en la verdad de la Pala-
bra de Dios.
Dios les dijo a los Israelitas: «Si … dieres oído a sus
mandamientos , y guardares todos sus estatutos, ninguna
18 EL TOQUE DE MIDAS

enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti


… / y … completaré el número de (tus) días» (Éxodo
15:26; 23:26 é.a). Eso es prosperidad física o sanidad y
salud divina.
El Señor también les habló a los Israelitas acerca de su
«canasta y artesa de amasar» siendo bendecidas, sus gra-
neros llenos y ellos siendo la cabeza y no la cola (cf.
Deuteronomio 28:1-14; Proverbios 3:10). Eso es prospe-
ridad material. Pero note que su prosperidad física y ma-
terial dependía de su prosperidad espiritual.
«Amado, yo deseo que tú seas PROSPERADO EN
TODAS LAS COSAS, y QUE TENGAS SALUD, ASÍ
COMO PROSPERA TU ALMA» (3 Juan 2 é.a).
Juan está hablando sobre prosperidad financiera o
material, prosperidad física y prosperidad espiritual. Ob-
serve que la prosperidad material y física depende de la
espiritual.
Ponga las primeras cosas primero
El Salmo 1 es tan hermoso, pero además también con-
firma plenamente que Dios quiere que su gente prospere.
«Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo
de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado; / sino que en la ley de
Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de
noche. / Será como árbol plantado junto a corrientes de
aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y
todo lo que hace, PROSPERARÁ» (Salmo 1:1-3 é.a).
Se da cuenta, Dios quiere que prosperemos. Sin em-
bargo, nuestra necesidad es evaluar las cosas como debe-
rían ser evaluadas; estimar las cosas terrenales ligeramente
y poner las primeras cosas primero.
ENVÍA AHORA PROSPERIDAD 19

Las personas podrían tener fe por sanidad o por cual-


quier cosa que la Palabra de Dios promete: prosperidad,
una familia saludable y feliz, larga vida, si pudieran sim-
plemente poner en primer lugar las cosas espirituales.
Determine en su corazón poner las cosas espirituales
primero y estimar las cosas terrenales ligeramente. Ponga
primeramente a Dios, aun antes que a usted. Será bende-
cido espiritualmente, físicamente y en todas las formas
junto con su familia.
Lo bueno de la tierra
Dejé mi primera iglesia en 1949 y salí a lo que llama-
mos el ministerio itinerante. Fui de iglesia en iglesia ha-
ciendo reuniones de avivamiento. Había estado fuera por
un año y me apropié del versículo que dice: «Si quisiereis
y oyereis (estar dispuesto y obediente en la VRS), come-
réis el bien de la tierra» (Isaías 1:19 é.a). Pero, ciertamen-
te, no estaba comiendo ¡el bien de la tierra!
Había desgastado mi automóvil. Tuve que venderlo
por chatarra. Tenía tres deudas con bancos diferentes y,
con la venta del automóvil, conseguí apenas lo suficiente
para pagar los intereses de las mismas, renovarlas y com-
prarles a los niños algo de ropa.
Tenía todo esto por escrito. De modo que fui al Se-
ñor en oración para exponerle mi situación económica.
Estaba lejos de casa, dando un seminario. Estaba ayunan-
do y hablaba cada día con el Señor acerca de mi situación.
Le dije: «Señor, viste que te obedecí cuando me pe-
diste dejar la iglesia que estaba pastoreando para salir a
predicar. Hice lo que me dijiste que hiciera. Y tu dijiste
“Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra”.
20 EL TOQUE DE MIDAS

»Ahora, Señor, aquí está lo que la iglesia me pagó


junto con las cosas con las que amoblaron la casa pastoral
(la mejor casa pastoral en la que hemos vivido). Todos los
servicios estaban cancelados y, probablemente, la mitad
de lo que comíamos era pagado, porque constantemente
las personas nos traían comida».
Y luego, le dije al Señor: «Ellos también nos enviaban
a cada convención que necesitábamos asistir. La Iglesia
pagaba nuestra ida y regreso y muchas veces le compra-
ban un vestido nuevo a mi esposa y un traje nuevo a mí».
Ellos querían que fuéramos bien vestidos a esas conven-
ciones porque los estábamos representando.
Le mostré al Señor las cifras que había escrito. «Pero,
Señor —continué— aquí está el ingreso bruto de este
año. Aquí está cada centavo que recibí este año. Fueron
mil doscientos dólares en efectivo lo que recibí el año
pasado.
Además de eso, ahora tengo que pagar los gastos de
viaje, mi propia renta y los servicios, solo del dinero que
recibo de las reuniones en otras ciudades. Además de eso,
he tenido que pagar la ida a las convenciones a las que
necesito asistir.
»Como puedes ver, todo esto tomó una gran porción
de mi salario, casi la mitad».
Añadí: «¿Señor, ves qué tan bien estaría si me hubiera
quedado donde estaba? Y ellos querían que me quedara.
La junta de la iglesia dijo: “Hermano Hagin, si se queda
con nosotros, votaríamos por usted como pastor indefi-
nidamente. Solo quédese aquí hasta que Jesús venga”».
Realmente me hubiera gustado hacer eso, porque esta
era la vez en que más cómodos habíamos estado en todos
nuestros años de trabajo pastoral.
ENVÍA AHORA PROSPERIDAD 21

Estábamos viviendo en la mejor casa pastoral. Estába-


mos recibiendo el mejor salario que habíamos tenido. La
iglesia iba bien. Pero el Señor dijo, «Ve», así que fui.
«Dije, “Ahora, Señor, te obedecí. Si no me hubieras
hablado, seguiría perfectamente satisfecho donde estaba,
desde el punto de vista natural”». (Dije esto desde un
punto de vista natural no espiritual, porque cuando no-
sotros somos espirituales, queremos obedecer a Dios. Pero
la carne no siempre quiere hacerlo).
Le dije al Señor: «Te obedecí. Pero ahora estamos
viviendo en un apartamento de tres cuartos. Mis hijos no
tienen una casa adecuada, no están vestidos ni alimenta-
dos adecuadamente; es claro que no estamos comiendo el
bien de la tierra».
Debe estar dispuesto y obedecer
Le estaba diciendo esto al Señor y le citaba Isaías 1:19.
Y, cerca del tercer día, el Señor me habló, al igual que
habla a otros creyentes, le llamamos la suave voz apacible.
Él dijo: «—La razón por la cual no estás comiendo el
bien de la tierra es porque tú no calificas para ello».
Le dije: «—¿Qué quieres decir con que no califico? Te
obedecí. Ese pasaje dice: «Si quisiereis (estar dispuesto) y
oyereis (ser obediente)…».
«—Eso es lo que dice —respondió el Señor—. Tú
calificas en la parte obediente, pero no calificas en la
parte de estar dispuesto. Así que no calificas».
No me importa decirle de antemano que ¡la Palabra
de Dios es verdad siempre! La Biblia dice: «Antes bien
sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso» (Romanos
3:4). Y si no está comiendo el bien de la tierra, puede ser
porque no califica.
22 EL TOQUE DE MIDAS

Entonces, el Señor me dijo: «Sí, ciertamente me obe-


deciste al dejar esa iglesia, pero no estabas deseoso».
Ahora, no me diga que toma mucho tiempo para lle-
gar a estar deseoso. ¡Conozco mejor acerca de eso! Cuan-
do el Señor me dijo eso, estuve deseoso en ¡diez segun-
dos! Sólo hice un pequeño ajuste en mi espíritu. Luego
dije: «Señor, ahora estoy listo. Estoy listo para comer el
bien de la tierra. Estoy dispuesto. Sé que estoy deseoso.
Tú sabes que estoy deseoso. Y el diablo sabe que estoy
deseoso».
Por supuesto, una parte del estar deseoso y obediente
es mantener sus motivos puros. Dios ve el corazón del
hombre y sabe qué actitudes lo están motivando (cf. 1
Samuel 16:7). Si los motivos de una persona no son co-
rrectos, necesita arrepentirse y hacer los ajustes necesa-
rios. Dios no va a bendecir a alguien cuyos motivos son
impuros. No, esa persona debe ser deseosa y obediente y
tener los motivos correctos.
Puse en orden la parte del querer o estar deseoso así
como la del obedecer. Y sabía que tenía los motivos co-
rrectos. Pero de otro lado, si iba a comer del bien de la
tierra, el Señor aún tenía que cambiar mi manera de pen-
sar. Ésta tenía que enderezarse y ponerse de acuerdo con
lo que la Palabra de Dios dice en cuanto al tema de la
prosperidad.
Estas son algunas de las razones por las cuales la gente
no está comiendo el bien de la tierra. Y podría ser sim-
plemente porque no están permaneciendo en la Palabra
de Dios, ¡el libro que les dice a ellos cómo hacerlo!
CAPITULO DOS

NUESTRA AUTORIDAD EN
EL ÁREA FINANCIERA

Mientras continuaba esperando delante del Señor por


mis finanzas, pasando tiempo en la Palabra, con oración y
ayuno, me dijo: «Ve al libro de los orígenes».
Ahora que estaba deseoso y obediente, me estaba mos-
trando cómo enderezar mi forma de pensar. Sabía de lo
que estaba hablando cuando dijo: «el libro de los oríge-
nes», quería decir el libro de Génesis.
El Señor prosiguió diciéndome que hizo la tierra y su
plenitud. La creó. Me dijo: «Luego creé a mi hombre,
Adán». Y el Señor vio que no era bueno para el hombre
estar solo, así que creó a Eva.
El Señor les dijo: «Y señoree … en toda la tierra, y en
todo animal … / llenad la tierra, y sojuzgadla» (Génesis
1:28). ¿Sobre qué? ¡Sobre toda la tierra, toda la obra de
sus manos!
«En el principio creó Dios los cielos y la tierra. /
24 EL TOQUE DE MIDAS

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra ima-


gen, conforme a nuestra semejanza; y SEÑOREE en los
peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en
toda la tierra, y EN TODO ANIMAL QUE SE
ARRASTRA SOBRE LA TIERRA. / Y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y
hembra los creó. / Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad
y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y
SEÑOREAD en los peces del mar, en las aves de los
cielos, y EN TODAS LAS BESTIAS QUE SE MUE-
VEN SOBRE LA TIERRA. / Y dijo Dios: He aquí que
os he dado toda planta que da semilla, que está sobre
toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da
semilla; os serán para comer. / Y a toda bestia de la tierra,
y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra
sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será
para comer. Y fue así» (Génesis 1:1,26-30 é.a).
Después que el Señor me mostró esos pasajes en el
Salmo 50:10-12 y en Génesis 1, dijo: «Hay otro pasaje
que dice: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de
los ejércitos”» (Hageo 2:8). Luego añadió: «Todos son
míos, no porque estén en mi posesión, sino porque los
creé».
»Pero, ¿para quién piensas que creé las bestias sobre
los miles de montes? ¿Para quién crees que creé la plata y
el oro? ¿Para quién crees que creé la tierra y su plenitud?
¿Para el diablo y su tropa? No. Los hice para mi hombre,
Adán. Pero —continuó el Señor— mi pueblo piensa de
manera errada».
El diablo puede manejar un club nocturno y ni a él ni
a su gente les importa gastarse miles de dólares en un
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 25

aviso electrónico para que todo el mundo sepa lo que es.


Pero si alguien coloca un aviso bonito en la iglesia, habrá
personas que se opondrán a eso. El diablo les ha vendado
los ojos.
¿Cómo es posible que el diablo y su grupo tengan la
mayoría de la plata y el oro si el Señor los hizo para
Adán? ¿Se ha preguntado eso alguna vez?
El Señor dijo: «La plata y el oro no están aquí para el
diablo y su gente. Los hice para mi hombre, Adán, pero
él cometió grave traición contra mí. Adán lo vendió, co-
metió traición. Entregó todo a Satanás».
«Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en
un momento TODOS LOS REINOS DE LA TIERRA.
/ Y le dijo el diablo: a ti te daré toda esta potestad, y la
gloria de ellos; PORQUE A MI ME HA SIDO EN-
TREGADA, y a quien quiero la doy. / Si tú postrado me
adorares, todos serán tuyos. / Respondiendo Jesús, le dijo:
Vete de mí, Satanás porque escrito está: Al Señor tu Dios
adorarás, y al Él solo servirás» (Lucas 4:5-8 é.a).
Cuando el Señor creó a Adán, él era, en cierto senti-
do, el dios de este mundo, porque Dios creó la tierra y su
plenitud y se las entregó (cf. Génesis 1:26-28).
Pero leemos en 2 Corintios 4:4 que Satanás es el dios
de este mundo. Bien, en el comienzo, él no era el dios de
este mundo. Así que ¿cómo llegó a serlo? Adán cometió
traición y se lo cedió a él. Ahora, Adán no tenía derecho
moral para desobedecer a Dios y cederlo a Satanás, pero
tenía derecho legal para hacerlo.
Sabemos que Adán le entregó su dominio a Satanás
porque le dijo a Jesús: «A ti te daré toda esta potestad, y
la gloria de ellos; PORQUE A MI ME HA SIDO EN-
26 EL TOQUE DE MIDAS

TREGADA, y a quien quiero la doy. / Si tú postrado me


adorares, todos serán tuyos» (Lucas 4:6,7).
Algunas personas dicen: «Bueno, ni siquiera le corres-
pondía a Satanás, darlo». Pero, si no podía darlo, enton-
ces no hubiera sido una tentación para Jesús. Y, si no fue
una tentación, entonces por qué la Biblia dice que fue
tentado (cf. Lucas 4:2).
Es ridículo pensar que Jesús no fue realmente tentado
por el diablo. Aunque sabemos de la deidad de Jesús,
también debemos reconocer que, en su humanidad, fue
tentado (cf. Hebreos 4:15). Satanás le mostró a Jesús to-
dos los reinos del mundo en un momento y le dijo: «A ti
te daré toda esta autoridad, y la gloria de ella; porque a
mí me ha sido entregada». ¿Quién se la entregó? ¡Adán lo
hizo!
El Señor me dijo todo esto y lo relacionó con fe,
refiriéndose a las finanzas. Mientras estaba orando y es-
perando delante de Él, me dijo, a través de su Espíritu
Santo: «El dinero que necesitas está allá abajo. No está
aquí arriba, en el cielo. No tengo ni un dólar americano
aquí arriba. No voy a hacer llover dinero del cielo, por-
que si lo hiciera, sería falso. Y no soy un falsificador».
Después de todo, recordé lo que Jesús dijo en Lucas 6.
«Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida
y rebosando darán (los HOMBRES en la VRS) en vues-
tro regazo» (v. 38 é.a).
Mire, cuando los hombres le dan a usted, Dios está
detrás de eso, correcto. Pero ese versículo dice: «darán
(los hombres) en vuestro regazo». Es por eso que el
Señor dijo: «El dinero que tú necesitas está allá abajo.
No voy a hacer llover dinero del cielo. No tengo nada de
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 27

dinero aquí arriba. Y si hiciera llover dinero del cielo,


sería falso y no soy un falsificador».
Después de que el Señor me mostró esto, dijo: «Cual-
quier cosa que necesites, sólo proclámala».
Se nos ha dado autoridad en Cristo
La razón por la que tenemos derecho a proclamar que
nuestras necesidades son suplidas es porque Jesús vino a
esta tierra y derrotó a Satanás. Estamos en el mundo pero
no somos del mundo (cf. Juan 15:19), pero aún así tene-
mos que vivir en este mundo. Por lo tanto, debemos usar
la autoridad que nos ha sido dada por Dios para hacer
valer la derrota de Satanás y disfrutar sus bendiciones en
Cristo, incluyendo la prosperidad financiera.
«Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos
PARA PARTICIPAR DE LA HERENCIA DE LOS
SANTOS EN LUZ» (Colosenses 1:12 é.a).
¡Eso es algo que nos pertenece en esta vida!
Ahora, observe el versículo siguiente. Aquí está la he-
rencia de los santos en luz que el Padre dio como resulta-
do de que Jesús derrotó a Satanás.
«El cual (el Padre) NOS HA LIBRADO DE LA
POTESTAD DE LAS TINIEBLAS, y TRASLADADO
AL REINO DE SU AMADO HIJO» (v. 13 é.a).
Note que dice: «NOS HA librado». En otras pala-
bras, Jesús no va a librarnos; ya nos libró.
El resto de ese versículo dice: «de la POTESTAD
(poder) de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado
hijo». Observe esa palabra «potestad» otra vez. Hay di-
ferentes palabras griegas que son traducidas como «po-
28 EL TOQUE DE MIDAS

testad» en el Nuevo Testamento. En Colosenses 1:13 sig-


nifica autoridad.
En otras palabras, Dios nos ha librado de la autoridad
o dominio de las tinieblas. Bien, ¿qué es la autoridad o
dominio de las tinieblas? Es el reino de Satanás. Recuerde
lo que Jesús dijo a través del apóstol Juan: «El mundo
entero está bajo el maligno» (1 Juan 5:19). Está hablando
sobre tinieblas espirituales y muerte espiritual.
Estamos en el mundo, eso es cierto. Pero no somos
del mundo. El mundo entero está en tinieblas, pero ¡Dios
nos ha librado del poder de las tinieblas, y nos ha trasla-
dado al reino de su amado Hijo! (cf. Colosenses 1:13)
¡Esa es nuestra herencia!
Ahora, miremos Colosenses 2.
«Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la
incircuncisión de vuestra carne, os dio vida (revivió) jun-
tamente con Él (Cristo), perdonándoos todos los peca-
dos, / anulando el acta de los decretos que había contra
nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y
clavándola en la cruz, / y despojando (reduciéndolos a
nada) a los principados y a las potestades (las fuerzas
malignas del enemigo), los exhibió públicamente, triun-
fando sobre ellos en la cruz» (Colosenses 2:13-15 é.a).
¡Aleluya! Somos los triunfadores por lo que Jesús hizo.
Él no lo hizo para sí; no lo necesitaba. Lo que Jesús hizo
lo hizo por mí. Lo hizo por usted. ¡Lo hizo por noso-
tros! Él vino a ser nuestro sustituto. Él tomó nuestro
lugar y, cuando derrotó al enemigo, alabado sea Dios, se
escribió a nuestra cuenta, que nosotros derrotamos al ene-
migo en Él. Por lo tanto, tenemos la autoridad para de-
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 29

cirle a Satanás que quite sus manos de lo que nos perte-


nece, incluyendo nuestras finanzas.
Aun así, algunos van por ahí, hablando acerca de la
Iglesia «guerrera». ¡No saben que Jesús ya venció a Sata-
nás!
«Sí —dice alguien—, pero ¿no sabe que Pablo le dijo
a Timoteo que fuera un buen soldado? (cf. 2 Timoteo
2:3). Por lo tanto, somos soldados y estamos en el ejérci-
to».
Sí, pero es ¡un ejército de ocupación! En otras pala-
bras, venimos en una «operación de limpieza» ¡detrás de
lo que Jesús ya ganó! ¡Aleluya! ¡Es una Iglesia triunfante y
no una Iglesia guerrera!
Como puede ver, Jesús exhibió a los principados y a
las potestades públicamente. Eso quiere decir que los ex-
hibió delante de tres mundos: el cielo, la tierra y el in-
fierno, triunfando sobre estos poderes en la cruz! (cf.
Colosenses 2:15).
La Palabra declara que somos más que vencedores y
que hemos vencido al mundo a través de Jesucristo. La
Palabra declara que somos redimidos de la maldición de
la ley: de pobreza, enfermedad y muerte espiritual.
La palabra también dice que se nos ha dado autoridad
sobre el diablo en el nombre de Jesús y que podemos usar
esa autoridad y proclamar que nuestras necesidades fi-
nancieras son suplidas. Así que aprenda a pensar y a ha-
blar de acuerdo con lo que la Palabra de Dios dice. Puede
tener lo que la Palabra dice que puede tener y usted es lo
que la Palabra de Dios dice que es: ¡es nacido de Dios!
«Hijitos, VOSOTROS SOIS DE DIOS y los habéis
vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el
que está en el mundo» (1 Juan 4:4).
30 EL TOQUE DE MIDAS

Ahora, en el Antiguo Testamento hay largas páginas


de genealogía; y era necesario que los Israelitas tuvieran
un registro de su genealogía. Había páginas y páginas de
«Fulano y Fulano engendraron a fulano y a fulano» (¡To-
dos esos nombres que difícilmente se pueden pronun-
ciar!).
Después de un tiempo, ¡uno se cansa de leer todos
esos nombres y quiere pasarlos y empezar a leer otra cosa!
Pero en el Nuevo Testamento, podemos escribir nues-
tra genealogía en cuatro palabras cortas: «yo soy de Dios».
¡Aleluya! Si es nacido de nuevo, diga esto en voz alta:
«yo soy de Dios» (1 Juan 4:4).
Mire otra vez en 1 Juan:
«Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que sea-
mos llamados HIJOS DE DIOS; por esto el mundo no
nos conoce, porque no le conoció a él» (c. 3:1 é.a).
¡Eso es lo que somos! Sabemos exactamente quiénes
somos. De acuerdo a la Palabra, ¡somos «de Dios»! So-
mos hijos de Dios. Somos nuevas criaturas en Cristo Je-
sús. Su Espíritu da testimonio con nuestro espíritu de
que somos hijos de Dios (cf. Romanos 8:16).
Alabado sea Dios, «Hijitos, vosotros sois de Dios» (1
Juan 4:4). ¡Esa es nuestra genealogía!
¡Aquellos nacidos de Dios
son vencedores!
Ahora, observe la siguiente afirmación en 1 Juan 4:4:
«Y los habéis vencido». ¿Vencido a quién? A todos esos
demonios y espíritus inmundos de los que Juan habla en
los versículos 1 al 3. Él dijo: «Los habéis vencido».
«Bien —pregunta alguien—, si yo los he vencido,
¿cómo es que tengo tantos problemas con éstos?». ¡Por-
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 31

que no sabe que los venció! Y como no lo sabe, ¡no actúa


al respecto!
Fíjese que no dice que los va a vencer. Este versículo
dice claramente que los hemos vencido. Eso es tiempo
pasado: «(Vosotros) los HABÉIS vencido» (1 Juan 4:4
é.a). ¿Cómo puede ser eso? Porque el resto de ese versícu-
lo dice que ¡los ha vencido porque mayor es El que está
en usted que el que está en el mundo!
«Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido;
PORQUE MAYOR ES EL QUE ESTÁ EN VOSO-
TROS, QUE EL QUE ESTÁ EN EL MUNDO» (1
Juan 4:4 é.a).
Pablo le escribió a la iglesia de Colosas, diciendo: «es
Cristo en vosotros, la esperanza de gloria» (Colosenses
1:27).
«A quienes Dios quiso dar a conocer LAS RIQUE-
ZAS DE LA GLORIA DE ESTE MISTERIO entre
los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria» (v. 27 é.a).
Este es el misterio: a través del Espíritu Santo, Cristo
habita en nosotros y nosotros somos el cuerpo de Cristo.
Él es la Cabeza y nosotros somos el cuerpo.
Ahora, ¿es posible que su cabeza tenga una experien-
cia y su cuerpo otra? No, es imposible. De la misma ma-
nera, la victoria del Señor Jesús es nuestra victoria. Cuan-
do venció a los demonios y a los espíritus inmundos y los
redujo a nada, todo eso fue cargado a nuestra cuenta.
Note que dice: «LOS habéis vencido» (1 Juan 4:4 é.a).
Entonces, ¿por qué la gente tiene tanto problema con
los espíritus inmundos? ¡Por su errada manera de pensar!
No saben que en Cristo han vencido a los demonios y a
los espíritus inmundos. Y como no lo saben, no actúan al
32 EL TOQUE DE MIDAS

respecto. Pero los creyentes tienen autoridad sobre Sata-


nás. Sólo necesitan creer y ejercitarla en cada área de sus
vidas, incluyendo la financiera.
Jesús destruyó las obras del diablo,
incluyendo la pobreza y la escasez
Hay otro pasaje de la Escritura que nos va a ayudar en
nuestra forma de pensar sobre este tema.
«Y ni mi palabra ni mi predicación fueron con pala-
bras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostra-
ción del Espíritu y de poder, / para que vuestra fe no
esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el
poder de Dios. / Sin embargo hablamos sabiduría entre
los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este
siglo, ni de los príncipes de este siglo QUE PERECEN»
(1 Corintios 2:4-6 é.a).
Recuerde que en Colosenses 2:15, leímos: «Y despo-
jando a los principados y a las potestades, los exhibió
públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz».
¡Jesús despojó a los principados y a las potestades! Si
mira en el margen de una buena Biblia con referencias,
dirá: «Él dejó como nada a los principados y las potesta-
des». Él los redujo a nada. En otras palabras los redujo a
nada en su capacidad de dominarnos. Por lo tanto, tam-
poco pueden dominarnos financieramente.
Si estos principados y potestades están destronados,
entonces ¿por qué están gobernando todavía en el mun-
do? Porque el mundo no sabe que están destronados.
¡No saben acerca de eso, y por lo tanto, no pueden actuar
al respecto!
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 33

Esa es la razón por la que Jesús dijo que era ungido


por el Espíritu (así también nosotros) para ¡predicar li-
bertad!
Alguien preguntó: «¿Qué quiere decir predicar liber-
tad?».
Pues predicar a los cautivos. «¡Usted es libre! ¡Jesús lo
liberó! ¡Esas potestades han sido reducidas a nada! ¡Son
potestades destronadas!».
«Hijitos, vosotros sois de Dios, y LOS HABÉIS VEN-
CIDO; porque mayor es el que está en vosotros, que el
que está en el mundo» (1 Juan 4:4 é.a).
«Bueno, estoy tratando de vencerlos —dijo alguien—».
No, usted no trata. Simplemente acepta por fe lo que
Jesús hizo. ¡Lo que Él hizo, lo hizo por usted! La victoria
de Cristo es su victoria. ¡Gloria a Dios!
Ejercitando nuestra autoridad
Es por eso que cuando el Señor me dijo que procla-
mara el dinero que necesitaba, entendí lo que Él quería
decir. Él me estaba diciendo que creyera y ejercitara mi
autoridad espiritual en el área de las finanzas.
El Señor me había dicho: «El dinero que necesitas no
está aquí arriba en el cielo. No tengo nada de dinero aquí
arriba. El dinero que necesitas está allá abajo. Es Satanás
el que está impidiendo que venga, no Yo».
«Satanás se va a quedar allí hasta que el arrendamien-
to de Adán termine». (Luego, gracias a Dios, Satanás va
a ser puesto en las profundidades del abismo por un poco
de tiempo y, finalmente, echado al lago de fuego).
El Señor me dijo: «No ores acerca del dinero como lo
has estado haciendo. Cualquier cosa que necesites proclá-
34 EL TOQUE DE MIDAS

mala en el nombre de Jesús. Luego di: “Satanás, quita tus


manos de mi dinero”. Luego declara: “vayan espíritus
ministradores, y hagan que el dinero venga”».
Esto fue en 1950, y desde ese día hasta hoy, no he
orado por dinero. Estoy hablando acerca de mí. Ahora,
cuando se trata del Centro de Entrenamiento Bíblico,
RHEMA, es diferente. Nosotros les presentamos las ne-
cesidades a las personas para que nos ayuden, porque eso
no es sólo mi responsabilidad.
Es de la misma manera con la iglesia local. No es
solamente la responsabilidad de una persona. Todos no-
sotros deberíamos creer a Dios, no sólo el pastor.
Y del otro lado, el pastor tiene una responsabilidad
también, porque está en autoridad. Él tiene que hacer
ciertas cosas y tomar ciertas decisiones en la iglesia; esa es
una gran responsabilidad.
Los ángeles son espíritus ministradores
En 1950, cuando comencé a ver cómo trabajaba la fe
en el área de las finanzas, todo era nuevo para mí.
De hecho, le dije al Señor: «¿Qué quieres decir? Pue-
do entender la parte sobre cómo podemos ejercer autori-
dad sobre el enemigo, proclamar las finanzas que necesi-
tamos, y decirle a Satanás: “Quita tus manos de mis fi-
nanzas”. Pero, ¿qué quieres decir con la parte de “Vayan
espíritus ministradores y hagan que el dinero venga”?».
El Señor dijo: «¿No has leído en mi Palabra, donde
dice que los ángeles son espíritus ministradores enviados
para servicio de (ministrar para) aquellos que serán here-
deros de la salvación?» (Hebreos 1:14 é.a).
Como pensé que decía «a servir» (ministrarnos), tuve
que coger mi Biblia y leerla. ¿No es extraño cómo pode-
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 35

mos leer las Escrituras por años y años, y leer por encima
de algunas cosas y no entender lo que la Palabra dice?
«Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: siéntate
a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado
de tus pies? / ¿No son todos espíritus ministradores, en-
viados para servicio a favor de (enviados a ministrar PARA
en la VRS) los que serán herederos de la salvación?» (He-
breos 1:13-14 é.a).
Observe que el versículo 13 dice: «Pues, ¿a cuál de los
ÁNGELES». Así que Él está hablando acerca de ángeles.
Ahora, observe el versículo 14: «¿no son todos espíritus
ministradores…?».
Fíjese lo que dice: «¿No son TODOS (¿Cuántos de
ellos? Todos ellos) espíritus ministradores?»
Ellos son seres espirituales; son « espíritus
ministradores, enviados PARA servicio a favor de los que
serán HEREDEROS DE LA SALVACIÓN» (v. 14 é.a).
Bien, eso es ¡a nosotros! Estos ángeles son espíritus
ministradores que son enviados para servicio a nuestro
favor. «Para» nosotros, significa que ¡ellos fueron envia-
dos para hacer algo por nosotros!
Ahora, en el reino de Satanás, podemos decir que él es
el jefe. Y todos estos demonios y otros espíritus están
haciendo su trabajo. A veces escuchamos decir: «Satanás
me influenció para hacer eso». Bien, a lo mejor él no
estuvo allí presente, en ese momento, pero uno de sus
embajadores sí lo estaba. Estos demonios y espíritus in-
mundos influencian a la gente. Influencian aun a los cris-
tianos, si éstos los dejan.
Bueno, así como los espíritus inmundos influencian a
las personas, los espíritus buenos o espíritus ministradores
también pueden influenciar a la gente.
36 EL TOQUE DE MIDAS

Puse en práctica lo que recibí


Después que el Señor me mostró esto, fui a la iglesia,
donde estaba teniendo la reunión, y me paré en la plata-
forma. Seré honesto con usted; como esta era una revela-
ción nueva para mí, mis rodillas temblaban.
Estaba temblando, no porque estuviera temeroso como
alguien lo está de una culebra cascabel o de una mala
tormenta. Estoy hablando de un temor santo y reverente.
Recuerde que el apóstol Pablo dijo: «Y estuve entre vo-
sotros con mucho temblor y temor» (1 Corintios 2:3).
Lo que experimenté fue una cosa totalmente diferente a
un temor atormentador. Era un temor santo.
Como puede ver, lo que el Señor me había mostrado
era nuevo para mí, y mi cabeza me estaba diciendo: «Eso
no va a funcionar». Simplemente me paré en la platafor-
ma y dije privadamente: «Bueno, ahora, veamos. Se re-
quiere de ciento cincuenta dólares semanales para suplir
mi presupuesto». (Eso no suena como mucho hoy en día,
pero lo era entonces).
Se suponía que debía estar en esa iglesia una semana.
Así que dije: «En el nombre de Jesús, pido ciento cin-
cuenta dólares esta semana». Y luego dije: «Satanás, quita
tus manos de mi dinero en el nombre de Jesús». Después,
también dije: «Vayan espíritus ministradores y hagan que
el dinero venga». Eso es, es todo lo que hice.
Luego, le dije al pastor: «Ahora, hermano, no haga
ningún anuncio especial por dinero. Cuando esté listo
para recoger mi ofrenda, diga lo menos posible acerca de
la misma. No diga mucho al respecto».
«Bien —me dijo respondió—, conoce nuestra cos-
tumbre. Recogemos una ofrenda para el evangelista el
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 37

martes, viernes y domingo en la noche. Estamos acos-


tumbrados a recibir promesas de ofrendas. Si sólo digo:
“esta es la ofrenda para el Hermano Hagin” y pasamos
las canastas, no recibirá más de diez centavos».
Le dije: «Si sólo recibo eso, no me oirá decir una
palabra».
Había predicado en esa misma iglesia un año antes.
Esta vez el pastor era otro, y la otra diferencia era que
tenían dos miembros más este año con respecto al pasado.
Tenía casi el mismo tamaño. No habían logrado ganar a
nadie más.
El año anterior, cuando había predicado en esa iglesia,
me pagaron cincuenta y siete dólares semanales por dos
semanas. Eso es ciento catorce dólares en total. Y cuando
me dieron esa ofrenda, ¡pensaron que habían alcanzado la
luna!
El pastor que estaba en ese entonces, se había tomado
treinta o cuarenta minutos para recibir esa ofrenda, di-
ciendo: «¿Quién da otro dólar?...» (No me mal interpre-
te. Es correcto hacer eso si el Señor lo guía. De hecho, he
sido ungido a veces para recoger ese tipo de ofrenda).
Pero ahora que había visto cómo funcionaba la fe para
las finanzas, le dije a este pastor: «No reciba ninguna
promesa de ofrenda».
«Bien, ah… Si esa es la forma en que lo quiere —dijo
el pastor—».
«—Esa es la forma en que lo quiero».
La reunión comenzó e iba bien, y el pastor me pre-
guntó: «¿Podría quedarse más tiempo?».
Dije: «Tengo otra reunión en camino, pero pensaba
tomarme un poco de tiempo entre las reuniones para ir a
casa».
38 EL TOQUE DE MIDAS

Pero, con el transcurso del tiempo, me persuadió de


quedarme hasta la noche del miércoles de la siguiente
semana, lo que hacia de ésta, una reunión de diez días.
Así que cambié la cantidad que había proclamado; la
cantidad que necesitaba para cubrir mi presupuesto. En
lugar de ciento cincuenta dólares, ahora estaba procla-
mando doscientos. No oré por ello. Proclamé lo que ne-
cesitaba en el Nombre de Jesús, y dije: «Satanás, quita tus
manos de mis finanzas». Luego, dije: «Vayan, espíritus
ministradores; hagan que el dinero venga».
Al final de la reunión, el pastor contó las ofrendas
recogidas para mí, y encontró que la cantidad que había
entrado era de ¡doscientos cuarenta y tres dólares! Él es-
taba asombrado. «Eso rompe con cualquier cosa que haya
visto —dijo—. ¡Eso es lo máximo que hayamos reunido
y sin presionar; simplemente pasamos la canasta!».
Ahora, mi experiencia de moverme en la prosperidad
no sucedió de la noche a la mañana. Desde ese momento
en adelante, le hice la misma petición a cada pastor para
quien prediqué. El resultado fue el mismo. Sin énfasis ni
presión, la cantidad de mis ofrendas empezó a aumentar,
y las necesidades de mi familia y mi ministerio fueron
suplidas.
Empecé a poner en práctica la revelación que el Señor
me había dado. Cada vez que obtenga una revelación de
Dios, no salga corriendo simplemente a predicarla. Aun-
que el Señor me había mostrado esa revelación en 1950,
no comencé a predicarla sino cuatro años más tarde.
Pruebe todas las cosas
Si obtienen alguna revelación de Dios, amigos, corro-
boren que esté de acuerdo con la Palabra, y luego pón-
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 39

ganla en práctica para ustedes mismos antes de empezar a


predicarla. Si no funciona, no funcionará para nadie más.
Y no sólo eso, luego compartan su revelación con
aquellos que están sobre ustedes y que son más maduros
en el ministerio.
En diciembre de 1954, realicé una reunión para el
hermano A.A. Swift, en Nueva Jersey, al otro lado del río
de Nueva York. Él era un ministro de Asambleas de Dios
y un presbítero de la directiva de la denominación de la
misma. Estaba en sus setenta años en ese tiempo y había
servido como misionero en la China. Más adelante, su-
pervisó una Escuela Bíblica Pentecostal por cerca de die-
cisiete años.
Me quedé en su casa pastoral y tuvimos tiempos ma-
ravillosos de comunión. Respetando su madurez y expe-
riencia, comencé a hablarle un poco de lo que Dios me
había mostrado y abrí mi corazón. Después de un rato,
dijo: «Veo que el Señor te ha estado hablando. Recibí esa
revelación en 1911, en la China».
El Hermano sacó sus notas sobre el tema de prosperi-
dad y me las dio. Éstas cuadraban perfectamente con lo
que había recibido del Señor. Más adelante escribí un
libro titulado: Redimido de maldición de pobreza, enfer-
medad y muerte espiritual, basado en parte en las exce-
lentes notas de estudio que me dio.
Una vez hubo terminado mi reunión en su iglesia y
nos despedíamos, este respetable hombre de Dios me dijo:
«¡Hermano Hagin, predique ese mensaje dondequiera que
vaya!».
Así que empecé a incluir un mensaje sobre el tema de
prosperidad en algunas de mis reuniones de avivamiento.
En algunos lugares, la mentalidad de pobreza era tan fuerte
40 EL TOQUE DE MIDAS

que mi mensaje no era bien recibido. Pero, en algunos


otros, la gente estaba intrigada y hambrienta por la expo-
sición de la Palabra sobre este tema. También hubo gran
interés entre algunos de los ministros a quienes conocí.
Un pastor me escuchó atentamente mientras compar-
tía lo que el Señor me había revelado acerca de cómo los
creyentes pueden proclamar las finanzas que necesitan,
con base en la Palabra de Dios. Él era un caballero de
edad que había consagrado su vida al ministerio. La ma-
yoría del tiempo, él y su familia habían vivido en tremen-
da pobreza, con ropa desgastada, una chatarra de carro y
una casa muy vieja.
Mientras hablaba, lágrimas brotaron de sus ojos y ro-
daron por su rostro.
«¿Lo ves, mi hermano? —pregunté—».
Él movió su cabeza lentamente y dijo susurrando: «Oh,
Hermano Hagin, desearía poder creer que Dios quiere
que tenga alguna cosa».
Cuánto más
También deseaba que él hubiera podido creerlo. Era
un buen hombre, honesto y sincero. Quien sabe lo que
hubiera podido lograr para el reino de Dios si hubiera
tenido más recursos.
Pensé en lo que Jesús dijo en el Sermón del Monte:
«Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádi-
vas a vuestros hijos, ¿CUÁNTO MÁS vuestro Padre
que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pi-
dan?» (Mateo 7:11 é.a).
¿Cuántos padres quieren que sus hijos vayan por la
vida golpeados por la pobreza, en escasez y necesidad?
No, los padres trabajarán hasta romperse la espalda para
NUESTRA AUTORIDAD EN EL ÁREA FINANCIERA 41

que sus hijos tengan mejor educación, reciban cuidado


especial y tengan más de lo que ellos mismos tuvieron.
Ellos quieren que su descendencia tenga mejores cosas.
Jesús dijo: «¿Creen ustedes que Dios hará menos por sus
hijos de lo que hace un padre terrenal? No, Él dará bue-
nas cosas a los que le pidan».
La fe en Dios y en su Palabra, sobre la cual se actúa,
siempre dará resultados. Podría contarle historia tras his-
toria de cómo la Palabra trabajó para mí, aun en medio de
las circunstancias más terribles.
Sin embargo, para recibir las bendiciones del Señor,
hay una parte que debe hacer el hombre y otra que le
corresponde a Dios. Recuerde que leímos Isaías 1:19: «Si
quisiereis y oyereis, (estar dispuesto y obediente en la
VRS) comeréis el bien de la tierra».
Antes de que usted pueda ejercitar su fe efectivamente
por finanzas o por cualquiera de las bendiciones de Dios,
usted debe querer y obedecer. Luego debe pensar y creer
de acuerdo con la Palabra de Dios y caminar en la luz de
esto. Cuando usted lo hace, su fe traerá la manifestación
de lo que Dios ha provisto para usted en su gran plan de
redención.
CAPITULO TRES

¿ERA JESÚS POBRE?

