La secuencia de aminoácidos de una proteína determina su plegamiento en
una conformación tridimensional específica, el estado nativo.
El plegamiento de proteínas in vivo requiere la asistencia de chaperonas
moleculares (proteínas Hsp70), que se unen a los polipéptidos nacientes que emergen de los ribosomas e impiden su plegamiento erróneo (figura. 3-11).
Figura 3-11. Plegamiento de proteínas mediado por chaperonas y chaperoninas.
Las chaperoninas, grandes complejos de proteínas similares a Hsp60, cubren
algunas proteínas parcialmente plegadas o mal plegadas en una cavidad semejante a un barril, proporcionándoles tiempo adicional para que alcancen un plegamiento correcto.
Después de la síntesis, la mayoría de las proteínas se modifican por la adición
de diversos grupos químicos a los residuos de aminoácidos. Estas modificaciones, que alteran la estructura y función de las proteínas, incluyen la acetilación, la hidroxilación, la glucosilación y la fosforilación. La duración de la vida de una proteína intracelular es determinada en gran parte por su susceptibilidad a la degradación proreolítica por diversas vías.
Las proteínas virales
que se producen dentro de las células infectadas, las proteínas citosólicas normales y las proteínas mal plegadas se marcan para la destrucción mediante la adición covalente de una cadena de poliubicuirina y luego se degradan dentro de los proteasomas, grandes complejos cilíndricos con múltiples proteasas en su interior (figura. 3- 13). Figura. 3-13. Vía proteolítica mediada por ubicuitina.
Algunas enfermedades neurodegenerarivas son causadas por agregados de
proteínas que están establemente plegadas en una conformación alternativa.