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Efectua Tu Ministerio Plenamente 2
Efectua Tu Ministerio Plenamente 2
PRIMER DIA
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*** w13 15/10 págs. 27-28 párr. 7 Actuemos en armonía con la conmovedora oración
de Jesús ***
7 De acuerdo con algunos estudiosos del idioma griego, la expresión que se traduce “que
estén adquiriendo conocimiento” también se puede traducir “que sigan conociendo”. Estas dos
ideas tienen un significado parecido y son necesarias para llegar al fin deseado. En la Biblia con
referencias, la nota al pie de página para Juan 17:3 ofrece esta opción: “[que] te conozcan”. Por
tanto, la expresión “que estén adquiriendo conocimiento” se refiere a un proceso continuo que nos
lleva a conocer a Dios. Pero conocer al Ser más grandioso del universo implica mucho más que
entender su voluntad y sus cualidades. Implica tener una relación cercana con él y con nuestros
hermanos en la fe, una relación basada en el amor. Bien dice la Biblia: “El que no ama no ha
llegado a conocer a Dios” (1 Juan 4:8). Conocerlo también significa obedecerlo (lea 1 Juan 2:3-5).
¡Qué honor es estar entre quienes conocen a Jehová! Ahora bien, esa hermosa relación se puede
perder, como lo demuestra el caso de Judas Iscariote. Esforcémonos por conservarla. Así,
cuando llegue el momento, podremos recibir el don inmerecido de la vida eterna (Mat. 24:13).
*** w10 1/10 pág. 15 “Continuó creciendo con Jehová” ***
Imaginemos lo conmocionado que debió de sentirse el joven Samuel al ver que en el
tabernáculo ocurrían tales abusos sin que nadie hiciera nada. ¡A cuántas personas habrá visto
salir de allí desmoralizadas y humilladas! Entre ellas se contaba gente pobre, humilde y oprimida
que había ido en busca de alivio y fortaleza espiritual. Y para colmo, más tarde se enteró de que
Hofní y Finehás se burlaban de las leyes divinas sobre la moralidad sexual teniendo relaciones
con las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo (1 Samuel 2:22). ¿Cómo cree que se
sintió entonces? Tal vez esperaba que Elí hiciera algo al respecto.
Para Samuel habría sido muy fácil pensar: “Si hasta el sumo sacerdote y sus hijos pecan contra
Jehová, yo puedo hacer lo que se me antoje”. Pero los errores ajenos, aun los de personas con
autoridad, no nos dan permiso para pecar. Actualmente, muchos jóvenes cristianos imitan a
Samuel y continúan “creciendo con Jehová” a pesar de que haya gente a su alrededor que les dé
un mal ejemplo.
Pág. 8 *** w13 15/7 págs. 16-17 párr. 8 Jesús alimenta a muchos por medio de unos pocos
***
A partir del Pentecostés del año 33, Cristo resucitado utilizó a sus apóstoles como conducto
para alimentar al resto de sus discípulos ungidos (lea Hechos 2:41, 42). Los judíos y prosélitos
que ese día llegaron a ser cristianos ungidos por espíritu reconocieron ese conducto con total
claridad. Plenamente convencidos, “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles”.
Según cierto erudito, el verbo griego que se traduce “continuaron dedicándose” denota “una
permanencia persistente y absoluta, una adhesión total de un grupo orientado hacia un fin
común”. Los nuevos creyentes tenían hambre de alimento espiritual y sabían exactamente dónde
obtenerlo. Con completa lealtad, escuchaban a los apóstoles mientras estos explicaban lo que
Jesús había dicho y hecho y esclarecían el significado de pasajes de las Escrituras relacionados
con él (Hech. 2:22-36).
17 Lla época de la cosecha empezó en 1914. Ese año marcó el inicio de una serie de sucesos
importantes. Jesús fue coronado Rey y comenzaron los últimos días (Rev. 11:15). Desde 1914
hasta principios de 1919, Cristo acompañó a su Padre al templo espiritual para realizar una obra
muy necesaria de inspección y limpieza (Mal. 3:1-4). A continuación, a partir de 1919, se
empezaría a recoger el trigo. ¿Había llegado por fin el momento de que Cristo nombrara un
conducto organizado para proveer alimento espiritual? ¡Ahora sí!
18 En su profecía sobre el tiempo del fin, Jesús predijo que nombraría un conducto para dar
“alimento al tiempo apropiado” (Mat. 24:45-47). ¿Qué conducto sería ese? Siguiendo el patrón
que él mismo estableció en el siglo primero, volvería a alimentar a muchos por medio de unos
pocos. Por eso, apenas comenzaron los últimos días, la pregunta clave era quiénes serían esos
pocos. ¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es que
no todos los ungidos participan en proveer alimento espiritual a sus compañeros de creencia de
todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son siervos ministeriales o
ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y apoyan con lealtad las
instrucciones que recibimos de la sede mundial, pero no participan en proveer alimento espiritual
a la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas humildes que nunca intentarían asumir
la función de maestros de la congregación (1 Cor. 11:3; 14:34).
10 ¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar
a muchos por medio de unos pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño grupo de
hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante
la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el
esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de
cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Ahora bien, note
que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está
en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir,
toma sus decisiones de manera conjunta.
*** w13 1/8 pág. 11 “Las cualidades invisibles de él se ven claramente” ***
¿Cree usted que Dios existe? Si así es, ¿podría demostrarlo? A nuestro alrededor hay
infinidad de pruebas de que existe un Creador sabio, poderoso y lleno de amor. ¿A qué pruebas
nos referimos? ¿Son confiables? Para encontrar la respuesta, analicemos lo que el apóstol Pablo
escribió a los cristianos de Roma.
Él dijo: “Las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en
adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder [eterno] y Divinidad, de modo
que ellos son inexcusables” (Romanos 1:20). Tal como señala Pablo, la creación lleva la firma de
su Creador. Analicemos un poco más estas palabras.
Pablo escribió que las cualidades de Dios pueden verse “desde la creación del mundo”. En este
caso, la palabra griega que se traduce “mundo” se refiere a la humanidad, no al planeta Tierra.
(La Biblia también dice que el “mundo” es culpable de pecado y que necesita un salvador, lo cual
demuestra que, en estos casos, el término se refiere a la humanidad y no a la Tierra Juan 1:29;
4:42; 12:47). Lo que Pablo estaba diciendo es que desde el momento en que fue creada, la
humanidad ha podido percibir las cualidades de Dios en la creación.
Las pruebas no están ocultas; “se ven claramente” a nuestro alrededor. Las creaciones —desde
la más grande hasta la más pequeña— revelan la existencia de un Creador que posee cualidades
maravillosas. Pensemos, por ejemplo, en el inteligente diseño de la naturaleza. ¿Acaso
no demuestra lo sabio que es Dios? ¿Y los cielos estrellados? ¿Y las fuertes olas del mar?
¿No dan prueba de su poder? ¿Qué hay de la variedad de sabores que deleitan nuestro paladar,
o de la belleza de los amaneceres y las puestas de sol? ¿Verdad que dejan ver el amor que Dios
siente por la humanidad? (Salmo 104:24; Isaías 40:26.). La creación lleva la firma de su Creador
Son tan claras las pruebas que quienes no las ven y se niegan a creer en Dios “son
inexcusables”. Un erudito lo explica de la siguiente manera. Imagine que un conductor ve una
señal de tránsito que dice: “Desvío. Gire a la izquierda”, pero no le hace caso. Cuando un policía
lo detiene para darle una multa, el conductor le dice que no vio la señal. La excusa no convence
al policía porque la señal está a plena vista y el conductor no tiene problemas de visión. Además,
este tiene la responsabilidad de fijarse en todas las señales y obedecerlas. Del mismo modo, las
pruebas de la existencia de Dios que hay en la naturaleza están a plena vista. Y nosotros, que
somos seres racionales, podemos verlas. No tenemos motivos para ignorarlas.
En efecto, la creación revela mucho acerca de nuestro Creador. Pero hay un libro que revela
aún más sobre él, la Biblia. En sus páginas se responde esta importante pregunta: ¿cuál es el
propósito de Dios para la Tierra y la humanidad? Saber la respuesta nos ayudará a tener una
buena relación con Dios, cuyas “cualidades invisibles [...] se ven claramente” en el mundo que
nos rodea.
Pág. 9 *** cf cap. 13 págs. 133-134 párrs. 14-15 “Yo amo al Padre” ***
14 Otra forma en que Jesús mantuvo fuerte su amor a Jehová fue orando de continuo. Aunque
era un hombre amigable y disfrutaba de estar con otras personas, es interesante notar lo mucho
que valoraba la soledad. Por ejemplo, Lucas 5:16 dice que “continuaba en retiro en los desiertos
áridos [...] orando”. Asimismo, Mateo 14:23 relata: “Por fin, habiendo despedido a las
muchedumbres, subió solo a la montaña a orar. Aunque se hizo tarde, estaba allí solo”. Jesús
buscó la soledad en estas y en otras ocasiones, no porque fuera un ermitaño ni porque rehuyera
la compañía de los demás, sino porque deseaba estar a solas con su Padre y hablar libremente
con él mediante la oración.
15 En sus oraciones, Jesús empleó a veces la expresión “Abba, Padre” (Marcos 14:36).
En aquel entonces, Abba era una palabra cariñosa para “padre”, muy común en el uso familiar;
figuraba entre las primeras palabras que aprendían los niños. Al mismo tiempo, era un término
respetuoso. Si bien revelaba la intimidad del Hijo que habla a su Padre amado, también indicaba
profundo respeto por la autoridad paterna de Jehová. Tal combinación de intimidad y respeto se
percibe en todas las oraciones de Jesús registradas en la Biblia. Por ejemplo, en el capítulo 17 de
Juan, el apóstol puso por escrito la larga y sincera oración que Jesús hizo la última noche de su
vida humana. Cuando la estudiamos, nos sentimos profundamente conmovidos. Pero es
fundamental que hagamos algo más: que imitemos dicha oración. ¿Cómo podemos hacerlo?
No repitiéndola, por supuesto, sino buscando la forma de hablar desde el corazón con nuestro
Padre celestial cuantas veces sea posible. Al hacerlo, mantendremos vivo y fuerte nuestro amor
por él.
*** w14 15/2 pág. 15 Jehová, nuestro mejor Amigo Los amigos se comunican
18 La amistad se hace más profunda cuando hay una buena comunicación. En esta era de
Internet y tecnología, las redes sociales y los mensajes de texto se han vuelto muy populares.
Pero ¿qué lugar ocupa en nuestra vida la comunicación personal con Jehová, nuestro mejor
Amigo? Sabemos que él es el “Oidor de la oración” (Sal. 65:2). ¿Con cuánta frecuencia tomamos
la iniciativa y le hablamos?
19 A algunos siervos de Dios les cuesta abrir su corazón y expresar sus sentimientos más
profundos. Sin embargo, eso es precisamente lo que Jehová quiere que hagamos al orar (Sal.
119:145; Lam. 3:41). Y si no encontramos palabras para describir lo que sentimos, la Biblia nos
ayuda. Pablo escribió a los cristianos de Roma: “El problema de lo que debemos pedir en oración
como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu mismo aboga por nosotros con
gemidos no expresados. Sin embargo, el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención
del espíritu, porque este aboga en conformidad con Dios por los santos” (Rom. 8:26, 27). Meditar
en las palabras contenidas en libros bíblicos como Job,
Salmos y Proverbios nos ayudará a expresarle a Jehová nuestros sentimientos más íntimos.
20 Cuando afrontemos situaciones penosas, sigamos el consejo que Pablo escribió por
inspiración divina a los cristianos filipenses: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo,
por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios”. Esa
comunicación sin trabas con nuestro mejor Amigo nos dará fuerzas y consuelo, pues Pablo
añadió: “Y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus
facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filip.4:6, 7). Atesoremos siempre la incomparable
“paz de Dios” que verdaderamente protege nuestra mente y nuestro corazón.
21 La oración nos permite estrechar la amistad con Jehová. Por lo tanto, “oremos
incesantemente” (1 Tes. 5:17). Que este artículo fortalezca la valiosa relación que tenemos con
Dios y nuestra determinación de cumplir sus justos requisitos. Y pensemos en cuánto nos
beneficia que Jehová sea nuestro Padre, nuestro Dios y nuestro Amigo.
*** w02 15/10 págs. 17-18 párr. 16 Jehová se interesa por nosotros ***
16 ¿Está usted convencido de que Jehová tiene poder para salvarnos? ¿Siente su protección
angélica? ¿Ha gustado y visto personalmente que Jehová es bueno? ¿Cuándo fue la última vez
que percibió que Jehová había sido bueno con usted? Haga memoria. ¿Fue en aquel último
hogar que visitó en el ministerio, justo cuando creía que no podía más? Quizá en ese momento
tuvo una magnífica conversación con el amo de casa. ¿Se acordó de darle gracias a Jehová por
haberle proporcionado las fuerzas que necesitaba y por bendecirlo de esa forma? (2 Corintios
4:7.) Por otra parte, es posible que le resulte difícil recordar algún acto bondadoso que Jehová
haya efectuado por usted. Tal vez tenga que retroceder en el tiempo una semana, un mes, un año
o incluso más. En ese caso, ¿por qué no se esfuerza por acercarse más a Jehová y ver cómo él
lo guía y dirige? El apóstol Pedro aconsejó a los cristianos: “Humíllense [...] bajo la poderosa
mano de Dios, [...] a la vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por
ustedes” (1 Pedro 5:6, 7). Le asombrará ver cuánto se interesa él por usted (Salmo 73:28).
Pág. 10 *** w12 15/2 pág. 7 párrs. 16-17 Imitemos la actitud vigilante de Jesús ***
16 Cuando Jesús afrontó situaciones difíciles, se negó rotundamente a confiar en su propio
entendimiento. ¡Imagínese! El hombre más sabio que ha pisado la Tierra no se fió de su propia
sabiduría. Por citar un caso, cuando Satanás lo tentó, usó varias veces la frase: “Está escrito”
(Mat. 4:4, 7, 10). Más bien, se apoyó en la sabiduría de su Padre para resistir la tentación,
mostrando así la humildad que Satanás tanto desprecia y de la que carece totalmente.
¿Actuamos nosotros igual que Jesús? El cabeza de familia que imita su actitud vigilante se guía
por la Palabra de Dios, en particular cuando pasa por dificultades. Y eso es precisamente lo que
están haciendo miles de cristianos por todo el mundo. Con fidelidad, buscan primero el Reino de
Dios y la adoración pura, anteponiendo estas cosas a los intereses materiales. De este modo,
brindan el mejor cuidado a sus familias. Jehová, por su parte, bendice los esfuerzos que realizan
para sostener a los suyos, tal como promete Su Palabra (Mat. 6:33).
17 No cabe duda: Jesús nos dio el mejor ejemplo posible de vigilancia, un ejemplo que es
provechoso y que puede hasta salvarnos la vida. Recordemos que Satanás quiere dormirnos
espiritualmente, pues en ese estado tendremos una fe débil, nuestro deseo de adorar a Jehová
irá languideciendo y nuestra lealtad a él se verá comprometida (1 Tes. 5:6). No le demos ese
gusto. Mantengámonos vigilantes como Jesús: vigilantes en la oración, en el ministerio y en la
adversidad. Así disfrutaremos de una vida rica, plena y feliz aun en las horas agonizantes de este
mundo. Tendremos asimismo la seguridad de que cuando el Amo venga a destruir este sistema
de cosas, nos encontrará alerta y activos, efectuando la voluntad de su Padre. ¡Qué contento se
pondrá Jehová cuando nos premie por nuestra fidelidad! (Rev. 16:15.)
*** cf cap. 7 pág. 72 párrs. 15-16 “Consideren con sumo cuidado [...] al que ha
aguantado” ***
15 Aunque Jesús era el Hijo perfecto de Dios, no confió en sus propias fuerzas para aguantar,
sino que acudió a su Padre celestial por ayuda. El apóstol Pablo escribió: “Cristo ofreció ruegos y
también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas”
(Hebreos 5:7). Observe que Jesús “ofreció” no solo peticiones, sino también ruegos. El término
ruego se refiere a una súplica especialmente sincera e intensa; significa implorar ayuda.
La palabra “ruegos”, en plural, indica que Jesús le imploró a Jehová en más de una ocasión.
De hecho, en el jardín de Getsemaní, él oró con fervor una y otra vez (Mateo 26:36-44).
16 Jesús tenía plena confianza en que Jehová escucharía sus ruegos, pues sabía que su
Padre es el “Oidor de la oración” (Salmo 65:2). Durante su existencia prehumana, el Hijo
primogénito había visto al Padre contestar las oraciones de sus siervos fieles. Él estaba en los
cielos cuando Jehová envió a un ángel para responder a la oración sincera del profeta Daniel,
incluso antes de que terminara de orar (Daniel 9:20, 21). ¿Cómo, entonces, no iba a contestar el
Padre a su Hijo unigénito cuando este le abriera su corazón “con fuertes clamores y lágrimas”?
Jehová respondió a las súplicas de su Hijo y mandó a un ángel para que lo fortaleciera y así
pudiera resistir la prueba (Lucas 22:43).
Pág. 11 *** jv cap. 27 pág. 608 Impresión y distribución de la Palabra sagrada de Dios ***
¿Hacía falta realmente otra traducción? La Biblia entera ya estaba publicada en 190 lenguas, y
por lo menos había partes de ella traducidas a otros 928 idiomas y dialectos. En diferentes
ocasiones los testigos de Jehová han usado muchas de esas traducciones. No obstante, la
realidad es que la mayor parte de ellas son obra de clérigos y misioneros de las sectas de la
cristiandad, y en mayor o menor grado manifiestan la influencia de las filosofías paganas y
tradiciones antibíblicas que sus sistemas religiosos heredaron del pasado, así como del prejuicio
de la alta crítica. Además, estaban apareciendo manuscritos bíblicos más antiguos y fiables. Los
hallazgos arqueológicos contribuían a que se comprendiera mejor el griego del siglo I. También,
los idiomas de las versiones han sufrido cambios con el paso de los años.
*** jv cap. 27 págs. 607-608 Impresión y distribución de la Palabra sagrada de Dios ***
A principios de octubre de 1946 Nathan H. Knorr, entonces presidente de la Sociedad Watch
Tower, propuso por vez primera que la Sociedad produjera una nueva versión de las Escrituras
Griegas Cristianas. La traducción misma empezó el 2 de diciembre de 1947. El texto finalizado
fue sometido a cuidadosa revisión por todo el comité de traductores, formado íntegramente por
cristianos ungidos con espíritu. El 3 de septiembre de 1949 el hermano Knorr convocó una
reunión de las juntas directivas de las corporaciones de Nueva York y Pensilvania de la Sociedad.
Les anunció que el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo había finalizado una
versión en idioma moderno de las Escrituras Griegas Cristianas y la había entregado a la
Sociedad para que esta la publicara. Era una versión totalmente nueva traducida del griego
original.
NOTA: Esta versión se entregó a la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania para
que la publicara, con la solicitud de que nunca hiciera públicos los nombres de los traductores.
Estos querían que toda la honra fuera para Jehová Dios, el Autor Divino de su Palabra inspirada.
*** si pág. 324 párrs. 18-19 Estudio número 7: La Biblia en nuestros tiempos ***
18 El 3 de septiembre de 1949, en las oficinas centrales de la Sociedad en Brooklyn, el
presidente anunció a la Junta Directiva la existencia del Comité de Traducción de la Biblia del
Nuevo Mundo, y que aquel comité había completado una traducción moderna de las Escrituras
Griegas Cristianas. Se leyó el documento del comité, mediante el cual el comité asignaba a la
Sociedad la posesión, el control y la publicación del original de su traducción, en reconocimiento
de la obra no sectaria de la Sociedad de fomentar la educación bíblica por toda la Tierra. También
se leyeron porciones del original, como ejemplos de la naturaleza y calidad de la traducción. Los
directores aceptaron unánimemente el regalo de la traducción, y de inmediato se hicieron planes
para imprimirla. La composición empezó el 29 de septiembre de 1949, y a principios del verano
de 1950 decenas de millares de ejemplares quedaron completos y encuadernados.
19 Presentación de la Traducción del Nuevo Mundo en partes. El miércoles 2 de agosto
de 1950, en el cuarto día de su asamblea internacional en el Estadio Yanqui, de Nueva York, un
auditorio totalmente sorprendido de 82.075 testigos de Jehová aceptó gustosamente la
presentación de la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas en inglés. El
Comité de traductores, estimulado por aquella acogida entusiástica inicial y por expresiones
posteriores de aprecio por los méritos de la traducción, enseguida emprendió la extensa obra de
traducir las Escrituras Hebreas. Estas se publicaron en otros cinco tomos, que se presentaron en
sucesión desde 1953 hasta 1960. El conjunto de seis tomos formó una biblioteca de la Biblia
entera en inglés moderno. Cada tomo contenía también ayudas valiosas para el estudio de la
Biblia. Así se le hizo accesible al estudiante de la Biblia de nuestros días un inmenso almacén de
información bíblica. Se habían hecho esfuerzos diligentes para usar toda fuente confiable de
información textual, de manera que la Traducción del Nuevo Mundo expresara clara y
acertadamente el vigoroso mensaje de las Escrituras inspiradas originales.
*** jv cap. 27 pág. 609 Impresión y distribución de la Palabra sagrada de Dios ***
Tras esto, se tradujeron al inglés las Escrituras Hebreas y se publicaron paulatinamente, en
cinco tomos, a partir de 1953. Al igual que con las Escrituras Griegas Cristianas, se dio atención a
comunicar de la manera más literal posible lo que decía el idioma original. Se ejerció especial
cuidado para traducir con uniformidad, comunicar con exactitud la acción o el estado de los
verbos y utilizar lenguaje sencillo que fuera entendible para el lector moderno. Siempre que
aparecía el Tetragrámaton en el texto hebreo se traducía correctamente por el nombre personal
de Dios, en vez de reemplazarlo por otro término, costumbre que siguen muchas versiones. Los
artículos de los apéndices y las notas de estos tomos permitían al estudiante cuidadoso examinar
la razón de las traducciones empleadas.
El 13 de marzo de 1960 el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo concluyó la
lectura final de la porción de la Biblia que se publicaría en el quinto tomo. Habían transcurrido
doce años, tres meses y once días desde el comienzo de la traducción de las Escrituras Griegas
Cristianas. Unos meses después se presentó el quinto tomo impreso de las Escrituras Hebreas
para su distribución.
*** w08 1/5 págs. 19-21 Cómo escoger una buena traducción de la Biblia ***
¿Son mejores las traducciones palabra por palabra?
Traducir estrictamente una palabra por otra no suele ser la mejor manera de expresar el
significado de un pasaje bíblico. ¿Por qué no? Aunque hay varias razones, analicemos dos de
ellas:
1. No hay dos idiomas que tengan exactamente la misma gramática, vocabulario y forma de
expresar las ideas. El profesor de hebreo S. R. Driver señala que las lenguas “no solo difieren en
su gramática y vocabulario, sino también [...] en la manera de construir las frases para expresar
las ideas”. Las personas que hablan un idioma no piensan igual que las que hablan otro. “Por
consiguiente —añade el profesor Driver—, las formas que adoptan las frases no son las mismas.”
Puesto que ningún idioma refleja exactamente el vocabulario y la gramática del hebreo y el
griego bíblicos, una traducción palabra por palabra sería poco clara y hasta podría transmitir un
significado erróneo. Veámoslo en los siguientes ejemplos.
En su carta a los Efesios, el apóstol Pablo utilizó una expresión que literalmente se traduce “en
el juego de dados de los hombres” (Efesios 4:14, Jünemann, nota). Esta expresión alude a la
práctica de hacer trampas en los dados. Sin embargo, en la mayoría de los idiomas, una
traducción literal no tendría ningún sentido. Por lo tanto, una manera más clara de transmitir el
significado de esta expresión es traduciéndola “las tretas de los hombres”.
Al escribir a los romanos, Pablo empleó una expresión griega que significa literalmente “en el
espíritu, hirvientes” (Romanos 12:11, Bover-Cantera). ¿Le suena a usted natural esta expresión?
En realidad, la frase original transmite la idea de estar radiantes, o fulgurantes, con el espíritu.
Observe este otro ejemplo. En uno de sus más famosos discursos, Jesús empleó una
expresión que a menudo se traduce así: “Bienaventurados los pobres de espíritu” (Mateo 5:3).
En numerosos idiomas, una traducción literal como esta oscurecería el significado original.
De hecho, en algunos casos incluso implicaría que “los pobres de espíritu” son personas que
sufren un desequilibrio mental o que carecen de vitalidad y determinación. Sin embargo, Jesús
usó esa expresión para enseñar a la gente que su felicidad no dependía de satisfacer sus
necesidades físicas, sino de reconocer que necesitaban la guía divina (Lucas 6:20). De modo que
traducciones como “los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” o “los que reconocen su
necesidad espiritual” comunican con mayor exactitud el verdadero significado (Mateo 5:3; Versión
Popular, también conocida como Dios habla hoy).
2. El significado de una palabra o expresión puede variar dependiendo del contexto en que
se use. Tomemos por caso la expresión hebrea que normalmente alude a la mano. Tal expresión
puede adoptar una amplia variedad de significados, dependiendo del contexto. Puede, por
ejemplo, traducirse por “control”, “a mano abierta” o “poder” (2 Samuel 8:3; 1 Reyes 10:13;
Proverbios 18:21). De hecho, este término en particular se vierte de más de cuarenta maneras
distintas en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras en inglés.
Puesto que el contexto puede influir en el significado de una palabra, la Traducción del Nuevo
Mundo en inglés emplea cerca de 16.000 expresiones para traducir unos 5.500 vocablos griegos,
así como más de 27.000 expresiones para traducir unas 8.500 palabras hebreas. ¿A qué se debe
esa variedad en la traducción de las palabras? El comité de traducción consideró que transmitir
su sentido más exacto de acuerdo con el contexto era más importante que producir una versión
estrictamente literal. Aun así, la Traducción del Nuevo Mundo en inglés emplea, siempre que es
posible, las mismas palabras al traducir los términos hebreos y griegos.
Pero está claro que no basta con traducir de la misma manera un término del idioma bíblico
original cada vez que aparezca. Por eso, los traductores deben seleccionar con buen criterio las
palabras que comuniquen las ideas con exactitud y claridad. Además, han de combinar las
palabras y frases según las reglas gramaticales del idioma al que traducen.
¿Qué hay de las traducciones libres?
Los traductores de las comúnmente llamadas paráfrasis de la Biblia se toman la libertad de
alterar en alguna medida lo que dicen los textos originales. ¿De qué manera? O bien insertando
expresiones que reflejan su opinión sobre el posible significado del texto original, o bien omitiendo
alguna información. Las paráfrasis pueden resultar atractivas porque son fáciles de leer. Sin
embargo, a veces, su estilo libre oscurece o cambia el significado del texto original.
Veamos, por ejemplo, la forma en que una traducción libre vierte la famosa oración modelo de
Jesús: “Padre nuestro que estás en el cielo: Que todos reconozcan que tú eres el verdadero Dios”
(Mateo 6:9, Traducción en lenguaje actual [TLA], también conocida como Biblia en Lenguaje
Sencillo). Pero una traducción más exacta sería esta: “Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre”. Observemos también de qué manera se vierte Juan 17:26 en algunas
Biblias. Según la traducción libre ya citada, Jesús dirigió estas palabras a su Padre la noche que
fue arrestado: “Les he dicho quién eres” (TLA). Sin embargo, una traducción más fiel es la
siguiente: “Les he dado a conocer tu nombre”. ¿Se da usted cuenta de cómo algunos traductores
en realidad ocultan el hecho de que Dios tiene un nombre que debemos usar y honrar?
*** w08 1/5 págs. 21-22 Cómo escoger una buena traducción de la Biblia ***
¿Por qué hay que tener cautela?
Algunas traducciones libres oscurecen las normas morales expresadas en el texto original. Por
ejemplo, cierta versión dice en 1 Corintios 6:9, 10: “¿No comprenden que esa no es forma de
vivir? Los injustos que no se preocupan por Dios no tendrán parte en su reino. Quienes son
culpables de uso y abuso del prójimo, uso y abuso del sexo, uso y abuso de la tierra y de todo lo
que hay en ella, no pueden ser ciudadanos en el reino de Dios” (The Message: The Bible in
Contemporary Language).
Compare esas palabras con la versión más exacta que presenta la Traducción del Nuevo
Mundo: “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen.
Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos
contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas
por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de
Dios”. Note que la traducción libre ni siquiera menciona las conductas específicas que Pablo nos
dice que debemos evitar.
Las convicciones doctrinales del traductor también pueden condicionar su labor. Por ejemplo,
según la Versión Nueva Vida, Jesús dijo a sus discípulos: “Entren por la puerta angosta, porque la
puerta y el camino que llevan al infierno son anchos y grandes; mucha gente pasa por esa puerta”
(Mateo 7:13). Los traductores insertaron el término “infierno” a pesar de que el relato de Mateo
dice claramente “destrucción”. ¿Por qué lo hicieron? Probablemente porque querían promover la
idea de que los malvados serán atormentados eternamente, no destruidos.
Cómo hallar la mejor traducción
La Biblia fue escrita en el lenguaje cotidiano de personas comunes y corrientes, como
agricultores, pastores y pescadores (Nehemías 8:8, 12; Hechos 4:13). Por lo tanto, una buena
traducción de la Biblia es la que pone su mensaje al alcance de personas sinceras de todo nivel
social. He aquí otros requisitos:
◗ Transmitir con exactitud el mensaje original que fue inspirado por Dios (2 Timoteo 3:16).
◗ Traducir literalmente el significado de las palabras siempre y cuando la redacción y la estructura
del texto original se puedan reproducir en la lengua a la que se traduce.
◗ Comunicar el sentido correcto de una palabra o frase cuando una traducción literal
distorsionaría u oscurecería el significado.
◗ Emplear un lenguaje sencillo que invite a la lectura.
¿Existe una traducción que cumpla con todos estos requisitos? Millones de lectores de esta
revista prefieren la Traducción del Nuevo Mundo. ¿Por qué? Porque comparten los puntos de
vista de su comité de traducción, expresados en el prólogo de la primera edición en inglés:
“No ofrecemos una paráfrasis de las Escrituras. Desde el principio hasta el fin nos hemos
esforzado por recurrir a la traducción más literal posible, siempre que lo permita el modismo
moderno inglés y que la traducción literal no oculte las ideas”.
La Traducción del Nuevo Mundo se ha impreso entera o en parte en más de 60 idiomas, con
una tirada total que supera los 145 millones. Si está disponible en su idioma, ¿por qué no les pide
un ejemplar a los testigos de Jehová y comprueba por sí mismo las ventajas de esta traducción
exacta?
Los estudiantes sinceros de la Biblia desean comprender el mensaje que Dios inspiró y obrar
en consecuencia con él. Si usted es una de tales personas, necesita una traducción de la Biblia
que sea exacta. En realidad, no debería conformarse con menos.
*** w97 1/10 pág. 14 párrs. 12-13 La palabra de Dios permanece para siempre ***
12 Otros intentos de cambiar las Escrituras supusieron más que modificar la redacción de
algunos versículos. Constituyeron un ataque a la identidad del Dios verdadero. La misma
naturaleza y extensión de estos cambios puso de manifiesto con claridad la influencia de una
fuente más poderosa que cualquier hombre individual u organización humana, sí, la del
archienemigo de Jehová, Satanás el Diablo. Cediendo a tal influencia, los traductores y copistas
—algunos con entusiasmo, otros a su pesar— empezaron a suprimir el propio nombre personal
de Dios, Jehová, de su Palabra inspirada en los miles de lugares donde aparecía. Desde fechas
tempranas, algunas traducciones del hebreo al griego, latín, alemán, inglés, italiano y holandés,
entre otros, omitieron el nombre divino completamente o lo conservaron solo en algunos lugares.
También se eliminó de las copias de las Escrituras Griegas Cristianas.
13 No obstante, ese glorioso nombre no se borró de la memoria humana. Algunas
traducciones de las Escrituras Hebreas al español, portugués, alemán, inglés, francés y muchos
otros idiomas incluyeron con honradez el nombre personal de Dios. Para el siglo XVI, el nombre
personal de Dios también empezó a aparecer de nuevo en varias traducciones hebreas de las
Escrituras Griegas Cristianas; para el siglo XVIII, en alemán; para el siglo XIX, en croata e inglés.
Aunque la gente intente arrinconar el nombre de Dios, cuando llegue el “día de Jehová”, según él
mismo dice, ‘las naciones tendrán que saber que yo soy Jehová’. Este propósito declarado de
Dios no fallará. (2 Pedro 3:10; Ezequiel 38:23; Isaías 11:9; 55:11.)
*** w98 1/4 págs. 11-12 párr. 7 Un libro para todo el mundo ***
7 Según parece, los escritores bíblicos escribieron sus palabras con tinta en papiros (que se
elaboraban con la planta egipcia del mismo nombre) y en pergaminos (que se preparaban con la
piel de animales) (Job 8:11). Tales materiales de escritura, sin embargo, tenían enemigos
naturales. El docto Oscar Paret explica: “Estos dos materiales de escritura están igualmente
amenazados por la humedad, el moho y varios tipos de gusanos. Conocemos por la experiencia
cotidiana la facilidad con que se deteriora el papel, e incluso el cuero resistente, cuando se coloca
a la intemperie o en una habitación húmeda”. Así que poco sorprende que no se conozca la
existencia de ninguno de los escritos originales; probablemente se desintegraron hace mucho
tiempo. Pero si los escritos originales sucumbieron a sus enemigos naturales, ¿cómo ha
sobrevivido la Biblia?
*** w90 15/7 pág. 29 ¿Necesitamos realmente los originales? ***
Con el tiempo el copiar las Escrituras se convirtió en una profesión en Israel. De hecho, Salmo
45:1 dice: “Sea mi lengua el estilo de copista hábil”. A copistas como Safán y Sadoc se les
menciona por nombre. Pero el copista mejor conocido de los tiempos antiguos fue Esdras, quien
también contribuyó a los escritos originales de la Biblia. (Esdras 7:6; Nehemías 13:13; Jeremías
36:10.) Aun mientras se escribían porciones posteriores de la Biblia, los libros que ya se habían
completado se copiaban y distribuían.
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra había copias de las Escrituras Hebreas (Génesis hasta
Malaquías) disponibles no solo en Jerusalén, sino también aparentemente en sinagogas de
Galilea. (Lucas 4:16, 17.) Pues, ¡hasta en la distante Berea de Macedonia judíos de disposición
noble podían ‘examinar las Escrituras diariamente’! (Hechos 17:11.) Hoy existen unas
1.700 copias manuscritas de libros bíblicos que se escribieron antes del nacimiento de Jesús, así
como unas 4.600 de los que compilaron sus discípulos (Mateo hasta Revelación).
¿Eran exactas aquellas copias? Sí; sumamente exactas. Los copistas profesionales de las
Escrituras Hebreas (llamados soferim) se preocupaban mucho por evitar equivocaciones. Para
revisar su trabajo contaban las palabras y hasta las letras de cada manuscrito que copiaban. Por
eso Jesús, el apóstol Pablo y otros que solían citar de los antiguos escritores bíblicos no dudaban
de la exactitud de las copias que utilizaban. (Lucas 4:16-21; Hechos 17:1-3.)
*** w05 15/7 págs. 12-13 “Luz clara” sobre la Biblia procedente de la biblioteca más
antigua de Rusia ***
Tesoros bíblicos de Crimea
En la introducción de este artículo mencionamos a otro erudito que buscaba tesoros bíblicos.
¿Quién era? Unos años antes de que Tischendorf regresara a Rusia, se ofreció a la Biblioteca
Imperial una colección de textos tan increíble que despertó el interés del zar y atrajo a estudiosos
de toda Europa. Era difícil creer lo que tenían ante sus ojos: una enorme colección de
manuscritos y otros materiales. Constaba de 2.412 piezas, incluidos 975 manuscritos y rollos.
Entre estos figuraban 45 manuscritos de Biblias anteriores al siglo X. Por increíble que parezca,
todo lo había recopilado un solo hombre, Abraham Fírkovich, un estudioso caraíta que en aquel
tiempo tenía más de 70 años. Pero ¿quiénes eran los caraítas?
Esta pregunta fue de gran interés para el zar. Rusia había extendido sus fronteras hasta
abarcar territorios anteriormente ocupados por otros países, por lo que el imperio contaba con
nuevos grupos étnicos. La pintoresca región de Crimea, a orillas del mar Negro, estaba habitada
por un pueblo que parecía judío, pero que tenía costumbres turcas y hablaba un idioma
emparentado con el tártaro. Estos caraítas decían ser descendientes de los judíos exiliados a
Babilonia tras la destrucción de Jerusalén en 607 antes de nuestra era. Sin embargo, a diferencia
de los judíos rabínicos, rechazaban el Talmud y recalcaban la lectura de las Escrituras. Los
caraítas de Crimea estaban deseosos de probar ante el zar que eran diferentes de los judíos
rabínicos, lo que les daría un estatus distinto. Con la presentación de manuscritos antiguos que
eran propiedad de los caraítas, esperaban demostrar que descendían de los judíos que habían
emigrado a Crimea tras el destierro en Babilonia.
Cuando Fírkovich emprendió su búsqueda de documentos y manuscritos antiguos, empezó
con las viviendas en los acantilados de Chufut-Kale, en Crimea. Durante generaciones, estas
pequeñas edificaciones construidas con rocas excavadas de los acantilados habían sido la
morada y el lugar de adoración de los caraítas. Este pueblo nunca destruía las copias gastadas
de las Escrituras donde apareciera el nombre divino, Jehová, por considerarlo un sacrilegio. Los
manuscritos se guardaban cuidadosamente en un pequeño almacén llamado guenizá, que en
hebreo significa “escondite”. En vista del profundo respeto que los caraítas le tenían al nombre
divino, tales pergaminos rara vez se tocaban.
Sin desanimarse por el polvo acumulado durante siglos, Fírkovich examinó con cuidado las
guenizás. En una encontró un manuscrito del año 916 de nuestra era. Este famoso manuscrito,
llamado Códice de Petersburgo de los Últimos Profetas, es una de las copias más antiguas que
existen de las Escrituras Hebreas.
Fírkovich acumuló una gran cantidad de manuscritos, y en 1859 decidió ofrecer su inmensa
colección a la Biblioteca Imperial. En 1862, Alejandro II ayudó a comprar la colección para la
biblioteca por la entonces enorme suma de 125.000 rublos. En aquel tiempo, el presupuesto de
toda la biblioteca no ascendía a más de 10.000 rublos al año. La compra incluyó el famoso
Códice de Leningrado (B 19A), que data del año 1008 y es la copia completa más antigua del
mundo de las Escrituras Hebreas. Un estudioso comentó que es “probablemente el manuscrito de
la Biblia más importante, pues estableció el texto de la mayoría de las ediciones críticas
modernas de la Biblia hebrea” (véase el recuadro). Aquel mismo año, 1862, se editó el Códice
Sinaítico de Tischendorf, elogiado mundialmente.
Iluminación espiritual hoy día
La biblioteca, que se conoce hoy como la Biblioteca Nacional de Rusia, alberga una de las
colecciones más grandes de manuscritos antiguos de todo el planeta. Reflejando la historia de
Rusia, el nombre de la biblioteca se ha cambiado siete veces en el transcurso de dos siglos. Un
nombre bien conocido es el de Biblioteca Estatal Pública Saltikov-Shedrin. Aunque la biblioteca
no salió indemne del caos del siglo XX, los manuscritos sobrevivieron a ambas guerras mundiales
y al sitio de Leningrado. ¿Cómo nos benefician dichos manuscritos?
Los manuscritos antiguos han sido la base confiable para muchas traducciones modernas de
la Biblia. Permiten que las personas sinceras que buscan la verdad puedan disponer de una
versión clara de las Santas Escrituras. Los códices Sinaítico y de Leningrado han contribuido
considerablemente a la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, editada por los
testigos de Jehová y presentada al público de forma completa en inglés en 1961. Por ejemplo, la
Biblia Hebraica Stuttgartensia y la Biblia Hebraica de Kittel, utilizadas por el Comité de la
Traducción del Nuevo Mundo, se basan en el Códice de Leningrado y utilizan el Tetragrámaton, o
nombre divino, 6.828 veces en el texto original.
Relativamente pocos lectores de la Biblia son conscientes de la deuda que tienen con la
apacible biblioteca de San Petersburgo y sus manuscritos, algunos de los cuales llevan el anterior
nombre de la ciudad, Leningrado. No obstante, nuestra mayor deuda es con el Autor de la Biblia,
Jehová, la fuente de luz espiritual. Por eso, el salmista le suplicó: “Envía tu luz y tu verdad. Que
estas mismas me guíen” (Salmo 43:3).
*** w01 15/2 págs. 6-7 ¿Por qué deben interesarnos los Rollos del mar Muerto? ***
¿Por qué deben interesarnos los Rollos del mar Muerto?
Antes del descubrimiento de los Rollos del mar Muerto, los manuscritos más antiguos de las
Escrituras Hebreas databan de los siglos IX y X E.C. Dado que el texto de las Escrituras Hebreas
se había terminado más de mil años antes, ¿se podía confiar en que esos manuscritos
transmitieran fielmente la Palabra de Dios? El profesor Julio Trebolle Barrera, del equipo
internacional de editores de los Rollos del mar Muerto, declaró: “El Rollo de Isaías [de Qumrán]
ofrecía la prueba irrefutable de que la transmisión del texto bíblico a lo largo de más de mil años a
manos de los copistas judíos había sido sumamente fiel y cuidada”.
EL ROLLO al que se refiere el profesor Barrera contiene el libro completo de Isaías. Hasta la
fecha, entre los más de doscientos manuscritos bíblicos hallados en Qumrán se han identificado
porciones de todos los libros de las Escrituras Hebreas a excepción de Ester. Pero salvo el rollo
de Isaías, la mayoría son solo fragmentos que contienen menos de una décima parte de cada
libro. Los escritos bíblicos más populares en Qumrán eran los Salmos (36 copias), Deuteronomio
(29 copias) e Isaías (21 copias), que son también los citados con mayor frecuencia en las
Escrituras Griegas Cristianas.
Aunque los rollos demuestran que la Biblia no ha sufrido alteraciones sustanciales, también
revelan que, hasta cierto grado, los judíos de la época del segundo templo empleaban distintas
versiones de los textos hebreos de la Biblia, cada una con sus propias variaciones. No todos los
rollos son idénticos al texto masorético en redacción y ortografía, algunos se aproximan más a la
Septuaginta griega. Anteriormente, los eruditos pensaban que las diferencias de la Septuaginta tal
vez se debían a errores o hasta invenciones deliberadas del traductor. Ahora, los rollos revelan
que muchas de esas discrepancias en realidad fueron provocadas por modificaciones en el texto
hebreo, lo cual quizá explique algunos casos en los que los cristianos primitivos citaron textos de
las Escrituras Hebreas sin usar las mismas palabras del texto masorético (Éxodo 1:5; Hechos
7:14).
Por tanto, este tesoro escondido de rollos y fragmentos bíblicos suministra una excelente base
para estudiar la transmisión del texto hebreo de la Biblia. Los Rollos del mar Muerto han
confirmado el valor para la comparación textual tanto de la Septuaginta como del Pentateuco
samaritano. Proporcionan una fuente adicional para que los traductores de la Biblia estudien
posibles enmiendas del texto masorético. En muchos casos, confirman la decisión adoptada por
el Comité de Traducción del Nuevo Mundo de volver a poner el nombre Jehová en los lugares
donde había sido suprimido del texto masorético.
Los rollos que exponen las reglas y creencias de la secta de Qumrán dejan muy claro que
no había una única forma de judaísmo en el tiempo de Jesús. Dicha secta tenía tradiciones que
diferían de las de los fariseos y saduceos, unas discrepancias que con toda probabilidad
resultaron en que sus miembros se retiraran al desierto. Estos creían erróneamente que en ellos
se cumplía Isaías 40:3, que habla sobre una voz en el desierto que hacía recto el camino de
Jehová. Unos cuantos fragmentos de los rollos se refieren al Mesías, cuya venida los autores
consideraban inminente. Este hecho es de particular interés debido al comentario de Lucas de
que ‘el pueblo estaba en expectación’ de la aparición del Mesías (Lucas 3:15).
Los Rollos del mar Muerto nos ayudan hasta cierto grado a entender el contexto de la vida de
Jesús durante el tiempo en que predicó. Suministran información comparativa para el estudio del
hebreo antiguo y el texto de la Biblia. No obstante, el contenido de muchos de ellos todavía
requiere un análisis más profundo, por lo que tal vez se comprendan aún mucho mejor en el
futuro. En efecto, el mayor hallazgo arqueológico del siglo XX sigue entusiasmando tanto a
eruditos como a estudiantes de la Biblia al adentrarnos en el siglo XXI.
Pág. 20 *** w00 15/3 págs. 10-11 párr. 1 ‘Oh Dios, envía tu luz’ ***
LA FORMA en que Jehová da a conocer sus propósitos a sus siervos demuestra gran
consideración. En vez de revelar toda la verdad de una vez, en un destello de luz cegador, nos
ilumina de manera progresiva. Nuestra andadura por el camino de la vida puede compararse con
la caminata de un excursionista por un largo sendero. Cuando este parte por la mañana
temprano, ve poco. Pero el Sol se eleva lentamente sobre el horizonte y el caminante empieza a
distinguir algunos perfiles. Lo demás son aún contornos nebulosos. Ahora bien, con la ascensión
paulatina del Sol, cada vez ve más lejos en la distancia. Así sucede con la luz espiritual que Dios
provee. Él nos permite entender las ideas una tras otra. El Hijo de Dios, Jesucristo, suministró el
conocimiento espiritual de manera similar. Veamos cómo Jehová iluminó a su pueblo en tiempos
antiguos y cómo lo hace hoy.
*** w10 15/7 pág. 22 “El espíritu escudriña [...] las cosas profundas de Dios” ***
El espíritu revela el significado del templo espiritual
Una de “las cosas profundas de Dios” que se revelaron en el siglo primero fue el hecho de que el
antiguo tabernáculo y los templos que posteriormente hubo en Jerusalén simbolizaron una
realidad espiritual muy superior. A esta realidad, Pablo la llamó “la tienda verdadera, que Jehová
levantó, y no el hombre” (Heb. 8:2). Se trata de un gran templo espiritual, el cual representa el
sistema que Dios ha establecido para que podamos acercarnos a él gracias al sacrificio y el
sacerdocio de Jesucristo.
“La tienda verdadera” surgió en el año 29, cuando Jesús se bautizó y fue reconocido por Jehová
como aquel que llegaría a ser un sacrificio perfecto (Heb. 10:5-10). Una vez que murió y resucitó,
Cristo entró en el Santísimo del templo espiritual y presentó el valor de su sacrificio “delante de la
persona de Dios” (Heb. 9:11, 12, 24).
Pablo ya había dicho en otra de sus cartas que los cristianos ungidos estaban “creciendo para
ser un templo santo para Jehová” (Efe. 2:20-22). ¿Sería este templo lo mismo que “la tienda
verdadera” de la que el apóstol habló después en su carta a los Hebreos? Por décadas, los
siervos de Jehová creyeron que sí. Les parecía que los cristianos ungidos estaban siendo
preparados en la Tierra para llegar a ser “piedras” del templo celestial de Jehová (1 Ped. 2:5).
No obstante, alrededor del año 1971, los representantes de la clase del esclavo comenzaron a
entender que el templo mencionado en Efesios no podía ser el gran templo espiritual de Jehová.
Si “la tienda verdadera” hubiera estado formada por cristianos ungidos resucitados, no habría
podido existir sino hasta “la presencia del Señor”, pues durante ese período empezaron a
resucitar (1 Tes. 4:15-17). Sin embargo, Pablo indicó lo siguiente sobre el tabernáculo: “Esta
misma tienda es una ilustración para el tiempo señalado que está aquí ahora” (Heb. 9:9).
Al comparar detenidamente estos y otros pasajes, se comprendió que el templo espiritual
no está en proceso de construcción y que los cristianos ungidos no son “piedras” que estén
siendo preparadas en la Tierra para formar parte de dicho templo. Más bien, ellos están sirviendo
en el patio y en el Santo del templo espiritual y ofrecen a diario “sacrificio de alabanza” a Dios
(Heb. 13:15).
*** w94 15/2 págs. 19-20 “Dinos: ¿cuándo serán estas cosas?” ***
¿Qué tribulación ocurrirá antes de los fenómenos celestes?
14 El cumplimiento de la profecía de Joel, en armonía con otras profecías que emplean
expresiones semejantes, nos ayuda a comprender el significado de Mateo 24:29. Evidentemente,
lo que Jesús dijo concerniente a ‘la oscuridad del sol y la luna y la caída de las estrellas’ no se
refiere a sucesos que ocurrirían durante las muchas décadas de la conclusión del presente
sistema, tales como lanzamientos espaciales, alunizajes, etc. No; él aludió a sucesos
relacionados con “el día de Jehová, grande e inspirador de temor”, es decir, la destrucción que ha
de venir.
15 Esto nos permite entender mejor cómo es que los fenómenos celestes ocurrirían
“inmediatamente después de la tribulación”. Jesús no se estaba refiriendo a la tribulación que
culminó en 70 E.C. Más bien, aludía al comienzo de la gran tribulación que le sobrevendrá al
sistema mundial en el futuro, con la cual finalizará su prometida “presencia”. (Mateo 24:3.) Dicha
tribulación no ha llegado aún.
16 ¿Qué puede decirse de las palabras de Marcos 13:24: “Pero en aquellos días, después de
aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz”? Las palabras “aquellos” y
“aquella” son formas del pronombre demostrativo griego e·keí·nos, que indica algo distante en el
tiempo. Puede usarse para señalar un suceso que pertenece al pasado distante (o mencionado
anteriormente), o algo que sucederá en el futuro lejano. (Mateo 3:1; 7:22; 10:19; 24:38; Marcos
13:11, 17, 32; 14:25; Lucas 10:12; 2 Tesalonicenses 1:10.) Así, cuando Marcos 13:24 habla de
“aquella tribulación”, no se refiere a la que trajeron los romanos, sino a la acción poderosa de
Jehová que marcará el fin del presente sistema.
17 Los capítulos 17 a 19 de Revelación armonizan con Mateo 24:29-31, Marcos 13:24-27 y
Lucas 21:25-28, y confirman la explicación actualizada de estos últimos. ¿De qué manera? Los
Evangelios muestran que esta tribulación no comenzará y terminará de una vez. Después del
inicio de la tribulación, todavía habrá humanos desobedientes vivos que verán “la señal del Hijo
del hombre”, se lamentarán y, como dice Lucas 21:26, ‘desmayarán por el temor y la expectación
de las cosas que vienen sobre la tierra habitada’. Se sobrecogerán de terror al ver “la señal” que
presagia su inminente destrucción.
18 Según la Revelación, el ataque de los “cuernos” militarizados de la “bestia salvaje”
internacional contra “la gran ramera”, Babilonia la Grande, marcará el comienzo de la venidera
gran tribulación. (Revelación 17:1, 10-16.) No obstante, quedarán con vida muchas personas,
pues los reyes, los comerciantes y los capitanes de barco, entre otros, lamentarán el fin de la
religión falsa. Sin duda, muchos se percatarán de que su juicio se ha acercado. (Revelación 18:9-
19.)
Pág. 22 *** w95 15/5 págs. 21-22 Destellos de luz: grandes y pequeños (parte 2) ***
Aclaración sobre “las potestades superiores”
4 Se recibió un brillante destello de luz en 1962 con respecto a Romanos 13:1, que dice:
“Sométase toda persona a las potestades superiores [“autoridades superiores”, Traducción del
Nuevo Mundo]”. (Versión Moderna.) Los primeros Estudiantes de la Biblia entendían que “las
potestades superiores” mencionadas aquí eran las autoridades mundanas. Pensaban que, en
conformidad con este versículo, si el cristiano era reclutado en tiempo de guerra, estaba obligado
a ponerse el uniforme, llevar un arma e ir al frente, a las trincheras. Se pensaba que, como el
cristiano no puede matar a su prójimo, en el peor de los casos tendría que disparar al aire.
5 Los números de La Atalaya del 15 de mayo y del 1 de junio de 1963 (en inglés, 15 de
noviembre y 1 de diciembre de 1962) arrojaron luz clara sobre este asunto al analizar las palabras
de Jesús recogidas en Mateo 22:21: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas
de Dios”. Relacionado con esa postura está lo que los apóstoles dijeron en Hechos 5:29:
“Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. Los cristianos
estamos en sujeción a César —“las potestades superiores”— siempre que no nos exija
desobedecer la ley de Dios. Se entendió que la sujeción a Cesar era relativa, no absoluta. Los
cristianos pagamos a César únicamente lo que no está en conflicto con los requisitos de Dios.
Fue una gran satisfacción entender con claridad ese asunto.
*** w95 15/5 pág. 25 párr. 17 Destellos de luz: grandes y pequeños (parte 2) ***
17 Durante mucho tiempo los Testigos hablaron de la vindicación del nombre de Jehová.
Ahora bien, ¿había puesto Satanás en tela de juicio el nombre de Jehová? ¿Lo había hecho
alguno de sus agentes, como si a Jehová no le correspondiera ese nombre? De ninguna manera.
No fue el nombre de Jehová lo que se desafió y lo que necesitaba ser vindicado. Por eso, las
publicaciones actuales de la Sociedad Watch Tower no mencionan la vindicación del nombre de
Jehová, sino la vindicación de la soberanía de Jehová y la santificación de su nombre. Tal
proceder está en conformidad con lo que Jesús nos dijo que pidiéramos en oración: “Santificado
sea tu nombre”. (Mateo 6:9.) Jehová dijo en muchas ocasiones que santificaría su nombre, el cual
los israelitas habían profanado, no desafiado. (Ezequiel 20:9, 14, 22; 36:23.)
*** w13 15/7 págs. 20-25 ¿Quién es “el esclavo fiel y discreto”? ***
“¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre
sus domésticos [...]?” (MAT. 24:45)
NOTAS FINALES: (Deben leerse como notas a pie de página en los párrafos
correspondientes.)
[Notas]
Párrafo 2: En una ocasión anterior, Jesús relató una parábola similar en la que se refirió al
“esclavo” como un “mayordomo” y a los “domésticos” como “su servidumbre” (Luc. 12:42-44).
Párrafo 6: La “venida” (del verbo griego érkjomai) de Cristo es distinta de su “presencia”
(parousía). Su presencia invisible comienza antes de que venga a ejecutar su sentencia.
Párrafo 12: Vea el artículo “Estoy con ustedes todos los días” en esta misma revista, páginas 10
a 12, párrafos 5 a 8.
Párrafo 16: Vea el artículo “¿Cuándo serán estas cosas?” en esta misma revista, páginas 7 y 8,
párrafos 14 a 18.
[Recuadro de la página 22]
¿LO HA CAPTADO?
