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Procedimiento
El gobierno de Colombia presentó dos conclusiones, de las que la primera ruega a la Corte
decir y juzgar:
“Que la República de Colombia tiene el derecho, como país acordante del asilo, de
calificar la naturaleza del delito a los Funes de dicho asilo, en el marco de las
obligaciones que derivan en particular del Acuerdo Bolivariano de Estradición del 18 de
julio de1911 y de la Convención de La Haban sobre Asilo, del 20 de febrero de 1928 y,
de una manera general, del derecho internacional americano” (pág. 11)
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En este caso incluimos en algunos párrafos los respectivos números de página del texto publicado por la
Corte Internacional de Justicia en razón de que en dicho fallo no se han numerado los párrafos
correspondientes.
El gobierno de Colombia (pág. 12) invoca el Acuerdo Bolivariano de 1911, artículo 18 que
es concebido en los siguientes términos:
“Más allá de las estipulaciones del presente acuerdo, los Estados signatarios reconocen
la institución del asilo, conforme a los principios del derecho internacional”
Reconociendo “la institución del asilo”, este artículo tiene por objetivo reenviar a los
principios del derecho internacional. Pero los principios del derecho internacional no conocen
ninguna regla de calificación unilateral y definitiva por el Estado que acuerda el asilo
diplomático.
El gobierno de Colombia se apoyó también en el artículo 4 de este acuerdo, relativo a la
extradición de un criminal por el Estado sobre el territorio del cual ha buscado refugio. Los
argumentos presentados al respecto revelan una confusión entre el asilo territorial (extradición)
por una parte, y asilo diplomático por otra parte.
En el caso de la extradición, el refugiado se encuentra en el territorio del Estado de refugio.
Una decisión relativa a la extradición implica solamente el ejercicio normal de la soberanía
territorial. El refugiado se encuentra fuera del territorio del Estado donde se ha cometido el
delito y una decisión de otorgarle asilo no deroga nada a la soberanía de ese Estado.
En el caso del asilo diplomático, el refugiado se encuentra en el territorio del Estado en el
que se ha cometido el delito. La decisión de otorgar el asilo diplomático comporta una
derogación de la soberanía de ese Estado. Sustrae el delincuente a la justicia de aquel y
constituye una intervención en un asunto que corresponde exclusivamente a la competencia
del Estado territorial.
… El gobierno de Colombia se apoya por otra parte en la Convención de La Habana de
1928 relativa al asilo. Esta convención establece ciertas reglas relativas al asilo diplomático,
pero no contiene ninguna disposición que confiera al Estado que acuerda el asilo una
competencia unilateral para calificar el delito de una manera definitiva y que sería obligatoria
para el Estado territorial (pág. 13).
… El Gobierno de Colombia finalmente recurrió “de una manera general, al derecho
internacional americano”. Además de las reglas convencionales ya examinadas, se apoyó en
una pretendida costumbre regional o local, propia de los Estados de América Latina.
La Parte que invoca una costumbre de esta naturaleza debe probar que la misma se
constituyó de tal manera que se transformó en obligatoria para la otra Parte. … (pág. 14)
En fin, el gobierno de Colombia citó un gran número de casos particulares en los cuales el
asilo diplomático ha sido de hecho acordado y respetado. … no es posible derivar de todo eso
una costumbre constante y uniforme aceptada como derecho en lo que concierne a la
pretendida regla de la calificación unilateral y definitiva del delito.
La Corte no podría entonces admitir que el gobierno de Colombia haya probado la
existencia de tal costumbre (pág. 15).
Por esos motivos, la Corte arriba al resultado según el cual Colombia como Estado
otorgante del asilo, no tiene el derecho de calificar la naturaleza del delito por una decisión
unilateral y definitiva obligatoria para el Perú. (pág. 16).
En su segunda conclusión, el Gobierno de Colombia ruega a la Corte decir y juzgar:
“Que la República del Perú, en su calidad de Estado territorial. Está obligada, en el caso
concreto materia del litigio, de acordar las garantías necesarias para que el señor Víctor
Raúl Haya de la Torre salga de su país, respetándose la inviolabilidad de su persona”
(pág. 16).
… De los dos primeros artículos de la Convención de La Habana, resulta que, aún si un tal
derecho de calificación no sea admitido, el gobierno de Colombia tiene fundamento, bajo
ciertas condiciones, para demandar un salvoconducto.
La primera condición es que el asilo haya sido regularmente acordado y mantenido. El
asilo no puede ser acordado más que a los criminales políticos que no están acusados o
condenados por delitos comunes, y solamente en los casos de urgencia, y por el tiempo
estrictamente indispensable para que el refugiado se coloque a seguro. …
La segunda condición es enunciada en el artículo 2 de la Convención de La Habana:
“… El gobierno del Estado podrá exigir que el refugiado sea colocado fuera del territorio
nacional en el más breve plazo posible; y el agente diplomático del país que hubiera
acordado el asilo podrá a su vez exigir las garantías necesarias para que el refugiado
salga del país, respetándose la inviolabilidad de su persona”.
Si tenemos en cuenta, por una parte la estructura de esta disposición que indica un orden
sucesivo, y por otra parte del sentido natural y ordinario de las palabras “a su vez”, esta
disposición puede solamente significar que el Estado territorial podrá exigir que el refugiado
sea colocado fuera del país y que es recién después que el Estado que acuerda el asilo puede
exigir las garantías necesarias como una condición de esta puesta fuera del territorio. En otras
palabras, esta disposición da al Estado territorial la opción de exigir la partida del refugiado,
este Estado no está obligado a otorgar un salvoconducto más que después de haber ejercido
dicha opción (pág. 17).
