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CAPÍTULO 8:

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A SANTAFÉ.


Los caminos reales, de Cundinamarca 
ROBERTO VELANDIA

 CAMINOS DE LA CONQUISTA

El camino fue el invento más trascendental del hombre primitivo;


lo abrió con la planta de sus pies desnudos sobre la salvaje
superficie de tierra y luego a caballo; y cuando no hubo tierra
sino mar entonces navegó. Así se descubrieron y conquistaron
los continentes y llegó a adquirir el conocimiento del planeta.
Caminando el hombre se hizo conquistador y fundador de
naciones y de imperios.

El camino más ancho fue el que abrió Cristóbal Colón a través


del océano, tanto que por él pudieron pasar al Nuevo todas las
naciones del Viejo Mundo.

Las carabelas descubridoras de Alonso de Ojeda, Américo La asombrosa ingeniería


Vespucio, Rodrigo de Bastidas, Juan de la Cosa, Cristóbal de la naturaleza en el
Guerra, Martín Fernández de Enciso, avistaron de cerca y de puente de Icononzo,
lejos las costas de Tierra Firme, que pronto serian el marco norte
Tolima. (Firmin Didot
del país que luego se llamaría Real Audiencia de Santafé.
Frères Editeus, Paris,
Un día de 1510 desembarcaron en el golfo de Urabá y fundaron 1837. 18.5 X 14 cm.
una ciudad que quedó prisionera de la selva hasta extinguirse; en Colección Particular de
otro de 1526 Bastidas fundó a Santa Marta y en otro de 1533 Pilar Moreno de Ángel).
Pedro de Heredia a Cartagena, puntos de partida de las
expediciones conquistadoras que guiadas por los ríos y las
cordilleras y un instintivo sentido de dirección sur y oriente,
llegaron unas al país de los catíos y otras al de los chibchas en lo más empinado de una de ellas,
cuya meseta de Bacatá habría de ser el eje de la fuerza centrípeta de todas las demás. Esta había
trazado la primera trocha desde Santa Marta hasta la desembocadura del río Opón, de aquí hacia
la tierra de los guanes, y poco después, rumbo sur, atravesando sembradíos de calabazas,
chuguas, hibias y cubios, llegaría a la capital de los zipas, trocha del Opón que otros al transitarla
convirtieron en el primer al Nuevo Reino de Granada, poco duradero, por cierto. Esto fue en 1536-
1537.

A un lado de Bacatá Gonzalo Jiménez de Quesada fundó una ciudad el 6 de agosto de 1538 la
primera del país que entonces se llamó Nuevo Reino de Granada y seria una especie de rosa de
los vientos de Tierra Firme, cuyos pétalos marcarían la dirección de los caminos que de allí
irradiarían a la conquista de otras tierras. Caminos abiertos con espadas toledanas y el andar de
los caballos castellanos y andaluces que traían el ímpetu heroico de los árabes, cuyos bríos se
transformaban en arrogancia guerrera en las refriegas contra los indios.

El año siguiente, comienzos de 1539, otros dos caminos se encontrarían en Santafé: el que traía
Nicolás de Federman a través de los Llanos Orientales, y el de Sebastián de Belalcázar, quien
venía con mucho ejercitó de españoles y de indios incas y recuas de animales domésticos. Poco
después Quesada decidió llevárselos, para España, y tomaron rumbo SO por una trocha guerrera
abierta en tierra de los panches que pasaba por el boquerón de Bojacá y seguía por Doima, río
Apulo y Tocaima para terminar en el sitio de Guataquí, a orillas de un río que debía desembocar en
el mar de las Antillas porque descendía hacia el norte y Rodrigo de Bastidas, en su
desembocadura, había bautizado en 1501 con el nombré de la Magdalena.

Encerrados entre las montañas de Bacatá, circundadas de selvas mortíferas, en el corazón de un


mundo misterioso pero confiados en la protección de Dios y sin más amparo que la fe y la cruz y
sus armas, allí, quedó el grueso dé la expedición de Quesada, Federman y Belalcázar, a la M
espera del rescate y de las noticias de su patria, pero que para hacerlo realidad se necesitaban a
caminos. p
a
Y así, lo primero de España en América fue fundar ciudades para poblar el nuevo continente:
Santa María la Antigua del Darién, Santa Marta, Cartagena, Santafé d
del e

Nuevo Reino, Tunja, Vélez, Pasto, Popayán, Cali, Cartago, Santa Fe de Antioquia, Tocaima, Pamplona, Ibagué, l
Mariquita, Tudela, Timaná, La Plata, Villeta, San Juan de los Llanos, y otras. Y luego hacer caminos entre ellas para o
unirlas, los que una vez establecidos vinieron a constituir la infraestructura vial del país sobre la cual habría de s
formarse la nación. 

p
Los que venían de oriente, trataron de perdurar en la llanura, pero a
Entrad
 a a Santafé por las las aguas de invierno los borraron; aquellos que comenzaron por la r
tierras de Bosa, año margen de los ríos se adentraron en la selva feroz y emponzoñada t
i
1790. (AGN Mapoteca buscando salida a la cordillera que de lejos veían prendida de las d
nubes; otros ascendían por el costado de las serranías
4, mapa 657 A). o
zigzagueando la pendiente, y al romper la peña para dar la vuelta
esculpían miradores desde los que se divisaban profundos abismos s
de la abrupta orografía de los Andes y en la lejanía, la silueta
sinuosa de los ríos deslizándose lentamente entre selvas y llanuras. d
e

Los primeros caminos del Cundinamarca aborigen los abrió el adelantado don Gonzalo Jiménez U
de Quesada, de norte al centro del país, desde el valle de la laguna de Fúquene y el pueblo s
chibcha de Guachetá a Lenguazaque, Suesca, Nemocón, Busongote, Chía y Funza; luego, de a
aquí a Hunza y Sogamoso, y de regreso a Suesca, de este pueblo a Pasca, valle de los q
Sutagaos y valle de Neiva; los abrió también Sebastián de Belalcázar, del suroeste al centro, de u
Guataquí a Tibacuy y Bosa y a la recién fundada é
n
 
y
Santafé; y finalmente por Nicolás de Federman, de los llanos de San Juan a la cordillera de
Fosca, a salir a Pasca a través del páramo, para volver por el norte a Santafé. Se agregan comoS
rutas de expansión o de penetración a los contornos del Nuevo Reino de Granada, las trochas u
abiertas por Hernán Pérez de Quesada, Hernán Venegas Carrillo, Diego López de Galarza y b
Francisco Núñez Pedroso hacia Tocaima e Ibagué, el Sabandija y Mariquita; y la de Pedro de a
Ursúa y Luis Lanchero a la provincia de muzos y colimas. ,
a
Más tarde se trazó otro camino de Santafé a Bojacá, Juntas de Apulo y Tocaima a salir por ñ
Casas Viejas (Jerusalén) al embarcadero de Guataquí o Paso de Upía, que habría de ser la ruta o
de los caminos al sur y suroeste. Vendría después el camino de Facatativá a Zipacón, Villeta y
Rionegro, y el de Villeta-Guaduas-Honda, todos ellos en busca del río Magdalena. d
e
Otro fue el de Santafé a Cáqueza y San Juan de los Llanos, y otro el de Santafé a Gachetá-
Gachalá-Medina hacia los llanos de San Juan. 1
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.
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Fueron abiertos con la infinita emoción de la aventura por huestes conquistadoras ansiosas de
llegar a lo desconocido; con un anhelo de grandeza y de gloria y la esperanza de encontrar
riquezas, en un avance a golpes de espada, venciendo con su crueldad, la crueldad de la selva
devoradora de hombres, cortando cabezas de serpientes, de tigres feroces, derribando troncos
milenarios y desbrozando marañas de bejucos y rastrojos espinosos que estorbaban el paso de
Elos caballos; escalando lomas y peñascos hacia las cumbres enhiestas de los Andes, guiados
s por una fantástica imaginación que les hacia ver países sembrados de oro y piedras preciosas,
c impulsados por una voluntad arrolladora, resuelta a arrebatarle a la selva la extensión del
e continente, y orientados también por la luz del sol, de la luna y las estrellas, por lejanos nevados,
n por el curso de los ríos, y quizá por el mismo viento como los animales salvajes. C
a a
r
Los caminos fueron el principio de Colombia; abriendo caminos se fue descubriendo el país,
d fundando ciudades y con ellas formándose la nación. Son lo primero más importante de nuestra t
e historia después del descubrimiento de las nuevas costas. Cada camino que se abría marcaba el a
comienzo y fin de una jornada heroica a través de lo desconocido de una naturaleza bravía cuyo
Smisterio sólo conocían hasta entonces los aborígenes que la habitaban y hacían parte de ella y C
a que ahora empezaba a revelarse ante ojos extraños. o
n r
t Es inimaginable aquel mundo primitivo que el ímpetu conquistador del hombre español del siglo o
a XVI desfloró con su espada, más para gloria de su nombre, de su nación y de su rey, que para su g
f propio enriquecimiento, pues ciertamente no disfrutó del oro que sus manos voraces acumularon. r
é Mundo increíble y fantástico de mil peligros que aquel conquistador holló y venció a costa de su á
f
misma vida. Mundo guerrero de un hombre primitivo, cuya bravura heroica en los combates
i
d contra el invasor escribió la otra página de la epopeya hispanoamericana( 1 ).
c
e
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No sabríamos entender qué fue más heroico, si la travesía de la selva y el ascenso de la
Bcordillera o la lucha cuerpo a cuerpo contra unas tribus aguerridas, armadas de flechas
d
o mortíferas, cuyo hábitat era la guerra y la crueldad. Hubo otra lucha no menos feroz contra el
e
g hambre y la intemperie y las enfermedades tropicales, contra los mosquitos y los zancudos,
l
o invisibles enemigos que exterminaban ejércitos. El hambre hacía que unos a otros se devorasen,
e
t que se comiesen sus propios muertos, y hasta los mismos indios y los caballos.
s
á
t
. Aquellas trochas, sobre fangales, lodazales y hojarascas, enmarcadas por una tupida maraña,
a
« cubiertas por la frondosa ramazón de gigantescos y centenarios árboles, señalan el derrotero de
d
Pla odisea del descubrimiento y conquista del territorio que inicialmente se llamaría Nuevo Reino
o
i de Granada y Real Audiencia de Santafé. Esas trochas fueron abiertas con los pies cansados,
l lacerados y sangrantes de los conquistadores y con los cascos descarnados de los caballos; en
a esas sendas quedó grabada con el pincel heroico de su sacrificio la primera huella de la España d
e
del descubrimiento. Por eso diríamos que la nación se formó sobre los Caminos del
c Descubrimiento y la Conquista y se consolidó sobre los de la Colonia. La República nació sobre
o los mismos cuando dejaron de ser caminos de servidumbre y se transformaron en caminos de C
n libertad al paso de los ejércitos de la independencia, portadores de banderas que iban u
s bautizando nuevas naciones. n
t d
r LA TROCHA DEL OPÓN i
u  n
i a
d El primer camino para llegar a Cundinamarca procedente de la costa atlántica fue el Opón, por m
a donde también empieza su historia hispano-india y entró el primer destello de la civilización de a
r
Occidente, pues en aquellas épocas antiguas las guerras eran portadoras de civilización y de c
e cultura.
a
n
,
Jiménez de Quesada salió el 5 de abril de 1536, con una expedición de 620 infantes y 85 p
1 caballeros, más numerosos indios cargueros. El historiador fray Alberto E. Ariza en su «Itinerario o
7 cronológico y geográfico de la expedición de Quesada»( 2 ), aclara que la salida de la expedición r
9
2
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a
p n
o u
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por tierra fue el miércoles santo 5 de abril de 1536, y la de los bergantines o de la expedición por
mar para subir por el Magdalena fue el jueves 6, y sumaban las dos 800 hombres.