“El esclavo fiel y discreto”: Un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan
directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante la presencia de Cristo. Hoy, esos
hermanos ungidos componen el Cuerpo Gobernante
“Sus domésticos”: Todos los que son alimentados, tanto ungidos como otras ovejas
“Su amo [lo] nombró sobre sus domésticos”: En 1919, Jesús seleccionó hermanos ungidos
capacitados para componer su esclavo fiel y discreto
“Lo nombrará sobre todos sus bienes”: Quienes componen el esclavo serán nombrados sobre
todos los bienes del amo al recibir su recompensa en los cielos. Junto con los demás de los
144.000 compartirán la inmensa autoridad celestial de Cristo
[Recuadro de la página 24]
SI ALGUNA VEZ AQUEL ESCLAVO MALO...
Jesús ha colocado sobre los hombros del esclavo fiel y discreto la más pesada de las
responsabilidades: cuidar de los domésticos y proporcionarles alimento espiritual al tiempo
apropiado. Jesús sabía que a quienes más responsabilidades tienen, más se les exige (Luc.
12:48). Por consiguiente, concluyó su parábola sobre el esclavo fiel y discreto con una seria
advertencia.
Jesús habló de un esclavo malo que, creyendo que su amo tarda en volver, se pone a golpear a
sus coesclavos. Cuando el amo llega —dijo Jesús—, lo castiga “con la mayor severidad” (lea
Mateo 24:48-51).
¿Estaba prediciendo Jesús que habría un simbólico esclavo malo en los últimos días? No.
Es verdad que algunos han manifestado un espíritu similar al descrito por Jesús. A estos se les
podría llamar apóstatas, sean ungidos o de la “gran muchedumbre” (Rev. 7:9). Pero esas
personas no componen un “esclavo malo”. Jesús no dijo que nombraría a un esclavo malo; más
bien, sus palabras constituyen una advertencia dirigida al esclavo fiel y discreto.
Observemos que Jesús comienza su advertencia con las palabras “si alguna vez”. Cierto
especialista señala que en el texto griego esta expresión denota una “idea de condición o
hipótesis”. En otras palabras, Jesús dijo: “En el supuesto caso de que el esclavo fiel y discreto
maltratara así a sus compañeros, esto es lo que el amo haría al llegar” (vea también Lucas
12:45). Sin embargo, el esclavo fiel y discreto en conjunto se ha mantenido alerta proporcionando
alimento espiritual nutritivo.
Los hermanos ungidos que componen el esclavo fiel reconocen que rendirán cuentas al Amo por
el modo como cuiden de sus domésticos. Desean de corazón cumplir lealmente su
responsabilidad para que, cuando por fin llegue el Amo, puedan escuchar que les dice “bien
hecho”.
Todos los ungidos, los 144.000 sin excepción, compartirán la inmensa autoridad celestial
de Jesús (Vea el párrafo 19)
*** jv cap. 13 págs. 172-175 Se nos conoce por nuestra conducta ***
VIVIMOS en una era en la que grandes sectores de la humanidad han descartado las normas
morales que habían sido respetadas por mucho tiempo. La mayoría de las religiones de la
cristiandad han hecho lo mismo, ya sea en nombre de la tolerancia o arguyendo que los tiempos
han cambiado y que ya no tienen vigencia los tabúes de generaciones pasadas. En cuanto al
resultado de esto, Samuel Miller, un deán del Colegio Teológico de la Universidad de Harvard,
dijo: ‘Lo que pasa es que la Iglesia ya no lleva la delantera. Ha aceptado y absorbido la cultura de
nuestro tiempo’. El efecto de esto en la vida de los que buscaban guía en esas iglesias ha sido
devastador.
En cambio, con referencia a los testigos de Jehová L’Eglise de Montréal (La Iglesia de
Montreal), boletín semanal de la archidiócesis de Montreal (Canadá), dijo: “Tienen extraordinarios
valores morales”. Muchos maestros, patronos y funcionarios gubernamentales concuerdan en
esto. ¿Qué da cuenta de esta reputación?
Ser testigo de Jehová implica mucho más que sencillamente adoptar cierto conjunto de
creencias doctrinales y testificar a otros acerca de ellas. El cristianismo primitivo era conocido
como el “Camino”, y los testigos de Jehová reconocen que hoy la religión verdadera debe ser un
modo de vivir. (Hech. 9:2.) Sin embargo, como sucedió con respecto a otras cuestiones, a los
Testigos modernos les tomó algún tiempo llegar a tener una comprensión equilibrada de lo que
esto implica.
“Carácter o pacto, ¿cuál?”
Aunque comenzaron con consejo bíblico bien fundado sobre la necesidad de imitar a Cristo, el
énfasis que pusieron algunos de los primeros Estudiantes de la Biblia en lo que llamaban
“desarrollo del carácter” tendió a minimizar ciertos aspectos del cristianismo verdadero. Parece
que algunos opinaban que el ser de disposición gentil —presentar siempre la apariencia de ser
amables y buenos, hablar con dulzura, evitar todo despliegue de ira, leer las Escrituras
diariamente— les garantizaría la entrada al cielo. Pero perdían de vista el hecho de que Cristo
había comisionado a sus discípulos para efectuar una obra.
Este problema se trató con seriedad en el artículo “Carácter o pacto, ¿cuál?” de la revista The
Watch Tower del 1 de mayo de 1926. El artículo mostraba que el intento de los Estudiantes de la
Biblia por alcanzar un “carácter perfecto” mientras estaban en la carne hacía que algunos se
desanimaran y se dieran por vencidos, pero a la misma vez llevaba a otros a una actitud
santurrona que resultaba en que perdieran de vista el mérito del sacrificio de Cristo. Después de
recalcar la importancia de tener fe en la sangre derramada de Cristo, el artículo destacó que era
fundamental ‘hacer cosas’ en el servicio divino como prueba de que se seguía un camino que
agradaba a Dios. (2 Ped. 1:5-10.) En aquel tiempo, cuando gran parte de la cristiandad aún
pretendía apegarse a las normas morales de la Biblia, lo que intensificó el contraste entre los
testigos de Jehová y la cristiandad fue el énfasis que estos dieron a la importancia de actuar. El
contraste se notó aún más a medida que todo el que decía ser cristiano tuvo que enfrentarse con
cuestiones de moralidad que iban haciéndose comunes.
‘Absténganse de la fornicación’
La norma cristiana relacionada con la moralidad sexual se expuso con claridad hace mucho
tiempo en la Biblia. “Esto es la voluntad de Dios: la santificación de ustedes, que se abstengan de
la fornicación [...]. Porque Dios nos llamó, no con permiso para inmundicia, sino con relación a
santificación. Así, pues, el hombre que muestra desatención, no está desatendiendo a hombre,
sino a Dios.” (1 Tes. 4:3-8.) “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal
sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.” (Heb. 13:4.)
“¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, [...]
ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se
acuestan con hombres, [...] heredarán el reino de Dios.” (1 Cor. 6:9, 10.)
Ya para noviembre de 1879 la Watch Tower había señalado esta norma a los cristianos
verdaderos. Sin embargo, no se trató con frecuencia ni extensamente como si fuera un problema
grave entre los primeros Estudiantes de la Biblia. No obstante, a medida que la actitud del mundo
se hacía más permisiva, hubo que dar más atención a este requisito, especialmente para el
tiempo de la II Guerra Mundial. Esto se hizo necesario debido a que algunos testigos de Jehová
estaban empezando a creer que, con tal de ocuparse en dar testimonio, cualquier tipo de laxitud
en cuestiones relacionadas con la moralidad sexual era solo asunto personal. Es cierto que en
agosto de 1935 La Torre del Vigía había dicho con claridad que el participar en el ministerio del
campo no autorizaba la conducta inmoral. Pero no todos tomaron a pecho lo que se dijo. De
modo que en el número de septiembre de 1941 La Atalaya analizó de nuevo el asunto con
bastante detenimiento en el artículo “El día de Noé”. Este señaló que el libertinaje sexual de los
días de Noé fue una de las razones que llevaron a Dios a destruir al mundo de entonces, y mostró
que lo que Dios hizo en aquella ocasión fijó un patrón para lo que haría en nuestro tiempo. Con
franqueza advirtió que un siervo íntegro de Dios no podía dedicar parte de su día a hacer la
voluntad del Señor y luego, el resto del tiempo, entregarse a “las obras de la carne”. (Gál. 5:17-
21.) A este siguió, en La Atalaya de octubre de 1942, otro artículo que condenaba la conducta
que no armonizara con las normas morales que la Biblia da a personas solteras y casadas. Nadie
debería pensar que su participación en la predicación pública del mensaje del Reino como testigo
de Jehová le daba permiso para llevar un estilo de vida relajado. (1 Cor. 9:27.) Con el tiempo se
tomarían medidas aún más estrictas para proteger la limpieza moral de la organización.
Algunos de los que entonces expresaban el deseo de ser testigos de Jehová se habían criado
en lugares donde se permitía el matrimonio de prueba, se toleraban las relaciones sexuales entre
personas comprometidas, o se veía como algo normal una relación consensual entre gente que
no estaba casada legalmente. Algunos matrimonios procuraban abstenerse de las relaciones
íntimas. Otras personas, aunque no se habían divorciado, habían dado un paso imprudente al
separarse de sus cónyuges. Con el fin de proveer la dirección necesaria, durante los años
cincuenta La Atalaya trató todas estas situaciones, analizó las responsabilidades maritales,
enfatizó la prohibición bíblica de la fornicación y, para evitar malentendidos, explicó en qué
consistía. (Hech. 15:19, 20; 1 Cor. 6:18.)
Este asunto recibió atención especial en lugares donde los que empezaban a asociarse con la
organización de Jehová no tomaban en serio las normas morales de la Biblia. Así, cuando
N. H. Knorr, tercer presidente de la Sociedad Watch Tower, visitó Costa Rica en 1945, dijo en un
discurso sobre la moralidad cristiana: “Voy a darles un consejo a todos los que están aquí esta
noche y viven con una mujer sin haber legalizado su matrimonio. Vayan a la Iglesia Católica e
inscríbanse en ella, porque allí pueden seguir con esa práctica. Pero esta es la organización de
Dios, y aquí eso no se permite”.
A partir de los años sesenta, cuando los homosexuales comenzaron a manifestar
abiertamente sus prácticas, muchas iglesias decidieron aceptarlos en su seno después de debatir
el asunto. En la actualidad, ciertas iglesias ordenan incluso clérigos que son homosexuales. Las
publicaciones de los testigos de Jehová también trataron estas cuestiones con el fin de ayudar a
la gente sincera que tenía preguntas al respecto. Pero los Testigos nunca tuvieron dudas en
cuanto a cómo ver la homosexualidad. ¿Por qué no? Porque para ellos los requisitos bíblicos
no son simples opiniones de hombres de otra época. (1 Tes. 2:13.) Con gusto dan lecciones
bíblicas a homosexuales para que aprendan los requisitos de Jehová; y esas personas pueden
asistir a las reuniones de los Testigos para escuchar; sin embargo, nadie que siga practicando la
homosexualidad puede ser testigo de Jehová. (1 Cor. 6:9-11; Judas 7.)
En los últimos años se ha hecho común en el mundo el que jóvenes no casados se entreguen
a la satisfacción de sus deseos sexuales. El mundo ejerció presión sobre los jóvenes de familias
de los testigos de Jehová para inducirles a seguir ese proceder, y algunos de ellos comenzaron a
adoptarlo. ¿Qué hizo la organización al respecto? En La Atalaya y ¡Despertad! se publicaron
artículos para ayudar a los padres y a sus hijos a tener el punto de vista bíblico. En las asambleas
se presentaron dramas de la vida real con el fin de ayudar a todos a darse cuenta de lo que
sucede cuando se rechazan las normas morales de la Biblia y de los beneficios que resultan al
obedecer los mandamientos de Dios. Uno de los primeros dramas, presentado en 1969, fue
“Espinas y trampas hay en el camino del independiente”. Se prepararon libros especiales que
ayudaban a la juventud a apreciar la sabiduría del consejo bíblico. Entre estos estuvieron Tu
juventud... aprovechándola de la mejor manera (publicado en 1976) y Lo que los jóvenes
preguntan.—Respuestas prácticas (publicado en 1989). Los ancianos locales dieron consejo
espiritual a individuos y familias. También se protegió a las congregaciones de los testigos de
Jehová expulsando de ellas a los pecadores que no se arrepentían.
El derrumbe moral del mundo no ha hecho que los testigos de Jehová adopten una actitud
permisiva. Antes bien, el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová ha recalcado aún más lo
imprescindible de evitar no solo los actos sexuales ilícitos, sino también las influencias y
situaciones que socavan los valores morales. Durante las tres últimas décadas ha provisto
instrucción para fortalecer contra “faltas secretas” como la masturbación, y ha advertido del
peligro de la pornografía, las telenovelas y la música que degrada. Así, aunque en el mundo la
moralidad ha ido en decadencia, entre los testigos de Jehová ha subido.
*** w95 15/5 pág. 13 párr. 15 Destellos de luz en tiempos apostólicos ***
15 Se toleraban casos flagrantes de inmoralidad sexual en la congregación cristiana de
Corinto. Un hombre había tomado a la esposa de su padre, practicando así ‘fornicación como ni
siquiera la había entre las naciones’. Pablo escribió claramente: “Remuevan al hombre inicuo de
entre ustedes”. (1 Corintios 5:1, 11-13.) La acción de expulsar era nueva para la congregación
cristiana. Otro proceder inapropiado sobre el que la congregación de Corinto también necesitaba
esclarecimiento era que algunos de sus miembros llevaban a sus hermanos espirituales ante los
tribunales mundanos para resolver sus diferencias. Pablo los reprendió enérgicamente por hacer
esto. (1 Corintios 6:5-8.)
JEHOVÁ es un Dios santo. En tiempos antiguos él era el “Santo de Israel”, y como tal, exigía
que Israel fuera limpio, inmaculado. (Salmo 89:18.) Dijo a su pueblo escogido: “Tienen que
resultar santos, porque yo soy santo”. (Levítico 11:45.) Cualquiera que deseara “ascender a la
montaña de Jehová” debía ser “inocente de manos y limpio de corazón”. (Salmo 24:3, 4.) Estas
palabras implicaban más que evitar los pecados. Querían decir “odiar lo malo”. (Proverbios 8:13.)
En muestra de su amor, Jehová promulgó leyes detalladas para que la nación de Israel
pudiera reconocer y evitar la maldad. (Romanos 7:7, 12.) Estas leyes incluían directrices estrictas
sobre moralidad. El adulterio, las prácticas homosexuales, las relaciones incestuosas y la
bestialidad se señalaron como contaminantes inmundos de la espiritualidad. (Levítico 18:23;
20:10-17.) A las personas culpables de esos actos degradados se las cortaba de la nación de
Israel.
Cuando la congregación de cristianos ungidos llegó a ser “el Israel de Dios”, se promulgaron
para ellos estas mismas normas morales. (Gálatas 6:16.) Los cristianos también tenían que
‘aborrecer lo que es inicuo’. (Romanos 12:9.) Lo que Jehová le dijo a Israel les aplicaba asimismo
a ellos: “Tienen que ser santos, porque yo soy santo”. (1 Pedro 1:15, 16.) Las prácticas inmundas,
como la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, la bestialidad y el incesto, no debían
corromper la congregación cristiana. Los que no quisieran abandonarlas serían excluidos del
Reino de Dios. (Romanos 1:26, 27; 2:22; 1 Corintios 6:9, 10; Hebreos 13:4.) Las “otras ovejas”
deben cumplir las mismas normas en estos “últimos días”. (2 Timoteo 3:1; Juan 10:16.) Por
consiguiente, los cristianos ungidos y las otras ovejas componen un pueblo limpio y sano, en
condición de llevar el nombre de su Dios como testigos de Jehová. (Isaías 43:10.)
Se mantiene limpia la congregación
En cambio, el mundo aprueba todo tipo de inmoralidad. Aunque los cristianos verdaderos son
distintos, no deben olvidar que muchos de los que ahora sirven a Jehová estuvieron alguna vez
en el mundo. Hay gran cantidad de personas que antes de conocer a nuestro santo Dios,
no veían ninguna razón para no satisfacer los deseos y las fantasías de su carne caída, y se
revolcaban en un “bajo sumidero de disolución”. (1 Pedro 4:4.) Después de hablar de las prácticas
repugnantes de la gente degradada de las naciones, el apóstol Pablo dijo: “Eso era lo que
algunos de ustedes eran”. No obstante, siguió diciendo: “Pero ustedes han sido lavados, pero
ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios”. (1 Corintios 6:11.)
Palabras reconfortantes, sin duda. No importa lo que alguien haya hecho en el pasado, esa
persona cambia cuando las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo tocan su corazón.
Entonces ejerce fe y se dedica a Jehová Dios. De ese momento en adelante vive una vida pura
moralmente, limpia a los ojos de Dios. (Hebreos 9:14.) Los pecados que cometió anteriormente le
son perdonados, y puede ‘extenderse hacia adelante a las cosas más allá’. (Filipenses 3:13, 14;
Romanos 4:7, 8.)
Jehová perdonó a David, arrepentido, su asesinato y adulterio, y perdonó a Manasés, también
arrepentido, su idolatría inmoral y su mucho derramamiento de sangre. (2 Samuel 12:9, 13;
2 Crónicas 33:2-6, 10-13.) Podemos estar verdaderamente agradecidos de que él esté dispuesto
a perdonarnos a nosotros también si nos arrepentimos y nos acercamos a él con sinceridad y
humildad. Ahora bien, aunque Jehová perdonó a David y Manasés, estos dos hombres, y todo
Israel, tuvieron que sufrir las consecuencias de sus pecados. (2 Samuel 12:11, 12; Jeremías 15:3-
5.) Del mismo modo, aun cuando Jehová perdona a los pecadores que se arrepienten, tal vez
haya consecuencias de sus acciones que estos no puedan eludir.
Consecuencias inevitables
Por ejemplo, puede ocurrir que un hombre que lleva una vida desenfrenada moralmente y
contrae el sida, acepte la verdad y cambie hasta el punto de dedicarse y bautizarse. A partir de
entonces es un cristiano limpio espiritualmente que tiene una relación con Dios y una maravillosa
esperanza para el futuro; pero sigue estando enfermo de sida. Puede que con el tiempo muera de
esa enfermedad, una consecuencia triste, aunque ineludible, de su conducta pasada. En el caso
de algunos cristianos, los efectos de la grave inmoralidad de su vida pasada tal vez persistan de
otras maneras. Puede que años después de su bautismo, quizá durante el resto de su vida en
este sistema de cosas, tengan que seguir luchando contra los impulsos carnales por volver a su
anterior modo de vida inmoral. Muchos han logrado resistir gracias a la ayuda del espíritu de
Jehová. Pero tienen que pelear una batalla constante. (Gálatas 5:16, 17.)
Tales personas no pecan siempre y cuando controlen sus impulsos. Pero, si se trata de
varones, tal vez decidan sabiamente no ‘procurar’ una responsabilidad en la congregación
mientras tengan que luchar contra los fuertes impulsos carnales. (1 Timoteo 3:1.) ¿Por qué?
Porque son conscientes de la confianza que la congregación deposita en los ancianos. (Isaías
32:1, 2; Hebreos 13:17.) Se dan cuenta de que a estos se les consultan muchos asuntos íntimos
y de que tienen que tratar casos delicados. No sería ni amoroso ni sabio ni razonable que la
persona que tiene una lucha constante contra los deseos carnales inmundos, procure alcanzar tal
posición de responsabilidad. (Proverbios 14:16; Juan 15:12, 13; Romanos 12:1.)
En el caso de un hombre que haya sido corruptor de menores antes de bautizarse, tal vez
haya otra consecuencia. Cuando aprende la verdad, se arrepiente y se vuelve, de modo que
no introduce ese horrible pecado en la congregación. Quizá después progrese bien, venza
completamente sus malos impulsos y quiera ‘alcanzar’ un puesto de responsabilidad en la
congregación. ¿Qué ocurre, sin embargo, si la comunidad todavía no ha olvidado la mala
reputación que se ganó cuando abusó sexualmente de menores? ¿Sería “irreprensible”?
¿Tendría un ‘excelente testimonio de los de afuera y estaría libre de acusación’? (1 Timoteo 3:1-
7, 10; Tito 1:7.) No, en absoluto. Por lo tanto, no llenaría los requisitos para tener privilegios en la
congregación.
Cuando peca un cristiano dedicado
Jehová comprende que somos débiles y que podemos caer en el pecado incluso después del
bautismo. El apóstol Juan escribió a los cristianos de su día: “Les escribo estas cosas para que
no cometan un pecado. Y no obstante, si alguno comete un pecado, tenemos un ayudante para
con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo. Y él es un sacrificio propiciatorio por nuestros
pecados, pero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”. (1 Juan 2:1, 2.)
En efecto, sobre la base del sacrificio de Jesús, Jehová perdonará a los cristianos bautizados que
caigan en el pecado, siempre y cuando se arrepientan de verdad y abandonen su mal proceder.
Vemos un ejemplo de lo susodicho en lo ocurrido en la congregación de Corinto del siglo
primero. Cuando llegó a oídos del apóstol Pablo que había en la joven congregación un caso de
fornicación, dio instrucciones de que se expulsara al culpable. Tiempo después, el pecador se
arrepintió, y Pablo exhortó a la congregación a que lo restableciera. (1 Corintios 5:1, 13;
2 Corintios 2:5-9.) Así, gracias al poder sanador de la bondad amorosa de Jehová y al gran valor
del sacrificio de rescate de Jesús, se limpió a ese hombre de su pecado. Hoy pudiera ocurrir lo
mismo. Por otra parte, sin embargo, aunque la persona bautizada que ha cometido un pecado
serio se haya arrepentido y Jehová la haya perdonado, tal vez aún tenga que afrontar las
consecuencias de su pecado. (Proverbios 10:16, 17; Gálatas 6:7.)
Pongamos por caso el de una joven dedicada que ha cometido fornicación; quizá sienta
profundamente haberlo hecho y con el tiempo recobre la salud espiritual con la ayuda de la
congregación. Ahora bien, ¿qué pasa si está embarazada como consecuencia de su acto
inmoral? En ese caso, lo que hizo cambia inevitablemente toda su vida. Un hombre que haya
cometido adulterio pudiera arrepentirse y no ser expulsado, pero el cónyuge inocente tendría
fundamento para divorciarse de él, y tal vez decidiera hacerlo. (Mateo 19:9.) Si este fuera el caso,
ese hombre, aunque Jehová lo hubiera perdonado, viviría el resto de su vida con esta grave
consecuencia de su pecado. (1 Juan 1:9.)
¿Qué ocurre en el caso del hombre cuya falta de amor lo lleva a divorciarse de su esposa para
casarse con otra mujer? Quizá con el tiempo se arrepienta y sea restablecido a la congregación.
Puede que con el paso de los años, progrese y ‘pase adelante a la madurez’. (Hebreos 6:1.) Pero
mientras su primera esposa no se case de nuevo, él no llenará los requisitos para servir en una
posición de responsabilidad en la congregación. No es “esposo de una sola mujer” porque se
divorció de la primera sin base bíblica. (1 Timoteo 3:2, 12.)
¿No son estas razones poderosas para que un cristiano aborrezca lo que es inicuo?
¿Qué ocurre con los que abusan de menores?
¿Qué pasa si un cristiano adulto bautizado abusa sexualmente de un niño? ¿Es el pecador tan
malvado que Jehová no lo perdonará nunca? No necesariamente. Jesús dijo que ‘la blasfemia
contra el espíritu santo’ era imperdonable. Y Pablo dijo que no queda sacrificio por los pecados
del que practica voluntariosamente el pecado a pesar de conocer la verdad. (Lucas 12:10;
Hebreos 10:26, 27.) Pero la Biblia no dice en ningún lugar que no pueda perdonarse a un
cristiano adulto que abuse sexualmente de un niño, se trate de incesto o no. En efecto, se pueden
lavar sus pecados si se arrepiente con sinceridad desde el corazón y cambia su conducta, si bien
tal vez tenga que seguir peleando contra los impulsos carnales impropios que fomentó. (Efesios
1:7.) Y quizá haya consecuencias que no pueda evitar.
Dependiendo de la ley del país donde viva, es probable que lo encarcelen o que el Estado le
imponga otras sanciones. La congregación no lo protegerá de estas consecuencias. Además, ese
hombre ha demostrado una seria debilidad que en lo sucesivo tendrá que tomarse en cuenta. Si
parece estar arrepentido, se le animará a progresar espiritualmente, a salir al servicio del campo e
incluso a participar en la Escuela del Ministerio Teocrático y tener asignaciones que no impliquen
enseñanza en la Reunión de Servicio. Eso no quiere decir, sin embargo, que llenará los requisitos
para ocupar una posición de responsabilidad en la congregación. ¿Cuáles son las razones
bíblicas para ello?
Por una parte, los ancianos deben tener “autodominio”. (Tito 1:8.) Es cierto que nadie tiene un
autodominio perfecto. (Romanos 7:21-25.) Pero un cristiano adulto dedicado que cae en el
pecado de abusar sexualmente de un menor demuestra una debilidad carnal anormal. La
experiencia muestra que esos adultos probablemente abusen de otros niños. Es cierto que
no todos los que abusan de un menor vuelven a cometer ese pecado, pero muchos lo hacen. Y la
congregación no puede leer el corazón para decir quién probablemente abusará de un niño de
nuevo y quién no. (Jeremías 17:9.) Por lo tanto, el consejo de Pablo a Timoteo es aplicable con
especial fuerza en el caso de los adultos bautizados que hayan abusado de menores: “Nunca
impongas las manos apresuradamente a ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados
ajenos”. (1 Timoteo 5:22.) Para la protección de nuestros hijos, un hombre que haya abusado de
menores no llena los requisitos para ocupar una posición de responsabilidad en la congregación.
Además, no puede ser precursor ni participar en ningún otro aspecto del servicio especial de
tiempo completo. (Compárese con el principio de Éxodo 21:28, 29.)
Puede que alguien pregunte: ‘¿No ha habido casos en que quienes cometieron otros tipos de
pecado y parecieron arrepentirse, volvieron a cometer el mismo pecado más tarde?’. Sí, eso ha
ocurrido, pero hay otros factores que analizar. Si, por ejemplo, un individuo se acerca a otro
adulto con intenciones inmorales, este puede oponer resistencia. A los niños es más fácil
engañarlos, confundirlos o aterrorizarlos. La Biblia habla de su falta de sabiduría. (Proverbios
22:15; 1 Corintios 13:11.) Jesús utilizó a los niños como un ejemplo de inocencia y humildad.
(Mateo 18:4; Lucas 18:16, 17.) Su inocencia implica una total falta de experiencia. La mayoría de
los niños son abiertos, están deseosos de agradar, y por ello son más vulnerables a que abuse de
ellos un adulto malintencionado a quien conocen y en quien confían. Por lo tanto, la congregación
tiene ante Jehová la responsabilidad de proteger a los niños.
Los niños bien educados aprenden a obedecer y honrar a sus padres, a los ancianos y a otros
adultos. (Efesios 6:1, 2; 1 Timoteo 5:1, 2; Hebreos 13:7.) Sería una horrible perversión que una de
estas personas con autoridad se aprovechara de la confianza inocente de un niño para seducirle
o forzarle a someterse a actos sexuales. Los que han pasado por esta experiencia con frecuencia
luchan durante años para superar el consiguiente trauma emocional. Por tanto, quien abusa de un
niño tiene que afrontar disciplina severa de parte de la congregación y algunas restricciones. Lo
que debe importar no es su posición como persona con autoridad, sino la pureza sin tacha de la
congregación. (1 Corintios 5:6; 2 Pedro 3:14.)
Si una persona que ha abusado de un menor se arrepiente sinceramente, reconocerá la
sabiduría de aplicar los principios bíblicos. Si en verdad aprende a aborrecer lo que es inicuo,
rechazará el pecado cometido y luchará por no repetirlo. (Proverbios 8:13; Romanos 12:9.)
Además, seguramente agradecerá a Jehová la grandeza de Su amor, gracias al cual un pecador
arrepentido, como él, puede seguir adorando a nuestro Dios santo y tener la esperanza de ser
uno de “los rectos” que residirán en la Tierra para siempre. (Proverbios 2:21.)
*** w06 15/2 págs. 26-28 Caminemos en la senda de la iluminación progresiva ***
“La senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara
hasta que el día queda firmemente establecido.” (PROVERBIOS 4:18.)
¿QUIÉN mejor que la propia Fuente de la luz, Jehová Dios, para describir el efecto que la
salida del Sol produce en la oscuridad de la noche? (Salmo 36:9.) Cuando el alba “se [ase] de las
extremidades de la tierra”, dice él, esta “se transforma como barro bajo un sello, y las cosas
toman su puesto como en la ropa” (Job 38:12-14). Según aumenta la luz del día, los objetos
terrestres van adquiriendo forma y se hacen reconocibles, tal como la blanda arcilla se transforma
cuando se estampa en su superficie el emblema de un sello.
2
Jehová es también la Fuente de la iluminación espiritual (Salmo 43:3). Mientras el mundo
permanece sumido en densas tinieblas, el Dios verdadero continúa arrojando luz sobre su pueblo.
¿Con qué resultados? La Biblia responde: “La senda de los justos es como la luz brillante que va
haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido” (Proverbios 4:18).
Mediante su luz cada vez más brillante, Jehová sigue iluminando la senda de su pueblo y
refinándolo en lo relativo a la organización, la doctrina y la moralidad.
Iluminación que lleva al refinamiento de la organización
3
Jehová anunció por medio del profeta Isaías: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro
traeré plata, y en vez de la madera, cobre, y en vez de las piedras, hierro” (Isaías 60:17). Tal
como reemplazar un material de calidad inferior por uno de mayor calidad supone una mejora, así
los testigos de Jehová han experimentado mejoras en su organización durante “la conclusión del
sistema de cosas”, o “los últimos días” (Mateo 24:3; 2 Timoteo 3:1).
4
Al comienzo de los últimos días se elegía democráticamente a los ancianos y los diáconos de
las congregaciones de los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de
Jehová). Sin embargo, había ancianos que carecían del verdadero espíritu evangelizador; otros
no solo eran reacios a predicar, sino que intentaban disuadir a los demás de que lo hicieran. Por
lo tanto, en 1919 se creó una nueva función en las congregaciones: la de director de servicio.
En vez de ser elegido por la congregación, el director de servicio era nombrado de manera
teocrática por la sucursal de los siervos de Dios. Entre sus deberes figuraban organizar la
predicación, asignar territorios y fomentar la participación en el ministerio del campo. Dicho
cambio dio a la obra de evangelizar un extraordinario impulso en los años siguientes.
5
Los miembros de las congregaciones cobraron nuevos bríos en 1922, cuando, en la
asamblea de los Estudiantes de la Biblia celebrada en Cedar Point (Ohio, EE.UU.), se les exhortó:
“Anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”. Para 1927 se había organizado hasta tal punto
el servicio del campo, que se designó el domingo como el día más conveniente para predicar de
casa en casa. ¿Por qué el domingo? Porque para la mayor parte de la gente era su día de
descanso. En la actualidad, los testigos de Jehová demostramos el mismo espíritu al visitar a las
personas en los momentos en que es más probable que estén en casa, como los fines de
semana y al anochecer.
6
La predicación del Reino recibió gran ímpetu la tarde del domingo 26 de julio de 1931 al
adoptarse una resolución, primero en una asamblea realizada en Columbus (Ohio, EE.UU.), y
luego en todo el mundo. La resolución decía en parte: “Somos siervos de Jehová Dios
comisionados a hacer una obra en su nombre, y, en obediencia a su mandamiento, a entregar el
testimonio de Jesucristo, y dar a conocer a la gente que Jehová es el verdadero y Omnipotente
Dios; por lo tanto gozosamente aceptamos el nombre que la boca de Jehová Dios ha
pronunciado, y deseamos ser conocidos como y llamados por el nombre de testigos de Jehová”
(Isaías 43:10). ¡Con cuánta claridad definió el nuevo nombre cuál era la principal actividad de sus
portadores! En efecto, Jehová tenía mucho trabajo para todos sus siervos, y la respuesta general
fue muy entusiasta.
7
Aun cuando muchos ancianos se dedicaron humildemente a predicar, hubo algunos que
opusieron bastante resistencia a la idea de que todos los miembros de la congregación debían
participar en el ministerio público. Pero aún vendrían otras mejoras. Mediante la revista La Torre
del Vigía, las congregaciones recibieron en 1932 la directriz de que cesaran de elegir a los
ancianos y los diáconos, y que, en su lugar, eligieran un comité de servicio formado por hombres
espirituales que predicaran públicamente. De este modo, la superintendencia quedó a cargo de
quienes participaban activamente en el ministerio, y la obra siguió adelantando.
La luz más clara trae nuevas mejoras
8
La luz iba “haciéndose más y más clara”. En 1938 se eliminaron por completo las votaciones.
Todos los siervos de la congregación serían nombrados de manera teocrática bajo la supervisión
del “esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45-47). Prácticamente todas las congregaciones de los
testigos de Jehová aceptaron el cambio de buena gana, y la obra de dar testimonio continuó
produciendo fruto.
9
A partir del 1 de octubre de 1972 rigió un nuevo cambio en la supervisión de las
congregaciones de los testigos de Jehová por todo el mundo: se sustituyó al siervo, o
superintendente, de congregación por un cuerpo de ancianos. Dicho sistema se ha convertido en
un poderoso incentivo para que hermanos maduros reúnan las condiciones necesarias para dirigir
a la congregación (1 Timoteo 3:1-7). En consecuencia, cada vez más hermanos adquieren
experiencia en atender las obligaciones de la congregación. ¡Cuánto valoramos su contribución
en el pastoreo de la multitud de personas nuevas que han aceptado la verdad bíblica!
10
El Cuerpo Gobernante fue organizado en seis comités, los cuales asumieron desde el 1 de
enero de 1976 la supervisión de todas las actividades de la organización y de las congregaciones
del mundo. ¿Acaso no ha sido sumamente beneficioso contar con una “multitud de consejeros”
que dirija todo aspecto de la obra del Reino? (Proverbios 15:22; 24:6.)
11
El año 1992 fue testigo de otro refinamiento, uno comparable a lo que ocurrió después de
que los israelitas y otras personas regresaron del exilio en Babilonia. Como hacían falta levitas
que sirvieran en el templo en ese entonces, se asignaron más tareas a los netineos, que no eran
israelitas. De manera parecida, en 1992 se dieron mayores responsabilidades de servicio a
algunos miembros de las “otras ovejas” para que colaboraran con la clase del esclavo fiel y
discreto en el cuidado de los intereses terrestres, que van en aumento. Se les nombró ayudantes
de los comités del Cuerpo Gobernante (Juan 10:16).
12
¿Qué efecto ha producido todo lo anterior? “Nombraré la paz como tus superintendentes, y
la justicia como los que te asignan tus tareas”, dice Jehová (Isaías 60:17). Hoy día reina “la paz”
entre los siervos de Jehová, y el amor a “la justicia” ha llegado a ser ‘el que les asigna sus tareas’,
es decir, la fuerza que los impulsa a servir a Dios. Están muy bien organizados para realizar la
obra de predicar el Reino y hacer discípulos (Mateo 24:14; 28:19, 20)
*** w95 15/5 págs. 22-23 Destellos de luz: grandes y pequeños (parte 2) ***
Destellos de luz sobre asuntos de organización
6
También surgió la cuestión de quiénes debían ser ancianos y diáconos de la congregación.
Para evitar la estructura jerárquica común en la cristiandad, se llegó a la conclusión de que los
miembros de cada congregación debían elegirlos democráticamente por votación. No obstante, la
nueva luz que apareció en The Watchtower del 1 de septiembre y 15 de octubre de 1932 (en
español se publicó una porción de dicha información en el número de enero de 1933) señaló que
no había base bíblica para elegir a los ancianos por votación. De modo que estos fueron
sustituidos por un comité de servicio, y la Sociedad nombró un director de servicio.
7
Los números de La Torre del Vigía de noviembre y diciembre de 1938 (en inglés, 1 y 15 de
junio) contenían destellos de luz que mostraban que los siervos de congregación no debían ser
elegidos, sino nombrados, es decir, nombrados teocráticamente. En 1971, otro destello de luz
mostró que la congregación no debía ser dirigida únicamente por un siervo de congregación, sino
por un cuerpo de ancianos, o superintendentes, a quienes nombraría el Cuerpo Gobernante de
los Testigos de Jehová. Por tanto, gracias a este aumento de luz producido durante un período de
unos cuarenta años, quedó claro que los ancianos y los diáconos, conocidos hoy como siervos
ministeriales, debían ser nombrados por “el esclavo fiel y discreto” a través de su Cuerpo
Gobernante. (Mateo 24:45-47.) Tal procedimiento estaba en armonía con lo que se hacía en
tiempos apostólicos. El cuerpo gobernante del siglo primero nombró superintendentes a hombres
como Timoteo y Tito. (1 Timoteo 3:1-7; 5:22; Tito 1:5-9.) Todo esto cumplió de manera notable las
palabras de Isaías 60:17: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro traeré plata, y en vez
de la madera, cobre, y en vez de las piedras, hierro; y ciertamente nombraré la paz como tus
superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus tareas”.
8
Otra cuestión era el funcionamiento de la Sociedad Watch Tower. Durante muchos años se
identificaba al Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová con la junta de directores de la
Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, y muchos asuntos se dejaban en manos
del presidente. El Anuario de los testigos de Jehová para 1977 (páginas 258, 259) indica que
en 1976 se formaron seis comités del Cuerpo Gobernante, cada uno de los cuales atiende ciertos
aspectos de la obra mundial. El Comité de Personal se encarga de todo lo relacionado con el
personal, que incluye los intereses de todos los miembros de la familia mundial de Betel. El
Comité de Publicación se ocupa de todos los asuntos seculares y legales, como los relacionados
con propiedades e imprentas. El Comité de Servicio se encarga de la obra de predicar y supervisa
a los superintendentes viajantes, los precursores y la actividad de los publicadores de
congregación. El Comité de Enseñanza es responsable de las reuniones de congregación, los
días especiales de asamblea, las asambleas de circuito, de distrito y las internacionales, así como
de las diversas escuelas para la educación espiritual del pueblo de Dios. El Comité de Redacción
supervisa la preparación y traducción de todas las publicaciones, y se asegura de que toda la
información esté en conformidad con las Escrituras. El Comité del Presidente atiende
emergencias y otros asuntos urgentes. Desde los años setenta, las sucursales de la Sociedad
Watch Tower han estado bajo la dirección de un comité y no de un superintendente.
*** km 10/13 pág. 2 El sitio jw.org: útil para educar a los hijos ***
1
Nuestro sitio de Internet, jw.org, está dirigido a personas de todas las edades. Por ejemplo, la
sección “Niños” (vaya a Enseñanzas bíblicas > Niños) contribuye a que hijos y padres se
mantengan unidos y estrechen su relación con Jehová (Deut. 6:6, 7). ¿Cómo puede usted valerse
de esta sección para educar a sus hijos?
2
Sea flexible. Cada niño es diferente (1 Cor. 13:11). Entonces, ¿cómo se puede determinar lo
que conviene estudiar con cada uno? Pues bien, se deben tener en cuenta su edad y sus gustos.
Además, hay que pensar en lo que es capaz de entender y en el tiempo que puede permanecer
atento. La serie de jw.org “Mis primeras lecciones de la Biblia” es ideal para niños de tres años o
menos. Y las historias bíblicas de la sección “De padres a hijos” son amenas y entretenidas.
Veamos a continuación otros recursos que tiene a su disposición.
3
Ideas para la adoración en familia. Esta sección contiene sugerencias prácticas para los
cabezas de familia. Haga clic en el botón “Descargar” y consulte la “Guía para los padres” a fin de
saber cómo aprovechar mejor las historias y actividades. Con los niños pequeños se recomienda
usar las actividades ilustradas, como las páginas para colorear. Y a los niños más grandes se les
puede ayudar a realizar los proyectos de investigación. Todas las actividades que se hallan en la
hoja “Guía para los padres” están relacionadas con la misma historia o lección bíblica. De este
modo, todos en la familia tienen la oportunidad de participar.
4
Hazte amigo de Jehová. Los videos, canciones y actividades de esta sección de jw.org
ayudan a los padres a inculcar la Palabra de Dios en sus pequeñines (Deut. 31:12). Los videos de
dibujos animados les enseñan a los niños valiosas lecciones, y los juegos de la página de
actividades se las recalcan. Como a la mayoría de ellos les gusta cantar —y las canciones son
herramientas muy útiles para recordar lo aprendido—, cada cierto tiempo se publican en esta
sección cánticos del Reino y canciones infantiles.
5
Padres, Jehová desea que tengan éxito y logren enseñar la verdad a sus hijos. Por eso,
no duden en pedirle su guía y dirección (Juec. 13:8). Así podrán ayudar a sus hijos a hacerse
“sabio[s] para la salvación mediante la fe relacionada con Cristo Jesús” (2 Tim. 3:15; Prov. 4:1-4).
*** km 12/12 pág. 3 Nuestro sitio oficial de Internet: útil para todo el mundo ***
Jesús nos encomendó la tarea de predicar las buenas nuevas del Reino “en toda la tierra
habitada para testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:14). Y a fin de efectuar nuestro ministerio
más plenamente, se ha creado un nuevo sitio jw.org que reúne el contenido de watchtower.org,
jw-media.org y del antiguo jw.org (2 Tim. 4:5).
“Toda la tierra habitada.” Casi una tercera parte de la población mundial utiliza Internet. Para
muchos, sobre todo para los jóvenes, se ha convertido en la principal fuente de información.
Nuestro sitio le ofrece al público en general respuestas confiables a preguntas bíblicas. Mediante
él podrán conocer la organización de Jehová y solicitar fácilmente un curso bíblico gratuito. Esto
contribuirá a que las buenas nuevas lleguen a personas que viven en partes de la Tierra donde es
poco probable que escuchen el mensaje.
“Todas las naciones.” Para poder dar testimonio a gente de “todas las naciones”, los testigos
de Jehová tenemos que presentar la verdad bíblica en muchos idiomas. Por eso, en nuestro sitio
hemos puesto al alcance de todo el mundo información en unos cuatrocientos idiomas, como
ninguna otra página de Internet.
Sáquele provecho. El nuevo sitio jw.org no solo está diseñado para dar testimonio al público
en general. También se ha creado pensando en los testigos de Jehová. Si usted tiene acceso a
Internet, le invitamos a explorar cada rincón del sitio jw.org. A continuación se dan algunas
sugerencias para sacarle provecho a esta útil herramienta.
1 Escriba www.jw.org/es en el campo de dirección del buscador de Internet.
2 Explore la página haciendo clic en las distintas secciones, las opciones de los menús y los
vínculos.
3 Visite el sitio jw.org desde su dispositivo móvil. La configuración de la página cambiará para
ajustarse al tamaño de la pantalla, pero la información será la misma.
*** km 12/12 pág. 4 Nuestro sitio oficial de Internet: útil para el estudio personal y en familia
***
Lea las revistas más recientes en línea. En el sitio encontrará las revistas La Atalaya y
¡Despertad! varias semanas antes de que lleguen a su congregación. También hallará la
grabación en audio. (Vaya a “Publicaciones/Revistas”.)
Vea los artículos que solo están en Internet. Algunos artículos se publicarán únicamente en
nuestro sitio de Internet. Entre estos figuran “El rincón del joven”, “Mis primeras lecciones de la
Biblia”, “Actividades para la familia” y “Los jóvenes preguntan”. Analice algunos de estos artículos
en su estudio personal o en su adoración en familia. (Vaya a “Enseñanzas bíblicas/Niños” o a
“Enseñanzas bíblicas/Jóvenes”.)
Entérese de las últimas noticias. Benefíciese de alentadores informes y experiencias, y
disfrute de videoclips que muestran el progreso de la obra en distintas partes del mundo. Las
noticias sobre desastres naturales o casos de persecución contribuirán a que sus oraciones a
favor de la hermandad sean más específicas (Sant. 5:16). (Vaya a “Noticias”.)
Utilice la herramienta Biblioteca en línea. Si esta herramienta está disponible en su idioma,
utilícela para leer el texto diario o buscar información en publicaciones recientes desde su
computadora o dispositivo móvil. (Vaya a “Publicaciones/Biblioteca en línea” o escriba la dirección
www.wol.jw.org/es en su explorador.)
1 Al hacer clic en la lámina o en el vínculo, aparecerá el artículo en formato PDF. Imprímalo y
haga la actividad con sus hijos.
2 Haga clic en el símbolo de reproducir para ver un videoclip.
Invite a otros a visitar el sitio. Puede que algunas personas no estén muy dispuestas a
conversar con nosotros o a quedarse con una publicación. Pero tal vez quieran buscar
información sobre los Testigos usando jw.org en la privacidad de su hogar. Así pues, siempre que
sea oportuno, invite a sus oyentes a visitar nuestra página.
Utilícelo para dar respuestas. Cuando alguien del territorio, una persona interesada o un
conocido le haga una pregunta acerca de los Testigos, enséñele de una vez la respuesta en su
computadora o dispositivo móvil. Claro, a menudo es mejor leer las referencias bíblicas
directamente de las Escrituras. Si en ese momento no tiene acceso a Internet, explíquele cómo
hallar la respuesta en jw.org. (Vaya a “Enseñanzas bíblicas/Preguntas sobre la Biblia” o a “Sobre
nosotros/Preguntas frecuentes”.)
Envíe un artículo o una publicación a algún conocido. En un correo electrónico, puede
adjuntar archivos PDF o EPUB que haya descargado del sitio. También puede descargar la
versión en audio de una publicación y grabarla en un CD. Las versiones electrónicas de libros,
revistas o folletos que se le hagan llegar a alguien no bautizado pueden contarse en el informe del
servicio del campo siempre y cuando se trate de publicaciones completas. Ahora bien, no debe
hacer envíos masivos ni anónimos de la información ni publicarla en otras páginas de Internet.
(Vaya a “Publicaciones”.)
Muestre las últimas noticias. Esto ayudará a sus estudiantes y revisitas a darse cuenta del
alcance mundial de nuestra obra y a valorar la unidad cristiana (Sal. 133:1). (Vaya a “Noticias”.)
Inténtelo
1 En la sección “Publicaciones”, elija una y haga clic en uno de los botones para descargarla en
el formato de texto o de audio que prefiera.
2 Al hacer clic en el botón para MP3, aparecerá una lista de artículos. Para descargar uno, haga
clic en el título del artículo, o para escucharlo en línea, haga clic en el símbolo ► .
3 Si desea descargar una publicación en otro idioma, búsquelo en esta lista.
*** km 12/12 pág. 6 Nuestro sitio oficial de Internet: útil para ayudar a alguien que habla otra
lengua ***
Muéstrele el sitio. Ayúdelo a elegir su idioma en la lista del campo “Idioma del sitio”. (Hay
idiomas en los que no todas las secciones están disponibles.)
Muéstrele una página del sitio en su idioma. Diversas publicaciones, como el libro Enseña
o el tratado Saber la verdad, pueden leerse en línea. Abra una y elija el idioma de la persona en la
lista “Leer en”.
Permita que escuche un artículo en su idioma. Encuentre una publicación en audio e invite
a la persona a escuchar una porción. Por otra parte, si usted está aprendiendo otro idioma,
escuchar las grabaciones siguiendo la lectura le ayudará a progresar. (Vaya a
“Publicaciones/Libros y folletos” o a “Publicaciones/Revistas”.)
Dé el mensaje a los sordos. Si encuentra a una persona sorda, enséñele el video de un
capítulo de la Biblia, un libro, un folleto o algún tratado en el lenguaje de señas que ella use.
(Vaya a “Publicaciones/Lenguaje de señas”.)
Inténtelo
1 Haga clic en ► para escuchar la grabación en su idioma (si está disponible), o descargue la
publicación pulsando uno de los botones bajo “Opciones de descarga”.
2 Para ver la página en otro idioma, elija uno de la lista “Leer en”.
3 Haga clic en “Siguiente” o en uno de los títulos del “Índice” para leer otro artículo o capítulo.
Pág. 23 *** w11 15/4 págs. 3-5 ¿Reconocemos el medio que Dios usa para guiarnos? ***
NI LOS israelitas ni los egipcios habían visto nunca nada semejante. Cuando el pueblo de
Dios abandonó Egipto, comenzó a acompañarlos una columna de nube que por la noche se
volvía de fuego. ¡Qué impresionante! Pero ¿de dónde salió? ¿Qué finalidad tenía? Y hoy, tres mil
quinientos años más tarde, ¿qué aprendemos de la manera en que Israel veía “la columna de
fuego y nube”? (Éxo. 14:24.)
La Biblia revela el origen y el propósito de este milagro: “Jehová iba delante de ellos durante el
día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y durante la noche en una columna de
fuego para darles luz, para ir de día y de noche” (Éxo. 13:21, 22). Como vemos, desde que los
israelitas salieron de Egipto, la columna fue el medio que Dios usó para guiarlos por el desierto.
Siempre tenían que estar listos para seguirla tan pronto se movía. Jehová también la utilizó para
protegerlos colocándola entre ellos y el ejército del faraón cuando este se preparaba para
atacarlos (Éxo. 14:19, 20). Aunque la columna no les indicó el camino más corto, la única forma
que tenían de llegar a la Tierra Prometida era dejándose dirigir por ella.
La columna era una garantía de que Dios estaba con los israelitas. Representaba a Jehová,
quien a veces les hablaba desde ella (Núm. 14:14; Sal. 99:7). Además, fue el medio que identificó
a Moisés como el caudillo elegido por Jehová (Éxo. 33:9). De igual modo, sirvió para confirmar el
nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, tal como indica el último pasaje donde se la
menciona (Deu. 31:14, 15). Ciertamente, el éxito de los israelitas durante el éxodo dependía de
que reconocieran el medio visible que Dios estaba usando para dirigirlos y siguieran su guía.
Perdieron de vista el propósito de la columna
Cuando los israelitas vieron por primera vez aquella señal milagrosa, debieron de quedar
maravillados. Lamentablemente, su presencia constante no bastó para infundirles confianza plena
en Jehová. De hecho, llegaron a cuestionar la guía divina en varias ocasiones. Por ejemplo,
cuando los egipcios salieron tras ellos, no creyeron que Dios pudiera salvarlos. Más bien,
acusaron a su representante, Moisés, de haberlos metido en una trampa mortal (Éxo. 14:10-12).
Después de atravesar el mar Rojo, lo criticaron a él, a Aarón y al propio Jehová porque pensaron
que no tendrían comida ni agua (Éxo. 15:22-24; 16:1-3; 17:1-3, 7). Y unas semanas más tarde,
presionaron a Aarón para que les fabricara un becerro de oro. Imagínese la situación. En un
sector del campamento se alcanzaba a ver la columna de fuego y nube, la majestuosa prueba de
que estaba con ellos su Libertador, Jehová. Pero al mismo tiempo, no lejos de allí, los israelitas
estaban adorando a un ídolo sin vida mientras decían: “Este es tu Dios, oh Israel, que te hizo
subir de la tierra de Egipto”. ¡Qué “actos de falta de respeto” tan horribles! (Éxo. 32:4; Neh. 9:18.)
Con su rebeldía, los israelitas estaban demostrando desprecio por la guía de Jehová. Tenían
un problema de visión, pero no era físico, sino espiritual. Contemplaban la columna, pero ya
no significaba nada para ellos. Sus acciones le “causaban dolor [...] al Santo de Israel”, pero aun
así, él fue misericordioso y continuó dirigiéndolos mediante la columna hasta que llegaron a la
Tierra Prometida (Sal. 78:40-42, 52-54; Neh. 9:19).
Reconozcamos el medio que Dios usa para guiarnos hoy
En la actualidad, Jehová sigue guiando a su pueblo. Tal como no esperaba que los israelitas
trazaran su propia ruta en el desierto, tampoco nos pide a nosotros que nos las arreglemos solos
para alcanzar el prometido nuevo mundo. Ha nombrado Cabeza de la congregación a Jesucristo
(Mat. 23:10; Efe. 5:23). Este ha delegado parte de su autoridad en el esclavo fiel, el grupo de
cristianos ungidos de nuestros días. Y ellos, a su vez, nombran superintendentes para cuidar de
las congregaciones (Mat. 24:45-47; Tito 1:5-9).
¿Cómo podemos estar seguros de que hemos logrado identificar al esclavo, o mayordomo,
fiel? Jesús mismo dio la clave al decir: “¿Quién es verdaderamente el mayordomo fiel, el discreto,
a quien su amo nombrará sobre su servidumbre para que siga dándoles su medida de víveres a
su debido tiempo? ¡Feliz es aquel esclavo, si al llegar su amo lo halla haciéndolo así!” (Luc.
12:42, 43).
Para empezar, el grupo de cristianos ungidos es fiel. Siempre ha sido leal a Jehová, a Jesús,
al pueblo de Dios y a la Biblia. También es discreto, como lo demuestra la prudencia y buen juicio
con que dirige la importantísima obra de predicar las “buenas nuevas del reino” y hacer
“discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 24:14; 28:19, 20). Además, distribuye
obedientemente alimento espiritual saludable y nutritivo “a su debido tiempo”. Está claro que
cuenta con la bendición divina. ¿Cómo lo sabemos? Para empezar, porque Jehová está haciendo
crecer a la congregación. Además, porque brinda a su pueblo la sabiduría que necesita para
tomar decisiones importantes y una comprensión cada vez más clara de las verdades bíblicas.
Y también porque impide que sus enemigos lo destruyan y lo colma de paz y tranquilidad (Isa.
54:17; Fili. 4:7).
Agradezcamos la guía divina
¿Cómo podemos demostrar gratitud por la guía de Dios? El apóstol Pablo nos da la respuesta:
“Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y sean sumisos” (Heb. 13:17).
Claro, esto no siempre es fácil. Para ilustrarlo, imagínese que usted es un israelita de la época de
Moisés. Lleva días caminando por el desierto detrás de la columna. De repente, esta se detiene.
“¿Por cuánto tiempo se quedará aquí? —piensa—. ¿Un día? ¿Una semana? ¿Varios meses?”
Entonces se pregunta si valdrá la pena deshacer el equipaje. Por si acaso, saca solo lo
imprescindible. Sin embargo, pasan varios días y se harta de estar buscando entre los bultos, de
modo que decide sacar el resto. Pero cuando está acabando, la columna se levanta, ¡y usted
tiene que volver a guardarlo todo! ¡Qué fastidio! Sin embargo, no le queda otra opción que partir
“inmediatamente después”, igual que el resto del pueblo (Núm. 9:17-22).
¿Cómo reaccionamos hoy cuando Dios nos da su guía? ¿La seguimos “inmediatamente
después” de recibirla, o continuamos haciendo las cosas como siempre? ¿Estamos al día con las
últimas instrucciones, como por ejemplo, las relacionadas con los estudios bíblicos, la predicación
a extranjeros, la adoración en familia, la conducta durante las asambleas y la colaboración con los
Comités de Enlace con los Hospitales? Otra manera de agradecer la dirección divina es
aceptando los consejos que se nos den. Por eso, al tomar decisiones importantes, no confiamos
en nuestro propio criterio, sino que acudimos a Jehová y su organización. Y tal como un niño
corre a sus padres cuando azota una tormenta, buscamos la seguridad que ofrece la
congregación cuando azotan los problemas de este mundo.
