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CAPÍTULO IV

EL CAPITAL SOCIAL Y SU CAPACIDAD DE REDUCCIÓN DE LA POBREZA

Una concepción del capital social que lo ubique únicamente dentro del marco de los

beneficios que pueden obtener los individuos, como, por ejemplo, aquellos derivados de

las redes sociales, puede ser básicamente «de suma cero» y no aportar ninguna

contribución a los cambios en las relaciones económicas, sociales y políticas que

impliquen una verdadera transformación.

El capital social es una categoría que nos permite hablar colectivamente de los activos

que generan esta corriente de beneficios, del mismo modo que se habla y se generaliza

acerca de los recursos naturales, aunque éstos sean un conjunto muy heterogéneo de

cosas.

En su contribución a los debates de la conferencia, Fukuyama se refirió únicamente a

las formas cognoscitivas (en particular la confianza) al examinar el capital social. Es

posible definir el capital social de esa manera, excluyendo las formas estructurales, pero

ello trunca el alcance y el potencial del capital social, especialmente en vista de que

Fukuyama admite que no se puede promover el capital social cognoscitivo o invertir en

él muy eficazmente. Es verdad que las formas estructurales no pueden reemplazar

totalmente a las formas cognoscitivas, pero sí es posible introducir y fortalecer las

funciones, las normas, los precedentes y los procedimientos que facilitan la acción

colectiva mutuamente beneficiosa, como se demuestra en un estudio detallado de casos

(Uphoff, 1996).

Las formas estructurales de capital social pueden ser oficiales u oficiosas. Estas últimas

son menos eficaces porque se derivan del consenso de la gente, y por lo tanto del

consentimiento, en lugar de ser formuladas e impuestas sobre la base de la autoridad.

Una combinación de funciones, normas, procedimientos y precedentes tanto oficiales


como oficiosos para la adopción de decisiones, la movilización y la gestión de recursos,

la comunicación y la coordinación y la solución de conflictos, representará sin duda un

mayor volumen de capital social para respaldar la acción colectiva mutuamente

beneficiosa que si existiera solamente uno de los dos tipos, y se puede decir que habrá

más capital social cuando existan funciones, normas, etc., para el desempeño de tres

funciones o de todas ellas, y no solamente para una o dos.

El capital social es algo que puede incrementarse mediante esfuerzos deliberados, como

vimos en el caso de Gal Oya y como podemos ver en varios otros ejemplos de

iniciativas de desarrollo rural en gran escala que han cambiado y mejorado las vidas de

millones de

El capital social tiene una gran capacidad de mejorar la vida de la gente. Los

organismos donantes y los gobiernos deberían entenderlo y valorar esta gama de

posibilidades que ofrece. Una vez iniciados los procesos de formación de capital social,

siempre que determinados intereses no lo impidan generando divisiones, inseguridad o

actitudes derrotistas, el capital social puede impulsar un amplio desarrollo de la

capacidad humana, tanto individual como colectiva, de transformar la vida de la gente y

de las comunidades. Hirschman (1984) escribió sobre este tema en términos de energía

social, pero puede entenderse igualmente en términos de capital social.


CAPÍTULO V

CAPITAL SOCIAL: PARTE DEL PROBLEMA, PARTE DE LA SOLUCION, SU

PAPEL EN LA PERSISTENCIA Y EN LA SUPERACIÓN DE LA PROBREZA

EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

El capital social como el contenido de ciertas relaciones sociales —que combinan

actitudes de confianza con conductas de reciprocidad y cooperación, que proporciona

mayores beneficios a aquellos que lo poseen en comparación con lo que podría lograrse

sin este activo.

El debate algo caótico que hoy se registra sobre el concepto de capital social tiene la

virtud de conectar varios campos conceptuales, relevantes para las estrategias

alternativas de superación de la pobreza, tanto en los diagnósticos más recientes de las

causas de la persistencia de la pobreza como en las nuevas alternativas de política

actualmente en consideración.

La aplicación de los mecanismos de mercado en las políticas sociales ya ha mostrado

algunas fallas (Cohen, 2001), no menores que aquellas asociadas con los anteriores

intentos por establecer sistemas de Estado benefactor (welfare state) en la región. Por

otra parte, hoy en día existe una acumulación de experiencias con enfoques de política

social que privilegian lo colectivo en una nueva óptica; se reglamentan los servicios y

transferencias para producir incentivos a la asociación, pero también se introducen

contenidos de cooperación y estímulos sociales al desempeño, que en conjunto

corresponden al marco conceptual del capital social.

Gobiernos centrales fuertes y la producción de impactos (shocks) intencionales y

beneficiosos para los sistemas locales que tradicionalmente reproducían la desigualdad


y la exclusión, son piezas esenciales en esta nueva estrategia. No sólo las comunidades

pobres tienen capital social; por cierto, probablemente muchos grupos privilegiados

usan su propio capital social para excluir e incluso limitar o debilitar el capital social de

otros grupos.

Explícita o implícitamente, entonces, en estos programas se percibe al capital social

como parte del problema, en la medida en que su concentración en pocas manos

dificulta la aplicación efectiva de programas de formación de activos en manos de

grupos pobres. De paso, dichos programas dejan en claro que el marco conceptual del

capital social no es esencialmente conservador, sino una herramienta analítica neutral y

útil para el diseño y

aplicación de estrategias muy diversas de superación de la pobreza.

Frente a los magros resultados anteriores y el agotamiento de las políticas antipobreza

en la región, estas nuevas miradas sobre el análisis de la reproducción de la pobreza y el

fortalecimiento de capacidades, junto con las primeras evidencias respecto de la

formación de capital social y sinergia

Estado-sociedad civil en experiencias concretas, pueden contribuir al diseño de mejorías

en las políticas antipobreza, en éstas y en otras áreas, tanto en el nivel local como

nacional.

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