El ejército de tierra, con Quesada al frente, siguió rumbo a la provincia de los chimilas, a dar al
sitio de Tamalameque, donde esperaría o se encontraría con los que iban por agua en cinco
bergantines y dos carabelas, los que fueron diezmados por una borrasca al entrar en la
desembocadura del Magdalena, dos de los cuales llegaron al sitio de Malambo. Avisado por
Talgunos náufragos, el gobernador de Santa Marta, don Pedro Fernández de Lugo, envió otros
r bergantines al mando del licenciado Juan Gallegos, quien en Malambo encontró aquellos dos con
a 180 hombres y unidos prosiguieron hacia la comarca de Zompallón, donde estaban los que
mhabían ido por tierra. Allí resolvieron seguir adelante, más por influencia del cura fray Domingo de
o las Casas, quien para celebrarlo dijo misa. Se juntaron más de 800 hombres.

d Unos continuaron la marcha por tierra y otros por el río, calculando encontrarse en un sitio más
e arriba, a 150 leguas de Santa Marta, a donde llegaron el 28 de octubre. Tales eran las
l penalidades que se sintieron intentos de rebelión para no seguir. Pero Quesada, impertérrito en
Csu propósito, apoyado por fray Domingo, siempre animoso y decidido, se impuso.
a
m
i El cronista fray Pedro Simón, y también Lucas Fernández de Piedrahíta, cuentan en detalle cómo
n iba diezmándose la tropa por los ataques de los indios, de tigres, culebras y caimanes y un
o sinnúmero de bichos ponzoñosos, el hambre y la intemperie. Fray Alonso de Zamora, dice:

d «Los que caminaban por tierra iban despedazados los cuerpos y los vestidos entre las espinas y
e ramazones, picados de los tábanos, seguidos de innumerables ejércitos de zancudos, jejenes y
rodadores, cuyas lanzas llenas de quemazón y ponzoña no tienen resistencia; guareciéndose
debajo de los árboles para defenderse de las tempestades con sus hojas; comiendo de sus frutos
l y raíces silvestres de que enfermaron los más y murieron muchos comidos de tigres y picados de
a culebras. Pasaban a nado los ríos y esteros de las lagunas que desaguan en el de la Magdalena.
A los que navegaban atemorizados de feroces y carniceros caimanes seguían indios flecheros
Mque por instantes lo llenaban con gran número de canoas. Y todos asombrados de noche por
i obscuras tempestades, rayos y truenos tan espantosos como son los que en todos tiempos
e experimentamos los que hemos a navegado este famoso río. Anduvieron muchos días hasta
l llegar al puerto que llaman de la  Tora  »( 3 ).
e
n
Estando allí, dice Fernández de Piedrahíta( 4 ), los capitanes Juan de Albarracín y Antonio Díez
Cardoso salieron a explorar la región circunvecina, y en una choza encontraron unos panes de sal
l que fueron el primer indicio de la tierra de donde procedían. Por otra parte, Juan Gallegos fue
a mandado en sus bergantines y no habiendo hallado nada provechoso retornó a los 20 días( 5 ).
s
Más temores y nuevas propuestas de regreso afrontó Quesada, por lo que mandó otra comisión a
i buscar entrada a la cordillera, integrada por el capitán Juan de San Martín y veinte hombres más,
n quienes en dos canoas remontaron el Magdalena hasta la desembocadura de un río llamado
mCarare por el cual subieron y al tercer día llegaron a un bohío solitario. Al siguiente vieron venir
e una canoa que bajaba con dos indios, quienes temerosos escaparon dejándola a la deriva.
d Cogida por el soldado Bartolomé Camacho, hallaron en ella gruesos y pesados panes de sal
i blanca y varias mantas de algodón. Esto dice fray Pedro Simón (t. 1, pág. 212), pero en el mapa
a del historiador Daniel Ortega Ricaurte (Boletín de Historia y Antigüedades, t. 25, pág. 434 ss) de
c la ruta de Quesada, aparece que fue el río Opón. Más adelante toparon en otro bohío terrones de
i sal hasta de tres y cuatro arrobas, y llegaron a una meseta desde cuyos alrededores divisaron
o caminos anchos que llevaban a poblados de indios; con estas muestras y noticias emprendieron
n el regreso.
e
s
Quesada, entusiasmado con lo anterior, tomó 60 hombres y con ellos fue a recorrer la ruta que
había explorado San Martín hasta un pueblo «que se llamó de las Barbacoas»( 6 ), en el que por
d haber enfermado debió quedarse mientras treinta de los suyos al mando de los capitanes Juan de
e

E
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O
c
Céspedes, Antonio de Lebrija y Antón de Olalla( 7 ) proseguían; y así, poco después, en la
serranía del Opón apresaron un indio al que pusieron por nombre Pericón, quien les dijo que la
sal la adquirían por «contrato» con gente de unos pueblos más adelante. Céspedes volvió sobre
Quesada dejando en la sierra a Olalla con cuatro compañeros, en el sitio que se llamó valle del
Alférez.

De nuevo en La Tora, Quesada dispuso el regreso de los bergantines de Gallegos a Santa Marta
con los enfermos y otros que quisieron volverse, unos 150, muy maltrechos y temerosos de la
ferocidad de los indios, de quienes la víspera del retorno del Adelantado habían padecido
violento ataque.

El día de la marcha, 28 de diciembre, hubo misa y discurso del padre De las Casas
exhortándolos. Salieron rumbo a la sierra 170 hombres con 70 caballos, guiados por el indio C
Pericón, y el 17 de enero llegaron a la del Atún. El historiador Ariza en su Itinerario citado, dice: a
«Por la orilla oriental (del Magdalena) se sube hasta el río Carare, y por la tierra entre este río y l
el Opón se continúa la marcha, en medio de terribles penalidades». l
e
En el valle del Alférez, donde los esperaba Olalla, una india les reveló que la sal la traían de
Nemocón, de más de 40 leguas de travesía, agrega Piedrahíta, t. 1., pág. 198, y que el cacique d
de esas tierras se llamaba Opón. Fue esta jornada por la selva y la montaña de indescriptibles e
sacrificios; precedían a la expedición comisiones exploradoras de avanzada para prevenir l
mayores peligros. c
a
Después de mucho ascender y cruzar las poblaciones del cacique Opón llegaron a un paraje que s
llamaron valle de las Turmas por tantas que había, «que en Perú llaman papas», dice Simón, ob. c
cit. t. I, pág. 242, lugar que luego se denominó valle de la Grita por la mucha gritería de los indios o
que los rodearon día y noche. (Mucho más lejos, al norte, en Venezuela, otro valle se llamó de La
Grita). c
o
En una de las paradas se contaron los que iban: 166 y su jefe, de los 800 que inicialmente l
salieron de Santa Marta, más los 200 que luego vinieron en refuerzo a Malambo( 8 ), sin contar o
los centenares de indios, de los que numerosos también habían perecido. Fernández de n
Piedrahíta los especifico así: 62 jinetes, 12 arcabuceros, 15 ballesteros, 77 rodeleros o soldados i
(ob. cit., t. I, pág. 199). a
l
Notas d
e
( 2 ) Boletín Cultural y Bibliográfico. Biblioteca Luis Angel Arango. vol. VI, No. 7.( regresar a 2 )
H
o
( 3 ) FRAY ALONSO DE ZAMORA. Historia de la Provincia de San Antonio del Nuevo Reino de n
Granada. Bogotá, 1980, t. I, pág. 197.( regresar a 3 ) d
a
( 4 ) LUCAS FERNÁNDEZ DE PIEDRAHÍTA. Noticias Historiales de las Conquistas del Nuevo ,
Reino de Granada. Bogotá. Instituto de Cultura Hispánica, 1973, t. I, pág. 176.( regresar a 4 ) T
o
( 5 ) FRAY PEDRO SIMÓN. Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias l
Occidentales, t. I, pág. 208.( regresar a 5 ) i
m
( 6 ) FERNÁNDEZ DE PIEDRAHÍTA. t. I, pág. 177.( regresar a 6 ) a
.
( 7 ) Ibid ( regresar a 7 )