Por supuesto, ninguno de los cristianos que están al frente de la parte terrestre de la
organización es perfecto. Moisés tampoco lo era, y, sin embargo, la columna de nube y fuego era
una indicación constante de que había sido nombrado por Jehová y contaba con su aprobación.
Además, cabe notar que los israelitas solo levantaban el campamento “por orden de Jehová,
mediante Moisés”; nadie decidía por su cuenta cuándo trasladarse (Núm. 9:23). Por lo visto,
Moisés, el intermediario entre Dios y la nación, era quien daba la voz de partida.
Hoy día, el mayordomo fiel nos da una señal clara cada vez que es necesario emprender la
marcha, por decirlo así. Se vale de La Atalaya y Nuestro Ministerio del Reino, así como de
publicaciones nuevas y discursos en las asambleas. También nos hace llegar instrucciones
mediante los superintendentes viajantes, o mediante cartas y cursos de capacitación para los
siervos nombrados.
¿Reconocemos el medio por el cual nos dirige Dios durante los últimos días? Él usa su
organización para guiarnos a través de este mundo, que es como un peligroso desierto. Gracias a
ello disfrutamos de protección, amor y unidad.
Cuando los israelitas ya estaban asentados en la Tierra Prometida, Josué afirmó: “Ustedes
bien saben con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas
palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes”
(Jos. 23:14). El pueblo de Dios de tiempos modernos también llegará sin falta al prometido nuevo
mundo. Pero la supervivencia de cada uno de nosotros dependerá en buena medida de que
aceptemos humildemente la dirección de Jehová. Esforcémonos, pues, por reconocer el medio
que él usa para guiarnos.
*** w13 15/4 págs. 23-25 Asegurémonos de las cosas más importantes ***
LA PARTE CELESTIAL DE LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ EN ACCIÓN
5
Hay muchas cosas que Jehová decidió no incluir en la Biblia. Por ejemplo, aunque habría
sido fascinante que él explicara cómo funciona el cerebro o el universo, no lo hizo. Más bien, nos
dio la información que necesitamos para entender sus propósitos y vivir en armonía con ellos
(2 Tim. 3:16, 17). ¡Y qué interesantes son los detalles que aporta la Biblia sobre la parte invisible
de la organización de Jehová! Es emocionante leer lo que Isaías, Ezequiel, Daniel y Juan
escribieron sobre la forma en que Dios ha organizado los asuntos en el cielo (Is. 6:1-4; Ezeq. 1:4-
14, 22-24; Dan. 7:9-14; Rev. 4:1-11). Es como si Jehová abriera una cortina y los cielos quedaran
expuestos ante nuestros ojos. ¿Por qué quiso él que esa información estuviera en las Escrituras?
6
Porque él quiere que siempre recordemos que formamos parte de una organización
universal. Para que los propósitos de Jehová se cumplan, están sucediendo muchas más cosas
que las que podemos ver. Por ejemplo, el profeta Ezequiel vio la parte invisible de la organización
de Dios representada por un enorme carruaje celestial. Este podía moverse a gran velocidad y
cambiar de dirección en un instante (Ezeq. 1:15-21). Con cada giro de sus ruedas se desplazaba
a grandes distancias. Ezequiel también observó algunos detalles del Conductor del carruaje:
“Llegué a ver algo como el fulgor del electro, como la apariencia del fuego todo alrededor [...]. Era
la apariencia de la semejanza de la gloria de Jehová” (Ezeq. 1:25-28). El profeta debió quedar
boquiabierto y admirado. Contempló a Dios controlando perfectamente su organización, dirigiendo
cada movimiento mediante su espíritu santo. ¡Qué impresionante visión de la parte celestial de la
organización de Jehová en acción!
7
Daniel también vio muchas cosas que nos llenan de confianza. Se le permitió contemplar en
visión a Jehová representado por un “Anciano de Días” sentado en un trono de llamas de fuego
con ruedas (Dan. 7:9). Jehová quería que Daniel viera que su organización está en movimiento,
cumpliendo su propósito. Este profeta también observó a “alguien como un hijo del hombre”,
Jesús, a quien se le encargaba la supervisión de la parte terrestre de la organización de Jehová.
El reinado perfecto de Jesús no dura unos pocos años, pues “su gobernación es una gobernación
de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas” (Dan.
7:13, 14). ¿Verdad que esto nos anima a confiar en Jehová y a valorar lo que está logrando?
Él dio “gobernación y dignidad y reino” a su Hijo, quien fue probado y demostró su lealtad. Está
claro que Jehová confía en su Hijo. Y nosotros también podemos confiar en Jesús, que es
nuestro líder.
8
¿Cómo debe afectarnos conocer mejor a la parte invisible de la organización de Jehová?
Al igual que Ezequiel, seguro que nos sentimos impresionados y más humildes al entender lo que
Jehová está haciendo (Ezeq. 1:28). Meditar en la organización de Jehová nos anima a actuar, así
como animó a Isaías. Cuando se le presentó la oportunidad de contar a la gente lo que Jehová
estaba haciendo, la aprovechó sin dudarlo (lea Isaías 6:5, 8). Estaba convencido de que con el
apoyo de Jehová podría superar cualquier obstáculo. ¡Cuánto nos alienta a nosotros también
contemplar a la parte celestial de la organización de Jehová, que nunca se detiene y que está
totalmente entregada a cumplir los propósitos de él!
Pág. 24 *** w11 15/9 pág. 14 párrs. 14-15 ¿Hemos hecho de Jehová nuestra herencia? ***
14
En ocasiones se nos aclaran algunas de “las cosas profundas de Dios” (1 Cor. 2:10-13).
¿Cómo respondemos a la iluminación con la que Jehová nos ayuda a comprender cada vez mejor
su Palabra? Deberíamos actuar como el apóstol Pedro. En cierta ocasión, Jesús dijo a sus
oyentes: “A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en
ustedes”. Hubo quienes tomaron sus palabras al pie de la letra y dijeron: “Este discurso es
ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. Como resultado, “se fueron a las cosas de atrás”.
En cambio, notemos lo que le dijo Pedro a Jesús: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos
de vida eterna” (Juan 6:53, 60, 66, 68).
15
A decir verdad, el apóstol no terminó de entender a qué se refería Jesús al hablar de comer
su carne y beber su sangre. Pero eso no lo inquietó, pues sabía que Dios le daría iluminación
espiritual. ¿Qué hay de nosotros? ¿Cómo reaccionamos cuando se publican aclaraciones
doctrinales? ¿Procuramos entender las razones bíblicas que han motivado los cambios? (Pro.
4:18.) Deberíamos parecernos a los habitantes de la ciudad de Berea del siglo primero, quienes
“recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras
diariamente” (Hech. 17:11). Si los imitamos, apreciaremos aún más el privilegio de servir a Dios y
tenerle como nuestra herencia.
*** w98 1/10 págs. 19-23 ¿Son compatibles las culturas locales y los principios cristianos?
***A STEPHEN, Testigo del norte de Europa, se le destinó de misionero a un país africano.
Mientras paseaba por una ciudad con un hermano nativo, se sobresaltó cuando este le agarró de
la mano.
A Stephen le escandalizaba la idea de caminar por una calle concurrida agarrado de la mano
de otro hombre, pues esa costumbre tiene connotaciones homosexuales en su cultura (Romanos
1:27). Para el hermano africano, en cambio, ir de la mano era sencillamente un gesto de amistad.
Rechazar la mano significaría rechazar la amistad.
¿Por qué deben interesarnos los choques culturales? En primer lugar, porque el pueblo de
Jehová desea cumplir la comisión divina de “[hacer] discípulos de gente de todas las naciones”
(Mateo 28:19). Con ese propósito, algunos cristianos han ido a servir de ministros a lugares más
necesitados. A fin de triunfar en su nuevo ambiente, deben comprender las distintas culturas que
se encuentren y adaptarse a ellas. Así trabajarán en armonía con sus hermanos y también serán
más eficientes en el ministerio público.
Además, en este mundo tan turbulento, muchas personas han huido de sus atribulados países
por razones políticas o económicas y se han establecido en otras naciones. De modo que es muy
probable que nos topemos con nuevas costumbres al predicar a estos nuevos vecinos (Mateo
22:39). Nuestro primer contacto con modos de actuar distintos puede causarnos cierta confusión
en cuanto a las costumbres diferentes.
Campos bien definidos
La cultura está entrelazada en la estructura de la sociedad humana. Sería inútil, por tanto,
hacerse “justo en demasía” y examinar hasta las costumbres más insignificantes para determinar
si son compatibles o no con los principios bíblicos (Eclesiastés 7:16).
Por otra parte, es necesario identificar las costumbres locales que vulneran claramente los
principios divinos. No suele ser difícil, pues la Palabra de Dios sirve “para rectificar las cosas”
(2 Timoteo 3:16). Por ejemplo, en algunos países es común tener muchas esposas, pero la norma
bíblica para los cristianos verdaderos es que el hombre tenga una sola esposa viva (Génesis
2:24; 1 Timoteo 3:2).
Del mismo modo, ciertos usos funerarios concebidos para mantener alejados a los malos
espíritus o basados en la creencia en el alma inmortal, son inaceptables para los cristianos
verdaderos. Algunas personas ofrecen incienso u oraciones a los difuntos a fin de ahuyentar a los
malos espíritus. Otras realizan velatorios e incluso un segundo entierro con objeto de ayudar a
quien ha fallecido a prepararse para la vida “en el otro mundo”. Pero la Biblia enseña que quien
muere ‘no tiene conciencia de nada en absoluto’ y no puede ni beneficiar ni perjudicar a nadie
(Eclesiastés 9:5; Salmo 146:4).
Por supuesto, hay muchas costumbres compatibles con la Palabra de Dios. Es muy
reconfortante entrar en contacto con culturas en las que todavía florece el espíritu de la
hospitalidad, en las que la costumbre exige que se dé una calurosa bienvenida incluso al extraño
y que, si es necesario, se le abran las puertas del hogar. Cuando somos objeto directo de ese
trato, ¿no nos sentimos impulsados a copiar tal ejemplo? Si lo hacemos, no hay duda de que
mejorará nuestra personalidad cristiana (Hebreos 13:1, 2).
¿A quién le gusta que le hagan esperar? En algunos países ocurre raras veces, pues se da
importancia a la puntualidad. La Biblia nos dice que Jehová es un Dios de orden (1 Corintios
14:33), por lo que ha fijado ‘un día y una hora’ para acabar con la maldad y nos asegura que ese
acontecimiento “no llegará tarde” (Mateo 24:36; Habacuc 2:3). Las culturas que fomentan la
puntualidad, dentro de lo razonable, nos ayudan a ser ordenados y a mostrar el debido respeto a
otras personas y a su tiempo, lo cual está, sin duda, en conformidad con los principios cristianos
(1 Corintios 14:40; Filipenses 2:4).
¿Y las costumbres inofensivas?
De modo que hay costumbres a todas luces compatibles con el modo de vida cristiano y otras
que no lo son. Pero ¿y las que no pueden definirse ni como buenas ni como malas? Muchas son
inofensivas, y la actitud que tenemos respecto a ellas demuestra nuestro equilibrio espiritual.
Por ejemplo, hay muchas formas de saludar: dar la mano, hacer una reverencia, dar un beso o
hasta un abrazo. También hay una enorme variedad de costumbres que regulan los modales a la
mesa. En algunos países las personas comen de un mismo plato o una misma fuente. Hay
lugares donde eructar es una forma aceptable, e incluso deseable, de expresar agradecimiento,
mientras que en otros es inaceptable y se considera el colmo de la mala educación.
En lugar de determinar cuáles de estas costumbres inofensivas nos gustan o nos disgustan,
concentrémonos en adoptar la actitud adecuada con respecto a ellas. El consejo eterno de la
Biblia es que no hagamos “nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino
[consideremos] con humildad mental que los demás son superiores a [nosotros]” (Filipenses 2:3).
En la misma línea, Eleanor Boykin dice en su libro This Way, Please—A Book of Manners (Hágalo
así, por favor. Un manual de buenos modales): “Lo primero que necesitamos es un buen
corazón”.
Este enfoque humilde impedirá que menospreciemos las prácticas ajenas. Nos sentiremos
motivados a tomar la iniciativa y aprender cómo viven otros pueblos, seguir sus costumbres y
probar sus comidas, en vez de refrenarnos o sospechar de todo lo que parezca distinto. Teniendo
una mente abierta y la disposición a probar nuevas maneras de actuar, mostramos cortesía a
nuestro anfitrión o a los vecinos extranjeros. También nos beneficiamos nosotros, pues
‘ensanchamos’ nuestro corazón y ampliamos nuestros horizontes (2 Corintios 6:13).
Cuando las costumbres entorpecen el progreso espiritual
¿Qué debemos hacer en el caso de encontrarnos con costumbres que no son en sí
antibíblicas, pero que tampoco favorecen el progreso espiritual? Por ejemplo, es posible que en
algunos países las personas tiendan a dejar las cosas para más tarde. Tomarse la vida con calma
puede reducir la tensión, pero probablemente dificulte el que efectuemos nuestro ministerio
“plenamente” (2 Timoteo 4:5).
¿Cómo ayudaremos a otras personas a no posponer hasta “mañana” lo que es importante?
Recordemos que “lo primero que necesitamos es un buen corazón”. Motivados por el amor,
podemos dar el ejemplo y luego explicar con bondad los beneficios de no dejar para mañana lo
que debe hacerse hoy (Eclesiastés 11:4). Al mismo tiempo, hemos de tener cuidado de
no sacrificar la confianza mutua por causa de la productividad. Si no se aceptan de inmediato
nuestras sugerencias, no tratemos con prepotencia a los demás ni descarguemos nuestra
frustración sobre ellos. El amor siempre debe primar sobre la eficiencia (1 Pedro 4:8; 5:3).
Tengamos en cuenta las preferencias del lugar
Hemos de asegurarnos de que las sugerencias que hacemos son válidas, que no estamos
tratando de imponer nuestras preferencias personales. Por ejemplo, el modo de vestir varía
enormemente. En muchas regiones es adecuado que un hombre lleve corbata cuando predica las
buenas nuevas, mientras que en algunos países tropicales posiblemente se considere demasiado
formal. Una pauta útil suele ser tener en cuenta qué manera de vestir se considera propia en el
país para un profesional que trata con el público. El “buen juicio” es fundamental cuando tratamos
el delicado asunto de la ropa (1 Timoteo 2:9, 10).
¿Y si una costumbre no nos gusta? ¿Debemos rechazarla sin más? No necesariamente. La
costumbre de que los hombres vayan de la mano, mencionada al principio, es perfectamente
aceptable en esa comunidad africana en particular. Cuando el misionero observó que otros
hombres paseaban de la mano, se sintió más cómodo.
Durante sus largos viajes misionales, el apóstol Pablo visitó congregaciones cuyos miembros
tenían diversos antecedentes. Sin duda, había frecuentes choques de culturas. Por ello, Pablo se
adaptó a todas las costumbres que pudo sin dejar de observar los principios bíblicos. “Me he
hecho toda cosa a gente de toda clase —dijo—, para que de todos modos salve a algunos.”
(1 Corintios 9:22, 23; Hechos 16:3.)
Plantearnos algunas preguntas pertinentes puede ayudarnos a decidir cómo reaccionar ante
costumbres nuevas. ¿Qué impresión daremos a quienes nos observan si adoptamos o
rechazamos cierta costumbre? ¿Se sentirán atraídos al mensaje del Reino al ver que intentamos
integrarnos en su cultura? Por otro lado, ¿‘se encontrará falta en nuestro ministerio’ si adoptamos
una práctica del lugar? (2 Corintios 6:3.)
Si deseamos hacernos “toda cosa a gente de toda clase”, tal vez debamos modificar algunos
conceptos profundamente arraigados con respecto a lo que es y no es apropiado. Muchas veces,
la manera “correcta” e “incorrecta” de hacer algo solo depende de dónde vivimos. Por ello, el que
dos hombres se agarren de la mano es una manifestación de amistad en un país, mientras que
en muchos otros seguramente restaría valor al mensaje del Reino.
Por otro lado, hay costumbres que son aceptables en diversos lugares y quizá hasta sean
apropiadas para los cristianos, pero con las que hay que tener cuidado.
Cuidado con rebasar el límite
Jesucristo dijo que aunque no era posible sacar del mundo a sus discípulos, estos no debían
‘ser parte del mundo’ (Juan 17:15, 16). No obstante, a veces no es fácil distinguir el límite entre lo
que forma parte integral del mundo de Satanás y lo que es sencillamente propio de la cultura. Por
ejemplo, la música y el baile están presentes en casi todas las culturas, si bien en algunos países
tienen mayor importancia.
Pudiéramos fácilmente emitir un juicio basándonos más en nuestros antecedentes que en
razones bíblicas sólidas. Un hermano alemán de nombre Alex recibió una asignación en España.
En su anterior entorno, el baile no era muy popular, mientras que en España forma parte de la
cultura. La primera vez que vio a un hermano y una hermana ejecutar un alegre baile español, se
sintió confundido. ¿Era incorrecto o mundano el baile? ¿Rebajaría sus normas si aceptaba esa
costumbre? Alex aprendió que aunque la música y el baile eran diferentes a los de su país,
no había razón para suponer que sus hermanos españoles estaban rebajando las normas
cristianas. Su confusión se debía a la diferencia cultural.
Sin embargo, Emilio, un hermano al que le gusta el baile español tradicional, reconoce que
existe un peligro. “Observo que en muchos bailes la pareja ha de tener un contacto muy cercano
—comenta—. Como estoy soltero, me doy cuenta de que eso puede tener efecto en los
sentimientos de al menos uno de los bailarines. A veces, el baile se utiliza como excusa para
mostrar afecto a la persona a la que te sientes atraído. Cerciorarse de que la música es sana y de
que el contacto físico se reduce lo más posible puede servir de protección. No obstante, debo
admitir que cuando un grupo de solteros y solteras se van juntos a bailar, es muy difícil mantener
un ambiente teocrático.”
Desde luego, no deberíamos poner de excusa nuestra cultura para permitir la conducta
mundana. El canto y el baile ocupaban un lugar en la cultura de los israelitas, y cuando fueron
librados de los egipcios en el mar Rojo, cantaron y bailaron como parte de la celebración (Éxodo
15:1, 20). Sin embargo, su música y su baile eran distintos de los del mundo pagano que los
rodeaba.
Lamentablemente, mientras esperaban que Moisés volviera del monte Sinaí, se
impacientaron, hicieron un becerro de oro y, después de comer y beber, “se levantaron para
divertirse” (Éxodo 32:1-6). Cuando Moisés y Josué escucharon el sonido del canto,
inmediatamente se perturbaron (Éxodo 32:17, 18). Los israelitas habían rebasado el “límite”, y su
forma de cantar y bailar reflejaba entonces el mundo pagano que los rodeaba.
Del mismo modo, hoy día la música y el baile pueden ser aceptados en general en nuestro
país y no ofender la conciencia de los demás. Pero si el lugar está poco iluminado, se encienden
luces intermitentes o se pone música con un ritmo distinto, lo que antes era aceptable puede
reflejar ahora el espíritu del mundo. “Forma parte de nuestra cultura”, pudiéramos decir. Aarón
recurrió a una excusa similar cuando consintió formas de recreación y adoración paganas, a las
que denominó erróneamente “fiesta a Jehová”. Esta pobre excusa no tenía validez. La conducta
de los israelitas se vio incluso como una “ignominia entre sus opositores” (Éxodo 32:5, 25).
La cultura tiene su lugar
Es posible que las costumbres exóticas nos choquen al principio, pero no todas son
necesariamente inaceptables. Con las “facultades perceptivas entrenadas”, podemos determinar
cuáles son compatibles con los principios cristianos y cuáles no (Hebreos 5:14). Al mostrar un
buen corazón lleno de amor al semejante, reaccionaremos apropiadamente cuando nos
encontremos con costumbres inofensivas.
Cuando predicamos las buenas nuevas del Reino a las personas de nuestros alrededores o de
otras partes, tener el enfoque equilibrado de la diversidad cultural nos permitirá hacernos “toda
cosa a gente de toda clase”. Y muy probablemente veamos que el acoger con gusto la diversidad
cultural contribuye a que tengamos una vida rica, animada y fascinante.
Pág. 25 *** w08 15/5 págs. 4-5 párr. 12 ¿Cómo deberíamos tratar al prójimo? ***
12
Como hemos visto, debemos tratar bien a nuestros semejantes. Pero lo mejor que podemos
hacer por ellos es ayudarles a recibir iluminación espiritual de parte de Dios (Sal. 43:3). Jesús les
dijo a sus discípulos que ellos eran “la luz del mundo” y les mandó que hicieran brillar su luz para
que así la gente pudiera ver “sus obras excelentes”, es decir, sus buenas acciones a favor del
prójimo. Su luz brillaría “delante de los hombres”, iluminando espiritualmente a la humanidad
(léase Mateo 5:14-16). Hoy en día, nuestra luz resplandece cuando ayudamos en lo que podemos
a nuestros vecinos y cuando colaboramos en la labor de evangelización que se lleva a cabo “en
todas las naciones”, sí, “en todo el mundo” (Mar. 13:10; Mat. 26:13). ¡Qué gran honor tenemos!
SEGUNDO DIA
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Pág. 32 *** w13 15/6 págs. 17-18 párrs. 4-6 Jehová es leal y está dispuesto a perdonar ***
4
¿Cómo demuestra Jehová su lealtad? Pues bien, nunca abandona a sus siervos fieles. Uno
de ellos, el rey David, así lo reconoció (lea 2 Samuel 22:26). Él comprobó que esa lealtad no se
queda en simples palabras, pues Dios lo dirigió, lo protegió y lo libró en sus pruebas (2 Sam.
22:1). ¿Por qué fue Jehová leal con él? Porque David mismo era “alguien leal”. Dios valora la
lealtad de sus siervos y los recompensa siendo leal con ellos (Prov. 2:6-8).
5
Reflexionar en los actos de lealtad de Jehová nos da fuerzas. Un fiel hermano de nombre
Reed señala: “Me anima mucho leer cómo Jehová ayudó a David en los momentos difíciles.
Siempre lo sostuvo, hasta cuando era un fugitivo que tenía que refugiarse en cuevas. ¡Eso me
fortalece tanto! Me recuerda que, sin importar lo sombría que parezca la situación, Jehová estará
a mi lado mientras yo siga fiel”. Sin duda, todos sentimos lo mismo (Rom. 8:38, 39).
6
¿De qué otros modos demuestra Jehová que es leal? Uno es manteniéndose fiel a sus
normas. Él nos asegura: “Aun hasta la vejez de uno yo soy el Mismo” (Is. 46:4). Sus decisiones
siempre se basan en sus invariables normas sobre lo bueno y lo malo (Mal. 3:6). Además,
permanece fiel a su palabra, es decir, cumple sus promesas (Is. 55:11). Su lealtad nos beneficia a
todos sus siervos fieles, pues cuando hacemos lo posible por obedecer sus normas, podemos
estar seguros de que cumplirá su promesa de bendecirnos (Is. 48:17, 18).
*** w93 15/10 págs. 12-16 Cómo hallar la clave del cariño fraternal ***
++Pág. 34 *** w06 15/8 pág. 21 párr. 9 Job, ejemplo de integridad y aguante ***
9
¿Cómo podemos hacer frente a estos problemas? Viéndolos como oportunidades para
demostrar que amamos a Jehová y nos sometemos a su soberanía pase lo que pase (Santiago
1:2-4). Si comprendemos bien la importancia de ser leales a Dios, mantendremos el equilibrio
espiritual sin importar cuál sea la causa de nuestra angustia. El apóstol Pedro escribió a los
cristianos: “Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está
sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniera” (1 Pedro 4:12). Y Pablo explicó
por qué: “Todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús
también serán perseguidos” (2 Timoteo 3:12). Tal como hizo con Job, Satanás sigue poniendo a
prueba la integridad de los testigos de Jehová. Es más, la Biblia indica que el Diablo ha
incrementado sus ataques contra el pueblo de Dios en estos últimos días (Revelación
[Apocalipsis] 12:9, 17).
Pág. 35 *** be lección 30 pág. 189 párr. 3 Interés en los oyentes ***
Muestre interés sincero. El interés por los demás no es una técnica que deba dominarse,
sino una cualidad del corazón. El grado al que lo manifestamos se evidencia de muchas maneras:
en cómo los escuchamos, en qué les decimos, y en la bondad y consideración con que los
tratamos. Aun cuando no digamos ni hagamos nada, nuestra actitud y expresión facial les
indicará que en verdad nos preocupamos por ellos.
Pág. 36 *** km 9/00 pág. 4 Utilice los sucesos de actualidad para despertar el interés ***
1
¿Le gustaría tener un caudal inagotable de buenas ideas que aportaran variedad a su
ministerio y despertaran el interés de las personas en el mensaje de la Biblia? Pues entonces,
inicie conversaciones utilizando las noticias mundiales y de su comunidad. Podría referirse a las
cuestiones de actualidad locales o nacionales y a las noticias internacionales, las cuales están en
constante cambio (1 Cor. 7:31). Fíjese en los siguientes ejemplos.
2
Los problemas económicos y el costo de la vida son motivo de verdadera
preocupación para la gente. Por tanto, podría decir:
▪ “¿Ha oído en las noticias que el precio de [mencione el artículo] va a volver a subir?” O si una
gran empresa ha despedido a muchos trabajadores, pudiera hablar del desempleo. Dependiendo
de cómo desee proseguir la conversación, puede decir: “¿Se ha preguntado alguna vez por qué
resulta tan difícil ganarse la vida?”, o: “¿Cree que siempre será tan complicado conseguir lo
suficiente para mantenernos?”.
3
Las noticias de actos violentos, como las tragedias familiares o entre compañeros de
escuela, proporcionan otro tema de conversación. Podría preguntar:
▪ “¿Ha leído en el periódico que [refiérase a una tragedia ocurrida en la comunidad]?” Luego
añada: “En su opinión, ¿a qué se debe que haya tanta violencia en el mundo?”, o: “¿Cree que
alguna vez llegará el día en que podamos sentirnos seguros?”.
4
Las noticias de catástrofes causadas por inundaciones, terremotos o agitaciones
civiles en diversas partes del mundo también constituyen un medio de estimular el interés.
Por ejemplo, podría preguntar:
▪ “¿Tiene Dios la culpa de [mencione el desastre natural]?” O pudiera aludir al último estallido de
agitación civil y preguntar: “Si todo el mundo desea la paz, ¿por qué es tan difícil conseguirla?”.
5
Esté al tanto de los sucesos de actualidad que pueda emplear en su introducción. Hallará
sugerencias útiles en las páginas 9 y 10 del libro Razonamiento, bajo el apartado “Actualidades”.
No obstante, evite tomar partido en cuestiones políticas o sociales. Más bien, dirija la atención a
las Escrituras y al Reino de Dios como la única solución permanente a los problemas de la
humanidad.
Pág. 37 *** km 5/11 pág. 3 Cómo se usa el formulario Sírvase visitar (S-43) ***
Usamos este formulario siempre que encontremos a una persona interesada que no vive en el
territorio o que habla otro idioma. Aunque antes llenábamos un formulario cuando encontrábamos
a alguien que hablaba otro idioma sin importar si tenía interés o no, ahora solo lo usamos si la
persona demuestra interés. La única excepción es si la persona es sorda. En este caso, debemos
llenar un formulario S-43 siempre.
¿Qué hacemos con el formulario una vez completado? Entregárselo al secretario de la
congregación. Si él sabe a qué congregación corresponde, sencillamente lo envía a los ancianos
de esa congregación para que se atienda el interés. Cuando el secretario no encuentra cuál es la
congregación, lo envía a la sucursal.
Si la persona interesada habla otro idioma pero vive en nuestro territorio, podemos seguir
cultivando su interés hasta que la visite un publicador de la congregación de su idioma (véase
Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2009, página 4).
*** be lección 44 pág. 236-pág. 239 Uso eficaz de las preguntas ***
¿Qué implica?
Utilizar las preguntas para obtener un resultado en particular. Quizá se espere una
contestación verbal o, más bien, que los oyentes respondan mentalmente.
La eficacia de las preguntas depende de su contenido y del modo como se formulan.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Ayuda a los oyentes a interesarse en el asunto que se está tratando. Por otra parte,
el maestro puede obtener información valiosa sobre sus estudiantes si les plantea
preguntas bien pensadas.
COMO las preguntas exigen una respuesta —sea verbal o mental—, contribuyen a que los
oyentes centren la atención en lo que usted les dice. Puede valerse de ellas para entablar
conversaciones y disfrutar de un estimulante intercambio de ideas. Tanto en su función de orador
como de maestro, empléelas para despertar el interés, ayudar a razonar sobre un tema o hacer
hincapié en ciertos puntos. Si las utiliza bien, animará a otras personas a reflexionar en vez de
limitarse a escuchar. Póngase un objetivo y formule las preguntas de forma tal que lo alcance.
Para entablar conversaciones. Cuando participe en el ministerio del campo, procure invitar a
las personas a expresarse, si así lo desean.
Muchos Testigos comienzan diálogos interesantes con solo decir: “¿Se ha preguntado alguna
vez...?”. Si el asunto al que se refieren preocupa a mucha gente, está casi garantizado que
disfrutarán de su predicación. Aun en el caso de que la persona no haya pensado nunca en la
cuestión, tal vez se despierte su curiosidad. Con expresiones como “¿Qué piensa sobre...?”,
“¿Qué le parece...?” y “¿Cree usted que...?”, se puede plantear gran variedad de temas.
Cuando el evangelizador Felipe abordó a un funcionario etíope que leía en voz alta una
profecía de Isaías, se limitó a preguntarle: “¿Verdaderamente sabes [es decir, entiendes] lo que
estás leyendo?” (Hech. 8:30). El interrogante preparó el terreno para que Felipe le explicara las
verdades acerca de Jesucristo. Con preguntas similares, algunos Testigos de la actualidad han
encontrado personas ansiosas de entender con claridad la verdad bíblica.
Mucha gente está más dispuesta a escuchar si antes se le da la oportunidad de expresar su
parecer. Por tanto, cuando haga una pregunta, escuche atentamente la contestación de su
interlocutor. Responda a su comentario con amabilidad, y no con crítica. Siempre que sea posible,
encómielo de manera sincera. En cierta ocasión, un escriba “contest[ó] inteligentemente” a Jesús,
y este lo elogió con las palabras: “No estás lejos del reino de Dios” (Mar. 12:34). Aunque no esté
de acuerdo con la persona, puede darle las gracias por haber expresado su opinión. Quizá lo que
le ha dicho revele una actitud que usted deba tener en cuenta al hablarle de la verdad bíblica.
Para dar paso a ideas importantes. Cuando hable en público o converse con alguien,
procure servirse de las preguntas para dirigir la atención a puntos importantes. Asegúrese de que
estas aludan a asuntos de verdadero interés para sus oyentes. También puede emplear
preguntas que intriguen por no tener respuesta obvia. Si tras formularlas hace una pausa breve,
su auditorio probablemente escuchará lo que sigue con mayor interés.
En cierta ocasión, el profeta Miqueas planteó una serie de interrogantes. Para empezar,
inquirió qué pide Dios de quienes lo adoran y, a continuación, formuló cuatro preguntas más que
sugieren posibles contestaciones. Todas esas preguntas preparan al lector para la sabia
respuesta con que concluye el razonamiento (Miq. 6:6-8). ¿Por qué no prueba usted a hacer algo
parecido cuando enseñe?
Para razonar sobre un tema. También pueden emplearse preguntas para ayudar a los
oyentes a seguir la lógica de una argumentación. Jehová se valió de este recurso al dirigir una
seria declaración formal contra los israelitas, como muestra Malaquías 1:2-10. En primer lugar les
dijo: “Los he amado”. Puesto que ellos no reconocieron su amor, les preguntó: “¿No fue Esaú el
hermano de Jacob?”. Entonces Jehová señaló a la desolación de Edom como prueba de que, a
causa de la maldad de esta nación, él no la amó. A continuación utilizó varias ilustraciones
intercaladas con interrogantes que ponían de relieve que Israel no respondía debidamente a Su
amor. Algunas de tales preguntas se ponen en boca de los sacerdotes infieles, mientras que otras
se las plantea Jehová a ellos. El emocionante diálogo nos cautiva con su lógica irrefutable y su
impactante mensaje.
Algunos oradores usan con eficacia las preguntas de un modo parecido. Aunque no esperen
recibir una contestación verbal, logran que los oyentes respondan mentalmente a lo que les dice,
como si de un diálogo se tratara.
Cuando dirigimos estudios bíblicos, empleamos un método que requiere la participación oral
del estudiante. Si este se limita a repetir la respuesta impresa, es obvio que no se beneficiará
plenamente. Así pues, con un tono afable, hágale preguntas auxiliares que le ayuden a razonar.
En las ideas clave anímelo a basar su respuesta en la Biblia. También pudiera preguntarle: “¿Qué
relación hay entre este punto y [otra cuestión que ya hayan estudiado]? ¿Por qué es importante?
¿Qué efecto debería tener en nuestra vida?”. Con este método obtendrá mejores resultados que
expresando sus propias convicciones o dando explicaciones detalladas, pues ayudará al
estudiante a utilizar su “facultad de raciocinio” para adorar a Dios (Rom. 12:1).
Si el estudiante no capta una idea, sea paciente. Quizás esté comparando lo que usted le dice
con lo que él ha creído por muchos años. Trate de enfocar el asunto desde un ángulo diferente.
A veces, sin embargo, hay que recurrir a razonamientos muy elementales. Utilice las Escrituras
con frecuencia. Emplee ilustraciones acompañadas de preguntas sencillas que induzcan a
razonar sobre la base de las pruebas.
Para que la persona exprese lo que realmente opina. Las respuestas de la gente a las
preguntas no siempre revelan su verdadera opinión. Tal vez nuestro interlocutor dé la
contestación que piensa que esperamos oír. Por tanto, debemos tener discernimiento (Pro. 20:5).
Pudiéramos imitar a Jesús y preguntarle: “¿Crees tú esto?” (Juan 11:26).
Cuando muchos discípulos de Jesús se ofendieron por lo que les dijo y lo abandonaron, él
invitó a sus apóstoles a expresar su parecer. Les preguntó: “Ustedes no quieren irse también,
¿verdad?”. Pedro reveló el sentir de todos ellos al responder: “Señor, ¿a quién nos iremos?
Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo
de Dios” (Juan 6:67-69). En otra ocasión, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?”. Entonces les formuló otra pregunta para que expresaran su
opinión sincera: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo
del Dios vivo” (Mat. 16:13-16).
En los estudios bíblicos posiblemente obtenga buenos resultados empleando un enfoque
parecido en ciertos temas. Pudiera preguntar: “¿Qué piensan tus compañeros de clase (o de
trabajo) de este asunto?”. Entonces añada: “¿Y qué piensas tú?”. Al saber lo que de verdad cree
su estudiante, estará en situación de ofrecerle la mejor ayuda.
Para dar énfasis. También puede utilizar preguntas para dar énfasis a ciertas ideas. Así lo
hizo el apóstol Pablo, como muestra Romanos 8:31, 32: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará
contra nosotros? El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?”. Note que las
dos preguntas de estos versículos amplían la idea expresada en la frase que las antecede.
Tras dejar constancia escrita de la sentencia divina contra el rey de Babilonia, el profeta Isaías
añadió con total convicción: “Jehová de los ejércitos mismo ha aconsejado, y ¿quién puede
desbaratarlo? Y su mano es la que está extendida, y ¿quién puede volverla atrás?” (Isa. 14:27).
Tales preguntas llevan implícito que nadie puede hacerlo. No necesitan respuesta.
Para poner de manifiesto ideas incorrectas. Las preguntas bien pensadas son también muy
útiles para sacar a la luz ideas incorrectas. Antes de sanar a cierto hombre, Jesús preguntó a los
fariseos y a algunos entendidos en la Ley: “¿Es lícito curar en sábado, o no?”. Tras curar al
enfermo, agregó: “¿Quién de ustedes, si su hijo o su toro cae en un pozo, no lo saca
inmediatamente en día de sábado?” (Luc. 14:1-6). No hubo respuesta, aunque tampoco Jesús la
esperaba. Las preguntas pusieron de manifiesto la forma de pensar errónea de aquellos hombres.
A veces, hasta los cristianos verdaderos tienen ideas equivocadas. Algunos corintios del siglo
primero llevaron a sus hermanos a los tribunales para resolver problemas que deberían haber
zanjado entre ellos. ¿Cómo trató el apóstol Pablo la cuestión? Planteó una serie de preguntas
directas destinadas a corregir su manera de pensar (1 Cor. 6:1-8).
*** w05 1/6 pág. 32 ¿Conversa usted con sus seres queridos? ***
“NUESTRA capacidad para comunicarnos con los seres queridos está menguando de manera
alarmante”, informa el diario polaco Polityka. En Estados Unidos se calcula que los cónyuges solo
dedican seis minutos al día a conversar de forma constructiva. Algunos entendidos creen que la
mitad de las separaciones y los divorcios son el resultado de esta tendencia.
¿Y las conversaciones entre padres e hijos? En la mayoría de los casos “parecen más un
interrogatorio que una conversación: ‘¿Cómo te fue en la escuela? ¿Qué tal los amigos?’”, señala
el informe arriba mencionado, y después pregunta: “¿Cómo van a aprender así los hijos a
establecer vínculos emocionales?”.
Puesto que las dotes comunicativas no surgen de la nada, ¿hay algún modo de mejorar
nuestra habilidad para conversar? El discípulo cristiano Santiago nos dio un valioso consejo:
“Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira”
(Santiago 1:19). En efecto, si queremos mantener una conversación constructiva, tenemos que
prestar cuidadosa atención y no interrumpir con impaciencia ni precipitarnos a sacar
conclusiones. Tampoco debemos caer en la crítica, pues puede asfixiar fácilmente la
conversación. Es cierto que Jesús hizo preguntas, pero con mucho tacto y no con el objetivo de
interrogar, sino para sacar lo que había en el corazón de quienes lo escuchaban y fortalecer su
relación con ellos (Proverbios 20:5; Mateo 16:13-17; 17:24-27).
Por tanto, tome la iniciativa de conversar y comunicarse con sus seres queridos y ponga en
práctica los útiles principios que se hallan en la Biblia. Es posible que esto derive en una relación
estrecha y preciada que dure muchos años, tal vez toda la vida.
Pág. 38 *** be lección 30 pág. 187 párrs. 1-5 Interés en los oyentes ***
Escuche atentamente. Aunque Jehová es omnisapiente, escucha a los demás. El profeta
Micaya recibió una visión en la que se veía a Jehová invitando a los ángeles a expresar sus ideas
sobre cómo efectuar cierta tarea. Luego, Dios permitió que uno de ellos llevara a cabo lo que
había sugerido (1 Rey. 22:19-22). Cuando Abrahán expresó su preocupación por la sentencia que
iba a ejecutarse contra Sodoma, Jehová tuvo la deferencia de escucharle (Gén. 18:23-33).
¿Cómo podemos imitar Su ejemplo en nuestro ministerio?
Anime a su interlocutor a expresarse; plantéele una pregunta oportuna y haga una pausa a fin
de darle tiempo para responder. Escuche atentamente. Su atención considerada lo animará a
hablar sin trabas. Si la respuesta revela algo de lo que le interesa, formule otras preguntas con
tacto. Intente conocer mejor a la persona, sin convertir la conversación en un interrogatorio.
Siempre que le sea posible, encómiela con sinceridad por lo que piensa. Aunque no concuerde
con su punto de vista, acepte con amabilidad sus comentarios (Col. 4:6).
Debemos tener cuidado para no cruzar la línea de lo que es propio en nuestro interés por los
demás. Preocuparnos por ellos no nos da licencia para inmiscuirnos en su vida privada (1 Ped.
4:15). Si hablamos con alguien del otro sexo, debemos proceder con cautela para que
no malinterprete nuestra amabilidad. Es preciso ser juiciosos, pues lo que se considera propio a
este respecto varía de un país a otro, e incluso de una persona a otra (Luc. 6:31).
La preparación contribuye a que seamos buenos oyentes, pues si tenemos una idea clara de
lo que deseamos comunicar al amo de casa, estaremos relajados y le prestaremos atención de
manera natural. Así, él se sentirá cómodo y más inclinado a conversar con nosotros.
Cuando escuchamos a los demás, les mostramos honra (Rom. 12:10). De ese modo
evidenciamos que valoramos sus ideas y sentimientos, y hasta puede motivarlos a prestar más
atención a nuestro mensaje. Por ello, con buena razón, la Palabra de Dios nos aconseja que
seamos ‘prestos en cuanto a oír, lentos en cuanto a hablar’ (Sant. 1:19).
LOS ojos comunican actitudes y sentimientos. Pueden indicar sorpresa o temor, transmitir
compasión o amor y, a veces, revelar incertidumbre o dolor. Un señor mayor dijo respecto a la
gente de su nacionalidad, que había sufrido mucho: “Hablamos con los ojos”.
Los demás pueden sacar conclusiones sobre nosotros y lo que decimos basándose en dónde
fijamos la vista. En muchas culturas se tiende a confiar en quienes miran a los ojos con expresión
amistosa, pero se duda de la sinceridad o competencia de quienes miran al suelo o algún objeto
en vez de a su interlocutor. En otras culturas, la mirada fija y sostenida revela una actitud
descarada, agresiva o desafiante, sobre todo ante alguien del otro sexo, un jefe u otra persona de
rango superior. Y en algunas zonas se considera una falta de respeto que un joven mire
directamente a los ojos de un adulto al dirigirle la palabra.
No obstante, en los lugares donde no es ofensivo, el que se mire a los ojos cuando se hace
una afirmación importante subraya lo que se dice y se interpreta como señal de convicción. Note
la respuesta de Jesús cuando sus discípulos, muy sorprendidos, le preguntaron: “¿Quién,
realmente, puede ser salvo?”. La Biblia indica: “Mirándolos al rostro, Jesús les dijo: ‘Para los
hombres esto es imposible, pero para Dios todas las cosas son posibles’” (Mat. 19:25, 26). Las
Escrituras también muestran que el apóstol Pablo observaba con atención las reacciones de la
gente. En una ocasión se encontraba entre su auditorio un hombre cojo de nacimiento. Hechos
14:9, 10 relata: “Este estaba escuchando hablar a Pablo, el cual, mirándolo fijamente, y viendo
que tenía fe para recibir la salud, dijo con voz fuerte: ‘Levántate erguido sobre tus pies’”.
Sugerencias para el ministerio del campo. Cuando se dirija a la gente en el servicio del
campo, sea amigable y afectuoso. Si es oportuno, haga preguntas que inviten a la reflexión para
iniciar un diálogo sobre un tema que pueda ser de interés mutuo. Procure establecer contacto
visual desde el principio, o al menos mire a su interlocutor a la cara de forma respetuosa y cordial.
Una sonrisa cálida, acompañada de una mirada que irradia gozo, resulta muy atractiva. Tal
expresión facial le dice mucho al amo de casa sobre el tipo de persona que es usted y contribuye
a que se relaje mientras le escucha.
Donde sea apropiado, observe la expresión de los ojos de la persona, pues pudiera indicarle
cómo tratar la situación. Posiblemente capte si el amo de casa está enojado, no tiene interés o
no le comprende. También notará si se está impacientando o, por el contrario, si sigue sus
palabras con vivo interés. De la expresión de sus ojos puede deducir que debe hablar más
despacio o más deprisa, tratar de que intervenga en la conversación, concluir esta o proseguir
con una demostración de cómo estudiar la Biblia.
Sea que esté dando testimonio público o dirigiendo un estudio bíblico, esfuércese por
mantener contacto visual con su interlocutor de manera respetuosa. No clave la vista en él, pues
hará que se sienta incómodo (2 Rey. 8:11). Más bien, mírele a menudo a la cara con naturalidad y
simpatía, lo cual en muchos países denota interés sincero. Por supuesto, si está leyendo la Biblia
u otra publicación, tendrá la vista fija en la página impresa, pero cuando desee hacer hincapié en
una idea, puede mirar a la persona, aunque brevemente. Al levantar la vista alguna que otra vez,
también le será posible observar su reacción a lo que le está leyendo.
Si al principio por su timidez le resulta difícil mirar a los ojos, no se rinda. Con la práctica
logrará hacerlo de forma natural, lo cual le ayudará a comunicarse con mayor eficacia.
Pág. 40 *** km 2/14 Mejore sus habilidades en el ministerio: lleve un registro de las
personas interesadas
“Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza.” (1 Tim. 4:16.) Este consejo inspirado
que el apóstol Pablo dio a Timoteo muestra que, seamos nuevos o experimentados, debemos
esforzarnos por mejorar. Con este fin, Nuestro Ministerio del Reino contendrá una nueva serie
titulada “Mejore sus habilidades en el ministerio”. Cada artículo analizará una habilidad importante
y ofrecerá sugerencias para desarrollarla. Se nos anima a todos a prestar especial atención a
dicha habilidad durante el mes. Al cabo del mes, tendremos la oportunidad de explicar en una
sección de la Reunión de Servicio los beneficios que hemos obtenido. En esta ocasión, se nos
invita a concentrarnos en llevar un registro de las personas interesadas. Por qué es importante.
Nuestra comisión implica más que solo predicar: supone visitar de nuevo a quienes muestren
interés y enseñarles la verdad, regando así las semillas que hemos plantado (Mat. 28:19, 20;
1Cor. 3:6-9). Para ello, tenemos que volver a encontrar a las personas, hablarles de lo que les
importa y agregar algo nuevo apoyándonos en la conversación anterior. De ahí la necesidad de
hacer un registro cuando encontremos a alguien interesado.
Cómo hacerlo:
Lleve en el bolso o maletín los útiles necesarios. Mantenga los registros impecables, ordenados y
al día. Anote los datos justo al terminar la visita. Apunte información sobre la persona, como su
nombre y datos de contacto (dirección, número de teléfono, correo electrónico).
¿Qué cosas observó acerca de ella o su familia que sean relevantes? Escriba los detalles de la
conversación.
¿Qué textos leyó? ¿Qué dijo la persona sobre sus creencias? ¿Le dejó alguna publicación? Anote
la hora, el día y la fecha de la visita. Escriba lo que piensa hacer la próxima vez. ¿De qué tema
prometió hablar?
¿Cuándo se comprometió a volver? Actualice el registro cada vez que vuelva. No pasa nada si
toma notas demás. Intente esto durante el mes: Cuando esté haciendo un registro, dígale a su
compañero qué cosas está apuntando.
Pág. 41 *** bt cap. 5 pág. 41 párr. 16 “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante” ***
16
Sin perder tiempo, los apóstoles pusieron manos a la obra. Lejos de amilanarse, se dejaban
ver “todos los días en el templo, y de casa en casa [...] declarando las buenas nuevas acerca del
Cristo” (Hech. 5:42). Estos celosos evangelizadores estaban decididos a dar testimonio cabal, sí,
un testimonio completo y exhaustivo. Observemos que, tal como les había enseñado Jesús,
llevaban el mensaje a un hogar tras otro (Mat. 10:7, 11-14). Seguramente fue así como llenaron
Jerusalén con su enseñanza. Hoy, los testigos de Jehová somos famosos por seguir este método
apostólico. Al visitar todas las viviendas del territorio, dejamos muy claro que queremos dar un
testimonio concienzudo y ofrecer a cada vecino la oportunidad de escuchar las alegres noticias
del Reino. ¿Ha bendecido Jehová esta faceta del ministerio? Sin duda. En este tiempo del fin,
millones de personas han abrazado el mensaje, y muchas de ellas lo oyeron por primera vez
cuando un Testigo llamó a su puerta
El carpintero. El que hacía milagros. El que sanaba a la gente. Jesús fue todo eso y mucho
más; sin embargo, la gente no lo conocía por tales obras. Más bien, lo llamaban Maestro.
En efecto, la obra primordial en su vida era ‘enseñar y predicar las buenas nuevas’ (Mateo 4:23).
Los discípulos de Jesús tenemos que realizar esa misma obra. En esta sección estudiaremos su
ejemplo, que nos muestra cómo llevarla a cabo
*** cf cap. 8 págs. 77-81 párrs. 1-9 “Para esto fui enviado” ***
JESÚS y los apóstoles llevan horas caminando. Van de Judea a Galilea, en dirección norte.
El camino más corto —que se puede recorrer en unos tres días— atraviesa Samaria. Cerca del
mediodía llegan a un pueblo llamado Sicar, donde hacen un alto para reponer fuerzas.
2
Mientras los apóstoles van a comprar alimentos, Jesús se queda descansando junto a un
pozo en las afueras del pueblo. En eso ve que se acerca una mujer a sacar agua. Puesto que
está “cansado del viaje”, podría decidir no prestarle atención (Juan 4:6). Sería comprensible que
sencillamente cerrara los ojos, sin fijarse en lo que ella hace. Según lo que vimos en el capítulo 4,
es muy probable que la samaritana crea que Jesús, como cualquier otro judío, la va a tratar de
manera desdeñosa. Sin embargo, Jesús entabla conversación con ella.
3
Inicia el diálogo valiéndose de una comparación extraída de las tareas diarias de la mujer, o
mejor dicho, de la tarea que está a punto de realizar. Ella ha venido a buscar agua, y Jesús le
habla de un agua que da vida y que apagará su sed espiritual. A lo largo de la conversación, la
mujer hace varias declaraciones polémicas. Sin embargo, Jesús evita con delicadeza entrar en
discusiones y, sin desviarse del tema, se centra en los asuntos espirituales, a saber, la adoración
pura y Jehová Dios. Sus palabras tienen gran repercusión, pues cuando la samaritana les cuenta
a los hombres del pueblo lo que él le ha dicho, ellos también quieren oír a Jesús (Juan 4:3-42).
4
¿Cómo reaccionan los apóstoles cuando llegan y ven el asombroso testimonio que Jesús
está dando? No muestran el menor entusiasmo. Les sorprende encontrar a Jesús hablando con
aquella mujer, y al parecer no cruzan ni una palabra con ella. Una vez que esta se marcha, le
ruegan a Jesús que coma de lo que han traído. “Yo tengo alimento para comer del cual ustedes
no saben”, responde él. Extrañados, al principio toman sus palabras al pie de la letra, pero él les
explica: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra” (Juan 4:32, 34).
De este modo, Jesús les enseña que la obra que debe realizar en su vida es mucho más
importante que el alimento físico, y quiere contagiarles ese sentimiento. Ahora bien, ¿cuál es esta
obra?
5
En cierta ocasión, Jesús dijo: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios,
porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43). Así es, Jesús fue enviado a predicar y enseñar las
buenas nuevas del Reino de Dios. Hoy sus discípulos hemos recibido el mismo encargo. Por eso
es tan importante que examinemos las razones por las que él predicó, el mensaje que declaró y la
actitud con que cumplió su comisión.
¿Por qué predicó Jesús?
6
Empezaremos por examinar lo que Jesús sentía por las verdades que enseñaba, para pasar
luego a la actitud que mostraba hacia la gente a quien instruía. Mediante un gráfico ejemplo,
Jesús reveló cuánto valoraba la oportunidad de dar a conocer las verdades que había aprendido
de su Padre. Dijo: “Todo instructor público, cuando ha sido enseñado respecto al reino de los
cielos, es semejante a un hombre, un amo de casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas”
(Mateo 13:52). ¿Por qué saca cosas de su tesoro este dueño de casa?
7
No es simplemente para presumir de sus posesiones, como hizo el antiguo rey Ezequías,
una acción que a la larga le salió muy cara (2 Reyes 20:13-20). Entonces, ¿cuál es el motivo?
Pues bien, pongamos un ejemplo. Suponga que usted va a visitar a un profesor suyo a quien
aprecia mucho, y este le muestra dos cartas que guarda en su escritorio. Una está amarillenta por
el paso de los años, y la otra es más reciente. Son cartas de su padre. La primera la recibió hace
décadas, cuando no era más que un niño, mientras que la segunda le llegó hace poco. Los ojos le
brillan de felicidad al hablar del gran cariño que les tiene, de cómo sus consejos le han cambiado
la vida y de cómo pueden serle útiles a usted también. Está claro que estas cartas significan
mucho para su profesor y ocupan un lugar especial en su corazón (Lucas 6:45). Si se las ha
mostrado, no es por vanidad ni para obtener algún provecho económico, sino para que usted se
beneficie de ellas y pueda comprender el valor que tienen.
8
El Gran Maestro, Jesús, enseñaba a la gente las verdades de Dios por motivos semejantes.
Estas eran para él un tesoro inestimable: las amaba, ansiaba mostrarlas a otros y quería que todo
discípulo suyo —“todo instructor público”— sintiera lo mismo que él. ¿Es eso lo que usted siente?
Hay buenas razones para amar todas y cada una de las verdades que aprendemos de la Palabra
de Dios. Para nosotros, las gemas de la verdad son inmensamente valiosas, ya sean enseñanzas
que aprendimos hace mucho tiempo o algunas explicaciones más recientes. Como Jesús,
transmitiremos ese amor si hablamos con entusiasmo de las cosas que Jehová nos ha enseñado
y si no perdemos el aprecio que sentimos por ellas.
9
Jesús también amaba a aquellos a quienes instruía, como veremos con más detalle en la
sección 3. Las Escrituras habían predicho que el Mesías “le [tendría] lástima al de condición
humilde y al pobre” (Salmo 72:13). Jesús se interesaba de verdad por la gente. Se preocupó por
conocer las ideas y las actitudes que los movían a actuar, y por entender las cargas que los
oprimían y los obstáculos que les impedían captar la verdad (Mateo 11:28; 16:13; 23:13, 15).
Recordemos el caso de la samaritana. Sin duda, a ella debió de causarle una impresión muy
honda el interés que él le mostró. Al ver la capacidad que Jesús tenía para comprender aspectos
de su vida personal, no pudo menos que reconocerlo como profeta, y se puso a hablar a otros
acerca de él (Juan 4:16-19, 39). Nosotros, por supuesto, somos incapaces de leer el corazón de
aquellos a quienes predicamos; pero, como Jesús, sí podemos interesarnos por ellos,
demostrarles que nos importan y adaptar lo que decimos a sus intereses, problemas y
necesidades.
Pág. 42 *** cf cap. 8 págs. 84-86 “Para esto fui enviado” ***
¿Qué actitud tuvo hacia su ministerio?
16
Jesús consideraba su ministerio un preciado tesoro. Le daba un inmenso placer enseñar a la
gente a ver a su Padre celestial tal como es en realidad, sin el velo de confusas doctrinas y
tradiciones humanas. Se complacía en ayudarles a tener una buena relación con Jehová y a
aferrarse a la esperanza de la vida eterna. Disfrutaba llevándoles el consuelo y el gozo de las
buenas nuevas. ¿Cómo manifestó él esos sentimientos? Veamos tres maneras.
17
En primer lugar, Jesús hizo del ministerio el centro de su vida. Hablar del Reino era su
verdadera vocación, la obra de su vida, su mayor interés. Por eso, como se explicó en el capítulo
5, decidió con sabiduría llevar una vida sencilla. Aplicando él mismo lo que enseñaba, mantuvo la
vista fija en lo más importante y no se distrajo acumulando bienes que tendría que pagar y luego
mantener, reparar o reemplazar. Vivió con sencillez para que nada lo apartara innecesariamente
de su ministerio (Mateo 6:22; 8:20).
