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Contexto histórico

La gestación de la belle époque se asocia principalmente con las transformaciones que vive Francia en la segunda mitad
del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, como por ejemplo el nacimiento del Impresionismo,
cambios urbanos que convierten a Paris en la ciudad más moderna de la época y la duplicación de población donde la
“clase media” poseía la mayor parte del poder económico y la revolución industrial. En esta época, la mayor parte de la
gente ve este fenómeno mundial como una etapa brillante e inquieta, puesto que la gente en aquella época era más
optimista, libre y pensaba que su mundo progresaba sin límites debido a las grandes innovaciones de la ciencia y la
tecnología del momento. También la sociedad europea disfrutó mucho de sus ganancias económicas y del prestigioso
nivel político y militar en todo el mundo.

Se crearon lugares para la diversión y el arte, en donde la burguesía y la clase media podían disfrutar de su dinero. Los
paseos, los cafés, las galerías de arte, cabarets, las salas de conciertos y teatros se multiplicaron en estos años. Las
ciudades modificaron su aspecto y se planearon cambios para mejorar las condiciones de vida, teniendo nuevas
costumbres cotidianas, maneras de vivir y de sociabilizar.

Los transportes y las comunicaciones permitieron que el contacto con otras partes del mundo fuera cada vez más común.
El tren, los grandes barcos a vapor o el teléfono hacían que los hechos que ocurrían en un lugar lejano pudieran ser noticia
poco tiempo después. La bicicleta, en sus diversas formas, era no solo el medio de locomoción individual, sino el deporte
favorito de las gentes en 1900, algunas bodas en bicicleta, en Paris y en Londres, fueron consideradas el colmo de la
elegancia y la modernidad. Pero la verdadera maravilla, fue el alumbrado eléctrico, público o privado, la posibilidad de
llevar luz mediante un simple hilo, a cabañas o palacios y extenderla hasta los lugares más apartados, la magia de iluminar
tanto un vasto salón o un inmenso edificio con la luz de centenares de miles de bujías sin otro trabajo que pulsar un botón
y las miles de aplicaciones de la electricidad, era realmente el prodigio del siglo. El automóvil (coche americano o coche
sin caballos), el fonógrafo, el cine y también el aeroplano (en 1909) hacían que la gente del 1900 creyera haber llegado a
la cúspide del progreso.

El tenis ya es el deporte preferido de las clases altas y el patín llega también y se instala en los parques de atracciones de
todas las ciudades (skating rings). El golf, deporte predilecto de las damas maduras y caballeros, el futbol, de origen
inglés, se convirtió pronto en pasión popular.

Arquitectura
La arquitectura de París creada durante la Belle Époque, fue notable por su variedad de estilos diferentes. También fue
conocido por su lujosa decoración y su uso imaginativo de materiales tanto nuevos como tradicionales, que incluyen
hierro, vidrio plano, baldosas de colores y hormigón armado. Las nuevas estaciones de ferrocarril, edificios de oficinas y
grandes almacenes a menudo tenían fachadas clásicas que ocultaban interiores resueltamente modernos, construidos con
marcos de hierro, escaleras sinuosas y grandes cúpulas de cristal y claraboyas gracias a las nuevas técnicas y materiales de
ingeniería de la época. Se usaba hierro forjado en líneas curvas y sinuosas.

El Art Nouveau se convirtió en el estilo más famoso de la Belle Époque. Los diseños del art nouveau estaban basados en
la naturaleza y en pequeños animales. El animal más emblemático era el pavo real. Esta corriente estética está asociada
con las entradas de la estación de metro de París (las entradas del metro en Paris pasaron a ser conocidas como Style
Metro. Sus formas son blandas, curvas y redondeadas: ondulación de tejados y fachadas. Entre 1900 y 1904 se
construyeron ciento cincuenta estaciones de este estilo) y con otros edificios, incluyendo y la casa cubierta de esculturas
de cerámica del arquitecto Jules Lavirotte en Avenida Rapp 29. El entusiasmo por Art Nouveau no duró mucho. A partir
de 1912, todas las entradas de metro de Guimard fueron reemplazadas por entradas funcionales sin decoración.

