Está en la página 1de 5

Clase 1: Geografía y recursos (capítulo 3 de Pérez Largacha)

https://youtu.be/AJbPH0mpzVQ video de canal Encuentro

La organización del espacio del Éufrates y el Tigris

El espacio que estudiamos está dominado por el curso de los ríos Éufrates y Tigris, unos ríos que
constituían la base de la actividad agrícola. El Éufrates (Buranun en sumerio y Purattum en
acadio) es un río navegable y con contrastes a lo largo de sus 3000 km de extensión. Nace en las
montañas de Armenia y transcurre rápido y encajonado hasta llegar a Mari, que es parte de lo
que conocemos como la Alta Mesopotamia, pero que se caracteriza por ser más un puente de
comunicación que un espacio óptimo para el desarrollo de la vida. En las cercanías de Babilonia
comienza la zona más fértil, que conocemos como Baja Mesopotamia. En esta región, que es
una clara llanura aluvial, el Éufrates se divide en diferentes brazos en los que va depositando sus
sedimentos, lo que explica su posterior abandono y salinización. Al oeste del Éufrates se
extiende el desierto, siendo hacia el este donde se concentran los asentamientos y la
explotación agrícola hasta el Tigris (Idiglat en sumerio y acadio).

El Tigris nace en el monte Ararat, en Anatolia y es mucho más caudaloso y violento, recibiendo
aportaciones de otros ríos que nacen en los montes Zagros, que es la barrera natural de la
Mesopotamia. Ambos ríos forman en sus tramos finales ramificaciones de sus cursos que crean
unas áreas pantanosas.

Originalmente, ambos ríos desembocaban de forma independiente en el Golfo Pérsico, por lo


que parte de la llanura aluvial actual estaría sumergida bajo el mar, lo que explicaría que
ciudades como Ur y Eridu, que antes se encontraban cercanas al mar, ahora estén en el interior.
En la Baja Mesopotamia se distinguen dos grandes kalam: al sur, Súmer con ciudades como
Uruk, Eridu, Ur, Nippur, Lagash o Umma y al norte Akkad, con ciudades como Babilonia o Kish
(Akkad, la supuesta capital, todavía no ha sido descubierta). En esta región las lluvias eran
escasas e irregulares, y la evaporación del agua muy importante, lo que obligó a practicar
numerosas obras de irrigación, favoreciendo la salinización de los suelos, lo que implicó el
progresivo abandono de las regiones más meridionales.

A pesar de esto, era una región próspera agrícolamente, aunque carecía de materias primas
importantes para los estados de la Antigüedad como la piedra, la madera o los metales, lo que
obligó desde un principio al establecimiento de unas rutas de intercambio que llegaban hasta
Siria y el mundo mediterráneo, el interior de Irán y el Golfo Pérsico. Esta ausencia de materias
primas facilitaba, por otro lado, el trabajo del suelo y la excavación de canales y aliviaba la carga
de trabajo en las obras monumentales, pues carecer de materias primas hacía que no tuvieran
que realizar grandes estructuras o estatuas.

Las áreas de influencia: la Anatolia, Siria y el Elam

En las cercanías de la Baja Mesopotamia estaba Elam, la región de la llanura aluvial cuyos límites
son difíciles de precisar y variables a lo largo de la Antigüedad. Más hacia el norte, el límite sí
queda claro, los Montes Zagros, que separan este Próximo Oriente de la meseta iraní. La región
del Elam es rica en recursos minerales lo que permitió el desarrollo de dinastías y reinos
poderosos, aunque los desconocemos por la limitada cantidad de fuentes escritas y yacimientos
arqueológicos.

En la Alta Mesopotamia, el mundo en el que se desarrolló Asiria (sobre el Tigris) era totalmente
dependiente de la lluvia, que es bastante escasa (200-300 mm anuales) lo cual constituyó una
llanura semiárida, conocida como Jezirah (del árabe) que puede ser explotada por grupos
pastoriles pero no por asentamientos permanentes.