18
En segundo lugar, Jesús dio lo mejor de sí en su ministerio. Dedicó a él todas sus energías
y recorrió a pie literalmente centenares de kilómetros por toda Palestina buscando a todo el que
escuchara las buenas nuevas. Les hablaba a las personas en sus hogares, en las plazas
públicas, en los mercados y al aire libre. Les hablaba aunque estuviera cansado, con hambre o
con sed, o aunque necesitara un momento de tranquilidad en compañía de sus amigos íntimos.
Ni siquiera en los últimos instantes de su vida dejó de hablar de las buenas nuevas del Reino de
Dios (Lucas 23:39-43).
19
En tercer lugar, Jesús estaba siempre consciente de la urgencia de efectuar su ministerio.
Recordemos la conversación que sostuvo con la samaritana en el pozo cerca de Sicar. Es obvio
que los apóstoles no vieron que en aquella situación fuera urgente predicar las buenas nuevas.
“¿No dicen ustedes que todavía hay cuatro meses antes que venga la siega? —les preguntó
Jesús—. ¡Miren! Les digo: Alcen los ojos y miren los campos, que están blancos para la siega.”
(Juan 4:35.)
20
Jesús tomó esta imagen de la época del año en que estaban. Era, por lo visto, el mes de
kislev (noviembre-diciembre), y todavía faltaban cuatro meses para la siega de la cebada, que
tiene lugar alrededor de la Pascua (celebrada el 14 de nisán). No había razón para que los
agricultores se apresuraran, pues aún quedaba mucho tiempo. Pero ¿podía decirse lo mismo de
la “siega” de discípulos? ¡Claro que no! Había muchas personas que estaban listas para
escuchar, para aprender, para seguir a Cristo y obtener la maravillosa esperanza que Jehová les
ofrecía. Era como si Jesús pudiera alzar la mirada sobre aquellos campos simbólicos y ver que
estaban blancos de mies madura que se mecía suavemente con la brisa, lo que señalaba que
estaba lista para ser cosechada. Había llegado la hora, y era urgente realizar el trabajo. Por eso,
cuando los habitantes de una ciudad trataron de retenerlo, él les contestó: “También a otras
ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado”
(Lucas 4:43).
21
Es posible imitar a Jesús de las tres formas antes mencionadas. Primero, haciendo del
ministerio cristiano el centro de nuestra vida. Aun si tenemos familia, un trabajo y otras
obligaciones, podemos demostrar que damos prioridad al ministerio participando en él con
entusiasmo y regularidad, como lo hizo Jesús (Mateo 6:33; 1 Timoteo 5:8). Segundo, dando lo
mejor de nosotros en el ministerio y empleando generosamente nuestro tiempo, energías y
recursos para apoyarlo (Lucas 13:24). Y tercero, recordando siempre la urgencia de nuestra obra
(2 Timoteo 4:2). Aprovechemos, pues, toda oportunidad que se nos presente para predicar.
22
Jesús también mostró que entendía la importancia de la obra al asegurarse de que esta
continuara tras su muerte; por eso mandó a sus discípulos que siguieran predicando y
enseñando. De esta comisión tratará el capítulo siguiente.
*** w13 15/5 pág. 9 párr. 4 ¿Es usted un cristiano “celoso de obras excelentes”? ***
4
Piense también en Jesús y en su ejemplo perfecto de celo y perseverancia en el ministerio.
Pese a la cruel oposición, su celo se mantuvo intacto hasta el doloroso final de su vida en la
Tierra (Juan 18:36, 37). De hecho, al acercarse ese momento, redobló sus esfuerzos por ayudar a
la gente a conocer a Jehová
*** w07 15/11 págs. 15-17 ¿Somos una fuente de alivio? ***
Pág. 43 *** w08 15/7 pág. 8 Cómo superar los desafíos de la predicación de casa en casa ***
Cobremos valor
4
De seguro todos reconocemos que el éxito de la obra mundial de predicación no se debe a la
sabiduría o al poder de los hombres, sino al espíritu de Dios (Zac. 4:6). Pues bien, lo mismo se
puede decir del ministerio de cada uno de nosotros (2 Cor. 4:7). Pensemos en el caso del apóstol
Pablo. Él escribió lo siguiente sobre una ocasión en la que él y otro misionero fueron maltratados
por opositores: “Después de primero haber sufrido y de haber sido tratados insolentemente [...] en
Filipos, cobramos denuedo por medio de nuestro Dios para hablarles las buenas nuevas de Dios
con mucho luchar” (1 Tes. 2:2; Hech. 16:22-24). Parece increíble que hubiera ocasiones en que a
un evangelizador tan celoso como Pablo le costara trabajo hablar de las buenas nuevas, pero es
cierto. Al igual que nosotros, Pablo necesitaba el apoyo de Jehová para predicar con valor (léase
Efesios 6:18-20). ¿Cómo podemos imitar su ejemplo?
5
Algo que nos ayudará a cobrar valor es la oración. Una precursora dijo al respecto: “Oro para
poder hablar con confianza, oro para poder llegar al corazón de la gente, oro para poder disfrutar
de mi servicio. Después de todo, esta es la obra de Jehová, no la nuestra. De modo que
no podemos hacer nada sin su apoyo” (1 Tes. 5:17). Todos necesitamos pedirle continuamente a
Dios que su espíritu nos ayude a predicar con valor (Luc. 11:9-13).
Pág. 46 *** km 2/09 pág. 2 Hagamos “todas las cosas por causa de las buenas nuevas” ***
1
Por el interés en el bien eterno de su semejante, Pablo consideraba una obligación moral
declararle las buenas nuevas (1 Cor. 9:16, 19, 23). Ese mismo interés es lo que nos impulsa a
siempre hacer mayores esfuerzos por llevarle las buenas nuevas a la gente.
2
El mejor horario y el mejor lugar. Un buen pescador no arroja el hilo o la red en el sitio que
le resulta más cómodo, sino donde piensa que hay más posibilidades de encontrar peces. Así
nosotros, como “pescadores de hombres” que somos, tal vez tengamos que hacer cambios
personales para encontrar a las personas del territorio y aumentar nuestras oportunidades de
recoger “peces de todo género” (Mat. 4:19; 13:47). Por ejemplo, ¿podríamos aprovechar las
últimas horas de la tarde o las primeras horas de la mañana para predicar en las calles? Pablo
nos puso el ejemplo de aprovechar toda oportunidad apropiada, pues su objetivo era “dar
testimonio cabal de las buenas nuevas” (Hech. 17:17; 20:20, 24).
3
Adaptar la presentación a las necesidades de la gente. Los pescadores a menudo
adaptan sus métodos de pesca dependiendo del tipo de peces que busquen. Y nosotros, ¿cómo
pudiéramos hacer atractiva nuestra presentación a la gente del territorio a quien tenemos el
privilegio de predicar? Primero, introduciendo con prudencia un tema de interés general, y luego,
escuchando con atención los comentarios que hagan (Sant. 1:19). Para lograr que la persona se
exprese, se le puede hacer una pregunta de punto de vista (Pro. 20:5). Entonces podremos
adaptar nuestra presentación a algo que le interese específicamente a la persona. Pablo se hizo
“toda cosa a gente de toda clase” (1 Cor. 9:22). Es decir, fue adaptable, una cualidad esencial
para llegar al corazón de la gente.
4
¡Qué alegría da proclamar “buenas nuevas de algo mejor”! (Isa. 52:7.) Y puesto que
queremos llegar a la mayor cantidad de personas posible, hagamos “todas las cosas por causa
de las buenas nuevas” (1 Cor. 9:23).
Pág. 47 *** w03 1/11 págs. 8-13 Mujeres que regocijaron el corazón de Jehová ***
EL TEMOR a Dios impulsó a dos mujeres a desobedecer a un faraón. La fe hizo que una
prostituta arriesgara su vida para proteger a dos espías israelitas. La sensatez y la humildad de
una mujer en una situación crítica salvaron muchas vidas e impidieron que el ungido de Jehová
incurriera en culpa de sangre. La fe en Jehová Dios, aunada a la hospitalidad, motivó a una
madre viuda a dar al profeta de Dios la última comida que le quedaba. Estos son solo algunos de
los numerosos ejemplos bíblicos de mujeres que regocijaron el corazón de Jehová.
2
La forma en que Jehová consideró a estas mujeres y las bendiciones que les otorgó
demuestran que lo que más le agrada de una persona, sin importar si es hombre o mujer, son sus
cualidades espirituales. En el mundo de hoy, obsesionado con lo material, dar prioridad a la
espiritualidad no es nada fácil. Pero tampoco es algo imposible, como demuestran millones de
mujeres temerosas de Dios que constituyen gran parte del pueblo de Dios en la actualidad.
Dichas cristianas imitan la fe, discreción, hospitalidad y demás virtudes que caracterizaron a las
mujeres temerosas de Dios mencionadas en la Biblia. Por supuesto, los varones cristianos
también deben imitar las cualidades de aquellas mujeres ejemplares de tiempos antiguos. Para
ver cómo hacerlo más plenamente, examinemos con detalle los relatos bíblicos de las mujeres a
las que se aludió al comienzo (Romanos 15:4; Santiago 4:8).
Desobedecieron al Faraón
3
En los juicios de Nuremberg que tuvieron lugar en Alemania al término de la segunda guerra
mundial, muchos acusados de genocidio trataron de excusar sus crímenes aduciendo que
simplemente habían obedecido órdenes. Pues bien, comparemos a estas personas con dos
parteras israelitas, Sifrá y Puá, que vivieron en el antiguo Egipto durante el reinado de un faraón
tiránico a quien no se identifica. Temiendo que la población hebrea creciera, el Faraón ordenó a
las parteras que dieran muerte a todo varón hebreo recién nacido. ¿Qué hicieron ellas ante una
orden tan horrible? “No hacían como les había hablado el rey de Egipto, sino que conservaban
vivos a los varoncitos.” ¿Por qué no sucumbieron estas mujeres al temor al hombre? Porque
“temían al Dios verdadero” (Éxodo 1:15, 17; Génesis 9:6).
4
Así es, aquellas parteras se refugiaron en Jehová, y él fue un “escudo” para ellas,
protegiéndolas de la ira del Faraón (2 Samuel 22:31; Éxodo 1:18-20). Pero Jehová no solo las
bendijo de esta forma. También recompensó a Sifrá y Puá concediéndoles tener su propia familia,
e incluso las honró haciendo que sus nombres y hechos quedaran recogidos en su Palabra
inspirada para generaciones futuras, mientras que el nombre de aquel Faraón se ha perdido en
las arenas del tiempo (Éxodo 1:21; 1 Samuel 2:30b; Proverbios 10:7).
5
¿Hay en la actualidad mujeres como Sifrá y Puá? Desde luego que sí. Año tras año, miles de
mujeres predican sin temor el mensaje bíblico de salvación en países donde lo prohíbe “la orden
del rey”, arriesgando así su libertad e incluso su misma vida (Hebreos 11:23; Hechos 5:28, 29).
Motivadas por el amor a Dios y al prójimo, estas valientes mujeres no permiten que nadie les
impida llevar las buenas nuevas del Reino de Dios, por lo que muchas de ellas afrontan oposición
y persecución (Marcos 12:30, 31; 13:9-13). Al igual que en el caso de Sifrá y Puá, Jehová está
muy al tanto de los hechos de estas intrépidas y excelentes mujeres, y les demostrará su amor
conservando sus nombres en “el libro de la vida” si aguantan fielmente hasta el fin (Filipenses 4:3;
Mateo 24:13).
Una ex prostituta alegra el corazón de Jehová
6
En el año 1473 a.E.C. vivía en la ciudad cananea de Jericó una prostituta llamada Rahab.
Por lo visto, era una mujer bien informada. Cuando dos espías israelitas fueron a ocultarse en su
casa, ella les relató detalles específicos del éxodo milagroso de Israel de Egipto, aunque había
tenido lugar cuarenta años antes. También estaba al tanto de las recientes victorias de Israel
sobre los reyes amorreos Sehón y Og. Llama la atención el efecto que tuvo en ella conocer
aquellos sucesos. Dijo a los espías: “Yo de veras sé que Jehová ciertamente les dará el país, [...]
porque Jehová su Dios es Dios en los cielos arriba y en la tierra abajo” (Josué 2:1, 9-11). Así es,
lo que Rahab aprendió de Jehová y de sus hechos por Israel hizo que su corazón respondiera
favorablemente y que pusiera fe en él (Romanos 10:10).
7
La fe de Rahab la impulsó a actuar. Recibió “de manera pacífica” a los espías israelitas y
obedeció sus instrucciones para salvarse cuando Israel atacó Jericó (Hebreos 11:31; Josué 2:18-
21). No hay duda de que las obras de fe de Rahab alegraron el corazón de Jehová, pues Él
inspiró al discípulo cristiano Santiago a poner su nombre junto al de Abrahán, el amigo de Dios,
como ejemplo para los cristianos. Santiago escribió: “De la misma manera, también, Rahab la
ramera, ¿no fue declarada justa por obras, después que hubo recibido hospitalariamente a los
mensajeros y los hubo enviado por otro camino?” (Santiago 2:25).
8
Jehová recompensó a Rahab de varias maneras. Por un lado, les salvó milagrosamente la
vida tanto a ella como a los que se refugiaron en su casa, a saber, “la casa de su padre y [...]
todos los que le pertenecían”. Después permitió que moraran “en medio de Israel”, donde se les
trató como naturales del país (Josué 2:13; 6:22-25; Levítico 19:33, 34). Pero eso no es todo.
Jehová también concedió a Rahab el honor de ser antepasada de Jesucristo. ¡Qué impresionante
demostración de bondad amorosa a una mujer de origen cananeo que había dado culto a ídolos!
(Salmo 130:3, 4.)
9
Desde el siglo primero hasta nuestros días ha habido cristianas que, al igual que Rahab, han
dejado una vida inmoral a fin de agradar a Dios (1 Corintios 6:9-11). Algunas se han criado en
ambientes comparables al de la antigua tierra de Canaán, donde predominaba la inmoralidad y
hasta se consideraba normal. Sin embargo, cambiaron de vida impulsadas por una fe basada en
el conocimiento exacto de las Escrituras (Romanos 10:17). Por lo tanto, de tales mujeres pudiera
decirse también que “Dios no se avergüenza de ell[a]s, de ser invocado como su Dios” (Hebreos
11:16). ¡Qué gran honor!
Bendecida por su sensatez
10
Muchas mujeres fieles de la antigüedad fueron ejemplos excepcionales de sensatez, lo que
les confirió un gran valor ante el pueblo de Jehová. Un caso es el de Abigail, la esposa de un
acaudalado terrateniente israelita llamado Nabal. La sensatez de esta mujer salvó muchas vidas y
evitó que David, el futuro rey de Israel, se hiciera culpable de derramamiento de sangre. Podemos
leer acerca de Abigail en el capítulo 25 de 1 Samuel.
11
El relato comienza con David y sus hombres acampados cerca de los rebaños de Nabal, a
los que protegen día y noche en un acto de bondad para con su hermano israelita, sin cobrarle
nada. Pero las provisiones comienzan a escasear, de modo que David envía a diez jóvenes para
que pidan alimento a Nabal, lo que le ofrece a este la oportunidad de demostrar su
agradecimiento a David y de honrarlo como el ungido de Jehová. Pero Nabal hace lo contrario.
En un arrebato de furia, insulta a David y despide a los jóvenes con las manos vacías. Cuando
este suceso llega a oídos de David, reúne a 400 hombres armados y sale a buscar venganza.
Abigail se entera de la áspera reacción de su esposo y actúa con rapidez y prudencia para
apaciguar a David enviándole un generoso cargamento de provisiones. Luego sale
personalmente a su encuentro (versículos 2-20).
12
Cuando Abigail se encuentra con David, su humilde súplica por misericordia revela el
profundo respeto que siente por el ungido de Jehová. Dice: “Jehová sin falta le hará a mi señor
una casa duradera, porque las guerras de Jehová son lo que mi señor está peleando”, y expresa
su convicción de que Jehová comisionará a David para que sea caudillo de Israel (versículos 28-
30). Al mismo tiempo, Abigail hace acopio de mucho valor al decirle a David que si no controla su
sed de venganza, terminará haciéndose culpable de sangre (versículos 26, 31). La humildad, el
profundo respeto y la lucidez de Abigail hacen que David recobre el juicio y responda: “¡Bendito
sea Jehová el Dios de Israel, que te ha enviado este día a mi encuentro! Y bendita sea tu
sensatez, y bendita seas tú que me has restringido este día de entrar en culpa de sangre”
(versículos 32, 33).
13
Al regresar a casa, Abigail decide con valentía notificar a su esposo del regalo que le ha
hecho a David. No obstante, lo encuentra “borracho a más no poder”, así que espera a que esté
sobrio para contárselo. ¿Cómo reacciona Nabal? Se queda completamente anonadado y le
sobreviene lo que pudiera ser una forma de parálisis. Diez días después Dios le da muerte.
Cuando David se entera, le propone matrimonio a Abigail, a quien sin duda admira y respeta
profundamente, y ella acepta (versículos 34-42).
¿Podemos ser como Abigail?
14
¿Observamos virtudes en Abigail que, seamos hombres o mujeres, desearíamos cultivar a
mayor grado? Tal vez queramos actuar con más prudencia y sensatez ante los problemas, o
hablar de manera calmada y razonable cuando se exaltan las emociones de quienes nos rodean.
Si así es, expongámoslo a Jehová en oración. Él promete dar sabiduría, discernimiento y
capacidad de pensar a todos los que siguen “pidiendo con fe” (Santiago 1:5, 6; Proverbios 2:1-6,
10, 11).
15
Estas magníficas cualidades son especialmente importantes en el caso de las mujeres
cuyos esposos no creyentes prestan poca o ninguna atención a los principios bíblicos. Quizás
algunos beban demasiado. Pero puede ser que cambien, como ha sucedido en muchos casos, al
ver la apacibilidad, el profundo respeto y la conducta casta de sus esposas (1 Pedro 3:1, 2, 4).
16
Sin importar los problemas que una cristiana tenga que soportar en su hogar, conviene
recordar que Jehová siempre está dispuesto a prestarle ayuda (1 Pedro 3:12). Por esa razón, es
imperioso fortalecerse espiritualmente, orar pidiendo sabiduría y un corazón calmado.
Es necesario acercarse a Jehová mediante el estudio regular de la Biblia, la oración, la
meditación y la compañía de los hermanos en la fe. El amor de Abigail a Dios y el modo de ver a
su siervo ungido no se vieron afectados por la óptica carnal de su esposo; ella se guió por los
principios justos. Aun en un hogar donde el esposo es un siervo de Dios ejemplar, la cristiana
debe esforzarse por fortalecer y conservar su propia espiritualidad. Es cierto que las Escrituras
imponen al esposo la obligación de cuidar de su esposa espiritual y físicamente, pero en definitiva
es ella quien debe obrar “su propia salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12; 1 Timoteo
5:8).
Recibió “galardón de profeta”
17
La forma en que Jehová cuidó de una viuda pobre en tiempos del profeta Elías evidencia
que él aprecia profundamente a quienes dan de sí mismos y de sus recursos para apoyar la
adoración verdadera. A consecuencia de una larga sequía en tiempos de Elías, el hambre
comenzó a afectar a muchas personas, entre las que se contaban una viuda y su joven hijo que
vivían en Sarepta. Justo cuando solo les quedaba alimento para una comida más, les llegó un
visitante: el profeta Elías. Este hizo una petición algo extraña. Aunque era consciente de la
situación de la mujer, le pidió “una pequeña torta redonda”, para lo cual ella tendría que usar todo
el aceite y la harina que le quedaban. Pero el profeta añadió: “Porque esto es lo que ha dicho
Jehová el Dios de Israel: ‘El jarro grande de harina mismo no se agotará, y el jarro pequeño de
aceite mismo no fallará hasta el día en que Jehová dé un aguacero sobre la superficie del suelo’”
(1 Reyes 17:8-14).
18
¿Cómo habríamos respondido a aquella extraordinaria petición? La viuda de Sarepta,
reconociendo por lo visto que Elías era el profeta de Jehová, “hizo conforme a la palabra de
Elías”. ¿De qué manera respondió Jehová a su hospitalaria acción? Proporcionando
milagrosamente alimento para ella, su hijo y Elías durante la sequía (1 Reyes 17:15, 16). Así es,
Jehová otorgó a aquella mujer un “galardón de profeta”, aunque no era israelita (Mateo 10:41).
El Hijo de Dios también honró a esta viuda cuando la puso como ejemplo para la gente sin fe de
Nazaret, la ciudad donde él se crió (Lucas 4:24-26).
19
Hoy día, infinidad de cristianas manifiestan el mismo espíritu que la viuda de Sarepta. Por
ejemplo, todas las semanas, mujeres altruistas, muchas de las cuales son pobres y tienen
familias que atender, reciben con hospitalidad a los superintendentes viajantes y a sus esposas.
Otras invitan a comer a los ministros de tiempo completo de su localidad, ayudan a los
necesitados o dan de sí mismas o de lo que tienen en otros ámbitos a fin de apoyar la obra del
Reino (Lucas 21:4). ¿Se fija Jehová en tales sacrificios? Por supuesto que sí. “Dios no es injusto
para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, por el hecho de que
han servido a los santos y continúan sirviendo.” (Hebreos 6:10.)
20
En el siglo primero, un buen número de mujeres temerosas de Dios tuvieron el privilegio de
servir a Jesús y a los apóstoles. El próximo artículo explica cómo regocijaron el corazón de
Jehová y analiza el ejemplo de mujeres del presente que sirven a Jehová de todo corazón,
incluso en circunstancias difíciles.
Pág. 48 *** w95 15/7 págs. 10-11 El digno papel de la mujer entre los primeros siervos de
Dios ***
“Una ayudante” y un “complemento”
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Después de haber vivido Adán sin compañía en el jardín de Edén durante algún tiempo,
Jehová observó: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él”. (Génesis 2:18.) Aunque Adán era un hombre perfecto, faltaba algo para que
se cumpliera el propósito del Creador. A fin de satisfacer esa necesidad, Jehová creó a la mujer y
unió al primer matrimonio. (Génesis 2:21-24.)
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¿Acaso indican las palabras “ayudante” y “complemento” que el papel que Dios asignó a la
mujer era degradante? Todo lo contrario. Los escritores de la Biblia muchas veces aplican a Dios
el sustantivo hebreo ‛é·zer, que se traduce “ayudante”. Por ejemplo, Jehová es “nuestro ayudador
y nuestro escudo”. (Salmo 33:20; Éxodo 18:4; Deuteronomio 33:7.) En Oseas 13:9, Jehová
incluso se refiere a sí mismo como el “ayudante” de Israel. En cuanto a la palabra hebrea
né·ghedh, que se traduce “complemento”, un especialista en textos bíblicos explica: “La ayuda
referida no se limita a secundar al hombre en su trabajo diario o en la procreación de hijos [...],
sino que es el apoyo mutuo que proporciona el compañerismo”.
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De modo que Jehová no degrada en absoluto a la mujer al llamarla “una ayudante” y un
“complemento”. La mujer tenía su propia constitución mental, emocional y física. Era un
complemento correspondiente y satisfactorio para el hombre. Cada uno era diferente; sin
embargo, ambos eran necesarios para ‘llenar la Tierra’ en armonía con el propósito del Creador.
Debió ser después de la creación del hombre y la mujer cuando “vio Dios todo lo que había hecho
y, ¡mire!, era muy bueno”. (Génesis 1:28, 31.)
*** g94 8/10 págs. 19-21 ¿Es un insulto para la mujer llamarla el “vaso más débil”? ***
El punto de vista bíblico
¿Es un insulto para la mujer llamarla el “vaso más débil”?
¿DENIGRA a la mujer la expresión bíblica “vaso más débil”? Estas palabras aparecen en
1 Pedro 3:7, que dice: “Ustedes, esposos, continúen morando con ellas de igual manera, de
acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino, puesto
que ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, a fin de que sus
oraciones no sean estorbadas”.
Cuando Pedro escribió a sus compañeros cristianos, las mujeres tenían muy pocos derechos
tanto en el mundo pagano como en la comunidad judía apóstata. ¿Suscribían Pedro y los
cristianos primitivos la opinión de la mayoría con respecto a la mujer?
¿Vasos inferiores?
¿Cómo entenderían los lectores del siglo primero la expresión “vaso más débil”? El vocablo
griego traducido vaso (skéu·os) se utiliza varias veces en las Escrituras Griegas para designar
diversos recipientes, herramientas y utensilios. Al llamar a la mujer un “vaso más débil”, Pedro
no la estaba rebajando, pues sus palabras implican que el esposo también es un vaso débil o
frágil. Otros pasajes bíblicos aluden a ambos sexos con metáforas parecidas, como “vasos de
barro” (2 Corintios 4:7) y “vasos de misericordia” (Romanos 9:23). Es cierto que el apóstol se
refiere al sexo femenino como el “más débil”, pero Romanos 5:6 aplica el término ‘débil’ a todos
los seres humanos, hombres y mujeres por igual. Así pues, los primeros cristianos
no considerarían peyorativa la expresión “vaso más débil”.
Entenderían, más bien, que dichas palabras elevaban la condición social de la mujer. En los
días de Pedro apenas se respetaba a las mujeres. Tal como había predicho Dios mucho tiempo
antes, los esposos por lo general dominaban a sus esposas y abusaban de ellas física, sexual y
emocionalmente. (Génesis 3:16.) De manera que el consejo de Pedro a los maridos cristianos en
realidad daba a entender que no abusaran del poder que la sociedad mundana había otorgado a
los hombres.
Examinemos con más detalle la expresión “más débil”. Pedro no se refería en este versículo
en particular a las características emocionales, sino a la constitución física. Los hombres son
vasos débiles, y las mujeres son, en comparación, vasos más débiles. ¿En qué sentido? Por su
estructura ósea y muscular, el hombre normalmente está dotado de más fuerza física que la
mujer. Sin embargo, no hay ninguna indicación de que Pedro estuviera comparando la fuerza
moral, espiritual o mental de ambos. En lo tocante a las reacciones emocionales, lo más acertado
es decir que la mujer es diferente del hombre, no necesariamente más débil ni más fuerte. La
Biblia habla de la fortaleza de carácter, el aguante y la perspicacia de mujeres que siguieron los
caminos de Dios, como Sara, Débora, Rut y Ester, entre otras. A los hombres humildes no les
supone ninguna dificultad reconocer que las mujeres pueden ser más inteligentes que ellos.
Pese a todo, algunos creen que el comparativo “más débil” implica que las mujeres son seres
de rango inferior. Pero imagínese, por ejemplo, que una persona tiene dos recipientes útiles, uno
de los cuales es más fuerte que el otro. ¿Valorará menos el segundo por no ser tan resistente
como el primero? La realidad es que normalmente se trata con más cuidado y delicadeza el más
frágil. Por lo tanto, ¿es menos valiosa la mujer por no poseer la misma fuerza física que el
hombre? Es obvio que no. Con la expresión “vaso más débil”, Pedro no pretende que se
menosprecie a la mujer, sino que se la respete.
“De igual manera [...] de acuerdo con conocimiento”
El apóstol exhortó a los esposos a ‘continuar morando con sus esposas de igual manera, de
acuerdo con conocimiento’. ¿“De igual manera” que quién? En versículos anteriores habla del
cariño con que Cristo cuida de sus discípulos, y manda a los esposos tratar a sus esposas “de
igual manera”. (1 Pedro 2:21-25; 3:7.) Cristo siempre antepuso los intereses de sus discípulos a
sus deseos personales. Se preocupó por su bienestar espiritual y físico, y tuvo en cuenta sus
limitaciones. Los esposos deben imitar el ejemplo de amor de Cristo comportándose con sus
esposas “de igual manera”.
Un matrimonio no funciona bien por simple casualidad. Ambos cónyuges han de saber cómo
contribuir al éxito de su unión. Por eso Pedro aconseja a los esposos que continúen morando con
sus esposas “de acuerdo con conocimiento”. Deben aprender cómo trataron a las mujeres Jehová
y su Hijo, Jesucristo. Tienen que saber cómo quiere Dios que ellos se porten con sus esposas.
Los esposos también han de conocer bien los sentimientos, las fuerzas, las limitaciones y los
gustos de sus esposas. Necesitan saber cómo respetar su inteligencia, experiencia y dignidad. La
Biblia dice: “Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la
congregación y se entregó por ella. [...] De esta manera los esposos deben estar amando a sus
esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama, porque nadie
jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia”. (Efesios 5:25, 28, 29.)
Asignarles honra
Cuando Pedro llamó a las mujeres el “vaso más débil”, también indicó que los esposos deben
‘asignarles honra’. Este último término traduce el sustantivo griego ti·mé, que transmite la idea de
honra, estima, valía, preciosidad. Dicho de otro modo, al asignarles honra, no se les está
haciendo un favor, sino que se les otorga el reconocimiento que merecen. Pablo dio a todos los
cristianos, hombres y mujeres, las siguientes instrucciones: “En amor fraternal ténganse tierno
cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”. (Romanos
12:10.)
Jehová Dios no considera a las mujeres meros objetos de valor. La legislación que Dios dio a
Israel se aplicaba por igual a los hombres y a las mujeres culpables de adulterio, incesto,
bestialidad y otros delitos. (Levítico 18:6-17, 23, 29; 20:10-12.) Las mujeres podían beneficiarse
de los sábados, las normas que regían el nazareato, las fiestas y muchas otras provisiones de la
Ley. (Éxodo 20:10; Números 6:2; Deuteronomio 12:18; 16:11, 14.) Los hijos tenían el deber de
honrar y de obedecer a la madre lo mismo que al padre. (Levítico 19:3; 20:9; Deuteronomio 5:16;
27:16; Proverbios 1:8.)
Los versículos 10 a 31 del capítulo 31 de Proverbios honran a la “esposa capaz” por atender
sus numerosas obligaciones con fidelidad, laboriosidad y buen juicio. Se le da el debido
reconocimiento por su administración de los bienes familiares y su participación en otros asuntos
económicos. ¡Qué diferente de la actitud de algunos hombres, que ven a las mujeres como
simples objetos decorativos! Posteriormente, en la congregación cristiana primitiva, se facultó a
las mujeres mediante espíritu santo para ser testigos de Cristo. (Hechos 1:14, 15; 2:3, 4;
compárese con Joel 2:28, 29.) En consecuencia, algunas mujeres están llamadas a ser jueces
celestiales de hombres, mujeres e incluso ángeles. (1 Corintios 6:2, 3.) Si bien es verdad que las
cristianas no podían enseñar en las reuniones de congregación, había situaciones en las que
podían orar o profetizar. Se las designaba maestras de las jóvenes, los niños y las personas
ajenas a la congregación. (Mateo 24:14; 1 Corintios 11:3-6; Tito 2:3-5; compárese con Salmo
68:11.)
Otro buen indicativo de lo que Pedro quiso decir al ordenar que se asignara honra a la mujer
se encuentra en 2 Pedro 1:17. Allí leemos que Jehová honró a Jesús al aprobarlo ante otros en
estos términos: “Este es mi hijo, mi amado”. De igual modo, el esposo debe mostrar que asigna
honra a su esposa mediante sus hechos, tanto en público como en privado.
Herederas de la vida
A lo largo de la historia, los hombres generalmente han tributado poca honra y respeto a la
mujer; la han considerado una esclava o un instrumento para su gratificación personal. El
concepto cristiano de asignar honra a la mujer la sitúa en un nivel más elevado de respetabilidad.
El libro Barnes’ Notes on the New Testament señala que el consejo de Pedro “contiene una
verdad fundamental referente al sexo femenino. En todo sistema religioso, exceptuando el
cristiano, se ha juzgado a la mujer inferior al hombre en todos los sentidos. El cristianismo enseña
que [...] ella tiene derecho a la totalidad de las esperanzas y promesas que ofrece la religión. [...]
Esta verdad por sí sola sacaría al sexo femenino de la condición denigrada en que se halla a nivel
mundial y acabaría de inmediato con la mitad de los males sociales de la humanidad”.
En vista de que Cristo es el dueño tanto de los hombres como de las mujeres, los esposos
deben cuidar a sus esposas recordando que ellas son propiedad de Cristo. Inmediatamente
después de referirse a la mujer como el “vaso más débil”, Pedro añadió: “Puesto que ustedes
también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, a fin de que sus oraciones
no sean estorbadas”. (1 Pedro 3:7b.) El apóstol indicó que el hombre que maltratara a su esposa
dañaría su relación con Dios, pues dejaría sin efecto sus oraciones.
La expresión “vaso más débil” no pretende en modo alguno insultar a las mujeres. Aunque
Jehová determinó que el esposo sería el cabeza de la casa, no autoriza a este a maltratar a la
mujer. Por el contrario, le manda que, conociéndola, la cuide y le dé honra.
La Biblia exige a los hombres, casados o solteros, que asignen honra a las mujeres y no las
traten como a seres inferiores. Los hombres y las mujeres que adoran a Dios con sinceridad y se
tratan con dignidad recibirán abundantes bendiciones de la mano de Dios. (Compárese con
1 Corintios 7:16.)
Pág. 49 *** w12 1/9 pág. 9 Dios respeta y valora a la mujer ***
[Recuadro de la página 9]
¿Prohibió el apóstol Pablo que hablaran las mujeres?
El apóstol Pablo recomendó que “las mujeres guard[aran] silencio en las congregaciones”
(1 Corintios 14:34). ¿Qué quiso decir? ¿Consideraba él que no tenían la inteligencia necesaria
para enseñar? No pudo ser eso, pues a menudo alabó su labor de evangelización (2 Timoteo 1:5;
Tito 2:3-5). En una de sus cartas a los corintios, Pablo aconsejó —no solo a las mujeres, sino
también a quienes tenían el don de lenguas y de profetizar— que guardaran silencio cuando otro
cristiano estuviera hablando (1 Corintios 14:26-30, 33). Puede que algunas cristianas,
entusiasmadas con lo que estaban aprendiendo, interrumpieran al orador para hacer preguntas,
como se acostumbraba hacer en esa parte del mundo. Por eso, a fin de mantener el orden, Pablo
las animó a “interrog[ar] a sus propios esposos en casa” (1 Corintios 14:35).
Pág. 50 *** w02 15/7 pág. 26 Preguntas de los lectores *** ¿En qué situaciones es apropiado
que la cristiana se cubra la cabeza por razones espirituales?
Quizás haya situaciones en la vida del matrimonio que requieran que la cristiana se cubra. Por
ejemplo, cuando la familia se junta para estudiar la Biblia o para comer, es el esposo quien
habitualmente dirige la enseñanza y representa a todos al orar a Dios. Ahora bien, si el marido
no fuera creyente, esta responsabilidad podría recaer en la esposa. Por consiguiente, cuando ore
en voz alta en nombre de ella y de otras personas, o cuando dirija un curso bíblico con sus hijos
en presencia de su cónyuge, la hermana ha de cubrirse. Sin embargo, no es necesario que lo
haga si este no está presente, pues Dios la autoriza a enseñar a sus hijos (Proverbios 1:8; 6:20).
*** lv pág. 210 ¿Cuándo hay que cubrirse la cabeza, y por qué? ***
Pablo se refiere al segundo ámbito, la congregación, al escribir: “Si algún hombre parece
disputar en pro de otra costumbre, nosotros no tenemos otra, ni tampoco las congregaciones de
Dios” (versículo 16). Al frente de la congregación, Jehová ha puesto a hombres bautizados
(1 Timoteo 2:11-14; Hebreos 13:17). Así, solo permite que se nombre a varones para que cuiden
Su rebaño como ancianos y siervos ministeriales (Hechos 20:28). Pero a veces es preciso que
una cristiana atienda tareas que normalmente corresponden a un varón bautizado y competente.
Por ejemplo, quizás tenga que dirigir una reunión para el servicio del campo porque no haya
ningún hermano capaz. Esta reunión es en realidad una extensión del programa de enseñanza de
la congregación, y debería dirigirla un hermano. Y lo mismo sucede si una cristiana tiene que
dirigir, en presencia de un varón bautizado, un estudio bíblico establecido. Por eso, ella deberá
cubrirse en reconocimiento de que realiza una función propia de un hombre.
Pág. 51 *** w02 15/7 pág. 27 Preguntas de los lectores *** ¿En qué situaciones es apropiado
que la cristiana se cubra la cabeza por razones espirituales?
¿Deben cubrirse las cristianas que interpretan discursos bíblicos a otro idioma, como el
lenguaje de señas, o que leen en voz alta alguna publicación bíblica durante una reunión de la
congregación? No. Las hermanas que realizan tales labores no presiden ni enseñan. De igual
modo, no es preciso que se cubran al realizar demostraciones, relatar experiencias o participar en
asignaciones estudiantiles de la Escuela del Ministerio Teocrático
Pág. 52 *** w77 15/7 págs. 445-446 ¿Debe usted cubrirse la cabeza cuando ora? ***
¿POR QUÉ CUBIERTA O DESCUBIERTA?
Tocante a comprender lo que el apóstol Pablo escribió acerca de cubrirse la cabeza y orar,
considere el versículo anterior: “Quiero que sepan que la cabeza de todo varón es el Cristo; a su
vez la cabeza de la mujer es el varón; a su vez la cabeza del Cristo es Dios.” (1 Cor. 11:3) Sí,
Pablo estaba considerando el principio divino de jefatura o dirección por un cabeza, y en
particular su aplicación en la adoración pública.
Como explicó el apóstol, el Creador le asignó al hombre, a quien creó primero, posición de
cabeza y autoridad sobre su esposa, quien fue hecha de la costilla del hombre. Tocante a la
posición de cabeza, el hombre era “imagen y gloria de Dios” pues a él no se le asignó otra cabeza
en la Tierra. Sin embargo, su esposa e hijos sí tienen un cabeza terrestre a quien están en
sujeción relativa.—1 Cor. 11:7-10; Efe. 5:22-24; 6:1.
El principio de la jefatura también aplica en las actividades de congregación. Pablo escribió
que las mujeres deben respetar y esforzarse por cooperar con los hombres que tienen que
efectuar la enseñanza y el orar. (1 Cor. 14:33-35; compare con 1 Timoteo 2:11, 12.) Por lo tanto,
en la mayoría de los casos, una mujer allá en el primer siglo E.C. no predicaba ni oraba en la
congregación.
¿Por qué, entonces, consideró Pablo el cubrirse la cabeza? ¿Cuándo era apropiado y cuándo
inapropiado eso? ¿Y cómo aplica eso hoy día?
Pablo escribió que la mujer al orar debería cubrirse la cabeza —fuera con un sombrero,
bufanda o velo para la cabeza— como “señal de autoridad.” (1 Cor. 11:10) Aquello sería
evidencia de que ella reconocía el principio de jefatura. Pero ¿cuándo tendría que cubrirse la
cabeza? Considere estas tres situaciones:
En el día de Pablo el espíritu santo de Jehová dio dones milagrosos a algunos cristianos,
como la aptitud para profetizar o hablar en lenguas. Por ejemplo, en una reunión del primer siglo
pudiera ser que el espíritu impeliera a una cristiana a profetizar. (1 Cor. 12:4-11; Hech. 21:8, 9) O,
pudiera haberse dado el caso de que solo mujeres asistieran a una reunión de congregación.
Puesto que no habría ningún varón bautizado que llevara la delantera en orar o en enseñar, una
cristiana tendría que hacerlo. Por otra parte, pudiera haber la posibilidad de que una esposa
cristiana tuviese un esposo incrédulo y en ciertas ocasiones se esperara que orara o enseñara la
Biblia en presencia de él. En cualquiera de estas situaciones la mujer tendría cubierta la cabeza,
como “señal de autoridad,” manifestando así que reconocía el principio de jefatura.
“ME INDIGNA que en la Iglesia nada haya cambiado para nosotras; es increíble que una
mujer todavía no pueda ser sacerdote”, escribió una católica al diario USA Today. Como ella,
muchas personas piensan que no hay nada malo en ordenar ministras. De hecho, en algunas
religiones ya hay mujeres sacerdotes, así como obispas, pastoras y rabinas.
Las religiones que están a ambos lados de la controversia —las que no creen que las mujeres
deban ser ministras y las que les permiten predicar desde el púlpito— afirman basarse en las
Escrituras. Sin embargo, la Biblia no apoya ninguna de estas posturas. Entonces, ¿qué es lo que
enseña? Para saber la respuesta, primero hay que entender el uso bíblico de la palabra ministro.
Ministras del primer siglo
¿En qué piensa cuando escucha la palabra ministro? A muchos les viene a la mente la imagen
de un líder religioso —hombre o mujer— que encabeza el culto en una iglesia. Pero la Biblia
utiliza dicho término (en griego diákonos) en un sentido más amplio. Veamos el caso de Febe, a
quien el apóstol Pablo describió como “nuestra hermana, que es ministra [o diaconisa] de la
congregación que está en Cencreas” (Romanos 16:1).
¿Dirigiría Febe los servicios religiosos de la congregación de Cencreas? ¿En qué consistía
realmente su ministerio? En la carta a los Filipenses, Pablo dice lo siguiente de ciertas cristianas:
“Trabajaron mucho a mi lado para dar a conocer a otros la Buena Noticia”, es decir, el mensaje
del Reino (cursivas nuestras; Filipenses 4:2, 3, Nueva Traducción Viviente).
La principal manera en que los primeros cristianos daban a conocer las buenas nuevas era
predicando “públicamente y de casa en casa” (Hechos 20:20). Cualquiera que participara en esta
obra era, en efecto, un ministro, incluso si se trataba de una mujer. Pongamos por caso a Priscila.
La Biblia dice que ella y su esposo “expusieron con mayor exactitud el camino de Dios” a un
hombre devoto que aún no se había bautizado como cristiano (Hechos 18:25, 26). Sin duda, Febe
y Priscila, así como muchas otras mujeres, eran ministras eficaces de las buenas nuevas.
Una tarea digna
¿Era el ministerio público y de casa en casa algo de poca importancia? ¿Sería una tarea
secundaria que se les dejaba a las mujeres, mientras que a los hombres se les concedía el
privilegio de dirigir la congregación? Para nada. En primer lugar, la Biblia señala que todos los
cristianos predicaban las buenas nuevas, incluso los hombres con responsabilidades de peso
(Lucas 9:1, 2). Y en segundo lugar, el ministerio público era —al igual que hoy— el principal
medio por el que hombres y mujeres cumplían el siguiente mandato de Jesús: “Hagan discípulos
de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles” (Mateo 28:19, 20).
Además, hay cristianas a quienes se les ha encomendado otra importante labor. Pablo
escribió: “Que las mujeres de edad sean [...] maestras de lo que es bueno; para que hagan
recobrar el juicio a las mujeres jóvenes para que estas amen a sus esposos, amen a sus hijos”
(Tito 2:3, 4). Así que las mujeres con mayor experiencia en la congregación tienen el privilegio de
ayudar a las más jóvenes a adquirir madurez. Esta también es una tarea digna y muy valiosa.
La enseñanza en la congregación
No obstante, en la Biblia no hallaremos ninguna indicación de que las mujeres puedan
enseñar frente a la congregación. Es más, el apóstol Pablo dio la siguiente instrucción: “No se
debe permitir que las mujeres hablen en las reuniones”. ¿Por qué razón? Entre otras cosas, para
que todo se hiciera “de manera correcta y ordenada” (1 Corintios 14:34, 40, Nuevo Testamento
en Lenguaje Sencillo, 2000). A fin de que los asuntos de la congregación fluyan sin
complicaciones, Dios ha encargado a un grupo compuesto por varones la tarea de enseñar.
Ahora bien, para formar parte de ese grupo no basta con ser hombre, hay que estar capacitado
para presidir y llenar ciertos requisitos (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9).
Está claro que el papel que Dios ha dado a la mujer no es degradante. Como hemos visto,
Jehová les ha confiado una encomienda muy especial: dar testimonio acerca de él (Salmo 68:11).
Los testigos de Jehová, hombres y mujeres, son ministros que han ayudado a millones de
personas a alcanzar el arrepentimiento y tener la oportunidad de ser salvos (Hechos 2:21;
2 Pedro 3:9). ¿No le parece esto un logro extraordinario?
El orden que Dios ha establecido en la congregación confiere honra tanto al hombre como a la
mujer y promueve la paz. Así pues, tal como los ojos y los oídos se complementan en sus
funciones para que un peatón cruce una calle transitada, los hombres y las mujeres cristianos
cumplen con la voluntad divina según las funciones que les corresponden. Dios, en consecuencia,
bendice con paz a la congregación (1 Corintios 14:33; Filipenses 4:9).
[Notas]
Cabe señalar que la autoridad en la congregación tiene límites. Quienes ocupan puestos de
responsabilidad deben mantenerse sujetos a Cristo y obrar en conformidad con los principios
bíblicos (1 Corintios 11:3). Además, es imprescindible que “estén en sujeción los unos a los
otros”, sean humildes y estén dispuestos a cooperar (Efesios 5:21).
Además, cuando las cristianas respetan el papel que Dios ha otorgado a los hombres en la
congregación, les dan un buen ejemplo a los ángeles (1 Corintios 11:10).
TERCER DIA
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Pág. 56 *** w99 1/6 “Dádivas en hombres” que cuidan de las ovejas de Jehová ***
“Dádivas en hombres” que cuidan de las ovejas de Jehová
“GRACIAS por preocuparse tanto por nosotros. Sus sonrisas, su afecto y su interés son
auténticos. Siempre están allí para escucharnos con atención y compartir con nosotros palabras
de la Biblia que nos elevan el ánimo. Pido a Dios que yo nunca dé por sentada su ayuda.” Estas
fueron las palabras que escribió una hermana cristiana a los ancianos de su congregación. Es
evidente que el amor de estos pastores cristianos la había conmovido (1 Pedro 5:2, 3).
2
Los ancianos son una provisión de Jehová para cuidar de Sus ovejas (Lucas 12:32; Juan
10:16). Jehová ama a sus ovejas, las ama tanto que las compró con la sangre preciosa de Jesús.
No es de extrañar, entonces, que a Jehová le complazca que los ancianos traten con ternura a Su
rebaño (Hechos 20:28, 29). Veamos cómo se describe proféticamente a estos ancianos o
“príncipes”: “Cada uno tiene que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra
la tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco
pesado en una tierra agotada” (Isaías 32:1, 2). Sí, tienen que proteger, refrescar y consolar a Sus
ovejas. Los ancianos que pastorean el rebaño con compasión procuran hacer lo que Dios espera
de ellos.
3
La Biblia se refiere a estos ancianos como “dádivas en hombres” (Efesios 4:8). Cuando
pensamos en una dádiva, pensamos en algo que se da para satisfacer una necesidad o para
hacer feliz a quien la recibe. Se puede considerar que el anciano es una dádiva cuando emplea
sus aptitudes para ayudar al rebaño y contribuir a su felicidad. ¿Cómo puede lograrlo? La
respuesta, recogida en las palabras de Pablo de Efesios 4:7-16, magnifica el interés amoroso de
Jehová por sus ovejas.
¿De dónde proceden las “dádivas en hombres”?
4
Cuando Pablo utilizó la expresión “dádivas en hombres”, citaba del rey David, que había
dicho de Jehová: “Has ascendido a lo alto; te has llevado cautivos; has tomado dones en la forma
de hombres” (Salmo 68:18). Cuando los israelitas llevaban ya años en la Tierra Prometida,
Jehová ‘ascendió’ de manera figurativa al monte Sión e hizo de Jerusalén la capital del reino de
Israel, y de David, su rey. Pero ¿quiénes eran los “dones en la forma de hombres”? Fueron los
hombres tomados cautivos durante la conquista de la tierra. Algunos de estos se pusieron más
tarde a disposición de los levitas para ayudarles en los trabajos del tabernáculo (Esdras 8:20).
5
En su carta a los Efesios, Pablo indica que las palabras del salmista tienen un cumplimiento
mayor en la congregación cristiana. Pablo parafrasea Salmo 68:18 y escribe: “A cada uno de
nosotros se le dio bondad inmerecida según la manera como el Cristo dio por medida la dádiva
gratuita. Por lo cual él dice: ‘Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos; dio dádivas en hombres’”
(Efesios 4:7, 8). En este pasaje Pablo aplica el salmo a Jesús como representante de Dios. Jesús
‘venció al mundo’ con su fiel proceder (Juan 16:33). También triunfó sobre la muerte y sobre
Satanás cuando fue resucitado por Dios de entre los muertos (Hechos 2:24; Hebreos 2:14). En el
año 33, Jesús resucitó y luego ascendió “muy por encima de todos los cielos”, es decir, por
encima de toda otra criatura celestial (Efesios 4:9, 10; Filipenses 2:9-11). Como vencedor, Jesús
tomó “cautivos” de las fuerzas enemigas. ¿De qué manera?
6
Cuando estuvo en la Tierra, Jesús demostró su poder sobre Satanás al liberar a los que
estaban esclavizados a los demonios. Fue como si invadiera la casa de este, lo atara y le
arrebatara sus bienes (Mateo 12:22-29). ¡Imagínese cuánto podía saquear Jesús ahora que había
sido resucitado y había recibido ‘toda autoridad en el cielo y en la Tierra’! (Mateo 28:18.) A partir
del Pentecostés del año 33, Jesús ya ascendido al cielo, estuvo en condición de despojar la casa
de Satanás como representante de Dios, ‘llevándose cautivos’ a hombres que habían estado por
mucho tiempo esclavizados al pecado y a la muerte, y bajo el control de Satanás. Estos “cautivos”
se convirtieron por voluntad propia en “esclavos de Cristo, haciendo de toda alma la voluntad de
Dios” (Efesios 6:6). Es como si Jesús los hubiera liberado del control de Satanás y, en nombre de
Jehová, los hubiese entregado a la congregación como “dádivas en hombres”. Es fácil imaginar la
ira y el sentimiento de impotencia de Satanás al ver cómo le eran arrebatados en sus propias
narices.
7
¿Encontramos en la congregación actual tales “dádivas en hombres”? Por supuesto. Los
hallamos sirviendo de ancianos, laborando arduamente como ‘evangelizadores, pastores y
maestros’ en las más de ochenta y siete mil congregaciones del pueblo de Dios por toda la Tierra
(Efesios 4:11). A Satanás le encantaría que estos maltrataran al rebaño. Pero Dios no los ha dado
mediante Cristo con este propósito, sino para el bienestar de la congregación, y tienen que
rendirle cuentas por las ovejas que les ha confiado (Hebreos 13:17). Si somos ancianos, Jehová
nos ha dado la maravillosa oportunidad de demostrar que somos dádivas o bendiciones para
nuestros hermanos. Lo seremos si cumplimos cuatro importantes responsabilidades.
Cuando hay necesidad de ‘reajustar’
8
En primer lugar, a las “dádivas en hombres” se las ha provisto “con miras al reajuste de los
santos”, dice Pablo (Efesios 4:12). El sustantivo griego que se traduce por “reajuste” se refiere a
la acción de “poner en debida alineación”. Como seres humanos imperfectos, todos necesitamos
que se nos reajuste de vez en cuando, es decir, que se ponga nuestro modo de pensar, nuestras
actitudes o nuestra conducta “en debida alineación” con el modo de pensar y la voluntad de Dios.
Jehová ha provisto amorosamente las “dádivas en hombres” para ayudarnos a efectuar los
cambios necesarios. ¿Cómo lo hacen?
9
A veces se pide a un anciano que ayude a una oveja que se ha desviado, que quizá ha ‘dado
un paso en falso antes de darse cuenta de ello’. ¿Cómo puede ayudar el anciano? “[Tratando] de
reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad”, dice Gálatas 6:1. Por lo tanto, el anciano
no regaña ni utiliza palabras severas cuando aconseja al que ha errado. El consejo debe animar,
no ‘aterrorizar’, al que lo recibe (2 Corintios 10:9; compárese con Job 33:7). Es posible que la
persona ya se sienta avergonzada, de modo que el pastor amoroso procura no aplastar su
espíritu. Cuando es evidente que el consejo, e incluso la censura firme, están motivados por el
amor y se dan con amor, probablemente reajusten el modo de pensar o la conducta del que ha
errado, y logren restaurarlo (2 Timoteo 4:2).
10
Jehová ha provisto las “dádivas en hombres” que nos reajustan con el propósito de que
sean refrescantes espiritualmente y dignas de que Su pueblo las imite (1 Corintios 16:17, 18;
Filipenses 3:17). Reajustar a los hermanos no solo implica corregir a los que adoptan un mal
proceder, sino también ayudar a los fieles a seguir en el buen camino. Con tantos problemas que
causan desánimo, muchos necesitan estímulo para seguir adelante. Es posible que algunos
requieran ayuda tierna para alinear su modo de pensar con el de Dios. Por ejemplo, algunos
cristianos fieles luchan con sentimientos de ineptitud o inutilidad. Estas “almas abatidas” quizá
piensen que Jehová nunca podrá amarlas, ni siquiera aceptar sus mejores esfuerzos por servirle
(1 Tesalonicenses 5:14). Pero este modo de pensar no está de acuerdo con lo que Dios
verdaderamente siente por sus adoradores.
11
Ancianos, ¿qué pueden hacer para ayudar a estos hermanos? Compartan bondadosamente
con ellos textos bíblicos que prueban que Jehová se interesa por cada uno de sus siervos, y
recuérdenles que estos textos les son aplicables personalmente (Lucas 12:6, 7, 24). Ayúdenles a
ver que Jehová los ‘ha atraído’ para que le sirvan, de modo que tiene que considerarlos de valor
(Juan 6:44). Háganles ver que no son los únicos que se sienten así, que muchos siervos fieles de
Jehová tuvieron sentimientos similares. En una ocasión el profeta Elías se sintió tan
profundamente deprimido que quería morir (1 Reyes 19:1-4). Algunos cristianos ungidos del siglo
primero pensaban que su corazón ‘los condenaba’ (1 Juan 3:20). Consuela saber que los siervos
fieles de Dios de tiempos bíblicos tuvieron “sentimientos semejantes a los nuestros” (Santiago
5:17). También pueden repasar artículos animadores de La Atalaya y ¡Despertad! con los que
están descorazonados. Su ayuda amorosa para que estos hermanos recuperen la confianza
no pasará inadvertida al Dios que los ha dado como “dádivas en hombres” (Hebreos 6:10).
La “edificación” del rebaño
12
En segundo lugar, se ha suministrado a las “dádivas en hombres” con miras a “la edificación
del cuerpo del Cristo” (Efesios 4:12). Pablo utiliza en este pasaje una figura retórica. El término
“edificación” nos recuerda una construcción, y el ‘cuerpo de Cristo’ se refiere a personas, a los
miembros de la congregación cristiana ungida (1 Corintios 12:27; Efesios 5:23, 29, 30). Los
ancianos tienen que ayudar a sus hermanos a hacerse fuertes en sentido espiritual. Su objetivo
es ‘edificar’ al rebaño, no ‘demolerlo’ (2 Corintios 10:8). La clave para edificar al rebaño es el
amor, dado que “el amor edifica” (1 Corintios 8:1).