En la especie, el gobierno de Perú no solicitó que Haya de la Torre dejara Perú. Ese
gobierno discute la legalidad del asilo que había sido acordado y rehusó librar un
salvoconducto.
Perú reconvino el 3 de octubre de 1950 ( pág. 17) … pidiendo a la Corte:
“Decir y juzgar a título reconvencional, en los términos del artículo 63 del Reglamento de
la Corte, y en una sola misma sentencia, que el otorgamiento del asilo por el embajador
de Colombia en Lima a Víctor Raúl Haya de la Torre fue hecho en violación del artículo
primero, parágrafo primero, y del artículos 2, parágrafo 2, primeramente (inciso primero),
de la Convención sobre Asilo firmada en 1928 y que en todo caso el mantenimiento del
asilo constituye actualmente una violación de dicho tratado” (pág. 18).
… La demanda reconvencional tiende esencialmente a poner un término al litigio, invitando
a la Corte a declarar que el asilo ha sido mal dado, siendo contrario su otorgamiento a ciertas
disposiciones de la Convención de La Habana (pág. 18).
… Otorgar asilo no es un acto instantáneo, que tendría fin con la acogida hecha, en un
momento dado, a un refugiado en una embajada o en una legación. Todo otorgamiento de
asilo genera, y en consecuencia, implica lógicamente un estado de protección; el asilo es
otorgado tanto tiempo como la presencia continuada del refugiado en la embajada prolonga
esta protección.
El gobierno de Perú fundó su demanda reconvencional en dos bases distintas que
corresponden, respectivamente, al artículo primero, parágrafo primero, y al artículo 2,
parágrafo 2, de la Convención de La Habana.
En los términos del artículo primero, parágrafo primero, “No está permitido a los Estados
dar asilo … a las personas acusadas o condenadas por delitos comunes”. Corresponde a Perú
la prueba que Haya de la Torre ha sido acusado o condenado por delitos de derecho común
previamente al asilo. …
…Por el contrario, la Corte estima que el gobierno del Perú no ha demostrado que los
hechos de los que el refugiado ha sido acusado antes del 3 – 4 de enerote 1949 son delitos de
derecho común (pág. 19).
… el gobierno del Perú asigna como segunda base a su demanda reconvencional, el
desconocimiento pretendido del artículo 2, parágrafo 2 de la Convención de La Habana,
disposición así concebida: “El asilo no podrá ser acordado salvo en los casos de urgencia y
por el tiempo estrictamente indispensable para que el refugiado se ponga a seguro de otra
manera” (pág. 20).
… Las Partes no discuten que el asilo puede ser acordado con un fin humanitario para
proteger los criminales políticos contra la acción violenta y desordenada de elementos
irresponsables de la población (pág. 20).
… Del conjunto de los hechos alegados se desprende, esta vez claramente, la naturaleza
del peligro cuyo carácter urgente habría justificado el asilo según el gobierno de Colombia: ese
peligro sería el de una justicia política por efecto de la subordinación de las autoridades
judiciales peruanas a las injerencias del ejecutivo (pág. 21).
…En principio entonces, el asilo no puede ser opuesto a la acción de la justicia. No hay
excepción a este principio mas que so pretexto de la justicia, el arbitrio sustituye al reino de la
ley. Tal sería el caso si la administración de la justicia se encontrara viciada por medidas
claramente inspiradas por el espíritu político (pág. 22).
… La Corte no podría admitir que los Estados signatarios de la Convención de La Habana
hayan entendido sustituir a las práctica de las repúblicas de América Latina, práctica en la cual
las consideraciones de cortesía, de buena vecindad y de oportunidad política mantenido
siempre un muy largo espacio, un régimen jurídico que garantizaría a sus propios nacionales
acusados de crímenes políticos escapar a la jurisdicción nacional. Tal concepción chocaría,
sobre todo, con una de las tradiciones mejor establecidas en América Latina, la de la no
intervención. La Sexta Conferencia Panamericana de 1928 fue también aquella en la que los
Estados de América Latina afirmaron su resuelta oposición a toda política de intervención
extranjera. Sería difícil concebir que esos mismos Estados hubiesen consentido en ese mismo
momento someterse a la intervención bajo su forma menos aceptable, la que implica
intervención del extranjero en el funcionamiento de la justicia interna y que no podría tampoco
manifestarse sin arrojar alguna sospecha sobre la imparcialidad de aquella (pág. 23).
…los casos de asilo señalados por Colombia demuestran … que el asilo, tal como ha sido
practicado en América Latina, es una institución que en gran medida debe su desarrollo a
factores extra – jurídicos. Las relaciones de buena vecindad de las repúblicas, los distintos
intereses políticos de los gobiernos favorecieron el reconocimiento mutuo del asilo más allá de
toda reglamentación jurídica netamente definida (pág. 24).
Por esos motivos, la Corte:
Sobre las conclusiones del gobierno de Colombia:
Por catorce votos contra dos,
Rechaza la primera conclusión en tanto ella implicaría un derecho para Colombia, como
país que acuerda el asilo, de calificar la naturaleza del delito por una decisión unilateral,
definitiva y obligatoria para el Perú;
Por quince votos contra uno;
Rechaza la segunda conclusión;
Sobre la demanda reconvencional del gobierno del Perú,
Por quince votos contra uno,
La rechaza en tanto está fundada sobre una violación del artículo primero parágrafo
primero, de la Convención sobre Asilo, firmada en La Habana en 1928;
Por diez votos contra seis,
Dice que el otorgamiento del asilo por el Gobierno de Colombia a Víctor Raúl Haya de la
Torre no fue hecho en conformidad con el artículo 2 parágrafo 2 “primeramente” de dicha
Convención.