En relación con la región de Siria-Palestina, se suceden diferentes paisajes y climas en una


estrecha margen de terreno, desde la franja costera a las montañas del Líbano, a la depresión
del Jordán y el Mar Muerto, lo que produce una rápida transición de una región a otra, pero
también permitió el acceso a diversos recursos naturales como la madera y los metales. Estas
características, y la ausencia de barreras naturales, hicieron de esta zona una constante región
de conflicto, que se continuó hasta la actualidad.

Por último, en lo que se refiere a la Anatolia, la actual Turquía fue el centro de diferentes reinos,
entre ellos los hititas, con importantes variaciones geográficas. En su parte central es una
extensa llanura elevada rodeada por grandes cadenas montañosas como el Taurus y el Cáucaso,
existiendo pasos que permiten el acceso a Siria (el más conocido de estos pasos lleva el nombre
de Puertas Cilicias).

El medio geográfico en Egipto: el Nilo

El determinismo geográfico nos llevaría a explicar la centralidad del poder del faraón en Egipto
a partir de la relación de los egipcios con el río Nilo. Tan fuerte es el poder del río y su regularidad
que Heródoto llamó a Egipto “el don del Nilo”. También podría explicar el origen y características
de las llamadas “sociedades hidraúlicas” en términos de Karl Wittfogel. Su teoría, retomada por
Vere Gordon Childe, requiere la existencia de un poder central que regule la producción y
distribución de los productos. Ambas teorías parten de la premisa de que un marco geográfico
privilegiado permite instaurar un Estado regido por un rey despótico que construye grandes
obras como las pirámides, oprimiendo a la población.

Sin embargo, varias de sus premisas son incorrectas: la esclavitud –por lo menos como se
entiende en el mundo occidental- tuvo poca importancia en la sociedad y economía egipcia, el
rey no siempre es considerado un dios y la cultura egipcia no es hidraúlica, ni siquiera tenía una
clara planificación de los manejos de los ríos, ya que toda obra era realizada a nivel local.

El Nilo (y sobre todo su delta) se caracteriza porque la crecida genera extensos espacios
pantanosos donde crecen cañas como el papiro y plantas como el loto, viven variadas aves y
mamíferos y es posible la pesca, sobre todo de peces de ríos lentos, como el bagre. El valle del
Nilo está formado por piedra caliza y arenisca, que se usaron para las construcciones y el arte,
ya que carecían de fondos arcillosos en el río.

El río Nilo nace como unión del Nilo Azul, el Nilo Blanco y el Atbara, cerca del lago Victoria, en el
centro de África. Corre de Sur a Norte, desembocando en el mar Mediterráneo, en forma de
delta. Los egipcios distinguen el agua del río de aquellas que vienen de la crecida, que se
personifican en una divinidad, Hapy. El calendario faraónico divide en tres estaciones el año:
ajet (la inundación), peret (la cosecha) y shemu (la estación seca), que coinciden con el ciclo
agrícola y eleva los niveles de rendimientos.

La crecida comenzaba en junio y duraba hasta octubre, momento en el que las aguas se
empezaban a retirar, después de fertilizar los campos con el limo (restos vegetales que recogían
de las lluvias que caían en el centro de África). Durante esos meses se detenía la producción
agrícola y se orientaba la producción a otras actividades, incluida la pesca. La crecida se medía
con nilómetros, de forma que era posible establecer variaciones entre cada período. Los rangos
saludables estaban entre 6 y 9 metros de crecida del río, más disminuía el tiempo de siembra y
cosecha, menos volvía insuficientes los terrenos fértiles.

Una vez que terminaba la crecida, hacia octubre, comenzaba el trabajo en la tierra: primero la
reparación de diques y canales, luego la siembra, ayudada por pequeños animales como asnos
y cerdos –los bueyes hundían demasiado las semillas, e impedían su germinación- y comenzaba
todo lo que es el cuidado de las plantas (de aves y plagas como langostas). En la estación seca
los campos se agrietaban, lo que favorecía que se aireen y no se salinicen –como pasó en la
Mesopotamia-; además, la posterior crecida limpiaba el suelo de sales.

Entre Asuán y Fayun (que son casi 1000 km) la pendiente desciende apenas 71 m, lo cual
extiende una llanura desde las cataratas (en Asuán) hasta la formación del delta (desde Menfis).
Además, por las sucesivas inundaciones, las tierras adyacentes al río forman una topografía
convexa, que permite la formación de piletones que se inundan y aseguran la distribución y
evacuación del agua. El Nilo es navegable en esta llanura, lo que permite la fluida comunicación
entre el Alto y el Bajo Egipto la mayor parte del año.