13
Una faceta del amor que ayuda a los ancianos a edificar al rebaño es la empatía. Tener
empatía significa ponerse en el lugar de los demás, identificarse con sus pensamientos y
sentimientos, y tener en cuenta sus limitaciones (1 Pedro 3:8). ¿Por qué es importante que los
ancianos tengan empatía? Sobre todo porque Jehová, el que ha provisto las “dádivas en
hombres”, es un Dios de empatía. Cuando sus siervos sufren, se pone en su lugar (Éxodo 3:7;
Isaías 63:9). Tiene en cuenta sus limitaciones (Salmo 103:14). ¿Cómo, entonces, pueden
demostrar empatía los ancianos?
14
Cuando alguien desanimado acude a ellos, lo escuchan y toman en cuenta sus
sentimientos. Procuran comprender los antecedentes, la personalidad y las circunstancias de los
hermanos. De ese modo, cuando los ancianos dan ayuda bíblica edificante, a las ovejas se les
hace fácil aceptarla porque procede de pastores que verdaderamente las entienden y se
interesan por ellas (Proverbios 16:23). La empatía también motiva a los ancianos a tener
presentes las limitaciones ajenas y los sentimientos que estas pueden ocasionar. Por ejemplo, tal
vez algunos cristianos concienzudos se sientan culpables porque no pueden hacer más en el
servicio de Dios debido a la vejez o la mala salud. Por otra parte, es posible que otros necesiten
que se les anime a mejorar su ministerio (Hebreos 5:12; 6:1). La empatía hace que los ancianos
hallen “palabras deleitables” y edificantes (Eclesiastés 12:10). Cuando se edifica y motiva a las
ovejas de Jehová, su amor a Dios las impulsa a hacer todo lo que pueden en Su servicio.
Hombres que promueven la unidad
15
En tercer lugar, se ha proporcionado a las “dádivas en hombres” para que “todos logremos
alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios” (Efesios 4:13). La
expresión “unidad en la fe” no solo significa unidad de creencias, sino también de creyentes. Esta
es otra razón por la que Dios nos ha dado las “dádivas en hombres”: para promover la unidad en
Su pueblo. ¿Cómo lo logran?
16
Para empezar, deben mantener la unidad entre ellos. Si los pastores están divididos, es
posible que descuiden a las ovejas. Quizá dediquen innecesariamente tiempo valioso, que
podrían emplear en pastorear al rebaño, a largas reuniones y debates sobre asuntos de
importancia secundaria (1 Timoteo 2:8). Los ancianos tal vez no concuerden automáticamente en
todos los asuntos que tratan, pues pueden ser hombres con personalidades muy diferentes. La
unidad no significa que no puedan tener opiniones distintas o incluso expresarlas de manera
equilibrada durante una conversación imparcial. Estos mantienen la unidad escuchándose con
respeto unos a otros sin prejuicios. Y mientras no se viole ningún principio bíblico, todos deben
ser flexibles y apoyar la decisión final del cuerpo de ancianos. Su flexibilidad demuestra que están
dirigidos por la “sabiduría de arriba”, que es “pacífica, razonable” (Santiago 3:17, 18).
17
Los ancianos también se esfuerzan por promover la unidad en la congregación. Cuando las
influencias divisivas, como el chisme, la tendencia a imputar malos motivos o las actitudes
contenciosas amenazan la paz, ofrecen con presteza consejo útil (Filipenses 2:2, 3). Por ejemplo,
tal vez los ancianos vean que algunos hermanos son demasiado críticos o entremetidos en los
asuntos ajenos (1 Timoteo 5:13; 1 Pedro 4:15). Los ancianos intentan ayudar a estos a reconocer
que su proceder es contrario a lo que Dios nos ha enseñado y que cada uno debe “[llevar] su
propia carga” (Gálatas 6:5, 7; 1 Tesalonicenses 4:9-12). Les explican con las Escrituras que
Jehová deja muchas cosas a la conciencia individual, y nadie debe juzgar a otros por estos
asuntos (Mateo 7:1, 2; Santiago 4:10-12). Para servir juntos en unidad debe existir un ambiente
de confianza y respeto en la congregación. Estas “dádivas en hombres” nos ayudan a mantener
la paz y la unidad ofreciendo consejo bíblico cuando es necesario (Romanos 14:19).
Protección del rebaño
18
En cuarto lugar, Jehová suministra a las “dádivas en hombres” para protegernos contra la
influencia de “todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres, por medio de
astucia en tramar el error” (Efesios 4:14). La palabra original que se traduce por “tretas” significa
“juego engañoso de dados” o “habilidad para manipular los dados”. ¿No nos recuerda eso la
astucia con la que actúan los apóstatas? Mediante hábiles argumentos manipulan las Escrituras
para desviar de la fe a los verdaderos cristianos. Los ancianos deben tener cuidado con esos
“lobos opresivos” (Hechos 20:29, 30).
19
Las ovejas de Jehová necesitan además protección de otros peligros. En tiempos antiguos,
el pastor David también protegió de los depredadores a los rebaños de su padre (1 Samuel 17:34-
36). Hoy pueden surgir, asimismo, ocasiones en las que los pastores cristianos necesiten valor
para proteger al rebaño de todo aquel que pueda maltratar u oprimir a las ovejas de Jehová,
particularmente a las más vulnerables. Los ancianos deben echar con prontitud de la
congregación a los pecadores voluntarios que deliberadamente se valgan de tretas, engaño e
intrigas para perpetrar la maldad (1 Corintios 5:9-13; compárese con Salmo 101:7).
20
¡Cuánto agradecemos estas “dádivas en hombres”! Podemos sentirnos seguros gracias a su
cuidado amoroso, pues nos reajustan con ternura, nos edifican con amor, mantienen la unidad de
buena gana y nos protegen con valor. Pero ¿cómo deben ver su papel en la congregación estas
“dádivas en hombres”? Y ¿cómo podemos demostrar que las valoramos? Estas preguntas se
contestarán en el próximo artículo.
[Notas]
Este mismo verbo que se traduce por “reajustar” se utilizó en la Septuaginta griega en Salmo
17[16]:5, donde el fiel David pidió en oración que sus pasos se asieran de los senderos de
Jehová.
*** w13 15/7 págs. 16-17 párrs. 7-8 Jesús alimenta a muchos por medio de unos pocos ***
7
¿Qué papel cumplirían los apóstoles? A medida que se acercaba el Pentecostés del año 33,
se hizo evidente que ocuparían un “puesto de superintendencia” (Hech. 1:20). Sin embargo, ¿cuál
sería su principal interés? Jesús, ya resucitado, lo dio a entender en una conversación con el
apóstol Pedro (lea Juan 21:1, 2, 15-17). En presencia de otros apóstoles le dijo: “Apacienta mis
ovejitas”. Así indicó que sus apóstoles estarían entre los pocos mediante quienes él alimentaría
espiritualmente a los muchos. ¡Qué prueba tan conmovedora del cariño que siente Jesús por sus
“ovejitas”!
SE ALIMENTA A LOS MUCHOS DESDE EL PENTECOSTÉS EN ADELANTE
8
A partir del Pentecostés del año 33, Cristo resucitado utilizó a sus apóstoles como conducto
para alimentar al resto de sus discípulos ungidos (lea Hechos 2:41, 42). Los judíos y prosélitos
que ese día llegaron a ser cristianos ungidos por espíritu reconocieron ese conducto con total
claridad. Plenamente convencidos, “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles”.
Según cierto erudito, el verbo griego que se traduce “continuaron dedicándose” denota “una
permanencia persistente y absoluta, una adhesión total de un grupo orientado hacia un fin
común”. Los nuevos creyentes tenían hambre de alimento espiritual y sabían exactamente dónde
obtenerlo. Con completa lealtad, escuchaban a los apóstoles mientras estos explicaban lo que
Jesús había dicho y hecho y esclarecían el significado de pasajes de las Escrituras relacionados
con él (Hech. 2:22-36).
Pág. 57 *** w13 15/7 pág. 18 Jesús alimenta a muchos por medio de unos pocos ***
MUCHA MALA HIERBA Y POCO TRIGO
13
Jesús predijo que la congregación cristiana sería blanco de ataques. Recuerde que, en una
ilustración profética, advirtió que en un campo recién sembrado de trigo (los cristianos ungidos) se
sembraría después mala hierba (los cristianos falsos). Entonces indicó que se dejaría que ambos
grupos crecieran juntos hasta la siega, la cual vendría en “una conclusión de un sistema de
cosas” (Mat. 13:24-30, 36-43). No tuvo que pasar mucho tiempo para que sus palabras se
cumplieran.
14
En el siglo primero hubo algunos brotes de apostasía, pero los fieles apóstoles de Jesús
actuaron de “restricción” y mantuvieron a raya la contaminación e influencia de las doctrinas
falsas (2 Tes. 2:3, 6, 7). Sin embargo, cuando murió el último de los apóstoles la apostasía echó
raíces y se propagó durante un período de crecimiento que abarcó muchos siglos. En ese tiempo,
la mala hierba se hizo mucha pero el trigo fue escaso. No existía ningún conducto organizado que
proporcionara alimento espiritual de manera constante. Llegaría el momento en que eso
cambiaría. Pero ¿cuándo?
NOTA FINAL Párrafo 13: Las palabras del apóstol Pablo que se hallan en Hechos 20:29, 30
muestran que la congregación sería atacada desde dos ángulos. En primer lugar, cristianos falsos
(“mala hierba”) “entrar[ían]” entre los verdaderos. Y en segundo lugar, algunos “de entre” los
cristianos verdaderos se harían apóstatas y hablarían “cosas aviesas”, o torcidas.
*** w07 1/4 págs. 28-30 Seamos humildes y sometámonos a nuestros amorosos pastores **
Cuatro razones para cooperar de buena gana
10
En Hebreos 13:7, 17, que ya hemos citado, el apóstol Pablo da cuatro razones para
obedecer sumisamente a los superintendentes cristianos. La primera es que nos “han hablado la
palabra de Dios”. Recordemos que Jesús entrega “hombres” como “dádivas” a la congregación
teniendo en mira el “reajuste de los santos” (Efesios 4:11, 12). Él reajustó, o corrigió, la manera
de pensar y comportarse de los cristianos del siglo primero valiéndose de pastores fieles, algunos
de los cuales escribieron cartas inspiradas a las congregaciones. Mediante estos
superintendentes nombrados por espíritu, guió y edificó a los primeros cristianos (1 Corintios
16:15-18; 2 Timoteo 2:2; Tito 1:5).
11
En la actualidad, Jesús nos dirige a través del “esclavo fiel y discreto”, representado por su
Cuerpo Gobernante y los ancianos de la congregación (Mateo 24:45). Por consideración al
“pastor principal”, Jesucristo, seguimos este consejo de Pablo: “Respeten a los que trabajan duro
entre ustedes y los presiden en el Señor y los amonestan” (1 Pedro 5:4; 1 Tesalonicenses 5:12;
1 Timoteo 5:17).
12
La segunda razón para cooperar con los superintendentes cristianos es que ellos “están
velando por [nuestras] almas”. Si perciben en nosotros alguna actitud o comportamiento que
ponga en peligro nuestra espiritualidad, enseguida nos darán el consejo necesario para
reajustarnos (Gálatas 6:1). El verbo griego traducido “están velando” significa literalmente “se
abstienen de dormir”. Según un comentario bíblico, “implica la vigilancia continua del pastor”.
En muchos casos, dicha vigilancia lleva a los ancianos incluso a desvelarse literalmente,
preocupados por nuestro bienestar espiritual. En vista de que estos amorosos pastores hacen
todo lo posible por imitar el tierno cuidado de Jesucristo, el “gran pastor de las ovejas”, ¿no
deberíamos colaborar de buena gana con ellos? (Hebreos 13:20.)
13
La tercera razón para cooperar de buena gana con los superintendentes es que velan por
nosotros “como los que han de rendir cuenta”. Estos pastores recuerdan que están al servicio de
los Pastores celestiales, Jehová Dios y Jesucristo (Ezequiel 34:22-24). Jehová es el Dueño de las
ovejas, a las que “compró con la sangre del Hijo suyo”, y pedirá cuentas a los superintendentes,
quienes deben tratar a Su rebaño “con ternura” (Hechos 20:28, 29). En realidad, todos deberemos
dar cuenta a Jehová por la manera en que respondemos a la dirección divina (Romanos 14:10-
12). Al obedecer a los ancianos, también daremos prueba de que nos sometemos a Cristo,
Cabeza de la congregación (Colosenses 2:19).
14
Pablo aportó una cuarta razón para ser humildes y someternos a los superintendentes
cristianos: “Para que ellos lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería
gravemente dañoso a ustedes” (Hebreos 13:17). Dado que tienen los serios deberes de enseñar,
pastorear, encabezar la predicación, criar a sus familias y atender los problemas que surgen en la
congregación, los ancianos llevan una gran carga (2 Corintios 11:28, 29). Si nos resistiéramos a
seguir su dirección, les haríamos esa carga aún más pesada, lo que los llevaría a suspirar
abrumados. Nuestra actitud poco colaboradora desagradaría a Jehová y tal vez nos perjudicaría.
Por otro lado, cuando demostramos respeto y un espíritu de cooperación, los ancianos pueden
desempeñar sus funciones con gozo. Como consecuencia, todos estamos más unidos y
participamos con más alegría en la predicación del Reino (Romanos 15:5, 6).
Pág. 58 *** w07 1/4 págs. 28-29 párr. 12 Seamos humildes y sometámonos a nuestros
amorosos pastores ***
12
La segunda razón para cooperar con los superintendentes cristianos es que ellos “están
velando por [nuestras] almas”. Si perciben en nosotros alguna actitud o comportamiento que
ponga en peligro nuestra espiritualidad, enseguida nos darán el consejo necesario para
reajustarnos (Gálatas 6:1). El verbo griego traducido “están velando” significa literalmente “se
abstienen de dormir”. Según un comentario bíblico, “implica la vigilancia continua del pastor”.
En muchos casos, dicha vigilancia lleva a los ancianos incluso a desvelarse literalmente,
preocupados por nuestro bienestar espiritual. En vista de que estos amorosos pastores hacen
todo lo posible por imitar el tierno cuidado de Jesucristo, el “gran pastor de las ovejas”, ¿no
deberíamos colaborar de buena gana con ellos? (Hebreos 13:20.)
Pág. 60 *** jl lección 17 pág. 20 ¿Cómo nos ayudan los superintendentes viajantes? ***
Las Escrituras Griegas Cristianas mencionan frecuentemente a Bernabé y al apóstol Pablo. Estos
hombres eran superintendentes viajantes que visitaban a las congregaciones de aquel tiempo.
¿Qué los motivaba? El interés genuino en el bienestar de sus hermanos espirituales. Pablo
manifestó su deseo de volver a visitar a los hermanos para ver cómo les iba. No le importaba
recorrer cientos de kilómetros con tal de fortalecerlos (Hechos 15:36). El mismo sentimiento
impulsa a los superintendentes viajantes del día actual.
Vienen a animarnos. Un superintendente de circuito visita unas veinte congregaciones y pasa
una semana con cada una de ellas dos veces al año. Un superintendente de distrito realiza una
visita anual a aproximadamente diez circuitos; durante dicha visita pasa tiempo con algunas
congregaciones y preside la asamblea de circuito, es decir, es el responsable de la calidad del
programa. Podemos sacar mucho provecho de la experiencia de estos hermanos y de sus
esposas, si son casados. Ellos procuran conocer a jóvenes y mayores por igual, y están deseosos
de ir con nosotros a predicar y a visitar a las personas a las que damos clases bíblicas. Estos
superintendentes realizan visitas pastorales con los ancianos; además, pronuncian discursos
entusiastas en las reuniones y asambleas con el fin de animarnos (Hechos 15:35).
Se interesan por todos. Los superintendentes viajantes están profundamente interesados en el
estado espiritual de las congregaciones. Se reúnen con los ancianos y los siervos ministeriales
para analizar los progresos que se han hecho y para darles consejos prácticos sobre el
desempeño de sus deberes. Ayudan a los precursores a mejorar su ministerio y acrecentar los
resultados, y les da mucho gusto conocer a las personas que están empezando a reunirse con
nosotros y saber que están adelantando espiritualmente. Cada uno de estos hermanos se gasta
de buen grado y es un “colaborador para [nuestro] bien” (2 Corintios 8:23). Imitemos su fe y su
devoción a Dios (Hebreos 13:7).
*** km 8/86 pág. 1 párr. 4 La visita del superintendente de circuito... una provisión para el
adelanto espiritual ***
4
Primero, deberíamos ‘fortificar la mente para actividad’. (1 Ped. 1:13.) Para hacer eso, es
necesario tener el punto de vista correcto tocante a la visita y hacer planes específicos a fin de
tener una participación más amplia en el ministerio. ¿Puede usted ser precursor auxiliar durante
el mes de la visita del superintendente de circuito? ¿Podría ajustar su rutina diaria para trabajar
en el servicio del campo durante la semana? ¿Podría hacer arreglos para hacer revisitas o
conducir un estudio bíblico por la tarde un día de la semana? El superintendente de circuito
gustosamente le acompañaría y hasta conduciría el estudio, si usted así lo desea.
Pág. 62 *** lv cap. 5 pág. 54 párr. 8 Qué implica no ser parte del mundo ***
8
¿Qué es el “aire”, o espíritu, del mundo? Es la fuerza invisible que influye para mal en las
personas. ¿Cómo? Incitándolas a desobedecer a Dios y promoviendo “el deseo de la carne y el
deseo de los ojos” (1 Juan 2:16; 1 Timoteo 6:9, 10). ¿Por qué tiene este espíritu “autoridad”, o
poder, sobre la humanidad? Porque apela a sus tendencias pecaminosas, es casi imperceptible,
actúa incesantemente y, como el aire, está por todas partes. ¿Y de qué manera “opera” en la
gente? Favoreciendo el desarrollo gradual de cualidades anticristianas, como el egoísmo, el
orgullo, la ambición, la actitud de independencia moral y la rebeldía. En resumen, logra que, poco
a poco, las cualidades del Diablo crezcan en el corazón del hombre (Juan 8:44; Hechos 13:10;
1 Juan 3:8, 10).
Pág. 63 *** w13 15/1 págs. 14-15 No permita que nada lo aleje de Jehová ***
LAS DIVERSIONES
11
La Biblia no nos condena al aburrimiento ni dice que divertirse sea una pérdida de tiempo.
El apóstol Pablo le escribió a Timoteo que “el entrenamiento corporal es provechoso” (1 Tim. 4:8).
Además, la Biblia afirma que hay “tiempo de reír” y “tiempo de dar saltos”, y recomienda
descansar lo suficiente (Ecl. 3:4; 4:6). Pero si no tenemos cuidado, las diversiones podrían
alejarnos de Jehová. Para que eso no nos ocurra, hay dos aspectos que debemos tener en
cuenta: el tipo de diversiones que elegimos y el tiempo que les dedicamos.
12
Comencemos analizando el tipo de diversiones. Seguro que podemos encontrar actividades
sanas. Sin embargo, hay que admitir que gran parte del entretenimiento disponible en la
actualidad promueve cosas que Dios odia, como la violencia, el ocultismo o las relaciones
sexuales inmorales. Por lo tanto, evaluemos con detenimiento el tipo de diversiones que
preferimos. Preguntémonos: “¿Cómo influyen en mí? ¿Me contagian un espíritu violento,
competitivo o nacionalista?” (Prov. 3:31). “¿Me hacen gastar demasiado dinero? ¿Podrían
ofender la conciencia de los demás?” (Rom. 14:21.) “¿Con qué clase de personas me llevan a
relacionarme?” (Prov. 13:20.) “¿Crean en mí el deseo de hacer algo malo?” (Sant. 1:14, 15.)
13
Y ahora hablemos del segundo factor: el tiempo. ¿Dedicamos tanto tiempo a entretenernos
que nos queda poco para participar en las actividades espirituales, como la predicación o las
reuniones? Si es así, nuestros ratos de ocio no serán tan agradables como podrían ser.
La realidad es que quienes mantienen a raya las diversiones las disfrutan más. ¿Por qué? Porque
saben que ya han hecho “las cosas más importantes”, de modo que no se sienten culpables
cuando descansan (lea Filipenses 1:10, 11).
14
Es verdad que pasar mucho tiempo divirtiéndonos puede ser tentador, pero quizás ese
camino nos distancie de Jehová. Una hermana de 20 años llamada Kim lo aprendió por
experiencia. “Me pasaba todos los fines de semana de fiesta en fiesta: viernes, sábados y
domingos —cuenta ella—. Pero ahora sé que hay muchas cosas más importantes que hacer. Por
ejemplo, como soy precursora me levanto a las seis de la mañana para predicar, así que
no puedo estar divirtiéndome hasta la una o las dos de la madrugada. Está claro que no todas las
fiestas son malas, pero pueden ser una enorme distracción. Como en todo, en este asunto
también hay que ser equilibrados”.
15
Los padres deben atender sus necesidades y las de sus hijos en sentido material, espiritual
y emocional. Eso incluye organizar actividades recreativas. Así que si usted es padre, no sea
aguafiestas; aunque debe estar atento a las influencias que pudieran hacerles daño a los suyos,
no piense que todas las diversiones son malas (1 Cor. 5:6). Si hace buenos planes, encontrará
pasatiempos saludables para su familia. De esa manera, usted y sus hijos andarán por un camino
que los acercará más a Jehová.
Pág. 65 *** Rbi8 pág. 1575 5A “Fornicación” —Toda clase de relaciones sexuales ilegítimas
Mt 5:32.—Gr.: πορνεία (por·néi·a); lat.: for·ni·cá·ti·o
La palabra griega por·néi·a tiene un significado amplio. Bajo la palabra por·néi·a, Bauer,
p. 693, dice que significa “prostitución, falta de castidad, fornicación, de toda clase de relaciones
sexuales ilegítimas”.
Al comentar acerca de las palabras de Jesús en Mt 5:32 y 19:9, TDNT, tomo VI, p. 592, dice
que “πορνεία [por·néi·a] se refiere a relaciones sexuales extramaritales”. Por lo tanto, las
Escrituras usan el término por·néi·a con relación a personas casadas. El mismo diccionario, en la
p. 594, con relación a Ef 5:3, 5, dice que Pablo “se da cuenta de que no toda persona tiene el don
de la continencia, 1 C. 7:7. Como protección contra el mal de la fornicación, el hombre [soltero]
que no tiene [continencia] debe tomar el camino prescrito divinamente del matrimonio legítimo, 1
C. 7:2”. Por consiguiente, las Escrituras usan el término por·néi·a también con relación a
personas no casadas que participan en relaciones y prácticas sexuales ilegítimas. (Véase 1Co
6:9.)
B. F. Westcott, copartícipe en la preparación del texto griego de Westcott y Hort, en su obra
Saint Paul’s Epistle to the Ephesians, Londres y Nueva York, 1906, p. 76, comenta sobre los
varios significados de por·néi·a en las Escrituras en una nota sobre Ef 5:3, y dice: “Este es un
término general para toda relación sexual ilegítima, I) adulterio: Os. ii. 2, 4 (LXX.); Mat. V. 32; XiX.
9; 2) matrimonio ilegítimo, I Cor. V. I; 3) fornicación, el sentido corriente, como aquí [Ef 5:3]”. Por
“el sentido corriente” obviamente se hace referencia al sentido moderno, limitado, que tiene que
ver solo con personas no casadas.
Además de este significado literal, en ciertos lugares de las Escrituras Griegas Cristianas
por·néi·a tiene un significado simbólico. Acerca de este significado, Zorell Gr, col. 1106, dice bajo
por·néi·a: “apostasía de la fe verdadera, cometida o enteramente o en parte, desertar del único
Dios verdadero Jahvé a dioses extranjeros [4Re 9:22; Jer 3:2, 9; Os 6:10, etc.; porque la unión de
Dios con su pueblo se consideraba como cierta clase de matrimonio espiritual]: Rev 14:8; 17:2, 4;
18:3; 19:2”. (Los corchetes y letras cursivas son de él; 4Re en LXX corresponde con 2Re en M.)
En el texto griego, por·néi·a aparece en los siguientes 25 lugares: Mt 5:32; 15:19; 19:9; Mr
7:21; Jn 8:41; Hch 15:20, 29; 21:25; 1Co 5:1, 1; 6:13, 18; 7:2; 2Co 12:21; Gál 5:19; Ef 5:3; Col 3:5;
1Te 4:3; Rev 2:21; 9:21; 14:8; 17:2, 4; 18:3; 19:2.
El verbo relacionado por·néu·o, vertido en NM “practicar fornicación” o “cometer fornicación”,
aparece en los siguientes ocho lugares: 1Co 6:18; 10:8, 8; Rev 2:14, 20; 17:2; 18:3, 9.
El verbo relacionado ek·por·néu·o, vertido en NM “cometer fornicación con exceso”, aparece
una sola vez, en Judas 7. (Compárese con Jue 2:17, n.)
El sustantivo relacionado pór·ne, vertido en NM “ramera”, aparece en los siguientes 12
lugares: Mt 21:31, 32; Lu 15:30; 1Co 6:15, 16; Heb 11:31; Snt 2:25; Rev 17:1, 5, 15, 16; 19:2.
El sustantivo relacionado pór·nos, vertido en NM “fornicador”, aparece en los siguientes diez
lugares: 1Co 5:9, 10, 11; 6:9; Ef 5:5; 1Ti 1:10; Heb 12:16; 13:4; Rev 21:8; 22:15. LSJ, p. 1450, da
a esta palabra el significado de “bardaje, sodomita, fornicador, idólatra”.
*** lv cap. 12 págs. 137-139 párrs. 11-14 Hablemos siempre de forma edificante ***
11
Chismes y calumnias. Los comentarios sobre las vidas ajenas pueden ser inofensivos si
giran en torno a asuntos positivos o útiles, como quién se acaba de bautizar o quién necesita
ánimo. Los cristianos del siglo I también se interesaban mucho por sus hermanos y hablaban de
ellos sin ninguna malicia (Efesios 6:21, 22; Colosenses 4:8, 9). Lo que no está bien es hacer
comentarios que distorsionen la realidad o revelen detalles de la vida privada. Esa costumbre
pudiera llevarnos incluso a algo más grave: la calumnia, que se define como “acusación falsa
hecha maliciosamente en contra de alguien con el fin de dañarlo o desprestigiarlo” (Diccionario
del español usual en México). Como ejemplo de claras calumnias, tenemos las mentiras que
lanzaron los fariseos contra Jesús con la intención de desacreditarlo (Mateo 9:32-34; 12:22-24).
Un hecho innegable es que las calumnias generan muchas discordias (Proverbios 26:20.)
12
¿Cómo ve Jehová a quienes se dedican a difamar o sembrar discordias? No los ve con
buenos ojos. Lo que es más, odia a quienes provocan “contiendas entre hermanos” (Proverbios
6:16-19). Recordemos que el término griego para “calumniador” es diábolos, el mismo que se usa
para presentar a Satanás como el “Diablo”, es decir, como el Calumniador que difama a Dios
(Revelación 12:9, 10). Desde luego, ninguno de nosotros querría convertirse en un “diablo” (o
sea, en un calumniador). Ciertamente, en la congregación no hay lugar para la calumnia ni para
las obras de la carne que esta fomenta, entre ellas las “altercaciones [o riñas]” y las “divisiones”
(Gálatas 5:19-21). Así pues, antes de contar cualquier cosa sobre el prójimo, debemos
preguntarnos: “¿Estoy seguro de que es cierto? ¿Sería una muestra de amor revelarlo? ¿Es
necesario o conveniente que otros se enteren?” (1 Tesalonicenses 4:11).
13
Maltrato verbal. Como ya vimos, las palabras pueden hacer mucho daño. Y es cierto que la
imperfección nos lleva a todos a decir cosas que luego lamentamos. Pero la Biblia nos advierte
que hay una forma de hablar que no es admisible ni en la congregación ni en la familia. Pablo
exhortó a los cristianos: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla
injuriosa” (Efesios 4:31). Otras traducciones bíblicas vierten “habla injuriosa” como “insultos”,
“ofensas” y “lenguaje insultante”. Esta forma de hablar —que incluye las palabras humillantes, los
comentarios ásperos y las críticas despiadadas— atenta contra la dignidad y la autoestima de las
personas. Y los niños, al ser más inocentes y tiernos, son especialmente vulnerables (Colosenses
3:21).
14
La Biblia condena tajantemente a los injuriadores y muestra que se encuentran en una
situación muy peligrosa. ¿Qué futuro le espera a quien tenga la costumbre de emplear
expresiones insultantes, despectivas o humillantes? Primero recibirá varias oportunidades de
corregirse. Pero si no las aprovecha, terminará expulsado de la congregación. Y peor aún, hasta
pudiera perder la vida eterna bajo el Reino de Dios (1 Corintios 5:11-13; 6:9, 10). Queda claro,
que mantenerse en el amor de Jehová es incompatible con las groserías, con las mentiras, con
los insultos y, en definitiva, con todas las palabras que derrumban al prójimo
.
*** w12 15/3 págs. 30-31 Preguntas de los lectores ***
¿Puede un cristiano llegar tan bajo en el vicio de ver pornografía que termine siendo
expulsado de la congregación?
▪ La respuesta es sí. Esto subraya la importancia de rechazar de plano cualquier clase de
pornografía, ya sea en forma de texto o de imágenes en revistas, películas, videos o Internet.
La pornografía ha llegado hasta el último rincón de este mundo. Internet la ha puesto al
alcance de la gente como nunca antes, y personas de todas las edades se han visto infectadas
por esta terrible plaga. Hay quienes se han topado con páginas pornográficas sin pretenderlo.
Otros, sin embargo, han accedido a ellas a propósito, tal vez en el hogar o la oficina, donde les
resulta más fácil leer o ver pornografía en secreto. Este es un asunto que los cristianos debemos
tomar muy en serio. ¿Por qué?
Jesús indicó una de las principales razones cuando advirtió: “Todo el que sigue mirando a una
mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mat.
5:28). Por supuesto, las relaciones sexuales normales no tienen nada de malo cuando sirven
como fuente de placer dentro del matrimonio (Pro. 5:15-19; 1 Cor. 7:2-5). Pero la pornografía
muestra relaciones inmorales que estimulan los malos pensamientos condenados por Jesús.
Dicho sin rodeos, quien lee o ve pornografía viola este mandato divino: “Amortigüen [o “den
muerte a”] [...] los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación,
inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Col. 3:5; Traducción en
lenguaje actual).
¿Qué hay si un cristiano ha mirado pornografía en una o dos ocasiones? En cierto sentido, se
encuentra en una situación tan peligrosa como la de Asaf, quien admitió: “En cuanto a mí, mis
pies casi se habían desviado, casi se había hecho que mis pasos resbalaran”. Si ha estado
viendo imágenes pornográficas de hombres o mujeres desnudos o de una pareja teniendo
relaciones, no puede tener la conciencia tranquila ni estar en paz con Dios. Más bien, se sentirá
como Asaf: “Llegué a ser plagado todo el día, y la corrección mía es cada mañana” (Sal.
73:2, 14).
Si un cristiano ha caído en este pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita
ayuda espiritual. La Biblia indica que puede conseguirla en la congregación: “Aunque un hombre
dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que tienen las debidas
cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, vigilándote a
ti mismo” (Gál. 6:1). En efecto, uno o dos ancianos pueden prestarle asistencia, lo que incluye
orar con él teniendo fe en que Jehová “sanará” al enfermo espiritual y “le perdonará” (Sant. 5:13-
15). Quienes han buscado ayuda para romper con el vicio de la pornografía se sienten hoy como
Asaf, quien afirmó: “Acercarme a Dios es bueno para mí” (Sal. 73:28).
No obstante, el apóstol Pablo explicó que algunos no se arrepintieron “de su inmundicia y
fornicación y conducta relajada [o desvergonzada]” (2 Cor. 12:21). Según explica el lexicógrafo
Marvin R. Vincent, el término griego traducido “inmundicia” en este caso “se refiere a la impureza
en su sentido más sucio”. La triste realidad es que ciertos tipos de pornografía son mucho peores
que unos cuantos desnudos o escenas de un hombre y una mujer cometiendo fornicación.
En algunos casos se presentan actos tan sucios y repugnantes como relaciones homosexuales,
sexo en grupo, contacto sexual con animales, pornografía infantil, violaciones en grupo, maltrato
de mujeres y diversos tipos de sadomasoquismo. Según indicó Pablo, algunos que estaban
“mentalmente [...] en oscuridad” fueron “más allá de todo sentido moral, [y] se entregaron a la
conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez” (Efe. 4:18, 19).
Pablo también mencionó la “inmundicia” en Gálatas 5:19. Un teólogo británico señala: “En este
caso, el término puede referirse más especialmente a todos los deseos antinaturales”. Sin duda,
ningún cristiano puede negar que los actos anteriormente citados son “deseos antinaturales”
sucios, repugnantes y depravados. En Gálatas 5:19-21, el apóstol dejó claro que “los que
practican” este tipo de inmundicia “no heredarán el reino de Dios”. Por lo tanto, ¿qué sucedería si
un cristiano llevara cierto tiempo —tal vez un período considerable— viendo pornografía
repugnante y sexualmente degradante? Si no se arrepintiera y dejara ese vicio, tendría que ser
expulsado para conservar la pureza y el buen espíritu de la congregación cristiana (1 Cor.
5:5, 11).
Es bueno saber que algunos que han estado viendo estos tipos repugnantes de pornografía
han pedido ayuda a los ancianos y han hecho cambios drásticos. Jesús advirtió a ciertos
cristianos de la antigua Sardis: “Fortalece las cosas restantes que estaban a punto de morir, [...]
continúa teniendo presente cómo has recibido y cómo oíste, y sigue guardándolo, y arrepiéntete.
Ciertamente, a menos que despiertes [...,] no sabrás de ningún modo a qué hora vendré sobre ti”
(Rev. 3:2, 3). No hay duda de que es posible arrepentirse y escapar del “fuego” de la pornografía
(Jud. 22, 23).
No obstante, será mucho mejor si cada uno de nosotros toma la firme resolución de no correr
el más mínimo riesgo en este campo. Por lo tanto, ¡mantengámonos lo más lejos posible de
cualquier tipo de pornografía!
Pág. 67 *** w04 1/12 pág. 13 párr. 4 Andemos en la senda de la integridad ***
4
El término integridad comunica la idea de ser recto, irreprochable, justo e intachable. Ser
íntegro no solo implica hacer lo que es justo, sino manifestar rectitud moral o devoción a Dios con
corazón completo. Satanás cuestionó los motivos de Job cuando le dijo a Jehová: “Para variar,
sírvete alargar la mano, y toca hasta su hueso y su carne, y ve si no te maldice en tu misma cara”
(Job 2:5). En efecto, además de actuar debidamente, hay que tener una motivación adecuada.
Pág. 68 *** lv cap. 5 págs. 51-52 Qué implica no ser parte del mundo ***
PERMANECER LEALES AL REINO Y NEUTRALES
3
En vez de involucrarse en las actividades políticas de su época, Jesús se dedicó a predicar el
Reino de Dios, el futuro gobierno celestial en el que ocuparía la posición de Rey (Daniel 7:13, 14;
Lucas 4:43; 17:20, 21). Por este motivo, pudo afirmar ante el gobernador romano Poncio Pilato:
“Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36). Sus discípulos fieles siempre hemos seguido
su ejemplo. ¿Cómo? Siendo leales al Reino y a su rey Jesucristo, y anunciando este gobierno por
todo el planeta (Mateo 24:14). Así, el apóstol Pablo escribió: “Somos, por lo tanto, embajadores
en sustitución de Cristo [...]. Como sustitutos [de] Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios’”
(2 Corintios 5:20).
4
Los embajadores representan en el extranjero a un soberano o a un estado. Por ese motivo,
asumen una actitud de neutralidad y no intervienen en los asuntos internos del país donde
realizan sus funciones. Sin embargo, velan por los intereses del gobierno al que representan. Los
cristianos ungidos, cuya “ciudadanía existe en los cielos”, adoptan la misma postura (Filipenses
3:20). Estos celosos embajadores han estado predicando el Reino y, como resultado, han
ayudado a reconciliarse con Dios a millones de las “otras ovejas” de Cristo (Juan 10:16; Mateo
25:31-40). Bajo la dirección de los hermanos ungidos de Jesús, los cristianos de las “otras ovejas”
actúan como enviados de Cristo. Ambos grupos forman un solo rebaño unido que promueve la
causa del Reino mesiánico y mantiene una postura de estricta neutralidad ante las cuestiones
políticas de este mundo (Isaías 2:2-4).
[Recuadro de la página 52]
LOS PRIMEROS CRISTIANOS ERAN NEUTRALES
Los primeros cristianos se mantuvieron neutrales en la política y se negaron a participar en las
guerras. Así lo reconocen muchos libros de historia. Uno de ellos dice que “los fundadores del
cristianismo se resistieron tenazmente a albergar el más mínimo deseo de intervenir de forma
directa en el orden político de su tiempo” (The Beginnings of Christianity, George P. Fisher). Otra
obra reconoce igualmente que “se negaban a tomar parte activa en la administración civil”, que
“era imposible que los cristianos fueran soldados, magistrados o príncipes sin renunciar a un
deber más sagrado” y que su actitud “los expuso al desprecio y a los reproches de los paganos”
(Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, Edward Gibbon).
Con referencia a la postura de los primeros cristianos ante el servicio militar también
encontramos comentarios pertinentes. Por ejemplo, un teólogo alemán escribió que “los cristianos
condenaron y se resistieron a dicho servicio militar” (Historia de la Iglesia primitiva, Norbert Brox).
Y un ensayo religioso afirma que tras la muerte de Cristo, y durante un período considerable, sus
discípulos “se negaron a ir a [la guerra] sin importarles las consecuencias, sea que fuera la
vergüenza, la cárcel o la muerte. Se trata de hechos innegables” (An Inquiry Into the Accordancy
of War With the Principles of Christianity, Jonathan Dymond). Otro escritor señala que
comenzaron a aparecer soldados cristianos únicamente cuando “ya se había corrompido el
cristianismo”.
*** lv pág. 213 El saludo a la bandera, las votaciones y el servicio civil ***
Votaciones políticas. El cristiano verdadero respeta el derecho de los demás ciudadanos a
votar. No hace campaña contra las elecciones ni tampoco se niega a colaborar con las
autoridades que resultan elegidas. Ahora bien, toma la firme decisión de mantenerse neutral en
cuestiones políticas (Mateo 22:21; 1 Pedro 3:16). Pero ¿y si en su país es obligatorio votar o se
respira un clima hostil hacia quienes no acuden a las urnas? Si su conciencia se lo permite,
podría ir a las cabinas electorales. Así, actuaría como Sadrac, Mesac y Abednego, quienes, en
circunstancias parecidas, hicieron acto de presencia en la llanura de Dura. Eso sí, para no violar
su neutralidad, el cristiano debe tener muy presentes estos seis principios:
*** lv págs. 212-213 El saludo a la bandera, las votaciones y el servicio civil ***
Saludo a la bandera. Los testigos de Jehová creemos que honrar la bandera con saludos y
reverencias, a menudo mientras se entona un himno, es un acto de culto que atribuye la salvación
a la patria y a sus líderes, en vez de a Dios (Isaías 43:11; 1 Corintios 10:14; 1 Juan 5:21). Entre
los reyes que recibieron una veneración así figura Nabucodonosor de Babilonia. Decidido a
demostrar ante sus súbditos su majestad y religiosidad, el poderoso monarca erigió una colosal
estatua y ordenó que todos se inclinaran ante ella mientras se interpretaba una especie de himno.
Pero tres hebreos —Sadrac, Mesac y Abednego— se negaron a honrar la imagen, a riesgo de
sufrir la pena de muerte (Daniel, capítulo 3).
¿Qué puede decirse de hoy? En su obra El nacionalismo: una religión, el historiador Carlton
Hayes habla del “ritual del nacionalismo moderno” y dice: “La bandera nacional es el símbolo
principal y objeto central de culto. [...] Los hombres se descubren a su paso; los poetas dedican
odas en su honor; los niños le cantan himnos”. Además, señala que el nacionalismo también tiene
sus “días santos” —como el 4 de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos—, así como
sus “santos y héroes” y sus “templos”, o lugares venerados. De igual modo, el Diario Oficial de la
Federación, de México, indica que “el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, son los
Símbolos Patrios” y exhorta a rendir “culto a los símbolos nacionales”. Y ya hace años, una obra
de consulta mencionó que “la bandera, como la cruz, es sagrada” (The Encyclopedia Americana).
En fecha más reciente, esa misma obra explicó que los himnos nacionales son “expresiones
del sentir patriótico que suelen incluir invocaciones para que Dios guíe y proteja a su pueblo o a
sus dirigentes”. Así pues, los testigos de Jehová no somos extremistas al opinar que las
ceremonias patrióticas donde se saluda la bandera o se toca el himno son actos religiosos. En su
libro Genio y figura del norteamericano, el profesor D. W. Brogan habló de varios juicios que
implicaron a alumnos Testigos que se negaron a rendir homenaje a la bandera estadounidense y
recitar el juramento de lealtad, subrayando el siguiente hecho: “La Suprema Corte ha afirmado al
fin [en varias sentencias] que estos ritos cotidianos son de tipo religioso”.
Los Testigos tenemos claro que aunque nosotros no participamos en tales actos, pues los
consideramos contrarios a los principios bíblicos, las demás personas están en su perfecto
derecho de hacerlo. Asimismo, respetamos a las banderas como emblemas nacionales y nos
sometemos a los gobiernos legítimos, pues son las “autoridades superiores” que actúan
colectivamente como el “ministro de Dios” (Romanos 13:1-4). También obedecemos el consejo de
orar “respecto a [los] reyes y a todos los que están en alto puesto”. Sin embargo, lo hacemos con
la intención de que nos permitan seguir “llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción
piadosa y seriedad” (1 Timoteo 2:2).
*** lv cap. 5 pág. 55 Qué implica no ser parte del mundo ***
[Ilustración y recuadro de la página 55]
¿ME MANTENGO NEUTRAL?
Principio: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36).
Preguntas para meditar
▪ ¿Cómo explicaría yo que el saludo a la bandera es un tipo de idolatría? (Éxodo 20:4, 5; 1 Juan
5:21.)
▪ Cuando me toque explicar por qué no participo en determinadas ceremonias nacionales, ¿cómo
demostraré que respeto a quienes no comparten mis creencias? (1 Pedro 3:15.)
▪ ¿Cuáles son las razones por las que yo no respaldo a ningún partido político ni realizo ningún
tipo de servicio militar? (Juan 13:34; 1 Juan 3:10-12.)
Pág. 69 *** km 2/94 pág. 4 párrs. 11-12 “Objeto de odio de parte de todas las naciones” ***
11
Jamás debemos olvidar que el mensaje que proclamamos no procede de nosotros, sino de
Jehová. (Jer. 1:9.) Debemos prestar cuidadosa atención al mandato: “Invoquen su nombre. Den a
conocer entre los pueblos sus tratos [...] en toda la tierra”. (Isa. 12:4, 5.) Él ha tolerado el trato
injusto de sus siervos por una razón específica, a saber, “para que [su] nombre sea declarado en
toda la tierra”. (Éxo. 9:16.) Estamos efectuando la obra que Jehová ha ordenado y es él quien nos
da valor para hablar con denuedo. (Hech. 4:29-31.) Esta es la obra más importante, benéfica y
urgente que ha de llevarse a cabo en los últimos días del viejo sistema.
12
Comprender estas cosas nos da el valor que necesitamos para adoptar una actitud firme en
contra de Satanás y de este mundo. (1 Ped. 5:8, 9.) Saber que Jehová está de nuestro lado nos
hace ser “animosos y fuertes”, y disipa todo temor hacia quienes nos persiguen. (Deu. 31:6; Heb.
13:6.) Aunque siempre seremos discretos, razonables y prudentes en nuestro trato con los
opositores, mostraremos con claridad que estamos resueltos a “obedecer a Dios como
gobernante más bien que a los hombres”. (Hech. 5:29.) Cuando consideremos prudente hablar en
nuestra defensa, lo haremos. (1 Ped. 3:15.) Sin embargo, no perderemos el tiempo disputando
con opositores testarudos que solo procuran desacreditarnos. En lugar de sulfurarnos o tratar de
desquitarnos por sus calumnias o acusaciones falsas, simplemente ‘los dejaremos’. (Mat. 15:14.)
*** w11 15/1 págs. 29-30 párr. 15 Poder para superar todas las dificultades ***
15
A causa de su fe, Pablo tuvo que enfrentarse a muchas situaciones que pusieron en peligro
su vida (2 Cor. 11:23-28). ¿Qué le ayudó a no perder el equilibrio ni la estabilidad emocional?
La oración y la confianza en Jehová. Durante un período de grandes pruebas, que probablemente
culminó en su martirio, escribió: “El Señor estuvo cerca de mí y me infundió poder, para que por
medio de mí la predicación se efectuara plenamente y todas las naciones la oyeran; y fui librado
de la boca del león” (2 Tim. 4:17). De modo que el apóstol sabía muy bien lo que decía cuando
exhortó a sus hermanos: “No se inquieten por cosa alguna” (léase Filipenses 4:6, 7, 13).
*** w03 1/10 pág. 13 párr. 18 Perseguidos por causa de la justicia ***
18
Por último, las pruebas y tribulaciones nos benefician personalmente. ¿De qué manera?
Pues bien, el discípulo Santiago recordó a otros cristianos: “Considérenlo todo gozo, mis
hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que esta
cualidad probada de su fe obra aguante”. Así es, la persecución puede refinar nuestra fe y
fortalecernos para aguantar. Por tanto, no la tememos ni recurrimos a medios contrarios a las
Escrituras para evitarla o hacer que cese. Más bien, obedecemos esta exhortación de Santiago:
“Que el aguante tenga completa su obra, para que sean completos y sanos en todo respecto, sin
tener deficiencia en nada” (Santiago 1:2-4).
*** w85 15/11 págs. 12-15 ¿Puede usted prepararse ahora para la persecución? ***
Prepare la mente y el corazón
6
Es difícil prepararse físicamente para la persecución debido a que uno no sabe exactamente
cuál será la situación. Hasta que ocurra en realidad, uno no sabe si se pondrá en vigor una
proscripción estricta o una sin trabas, o incluso qué se proscribirá. Quizás lo único que se prohíba
sea la obra de predicar de casa en casa, o tal vez las reuniones religiosas. A veces se disuelve la
organización legal de los testigos de Jehová o se encarcela inmediatamente a ciertos individuos.
Podemos tener presentes varios lugares donde se pudiera ocultar literatura si fuera necesario
hacerlo. Pero aparte de eso, hay pocas cosas que podemos hacer para prepararnos en sentido
físico.
7
Sin embargo, usted puede preparar la mente y el corazón, y esto es mucho más importante.
Fije el pensamiento en la razón por la que se permite la persecución y por qué tal vez se le lleve
ante gobernantes. “Para un testimonio”, dijo Jesús. (Mateo 10:16-19.) Si el corazón suyo está
completamente preparado para mantenerse fiel prescindiendo de lo que suceda, Jehová puede
darle a conocer la manera sabia de actuar cuando sea necesario. Por eso, ¿cómo podemos
prepararnos en sentido espiritual para la persecución?
¿Cómo trata usted con la gente?
8
El apóstol Pablo dijo: “Me complazco en debilidades, en insultos, en necesidades, en
persecuciones y dificultades, por Cristo”. (2 Corintios 12:10.) ¿Disfrutaba Pablo de ser objeto de
insultos? ¡Claro que no! Pero a menudo la persecución implica el recibir insultos, y si esto era lo
que se requería para alabar el nombre de Dios, entonces Pablo se alegraba de soportarlos.
9
Nosotros, también, podemos estar seguros de que en alguna ocasión tendremos que
aguantar “insultos [...] por Cristo”. Tal vez se nos maltrate de manera verbal o hasta física.
¿Soportaremos tal maltrato? Bueno, ¿qué punto de vista tenemos ahora de nosotros mismos?
¿Nos tomamos demasiado en serio y reaccionamos rápidamente ante insultos verdaderos o
imaginados? Si así es, entonces, ¿por qué no nos esforzamos por cultivar “gran paciencia, [...]
apacibilidad, gobierno de uno mismo”? (Gálatas 5:22, 23.) Esto será un entrenamiento excelente
para la vida cristiana ahora, y podría salvarnos la vida en tiempos de persecución.
¿Qué punto de vista tiene usted del servicio del campo?
10
A menudo, la primera cosa que se restringe bajo una proscripción es la predicación pública
de las “buenas nuevas”. Sin embargo, la obra de predicar y hacer discípulos es vital en estos
últimos días. ¿De qué otro modo aprenderá la gente acerca del Reino de Dios? Por eso, la
reacción apropiada a una proscripción de ese tipo es la que expresaron los apóstoles cuando los
líderes religiosos judíos trataron de proscribir su actividad de predicar. (Hechos 5:28, 29.) Debido
a una proscripción, tal vez se obstaculicen algunos medios utilizados para predicar. Pero hay que
llevar a cabo la obra de alguna manera. ¿Tendría usted las fuerzas para continuar predicando
bajo la presión de la persecución?
11
Bueno, ¿qué punto de vista tiene usted ahora de la obra de predicar? ¿Permite que
obstáculos insignificantes le estorben y le hagan irregular en el servicio del campo? Si así es,
¿qué haría bajo una proscripción? ¿Teme usted a los hombres ahora? ¿Está dispuesto a predicar
de casa en casa en la calle donde usted vive? ¿Teme predicar a solas? En algunos países, el que
dos personas trabajen juntas en la predicación frecuentemente llama mucho la atención. Por eso,
donde no sea peligroso hacerlo, ¿por qué no predica a solas de vez en cuando ahora? Será buen
entrenamiento.
12
¿Participa usted en la obra con las revistas en las calles? ¿Tiene el valor y la iniciativa de
crear oportunidades para dar un testimonio informal? ¿Trabaja los territorios de negocios? ¿Tiene
miedo de abordar a personas acaudaladas o influyentes? Si solamente participa en ciertos rasgos
de la predicación, ¿qué haría si, bajo proscripción, ya no se pudiera predicar así?
13
¿Reconoce usted que tiene cierta debilidad en algún aspecto? Ahora es el tiempo de
trabajar en ello. Aprenda a confiar en Jehová y llegue a ser un ministro más capacitado. Entonces
estará mejor equipado para predicar ahora y mejor preparado para perseverar en tiempos de
persecución.
¿Es usted confiable?
14
A través de las Escrituras Griegas Cristianas se hace mención de personas que eran firmes
columnas de la congregación. Por ejemplo, Onesíforo ayudó valerosamente a Pablo cuando este
estaba encarcelado en Roma. (2 Timoteo 1:16.) Febe fue recomendada debido a su duro trabajo
en la congregación de Cencrea. (Romanos 16:1, 2.) Tales hombres y mujeres tienen que haber
sido una influencia estabilizadora cuando se desató la persecución. ‘Se mantuvieron despiertos,
estuvieron firmes en la fe, se portaron como hombres y se hicieron poderosos.’ (1 Corintios
16:13.)
15
Todos los cristianos, especialmente los ancianos, deben tratar de progresar y llegar a ser
como los cristianos primitivos, que eran firmes. (1 Timoteo 4:15.) Aprenda a mantener en secreto
los asuntos confidenciales y a tomar decisiones basadas en principios bíblicos. Aprenda a
discernir cualidades cristianas en otras personas, a fin de que sepa quién podrá ser confiable bajo
presión. Esfuércese, con la fortaleza que Jehová imparte, por llegar a ser una columna de la
congregación donde está, alguien que ayude a otros en lugar de alguien que siempre necesite la
ayuda de otros. (Gálatas 6:5.)
¿Se lleva usted bien con la gente?
16
El apóstol Pablo nos anima: “Vístanse de los tiernos cariños de compasión, bondad,
humildad de mente, apacibilidad y gran paciencia. Continúen soportándose los unos a los otros y
perdonándose sin reserva los unos a los otros”. (Colosenses 3:12, 13.) ¿Es esto fácil para usted?
¿O se irrita indebidamente por las imperfecciones de otras personas? ¿Se ofende o se desanima
fácilmente? Si así es, he aquí otro campo donde uno se puede preparar.
17
En los países donde las reuniones están proscritas, los cristianos se reúnen con regularidad
en grupos pequeños. En tales circunstancias, los defectos se hacen aun más evidentes. Por eso,
¿por qué no se prepara ahora para soportar las debilidades de otros, así como ellos
indudablemente están soportando las suyas? No critique a otras personas, pues esto las
desanima muchísimo. Además, adiéstrese y adiestre a sus hijos a respetar la propiedad de otras
personas cuando asistan a los estudios de libro de congregación. Bajo persecución, dicho respeto
fomentará relaciones pacíficas.
¿Tiende usted a inquirir por curiosidad?
18
Por naturaleza, algunos de nosotros tendemos a inquirir mucho por curiosidad. No podemos
resistir no “estar enterados”. ¿Tiene usted tal tendencia? Si así es, considere lo siguiente: A
veces, cuando se ha proscrito la obra de los testigos de Jehová, las autoridades tratan de
averiguar los arreglos de organización de los Testigos y los nombres de los superintendentes
responsables. Si usted estuviera enterado de estos datos, se le podría someter a maltrato físico
en un esfuerzo por obligarlo a divulgarlos. Y si de veras los divulgara, la obra de sus hermanos
podría afectarse gravemente. Por eso a veces es más seguro saber sólo lo que uno tiene que
saber, y nada más.
19
¿Puede usted adiestrarse en eso ahora? ¡Claro que sí! Por ejemplo, si un comité judicial de
la congregación estuviera atendiendo un caso, las personas deberían quedar satisfechas con lo
que los ancianos consideren que sea apropiado decir y no curiosear para enterarse de algunos
detalles. Ni las esposas ni los hijos de los ancianos deberían tratar de ejercer presión sobre estos
para que revelen asuntos confidenciales. En todos los aspectos, debemos aprender a no
‘entremeternos en lo que no nos atañe’. (2 Tesalonicenses 3:11.)
¿Es usted un estudiante de la Biblia?
20
La Biblia es la base de la fortaleza espiritual del cristiano. Le da respuestas a sus preguntas
más importantes y concede acceso a la sabiduría de Dios mismo. (2 Timoteo 3:14-16.) Todos los
cristianos reconocen esto en principio, pero ¿qué papel desempeña realmente la Biblia en su
vida? ¿La estudia con regularidad y permite que lo guíe en todo lo que usted hace? (Salmo
119:105.)
21
A menudo se restringe severamente el acceso a nuestra literatura bíblica cuando la obra
está proscrita. A veces hasta las Biblias son difíciles de conseguir. En tales circunstancias, el
espíritu santo le hará recordar cosas que usted haya aprendido en el pasado. ¡Pero no le hará
recordar cosas que no haya aprendido! Por lo tanto, mientras más estudie ahora, más información
almacenará en la mente y el corazón, la cual el espíritu santo sacará a relucir en momentos de
apuro. (Marcos 13:11.)
¿Ora usted?
22
Esta es una pregunta importante cuando pensamos en la persecución. La Biblia aconseja:
“Persistan en la oración”. (Romanos 12:12.) La oración es comunicación directa con Jehová Dios.