( 8 ) FRAY PEDRO SIMÓN. t. I, pág. 246.( regresar a 8 )


El 2 de marzo —dice el padre Ariza en su itinerario— transmontaron la serranía del
Opón, al término de una travesía de más de 40 leguas por espesas selvas. Pronto
empezaron a divisar las ubérrimas tierras de Chipatá, cuya presencia los alimentó y
Pcolmó de esperanza. Entraron en este pueblo el sábado 3 de marzo de 1537,
l primero que los recibió en paz y con abundancia de comida. Al otro día, De las
a Casas dijo la primera misa que se celebró en territorio chibcha. Seguían los 166
n
soldados, dos curas, Juan de Legaspes y De las Casas, explica Zamora en su obra
o
citada, t. I, pág. 202.
 
d Plano
e de la
Continuaron el día 6; atravesaron por los sitios que luego fueron Vélez y Barbosa, provinci
agrega Ariza; cruzaron el río Saravita, luego llamado río Suárez; el día 7 pasaron por un a del
t lado de Moniquirá; el 10 llegaron a Turca, «que los españoles llamaron Pueblo Hondo
i por estar encajonado en el cauce del río Sáchica» (lbíd.), cerca del de Guatoque (hoy Socorro
e Santa Sofía); el 11 a los de Suta y Tinjacá, y el lunes 12 de marzo, día de San Gregorio, para la
r al de Guachetá, primero del futuro y actual Cundinamarca. administ
r ración
a de
En adelante la travesía de valles y sabanas fue un paseo comparado con la del Opón. correos,
s
El camino que llevaron estaba abierto por los mismos indios. El martes 13 partieron por
rumbo al de Lenguazaque; el miércoles 14 al de Cucunubá, a una legua de aquél, y al Juan de
e atardecer al de Suesca, lugar en que permanecieron hasta el 22 de este mes de marzo,
Dios
n día en que avanzaron sobre Nemocón, al otro lado del cerro Chuguaneque. donde
Fernánd
fueron recibidos en paz y encontraron abundancia de comida y las minas de sal de que ez, año
l les hablaron en el Opón. 1839.
a (AGN,
s El viernes 23 pasaron por frente al de Chicaquicha o Zipaquirá y llegaron al de Mapote
Busongote o Sumongotá (Cajicá); el sábado 24 entraron en Chía, principal sede ca 4,
r religiosa de estos chibchas, en el que pasaron la Semana Santa. El 5 de abril salieron mapa
i para Suba y el viernes 20 se tomaron al de Bacatá o Funza, capital del Zipazgo, donde 556 A).
b termina la gran odisea de 1.117 kilómetros, según cálculo del historiador Daniel Ortega
e Ricaurte en su mapa de la Ruta de Quesada( 9 ).
r
a De este valle y sus cercados o bohíos dice el cronista Simón que le pusieron por
s nombre «Valle de los Alcázares por parecer eso los cercados»( 10 ). Fernández de Piedrahíta,
exagerando, dice: «Desde que llegaron a Nemocón ya se descubrían los dilatados y floridos
d campos de Bogotá, en que se veían populosas ciudades de tan soberbios y vistosos edificios, y
e con tal majestad fabricados, que de lejos representaban un bien ordenado número de palacios o
l castillos, por cuyo respeto llamaron luego aquel país el valle de los Alcázares»( 11 ). (Piedrahíta
r al escribirlo estaba imaginariamente alucinado).
í
o
RUTAS DEL NUEVO REINO DE GRANADA.

T
Coronado en Bacatá o Funza el viernes 20 de abril de 1537, el camino iniciado en La Tora el 28 de diciembre y la expedición emprendida en Santa Marta el 5 de abril del
u
año anterior, viene ahora el movimiento de expansión hacia los contornos hasta completar la conquista y dominación del país de los chibchas y el de sus vecinos por el
n
occidente, noroeste y suroeste, siguiendo en parte los caminos aborígenes, sobre los que se afirmarán los de los conquistadores, que vendrán a constituir la estructura
j
vial del país y los ejes de su colonización y poblamiento.
u
e
l Hacia el suroeste. A los tres meses de estar en Bacatá, Quesada acometió la conquista de los panches. Despachó dos expediciones: una al mando del capitán Juan de
o Céspedes, que después de entrar en Pasca pasó a la provincia de los sutagaos y de ésta a la de los panches por el lado de Tibacuy. Y la otra con el capitán Juan de
. San Martín a encontrarse con la de Céspedes en Tibacuy, en cuyas cercanías, en el sitio de Cumequentan, primer territorio panche que encontraban, realizaron
( feroz batalla( 12 ). De ahí, siguiendo al occidente descubrieron las tierras de Calandaima, de donde regresaron por la vía de Tena al boquerón de Bojacá, de entrada a la
ASabana. Esta fue en parte una ruta a Tocaima, sitio intermedio del futuro camino de Santafé a Ibagué y por otro lado a Neiva.
G
N
,
M
a
p
o
t
Hacia el noreste. Por indicación de los mismos bacatáes, luego del regreso de Céspedes y San Martín, Quesada marchó hacia los pueblos de Engativá, Usaquén,
Guasca y Guatavita rumbo al país de las esmeraldas. Pasó por Sesquilé y llegó a Chocontá el 9 de junio de este año de 1537, último pueblo del reino de los zipas,
allende cuyos cerros comenzaba el de los zaques de Hunza o Tunja. Prosiguió su recorrido por los de Turmequé, lcabuco, Tenza, Garagoa y Obeitá hasta Somondoco,
tierra de las esmeraldas, desde donde divisaron los llanos que se llamaron de San Juan. Pasó al valle de Baganique, pueblos de Siachoque e Iza, a Hunza el 20 de
agosto, y por tierras del Tundama a Sogamoso.
M
Entonces recibió noticias de que el zipa Tisquesusa estaba escondido en Facatativá y de una provincia muy rica llamada Neiva. Quesada regresó por Paipa y Bonza a
a
Suesca, donde se acantonó.
p
a
Esta ruta fue la que orientó el camino real de Santafé a Tunja, que luego siguió a Vélez, ciudad que sería terminal del nuevo camino del Opón y más tarde del camino
del Carare.
d
e
Hacia el sur. En Suesca, Quesada dejó el mando a su hermano Hernán Pérez de Quesada y con 50 hombres marchó hacia el sur rumbo a la provincia de Neiva en
busca del mucho oro que los zaques le dijeron allí había. Atravesó la Sabana de Bogotá en dirección a Soacha y siguió por el filo de la cordillera a Pasca de donde
l
descendió al valle de Fusagasugá o de los sutagaos; de aquí hacia el sur, o la serranía de Cunday, por donde bajó al Magdalena, a tierras de la provincia de Neiva,
a
de cuya orilla no pasó por el mal estado de su gente; tan desilusionado quedó de esta tierra que le dio el nombre de valle de las Tristezas, y otra vez volvió sobre
s
Pasca y de aquí a Bacatá, donde ya lo esperaba su hermano.
t
Esta ruta no fue aprovechada para abrir camino a Neiva, que lo fue por la del suroeste, o sea la que pasaba por Tocaima, Guataquí, Coello y Llano Grande o Espinal.
i
e
r
Hacia el occidente de la Sabana. En persecución del zipa Tisquesusa, que se hallaba escondido en las piedras de Facatativá, Quesada tomó camino hacia el
r
occidente de Bacatá hasta ese lugar, donde fue encontrado y muerto el 15 de octubre de 1537. Esta incursión orientó el camino de Santafé a Facatativá, que luego
a
sería el principal sector del camino real a Honda.
s
A
Hacia el suroeste. En los comienzos de 1538, atendiendo el querer del zipa Sacresazipa, sucesor de Tisquesusa, Quesada organizó una expedición de españoles y
m c
de indios moscas contra sus tradicionales enemigos los panches. Salió de Bacatá rumbo al boquerón de Zipacón, en el filo de la cordillera, por donde entraron a sus
b o
tierras, a los dominios de los caciques Tocarema y Conchima. Regresó por el boquerón de Bojacá.
a m
l p
e
Fundación de Bogotá. Vencidos chibchas y panches, Quesada procedió a tomar posesión del territorio conquistado y el 6 de agosto de 1538 fundó la ciudad de r
m
Santafé, que sería el centro de convergencia de los caminos del Nuevo Reino de Granada. e
a n
, Rutas de Federman y Belalcázar. Según dice el mismo Quesada en su crónica «Epítome de la Conquista del Nuevo Reino de Granada»( 13 ), un mes antes de partir d
a para España el 12 de mayo de 1539, o sea a comienzos de abril, llegó a inmediaciones de Santafé Nicolás de Federman y 15 días después Sebastián de Belalcázar, i
n o sea a finales. Pero fray Pedro Simón en sus Noticias Historiales, t. II, pág. 194, dice que llegaron en el mes de febrero, y que primero fue Belalcázar y después d
ti Federman, al pueblo de Bosa, a donde Quesada salió a recibirlos. a
g s
u Federman, procedente de Venezuela, entró por los Llanos Orientales, ascendió a la cordillera por los lados del río Ariari, llegó al pueblo indio de Fosca, situado al sur
a del actual, y de allí atravesó la cordillera por los páramos a salir a Pasca, de donde acompañado por emisarios del Adelantado vino a Santafé por el camino de la e
cordillera. n
f t
a
Notas
r
c e
t ( 9 ) Boletín de Historia y Antigüedades. vol. XXV, pág. 434.( regresar a 9 )
o e
r ( 10 ) FRAY PEDRO SIMÓN. Noticias Historiales... t. I, pág. 298.( regresar a 10 ) l
í r
a ( 11 ) FRAY PEDRO SIMÓN. Noticias Historiales... t. I, pág. 213.( regresar a 11 ) í
o
d ( 12 ) FRAY PEDRO SIMÓN. Noticias Historiales... t. II, pág. 15.( regresar a 12 )
e C
( 13 ) LUIS GALVIS MADERO. El Adelantado. Madrid, 1957, págs. 308/25.( regresar a 13 ) h
t i
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b g
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c
o o
s
.
S
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Belalcázar, procedente de Quito y Popayán, entró por el valle de Neiva y descendiendo por
la margen izquierda del Magdalena llegó hasta las tierras de los pantágoras. Noticiado de
ello, Quesada mandó a su hermano Hernán Pérez con un piquete de caballeros, quien lo
encontró por los lados del río Sabandija, donde lo notificó de la presencia y gobierno de
Quesada en el Nuevo Reino y de la fundación de Santafé, y le pidió permaneciese allí y no Gr
seguir adelante sin su permiso. ab
  ad
o
No dicen los cronistas la ruta que Hernán Pérez siguió de Santafé al río Magdalena, qu
que fue el primero que lo cruzó de una banda a otra, de oriente a occidente, ni e
tampoco la que siguió Belalcázar para atravesarlo en sentido contrario, quien fue el re
segundo, y a los pocos días de volver con la razón Hernán Pérez apareció en cr
Tibacuy, lo que supone que lo hubiera cruzado por Guataquí, el sitio más adecuado ea
para ello. un
a