Como contrapartida, la tierra habitable y cultivable es sólo una franja estrecha pegada a cada
lado del río, lo que impidió la existencia de grandes ciudades; las que se destacan (Menfis, Tebas)
son capitales en los diversos momentos de la Historia.
El Alto Egipto (Ta-shema= tierra estrecha) es un valle aluvial donde la franja de tierra cultivable
oscila entre los 3 y los 12 km de extensión, siendo su emblema la caña (probablemente de
papiro). Fue siempre la región más tradicional de Egipto. Sus recursos se basaban en el cultivo
de cereales, la pesca y la explotación de los desiertos, donde los egipcios obtenían materias
primas y ganado.

El Bajo Egipto (Ta-mehu= tierra papiro) es un paisaje más abierto, con pastos y grupos de
pastores. Es muy distinto el Delta Oriental, más conectado con la Mesopotamia y relacionada
con el intercambio de larga distancia del Delta Occidental, más protegida de las amenazas
externas hasta el primer Milenio a.C. El asentamiento se realiza en geziras que son elevaciones
del terreno. La mayor parte del terreno, por tratarse de un delta, estaba húmedo y esto podría
haber generado una mayor incidencia de enfermedades y epidemias, pero también proveían un
clima mucho más agradable que el caluroso y seco del Alto Egipto.

Las áreas marginales: los desiertos y Nubia

El 90% de la superficie egipcia, luego, es desierto. Los desiertos que rodean el valle del Nilo se
han considerado como una barrera que ayudó a su aislamiento y protección, razón por la cual
el antiguo Egipto se ha considerado un oasis cultural. En contraste, Egipto constituía,
aparentemente, un mundo en sí mismo que, debía obtener de otras regiones productos de los
que carecía (madera, metales, especias, aceite…).

En el desierto oriental, Egipto obtenía la amatista, el cobre y la galena, además del cobre y la
turquesa que explotaban del suelo. Además, dirigían expediciones hacia las costas del mar Rojo.
En el desierto occidental hay una ruta de oasis paralela al valle del Nilo, pero a unos 200 km de
distancia, que permitía llegar a Nubia (el país al sur de las cataratas) por vía terrestre.

Naturalmente, el desierto era un espacio que generaba temor, por razones más concretas, como
las tormentas de arena u otras más humanas, como la posible piratería. También podían
aparecer grandes animales que representaran alguna especie de peligro, como los rinocerontes.

Al sur de las cataratas se abría al mundo egipcio una región que permitía el acceso al interior de
África y a los productos exóticos, y al oro, que le dio nombre (Nubia viene de nbw, que en egipcio
es justamente oro). Apenas conocemos la historia de los nubios, ya que la construcción de la
represa de Asuan provocó la desaparición de los restos materiales y con anterioridad no
representaban interés para los arqueólogos del siglo XIX ya que no tienen grandes Estados o
construcciones monumentales.

Sabemos que desde el IV milenio hay asentamientos humanos en la región, que proveyeron de
productos y fuerza de trabajo a los egipcios después de la unificación; sabemos que su cultura
fue progresivamente pareciéndose a la egipcia. Nos consta que los reyes de la XVIII dinastía
conquistaron hasta la IV catarata, construyendo un templo de dedicado a Amón y que se los
representa como negros, pero no tenemos mucho más para decir sobre los nubios. Traían
incienso, madera de ébano, marfil, animales exóticos y oro al Alto Egipto. Recibían trigo y cebada
a cambio.

Bibliografía

SANMARTÍN, J y J.M. SERRANO (2006), Historia antigua del próximo Oriente.


Mesopotamia y Egipto,

Madrid, AKAL.

PEREZ LARGACHA, Antonio (2007) Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente.
Madrid, AKAL.

PÉREZ LARGACHA, A. y A. ERRANDONEA RODRÍGUEZ (2016) Introducción al


Antiguo Egipto, Madrid, AKAL.

También podría gustarte