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1.

CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA


Opinión consultiva sobre la legalidad de la amenaza o el empleo de armas nucleares
Opinión consultiva del 8 de julio de 1996

Hechos
1. En su 49º período de sesiones, la Asamblea General aprobó la resolución 49/75 K, de fecha
15 de diciembre de 1994, en la que decidió, de conformidad con el párrafo 1 del artículo 96 de
la Carta de las Naciones Unidas, solicitar a la Corte Internacional de Justicia que diera con
carácter de urgencia su opinión consultiva sobre la cuestión siguiente:
“¿autoriza el derecho internacional en alguna circunstancia la amenaza o el empleo de
armas nucleares?”
2. El 8 de julio de 1996, la Corte Internacional de Justicia emitió su opinión consultiva sobre la
mencionada cuestión que le había presentado la Asamblea General1.

Opinión consultiva
34. … la Corte llega a la conclusión de que las normas aplicables más pertinentes con respecto
a la cuestión que se le ha planteado son las relativas al uso de la fuerza consagradas en la
Carta de las Naciones Unidas y el derecho aplicable a los conflictos armados que regula las
situaciones de hostilidades, junto con todos los tratados en materia de armas nucleares que la
Corte pueda considerar pertinentes.

52. … la Corte señala que el derecho internacional consuetudinario y de los tratados no
contiene ninguna disposición concreta que autorice la amenaza de uso o el uso de armas
nucleares ni de ninguna arma, ni en general ni en circunstancias particulares, especialmente
las relativas al ejercicio del derecho de legítima defensa. Tampoco existe, no obstante, ningún
principio o norma del derecho internacional que haga que la legitimidad de la amenaza o el uso
de armas nucleares o de cualquier otra arma dependa de una autorización concreta. La
práctica de los Estados demuestra que la ilegitimidad del uso de ciertas armas en sí no se
deriva de una ausencia de autorización sino que por el contrario está formulada en términos de
prohibición.

70. La Corte observa que las resoluciones de la Asamblea General, aunque no son vinculantes,
pueden a veces tener valor normativo. En ciertas circunstancias pueden proporcionar pruebas
importantes para determinar la existencia de una norma o la aparición de una opinio juris. Para
saber si una determinada resolución de la Asamblea General cumple ese recaudo, hay que
examinar su contenido y las condiciones en que reaprobó; también hay que ver si existe una
opinio juris en cuanto a su carácter normativo. Puede ocurrir asimismo que una serie de
resoluciones muestre la evolución gradual de la opinio juris necesaria para el establecimiento
de una nueva norma.
71. Examinadas en su conjunto, las resoluciones de la Asamblea General que se han
presentado ante la Corte declaran que el empleo de armas nucleares constituye “una violación
directa” de la Carta de las Naciones Unidas y en algunos casos establecen que “debería
prohibirse” su uso. Esas resoluciones se han centrado algunas veces en asuntos conexos de
diversa índole; no obstante, varias de las resoluciones que se están examinando en el presente
caso han sido probadas con numerosos votos en contra y abstenciones; así, aunque son un
claro indicio de la profunda preocupación que existe con respecto al problema de las armas
nucleares, todavía distan de establecer la existencia de una opinio juris sobre la ilegalidad del
empleo de esas armas.
72. La Corte observa, además, que en la primera de las resoluciones de la Asamblea General
en la que se proclamó expresamente la ilegalidad del empleo de las armas nucleares, a saber,
la resolución 1653 (XVI), de 14 de noviembre de 1961 (mencionada en resoluciones
subsiguientes), después de hacer referencia a algunas declaraciones internacionales y
acuerdos vinculantes, desde la Declaración de San Petersburgo de 1868 hasta el Protocolo de
Ginebra de 1925, se procedió a calificar la naturaleza jurídica de las armas nucleares, a
determinar sus efectos y a aplicar las normas generales del derecho internacional
consuetudinario a las armas nucleares en particular. Esa aplicación por la Asamblea General
de las normas generales del derecho consuetudiario al caso particular de las armas nucleares
demuestra que, a su juicio, no existía ninguna norma específica en el derecho consuetudinario

