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Hoy iniciamos una travesía que va a durar dos años. Dos años para en-
contrarnos y reconocernos como educadores y educadoras populares. Dos
años para enredarnos alrededor de nuevas fronteras de la educación po-
pular en el siglo XXI. Dos años de reflexión-acción participativas buscando, inicialmente, respuestas para una
educación en emergencia por las consecuencias de la COVID-19 y, posteriormente, para alcanzar y consolidar
la excelencia educativa como Movimiento Global.
En el inicio de este recorrido que hoy emprendemos quiero compartirles algunas ideas que nos pueden ayudar
a llenar de sentido y a gozarnos el camino; un caminar colectivo, de la mano con otros y otras, plenos de
ilusión, esperanza y pasión.
¡Atrévanse! ¡Atrevámonos!, era el grito del P. Vélaz S.J.: “Atrevámonos. La victoria será siempre de aquel
que más se atreva” y añadía: “La verdad operante de Fe y Alegría debe ser medida por la decisión y la efi-
cacia en atreverse a convertir los propósitos en realizaciones”.
Atrevámonos a creer, a creer para ver. No nos dejemos derrotar por la lógica de los incrédulos, la lógica de
los pesimistas o de los arrogantes que afirman ver para creer. Creamos en nuestras capacidades, en nuestras
posibilidades como educadores y educadoras, para transformar la escuela y lo que ocurre en las aulas, para
hacer que los estudiantes quieran aprender y aprendan. Creamos en la escuela de las posibilidades, en la es-
cuela como espacio donde se analiza, discute y reflexiona conjuntamente lo que pasa y lo que queremos que
suceda. Creamos en la escuela como espacio de reconstrucción del conocimiento experiencial, como lugar
para aprender y ejercer la vivencia de la democracia, como un espacio abierto a la comunidad y proyectado
a la transformación de los territorios. Creamos en la escuela como lugar donde se dota de voz y poder a to-
das las personas, para que puedan desarrollar sus potencialidades, construir y realizar su misión en la vida,
a la vez que se comprometen activamente en la construcción de una sociedad justa y fraterna. Creamos en
nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, creamos en sus capacidades, en sus talentos y potencialida-
des, en sus deseos de aprender y mejorar, son pura potencia. Creamos en los participantes de los diferentes
proyectos y programas que acompañamos. Creamos en las familias y en sus sueños. Creamos en la educación -
FE Y ALEGRIA -
1. Intervención de Víctor Murillo Urraca, director nacional de Fe y Alegría Colombia, en el evento virtual de lanzamiento del XLVIII
Congreso Internacional de Fe y Alegría. Educadores-as de Fe y Alegría en las nuevas fronteras, octubre 23 de 2020.
como camino para transformar vidas y sociedades, y como escenario para construir vida con sentido, una vida
digna, plena y abundante para todos y todas. Para Vélaz S.J., el secreto de Fe y Alegría fue —es y será— haber
convencido y haber entregado plenas responsabilidades a los que creyeron… por eso Fe y Alegría es, simultá-
neamente, el esfuerzo, el entusiasmo y la creatividad de muchos y muchas.
Atrevámonos a soñar. Como afirma Ángel Gabilondo: Soñar forma parte de un adecuado pensar. Es un modo
de reconocer algún futuro en nuestras reflexiones. Es no limitarse a lo que ya tenemos, ya somos o ya es. La
cuestión es no quedar paralizados en lo soñado y tratar de hacerlo venir, o llegar, esto es, crearlo, y reco-
nocerlo. No hay perspectivas para un mundo sin sueños. No soñar es no poder. Nada grande ocurre sin soñar.
Paulo Freire afirmaba en Pedagogía de la esperanza: Soñar no es sólo un acto político necesario, sino también
una connotación de la forma histórico social de estar siendo mujeres y hombres. Forma parte de la naturaleza
humana que, dentro de la historia, se encuentra en permanente proceso de devenir […] No hay cambio sin
sueño, como no hay sueño sin esperanza. La comprensión de la historia como posibilidad […] sería ininteligi-
ble sin el sueño, así como la concepción determinista se siente incompatible con él, y por eso lo niega. Dicho
más poéticamente, en palabras de Galeano: “Es preciso soñar. Soñar, juntos, sueños que se desensueñen y en
materia mortal encarnen”.
Atrevámonos a asumir riesgos, a equivocarnos, a escribir, a borrar lo escrito y a reescribir, a ordenar y des-
ordenar lo ordenado. “El riesgo sólo tiene sentido cuando lo corro por una razón valiosa, por un ideal, por
un sueño que está más allá del riesgo mismo” (Paulo Freire, A sombra desta mangueira. Traducción propia).
Creemos, soñamos, construimos y nos enredamos porque, como afirma el Papa Francisco: “Educar es siempre
un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante
de la indiferencia” porque “creemos que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el
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mundo y la historia”.
Para iniciar esta travesía termino narrando una historieta sobre un ciempiés, que leí en algún lado:
El pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto a su madre:
—Para andar, ¿qué pies debo mover primero: los pares o los impares, los de la derecha o los de la iz-
quierda, los de delante o los de detrás? ¿O los del centro? ¿Y cómo? ¿Y por qué?
—Cuando quieras andar, hijo mío —le respondió la madre—, deja de cabilar y... anda.
Como decía el Cardenal Suenens: “Felices los que tienen la audacia de soñar y están dispuestos a pagar el
precio necesario para que su sueño tome cuerpo en la Historia”. Buen viento y buena mar.
Cordialmente,
Víctor Murillo U.
Director Nacional Fe y Alegría de Colombia
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