Un nuevo estilo, Art Deco, apareció al final de la Belle Époque y sucedió al Art Nouveau como la tradición arquitectónica
dominante en la década de 1920. Por lo general, construido de hormigón armado en formas rectangulares, líneas enfáticas
y formas geométricas con detalles escultóricos aplicados al exterior más que como parte de la estructura, se basó en
modelos clásicos y funcionalidad estresada. Los motivos más usados eran el zigzag, triángulos, rayas, diagonales,

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círculos, espirales. El Teatro de los Campos Elíseos (1913), diseñado por Auguste Perret, fue el primer edificio de París
que utilizó Art Deco. En la década de 1920, se había convertido en el estilo dominante en París.

Durante la Belle Époque, se llevaron a cabo en París grandes exposiciones internacionales, diseñadas para mostrar las
tecnologías modernas, las industrias y las artes. Atrajeron a millones de visitantes de todo el mundo e influyeron en la
arquitectura fuera de Francia. Las dos más destacadas son;

1) Exposición Universal de París (1889): La Torre Eiffel era la estructura más alta del mundo (tiene 300 metros de
alto, prolongados luego hasta los 324 mediante una antena radial en su tope) y se convirtió en el símbolo de la
Exposición. La construcción se inicia en 1887, desarrollándose en un tiempo récord para una obra de semejante
envergadura: 2 años, 2 meses y 5 días. La torre le dio fama duradera a su constructor, Gustave Eiffel. Cuenta con
elegantes arcos curvos de la base, la plataforma de observación de vidrio en el segundo nivel y la cúpula en la
parte superior. En principio, la torre Eiffel estaba diseñada únicamente para la exposición, con la intención de ser
desmantelada en los años posteriores a esta. Sin embargo, la instalación de una antena de radio en su punto álgido
le valió para evitar su destrucción, convirtiéndose progresivamente en uno de los edificios más conocidos del
mundo y en la insignia de la ciudad de París. Uno de los principales logros estéticos de la torre fue hacer de la
estructura (el armazón) de la torre su máximo protagonista, siendo que hasta la época solía esconderse y cubrirse
con cemento. Esto le confirió un aspecto “inacabado” que fue motivo de críticas, pero que ha demostrado con el
tiempo ser una combinación ideal de funcionalidad y estética minimalista. Dada la enorme presencia de la torre en
la ciudad, se la suele iluminar desde su inauguración misma (mediante luces a gas). Actualmente posee focos que
vislumbran la noche parisina, así como miles de bombillas centelleantes que recorren su cuerpo metálico.

2) Exposición Universal de París (1900): El Gran Palacio, la sala de exposiciones más grande, fue diseñado por el
arquitecto Henri Deglane, asistido por Albert Louvet. El nuevo edificio contenía una enorme galería, cuyos arcos
convergían para crear una monumental cúpula de cristal. Aunque su marco de hierro visible lo hizo parecer muy
revolucionario y moderno, gran parte de su trabajo de hierro es puramente decorativo; las columnas góticas de
hierro que parecían soportar la cúpula no tenían ningún peso; el peso fue realmente distribuido a columnas
reforzadas escondidas detrás de los balcones. La fachada era maciza y neoclásica, con hileras de columnas que
sostienen dos conjuntos escultóricos. Sirvió tanto para dar un fuerte elemento vertical para equilibrar el gran
ancho del edificio como para ocultar la estructura de vidrio y acero. También fue diseñado para estar en armonía
con los edificios históricos cercanos, incluidos los edificios alrededor de la Place de la Concorde y la iglesia de
Les Invalides, del siglo XVII, al otro lado del Sena. La fachada fue muy admirada y ampliamente imitada; una
fachada similar se le dio a la Biblioteca Pública de Nueva York en 1911.
La característica arquitectónica más destacada dentro del Grand Palais fue la Gran Escalera de Honor, que daba al
piso principal, que en la Exposición de 1900 contenía una exposición de escultura monumental. Era perfectamente
clásico en estilo. Originalmente fue diseñado para ser construido de piedra. Deglane y Louvet construyeron un
modelo de yeso y estuco en un marco de metal, y luego decidieron, para hacerlo en armonía con el resto del
interior, hacerlo completamente de cobre, altamente ornamental y muy caro

