E

3 2. Educación para la salud  199

33. Electrocardiograma  204
34. Enfermera comunitaria  214
35. Enfermería basada en las evidencias  222
36. Entrevista  229
37. Envejecimiento  235
38. Epidemiología en atención primaria: concepto y método  239
39. Epidemiología en atención primaria: aportaciones  244
40. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica  250
41. Escalas de valoración  255
42. Espirometría: pruebas funcionales respiratorias  260
43. Estilos de vida  269
44. Estreñimiento  276
45. Ética de la atención en enfermería  283
46. Extracción de muestras de sangre  288
C A P Í T U
Educación para la salud
Antonio Jesús Ramos Morcillo, Serafín Fernández Salazar
y Eva María Carranza Miranda
INTRODUCCIÓN
Para obtener los mejores resultados en salud
cuidando a personas con enfermedades crónicas,
se nos presenta la educación sanitaria como una
de las herramientas más potentes de las que dis­
ponemos.
Puede observarse cómo en los países desa­
rrollados han existido dos etapas, una primera,
que va desde mediados del siglo xix hasta bien
entrado el siglo xx, donde existían problemas
relacionados con enfermedades infecciosas (y fuer­
temente vinculados a las desigualdades so­
ciales en salud), y una segunda etapa, en la que
actualmente estamos inmersos, en la que los
principales problemas de salud son las enferme­
dades crónicas: cardiovasculares, enfermedad
pulmonar obstructiva crónica, diabetes mellitus,
etc. La sombra amenazante de las desigualdades
sociales en salud sigue estando presente, aunque
hoy exista una notable mejora de las condiciones
socioeconómicas con respecto a la primera etapa.
Pero no debemos olvidar que el trabajo en
educación para la salud (EpS) debe hacerse desde
una doble perspectiva: salutogénica, basada en
un modelo de activos que acentúe la capacidad
positiva para identificar los problemas y activar
soluciones, y desde el modelo del déficit, aten­
diendo a personas enfermas.
Determinantes de salud
Se hace obligado por tanto hablar de los determi­
nantes de la salud. Marc Lalonde en 1974 analizó
este asunto y propuso un modelo que aún hoy
sigue teniendo vigencia.
Lalonde expresaba que la salud de la pobla­
ción canadiense (y de los países desarrollados)
estaba determinada por la interacción de cuatro
variables: biología humana, medio ambiente,
estilo de vida y sistema de asistencia sanitaria.
© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
L O 3 2
Así, este mismo autor destacó la discordancia
entre esta situación y distribución de recursos y
los esfuerzos sociales asignados a los diferentes
determinantes (fig. 32-1).
Dahlgren y Whitehead en 1991 completan
el modelo propuesto por Lalonde, resaltando la
importancia de los factores sociales (fig. 32-2).
Hoy día no existe programa o proyecto sa­
nitario donde la EpS no esté presente. Cada vez
más la población empieza a considerarla como
una necesidad y un derecho. Tanto es así que
distintas instituciones y proveedores de servicios
en la actualidad ya cuentan de manera com­
plementaria con plataformas electrónicas para
trabajar en ello.
CONCEPTO DE EDUCACIÓN
PARA LA SALUD
Conceptualizar la EpS es complicado y son nu­
merosas las definiciones ofrecidas por parte de
profesionales u organismos.
Sin embargo, parece obligado hablar de la
definición desarrollada por expertos de la Orga­
nización Mundial de la Salud (OMS, 1998). En
un principio se definió EpS (health education) de
la siguiente forma:
«La educación para la salud comprende las
oportunidades de aprendizaje creadas cons­
cientemente que suponen una forma de comu­
nicación destinada a mejorar la alfabetización
sanitaria, incluida la mejora del conocimiento de
la población en relación con la salud y el desarro­
llo de habilidades personales que conduzcan a la
salud individual y de la comunidad.»
Posteriormente, se define como:
«La educación para la salud aborda no solamente la
transmisión de información, sino también el fomen­
to de la motivación, las habilidades personales y la
199
200 E

FIGURA 32-1.  Modelo de determinantes de salud de Lalonde (1974).