Ruta del río Magdalena. Acordado el regreso de los tres conquistadores a España a es

dirimir su litigio, el 12 de mayo de 1539 salieron de Santafé rumbo a Guataquí, no ce

dice el cronista la ruta, que lo más probable era la que iba por el boquerón de na

Bojacá a Zipacón a seguir a Tena y por el río Apulo al valle de Tocaima y de aquí fa
Caminos entre
rumbo occidental a Guataquí, primer embarcadero del Magdalena, por el que a mi
Sogamoso,
comienzos de junio en canoas salieron río abajo rumbo al mar. lia
Tibasosa y Bonsa,
ra
año de 1653.
(AGN, Mapoteca 4,
Fue Jiménez de Quesada como gobernador general del Nuevo Reino de Granada, lo

mapa 477 A).


acompañado de Belalcázar y Federman, el descubridor de la ruta fluvial del río s

Magdalena desde Guataquí a Honda y de aquí hasta aquellas orillas de Malambo, vi

de donde atravesando las ciénagas que luego formaron el futuro Canal del Dique aj

llegó a Cartagena. er
os
po
Trocha del noreste o de los muzos y colimas. La exploración de la comarca de los muzos y
r
colimas, al noroeste de Santafé, fue iniciada por el capitán Luis Lanchero a fines de 1539,
el
siendo gobernador del Nuevo Reino Hernán Pérez de Quesada, desde el 8 de mayo anterior por
te
delegación del Adelantado; entró por los lados de Ubaté y Turtur y salió por Chinga. Luego
mi
vinieron los conquistadores Melchor de Valdés, Diego Martínez y Pedro de Ursúa hacia 1552,
do
quienes abrieron trochas de regreso a Santafé por los lados de Chinga. Y finalmente los
Pa
capitanes Antonio de Toledo y Gutiérrez de Ovalle, quienes por haber sido mandados por el
so
Cabildo de Mariquita a la conquista de los colimas pusieron esta comarca bajo el gobierno de
de
aquella ciudad y abrieron camino de La Palma a la lamo de Caparrapí a seguir por Calamoima y
El
bajar a Rioseco para atravesar el Magdalena por más arriba del naciente embarcadero de
Sa
Honda y llegar a la ciudad de Mariquita.
rg
en
PRIMEROS CAMINOS REALES to,
en
Los primeros caminos surgieron del andar de los conquistadores al paso lento de las tropas de el
rodeleros y alabarderos, de los caballos y de los indios cargueros que les llevaban su equipaje, ca
sus viandas y animales domésticos. Al término de una jornada de seis meses, un año o más, mi
fundaban una ciudad, miraban hacia atrás y al recordar de dónde y por dónde habían venido no
veían ya no llanuras, selvas y montañas, sino un camino sembrado de mojones que fueron de
bautizados en su lengua de Castilla, y de cruces en memoria de los muertos que iban dejando al H
caminar. on
da

Uno fue el de Santa Marta a Santafé, de 1.117 kilómetros, que al llegar aquí y quedar a

amojonado como meta final de la jornada, se ramificó tanto como la rosa de los vientos en un Sa

movimiento envolvente hasta cubrir la vasta extensión del territorio conquistado en dirección a nt

los cuatro puntos cardinales y sus intermedios. Una flor de la que cada pétalo era un camino, y af

así sucesivamente hasta formar la telaraña vial que enlazó ciudades, pueblos y regiones. é.
Sa
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so
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y
Bo
V
e
n
t De la época de la Conquista, después del camino del Opón y su paralelo del Carare y de las rutas
a de Federman y Belalcázar, se trazaron los siguientes, de los cuales unos pocos se convirtieron en
caminos reales de la Colonia, por donde transitó durante dos siglos y medio la España
e colonizadora y entró la civilización de Occidente al Nuevo Reino de Granada:
n a) De Santafé a Chocontá y Tunja.
t b) De Santafé a Facatativa.
r c) De Santafé al y Bojacá a las Juntas de Apulo, Tocaima y Guataquí (paso de Opia), de donde
e continuaba a Ibagué, a Mariquita y o Neiva.
d) De Santafé al boquerón de Zipacón y Bojacá, a Tocarema, Síquima y Villeta, de donde siguió
H
primero a la desembocadura del río Negro en el Magdalena y después a Guaduas y Honda.
o
e) De Santafé a Cáqueza y San Juan de los Llanos y San Martín.
n
f) De Santafé a Zipaquirá-Ubaté-Chiquinquirá-Vélez.
d
g) De Santafé a Zipaquirá, Pacho, La Palma, a donde llegaba el que venía de Mariquita pasando
a
por cerca de Honda al cruzar el Magdalena y seguía por Calamoima y la loma de Caparrapí a La
Palma, trazado por los fundadores de esta villa.
h) De Santafé a Soacha, Pasca, Fusagasugá, Pandi, Cunday a salir al río Magdalena.
y
e
l
Ni los cronistas de la Conquista y la Colonia ni los exploradores naturalistas de épocas
P
posteriores dejaron descripción de los caminos por donde pasaban, salvo una excepción en el de
a
Santafé a Honda, quizá porque no entendieron su importancia histórica, porque fueron muy duros,
s
peligrosos e infernales y hasta detestables, pues no iban por praderas de sauces y eucaliptos y
o
por la margen de arroyos cristalinos, sino por las montañas selváticas, por hondonadas surcadas
de ríos torrentosos, por el costado de altas peñas que se hundían en profundos abismos; caminos
de piedra, cascajo, barro y empalizadas, que hacían sangrar la planta desnuda del indio y el
d
doctrinero, del peón y del colono y hasta los cascos de las cabalgaduras.
e

Fueron trazados con el auxilio de indios rumberos o baquianos que los llevaron en parte por
E
donde iban los aborígenes; en su obra durante la Colonia y la República se ensayó la ingeniería;
l
haciendo caminos de herradura se aprendió a construir carreteras de montaña y viendo los
S
puentes de bejuco de los indios se hicieron los colgantes de cables acerados y las tarabitas para
a
atravesar los ríos y abismos.
r
g
e
No sabemos de otra razón distinta de la necesidad que los indios tuvieran para abrir sus caminos,
n
pero de su historia se desprende que los principales fueron la guerra, el comercio y las
t
peregrinaciones religiosas. Cuando Saguanmachica invadió el valle de los Sutagaos, victorioso
o
regresó bordeando el pie de lo cordillera de Tibacuy a salir a Tequendama, ruta que hoy sería la
,
carretera Chusacá-Silvania. Similar fue el camino de
e
n Funza a Chocontá de los ejércitos que iban a enfrentarse al de los zaques.

e El comercio de la sal de Zipaquirá, Nemocón, Tausa y Sesquilé, y de mantas chibchas llevadas a


l tierras lejanas, como de Nemocón al río Opón por el occidente de los panches, por el sur a los
c pijaos y por el noroeste a los colimas, del que es prueba la torre de piedra de los indios de Pacho,
a a la que llegaba un camino de las salinas de Tausa; estos serían los mismos del algodón de tierra
m caliente que los panches mandaban a las tejedoras chibchas, de las esmeraldas de Somondoco y
i Muzo y del pescado seco que venía del río Magdalena.
n
o Las peregrinaciones religiosas de los pueblos chibchas a las lagunas de Fúquene, Guatavita y
Siecha principalmente, abrieron anchos caminos por donde iban a llevar su tributo a esos altares.
d Y también se dice de un camino al templo de Sogamoso y a las mansiones del lraca.
e

Epopeya de los caminos reales que la historia recoge como testimonio de la heroica hazaña
H hispana que engendró la nación; a su vera se fundaron ciudades y se formaron pueblos, y los
o campos aledaños que cruzaban se fueron poblando de latifundios, estancias, haciendas,
n alquerías, granjas, hacia los cuales se abrieron caminos secundarios. Fueron ellos el estímulo
d
a

S
poblador más importante, más fecundo que el río Magdalena y todos los demás, que hizo de
Colombia un país de montañas antes que fluvial o costanero.