Vestimenta en mujeres
1890
La Belle Époque es un periodo caracterizado por la elegancia y el refinamiento, los patrones que regían la moda eran
estéticos, siendo secundarios la comodidad y el bienestar físico de la mujer. La década de 1890 se caracteriza en la moda
femenina por la desaparición del polisón, la permanencia del corsé (algo modificado) y la nueva figura de "reloj de arena":
mangas anchas y falda acampanada.

Nos detendremos en estos apuntes en la moda femenina de la última década del siglo -1890-1900-, en la cual se produce
un cambio de la anterior moda del polisón por una nueva, identificada por algunos como “silueta reloj de arena”.

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Durante aproximadamente entre 1870 y 1890, el foco de la estructura del traje se encontraba en la falda. El polisón
brindaba un volumen al trasero de la anatomía femenina encima del cual se colocaban las faldas, sobrefaldas, volantes,
cintas, lazos, flecos, con diferentes tejidos y colores…todo para aumentar más tanto el volumen como la decoración de la
parte baja de la silueta. El cuerpo era muy ajustado y bastante liso, así como las mangas, de manera tal que se destacara
más aún la elaborada y compleja estructura de la falda.

Hacia finales de la década de 1980’s, gradualmente el volumen comienza a contenerse, llegando a estabilizarse durante
dos breves años -1888-1890-, una silueta sin excesos en el volumen ni de mangas ni de faldas. Pero como la moda no
entiende de mesuras, pronto aparece una silueta…igual de compleja, pero de manera inversa.

En 1892 se observa que la manga ya no dibuja el hombro de manera natural, sino que posee un leve abultado y en menos
de dos años ya las mangas adquieren la forma identificada como ‘manga pierna de cordero’ o ‘manga jamón’. Este tipo de
manga, ya había acompañado a la moda del Romanticismo, de mediados del siglo, con igual forma pero diferente
‘encaje’.

En 1894, las mangas jamón se hincharon a proporciones gigantescas. El tamaño de las mangas se destacó por la
comparación de la pequeña cintura con fajín o cinturón con la simple falda corneada que se ensanchaba alrededor para
equilibrar las enormes cabezas de las mangas. Con el establecimiento de la manga jamón se cambia el foco de atención de
la silueta. Ahora sería el cuerpo, al cual, no solamente con la manga, sino con canesús, sobre-mangas, volantes, altos
cuellos con lazos, cintas recargaban la parte superior de los conjuntos. Para contrastar, la falda se vuelve lo más lisa
posible, intentando que no poseyera ni un pliegue que desviara la atención del cuerpo del vestido´, pero sin perder el
volumen hacia abajo. Se formaban así como dos triángulos unidos en una estrechísima cintura, lo cual daba la impresión
del mencionado reloj de arena. Para que la manga mantuviera la rigidez deseada, se cosían sobre una tela interior
crinolizada, posibilitando así que sobre ella pudieran añadirse más tejidos como adorno.

En 1895, vemos una influencia del Art Nouveau. Los colores eran pálidos, habitualmente tonalidades pastel, y las telas
eran lujosas, llenas de encajes, brocados, bordados, lazos, volantes y flores, al estilo art nouveau. Se usaban las mangas de
pernil, abullonadas en los hombros, y los cuellos altos, aunque de noche se tornaban escotados, en forma cuadrada o
redonda, permitiendo  el uso de joyas.

De 1895 al 1900 el ancho de la falda disminuye, dejándola caer simplemente sobre una variedad de enaguas flexibles y
continuará decreciendo hasta quedar sobre el contorno de la cadera y las piernas ya entrada la primera década del siglo
XX. 