FIGURA 32-2.  Modelo de determinantes de salud de Dahlgren y Withehead (1991).

autoestima, necesarias para adoptar medidas destina­
das a mejorar la salud. La educación para la salud in­
cluye no solo la información relativa a las condiciones
sociales, económicas y ambientales subyacentes que
influyen en la salud, sino también la que se refiere a
los factores de riesgo y comportamientos de riesgo,
además del uso del sistema de asistencia sanitaria.
Supone comunicación de información y desarrollo
de habilidades personales que demuestren la viabilidad
política y las posibilidades organizativas de diversas
formas de actuación dirigidas a lograr cambios socia­
les, económicos y ambientales que favorezcan la salud.»
Debemos entender que este concepto com­
parte aspectos y/o se solapa con el término de
promoción de salud.
Aunque aquí hemos expuesto la definición
ofrecida por la OMS, al valorar otras definiciones
de EpS vemos como estas tienen como deno­
minador común ciertos aspectos: pretenden la
modificación en sentido favorable de los cono­
cimientos, las actitudes y los comportamientos
de salud, tanto a nivel individual, como familiar,
grupal y comunitario.
 Capítulo 32  Educación para la salud 201
Así, la EpS aparece como un potente recurso
para la atención y el cuidado de la salud individual
y colectiva. Pero además de estos componentes
cognoscitivos, actitudinales y de comportamien­
to, la EpS debe educar para la participación y la
solidaridad, favorecer la autodeterminación y
autoestima, desarrollar el pensamiento crítico
y potenciar las habilidades de comunicación.
LUGARES ESTRATÉGICOS
DE ACCIÓN
Todas las personas integrantes de una comunidad
son susceptibles de recibir educación sanitaria,
persiguiendo en cada una unos objetivos deter­
minados y adaptados (fig. 32-3). Ejemplo de esto
son trabajos que muestran cómo la educación
sanitaria adecuada a los factores culturales pa­
rece tener efectos a corto plazo en el control de
la glucemia, el conocimiento de la diabetes y los
estilos de vida saludables.
De manera general, hay colectivos en los que
se pueden trabajar aspectos y áreas comunes.
Por citar un ejemplo, muchos jóvenes que es­
tán escolarizados aún no tienen hábitos tóxicos
o están empezando a tener relaciones sexua­
les, luego trabajar con ellos las necesidades o
promoción/potenciación de los activos en sa­
lud, detectados en un lugar conocido, cercano
y donde todos están, como es el entorno escolar,
hace que sea un lugar estratégico para desarro­
llar la EpS.
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.
FIGURA 32-3.  Lugares estratégicos de la educación
para la salud. EpS, educación para la salud.
Pero el entorno escolar no es el único lugar
estratégico para desarrollar la EpS, este se ve­
ría completado con el entorno laboral y con el
entorno comunitario. No debemos pensar que
las intervenciones sean exclusivas a cada uno
de estos lugares estratégicos, sino que son com­
plementarias y deben estar interrelacionadas. Un
programa puede tener intervenciones en uno
o en varios de estos lugares. Se puede entender
fácilmente que una intervención comunitaria
tenga repercusión tanto en el escolar como en
un trabajador.
Por otro lado, podemos hablar de la EpS en
un cuarto lugar estratégico: el entorno sanitario.
Aquí la EpS se realizaría principalmente en el
hospital, la atención primaria y el domicilio de
la persona, y estaría dirigido a las personas que
tienen alguna enfermedad.
Educación sanitaria en la escuela
Sin duda el carácter privilegiado que tiene lo
hace uno de los escenarios clave donde realizar
actividades de EpS (es el más eficaz y rentable)
por distintos motivos: los individuos están en
plena formación física, mental y social, son
muy receptivos al aprendizaje y la asimilación
de nuevos hábitos, la escolarización se extiende
a prácticamente toda la población y existe un
efecto de reciprocidad entre padres, alumnos y
profesores.
La EpS en este entorno persigue inculcar acti­
tudes, conocimientos y hábitos positivos de salud
que favorezcan el crecimiento y desarrollo así
como fomentar la salud y prevenir enfermedades
evitables de esta edad. Así, el niño al salir de la
escuela debería ser capaz de tomar sus propias
decisiones en relación con la salud (debería es­
tar empoderado) y cuidar su salud y la de sus
semejantes.
Debemos reseñar, dada la potencialidad de
este entorno, la Ley Orgánica de Ordenación
General del Sistema Educativo (LOGSE), la cual
considera la EpS como un área de conocimiento
transversal, que debe impregnar los contenidos
de todas las asignaturas y hace responsable a todo
el equipo educativo en su conjunto.
Educación sanitaria en el medio laboral
En el medio laboral la EpS persigue informar
de los riesgos ambientales y promover hábi­
tos de comportamiento positivos relativos a la
202 E
seguridad y los riesgos tóxicos. Es importante
involucrar a todo el personal de la empresa
(directivos, representantes sindicales, etc.) y