Uno de los argumentos usados por aquellos que se


oponen a la idea de la prosperidad material para los cris-
tianos es que Jesús fue pobre durante el tiempo que vivió
en esta tierra. Dicen que vivió una vida empobrecida des-
de el momento en que nació en un establo y fue puesto
en un pesebre; y durante su ministerio, cuando no tuvo
una casa; hasta que fue crucificado y enterrado en una
tumba prestada.
La idea de la pobreza de Jesús ha sido repetida tan
frecuentemente y transmitida por tanto tiempo que la
mayoría de la gente nunca se detiene a cuestionarla y a ver
si es válida bíblicamente. Pero eso no la hace correcta. De
hecho, creo que esta enseñanza comúnmente aceptada es
totalmente contraria a la clara enseñanza de la Biblia.
La verdad es que Jesús no vivió de manera alguna una
vida «desprovista, inferior, indigente, necesitada, empo-
44 EL TOQUE DE MIDAS

brecida, débil, de escasez, digna de lástima o insuficien-


te». Esos términos son todos usados para definir el signi-
ficado de la palabra «pobre».
Sí, la noche en que Jesús nació, José y María tuvieron
que albergarse en un establo. Envolvieron a Jesús en pa-
ñales y lo recostaron en un pesebre. Pero en ningún lugar
en los Evangelios dice que estaban en un establo porque
no tenían suficiente dinero para rentar una habitación.
En ese tiempo, en particular, se había reunido tanta
gente en el pequeño pueblo de Belén para el censo decre-
tado por el emperador romano, Augusto Cesar, que no
había habitación en el mesón. En otras palabras, cuando
José y María llegaron, todos los hoteles tenían un aviso
que decía: «No hay habitaciones». Así que el no haber
encontrado una habitación en la congestionada Belén, cier-
tamente no fue una señal de pobreza.
Prosigamos, para ver los dos principales pasajes usa-
dos para sustentar la idea de que Jesús era pobre.
«Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves
de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene
dónde recostar la cabeza» (Lucas 9:58).
«Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesu-
cristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo
rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriqueci-
dos» (2 Corintios 8:9).
El versículo, en Lucas, frecuentemente se interpreta
para decir que Jesús vivió una vida tan empobrecida que
Él nunca tuvo una casa o un lugar donde estar después
que comenzó su ministerio en esta tierra. Más adelante,
en este capítulo, miraremos detalladamente el verdadero
significado de este versículo.
¿ERA JESÚS POBRE? 45

¿Cuándo se hizo pobre Jesús?


El pasaje en 2 Corintios declara, sin lugar a dudas,
que Jesús se hizo pobre y experimentó la pobreza. ¿Pero,
cuándo? ¿Fue durante toda su vida terrenal? ¿Durante sus
años de ministerio? ¿Exactamente cuándo se hizo pobre?
Le digo que Jesús no fue un hombre pobre durante
los treinta y tres años de vida terrenal, incluyendo los
tres años de ministerio en la tierra. Él fue hecho pobre
en la cruz cuando tomó nuestro lugar como sustituto y
pagó el castigo y el precio por nuestro pecado.
Isaías 53, el gran capítulo sustitucionario de la Biblia,
nos habla de cómo Jesús llevó nuestros pecados y todo lo
relacionado con éstos. Tomó sobre Sí mismo lo que nos
pertenecía para que pudiéramos recibir lo que le pertene-
cía a Él.
«Ciertamente llevó él nuestras ENFERMEDADES,
y sufrió nuestros DOLORES; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y abatido. / Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros peca-
dos; el CASTIGO DE NUESTRA PAZ fue sobre él, y
por su llaga fuimos nosotros curados. / Con todo eso,
Jehová quiso quebrantarlo, sujetándolo a padecimiento
(La Biblia Amplificada dice: “Sujetándolo a padecimien-
to y haciéndolo enfermo”). Cuando haya puesto su vida
en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos
días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada»
(Isaías 53:4-6,10 é.a).
La palabra traducida «paz» en el versículo 5, es la
palabra hebrea «Shalom», la cual tiene los siguientes sig-
nificados y connotaciones: seguridad, bien, felicidad, bien-
estar, salud, prosperidad y descanso. En otras palabras,
46 EL TOQUE DE MIDAS

este pasaje nos dice que Dios le permitió a Jesús llevar


nuestras enfermedades y dolencias para que por sus llagas
tuviéramos sanidad, paz, seguridad, bienestar, felicidad,
descanso y prosperidad.
Hay otros versículos acerca de la sustitución que son
importantes considerar.
«Al que no conoció pecado (Jesús), por nosotros (Dios)
lo hizo PECADO, para que nosotros fuésemos hechos la
JUSTICIA de Dios en él» (2 Corintios 5:21 é.a).
«Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho
por nosotros MALDICIÓN (porque está escrito: Mal-
dito todo el que es colgado en un madero), para que en
Cristo Jesús LA BENDICIÓN de Abraham alcanzase a
los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la prome-
sa del Espíritu» (Gálatas 3:13-14 é.a).
En el calvario, Cristo tomó la enfermedad para pro-
veernos salud. Fue hecho pecado para que pudiéramos ser
hechos la justicia de Dios. Fue hecho maldición para que
pudiéramos recibir bendición.
Miremos nuevamente 2 Corintios 8:9: «Porque ya
conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por
amor a vosotros se hizo POBRE, siendo rico, para que
vosotros con su POBREZA fueseis ENRIQUECIDOS»
(é.a).
Vemos que por su sacrificio en la cruz, Jesús tomó
nuestra pobreza para proveernos las riquezas de su gracia.
Él se hizo pobre para que fuéramos ricos, lo cual signifi-
ca ¡provisión abundante!
¿Cuándo llevó Jesús el pecado, la enfermedad, la mal-
dición y la pobreza? ¡En la cruz! Hizo esto para que
pudiéramos recibir salud, justicia, bendición y prosperi-
¿ERA JESÚS POBRE? 47

dad. Tomó el castigo que nos pertenecía para que pudié-


ramos recibir las bendiciones que le pertenecen a Él.
La razón por la cual estoy tan seguro de que ésto es lo
que dice la Escritura es porque, cuando los Evangelios
son examinados apropiadamente y se estudian en forma
correcta, no pintan a Jesús como un individuo golpeado
por la pobreza. Todo lo contrario, Jesús es visto como un
hombre cuyas necesidades fueron suplidas y que estaba
involucrado regularmente en suplir las necesidades de otros.
Presentes de su tesoro
Empecemos por el mismo principio de la vida de Je-
sús. Siendo un niño muy pequeño, recibió algunos rega-
los muy costosos y valiosos de los hombres sabios o ma-
gos, que viajaron desde Persia para encontrar y adorar al
recién nacido, el «Rey de los Judíos», cuya estrella habían
visto en el oriente. El relato del Evangelio aclara que los
regalos que le trajeron no eran cualquier baratija.
«Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre
María, y postrándose, lo adoraron; y ABRIENDO SUS
TESOROS, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mi-
rra» (Mateo 2:11 é.a).
Otras traducciones, del mismo versículo, confirman
que los hombres sabios trajeron regalos caros y valiosos.
La traducción Williams se refiere a sus «sacos del teso-
ro»; y la Biblia Amplificada dice: «bolsas del tesoro»; la
traducción del Lenguaje Moderno dice: «cofres del teso-
ro»; El Nuevo Testamento del Siglo Veinte, dice: «teso-
ros»; mientras que la traducción Knox se refiere al «de-
pósito de tesoros».
Herodes, el Rey, a quien las autoridades romanas le
habían permitido ser el gobernador Judío local, tenía
48 EL TOQUE DE MIDAS

muchos celos y sospechas acerca de este Rey infante que


posiblemente lo destronaría un día. Así que ordenó la
matanza de todos los niños varones menores de dos años,
en la región de Belén.
Siendo avisado en sueños por un ángel, José tomó a
María y al bebé Jesús y huyeron de noche, en una larga
jornada a Egipto. Así que es posible, aun probable, que la
«prosperidad» de los regalos de los hombres sabios ayu-
daran a la familia de Jesús en su traslado a Egipto y que
quizás los hayan sostenido todos los meses que permane-
cieron allá.
Jesús tenía personas que
apoyaban su ministerio
Cuando Jesús dio inicio a su ministerio público, lla-
mó a doce discípulos para que viajaran con Él. Por tres
años, Él y su pequeño grupo viajaron por toda Palestina,
a través de la región de Galilea, bajando por el río Jordán
hasta las montañas de Judea y a Jerusalén.
Aun en esos días, cuando viajar significaba caminar o
montar un animal, algunas veces dormir bajo el cielo abier-
to o buscar abrigo en las casas de los amigos, mantener
esa cantidad de gente en camino debió involucrar un gas-
to considerable. Comida y vestido para una docena o más
de personas, día tras día, semana tras semana, requería
que tuviera suficientes fondos para pagar su viaje.
¿De dónde vino el dinero? La Biblia nos cuenta que
Jesús tenía personas que lo apoyaban económicamente en
su ministerio, quienes le ayudaban para su sostenimiento.
«Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciuda-
des y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del
¿ERA JESÚS POBRE? 49

reino de Dios, y los doce con él, / y algunas mujeres que


habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermeda-
des: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían
salido siete demonios, / Juana, mujer de Chuza intenden-
te de Herodes, y Susana, y OTRAS MUCHAS QUE
LE SERVÍAN DE SUS BIENES» (Lucas 8:1-3 é.a).
Observe lo que dice el versículo 3, en otras traduccio-
nes.
La versión Wuest dice: «Y otras, muchas de ellas, quie-
nes eran de tal naturaleza que SE MANTENÍAN SU-
PLIÉNDOLE A ELLOS de lo que ellas poseían; con
comida y las otras necesidades de la vida» (é.a). La tra-
ducción Williams interpreta el versículo: «Y muchas otras
mujeres, quienes CONTINUABAN CONTRIBUYEN-
DO PARA SUS NECESIDADES de sus recursos perso-
nales» (é.a). La traducción Phillips dice: «Y muchas otras
quienes USUALMENTE BUSCABAN SU COMO-
DIDAD (LA DE JESÚS), de sus propios recursos» (é.a).
¿Suena esto como si Jesús y sus discípulos eran pobres
y destituidos, o una banda viajera de mendigos que vivían
afuera de la ciudad, a pan y agua? Por supuesto que no.
Sus necesidades fueron suplidas a través de la generosidad
de muchos que fiel y consistentemente apoyaron su mi-
nisterio financieramente.
¿Era Jesús una persona sin casa?
Contrario a la manera tradicional de pensar, Jesús te-
nía un lugar de residencia. El pasaje más frecuentemente
citado por las personas que intentan probar que Jesús
nunca tuvo una casa o una residencia, se encuentra en
Lucas 9. Leamos todos los versículos relacionados en
contexto.
50 EL TOQUE DE MIDAS

«Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al


cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén. /
Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo
samaritano para prepararle alojamiento; / pero allí la gente
no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén. / Cuan-
do los discípulos Jacobo y Juan vieron esto, le pregunta-
ron: - Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo
para que los destruya? / Pero Jesús se volvió a ellos y los
reprendió. / Luego siguieron la jornada a otra aldea. /
Iban por el camino cuando alguien le dijo: —Te seguiré a
dondequiera que vayas. —Las zorras tienen madrigueras
y las aves tiene nidos —le respondió Jesús—, pero el
Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza» (Lucas
9:51-58 NVI).
Leyendo en contexto, aprendemos que en el versículo
58, Jesús estaba diciendo simplemente: En este momento
de mi vida estoy en movimiento. Estoy yendo hacia ade-
lante en mi camino para cumplir mi misión. No estoy
estableciéndome en esta tierra, pero estoy en camino de
ser llevado al cielo.
Note que hay otras escrituras que parecen indicar que
Jesús tenía una casa o residencia terrenal.
«Cuando Jesús oyó que habían encarcelado a Juan, re-
gresó a Galilea. / Partió a Nazaret y se fue a vivir a
Capernaum, que está junto al lago en la región de Zabulón
y Neftalí» (Mateo 4:12,13 NVI).
La traducción Williams, del versículo 13, dice: «Pero
Él dejó Nazaret e hizo su casa en Capernaum». Wuest
traduce el mismo versículo: «Y habiendo abandonado
Nazaret … Él estableció su casa permanente en
Capernaum».
¿ERA JESÚS POBRE? 51

Ahora, mire Mateo 9:1. Dice: «Subió Jesús a una bar-


ca, cruzó al otro lado y llegó a su propio pueblo» (NVI).
Williams traduce este versículo: «Y él se subió a un
bote y cruzó al otro lado y se fue a su propio pueblo».
La versión Wuest dice: «Y habiendo subido al bote, Él
atravesó y llegó a su propia ciudad».
¿Cómo puede alguien tener su «propio pueblo» y su
«propia ciudad» si no vive allí? ¿Y cómo vive allí si no
tiene un lugar para vivir?
Marcos 2:1, también es muy interesante. Dice: «Unos
días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaum,
corrió la voz de que estaba en casa» (NVI).
En la versión Williams, este versículo dice: «Después
de algunos días, Él regresó a Capernaum, y se reportó
que estaba en casa». La traducción Wuest, dice: «Y ha-
biendo entrado nuevamente en Capernaum, después de
algunos días se oyó que Él estaba en casa».
Jesús no podía «ir a casa» o ser reportado como que
estaba «en casa», si no tenía una.
El argumento de que Jesús no tenía casa no puede ser
usado como prueba de su pobreza, porque la Escritura
indica que, sin lugar a dudas, sí tuvo casa.
Pescando oro
Hay otras indicaciones bíblicas de que Jesús no vivió
una vida golpeada por la pobreza. Por ejemplo, cuando
fue necesario, el poder milagroso de Dios operó a través
de Jesús para suplir sus necesidades y las necesidades ma-
teriales de otros.
«Cuándo vinieron a Capernaum, los colectores del
medio siclo de impuesto del templo fueron a Pedro y
dijeron, “¿Tu maestro no paga el impuesto?”. / Él dijo,
52 EL TOQUE DE MIDAS

“Sí”. Y cuando él vino a casa, Jesús le habló primero


diciendo, “¿Qué crees Simón? ¿De quien toman los reyes
de la tierra el tributo o los impuestos? ¿De sus hijos o de
otros?”. / Y cuando él dijo, “de otros”, Jesús le dijo, /
“Luego los hijos son libres. Sin embargo, para no ofen-
derlos, ve al mar y echa el anzuelo, y toma el primer pez
que salga, y cuando abras su boca encontrarás un siclo;
toma eso y dáselo a ellos por mi y por ti”» (Mateo 17:24-
27 VERB).
Otros dos pasajes, en Mateo, ilustran también el po-
der milagroso de Dios para suplir las necesidades mate-
riales de las personas. Mateo 14:15-21 cuenta la historia
de la alimentación de los cinco mil hombres con cinco
panes y dos peces. Mateo 15:32-39 relata la historia de la
alimentación de los cuatro mil hombres con siete panes y
unos pocos peces.
Durante su ministerio en la tierra, vez tras vez, Jesús
demostró que los recursos necesarios para suplir cada ne-
cesidad estaban disponibles para Él.
Auxiliando al pobre
Otra razón por la que creo que Jesús fue próspero es
que la Biblia indica que su ministerio ayudó
financieramente a los pobres con regularidad.
El relato del Apóstol Juan, sobre la Última Cena, es
uno de los pasajes más poderosos y conmovedores del
Nuevo Testamento, lleno de eventos importantes y signi-
ficativos. Juan 13 cuenta acerca de Jesús lavando los pies
de sus discípulos, prediciendo su traición, dando el nue-
vo mandamiento de amarse unos a otros y advirtiendo a
Pedro de su inminente negación al Señor.
¿ERA JESÚS POBRE? 53

Pero las personas, algunas veces, pasan por alto tres


versículos muy importantes acerca de Judas, que enfatizan
el hecho de que el ministerio de Jesús tenía suficientes
recursos para ayudar a los pobres económicamente, apa-
rentemente con regularidad.
Cuando Satanás entró en Judas y puso en su corazón
traicionar a Jesús, él se retiró de la cena para ir afuera.
Juan 13 registra la historia.
«Y después del bocado, Satanás entró en él (Judas).
Entonces Jesús le dijo: lo que vas a hacer, hazlo más pronto.
/ Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por
qué le dijo esto. / Porque algunos pensaban puesto que
Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: COMPRA LO
QUE NECESITAMOS PARA LA FIESTA; O QUE
DIESE ALGO A LOS POBRES» (Juan 13:27-29 é.a).
¿Por qué pensarían los otros discípulos que Judas iba a
comprar algo o a dar dinero a los pobres si eso no fuera
algo a lo que había sido enviado antes o que quizás hacía
como un hábito regular? Obviamente, ninguna de estas
posibles acciones parecía inusual o notoria a los once,
indicando probablemente que habían visto ocurrir las dos
cosas frecuentemente en el pasado.
Comprar provisiones para la fiesta y dar a los pobres
eran aparentemente eventos comunes para los discípulos.
Y una persona no puede hacer ninguna de estas dos cosas
sin dinero.
Judas el tesorero
Sabemos que Jesús tuvo por lo menos algo de dinero,
porque tenía un tesorero que regularmente robaba dinero
de los fondos que se le habían confiado.
54 EL TOQUE DE MIDAS

Juan 12:6, dice: «Como tenía a su cargo la bolsa del


dinero (Judas), acostumbraba robarse lo que echaban en
ella» (é.a. NVI).
La traducción Williams del mismo pasaje, dice: «Como
el que llevaba la bolsa de los doce, él tenía el hábito de
tomar lo que era puesto allí».
Creo que es razonable asumir que la gente pobre, sin
un centavo o destituida, no tiene un tesorero o una per-
sona encargada de cargar su dinero consigo. Jesús y los
discípulos tenían suficientes fondos; tanto que tuvieron
que poner a alguien a cargo de manejarlos.
Los Evangelios también sugieren que en el tesoro ha-
bía tantos fondos como para que Judas robara algo de vez
en cuando sin ser notado inmediatamente. Un tesorero
no podía robar dinero de la bolsa regularmente a menos
que hubiera una entrada continua de dinero. Si había
suficiente en la bolsa para que Judas robara regularmente
y aún quedara para sostener al grupo, Jesús no pudo ha-
ber sido pobre.
Jesús se diferenció
a Sí mismo de los pobres
Durante su visita a Betania, a la casa de Lázaro, Marta
y María, Jesús les dijo a los invitados a la cena: «A los
pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no
siempre me tendrán» (Juan 12:8 NVI). Observe que Je-
sús no se llamó pobre. Definitivamente hizo una distin-
ción entre los pobres y Él.
Algunas personas han pensado erradamente que esta
afirmación implicó que Jesús estaba diciendo que ayudar
a los pobres no es importante. Sin embargo, la referencia
¿ERA JESÚS POBRE? 55

del Antiguo Testamento que Él estaba citando declara


firmemente que esto no fue lo que quiso decir.
Deuteronomio 15:11, dice: «Gente pobre en esta tierra,
siempre la habrá; por eso te ordeno que seas generoso con
tus hermanos hebreos y con los pobres y necesitados de
tu tierra» (NVI).
En efecto, Jesús estaba diciendo que siempre habrá
gente pobre que necesita ayuda, y deben ayudarlos tanto
como puedan. Pero sólo voy a estar aquí por un corto
tiempo, y esta mujer (quien ungió sus pies con un perfu-
me costoso) aprovechó esta limitada oportunidad. Siem-
pre van a tener oportunidades de ayudar a los pobres,
pero no estaré aquí por mucho tiempo.
El punto es que no se identificó ni una vez como uno
de los pobres. Él no dijo: «Siempre habrá personas po-
bres como Yo». En lugar de esto, hizo una distinción
definitiva entre los pobres y Él.
Perfume muy costoso
Encontramos otra indicación bíblica que Jesús no fue
pobre en el hecho que a Él no le molestó en lo más
mínimo cuando un perfume, que valía un año de salario,
se usó para ungir sus pies.
Examinemos esta historia como está escrita en la Bi-
blia.
«Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania,
donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. / Allí
se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro
era uno de los que estaban a la mesa con él. / María tomó
entonces como medio litro de nardo puro, que era un
perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús,
secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de
56 EL TOQUE DE MIDAS

la fragancia del perfume. / Judas Iscariote, que era uno de


sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó: /
—¿Por qué no se vendió este perfume, QUE VALE MU-
CHÍSIMO DINERO (un año de salario), para dárselo a
los pobres? / Dijo esto, no porque se interesara por los
pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo
la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban
en ella. / —Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha
estado guardando este perfume para el día de mi sepultu-
ra. / A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a
mí no siempre me tendrán» (Juan 12:1-8 é.a. NVI).
Un hombre pobre, que no está acostumbrado a tener
nada, raramente tendría una actitud relajada frente a «un
año de salario» derramado sobre sus pies. Pero Jesús no se
intimidó, no se preocupó o se sintió incómodo en lo más
mínimo por el valor del perfume que María usó para
ungir sus pies. ¿Cómo pudo ser esto?
¡Piense en quién era Jesús realmente!
Jesús era, y es, ¡el Creador del universo y de este mun-
do! El Evangelio de Juan declara: «Todas las cosas por él
fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho» (Juan 1:3).
Colosenses 1:16, proclama: «Porque en él fueron crea-
das todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay
en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean domi-
nios, sean principados, sean potestades; todo fue creado
por medio de él y para él».
Ahora, considere la casa real de Jesús, el lugar que creó
para sí mismo, y eventualmente para que la habitáramos.
Recuerde, cada uno se esfuerza por hacer de su casa un
¿ERA JESÚS POBRE? 57

sitio agradable para su gusto, un lugar que sea cómodo


para vivir. La casa de Él nos fue descrita en el libro del
Apocalipsis:
«La ciudad Santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, pro-
cedente de Dios. / Resplandecía con la gloria de Dios, y
su brillo era como el de una piedra preciosa, semejante a
una piedra de jaspe transparente. /Tenía una muralla gran-
de y alta, y doce puertas… / La muralla estaba hecha de
jaspe, y la ciudad era de oro puro, semejante a cristal
pulido. / Los cimientos de la muralla de la ciudad esta-
ban decorados con toda clase de piedras preciosas… /
Las doce puertas eran doce perlas, y cada puerta estaba
hecha de una sola perla. La calle principal de la ciudad
era de oro puro, como cristal transparente» (Apocalipsis
21:10-12 ,18-19, 21 NVI).
¿Quién podría diseñar y crear semejante lugar de habi-
tación tan grandioso? El Salmo 24:10 nos da la respuesta:
«¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, él
es el Rey de gloria».
Veamos algunos pasajes de la Biblia que nos ayudan a
captar algo de la majestad y el poder de Dios. (Y recuer-
de, si estas cosas fueron dichas de Dios, también se refie-
ren a Jesús. Juan 10:30, dice: «El Padre y Yo (Jesús) somos
uno»; y Juan 14:9, dice: «El que me ha visto a mí ha visto
al Padre»).
Melquisedec se refirió a Dios como «Dios Altísimo,
creador (poseedor en la VRS) de los cielos y de la tierra»
(Génesis 14:19 é.a).
Moisés dijo eso: «De Jehová es la tierra» (Éxodo 9:29).
Josué dijo, Dios es «Señor de toda la tierra» (Josué
3:11).
58 EL TOQUE DE MIDAS

El Rey David, dijo: «Tuyos son, Señor, la grandeza y


el poder, la gloria, la victoria y la majestad; Tuyo es todo
cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el
reino, y tú estás por encima de todo. / De ti proceden las
riquezas y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos
están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y
fortalece a todos» (1 Crónicas 29:11-12 NVI).
Dios, hablándole a Job de sí mismo, dice: «¿Y quién
tiene alguna cuenta que cobrarme? ¡Mío es todo cuanto
hay bajo los cielos!» (Job 41:11 NVI).
El salmista David, declara: «De Jehová es la tierra y su
plenitud, el mundo y los que en él habitan» (Salmo 24:1).
También afirmó: «La tierra está llena de tus benefi-
cios (riquezas en la VRS)» (Salmo 104:24 é.a).
Dios dijo de Sí: «Porque mía es toda bestia del bos-
que y los millares de animales en los collados. / Conozco
a todas las aves de los montes, y todo lo que se mueve en
los campos me pertenece. / Si yo tuviese hambre, no te lo
diría a ti, porque mío es el mundo y su plenitud» (Salmo
50:10-12).
Dios le dijo a Isaías: «El cielo es mi trono, y la tierra
el estrado de mis pies» (Isaías 66:1).
A través de Hageo, Dios dijo: «Mía es la plata, y mío
es el oro, dice Jehová de los ejércitos»(Hageo 2:8).
Zacarías se refiere a Dios como el «Señor de toda la
tierra» (Zacarías 4:14; cf. c. 6:5).
Pablo dijo dos veces en 1 Corintios 10: «Del Señor es
la tierra y su plenitud» (v. 26; cf. v. 28).
Escribiendo en Filipenses, Pablo dijo que Jesús:
«Siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
¿ERA JESÚS POBRE? 59

Dios como cosa a que aferrarse, / sino que se despojó a sí


mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; / y estando en la condición de hombre, se hu-
milló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. / Por lo cual Dios también lo exaltó
hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, / para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra y
debajo de la tierra; / y toda lengua confiese que Jesucris-
to es el Señor, para gloria de Dios Padre» (Filipenses 2:6-
11).
Jesús estaba con el Padre al principio de la creación y
vivía en el cielo con Él y los ángeles. Apocalipsis 21:21,
dice que las calles de los cielos son de oro puro. ¡El oro
para Jesús es lo que el asfalto es para nosotros!
Jesús creó este mundo con todo el oro, plata, diaman-
tes, rubíes, zafiros, y toda clase de recurso natural. Las
bestias sobre los collados son suyas, Él lo creó todo.
No es de maravillarse que no se haya incomodado en
lo más mínimo porque un poquito de perfume hubiera
sido derramado en sus pies.
Jesús nunca tuvo escasez
Al final de su ministerio terrenal, sus propios discí-
pulos testificaron que nunca tuvieron escasez de ninguna
cosa.
«Luego Jesús dijo a todos: —Cuando los envié a uste-
des sin monedero ni bolsa ni sandalias, ¿acaso les faltó
algo? —Nada —respondieron» (Lucas 22:35 NVI).
Si los discípulos testificaron que no habían experi-
mentado escasez mientras cumplían con las tareas del mi-
60 EL TOQUE DE MIDAS

nisterio, podemos asumir que tuvieron un suministro com-


pleto y abundante provisión. Por poco que hayan tenido,
tuvieron suficiente: un suministro adecuado para sus ne-
cesidades. ¡Y eso no es pobreza!
Jesús usó ropas finas
Cuando fue crucificado, su ropa fue lo suficientemente
fina para que los soldados se disputaran y apostaran por
su túnica.
«Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús,
tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para
cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin
costura, de un solo tejido de arriba abajo. / Entonces
dijeron entre sí: no la partamos, sino echemos suertes
sobre ella a ver de quien será. Esto sucedió para que se
cumpliera la Escritura, que dice: “Repartieron entre sí
mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes”. Y así lo
hicieron los soldados» (Juan 19:23-24).
¿Echarían suertes los soldados romanos por los trapos
harapientos y rotos de un mendigo o por los vestidos
desgastados y andrajosos de un hombre pobre? No, por
supuesto que no.
¿Era Jesús pobre o próspero?
Volvamos a nuestra pregunta original. Creo que la
Biblia habla del tema en detalle y ofrece una respuesta
clara y precisa. Basados en los versículos que hemos exa-
minado en este capítulo, ¿cree que Jesús cabe en la defini-
ción de la palabra «pobre»? En otras palabras; ¿cree que
Jesús fue indigente, empobrecido, necesitado, en necesi-
dad de cosas materiales, destituido, débil, acongojado,
¿ERA JESÚS POBRE? 61

digno de compasión, inferior, digno de lástima, de segun-


da clase, de menor valor, en escasez o insuficiente?
Por otra parte, considere la definición de la palabra
«próspero»: marcado por el éxito o el bienestar económi-
co, disfrutando de crecimiento vigoroso y saludable, flo-
reciendo, exitoso, robusto, progresando, favorable.
¿Cuál definición describe mejor al Jesús bíblico? Revi-
semos la información que descubrimos acerca de Él en la
Palabra de Dios:
• Cuando era niño, recibió regalos de oro, incienso y
mirra.
• Tuvo muchas personas que le apoyaron económica-
mente de manera fiel y consistente en su ministerio.
• La Biblia indica que tuvo una casa o residencia.
• Cuando fue necesario, el poder milagroso de Dios
operó a través de Él para asegurarse de que sus nece-
sidades y las necesidades de otros fueran suplidas.
• La Biblia indica que en su ministerio ayudó a los
pobres económicamente en forma periódica.
• Tenía un tesorero que frecuentemente robaba dine-
ro de los fondos que le eran confiados.
• Se diferenció a Sí mismo de entre los pobres.
• No se molestó en lo más mínimo cuando un perfu-
me que costaba un año de salario se usó para ungir
sus pies.
• El testimonio de sus propios discípulos, al final de
su ministerio terrenal, fue que nunca tuvieron esca-
sez de ninguna cosa.
• Cuando fue crucificado, sus ropas fueron lo sufi-
cientemente finas para que los soldados echaran suer-
tes por éstas.
62 EL TOQUE DE MIDAS

Creo que estos hechos bíblicos son una prueba preci-


sa de que Jesús no era pobre sino que era un hombre
próspero. Ahora, no estoy sugiriendo que Él viviera un
estilo de vida derrochador o extravagante, eso no hubiera
sido práctico para Él. Pero tuvo sus necesidades suplidas
durante su vida en la tierra, y pudo hacer lo que Dios le
pidió que hiciera.
La prosperidad de Él no debería sorprendernos. El
Antiguo Testamento promete prosperidad para aquellos
que caminan en la voluntad de Dios (cf. Deuteronomio
29:9; Josué 1:7; 1 Reyes 2:3; 1 Crónicas 22:13; 2 Cróni-
cas 20:20 y 26:5; Job 36:11; Nehemías 1:11, y Salmo 1:1-
3).
¿Cree que Jesús cumplió los requisitos de caminar en
la voluntad de Dios? Por supuesto, Él lo hizo. Declaró
en Juan 6:38: «He descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió».
¿Cree que el Padre guardó su Palabra y bendijo a su
Hijo porque caminó en su voluntad? ¡Absolutamente!
Números 23:19, dice: «Dios no es hombre, para que mien-
ta … Él dijo, ¿ y no hará? Habló, ¿Y no lo ejecutará?».
Jesús no fue pobre; caminó en prosperidad de acuerdo
con el Pacto Abrahámico.
CAPÍTULO CUATRO

EL PROPÓSITO DE
LA PROSPERIDAD

He explicado cuidadosamente por qué creo que Jesús


fue próspero.
Sin embargo, su prosperidad no fue medida por la
acumulación de gran riqueza y posesiones terrenales. Él
no vivió en un palacio con habitaciones llenas de oro,
mirando los campos llenos de ganado y ovejas. Su estilo
de vida no fue derrochador o extravagante. Además no
fue posesivo o controlado por la codicia.
Aun así, en un pequeño país dominado por el gran-
dioso poder romano, donde la mayoría de la gente era
oprimida y explotada, las necesidades personales de Jesús
fueron suplidas. Él pudo viajar alrededor del país libre-
mente, andando en los asuntos de su Padre. Y aun fue
capaz de mantener a doce discípulos que viajaron con Él
por toda Galilea y las regiones vecinas.
64 EL TOQUE DE MIDAS

¿Por qué tuvo Jesús abundancia de recursos? Porque le


permitieron hacer la voluntad de Dios. Quizá ha escu-
chado el dicho: «Donde Dios guía, provee». Bueno, creo
que el propósito de la prosperidad para un cristiano es
hacer la obra de Dios y su voluntad.
¿Cuál es la voluntad de Dios? Juan 3:16,17 lo expresa
de manera sencilla: «Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
/ Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para conde-
nar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él».
¡El interés principal de Dios es salvar a los perdidos! Es
por eso que envió a su Hijo.
Además, la Biblia es bien clara acerca de lo que Jesús
hizo cuando vino a la tierra: «Recorría Jesús todas las
ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfer-
medad y dolencia en el pueblo» (Mateo 9:35).
Jesús es nuestro gran ejemplo. Lo que hizo, debemos
hacerlo nosotros. Su propósito debe ser el nuestro. Él
dijo: «Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las
obras que yo hago también él las hará, y aun las hará
mayores, porque yo vuelvo al Padre» (Juan 14:12 NVI).
Establezca sus motivos
¿Podemos esperar ser prósperos? Sí, podemos, así como
lo fue Jesús. Pero eso significa que nuestro motivo para
ser prósperos también debe ser el suyo. Él quiere que su
gente, incluyendo sus predicadores, tenga abundancia para
que puedan ir a enseñar, predicar y sanar personas en las
aldeas y ciudades del mundo o para que puedan ayudar a
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 65

otros a ir. En la economía de Dios, la prosperidad es el


medio para un objetivo: el evangelismo mundial.
¿Por qué queremos prosperar? ¿Es nuestro deseo
ministrar a otros o a nosotros mismos? ¿Buscamos la pros-
peridad para ayudar a financiar la obra de Dios o para
disfrutar los lujos de la vida (casas grandes, carros visto-
sos, ropa costosa, comida elegante y abundante entreteni-
miento)?
No estoy sugiriendo que Dios espera que vivamos con
un presupuesto escaso, apretado o apenas justo. Numero-
sos versículos del Antiguo Testamento prometen prospe-
ridad, abundancia o tener más que suficiente para aque-
llos que hacen la voluntad de Dios. El Salmo 35:27, dice:
«Sea exaltado Jehová, que ama la paz (prosperidad en la
VRS; bienestar en la NVI) de su siervo» (é.a).
¿Es magnificado Dios en que viva con las uñas, a pan
y agua? No. ¿Es magnificado si está viviendo
extravagantemente, enfocando toda su atención y tiempo
en el dinero y las posesiones terrenales? No. Debe haber
balance y sentido común en nuestra vida material.
Al leer los Evangelios y estudiar la vida de Cristo,
obtenemos la imagen de un hombre que caminó las calles
de las aldeas y los pueblos por donde fue, pagando su
propio viaje, mezclándose cómodamente con la gente co-
mún y ayudando a los pobres. Pero también estuvo allí,
en casa, visitando a los influyentes y poderosos. Él fue a
las casas de los fariseos y los líderes religiosos, así como a
las de los pecadores, como Zaqueo, el recaudador de im-
puestos. El primer milagro registrado de Jesús, tuvo lugar
en un banquete de bodas en Caná, donde convirtió varias
vasijas de agua en vino para la fiesta (cf. Juan 2).
66 EL TOQUE DE MIDAS