1
A/51/218.
que prohibiera el empleo de las armas nucleares, de haber sido así, la Asamblea General
podía simplemente haberse referido a ella, sin necesidad de realizar ese ejercicio de
calificación.
73. Habida cuenta de los anterior, la Corte señala que la aprobación anual por la Asamblea
General, por gran mayoría de votos, de resoluciones en las que se recuerda el contenido de la
resolución 1653 (XVI), y se pide a los Estados Miembros que concierten una convención que
prohíba el empleo de las armas nucleares en cualquier circunstancia, pone de manifiesto el
deseo de un sector muy amplio de la comunidad internacional de dar un importante paso hacia
el desarme nuclear completo, mediante la prohibición específica y expresa del empleo de las
armas nucleares. La aparición, como lex lata, de una norma consuetudinaria por la que se
prohíba específicamente el empleo de las armas nucleares como tales se ve dificultada por las
continuas tensiones entre la incipiente opimio juris, por un lado, y la adhesión todavía muy
fuerte a la práctica de la disuasión, por el otro.
74. Al no haber encontrado una norma convencional de alcance general, ni tampoco una
norma consuetudinaria que proscriba específicamente la amenaza o el empleo de armas
nucleares, la Corte pasará a abordar la cuestión relativa a saber si el empleo de armas
nucleares se ha considerado ilegal habida cuenta de los principios y normas del derecho
internacional humanitario aplicable en caso de conflicto armado y del derecho de la neutralidad.

78. Los principios cardinales contenidos en los textos que constituyen la esencia del derecho
humanitario se enumeran a continuación. El primero, relacionado con la protección de la
población civil, y los bienes de carácter civil, distingue entre combatientes y no combatientes;
los Estados no deben nunca hacer objeto de sus ataques a los civiles y, por consiguiente, no
deben utilizar jamás armas que no permitan distinguir entre objetivos civiles y objetivos
militares. De acuerdo con el segundo principio, está prohibido causar daños superfluos a los
combatientes; así pues, no se permite utilizar armas que les causen esos daños o que
acentúen innecesariamente su sufrimiento. En aplicación de ese segundo principio, los Estados
no gozan de libertad ilimitada de elección en cuanto al tipo de armas que utilizan.
… De conformidad con los citados principios el derecho humanitario prohibió, desde muy
pronto, algunos tipos de armas, bien por sus efectos indiscriminados para los combatientes y
los civiles, bien por los daños innecesarios causados a los combatientes, es decir, por
ocasionar daños mayores que los inevitables para conseguir objetivos militares legítimos. Si las
armas que se prevé usar no reúnen los requisitos del derecho humanitario, la amenaza de
emplearlas sería también contraria a ese derecho.

82. Dada la amplia codificación del derecho humanitario y el alcance de la ratificación de los
tratados de él derivados, y el hecho de que las cláusulas de denuncia que existían en los
instrumentos de codificación no se hayan usado jamás, la comunidad internacional cuenta con
un corpus de disposiciones contenidas en tratados que en su mayoría han cobrado carácter
consuetudinario y aparecen reflejadas en los principios humanitarios más reconocidos a nivel
universal. En esas normas se indican la conducta y el comportamiento normales que se
esperan de los Estados.
83. En las actuaciones que nos ocupan se ha dicho que esos principios y normas del derecho
humanitario forman parte del jus cogens, según la definición del artículo 53 de la Convención
de Viena sobre el derecho de los tratados, de 23 de mayo de 1969. La cuestión de si una
norma forma parte del jus cogens guarda relación con el carácter jurídico de la norma. La
petición dirigida a la Corte por la Asamblea General plantea la cuestión de la aplicabilidad de
los principios y las normas del derecho humanitario en los casos en que se utilicen armas
nucleares y las consecuencias de que se apliquen esos principios y normas para la legalidad
del empleo de esas armas.

85 … La gran mayoría de los Estados y los autores no tienen dudas acerca de la aplicabilidad
del derecho humanitario a las armas nucleares.
86 La Corte comparte esa opinión. Es cierto que las armas nucleares se inventaron cuando ya
se había establecido la mayoría de los principios y normas del derecho humanitario aplicable a
los conflictos armados, que las Conferencias de 1949 y 1974 – 1977 dejaron de lado esas
armas y que existen diferencias tanto cualitativas como cuantitativas entre las armas nucleares
y todas las armas convencionales; sin embargo, de ello no se puede inferir que las normas y
principios establecidos del derecho humanitario aplicable en los conflictos armados no se
aplique a las armas nucleares. Esa conclusión sería incompatible con el carácter
intrínsecamente humanitario de los principios jurídicos en cuestión, que está presente en todo
el derecho relativo a los conflictos armados y es válido para todas las formas de guerra y todos
los tipos de armas, las del pasado, las del presente y las del futuro. A ese respecto, es
importante que en estas actuaciones no se haya defendido la tesis de que las normas del
derecho humanitario no se aplican a las armas nuevas, debido a su carácter reciente. Por el
contrario, el carácter reciente de las armas nucleares se ha rechazado expresamente como
argumento para que no se les aplique el derecho internacional humanitario.