Mediante ella podemos pedir la fortaleza para aguantar dificultades y tomar decisiones correctas,
así como desarrollar una relación personal con Jehová Dios. Aunque los opositores nos quitaran
la literatura, las Biblias y la asociación de otros cristianos, nunca podrán quitarnos el privilegio de
la oración. En la cárcel más fortificada, el cristiano puede comunicarse con Dios. De modo que el
aprovecharse plenamente del privilegio de la oración es una manera excelente de prepararse
para lo que el futuro encierre.
¿Confía usted en la autoridad?
23
El cultivar esta confianza es importante también. Los ancianos de la congregación son parte
de la provisión de Dios para protegernos. Los ancianos tienen que obrar de manera digna de
confianza, y el resto de la congregación tiene que aprender a confiar en ellos. (Isaías 32:1, 2;
Hebreos 13:7, 17.) Más importante aún, debemos aprender a confiar en “el esclavo fiel y
discreto”. (Mateo 24:45-47.)
24
Los enemigos pudieran esparcir mentiras acerca de la organización de Dios. (1 Timoteo
4:1, 2.) En cierto país, algunos cristianos fueron engañados para creer que el Cuerpo Gobernante
de los testigos de Jehová había abandonado el cristianismo, mientras que ellos mismos todavía
se mantenían fieles a este. Una buena manera de prepararse para resistir ataques como este es
cultivando un fuerte amor a sus hermanos y aprendiendo a confiar en el arreglo de cosas de
Jehová. (1 Juan 3:11.)
*** w00 1/4 pág. 22 párr. 17 Los que pelean contra Dios no prevalecerán ***
17
Nuestros enemigos luchan contra nosotros sin causa, pero no nos acobardamos (Salmo
109:1-3). Nunca permitiremos que los que odian el mensaje bíblico nos intimiden ni nos hagan
transigir. Aunque esperamos que nuestra lucha espiritual se intensifique, sabemos cuál será el
resultado. Al igual que Jeremías, experimentaremos el cumplimiento de las siguientes palabras
proféticas: “De seguro pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque: ‘Yo estoy contigo
—es la expresión de Jehová— para librarte’” (Jeremías 1:19). En efecto, sabemos que los que
pelean contra Dios no prevalecerán.
*** w96 1/5 pág. 15 párr. 2 Paguemos al César las cosas del César ***
2
Por supuesto, la principal preocupación de los siervos de Jehová es pagar a Dios las cosas
de Dios. (Salmo 116:12-14.) Pero no por ello se olvidan de que Jesús dijo que debían dar ciertas
cosas al César. Su conciencia enseñada por la Biblia requiere que analicen bajo oración hasta
dónde pueden llegar al dar al César lo que este pide. (Romanos 13:7.) Muchos juristas de
tiempos modernos reconocen que la potestad del Estado tiene límites y que los pueblos y
gobiernos de todas partes están sometidos a la ley natural.
*** w96 1/5 pág. 16 párr. 6 Paguemos al César las cosas del César ***
6
El apóstol Pablo también escribió: “Glorifico mi ministerio”. (Romanos 11:13.) No cabe duda
de que debemos copiar su ejemplo. Tanto si somos ministros de tiempo completo como si no,
tengamos en cuenta que es Jehová mismo quien nos ha asignado nuestro ministerio. (2 Corintios
2:17.) Siendo que algunas personas pueden cuestionar nuestra postura, es preciso que todo
cristiano dedicado y bautizado esté pronto a suministrar prueba contundente y positiva de que es
en verdad ministro de las buenas nuevas. (1 Pedro 3:15.) Además, su conducta da prueba de su
ministerio. Como ministro de Dios ha de abogar por la sana moral y practicarla, defender la
unidad familiar, ser honrado y observar la ley y el orden. (Romanos 12:17, 18; 1 Tesalonicenses
5:15.) Las cosas más importantes en la vida del cristiano son su relación con Dios y el ministerio
que él le ha asignado. No puede renunciar a ellas a instancias del César, pues es obvio que se
cuentan entre las “cosas de Dios”.
*** w96 1/5 pág. 19 párr. 15 Paguemos al César las cosas del César ***
15
Ahora bien, ¿qué hará el cristiano que vive en un país donde no se exime a los ministros
religiosos? Entonces deberá tomar una decisión personal siguiendo los dictados de su conciencia
educada por la Biblia. (Gálatas 6:5.) Tomará en cuenta la autoridad del César sin dejar de
sopesar cuidadosamente lo que debe a Jehová. (Salmo 36:9; 116:12-14; Hechos 17:28.)
Recordará que la marca del cristiano genuino es el amor que le tiene a todos sus hermanos en la
fe, incluidos aquellos que viven en otros países o son de otra tribu. (Juan 13:34, 35; 1 Pedro
2:17.) Tampoco olvidará los principios bíblicos contenidos en pasajes como Isaías 2:2-4; Mateo
26:52; Romanos 12:18; 14:19; 2 Corintios 10:4, y Hebreos 12:14.
*** w96 1/5 pág. 20 párr. 20 Paguemos al César las cosas del César ***
20
Al efectuar su investigación, el cristiano debe tomar en cuenta varios principios bíblicos.
Pablo dijo que debemos ‘ser obedientes a los gobiernos y a las autoridades como gobernantes,
estar listos para toda buena obra, ser razonables y desplegar toda apacibilidad para con todos los
hombres’. (Tito 3:1, 2.) Conviene asimismo que el cristiano examine el trabajo civil propuesto. De
aceptarlo, ¿podrá mantener la neutralidad cristiana? (Miqueas 4:3, 5; Juan 17:16.) ¿Lo
involucrará con la religión falsa? (Revelación 18:4, 20, 21.) ¿Le impedirá cumplir con sus deberes
cristianos, o le impondrá límites excesivos al respecto? (Mateo 24:14; Hebreos 10:24, 25.) Por
otra parte, ¿le será posible seguir adelantando en sentido espiritual, quizás hasta participando en
el ministerio de tiempo completo, mientras presta el servicio exigido? (Hebreos 6:11, 12.)
*** w96 1/5 págs. 16-17 párrs. 7-8 Paguemos al César las cosas del César ***
7
Los testigos de Jehová saben que deben “sujeción a las autoridades superiores”, esto es, los
dirigentes gubernamentales. (Romanos 13:1.) Por consiguiente, su conciencia educada por la
Biblia les permite satisfacer las exigencias legítimas del César, o el Estado. Los verdaderos
cristianos, por ejemplo, figuran entre los contribuyentes más ejemplares de la Tierra. El periódico
alemán Münchner Merkur informó lo siguiente de los testigos de Jehová: “Son las personas más
honradas y puntuales en el pago de impuestos de la República Federal”. En Italia, el periódico La
Stampa comentó: “No hay ciudadanos más leales: no tratan de evitar el pago de los impuestos
ni procuran lucrarse evadiendo leyes inconvenientes”. Los siervos de Jehová lo hacen “por causa
de su conciencia”. (Romanos 13:5, 6.)
8
¿Se circunscriben las “cosas de César” solo al pago de impuestos? No. Pablo incluyó otras,
como el temor y la honra. En su Critical and Exegetical Hand-Book to the Gospel of Matthew
(Manual crítico y exegético del Evangelio de Mateo), el erudito alemán Heinrich Meyer escribió:
“Por [las cosas del César] [...] no hemos de entender meramente el impuesto civil, sino todo
aquello a lo que el César tenía derecho en virtud de su legítimo regir”. El historiador E. W. Barnes,
en su obra The Rise of Christianity (La aparición del cristianismo), comentó que el cristiano
pagaría los impuestos que debiera y “aceptaría asimismo toda otra obligación impuesta por el
Estado, siempre y cuando no se le exigiera dar al César las cosas que fueran de Dios”.
*** w96 1/5 pág. 20 párr. 22 Paguemos al César las cosas del César ***
22
Como cristianos que somos, no dejaremos de rendir “al que pide honra, dicha honra”.
(Romanos 13:7.) Respetaremos el orden y procuraremos ser ciudadanos pacíficos y observantes
de la ley. (Salmo 34:14.) Incluso podremos orar “respecto a reyes y a todos los que están en alto
puesto” cuando estos funcionarios deban tomar decisiones que afecten nuestra vida y labor
cristianas. Como resultado de pagar al César las cosas del César, esperamos seguir “llevando
una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad”. (1 Timoteo 2:1, 2.) Ante todo,
seguiremos predicando las buenas nuevas del Reino como la única esperanza para la
humanidad, pagando escrupulosamente a Dios las cosas de Dios.
Pág. 73 *** km 8/10 págs. 3-4 ¿Predicar informalmente? ¡Claro que usted puede! ***
1
¿Cuántos de su congregación conocieron la verdad gracias a la predicación informal? Le
sorprendería la respuesta. ¿Qué es la predicación informal? Es hablarle de las buenas nuevas a
la gente que nos encontramos en el diario vivir: en la escuela, en el trabajo, al ir de compras, al
visitar a familiares o vecinos, al viajar, etc. En cierto grupo de más de doscientos Testigos
bautizados, el 40% conoció la verdad informalmente, lo que demuestra que es un método
sumamente eficaz.
2
Los evangelizadores del primer siglo a menudo predicaron de manera informal. Por ejemplo,
cuando atravesaba Samaria, Jesús le predicó a una mujer que sacaba agua de la fuente de
Jacob (Juan 4:6-26). Con cierto funcionario de la corte etíope que iba leyendo del libro de Isaías,
Felipe inició la conversación preguntándole: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?”
(Hech. 8:26-38). Mientras estuvo prisionero en Filipos, Pablo le predicó a un carcelero (Hech.
16:23-34). Y más tarde, el mismo Pablo “recibía amablemente a todos los que venían a él”
durante su arresto domiciliario, “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al
Señor Jesucristo” (Hech. 28:30, 31). Si ellos lo hicieron, usted también puede, aunque sea tímido.
¿Cómo?
3
Para empezar. A muchos se nos hace difícil comenzar una conversación con un extraño.
Aun tratándose de un conocido, pudiéramos sentirnos un tanto incómodos y no atrevernos a
hablar de la verdad. Pero si meditamos en lo bueno que es Jehová, en los tesoros espirituales
que nos ha dado y en la lamentable situación en que se halla la gente del mundo, nos brotará el
deseo de expresarnos (Jon. 4:11; Sal. 40:5; Mat. 13:52). Además, podemos pedirle a Jehová que
nos dé valor (1 Tes. 2:2). Como dijo cierto estudiante de Galaad: “A menudo he hallado que la
oración me ayuda cuando se me dificulta hablar con la gente”. Si se siente inseguro, haga en
silencio una corta oración (Neh. 2:4).
4
Tal como su nombre lo indica, para predicar informalmente no hace falta una introducción
formal o empezar leyendo un texto bíblico. La meta incluso puede ser sencillamente entablar
conversación, sin sentir la obligación de dar testimonio de inmediato. Muchos hermanos dicen
que, después que logran dar este paso, se sienten más cómodos para mencionar las buenas
nuevas. Ahora bien, si la persona no desea conversar, no fuerce la situación. Despídase
cortésmente y siga adelante.
5
Una hermana tímida tiene su propio método: mientras anda de compras, mira a alguien a los
ojos y le sonríe. Si le devuelven la sonrisa, ella hace un comentario pasajero. Cuando la persona
reacciona bien, eso le da confianza y prosigue la conversación. Escucha con atención y trata de
discernir qué aspecto de las buenas nuevas pudiera interesarle. De este modo ha dejado muchas
publicaciones en manos de la gente y hasta pudo comenzar un estudio.
6
Para romper el hielo. ¿Qué podemos decir para empezar? Recuerde: con la mujer en el
pozo, Jesús comenzó simplemente pidiendo un poco de agua (Juan 4:7). Así que tal vez un
saludo o una pregunta amable sirvan para romper el hielo. Conforme vayan hablando, quizás
usted vea oportuno introducir un pensamiento bíblico que pudiera sembrar la semilla de la verdad
(Ecl. 11:6). A algunos les ha dado buenos resultados mencionar algo interesante, que despierte la
curiosidad de la persona y dé pie a una pregunta. Por ejemplo, mientras espera su cita médica,
podría decir: “¡Qué contento me pondré cuando se acaben las enfermedades!”.
7
También ayuda ser observador. Por ejemplo, si notamos que los niños de alguien se portan
bien, podríamos elogiar a la persona y preguntarle: “¿Cómo logra educarlos tan bien?”. Una
hermana pone atención a los temas sobre los que hablan sus compañeros de trabajo y luego les
entrega información específica de acuerdo con lo que les interese. Por ejemplo, una vez se enteró
de que una compañera pensaba casarse, así que le llevó una revista ¡Despertad! que daba ideas
para planear una boda. El resultado fue una conversación sobre temas bíblicos.
8
Otra forma de comenzar conversaciones es leyendo nuestras publicaciones donde otros nos
vean. Un hermano abre La Atalaya o ¡Despertad! en un artículo que llame la atención y comienza
a leerlo en silencio. Si nota que alguien por ahí está mirando la revista, le hace una pregunta o un
comentario sobre el artículo. A menudo, su método conduce a una conversación y él puede dar
testimonio. Incluso algo tan simple como dejar una publicación donde otros la vean puede hacer
que compañeros de trabajo o de escuela sientan suficiente curiosidad como para hacer
preguntas.
Pág. 74 *** km 1/06 pág. 1 Mostremos interés personal haciendo preguntas y escuchando
***
1
A la mayoría de las personas les gusta exponer sus puntos de vista, pero les desagrada que
alguien las sermonee o las interrogue. Por eso, los ministros cristianos debemos aprender el arte
de usar las preguntas para que nuestros oyentes se expresen (Pro. 20:5).
2
Nuestras preguntas no deben intimidar a la persona, sino invitarla a expresarse. Al ir de casa
en casa, cierto hermano pregunta: “¿Le parece que llegará el día en que todos nos tratemos con
dignidad y respeto?”. Dependiendo de la respuesta, prosigue diciendo: “¿Qué cree usted que
haría falta para lograrlo?”, o “¿Por qué cree usted eso?”. Otro hermano, cuando da testimonio
informalmente o en lugares públicos, pregunta a quienes tienen hijos: “¿Qué es lo que más le
gusta de ser padre?”. Entonces pasa a decir: “¿Y qué es lo que más le preocupa?”. Observe que
estas preguntas permiten que los oyentes expresen sus opiniones sin sentirse presionados.
Puesto que las circunstancias varían, es importante hacer que el tema y el tono de las preguntas
se adapten a aquellos a quienes predicamos en nuestro territorio.
3
Cómo lograr que se expresen. Si las personas están dispuestas a expresarse, escuche con
paciencia sin interrumpirlas innecesariamente (Sant. 1:19). Agradézcales sus comentarios (Col.
4:6). Quizá baste con decir: “Esa es una opinión muy interesante”. Encómielas con sinceridad
siempre que pueda. De manera bondadosa, hágales otras preguntas para averiguar lo que
piensan y por qué opinan así. Busque un terreno común. Para dirigirlas a un texto bíblico, podría
decir: “¿Ha pensado alguna vez en esta posibilidad?”. No sea dogmático ni discuta (2 Tim.
2:24, 25).
4
La forma en que los oyentes respondan a nuestras preguntas bien puede depender de cómo
escuchemos nosotros. Las personas perciben si de verdad les estamos prestando atención. Un
superintendente viajante señaló: “Demostrar que uno está dispuesto a escuchar con paciencia
ejerce una asombrosa atracción y es una magnífica manera de expresar afecto e interés
personal”. El que escuchemos a los demás los dignifica, y es probable que los impulse a prestar
atención a las buenas nuevas que procuramos transmitirles (Rom. 12:10).
*** km 6/96 pág. 7 Las conversaciones amigables pueden llegar al corazón ***
1
La conversación pudiera definirse como un “intercambio oral de impresiones”. Entablar
conversaciones amigables sobre temas que interesan a los oyentes puede captar la atención de
estos y ayudarnos a llegar a su corazón con el mensaje del Reino. La experiencia ha demostrado
que es mucho más eficaz hablar amigable y tranquilamente con la gente que presentarle un
sermón.
2
Cómo empezar una conversación amigable: Conversar con la gente no significa que
tengamos que presentar una impresionante serie de ideas y textos bíblicos. Implica sencillamente
lograr que la otra persona hable con nosotros. Por ejemplo, cuando mantenemos una
conversación amena con el vecino, no estamos rígidos, sino tranquilos. No estamos pensando en
lo que vamos a decir después, sino que respondemos naturalmente a las ideas que exprese
nuestro interlocutor. Mostrar interés sincero en lo que la persona dice tal vez la anime a seguir
conversando con nosotros. Lo mismo sucede cuando damos testimonio.
3
Para entablar conversaciones amigables podemos valernos de temas como el delito, los
problemas de los jóvenes, las noticias locales, las condiciones mundiales o incluso el tiempo. Los
asuntos que afectan directamente la vida de la gente suelen despertar su interés. Una vez que se
haya empezado la conversación, podemos dirigir poco a poco la atención al mensaje del Reino.
4
Conversar tranquilamente no significa que no tengamos que prepararnos de antemano.
Dicha preparación es necesaria. Sin embargo, no tenemos que formular un bosquejo riguroso
ni memorizar un sermón, pues eso resultaría en una conversación inflexible, y no se adaptaría a
las circunstancias que se presentaran. (Compárese con 1 Corintios 9:20-23.) Una excelente
manera de prepararnos consiste en seleccionar uno o dos temas bíblicos con el objetivo de
conversar sobre estos. Repasar los que contiene el libro Razonamiento puede resultarnos útil.
5
Cualidades esenciales para mantener una conversación amigable: Cuando hablemos
con otras personas debemos ser afectuosos y sinceros. Una sonrisa y un aspecto alegre ayudan
a reflejar dichas cualidades. Tenemos el mejor mensaje del mundo, y es muy atrayente para las
personas de corazón honrado. Si perciben que nuestro interés en ellas está motivado por un
deseo sincero de comunicarles buenas noticias, tal vez se sientan impulsadas a escuchar. (2 Cor.
2:17.)
6
Conversar con otros debe ser una experiencia placentera. Por eso, debemos ser bondadosos
y prudentes cuando presentemos el mensaje del Reino. (Gál. 5:22; Col. 4:6.) Procuremos dejar
una buena impresión en el amo de casa. Así, aunque no le hayamos llegado al corazón durante la
primera visita, quizás esté más dispuesto a escuchar a un Testigo la próxima vez.
7
Entablar una conversación amigable no es el resultado de dominar un sermón complicado.
Simplemente es cuestión de despertar el interés del amo de casa en un tema que le atañe. Una
vez que nos hayamos preparado de antemano estaremos listos para conversar de manera
amigable con la gente. Procuremos llegar al corazón de las personas con quienes hablamos al
comunicarles las mejores noticias que existen, las de las bendiciones eternas del Reino. (2 Ped.
3:13.)
Pág. 75 *** km 8/10 págs. 3-6 ¿Predicar informalmente? ¡Claro que usted puede! ***
1
¿Cuántos de su congregación conocieron la verdad gracias a la predicación informal? Le
sorprendería la respuesta. ¿Qué es la predicación informal? Es hablarle de las buenas nuevas a
la gente que nos encontramos en el diario vivir: en la escuela, en el trabajo, al ir de compras, al
visitar a familiares o vecinos, al viajar, etc. En cierto grupo de más de doscientos Testigos
bautizados, el 40% conoció la verdad informalmente, lo que demuestra que es un método
sumamente eficaz.
2
Los evangelizadores del primer siglo a menudo predicaron de manera informal. Por ejemplo,
cuando atravesaba Samaria, Jesús le predicó a una mujer que sacaba agua de la fuente de
Jacob (Juan 4:6-26). Con cierto funcionario de la corte etíope que iba leyendo del libro de Isaías,
Felipe inició la conversación preguntándole: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?”
(Hech. 8:26-38). Mientras estuvo prisionero en Filipos, Pablo le predicó a un carcelero (Hech.
16:23-34). Y más tarde, el mismo Pablo “recibía amablemente a todos los que venían a él”
durante su arresto domiciliario, “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al
Señor Jesucristo” (Hech. 28:30, 31). Si ellos lo hicieron, usted también puede, aunque sea tímido.
¿Cómo?
3
Para empezar. A muchos se nos hace difícil comenzar una conversación con un extraño.
Aun tratándose de un conocido, pudiéramos sentirnos un tanto incómodos y no atrevernos a
hablar de la verdad. Pero si meditamos en lo bueno que es Jehová, en los tesoros espirituales
que nos ha dado y en la lamentable situación en que se halla la gente del mundo, nos brotará el
deseo de expresarnos (Jon. 4:11; Sal. 40:5; Mat. 13:52). Además, podemos pedirle a Jehová que
nos dé valor (1 Tes. 2:2). Como dijo cierto estudiante de Galaad: “A menudo he hallado que la
oración me ayuda cuando se me dificulta hablar con la gente”. Si se siente inseguro, haga en
silencio una corta oración (Neh. 2:4).
4
Tal como su nombre lo indica, para predicar informalmente no hace falta una introducción
formal o empezar leyendo un texto bíblico. La meta incluso puede ser sencillamente entablar
conversación, sin sentir la obligación de dar testimonio de inmediato. Muchos hermanos dicen
que, después que logran dar este paso, se sienten más cómodos para mencionar las buenas
nuevas. Ahora bien, si la persona no desea conversar, no fuerce la situación. Despídase
cortésmente y siga adelante.
5
Una hermana tímida tiene su propio método: mientras anda de compras, mira a alguien a los
ojos y le sonríe. Si le devuelven la sonrisa, ella hace un comentario pasajero. Cuando la persona
reacciona bien, eso le da confianza y prosigue la conversación. Escucha con atención y trata de
discernir qué aspecto de las buenas nuevas pudiera interesarle. De este modo ha dejado muchas
publicaciones en manos de la gente y hasta pudo comenzar un estudio.
6
Para romper el hielo. ¿Qué podemos decir para empezar? Recuerde: con la mujer en el
pozo, Jesús comenzó simplemente pidiendo un poco de agua (Juan 4:7). Así que tal vez un
saludo o una pregunta amable sirvan para romper el hielo. Conforme vayan hablando, quizás
usted vea oportuno introducir un pensamiento bíblico que pudiera sembrar la semilla de la verdad
(Ecl. 11:6). A algunos les ha dado buenos resultados mencionar algo interesante, que despierte la
curiosidad de la persona y dé pie a una pregunta. Por ejemplo, mientras espera su cita médica,
podría decir: “¡Qué contento me pondré cuando se acaben las enfermedades!”.
7
También ayuda ser observador. Por ejemplo, si notamos que los niños de alguien se portan
bien, podríamos elogiar a la persona y preguntarle: “¿Cómo logra educarlos tan bien?”. Una
hermana pone atención a los temas sobre los que hablan sus compañeros de trabajo y luego les
entrega información específica de acuerdo con lo que les interese. Por ejemplo, una vez se enteró
de que una compañera pensaba casarse, así que le llevó una revista ¡Despertad! que daba ideas
para planear una boda. El resultado fue una conversación sobre temas bíblicos.
8
Otra forma de comenzar conversaciones es leyendo nuestras publicaciones donde otros nos
vean. Un hermano abre La Atalaya o ¡Despertad! en un artículo que llame la atención y comienza
a leerlo en silencio. Si nota que alguien por ahí está mirando la revista, le hace una pregunta o un
comentario sobre el artículo. A menudo, su método conduce a una conversación y él puede dar
testimonio. Incluso algo tan simple como dejar una publicación donde otros la vean puede hacer
que compañeros de trabajo o de escuela sientan suficiente curiosidad como para hacer
preguntas.
9
Hay que crear las oportunidades. En vista de la atención urgente que merece nuestra obra,
es fundamental no ver la predicación informal como algo que puede dejarse a la casualidad. Más
bien, hay que buscar cómo crear oportunidades que nos permitan predicar durante nuestras
actividades cotidianas. Piense de antemano en las personas con quienes probablemente se
encuentre y en lo que puede decirles para entablar una conversación agradable. Tenga siempre a
la mano una Biblia, además de algunas publicaciones para entregarle a quien muestre interés
(1 Ped. 3:15).
10
Muchos publicadores han encontrado formas ingeniosas de dar testimonio informal. Por citar
un caso, una hermana que vive en un edificio de alta seguridad se pone a armar rompecabezas
de paisajes naturales en el área de recreación de las instalaciones. Cuando la gente se detiene y
alaba el hermoso paisaje, ella aprovecha y les cuenta de la promesa bíblica de “un nuevo cielo y
una nueva tierra” (Rev. 21:1-4). ¿De qué otras maneras se le ocurre que pueda crear
oportunidades para predicar informalmente?
11
Atienda el interés. Si encuentra un buen oído, procure atender el interés. Para ello, si lo ve
conveniente, podría decir: “Fue un placer hablar con usted. ¿Dónde puedo localizarlo para seguir
la conversación?”. Algunos hermanos simplemente le entregan su dirección y número telefónico a
la persona y le dicen: “Me gustó esta conversación con usted. Si desea saber más de lo que
hablamos, aquí me puede localizar”. Si considera que no podrá atender a la persona, entregue sin
demora el formulario Sírvase visitar (S-43) al secretario de su congregación para que la
congregación correspondiente se encargue de darle seguimiento.
12
Ahora bien, se debe informar el tiempo de la predicación informal. Asegúrese de ir
anotándolo, aunque solo sean unos cuantos minutos en el día. Si cada publicador predicara
informalmente cinco minutos por día, ¡en total serían más de diecisiete millones de horas al mes!
13
Predicamos informalmente por las más nobles razones: el amor a Dios y al prójimo (Mat.
22:37-39). El profundo aprecio que sentimos por las cualidades y los propósitos de Jehová nos
impulsa a proclamar “la gloria del esplendor de su gobernación real” (Sal. 145:7, 10-12). Por el
genuino interés que tenemos por el prójimo, aprovechamos toda oportunidad apropiada para
difundir las buenas nuevas mientras todavía hay tiempo (Rom. 10:13, 14). Con un poco de
previsión y preparación, todos podemos predicar informalmente... y quién sabe, hasta podríamos
tener la alegría de contribuir a que alguien de buen corazón conozca la verdad.
Sugerencias para iniciar conversaciones
▪ Pida a Jehová que le ayude a empezar
▪ Busque rostros amigables y que no parezcan tener prisa
▪ Establezca contacto visual, sonría y comente algo de interés mutuo
▪ Escuche con atención
[Recuadro de la página 6]
La predicación informal da buenos resultados
• Mientras esperaba en un taller a que le repararan su automóvil, un hermano predicó a la gente
que estaba allí y repartió invitaciones para el discurso público. Un año después, en una
asamblea, lo saludó afectuosamente un hermano que no le era conocido. ¡Era uno de los
hombres a quienes les había dado la invitación en el taller el año anterior! Fue a oír el discurso
público y pidió un estudio bíblico. Ahora él y su esposa están bautizados.
• Para una hermana que aprendió la verdad por la predicación informal, su territorio personal lo
componen las personas que conoce a través de sus tres hijos. Esto le permite hablar tanto con
vecinos como con las personas que conoce en la escuela y en las reuniones de padres de
familia. Siempre que se presenta, hace un comentario sencillo pero sincero de cómo la Biblia
la ayuda enormemente a criar a sus hijos; luego, cambia de tema. Una vez roto el hielo, le
resulta más fácil mencionar la Biblia en conversaciones posteriores. Con este método, ha
contribuido a que doce personas se bauticen.
• Un vendedor de seguros fue a la casa de una hermana, quien aprovechó para predicarle.
La hermana le preguntó si le gustaría tener garantizada la buena salud, la felicidad y la vida
eterna. Él dijo que sí, y quiso saber de qué póliza de seguros hablaba. La hermana le mostró
las promesas divinas. El señor aceptó una de nuestras publicaciones y la leyó completa en
una sola tarde. Se hicieron planes para que estudiara la Biblia. Empezó a asistir a las
reuniones y más tarde se bautizó.
• Durante un viaje en avión, cierta hermana entabló una conversación con su compañera de
asiento y pudo darle testimonio. Al final del viaje, la hermana le dio a la señora su dirección y
número de teléfono, y la animó a pedir un estudio bíblico la próxima vez que la visitaran los
testigos de Jehová. Justo al día siguiente, dos Testigos llamaron a su puerta. La señora
comenzó a estudiar la Biblia, progresó con rapidez, se bautizó y en poco tiempo ya daba ella
misma tres cursos bíblicos.
• Cierto hermano ciego de 100 años de edad que vive en un hogar de ancianos dice
repetidamente: “Necesitamos el Reino”. Esto ha originado preguntas por parte de enfermeras
y otros pacientes, lo que le da la oportunidad de explicar qué es el Reino. Un día, una de las
trabajadoras del hogar le preguntó qué iba a hacer en el Paraíso. El hermano respondió: “Voy
a ver y a caminar otra vez y entonces voy a quemar mi silla de ruedas”. Como es ciego, le pide
a esta persona que le lea las revistas. Un día llegó de visita la hija del hermano, y la
trabajadora le pidió permiso para llevarse las revistas a casa. Una de las enfermeras le
comentó: “Nuestro nuevo dicho en el hogar es ‘Necesitamos el Reino’”.
• Mientras esperaba en la fila de un restaurante, una hermana alcanzó a oír a un grupo de
hombres mayores sentados que hablaban de política. Cuando uno de ellos afirmó que el
gobierno no era capaz de resolver los problemas de la gente, la hermana pensó: “Esta es mi
oportunidad”. Oró brevemente y se acercó a ellos. Primero se presentó, luego les contó de un
gobierno que resolverá los problemas de la humanidad, el Reino de Dios, y entonces les
ofreció un folleto. En ese momento se acercó el gerente. La hermana pensó que le iban a
pedir que se fuera, pero el gerente le dijo que había estado escuchando la conversación y que
también quería un folleto. Entonces vino una empleada, con lágrimas en los ojos, que también
había estado escuchando. Resultó que antes había estudiado la Biblia y ahora quería
reanudar su estudio.
*** km 12/95 págs. 3-4 Que nuestra luz resplandezca continuamente ***
1
¿Qué es la luz? Un diccionario la define como una “forma de energía que ilumina las cosas y
las hace visibles”. Pero en realidad, pese a los avances técnicos, el hombre no ha logrado aclarar
plenamente la cuestión que Jehová planteó en Job 38:24. ¿Podemos vivir sin luz? Sin ella
no podríamos existir. La luz es esencial para la visión física, y la Biblia nos dice que en sentido
espiritual “Dios es luz”. (1 Juan 1:5.) Dependemos totalmente de Aquel que “nos da luz”. (Sal.
118:27.)
2
Si esto es cierto en sentido físico, lo es más en sentido espiritual. La religión falsa ha
extraviado a muchísimas personas y las tiene en la oscuridad, “palpando el muro justamente
como ciegos”. (Isa. 59:9, 10.) Motivado por su amor y su compasión incomparables, Jehová
‘envía su luz y su verdad’. (Sal. 43:3.) Literalmente millones de personas han respondido,
saliendo “de la oscuridad a su luz maravillosa”. (1 Ped. 2:9.)
3
Jesucristo desempeña un papel fundamental en llevar esta luz al mundo. Él dijo: “Yo he
venido como luz al mundo, para que todo el que pone fe en mí no permanezca en la oscuridad”.
(Juan 12:46.) Encauzó todo su tiempo, toda su energía y todos sus recursos a dar a conocer la
luz de la verdad. Viajó a lo largo y ancho de su país, predicando y enseñando en prácticamente
toda ciudad y aldea. Soportó persecución desde todo ángulo, y se mantuvo incólume en su
comisión de difundir la luz de la verdad.
4
Jesús se concentró en seleccionar, preparar y organizar a los discípulos, con un objetivo
específico. En Mateo 5:14-16 leemos las instrucciones que les dio: “Ustedes son la luz del
mundo. [...] Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus
obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos”. Tal como Jesús, ellos
debían ser “iluminadores en el mundo”, y difundir por doquier la luz de la verdad. (Fili. 2:15.)
Aceptaron con gusto esa responsabilidad, que consideraron su principal objetivo en la vida. Poco
después, Pablo pudo afirmar que las buenas nuevas “se [habían] predicado en toda la creación
que está bajo el cielo”. (Col. 1:23.) Toda la congregación cristiana realizaba unidamente esta gran
obra.
5
Hoy debemos estar agradecidos de que podamos contarnos con los que se han ‘quitado las
obras que pertenecen a la oscuridad’. (Rom. 13:12, 13.) Podemos mostrar nuestra gratitud
imitando el ejemplo de Jesús y los cristianos fieles del pasado. La necesidad de que otros
escuchen la verdad es hoy más urgente que en cualquier otro tiempo de la historia humana.
Ninguna otra actividad puede compararse con esta obra en lo que a urgencia y beneficios
duraderos se refiere.
6
¿Cómo podemos resplandecer como iluminadores? La principal forma de dejar que
nuestra luz resplandezca es participando en la obra de predicar el Reino. Toda congregación
tiene un horario regular y organizado para predicar en su territorio asignado. Pueden conseguirse
una gran variedad de publicaciones en diversos idiomas. La educación que recibimos en las
reuniones es muy amplia, y los que tienen experiencia se ofrecen a ayudarnos personalmente. La
oportunidad de participar en ellas está al alcance de hombres, mujeres, personas mayores y
hasta niños. A todos los miembros de la congregación se les invita a participar al grado que sus
habilidades y circunstancias personales se lo permitan. Todas las actividades de la congregación
giran en torno de la predicación, y hay provisiones para ayudar a todos los miembros de esta a
participar de algún modo. Tener compañerismo estrecho y regular con la congregación es la
forma más segura de hacer que nuestra luz siga resplandeciendo.
7
Podemos resplandecer sin dar el testimonio verbalmente. Captamos la atención de quienes
nos observan simplemente con nuestra conducta. El apóstol Pedro tenía presente eso cuando
exhortó: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que [...] ellos, como
resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a
Dios”. (1 Ped. 2:12.) Muchas personas juzgan una obra o una organización por la conducta de
sus miembros. Cuando los observadores se dan cuenta de que dichas personas son moralmente
limpias, honradas, pacíficas y observantes de la ley, las consideran diferentes y concluyen que
rigen su vida por normas mucho más altas que las de la mayoría. Así pues, un esposo deja que
su luz resplandezca cuando honra y respeta a su esposa con amor; la esposa hace lo propio
respetando la jefatura de su marido. Los hijos se destacan como personas diferentes cuando
obedecen a sus padres y evitan la inmoralidad sexual y el consumo de drogas. Al empleado que
trabaja concienzudamente y es honrado y considerado con los demás, se le tiene en alta estima.
Al mostrar estas cualidades cristianas, dejamos que nuestra luz resplandezca y recomendamos
nuestra forma de vivir a los demás.
8
Predicar es hablar a los demás de lo que hemos aprendido de la Palabra de Dios. Lo
hacemos desde la plataforma o al tocar a las puertas, pero de ningún modo se reduce a tales
ocasiones. Nuestras actividades cotidianas nos ponen en contacto con decenas de personas.
¿Cuántas veces al día habla con sus vecinos? ¿Con cuánta frecuencia toca alguien a su puerta?
¿Con cuántas personas se encuentra cuando va de compras, viaja en autobús o efectúa su
trabajo? Si eres un joven escolar, ¿puedes contar con cuántas personas hablas durante el día?
Las oportunidades de hablar a otros prácticamente son ilimitadas. Todo lo que necesitamos es
memorizar algunos textos, tener a mano la Biblia y algunos tratados, y tomar la iniciativa para
hablarles cuando se presente la oportunidad.
9
Aunque dar el testimonio de manera informal es sencillo, algunos titubean al respecto. Quizá
vacilen por timidez o porque se pongan nerviosos al hablar con extraños. Tal vez teman llamar la
atención a sí mismos o recibir una respuesta áspera. Los que tienen experiencia en dar el
testimonio informal afirman que al hacerlo rara vez se han visto en aprietos. La gente es como
nosotros; tiene las mismas necesidades, las mismas preocupaciones y desean las mismas cosas
para sí mismos y sus familiares. La mayoría responde bien a una amable sonrisa o un saludo
amigable. Para comenzar quizá deba ‘cobrar denuedo’. (1 Tes. 2:2.) Pero cuando lo haga, le
sorprenderán los resultados.
10
Cuando nuestra luz resplandece, recibimos bendiciones: He aquí algunas experiencias
que han sido el resultado de la predicación informal: Cuando cierta mujer de 55 años intentaba
cruzar la calle, una hermana la asió de la mano para evitar que un automóvil la atropellara, y le
dijo: “Por favor, tenga cuidado. Vivimos en constante peligro”. Después le explicó la razón de la
peligrosidad de estos tiempos. La señora le preguntó: “¿Es usted testigo de Jehová?”. Su
hermana le había prestado uno de nuestros libros y ella quería hablar con los testigos de Jehová.
Esta conversación le presentó la oportunidad.
11
Una hermana empezó a conversar con una señora en la sala de espera de un consultorio
médico. Esta la escuchó con atención, y luego dijo: “En varias ocasiones los testigos de Jehová
han intentado hablar conmigo; pero si en alguna ocasión me hago testigo de Jehová, será por lo
que usted acaba de decirme. Oírla ha sido como ver la luz en la oscuridad”.
12
Una acción bondadosa puede presentarnos la oportunidad de ayudar a otros a conocer la
verdad. Dos hermanas que se dirigían al servicio del campo observaron descender del autobús a
una señora que parecía estar enferma. Se detuvieron y le preguntaron si necesitaba ayuda. La
señora se sorprendió tanto de que dos desconocidas se interesaran en ella, que quiso saber qué
las motivaba a ser tan amables. Esta acción les permitió dar el mensaje. La señora les dio con
agrado su dirección y las invitó a que la visitaran. Se comenzó un estudio. Pronto empezó a asistir
a las reuniones, y ahora lleva la verdad a otras personas.
13
Una hermana mayor da el testimonio temprano por la mañana en una playa cercana. Habla
con sirvientas, niñeras, empleados bancarios y otras personas que hacen su caminata matutina
por el paseo entarimado de la playa. Tiene algunos estudios, y los hace en los bancos de la
playa. Varias personas han conocido la verdad por medio de ella y ahora son testigos de Jehová.
14
En su empleo, una hermana escuchó a una compañera que hablaba sobre un partido
político que, según ella, resolvería los problemas mundiales. La hermana le habló sobre las
promesas que el Reino de Dios hará realidad. La conversación que tuvieron las llevó a un estudio
regular de la Biblia en el hogar de la señora, y con el tiempo ella y su esposo se hicieron Testigos.
15
Nunca olvide que es Testigo: Cuando Jesús habló de sus discípulos como “la luz del
mundo”, entendía que ellos ayudarían a otras personas a beneficiarse de la iluminación espiritual
de la Palabra de Dios. Si seguimos su consejo, ¿cómo debemos ver nuestro ministerio?
16
Cuando buscan un empleo, algunas personas escogen un trabajo de media jornada. Limitan
el tiempo y el esfuerzo que dedican a trabajar porque prefieren utilizar la mayor parte de estos en
otras actividades que consideran más provechosas. ¿Adoptamos un punto de vista similar sobre
nuestro ministerio? Prescindiendo de que nos sintamos obligados o deseosos de dedicar tiempo
al ministerio, ¿deberían ser otros nuestros intereses primordiales?
17
Puesto que comprendimos que no podíamos ser cristianos de media jornada, hicimos
nuestra dedicación ‘repudiándonos a nosotros mismos’ y aceptando seguir a Jesús “de continuo”.
(Mat. 16:24.) Queremos seguir sirviendo “de toda alma”, aprovechando toda oportunidad de hacer
que nuestra luz resplandezca para dar el mensaje a la gente en cualquier lugar. (Col. 3:23, 24.)
Tenemos que combatir las actitudes mundanas, mantener nuestro celo original y asegurarnos de
que nuestra luz siga resplandeciendo con fulgor. Algunos han permitido que su celo se apague y
su luz se reduzca a un pálido resplandor, apenas perceptible a corta distancia. Debemos
ayudarlos a recuperar el fervor en el ministerio.
18
Es probable que algunos tiendan a retraerse porque nuestro mensaje es impopular para
muchos. Pablo dijo que el mensaje acerca de Cristo era “necedad para los que están pereciendo”.
(1 Cor. 1:18.) Pero, dejando a un lado esas opiniones, dijo: “No me avergüenzo de las buenas
nuevas”. (Rom. 1:16.) La persona que se avergüenza siente cortedad o desconfianza. ¿Cómo
podríamos sentir vergüenza de hablar del Soberano Supremo del universo y de sus maravillosas
provisiones para la felicidad eterna? Es inconcebible que podamos tener cortedad o desconfianza
cuando hablamos de estas verdades con otras personas. En vez de eso, deberíamos sentirnos
impulsados a hacer cuanto podamos para manifestar con convicción que ‘no tenemos de qué
avergonzarnos’. (2 Tim. 2:15.)
19
La luz de la verdad resplandece actualmente en países de toda la Tierra brindando la
esperanza de vida eterna en un nuevo mundo paradisíaco. Demostremos que aceptamos de
corazón la exhortación de dejar que nuestra luz resplandezca continuamente. Si lo hacemos,
tendremos motivos para regocijarnos, como los discípulos que todos los días “continuaban sin
cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hech. 5:42.)
Pág. 76 *** km 6/96 pág. 7 párr. 6 Las conversaciones amigables pueden llegar al corazón
***
6
Conversar con otros debe ser una experiencia placentera. Por eso, debemos ser bondadosos
y prudentes cuando presentemos el mensaje del Reino. (Gál. 5:22; Col. 4:6.) Procuremos dejar
una buena impresión en el amo de casa. Así, aunque no le hayamos llegado al corazón durante la
primera visita, quizás esté más dispuesto a escuchar a un Testigo la próxima vez.
*** km 6/03 págs. 3-4 Seamos diligentes “dando testimonio cabal” ***
1
Al igual que Jesús y muchos otros siervos fieles del pasado, el apóstol Pablo era un
predicador celoso de las buenas nuevas que “[daba] testimonio cabal” en cualquier circunstancia.
Incluso cuando estaba bajo arresto domiciliario, “recibía amablemente a todos los que venían a él,
predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor
franqueza de expresión” (Hech. 28:16-31).
2
Nosotros también podemos ser diligentes “dando testimonio cabal” en todo momento. Por
ejemplo, podemos hacerlo en el viaje de ida y vuelta a la Asamblea de Distrito “Demos gloria a
Dios” y mientras estemos en la ciudad anfitriona (Hech. 28:23; Sal. 145:10-13).
3
¿Testimonio incidental o informal? ¿Hay alguna diferencia? Sí. Algo que es incidental
ocurre de forma inesperada, como si no se hubiera planeado o fuera de poca importancia. Esta
descripción no encaja con nuestro ministerio. Como en el caso de Pablo, dar gloria a Dios
mediante nuestro testimonio es importante para nosotros, y debe ser nuestra intención predicar
dondequiera que sea apropiado mientras viajamos este verano. Ahora bien, la manera como
abordamos a la gente pudiera ser informal, es decir, más relajada, amigable y no oficial. Dicho
método puede producir buenos resultados.
4
Preparémonos para dar testimonio. Pablo tuvo que buscar oportunidades para predicar
mientras se hallaba bajo arresto domiciliario en Roma. Tomó la iniciativa en invitar a su casa a los
dirigentes judíos de la localidad (Hech. 28:17). Aunque había una congregación cristiana en
Roma, el apóstol se dio cuenta de que la comunidad judía de esa ciudad contaba con poca
información de primera mano sobre la fe cristiana (Hech. 28:22; Rom. 1:7). No se retrajo de “[dar]
testimonio cabal” acerca de Jesucristo y el Reino de Dios.
5
Piense en todas las personas con las que usted pudiera encontrarse mientras viaja y que
saben muy poco de los testigos de Jehová. Tal vez ni siquiera sepan que ofrecemos estudios
bíblicos gratuitos a domicilio. Aproveche la oportunidad de predicar a quienes halle mientras viaja,
cuando se detiene en un área de descanso en la carretera o en las gasolineras, en las tiendas, en
los hoteles, en los restaurantes, cuando usa el transporte público, etc. Determine de antemano lo
que puede decir para entablar una conversación y dar un breve testimonio. Quizás en los
próximos días le sea posible ensayar predicando informalmente a sus vecinos, parientes,
compañeros de trabajo y otros conocidos.
6
Necesitará publicaciones cuando predique informalmente. ¿Cuáles? Pudiera usar el tratado
¿Le gustaría saber más de la Biblia? Destaque los primeros cinco párrafos, en los que se
presentan varias razones para leer la Palabra de Dios. Muestre el cupón de la última página, el
cual se puede utilizar para solicitar un estudio bíblico gratuito. Cuando encuentre a una persona
interesada, ofrézcale el folleto Exige. Dado que pudiera toparse con gente que hable otro idioma,
lleve consigo el folleto Buenas nuevas para todas las naciones. En la página 2 se explica cómo
usarlo para dar testimonio. Si viaja en automóvil, quizás pueda llevar otras publicaciones básicas
para quienes muestren interés sincero en el mensaje del Reino.
7
Preste atención a su apariencia y conducta. Debemos asegurarnos de que nuestra
conducta, vestimenta y arreglo personal no den una impresión errónea y hagan que la gente
“[hable] en contra de” la organización de Jehová (Hech. 28:22). Esto es aplicable, no solo cuando
estamos en la asamblea de distrito, sino también en el viaje de ida y vuelta a esta, así como
después que ha terminado el programa del día. La Atalaya del 1 de agosto de 2002, página 18,
párrafo 14, advirtió: “Nuestra apariencia no debe ser llamativa, extravagante, provocativa,
reveladora o condicionada a la última moda. Por otra parte, el atuendo que llevamos tiene que
reflejar que ‘reverenciamos a Dios’. ¿No es cierto que esto nos da en qué pensar? No se trata de
vestir apropiadamente en las reuniones de la congregación [o en las sesiones de la asamblea de
distrito] y entonces echar a un lado toda moderación en otras ocasiones. Nuestro aspecto debe
evidenciar una actitud reverente y honorable en todo momento, pues somos cristianos y ministros
las veinticuatro horas del día” (1 Tim. 2:9, 10).
8
Debemos vestir con modestia y dignidad. Si nuestra apariencia y conducta siempre reflejan
nuestra creencia en Dios, nunca nos retraeremos de dar testimonio informal porque nuestra
vestimenta no sea digna de un ministro (1 Ped. 3:15).
9
El testimonio informal es productivo. Durante los dos años en que Pablo estuvo bajo
arresto domiciliario en Roma vio el buen fruto de su testimonio. Lucas dice que “algunos creían
las cosas que se decían” (Hech. 28:24). Pablo mismo se refirió a lo provechoso que había sido su
“testimonio cabal”, cuando escribió: “Mis asuntos han resultado para el adelantamiento de las
buenas nuevas más bien que de lo contrario, de modo que mis cadenas se han hecho públicas en
asociación con Cristo entre toda la guardia pretoriana y entre todos los demás; y la mayoría de los
hermanos en el Señor, sintiendo confianza a causa de mis cadenas de prisión, están mostrando
tanto más ánimo para hablar sin temor la palabra de Dios” (Fili. 1:12-14).
10
El verano pasado, después de pasar un día en la asamblea de distrito, un matrimonio tuvo
una buena experiencia al dar testimonio informal a una camarera que les preguntó acerca de su
tarjeta de solapa. Le hablaron de la asamblea y de la esperanza que ofrece la Biblia respecto al
futuro de la humanidad. Le entregaron el tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia? y le
explicaron el sistema de estudios bíblicos gratuitos. La señora expresó su deseo de que alguien la
visitara, de modo que escribió su nombre y dirección en la última página del tratado y pidió al
matrimonio que se encargara del asunto. ¿Qué buenos resultados tendrá usted este año al ser
diligente en “[dar] testimonio cabal”?
11
Esforcémonos por dar adelanto a las buenas nuevas. Imagínese el gozo que sintió Pablo
cuando oyó que sus compañeros cristianos estaban imitando su ejemplo de celo. Hagamos
cuanto podamos por dar adelanto a las buenas nuevas testificando informalmente acerca de
nuestras creencias bíblicas mientras también nos beneficiamos de la asamblea de distrito este
verano.
[Recuadro de la página 3]
Publicaciones que necesitamos para dar testimonio informal
■ ¿Le gustaría saber más de la Biblia? (tratado)
■ ¿Qué exige Dios de nosotros? (folleto)
■ Buenas nuevas para todas las naciones (folleto)
■ Otras publicaciones básicas
[Recuadro de la página 4]
No los olvide
¿Olvidar a quiénes? A todos los interesados que asistieron a la Conmemoración de la muerte de
Cristo o al discurso especial. ¿Los ha invitado a la asamblea de distrito de este año? Es probable
que muchos de ellos asistan si se les anima con bondad. Al disfrutar del compañerismo edificante
en la asamblea y del animador programa espiritual, se sentirán más atraídos a Jehová y su
organización. Invítelos y vea si responden. Deles todos los detalles necesarios, como por
ejemplo, la fecha de la asamblea, las instrucciones sobre cómo llegar al lugar, la hora en que
empiezan y terminan las sesiones y el anticipo del programa que aparece en la contraportada de
¡Despertad! del 8 de junio de 2003.
*** km 10/12 pág. 3 párr. 7 Usemos los tratados para difundir las buenas nuevas ***
7
Al dar testimonio informal. Es muy fácil predicar informalmente usando los tratados.
Un hermano se asegura de llevar unos cuantos en su bolsillo antes de salir de su casa. Entonces
cuando habla con alguien, tal vez con el empleado de una tienda, le ofrece algo para leer y le da
un tratado. Una pareja que fue de paseo a la ciudad de Nueva York llevó consigo el folleto
Naciones y varios tratados en distintos idiomas, sabiendo que allí verían a personas de muchos
países. A todos los que escuchaban hablar en otra lengua —sea que estuvieran vendiendo
artículos en la calle, descansando en el parque o comiendo en un restaurante— le ofrecían un
tratado en su propio idioma.
*** km 7/97 pág. 1 Demos testimonio dondequiera que haya gente ***
1
Reconociendo el papel que el espíritu de Dios había desempeñado en su ministerio, el
apóstol Pablo dijo: “Dios siguió haciéndolo crecer”. Asimismo admitió: “Somos colaboradores de
Dios”. (1 Cor. 3:5-9.) Este es un privilegio maravilloso. ¿Cómo demostramos públicamente que
estimamos el ser colaboradores de Dios? Declarando las buenas nuevas a cuantos hallamos en
la obra de casa en casa y en cualquier otro lugar.
2
Se nos ordena hacer “discípulos de gente”. (Mat. 28:19.) Si solo nos ponemos en contacto
con unas cuantas personas en el ministerio, podemos cansarnos rápidamente y pensar que
hemos logrado poco; en cambio, disfrutamos más del ministerio cuando encontramos muchas
personas y conversamos con ellas. Conseguirlo puede ser un poco difícil, pues requiere que
tomemos la iniciativa de ir dondequiera que haya gente para comunicarnos con ella.
3
Ejemplos prácticos: Podemos predicar en los mercados, los parques, las áreas de
descanso y las terminales de transporte público. Cuando utilizamos el transporte público, ¿vamos
preparados para dar testimonio durante el viaje? Dos Testigos que se dirigían a la reunión para el
servicio del campo en un autobús atestado, conversaban sobre la lámina del Paraíso que se
encuentra en el libro Conocimiento y sobre las promesas de Dios para el futuro. Tal como
esperaban que sucediera, un joven que estaba de pie cerca de ellos quedó impresionado por lo
que oyó. Antes de bajarse del autobús, aceptó un libro y pidió que alguien lo visitara en su hogar.
4
A muchos publicadores les encanta dar testimonio informalmente. Cierta hermana fue al
centro comercial de su barrio una tarde y abordó a las personas que ya habían hecho sus
compras, pero que parecían no tener prisa. Distribuyó todas las publicaciones que llevaba en el
bolso. Un hombre que esperaba en su auto se alegró de recibir las revistas. Había asistido antes
a las reuniones, y la conversación con la hermana reavivó su interés.
5
Es un privilegio exaltar el nombre de Jehová. Al manifestar celo por la predicación,
mostramos que no hemos pasado por alto el propósito de la bondad inmerecida que Dios nos ha
mostrado. Puesto que “ahora es el tiempo especialmente acepto” para ayudar a otros, vayamos
adondequiera que haya gente y démosle testimonio del “día de salvación” de Jehová. (2 Cor.
6:1, 2.)
*** km 9/96 pág. 4 párrs. 14-15 Prediquemos las buenas nuevas en todas partes ***
14
Demos testimonio en el transporte público: Una mañana varios precursores decidieron
dar testimonio a la gente que esperaba el autobús cerca de una universidad. Aunque tuvieron
algunas conversaciones agradables, había un problema: cuando estaban en plena conversación
llegaba el autobús, y el diálogo terminaba abruptamente. Para resolver el problema los
precursores se subieron al autobús y continuaron hablando con pasajeros mientras viajaban al
otro lado de la ciudad. Al llegar al final, regresaron en otro autobús dando testimonio. Después de
varios viajes distribuyeron, en conjunto, más de doscientas revistas y empezaron seis estudios
bíblicos. Algunos pasajeros con gusto les dieron su dirección y número telefónico para que los
visitaran en casa. La semana siguiente los precursores volvieron a la parada de autobuses e
hicieron lo mismo. Distribuyeron 164 revistas y empezaron otro estudio bíblico. En una de las
paradas se subió un pasajero y se sentó al lado de un precursor. Miró al hermano y dijo con una
sonrisa: “Ya sé, tiene una Atalaya para mí”.
15
Muchos publicadores dan un testimonio eficaz mientras viajan en autobús, tren u avión.
¿Cómo puede iniciar una conversación con el pasajero que viaja a su lado? Un publicador de
12 años de edad sencillamente se puso a leer un ejemplar de ¡Despertad! en el autobús con la
esperanza de que suscitara la curiosidad de una adolescente que estaba sentada a su lado.
Surtió efecto. Ella le preguntó qué leía, y el joven respondió que estaba leyendo acerca de la
solución a los problemas que afrontan los jóvenes. Agregó que le había beneficiado mucho el
artículo y que le ayudaría a ella también. La adolescente aceptó las revistas con gusto. Otros dos
jóvenes oyeron la conversación y también pidieron ejemplares de las revistas. Entonces, el
conductor se estacionó al lado de la carretera y preguntó por qué estaban tan interesados en
esas revistas. Cuando le explicaron la razón, también aceptó unos ejemplares. Desde luego, esto
no habría sido posible si el joven publicador no hubiera llevado una buena cantidad de revistas
para entregarlas a todos los que mostraran interés.
*** km 9/96 págs. 4-5 párrs. 16-17 Prediquemos las buenas nuevas en todas partes ***
16
Demos testimonio en los parques y estacionamientos: Dar testimonio en los parques y
estacionamientos es una excelente manera de hablar con la gente. ¿Ha intentado dar testimonio
en el estacionamiento de un centro comercial? Siempre mire a su alrededor un rato y busque a
alguien que no tenga prisa o que esté esperando en un automóvil estacionado y trate de entablar
una conversación amigable. Si lo logra, hable del mensaje del Reino. Trate de predicar solo, pero
que un compañero publicador esté en las cercanías. No lleve un maletín grande ni nada que
llame la atención a su obra. Sea discreto. Tal vez sea prudente predicar un rato en un
estacionamiento y luego ir a otro. Si alguien no quiere conversar con usted, despídase
cortésmente y aborde a otra persona. Un hermano que se valió de estos métodos de predicar
distribuyó 90 revistas en un mes.