En el Sermón del Monte, Jesús enseñó que no debe-


mos preocuparnos por comida, bebida o vestido. Dijo:
«Pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas. / Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, Y TODAS ESTAS COSAS OS SE-
RAN AÑADIDAS» (Mateo 6:32-33 é.a). También:
«Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida
llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la
medida que midan a otros se les medirá a ustedes» (Lucas
6:38 NVI).
¿Suena eso como si Dios quisiera limitar cuánto po-
demos tener? No, en lo absoluto. Él simplemente quiere
que mantengamos nuestras prioridades en orden. Filipenses
4:19, dice: «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús». Ya
hemos descubierto que las riquezas de Dios son absolu-
tamente ilimitadas; todo le pertenece a Él.
Pablo instó a la iglesia de Corinto a que diera genero-
sa y alegremente para la obra de Dios. Luego, prosigue,
diciéndoles: «Dios es capaz de hacerlo para ustedes, dán-
doles todo lo que ustedes necesitan y más, de manera que
no sólo habrá suficiente para sus propias necesidades, sino
abundantemente, de sobra para dar gozosamente a otros»
(2 Corintios 9:8 LBV).
El pueblo de Dios debe prosperar
para cumplir la gran comisión
Como cristianos, podemos esperar ser bendecidos y
prosperar si buscamos la prosperidad como un medio para
ayudar a cumplir la voluntad y el propósito de Dios.
Jesús dijo de Sí: «Porque el Hijo del Hombre vino a
buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10).
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 67

Él ha comisionado a todos los creyentes con la misma


misión. En Marcos 16:15, declara: «Id por todo el mun-
do y predicad el evangelio a toda criatura». Eso parece
suficientemente claro. ¡Vayan a todo el mundo y predi-
quen el Evangelio a toda criatura! Hoy, con más de seis
billones de personas en el mundo, tenemos un trabajo
tremendamente grande por hacer. Ciertamente necesita-
mos caminar en prosperidad para tener los fondos para
hacerlo.
Jesús también señaló que necesitamos el poder del Es-
píritu Santo en nuestras vidas para llevar a cabo su gran
comisión. Hechos 1:8, dice: «Pero recibiréis poder, cuan-
do haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y
hasta lo último de la tierra».
¿Cómo se supone que debemos ir y cumplir la gran
comisión? Primero, debemos comenzar en nuestra Jerusa-
lén, o nuestra ciudad. Jerusalén era la casa de la mayoría
de los ciento veinte que se reunieron en el Aposento Alto
en el día de Pentecostés. Segundo, debemos ser testigos
en nuestra región, nuestra Judea, y en la región cercana o
nuestra Samaria. Finalmente, debemos llevar el Evangelio
a lo último de la tierra.
Una cosa es obvia: la gente golpeada por la pobreza
está limitada en su habilidad para cumplir la gran comi-
sión. Sin fondos, tienen dificultad para ir por todo el
mundo o ayudar a enviar a alguien más. Así que si Dios
requiere que cada creyente ayude a llevar a cabo esta mi-
sión, entonces debe ser su plan y su voluntad que su
gente prospere.
A través de toda la Biblia, la obra de Dios típicamente
ha sido financiada por los diezmos y las ofrendas de su
68 EL TOQUE DE MIDAS

gente. El diezmo es el diez por ciento de la cosecha o de


la ganancia o incremento recibido. Lo que daba el pueblo
de Dios tuvo cuidado de la casa de Dios y de aquellos
que trabajaban allí, y proveyó los fondos para llevar a
cabo su obra en la tierra.
Tal vez, el texto Bíblico más familiar sobre el tema de
los diezmos se encuentra en el libro de Malaquías:
«Traigan íntegro el diezmo para los fondos del tem-
plo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto
—dice el Señor Todopoderoso— y vean si no abro las
compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición
hasta que sobreabunde. / Exterminaré a la langosta, para
que no arruine sus cultivos y las vides en los campos no
pierdan su fruto —dice el Señor Todopoderoso—. En-
tonces todas las naciones los llamarán a ustedes dichosos,
porque ustedes tendrán una nación encantadora —dice el
Señor Todopoderoso—. (Malaquías 3:10-12 NVI).
Vemos, a través de este pasaje, que diezmar está ligado
a la prosperidad. La Palabra de Dios dice que si diezma-
mos de nuestro ingreso al Señor, Él derramará bendicio-
nes sin medida. Note que Dios dijo que Él bendecirá al
diezmador de dos maneras: en abundancia de incremento
y protegiendo sus pertenencias de ser dañadas. Malaquías
3:11, dice: «Reprenderé también por vosotros al devora-
dor».
El diezmo: el plan de Dios para
financiar la iglesia y sus planes de
evangelismo
¿Por qué experimentamos tanta bendición cuando pa-
gamos el diez por ciento de nuestro ingreso a Dios? Cier-
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 69

tamente, no es porque Él necesite dinero o cualquier otra


cosa que pudiéramos ofrecerle. No, el diezmo es una ma-
nera poderosa de conectarnos con lo que Dios está ha-
ciendo en este mundo. El diezmo combinado de una con-
gregación provee los fondos para mantener los planes de
evangelismo de la iglesia, llevando a las personas a ser
salvas, edificando el cuerpo de Cristo, ministrando a los
pobres, apoyando misioneros, quizás patrocinando el
Evangelio en radio o televisión, y ayudando a proveer
para el mantenimiento del pastor y el equipo ministerial.
Como un principio general, creo que la gente debe
diezmar en su iglesia local. Siempre he creído y enseñado
que la iglesia local es el medio primordial que Dios usa
para bendecir a la gente en la tierra. La iglesia local es
donde se tiene cuidado de los santos, y esta debe ser la
base para todos los otros programas evangelísticos.
Otros varios ministerios pueden y deben ser apoyados
por ofrendas y otras formas de apoyo financiero que vie-
nen de individuos e iglesias. Pero, en la mayoría de las
situaciones, el diezmo debe ir a la iglesia local.
El propósito de pagar nuestros diezmos y ofrendar es
poder tener una parte en el plan de Dios. Darnos cuenta
de que podemos ser socios con Dios en llevar a cabo su
voluntad trae gran realización y satisfacción: mental, emo-
cional y espiritual. También abre las ventanas de los cie-
los para un derramamiento de bendiciones materiales.
Una de las enseñanzas más interesantes acerca del diez-
mo que he encontrado viene de un libro titulado El ca-
mino a la riqueza, publicado en 1888 por T.S. Linscott.
Él dijo lo siguiente:
«Es un hecho singular que todas las bendiciones que
recibimos, materiales o espirituales, vienen de los cielos.
70 EL TOQUE DE MIDAS

Hay tres cielos; uno donde vuelan los pájaros, o sea nues-
tra atmósfera; otro donde están el Sol, la Luna y las estre-
llas; y el otro donde habita Dios. Todas nuestras bendi-
ciones materiales; toda nuestra prosperidad nacional o
individual; toda la riqueza material; en una palabra, todas
nuestras riquezas, vienen de la tierra y los cielos; y así
como los campos de la tierra dependen enteramente del
aire, el rocío, la lluvia y los rayos solares de los cielos,
podemos decir, prácticamente, que todas nuestras bendi-
ciones materiales vienen del cielo. Ahora, Dios se prome-
tió abrir las ventanas de los cielos y derramar sobre noso-
tros las bendiciones divinas; bendiciones sobreabundantes:
“apiladas, apretadas, remecidas y rebosando» que «no ha-
brá suficiente espacio para recibirlas”».
Aquí está la promesa directa de Dios para las bendi-
ciones materiales; y soy lo suficientemente sencillo para
creerlo, e intento cumplir con las condiciones y me arriesgo
a las consecuencias. Es una cosa muy fácil para Dios otor-
gar o retener la prosperidad material. En el cielo hay su-
ficiente riqueza almacenada para hacer rico a todo hom-
bre viviente; y mi Dios, de quien tengo su promesa, pue-
de abrir, en cualquier momento, una pequeña ventana y
dejar caer sobre mí una suave lluvia de sus bendiciones, lo
cual proveería para mí y los míos mientras necesitemos
bienes materiales. «Confía en Jehová y haz el bien; y ha-
bitarás en la tierra, y ciertamente serás alimentado». «El
que riega, él mismo será regado». «Honra a Jehová con
tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán
llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosa-
rán de mosto». Estas son ricas y preciosas promesas, y se
cumplirán sólo cuando cumplamos con las condiciones y
paguemos nuestro diezmo a Dios.
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 71

Mucho de nuestra predicación, de nuestra forma de


pensar y aún de nuestras devociones, evapora o
espiritualizan las promesas de Dios. Nuestra increduli-
dad natural tiende a dejar por fuera su cumplimiento para
cuando lleguemos al cielo o para algún tiempo en el futu-
ro. La incredulidad odia las promesas literales o en tiem-
po presente. Pero, estas promesas, son literales y materia-
les; son para aquí y ahora; son para ser disfrutadas en la
tierra; nos retan a un contrato o convenio con Dios. Como
se estableció anteriormente, Él promete dinero por dine-
ro; ustedes pagan el diezmo, dice Dios, y Yo les daré
bendiciones terrenales y materiales. Les daré habilidades
manuales como mecánicas; inclinaré empleadores hacia
ustedes; tendrán los más altos salarios; los golpes no les
afectarán; estoy con ustedes y me encargaré de que tengan
provisión.
Los prosperaré como hombres de negocios; los voy
guiar a donde puedan hacer buenos negocios; enviaré per-
sonas alrededor suyo que compren; mientras que su veci-
no, que menosprecia mi causa, puede entrar en bancarro-
ta, pero esta maldición no los tocará a ustedes. Estaré
pendiente de sus cuentas cuando llegue el día de pagarlas;
me aseguraré que su cuenta bancaria sea lo suficientemen-
te holgada; en una palabra, soy su socio y estaré pendien-
te de los intereses de sus negocios.
Y para ustedes, los pensadores, que ganan para vivir
con su cerebro, haré sus pensamientos claros; les voy a dar
el impulso santo para originar «Pensamientos que respi-
ran y palabras que queman»; sus producciones avivarán
los corazones de los hombres; su trabajo será requerido;
haré que personas compren las producciones de sus cora-
72 EL TOQUE DE MIDAS

zones y sus cerebros; sólo páguenme su diezmo y serán


cuidados.
El tiempo de siembra y de cosecha nunca fallarán en
sus granjas; bendeciré sus cultivos; multiplicaré su inven-
tario; la plaga y el añublo se mantendrán fuera de sus
granjas; recuerden: soy el Dios de Abraham, Isaac y Jacob;
lo haré con ustedes como lo hice con ellos, sólo acuér-
dense de Mí como ellos lo hicieron.
Les daré salud a todos ustedes; la muerte no se llevará
a sus pequeños, vivirán hasta alcanzar una edad madura y
avanzada; abriré las ventanas de los cielos y derramaré
sobre ustedes bendiciones de tal manera que no habrá
suficiente espacio para recibirlas. Estas son las bendicio-
nes prometidas por Dios en la Biblia. ¿Cuántos en este
día prometen sus diezmos a Dios?
Como lo acabamos de mencionar, esta maravillosa ben-
dición, prometida en este pasaje de la Escritura y en otros
pasajes como una recompensa a la obediencia, es más que
sólo prosperidad material. No sólo abrirá Dios las venta-
nas de los cielos de donde viene la riqueza material, sino
que abrirá las ventanas de los cielos más altos donde Él
habita, el centro del universo; y de su bondadosa pleni-
tud, derramará bendiciones que son inexpresables y lle-
nas de gloria sobre aquellos que son obedientes1.
Entienda por qué y cómo debe diezmar
Hace más o menos cincuenta años estaba pastoreando
una iglesia en los campos petroleros del este de Texas.
Uno de los diáconos de la iglesia tenía un buen empleo;

1
Samuel Linscott Thomas, The Path to Wealth [El camino a la riqueza],
B.F. Johnson, Richmond, VA, EU, 1888, pp. 106-110.
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 73

trabajaba para la compañía petrolera Humble, y siempre


era fiel en su apoyo a la iglesia.
Un día, me dijo: «¿Hermano Hagin, me puede expli-
car algo? He sido cristiano por trece años y he sido fiel
pagando mis diezmos y dando mis ofrendas».
Sabía que eso era cierto. Era un diezmador usual cuyo
apoyo, realmente, bendecía a la iglesia.
—¿Qué es lo que quieres saber? —pregunté—.
—Bien, no sé por qué lo estoy haciendo —decía—.
Nunca he escuchado enseñanza o predicación alguna acerca
del diezmo. Cuando fui salvo, me dijeron que se suponía
que debía hacerlo, así que lo hice. Pero no sé de alguna
cosa que haya venido de ahí en trece años. Si he recibido
alguna bendición de ahí, no lo sé.
Estaba aterrado. Aquí estaba un buen hombre que
había estado diezmando, estrictamente, bajo el concepto
de un deber esclavizante, y eso no había funcionado para
él. Así que gasté unos minutos y le conté un poquito de
lo que estoy compartiendo con ustedes en este capítulo.
Luego le dije: —La próxima vez que aliste el sobre de
su diezmo, diga: «Señor, estoy haciendo esto por fe. Es-
toy dando con el propósito de mantener esta iglesia local
funcionando, la cual está beneficiando el cuerpo de Cris-
to al ayudar personas. Estoy ayudando a expandir el evan-
gelio para que personas puedan ser salvas. Gracias Señor,
por hacer posible que sea parte de tu obra. Estoy dando
en fe y a la expectativa de ser bendecido de acuerdo con
tu Palabra».
—Voy a intentar eso, seguro —dijo—. Y lo hizo.
Aproximadamente treinta días más tarde, vino de re-
greso a mí con una gran sonrisa de satisfacción en su cara.
«He estado haciendo lo que dijo, Hermano Hagin. Cada
74 EL TOQUE DE MIDAS

semana he estado orando cuando me preparo para pagar


mi diezmo. Y sabe, realmente está funcionando. ¡Defini-
tivamente puedo notar una diferencia en mis finanzas!».
En otra oportunidad, en otra iglesia del este de Texas,
un hombre vino a mí y dijo: «Hermano Hagin, mi esposa
y yo hemos estado pagando diezmos desde que fuimos
salvos, hace aproximadamente veinticinco años. Pero nunca
hemos escuchado ninguna enseñanza de la Biblia al res-
pecto. Muchos de nuestros amigos en la iglesia son gran-
jeros. Ellos se valen de dinero para comprar semilla para
plantar y cuando el algodón está listo, emplean personas
para recogerlo. ¿Cómo pagan sus diezmos?
»He hablado con uno o dos de los diáconos —conti-
nuaba— y tampoco saben mucho al respecto. Dijeron
que habían pensado pedirle que predicara al respecto, pero
no querían que pensara que estaban tratando de decirle
qué predicar. Así que, ¿quería saber si ha pensado en ense-
ñar al respecto pronto?».
—Hermano Williams, —le respondí—, me alegra que
haya tocado este tema. Dios ha estado tratando conmigo
al respecto antes de que usted siquiera lo mencionara. Así
que lo voy a hacer enseguida.
En eso días, el grupo más grande que teníamos en la
iglesia era los domingos en la noche. El salón estaba usual-
mente lleno y, si el clima era bueno, algunas veces había
gente de pie afuera. Como quería que toda la gente que
pudiera escuchara lo que la Biblia dice del diezmo y del
dar, tomé un domingo en la noche e invertí cerca de una
hora en el tema, hablando en detalle.
Siempre había tratado de predicarle un mensaje balan-
ceado a la iglesia. Había predicado sobre la salvación, el
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 75

bautismo del Espíritu Santo y los dones del Espíritu.


Había predicado acerca de sanidad, fe y viviendo una vida
de amor y servicio para con otros. Así que la gente sabía
que no estaba tratando de hacerles escuchar algo cuando
prediqué sobre finanzas; eso era algo que necesitaban y
querían saber.
Después del servicio, muchas de las personas me con-
taron lo alegres que estaban de que hubiera predicado
acerca del diezmo y del dar; que los había ayudado a
entender lo que la Biblia dice y el propósito de dar a
Dios. Podía decir que lo habían tomado con el corazón.
El diezmo trae las bendiciones
prometidas de Dios
¡Bueno, inmediatamente el ingreso de la iglesia se
triplicó! Sin hacer ningún énfasis o presión especial, hubo
una respuesta generosa cuando se pasaban las canastas para
la ofrenda. Aun los pecadores empezaron a pagar sus diez-
mos. Había dos mujeres en la iglesia que estaban casadas
con hombres que no eran salvos. Sin embargo, estos dos
iban a la iglesia el domingo en la noche con sus familias.
Al día siguiente, después que prediqué sobre el diez-
mo, uno de ellos pasó por la casa pastoral. «Hermano
Hagin —dijo—, mi esposa y yo hablamos acerca de su
sermón anoche de camino a casa, creemos que Dios nos
bendecirá si obedecemos su Palabra. Acabo de salir de
mis primeras pacas de algodón, así que quise parar y pa-
gar nuestros diezmos».
Bueno, esos hombres no salvos se mantuvieron pagan-
do sus diezmos. Y no tardó mucho para que ambos fue-
ran salvos y llenos con el Espíritu. Sus familias también
76 EL TOQUE DE MIDAS

fueron bendecidas. Tiempo después, la esposa de uno de


ellos fue llamada a predicar y la familia salió al ministerio
itinerante. Lo último que supe de ellos es que estaban
viajando y evangelizando.
En más de sesenta y cinco años de ministerio, he escu-
chado miles de testimonios de personas que han practica-
do el plan bíblico de Dios de retornarle a Él la décima
parte de su ingreso a través de la iglesia local. La gran
mayoría, al comienzo, no estaban seguros cómo iban a
mantenerse con el noventa por ciento restante de su in-
greso, cuando apenas estaban cubriendo sus gastos antes.
Pero, de alguna manera, lo hicieron. Ah, no siempre fue
fácil. Requiere paciencia, determinación, fe y algo de tiem-
po.
Pero si persistían, las bendiciones prometidas venían.
Algunas veces notaron que Dios había «reprendido al
devorador» en sus vidas; ni el carro ni los electrodomés-
ticos se dañaban como sucedía, los niños no se enferma-
ban tanto, resultando en menos cuentas médicas. Si tra-
bajaban en construcción o como granjeros, el mal tiempo
no los mantenía fuera del trabajo. Además, muchas veces
llegaba un ingreso extra de fuentes totalmente inespera-
das. ¡Quizás recibían un aumento, algunas horas extras o
hasta un bono! Otros informaron que habían recibido el
pago de un seguro, que habían recuperado el pago de una
vieja deuda o que habían recibido una herencia.
El punto es que, cuando pagaron sus diezmos, tuvie-
ron más finanzas y les fue mejor. Y mucha gente fue ben-
decida espiritualmente con un caminar más cercano a Dios,
físicamente con mejor salud, y mental y emocionalmente
con una sensación de gozo y bienestar. La Biblia dice:
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 77

«La bendición de Jehová es la que enriquece y no añade


tristeza con ella» (Proverbios 10:22).
Diezmar o no diezmar
De tiempo en tiempo, a través de los años, la gente me
ha preguntado si la práctica del diezmo es aún válida para
la Iglesia hoy. Dicen: «El Nuevo Testamento dice real-
mente poco acerca de esto. ¿Deben los pastores y otros
ministros predicar y animar acerca del diezmo con tan
poca información neotestamentaria sobre el tema? ¿De-
ben estar los cristianos atados por la ley del Antiguo
Testamento?».
Es cierto que en el Nuevo Testamento se hace poca
mención del diezmo. Dos de los Evangelios, Mateo y
Lucas, reportan el único incidente registrado donde Jesús
dice algo acerca de ésto. Pero en este ejemplo, Jesús afir-
ma claramente su creencia en la práctica de diezmar:
«¡Ay de ustedes fariseos y ustedes los otros líderes
religiosos, hipócritas! Porque ustedes diezman hasta la
última hoja de menta de su jardín, pero ignoran las cosas
importantes: la justicia, la misericordia y la fe. Sí, uste-
des deben diezmar, pero no deberían dejar hacer las cosas
más importantes» (Mateo 23:23 LBV).
Jesús encaró a los líderes religiosos hipócritas de su
época, que ignoraban partes vitales de la ley, como la
justicia, la misericordia y la fe, mientras pagaban meticu-
losamente los diezmos que debían, hasta de la última hoja
en su jardín. Él estaba diciendo que dar dinero no reem-
plaza el vivir correctamente. Dios no está tan interesado
en el dinero de una persona como sí lo está de su cora-
zón. Pero Jesús dijo que las personas deben diezmar.
78 EL TOQUE DE MIDAS

A pesar que la mayoría de las referencias bíblicas del


diezmo pertenecen al Antiguo Testamento, el hecho es
que no fue introducido bajo la ley. Simplemente fue re-
gulado bajo la ley. El diezmar se originó como un acto de
fe, y ¡la fe trasciende los dos, el Antiguo y el Nuevo
Testamento! Y es «por fe» como debemos diezmar hoy,
no como un acto de legalismo, más bien como un acto de
fe.
Génesis 14 nos dice cómo Abraham pagó los diezmos
a Melquisedec, Rey de Salem y sacerdote del Dios Altísi-
mo, cuatrocientos años antes del tiempo de Moisés y de
la Ley. Obviamente, no pagó los diezmos por un requisi-
to legal, porque vivió antes de la ley. Isaac y Jacob tam-
bién vivieron antes de la ley y pagaron diezmos (cf. Gé-
nesis 18:19-20; 28:22).
Por fe, Abraham pagó los diezmos a Melquisedec, el
sacerdote del Dios Altísimo, que era un tipo de Cristo.
Vemos esto en el libro de Hebreos, el cual también nos
dice que «Jesús ha llegado a ser el que garantiza un pacto
superior» (c. 7:22 NVI).
Gálatas 3 hace algunas afirmaciones crucialmente im-
portantes.
«Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios,
es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; / y la ley no
es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá
por ellas. / Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Mal-
dito todo el que es colgado en un madero), / para que en
Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gen-
tiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del
Espíritu» (Gálatas 3:11-14).
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 79

Así que ¿debemos pagar los diezmos hoy? ¡Absoluta-


mente! Pero los pagamos como Abraham los pagó: no por
la Ley sino por la fe. Y además de eso, si el pueblo de
Dios pagó el diez por ciento antes de la Ley y el diez por
ciento bajo la Ley, ¿deberíamos, quienes vivimos bajo la
gracia, hacer algo inferior cuando tenemos un mejor pac-
to?
Abraham pagó los diezmos a Melquisedec, el sacerdo-
te del Dios Altísimo, que era un tipo de Cristo, y recibió
la bendición, la cual era triple: espiritual, física y material
o financiera. Por cuanto fuimos redimidos de la maldi-
ción de la Ley por el sacrificio de Cristo, hemos recibido
la bendición de Abraham espiritualmente, físicamente y
financieramente.
Entonces, por fe, seguimos el ejemplo de Abraham al
pagar los diezmos. ¡Pagamos nuestros diezmos a Cristo!
La Biblia dice en Efesios que, cuando Dios levantó a
Jesús de entre los muertos, lo dio por cabeza sobre todas
las cosas a la Iglesia, la cual es su cuerpo (cf. Efesios 1:22-
23). De manera que cuando pagamos los diezmos a Cris-
to, la Cabeza, fluyen a su Cuerpo, la Iglesia. ¿Puede ver-
lo? A través de la Iglesia, tenemos el gran privilegio de
dar a Jesús para hacer su voluntad y su obra.
Creo que si cada cristiano fuera fiel en diezmar y ofren-
dar habría más que suficientes fondos para que la Iglesia
llevara acabo su misión en el mundo. Estudios han en-
contrado, increíblemente, que pocos americanos, nacidos
de nuevo, diezman regularmente y, un sorprendente gran
número, no dan ¡nada! ¡Imagínese lo que podríamos lo-
grar si todos los cristianos fueran fieles en sus diezmos y
ofrendas!
80 EL TOQUE DE MIDAS

Más dinero resulta en más ministerio


Hace años, fui parte de una asociación llamada la Voz
de Sanidad, la cual fue fundada por Gordon Lindsay, un
gran hombre de Dios y un maravilloso escritor. La orga-
nización se conoce ahora como Cristo para las Naciones.
Lindsay escribió lo siguiente en 1961 (y esto es aún ex-
tremadamente apropiado):
«El principal obstáculo para la evangelización mun-
dial no ha sido la necesidad de misioneros devotos, tam-
poco ha sido la falta de nacionales entrenados, lo cual fue
un problema serio por muchos años. La hora ha llegado
cuando tenemos un ansioso ejército de soldados del evan-
gelio listos para salir en fe y predicar el evangelio apostó-
lico. ¡Y lo están haciendo! Tampoco hay escasez de perso-
nas respondiendo al mensaje. Cualquier misionero le dirá
que casi en cada lugar que se ha intentado un esfuerzo
evangelístico, cientos y en muchos casos aun miles res-
ponderán. ¿Dónde está entonces la escasez? Es la falta de
ayuda financiera necesaria que frecuentemente no está dis-
ponible en el momento en que el Espíritu de Dios se
mueve en una comunidad2.
¿Cuánto más podría estar haciendo su iglesia para
ministrar en su ciudad, en su comunidad, en su nación y
alrededor del mundo si hubiera más fondos disponibles.
Suponga que el ingreso de su iglesia se cuadriplicara de
repente. ¿Podría tener un mayor impacto en alcanzar más
almas, ministrar a más santos, ayudar a más personas po-
bres o financiar más misioneros? ¿Cuántos proyectos han
2
Lindsay Gordon, God’s 20th Century Barnabas, Christ for the Nations
[El siglo XX del Barnabas de Dios], Cristo Para las Naciones, Inc., Dallas,
TX, EE.UU, 1982, p. 235. Usado con permiso.
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 81

permanecido en la fase de sueños o planeación porque el


dinero para hacerlos una realidad nunca estuvo disponi-
ble?
Miremos otra sección del libro de T.S. Linscott: El
camino a la riqueza de 1988.
«Encontramos a la Iglesia de Dios descendiendo a usar
los métodos de negocios para conseguir el dinero sufi-
ciente para pagar sus cuentas; de ahí que tengamos re-
uniones de té, bazares, conciertos… y toda clase de pro-
gramas para conseguirlo; mientras que la mayoría roba a
Dios sus diezmos e hipócritamente cantan:
«“Si todo el reino de la naturaleza fuese mío, / Eso
sería un presente muy pequeño; / Grandioso amor, tan
divino, / Demanda mi alma, mi vida y mi todo».
Si la gente cristiana viviera según las demandas de la
Biblia, y pagara a Dios un décimo de su ingreso, no ha-
bría necesidad de usar esos métodos para conseguir dine-
ro. Habría suficiente y para ahorrar; y creo que el Milenio
estaría pronto sobre nosotros; porque la conversión del
mundo hoy, en mi opinión, está reducida a una pregunta
sobre dinero. Tenemos los hombres y las mujeres cuyos
corazones Dios ha tocado y cuyas almas están encendidas
con celo misionero; tenemos un evangelio que cumple los
requisitos para toda clase y condición de hombre; se ha
dado provisión completa para la salvación del mundo.
”Porque todo aquel que invocare el nombre del Se-
ñor, será salvo. / ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el
cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien
no han oído? ¿Y como oirán sin haber quien les predique?
/ ¿Y como predicarán si no fueren enviados?” (Romanos
10:13-15).
82 EL TOQUE DE MIDAS

«¿Y cómo pueden ser enviados sin dinero? ¿Y cómo


pueden conseguir el dinero, excepto que les sea dado en
la forma señalada por Dios, por los diezmos de la gente
«que ha escuchado el sonido del gozo?»3.
Esos son pensamientos retadores. Y creo que son tan
oportunos y apropiados hoy, como lo fueron hace más de
cien años, cuando fueron publicados por primera vez.
Socios con Dios
Al diezmar, a través de nuestra iglesia local y dar ofren-
das a otros ministerios dignos, podemos ser parte de lo
que Dios está haciendo en el mundo hoy. Nuestro moti-
vo y propósito para dar debería ser puro y desinteresado.
1. Nosotros deberíamos hacerlo porque amamos a Dios.
El dar es una expresión natural del amor. Juan 3:16,
dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado». Y deberíamos hacer lo mismo; debe-
ríamos dar a Dios porque le amamos.
2. Nosotros deberíamos dar a Dios en obediencia a su
Palabra. La Biblia nos enseña a dar para el Señor y a
apoyar su obra. Además de los pasajes que ya hemos
examinado, hay muchas otras que son inequívocas
en su instrucción acerca del dar.
3. Deberíamos dar como un medio para ayudar a lle-
var a cabo la Gran Comisión de Cristo y apoyar el
trabajo de aquellos que están yendo a todo el mun-
do con el Evangelio.
4. Deberíamos dar porque queremos ver gente bende-
cida. Nuestros diezmos y ofrendas ayudan a apoyar

3
Samuel Linscott Thomas, The Path to Wealth [El camino a la riqueza],
B.F. Johnson, Richmond, VA, EU, 1888, pp. 60-61.
EL PROPÓSITO DE LA PROSPERIDAD 83

los programas evangelísticos de la iglesia local y los


de otras organizaciones que ministran a los pobres,
evangelizan a los perdidos y no alcanzados y desa-
rrollan a los santos equipándolos para el servicio
cristiano.
5. Y, finalmente, deberíamos dar con expectativa, cre-
yendo que Dios honra las promesas en su Palabra de
bendecirnos y prosperarnos.
Observe que he mencionado cinco razones para dar, y
creo que el orden de esta lista refleja prioridades que son
muy importantes. Me parece que muchos predicadores
están enfatizando demasiado la número cinco y la han
presentado como la mayor razón por la que la gente debe
dar.
Sin embargo, el dar es una forma fidedigna y probada
de plantar semillas para una cosecha que, además, resulta-
rá en que nuestras necesidades sean suplidas. La ley de
sembrar y cosechar aplica en el área de las finanzas perso-
nales. La Biblia es veraz cuando dice: «Dad, y se os dará;
medida buena, apretada, remecida y rebosando darán (hom-
bres en la VRS) en vuestro regazo» (Lucas 6:38 é.a).
Todas estas son razones buenas y válidas para dar. Y
creo que éstas guiarán a la verdadera prosperidad: espíri-
tu, alma y cuerpo.
CAPÍTULO CINCO

¿DEBEN PROSPERAR
LOS PREDICADORES?

Los malos entendidos acerca de dinero han herido por


años a muchos cristianos, tanto a ministros como a lai-
cos.
Durante siglos, la Iglesia se las ha arreglado para estar
en la zanja a uno u otro lado de la carretera, de tiempo en
tiempo, con respecto a este tema. Sin embargo, la Palabra
de Dios da una enseñanza clara y específica acerca de
apoyar la obra del ministerio y a aquellos llamados por
Dios a ministrar.
En mi experiencia, que es de más de sesenta y cinco
años en el ministerio, he observado iglesias que fallaron
en proveer adecuadamente para las necesidades de sus pas-
tores. Muchas congregaciones han mantenido a sus pas-
tores pobres y empobrecidos, sin tener los mismos
parámetros de vida promedio que los miembros disfru-
tan.
86 EL TOQUE DE MIDAS

He visto algunos ministros caer por su escasez de fi-


nanzas. Afectaron sus testimonios personales porque no
podían pagar sus cuentas. Aquellos que veían a un minis-
tro que estaba obviamente oprimido financieramente no
querían hacer parte de su iglesia. Y, mientras más la igle-
sia retenía a su pastor, peor le iba financieramente, mayor
escasez experimentaba.
En mis cinco décadas en el campo evangelístico, siem-
pre he animado a las congregaciones locales a cuidar bien
de sus pastores. Y, en cada caso que conozco, aquellos que
cuidaron de sus pastores florecieron y prosperaron tanto
espiritual como financieramente.
De otro lado, ha habido algunos predicadores (una
minoría de pastores, evangelistas y otros ministros) que
han abusado de su posición e influencia para obtener una
ganancia financiera personal exorbitante, por encima de
todo. Sus esfuerzos manipuladores y codiciosos han heri-
do al cuerpo de Cristo y han dado increíbles municiones
críticas para atacar y desacreditar la obra de Dios.
Estamos en un tiempo álgido para que los ministros y
los creyentes salgan de ambas zanjas de error y vuelvan a
la mitad del alto camino en el cual Dios pretendió que
viajáramos. Aun cuando la prosperidad bíblica para todos
los creyentes tiene un fundamento bíblico sólido, los
motivos errados y el mal uso de esas verdades pueden
crear obstáculos que causan ofensa y daño a muchos.
Cuidando del mensajero
La Biblia tiene mucho que decir, tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento, sobre la manera como los
ministros deben ser apoyados. Uno de los pasajes más
importantes y aclaradores se encuentra en 1 Corintios.
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 87

«¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas?


¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién
apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? /
¿Digo esto sólo con autoridad de hombre y como razones
de hombre? ¿No apoya la ley el mismo principio? / Por-
que en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al
buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado (sólo) de los bue-
yes, o lo dice enteramente por nosotros? / (Definitiva-
mente) Por nosotros se escribió; porque con esperanza
debe arar el que ara, y el que trilla con esperanza de reci-
bir del fruto. / Si nosotros sembramos entre vosotros (la
semilla de) lo espiritual, ¿es acaso mucho si segáremos de
sus beneficios materiales? / ¿No sabéis que los que traba-
jan en las cosas sagradas, comen del templo y que los que
sirven al altar, del altar participan (de las ofrendas que
son traídas)? / (Sobre ese mismo principio) el Señor or-
denó que aquellos que anuncian las buenas nuevas (el
Evangelio) deben vivir (obtener para su mantenimiento)
del Evangelio» (c. 9:7-11, 13, 14 é.a. LBA)
Otra traducción del versículo 14, dice: «Sobre el mis-
mo principio el Señor ha ordenado que aquellos que pro-
claman el evangelio deben recibir para su subsistencia de
aquellos que aceptan el evangelio» (phillips).
Gálatas 6:6, refuerza la misma verdad: «Deje que el
que recibe instrucción en la Palabra (de Dios) comparta
todas las buenas cosas con su maestro (contribuyendo
para su sustento)» (é.a. LBA). La traducción Phillips, de
este versículo, dice: «El hombre bajo instrucción cristia-
na debe estar deseoso de contribuir para la subsistencia
de su maestro».
88 EL TOQUE DE MIDAS

1 Timoteo 5:17, en la traducción de la Biblia Vivien-


te, dice: «Los pastores que hacen bien su trabajo deben
ser bien remunerados y deben ser altamente apreciados,
especialmente aquellos que trabajan duro tanto en la pre-
dicación como en la enseñanza». Y la traducción Williams,
dice: «Los ancianos que hacen sus labores bien, deben ser
considerados como para merecer el doble del salario que
reciben, especialmente aquellos que trabajan arduamente
predicando y enseñando».
Así que la Palabra de Dios deja claro que los minis-
tros del Evangelio deben estar bien apoyados por aque-
llos a quienes ministran. Esa ha sido la práctica y el pa-
trón por siglos de acuerdo con la dirección e instrucción
del Señor.
Hoy, en los Estados Unidos, a muchos ministros que
están en los equipos pastorales de las iglesias se les paga
un salario y se les provee de los beneficios básicos, como
sucede con personas en otras profesiones. Creo que esta
es una situación saludable en general, porque esto ayuda
a asegurar que el ingreso del predicador no está
influenciado ni depende de lo que predique. Sin embar-
go, en ocasiones especiales, la gente puede escoger bende-
cir a su pastor con una ofrenda de amor u otro regalo
especial.
Diezmos y ofrendas en 1930 y los 40
Cuando era pastor, la práctica común, en la mayoría
de las iglesias del Evangelio Completo, era tomar los diez-
mos y las ofrendas recibidas el domingo en la mañana y
dárselas al pastor como su ingreso. Las ofrendas del do-
mingo en la noche y del servicio de media semana se
dejaban para pagar los gastos fijos y generales de la igle-
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 89

sia. Algunas veces se recibían ofrendas adicionales para


proyectos especiales, misiones u otro tipo de programas
evangelísticos. Durante las reuniones de avivamiento, se
recogían ofrendas cada noche para ayudar al evangelista o
para cubrir los gastos adicionales de la iglesia.
Mi ingreso semanal como pastor era, en promedio, de
cuarenta y cinco dólares. Recuerde, esto fue durante 1930
y los 40. Aunque sabía que mucha de la gente en mi
congregación no estaba pagando el diezmo de su ingreso,
nunca traté acerca de eso como un gran punto. Enseñaba
lo que la Biblia dice acerca del diezmar y el dar, pero tuve
cuidado de no sobre enfatizar sólo esa parte del mensaje
cristiano.
Si los diezmos y las ofrendas del domingo en la maña-
na se quedaban cortos, sentía rápidamente el apretón.
Después de una o dos semanas de recibir menos de lo de
mi presupuesto básico de operación, me encontraba inca-
paz de hacer mis pagos en Montgomery Ward o en Sears
o en Roebuck, y aun poner gasolina en mi carro y ali-
mentar a mi familia.
Así que me ponía de pie, delante de la iglesia, un
domingo en la noche, y decía: «Hermanos, voy a tomar
una ofrenda extra para el pastor esta noche. Ahora noso-
tros sabemos que si todos pagaran sus diezmos, habría
suficiente dinero para mis necesidades y las necesidades
de la iglesia. Podríamos construir un nuevo edificio para
la iglesia y una nueva casa pastoral. Pero no está entrando
suficiente para cubrir las necesidades. No estoy siendo
exigente con ustedes, pero necesito tanta cantidad de di-
nero para pagar mis cuentas». Casi siempre, varias perso-
nas empezaban a hablar, diciendo que darían un dólar o
cincuenta centavos. En poco tiempo la necesidad era su-
90 EL TOQUE DE MIDAS

plida. Después, probablemente no volvía a mencionar el


tema, hasta la próxima vez que el ingreso caía por debajo
del presupuesto.
Pude haberme concentrado en elevar mi apoyo econó-
mico cada semana, enseñando acerca de dar y «presionan-
do» al momento de recoger la ofrenda. Pero nunca me
sentí cómodo haciendo eso. Creía entonces, y ahora, que
enfocarse constantemente sólo en un tópico o tema no
era lo mejor para la gente. Mi responsabilidad era bende-
cirles y ayudarles para suplir todas sus necesidades. Y eso
significa predicar todo el Evangelio: todo el consejo de la
Palabra de Dios.
Presente un mensaje balanceado
El Señor trató conmigo, muy temprano en mi minis-
terio, sobre la importancia crucial del mensaje de fe, di-
ciendo: «Ve y enseña a mi pueblo fe». Algunos han su-
puesto que, desde ese tiempo en adelante, todo lo que
hice fue hablar de fe. Pero eso no es así. Si bien, siempre
que era apropiado, incluí un énfasis en la fe, me sentí
compelido a presentar la totalidad del Evangelio median-
te un mensaje balanceado.
He conocido pastores que se han enfocado en el dine-
ro, el dar y la prosperidad más que en cualquier otro
tema. Algunas veces pondrán un lazo de culpabilidad so-
bre la gente si no dan, o usarán altas tácticas de presión
para motivar a los individuos a responder.
Nunca he sentido que esa fuera la manera correcta de
presentarle esta importante verdad al pueblo de Dios. Sí,
conozco todos los pasajes que enseñan la responsabilidad
y la bendición de dar. La Biblia dice: «Dad y se os dará»
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 91

(Lucas 6:38). Dice: «Buscad primeramente el reino de


Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas»
(Mateo 6:33). Definitivamente, estas verdades tienen que
ser enseñadas a todos los creyentes. Pero la Palabra tam-
bién dice: «Cada uno dé como propuso en su corazón: no
con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador
alegre» (2 Corintios 9:7).
Otra interpretación de ese pasaje, dice: «Yo quiero
que cada uno se tome el tiempo suficiente para pensarlo,
y tome su propia decisión acerca de lo que dará. Esto los
protegerá contra las historias tristes y manipuladas. Dios
se alegra cuando el dador se deleita en el dar» (EM).
También he escuchado predicadores tratando de mar-
tillar a los cristianos citando Malaquías 3, diciendo que
son maldecidos si no pagan los diezmos y dan ofrendas.
Obviamente, esto no es correcto. Aun cuando la gente en
el tiempo de Malaquías estaba bajo la Ley de Moisés, el
Nuevo Testamento afirma claramente que Cristo nos ha
redimido de la maldición de la Ley (Gálatas 3:13).
¿Significa esto que el diezmo ya no es válido? De nin-
guna manera. Como lo dije en el último capítulo, el pue-
blo de Dios era diezmador cuatrocientos años antes de la
Ley y Jesús reafirmó la validez del diezmo en su enseñan-
za. La única ocasión registrada en que Jesús se refirió al
diezmo, dijo que ¡debía hacerse!
Pero hoy no hay maldición por no diezmar. Somos
libres de los requisitos legalistas de la Ley Mosaica. ¿Hay
alguna otra consecuencia? Si, si no diezmamos, nos limi-
tamos a recibir las bendiciones que Dios ha prometido a
aquellos que paguen los diezmos y den ofrendas por fe.
El dar es una parte esencial de la vida cristiana. Cada
líder cristiano tiene la responsabilidad de practicar y en-
92 EL TOQUE DE MIDAS

señar lo que la Biblia dice acerca del dar. Pero el énfasis


debe mantenerse balanceado con enseñanzas sobre otras
verdades y doctrinas en la Palabra de Dios. Los pastores
hacen tanto daño a sus congregaciones al no enseñarles
nunca sobre el diezmar y el dar como lo hacen por hablar
de ésto todo el tiempo. Debe haber balance. Y el propó-
sito de la instrucción debe ser por el beneficio y la bendi-
ción de la gente y no simplemente por lo que el predica-
dor ganará con esto.
La Biblia dice que Jesús iba enseñando, predicando y
sanando (cf. Mateo 9:35). No dice que invertía mucho
tiempo recogiendo ofrendas y enfatizando en la prosperi-
dad. Sabemos que tenía colaboradores que apoyaban eco-
nómicamente su ministerio. Podemos encontrar referen-
cias en las Escrituras donde Jesús habló acerca del dinero
y del dar, especialmente en referencia a ayudar a los po-
bres. Pero ni aun los críticos de Jesús pudieron decir que
estaba en esto por dinero. En lugar de esto, el reporte
que se publicó, a través de toda Judea, fue que anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el
diablo (cf. Hechos 10:38).
Considere los requisitos de un pastor
Ser responsable de buscar apoyo financiero para la obra
de Dios es una tremenda carga para aquellos llamados al
ministerio. Cícero, un gran estadista romano, que murió
pocos años antes del nacimiento de Cristo, dijo: «Pero la
cosa principal en toda administración pública y servicio
público es evitar aun la más leve sospecha de que se están
buscando los intereses propios». Si esto es verdad para
los servidores públicos, cuanto más debe aplicar a los
siervos de Dios.
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 93

La Biblia da una lista de requisitos para aquellos que


buscan el oficio pastoral: «Pero es necesario que el obis-
po (pastor) sea irreprensible, marido de una sola mujer,
sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para ense-
ñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias (dinero) deshonestas, sino amable, apacible, no
avaro» (1 Timoteo 3:2-3 é.a).
La Biblia Amplificada hace el punto aun más fuerte:
«No amante del dinero (insaciable por riquezas y listo
para obtenerlas por medios cuestionables)» (v. 3 é.a).
Así que, aunque es absolutamente apropiado para un
pastor u otro ministro esperar apoyo financiero adecua-
do, él no debe excederse y gastar todo su tiempo y esfuer-
zo buscando ganancia financiera personal. El peligro no
está en tener dinero o cosas, pero sí en volverse codicio-
so. La mentira de la codicia dice: «Si solo tuviera un
poco más de dinero o un poco más de posesiones mate-
riales, sería feliz». Pero eso no es verdad, porque usual-
mente mientras la gente más tiene, más quiere.
Hebreos 13:5, dice: «Sean vuestras costumbres sin ava-
ricia». En el griego, la palabra traducida «costumbres»
aquí, realmente significa conducta o manera de vivir. De
manera que el pasaje está diciendo: «Sea vuestra conducta
sin avaricia». Además, el versículo 5 afirma: «Contentos
con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampara-
ré ni te dejaré».
La traducción Phillips lo dice de esta manera: «Man-
tengan sus vidas libres de la codicia del dinero: estén
contentos con lo que tienen».
Observe el énfasis encontrado en la Biblia Amplificada.
«Deje que su carácter o disposición moral esté libre del
94 EL TOQUE DE MIDAS

amor al dinero (incluyendo codicia, avaricia, lujuria y de-


seo por posesiones terrenales) y esté satisfecho con su pre-
sente (circunstancias y con lo que tiene); porque Él (Dios)
mismo ha dicho, yo en ninguna manera te fallaré, ni te
desampararé, ni te dejaré sin apoyo. ¡No (lo haré), no (lo
haré), no te dejaré en ningún grado sin ayuda, ni me olvi-
daré, ni te fallaré (a ti) (ni disminuiré mi apoyo sobre ti)!
(¡Ciertamente no!)» (é.a).
Huya del amor al dinero
¿Qué tan peligrosa es la codicia, especialmente la ava-
ricia por el dinero? La Palabra de Dios es bastante clara al
respecto, advirtiendo a todos, tanto a ministros como a
laicos por igual. 1 Timoteo 6:10, dice: «Porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de
muchos dolores». Note que no dice que el dinero sea la
raíz de todos los males, lo cual muchos han enseñado
erróneamente, pero sí que el amor al dinero, o la codicia,
es la raíz de todos los males.
De hecho, el apóstol Pablo, bajo la unción del Espíri-
tu Santo, escribió esta carta al joven ministro Timoteo.
Enfatizó en el hecho de que las «cosas»» en sí mismas no
son malas. Y le encargó que le advirtiera a la gente rica
que no confiara en sus riquezas sino en Dios. Observe lo
que dice: «A los ricos de este siglo manda que no sean
altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales
son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las
cosas en abundancia para que las disfrutemos» (1 Timoteo
6:17).
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 95

Así que las cosas, aun las riquezas, son dones de Dios,
¡dados para que los disfrutemos! ¡Debemos disfrutar las
buenas cosas de la vida, pero nunca permitir que los do-
nes que disfrutamos lleguen a ser más importantes que el
Dador de los dones!
¿Qué pasa si alguien, aun un predicador, abandona
deliberadamente el camino de la Verdad y sale a la zanja
de error? ¡La Biblia dice que nos apartemos de esa perso-
na! 1 Timoteo 6:5, dice: «Disputas necias de hombres
corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que
toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los
tales».
La Biblia Amplificada, acerca del mismo pasaje, afir-
ma de estos individuos que «Imaginan que esa piedad o
justicia es una fuente de provecho (un negocio para hacer
dinero, un medio de subsistencia). De los tales apártate».
Pablo le aconseja a Timoteo y a nosotros: «Mas tú, oh
hombre de Dios, huye de estas cosas» (1 Timoteo 6:11).
Como lo dice la versión del Lenguaje Moderno: «Pero
tú, Timoteo, hombre de Dios: corre por tu vida de todas
estas cosas. / Persigue una vida justa —una vida que
desea saber, de fe, amor, firmeza, cortesía. Corre fuerte y
veloz en la fe» (v. 11-12 EM).
Años atrás, asistí a un servicio de una campaña condu-
cida por un ministro que fue parte del avivamiento de
sanidad. Era un predicador ungido que sabía cómo edifi-
car la fe y motivar a la gente para esperar y recibir el
poder sanador del Señor. Esa noche, en particular, la un-
ción para sanidad estaba fluyendo de una manera gran-
diosa, y muchos sordos fueron sanados, uno tras otro.
Todos eran conscientes del asombroso mover de Dios
96 EL TOQUE DE MIDAS

que estaba sucediendo, y hubo una gran oleada de gozo y


emoción en ese lugar.
De repente, el ministro se detuvo y dijo: «Vamos a
recibir una ofrenda especial». Aun cuando ya se había
recogido una ofrenda, al comienzo del servicio, obvia-
mente decidió tomar ventaja de la gran corriente de
emocionalismo. Dijo: «No vamos a pasar las canastas
para la ofrenda otra vez, pero si tiene una ofrenda espe-
cial, puede traérmela aquí al frente. ¡No venga a menos
que vaya a traer por lo menos cincuenta dólares!».
Observaba mientras la gente corría, casi pasando uno
por encima del otro, para llevarle ese dinero. Mi espíritu
se contristó al ver lo que estaba pasando. Esas personas
no estaban dando porque se hubieran propuesto en su
corazón ayudar a que el Evangelio se extendiera o para
ver otras personas sanadas. No creo que lo hayan pensado
o considerado en oración ni por un minuto.
En lugar de eso, fueron atrapados en un arranque emo-
cional. Deseando ser parte del estremecimiento y la agi-
tación del momento, fueron manipulados y explotados
por este ministro. Me pregunto cómo se sintieron esas
personas más tarde acerca de lo que pasó, cuando sus emo-
ciones se calmaron de nuevo. No puedo evitar creer que,
por lo menos algunos, se sintieron usados y abusados.
Creo que algunos se dijeron luego: yo no podía darme el
lujo de dar eso. No tuve tiempo de pensarlo, y no debí
hacerlo.
En mis cincuenta años de ministerio itinerante, mien-
tras llevaba a cabo reuniones a través de la nación, escogí
deliberadamente nunca recibir una ofrenda cuando las
emociones de las personas estaban altamente cargadas. Si
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 97

había mucho emocionalismo y agitación al momento de


la ofrenda, la posponía hasta que los ánimos se calmaran.
Creo que el dar debe ser un acto consciente, que es
hecho con un propósito y con una actitud pensante y de
oración. Un ministro nunca debería recurrir a demasiada
persuasión, petición o presión forzada para empujar a la
gente a dar. Usar fraudes o hacer promesas irrealistas es
inapropiado y fuera de orden. La decisión de una persona
de dar a Dios nunca debería ser algo que lamente más
tarde.
El mandato del Señor para mí
En septiembre de 1950, tuve una experiencia espiri-
tual dramática que causó un impacto tremendo en mi
vida y ministerio. Tuve una visión en la cual el Señor
Jesucristo se me apareció y me dio dirección e instruccio-
nes específicas. En las próximas páginas quiero contarles
acerca de esa aparición divina que me fue concedida.
En el tiempo de esta experiencia, estaba llevando a
cabo un avivamiento en una carpa en Rockwall, Texas,
hacia finales de agosto y comienzos de septiembre de 1950.
El sábado 2 de septiembre llovió todo el día; no una
lluvia fuerte y diluviante, pero sí una suave, gentil y cons-
tante.
Aun estaba lloviendo esa tarde y, cuando llegamos a la
carpa, había sólo cerca de cuarenta personas presentes.
Rockwall está en la tierra negra de la parte norte cen-
tral de Texas, y allí hay un dicho que afirma que si se
pega a la tierra negra cuando está seco, ésta se le pegará
cuando esté húmedo. Muchas de las personas que habían
estado asistiendo a las reuniones vivían en el campo y no
98 EL TOQUE DE MIDAS

pudieron salir para el servicio, esa noche, por causa de la


lluvia y el lodo. Es por eso que el grupo era pequeño.
Como todos los presentes eran cristianos, di una ense-
ñanza de la Biblia y luego invité a la gente a venir al
frente para orar. Eran cerca de las 9:30 p.m. (Déjeme de-
cir aquí que esperaba lo que iba a suceder, tanto como
esperaba ser ¡el primer hombre en pisar la luna! No había
estado orando por tener semejante experiencia. De hecho,
ni siquiera había pensado acerca de tal cosa).
Todos estaban orando al frente, y me arrodillé en la
plataforma, al lado de una silla plegable, cerca del púlpi-
to. Comencé a orar en otras lenguas y escuché una voz
decir: «Ven hacia acá». Inicialmente, no me di cuenta que
la voz me estaba hablando a mí. Pensé que todos la ha-
bían oído.
Yo vi a Jesús4
«Ven hacia acá —dijo la voz nuevamente—». Luego,
miré y vi a Jesús de pie donde debía estar la cima de la
carpa. Cuando mire hacia arriba, otra vez, la carpa había
desaparecido, las sillas plegables habían desaparecido, to-
das las estacas de la carpa habían desaparecido, el púlpito
había desaparecido y Dios me permitió ver en el reino
del Espíritu.
Jesús estaba parado allí y yo estaba en su presencia. Él
estaba sosteniendo una corona en sus manos. Ésta era tan
extraordinariamente hermosa, que el lenguaje humano no
puede describirla.
Jesús me dijo: «Esta es la corona de un ganador de
almas. Mi pueblo es tan desinteresado e indiferente. Esta
4
Para un recuento más detallado de estas visiones, lea el libro del Rev.
Hagin, Yo creo en visiones.
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 99

corona es para cada uno de mis hijos. Yo hablo y digo:


“Ve, habla a este u ora por ese”, pero mi pueblo está muy
ocupado. Lo dejan de lado y las almas se están perdiendo
porque no me obedecen».
Cuando Jesús dijo eso, sollocé delante de Él. Me arro-
dillé y me arrepentí de mis errores. Luego, Jesús me vol-
vió a decir: «Ven hacia acá». Parecía como si hubiera ido
con Él a través del aire hasta que llegamos a una hermosa
ciudad. En realidad no entramos en la ésta, pero la con-
templamos en un rango cercano como cuando uno sube a
una montaña y mira hacia abajo a una ciudad en el valle.
¡Su belleza iba más allá de las palabras!
Jesús dijo que la gente dice egoístamente que está lista
para el Cielo. Hablan acerca de sus mansiones y de las
glorias del cielo mientras muchos, alrededor suyo, viven
en tinieblas y sin esperanza. Dijo que debía compartir mi
esperanza con ellos e invitarlos a venir al cielo conmigo.
Luego se volvió hacia mí y dijo: «Ahora vamos abajo,
al infierno».
Descendimos del cielo y, cuando llegamos a la tierra,
no nos detuvimos, sino que continuamos. Numerosos
pasajes de la Biblia hacen referencia a que el infierno está
debajo de nosotros. Por ejemplo: «El Seol abajo se espan-
tó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a
recibirte. / Mas tú derribado eres hasta el Seol» (Isaías
14:9,15). «Por eso ensanchó su medida el Seol … y allá
descenderá la gloria de ellos» (Isaías 5:14).
Descendimos y, mientras entrábamos a ese lugar, vi lo
que parecían seres humanos envueltos en llamas. Dije:
«Señor, esto se ve como lo que vi cuando morí y vine a
este lugar el 22 de abril de 1933. Tú hablaste y salí de
aquí y regresé. Enseguida me arrepentí y oré, buscando
100 EL TOQUE DE MIDAS

tu perdón y tú me salvaste. Sólo que ahora me siento tan


diferente: no estoy asustado, ni horrorizado, como lo es-
taba en ese entonces».
Él me dijo: «Adviérteles a los hombres y a las mujeres
acerca de este lugar». Y clamé con lágrimas diciendo que
lo haría.
Luego, me llevó de regreso a la tierra y me di cuenta
de que estaba arrodillado en la plataforma, al lado de la
silla plegable, mientras Él estaba de pie, a mi lado. Mien-
tras estaba allí, parado, me habló sobre mi ministerio. Él
me dijo algunas cosas en general las cuales explico más
detalladamente adelante, en otra visión. Luego, desapare-
ció y me di cuenta que todavía estaba arrodillado en la
plataforma y podía escuchar personas orando alrededor
de mí.
El trono de Dios
Unos minutos después, vi a Jesús otra vez parado don-
de la cima de la carpa debía estar, y fui a Él a través del
aire. Cuando lo alcancé, continuamos juntos hacia el cie-
lo. Fuimos al trono de Dios y lo contemplé en todo su
esplendor. No pude mirar al rostro de Dios; sólo con-
templé su forma.
La primera cosa que atrajo mi atención fue el arco iris
sobre el trono. Era tan hermoso. La segunda cosa que
noté eran las criaturas aladas a cada lado del mismo. Eran
criaturas de aspecto peculiar y, mientras caminaba con
Jesús, estas criaturas se pararon con las alas extendidas.
Ellas habían estado diciendo algo, pero cuando nos acer-
camos, cesaron y doblaron sus alas. Tenían ojos de fuego,
alrededor de su cabeza, y miraban en todas las direcciones
a la vez.
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 101

Me pare, en medio con Jesús, a cinco o seis metros del


trono. Primero miré el arco iris, las criaturas aladas y
luego empecé mirar al que esta sentado en el trono. Jesús
me dijo que no mirara su rostro. Sólo pude ver la forma
de un Ser sentado en el trono.
Jesús me habló aproximadamente una hora. Pude ver-
lo plenamente como nunca he visto a nadie en mi vida.
Lo escuche hablar.
Mirando dentro del amor
Y por primera vez, miré realmente en los ojos de Je-
sús. Muchas veces, cuando relato esta experiencia, me pre-
guntan: «¿Cómo se veían sus ojos?». Todo lo que puedo
decir es que se veían como fuentes de amor viviente. Pare-
cía como si uno pudiera ver ochocientos metros dentro
de éstos y la tierna apariencia de su amor fuera indescrip-
tible. Al mirar en su rostro y sus ojos, caí a sus pies.
Observé entonces que sus pies estaban descalzos, y
puse las palmas de mis manos sobre sus pies y mi frente
sobre mis manos. Sollozando, dije: «¡Oh Señor, ninguno
tan indigno como yo debería mirar tu rostro!».
Jesús me dijo que me pusiera de pie. Me paré. Me
llamó digno de mirar su rostro, porque me había llamado
y limpiado de todo pecado. Me dijo cosas con respecto a
mi ministerio. Prosiguió diciendo que me había llamado
antes de que naciera. Dijo que a pesar de que Satanás
había tratado de destruir mi vida muchas veces, sus ánge-
les me habían protegido y cuidado.
Además, me dijo que así como Él había aparecido a mi
madre antes de que yo naciera y le había dicho: «No
temas, el niño nacerá», ministraría en el poder del Espíri-
tu y cumpliría el ministerio al que me había llamado.
102 EL TOQUE DE MIDAS

Luego me habló de la última iglesia que había pasto-


reado, diciendo que en ese tiempo, febrero de 1949, ha-
bía entrado en la primera fase de mi ministerio. El dijo
que algunos ministros que había llamado al ministerio
vivían y morían sin entrar siquiera en la primera fase de
lo que Él tenía para ellos. Jesús añadió que esa es una
razón por la cual muchos ministros mueren prematura-
mente: ¡sólo están viviendo en su voluntad permisiva!
La voluntad permisiva de Dios
Por quince años sólo había estado en su voluntad
permisiva. Había sido un pastor por doce años y había
estado haciendo trabajo de evangelista por tres. Durante
esos años, Dios me permitió hacerlo, pero esa no era su
perfecta voluntad para mí. Y dijo que no había estado
esperando en Él; que había estado esperando por mí para
que le obedeciera.
Después habló del momento en que entré en la prime-
ra fase de mi ministerio, en 1949. Afirmó que había sido
infiel y que no había hecho lo que me había dicho que
hiciera; que no le había dicho a la gente lo que Él me
había mandado a decirles. Respondí: «Señor, no fui in-
fiel. Te obedecí. Dejé mi iglesia y salí al campo
evangelístico».
«Sí —respondió—, tú dejaste la iglesia y saliste a
hacer la obra de evangelista. Pero no hiciste lo que te dije
que hicieras. La razón por la que no lo hiciste es porque
tú dudaste que fuera mi Espíritu el que te había hablado.
Ves, la fe obedece mi Palabra, bien sea la Palabra de Dios
escrita o la que ha sido hablada por mi Espíritu al hom-
bre».
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 103

Me postré delante de Él, diciendo: «Sí, Señor, he fa-


llado y lo siento». Me arrepentí con muchas lágrimas
porque me había perdido de su voluntad y había dudado
de su trato conmigo.
«¡Ponte de pie! —dijo—». Cuando lo hice otra vez,
me dijo que había entrado en la segunda fase de mi minis-
terio en enero de 1950 y, que en ese tiempo, me había
hablado por profecía y por su suave voz en mi corazón.
Que en los ocho meses siguientes, durante esta segunda
fase, había creído, había sido fiel y había obedecido.
Él dijo que ahora estaba entrando en la tercera fase.
Que si era fiel a lo que me dijera, si le creía y le obedecía,
se me aparecería otra vez; que en ese tiempo entraría en la
cuarta y última etapa de mi ministerio.
Viendo las heridas de Jesús
Luego, el Señor me dijo: «¡Estira tu mano!». Exten-
dió sus manos hacia adelante, y las miré. Por alguna ra-
zón, esperaba ver una cicatriz en cada mano, donde los
clavos habían perforado su carne. Debí conocer mejor,
pero muchas veces tenemos ideas que no son realmente
bíblicas y sin embargo son aceptadas.
En lugar de cicatrices, vi en sus palmas las heridas de
la crucifixión: tres agujeros dentados y angulados. Cada
agujero era lo suficientemente grande para que pusiera mi
dedo adentro. Podía ver luz al otro lado del agujero.
Después de la visión, saqué mi Biblia y la abrí en el
capítulo veinte del evangelio de Juan, para leer acerca del
tiempo en que Jesús se le apareció a sus discípulos, des-
pués de su resurrección.
Cuando se les apareció por primera vez, Tomás no
estaba con ellos. Le dijeron que habían visto al Señor,
104 EL TOQUE DE MIDAS

pero no estaba creyendo y dijo: «Si no viere en sus manos


la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los
clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré» (Juan
20:25).
Ocho días más tarde, mientras los discípulos estaban
juntos en una habitación, incluyendo a Tomás, Jesús se les
apareció nuevamente en medio. Él se volvió hacia Tomas
y dijo: «Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu
mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente» (Juan 20:27). Luego, conociendo que era Jesús,
exclamó: «Señor mío, y Dios mío» (v. 28).
Entonces, tuve un entendimiento más profundo de lo
que Tomás había visto; había podido poner su dedo den-
tro de la herida en la mano de Jesús y había podido meter
su mano en el costado del Señor.
Mientras miraba las heridas en sus manos, extendidas
delante de mí, hice lo que me indicó y extendí mis manos
enfrente de mí. Él colocó el dedo de su mano derecha en
la palma de mi mano derecha y luego en la palma de mi
mano izquierda. En el momento que lo hizo, mis manos
empezaron a arder como si un carbón de fuego hubiera
sido puesto en éstas.
Jesús me dio una unción especial
Luego, Jesús me dijo que me arrodillara delante de Él.
Cuando lo hice, puso su mano sobre mi cabeza, diciendo
que me había llamado y me había dado una unción espe-
cial para ministrar a los enfermos.
Él continuó indicándome que, cuando orara e impu-
siera manos sobre los enfermos, debía colocar una mano a
cada lado del cuerpo. Que si sentía el fuego saltar de una
mano a la otra, un espíritu inmundo o un demonio estaba
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 105

presente en el cuerpo causando la aflicción. Y que debía


echarlo fuera en el nombre de Jesús, y el demonio o de-
monios tendrían que salir.
Que si el fuego o la unción en mis manos no saltaban
de una mano a la otra, era un caso que necesitaba de
sanidad solamente. Debía orar por la persona en el nom-
bre de Jesús, y si creía y aceptaba, la unción dejaría mis
manos e iría dentro del cuerpo de esa persona, sacando la
dolencia y trayendo sanidad. Cuando el fuego o la un-
ción dejaran mis manos y fuera dentro del cuerpo de esa
persona, sabría que había sido sanada.
Caí a los pies de Jesús y le supliqué: «Señor, no me
envíes a mí. Envía a alguien más, Señor. Por favor, no me
envíes a mí. Solo dame una pequeña iglesia para pastorear
en algún lugar. Preferiría no ir, Señor. He escuchado tan-
ta crítica acerca de aquellos que oran por los enfermos.
Quiero un ministerio común y corriente».
Jesús me reprendió, diciendo: «Iré contigo y estaré a
tu lado mientras oras por los enfermos, y muchas veces
me verás. Ocasionalmente abriré los ojos de alguien en la
audiencia y ellos dirán: “¿Por qué veo a Jesús parado al
lado de ese hombre mientras ora por los enfermos?”».
Jesús me preguntó quién me había llamado: ¿Él o la
gente?
«Bien —le respondí—, fuiste Tú, Señor».
No tema a la gente
Él me explicó que debía temerle a Él y no a la gente,
porque aunque me criticara, ellos no son mi juez. Que
estaría delante de su silla de juicio un día para darle cuen-
tas a Él por lo que había hecho con mi ministerio, sea
que lo hubiera usado correcta o incorrectamente.
106 EL TOQUE DE MIDAS

«Está bien, Señor —dije—. Iré si vas conmigo».


Luego, se levantó allí, en mi corazón, un amor como
nunca había experimentado por aquellos que critican este
tipo de ministerio. Dije: «Señor, oraré por ellos, porque
no saben, pues si supieran, no dirían las cosas que dicen.
Señor, he dicho cosas similares, pero nunca me di cuenta
o vi como lo hago ahora, y tampoco ellos. Perdónalos,
Señor».
Entonces dijo: «Sigue tu camino, mi hijo; cumple tu
ministerio y sé fiel, porque el tiempo es corto».
Mientras me alejaba del Trono de Dios, Jesús me dijo:
«Asegúrate de darme toda la alabanza y la gloria por
todo lo que sea hecho y ten cuidado con el dinero. Mu-
chos de mis siervos a quienes he ungido para este tipo de
ministerio, se han enfocado en el dinero y han perdido la
unción y el ministerio que les di.
»Hay muchos que pagarían bastante por ser liberados.
Muchos padres en el mundo tienen niños que tienen sus
pequeños cuerpos torcidos y darían miles de dólares por
su sanidad. Muchos serán liberados cuando impongas las
manos sobre ellos, pero no debes aceptar honorarios por
tu ministerio. Acepta ofrendas como lo has venido ha-
ciendo. Debes seguir tu camino. Sé fiel, porque el tiempo
es corto».
Enseguida, Jesús viajó conmigo de regreso a la tierra y
me di cuenta que todavía estaba postrado con mi rostro
sobre el piso. Él habló, allí, conmigo, un momento, y
luego desapareció. Entonces la visión terminó.
Nunca fui el mismo después de esa experiencia. A
través de los años, siempre he tratado de darle a Dios
toda la gloria por todo lo que pudiese haber logrado por
mis esfuerzos, y he sido extremadamente cuidadoso y sin-
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 107

cero en cada cosa que ha involucrado dinero. Ninguna


cantidad de dinero es digna para arriesgar la unción y el
llamado de Dios en mi vida.
¿Significa eso que nunca recibí alguna recompensa fi-
nanciera por mi labor? No, en absoluto. De hecho, el
Señor me dijo que continuara recibiendo ofrendas de la
gente. Pero entendí que nunca debía cobrar por mi minis-
terio haciendo sentir a la gente obligada a pagarme una
cantidad específica a cambio de mis enseñanzas u oracio-
nes por ellos.
Desde el momento en que dejé de ser pastor y salí
como evangelista, hice una regla personal: el no recoger
ofrendas para mí. Le pedía al pastor de la iglesia, donde
estaba ministrando, que simplemente le dijera a la gente:
«Esta ofrenda es para nuestro evangelista, el Hermano
Hagin».
Ahora, durante la reunión, frecuentemente tomaba
ofrendas para la iglesia o para el pastor. Algunas veces era
para una necesidad especial o un proyecto de la iglesia.
Como compartía con ellos los principios bíblicos del dar
y de prosperidad, la gente respondía frecuentemente con
más entusiasmo y generosidad que lo usual. Los pastores
me decían que las ofrendas que tomaba eran las más gran-
des que habían recibido.
«¿Está seguro de que no quiere recoger su propia ofren-
da, Hermano Hagin? —me preguntaban—». Y siempre
me resistía. Quería que mis motivos y prioridades fueran
inequívocamente claros. Mi propósito principal era ben-
decir a la gente y al pastor, la iglesia, no beneficiarme en
forma personal. Pero el Señor siempre suplió mis necesi-
dades y proveyó una manera para que mi familia también
prosperara.
108 EL TOQUE DE MIDAS

En todos los años que ministré como evangelista en


varias iglesias alrededor del país, nunca recogí una ofren-
da para mí. Resolví abstenerme para evitar aun la más
leve posibilidad de que alguien pensara que buscaba lo
mío. Como escribió el apóstol Pablo, quise abstenerme
de toda apariencia de maldad (cf. 1 Tesalonicenses 5:22).
No me mal interprete. No estoy sugiriendo que cual-
quier evangelista que haya recogido alguna vez su propia
ofrenda en una iglesia ha violado la ética ministerial o le
falta integridad personal. Estoy seguro que hay muchos
buenos hombres y mujeres de Dios que han recibido ofren-
das para su ministerio cuyos motivos fueron puros y que
nunca han violado la confianza de la gente.
Pero en mi caso, sentí que el Señor me había indicado
específicamente que fuera extremadamente cuidadoso con
el dinero. Así que traté de establecer un parámetro perso-
nal que nunca me permitiera ser tentado y que no pudie-
ra ser retado por ninguna persona razonable. Creo que
esta era la cosa correcta para mí y que Dios ha honrado
mis acciones.
Más adelante, cuando inicié el Ministerio Kenneth
Hagin Ministries, frecuentemente realizábamos cruzadas,
seminarios, conferencias y reuniones independientes por
fuera de la iglesia local. En estas reuniones sí recibimos
nuestras propias ofrendas, pero éstas iban a la organiza-
ción, nunca para mí.
Cuando tenemos reuniones independientes, por su-
puesto, Kenneth Hagin Ministries es responsable de to-
dos los costos y los gastos. Pagamos el arrendamiento del
auditorio, la publicidad, las cuentas de hotel y de restau-
rante, los costos de viaje y todos los otros gastos. Los
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 109

miembros de nuestro equipo ministerial reciben salarios


normales, pagados del ingreso del mismo.
Siempre le informamos a la gente que asiste a nues-
tros servicios en qué se están usando sus ofrendas. Una
vez se ha suplido el presupuesto de los gastos de la re-
unión, cualquier fondo adicional es canalizado para uno
o más proyectos o programas de alcance del ministerio.
Desde el comienzo, establecimos que nuestro minis-
terio fuera financieramente responsable. Creamos una cor-
poración sin ánimo de lucro reconocida y aprobada por
nuestro Gobierno Estatal, así como por el Servicio Inter-
no de Rentas Públicas de los Estados Unidos. La corpo-
ración del ministerio tiene una junta de asesores confor-
mada por respetables hombres de negocios que se reúnen
y revisan todas las transacciones financieras. Además, los
registros financieros del ministerio son auditados por una
firma contable nacional que certifica su exactitud y aca-
tamiento de todas las leyes nacionales y estatales aplica-
bles. Hacemos lo mejor para ser buenos y fieles adminis-
tradores de cada dólar que se pone a nuestro cuidado.