De aquéllos veamos los tres primeros más importantes, ya como de la Colonia.

CAMINO DEL OPÓN

Este camino, ya trazado en el preámbulo de estas páginas, llamóse del Opón por el río que le sirvió
de marco, la serranía que cruzó y el cacique que reinaba allí. El segundo que lo cruzó después de
Jiménez de Quesada fue el nuevo gobernador de Santa Marta Jerónimo de Lebrón, quien salió de
esta ciudad por tierra y por mar en siete bergantines que ascendieron por el Magdalena a
encontrarse con los de tierra en el sitio donde se fundó la villa de Mompox( 14 ). Luego de larga
permanencia en Zompallón prosiguieron por el río y acamparon en la desembocadura del Carare,
donde otra vez esperaron a los que iban a pie y a caballo con Lebrón, quien llegó a los seis días
maltrecho de tantos padecimientos( 15 ).

Notas

( 14 ) FRAY PEDRO SIMÓN. Noticias Historiales... t. II, págs. 67/70.( regresar a 14 )

( 15 ) FRAY PEDRO SIMÓN. Noticias Historiales... t. III, pág. 83.( regresar a 15 

Agrega fray Pedro Simón: «. . .habiéndoles también de ser forzoso dejar el río Grande y tomar a
mano izquierda la parte del Oriente por un brazuelo de un río por donde también
subieron los primeros aunque ya tan sin trochas ni rastros del viaje por haber ya días
que se había ya hecho, que de ninguna suerte hallaban por dónde guiarse para llevar
desde allí los mismos pasos que ellos habían llevado; y así después de la consulta se
determinó subiesen los bergantines lo que pudiesen por aquel brazuelo donde se los
dejarían... »(Ibíd., pág. 86).

Ya en tierra fueron buscando el rastro de Quesada, guiados por dos indios que dijeron
saberlo, pero ya estaba cubierto de monte y no lo vieron. Y ascendiendo fueron Memorial del
venciendo mil peligros hacia la alta serranía del Opón hasta las tierras del Atún, donde ilustrísimo y
«hallaron algún mantenimiento de maíz y fríjoles» (pág. 98). A 14 leguas de allí estaba reverendísimo
el valle del Opón, por «camino anegadizo, montañoso, lleno de cieno y pantanos, Manuel José
áspero y siempre lluvioso, triste y totalmente ajeno de consuelo, pues por las Mosquera,
ordinarias y continuas aguas no había lugar de enjugarse el vestido, a que sobrevenía arzobispo de
la falta de sustento para todos, de manera que les obligaba el hambre a comer grillos, Bogotá, 1858. El
culebras y otras inmundicias tan contrarias a la salud que murieron por aquellos arzobispo de
bosques y espesuras de esto y de hambre más de setenta personas»... (lbíd., pág. Bogotá saliendo
102). para el destierro.
Grabado por

Por fin llegaron al llamado valle del Alférez y luego al de la Grita y finalmente, a fines Lacoste et fils.

de junio de 1540, a la recién fundada ciudad de Vélez, donde Lebrón debía esperar a
que el gobernador del Nuevo Reino, Hernán Pérez de Quesada, le permitiese seguir a
la también recién fundada ciudad de Tunja.

Por este camino entraron en el Nuevo Reino el trigo y la cebada, y «otras semillas». También trajo
Lebrón las primeras mujeres, semilla de la raza española (lbíd., pág. 68) y las primeras
herramientas de labor (pág. 69), los primeros negros esclavos (pág. 123), y mercaderías de
Castilla que vendió a buen precio( 16 ).

El tercero que entró por este camino del Opón fue el Adelantado Alonso Luis de Lugo, P
nombrado gobernador de Santa Marta, que salió de Sevilla rumbo a su destino a comienzos de u
Pl 1542. Informado de las riquezas y otros asuntos del Nuevo Reino, traía tanto afán de llegar que e
an habiendo arrimado al cabo de la Vela, pasó a Riohacha, organizó una flota de cinco n
o bergantines, que puso al mando del Maese de Campo Juan Ruiz de Orejuela, a quien despachó t
de con la misión de pasar de largo por Santa Marta directamente a la desembocadura del e
l Magdalena y entrar por él con la consigna de encontrarse en el sitio de Zompallón.
pu d
en e
Mientras tanto, habiendo desembarcado en estas tierras del río del Hacha decidió seguir por
te
tierra hacia Zompallón atravesando el valle de Upar. Llevaba 300 españoles, 200 caballos,
so S
muchos indios cargueros, 35 vacas con sus toros( 17).
br a
e n
río Con tan numerosa expedición, que también llevaba bestias de carga, al término de larga
A travesía llegó al sitio convenido, sobre el río Magdalena, días antes de la flotilla, que desde allí
regresó luego de dejar hombres y mercaderías. A
pu
n
lo,
El 8 de mayo de 1542 emprendió el cruce de las selvas del Opón siguiendo el rumbo de t
ej
Quesada y de Lebrón, y llegó a Vélez el 3 de mayo de 1543, casi al año, después de una o
ec
jornada tan penosa que de los 300 hombres quedaron 75 y de los 200 caballos sobrevivieron n
ut
30, y de las 55 vacas sólo unas pocas y un toro, dice Zamora, ob. cit., pág. 292. De las que se i
ad
quedaron por el camino años más tarde resultarían grandes ganaderías. Fue su guía a lo largo o
o
de la selva el soldado Juan de Castellanos con 24 compañeros, quien dijo ser de los primeros ,
po
que vinieron con Jiménez de Quesada. e
r
n
To
m El cuarto y último gobernante que transitó por este infernal camino fue el visitador Miguel Díaz
ás de Armendáriz en 1546. De su trágico recorrido por la selva dice el historiador Enrique Otero e
R D’Costa: l
ee c
d a
«Empleó doce días desde la boca del Opón hasta Vélez, jornadas que realizó a pie porque las
y m
asperezas del camino no admitían el uso de cabalgaduras; con el agua al pecho vadeó ríos y
di i
torrentes embravecidos, y en cuanto a vituallas, preciso fue llevarlas consigo porque en la
bu n
travesía no se encontraba recurso alguno. Salió de Vélez en guando, agobiado con una
ja o
disentería, y en adehala, una tanda de fiebres palúdicas, con más de cinco llagas en el cuerpo,
do llegando a Tunja a pique de liar petates. Allí permaneció curándose hasta que, a la postre, logró
Jo enderezarse, bien que aínas queda ciego de una grave afección que le atacó la visual »( 18 ). d
sé e
Á Lo anterior refirió el mismo visitador en carta al rey, fechada en Santafé a 13 de febrero de
ng 1547, en la que hacía la más patética descripción del camino del Opón, en vista de lo cual fue B
el abandonado y el rey ordenó buscar otra ruta. o
A g
na o
Realmente no se suspendió. En documentos de la Real Audiencia de Santafé de 1556 (BHA,
ch t
vol. XIV, pág. 643), se dice haberse mandado «abrir los caminos de Vélez y San Sebastián de
uri á
Mariquita (Honda) de modo que puedan transitar recuas por ellos». Y sucesivamente en los
. .
años siguientes se siguió insistiendo en el camino de Vélez al Magdalena. Y más aún, en la
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República, a finales del siglo XIX, cuando se llamaba Camino del Carare.
ño r
de a
18 CAMINO DEL CARARE b
52 a
. De palabra fue abandonado el camino del Opón, pues no había otro, y además la ciudad de d
(A Vélez no podía ver con buenos ojos otro que no pasara por sus calles, ni tampoco Tunja, pero o
G mientras tanto se fue buscando y abriendo el del Carare.
N, d
M e
ap
ot R
ec i
a o
4,
Otero D’Costa en su monografía citada (págs. 616/629) dice que el visitador Díaz de Armendáriz
desde Tunja el 20 de diciembre de 1547 escribió al rey «que no había podido acometer el estudio y
búsqueda del nuevo camino, como lo quiere su majestad». Y que organizada la expedición al Perú,
puesta bajo el mando del capitán Pedro de Ursúa, fue devuelta a los pocos días al saberse la
noticia de la muerte del virrey La Gasca, por lo cual ya no era necesaria; en tal virtud, de esa tropa
fueron tomados 85 hombres para «destinarlos a la proyectada empresa de buscar el nuevo camino
y puerto que viniera a relevar al futuro viajero de la dantesca travesía del Opón». Como jefe de la
hueste exploradora se designó al dicho Pedro de Ursúa, quien, por cierto, llevaba en su importante
comisión la advertencia de parar cuidado en un puerto «que dicen existe en la, a un lado de
Vélez». (Carta de Armendáriz a Su Majestad, Tunja, julio 16 de 1548).

«El puerto o embarcadero que se decía existir en la ladera del río Magdalena que bañaba a la
provincia de Ture, érase el mismo descubierto en la desembocadura del río Carare por el capitán
Luis Lanchero en el año de 1544, puerto que, reconocido por Ursúa en su excursión (realizada por
febrero o marzo de 1548), fue hallado bueno para el objetivo que se deseaba, con lo cual se le
escogió como punto de partida del nuevo camino que trazaría sobre el terreno el ojo certero del
conquistador español desde la desembocadura del río Carare hasta la ciudad de Vélez».