17
Algunas personas van al parque a descansar; otros van a jugar o a pasar tiempo con sus
hijos. Busquemos la oportunidad de darles testimonio sin interferir demasiado en sus actividades.
Un hermano empezó una conversación con el cuidador de un parque, quien expresó su
preocupación por el consumo de drogas y el futuro de sus hijos. Se inició un estudio bíblico y se
condujo regularmente en el parque.
*** km 2/91 pág. 8 Presentando las buenas nuevas... mediante testificar en las calles ***
1
Proverbios 1:20 dice: “La sabiduría verdadera misma sigue clamando a gritos en la calle
misma. En las plazas públicas sigue dando su voz”. Estas palabras resultan veraces
especialmente hoy, a medida que los siervos de Jehová predican con celo las buenas nuevas del
Reino dondequiera que hallen personas. Al igual que Jesús y los profetas de la antigüedad, el
amor genuino que le tenemos a la gente nos impulsa a hablar de la verdad a todos, en todas
partes. (Jer. 11:6; Mar. 6:56; Luc. 13:22, 26.)
2
Aunque por lo general el hogar de la persona es el mejor sitio para hablar con ella sobre la
verdad, no hallamos a muchas personas cuando predicamos de casa en casa. Si encontramos a
alguien en su hogar, por lo general es la misma persona con quien hablamos la vez anterior, y no
hablemos con otros miembros de la familia. Por lo tanto, el testificar en las calles debe tener un
lugar definido en nuestro ministerio. Puede que descubra que el testificar en las calles es como
cierto precursor lo expresó: “un territorio interesante, nuevo, donde sí hay personas”.
SEA AFECTUOSO Y POSITIVO
3
¿Por qué no trata de testificar con regularidad en las calles de la misma zona? Cierta
hermana que hace esto dice que se ha familiarizado con la mayoría de los comerciantes y con
otras personas que frecuentan “su” calle. Eso ha resultado en una buena relación con ellos,
abriendo el camino para muchas consideraciones bíblicas productivas. Un precursor auxiliar que
disfruta plenamente de testificar en las calles dijo que aborda a los que miran los escaparates, los
que están sentados en sus automóviles, los que esperan el autobús y hasta a los que en otras
ocasiones han dicho que no. Se requiere valor y buen juicio para ser denodados y persuasivos,
pero no demasiado persistentes.
4
La clave para testificar eficazmente en las calles consiste en abordar a las personas de
manera afectuosa, alegre y sincera. Sonría. Si puede, trate de captar la atención de la persona; si
no, abórdela de manera amigable. Observe las circunstancias y válgase de estas. Cierta hermana
observa a las señoras que llevan bolsas de víveres y les dice: “Veo que ha estado comprando
comestibles. El costo de estos realmente ha subido. ¿Le puedo dejar alimento estimulador para la
mente y el corazón? He disfrutado de este artículo...”. A alguien con hijos le dice: “Veo que tiene
dos niños muy hermosos. ¿Sabía usted que la Biblia dice que los hijos son una bendición de
Dios? Permítame mostrarle...”. Al abordar a alguien que está pensativo le dice: “Veo que está
pensando en algo. Hoy el mundo está tan lleno de problemas, ¿no es cierto? ¿Cree usted que
llegará el día en que...?”.
5
Si la persona tiene prisa, pudiera sencillamente entregarle un tratado y decir: “Aquí tiene
algunas buenas nuevas para que las lea cuando tenga la oportunidad”. Si la gente no parece
tener prisa, ofrézcale las revistas y mencione el arreglo de donaciones. Siempre que sea posible
es bueno dejar literatura en manos de las personas.
6
Muchos publicadores que temían testificar en las calles ahora consideran esta actividad
como su forma favorita de predicar. Por supuesto, hay que ejercer buen juicio al trabajar en zonas
peligrosas o a horas que no sean apropiadas. Aun en pueblos pequeños, por lo general hay
zonas donde hay mucho movimiento de personas, como por ejemplo, los centros de
transportación pública o los estacionamientos públicos, donde uno puede abordar a la gente con
las buenas nuevas. Aproveche las oportunidades que se presenten, y con sabiduría proclame las
buenas nuevas en las calles y en las plazas públicas, para bendición de los que escuchen y para
la honra de Jehová. (Pro. 1:20.)
*** w08 15/9 págs. 25-26 Predicación en la plaza del mercado ***
CUANDO estuvo en Atenas, el apóstol Pablo iba a diario a la plaza del mercado para predicar
las buenas nuevas sobre Jesús (Hech. 17:17). Escogió ese lugar porque siempre estaba lleno de
gente.
Casi dos mil años después, el pueblo de Jehová sigue difundiendo el mensaje del Reino de
Dios en lugares donde puede hallarse a muchas personas. Por ejemplo, algunos Testigos van a
los mercados o a los centros comerciales. Tras obtener el permiso de la administración, instalan
un mostrador o un pequeño puesto para exponer allí sus publicaciones bíblicas.
Por ejemplo, en un centro comercial de Nueva Jersey (Estados Unidos) se preparó una
atractiva exposición de publicaciones sobre el tema “Cómo preservar los valores familiares”.
¿Cuáles fueron los resultados? En un solo día se distribuyeron 153 libros en seis idiomas.
Una mujer que se acercó al puesto de publicaciones escuchó atentamente la explicación que
dio una de las hermanas. La mujer reconoció que es importante tomar en cuenta a Dios tanto en
la vida personal como en la vida familiar, y obtuvo las siguientes publicaciones: Aprendamos del
Gran Maestro, El secreto de la felicidad familiar y Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas
prácticas.
A primera hora de la tarde, un señor que se dirigía a la tienda que estaba junto al puesto de
publicaciones se quedó mirando el libro Los jóvenes preguntan. La hermana que estaba en el
puesto notó su curiosidad y le preguntó: “¿Le interesa alguno de estos libros?”. Él dijo que sí y
señaló el libro Los jóvenes preguntan. Ella le entregó un ejemplar. El hombre dijo que tenía tres
hijos —dos de ellos adolescentes— y mencionó que una vez a la semana se sentaba a conversar
con ellos. Mientras hojeaba el libro, dijo que le podría servir de guía durante algunas de estas
conversaciones familiares. La publicadora también dirigió su atención a El secreto de la felicidad
familiar, asegurándole que él y su esposa encontrarían en esta publicación consejos muy útiles
sobre cómo tomar decisiones familiares. El hombre agradeció la sugerencia, hizo una donación y
aceptó que alguien lo visitara en su hogar.
¿Cómo se sintieron los Testigos tras su día de predicación en el centro comercial? “Disfruté
mucho de esta forma de predicar —mencionó una hermana—. ¡Fue una experiencia muy bonita!”
Otra hermana señaló: “Jehová promete que las buenas nuevas se predicarán hasta la parte más
distante de la Tierra. Hoy, en Paramus (Nueva Jersey), estas buenas nuevas han tocado el
corazón de personas que hablan diferentes idiomas. Fue maravilloso predicar de esta manera.
Todo el que participó se sintió feliz. Nadie quería irse al acabar el día”.
Nuestro método principal de predicación es ir de casa en casa (Hech. 20:20). Sin embargo,
hay otras formas de dar a conocer las buenas nuevas. ¿Le gustaría intentar alguna de ellas?
Quizá usted también pueda predicar en la plaza del mercado o en el centro comercial.
*** km 9/96 pág. 5 párrs. 18-20 Prediquemos las buenas nuevas en todas partes ***
18
Demos testimonio informal en los centros comerciales: Aunque en algunos lugares
no se puede predicar formalmente de tienda en tienda en los centros comerciales por ciertas
restricciones locales a dichas actividades, algunos publicadores han creado oportunidades para
dar testimonio informal. Se sientan en un banco y entablan conversaciones amigables con las
personas que se detienen para descansar. Cuando perciben interés, ofrecen discretamente un
tratado o una revista y procuran hacer planes para volver a hablar con la persona. Después de
dar testimonio durante unos minutos en cierta sección del centro comercial, pasan a otra y
empiezan a dialogar con otra persona. Claro está, deben procurar no atraer demasiada atención
mientras dan testimonio de esta forma.
19
Cuando saludemos a la persona, empecemos la conversación con un tono amable. Si
responde, hagámosle una pregunta y escuchemos atentamente su respuesta. Interesémonos en
lo que dice. Mostremos que valoramos su opinión. Concordemos con ella cuando sea posible.
20
Una hermana inició una conversación muy agradable con una anciana sobre lo alto que está
el costo de la vida. La anciana concordó enseguida, y resultó en una conversación animada. La
hermana logró obtener el nombre y la dirección de la señora y fue a visitarla esa misma semana.
*** km 9/96 pág. 5 párrs. 21-26 Prediquemos las buenas nuevas en todas partes ***
21
Prediquemos de tienda en tienda: A algunas congregaciones se les han asignado
territorios que incluyen zonas comerciales. El hermano encargado de los territorios puede
preparar tarjetas de mapas especiales de estas secciones donde hay muchos negocios. Las
tarjetas de mapa de los territorios de viviendas que incluyan negocios deben indicar claramente
que estos no se abarcarán como parte del territorio. En otros territorios, los lugares de negocio
pueden trabajarse junto con las viviendas. Los ancianos pudieran pedir a publicadores
capacitados que prediquen en los territorios comerciales regularmente para que no se descuide la
predicación de tienda en tienda.
22
Si a usted se le pide que participe en esta obra por primera vez, recuerde que una buena
manera de ‘cobrar denuedo’ es predicar primero en las tiendas pequeñas; después, cuando se
sienta más confiado, predique en las más grandes. (1 Tes. 2:2.) Cuando predique en las tiendas,
vístase como si fuera a asistir a una reunión en el Salón de Reino. Si es posible, entre en la
tienda cuando no haya clientes esperando que se les atienda. Pregunte por el gerente o la
persona encargada. Sea afectuoso, y sobre todo, breve. No es necesario pedir disculpas. Muchos
negocios están concebidos para atender las necesidades de los clientes y los que trabajan allí
están acostumbrados a que las personas los aborden.
23
Después de saludar al comerciante, pudiera decir: “Los comerciantes tienen horarios tan
ocupados que casi nunca los encontramos en casa, de modo que venimos a visitarlo en su lugar
de empleo para dejarle un artículo que invita a la reflexión”. Entonces haga uno o dos
comentarios acerca de la revista que esté ofreciendo.
24
O pudiera intentar esta presentación al abordar a un gerente: “Hemos observado que
los comerciantes procuran estar bien informados. El número más reciente de La Atalaya (o
¡Despertad!) presenta un artículo que nos atañe a todos”. Explique de qué trata y concluya
diciendo: “Estamos seguros de que disfrutará de leerlo”.
25
Si hay empleados, y lo ve apropiado, pudiera añadir: “¿Me permite hacer la misma
presentación breve a sus empleados?”. Si le dan permiso, no olvide que prometió ser breve, y el
gerente esperará que usted cumpla su palabra. Si algún empleado desea entablar una larga
conversación, sería mejor visitarlo en su hogar.
26
Hace poco, unos publicadores de un pueblo pequeño acompañaron al superintendente de
circuito en la obra de tienda en tienda. Al principio algunos de los publicadores sentían temor,
dado que nunca lo habían hecho; pero pronto se tranquilizaron y empezaron a disfrutar de ello.
En menos de una hora hablaron con 37 personas y distribuyeron veinticuatro revistas y cuatro
folletos. Un hermano dijo que normalmente no hubieran podido hablar con tantas personas en un
mes en la obra de casa en casa como lo hicieron de tienda en tienda en ese corto período.
*** km 1/10 págs. 4-6 Ayuda para predicar por teléfono ***
Ayuda para predicar por teléfono
*** km 8/93 págs. 3-4 La predicación telefónica: una manera de llegar a muchas personas
1
La prueba de que vivimos en “los últimos días” es abundante. (2 Tim. 3:1.) Sin duda queda
poco tiempo para predicar el Reino y hacer discípulos. Por consiguiente, todos debemos sentir la
necesidad apremiante de ayudar al prójimo a adorar a Jehová Dios y recibir su aprobación.
2
El apóstol Pablo sintió la responsabilidad de hacer declaración pública de su fe. (Rom.
10:10.) Sabía que la “voluntad [de Dios] es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un
conocimiento exacto de la verdad”. (1 Tim. 2:4.) Debido a que tenía conocimiento de la verdad,
Pablo se sentía endeudado con todos. Este sentimiento estimuló su deseo de predicar las buenas
nuevas. Dijo: “Por mi parte tengo vivo interés en declararles las buenas nuevas [...]. Porque
no me avergüenzo de las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de Dios para salvación a todo
el que tiene fe”. (Rom. 1:14-17.)
3
¿Sentimos personalmente esa misma clase de endeudamiento y mostramos un vivo interés
como ese de comunicarnos con todas las personas de nuestro territorio? Aunque preferimos
compartir las buenas nuevas con los demás cara a cara, como al predicar de casa en casa y en
las calles, ¿por qué limitar nuestra actividad a estos rasgos del servicio? Es posible que muchas
personas del territorio de la congregación nunca hayan hablado con un testigo de Jehová. ¿A qué
pudiera deberse?
4
Territorio que no se trabaja: ¿Hay en su territorio edificios de apartamentos vigilados por
porteros? Quizás hay complejos residenciales de alta seguridad en los que no puede efectuarse
la obra de casa en casa. ¿Se ha negado a los publicadores la entrada a una base militar o a una
zona residencial del territorio para predicar las buenas nuevas? Es muy probable que algunos que
viven en esos sitios nunca hayan oído sobre las bendiciones del Reino de Dios. ¿Hay personas
que nunca se encuentran en casa?
5
No debemos desistir de buscar a esas personas aunque sea difícil hallarlas. ¿Cómo ve
Jehová la situación en que se encuentran? El apóstol Pedro escribió: “Jehová [...] no desea que
ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento. Además,
consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación”. (2 Ped. 3:9, 15.) Hay vidas de por
medio, y a Jehová le importan todas ellas. (Mat. 18:14.) ¿Cómo podemos reflejar la compasión y
misericordia que Jehová manifiesta hacia estas personas? Asegurándonos de que toda persona
del territorio reciba el mensaje. (Hech. 20:20, 21; Rev. 14:6, 7.)
6
Organizados para hacer un trabajo concienzudo: En el pasado, la Sociedad ha animado a
los que por razones de salud o minusvalía se hallan recluidos en casa a usar de modo práctico el
teléfono. Los que se encuentran en tal situación deben seguir haciendo esa buena obra. Además,
se han recibido informes de que algunos hermanos, entre ellos precursores regulares y auxiliares,
se han valido del teléfono para predicar de un modo que complemente su ministerio usual de
casa en casa.
7
En algunas congregaciones se ha hecho un esfuerzo conjunto para predicar por teléfono.
Cuando los ancianos llevan la delantera en organizar los territorios y brindar apoyo, ya sea
personalmente o valiéndose de otros publicadores, se han informado mejores logros. El
superintendente de servicio es el responsable de supervisar esa actividad. Sin embargo, el
cuerpo de ancianos puede escoger a un anciano capacitado o siervo ministerial responsable para
que trabaje en colaboración con el superintendente de servicio en lo referente a organizar esta
obra.
8
Los publicadores que han superado el recelo inicial y han adquirido experiencia en la
predicación telefónica se han dado cuenta de que es un campo productivo. Al principio, quizás
solo unos cuantos publicadores hagan estas llamadas. Después de acostumbrarse y resultarles
agradable esta forma de predicar, puede que su entusiasmo y sus experiencias animadoras
motiven a otros a aprender a participar en esta interesante faceta de la obra de predicar.
9
Por dónde empezar: Pueden conseguirse los nombres de los que residen en los
apartamentos de un edificio en la recepción del mismo. Después pueden buscarse los números
de teléfono en el directorio telefónico. Puede que un directorio de la ciudad que se consigue en
una biblioteca presente los nombres de los ocupantes de cada hogar y apartamento de la
comunidad. En algunas zonas hay disponibles directorios especiales que alistan los números
telefónicos por calles. Fotocopias de las últimas ediciones pueden servir de territorios. Estos
territorios deben ser razonablemente pequeños.
10
En todas las facetas de la obra de predicar deben mantenerse registros exactos. Lo mismo
aplica a la predicación telefónica. Anote cuidadosamente la información que sea útil en una hoja
de registro de casa en casa, como el tema que trataron, las cosas que le interesaron al amo de
casa y el tema que tratarán la próxima vez. Indique si se hará otra llamada en una fecha posterior
o si se hará una visita personal.
11
Se necesita un horario personal: Hacer de ello una rutina cotidiana aumentará su
confianza y atenuará el recelo. Es más conveniente llamar a las personas cuando hay más
probabilidad de hallarlas en casa, como en las primeras horas de la noche y los fines de semana.
Programe un tiempo cada semana para hacer estas llamadas. Algunos han notado que la hora
que precede al Estudio de Libro es muy productiva. Piense en lo que sea más conveniente en su
territorio.
12
Cómo prepararse: Hable con los que disfrutan de esta faceta del servicio y pídales algunas
ideas. Siempre sea positivo. Confíe en Jehová como fuente de fortaleza y poder, y busque su
dirección mediante la oración. (Sal. 27:14; Fili. 4:13.) Ponga todo su corazón en esta faceta del
servicio, tal como en los demás rasgos de la predicación. (Compárese con Marcos 12:33.)
13
La experiencia ha demostrado que el sentarse frente a un escritorio o una mesa puede ser
útil. Sentarse en una silla con respaldo vertical ayuda a pensar con claridad y a concentrarse.
Tenga a la mano todo lo que pudiera usar en la predicación: los tratados, las publicaciones que se
estén ofreciendo, las últimas revistas o algunos números interesantes menos recientes, la Biblia,
el libro Razonamiento, una invitación a las reuniones con el horario de estas y la dirección del
Salón del Reino, una pluma o un lápiz y hojas de registro de casa en casa. Mantenga las
publicaciones a su alcance, quizás abiertas en un artículo interesante. Ensaye cuidadosamente la
presentación. Tenga presente que el propósito de su llamada es dar el mensaje y hacer planes
para visitar a la persona tan pronto como sea posible.
14
Haga la llamada: Tranquilícese; compórtese con naturalidad. Para predicar por teléfono se
necesita un tono de voz afectuoso y agradable. Su sonrisa se reflejará en el tono de su voz. Hable
despacio, con claridad y con buen volumen. Sea cortés, paciente y amigable. No tema al rechazo.
Acepte la posibilidad de que la persona no se interese en el mensaje. Siéntase como si estuviera
haciendo la obra normal de casa en casa.
15
En la introducción diga su nombre completo. Es mejor no decir que está llamando a todas
las personas de cierto edificio o complejo en particular, pues eso pudiera crear una barrera.
16
Muchas introducciones del libro Razonamiento pueden leerse de manera conversacional.
Por ejemplo, pudiera presentarse de esta manera: “Hola, mi nombre es ________. Le llamo
porque no puedo visitarlo personalmente”. Entonces, sin pausar, diga: “Me interesa saber si usted
opina que la calidad de la vida mejorará algún día. A la mayoría nos alegra estar vivos, pero
muchos se preguntan si realmente es posible disfrutar de una vida feliz. ¿Qué cree usted al
respecto? [Permita que la persona conteste.] ¿Cuál diría usted que es en la actualidad uno de los
mayores obstáculos para la felicidad?”. O después de presentarse como se sugiere arriba, podría
decir: “Participo como voluntario en una obra internacional y me gustaría saber qué opina sobre el
significado de la vida. Con el paso de los años nos damos cuenta de que la vida es muy corta.
¿Es esto todo lo que se puede conseguir de la vida? ¿Qué opina usted? (Véase el subtema
“Vida/Felicidad” de la página 14 del libro Razonamiento.) Un repaso de las sugerencias que se
presentaron en la página 4 de Nuestro Ministerio del Reino de julio de 1990, con relación al uso
de introducciones y cómo vencer objeciones al predicar por teléfono, le dará más información
valiosa.
17
Use la Biblia lo antes posible. En algún punto de su conversación, cuando le parezca más
conveniente, mencione que es testigo de Jehová. Permita que el amo de casa participe en el
diálogo. No se preocupe si la persona desea comunicarle sus ideas. Agradézcale sus expresiones
y observaciones. Aproveche toda oportunidad para animarlo. Sin embargo, si la persona empieza
a querer imponer su opinión o a discutir, con buen tacto ponga fin a la conversación. Deje que el
espíritu de Dios dirija sus esfuerzos y le ayude a encontrar a los que con un corazón recto lo
buscan.
18
Es mejor que usted termine la conversación que dejar que lo haga el amo de casa. Puede
concluir sencillamente invitando a la persona al discurso público en el Salón del Reino y dándole
la dirección y el horario de las reuniones. También pudiera preguntarle si es posible visitarlo en su
hogar para conversar más sobre el tema que trataron. Hasta pudiera ofrecer eficazmente
publicaciones por teléfono. Pudiera ofrecer las revistas con la meta de iniciar una ruta de revistas.
19
Disfrute de la predicación telefónica: ¿Conseguirá estudios bíblicos con todos sus
interlocutores? No, pero sí con algunos de ellos. Por ejemplo, una hermana hizo más de
trescientas llamadas en un mes. Después de presentarse explicaba por qué llamaba a las
personas en vez de visitarlas. Enseguida hacía una presentación breve. Aquello resultó en doce
conversaciones amenas. Aún mantiene comunicación telefónica con tres personas y otras cuatro
aceptaron que las visitara en su hogar. Una persona aceptó el libro Vivir para siempre, y se le
está visitando con regularidad.
20
Jesucristo mandó a sus discípulos que se esforzaran por predicar “hasta la parte más
distante de la tierra”. (Hech. 1:8.) En algunos lugares se necesita predicar por teléfono para
cumplir con este mandato. Después de haber repasado la información anterior, pregúntese:
‘¿Puedo hacer más para predicar en mi territorio las buenas nuevas a “hombres de toda clase”,
entre ellos a los que viven en lugares a los que nunca se ha llegado?’. Los hermanos que han
seguido estas pautas han tenido resultados muy animadores. Se han dado cuenta de que la
predicación telefónica es una manera excepcional de ‘glorificar el ministerio’. (Rom. 11:13.) Que
usted también pueda experimentar el gozo que produce la predicación telefónica
CUARTO DIA
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Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra.
El nombre Jesús (gr. I·ē·sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma
completa), que significa “Jehová Es Salvación”. Era un nombre bastante común en aquel tiempo.
Por eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo “Jesús el Nazareno”. (Mr 10:47; Hch
2:22.) El título Cristo viene del griego Kjri·stós, cuyo equivalente en hebreo es Ma·schí·aj
(Mesías), que significa “Ungido”. Aunque el término “ungido” se aplicó apropiadamente a otros
hombres anteriores a Jesús, como Moisés, Aarón y David (Heb 11:24-26; Le 4:3; 8:12; 2Sa
22:51), el puesto, cargo o servicio para el que se les ungió solo prefiguró o tipificó el puesto, cargo
y servicio superiores de Cristo Jesús. Por consiguiente, Jesús es por excelencia y de modo
singular “el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. (Mt 16:16; véanse CRISTO; MESÍAS.)
Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó su
vida aquí en la Tierra. Él mismo habló de su existencia celestial prehumana. (Jn 3:13; 6:38, 62;
8:23, 42, 58.) En Juan 1:1, 2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al decir: “En el
principio la Palabra [gr. Ló·gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios [“era
divina”, Sd; compárese con An American Translation, Moffat (ambas en inglés); o: “de esencia
divina”, Böhmer; Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el principio con Dios”. Dado que
Jehová es eterno y no tuvo principio (Sl 90:2; Rev 15:3), el que la Palabra estuviera con Dios
desde el “principio” debe referirse al principio de las obras creativas de Jehová. Esta conclusión la
confirman otros textos que identifican a Jesús como “el primogénito de toda la creación”, “el
principio de la creación por Dios”. (Col 1:15; Rev 1:1; 3:14.) De modo que las Escrituras
identifican a la Palabra (Jesús en su existencia prehumana) como la primera creación de Dios, su
Hijo primogénito.
Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o
Aquel que dio vida a este Hijo primogénito, de modo que este Hijo era en realidad una creación
de Dios. Él señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: “Yo vivo a causa del Padre”.
Según el contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido causada por Él,
de la misma manera que los hombres encaminados a la muerte podrían conseguir vida si ejercían
fe en el sacrificio de rescate de Jesús. (Jn 6:56, 57.)
Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se aproximan a
la realidad, la existencia de Jesús como criatura celestial empezó miles de millones de años antes
de la creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El Padre se valió de su Hijo
primogénito celestial para crear todas las demás cosas (Jn 1:3; Col 1:16, 17), entre ellas los
millones de otros hijos de la familia celestial de Jehová Dios (Da 7:9, 10; Rev 5:11), así como el
universo material y las criaturas que al principio se colocaron en él. Lógicamente, Jehová se
dirigía a este Hijo primogénito cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza”. (Gé 1:26.) Todas estas otras cosas no solo fueron creadas “mediante él”, sino
también “para él”, como el Primogénito de Dios y el “heredero de todas las cosas”. (Col 1:16; Heb
1:2.)
No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo
hicieron un cocreador de su Padre. El poder para la creación procedía de Dios mediante su
espíritu santo o fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la vida, toda
la creación animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) Más que un cocreador, fue
el agente o instrumento por medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo
atribuyó la creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt 19:4-6; véase CREACIÓN.)
*** w08 15/12 págs. 12-13 El singular papel de Jesús en el propósito divino ***
“La Palabra”
6
(Léase Juan 1:14.) ¿Por qué se le da a Jesús el título de “la Palabra” o el Logos? Por la
función que ha desempeñado desde que fueron creados los demás seres inteligentes. Jehová
usó a su Hijo para dar información e instrucciones a los demás hijos espirituales, así como para
transmitir su mensaje a los seres humanos. El hecho de que Jesús es la Palabra, o Vocero de
Dios, queda claro en lo que les dijo a un grupo de judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que
pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la voluntad de Él, conocerá respecto a la
enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo” (Juan 7:16, 17). Jesús siguió llevando el título
de “La Palabra de Dios” aun después de haber regresado a la gloria celestial (Rev. 19:11, 13, 16).
7
Pensemos por un momento en lo que implica ese título. Aunque Jesús es la criatura más
sabia que existe, no confía en su propia sabiduría y por eso solo transmite lo que su Padre le
comunica. Tampoco dirige la atención a sí mismo, sino a su Padre (Juan 12:50). ¡Qué magnífico
ejemplo! A nosotros también se nos ha encomendado el maravilloso privilegio de declarar
“buenas nuevas de cosas buenas” (Rom. 10:15). El ejemplo de humildad de Jesús debería
impulsarnos a tener cuidado con lo que decimos. Cuando se trata de comunicar el mensaje
salvador de las Escrituras, no vamos “más allá de las cosas que están escritas” (1 Cor. 4:6).
*** w98 15/6 pág. 23 Jesús, el gobernante “cuyo origen es de tiempos tempranos” ***
El vocero de Jehová
Las palabras de Juan señalan otro privilegio de que disfrutó el Hijo de Dios, a saber, ser el
vocero de su Padre. Desde el principio fue la Palabra. De modo que cuando Jehová habló con
Adán y más tarde con Adán y Eva, probablemente lo hizo a través de la Palabra. ¿Y quién mejor
para transmitir las instrucciones de Dios para el bienestar de la humanidad que aquel que estaba
encariñado con ella? (Juan 1:1, 2.)
¡Cuánto debió doler a la Palabra ver a Eva y luego a Adán desobedecer al Creador! ¡Y cuánto
debió haber anhelado remediar los males que la desobediencia trajo a sus descendientes!
(Génesis 2:15-17; 3:6, 8; Romanos 5:12.) Jehová se dirigió a Satanás, quien había instigado a
Eva a rebelarse, y le dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la
descendencia de ella” (Génesis 3:15). La Palabra, que fue testigo de lo ocurrido en Edén, se dio
cuenta de que, siendo la parte principal de la “descendencia” de la mujer, se convertiría en el
objeto de un odio despiadado. Sabía que Satanás era un homicida (Juan 8:44).
Cuando, tiempo después, Satanás cuestionó la integridad del fiel Job, a la Palabra debieron
indignarle las acusaciones calumniosas levantadas contra su Padre (Job 1:6-10; 2:1-4). De
hecho, en su papel de arcángel, a la Palabra se la conoce por Miguel, nombre que significa
“¿Quién Es Como Dios?” e indica que lucha a favor de Jehová contra todo el que aspira a usurpar
Su soberanía (Daniel 12:1; Revelación 12:7-10).
Durante la historia de Israel, la Palabra observó los esfuerzos de Satanás por apartar a los
seres humanos de la adoración pura. Después del Éxodo de Egipto, Dios dijo a Israel mediante
Moisés: “Voy a enviar un ángel delante de ti para mantenerte en el camino y para introducirte en
el lugar que he preparado. Cuídate a causa de él y obedece su voz. No te portes rebeldemente
contra él, porque no perdonará la transgresión de ustedes; porque mi nombre está dentro de él”
(Éxodo 23:20, 21). ¿Quién fue ese ángel? Probablemente, Jesús en su existencia pre humana.
Acción de volver a la concordia, de atraer y acordar los ánimos desunidos. Las palabras
griegas relacionadas con el término reconciliación se derivan del verbo al·lás·sō, que significa
básicamente “cambiar; alterar”. (Hch 6:14; Gál 4:20, Int.)
Por lo tanto, aunque la forma compuesta ka·tal·lás·sō significa esencialmente “cambiar” o
“canjear”, adquirió el significado de “reconciliar”. (Ro 5:10.) Pablo empleó este verbo al hablar de
la mujer separada que debía ‘reconciliarse’ con su esposo. (1Co 7:11.) En las instrucciones de
Jesús registradas en Mateo 5:24 en cuanto a que se deberían ‘hacer primero las paces’ con el
hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar, aparece un término de la misma familia:
di·al·lás·so·mai.
Reconciliación con Dios. Pablo utiliza los términos ka·tal·lás·sō y a·po·ka·tal·lás·sō (una
forma intensificada) en la carta a los Romanos y en otras varias, al tratar el tema de la
reconciliación del hombre con Dios por medio del sacrificio de Cristo Jesús.
La reconciliación con Dios es necesaria porque ha existido un alejamiento, una separación,
una falta de armonía y de relaciones amistosas, más que eso, enemistad. Esta mala relación se
produjo como consecuencia del pecado del primer hombre, Adán, y la consiguiente
pecaminosidad e imperfección que heredaron todos sus descendientes. (Ro 5:12; compárese con
Isa 43:27.) Por esa razón el apóstol podía decir que “el tener la mente puesta en la carne significa
enemistad con Dios, porque esta no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar
[debido a la naturaleza imperfecta y pecaminosa que ha heredado]. Por eso los que están en
armonía con la carne no pueden agradar a Dios”. (Ro 8:7, 8.) Existe enemistad porque las normas
perfectas de Dios no permiten que Él apruebe o tolere el mal. (Sl 5:4; 89:14.) En cuanto a su Hijo,
quien reflejó las cualidades perfectas de su Padre, está escrito: “Amaste la justicia, y odiaste el
desafuero”. (Heb 1:9.) Por consiguiente, aunque “Dios es amor” y “tanto amó [...] al mundo [de la
humanidad] que dio a su Hijo unigénito” a favor de él, el hecho es que toda la humanidad ha
estado enemistada con Dios, y Él ha manifestado al mundo de los hombres el amor que se tiene
a los enemigos, el amor que está fundado sobre los principios (gr. a·gá·pē) más bien que sobre el
afecto o la amistad (gr. fi·lí·a). (1Jn 4:16; Jn 3:16; compárese con Snt 4:4.)
Como la norma de justicia de Dios es perfecta, no puede tolerar ni aprobar el pecado, pues
este consiste en la violación de su voluntad expresa. Él es “benévolo y misericordioso”, y “rico en
misericordia” (Sl 145:8, 9; Ef 2:4); pero no antepone la misericordia a la justicia. Como se observa
correctamente en la Cyclopædia, de M’Clintock y Strong (1894, vol. 8, pág. 958), la relación entre
Dios y el hombre pecaminoso es por ello una relación “legal, como la de un soberano en calidad
de juez y un delincuente que ha infringido sus leyes y se ha alzado contra su autoridad, y al que
por tanto se trata como enemigo”. Esta era la situación en la que quedó la humanidad como
consecuencia del pecado heredado de su primer padre, Adán.
La base para la reconciliación. Únicamente puede haber una reconciliación completa con
Dios por medio del sacrificio de rescate de Cristo Jesús; él es “el camino” y nadie va al Padre sino
por él. (Jn 14:6.) Su muerte sirvió de “sacrificio propiciatorio [gr. hi·la·smón] por nuestros
pecados”. (1Jn 2:2; 4:10.) La palabra hi·la·smós significa “medio de apaciguamiento; expiación”.
Está claro que el sacrificio de Jesucristo no era un “medio de apaciguamiento” en el sentido de
que calmara los sentimientos heridos que Dios pudiera tener o le aplacara, pues es patente que la
muerte de su amado Hijo no produciría tal efecto. Más bien, ese sacrificio apaciguó o satisfizo las
exigencias de la justicia perfecta de Dios al sentar la base recta y justa para el perdón del pecado,
a fin de que Dios “sea justo hasta al declarar justo al hombre [pecaminoso por herencia] que tiene
fe en Jesús”. (Ro 3:24-26.) Al suministrar el medio para la expiación o compensación completa de
los pecados y acciones ilícitas humanas, el sacrificio de Cristo creó una situación propicia para
que a partir de ese momento el hombre procurara y consiguiera restablecer una buena relación
con el Dios Soberano. (Ef 1:7; Heb 2:17; véase RESCATE.)
Así que, por medio de Cristo, Dios ha abierto el camino que le permite “reconciliar de nuevo
consigo mismo todas las otras cosas, haciendo la paz mediante la sangre que [Jesús] derramó en
el madero de tormento”. Como resultado, los que en un tiempo estaban “alejados y eran
enemigos” debido a que tenían la mente fija en la maldad podían beneficiarse de la reconciliación,
que se logra “por medio del cuerpo carnal de [Jesús] mediante su muerte”, lo que permite que se
les presente “santos y sin tacha y no expuestos a ninguna acusación delante de él”. (Col 1:19-22.)
A partir de ese momento, Jehová Dios podía ‘declarar justos’ a los que seleccionase para ser sus
hijos espirituales, quienes no estarían bajo ninguna acusación, pues ya estaban completamente
reconciliados con Dios y en paz con Él. (Compárese con Hch 13:38, 39; Ro 5:9, 10; 8:33.)
¿Qué podemos decir entonces de hombres que sirvieron a Dios antes de la muerte de Cristo?
Por ejemplo: Abel, de quien se dijo que “se le dio testimonio de que era justo, pues Dios dio
testimonio respecto a sus dádivas”; Enoc, quien “tuvo el testimonio de haber sido del buen agrado
de Dios”; Abrahán, quien “vino a ser llamado ‘amigo de Jehová’”; Moisés, Josué, Samuel, David,
Daniel, Juan el Bautista y los discípulos de Cristo, a quienes Jesús dijo antes de su muerte: “El
Padre mismo les tiene cariño”. (Heb 11:4, 5; Snt 2:23; Da 9:23; Jn 16:27.) Jehová mantuvo una
relación con todos ellos y los bendijo. Por tanto, ¿cómo es que tales personas necesitarían una
reconciliación por medio de la muerte de Cristo?
Estas personas obviamente se reconciliaron hasta cierto grado con Dios. No obstante, al igual
que el resto del mundo de la humanidad, todavía eran pecadores por herencia, como de hecho lo
reconocían al ofrecer los sacrificios de animales. (Ro 3:9, 22, 23; Heb 10:1, 2.) Es verdad que
algunos hombres han pecado de manera más abierta o grave que otros, y hasta se han vuelto
manifiestamente rebeldes; pero el pecado sigue siendo pecado, sin importar su grado o alcance.
Por lo tanto, como todos son pecadores, todos los descendientes de Adán, sin excepción,
necesitan la reconciliación con Dios que el sacrificio de su Hijo ha hecho posible.
La relativa amistad de Dios con hombres como los mencionados antes se basaba en la fe que
ellos mostraron, fe que abarcaba la creencia de que Dios proveería al debido tiempo el medio
para librarlos por completo de su condición pecaminosa. (Compárese con Heb 11:1, 2, 39, 40; Jn
1:29; 8:56; Hch 2:29-31.) Por consiguiente, la relativa reconciliación de la que disfrutaron estaba
supeditada al rescate que Dios proveería en el futuro. Como se muestra en el artículo
DECLARAR JUSTO, Dios ‘contó’, ‘imputó’ o abonó en cuenta su fe como justicia, y, sobre esa
base, teniendo en mira la absoluta certeza de que proveería un rescate, podía considerarlos
provisionalmente sus amigos sin violar sus normas de justicia perfecta. (Ro 4:3, 9, 10; NM,
Besson; compárese también con 3:25, 26; 4:17.) Sin embargo, las exigencias propias de su
justicia con el tiempo tendrían que satisfacerse, de manera que se saldarían con el pago real del
precio de rescate requerido. Todo esto exalta la importancia del papel de Cristo en el propósito de
Dios, y demuestra que, aparte de Cristo Jesús, no hay ningún hombre que pueda alcanzar una
posición de justo ante Dios por méritos propios. (Compárese con Isa 64:6; Ro 7:18, 21-25; 1Co
1:30, 31; 1Jn 1:8-10.)
Pasos necesarios para conseguir la reconciliación. Dado que Dios es el ofendido y es su
ley la que se ha infringido vez tras vez, el hombre es quien debe reconciliarse con Dios y no Dios
con el hombre. (Sl 51:1-4.) El hombre no está en un plano de igualdad con Dios, y la norma de la
justicia divina no está sujeta a cambios, enmiendas o modificaciones. (Isa 55:6-11; Mal 3:6;
compárese con Snt 1:17.) Por lo tanto, sus condiciones para la reconciliación no son negociables,
no están sujetas a juicio o componenda. (Compárese con Job 40:1, 2, 6-8; Isa 40:13, 14.) Aunque
muchas versiones traducen Isaías 1:18: “El Señor dice: Vengan, vamos a discutir este asunto”
(VP), o emplean expresiones parecidas (BJ, SA, Str), una traducción más adecuada y coherente
es: “Vengan, pues, y enderecemos los asuntos entre nosotros [“Vengan, para que arreglemos
cuentas”, RH; véanse también CB, CI, EMN] —dice Jehová—”. La culpa de esta falta de armonía
con Dios la tiene exclusivamente el hombre, no Dios. (Compárese con Eze 18:25, 29-32.)
Este hecho no impide que Dios demuestre su misericordia tomando la iniciativa de abrir el
camino para la reconciliación por medio de su Hijo. El apóstol escribe: “Porque, de hecho, Cristo,
mientras todavía éramos débiles, murió por impíos al tiempo señalado. Porque apenas muere
alguien por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a
morir. Pero Dios recomienda su propio amor [a·gá·pēn] a nosotros en que, mientras todavía
éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Mucho más, pues, dado que hemos sido
declarados justos ahora por su sangre, seremos salvados mediante él de la ira. Porque si, cuando
éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, mucho más,
ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. Y no solo eso, sino que también
nos alborozamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, mediante quien ahora hemos
recibido la reconciliación”. (Ro 5:6-11.) Jesús, quien “no conoció pecado”, fue hecho “pecado por
nosotros” y murió como ofrenda humana a fin de librar a las personas de la acusación y la pena
del pecado. Librados de tal acusación, tienen la oportunidad de parecer justos a los ojos de Dios,
y, por lo tanto, de “[llegar] a ser justicia de Dios por medio de él [Jesús]”. (2Co 5:18, 21.)
Además, Dios demuestra su misericordia y amor enviando embajadores a la humanidad
pecaminosa. En la antigüedad se enviaban embajadores principalmente en tiempos de hostilidad
(compárese con Lu 19:14), no de paz, y su misión solía consistir en ver si podía evitarse la guerra
o en fijar las condiciones que propiciaran la paz cuando existía un estado de guerra. (Isa 33:7; Lu
14:31, 32; véase EMBAJADOR.) Dios envía a sus embajadores cristianos a los hombres para que
puedan aprender sus condiciones de reconciliación y para que se valgan de ellas. El apóstol
escribe: “Somos, por lo tanto, embajadores en sustitución de Cristo, como si Dios estuviera
suplicando mediante nosotros. Como sustitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios’”.
(2Co 5:20.) Esta súplica no significa que se debilite la posición de Dios o su oposición al mal; es
una invitación misericordiosa a los ofensores para que busquen la paz y escapen de las
inevitables consecuencias de la justa ira divina, que sobrevendrá a los que persistan en oponerse
a Su santa voluntad y que supondrá su segura destrucción. (Compárese con Eze 33:11.) Incluso
los cristianos tienen que cuidarse de ‘no aceptar la bondad inmerecida de Dios y dejar de cumplir
su propósito’, es decir, no buscar continuamente el favor y la buena voluntad de Dios durante el
“tiempo acepto” y el “día de salvación” que Él provee misericordiosamente, como muestran las
siguientes palabras de Pablo. (2Co 6:1, 2.)
Al reconocer la necesidad de reconciliarse y aceptar la provisión de Dios para ello, a saber, el
sacrificio de su Hijo, la persona debe arrepentirse de su proceder de pecado y convertirse o
volverse de seguir el camino del mundo pecaminoso de la humanidad. Apelando a Dios sobre la
base del rescate de Cristo, puede obtener perdón de pecados y reconciliación, y como resultado,
“tiempos de refrigerio [...] de la persona de Jehová” (Hch 3:18, 19), así como paz mental y de
corazón. (Flp 4:6, 7.) Como ha dejado de ser un enemigo con quien Dios está encolerizado,
puede decirse que en realidad ha “pasado de la muerte a la vida”. (Jn 3:16; 5:24.) Después, a fin
de mantener la buena voluntad de Dios, ha de ‘invocarle en apego a la verdad’, ‘continuar en la fe
y no dejarse mover de la esperanza de las buenas nuevas’. (Sl 145:18; Flp 4:9; Col 1:22, 23.)
¿En qué sentido ha reconciliado Dios consigo mismo a un mundo?
El apóstol Pablo dice que “mediante Cristo [Dios] estaba reconciliando consigo mismo a un
mundo, no imputándoles sus ofensas”. (2Co 5:19.) Estas palabras no deberían interpretarse mal y
concluir que todas las personas se reconcilian automáticamente con Dios en virtud del sacrificio
de Jesús, pues seguidamente el apóstol continúa hablando de la obra de embajadores, que
consiste en suplicar a los hombres: “Reconcíliense con Dios”. (2Co 5:20.) Lo que en realidad se
proveyó es el medio para que puedan reconciliarse todos los del mundo de la humanidad que
deseen responder. Por consiguiente, Jesús vino “para dar su alma en rescate en cambio por
muchos”, y “el que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida,
sino que la ira de Dios permanece sobre él”. (Mt 20:28; Jn 3:36; compárese con Ro 5:18, 19; 2Te
1:7, 8.)
No obstante, Jehová Dios se propuso “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas
en los cielos y las cosas en la tierra”. (Ef 1:10.) Aunque es necesaria la destrucción de los que se
niegan a ‘enderezar los asuntos’ (Isa 1:18) con Jehová Dios, el resultado será un universo en
completa armonía con Dios, en el que la humanidad volverá a disfrutar de Su amistad y de
bendiciones continuas, como ocurría al principio en Edén. (Rev 21:1-4.)
Jehová Dios puso fin a la relación que mantenía con la nación de Israel en virtud de Su pacto,
debido a que fueron infieles y rechazaron a su Hijo. (Mt 21:42, 43; Heb 8:7-13.) El apóstol debe
referirse a este hecho cuando dice que el ‘desecharlos significó reconciliación para el mundo’ (Ro
11:15), pues, como muestra el contexto, de este modo se abrió el camino para el mundo ajeno a
la comunidad o congregación judía. En otras palabras, las naciones no judías tenían la
oportunidad de unirse a un resto fiel judío, con el que se había hecho el nuevo pacto, y formar la
nueva nación de Dios, el Israel espiritual. (Compárese con Ro 11:5, 7, 11, 12, 15, 25.)
Como pueblo de Dios, su “propiedad especial” (Éx 19:5, 6; 1Re 8:53; Sl 135:4), el pueblo judío
había disfrutado de una relativa reconciliación con Dios, aunque aún tenía la necesidad de una
reconciliación plena por medio del predicho Redentor, el Mesías. (Isa 53:5-7, 11, 12; Da 9:24-26.)
Las naciones no judías, por otra parte, estaban ‘alejadas del estado de Israel, eran extrañas a los
pactos de la promesa, no tenían esperanza y estaban sin Dios en el mundo’, pues no tenían una
posición reconocida ante Él. (Ef 2:11, 12.) No obstante, de acuerdo con el secreto sagrado
relacionado con la Descendencia, Dios se propuso bendecir a personas de “todas las naciones de
la tierra”. (Gé 22:15-18.) El medio para hacerlo, el sacrificio de Cristo Jesús, abrió por tanto el
camino para que personas de las naciones no judías alejadas de Dios ‘estuvieran cerca por la
sangre del Cristo’. (Ef 2:13.) No solo esto, sino que aquel sacrificio también eliminó la división
entre el judío y el que no lo era, pues cumplió el pacto de la Ley y lo quitó del camino, lo que
permitió a Cristo “reconciliar plenamente con Dios a ambos pueblos en un solo cuerpo mediante
el madero de tormento, porque había matado la enemistad [la división producida por el pacto de
la Ley] por medio de sí mismo”. A partir de entonces, tanto el judío como el que no lo era podía
acercarse a Dios mediante Cristo Jesús, y con el tiempo se introdujo en el nuevo pacto como
herederos del Reino con Cristo a los que no eran judíos. (Ef 2:14-22; Ro 8:16, 17; Heb 9:15.)
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Dirijamos nuestros pasos siguiendo los principios divinos
A LOS científicos que tratan de desentrañar los secretos del universo les asombra la tremenda
cantidad de energía que hay en el cosmos. El Sol, una estrella de tamaño mediano, produce tanta
energía como la que liberarían “100.000 millones de bombas de hidrógeno que explotaran cada
segundo”. El Creador controla y dirige esos enormes cuerpos celestes mediante su ilimitado
poder (Job 38:32; Isaías 40:26). ¿Qué podemos decir de los seres humanos, dotados de libre
albedrío, facultad moral, raciocinio y capacidad para la espiritualidad? ¿De qué formas ha visto
oportuno dirigirnos nuestro Hacedor? Nos guía con amor mediante sus leyes perfectas y sus
elevados principios, en combinación con nuestra conciencia bien educada (2 Samuel 22:31;
Romanos 2:14, 15).
2
A Dios le complace que las criaturas inteligentes decidan obedecerlo (Proverbios 27:11).
En vez de programarnos para que nos sometamos ciegamente, como si fuéramos robots sin
voluntad, Jehová nos dotó de libre albedrío a fin de que decidamos con conocimiento de causa y
hagamos lo bueno (Hebreos 5:14).
3
Jesús, que reflejó a la perfección a su Padre, dijo a sus discípulos: “Ustedes son mis amigos
si hacen lo que les mando. Ya no los llamo esclavos” (Juan 15:14, 15). En tiempos antiguos, a los
esclavos no les quedaba más remedio que obedecer a su amo. Por otro lado, las amistades se
forjan manifestando cualidades que llegan al corazón. Nosotros podemos ser amigos de Jehová
(Santiago 2:23). El amor mutuo fortalece dicha amistad. Jesús enlazó la obediencia a Dios con el
amor cuando dijo: “Si alguien me ama, observará mi palabra, y mi Padre lo amará” (Juan 14:23).
Con ese fin, y también para guiarnos bien, Jehová nos invita a vivir según sus principios.
Principios piadosos
4
¿Qué son los principios? Se define principio como “regla de conducta. Verdad o idea que
sirve de fundamento a otras o a un razonamiento” (Diccionario de uso del español, de María
Moliner). Un estudio detenido de la Biblia revela que nuestro Padre celestial suministra directrices
esenciales que abarcan diversas situaciones y aspectos de la vida, y lo hace teniendo presente
nuestro beneficio eterno. Esto armoniza con lo que escribió el sabio rey Salomón: “Oye, hijo mío,
y acepta mis dichos. Entonces para ti los años de vida llegarán a ser muchos. Yo ciertamente te
instruiré aun en el camino de la sabiduría; ciertamente haré que pises en los senderos trillados de
la rectitud” (Proverbios 4:10, 11). Los principios fundamentales que suministra Jehová influyen en
nuestra relación con él y con nuestros semejantes, en nuestra adoración y en nuestra vida diaria
(Salmo 1:1). Analicemos algunos de dichos principios esenciales.
5
Jesús dijo respecto a nuestra relación con Jehová: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con
todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Además, Dios da
principios que tienen que ver con el modo de tratar al semejante, como la Regla Áurea: “Todas las
cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que
hacérselas a ellos” (Mateo 7:12; Gálatas 6:10; Tito 3:2). Se nos da este consejo tocante a la
adoración que rendimos: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras
excelentes, sin abandonar el reunirnos” (Hebreos 10:24, 25). En lo que se refiere a los aspectos
de la vida cotidiana, el apóstol Pablo dice: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo
cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). En la
Palabra de Dios hay una innumerable cantidad de otros principios.
6
Los principios son verdades vigentes y esenciales, y los cristianos sabios aprenden a
amarlos. Jehová inspiró a Salomón a escribir lo siguiente: “De veras presta atención a mis
palabras. A mis dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu
corazón. Porque son vida a los que los hallan y salud a toda su carne” (Proverbios 4:20-22). ¿En
qué difieren los principios de las leyes? Los principios constituyen el fundamento de las leyes. Las
reglas, que suelen ser específicas, tal vez sean pertinentes para cierto tiempo o situación,
mientras que los principios son eternos (Salmo 119:111). Los principios divinos no se vuelven
anticuados ni pierden vigencia. Las palabras inspiradas del profeta Isaías resultan veraces: “La
hierba verde se ha secado, la flor se ha marchitado; pero en cuanto a la palabra de nuestro Dios,
durará hasta tiempo indefinido” (Isaías 40:8).
Basemos nuestros pensamientos y acciones en los principios
7
“La palabra de nuestro Dios” nos anima una y otra vez a basar nuestros pensamientos y
acciones en los principios. Cuando se pidió a Jesús que resumiera la Ley, hizo dos declaraciones
concisas: una de ellas recalcaba el amor a Jehová, y la otra, el amor al prójimo (Mateo 22:37-40).
De esta manera, citó parte de un breve resumen de los principios básicos de la Ley mosaica
anotado en Deuteronomio 6:4, 5: “Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. Y tienes que amar a
Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital”. Al parecer,
Jesús también tenía presente la directriz divina que se encuentra en Levítico 19:18. En la clara,
sucinta e impactante conclusión del libro de Eclesiastés, el rey Salomón resume una gran
cantidad de leyes divinas: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios
verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre. Porque el Dios
verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto
a si es buena o es mala” (Eclesiastés 12:13, 14; Miqueas 6:8).
8
Tener una comprensión cabal de esos principios fundamentales nos ayuda a entender y
aplicar pautas más específicas. Además, si no comprendemos perfectamente ni obedecemos
tales principios básicos, no podremos tomar decisiones prudentes, y nuestra fe se debilitará
(Efesios 4:14). Por el contrario, si grabamos esas pautas en la mente y el corazón, estaremos
preparados para usarlas al tomar decisiones. Cuando las ponemos en práctica con
entendimiento, obtenemos buenos resultados (Josué 1:8; Proverbios 4:1-9).
9
Entender y aplicar los principios bíblicos no es tan sencillo como seguir un código legal. Los
seres humanos imperfectos tal vez rehuyamos el esfuerzo que exige razonar partiendo de
principios, y prefiramos la comodidad de seguir una regla al tomar decisiones o vernos ante una
disyuntiva. Es posible que en ocasiones busquemos la dirección de un cristiano maduro —por
ejemplo, un anciano de congregación— con la esperanza de que nos dé una regla específica
pertinente para el caso. Sin embargo, puede ser que ni la Biblia ni las publicaciones que en ella
se basan suministren una regla categórica, y aun si se nos proporciona una, no nos servirá en
todo momento ni en toda circunstancia. Quizá recordemos que cierto hombre hizo esta petición a
Jesús: “Maestro, di a mi hermano que divida conmigo la herencia”. En lugar de apresurarse a
dictar una norma para resolver las disputas entre hermanos carnales, Jesús enunció un principio
más general: “Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia”. De ese modo
suministró una pauta que fue útil entonces y sigue siéndolo hoy día (Lucas 12:13-15).
10
Es probable que hayamos conocido a personas que tienden a obedecer las leyes a
regañadientes, por temor al castigo. Pues bien, el respeto a los principios impide que tengamos
esa actitud. La misma naturaleza de los principios mueve a quienes están gobernados por ellos a
responder desde el corazón. De hecho, la mayoría de los principios no llevan consigo un castigo
inmediato para quienes no se sujetan a ellos, lo cual nos da la oportunidad de revelar por qué
obedecemos a Jehová, cuáles son los motivos de nuestro corazón. Encontramos un ejemplo en
José, que rechazó las proposiciones inmorales de la esposa de Potifar. Aunque Jehová no había
dado todavía una ley escrita que condenara el adulterio y no había prescrito un castigo por tener
relaciones con la esposa de otro hombre, José estaba al tanto de cuáles eran los principios
divinos sobre la fidelidad marital (Génesis 2:24; 12:18-20). Su respuesta pone de relieve que tales
pautas le influyeron sobremanera: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente
pecar contra Dios?” (Génesis 39:9).
11
Los cristianos de la actualidad se dejan guiar por los principios de Jehová en sus asuntos
personales, como son la elección de las compañías, las diversiones, la música y la lectura
(1 Corintios 15:33; Filipenses 4:8). Al aumentar el conocimiento, entendimiento y aprecio de
Jehová y sus normas, nuestra conciencia, es decir, nuestro sentido moral, nos ayudará a poner
en práctica los principios divinos en cualquier circunstancia, incluso en cuestiones muy
personales. Puesto que nos guiamos por los principios bíblicos, no buscamos lagunas en las
leyes de Dios ni imitamos a los que tratan de ver hasta dónde pueden llegar sin quebrantar una
determinada regla. Comprendemos que tal modo de pensar es contraproducente y perjudicial
(Santiago 1:22-25).
12
Los cristianos maduros reconocen que para seguir los principios divinos, es esencial que
deseemos saber lo que piensa Jehová sobre los asuntos. “Oh amadores de Jehová —es la
exhortación del salmista—, odien lo que es malo.” (Salmo 97:10.) En Proverbios 6:16-19 se
enumeran algunas cosas que Dios considera malas: “Hay seis cosas que Jehová de veras odia;
sí, siete son cosas detestables a su alma: ojos altaneros, una lengua falsa, y manos que
derraman sangre inocente, un corazón que fabrica proyectos perjudiciales, pies que se apresuran
a correr a la maldad, un testigo falso que lanza mentiras, y cualquiera que envía contiendas entre
hermanos”. Cuando el deseo de reflejar el sentir de Jehová sobre tales cuestiones fundamentales
rige nuestra existencia, vivir en conformidad con los principios se convierte en algo habitual para
nosotros (Jeremías 22:16).