Los diezmos pertenecen a la iglesia local


A través de los años, siempre he sido un defensor del
trabajo y el ministerio de las iglesias locales y los pasto-
res. Creo que la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, es el
instrumento principal de Dios para llevar a cabo su vo-
luntad y su obra. Esto no es para menospreciar el valor y
la necesidad de misioneros, evangelistas y otras organiza-
ciones para-eclesiales. Pero la iglesia local es el redil; el
lugar donde los creyentes son alimentados y fortalecidos,
nutridos y cuidados, entrenados y equipados en forma
110 EL TOQUE DE MIDAS

individual. También es la base para el ministerio comuni-


tario y para varios programas de alcance al mundo.
Como un principio general, creo que la gente debe
diezmar en su iglesia local. Al hacerlo, están apoyando a
los ministros que cuidan de ellos y de sus familias. Están
ayudando a mantener una presencia positiva y un testi-
monio en su comunidad, ayudando al pobre y al necesita-
do, así como proveyendo apoyo económico para las mi-
siones y otros programas de alcance.
Muchos otros ministerios pueden y deben ser ayuda-
dos por individuos y por iglesias con ofrendas y otras
formas de apoyo financiero. Estos ministerios y organi-
zaciones realizan un servicio vital y maravilloso para la
causa de Cristo y son dignos de las oraciones y las ofren-
das financieras de sus amigos y de quienes los apoyan
económicamente.
He puntualizado nunca pedir el diezmo de aquellos
que asisten a nuestros servicios por nuestra emisión ra-
dial o nuestra red de publicaciones. En lugar de esto,
ánimo a los amigos de nuestro ministerio a pagar su diez-
mo a la iglesia local y a darnos cualquier tipo de apoyo
económico que quieran que recibamos, como una ofren-
da. Creo que este es el patrón bíblico y la forma apropia-
da de conseguir apoyo financiero.
Ha habido pocos casos en los cuales algunas personas
han dicho que sienten que deben diezmar a nuestro mi-
nisterio porque hemos provisto la base de su nutrición
espiritual. Quizá no había una iglesia cercana a ellos y no
pudieron salir de la casa. Nuestros programas de radio y
televisión, casetes, libros, videos y otros materiales, pro-
veyeron su comida y cuidado espiritual. En esas circuns-
tancias inusuales, aceptamos su diezmo habiendo orado
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 111

previamente. Pero en la gran mayoría de los casos, les


pedimos que diezmen en sus iglesias locales.
No olviden congregarse
La Palabra nos indica que debemos reunirnos con otros
creyentes para adorar a Dios, para animarnos los unos a
los otros y para recibir instrucción e inspiración. La
iglesia es el mejor lugar que conozco para que esto suce-
da.
Hebreos 10:25, dice: «No dejando de congregarnos,
como algunos tienen por costumbre, sino exhortándo-
nos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca».
Nunca he encontrado algún pasaje que haga excepciones
a esto. Mirar televisión cristiana, escuchar programas mi-
nisteriales por la radio, escuchar enseñanzas en cintas de
grabación, ver videos y leer libros cristianos está bien y es
bueno y creo en éstos. Pero no toman el lugar de la iglesia
local.
Sé que hay gente que dice que ya no va a la iglesia
porque la televisión es su pastor. «Me gusta ver al Her-
mano Smith —dicen—, es como mi pastor».
Pero el Hermano Smith no puede ser su pastor, por-
que no es un pastor; él no ministra en ese oficio. A me-
nos que tenga una iglesia, él no es un pastor.
Hace algunos años, escuché a un evangelista popular
hacer una afirmación a un pequeño grupo de ministros
en una reunión privada que fue aterradora para mí. Dijo:
«Bien, no creo mucho en la iglesia local. Si la gente oye
mi transmisión radial, escucha mis casetes y lee mis li-
bros, pueden quedarse en casa y ser tan buenos cristianos
como lo serían si fueran a una».
112 EL TOQUE DE MIDAS

Le comenté a un par de ministros que lo escucharon:


«¿No es triste que el “pobre” Jesús no era tan inteligente
como él? Evidentemente, el “pobrecito” Dios no sabía
eso. ¡Él envió pastores y escribió en su Palabra que no
dejáramos de congregarnos!».
Tan pronto tuve la oportunidad, le pregunté a este
hombre: «¿Es usted pastor?».
«Ah, no, no —contestó—. Ese no es mi llamado».
«Entonces, ¿cómo puede alguien ser un cristiano exi-
toso sólo escuchando sus casetes y leyendo sus libros? —
le pregunté—». Pero no pareció tener una buena respues-
ta.
Dios usa la iglesia para ministrar y suplir las necesida-
des diarias de su pueblo. La iglesia es una familia y todos
necesitamos el apoyo de una familia. Entendemos cómo
cuida una familia un nuevo bebé, lo alimenta y está pen-
diente de todas sus necesidades mientras crece. Después
de un tiempo, la familia ayuda al pequeño a aprender a
caminar y a empezar a cuidarse por sí mismo, y luego
empieza a hacer pequeñas tareas y quehaceres. Eventual-
mente, el niño aprende cómo contribuir a la familia y
viene a ser un miembro productivo de la sociedad.
La familia de la iglesia hace una función similar por
los nuevos cristianos. Después de un tiempo de cuidado
y entrenamiento permanente, se les enseña a los cristia-
nos jóvenes cómo adorar a Dios y se les da la oportuni-
dad de empezar a servir al Señor. Puede que empiecen
con cosas sencillas como aprender la Biblia y cómo ado-
rar y orar. Luego, empiezan a usar sus talentos para ben-
decir y ayudar a otros. Cualquiera que sean sus habilida-
des, pronto encuentran algo que pueden hacer para con-
tribuir y ser una parte de la obra de Dios.
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 113

Únicamente la familia de la iglesia puede proveer esta


clase de soporte e involucramiento. No puede adquirir
esta experiencia por medio de casetes y libros. La radio y
la televisión cristiana tienden a hacer de la gente especta-
dores que simplemente están sentados en los lados miran-
do y escuchando. La transmisión del evangelio al aire y
otros materiales, frecuentemente tienen un contenido es-
piritual excelente que entretiene y edifica; tienen un lu-
gar válido en el reino de Dios. Pero no pueden reempla-
zar la función de la iglesia local de entrenar y equipar
personas para el servicio cristiano.
¿Quién estará con usted
en las crisis de la vida?
Tarde o temprano, todos experimentaremos algunas
de las crisis de la vida, y es importante tener a dónde
volverse y tener personas que se interesan, que nos sos-
tengan.
Por ejemplo, ¿qué haría si está dependiendo de que un
programa de televisión sea su pastor y termina en el hos-
pital con una enfermedad seria? ¿Quién vendrá a orar por
usted y a animarle a confiar en Dios?
¿Qué si uno de sus seres queridos muere? ¿Podría lla-
mar a ese predicador de la televisión para que lo consuele,
lo ayude a hacer los preparativos finales y dirija el fune-
ral? ¿Prepararía alguien comida y la traería a su casa para
aquellos que se están doliendo con usted?
¿Qué si su hijo o hija se quiere casar? ¿Quién les dará
la consejería prematrimonial, ministrará las familias de la
boda y realizará la ceremonia de matrimonio? ¿Podría de-
pender de su pastor radial o de su iglesia en la televisión
para que supliera sus necesidades?
114 EL TOQUE DE MIDAS

¡No cuente con eso!


Hay momentos en que quiere y necesita la presencia y
el toque real, vivo, de carne y sangre de la gente en la que
puede confiar. Necesita el apoyo y la ayuda de personas
que lo conocen y lo aman, miembros de la familia.
Hechos 4 nos cuenta acerca de un incidente en la vida
de Pedro y Juan el cual ilustra lo que estoy hablando.
Después de hablar sanidad sobre un mendigo cojo, afuera
del templo, en Jerusalén, y de haber predicado a la multi-
tud que se había reunido, fueron arrestados por los líde-
res religiosos y puestos en la cárcel a medianoche. Des-
pués de haber sido indagados y amenazados, finalmente
fueron puestos en libertad.
¿Qué hace cuando ha tratado de ayudar a otros y se ha
parado firme por el Señor, sólo para ser perseguido por
sus esfuerzos? ¿Adónde va cuando ha sido puesto en la
cárcel a medianoche y luego ha sido tirado a la calle?
¿Qué hicieron Pedro y Juan?
La Biblia dice: «Y puestos en libertad, vinieron a los
suyos» (Hechos 4:23). Sabían a dónde ir cuando tenían
problemas. No fueron a escuchar casetes o a leer un libro.
No escucharon la transmisión de radio del Hermano
Smith o miraron su programa de televisión. Fueron a
encontrarse con las personas que los conocían y los ama-
ban, amigos creyentes que compartían su fe.
Creo que el «grupo» de amigos de Pedro y Juan les
ofrecieron un lugar para darse un baño y limpiarse y les
proveyeron alguna ropa limpia. Luego les hicieron algo
de comer y escucharon mientras Pedro y Juan les conta-
ban lo que había pasado. Después, todos oraron junta-
mente hasta que el Espíritu Santo cayó e hizo temblar la
¿DEBEN PROSPERAR LOS PREDICADORES 115

casa. Entonces, continuaron hablando la Palabra de Dios


con denuedo (cf. Hechos 4:31).
Todos necesitamos nuestro grupo de creyentes, ¿o no?
¡Si simplemente nos quedamos en la casa y escuchamos a
alguien predicar en la radio o la televisión, no tenemos
ningún grupo! Necesitamos un lugar al cual podamos ir
donde encontremos gente de Dios. Necesitamos reunir-
nos para apoyarnos y ayudarnos unos a otros y para mo-
vilizar nuestros recursos para hacer la obra de Dios y
llevar a cabo la Gran Comisión. Por eso es que Dios nos
dice que no olvidemos congregarnos juntamente en la
iglesia local (cf. Hebreos 10:25).
Es por eso que es más importante apoyar su iglesia
local financieramente que dar en cualquier otro lugar.
Pague los diezmos en su iglesia local para ayudarla a lle-
var a cabo todo su trabajo y sus programas de alcance. Sí,
hay otros ministerios dignos que merecen su apoyo. No
los deje por fuera; envíe ofrendas para ayudarles con su
trabajo en la medida en que Dios le bendiga y le sea
posible predicar.
Mientras siga este patrón, creo que Dios lo va a usar
para ayudar a bendecir su iglesia y el grupo pastoral y
para prosperar a otros buenos hombres y mujeres de Dios
que están llevando a cabo grandes cosas para Él. Y tam-
bién creo que Dios suplirá todas sus necesidades y lo
bendecirá abundantemente: espiritualmente, físicamente
y materialmente. Sólo entonces experimentará el verdade-
ro significado de la prosperidad.
CAPÍTULO SEIS

EVITANDO LOS ABUSOS Y


LAS FALSAS PRÁCTICAS

El dinero es una comodidad necesaria en la civiliza-


ción de hoy. Para la gran mayoría de la gente, los días en
los cuales los miembros de la familia trabajaban junta-
mente para ser autosuficientes, construyendo su propia
casa, sembrando su propia comida, proveyendo su propia
agua y combustible, haciendo su propia ropa y usando
medios naturales de transporte, son un recuerdo lejano.
Hoy, todos los productos y servicios que se necesitan
aun para un estilo de vida común y corriente, deben ser
comprados. Pasar un solo día sin gastar dinero en algo es
difícil, si es que no es imposible. Así como esta depen-
dencia del dinero afecta la manera en que la mayoría de la
gente vive su día a día, también tiene un gran impacto en
la manera como las iglesias y los ministros hacen su tra-
bajo.
118 EL TOQUE DE MIDAS

Buscando dinero para el ministerio


El conseguir fondos se ha convertido en un hecho de
la vida; una parte necesaria de toda organización cristiana
efectiva para que sea viable.
Gordon Lindsay, fue uno de los ministros líderes del
movimiento pentecostal y del avivamiento de sanidad de
siglo veinte. También, fue el fundador de la organización
ministerial conocida hoy como Cristo Para las Naciones.
El Reverendo Lindsay, un escritor y editor fructífero,
habló frecuentemente de los riesgos y problemas que en-
frentan los ministros para buscar dinero para el ministe-
rio. Algunos de sus comentarios están incluidos en un
capítulo anterior. En su libro: El ministerio carismático,
escribió lo siguiente:
«(El Dinero) es un elemento importante en la pro-
moción del trabajo cristiano. Su disponibilidad gobierna
en forma considerablemente extensa el alcance de nues-
tras actividades. Por lo tanto, es natural que un ministro
busque las maneras y los medios por los cuales pueda
asegurar los fondos necesarios para el trabajo que siente
que está llamado a hacer.
»Sin embargo, aquí se esconden muchas trampas en
las cuales el imprudente puede tropezar. La línea entre lo
permisivo y lo cuestionable, algunas veces, es muy delga-
da. Algunos hombres han conseguido cientos de miles de
dólares para misiones y su trabajo debe ser altamente ala-
bado. Otros, en cambio, han conseguido, comparativa-
mente, cantidades insignificantes y la manera en que las
consiguieron o la manera en que se gastaron, ha provoca-
do gran condenación.
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 119

»Si a la gente se le dice que el dinero será usado para


cierto propósito y gran cantidad es gastada en otras co-
sas, como la promoción, entonces este ha sido consegui-
do con falsas pretensiones. Este es un punto delicado.
Ciertamente, hay costos al conseguir dinero para misio-
nes. El que diga lo contrario, no está diciendo la verdad.
Pero, si la mayor proporción de los fondos, así consegui-
dos, se usan para gastos, entonces algo está mal.
La manera de tomar ofrendas en una campaña es ex-
tremadamente importante. Si en cada servicio o en un
número considerable de éstos se toma tiempo en una lar-
ga exhortación por ofrendas grandes, el efecto sobre la
gente de la comunidad será probablemente desfavorable.
Los ministros, comprometidos así, serán considerados
prontamente como los que se ocupan principalmente en
conseguir dinero»5.
Lindsay, también habló sobre el uso de «fraudes» que
había visto durante años y que sirvieron para conseguir
fondos para varios grupos religiosos. Él, afirmó lo si-
guiente:
«Los fraudes, que incluían reliquias, huesos, agua san-
ta, indulgencias, etc., maldijeron la iglesia medieval. Eran
usados ampliamente en ese tiempo como estrategias para
conseguir dinero, diseñados para apelar a la ignorancia y
superstición de la gente. Hoy en día, ciertos predicadores
están recurriendo a los fraudes para atraer a la gente a
repartir su dinero.
»A lo que nos referimos cuando hablamos de fraudes
es al uso de artículos que aparentan tener algún poder
5
Gordon Lindsay, The charismatic Ministry [El ministerio carismático],
Christ for the Nations, Inc., Dallas, TX, EU, 1983, pp. 51-52. Usado con
permiso.
120 EL TOQUE DE MIDAS

misterioso o supuesta virtud (una clase de talismán o


fetiche), pero que su uso no tiene fundamento bíblico.
¿Cuáles son algunos? Aparentemente, el número es in-
terminable, porque siguen aumentando frecuentemente.
La lista parcial incluye cosas como las siguientes: una
«cartera bendecida» que hace que el dinero se multipli-
que «sobrenaturalmente»; el «don» de prosperidad; «imá-
genes mágicas» que reaparecen después de que la persona
ha cerrado sus ojos; un «tapete de oración» especial; «aceite
santo» o «agua santa» que se supone tiene una virtud
especial; telas que «sobrenaturalmente» cambian de co-
lor; «clavos bendecidos»; «fotos bendecidas»; «aserrín
bendecido» en el cual se supone que caminó un ángel; un
barril de agua que es «agitada» cuando un ángel descien-
de; «demonios embotellados», etc. Estos son solo unos
pocos en la gran lista de fraudes que han sido ofrecidos al
público.
»Realmente, la Reforma tuvo sus comienzos cuando
Martín Lutero se convenció de que todos los fraudes que
la iglesia usaba: las reliquias, los huesos de los santos,
astillas de la «verdadera cruz», etc., eran falsificaciones y
no tenían ninguna virtud. Qué Dios ayude al ministro a
morar en la simplicidad y pureza del Evangelio y a que
no intente desviar a la gente con tales cosas»6.
Lindsay, también fue citado por el respetado autor,
David Edwin Harrell Jr., en su estudio del movimiento
pentecostal, Todas las cosas son posibles. Note la preocu-
pación de los líderes responsables del avivamiento de sa-
nidad por el «inapropiado énfasis en el dinero». El libro

6
Ibid., pp. 50-51.
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 121

registra la advertencia de Lindsay contra el espíritu de


avaricia.
«Pero este avivamiento puede ser grandemente retar-
dado si hay una subasta continua por dinero en las cam-
pañas. Hay algunos que son lo suficientemente cortos de
vista para haber destruido su utilidad en el reino de Dios
por medio de un manejo ofensivo de las finanzas»7.
Harrell, también cita a Donald Gee, que, como lo
señalamos previamente, fue un editor inglés cristiano de
influencia, que llegó a creer que el movimiento de sani-
dad había amparado el uso de fraudes y promovido la
explotación. Él declaró: «Tiene que confesarse que en
unos pocos casos de lamentar, la comercialización invalidó
(envileció) los testimonios»8.
En su libro, Una vía de escape, Gee dijo: «La predica-
ción buena y fiel del Evangelio completo ha sido debili-
tada por la atracción no bíblica al dinero, para tropiezo
de muchos»9.
Las advertencias de estos y otros líderes cristianos ne-
cesitan ser oídas y tenidas en cuenta hoy nuevamente por
cada ministro honesto y cada organización cristiana. Des-
afortunadamente, la misma clase de abusos y prácticas
erradas, que involucraban dinero y que tenían plagada la
Iglesia desde los días de los Apóstoles, aun están flore-
ciendo hoy.
7
Gordon Lindsay, Ten Rules We Must Follow If We Are to See a World-
Shaking Revival [Diez reglas que debemos seguir si queremos ver un Avi-
vamiento que sacuda el mundo], The voice of healing, November 1949,
p. 12. Usado con permiso
8
Donald Gee, Wind of Flame [Un viento recio], Assemblies of God
Publishing House, Springfield, MO, EU, 1967.
9
—, A way to Escape, [Una via de Escape], Gospel Publishing House,
Springfield, MO, EU, 1966, p. 31.
122 EL TOQUE DE MIDAS

Ningún ministro es inmune a las tentaciones que tie-


nen que ver con dinero. El diablo se asegurará de venir a
merodear cuando haya oportunidades para comprometer
los parámetros bíblicos y nuestros principios de integri-
dad financiera. Sería fácil racionalizar y dar excusas para
buscar inapropiadamente apoyo económico cuando esta-
mos bajo presión financiera o cuando una multitud con-
siderable puede ser influenciada fácilmente para dar una
sustanciosa «ofrenda de amor» personal.
Los peligros espirituales de ceder a esta clase de tenta-
ción son tremendos. La Biblia hace una fuerte adverten-
cia que puede aplicar en una situación así: «Así que, el
que piensa estar firme, mire que no caiga» (1 Corintios
10:12).
Hoy, existen numerosas enseñanzas y prácticas en la
Iglesia, particularmente en los grupos carismáticos, las
cuales pueden llevar a malos entendidos y a problemas
dolorosos. Muchas veces, estos errores son el resultado
de personas que toman un versículo bíblico o parte de
uno, fuera de contexto, llevándolo a una aplicación ex-
trema. Algunas veces, ha existido un celo exagerado por
convertir, en una aplicación del Nuevo Testamento, algu-
na frase o tecnicismo del Antiguo que no aplica en abso-
luto. Estas enseñanzas, llevadas al extremo, pueden con-
vertirse en abusos y falsas prácticas.
Examinemos varios ejemplos específicos que están sien-
do enseñados en varios lugares a través del país, así como
en otras naciones. Aunque pueda ser que no haya ninguna
intención maliciosa de parte de aquellos que han promo-
vido estas enseñanzas, creo que éstas tienen el potencial
de dañar y lastimar gente inocente.
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 123

¿Es la prosperidad financiera


una señal de espiritualidad?
Una enseñanza insinúa que la prosperidad financiera
es una señal segura de espiritualidad. Esta enseñanza su-
giere que, a través de la Biblia, Dios ha recompensado la
fe y la santidad con bendiciones materiales. La implica-
ción es que si una persona no está experimentando abun-
dancia financiera, debe haber un déficit espiritual en su
vida, probablemente causado por no dar suficiente.
Por ejemplo, el maestro puede citar Mateo 6:33 y de-
cir: «Si no está teniendo “todas estas cosas” añadidas en
su vida, no ha estado buscando primeramente el reino de
Dios». Esta es la misma clase de abuso como cuando se le
dice a una persona que no ha recibido sanidad para una
enfermedad o dolencia porque es evidente que simple-
mente no tiene suficiente fe.
La verdad es que recibir una ganancia financiera ines-
perada no es un indicador seguro y absoluto de la bendi-
ción de Dios. ¡Podría ser un indicador de que la persona
robó un banco o «tuvo suerte» jugando en las Vegas! Si la
riqueza, por si sola, fuera una señal de espiritualidad,
entonces los traficantes de drogas y los jefes criminales
serían gigantes espirituales. La Biblia dice que aquellos
que suponen que esa ganancia es santidad o piedad son
«hombres de mentes corruptas», llenos de disputas per-
versas y destituidos de la verdad (cf. 1 Timoteo 6:5).
Mientras que varios pasajes conectan la prosperidad
material con las bendiciones de Dios, otros numerosos
versículos hacen una tajante distinción y diferenciación
entre la riqueza material y las bendiciones espirituales.
124 EL TOQUE DE MIDAS

Proverbios 10:22, dice: «La bendición de Jehová es la


que enriquece, y no añade tristeza con ella». Pero, el Após-
tol Santiago, escribe: «El hermano que es de humilde
condición, gloríese en su exaltación; / pero el que es rico,
en su humillación; porque él pasará como la flor de la
hierba. / Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido
Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en
fe y herederos del reino que ha prometido a los que le
aman?» (Santiago 1:9-10; 2:5).
En 1 Timoteo, Pablo da algunos consejos.
«Pero gran ganancia es la piedad acompañada de con-
tentamiento; / porque nada hemos traído ha este mundo,
y sin duda nada podemos sacar. / Así que, teniendo sus-
tento y abrigo, estemos contentos con esto. / Porque los
que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en
muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hom-
bres en destrucción y perdición. / A los ricos de este
siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza
en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que
las disfrutemos» (c. 6:6-9,17).
Muchos versículos, en el libro de Proverbios, indican
que hay algunos tipos de bendiciones que son más bene-
ficiosos y deseables que las materiales, si es que tal
escogencia fuera necesaria alguna vez.
«Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran
tesoro donde hay turbación» (Pr. 15:16).
«Mejor es lo poco con justicia que la muchedumbre
de frutos sin derecho» (Pr. 16:8).
«Mejor es el pobre que camina en su integridad, que
el de perversos caminos y rico» (Pr. 28:6).
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 125

En conclusión, la riqueza material puede o no estar


conectada con las bendiciones de Dios. Ciertamente, la
prosperidad financiera no es una medida infalible de la
espiritualidad de una persona.
Dar para obtener
Una enseñanza popular en años recientes ha sido que
el dar debería estar conectado automáticamente al obte-
ner. Si necesita algo, dé algo. Siembre un carro para obte-
ner un carro. Siembre un traje para recibir un traje.
Este es otro ejemplo de una verdad básica llevada al
extremo. Como cualquier otra verdad bíblica, hay una
zanja de error a ambos lados de la carretera.
Hay algunas personas que no parecen darse cuenta
que Dios quiere bendecirlas. No han entendido la aplica-
ción práctica de la ley de sembrar y cosechar en sus vidas
personales. Como resultado, el dar para ellos es estricta-
mente una tarea. Puede que den, pero no tienen fe o
expectativa en absoluto de recibir alguna cosa de Dios.
Esto es desafortunado, porque, indudablemente, pierden
algunas de las bendiciones que Dios tiene para ellos.
Del otro lado del camino están los compañeros codi-
ciosos que intentan usar el dar para manipular a Dios.
Tratan de hacer de la canasta de la ofrenda alguna clase de
máquina expendedora celestial; ¡ponga su ofrenda aden-
tro, hale la manija y obtenga su bendición! Éste cierta-
mente es un motivo incorrecto para dar.
Algunas personas llegan tan lejos con esta forma de
pensar que hacen tonterías, dando su carro con la espe-
ranza de recibir otro, presumiblemente mejor. ¡Estas per-
sonas terminan andando a pie por largo tiempo!
126 EL TOQUE DE MIDAS

Estoy completamente seguro que pudo haber una oca-


sión en que Dios tratara con un individuo para que diera
su carro a alguna persona o ministerio. Si esa persona dio
su carro, movido por obediencia y amor, como para el
Señor, creo que Dios le habrá bendecido, quizá con otro
vehículo. Pero la dirección específica y personal de Dios
para un individuo no se convierte en una doctrina más
allá de límites para toda la Iglesia. No hay una fórmula
espiritual para sembrar un Ford y cosechar un Mercedes.
Muchos predicadores han usado la historia de la viu-
da de Sarepta como ejemplo de una persona que dio de su
necesidad y fue prosperada en retorno. De acuerdo con 1
Reyes 17, había una hambruna en la tierra y esta pobre
viuda tenía su último puñado de harina y unas pocas
gotas de aceite. Estaba por preparar una última cena para
ella y su hijo y luego morirse de hambre.
Elías, el profeta, le pidió que preparara una torta de
pan primeramente para él y que luego para ella y su hijo.
Él le comunicó que el Señor dijo: «No se agotará la hari-
na de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día
en que el Señor haga llover sobre la tierra» (1 Reyes
17:14 NVI). Cuando obedeció al darle pan a Elías, su
provisión fue multiplicada milagrosamente; ella recibió
pan.
Jesús se refirió a este evento específico al comienzo de
su ministerio terrenal. Dijo: «No cabe duda de que en
tiempos de Elías, cuando el cielo se cerró por tres años y
medio, de manera que hubo una gran hambre en toda la
tierra, muchas viudas vivían en Israel. / Sin embargo,
Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a la viuda de
Sarepta, en los alrededores de Sidón. / Así mismo, había
en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profe-
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 127

ta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán


el Sirio» (Lucas 4:25-27 NVI).
La Biblia enseña claramente que Dios no hace acep-
ción de personas (cf. Hechos 10:34). Su amor y bendi-
ción están disponibles para todos. Pero no hay ninguna
ley espiritual absoluta que diga que cada individuo va a
experimentar el amor y las bendiciones de Dios exacta-
mente de la misma manera.
Creo que la sanidad es para todos. Pero Jesús afirmó
que no toda la gente sería sanada de la forma en que
Naamán el leproso lo fue. Creo que la prosperidad es
para todos, pero Jesús dijo que no toda la gente va a ser
prosperada de la manera que la viuda de Sarepta lo fue.
Dios no le dijo a cada persona enferma que se sumergiera
siete veces en el río Jordán y no le dijo a cada persona
necesitada que le diera su último pedazo de comida a
Elías. No hay reglas talla única que se ajusten a todos
para la sanidad y la prosperidad.
Si el Señor le habla en una forma clara y precisa para
que le dé su abrigo a alguien, entonces hágalo. Pero en-
tréguelo en amor y obediencia a Dios. En ese caso, creo
que Dios lo va a recompensar y no lo dejará temblando
de frío en mangas de camisa. Pero asegúrese de sus moti-
vos al dar su abrigo. No lo haga simplemente porque
escuchó el testimonio de otra persona que dio su abrigo y
fue bendecida con una chaqueta de cuero. No diga: «Tam-
bién quiero una chaqueta de cuero, así que voy a dar mi
abrigo».
Nuestros motivos son crucialmente importantes. Ne-
cesitamos estar dispuestos a dar en obediencia a Dios aun
si nunca recibimos nada en retorno. Debemos mantener
nuestros corazones rectos y guardados de codicia. Al mis-
128 EL TOQUE DE MIDAS

mo tiempo, necesitamos darnos cuenta que Dios quiere


que tengamos fe, esperando que Él supla nuestras necesi-
dades.
Nombrando su semilla
Algunos ministros han puesto un gran énfasis en la
práctica de «nombrar su semilla». Le han dicho a la gen-
te: «Cuando entregue su ofrenda, póngale un nombre. Si
un granjero quiere cosechar maíz, planta maíz. Si quiere
cosechar algodón, planta algodón. Así que nombre su
ofrenda como la semilla para lo que quiere recibir».
No estoy seguro que «nombrar su semilla» sea necesa-
riamente bíblico. No puedo encontrar ningún versículo
que apoye específicamente esta práctica. Quizás, para al-
gunas personas, es una manera de ser específicos acerca de
aquello por lo cual están creyendo a Dios. Es bueno ser
específicos con nuestra fe, pero también creo que es im-
portante no tratar de restringir los beneficios de una ofren-
da en particular a unos resultados específicos.
No estoy diciendo que sembrar semilla es malo; sim-
plemente estoy refiriéndome a la práctica de nombrar su
semilla. La Biblia señala claramente que Dios pretende
que sembremos y cosechemos, y esto incluye sembrar y
cosechar en el área de finanzas.
La Biblia enseña que Dios va a bendecir a sus hijos
cuando caminan de acuerdo a su Palabra (cf. Deuteronomio
28). Creo que el medio principal como Dios va a bende-
cirle es a través de la ley de sembrar y cosechar. En otras
palabras, cuando es fiel, simplemente para dar su diezmo
y sus ofrendas, Dios es fiel y dice: «Abriré las ventanas de
los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde» (Malaquías 3:10).
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 129

Como lo dije en el capítulo anterior, el diezmo es el


diez por ciento de su ingreso. Las ofrendas son cualquier
cantidad que proponga en su corazón dar o lo que el
Espíritu Santo le guíe a dar, por encima del diezmo. Los
diezmos y las ofrendas son el patrón principal de dar y
recibir que Dios ha ordenado para la prosperidad de sus
hijos.
Personalmente, no «nombro mi semilla» diciendo que
estoy dando mi ofrenda para cosechar esto o aquello. Sim-
plemente creo que Dios va a suplir todas mis necesidades.
Creo que el Señor es mi Pastor y nada me faltará. Así que
doy porque amo al Señor.
Dado que «nombrar su semilla» no es una práctica
basada en la Biblia, le recomiendo a los predicadores te-
ner cuidado de no usar esto como un truco para persua-
dir a la gente a dar.
Un ministro amigo, dijo una vez: «Estar enfocados en
lo que recibimos como resultado de nuestro dar, corrom-
pe la propia actitud de nuestra naturaleza de dar. Nues-
tro enfoque no debe estar en lo que recibimos como re-
sultado de esta acción. En lugar de esto, nuestro enfoque
debe estar en dar como una expresión de amor por nues-
tro Señor y Salvador y el hecho de que esto le agrada».
Por muchos años, he conducido Las Cruzadas de Fe
en iglesias y auditorios a través del país. Personalmente,
tengo una costumbre, presentar en algún momento du-
rante la cruzada el trabajo del Centro de Entrenamiento
Bíblico RHEMA y recoger ofrendas durante las reunio-
nes para la escuela. Estos fondos han ayudado a mantener
las puertas de la escuela abiertas, ya que la pensión reci-
130 EL TOQUE DE MIDAS

bida de los estudiantes sólo paga cerca de un tercio de los


costos reales de operación.
Pero conseguir fondos para RHEMA no es mi pro-
pósito final al conducir las cruzadas, ni siquiera es mi
primera prioridad. Aunque es una causa digna de recibir
apoyo, no invierto mi tiempo y esfuerzo sólo para conse-
guir una ofrenda para la escuela.
Tengo una lista de propósitos organizada en orden de
prioridades:
1.
Que personas sean nacidas de nuevo.
2.
Que personas sean llenas con el Espíritu Santo.
3.
Que personas sean sanadas.
4.
Ayudar a establecer a los creyentes en la fe.
5.
Presentar el Centro de Entrenamiento Bíblico
RHEMA para conseguir apoyo financiero.
Creo que cada creyente debería tener una lista de pro-
pósitos para dar y organizada similarmente en orden de
prioridades. Esa lista podría ser así:
1. Porque amo a Dios.
2. Porque quiero obedecer a Dios.
3. Porque quiero apoyar la Gran Comisión y la Iglesia.
4. Porque quiero ver gente bendecida.
5. Porque estoy plantando semilla para mis propias
necesidades.
El retorno del ciento por uno
La idea de que Dios va a recompensar nuestro dar
pagando un retorno del ciento por uno de lo que demos
para su obra ha venido a ser un concepto muy popular. Es
común escuchar ministros, en cualquier lugar, referirse a
esto en el momento de la ofrenda, pidiéndole a la gente
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 131

que «dé generosamente y crea a Dios por una bendición


del ciento por uno».
La base para este concepto es un pasaje de la Escritu-
ra, incluido en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.
«Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí noso-
tros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. / Res-
pondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ningu-
no que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o pa-
dre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y
del evangelio, / que no reciba CIEN VECES MÁS aho-
ra en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hi-
jos y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la
vida eterna» (Marcos 10:28-30 é.a).
Observe que, en este pasaje, no se dijo nada acerca de
diezmos ni ofrendas. El contexto se refiere a personas
que han hecho un compromiso absoluto de seguir el lla-
mado de Dios en sus vidas, dejando sus posesiones, fami-
lias y estilo de vida atrás (cf. Mateo 19:27-29; Lucas
18:28-30).
Pero ¿qué quiso decir Jesús? ¿Estaba prometiendo, li-
teralmente, a cada discípulo, cien porciones de tierra por
cada una que habían dejado, y cien hermanos o hermanas
por cada uno que hubieran dejado en casa y cien padres o
madres, esposas y niños? Al estudiar las vidas de los discí-
pulos, no encontramos registro de que alguno haya ad-
quirido semejantes posesiones, excepto las persecuciones.
¿Fallaron las palabras de Jesús en hacerse realidad? ¿Es-
taba exagerando? No lo creo. No hay recuento de ningún
discípulo quejándose de que el Señor haya roto sus pro-
mesas. ¡En lugar de esto, testificaron que su historial fue
verdad!
132 EL TOQUE DE MIDAS

¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo que recibirían cien


veces más casas y familia? Hombres más sabios que yo,
que han pasado su vida estudiando las Escrituras, la vida
y los tiempos de Jesús, han dado su interpretación. A
aquellos evangelistas itinerantes que serían misioneros al
mundo, viajando solos con apenas algo más que la ropa
en su espalda, Él prometió que casas en tierras extrañas
les abrirían sus puertas, cientos, si fuese necesario. Él
prometió que mientras predicaran el Evangelio del reino
y ganaran almas para Cristo, disfrutarían de comunión
con incontables hermanos, hermanas, madres y padres:
una familia de fe multiplicada.
¿Está disponible para nosotros hoy el retorno del cien-
to por uno? Si, por supuesto, ¡está disponible para todos
los que han dejado todo para comprometerse completa-
mente por la causa de Cristo y del Evangelio!
¿Significa el retorno del ciento por uno que, cuando
damos una ofrenda, debemos sacar una calculadora y com-
putar el pago monetario que esperamos recibir a la tasa
de ciento por uno? En otras palabras, si damos un dólar
para la obra de Dios, ¿se nos prometió que nos va a dar
cien dólares de regreso?
Consideremos un ejemplo hipotético de lo que pasa-
ría si a un individuo realmente le sucediera esto sólo siete
veces en la vida. Teniendo en cuenta que el propósito de
la prosperidad es proveer a los creyentes de los recursos
para hacer la obra de Dios, vamos a asumir que una vez
este individuo comienza dando un dólar y recibe un re-
torno multiplicado, «vuelve a invertir» la totalidad de la
cantidad en el reino de Dios, dando otra vez.
A continuación, anotamos cómo sería esto, si el retor-
no del ciento por uno funcionara tan sólo siete veces:
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 133

$1 por retorno del ciento por uno = $100.