Fray Pedro de Aguado( 19 ), dice que bajo el gobierno del adelantado Alonso Luis de Lugo fue
descubierta la tierra de los muzos por el capitán Luis Lanchero y que compadecido el adelantado
del «excesivo trabajo de los que a este Reino subían padecían por la maleza y aspereza de las
tierras y sierras de Opón, que es por donde el general Jiménez de Quesada descubrió el Reino y
lo pobló, envió al capitán Luis Lanchero con cuarenta hombres que fuese a descubrir nuevo
camino... Lanchero, después de haber cumplido la voluntad del adelantado y descubierto el
desembarcadero que hoy llaman de Carare, se volvió descubriendo por diferente camino del que
había llevado».
C
a De esta expedición surgió la necesidad de fundar una ciudad que fue Trinidad de los Muzos.
l
l Agrega Otero D’Costa que este nuevo camino, «que se llamó del Carare, debió empezarse en el
e mismo año de 48, y terminaría, a lo que colegimos, en el siguiente de 49 o por ahí cerca; bien
que, al parecer, el trabajo se redujo a construir una senda sin duda superior a la del Opón, pero
c inadaptada para el tránsito de recuas».
é
n Notas
t
r ( 16 ) FRAY ALONSO DE ZAMORA. Historia de la Provincia de San Antonio. t. I, pág. 260.
i ( regresar a 16 )
c
a ( 17 ) FRAY ALONSO DE ZAMORA. Historia de la Provincia de San Antonio. Bogotá, Editorial
Kelly, 1980 t. I, pág. 292.(regresar a 17 )
d
e ( 18 ) ENRIQUE OTERO D’COSTA. Sobre la fundación de la ciudad de Guaduas. En el Boletín de
Historia y Antigüedades, vol. XXXIV, pág. 617.( regresar a 18 )
A
m( 19 ) FRAY PEDRO DE AGUADO. Recopilación Historial. Bogotá, Imprenta Nacional. 1956, t. II,
b págs. 206/207.( regresar a 19 )
a
l
e
m
Quedó, pues, como punto terminal del camino el embarcadero del río Carare. Concluye el
a
historiador en que la ruta de navegación por el Magdalena se prolongó nueve leguas, que es la
,
distancia entre las desembocaduras del Carare y el Opón, y que la vía terrestre se acortó en
T
o
l
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m
a
.
veinte leguas, continuando las regiones menos ásperas, lo que beneficiaba a los indios al aliviar su
servicio como bestias de carga.

Simón, en su obra citada, t. III, pág. 195, dice que luego que entró en Santafé el
adelantado Lugo: «dieron orden las tres ciudades a que se buscara menos dificultoso
camino y viendo los que se encargaron de esto, era lo más acomodado subir desde la
boca del río de Carare, por donde entra en el Grande, hicieron bodegas sobre las
barrancas del mismo río Carare, seis o siete leguas arriba de su boca, que era hasta
donde podían llegar los barcos y canoas que subieron por el río cargados de ropa
desde con ahorro de muchas leguas y dificultades de camino, si bien mucha parte del
era por montañas, se traían hasta la ciudad de Vélez y de allí a las demás del Reino».
Y concluye, pág. 196:

«Duró este camino hasta que después se abrió el que ahora se anda desde esta
Tramo del ciudad de Santafé al embarcadero de Honda en el Río Grande, donde llega toda la
camino descargue (sic.) que sube a este Reino en canoas».
real de
Santafé a Valga aclarar que hasta el Opón y el Carare llegaban los pequeños buques veleros
Choachí, españoles durante estos primeros años, y que en lo sucesivo la navegación siguió
en el haciéndose en canoas y champanes, que la gente, por analogía, siguió llamando
páramo de «buques».
Cruz Verde
En mi libro La Villa de San Bartolomé de Honda, t.1, pág. 81, digo: «Este camino
tampoco fue mejor que el del Opón; no era apto para el tránsito de recuas y sí de muy
difícil paso para los jinetes, lo que obligó a volver a emplear para el transporte de la
carga a los indios en calidad de acémilas, con grave perjuicio para ellos, para remediar lo cual por
Real Cédula de 1o. de julio de 1549 se prohibió usar a los indios como bestias de carga y se
impuso a las ciudades la obligación de construir caminos propios para el tránsito de recuas».

La Real Audiencia en febrero de 1556 mandó a Pedro Núñez del Águila a practicar la inspección
ocular del camino, y comprobada su penosa travesía, visto que seguía el abuso con los indios, y
vista la bodega para mercaderías que había en el embarcadero del Carare, regresó a Vélez y
ordenó al Cabildo el cierre del camino.

Veamos la descripción o itinerario que hizo el comisionado Núñez acompañado de los regidores de
ese Cabildo don Gerónimo de Aza y don Diego Ortiz y del escribano Juan López Bautista, que trae
Otero D’Costa:  «Primera jornada (14 de febrero de 1556): De Vélez a los ranchos del Portachuelo
de Ture. Cuatro leguas de terreno desembarazado y firme.

»Segundo: Del Portachuelo de Ture a los Aposentos de Pedro de Arando. Cuatro leguas de
bosque interrumpido con trechos de sabana, donde se encontraban forrajes para las bestias y
algunas labranzas.

»Tercera: De los dichos Aposentos al río de Horta, que era muy vadeable, media legua, y desde
aquí, cuatro leguas más, hasta dar a las sabanas y ranchos de Buenavista.

»Cuarta: De los ranchos de Buenavista al paso del río Toroa, cuatro leguas de áspera montaña.
Vado fácil en la quebrada de San Juan.

»Quinta: Del paso del río Toroa al puerto de Todos los Santos, siete leguas por tierra llana y firme,
sembrada de bosque ralo.
»En el puerto de Todos los Santos halló los Aposentos o habitación del bodeguero, y además un
bohío que servía de bodega para guardar las mercaderías que transitaban por
aquellos  vericuetos»( 20 ).

Vino la consiguiente apelación ante la Real Audiencia y ésta ratificó la orden de Núñez del
Águila, «declarando que era imperativa la disposición de cerrar el camino para excusar que por él P
anduviesen cargados los dichos indios», agrega. l
a
n
Pero el Cabildo de Vélez continuó en sus arreglos para facilitar el paso de recuas, y tal quedaría
o
camino de herradura que de nuevo la Audiencia se ocupó de él y el 15 de septiembre de 1556 se
autorizó su tránsito o reapertura.
y
Sin embargo, tal vez más por la distancia que por las incomodidades, y porque a medida que
avanzaba la navegación entre Honda y Cartagena se veía la conveniencia de abrir otro, este del p
Carare pronto vino a quedar abandonado y escasamente para servicio directo a Vélez y en parte e
a Tunja, pues el de Honda a Santafé vino a ser el definitivo para entrar del Magdalena al Nuevo r
Reino. f
i
l
CAMINO DEL RÍO NEGRO
d
e
Visto que el camino del Carare no tenía mayor ventaja y que iba directamente a Vélez, no a
Santafé, que era lo que se quería, se buscó otro a partir de la desembocadura del río Negro.
l
a
Dice el historiador Otero D’Costa en su informe sobre la «Fundación de Villeta»( 21 )
c
«... por el año de 1548 decidió el Gobierno presidido por el doctor Miguel Díaz de Armendáriz la
a
apertura de un camino que partiendo de la desembocadura del río Negro en el Magdalena
s
viniese a esta capital de Santafé. Con ello se buscaba proporcionar a los viajeros y el tráfico de
a
carga una vía menos dificultosa y menos larga que la del Carare, única aprovechable en ese
entonces. La nueva obra, además de mejorar el tránsito en un cincuenta por ciento no ofrecía
dificultades materiales ni económicas en su construcción, puesto que bastaba seguir la cuenca d
del río Negro, aguas arriba, aprovechando así el trazado natural que fijaba aquel amplio y fértil e
valle. El camino abandonaba la cuenca del río Negro en el paraje en donde hoy se asienta
Villeta, para empezar allí a escalar la cordillera en busca del altiplano de Bogotá, y esta l
circunstancia provocó la fundación de un poblado con el ánimo de proporcionar a viajeros y a
recuas un lugar de hospedaje y descanso después de tan penosas jornadas, y además para
establecer un apostadero militar que impusiera respeto a las tribus de los aún mal domeñados R
panches, muy aficionados a los asaltos o robos en las colonias que se desarrollaban en la e
región. Otros dicen que se buscaba establecer un adecuado sitio de intercambio entre la a
cordillera y el llano a fin de evitar a los indios de tierra caliente subir a la tierra fría con sus
l
productos, sufriendo el rigor del clima y las consiguientes enfermedades. Y ello puede ser así, A
pero considerándose el caso como un factor favorable a la idea de fundación. El motivo d
primordial érase el camino del río Negro». m
i
Puesto que con la apertura de este camino tiene relación la fundación de Villeta, valga recordar a n
Juan Flórez de Ocáriz quien en sus Genealogías dice haberse fundado el 20 de octubre de 1551, i
sin dar el nombre del fundador. s
t
Fray Pedro Simón, dice: «Este año (de 1552) se dio comisión a petición del Cabildo de la ciudad r
de Santafé al capitán Juan Tafur que a la sazón era alcalde ordinario para que fundase una a
villeta sujeta a Santafé en la tierra de los panches, a la mitad del camino que hacía poco se c
había abierto y se andaba desde la misma ciudad al puerto de Honda y se encomendaran los i
indios de su distrito en sus moradores; púsose esto en ejecución el año siguiente (1553) en el ó
sitio que ahora llaman la Venta de la Villeta». (ob. cit., t. IV, pág. 37). n

d
e

C
o
r
En esta última parte parece haber confusión, pues ya no se refiere al camino del río Negro sino al
de Honda a Villeta, «que hacía poco se había abierto», que en verdad no lo había sido todavía; el
que ya estaba era el del río Negro, no el de Honda, que cinco o seis años más tarde fue construido
por Alonso de Olalla y Hernando de Alcocer, a quienes igualmente, pero sin fundamento, se les
atribuye la fundación de Villeta.