Finales siglo XIX


Las mangas que habían sido de gran volumen (mangas jamón) a fines del siglo XIX, desde el comienzo del siglo XX se
ceñían lo más posible al brazo. Entre los últimos años del siglo XIX y principios del XX, las mujeres empezaron a llevar
trajes sastre para muchas ocasiones diferentes, como viajar o hacer las labores fuera del hogar de una manera más
cómoda. Los trajes sastre de la época consistían en dos piezas: una chaqueta y una falda, que se llevaban con una
camisa corta (o blusa) bajo la chaqueta. Debido a esta preferencia por los trajes, la blusa empezó a ser valorada
como elemento importante de la moda femenina. La historia de la moda muestra claramente que en 1900 los trajes a
medida estaban firmemente establecidos.

Los trajes sastre, con tejidos de lana gruesa para el invierno como el tweed o mezclilla, y más ligera para entretiempo, se
ponen de moda entre las mujeres más activas, que son casi todas. Los colores son los considerados como masculinos:
azules oscuros, marrones y grises (el negro se empleaba única y exclusivamente para el luto). Incluso una dama de la alta
sociedad optará por este tipo de traje sastre durante el día, aunque por la noche saque la "artillería pesada" y se convierta
en una esplendorosa muñeca repleta de encajes, plumas, volantes y perlas.

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Las mujeres que ingresaron a un lugar de trabajo cambiante y más comercial lo encontraron como un atuendo útil para
todo uso. Los trajes sastres representaban el nuevo espíritu de la moda, práctico y sencillo, no llegaban al suelo, solo hasta
el empeine o caña de la fina bota en casos de mayor atrevimiento

El sastre se llamaba traje o traje y estaba hecho de lana o sarga. Las mujeres de clase media y alta los
usaban con blusas camisero. Inicialmente, solo la chaqueta estaba hecha a medida y se usaba con una
falda drapeada y bulliciosa.

El sastre rosa que se muestra a la izquierda tiene una chaqueta corta con efecto bolero.
La segunda chaqueta verde es una chaqueta de línea más larga que continuó en popularidad, pero
se volvió más recta y menos entallada hacia el final de la era eduardiana.

Prendas deportivas y para lugares de veraneo

En el siglo XIX mejoró el estatus social de la mujer, que empezó a tener más derechos legales, y con ello se amplió su
abanico de actividades. El tiempo de ocio aumentó, el ferrocarril y otros medios de transporte mejoraron notablemente, y
los deportes y los viajes se popularizaron. No existía ningún tipo de indumentaria deportivo, pero para las ocasiones
especiales las mujeres desarrollaron un estilo más racional y práctico de vestir.
Viajar a lugares de veraneo para escapar del frío o del calor se hizo posible con el progreso del transporte público, y fue
ganando rápidamente popularidad. La afición a las actividades deportivas también se extendió entre el gran público.
La ropa deportiva femenina, para montar a caballo, cazar y jugar al tenis, era algo más práctica pero no significativamente
diferente de su indumentaria urbana. Aun cuando en esa época los baños de mar se consideraban una práctica
médicamente recomendable, se esperaba de las mujeres que se quedaran jugueteando en la orilla en lugar de nadar. Los
trajes más adecuados para nadar, que consistían en una parte superior y pantalones, aparecieron en la década de 1870.
Hacia finales del siglo XIX, las faldas empezaron a acortarse debido a la popularidad de los deportes más dinámicos como
el golf y el esquí. Aparecieron los jerséis deportivos de punto, así como una chaqueta masculina llamada "chaqueta
Norfolk", que fue adaptada como prenda femenina para ir de caza.

Vestido sencillo y práctico para jugar al tenis

Chica Gibson (1900)


La conocida como “Gibson Girl” es considerada el primer ideal de belleza femenina propiamente de Estados Unidos.
Creada por el dibujante Charles Dana Gibson, esta “chica” llegó a convertirse en uno de los iconos de principios del siglo
XX. La estética de este ideal femenino coincide con los años de la ‘Belle Èpoque’ de París, donde la ‘silueta en forma de
S´ se imponía en la moda como resultante del uso de un corsé que imponía al cuerpo de la mujer unas formas muy
especiales: pecho y caderas abultadas, cintura estrecha y espalda abovedada. Con su pelo recogido en lo alto de su cabeza
y una cintura tan pequeña como para desafiar la creencia, esta chica representaba una auto-confianza serena con la que
podría superar cualquier problema. Era alta y delgada pero con formas, y solía llevar corsé. Tenía la nariz y la boca
pequeñas y bien dibujadas, pero sus ojos eran grandes. Elegante y bien vestida, correspondía con la imagen de una
señorita bien educada. Este va a ser el estereotipo con el que se le va a solicitar a la mujer de Belle Epoque.