$100 por retorno del ciento por uno = $10.000
$10.000 por retorno del ciento por uno = $1´000.000.
(Nota: Si el retorno del ciento por uno trabajara sólo
tres veces, partiendo de una ofrenda inicial de un dólar,
¡el donador sería millonario!)
$1´000.000 por retorno del ciento por uno =
$100´000.000.
(Eso es ¡cien millones de dólares!)
$100´000.000 por retorno del ciento por uno =
$10.000´000.000.
(Diez billones americanos de dólares, es decir, diez
mil millones de dólares).
$10.000´000.000 por retorno del ciento por uno =
$1´000.000´000.000.
(Un trillón americano de dólares, es decir, un billón
de dólares)
$1´000.000´000.000 por retorno del ciento por uno
= $100´000.000´000.000.
(¡Cien trillones americanos de dólares!, es decir, ¡cien
billones de dólares!).
Para la época de este escrito, se considera que el hom-
bre con la mayor riqueza financiera en el mundo es Bill
Gates, de Microsoft; el valor de su ganancia se estima en
ochenta y cinco billones americanos (ochenta y cinco mil
millones de dólares). Así que, una persona, para quien el
retorno del ciento por uno funcionara, como se describe
arriba, tendría ¡mil ciento setenta y seis veces más dinero
que Bill Gates!
Tal vez conoce un cristiano que ha sido muy generoso
en dar y que tiene una fe fuerte en la habilidad y el deseo
de Dios de prosperar a sus hijos. Digamos que, a través de
134 EL TOQUE DE MIDAS

los años, esta persona ha acumulado una ganancia estima-


da en diez millones de dólares. La mayoría de la gente
estaría de acuerdo en que este individuo es bastante rico;
que la prosperidad financiera es una realidad para él.
Sin embargo, esta riqueza de diez millones de este
cristiano es una fracción microscópica de lo que sería con
el retorno del ciento por uno de una ofrenda inicial de
un dólar reinvertido siete veces como se describió ante-
riormente. De hecho, esos diez millones de dólares ten-
drían que ser multiplicados diez millones de veces para
igualar los cien trillones americanos (cien billones) de
dólares hipotéticamente recibidos por el individuo que
tuvo un retorno del ciento por ciento de un simple dólar
en tan sólo siete veces.
Considere también que, casi cualquier cristiano que es
fiel en sus diezmos y ofrendas, no comienza con un sim-
ple dólar, pero con ¡cientos de dólares! Si el retorno del
ciento por uno trabajara literalmente y matemáticamente
para todo el que diera dinero en una ofrenda, tendríamos
cristianos alrededor no con billones o trillones de dóla-
res, sino con ¡cuatrillones de dólares!
Interprete la Palabra de
Dios correctamente
Por favor, entienda que no estoy tratando de ser cíni-
co, ni estoy tratando de derrumbar la fe de alguno con
respecto a que Dios suple sus necesidades. Pero creo que
es importante que seamos realistas y equilibrados en lo
que enseñamos. Debemos «dividir correctamente» la Pa-
labra de Dios y buscar cuidadosamente la verdad al inter-
pretar las Escrituras.
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 135

Sobre enfatizar o añadir a lo que la Biblia realmente


enseña, indudablemente hace más daño que bien. A través
de los años, he visto cristianos salir con conclusiones fal-
sas y totalmente irrealistas relacionadas con enseñanzas
como la del retorno del ciento por uno. Sintiendo que se
les ha prometido retornos notables, extraordinarios y fe-
nomenales, algunos han terminado decepcionados y des-
ilusionados cuando los resultados no se materializaron
como pensaron.
Volviendo a la pregunta original: ¿debe esperar el cre-
yente un retorno monetario a la tasa del ciento por uno
cuando paga sus diezmos o da ofrendas? ¡Absolutamente
no!
Entonces, ¿por qué algunos predicadores enseñan eso?
Bueno, los ministros son humanos, como cualquier otro.
Algunas veces cometemos errores. De vez en cuando, vie-
ne una idea o concepto que suena realmente emocionan-
te; la gente realmente lo recibe y está deseosa de respon-
der a esto. Es fácil seguir la corriente y seguir lo popular
sin tomarse el tiempo para escudriñar las Escrituras y
examinar la idea en detalle.
Hace muchos años, cometí ese error con el concepto
del retorno del ciento por uno. Tomé lo que otros esta-
ban diciendo y comencé a decirlo también. Cuando to-
maba la ofrenda, oraba que Dios bendijera lo que la gente
había dado enviándoles un retorno del ciento por uno.
Sonaba bien. Y la gente parecía emocionada y entusias-
mada al respecto. Pero cada vez que lo decía, me sentía
vagamente incómodo. Algo no estaba del todo bien, pero
no podía indicar que era.
Una mañana me estaba levantando para ir a enseñar
una clase a RHEMA. Estaba sentado en el borde de la
136 EL TOQUE DE MIDAS

cama poniéndome las medias. Tenía puesta una y estaba


comenzando a ponerme la otra cuando, el Señor me dijo:
«Nadie ha recibido todavía un retorno del ciento por
uno de todo lo que ha dado».
Bueno, eso me detuvo (con una media puesta y la otra
no). Pensé: «¿Escuché bien? Creo que conozco la voz del
Señor. La he escuchado muchas veces».
«Bien, Señor —dije—, Jesús habló acerca del sembra-
dor que salió y esparció la semilla. No toda produjo bue-
nos resultados, pero alguna produjo al ciento por uno,
alguna al sesenta y alguna al treinta».
El Señor me mostró que la parábola a la que me esta-
ba refiriendo no estaba hablando de dinero. La semilla es
la Palabra. El terreno de pedregales y espinos no tienen
ningún retorno; algunos de los que oyen la Palabra no
responden. Pero aun en buen terreno, difiere la cantidad
del retorno. Algunos cristianos no crecen ni se desarro-
llan mucho; quizá un treinta por uno. Otros puede que
se desarrollen más. Y algunos se convierten en grandes
cristianos, devotos, llenos de fe, productivos: los herma-
nos del ciento por uno. En otras palabras, reciben el máxi-
mo beneficio de la Palabra de Dios que han oído.
Y el otro pasaje que vimos anteriormente, usado co-
múnmente para el retorno del ciento por uno, tampoco
se refiere acerca de dar dinero. Marcos 10:28-30 está ha-
blando acerca del servicio cristiano. Jesús no estaba ha-
blando de multiplicar diezmos y ofrendas.
Creo que es posible que haya algunos individuos que
han dado cierta cantidad y han recibido un retorno mul-
tiplicado, a lo mejor un ciento por uno, ¡pero no de cada
dólar que han dado al Señor! La Palabra para mí, fue que
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 137

nadie ha recibido aún un retorno del ciento por uno de


todo lo dado. ¿Y usted?
Si sus diezmos y ofrendas el año pasado fueron cinco
mil dólares, ¿recibió un retorno del ciento por uno de
medio millón de dólares? Si dio un total de veinte mil,
¿recibió uno de dos millones? ¿Espera recibirlo?
Creo que entendió el punto. También yo, y es por eso
que no le digo a la gente que espere un retorno del ciento
por uno en sus ofrendas. Simplemente me quedo con lo
que la Palabra de Dios dice: «Dad y se os dará; medida
buena, apretada, remecida y rebosando» (Lucas 6:38).
Siempre reclamo la bendición «rebosante».
Una unción que «acaba con las deudas»
o que «multiplica dinero»
De vez en cuando, la gente me pregunta acerca de
algún predicador que proclama, o es dicho por otros, ser
ungido especialmente para «romper el poder de las deu-
das» sobre las vidas de las personas o que es capaz de
«multiplicar el dinero de la gente de regreso a ellos». En
la mayoría de los casos, esta unción o habilidad especial
sólo puede ser activada dando una ofrenda a este ministro
o a la organización que representa.
No conozco ni una porción de la Escritura que valide
esta práctica. Me temo que eso es simplemente un plan
para conseguir dinero para el predicador y, finalmente,
esto puede volverse peligroso y destructivo para todos
los involucrados. Necesitamos ser extremadamente cui-
dadosos con elevar ciertos ministros a un nivel más alto
que el de humanos. Nuestro enfoque debe estar en Dios
en lugar del hombre.
138 EL TOQUE DE MIDAS

Ciertamente, el dinero puede ser más productivo para


el reino de Dios cuando se siembra en un ministerio pro-
ductivo. Y hay ministros dotados de habilidades para edi-
ficar la confianza y motivación de la gente. Pero los cris-
tianos deben dar para ayudar a proclamar el Evangelio y
para hacer la obra de Dios, no para lograr que algún
«ministro ungido grandemente» les multiplique el dine-
ro de regreso.
Me acuerdo de Pablo y Bernabé. Cuando ministraron
en la ciudad de Listra, un cojo de nacimiento fue levanta-
do, saltando y caminando. Cuando la gente de la ciudad
vio lo que había pasado, clamaron: «dioses bajo la seme-
janza de hombres han descendido a nosotros». Ellos lla-
maron a Bernabé, Júpiter, y a Pablo, Mercurio. La Biblia
dice que los sacerdotes de la ciudad trajeron toros y guir-
naldas para ofrecerles sacrificios (cf. Hechos 14:8-18).
Para poder detener a la gente de adorarles, tuvieron
que correr entre la gente y testificar que eran simplemen-
te hombres al servicio del Dios vivo. Parece que hay algo
de la naturaleza humana que quiere elevar cierta gente al
nivel de dioses.
Los griegos tenían una leyenda mítica acerca de un
rey llamado Midas, que vivió en el siglo VIII A.C., de la
misma área de Listra. Probablemente recuerda su historia
como el rey con el toque de oro; cada cosa que tocaba se
convertía en eso.
Bien, así como la gente de Listra se preguntó si Júpiter
y Mercurio habían descendido sobre ellos, parece que
algunas personas hoy están preguntando: «¿Está Midas
entre nosotros?».
Desafortunadamente, muchos están listos para creer
que si ponen dinero en las manos de un predicador con el
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 139

toque de Midas, por así decirlo, traerá, de alguna manera


mágica, incremento y multiplicación de sus finanzas. Esto
puede degenerar rápidamente en motivos errados o codi-
cia.
Algunas personas pueden ser tentadas a dar, no sólo
para bendecir la obra de Dios, sino por la codicia de la
ganancia material que esperan recibir para sus propósitos
egoístas.
Una persona que siente que está atada por las deudas
puede dar a un ministro la mayoría o todo el dinero que
tiene por la desesperación. Espera, entonces, que el mi-
nistro le ayude a obtener tal retorno milagroso de su
ofrenda para que pueda pagar sus deudas y tener un nue-
vo comienzo.
He escuchado de personas con grandes deudas en tar-
jetas de crédito o cuentas médicas a quienes se les ha
dicho que esperen una «cancelación sobrenatural de las
deudas». Luego, por un error de computadora o un error
humano, reciben una cuenta mostrando que ya no deben
nada o que deben una cantidad sustancialmente menor.
En algunos casos, un depósito de banco se envió inco-
rrectamente, dejándoles una gran cantidad a su favor su-
ficiente para cancelar la obligación.
No hay nada «sobrenatural» acerca de esta clase de
eventos. Tratar de tomar ventaja de éstos sólo llevará a
más problemas. Si se comete alguna clase de error en el
cual un cristiano queda con dinero a su favor, el cual sabe
que no le pertenece, tiene la obligación moral, ética y
bíblica de rectificar el asunto.
Se ha dicho que cuando era joven, Abraham Lincoln,
trabajó como empleado de un almacén. Una dama entró
140 EL TOQUE DE MIDAS

un día y compró algunas cosas. Lincoln calculó su cuenta


y ésta quedó en dos dólares y treinta y un centavos. Ella
pagó la cuenta, estaba completamente satisfecha y se fue.
Más tarde, Lincoln empezó a cuestionarse el cálculo que
había hecho. Lo volvió a hacer y notó que la cuenta debía
ser de dos dólares cerrados. Esa noche, cuando cerró el
almacén, caminó dos o tres millas hasta la casa de ella y le
pagó sus treinta y un centavos.
La Biblia dice: «Si ves que un buey o una oveja de tu
hermano se ha extraviado, no te hagas el desentendido
sino llévalo enseguida a su dueño. / Si el dueño no es tu
vecino, o no lo conoces, lleva el animal a tu casa y cuída-
lo hasta que el dueño te lo reclame; entonces se lo devol-
verás. / Lo mismo harás si encuentras un burro, un man-
to o cualquier otra cosa que se le haya perdido a tu her-
mano. No te portes con indiferencia» (Deuteronomio
22:1-3 NVI).
Para la mayoría de las personas, salir de deudas no es
un proceso instantáneo o de la noche a la mañana. No
experimentan un milagro único «de rompimiento» en el
cual Dios tira una gran suma de dinero en su regazo.
Usualmente, esto toma varios meses (muchos, tal vez años)
de trabajo duro, diligencia, buena administración del di-
nero, sabiduría, viviendo con lo necesario y con las ben-
diciones de Dios que vienen por fe.
El ministro que proclama tener una unción para «rom-
per las deudas» o para «multiplicar dinero» está en peli-
gro de ser conducido profundamente a error. En lugar de
presentar un mensaje balanceado del Evangelio completo
y cumplir con el llamado de Dios en su vida, se puede
convertir en un «especialista» con enfoque restringido,
tratando sólo con dinero y ganancia financiera. Puede
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 141

aun desarrollarse como uno que levanta fondos hábil-


mente, tanto que se convierte en «arma alquilada», em-
pleada por otras organizaciones ministeriales para conse-
guir dinero (por una «tajada» de lo «recibido»).
En lugar de vivir para bendecir a la gente, fortalecer
las iglesias locales y promover la causa de Cristo, tal pre-
dicador corre un gran riesgo y enfrenta gran tentación de
enfocarse sólo en lo que puede lograr para sí mismo y sus
propósitos. En algún punto del camino, su llamado y
misión original son dejados de lado. El Apóstol Pablo,
dijo: «Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servi-
dumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo
mismo venga a ser eliminado» (1 Corintios 9:27). Ese es
un precio demasiado alto a pagar por dinero.
¿Es una buena inversión
dar a los pobres?
Contrista mi espíritu el escuchar que hay algunos mi-
nistros enseñando, o por lo menos dando la impresión,
que darles a ellos directamente traerá una bendición más
grande para el dador, que dar a los pobres o apoyar el
ministerio para los pobres dentro de la iglesia local. Nue-
vamente, estos individuos quieren decir que porque tie-
nen una «unción especial», como Jesús, tienen un don,
un toque de Midas, de multiplicar el dinero de regreso al
donante e impartir grandes bendiciones.
Algunos de estos ministros realmente sugieren que no
hay mucha bendición en dar a los pobres y citan Prover-
bios 19:17: «A Jehová presta el que da al pobre, y el bien
que ha hecho, se lo volverá a pagar». «Eso no es una
buena inversión —dicen—. Darle cinco dólares a una
142 EL TOQUE DE MIDAS

persona pobre es un préstamo a Dios y Él le pagará cinco


dólares. Va a recibir de regreso sólo lo que le “prestó” a
Dios. Pero si invierte esos cinco dólares en un ministerio
con una “gran unción”, puede esperar un retorno multi-
plicado».
Luego dirán: «Saben lo que Jesús dijo; siempre ten-
drán a los pobres con ustedes» (Juan 12:8), concluyendo
que ellos no valen mucho, que valen diez centavos la
docena.
Esta enseñanza es completamente errada y no es bíbli-
ca en su totalidad. Esas sugerencias son interpretaciones
completamente falsas de este versículo y de Juan 12:8.
La idea de que «prestar» a Dios un dólar, dándolo a
los pobres, sólo traerá un pago de un dólar, no es consis-
tente con otros ejemplos de la Biblia. Lucas 5 dice cómo
Jesús «pidió prestado» el bote de Pedro. Entró en éste y
le pidió «al gran pescador» que lo alejara de la orilla para
tener una plataforma para enseñarle a una multitud de
gente que se había agolpado alrededor suyo. Luego, le
retribuyó a Pedro por el préstamo de su bote.
Miremos el siguiente recuento del Evangelio de Lucas.
«Cuando acabó de hablar, le dijo a Simón: —Lleva la
barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes
para pescar. / —Maestro, hemos estado trabajando duro
toda la noche y no hemos pescado nada —le contestó
Simón—. Pero como tú me lo mandas echaré las redes. /
Así lo hicieron, y recogieron una cantidad tan grande de
peces que las redes se rompían. / Entonces llamaron por
señas a sus compañeros de la otra barca para que los ayu-
daran. Ellos se acercaron y llenaron tanto las dos barcas
que comenzaron a hundirse» (Lucas 5:4-7 NVI).
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 143

¿Cuánto valía el uso de la barca pesquera de Pedro por


una hora o más? ¡No valía tanto como dos botes llenos de
pescado! ¡Sin lugar a dudas, Jesús le retribuyó el préstamo
con intereses! Ciertamente Él no era un avaro.
En el Juan 6, encontramos el recuento de la alimenta-
ción de los cinco mil. Conoce la historia: un pequeño
niño dio a Jesús su almuerzo de cinco pequeños panes de
cebada y dos pescados, y Él los multiplicó para alimentar
a una multitud de gente hambrienta. Cuando todos ha-
bían comido, los discípulos recogieron lo que sobraba:
¡doce cestas llenas! (cf. v. 8-12).
Soy de la opinión que Jesús le dio esas doce cestas de
pan y pescado al pequeño niño que había dado su al-
muerzo a los pobres, prestándoselos a Dios. Muchas per-
sonas tuvieron que haberle ayudado a cargar toda esa co-
mida de regreso a casa. Él fue retribuido por su préstamo,
con generosos intereses.
Se fija, la gente frecuentemente cita sólo un versículo
de la Escritura que parece dar cierta impresión sobre un
tema, pero ignoran muchos otros. No puede construir
una doctrina sobre un versículo. La Biblia dice: «Por boca
de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto» (2
Corintios 13:1).
La Biblia tiene mucho que decir acerca de ayudar y
ministrar a los pobres. Comencemos con el versículo que
algunos ministros usan incorrectamente. En Juan 12:8,
Jesús dijo: «A los pobres siempre los tendrán con uste-
des». Lo que quería decir en realidad se descubre en el
versículo del Antiguo Testamento que estaba citando:
«Gente pobre en esta tierra, siempre la habrá; por eso te
ordeno que seas generoso con tus hermanos hebreos y
144 EL TOQUE DE MIDAS

con los pobres y necesitados de tu tierra» (Deuteronomio


15:11 NVI).
Así que lo que Jesús realmente estaba diciendo, en
esencia, era esto: «Siempre habrá gente pobre que ayudar
y deben ayudarles tanto como puedan. Siempre tendrán
oportunidades para ayudarlos, pero Yo sólo estaré aquí
un tiempo corto».
Las primicias
Hace muchos años, hubo una enseñanza acerca de las
primicias, la cual salió del antiguo pacto bajo la Ley
Levítica. Se basaba en el hecho que las primicias eran
llevadas a los sacerdotes personalmente y que ellos repre-
sentaban un tipo de los cinco ministerios de hoy en día,
porque eran ungidos. Un serio problema se desarrolló
cuando empezamos a referirnos a los cinco ministerios
como sacerdotes.
Recuerde que mencionamos, anteriormente, en este
capítulo, que no pagamos diezmos ni damos ofrendas de
la misma forma que lo hicieron bajo el antiguo pacto.
Bajo la Ley Levítica, la gente traía sus primicias al sacer-
dote. Pero bajo el nuevo, tenemos un Sumo Sacerdote: el
Señor Jesucristo.
Alguien puede preguntar: «¿Qué acerca de los cinco
ministerios? ¿No son éstos sacerdotes? ¿No me represen-
tan a mí, ante Dios, aquellos en los cinco ministerios?
«No, éstos no son sacerdotes. No lo representan delante
de Dios; ¡Representan a Dios delante de usted! La Pala-
bra dice que, como creyentes, hemos sido hechos reyes y
sacerdotes para Dios (cf. Apocalipsis 1:6).
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 145

El libro de Hebreos revela cómo Jesús vino a ser nues-


tro Sumo Sacerdote.
«Si hubiera sido posible alcanzar la perfección me-
diante el sacerdocio levítico (pues bajo éste se le dio ley
al pueblo), ¿qué necesidad había de que más adelante sur-
giera otro sacerdote, según el orden de Melquisedec y no
según el de Aarón? / Porque cuando cambia el sacerdocio,
también tiene que cambiarse la ley. / En efecto, Jesús de
quien se dicen estas cosas, era de otra tribu, de la cual
nadie se ha dedicado al servicio del altar. / Es evidente
que nuestro Señor procedía de la tribu de Judá, respecto a
la cual nada dijo Moisés con relación al sacerdocio. / Y
lo que hemos dicho resulta aun más evidente si, a seme-
janza de Melquisedec, surge otro sacerdote / que ha lle-
gado a serlo, no conforme a un requisito legal respecto a
linaje humano, sino conforme al poder de una vida indes-
tructible. / Pues de él se da testimonio: “Tú eres sacer-
dote para siempre, según el orden de Melquisedec”. / Por
una parte, la ley anterior queda anulada por ser inútil e
ineficaz, / ya que no perfeccionó nada. Y por la otra, se
introduce una esperanza mejor, mediante de la cual nos
acercamos a Dios. (Hebreos 7:11-19 NVI).
Como puede ver, bajo el antiguo pacto, la gente sólo
podía ir a Dios a través del sacerdote. Pero hoy no tene-
mos que ir a través de nadie. No tenemos que ir a través
de un sacerdote. No tenemos que ir a través de nadie,
excepto de Jesús.
Vine a los pentecostales en 1937. Luego, en 1940,
hubo una gran controversia sobre las primicias, los diez-
mos y las ofrendas. La gente creía que todo el dinero le
pertenecía al pastor. Bueno, finalmente algunos usamos
146 EL TOQUE DE MIDAS

el sentido común y nos enderezamos y Dios nos bendijo.


Pero algunas personas realmente tenían la idea de que el
pastor tomaba y maneja todo el dinero.
De hecho, cuando comencé a pastorear iglesias
pentecostales, manejaba todo el dinero de la iglesia. Pero
se puede meter en problemas al hacer esto. Necesita algu-
nas personas que le ayuden. Esto asegura que todas las
cosas sean honestas delante de los ojos de todos los hom-
bres (cf. Romanos 12:17). En una iglesia que pastoreé,
teníamos las cosas muy bien establecidas. Teníamos fon-
dos diferentes para misiones, construcción, para comprar
flores para los enfermos y demás.
Recuerdo un ministro que vino a ser el pastor de una
iglesia que dejé. Si hubiera sabido que esa iglesia iba a
llamarlo a él, les hubiera dicho que no lo contrataran. Él
no tenía un buen historial. Eventualmente les robó cada
centavo que tenían. Hubieran podido hacerlo arrestar por
desfalco. Pero como dijo uno de los diáconos: «No lo
queríamos empapelar». Así que lo dejaron ir y eventual-
mente la iglesia se recuperó.
Ahora, hay personas que son honestas y sinceras, pero
otros simplemente están tratando de conseguir más dine-
ro. No tienen suficiente fe para creerle a Dios, así que
tratan de construir algún sistema. Quieren que todo el
dinero les pertenezca. Mucha gente cree que todo el diezmo
le pertenece al pastor. La última iglesia que pastoreé pen-
saba de esa manera. Decían que querían que las ofrendas
del domingo por la mañana y del domingo por la noche
fueran para mí.
Les dije: «No, voy muy bien; tomemos la ofrenda del
domingo en la noche y coloquémosla en el fondo de la
iglesia porque la necesita».
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 147

La junta de diáconos dijo: «Queremos que la tenga».


«No —dije—, no la necesito. Voy a tomar los diez-
mos y las ofrendas del domingo en la mañana y pondre-
mos la ofrenda del domingo en la noche en el fondo
general porque la iglesia necesita construir». Probable-
mente este es un concepto extraño para la mayoría de las
personas hoy. Mire, en 1940, las iglesias eran típicamente
pequeñas. Era una práctica común darle al pastor los diez-
mos y las ofrendas del domingo en la mañana.
Como resultado de haber puesto la ofrenda del do-
mingo en la noche en el fondo general, pudimos remodelar
la parte del frente del auditorio, añadir algunos cuartos
para escuela dominical y arreglar el salón de los jóvenes.
No todo el dinero le pertenece al pastor. Es tan fácil
caer en la zanja a uno u otro lado. Permanezcamos en la
mitad del camino.
Hacer de una técnica del Antiguo Testamento una apli-
cación para el Nuevo es una violación de todos los prin-
cipios de interpretación bíblica, especialmente cuando la
palabra «primicias» no se usa ni una sola vez en el Nuevo
Testamento en el contexto en el que ha sido predicada
por algunos ministros.
El concepto de las primicias no se usa en el Nuevo
Testamento en referencia al dar financieramente. No hay
ni siquiera el más vago indicio de ésto en referencia a
dinero o apoyo a ministerios, por ninguno de los escrito-
res del Nuevo Testamento.
«Primicias», en el Nuevo Testamento se refiere pri-
meramente a Jesucristo. Él es la primicia, el primero en
ser levantado de los muertos, y representa a todos aque-
llos que seguirán después de Él.
148 EL TOQUE DE MIDAS

Otro uso es para referirse a las «Primicias del Espíri-


tu» en la vida del creyente. En otras palabras, «Primi-
cias» se refiere a la obra inicial del Espíritu en la vida del
creyente, la primera evidencia de su habitar en nosotros.
Se refiere a esas señales de su presencia en nosotros ahora,
comparado con lo que hará en nosotros más adelante,
cuando tengamos cuerpos glorificados.
Otro uso es totalmente figurativo. Tiene que ver con
los primeros individuos nacidos de nuevo en cierto lugar.
Después de examinar muchas enseñanzas que han lle-
vado a malos entendidos y a problemas dolorosos en el
cuerpo de Cristo, veamos la manera bíblica de prosperar.
El patrón bíblico: recibir y dar
Uno de los pasajes más interesantes del Antiguo Tes-
tamento, describe cómo a los Israelitas, que habían sido
llevados cautivos a Babilonia, finalmente se les permite
regresar a casa en Jerusalén. Se reunieron dentro de los
muros; Esdras, el sacerdote, les leyó de la Ley de Moisés
y los levitas se la explicaron.
Leamos el recuento en Nehemías.
«Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y
ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura. /
Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y
enviad porciones a los que no tienen nada preparado; por-
que día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, por-
que el gozo del Jehová es vuestra fortaleza. / Y todo el
pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones,
y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las
palabras que les habían enseñado» (c. 8:8, 10, 12).
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 149

Observe lo que pasó. Después que la gente escuchó la


Palabra de Dios, Nehemías les dijo que celebraran con
gozo. Comieron, bebieron y compartieron con aquellos
que no tenían nada.
En el Nuevo Testamento, Jesús le dijo a sus discípu-
los: «De gracia recibisteis, dad de gracia» (Mateo 10:8).
Este es el patrón bíblico. Esto es realmente de lo que se
trata el cristianismo. Recibe y luego da.
Miremos otro pasaje de la Escritura que menciona el
dar a los pobres.
«¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las
ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y
dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo
yugo? / ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a
los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al
desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? /
Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se
dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria
de Jehová será tu retaguardia» (Isaías 58:6-8).
¿Qué impresión recibe de estos versículos acerca de la
recompensa de dar a los pobres? ¿Recibirá el dador de
regreso sólo lo que dio o una recompensa abundante?
Como lo mencioné anteriormente, una de las ideas
expuestas por algunos predicadores es que como son los
representantes de Jesús y son ungidos como Él, debe dar-
les personalmente para poder recibir un mayor retorno de
lo que ha dado. ¿Está esto de acuerdo o es contrario a lo
que Jesús y Pablo enseñaron bajo la inspiración del Espí-
ritu Santo en el Nuevo Testamento?
150 EL TOQUE DE MIDAS

Qué dijo Jesús acerca de dar a los pobres


Algo de la doctrina orientada al dinero, que circula
por ahí, implica que sólo los ministros altamente ungidos
representan al Señor.
Leamos en el Evangelio de Mateo para encontrar quién
representa al Señor.
«Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, ben-
ditos de mi Padre, heredad el reino preparado para voso-
tros desde la fundación del mundo. / Porque tuve ham-
bre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de be-
ber; fui forastero, y me recogisteis; / estuve desnudo, y
me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y
vinisteis a mí. / Entonces los justos le responderán di-
ciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te susten-
tamos, o sediento, y te dimos de beber? / ¿Y cuándo te
vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubri-
mos? / ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel y
vinimos a ti? / Y respondiendo el Rey, dirá: De cierto os
digo que en cuanto lo hiciste a uno de estos mis herma-
nos más pequeños, a mi lo hicisteis» (Mateo 25:34-40).
Note aquí que Jesús dijo ¡que Él estaba representado
por los pobres!
Cuando Jesús se le apareció a Saulo de Tarso, que esta-
ba persiguiendo la Iglesia en general, le dijo: «Saulo, Saulo,
¿Por qué me persigues?» (Hechos 9:4). En este caso, dijo
que Él estaba representado por toda la Iglesia.
Jesús mismo, en términos inconfundibles, declaró que
¡los cristianos pobres y todo el cuerpo de Cristo en gene-
ral lo representan tanto como los ministros en los cinco
dones del ministerio!
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 151

En 1 Corintios 10:31, el apóstol Pablo escribió: «Si,


pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo
para la gloria de Dios». Así que cuando da a los pobres,
hágalo como para el Señor. Dios va a bendecir eso. Cuan-
do diezme y dé ofrendas a su iglesia, hágalo como para el
Señor. Dios va a bendecir eso. Cuando dé una ofrenda
personal a un ministro o a cualquier otro, hágalo como
para el Señor. Dios va a bendecir eso.
Comprenda que no tiene que responder a ninguna clase
de ofrenda sensacional o exuberante para poder dar ¡pro-
ductiva y efectivamente en el cuerpo de Cristo! Pablo nos
instruyó a dar según nos propongamos en nuestro cora-
zón. Seguramente, habrá ocasiones en que seremos guiados
por el Espíritu de Dios para apoyar a un individuo o una
causa en particular; debemos entonces ser obedientes.
Pero, la mayoría del tiempo, debemos ser sistemáticos
en nuestro dar. Debemos apoyar nuestra iglesia local con
nuestros diezmos por un propósito. Debemos encontrar
ministerios que están produciendo buenos resultados y
proponernos sembrar fielmente en éstos.
Cualquier ofrenda puede ser provechosa o infructuo-
sa. Sin embargo, lo que cuenta es que el dador lo haga
para el Señor.
¿Habrá una transferencia de riqueza
en los últimos tiempos?
En los últimos años ha habido una gran discusión
acerca de la cercanía de una transferencia de riqueza del
mundo a la Iglesia. La idea se basa en una parte de la
Escritura que dice: «Pero la riqueza del pecador está guar-
dada para el justo» (Proverbios 13:22). Aparentemente,
algunos han interpretado esto para decir que el día ven-
152 EL TOQUE DE MIDAS

drá cuando el pueblo de Dios tendrá suficiente dinero


para la obra de Dios; dinero transferido a nosotros de la
riqueza de los mundanos.
Primeramente, no veo realmente nada acerca de esto
en el Nuevo Testamento, especialmente en términos de
algo que se supone debemos estar creyendo activamente a
Dios. Y siempre he sido cauteloso acerca de construir
una doctrina o creencia básica sobre un único pasaje. Je-
sús dijo: «Para que en boca de dos o tres testigos, conste
toda palabra» (Mateo 18:16).
Estoy seguro que mientras la Iglesia haga su trabajo y
lleve más almas al nuevo nacimiento, habrá más personas
dando sus diezmos y ofrendas para la obra del Señor.
Pero creo que debemos tener cuidado de codiciar el dine-
ro del mundo. No debería preocuparnos tanto porque el
dinero de los pecadores sea transferido a nuestras manos.
Nuestra preocupación debería ser que sus corazones sean
transferidos al reino del Señor. Debemos enfocarnos en
que reciban lo que tenemos (vida eterna), no en que reci-
bamos lo que ellos tienen (cosas materiales).
Pablo le dijo a los Corintios: «No busco lo vuestro
sino a vosotros» (2 Corintios 12:14 é.a). Como ministro,
no estaba enfocado en su dinero, sino en sus almas.
El Apóstol Juan dijo lo siguiente sobre algunos mi-
nistros que viajaban con el Evangelio: «Porque ellos sa-
lieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los
gentiles» (3 Juan 7).
Otras traducciones de este versículo enfatizan el punto:
«Sin aceptar nada de los impíos» (Goospeed).
«Sin tomar nada de la gente de este mundo» (Beck).
«Y rehusándose a tomar cualquier cosa de los paga-
nos» (Montgomery).
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 153

«Y no aceptaron ayuda de los que no eran cristia-


nos» (Phillips).
Nuestro trabajo no es tratar de obtener las riquezas
del mundo, es usar fielmente las riquezas que tenemos
para difundir el Evangelio. Si todos los cristianos sim-
plemente diezmaran y ofrendaran, la Iglesia tendría fon-
dos más que suficientes para hacer cualquier cosa que
necesite hacer. Las estadísticas indican que el veinte por
ciento de los miembros de las iglesias proveen el ochenta
por ciento de los ingresos de la iglesia, y que el cristiano
americano promedio da sólo el seis por ciento de su in-
greso para la obra del Señor. ¡Imagínese dónde estaríamos
si esos porcentajes estuvieran donde deben estar!
La Biblia enseña que, cuando la Iglesia regrese con
Jesús, después de la Tribulación, y Él establezca su reino
milenario en la tierra, en ese momento heredaremos todas
las riquezas de los pecadores. No encuentro ningún lugar
en el Nuevo Testamento donde se indique que debamos
estar enfocados en obtener su dinero ahora. En lugar de
esto, debemos estar concentrados en buscar los corazones
de los que no son salvos y en usar fielmente las finanzas
que tenemos.
El uso de fraudes
Mirando mis más de sesenta y cinco años de ministe-
rio, puedo recordar muchos fraudes que los predicadores
han usado para atraer la atención y lograr una mayor res-
puesta de la gente a sus peticiones y súplicas. Si bien
puede suponer que hoy hay muchos nuevos fraudes, la
gran mayoría de éstos han estado rondando por décadas.
He visto algunos ir y venir dos o tres veces.
154 EL TOQUE DE MIDAS

Algunos son absolutamente ridículos. Y el hecho de


que parezcan funcionar, simplemente ilustra lo ignorante
y supersticiosa que es mucha gente. Son prisioneros del
reino del alma y no viven en el del espíritu.
Hace años, alguien en la radio habló de una cuerda
roja que le enviaría por una ofrenda de diez dólares. Se
suponía que tenía un «poder» especial. Si era gordo, usar
la cuerda alrededor de la cintura lo haría perder peso. Si
era muy delgado, usarla le ayudaría a ganar peso.
Luego, alguien salió con la idea de billeteras bendeci-
das por las cuales se habían orado. La gente podía obte-
nerlas enviándole al ministro una ofrenda de veinticinco
dólares. Se suponía que la gente debía poner la billetera
en su bolsillo y esperar que, milagrosamente, Dios la lle-
nara de dinero. Después de cargarla por un tiempo, la
gente debía abrir la billetera bendecida y encontrar el
dinero que había sido suplido para pagar sus cuentas.
Sé que parece imposible que alguien pudiera ser enga-
ñado con algo tan tonto, pero muchos enviaron su dinero
y usaron esa cuerda roja y esa billetera «bendecida». Otros
fraudes pueden parecer más creíbles y convincentes.
En los años 50, escuché a un predicador de radio pe-
dirle a la gente que le enviara una ofrenda y una petición
de oración. Prometió que llevaría cada carta de petición
recibida en un viaje a Jerusalén y oraría por éstas en la
tumba vacía donde Jesús había sido enterrado. Escuché
que recibió bolsas llenas de cartas; miles de personas que-
rían que orara por sus peticiones en ese lugar especial.
No hay absolutamente nada en las Escrituras que su-
giera que Dios va a escuchar y a responder una oración
desde la tumba en Jerusalén más de lo que va a escucharlo
cuando ora en su habitación, en el trabajo o en cualquier
EVITANDO LOS ABUSOS Y LAS FALSAS PRÁCTICAS 155

lugar donde clame a Él en fe. La cosa importante no es


quién ora en dónde, sino que crea en Dios, basado en su
Palabra.
El asunto de la oración, desde Jerusalén, fue simple-
mente otro fraude. Lo que ese predicador radial quería
era que más personas enviarán sus ofrendas. Y quería más
nombres para incluir en su lista de direcciones para pro-
mover otros fraudes a través del correo directo y otros
medios.
A veces el fraude es muy sutil y aun la persona que lo
promueve puede ser engañada pensando que lo que está
haciendo es genuino. Hace unos pocos meses, estaba ojean-
do un volante que me había llegado de una iglesia (recibo
muchos de éstos), y una de las próximas reuniones que se
estaba promoviendo era una noche especial de la «doble
porción». Decía: «¡Venga creyendo y recibirá su doble
porción!».
Este asunto llamó mi atención porque me acordaba de
haber oído de los servicios de la «doble porción» hace
cincuenta años. Aparentemente se le ocurrió esto a una
persona, pero luego a otros también se les «ocurrió» y
esta corriente se extendió como una práctica en todo el
país.
El problema con estos servicios es que la idea de que
cada creyente puede recibir una doble porción del Señor
no es bíblica. ¿Una doble porción de qué?
El concepto se desarrolla a partir de la historia del
Antiguo Testamento sobre Eliseo y Elías, que fueron lla-
mados y ungidos en el oficio de profeta. Elías dijo: «Pide
lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado
de ti» (2 Reyes 2:9). Eliseo respondió diciendo que que-
ría una doble porción del espíritu de Elías.
156 EL TOQUE DE MIDAS

El resto de la historia cuenta cómo Eliseo cumplió


con las condiciones de ver a Elías partir hacia el cielo en
un carro de fuego y cómo el manto de su maestro cayó
sobre él. El recuento bíblico muestra que Eliseo sí reci-
bió una doble porción de la unción de Elías y que llevó a
cabo el doble de milagros.
Hay por lo menos dos razones o condiciones que hi-
cieron que Eliseo calificara para recibir una doble por-
ción. Primero, fue ungido y llamado para ser profeta, así
como lo fue Elías. Y segundo, Elías le dijo que pidiera lo
que quisiera de él.
¿Qué califica a una persona en uno de los servicios de
la «doble porción» de hoy para estar pidiéndola? ¿Están
pidiendo una doble porción de cosas materiales o de co-
sas espirituales? De cualquier manera, no hay bases bíbli-
cas para esto, en lo absoluto. Dios ya ha prometido pro-
veer para todas sus necesidades. ¿Cómo pueden recibir
una doble porción de todo?
Cada creyente tiene la unción del Espíritu dentro de
sí. La Biblia dice: «Pero la unción que vosotros recibis-
teis de él permanece en vosotros» (1 Juan 2:27).
Entonces, ¿por qué tener un servicio de la «doble por-
ción»? No cabe duda que la mayoría de los ministros que
usan esta idea quieren que esto sea una bendición para la
gente, pero puede que estén prometiendo algo que no
pueden desatar. Y parte de la razón para programar el
servicio especial es para que más personas asistan y parti-
cipen del servicio de la iglesia.
Creo que los ministros necesitan ser realmente cuida-
dosos acerca de lo que apadrinan y promueven. Además,
necesitan asegurarse siempre que sus motivos sean puros.
CAPITULO SIETE

ENSEÑANZA BALANCEADA
Y SANA

A través de este libro, he tratado de señalar la impor-


tancia de proveer un énfasis apropiado sobre verdades cris-
tianas importantes. Hay personas que en muchos de estos
temas han enfatizado tanto en una idea o concepto en
particular que lo han llevado a un extremo. Su actitud
parece ser: si un poco de esto es bueno, entonces mucho
debe ser mejor.
Cuando esto sucedía, usualmente otro grupo se le-
vantaba para corregir el sobre énfasis. Desafortunadamen-
te, la «corrección» iba frecuentemente hacia el otro ex-
tremo; como «mucho» de esa idea es ofensivo,
deshagámonos de ésta por completo. Podríamos decir que
ellos tendían a «tirar el agua de la tina junto con el bebé».
El resultado era que se creaba un gran abismo entre
las dos posiciones extremas, levantando, con frecuencia,
hostilidad y malos entendidos. Las personas en ambos
158 EL TOQUE DE MIDAS

bandos se enfrascaban tanto en el conflicto que olvida-


ban su motivación original, la cual era hacer el bien y
bendecir a los demás. En su celo excesivo, ¡ambas partes
perdían la verdad original!
Mi manera de describir esto es llamar a la Verdad bási-
ca, o sea, la posición bíblica, el centro del camino, y a las
posiciones extremas, las zanjas a cada lado del mismo. La
experiencia me ha mostrado que no hay que ir muy lejos
para ver personas metidas en la zanja a uno o al otro lado
del camino. Por alguna razón, parece que la cosa más
difícil en el mundo para el cuerpo de Cristo es mantener
el balance sobre un tema.
Tome nota que no es sólo la gente mala la que cae en
la zanja. Personas buenas, cristianos creyentes, sinceros,
bien intencionados, cuyo celo por la verdad es admirable,
pueden permitir que su celo exceda su sabiduría. Creo
que aun algunos de los líderes cristianos, cuyos fracasos
llenaron los titulares nacionales en años anteriores, no se
propusieron herir a nadie intencionalmente o caer en error.
Se salieron de curso y se apartaron del propósito princi-
pal y la verdad central del Evangelio. Una vez fuera, fue
muy fácil caer montaña abajo rápidamente.
Miremos algunos ejemplos de verdades bíblicas bási-
cas y sus aplicaciones extremas: la posición central y las
zanjas a cada lado del camino.
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 159

Error y Extremo La Verdad Error y Extremo

Tema La zanja a un El centro del La zanja al otro


lado del camino camino lado del camino

Bautismo No puede ser El bautismo es El bautismo no


en agua salvo a menos una ordenanza tiene ninguna
que sea de la Iglesia relevancia o
bautizado que comunica importancia hoy
usando una nuestra en lo absoluto.
fórmula identificación
especial. con la muerte,
sepultura y
resurrección
de Cristo.