Dice Otero D’Costa en su informe sobre la Fundación de Guaduas (Boletín de Historia y


Antigüedades, vol. 34, pág. 624): «Desechada la oscura versión de Aguado, no hallamos otra por
la cual podamos fijar la exacta fecha en que se estableciera la nueva ruta del río Negro, pero sí
una muy aproximada: en los considerandos de un mandamiento dictado por la Real Audiencia de
Santafé el 22 de septiembre de 1559, referente al contrato de navegación en el río Magdalena
celebrado entre el mentado Tribunal, de una parte, y Hernando de Alcocer y Alonso de Olalla, de la
otra, se menciona el Puerto Nuevo del río Negro, de lo cual se deduce que para este año de 59
funcionaba tal comunicación terrestre, puesto que a su puerto se le denominaba Nuevo, de donde
puede colegirse razonablemente que la construcción de la vía debió de coronarse por el año de
1559, o si se prefiere, en el anterior de 1558».

La versión de fray Pedro de Aguado sobre este camino es la siguiente, tomada de su Recopilación
Historial, t. II, pág. 466: «Que Don Lope de Orozco, gobernador de la Provincia de los Muzos y La
Palma salió con gente de esta villa en busca de sitio para un puerto sobre el río Magdalena al cual
llegasen las canoas con la ropa y de allí la llevasen a los pueblos del Reino en arrias, determinó
irlo a buscar y descubrir, porque esta provincia de la villa de La Palma cae más abajo del
desembarcadero del río Negro, al cual con muy gran trabajo y peligro de su salud llegan los indios
canoeros a echar la ropa que desde Mompox, villa puesta en las riberas del propio río, hacia la
parte de Cartagena, suben; y descubriéndose en el paraje de los términos de esta villa de La
Palma puerto y desembarcadero y abriéndose camino para que las arrias pudiesen llegar a tomar
la ropa, los jueces superiores mandarían que de allí no subiesen los indios de las canoas para
arriba, por el refugio y bien de los indios que las bogan».

Más de dos meses estuvo don Lope buscando esa vía: «...a pie y casi sin comida sino era alguna
agreste o silvestre de la tierra. Túvose algo a mano izquierda; tomó a caminar por una quebrada
arriba pareciéndole vía derecha y muy acertado, y por ella vino a dar al pueblo del río Negro,
caminando algunas leguas de montaña despoblada y sin camino que los guiase más de la
corriente del agua». (Ibíd.).

Con esta gran noticia regresó a La Palma, pero encontró que había sido suspendido del cargo.
Otero D’Costa, ob. cit., pág. 623, dice que:   «Orozco fue nombrado gobernador de los muzos por
título de 17 de julio de 1563, según la autoridad de Ocáriz, al paso que existen datos fehacientes
de que dicho puerto o desembarcadero estaba en servicio en el año de 1559, o sea, cuatro años
atrás de aquel en que empezara a ejercer el dicho don Lope su gobierno».

Y se reafirma en que la construcción del camino bocas del río Negro a Villeta debió coronarse en el
año de 1559 o preferiblemente en 1558 y dado al servicio en el siguiente. Este camino duró corto
tiempo, pues tampoco resultó mejor, pero contribuyó a la construcción de Villeta a Santafé.

Entre los papeles de la Audiencia de Santafé de 1585, compilados por Ernesto Restrepo Tirado
(BHA, vol. XVII, págs. 129/130), aparece que el gobernador Francisco de Cáceres informaba que
los indios del Carare causaban mucho daño a los navegantes del Magdalena, y sugería que
«Convendría mucho hacer allí un pueblo, pues es la tierra mejor aprovisionada y de mucho oro.
Convendría hacer un camino desde la Angostura para que llevasen en recuas las mercaderías por
Muzo y La Palma a Tunja y Santafé».

Se desprende de lo anterior que el del Carare no estaba del todo abandonado, aunque tampoco
podía transitarse con seguridad por los frecuentes asaltos de los indios yareguíes y carares,
quienes por largos años fueron el terror de la navegación del Magdalena, situación que debió
afrontar el presidente Juan de Borja por los años 1610/1612 y siguientes, quien les declaró la
guerra y destinó tres compañías de soldados para combatirlos. Esto motivó el establecimiento de
un fuerte militar que se llamó Presidio de Carare. Todavía por el año de 1609 se proyectaba hacer
un nuevo camino del Magdalena a la ciudad de Vélez aprovechando la parte navegable del río
Opón. (Nuevo Reino de Granada. Real Audiencia y Presidentes. Por Manuel Lucena Salmoral. En
Historia Extensa de Colombia VIII, págs. 268/269).

Notas

( 20 ) OTERO D’COSTA. Boletín de Historia y Antigüedades. vol. XXXIV, pág. 620.( regresar a
20 )

( 21 ) Esta ruta fue la que a mediados del siglo pasado se recomendó para el trazado de un
ferrocarril y finalmente la que años después siguió el camino de herradura que hizo el ingeniero
lndalecio Liévano, y a comienzos del presente fue la del Ferrocarril de Cundinamarca.( regresar a
21 )

CAMINO DE HONDA A SANTAFÉ


 

El camino real de Honda a Santafé fue el más importante durante la Colonia, la Independencia y la
República hasta que a comienzos del actual siglo gradualmente fue sustituido por la carretera de
Cambao y los ferrocarriles de Girardot y Cundinamarca y finalmente a mediados por la carretera de
Guaduas.

Fue la vía de comunicación del centro y sur del país con España y Europa a través del río
Magdalena; por allí pasaron tres siglos y medio de historia, vale decir, entró la cultura de Occidente
en el Nuevo Reino de Granada y por él salieron sus riquezas. Se inició en el embarcadero de
Honda, que fuera el primer puerto fluvial del Magdalena, donde éste se divide en dos sectores para
su navegación por virtud de los arrecifes que la interrumpen: Alto y Bajo; fue, por consiguiente, el
punto crucial de los caminos que allí confluían.

Los caminos reales del país, particularmente este de Honda y los del Quindío y el Meta, fueron
protagonistas de bellas e interesantes páginas de la literatura descriptiva; de comienzos del siglo
XIX a los del actual no hay libro de viajes, de historia, de economía y sociología, que no siga su
curso; la novela costumbrista recogió sus paisajes y la imagen de su gente, le dio vida a sus
escenas con el más escueto realismo, y así figuran en los libros de viajes del mundo.

El de Honda a Santafé fue el camino de la colonización, de la evangelización, de los


encomenderos, de los oidores y presidentes, de los virreyes, de los ejércitos españoles que
vinieron a afianzar el gobierno de la corona, de los obispos y arzobispos, de los letrados, artistas y
artesanos; de los jesuitas desterrados, de los Comuneros de Galán en 1781 y luego de su cabeza
en 1782; del sabio Mutis y la Expedición Botánica, de Humboldt y Bonpland, de don Antonio Nariño
condenado al ostracismo, de la égida realista en 1810, de Bolívar victorioso en 1815, de los
Ejércitos Pacificadores de 1816, del virrey Sámano fugitivo en 1819, de los Ejércitos Libertadores
de Córdova y Maza, del general Santander desterrado en 1828, de Bolívar en 1830 hacia su ocaso
en Santa Marta, de los ejércitos de las guerras civiles, en fin, de la República en todas sus épocas.
Lo abrieron dos conquistadores que en vez de encomenderos prefirieron ser empresarios y
fundadores de la navegación del Bajo Magdalena y contratistas del camino de Honda a Santafé, en
1555. Sus peones fueron los indios panches y chibchas, quienes una a una fueron pegando con su
misma sangre las piedras de su empedrado y rompiendo los peñascos para darle paso. Hubo
negros también.

SU APERTURA

El historiador Enrique Otero D’Costa en su estudio «Orígenes de la Villa de Honda»( 22 ) dice que
cerrado el camino del Carare:

«Entonces surgió la organización de una compañía formada por los capitanes Alonso de Olalla y
Hernando de Alcocer, compañía enderezada a construir un camino de herradura que, partiendo del
puerto de Honda viniera a buscar a Santafé. Para cumplir este propósito los socios celebraron un
contrato con la Real Audiencia en el año de 1553; ellos construirían el camino a su costo, y en
cambio y para resarcirse de los gastos, cobrarían un derecho de peaje sobre cada carga que
transitara por aquella vía».

El mismo autor en su informe sobre «La Fundación de Guaduas»( 23 ) dice:

«El sector existente sobre la Villeta y Santafé érase trajinado, a lo menos desde 1551, según
quedó establecido antecedentemente. En cambio el de Honda-Villeta érase completamente nuevo,
con lo cual diríamos que en el primer sector los trabajos se reducirían a perfeccionar el camino
existente para convertirlo en segura vía de arrias, y que respecto del segundo sector tratábase de
abrir un moderno camino construido con todas los condiciones necesarias para el tránsito de
recuas».

Por una real cédula de 20 de agosto de 1555, refiriéndose al cierre del embarcadero de Vélez, se
«Ordena que mientras no se abra un camino, se saquen las cargas por el puerto que está junto a
San Sebastián de Mariquita, donde hay camino para recuas. Prohibe nuevamente el empleo de
indios para la navegación del río, para cuyo efecto se deberán traer negros. Que se abandone el
camino y puerto de Vélez, y el que pasare por él perderá la cargo que llevare, la tercera parte a
favor del rey y las otras dos para el demandador y el juez. Nadie podrá bajar ni subir el río sin
permiso de la autoridad, bajo pena de multa para el real  fisco  »( 24 ).

En el acuerdo de la Real Audiencia de 19 de noviembre de 1555( 25 ), por el cual se nombró


alcalde del embarcadero de Honda al conquistador Alonso de Olalla, se dice haberse «poblado y
fecho un embarcadero nuevo en la provincia de San Sebastián de Mariquita, el cual es muy útil e
provechoso para este Reino e naturales dél, a causa de hacerse, como se hace, camino por donde
anden recuas desde dicho embarcadero a todo este Reino...».