que estos se involucren de manera activa. De
este modo lograr cambios conductuales será
más fácil.
No debemos menospreciar la oportunidad
que nos ofrece este entorno para trabajar pro­
gramas de promoción de la salud a través de EpS
como puedan ser la deshabituación tabáquica,
la detección y el control de la hipertensión, la
alimentación y el ejercicio saludable, etc.
Educación sanitaria en la comunidad
Entre sus objetivos están el fomento y la defensa
de la salud, situándola en un lugar privilegiado
en la escala de valores de la población. Se debe
perseguir que la salud sea un valor fundamental
y se incorporen hábitos de vida saludables. Para
conseguirlo la EpS se lleva a cabo en centros de
atención primaria, en el tejido asociativo y en
medios de comunicación.
Educación sanitaria a pacientes
Es fácil pensar que nunca hay más interés por la
salud que cuando se ha perdido. Para los sani­
tarios es un buen momento para desarrollar la
EpS, por la receptividad de las personas enfermas
que cuidamos.
METODOLOGÍA
DE LAS ACTIVIDADES
DE EDUCACIÓN PARA LA SALUD
La EpS no se debe entender como una mera
transmisión de información, sino como una es­
trategia dirigida a mantener o facilitar la adquisi­
ción de comportamientos saludables o modificar
los insanos.
La modificación de comportamientos no es
tarea fácil y conseguir esta modificación es cos­
toso y complicado. Es imprescindible diseñar
un plan de actuación estratégico que ponga en
funcionamiento todos los elementos necesarios
para este fin.
Esta modificación de comportamientos es tan
complicada que existen más de 25 modelos teóri­
cos de distintas ciencias como la psicología social,
la antropología, etc. A continuación, vamos a
citar brevemente los modelos de modificación
de comportamientos en salud más importantes.
Modelo de creencias en salud
Este modelo sugiere que las creencias de las per­
sonas influyen de una manera importante en la
toma de decisiones en relación con la aceptación
de las medidas preventivas recomendadas por las
autoridades sanitarias y en la cooperación con los
planes terapéuticos propuestos por el profesio­
nal de la salud. El que una persona siga o no las
recomendaciones preventivas de las autoridades
sanitarias depende de la susceptibilidad personal
a la enfermedad que se quiere prevenir, de la gra­
vedad probable (tanto clínica como social) de la
enfermedad y de los beneficios potenciales que
aporta esa medida preventiva.
Modelo basado en la comunicación
persuasiva
Según este modelo basta con dar a las personas
la información pertinente, de forma veraz y cla­
ra, de manera que el cambio de conocimientos
vaya seguido del cambio de actitudes y a su vez
seguido del cambio de un hábito o adopción de
uno nuevo. Pero claro, esto no siempre es así, y el
modelo debe contemplar la variable motivación
para que el cambio actitudinal lleve incorporada
la motivación correspondiente y el cambio de
actitud sí conlleve un cambio conductual.
Modelo basado en la política económica
Este modelo nos habla de que los comportamien­
tos insanos prevalentes en los países capitalistas
son consecuencia de las presiones y los valores
existentes, y están influidos por las corporacio­
nes multinacionales cuyo interés es ganar dinero
antes que la salud pública.
Modelo pragmático
Reúne las aportaciones de los modelos anterio­
res, tanto el papel de la comunicación persuasiva
como el efecto de las políticas a nivel físico, psi­
cosocial, sociocultural y socioeconómico, y todas
juntas promueven cambios de comportamiento
a favor de la salud.
Modelo de Prochaska y DiClemente
Es un modelo con origen en el tratamiento de las
conductas adictivas. Establece que los cambios
de comportamiento tienen lugar a través de un
proceso cognitivo de evolución de las actitudes
en el que se atraviesan una serie de etapas de­
finidas.
 Capítulo 32  Educación para la salud 203
Su premisa básica es que el cambio de com­
portamiento es un proceso y no un acto. Este
proceso identifica cinco etapas: precontempla­
ción, contemplación, decisión/determinación,
acción y mantenimiento. Considera que este
proceso no es lineal, sino más bien en espiral,
es decir, las personas no pasan por estas etapas
y las superan, sino que suelen entrar y salir en
cualquier momento del proceso, y con frecuencia
reanudarlo.
Programación y evaluación
Por último, señalar que las actividades de EpS
requieren tanto de un proceso de programación
como de un proceso de evaluación explícito y
mensurable.
Dicha programación debe ser medianamente
estructurada, con una definición lógica de los
objetivos y huyendo de la ambigüedad y la im­
provisación. Aunque debe ser lo suficientemente
flexible para adaptarse en cada momento a las
necesidades y situaciones concretas que puedan
presentarse en el desarrollo de la EpS.
LECTURAS RECOMENDADAS
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Programa Empresas Libres de Humo. Seminario médico.
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