Sanidad La sanidad ya se Dios sana hoy, La sanidad


divina acabó. El día de pero los divina es la
milagros quedó medios única manera
en el pasado. naturales de legítima de ser
ayuda son sanos. Usar los
apropiados y doctores o la
aceptables medicina son
también. pecado.

Los dones Ya no Los dones del Aquellos con los


del necesitamos ministerio que dones del
ministerio pastores y Cristo dejó ministerio son
ministros. Dios están aún hoy. una clase superior
va a usar a todos Su trabajo es de cristianos.
por igual. equipar a los Deben gobernar
santos para que sobre todos los
hagan la obra otros cristianos y
del ministerio dirigir no solo la
y ayudar a cada iglesia, sino
cristiano a también la vida
caminar con de todos los
Dios, creyentes.
alimentándolos
con la Palabra.
160 EL TOQUE DE MIDAS

¿Reconoce algunas o todas las variadas posiciones so-


bre estos temas básicos? Puede ser que también sepa de
otros puntos de vista doctrinales extremos. Encontrar y
permanecer en una posición balanceada sobre temas bási-
cos como estos, obviamente no es una tarea fácil. Hasta el
día de hoy, algunas iglesias luchan por permanecer fuera
de las zanjas de error cuando se trata de administrar los
dones del ministerio.
Los dones del ministerio deben
producir balance
Uno de los pioneros del pentecostalismo, que ayudó
al movimiento a establecerse sobre un fundamento bíbli-
co firme, fue un hombre inglés llamado Donald Gee. Él
habló tan elocuentemente sobre los problemas del extre-
mismo y de los excesos, que llegó a ser conocido como el
«Apóstol del Balance». Tuve el privilegio de conocerlo y
escucharlo hablar hace muchos años. Leí muchos de sus
artículos y de sus libros que siempre los encontré llenos
de sabiduría y discernimiento. Amo y aprecio su ministe-
rio.
En 1930, escribió el siguiente consejo profundo acer-
ca de cómo interactúan los dones del ministerio para pro-
ducir balance y salud:
«Una de las cosas más fascinantes que encontramos en
los umbrales del estudio sobre los dones del ministerio
de Cristo es su sabia variedad.
»Es verdad que el primero en la lista, el apóstol, pare-
ce abrazar casi todo tipo de ministerio; pero hay profetas,
cuyo ministerio es inspirador y apela a los elementos emo-
cionales de la naturaleza humana; y entonces para balan-
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 161

cear estos hay maestros, cuyo ministerio es lógico y apela


a las facultades intelectuales… Luego hay evangelistas
cuyo ministerio será casi exclusivamente afuera de la igle-
sia: y pastores cuyo ministerio será casi exclusivamente
dentro de la iglesia: ambos igualmente necesarios y hono-
rables.
Este asunto del balance en el ministerio es vitalmente
importante para el efectivo y agresivo ministerio afuera y
el crecimiento bien proporcionado adentro; mucho más
importante de lo que la mayoría de los creyentes piensa.
Muchas congregaciones no tienen más visión que la del
ministerio de un solo hombre que se espera que cumpla
con todos los requisitos: evangelístico, pastoral, de ense-
ñanza y profético. Se espera que un solo hombre tenga
éxito marcado en evangelismo, como organizador esplén-
dido, como buen visitador pastoral, maestro competente
de la Biblia, que posea además dones de sanidades e
inspiradores. Lo increíble es que muchos hombres pare-
cen aproximarse al menos, en alguna medida, a estas de-
mandas exorbitantes no bíblicas. Usualmente, a costa de
un terrible esfuerzo de su parte; y esto puede resultar
fácilmente en el hecho de no alcanzar la excelencia en lo
que es su verdadera línea de ministerio dada por Dios.
Otras congregaciones e individuos no parecen tener
siquiera el deseo o la visión por un hombre que llene las
necesidades en cada área del ministerio; parece que ven
sólo una línea de ministerio y no tienen ni tiempo ni
aprecio, ni ánimo para otra cosa que no sean sus propios
intereses. Por ejemplo, algunas congregaciones y creyen-
tes no tienen visión o entusiasmo para otra cosa excepto
el evangelismo, en el sentido más estrecho del término,
casi ignorando la enseñanza y los maestros. Por otra par-
162 EL TOQUE DE MIDAS

te, hay algunos que si pudieran hacerlo, tendrían tanta


enseñanza que convertirían una congregación en poco más
que una escuela bíblica, e ignorarían por completo un
testimonio agresivo para con los de afuera. Los dos ejem-
plos anteriores pueden unirse al «menospreciar la profe-
cía» (cf. 1 Tesalonicenses 5:20) y no tener ni tiempo ni
lugar para los dones de profecía, lenguas e interpretación.
Y, en el otro extremo, están los que le dan un valor e
importancia desmedidos a estos mismos dones, de tal
manera que no consideran que un predicador este en la
bendición y libertad del Espíritu, a menos que su minis-
terio sea rociado frecuentemente con manifestaciones de
este tipo. Además, les gusta que cada reunión de la con-
gregación sea dominada por estas características. En cada
uno de los casos hay una carencia seria de balance.
Lo que se necesita es aprecio por la variedad de minis-
terios que Cristo ha colocado en la iglesia, reconocer que
cada uno y todos son esenciales para un crecimiento y
actividad equilibrados. No es algo fuera de lo común
escuchar algunos maestros menospreciando algunos evan-
gelistas, refiriéndose a ellos como «superficiales» o «sen-
sacionalistas», y escuchar evangelistas estigmatizar a los
maestros como «aburridos» y «secos». Y estos dos tipos
pueden unirse para llamar a los profetas «fanáticos» y
«extremistas». Entonces, los hermanos inspiradores res-
ponden llamando el ministerio de sus hermanos igual-
mente dado por Dios como «carnal», lo cual, cuando es
bien entendido, no tiene nada de eso. Todas estas actitu-
des son erradas.
Es completamente cierto que puede haber extremos
en el evangelismo que son superficiales; puede haber ex-
tremos en la enseñanza que son pesados y áridos; puede
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 163

haber extremos en la profecía que son indudablemente


fanáticos. Aun así, el verdadero remedio no está en repri-
mir ninguna de estas líneas de los diversos ministerios en
particular, porque con eso todos podríamos estar apagan-
do también el Espíritu de Dios. De hecho, esto se ha
dado tan frecuentemente que los hombres han tratado
con lo falso e infructuoso a terribles expensas de cortar
con lo real al mismo tiempo. Se requiere de un toque
inspirado para regular un ministerio inspirado. «El plan
divino es que cada ministerio y todo ministerio que Dios
ha establecido en la iglesia corrijan y complementen al
otro, de tal modo que se provean sólo los elementos
faltantes y la evaluación justa y necesaria para restaurar
las tendencias que han perdido el equilibrio en cualquier
línea. El profeta para inspirar al maestro, el maestro para
afirmar al profeta; el evangelista para recordarnos conti-
nuamente el mundo necesitado que esta afuera muriendo
sin el evangelio, el pastor para mostrarnos que las almas
necesitan mucho cuidado, aun después de haber sido «ga-
nadas». Sobretodo, el apóstol inspirando y guiando a con-
quistas frescas para Cristo y su Iglesia»10 (é.a).
Setenta años más tarde, esta todavía es una palabra
maravillosa para la Iglesia. Sin duda, «el asunto del ba-
lance en el ministerio es de vital importancia, mucho más
importante de lo que la mayoría de los creyentes pien-
san».

10
Donald Gee, The Ministry-Gifts of Christ [Los dones del ministerio
dados por Cristo], Gospel Publishing House, Springfield, MO, EU, pp.
21-25.
164 EL TOQUE DE MIDAS

El balance en el dinero
Ahora, hablemos del asunto del balance cuando se trata
de dinero. Nuevamente, la gente tiende a terminar en una
de tres posiciones:

Error y Extremo La Verdad Error y Extremo

La zanja a un lado El centro del La zanja al otro


del camino camino lado del camino

• El dinero es un mal • Dios quiere • El principal enfoque de


que todos los bendecir y la fe es hacerse rico.
cristianos deben prosperar sus
evitar. hijos.

• Dios quiere que sus • Debemos buscar • El interés primordial


hijos sean pobres. primeramente el de Dios es su bienestar
reino de Dios en material.
oposición al ser
orientados hacia
lo material.

• La pobreza muestra • Los predicadores • La ganancia material


humildad. deben enseñar la es muestra de
verdad de la espiritualidad.
Palabra de Dios
acerca del dinero,
pero no deben
hacerlo por su
propio interés.

• Los predicadores • Los predicadores • Los predicadores


no deberían hablar deben mantener deberían enseñar
nunca de dinero. su enseñanza sobre dinero más que
sobre prosperidad cualquier otro tema
balanceada con
todas las otras
verdades de la
Palabra de Dios.
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 165

Frecuentemente tengo la oportunidad de hablar con


pastores de todo el país. Ellos me dicen que una de las
frustraciones más grandes que enfrentan es cómo mante-
ner el balance en el asunto de la prosperidad y las bendi-
ciones financieras. Si ellos se esfuerzan por mantener sus
motivos puros y no volverse codiciosos o avaros, parece
que la gente tiene problemas para creer a Dios por cosas
materiales. Por otra parte, si se esfuerzan y enfatizan el
creer en Dios por prosperidad, la gente tiende a volverse
materialista.
Nuevamente, aquellos que caen en la zanja sobre este
asunto no son necesariamente malas personas. Pero aun
las personas sinceras y honestas pueden permitir que su
celo por la verdad exceda su sabiduría.
Tras la verdad de una forma balanceada
Bob Buess, un amigo, publicó un libro en 1975 titu-
lado Las Oscilaciones del Péndulo. Como ministro bau-
tista que había recibido la llenura del Espíritu Santo, este
hermano estaba también en el campo evangelístico du-
rante los mismos años que estuve y, de vez en cuando,
nos cruzábamos y teníamos un buen tiempo de comu-
nión. Su libro tiene algunas cosas importantes que decir
acerca de buscar las verdades espirituales en una forma
balanceada, amorosa y evadiendo un espíritu legalista y
dogmático. En el prefacio de su libro, escribe lo siguien-
te:
«Hace unos años, estaba interesado en cierta enseñan-
za, así que empecé a dedicarme a la Palabra Dios para
encontrar más sobre este tema. Creo en la Biblia de pasta
a pasta, pero me permití hacer caso omiso de ciertos pa-
166 EL TOQUE DE MIDAS

sajes. Ignoré ciertas verdades. Mi mente se volvió com-


pletamente indiferente a ciertos versículos.
»Mi nuevo dogma no era diferente del anterior, pero
empecé a defender mi nueva doctrina. Esto fue convir-
tiéndose de una manera muy sutil en un dios que tenía
que defender y proteger.
»No era un caso inusual. Es fácil que los cristianos se
dediquen a buscar un pensamiento que el Espíritu Santo
ha puesto en ellos mientras estudian las Escrituras. En su
emoción, se proponen explorar la Palabra de Dios para
ver qué pueden encontrar. Cuando encuentran unos po-
cos pasajes que apoyan su recién hallada idea, pronto se
encuentran recorriendo desesperadamente la Biblia tra-
tando de probar su teoría.
»El dogmatismo empieza a acomodarse. Sin darse cuen-
ta plenamente de lo que están haciendo, estas personas
saltan versículos, tiran algunos, e ignoran otros para pro-
bar su punto de vista.
»La gente movida por esta causa persigue apresurada-
mente con desespero nuevos argumentos que prueben su
teoría. Mientras más tiempo pasa, se vuelven más duros.
»El propósito de este libro es hacer que el lector se
detenga un poco y vea el otro lado de algunos asuntos
que enfrentan los cristianos hoy. Es para que la oscilación
del péndulo vuelva a la voluntad de Dios en lugar de
dejarlo pender en dogmas y legalismos. Es un llamado a
reevaluar los estudios presentes desde un punto de vista
independiente. Es un llamado a tomar seriamente Santia-
go 3:1 el cual condena al maestro que dogmáticamente se
apresura sin balance en su enseñanza.
»El Apóstol Pablo escribió una carta a los cristianos
de Galacia que estaban dejando la simplicidad del evan-
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 167

gelio y volviendo a las reglas y regulaciones. Ese espíritu


gálata está trabajando en el cuerpo de Cristo hoy, causan-
do que algunos creyentes se aproximen de manera legalis-
ta a la Palabra y sean duros y dogmáticos al tratar con la
verdad y con las personas.
»La gente queda atrapada en confusión y error sim-
plemente porque sus maestros se han metido de cabeza en
doctrinas mascota, sin considerar el otro lado.
»Para ver el otro lado, se requiere que sigamos la sabi-
duría. Proverbios 4:7 dice: “Sabiduría ante todo; adquie-
re sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteli-
gencia” (é.a). Jesucristo nos librará de legalismo, porque
Él es sabiduría (cf.1 Corintios 1:30)»11 (é.a).
Creo que sus acertados comentarios aún aplican para
nosotros hoy. Seremos sabios si los tenemos en cuenta.
A veces los extremos son necesarios
Un problema que he observado a través de los años en
cuanto a la Iglesia es que las personas que sostienen dife-
rentes creencias sobre asuntos espirituales, frecuentemen-
te empiezan a luchar sobre sus posiciones. Vi suceder esto
en primera instancia durante el avivamiento de sanidad,
que fue de 1947 a 1958. Antes que este terminara, el
extremismo y el error de hecho destruyeron el ministerio
(y la vida) de más de un hombre talentoso y efectivo. Y el
momento de ese gran avivamiento se detuvo cuando mu-
chas personas fueron desilusionadas y heridas por los ex-
cesos de algunos de sus líderes.

11
Buess Bob, The Pendulum Swings [Las oscilaciones del péndulo], New
Leaf Press, Harrison, AR, EU, 1975, pp. 9-10.
168 EL TOQUE DE MIDAS

En los comienzos del avivamiento, Donald Gee escri-


bió un artículo en La Voz de Sanidad haciendo un llama-
do a la razón y a la responsabilidad. El artículo se título:
«Los extremos a veces son necesarios». Lo incluí en su
totalidad.
«Una de las paradojas del verdadero testimonio
pentecostal es su énfasis sobre la necesidad de mantener
un balance apropiado en doctrina y práctica a la par de
un testimonio complementario que frecuentemente urge
ambos extremos.
»La enseñanza de Pablo respecto de los dones espiri-
tuales es para traer balance y moderación; “cantaré con el
espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”. (1
Corintios 14:15). Debemos evitar dar la impresión que
estamos “locos / sea esto por dos, a lo más por tres /
pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz / pero
hágase todo decentemente y con orden” (v. 23, 27, 33,
40). Al mismo tiempo, afirma en lenguaje contundente
que habla en lenguas más que todos ellos; expresa de ma-
nera vehemente su preferencia por enseñar en una pro-
porción de diez mil a cinco; y dice porque podéis profe-
tizar todos (cf. v. 18, 19, 31).
»Muchos somos extremistas empedernidos (estableci-
dos firmemente). Si vemos un rayo de verdad lo empuja-
mos tanto a un extremo que nuestra presión constante
sobre eso se vuelve ofensiva, vana y finalmente errada. Si
descubrimos alguna línea de ministerio exitosa corremos
tras ésta de tal manera que se vuelve nauseabunda y
agotadora. Siempre estamos perdiendo la utilidad genui-
na por nuestro constante fracaso para mantener un buen
balance. Al final, los hombres pierden la confianza en
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 169

nosotros, nuestra intemperancia contrista al Espíritu San-


to y somos echados en el montón de los siervos rechaza-
dos e improductivos.
»Pero más aun, muchos de nosotros estamos en peli-
gro de perder una vida de poder por andar buscando ca-
minar en un rumbo monótono que nunca se arriesga a
ningún extremo del todo. A nuestra predicación le falta
fuego porque siempre estamos tratando de presentar los
dos lados del caso al mismo tiempo y nuestros métodos
no son efectivos porque evitan cualquier ofensa contra la
respetabilidad y la tradición. Podemos, si así lo quere-
mos, enorgullecernos por nuestro éxito para evitar desas-
tres, pero nuestra seguridad se alcanza permaneciendo es-
táticos. Prácticamente no hemos hecho impacto sobre la
comunidad. Si bien es cierto que nunca nos han acusado
de demencia, también es cierto que nunca han dado el
reporte de que Dios esta verdaderamente sobre nosotros.
¡Y es mayormente probable que ni aun sepan de nuestra
existencia!
»Nosotros exaltamos correctamente la importancia del
balance; afirmamos correctamente que el camino a la ver-
dad no se encuentra en los extremos; simplemente señala-
mos que el extremismo persistente es suicida tanto para
los hombres como para los movimientos, pero necesita-
mos reconocer desesperadamente que los avivamientos
nunca brotaron sin que alguien fuera a un extremo. La
intercesión apasionada es positivamente desbalanceada;
también lo es el mucho ayuno; también lo es la predica-
ción ferviente que hace temblar a los pecadores; y los
itinerarios ardientes que hacen a un misionero o evange-
lista perder la cabeza. Haremos bien en recordar que los
propios parientes de nuestro Señor pensaron que se había
170 EL TOQUE DE MIDAS

enloquecido (cf. Marcos 3:21) cuando citó: “el celo de


tu casa me consume” (Juan 2:17) a medida que iba
pateando las mesas de los cambistas.
»El día de Pentecostés trajo tal disturbio en el balance
emocional de los discípulos que parecían hombres ebrios.
Treinta años más tarde, un gobernador romano acusó a
Pablo de estar loco. El cargo fue refutado de manera cor-
tés y apropiada, pero admitamos que Festo no fue enga-
ñado. Pablo mismo testificó que, en algunos momentos,
había estado como fuera de sí (cf. 2 Corintios 5:13), y
que la grandiosa cordura y perspectiva de su enseñanza
operó en un nivel celestial.
»TIENE que haber extremismo para mover las cosas.
Los milagros de sanidad ocurren cuando la fe rehúsa ser
lógica, y se enceguece a los argumentos basados en la
abundancia de experiencias contrarias y en una enseñanza
más “balanceada”. En realidad, bien haríamos en pregun-
tarnos si es que no hay algo extremo en cada milagro
genuino.
»Entonces ¿dónde está el límite de la verdad
pentecostal que abraza un extremismo legítimo y un ba-
lance esencial? Únicamente puedo responder que necesi-
tamos el extremismo para iniciar el movimiento de cosas,
pero necesitamos el maestro balanceado para mantenerlas
moviéndose en la dirección correcta. Necesitamos el ex-
tremismo para un milagro de sanidad, pero necesitamos
sensatez balanceada para salud. Necesitamos fervor extre-
mo para arrancar un movimiento, pero necesitamos repu-
diar los extremos para salvarlo de la destrucción. Sólo la
sabiduría que viene de arriba puede revelar la síntesis
perfecta. Se requiere genio pentecostal para saber cuándo
y dónde una doctrina o práctica extrema debe ser modifi-
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 171

cada a un punto de vista más balanceado; y, por otra


parte, donde las líneas que demarcan la verdad deben ser
temporalmente estrechadas dentro un énfasis extremo so-
bre un punto para asegurar una dinámica lo suficiente-
mente poderosa que mueva cosas para Dios. La posesión
de ese genio no común marca al líder enviado por Dios
que ha emergido de unos períodos de avivamiento verda-
deramente grandiosos»12 (é.a).
Énfasis extremo
En el pasado, hemos visto énfasis extremos en dife-
rentes áreas de doctrina. Veamos unas pocas y luego exa-
minemos los propósitos positivos y los peligros en cuan-
to a esos énfasis extremos.
Hemos visto un énfasis extremo en el movimiento de
fe. Algunas personas piensan que todos los creyentes de-
ben botar su medicina y rehusarse a ir al doctor, cancelar
todos sus seguros, dejar sus trabajos para «vivir por fe», y
nunca pedir dinero prestado bajo ninguna circunstancia.
Hemos visto un énfasis extremo en el mover del Espí-
ritu Santo. Algunas personas han pensado que no deben
tener ninguna otra clase de servicio que no sea una re-
unión del Espíritu Santo con personas riendo y rodando
por el piso cada vez que vienen a la iglesia.
Otros han pensado que todo ministro debe tener re-
uniones del Espíritu Santo todo el tiempo.
Hemos visto un énfasis extremo al enseñar que la pros-
peridad, especialmente la prosperidad material, es para

12
Donald Gee, Extremes Are Sometimes Necessary [Los extremos a veces
son necesarios], The Voice of Healing, abril de 1953, p. 9. Usado con
permiso
172 EL TOQUE DE MIDAS

los cristianos. Algunos han llegado a creer que demostrar


la prosperidad involucra exhibir una vida de derroche y
ostentación más que ser buenos administradores y mane-
jar eficientemente los abundantes recursos para promover
el Evangelio y ministrar la bondad de Dios a todos aque-
llos que están en necesidad.
Sin embargo, un énfasis extremo por sí solo no es lo
que causa problemas. Algunas veces, un énfasis extremo
es necesario para sacudir y despertar una iglesia dormida,
letárgica y apática para que reconozca una verdad aban-
donada, la cual es necesaria para que haya progreso.
Frecuentemente, un énfasis extremo involucra perso-
nas en una zanja del camino tratando de halar a otros de
la otra.
Entonces, un énfasis extremo simplemente suscita y
anima personas acerca de una verdad general que había
sido dejada de lado o ignorada. Un énfasis extremo debe
lograr nuestra atención. Pero luego necesitamos sabiduría
para hacer una aplicación productiva y fructífera de esa
verdad general.
El problema se crea cuando se hace una aplicación
extrema de lo que ha sido enfatizado. En otras palabras,
las personas han fallado en hacer una aplicación balancea-
da de lo que ha sido fuertemente enfatizado. Fracasan en
integrar esa verdad con el resto de la Palabra de Dios. El
consejo total de las Escrituras es lo que nos mantendrá en
balance.
Así que ¿cómo puede un ministro integrar una cierta
verdad que el Espíritu Santo está enfatizando dentro de
la totalidad de la Palabra de Dios? Creo que la respuesta
es: por medio de presentar de manera consciente un pa-
norama balanceado del tema, buscando todo el funda-
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 173

mento bíblico que le sea posible y no solamente enseña-


do a partir de un versículo aislado.
Aun si ministros o estudiantes de la Palabra se enfo-
can en una verdad particular, todavía es importante in-
cluir otros temas en su dieta espiritual. Solo porque un
niño prefiere postre, el padre sabio no deja de colocar
también pan, carne y vegetales en su plato.
He seguido una regla primordial que me ha servido
grandemente para presentar el consejo completo de la Pa-
labra de Dios. Si la Biblia le da mucho énfasis a un tema,
con muchos versículos, en diferentes libros de la Biblia,
trato de enfatizar ese tema en mi predicación y mi ense-
ñanza. Si la Biblia dice poco acerca de otro tema, me
propongo no hacer un gran énfasis o ser demasiado dog-
mático al respecto.
No abandone la sabiduría práctica y
el sentido común
Como cristianos, debemos aplicar la enseñanza bíbli-
ca y los principios espirituales en nuestro diario vivir.
Además, no debemos abandonar la sabiduría práctica y el
sentido común. También debe haber balance en esta parte
de nuestra vida.
El caminar de fe no ignora las leyes naturales del uni-
verso, las cuales son en realidad las leyes de Dios. Como
regla general, Él no hace sobrenaturalmente lo que tene-
mos el poder para hacer. La mayoría de las personas des-
cubren que únicamente después que han hecho todo lo
que sabían y podían hacer es cuando Dios entra en la
escena y hace lo que sólo Él puede hacer.
Por ejemplo, no cabe duda que puede milagrosamente
sanar nuestro cuerpo humano. Personalmente, fui levan-
174 EL TOQUE DE MIDAS

tado de mi lecho de muerte y fui completamente restau-


rado. A través de los años, he visto mucha gente sanada
de todo, desde dolores de cabeza hasta cánceres.
Pero sólo porque Dios puede sanar y sana, no signifi-
ca que desechemos el sentido común para cuidar nuestro
cuerpo; comiendo los alimentos correctos, haciendo ejer-
cicio, trabajando de una manera razonable y teniendo el
descanso adecuado. Tampoco significa que una persona
enferma deba suspender su tratamiento médico y aban-
donar la razón y el sentido común. Sería tontería, no fe,
que una persona con diabetes se mantuviera comiendo
grandes cantidades de alimentos azucarados y almidones,
diciendo que esta confiando en que Dios la sane.
En el mismo sentido, sería ridículo que personas tra-
taran de «parecer prósperas» comprando toda clase de
artículos lujosos cargándolos a las tarjetas de crédito que
ya tienen cobros que no pueden pagar. «Creo que Dios
va a proveer el dinero para pagar mis deudas de alguna
manera —dicen—. Estoy esperando una bendición mila-
grosa. Tal vez ¡Él me ayude a ganar la lotería!».
Obviamente, las expectativas de estas personas están
basadas en malos entendidos y motivos errados. No hay
balance entre la fe y la realidad en sus vidas. Con muy
poca sabiduría y discernimiento espiritual donde apoyar-
se, son fácilmente engañadas y guiadas por mal camino
por promotores religiosos extraviados e inescrupulosos.
¿Está la prosperidad ligada
solamente al dar?
Al enseñar prosperidad, muchos predicadores parecen
transmitir la idea que recibir abundancia financiera está
conectada total y exclusivamente con una cosa: dar, y
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 175

¡usualmente a ellos! No me mal interprete, creo en el dar.


Creo que dar es importante, pero no es la única clave para
la prosperidad.
Mi hijo, el reverendo Kenneth Hagin Jr., es pastor de
la iglesia Bíblica RHEMA en Broken Arrow, Oklahoma.
De vez en cuando predica acerca de prosperidad a su con-
gregación, la cual incluye un gran número de gente joven,
muchos de los cuales son estudiantes del Centro de En-
trenamiento Bíblico RHEMA. Ken incluye muchos pa-
sajes de la Palabra de Dios que definen la prosperidad y
muestran que definitivamente está incluida en la volun-
tad de Dios para su pueblo hoy. Como parte de la lección
bíblica, enseña acerca del diezmar y el dar como elemen-
tos vitales de la prosperidad bíblica.
Además, enfatiza que conocer y hacer lo que la Biblia
dice tiene relación directa con nuestra prosperidad. Josué
1:8 declara: «Nunca se apartará de tu boca este libro de
la ley (la Palabra de Dios), sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a
todo lo que en él está escrito; porque entonces harás pros-
perar tu camino, y todo te saldrá bien» (é.a).
Como puede ver, la Biblia no habla simplemente que
Dios nos va a prosperar. También habla que hagamos nues-
tro camino próspero. Es por eso que Ken no trata sólo
con el aspecto espiritual de la prosperidad. También ani-
ma a la gente joven a identificar sus habilidades e intere-
ses para que luego busquen a Dios y puedan ver si les
guía en un área vocacional. Deben recibir la mejor educa-
ción que puedan y lograr un amplio rango de conoci-
miento acerca del mundo en que viven. Él aconseja a los
adultos que quieren mejorar en sus trabajos a tomar clases
y a recibir entrenamiento extra.
176 EL TOQUE DE MIDAS

También les enseña a las personas que deben laborar


duro y ser diligentes al realizar sus tareas en sus empresas.
En la mayoría de los casos, los trabajadores que se intere-
san en sus responsabilidades y hacen una buena labor, son
reconocidos y recompensados por lo que hacen. Es ver-
dad que otros debemos confiar en Dios como nuestra
fuente en vez de poner toda nuestra confianza en un tra-
bajo o en la economía. Pero eso no significa que la pros-
peridad financiera sea totalmente independiente a la ocu-
pación de una persona.
Si bien Dios puede canalizar bendiciones hacia noso-
tros de diferentes fuentes, la mayoría del tiempo usa nuestro
trabajo como el canal principal. Típicamente, hay una
relación entre la prosperidad financiera de alguien y la
responsabilidad que tiene en su trabajo. La gente que
trabaja más duro en áreas más especializadas y de mayor
habilidad, aquellos cuyas habilidades tienen más deman-
da, reciben una mayor recompensa financiera. Pablo le
dijo a los Tesalonicenses: «Y trabajar con vuestras manos
de la manera que os hemos mandado, / a fin de que os
conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no
tengáis necesidad de nada» (1 Tesalonicenses 4:11-12).
También afirmó: «Y todo lo que hagáis, hacedlo de
corazón, como para el Señor y no para los hombres»
(Colosenses 3:23).
Otra lección esencial que Ken enseña a su congrega-
ción es la importancia de asociarse bien. No puede per-
manecer alrededor de personas que están llenas de duda e
incredulidad sin que estas actitudes se le peguen. No
puede estar con personas que son dadas a criticar y a
quejarse todo el tiempo sin ser afectado. No puede aso-
ciarse con gente que miente y hace trampa y no ser tenta-
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 177

do a comprometer su propio carácter moral. En los días


en que la gente tenía estufas donde se quemaba madera o
carbón, había un antiguo dicho: «No puede manipular
un tubo de la estufa sin ensuciarse las manos».
La totalidad del consejo
de la Palabra de Dios
Creo que los pastores y los maestros tienen la respon-
sabilidad de enseñar la Palabra de Dios entera, no sólo
una parte. Todas las cosas que Ken incluye, como parte
de su enseñanza, sobre la prosperidad, ayudan a traer un
balance al tema el cual no se obtiene hablando sólo acerca
del dar.
Algunas personas se vuelven religiosamente
desbalanceadas, enfatizando y practicando solamente cier-
tas verdades y dejando de lado o ignorando otras. Tarde o
temprano, necesitamos aprender que la Biblia no enseña
un mensaje desequilibrado y fuera de balance con respec-
to a la prosperidad. Hay mucho más del mensaje que
decir constantemente: «¡Si quiere ser próspero, dé! ¡Si
quiere ser próspero, dé! ¡Si quiere ser próspero, dé!».
Los ministros que hacen esto no están enseñando todo
el consejo de la Palabra de Dios. En mi opinión, cometen
una injusticia con la Palabra de Dios al enfatizar sólo un
lado del tema. Le dan razones entendibles a aquellos que
señalan que su motivo es lograr que la gente les dé. Es
probable que su confianza no esté en las promesas de la
Palabra y sienten que tienen que «ayudar» a Dios tratan-
do constantemente de conseguir dinero pidiéndoselo a
otros.
Otro asunto crucial e importante es que los ministros
nunca deberían sugerir o guiar personas a creer que pros-
178 EL TOQUE DE MIDAS

peridad significa riqueza notable y derroche. Simplemen-


te no es verdad que todo aquel que tiene fe para prosperi-
dad va a vivir en un palacio, a conducir un carro lujoso y
a vestir ropa costosa y de marca.
La prosperidad es relativa. Para algunas personas, po-
der pagar sus cuentas y proveer las comodidades básicas
de la vida para sus familias sería una gran bendición, de-
finitivamente un paso adelante. En algunos países, ser
próspero puede significar tener una bicicleta o una moto-
cicleta que conducir o tener un buey para arar los campos
y plantar una cosecha.
¿Por qué nos prospera Dios?
Dios envía prosperidad para bendecirnos y suplir nues-
tras necesidades. Pero lo más importante: nos prospera
para hacer posible que llevemos acabo su obra en nuestras
comunidades, nuestra nación y en toda la tierra. Si fraca-
samos en entender esto o lo olvidamos, creo que corre-
mos el peligro de perder la bendición.
A través de los años, el Centro de Entrenamiento Bí-
blico RHEMA ha enviado miles de obreros a la cosecha.
Muchos graduados están pastoreando o trabajando en el
ministerio de ayudas en iglesias locales. Muchos otros
están en el campo misionero llevando a cabo el llamado
de Dios en sus vidas. Uno de los más grandes gozos de
mi vida es recibir los reportes de los ex-alumnos acerca
de lo que están haciendo en la obra del Señor.
De esta manera, hemos escuchado muchos testimo-
nios de personas en varias naciones en vías de desarrollo
que oyen el evangelio y entregan sus corazones a Dios.
Cuando empiezan a creer y a practicar la Palabra de Dios,
también empiezan a experimentar prosperidad o incre-
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 179

mento en sus vidas. Las cosas por las que han estado
agradecidos puede que no parezcan mucho para las perso-
nas en las naciones desarrolladas, pero simplemente tener
agua pura para sus niños o un techo que no gotea repre-
senta un dramático mejoramiento.
Recuerdo a un líder de misiones testificando que, cuan-
do el inicio su trabajo en un área, ninguno de los pastores
o evangelistas de la nación que estaban bajo su supervi-
sión tenían transporte alguno excepto caminar. Cuando
empezó a enseñarles acerca de los principios de prosperi-
dad y a creer que Dios supliría sus necesidades, en sola-
mente un año o algo más, cada ministro nacional en su
distrito tenía o una bicicleta o una motocicleta, o algún
otro vehículo motorizado. Esto hizo las cosas más fáciles
y convenientes para ellos para ir a diferentes aldeas, pre-
dicar a Jesús y hablar de las buenas nuevas del Evangelio.
Ahora, según los parámetros de algunos, éstas personas
aun no eran ricas, pero se consideraban ¡bendecidos y
prósperos!
La prosperidad no es un «evangelio norteamericano».
Va a funcionar en África, India, China o en cualquier
otro lugar donde el pueblo de Dios practique la verdad
de su Palabra. ¡Si no funciona en los lugares más pobres
de la tierra, entonces no es verdad!
¿Por qué la gente en Estados Unidos y otras naciones
desarrolladas ha sido bendecida con más recursos mate-
riales que en otros países? No tengo toda la respuesta. Lo
que sé es que tenemos mucho por lo cual estar agradeci-
dos. Cualquiera que haya viajado a naciones subdesarro-
lladas puede confirmar que aun nuestros ciudadanos más
pobres tienen más que la mayoría de gente en el mundo.
180 EL TOQUE DE MIDAS