95. Tampoco puede pronunciarse en la Corte sobre la validez de la opinión de que el recurso a
la utilización de las armas nucleares es ilícito en cualquier circunstancia, dado que es intrínseca
y totalmente incompatible con la legislación aplicable a los conflictos armados. Ciertamente,
como ya ha indicado la Corte, los principios y normas que se aplican a los conflictos armados –
cuyo núcleo está presidido por una consideración de humanidad – hacen que el desarrollo de
las hostilidades armadas se supedite a requisitos estrictos. Así pues, quedan prohibidos los
métodos y medios de combate, que excluyen cualquier distinción entre objetivos civiles y
militares o dan lugar a sufrimientos innecesarios de los combatientes. Habida cuenta de las
características singulares de las armas nucleares, a las que se ha referido anteriormente la
Corte, la utilización de esas armas parece, de hecho, escasamente compatible con el respeto
de tales requisitos. No obstante, la Corte considera que no cuenta con elementos suficientes
para llegar con toda certeza a la conclusión de que la utilización de las armas nucleares está
forzosamente reñida con los principios y normas aplicables a los conflictos armados en
cualquier circunstancia.
96. Además, la Corte no puede perder de vista el derecho fundamental de todo Estado a su
supervivencia y, por ende, su derecho a recurrir a la legítima defensa de conformidad con el
artículo 51 de la Carta en el caso de que su supervivencia se vea amenazada.
Tampoco puede hacer caso omiso de la práctica conocida como “política de disuasión”, a la
que durante muchos años ha recurrido una parte apreciable de la comunidad internacional. …
97. En consecuencia, habida cuenta de la situación actual del derecho internacional en su
conjunto, examinada más arriba por la Corte, y de los elementos de hecho de los que la Corte
tiene constancia, ésta considera que no puede pronunciarse definitivamente sobre la licitud o
ilicitud de la utilización de las armas nucleares por un Estado en circunstancias extremas de
legítima defensa, en las que su propia supervivencia correría peligro.

105. Por las razones que anteceden:
La Corte,
1) Decide atender a la solicitud de que formule una opinión consultiva;
2) Responde de la manera siguiente a la cuestión planteada por la Asamblea General:
A. Por unanimidad,
No existe en el derecho internacional consuetudinario ni en el derecho de los tratados
ninguna autorización concreta para recurrir a la amenaza o al empleo de las armas
nucleares;
B. Por once votos contra tres,
En el derecho internacional consuetudinario y en el derecho internacional convencional no
existe ninguna prohibición general ni universal de la amenaza o el empleo de las armas
nucleares como tales;
C. Por unanimidad,
Es ilícita la amenaza o el recurso al uso de la fuerza por medio de armas nucleares cuando
se contravenga lo dispuesto en el párrafo 4 del Artículo 2 de la Carta de las Naciones
Unidas y no se cumplan los requisitos del Artículo 51;
D. Por unanimidad,
La amenaza o el empleo de las armas nucleares debe ser también compatible con los
requisitos del derecho internacional aplicables a los conflictos armados, particularmente los
principios y normas del derecho internacional humanitario, así como las obligaciones
concretas contraídas en virtud de los tratados y otros compromisos que se refieren
concretamente a las armas nucleares;
E. Por siete votos contra siete y el voto de calidad del Presidente,
De los requisitos anteriormente mencionados se infiere que la amenaza o el empleo de las
armas nucleares sería generalmente contrario a las normas del derecho internacional
aplicable a los conflictos armados, particularmente los principios y normas del derecho
humanitario;
No obstante, habida cuenta de la situación actual del derecho internacional y de los
elementos de hecho de que dispone, la Corte no puede pronunciarse definitivamente sobre
si la amenaza o el empleo de las armas nucleares sería lícito o ilícito en circunstancias
extremadas de legítima defensa, en las que corriera peligro la propia supervivencia del
Estado.
F. Por unanimidad,
Existe la obligación de emprender de buena fe y concluir negociaciones encaminadas al
desarme nuclear en todos sus aspectos, bajo un estricto y eficaz control internacional.

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