La silueta en forma de S

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La silueta en forma de S implicaba un vestido que realzaba una cintura extremadamente estrecha, un pecho generoso y
proyectado hacia delante y una protuberancia en la parte posterior de la falda. Este es el denominado "cuerpo perfecto
eduardiano". Los fabricantes de ropa interior idearon varios tipos de corsé para conseguir las diminutas cinturas que este
estilo requería. Los corsés se confeccionaban en seda y raso, con ballenas flexibles y adornos de cintas y encajes. Este tipo
de silueta de mujer se parecía a las sinuosas formas orgánicas que eran el ideal del Modernismo. En especial, la línea
vaporosa de la falda acampanada con cola se parecía al motivo floral tan frecuente en los artistas modernistas. La silueta
en forma de “S” se adaptaba a las sinuosas formas de los ideales del Art Nouveau. En concreto la línea de la falda y su
cola se parecían a los motivos florales recreados por los artistas. En el campo de las artes decorativas, los accesorios y
sobre todo en lo que respecta al diseño de la joyería el sello del Art Nouveau es absolutamente evidente.

Peinados
Se espera que la mujer sea un complemento estético que funcione como un espejo de la riqueza del marido. El cabello se
deja crecer, es una especie de tesoro guardado para el marido. Se usa en la vía pública siempre recogido, levantado,
escondido. El pelo largo y el pelo suelto, salvaje, está reservado solo para el marido.

Las mujeres que usan el pelo suelto van a estar vinculadas con la prostitución o clase social baja (trabajo en el campo).

Sombreros
A principios del siglo XX, los sombreros llevaban complicados adornos. Estaban cubiertos de tul, flores de tela, moños. A
medida que fueron aumentando de tamaño empezaron a utilizar plumaje en abundancia. Se pusieron de moda los
sombreros decorados con pájaros disecados, lo que llevó a algunas especies de bello plumaje a estar en peligro de
extinción. De esta costumbre surgió un coro de protestas públicas y en EEUU se dictaron una serie de regulaciones que
prohibían la caza, importación y venta de pájaros silvestres. Los sombreros de ala ancha estaban adornados con plumas
que a menudo se extendían más allá del ala del sombrero. En 1911, los sombreros más pequeños todavía usaban muchas
plumas tomadas del plumaje reproductivo de las aves zancudas creadas en las fábricas llamadas Plumassiers.

Tul de seda beige con encaje de algodón; ornamentación de tul de algodón, hebilla y pluma de avestruz.

Sombrero de paja con cinta de terciopelo negro y pájaro disecado.

Cambios de ropa
Hacia la segunda mitad del siglo XIX, la modernización industrial mejoró el estilo de vida medio, y la gente te la ropa en
abundancia. Apareció una estricta etiqueta social con relación al atuendo, y las mujeres tenían que cambiarse de ropa siete
u ocho veces al día para seguir los dictados de la sociedad. Por ejemplo, los siguientes nombres de vestidos son
indicativos de las ocasiones para las cuales las mujeres estaban obligadas a cambiarse de ropa: vestido de mañana, vestido
de tarde, vestido para ir de visita, vestido de noche (para el teatro), vestido de baile, vestido para una cena de etiqueta,
vestido para estar en casa (antes de acostarse) y, por último, camisón.
Se crearon numerosos tipos de prendas interiores adecuados para los nuevos vestidos. Además de la camisola, aparecieron
las calzas largas o calzones y las enaguas, y toda la ropa interior femenina se llenó de adornos. Surgieron nuevas prendas
interiores para ajustarse a los rápidos cambios de la silueta. Los miriñaques, polisones y corsés, todos ellos
imprescindibles para la silueta esculpida del siglo xx, fueron convertidos en nuevos modelos con varios dispositivos e
inventos novedosos, muchos de los cuales fueron patentados.