Quizás una razón por la cual se nos han confiado


tantos recursos es para que podamos financiar el cumpli-
miento de la gran comisión en todo el mundo y hacer
otras buenas obras. Ciertamente tenemos una responsabi-
lidad de predicar esas bendiciones. Jesús dijo: «porque a
todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le
demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le
pedirá» (Lucas 12:48).
El Apóstol Santiago declara: «Y al que sabe hacer lo
bueno, y no lo hace, le es pecado» (Santiago 4:17). Que
Dios nos ayude a no fracasar en hacer lo bueno cuando
tenemos poder para hacerlo.
Sean buenos administradores
permaneciendo informados
No sólo tenemos la obligación de bendecir a otros y
ayudar financieramente a llevar el evangelio al mundo,
sino que también somos responsables de invertir nues-
tros fondos en ministerios que sean confiables y produc-
tivos. Como un granjero, debemos hacer lo mejor para
determinar que estemos sembrando nuestras semillas en
buena tierra.
Como lo he dicho, creo que la primera consideración
y prioridad de un cristiano al dar debe ser en su iglesia
local. El diezmo debe ir a la iglesia para apoyar los minis-
tros y los programas evangelísticos de esa asamblea de
creyentes.
Segundo, los creyentes pueden y deben apoyar otros
ministerios de los cuales reciben alimento espiritual y
con los cuales se han comprometido «apoyar». Este apo-
yo debe venir de ofrendas por encima del diezmo.
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 181

Creo que nuestro dar básico debe ser planeado y siste-


mático. Pablo pidió a los creyentes que dieran como «pro-
pusieran en su corazón». Eso significa que debían dar
con propósito, más que por un arranque emocional, sen-
tido de culpabilidad o por algún impulso. Dar «según el
Espíritu guíe» está bien, pero eso debe hacerse como algo
extra al dar planeado y sistemático. Una iglesia necesita
apoyo económico consistente y regular con el que pueda
contar para poder mantener su trabajo y sus programas
fluyendo suavemente. Los miembros que dan de manera
irregular e inconsistente hacen difícil para la iglesia pla-
near y mantener un presupuesto.
Los ministerios que funcionan afuera, pero con apoyo
de la iglesia local, también dependen de las ofrendas con-
sistentes y sistemáticas. Las ofrendas de una vez u ocasio-
nales son bienvenidas y apreciadas, pero una organización
como Kenneth Hagin Ministries también necesita un
ingreso regular con el cual pueda contar. Este es el pro-
pósito de nuestro Club de Socios de la Palabra, donde
personas se comprometen a enviar determinadas ofrendas
mensualmente.
Los creyentes deben buscar organizaciones que pue-
dan apoyar, que sean productivas para el reino de Dios,
ministerios que estén contribuyendo activamente a la pre-
dicación del Evangelio y a la expansión de la Iglesia. Un
posible dador debe hacerse preguntas como las siguien-
tes:
• ¿Cuántas personas están naciendo de nuevo y sien-
do llenas del Espíritu a través de este ministerio?
• ¿Cuántas personas están siendo establecidas y for-
talecidas en fe por medio de sus programas de al-
cance?
182 EL TOQUE DE MIDAS

• ¿Hay multiplicación? ¿Se están produciendo minis-


terios y estableciendo iglesias?
• ¿Se está haciendo el bien en el mundo y en el cuerpo
de Cristo a través de este ministerio?
• ¿Es su mensaje uno de verdad?
• ¿Es el ministerio un buen administrador de sus fi-
nanzas?
• ¿Para conseguir finanzas en el ministerio son los
métodos usados éticos y sanos?
• ¿Es el ministerio (y sus ministros) financieramente
responsable?
También hay algunas «banderas rojas» o señales de
advertencia para observar al determinar si un ministerio
es recto y digno de recibir apoyo económico. Sugiero la
mayor precaución al apoyar o involucrarse con una orga-
nización que tenga las siguientes señales:
• Ejerce presión para dar o incita al dar impulsivo
diciendo: «¡Debe dar ahora!».
• Sugiere condenación y culpabilidad si no da. Usa
un alto emocionalismo y manipulación espiritual,
como «profetizando» dólares saliendo de su bolsi-
llo.
• Hace promesas ridículas como: «Todo el que dé
ahora recibirá un retorno del ciento por uno» o
«Aquellos que den en esta ofrenda tendrán sus deu-
das canceladas».
• No promueve o proyecta la idea de que son el
único ministerio digno de recibir apoyo económico.
• Gasta más tiempo y energía en conseguir fondos
que en hacer la obra del ministerio.
• Crea estímulos de dinero alrededor de fraudes y sen-
sacionalismo.
ENSEÑANZA BALANCEADA Y SANA 183

Hagamos lo posible para mantener el balance en cada


área, incluyendo el de las finanzas y la prosperidad. Re-
cuerde mirar a todo el consejo de la Palabra de Dios sin
dejar de lado la sabiduría práctica y el sentido común.
Esto le ayudará a permanecer en el camino correcto en
todo tiempo.
CAPITULO OCHO

VEINTICUATRO PRINCIPIOS
DE LAS EPÍSTOLAS CON
RESPECTO AL DINERO,
EL DAR Y El RECIBIR
Soy un gran defensor del Nuevo Testamento, espe-
cialmente de las Epístolas. A través de los años de minis-
terio, he tratado de conservar cada Biblia que he usado.
Una fue destruida por el moho cuando estaba guardada,
pero tengo todas las otras. Si examina todas esas Biblias,
va a notar que las últimas páginas, donde están las Epís-
tolas, están más gastadas que el resto.
No me mal interprete. Leo y enseño toda la Biblia de
portada a contra portada. Pero hace muchos años descu-
brí que las Epístolas (o las cartas de los Apóstoles) me
hablaban en una forma directa y precisa. Fueron escritas
a cristianos (¡y eso me incluye a mí!). Así que decidí vivir
en y por las Epístolas.
El Antiguo Testamento fue toda la Biblia que hubo
por siglos. Esa era la Biblia que Jesús citaba en su minis-
terio. El Antiguo Testamento es valioso para mí porque
186 EL TOQUE DE MIDAS

me enseña acerca de Dios, la historia del mundo y cómo


trató con su pueblo escogido, los judíos. Contiene la Ley
y los profetas, los Salmos y los Proverbios. Aprecio el
Antiguo Testamento y me beneficio de éste, pero no me
fue escrito a mí.
Los cuatro Evangelios son tremendos, registrando el
ministerio y las enseñanzas de Jesús. Al leerlos, conozco
acerca del nacimiento de nuestro Señor, sus viajes, sus
milagros, sus enseñanzas, sus oraciones, su muerte y resu-
rrección. Éstos presentan el plan de salvación y la gran
comisión de Cristo para evangelizar al mundo. Amo los
Evangelios porque fueron escritos para mí.
Los Hechos de los Apóstoles es una historia detallada
de la Iglesia primitiva. Habla acerca de los primeros cre-
yentes recibiendo el bautismo del Espíritu Santo el día
de Pentecostés y cómo se establecieron iglesias en el mundo
conocido. Pero de nuevo, Hechos fue escrito para mí y
no a mí.
Pero cuando leo las Epístolas, encuentro que son car-
tas escritas a la iglesia, a personas creyentes nacidas de
nuevo tratando de vivir su vida cotidiana de acuerdo a las
enseñanzas del Señor. Estas cartas proveen enseñanzas es-
pecíficas que necesito para entender; guianza, dirección y
corrección que puedo usar en mis propias situaciones.
Muchas veces, mientras las leo, tengo la impresión de
que el autor, movido por la inspiración del Espíritu San-
to, miró a través de los siglos y me vio a mí, luchando
para hallar mi camino y dijo: «¡Ve en esta dirección!, si-
gue este ejemplo».
Solo para que entendamos que las Epístolas están di-
rigidas a nosotros, varios de los apóstoles enfatizan que
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 187

fueron escritas a una audiencia más extensa que la origi-


nal. Por ejemplo, en 1 Corintios 1:2, Pablo escribió la
carta diciendo: «A la iglesia de Dios que está en Corinto,
a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos
CON TODOS LOS QUE EN CUALQUIER LUGAR
INVOCAN EL NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO» (é.a). Ese, «todos los que en cualquier
lugar», lo incluye a usted y a mí.
En su carta a «los santos en Éfeso», Pablo también
incluyó: «y a los fieles en Cristo Jesús» (Efesios 1:1).
Gracias a Dios, estoy tratando de ser fiel ¿y usted? Así
que esta carta está dirigida a mí.
El Apóstol Santiago dirigió su carta «a las doce tri-
bus que están en la dispersión». (Santiago 1:1).
Y Pedro dirigió una de sus cartas «a los que habéis
alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Je-
sucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra» (2
Pedro 1:1).
Así que para mí, las Epístolas son un poco más espe-
ciales. Siento que su enseñanza tiene gran relevancia para
nosotros hoy, los que somos miembros del cuerpo de Cris-
to. Siempre encuentro la enseñanza de las epístolas direc-
ta al punto, clara e inequívoca.
En este capítulo, he incluido veinticuatro principios
de la epístolas que se relacionan con nuestro tema general
del dinero, el dar y la prosperidad. Lo que los apóstoles
tienen que decir es tan claro que requiere muy poco co-
mentario, así que la mayoría de texto que sigue es Escri-
tura. Y algunas veces comparo dos o más versiones o tra-
ducciones del mismo pasaje.
188 EL TOQUE DE MIDAS

1. Los creyentes no pueden dar nada a


Dios que no se haya originado con Él
«¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de
la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos! / Porque ¿quién entendió la
mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? / ¿O quién
le dio a él primero, para que le fuese recompensado?»
(Romanos 11:33-35).
La traducción Montgomery dice: «¿Quién le ha dado
primero a él, como para recibir pago en retorno?» (v. 35).
Esto deja claro que nosotros no debemos demandar
que Dios nos dé lo que queramos. Dios, en su gracia, ya
ha provisto todo para nosotros.
El Antiguo Testamento cuenta cómo David quería ver
una casa o templo edificado para Dios y cómo recolectó
una generosa ofrenda de su riqueza personal y de la pros-
peridad de la gente de Israel. Ellos acumularon una enor-
me cantidad de oro, plata, piedras preciosas y otros mate-
riales necesarios para la tarea. Luego el rey oró
elocuentemente:
«Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la
gloria, la victoria y el honor; PORQUE TODAS LAS
COSAS QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA
TIERRA SON TUYAS. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y
tú eres excelso sobre todos. / Las riquezas y la gloria
proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está
la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar
poder a todos. / Ahora pues, Dios nuestro, nosotros ala-
bamos y loamos tu glorioso nombre. / Porque ¿quién soy
yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer
voluntariamente cosas semejantes? PUES TODO ES
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 189

TUYO, Y DE LO RECIBIDO DE TU MANO TE


DAMOS. / OH JEHOVÁ DIOS NUESTRO, TODA
ESTA ABUNDANCIA QUE HEMOS PREPARADO
PARA EDIFICAR CASA A TU SANTO NOMBRE,
DE TU MANO ES, Y TODO ES TUYO» (1 Crónicas
29:11-14,16 é.a).
Recuerde también que en 1 Corintios 10:26,28, Pablo
declara que «del Señor es la tierra y su plenitud».
Ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, recono-
cen a Dios como el Creador y Poseedor de todas las co-
sas. Haberle dado algo a Dios no autoriza a nadie a de-
mandar arrogantemente que haga algo en retorno. En lu-
gar de esto, el dar debe hacerse en actitud de adoración,
reconociendo que cualquier cosa que le damos Dios fue
creada originalmente por Él y luego nos fue dada. Por lo
tanto, la actitud apropiada para dar es de adoración y
gratitud.
2. Algunos creyentes operan en
una gracia especial para dar
«De manera que, teniendo diferentes dones, según la
gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a
la medida de la fe; / o si de servicio, en servir; o el que
enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhorta-
ción, EL QUE REPARTE, con liberalidad; el que presi-
de, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría»
(Romanos 12:6-8 é.a).
Estos no son oficios ministeriales como los listados
en Efesios 4. Por el contrario, son simplemente inclina-
ciones especiales encontradas en ciertos creyentes, basa-
das en una «gracia extra» en un área determinada. Por
190 EL TOQUE DE MIDAS

ejemplo, todos los creyentes son llamados por Dios a ser


misericordiosos, pero algunos tienen una «gracia extra»
en esta área.
A algunos creyentes se les ha dado una gracia especial
y abundante, particularmente en el de dar. Pero esto no
excusa a otros creyentes de su responsabilidad básica de
hacerlo también.
3. Los creyentes son llamados a
ser diligentes en los negocios
«No perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Se-
ñor» (Romanos 12:11).
La traducción Montgomery de este versículo dice: «En
su diligencia, libre de pereza».
Si bien el apóstol Pablo toca este importante tema, el
libro de Proverbios está lleno de amonestaciones que apli-
can a cada creyente. Ellos no pueden esperar prosperar si
no son diligentes y responsables en cumplir con sus obli-
gaciones en la vida.
4. Los creyentes son llamados a ser
responsables con sus obligaciones
financieras
«Pues por esto pagáis también los tributos, porque
son servidores de Dios que atienden continuamente a esto
mismo. / Pagad a todos lo que debéis: al que tributo,
tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respe-
to; al que honra, honra. / NO DEBÁIS A NADIE NADA,
SINO EL AMAROS UNOS A OTROS; PORQUE EL
QUE AMA AL PRÓJIMO, HA CUMPLIDO LA LEY»
(Romanos 13:6-8 é.a).
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 191

La traducción Weymouth dice: «No tengas deuda sin


pagar, excepto la deuda mutua del amor» (v. 8).

5. Los creyentes tienen la obligación de


ministrar financieramente a aquellos
que los han bendecido espiritualmente
«Más ahora voy a Jerusalén para ministrar a los san-
tos. / Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer
una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que
están en Jerusalén. / Pues les pareció bueno, y son deu-
dores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos par-
ticipantes de sus bienes espirituales, deben también ellos
ministrarles de los materiales» (Romanos 15:25-27).
«El que es enseñado en la Palabra, haga partícipe de
toda cosa buena al que lo instruye» (Gálatas 6:6).
Y en la traducción Phillips dice: «El hombre bajo
instrucción Cristiana debe estar dispuesto a contribuir
para la subsistencia de su maestro».
6. Los ministros tienen derecho a ser
apoyados financieramente por
su trabajo en el ministerio
«¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? / ¿No
tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por
mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos
del Señor, y Cefas? / ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos
derecho de no trabajar? / ¿Quién fue jamás soldado a sus
propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su
fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche
192 EL TOQUE DE MIDAS

del rebaño? / ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice


esto también la ley? / Porque en la ley de Moisés está
escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios
cuidado de los bueyes, / o lo dice enteramente por noso-
tros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza
debe arar el que ara, y el que trilla con esperanza de reci-
bir del fruto. / Si nosotros sembramos entre vosotros lo
espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo mate-
rial? (La versión Williams de este versículo dice: “¿Si no-
sotros hemos sembrado la semilla espiritual para ustedes,
es gran cosa si segamos apoyo material de ustedes?) / Si
otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuanto
más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino
que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo
al evangelio de Cristo. / ¿No sabéis que los que trabajan
en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que
sirven al altar, del altar participan? / Así también ordenó
el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del
evangelio. / Pero yo de nada de esto me he aprovechado,
ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo;
porque prefiero morir antes que nadie desvanezca esta mi
gloria» (1 Corintios 9:4-15 é.a).
Note que Pablo enfatiza que los ministros tienen de-
recho a ser apoyados financieramente. Aun en una cir-
cunstancia particular, escogió perder este derecho antes
que ser acusado de abusar del mismo, pero señala que
otros ministros y él merecen ser apoyados.
«Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por
dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en
predicar y enseñar. / Pues la Escritura dice: No pondrás
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 193

bozal al buey que trilla; y digno es el obrero de su sala-


rio» (1 Timoteo 5:17-18).
En la versión Williams dice: «Los ancianos que hacen
bien su trabajo, deben ser considerados como dignos de
merecer el doble del salario que reciben, especialmente
aquellos que se mantienen trabajando arduamente en la
predicación y la enseñanza» (v. 17).
7. El amor debe motivar
el dar de los creyentes
«Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a
los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no
tengo amor, de nada me sirve» (1 Corintios 13:3).
En la traducción del Lenguaje Moderno dice: «Y aun-
que diese todas mis pertenencias para alimentar a los ham-
brientos, y entregase mi cuerpo para ser quemado, sino
tengo amor, no me beneficia en lo más mínimo».
8. Los cristianos deben practicar el dar
de manera consistente y sistemática
«En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros
también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia.
/ Cada primer día de la semana cada uno de vosotros pon-
ga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para
que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas» (1
Corintios 16:1,2).
En la traducción Norlie, enfatiza que el dar de cada
persona debe ser «de acuerdo con su habilidad financie-
ra» (v. 2).
194 EL TOQUE DE MIDAS

Y en la versión La Biblia Viviente, dice: «La cantidad


depende de cuanto le ha ayudado a ganar el Señor a us-
ted» (v. 2).
9. El dar es una «gracia» que puede ser
ejercitada en medio de circunstancias
retadoras. El dar es el reflejo de una
vida entregada al Señor y está arraiga-
do en la persona y el ejemplo de nues-
tro Señor Jesucristo
«Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de
Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; / que en
grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y
su profunda pobreza abundaron en riquezas de su gene-
rosidad. / Pues doy testimonio de que con agrado han
dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuer-
zas, / pidiéndonos con muchos ruegos que les concedié-
semos el privilegio de participar en este servicio para los
santos. / Y no como lo esperábamos, sino que a sí mis-
mos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros
por la voluntad de Dios; / de manera que exhortamos a
Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe
también entre vosotros esta obra de gracia. / Por tanto,
como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en
toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abun-
dad también en esta gracia. / No hablo como quién man-
da, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia
de otros, también la sinceridad del amor vuestro. / Por-
que ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 195

por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que


vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos» (2 Corintios
8:1-9).
El versículo 2, en la versión La Nueva Biblia en In-
glés, dice: «Los problemas que ellos han atravesado los
han probado duramente, y aun en todo eso han sido tan
sumamente alegres que de lo profundo de su pobreza se
han mostrado pródigamente generosos».
10. Dios quiere que todos nosotros
hagamos nuestra parte y «llevemos
nuestra carga» en el dar
«Sino para que en este tiempo, con igualdad, la abun-
dancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también
la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para
que haya igualdad. / Como está escrito: El que recogió
mucho, no tuvo más, y el que poco no tuvo menos» (2
Corintios 8:14-15).
En este pasaje, Pablo está tocando específicamente el
tema de los cristianos prósperos ayudando a los herma-
nos que están luchando, pero el concepto de igualdad
tiene otras aplicaciones también. Dios quiere que cada
uno en la iglesia haga su parte. Desafortunadamente, en
muchas iglesias, unos pocos fieles llevan la carga finan-
ciera mientras que otros (quienes están en capacidad de
dar), están libres de ésta. Por causa de los diferentes nive-
les de ingreso, la gente puede dar cantidades diferentes,
pero Dios quiere que los miembros de la iglesia estén
igualmente comprometidos.
196 EL TOQUE DE MIDAS

11. Los ministros deben ser éticos y sin


reproche en su manejo de las finanzas
de la iglesia
«Evitando que nadie nos censure en cuanto a esta
ofrenda abundante que administramos, / procurando ha-
cer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor
sino también delante de los hombres» (2 Corintios 8:20-
21).
En la versión La Nueva Biblia en Inglés, el versículo
20, dice: «Nosotros queremos guardarnos de cualquier
crítica en nuestro manejo de esta generosa ofrenda».
Y la Nueva Versión Internacional, dice: «Porque pro-
curamos hacer lo correcto, no sólo delante del Señor sino
también delante de los demás» (v. 21).
12. Pablo enseña claramente la ley
de sembrar y cosechar
«Pero esto digo: El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente, ge-
nerosamente también segará. / Cada uno dé como propu-
so en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad (por
coerción), porque Dios ama al dador alegre. / Y podero-
so es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia,
a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo
suficiente, abundéis para toda buena obra» (2 Corintios
9:6-8 é.a).
En El Nuevo Testamento del Siglo Veinte, el versícu-
lo 8, dice: «Dios tiene el poder de derramar toda clase de
bendiciones sobre usted, para que, teniendo bajo todas
las circunstancias y en todas las ocasiones, todo lo que
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 197

pueda necesitar, usted esté en capacidad de derramar toda


clase de beneficios sobre otros».
Hay otros pasajes que enseñan esta ley de sembrar y
cosechar:
«No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues
todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. /
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará
corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Es-
píritu segará vida eterna. / No nos cansemos, pues, de
hacer bien; porque ha su tiempo segaremos si no desma-
yamos» (Gálatas 6:7-9).
«Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en
mi tribulación. / Y sabéis también vosotros, oh filipenses,
que al principio de la predicación del evangelio, cuando
partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo
en razón de DAR Y RECIBIR, sino vosotros solos; /
pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para
mis necesidades. / No es que busque dádivas, sino que
busco fruto que abunde en vuestra cuenta. / Pero todo
lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo
recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante;
sacrificio acepto, agradable a Dios. / Mi Dios, pues, su-
plirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:14-19 é.a).
13. Pablo buscó el corazón de la gente,
no su dinero
«He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a
vosotros; y no os seré gravoso, PORQUE NO BUSCO
LO VUESTRO, SINO A VOSOTROS, pues no deben
atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los
198 EL TOQUE DE MIDAS

hijos. / Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo


mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas,
aunque amándoos más, sea amado menos. / Pero admi-
tiendo esto, que yo no os he sido carga, sino que como
soy astuto, os prendí por engaño, / ¿acaso os he engañado
por alguno de los que he enviado a vosotros? / Rogué a
Tito, y envié con él al hermano. ¿Os engaño acaso Tito?
¿No hemos procedido con el mismo espíritu y en las mis-
mas pisadas?» (2 Corintios 12:14-18 é.a).
14. Pablo fue vehemente en dar
a los pobres
«Y reconociendo la gracia que me había sido dada,
Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como colum-
nas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de
compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles,
y ellos a la circuncisión. / Solamente nos pidieron que
nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré
con diligencia (vehemencia) hacer» (Gálatas 2:9-10 é.a).
15. Pablo y Juan fomentaron la caridad
cristiana hacia los hermanos
«Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien
a todos, y mayormente a los de la familia de la fe» (Gálatas
6:10).
«Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su
hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón,
¿cómo mora el amor de Dios en él? / Hijitos míos, no
amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en ver-
dad» (1 Juan 3:17-18).
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 199

16. Pablo ejemplificó y enseñó


un fuerte trabajo ético
«El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo
con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué com-
partir con el que padece necesidad» (Efesios 4:28).
«Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con te-
mor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a
Cristo; / no sirviendo al ojo, como los que quieren agra-
dar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de cora-
zón haciendo la voluntad de Dios; / sirviendo de buena
voluntad, como al Señor y no a los hombres, / sabiendo
que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor,
sea siervo o sea libre» (Efesios 6:5-8).
«Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrena-
les, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a
los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.
/ Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el
Señor y no para los hombres; / sabiendo que del Señor
recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el
Señor servís» (Colosenses 3:22-24).
«Porque os acordáis, hermanos de nuestro trabajo y
fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser
gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evange-
lio de Dios» (1 Tesalonicenses 2:9).
«Y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en
vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la
manera que os hemos mandado, / a fin de que os con-
duzcáis honradamente para con los de afuera, y no ten-
gáis necesidad de nada» (1 Tesalonicenses 4:11-12).
«Ni comimos de balde el pan de nadie, sino que tra-
200 EL TOQUE DE MIDAS

bajamos con afán y fatiga de día y de noche, para no ser


gravosos a ninguno de vosotros; / no porque no tuviése-
mos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo
para que nos imitaseis. / Porque también cuando estába-
mos con vosotros, os ordenábamos esto: SI ALGUNO
NO QUIERE TRABAJAR, TAMPOCO COMA. /
Porque oímos que algunos de entre vosotros andan des-
ordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetién-
dose en lo ajeno. / A los tales mandamos y exhortamos
por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando
sosegadamente, coman su propio pan» (2 Tesalonicenses
3:8-12 é.a).
17. Pablo abogó por el contentamiento y
censuró la codicia
«No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a
contentarme, cualquiera que sea mi situación. / Sé vivir hu-
mildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy
enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así
para tener abundancia como para padecer necesidad. / Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:11-13).
«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con
lo que tenéis ahora; porque él dijo: no te desampararé, ni
te dejaré» (Hebreos 13:5).
«Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra
desea. / Pero es necesario que el obispo sea irreprensible,
marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso,
hospedador, apto para enseñar; / no dado al vino, no
pendenciero, no codicioso de ganancias deshonesta, sino
amable, apacible, no avaro/ Los diáconos asimismo de-
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 201

ben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no


codiciosos de ganancias deshonestas» (1 Timoteo 3:1-
3,8).
«Porque es necesario que el obispo sea irreprensible,
como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo,
no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganan-
cias deshonestas» (Tito 1:7).
La mentira de la codicia es: «Si sólo tuviera más dine-
ro o si sólo tuviera esto o aquello, sería feliz». Pero el
contentamiento dice: «Por Jesucristo, yo estoy alegre sin
importar las circunstancias».
18. Pablo enfatiza en la responsabilidad
del individuo de proveer para su fa-
milia
«Porque si alguno no provee para los suyos, y mayor-
mente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que
un incrédulo» (1 Timoteo 5:8).
19. Los creyentes no deben amar o
confiar en el dinero
«Disputas necias de hombres corruptos de entendi-
miento y privados de la verdad, que toman la piedad como
fuente de ganancia; apártate de los tales. / Pero gran
ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; /
porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada
podremos sacar. / Así que, teniendo sustento y abrigo,
estemos contentos con esto. / Porque los que quieren
enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codi-
cias necias y dañosas, que hunden a los hombres en des-
202 EL TOQUE DE MIDAS

trucción y perdición; / porque raíz de todos los males es


el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extravia-
ron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. / A
los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pon-
gan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas,
sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abun-
dancia para que las disfrutemos. / Que hagan bien, que
sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; / ateso-
rando para sí buen fundamento para lo por venir, que
echen mano de la vida eterna» (1 Timoteo 6:5-10,17-
19).
20. Los creyentes de la Iglesia Primitiva
consideraban sus posesiones materia-
les de mucho menos valor que su fe
«Pero traed a la memoria los días pasados, en los cua-
les, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran
combate de padecimientos; / por una parte, ciertamente,
con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectácu-
lo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que esta-
ban en una situación semejante. / Porque de los presos
también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bie-
nes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros
una mejor y perdurable herencia en los cielos» (Hebreos
10:32-34).
La traducción Williams, del versículo 34, dice: «Y
alegremente se sometieron al embargo violento de su pro-
piedad, porque sabían que tenían en ustedes mismos y en
el cielo una que era duradera».
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 203

21. Los creyentes fueron advertidos


fuertemente contra el favoritismo y la
parcialidad basados en la riqueza
«Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso
Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. / Porque si
en vuestra congregación entra un hombre con anillo de
oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con
vestido andrajoso, / y miráis con agrado al que trae la
ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar;
y decís al pobre: Estate tú allí en pie o siéntate aquí bajo
mi estrado; / ¿no hacéis distinciones entre vosotros mis-
mos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? / Her-
manos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los po-
bres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos
del reino que ha prometido a los que le aman? / Pero
vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los
ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los
tribunales? / ¿No blasfeman ellos el buen nombre que
fue invocado sobre vosotros?» (Santiago 2:1-7).
22. La explotación de los pobres por parte
de los ricos es condenada
«¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias
que os vendrán. / Vuestras riquezas están podridas, y
vuestras ropas están comidas de polilla. / Vuestro oro y
plata están enmohecidos; y su moho testificará contra
vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fue-
go. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. /
He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosecha-
204 EL TOQUE DE MIDAS

do vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido


pagado por vosotros; y los clamores de los que habían
segado han entrado en los oídos del Señor de los ejérci-
tos. / Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido
disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en
día de matanza. / Habéis condenado y dado muerte al
justo, y él no os hace resistencia» (Santiago 5:1-6).
23. Que los ministros «hagan mercadería»
con los santos es condenado
«Y muchos seguirán sus disoluciones [injurias o des-
trucciones], por causa de los cuales el camino de la ver-
dad será blasfemado, / y por avaricia harán mercadería de
vosotros con palabras fingidas [no genuinas]. Sobre los
tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su
perdición no se duerme» (2 Pedro 2:2-3 é.a).
La traducción Phillips, del versículo 2, dice: «Mu-
chos seguirán su enseñanza perniciosa y por ende traerán
descrédito al camino de la verdad».
Note algunas otras traducciones del versículo 3:
«Motivados por la codicia, ellos los explotarán con
sus argumentos falsificados» (LM).
«En su avaricia ellos tratarán de hacer de usted una
fuente de provecho por sus maquinaciones» (NTSV).
«En su codicia los van a explotar con mensajes
maquinados por ellos mismos» (Weymouth).
«Estos maestros en su codicia les dirán cualquier cosa
para tomar su dinero» (LBV).
2 Pedro 2 registra otro pasaje con respecto a este tema.
«Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden,
como animales irracionales, nacidos para presa y destruc-
VEINTICUATRO PRINCIPIOS DE LAS EPÍSTOLAS CON RESPECTO AL DINERO.. 205

ción, perecerán en su propia perdición, / recibiendo el


galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el go-
zar de deleites cada día. Estos son inmundicias y man-
chas, quienes aun mientras comen con vosotros, se re-
crean en sus errores. / Tienen los ojos llenos de adulte-
rio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstan-
tes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos
de maldición. / Han dejado el camino recto, y se han
extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el
cual amó el premio de la maldad, / y fue reprendido por
su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando
con voz de hombre, refreno la locura del profeta» (2
Pedro 2:12-16).
24. Dios quiere que sus hijos prosperen
«Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las
cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma» (3
Juan 2).
La traducción Weymouth, de este versículo, dice:
«Amado querido, yo oro que tu puedas prosperar en to-
dos los aspectos y mantenerte bien».
Y El Nuevo Testamento del Siglo Veinte, dice: «Que-
rido amigo, yo oro por que todo vaya bien contigo y que
puedas tener buena salud».
Como lo mencioné, en el capítulo 1 de este libro,
algunas personas han argumentado que la frase «que tú
seas prosperado» no se refiere a la prosperidad financiera.
De acuerdo con Wuest’s Word Studies in the New
Testament [Los Estudios de la Palabra por Wuest en el
Nuevo Testamento] y Robertson Word Pictures in the
New Testament [Descripciones gráficas en el Nuevo Tes-
206 EL TOQUE DE MIDAS

tamento por Robertson], la palabra griega traducida «pros-


perado» es «euodoo», que significa un buen camino o un
buen viaje. Así que, por lo menos, la frase quiere decir,
tener un viaje bueno y próspero.
Nadie puede tener un viaje próspero y bueno si está
quebrado, en escasez, en pobreza y en necesidad a cada
paso del camino. ¿No incluiría el deseo que alguien tenga
un viaje próspero, el que tenga suficientes recursos para
un viaje seguro y cómodo?
Además, la palabra traducida como «prosperar» aquí,
es la misma palabra griega que Pablo usó en 1 Corintios
16:2, donde instruye a los creyentes a apartar algo de
dinero cada semana «según Dios les hubiese prospera-
do». Así que la palabra prosperar puede usarse cierta-
mente y sin dudar (y es usada) en referencia a la prosperi-
dad financiera.
Creo que este versículo claramente quiere decir que
Dios quiere que sus hijos prosperen material, física y es-
piritualmente.
Oro porque estos principios bíblicos seleccionados de
las Epístolas sean de ayuda y ánimo para usted. Le exhor-
to a estudiarlos cuidadosamente y volver a éstos frecuen-
temente. Recuerde que las Epístolas le fueron escritas a
¡Usted!
CAPITULO NUEVE

CAMINANDO EN LA LUZ

En este libro he compartido algunas de las lecciones


que he aprendido durante mis años de ministerio concer-
nientes a la prosperidad bíblica. He tratado de presentar
una perspectiva sana, práctica y balanceada sobre este im-
portante tema, basando cada cosa que he afirmado en el
fundamento sólido de la Palabra de Dios.
Mi propósito al escribir este libro es proveer una ex-
posición clara de las verdades bíblicas de la prosperidad,
verdades que creo con todo mi corazón. Al establecer en
un espíritu de amor que lo que la Biblia dice es correcto
y es verdad, espero ayudar a todos los creyentes a procla-
mar las preciosas promesas de Dios y a evitar las zanjas de
error, el extremismo y la confusión que están a ambos
lados del camino.
A comienzos de mi ministerio, luché contra las limi-
taciones de la pobreza y la escasez hasta que aprendí que
208 EL TOQUE DE MIDAS

Dios en realidad quería que «comiera el bien de la tierra»


(Isaías 1:19). Descubrí que la promesa de Dios para mí
era que prosperara y floreciera en cada aspecto de mí ser:
espiritual, física, material y financieramente.
En un intento por clarificar y traer luz en un área mal
entendida, examinamos a profundidad la pregunta acerca
de si la vida terrenal de Jesús fue una de pobreza o de
prosperidad. En el capítulo 2, vimos diez hechos bíblicos
precisos, que prueban que Jesús no vivió una vida de pri-
vación y derrota. Vivió una vida próspera, pues siempre
tuvo todos los recursos necesarios para hacer la obra de
Dios y cumplir su voluntad.
También desarrollamos un capítulo entero estudian-
do un tema de vital importancia: el propósito de la pros-
peridad. A cada creyente se le ha dado la responsabilidad
de ayudar a llevar a cabo la Gran Comisión de predicar el
Evangelio en todo el mundo y a toda criatura. Debemos
ir nosotros o ayudar a enviar a otro en nuestro lugar.
Cualquier forma requiere de recursos significativos. Pero
ir o enviar es el verdadero propósito de la prosperidad.
El plan de Dios para su pueblo incluye maneras de
equiparlo y darle poder para hacer su obra y vivir en
victoria.
Echamos un vistazo a la ley de sembrar y cosechar, a
las verdades eternas acerca del diezmo, y a un buen núme-
ro de razones válidas para dar. Estos son principios trans-
formadores que cambian vidas en una de éxito y victoria.
Examinamos el tema crucial de proveer apoyo apro-
piado para la iglesia local, ministros individuales y minis-
terios, y las responsabilidades de los hombres y mujeres
de Dios al buscar apoyo económico. Todos estos temas
CAMINANDO EN LA LUZ 209

son tratados directamente en la Palabra de Dios; la infor-


mación está fácilmente disponible para aquellos que ho-
nestamente quieren la guianza del Señor.
En el capítulo 5, traté con varios problemas y preocu-
paciones específicos que han causado confusión y malos
entendidos en el cuerpo de Cristo. Mi perspectiva no es
para acusar o atacar a nadie. Muchas veces he encontrado
que aquellos que están fuera en la zanja, a uno u otro
lado del camino, no son necesariamente malas personas.
Frecuentemente se salen de curso cuando su celo excede
su sabiduría.
Sin embargo, en este libro he tratado con los abusos y
falsas prácticas que violan claramente las enseñanzas pre-
cisas y específicas de la Biblia. La Palabra de Dios es
clara, y la única respuesta para el error es la verdad. Jesús
dijo: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres»
(Juan 8:32).
A través de este libro he tratado de enfatizar en el
balance y la sana enseñanza, presentando todo el consejo
de Dios. Además de mis propios hallazgos y estudios, he
presentado la sabiduría y la experiencia de algunos gran-
des hombres de Dios a quienes he admirado y respetado
por años.
Una sección extremadamente importante del libro es
el capítulo 8, el cual presenta veinticuatro principios de
las Epístolas, con respecto al dinero, el dar y la prosperi-
dad. Querrá leer y estudiar estos principios bíblicos una
y otra vez. Creo que deberían estar marcados en su propia
Biblia, y memorizados en su gran mayoría.
Pero lo más importante de todo, la mejor cosa que
hacer por usted en este libro es dirigirle hacia Jesús. Si
aún esta luchando con dudas o malas interpretaciones, si
210 EL TOQUE DE MIDAS

siente que se ha desviado a la zanja en un lado del cami-


no, o si necesita más dirección o guía, ¡Jesús es su respues-
ta! Él dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida»
(Juan 8:12).
Dios quiere que tenga toda la información y el cono-
cimiento que necesita para caminar en victoria y poder. Y
afirmó en su Palabra: «Clama a mí, y yo te responderé, y
te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces»
(Jeremías 33:3).
Le animo a clamar al Señor hoy. Permita que Él le dé
el conocimiento y el entendimiento concerniente a su
Palabra. Caminar en la luz de las Escrituras es lo que lo
va a mantener en balance en el área de prosperidad y en
cada área de la vida.

También podría gustarte