Por otro acuerdo del día 21 se dice: «que por cuanto por su mandato fue mandado abrir el camino
desde el puerto de San Sebastián de Mariquita (Honda) y embarcadero que se hiciese para que
por él anduviesen recuas, atento el pro e utilidad que viene a los naturales de este Reino de
meterse en recuas las mercancías e no en indios, y el hacer e abrir del dicho camino se remató en
Pedro de Olalla (sic), vecino de esta ciudad, en tres mil pesos de buen oro... e así lo mandaron e
nombraron al dicho Alonso de Olalla para que cobre la dicha imposición de lo que fuere desde el
dicho puerto a la ciudad de San Sebastián, Tocaima e Ibagué e a los demás pueblos hacia
la Gobernación »...( 26 )

Lo anterior supone que el camino existía en 1555, pero por otra real cédula de 15 de septiembre de
1556 se dice: «Su majestad manda que se abran los caminos de Vélez y de San Sebastián de
Mariquita de modo que puedan transitar recuas por ellos»( 27 )
La construcción del camino de Honda se complementó con un contrato o privilegio de navegación
del Magdalena que la Real Audiencia otorgó el 8 de julio de 1558 a Hernando de Alcocer y Alonso
de Olalla: «...desde el sitio de Chucurí hasta Honda, haciendo escala como era obvio en los
puertos intermedios de esa travesía, tales cuales los del Carare y del río Negro... Dicho contrato de
privilegio, no obstante ciertas vicisitudes que en su inicio padeciera por falta de fondos, fue
operante; e inferimos que él sería el que dio pábulo en la mente de los contratistas para idear un
acuerdo adicional que mira a la construcción de un camino de herradura que saliendo del puerto
de Honda terminara en Villeta, donde empalmaría con el viejo camino que corría desde Villeta
a  Santafé  »( 28 ).

Agrega Otero D’Costa que Olalla y Alcocer llevaron a cabo la construcción del camino de Honda a
Santafé, no de recuas y carretas a todo lo largo de él, advirtiendo que el único trayecto apto para
carretas sería el de Facatativá a Santafé de 1558 ó 1559.

Pero si el de Villeta a Santafé ya existía, lo que hicieron entonces sería mejorarlo, empleando para
ello indios rumberos de sus encomiendas de Bojacá y Facatativá. Consecuencia de este camino
fue el establecimiento de una ermita en el valle de Guaduas en 1610 y luego en 1644 la fundación
de la villa de este nombre; otra fue la del pueblo de indios de Sasaima en 1605. Todavía se
conservan a la entrada de estas poblaciones cortos trayectos del camino real, empedrados; tan
ancho era en algunas partes y tan bien trazado que la actual carretera la aprovechó en largas
extensiones, lo que quiere decir que aún se sigue transitando sobre la ruta del camino real de
Honda a Santafé.

Cabe agregar que el camino partía de un sitio sobre la orilla derecha del Magdalena, más arriba de
Honda, de donde se hacía el paso al otro lado en canoas, a otro sitio más arriba del actual pueblo
de Puerto Bogotá, lugar que hacia finales del siglo XIX se llamaba Capastrán; por entonces el
cruce se hacía en una balsa sostenida en un cable de acero.

Cuando los champanes y canoas, y mucho después los buques, procedentes del Bajo Magdalena
desembarcaban arriba de la Vuelta de la Madre de Dios en un puerto llamado Bodegas de Santafé
y luego de Bogotá, el tráfico se hacía por un camino paralelo al río que iba a empalmar con el real.
Este desembarcadero dio origen a un rancherío y más tarde al pueblo de Puerto Bogotá, unido a
Honda por el puente Navarro, inaugurado el 16 de enero de 1899, para peatones y cabalgaduras.

El camino se extinguió totalmente el 1o. de marzo de 1952, día en que se dio al servicio el
moderno puente para automotores, que proporcionó vía al Tolima a la carretera que ya venía de
Bogotá, Villeta y Guaduas.

Aún se ven trozos de este camino y a su vera se encuentran algunas casas coloniales y
republicanas, cuyos moradores campesinos podrían decir: vivir a la orilla del camino real es vivir
sobre la ruta de la historia primigenia de la patria naciente.

CAMINO DEL META

Las trochas abiertas de los Llanos Orientales a Santafé por Nicolás de Federman en 1539 y en
sentido contrario por Hernán Pérez de Quesada en 1540/1541 y por Jiménez de Quesada en 1570,
y el Capitán Berrío en 1584, no alcanzaron a convertirse en camino permanente; ciertamente por
esta vía del oriente el Nuevo Reino de Granada no sintió muchos deseos de establecer conductas
de comunicación con los llanos de San Juan y San Martín, con el Orinoco y las Guayanas, aunque
se dijese que esta vía era más corta que la de Honda para ir a España.

Desde entonces y por casi tres siglos esta vasta región vivió aislada del interior del país. Sólo a
raíz del viaje de las comisiones demarcadoras de límites del Virreinato de Santafé con el Brasil,
mandadas de España por la vía del Orinoco al Casiquiare y al río Negro para contener la invasión
de los brasileros a nuestras selvas del oriente, se pensó en la necesidad de abrir un camino real de
Santafé a los llanos de San Juan para llevar las provisiones a dichas comisiones a través del Meta
y el Orinoco, o del Ariari al río Negro por otro lado. Los bandeirantes brasileros y sus antepasados
los portugueses según el Tratado de Tordesillas de 1494 tenían por límite el meridiano 46° 26’ 34"
de longitud occidental, pero como siempre vivían envidiosos de España, aprovechando la soledad
de estas selvas fueron pasándose hasta llegar al meridiano 70°, abarcando tierras de España, en
primer término del Virreinato de Santafé, que ni aquélla ni éste supieron defender.

A comienzos de 1757 uno de los jefes comisionadas, don José Solano, vino del puesto de San
Fernando en el Alto Orinoco a Santafé en procura de recursos del virrey Solís, por lo cual fue el
primero que sufrió la falta de un camino. Más tarde, en marzo de 1759, el coronel Eugenio de
Alvarado, subjefe de la comisión, llegó por una trocha que ascendía a los Andes por la quiebra de
Pie de Gallo y salía a Tunja; esto lo hizo pensar en una mejor ruta que fue la directa de Santafé a
los llanos de San Juan y San Martín para seguir a los ríos Guayabero y Guaviare para ir a San
Fernando, sitio donde acampaban las comisiones.

Y así, el mismo coronel Alvarado en julio de 1759 escogió la ruta del nuevo camino partiendo de
Cáqueza hacia oriente por la cúspide de altos peñascos que por el costado norte acangilonan el
curso del río Negro del oriente de Cundinamarca, a salir a los alrededores del sitio en el que más
tarde se formó el pueblo de Gramalote, que luego se llamó Villavicencio, de donde continuaba a los
llanos de Apiay y a las ciudades de San Juan de los Llanos y de San Martín. Este camino iba
prendido a la cordillera haciendo una travesía heroica y temeraria. El mismo Alvarado contrató en
Cáqueza peones y demás gente necesaria para sus trabajos en parte de construcción y en otro de
reconstrucción, pues seguía la ruta de una trocha primitiva de los indios.

Fue terminado el siguiente año de 1760. El sector Santafé-Chipaque-Cáqueza ya existía como


camino regular de los indios, lo mismo que la variante Santafé-Choachí-Fómeque-Quetame, que
en este lugar se unía al de Cáqueza-llanos de San Juan y de Apiay. Su trazado fue una verdadera
aventura del coronel Eugenio de Alvarado al llevarlo en larguísimo trayecto por el costado de una
peña cuyo perpendicular terminaba doscientas metros abajo, en el lecho pedregoso del río Negro,
en el que perecían muchas bestias y ganados al resbalar sobre el precipicio. Desde aquellos años
primeros fue utilizado para el transporte de ganado de los Llanos Orientales al interior del país, lo
mismo que el camino de Pie de Gallo para llevarlo a las provincias de Tunja y del Socorro.

En la época de la Independencia, por este de Cáqueza huyeron a los Llanos los ejércitos patriotas
derrotadas en 1816. Tan peligroso era que los realistas no se atrevieron a perseguirlos más allá del
Paso de la Cabuya de Cáqueza sobre el río Negro, sitio donde el 11 de mayo se ejecutó un tiroteo
en el que cayeron varios patriotas cuando se aprestaban a cruzar el río en una tarabita. Por esos
mismos años otros patriotas de Santafé fueron condenados a trabajos forzados en la conservación
del camino.

La circunstancia de desembocar en un inmenso llano surcado de cientos de ríos y caños cuyo


curso se confunde con un laberinto que impide su identificación individual, a través del cual entre
Apiy y el río Orinoco no había camino firme ni podía haberla porque los aguas de invierno la
borraban, le restó importancia, a pesar de que se estimaba como más corto para ir a España.
Cuando a finales de la Colonia quiso reconocerse como tal, el Cabildo de Cartagena intrigó para
que se mantuviera la vía Honda-río Magdalena que a través del Canal del Dique llegaba a esa
ciudad. Y así se mantuvo en estado de permanente decadencia hasta su total abandono
desplazado por la carretera Bogotá-Villavicencio. Como recuerda quedaron numerosas crónicas de
viajeros que constituyen piezas admirables de la literatura descriptiva del país en el siglo XIX y
comienzos del actual, publicados en libros colombianos y extranjeros, especialmente franceses, y
legados a la historia como testimonio de uno de los grandes esfuerzos de la España virreinal y de
la República de los siglos XIX y XX, heredera de los caminos reales.

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