1906/07 – Vestidos de día eduardianos con corpiño y bolsillos

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En la parte delantera del corpiño, bolsas de encaje en cascada o tela fruncida daban énfasis a la línea del busto bajo. Las
mangas rectas de finales de la década de 1890 se convirtieron en efectos de blusa reunidos en muñequeras. Cuellos de tela
de encaje muy profundos que llegaban justo debajo de la barbilla alargaban el cuello.

Los cuellos altos eran habituales durante el día, pero de noche, los escotes de escote corazón excepcionalmente bajos,
cuadrados y redondos permitían a las mujeres usar cantidades de joyería fina. No se vio ningún escote ya que el busto se
suprimió en un monobosom (la parte de un vestido o blusa que cubre el busto, hecha de manera que los pechos queden
aplanados y no se revele ningún escote).

Las faldas a menudo estaban corneadas y creaban una forma de campana de trompeta alargada como la cabeza que se abre
suavemente de un lirio longiflorum. Las versiones modificadas eran menos extremas sobre las caderas, simplemente
fluían a más ancho en el dobladillo.

La búsqueda de un nuevo tipo de indumentaria y Ia liberación del corsé

Fue Paul Poiret quien por primera vez propuso una nueva línea de moda que no requería el uso del corsé. Liberó a las
mujeres del agotador corsé y lo sustituyó por sostenes más flexibles y ligeros porta-ligas, lo que hacía a las mujeres
parecer más jóvenes. Además, desterró las medias negras y despertó en mujeres y hombres la ilusión de las piernas
desnudas al envolverlas en seda de color carne.

El Corte imperio

Entallado bajo los pechos y que caía recto hasta los pies. Este tipo de vestidos daban un aire sencillo y juvenil. Se inspiró
en el estilo clásico y en muchos casos empleaba la técnica del drapeado en la seda y solía añadirle aplicaciones en bordado
de hilos de oro o finas lentejuelas. Al buscar restaurar la naturalidad de los atuendos femeninos, Poiret fue responsable en
parte de la obsolescencia del corsé. En sus creaciones solía adornar con borlas capas o chales con plumas de colores y
estolas de zorro que concedían un aire escénico a sus diseños, ya que se caracterizó por vestir estrellas del teatro, lo que
generó buena publicidad.

Orientalismo

Cuando comenzó a inspirarse en el orientalismo (además de en los trajes regionales), los patrones de sus prendas solían
estar hechos a base de rectángulos y líneas rectas. También es muy popular por haber creado la falda de medio paso. Estas
faldas se estrechaban tanto en los pies, que se llevaban con una ropa interior que no permitiera abrir las piernas. De este
modo, se evitaba que la ropa se rasgara. En 1903, creó su célebre abrigo-kimono, que hizo que el nombre de su maison
adquiriera popularidad en todo París. Poiret instala la magnificencia de bordados, kimonos , abrigos, adornos, turbantes y
chaquetas con un marcado estilo oriental. Poiret reformuló la silueta natural.

El talle de sus vestidos subió hasta debajo del busto y las telas drapeadas caían suavemente. En 1909 influenciado por los
estilismos orientales del Ballet Ruso de Serguéi Diághjilev, comenzó a crear diseños coloridos con aires exóticos y
teatrales. Introdujo en la moda francesa, pantalones de estilo oriental, quimonos, túnicas ligeras, turbantes y plumas para
el pelo. También algunas innovaciones como los vestidos pantalla de lámpara o las faldas encima de pantalones de estilo
árabe. Así su rompedor estilo se convirtió en la tendencia de la época.

El estallido de la Primera Guerra Mundial en el año 1914 puso freno en gran parte a la actividad del mundo de la moda.
Las mujeres, que debieron asumir la responsabilidad de las tareas de los hombres en la sociedad y la industria durante el
conflicto bélico, necesitaban prendas prácticas en lugar de trajes decorativos y complicados. Había demanda de diseños
sencillos y faldas más cortas, y las prendas sastre respondían a ello. El funcional traje sastre se convirtió en un artículo
esencial de la moda femenina de la época. En contraste con los espectaculares cambios en la indumentaria femenina, la

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masculina sufrió sólo algunas modificaciones menores, como una chaqueta ligeramente más holgada y bajos más
estrechos en los pantalones, que permitían una mayor libertad de movimiento.

Moda Masculina
Pantalón, saco y chaleco

No se dieron cambios relevantes en la vestimenta masculina. Siguen utilizando un traje básico de tres piezas ( pantalón,
saco y chaleco) más camisa. El pantalón es de corte recto, prendido al frente con botones y sostenido mediante tirantes,
el chaleco es corto, terminado recto o en puntas, con o sin solapas, y el saco utilizado variaba entre la levita, el saco con
colas (frac) y la ya habitual chaqueta recta o a la americana, sin faldón, de líneas simples y cómodas y bolsillos visibles.
La camisa blanca, con cuello almidonado y corbatín de seda.

La levita era una prenda solemne, prenda obligada de lances de honor, padrinos para bodas, entierros y otras
solemnidades, ésta, como el chaqué se hacían en distintos tonos, beige, gris, pero al fin solo se usó negra con solapas de
raso, invariablemente acompañada de la galera (sombrero de copa o chistera). El chaleco (solo se ve de adelante) y el
bastón son elementos imprescindibles para el hombre elegante. El calzado base masculino son los zapatos de estilo
mocasín o botas. Las medias, blancas, de hilo para el día y negras para la noche. Los guantes de etiqueta son blancos de
cabritilla y para la tarde de gamuza color amarillo.

El rango de colores masculinos era muy reducido, no saliéndose nunca de los neutros (blanco y negro) azul, marrón,
grises y verdes, siempre oscuros. Los estampados eran a rayas o cuadrillé, particularmente escocés.

Sombreros
Los sombreros fueron el principal elemento que marcó las diferencias sociales, se usó como sombrero de calle el hongo
o bombín, de fieltro duro con alas pequeñas y muy abarquilladas en los costados, y la absurda copa que los franceses
llamaban chapeau melón; para el verano el bombín era sustituido por el sombrero de paja de ala recta, canotier, o rancho
en la Argentina. Sombrero de copa o bombín, guantes y bastón, completaban la apariencia.

Corbatas
Las corbatas son rectas e indistintamente de nudo, de lazo o de plastrón.

Cuellos
Las camisas tienen cuellos altos almidonados y a veces justos debajo de la mandíbula.

Abrigos
Los abrigos ocupan un lugar importante, especie de abrigo largo con algunas pequeñas capas que reemplazan las mangas.
La capa española, acompañada por sombrero de ala ancha, fue usada por los dandy. Los abrigos son rectos, de paño de
lana y también se utiliza gabardinas tipo impermeables, a veces con cinturón.

Titanic (James Cameron, 1997)

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La película nos sitúa en 1912, apenas un par de años después de finalizar la Era Eduardiana – así es como se conoce al
periodo en el que reino Eduardo VII en Reino Unido -, una época en la que el mundo de la moda estaba experimentando
unos cambios increíbles. Había tendencias muy variadas pero donde tuvo su máximo despliegue fue en la moda femenina
de la Primera Clase: sedas exquisitas, gasas, tules, bordados, plumas, tocados imposibles, perlas, etc. Y todo esto debía
quedar patente en la película.

La primera vez que la vemos aparecer en escena es justo antes de embarcar en el Titanic, lleva un impresionante traje de
dos piezas propio de la época, en color blanco con finas líneas verticales y horizontales en color morado. Aunque la
guinda del conjunto es sin duda el enorme sombrero que lleva Rose, inspirado en la moda de la época Eduardiana.

El siguiente outfit es el impresionante vestido granate que lleva un sobre vestido de encaje y pedrería negras.

En la cena de la primera clase a la que asiste Jack, la vemos de nuevo con un vestido salmón que lleva un sobrevestido de
encaje negro sobrepuesto.

El vestido azul que lleva en la escena de «¡Jack estoy volando!

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