Hace falta un buen motivo
13
Conocer y aplicar los principios también nos protege de la trampa de adorar a Dios de una
manera formal, vacía. No es lo mismo regirse por principios que obedecer reglas de manera
estricta. Jesús indicó claramente este punto en el Sermón del Monte (Mateo 5:17-48). Conviene
recordar que su auditorio estaba compuesto de judíos, cuya conducta debía estar regulada por la
Ley mosaica. La realidad era, sin embargo, que tenían una idea deformada de la Ley. Hacían
hincapié en la letra, en vez de hacerlo en el espíritu. Y daban mucha importancia a sus
tradiciones, las cuales anteponían a las enseñanzas de Dios (Mateo 12:9-12; 15:1-9). Como
consecuencia, a la generalidad de las personas no se les enseñaba a pensar en función de los
principios.
14
En cambio, en el Sermón del Monte, Jesús incluyó principios en cinco campos de la
moralidad: la cólera; el matrimonio y el divorcio; las promesas; la venganza, y el amor y el odio.
En cada caso señaló el beneficio de seguir un principio. De ese modo elevó la norma moral de
sus seguidores. Veamos un ejemplo: tocante al adulterio enunció un principio que no solo protege
nuestras acciones, sino también nuestros pensamientos y deseos: “Todo el que sigue mirando a
una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”
(Mateo 5:28).
15
Este ejemplo ilustra que jamás debemos perder de vista el propósito y el espíritu de los
principios de Jehová. Desde luego, no debemos tratar de ganar el favor de Dios mediante el
formalismo moral. Jesús puso al descubierto lo engañosa que es tal actitud destacando la
misericordia y el amor de Dios (Mateo 12:7; Lucas 6:1-11). Si seguimos los principios bíblicos,
no intentaremos regir nuestra vida por un conjunto inflexible de normas que van más allá de lo
que enseña la Biblia, ni lo exigiremos de los demás. Estaremos más interesados en los principios
de amor y obediencia a Dios que en la apariencia externa de nuestra adoración (Lucas 11:42).
Resultados felices
16
Al esforzarnos por obedecer a Jehová, es importante que tengamos presente que sus leyes
se basan en principios fundamentales. Por ejemplo, los cristianos han de huir de la idolatría, la
inmoralidad sexual y el uso impropio de la sangre (Hechos 15:28, 29). ¿Qué hay detrás de la
posición cristiana respecto a estos asuntos? Que Dios merece devoción exclusiva, que debemos
ser fieles a nuestro cónyuge y que Jehová es el Dador de la vida (Génesis 2:24; Éxodo 20:5;
Salmo 36:9). Comprender estos principios subyacentes facilita el que obedezcamos las leyes
relacionadas.
17
Al percibir los principios subyacentes y ponerlos en práctica, nos damos cuenta de que son
para nuestro bien. Las bendiciones espirituales de que disfruta el pueblo de Dios suelen ir
acompañadas de beneficios tangibles. Así, quienes no fuman, llevan una vida moral intachable y
respetan la santidad de la sangre no sufren determinadas enfermedades. Del mismo modo, vivir
en conformidad con la verdad divina puede favorecernos en sentido económico, en las relaciones
sociales y en la vida familiar. Todos esos beneficios concretos demuestran el valor de las normas
de Jehová, que son realmente prácticas. Ahora bien, obtener ese provecho no es en sí el motivo
principal por el que aplicamos los principios divinos. Los cristianos verdaderos obedecen a
Jehová porque lo aman, porque él merece que lo adoren y porque eso es lo que debe hacerse
(Revelación 4:11).
18
Dejar que los principios bíblicos nos rijan resulta en tener un modo de vida superior, que
puede atraer a otras personas al camino de Dios. Lo más importante es que nuestra vida honra a
Jehová. Nos damos cuenta de que es en realidad un Dios amoroso que desea lo mejor para
nosotros. Cuando tomamos decisiones que están en conformidad con los principios bíblicos y
observamos que Jehová nos bendice, nos sentimos aún más cerca de él. En efecto, forjamos una
relación más estrecha con nuestro Padre celestial.
TODOS sabemos que los animales siguen su instinto, y que hay máquinas programadas para
ejecutar determinadas funciones. Pero el ser humano fue creado para que se guiara por
principios. ¿Cómo podemos estar seguros de ello? Pues bien, Jehová, quien ha dado origen a
todo principio correcto, dijo lo siguiente cuando hizo a los primeros seres humanos: “Hagamos al
hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. El Creador es un espíritu; no posee un
cuerpo físico como nosotros. Por tanto, estamos hechos a su “imagen” en el sentido de que
podemos reflejar su personalidad, manifestando a cierto grado sus buenas cualidades. Tenemos
la facultad de regirnos por principios, es decir, obrar conforme a lo que creemos que es un código
de buena conducta. Jehová se encargó de que se pusieran por escrito muchos de ellos en su
Palabra (Génesis 1:26; Juan 4:24; 17:17).
“Pero la Biblia contiene cientos de principios —tal vez diga alguien—. Me es imposible
aprenderlos todos.” Y es verdad. Sin embargo, pensemos en esto: aunque todos los principios
divinos son buenos, algunos tienen mayor importancia. Sirva de botón de muestra Mateo 22:37-
39, donde Jesús indicó que entre los mandamientos y principios correspondientes de la Ley de
Moisés, unos eran de más peso que otros.
¿Cuáles son estos? Los principios bíblicos clave son los que ejercen una influencia directa en
nuestra relación con Jehová. Si los obedecemos, el Creador resulta ser la fuerza dominante de
nuestra brújula moral. Además, existen principios que influyen en las relaciones con los demás. Si
los ponemos en práctica, nos ayudarán a resistir el yoísmo, o como sea que lo llamemos.
Analicemos una de las verdades bíblicas esenciales. ¿Cuál es y cómo nos concierne?
“El Altísimo sobre toda la tierra”
Las Santas Escrituras dejan claro que Jehová es nuestro Magnífico Creador, el Dios
todopoderoso. Nadie puede igualarlo o suplantarlo. Esta verdad bíblica es clave (Génesis 17:1;
Eclesiastés 12:1).
Uno de los escritores del libro de Salmos dijo de Jehová: “Tú solo eres el Altísimo sobre toda
la tierra”. El rey David de la antigüedad afirmó: “Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te
alzas como cabeza sobre todo”. Y el renombrado profeta Jeremías se sintió impelido a consignar:
“De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová. Tú eres grande, y tu nombre es
grande en poderío” (Salmo 83:18; 1 Crónicas 29:11; Jeremías 10:6).
¿Cómo debemos aplicar tales verdades acerca de Dios en nuestra vida cotidiana?
Es obvio que el Creador y Dador de vida debe ocupar un lugar preeminente en nuestra
existencia. ¿No sería apropiado, pues, resistir toda tendencia a llamar la atención a nosotros
mismos, tendencia que puede ser mayor en unos que en otros? Un sabio principio rector es
“ha[cer] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). El profeta Daniel fue un buen
ejemplo de ello.
La Biblia nos cuenta que un sueño perturbó al rey Nabucodonosor de Babilonia, y que él pidió
que se le explicara su significado. A pesar del desconcierto general, Daniel informó con exactitud
al rey lo que deseaba saber. ¿Se atribuyó por ello el mérito? No, sino que glorificó al “Dios en los
cielos que es un Revelador de secretos”. Y añadió: “No por ninguna sabiduría que exista en mí
más que en cualesquiera otros que estén vivos me es revelado este secreto”. Daniel era un
hombre de principios. No sorprende que en el libro que lleva su nombre, se le califique de “muy
deseable” a la vista de Dios (Daniel 2:28, 30; 9:23; 10:11, 19).
Imitar a Daniel nos beneficiará. Para seguir su modelo, el factor clave es la motivación. ¿Quién
debe recibir la honra por lo que hacemos? Sin importar nuestra situación, tenemos la capacidad
para actuar en armonía con este principio bíblico de vital importancia: Jehová es el Señor
Soberano. Si así lo hacemos, seremos “muy deseable[s]” a sus ojos.
Analicemos ahora dos principios básicos que nos sirven de guía en el campo de las relaciones
humanas, ámbito de la vida especialmente difícil ante el énfasis generalizado en el yo.
“Con humildad mental”
Los egoístas rara vez se sienten satisfechos. La mayoría anhela una vida cada vez mejor y la
quiere en el acto. La modestia, para ellos, es señal de debilidad. Creen que solo los demás deben
tener paciencia y que, con tal de triunfar, todo vale. ¿Hemos de comportarnos como ellos, o
contamos con alguna otra opción?
Los siervos de Dios se enfrentan a esa actitud a diario, pero no debería influir en ellos. Los
cristianos maduros aceptan el principio de que “no el que a sí mismo se recomienda es aprobado,
sino el hombre a quien Jehová recomienda” (2 Corintios 10:18).
Aplicar la norma de Filipenses 2:3, 4 nos ayudará, pues ese texto nos anima a no hacer “nada
movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino [a considerar] con humildad mental
que los demás son superiores a [nosotros]”. Así no estaremos “vigilando con interés personal solo
[nuestros] propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás”.
Un hombre que mantuvo una actitud equilibrada de sí mismo y de su valía fue Gedeón, juez
de los antiguos hebreos. Él no trató de ser caudillo de Israel, y aun cuando se le designó para el
cargo, dijo que no se lo merecía. “El millar mío es el más pequeño de Manasés, y yo soy el más
chico de la casa de mi padre”, argumentó (Jueces 6:12-16).
Por otra parte, tras la victoria que Jehová le dio, los hombres de Efraín trataron de pelear con
él. ¿Cómo reaccionó Gedeón? ¿Se había engreído por el triunfo? No. Evitó un desastre con una
respuesta suave, a saber: “¿Pues qué he hecho yo en comparación con ustedes?”. Gedeón tenía
humildad mental (Jueces 8:1-3).
Claro está, aquellos incidentes ocurrieron mucho tiempo atrás, pero, aun así, es útil analizar el
relato. Se observa que la actitud de Gedeón era muy diferente de la que predomina hoy en día, y
que le reportó beneficios regirse por ella.
La actitud actual, centrada en el yo, puede distorsionar el concepto que tenemos de nosotros
mismos. Los principios bíblicos corrigen tal distorsión y nos enseñan cuál es nuestra auténtica
valía con respecto al Creador y al prójimo.
Cuando nos regimos por ellos, vencemos el yoísmo. Ya no nos dominan los sentimientos o
nuestras inclinaciones personales. Cuanto más aprendemos de los principios justos, mejor
conocemos a Aquel que les dio origen. En efecto, vale la pena prestar especial atención a los
principios divinos siempre que leamos la Biblia (véase el recuadro).
Jehová hizo al hombre superior a los animales, los cuales siguen principalmente su instinto.
Hacer la voluntad de Dios supone vivir según sus principios. Así, mantendremos en óptimas
condiciones nuestra brújula moral para que nos guíe hasta el nuevo mundo de Dios. La Biblia nos
da razón para esperar el cercano establecimiento de un nuevo sistema de cosas en el que “la
justicia habrá de morar” por toda la Tierra (2 Pedro 3:13).
Principios bíblicos útiles
En el círculo familiar.
“Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” (1 Corintios
10:24.)
“El amor [...] no busca sus propios intereses.” (1 Corintios 13:4, 5.)
“Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo.”
(Efesios 5:33.)
“Esposas, estén en sujeción a sus esposos.” (Colosenses 3:18.)
“Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque
ha envejecido.” (Proverbios 23:22.)
En la escuela, el empleo o los negocios.
“Una balanza defraudadora es cosa detestable [...]. El inicuo obtiene salario falso.” (Proverbios
11:1, 18.)
“El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro.” (Efesios 4:28.)
“Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” (2 Tesalonicenses 3:10.)
“Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová.”
(Colosenses 3:23.)
“Deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.” (Hebreos 13:18.)
En la actitud hacia el dinero.
“El que se apresura a ganar riquezas no permanecerá inocente.” (Proverbios 28:20.)
“Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata.” (Eclesiastés 5:10.)
Al determinar nuestra valía personal.
“El que la gente ande buscando su propia gloria, ¿es eso gloria?” (Proverbios 25:27.)
“Alábete un extraño, y no tu propia boca.” (Proverbios 27:2.)
“Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea
necesario pensar.” (Romanos 12:3.)
“Si alguien piensa que es algo, no siendo nada, está engañando su propia mente.” (Gálatas 6:3.)
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Principios piadosos
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¿Qué son los principios? Se define principio como “regla de conducta. Verdad o idea que
sirve de fundamento a otras o a un razonamiento” (Diccionario de uso del español, de María
Moliner). Un estudio detenido de la Biblia revela que nuestro Padre celestial suministra directrices
esenciales que abarcan diversas situaciones y aspectos de la vida, y lo hace teniendo presente
nuestro beneficio eterno. Esto armoniza con lo que escribió el sabio rey Salomón: “Oye, hijo mío,
y acepta mis dichos. Entonces para ti los años de vida llegarán a ser muchos. Yo ciertamente te
instruiré aun en el camino de la sabiduría; ciertamente haré que pises en los senderos trillados de
la rectitud” (Proverbios 4:10, 11). Los principios fundamentales que suministra Jehová influyen en
nuestra relación con él y con nuestros semejantes, en nuestra adoración y en nuestra vida diaria
(Salmo 1:1). Analicemos algunos de dichos principios esenciales.
5
Jesús dijo respecto a nuestra relación con Jehová: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con
todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Además, Dios da
principios que tienen que ver con el modo de tratar al semejante, como la Regla Áurea: “Todas las
cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que
hacérselas a ellos” (Mateo 7:12; Gálatas 6:10; Tito 3:2). Se nos da este consejo tocante a la
adoración que rendimos: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras
excelentes, sin abandonar el reunirnos” (Hebreos 10:24, 25). En lo que se refiere a los aspectos
de la vida cotidiana, el apóstol Pablo dice: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo
cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). En la
Palabra de Dios hay una innumerable cantidad de otros principios.
6
Los principios son verdades vigentes y esenciales, y los cristianos sabios aprenden a
amarlos. Jehová inspiró a Salomón a escribir lo siguiente: “De veras presta atención a mis
palabras. A mis dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu
corazón. Porque son vida a los que los hallan y salud a toda su carne” (Proverbios 4:20-22). ¿En
qué difieren los principios de las leyes? Los principios constituyen el fundamento de las leyes. Las
reglas, que suelen ser específicas, tal vez sean pertinentes para cierto tiempo o situación,
mientras que los principios son eternos (Salmo 119:111). Los principios divinos no se vuelven
anticuados ni pierden vigencia. Las palabras inspiradas del profeta Isaías resultan veraces: “La
hierba verde se ha secado, la flor se ha marchitado; pero en cuanto a la palabra de nuestro Dios,
durará hasta tiempo indefinido” (Isaías 40:8).
Pág. 89 *** w02 15/4 pág. 20 párr. 9 Dirijamos nuestros pasos siguiendo los principios
divinos ***
9
Entender y aplicar los principios bíblicos no es tan sencillo como seguir un código legal. Los
seres humanos imperfectos tal vez rehuyamos el esfuerzo que exige razonar partiendo de
principios, y prefiramos la comodidad de seguir una regla al tomar decisiones o vernos ante una
disyuntiva. Es posible que en ocasiones busquemos la dirección de un cristiano maduro —por
ejemplo, un anciano de congregación— con la esperanza de que nos dé una regla específica
pertinente para el caso. Sin embargo, puede ser que ni la Biblia ni las publicaciones que en ella
se basan suministren una regla categórica, y aun si se nos proporciona una, no nos servirá en
todo momento ni en toda circunstancia. Quizá recordemos que cierto hombre hizo esta petición a
Jesús: “Maestro, di a mi hermano que divida conmigo la herencia”. En lugar de apresurarse a
dictar una norma para resolver las disputas entre hermanos carnales, Jesús enunció un principio
más general: “Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia”. De ese modo
suministró una pauta que fue útil entonces y sigue siéndolo hoy día (Lucas 12:13-15).
*** w06 15/6 págs. 21-22 “¡Cómo amo tu ley, sí!” ***
Cómo satisfacer nuestra necesidad espiritual
6
El ser humano fue creado con varias necesidades. Por ejemplo: para gozar de salud física es
imprescindible tener alimento, bebida y cobijo. Sin embargo, también hay que saciar la “necesidad
espiritual”, ya que de lo contrario no se alcanza la verdadera felicidad (Mateo 5:3). Jehová dio
tanta importancia a satisfacer esta necesidad innata que mandó a su pueblo que interrumpiera
sus actividades normales un día a la semana para dedicarlo por completo a los asuntos
espirituales.
7
La ley del sábado subrayaba el valor de cultivar la espiritualidad. La primera vez que aparece
la palabra sábado en la Biblia es con relación a la dádiva del maná provista en el desierto.
Se mandó a los israelitas recoger aquel pan milagroso durante seis días. En la última jornada
tenían que acumular “el pan de dos días”, pues no habría maná el séptimo día. Este sería “un
sábado santo a Jehová”, durante el cual cada uno habría de quedarse ‘sentado en su lugar’
(Éxodo 16:13-30). Uno de los Diez Mandamientos establecía, bajo pena de muerte, que no se
realizara ningún tipo de trabajo el sábado, pues era un día sagrado (Éxodo 20:8-11; Números
15:32-36).
8
La ley del sábado reflejaba el interés de Jehová por el bienestar físico y espiritual de su
pueblo. “El sábado vino a existir por causa del hombre”, dijo Jesús (Marcos 2:27). Esta
disposición no solo permitía descansar a los israelitas, sino que también les daba la oportunidad
de acercarse a su Creador y demostrarle que lo amaban (Deuteronomio 5:12). Era un día
dedicado exclusivamente a los asuntos espirituales, en el que la familia podía adorar a Dios,
orarle y meditar sobre su Ley. El sábado sirvió para evitar que los israelitas emplearan todo su
tiempo y energías en ir tras intereses materiales, pues les recordaba que su relación con Jehová
era lo más importante en la vida. Jesús reiteró este principio inmutable al decir: “Está escrito: ‘No
de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová’”
(Mateo 4:4).
9
El pueblo de Dios ya no tiene que guardar un descanso sabático literal de veinticuatro horas;
con todo, tal disposición no es simplemente una curiosidad histórica (Colosenses 2:16). ¿No es
verdad que también nos recuerda a nosotros que debemos dar prioridad a las actividades
espirituales? No podemos permitir que los intereses espirituales queden eclipsados por las
preocupaciones económicas o por las diversiones (Hebreos 4:9, 10). De modo que cabría
preguntarse: “¿Qué ocupa el primer lugar en mi vida? ¿Doy prioridad a estudiar, orar, asistir a las
reuniones cristianas y predicar las buenas nuevas del Reino? ¿O los dejo de lado por otros
intereses?”. Si ponemos los asuntos espirituales en primer lugar en nuestra vida, Jehová nos
asegura que tendremos cubiertas las necesidades básicas (Mateo 6:24-33).
10
Algo que nos ayudará a acercarnos a Jehová es dedicar tiempo a estudiar la Biblia y las
publicaciones basadas en ella, y reflexionar sobre su mensaje (Santiago 4:8). Susan, quien
empezó a estudiar regularmente la Biblia hace unos cuarenta años, reconoce que al principio
no disfrutaba, sino que se aburría. Sin embargo, le fue gustando cada vez más a medida que leía.
Ahora echa de menos su estudio personal si por alguna razón tiene que suspenderlo. “El estudio
me ha ayudado a conocer a Jehová y a verlo como un Padre —dice—. Puedo confiar en él,
apoyarme en él y orarle con toda libertad. Es impresionante ver lo mucho que Jehová ama a sus
siervos, cómo me cuida personalmente y lo que ha hecho por mí.” ¿Verdad que nos sentimos
felices cuando satisfacemos nuestra necesidad espiritual?
*** w02 15/4 pág. 22 párr. 16 Dirijamos nuestros pasos siguiendo los principios divinos ***
16
Al esforzarnos por obedecer a Jehová, es importante que tengamos presente que sus leyes
se basan en principios fundamentales. Por ejemplo, los cristianos han de huir de la idolatría, la
inmoralidad sexual y el uso impropio de la sangre (Hechos 15:28, 29). ¿Qué hay detrás de la
posición cristiana respecto a estos asuntos? Que Dios merece devoción exclusiva, que debemos
ser fieles a nuestro cónyuge y que Jehová es el Dador de la vida (Génesis 2:24; Éxodo 20:5;
Salmo 36:9). Comprender estos principios subyacentes facilita el que obedezcamos las leyes
relacionadas.
*** w12 15/1 págs. 16-20 Lecciones que aprendemos de “la armazón [...] de la verdad” ***
*** w97 15/10 págs. 29-30 Percibir los principios refleja madurez ***
Los principios y el corazón
Es posible obedecer una ley a regañadientes, quizá debido al miedo del castigo que conlleva
desobedecerla. Sin embargo, actuar en consecuencia con un principio excluye tal actitud, pues,
por la misma naturaleza de este, el corazón de la persona es lo que la motiva a observarlo.
Piense en el caso de José, quien, como Abel y Noé, vivió antes del establecimiento del pacto de
la Ley mosaica. Cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo, este respondió: “¿Cómo podría yo
cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”. En efecto, José conocía el principio
de que el esposo y la esposa son “una sola carne”. (Génesis 2:24; 39:9.)
Hoy el mundo está falto de principios justos. Se alimenta con glotonería de violencia e
inmoralidad. El cristiano corre el peligro de querer mordisquear, quizá en secreto, el mismo
alimento basura: películas, vídeos o libros. Qué loable es, pues, que, como José, rechacemos el
mal por principio, recordando que Dios conservará con vida a través de la venidera “gran
tribulación” solo a aquellos que son leales. (Mateo 24:21.) Sí, es fundamentalmente lo que
hacemos en privado, no en público, lo que revela lo que en verdad somos en nuestro interior.
(Salmo 11:4; Proverbios 15:3.)
En consecuencia, si nos guiamos por los principios bíblicos, no buscaremos supuestas
lagunas en las leyes de Dios ni intentaremos ver cuánto podemos apartarnos de ellas sin
violarlas. Este modo de pensar es contraproducente; a la larga nos perjudica.
Mire más allá de la ley
Por supuesto, las leyes desempeñan un papel esencial en la vida cristiana. Son como
centinelas que nos ayudan a protegernos, y encierran muchos principios importantes. Si
no percibimos estos principios, el amor que le tenemos a una determinada ley puede enfriarse. La
antigua nación de Israel demostró este hecho.
Dios dio a Israel los Diez Mandamientos, el primero de los cuales prohibía la adoración a
cualquier otro dios que no fuera Jehová. Una verdad fundamental tras esta ley es que Jehová
creó todas las cosas. (Éxodo 20:3-5.) Pero ¿vivió la nación en armonía con este principio? Jehová
mismo contesta: “‘Tú eres mi padre [decían los israelitas]’, y a una piedra [clamaban]: ‘Tú me has
dado la vida’. Ellos me dan la espalda, no la cara”. (Jeremías 2:27, Biblia de América.) ¡Qué
estupidez más insensible y falta de principios! ¡Y cómo hirió el corazón de Jehová! (Salmo
78:40, 41; Isaías 63:9, 10.)
Dios también ha dado leyes a los cristianos. Por ejemplo, deben evitar la idolatría, la
inmoralidad sexual y el uso indebido de la sangre. (Hechos 15:28, 29.) Pensando en ello,
podemos ver principios subyacentes, como: Dios merece nuestra devoción exclusiva; debemos
ser fieles a nuestro cónyuge; y Jehová es quien nos ha dado la vida. (Génesis 2:24; Éxodo 20:5;
Salmo 36:9.) Al percibir y apreciar profundamente los principios tras estas directrices, nos damos
cuenta de que son para nuestro propio bien. (Isaías 48:17.) Para nosotros, los “mandamientos [de
Dios] no son gravosos”. (1 Juan 5:3.)
Aunque los israelitas habían pasado por alto los mandamientos de Dios, para el tiempo de
Jesús los “escribas, o doctores de la ley”, se habían ido al otro extremo. Habían formulado una
gran cantidad de reglas y tradiciones que obstaculizaban la adoración verdadera y ocultaban los
principios piadosos. (Mateo 23:2, Torres Amat.) La gente se había resignado al fracaso, a la
desesperanza o a la hipocresía. (Mateo 15:3-9.) Y muchas de estas reglas de los hombres eran
inhumanas. Cuando iba a curar a un hombre que tenía la mano seca, Jesús preguntó a los
fariseos que había presentes: “¿Es lícito en sábado hacer un hecho bueno?”. Su silencio
equivalía a un sonoro no, lo cual dejó a Jesús “cabalmente contristado por la insensibilidad de sus
corazones”. (Marcos 3:1-6.) Los fariseos podían ayudar en sábado a un animal doméstico que se
había caído o estaba herido (pues era una inversión económica), pero nunca a un hombre o una
mujer, a menos que fuera cuestión de vida o muerte. De hecho, estaban tan obsesionados con
las reglas y los tecnicismos humanos que, como hormigas que corretean sobre una pintura,
no eran capaces de ver todo el cuadro, es decir, los principios divinos. (Mateo 23:23, 24.)
Hasta los jóvenes, cuando tienen un corazón sincero, pueden honrar a Jehová por su aprecio
a los principios bíblicos. El profesor de Rebecca, una joven de 13 años de edad, preguntó a la
clase quiénes estarían dispuestos a jugar por dinero. La mayoría dijo que no. Pero cuando se
mencionaron varias situaciones, todos, excepto Rebecca, admitieron que jugarían de una manera
u otra. El profesor le preguntó a Rebecca si compraría un boleto de 20 centavos para una rifa en
favor de una causa noble. Rebecca dijo que no, y presentó las razones bíblicas de por qué eso
sería una forma de juego. El profesor dijo entonces a toda la clase: “En mi opinión, Rebecca es la
única aquí que tiene lo que yo llamo ‘principios’ en el verdadero sentido de la palabra”. Sí,
Rebecca podría haber contestado sencillamente: “Mi religión me lo prohíbe”, pero su
razonamiento fue más profundo; pudo explicar por qué el juego es impropio y por qué no quería
participar en él.
Ejemplos como el de Abel, Noé, José y Jesús nos muestran cómo podemos beneficiarnos de
nuestra “capacidad de pensar” y “facultad de raciocinio” al adorar a Dios. (Proverbios 2:11;
Romanos 12:1.) Los ancianos cristianos hacen bien en imitar a Jesús al pastorear “el rebaño de
Dios bajo su custodia”. (1 Pedro 5:2.) Como bien ejemplarizó Jesús, los que aman los principios
piadosos son los que prosperan bajo la soberanía de Jehová. (Isaías 65:14.)
Pág. 90 *** w02 15/2 págs. 4-6 Los principios divinos nos benefician ***
TODOS sabemos que los animales siguen su instinto, y que hay máquinas programadas para
ejecutar determinadas funciones. Pero el ser humano fue creado para que se guiara por
principios. ¿Cómo podemos estar seguros de ello? Pues bien, Jehová, quien ha dado origen a
todo principio correcto, dijo lo siguiente cuando hizo a los primeros seres humanos: “Hagamos al
hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. El Creador es un espíritu; no posee un
cuerpo físico como nosotros. Por tanto, estamos hechos a su “imagen” en el sentido de que
podemos reflejar su personalidad, manifestando a cierto grado sus buenas cualidades. Tenemos
la facultad de regirnos por principios, es decir, obrar conforme a lo que creemos que es un código
de buena conducta. Jehová se encargó de que se pusieran por escrito muchos de ellos en su
Palabra (Génesis 1:26; Juan 4:24; 17:17).
“Pero la Biblia contiene cientos de principios —tal vez diga alguien—. Me es imposible
aprenderlos todos.” Y es verdad. Sin embargo, pensemos en esto: aunque todos los principios
divinos son buenos, algunos tienen mayor importancia. Sirva de botón de muestra Mateo 22:37-
39, donde Jesús indicó que entre los mandamientos y principios correspondientes de la Ley de
Moisés, unos eran de más peso que otros.
¿Cuáles son estos? Los principios bíblicos clave son los que ejercen una influencia directa en
nuestra relación con Jehová. Si los obedecemos, el Creador resulta ser la fuerza dominante de
nuestra brújula moral. Además, existen principios que influyen en las relaciones con los demás. Si
los ponemos en práctica, nos ayudarán a resistir el yoísmo, o como sea que lo llamemos.
Analicemos una de las verdades bíblicas esenciales. ¿Cuál es y cómo nos concierne?
“El Altísimo sobre toda la tierra”
Las Santas Escrituras dejan claro que Jehová es nuestro Magnífico Creador, el Dios
todopoderoso. Nadie puede igualarlo o suplantarlo. Esta verdad bíblica es clave (Génesis 17:1;
Eclesiastés 12:1).
Uno de los escritores del libro de Salmos dijo de Jehová: “Tú solo eres el Altísimo sobre toda
la tierra”. El rey David de la antigüedad afirmó: “Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te
alzas como cabeza sobre todo”. Y el renombrado profeta Jeremías se sintió impelido a consignar:
“De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová. Tú eres grande, y tu nombre es
grande en poderío” (Salmo 83:18; 1 Crónicas 29:11; Jeremías 10:6).
¿Cómo debemos aplicar tales verdades acerca de Dios en nuestra vida cotidiana?
Es obvio que el Creador y Dador de vida debe ocupar un lugar preeminente en nuestra
existencia. ¿No sería apropiado, pues, resistir toda tendencia a llamar la atención a nosotros
mismos, tendencia que puede ser mayor en unos que en otros? Un sabio principio rector es
“ha[cer] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). El profeta Daniel fue un buen
ejemplo de ello.
La Biblia nos cuenta que un sueño perturbó al rey Nabucodonosor de Babilonia, y que él pidió
que se le explicara su significado . A pesar del desconcierto general, Daniel informó con exactitud
al rey lo que deseaba saber. ¿Se atribuyó por ello el mérito? No, sino que glorificó al “Dios en los
cielos que es un Revelador de secretos”. Y añadió: “No por ninguna sabiduría que exista en mí
más que en cualesquiera otros que estén vivos me es revelado este secreto”. Daniel era un
hombre de principios. No sorprende que en el libro que lleva su nombre, se le califique de “muy
deseable” a la vista de Dios (Daniel 2:28, 30; 9:23; 10:11, 19).
Imitar a Daniel nos beneficiará. Para seguir su modelo, el factor clave es la motivación. ¿Quién
debe recibir la honra por lo que hacemos? Sin importar nuestra situación, tenemos la capacidad
para actuar en armonía con este principio bíblico de vital importancia: Jehová es el Señor
Soberano. Si así lo hacemos, seremos “muy deseable[s]” a sus ojos.
Analicemos ahora dos principios básicos que nos sirven de guía en el campo de las relaciones
humanas, ámbito de la vida especialmente difícil ante el énfasis generalizado en el yo.
*** w97 15/10 págs. 28-29 Percibir los principios refleja madurez ***
LAS malas compañías echan a perder los hábitos útiles. Se siega lo que se siembra.
(1 Corintios 15:33; Gálatas 6:7.) Cada una de estas declaraciones, en sentido físico o espiritual,
es un ejemplo de una verdad fundamental —un principio—, y de cada una de ellas pueden
derivarse leyes. El carácter de las leyes suele ser temporal y específico. Los principios, por el
contrario, son amplios y pueden durar para siempre. Así, la Palabra de Dios nos anima a pensar,
de ser posible, en función de principios.
El Diccionario de uso del español define “principio” como “verdad o idea que sirve de
fundamento a otras o a un razonamiento”. Y el Diccionario Esencial Santillana de la lengua
española incluye la siguiente acepción: “Causa primitiva o primera de una cosa o aquello de lo
que procede algo”. Por ejemplo, a un niño se le puede dar la ley “no toques la cocina”. Pero para
un adulto la advertencia “la cocina está caliente” sería suficiente. Observe que la última es una
declaración más amplia. Puesto que va a influir en la actuación —como cocinar, hornear o apagar
el fuego— en cierto sentido se convierte en un principio.
Los principios más importantes de la vida son, por supuesto, de naturaleza espiritual; rigen la
adoración que damos a Dios y nuestra felicidad. Algunas personas, sin embargo, prefieren evitar
el esfuerzo que requiere razonar basándose en principios. Prefieren la comodidad de una regla
cuando tienen que tomar una decisión. Este no es el proceder de la sabiduría, y contrasta con el
ejemplo que dieron los hombres fieles de tiempos bíblicos. (Romanos 15:4.)
Hombres de principios piadosos
Entre los hombres imperfectos, podría llamarse a Abel el primer hombre de principios
piadosos. Posiblemente pensó mucho en la promesa sobre la “descendencia” y se dio cuenta de
que la redención del pecado implicaría un sacrificio cruento. (Génesis 3:15.) Por ello ofreció a
Dios “algunos primogénitos de su rebaño”. La frase “aun sus trozos grasos” muestra que Abel dio
a Jehová lo mejor que tenía. Sin embargo, no fue hasta más de dos mil años después de la
muerte de Abel que Dios explicó con detalle sus requisitos sobre los sacrificios. A diferencia de
Abel, hombre de principios y temeroso de Dios, su hermano Caín presentó una ofrenda de
sacrificio por pura formalidad. Pero su actitud dejaba mucho que desear; algo en su ofrenda
indicaba que tenía un corazón falto de principios. (Génesis 4:3-5.)
Noé también fue un hombre de principios piadosos. Aunque el relato bíblico dice que Dios le
mandó específicamente construir un arca, no leemos que le mandara predicar a sus coetáneos.
De todos modos, a Noé se le llama “predicador de justicia”. (2 Pedro 2:5.) Aunque es probable
que Dios le indicara a Noé que debía predicar, sin duda su sentido de los principios y su amor al
prójimo lo indujeron a hacerlo. Puesto que vivimos en tiempos parecidos a los de Noé, imitemos
su excelente actitud y ejemplo.
A diferencia de los líderes religiosos de su día, Jesús enseñó a la gente a pensar en función
de principios. Su Sermón del Monte es un ejemplo de ello. Todo él apela a los principios. (Mateo,
capítulos 5-7.) Jesús enseñó de este modo porque conocía bien a Dios, como también lo
conocieron Abel y Noé antes que él. Aun de muchacho, respetó la verdad fundamental: “No solo
de pan [...], sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. (Deuteronomio 8:3;
Lucas 2:41-47.) Sí, la clave para ser una persona de principios piadosos es conocer
verdaderamente a Jehová: sus gustos, sus aversiones y sus propósitos. Cuando estas ideas
fundamentales en cuanto a Dios dirigen nuestra vida, se convierten, de hecho, en principios vivos.
(Jeremías 22:16; Hebreos 4:12.)
Los principios y el corazón
Es posible obedecer una ley a regañadientes, quizá debido al miedo del castigo que conlleva
desobedecerla. Sin embargo, actuar en consecuencia con un principio excluye tal actitud, pues,
por la misma naturaleza de este, el corazón de la persona es lo que la motiva a observarlo.
Piense en el caso de José, quien, como Abel y Noé, vivió antes del establecimiento del pacto de
la Ley mosaica. Cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo, este respondió: “¿Cómo podría yo
cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”. En efecto, José conocía el principio
de que el esposo y la esposa son “una sola carne”. (Génesis 2:24; 39:9.)
Hoy el mundo está falto de principios justos. Se alimenta con glotonería de violencia e
inmoralidad. El cristiano corre el peligro de querer mordisquear, quizá en secreto, el mismo
alimento basura: películas, vídeos o libros. Qué loable es, pues, que, como José, rechacemos el
mal por principio, recordando que Dios conservará con vida a través de la venidera “gran
tribulación” solo a aquellos que son leales. (Mateo 24:21.) Sí, es fundamentalmente lo que
hacemos en privado, no en público, lo que revela lo que en verdad somos en nuestro interior.
(Salmo 11:4; Proverbios 15:3.)
En consecuencia, si nos guiamos por los principios bíblicos, no buscaremos supuestas
lagunas en las leyes de Dios ni intentaremos ver cuánto podemos apartarnos de ellas sin
violarlas. Este modo de pensar es contraproducente; a la larga nos perjudica.
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Pág. 93 *** w07 1/8 págs. 4-5 La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla? ***
EL APÓSTOL Pablo escribió: “La mente carnal es muerte, mas la espiritual, vida y paz”
(Romanos 8:6, Versión Hispano-Americana). Con estas palabras, el apóstol dio a entender que
ser una persona de inclinación espiritual no es simplemente una cuestión de sentimiento o
elección propia. En realidad, es un asunto de vida o muerte. ¿Por qué puede decirse que la
persona espiritual recibe “vida y paz”? Porque, según la Biblia, en el presente disfruta de paz
consigo misma y con Dios, y en el futuro será bendecida con vida eterna. (Romanos 6:23;
Filipenses 4:7). Con razón Jesús afirmó: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad
espiritual” (Mateo 5:3).
El hecho de que usted se encuentre leyendo esta revista demuestra que se interesa por la
espiritualidad, y eso es digno de elogio. Sin embargo, las opiniones sobre este asunto son tan
diversas que tal vez se pregunte: “¿Qué es la espiritualidad realmente, y cómo se cultiva?”.
“La mente de Cristo”
Además de señalar la importancia y los beneficios de tener inclinaciones espirituales,
el apóstol Pablo habló extensamente sobre lo que es la verdadera espiritualidad. Él explicó a los
cristianos de la antigua ciudad de Corinto la diferencia entre el hombre físico —que se deja llevar
por los impulsos carnales— y el hombre espiritual —que valora las cosas espirituales—. Pablo
afirmó: “El hombre físico no recibe las cosas del espíritu de Dios, porque para él son necedad”.
Por otra parte, aclaró que las personas de inclinación espiritual se caracterizan por tener “la
mente de Cristo” (1 Corintios 2:14-16).
Básicamente, tener “la mente de Cristo” significa manifestar “la misma actitud mental que tuvo
Cristo Jesús” (Romanos 15:5; Filipenses 2:5). En otras palabras, un hombre espiritual es aquel
que piensa como Jesús y sigue sus pasos (1 Pedro 2:21; 4:1). Cuanto más se parece la mente de
alguien a la de Cristo, más profunda es su espiritualidad y más cerca está de obtener “vida y paz”
(Romanos 13:14).
Cómo conocer “la mente de Cristo”
Sin embargo, para tener la mente de Cristo, primero hay que conocerla. De modo que el
primer paso para cultivar espiritualidad es familiarizarse con la forma de pensar de Jesucristo.
Pero ¿cómo es posible conocer la mente de alguien que vivió en la Tierra hace dos mil años?
Pongamos un ejemplo: ¿cómo aprendió usted las hazañas de los personajes históricos de su
país? Probablemente, leyendo sobre ellos. De igual modo, una de las claves para conocer la
mente de Cristo es leer la historia de su vida (Juan 17:3).
Existen cuatro relatos históricos muy gráficos sobre la vida de Jesús: los Evangelios, que
fueron escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Si los lee con atención, percibirá la manera de
pensar de Jesús, la profundidad de sus sentimientos y los motivos que impulsaron sus actos.
Al reflexionar en lo que lea sobre él, se hará una clara imagen mental de la clase de persona que
era. Incluso si considera que ya está siguiendo a Cristo, leer estos relatos y meditar en ellos le
ayudará a ‘seguir creciendo en la bondad inmerecida y en el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo’ (2 Pedro 3:18).
Con esto presente, analicemos algunos pasajes de los Evangelios para ver por qué era Jesús
una persona tan espiritual. Luego veamos cómo podemos imitar su ejemplo (Juan 13:15).
La espiritualidad y “el fruto del espíritu”
El Evangelio de Lucas indica que Jesús recibió el espíritu santo de Dios cuando fue bautizado
y que era un hombre “lleno de espíritu santo” (Lucas 3:21, 22; 4:1). Jesús, a su vez, inculcó en
sus seguidores la importancia de dejarse guiar por el espíritu santo, o “fuerza activa”, de Dios
(Génesis 1:2; Lucas 11:9-13). ¿Por qué es eso tan importante? Porque el espíritu de Dios tiene el
poder de transformar la mente de las personas para que se vaya asemejando a la de Cristo
(Romanos 12:1, 2). El espíritu santo produce cualidades como “amor, gozo, paz, gran paciencia,
benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. Estas virtudes, que la Biblia llama “el fruto del
espíritu”, permiten identificar a los hombres y mujeres que son verdaderamente espirituales
(Gálatas 5:22, 23). Dicho de otra manera, la persona de inclinación espiritual es la que se deja
guiar por el espíritu de Dios.
Jesús manifestó el fruto del espíritu a lo largo de su ministerio. Por ejemplo, al tratar con los
miembros de las clases más bajas de la sociedad, demostró cualidades como el amor y la bondad
(Mateo 9:36). Esto lo notamos en un suceso que registró el apóstol Juan: “Al ir pasando, [Jesús]
vio a un hombre ciego de nacimiento”. Sus discípulos también se fijaron en él, pero lo vieron
como un pecador. Así que preguntaron: “¿Quién pecó: este hombre, o sus padres[?]”. Por otra
parte, para sus vecinos, aquel hombre no era más que un mendigo, pues dijeron: “Este es el
hombre que estaba sentado y mendigaba, ¿no es así?”. Sin embargo, lo que Jesús vio en este
ciego fue a una persona que necesitaba ayuda. Por eso, habló con él y lo curó (Juan 9:1-8).
¿Qué nos enseña este relato sobre la manera de pensar de Cristo? En primer lugar, que él
no pasaba por alto a los más humildes, sino que los trataba con ternura y compasión. En segundo
lugar, que tomaba la iniciativa para ayudar al prójimo. ¿Qué hay de nosotros? ¿Seguimos el
modelo que puso Jesús? ¿Vemos a las personas como él las veía? ¿Las ayudamos a mejorar su
vida actual y les brindamos la esperanza de un futuro maravilloso? ¿O más bien tendemos a
favorecer a los que son prominentes, pasando por alto a los demás? Si usted siente por la gente
lo mismo que Jesús sintió, entonces puede afirmarse que está siguiendo su ejemplo (Salmo
72:12-14).
Pág. 94 *** w12 15/11 págs. 10-14 Jesús, nuestro modelo de humildad ***
“Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también
deben hacerlo.” (JUAN 13:15)
¿QUÉ RESPONDERÍA?
¿Cómo demostró el Hijo de Dios que ya era humilde antes de venir a la Tierra?
¿Cómo manifestó Jesús humildad durante su vida humana?
¿Cuáles han sido los beneficios de la humildad de Jesús?
JESÚS está pasando la última noche de su vida en la Tierra con sus apóstoles en el piso
superior de una casa en Jerusalén. Durante la cena, Jesús se levanta, pone a un lado sus
prendas de vestir exteriores y se ata una toalla a la cintura. Entonces vierte agua en un recipiente
y empieza a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla. Finalmente, se pone
sus prendas exteriores. ¿Por qué realizó esta acción tan humilde? (Juan 13:3-5.)
2
Él mismo explicó: “¿Saben lo que les he hecho? [...] Por eso, si yo, aunque soy Señor y
Maestro, les he lavado los pies a ustedes, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
Porque yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben
hacerlo” (Juan 13:12-15). Al estar dispuesto a llevar a cabo un trabajo tan servil, les dio a sus
apóstoles una lección magistral que nunca olvidarían y que los impulsaría a ser humildes por el
resto de sus vidas.
3
Aquella no fue la primera vez que Jesús les enseñó a sus apóstoles la importancia de ser
humildes. Anteriormente, cuando vio que algunos de ellos manifestaban un espíritu competitivo,
puso a un niño a su lado y les dijo: “Cualquiera que reciba a este niñito sobre la base de mi
nombre, a mí me recibe también, y cualquiera que me recibe a mí, recibe también al que me
envió. Porque el que se porta como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande”
(Luc. 9:46-48). Consciente de las ansias de grandeza de los fariseos, dijo tiempo después: “Todo
el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Luc. 14:11). Sin duda,
Jesús desea que todos sus seguidores cultivemos humildad, es decir, una actitud opuesta al
orgullo, la vanidad y la arrogancia. A fin de imitarle, examinemos su ejemplo de humildad y
veamos cómo beneficia esta cualidad tanto a quien la muestra como a otras personas.
“NO ME VOLVÍ EN LA DIRECCIÓN OPUESTA”
4
El Hijo unigénito de Dios ya demostró que era humilde durante los millones de años que pasó
en el cielo con su Padre antes de venir a la Tierra. Hablando sobre la estrecha relación que tenía
con él, el libro bíblico de Isaías explica: “El Señor Soberano Jehová mismo me ha dado la lengua
de los enseñados, para que sepa responder al cansado con una palabra. Él despierta mañana a
mañana; me despierta el oído para que oiga como los enseñados. El Señor Soberano Jehová
mismo me ha abierto el oído, y yo, por mi parte, no fui rebelde. No me volví en la dirección
opuesta” (Is. 50:4, 5). Ansioso de aprender, Jesús escuchó con humildad lo que el Dios verdadero
le enseñaba. Y, sin duda, prestó mucha atención al ejemplo de humildad que Jehová dio al
mostrarle misericordia a la humanidad pecadora.
5
Pero no todos los seres celestiales tuvieron esa misma humildad. Hubo un ángel que, en
lugar de dejarse enseñar, permitió que lo dominaran el orgullo y la vanidad. Tanto es así que se
rebeló contra Jehová y se convirtió en Satanás, el Diablo. Jesús, en cambio, nunca se sintió
insatisfecho con su posición en los cielos ni tentado a abusar de su poder. “Cuando Miguel el
arcángel [es decir, Jesús] tuvo una diferencia con el Diablo y disputaba acerca del cuerpo de
Moisés”, no se excedió en su autoridad, sino que fue humilde y modesto. Con gusto esperó a que
Jehová, el Juez Supremo del universo, se encargara del asunto a su debido tiempo y manera
(léase Judas 9).
6
Sin duda, entre las cosas que Jesús aprendió en el cielo estuvieron las profecías sobre su
vida humana. Por lo tanto, es muy probable que antes de venir a la Tierra a vivir y morir como el
Mesías prometido ya supiera las desagradables experiencias que le aguardaban. Aun así, el Hijo
unigénito de Dios aceptó la misión. ¿Por qué? Porque era humilde. El apóstol Pablo destacó este
hecho cuando escribió: “Aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una
usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios. No; antes bien, se despojó a sí mismo y
tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres” (Filip. 2:6, 7).
“SE HUMILLÓ” DURANTE SU VIDA HUMANA
7
Pablo señaló que, durante su vida humana, Jesús “se humilló y se hizo obediente hasta la
muerte, sí, muerte en un madero de tormento” (Filip. 2:8). Ya desde niño fue un modelo de
humildad. Aunque lo criaron José y María, que eran imperfectos, “continuó sujeto a ellos” (Luc.
2:51). Los jóvenes pueden aprender mucho de él. Si imitan su buen ejemplo y son obedientes a
sus padres, tendrán la bendición de Jehová.
8
De adulto, Jesús demostró su humildad anteponiendo la voluntad de Jehová a la suya (Juan
4:34). Durante su ministerio empleó el nombre divino y ayudó a las personas de buen corazón a
conocer con exactitud las cualidades de Jehová y su propósito para la humanidad. Además, vivió
de acuerdo con lo que enseñaba sobre Dios. Por ejemplo, comenzó la oración modelo diciendo:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat. 6:9). De ese modo
subrayó que lo principal es la santificación del nombre de Jehová. Y él mismo predicó con el
ejemplo. Por eso, hacia el final de su ministerio pudo decirle a su Padre celestial: “Yo les he dado
a conocer tu nombre [a los apóstoles], y lo daré a conocer” (Juan 17:26). Además, siempre le dio
a Jehová el mérito por todo lo que logró en la Tierra (Juan 5:19).
9
Zacarías profetizó sobre el Mesías: “Ponte muy gozosa, oh hija de Sión. Grita en triunfo, oh
hija de Jerusalén. ¡Mira! Tu rey mismo viene a ti. Es justo, sí, salvado; humilde, y cabalga sobre
un asno, aun sobre un animal plenamente desarrollado, hijo de un asna” (Zac. 9:9). Estas
palabras se cumplieron en el año 33, cuando Jesús entró en Jerusalén antes de la fiesta de la
Pascua. La muchedumbre lo recibió tendiendo sobre el camino prendas de vestir exteriores y
ramas de palmera, y la ciudad entera se alborotó por su llegada. Pero Jesús no perdió la
humildad ni siquiera cuando fue aclamado como Rey (Mat. 21:4-11).
10
Con su muerte en el madero, Jesús culminó su trayectoria de humildad y obediencia en
la Tierra. Así demostró más allá de toda duda que los seres humanos pueden ser leales a Jehová
aunque sean probados hasta el límite. Además, desmintió la afirmación de Satanás de que los
seres humanos solo sirven a Dios por interés (Job 1:9-11; 2:4). Su perfecto historial de integridad
sirvió para defender la legitimidad y la justicia de la soberanía universal de Jehová, quien
ciertamente se regocijó por la lealtad inquebrantable de su humilde Hijo (léase Proverbios
27:11).
11
La muerte de Jesús también sirvió para pagar el rescate de la humanidad (Mat. 20:28).
De este modo, Jehová puede perdonar a los seres humanos pecadores sin pasar por alto las
normas divinas de justicia y darles la oportunidad de vivir para siempre. Pablo escribió: “Mediante
un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para
vida” (Rom. 5:18). El sacrificio de Cristo les dio a los cristianos ungidos por espíritu la esperanza
de ir al cielo y recibir la inmortalidad, y a las “otras ovejas”, la esperanza de disfrutar de vida
eterna en la Tierra (Juan 10:16; Rom. 8:16, 17).
“HUMILDE DE CORAZÓN”
12
Jesús invitó a “todos los que se afanan y están cargados” a acudir a él. “Tomen sobre sí mi
yugo y aprendan de mí —dijo—, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán
refrigerio para sus almas.” (Mat. 11:28, 29.) Como era humilde y apacible, trató a los seres
humanos imperfectos con bondad e imparcialidad. No les pidió a sus discípulos más de lo que
podían dar, sino que los elogió y animó. No los hizo sentir inútiles ni indignos. Y, desde luego,
no fue duro ni opresivo con ellos. Al contrario, les garantizó que si se acercaban a él y seguían
sus enseñanzas, se sentirían reconfortados, pues su yugo era suave y su carga, ligera. Las
personas se sentían cómodas a su lado sin importar su edad o sexo (Mat. 11:30).
13
Jesús se compadeció al ver la triste situación de la gente común de Israel y atendió con
amor sus necesidades. Cerca de Jericó se encontró con dos mendigos ciegos, uno de ellos
llamado Bartimeo, quienes le pidieron ayuda con insistencia. Pero la multitud los regañó y los
mandó callar. Para Jesús habría sido muy fácil ignorar las súplicas de aquellos ciegos. Sin
embargo, pidió que se los trajeran y, llevado por la compasión, les devolvió la vista. Como vemos,
Jesús imitó a su Padre, Jehová, siendo humilde y compasivo con los más desfavorecidos (Mat.
20:29-34; Mar. 10:46-52).
“EL QUE SE HUMILLE SERÁ ENSALZADO”
14
La humildad que Jesucristo ha manifestado durante toda su vida es una fuente de gozo y de
grandes beneficios. Jehová se regocijó al ver a su amado Hijo someterse de buena gana a su
voluntad. Los apóstoles y discípulos se sintieron revitalizados por la personalidad llana y apacible
de Jesús. Su ejemplo, sus enseñanzas y sus afectuosos elogios los impulsaron a progresar
espiritualmente. La gente común se beneficiaba de su humildad porque él les prestaba ayuda, les
enseñaba y los animaba. Y todos los seres humanos obedientes recibirán bendiciones eternas
gracias a su sacrificio redentor.
15
¿Y Jesús? ¿Se benefició de su propia humildad? Desde luego que sí. Él les dijo a sus
discípulos: “El que se humille será ensalzado” (Mat. 23:12). Sus palabras se cumplieron en él
mismo, pues Pablo señaló: “Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el
nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del
suelo, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el
Padre”. Debido a que fue fiel y humilde durante su vida humana, Jehová lo ensalzó —es decir, lo
elevó a un puesto superior— al concederle autoridad sobre todas sus criaturas celestiales y
terrenales (Filip. 2:9-11).
JESÚS CABALGARÁ “EN LA CAUSA DE LA VERDAD Y LA HUMILDAD”
16
En el futuro, el Hijo de Dios seguirá siendo humilde. El salmista predijo cómo actuará Jesús
contra sus enemigos desde su elevado puesto en los cielos: “En tu esplendor sigue adelante al
éxito; cabalga en la causa de la verdad y la humildad y la justicia” (Sal. 45:4). En Armagedón,
Jesucristo cabalgará en defensa de la verdad y de la justicia, pero también de la humildad.
¿Y qué sucederá al final del Reinado de Mil Años cuando el Rey Mesiánico “haya reducido a nada
todo gobierno y toda autoridad y poder”? Con su característica humildad, le entregará “el reino a
su Dios y Padre” (léase 1 Corintios 15:24-28).
17
¿Qué hay de nosotros? ¿Seguiremos el ejemplo de humildad de nuestro Modelo? ¿Cómo
nos irá cuando el Rey Jesucristo venga a ejecutar la sentencia divina en Armagedón? La causa
por la que cabalga exige que solo se salven quienes sean justos y demuestren humildad. Por lo
tanto, esta cualidad es esencial para sobrevivir. Además, tal y como la humildad de Jesucristo le
benefició a él y a otras personas, la nuestra puede producir diversos beneficios.
18
¿Qué puede ayudarnos a imitar el modelo de humildad de Jesús? ¿Cómo podemos
esforzarnos por ser humildes a pesar de los obstáculos? Estas preguntas se responderán en el
siguiente artículo.
Pág. 95 *** w11 15/12 págs. 16-17 ¿Por qué necesitamos que nos guíe el espíritu de Dios?
***
El espíritu santo produce buen fruto
16
La cuarta razón por la que necesitamos que nos guíe el espíritu de Dios es que produce en
nosotros un excelente fruto (léase Gálatas 5:22, 23). ¿Qué cristiano no desea crecer en el amor,
el gozo y la apacibilidad? ¿A quién no le hace falta cultivar la gran paciencia, la bondad y la
benignidad? ¿Y quién no tiene que desarrollar la fe, la mansedumbre y el autodominio? La acción
del espíritu santo se traduce en una cosecha de excelentes cualidades que nos benefician tanto a
nosotros como a nuestra familia y nuestros hermanos en la fe. Pero el cultivo de este fruto es una
labor que nunca cesa, pues siempre podemos y debemos producirlo en mayor cantidad.
17
Conviene que nos preguntemos: “¿Muestran mis palabras y acciones que sigo la guía del
espíritu santo y produzco su fruto?” (2 Cor. 13:5a; Gál. 5:25). Tal vez veamos que nos hace falta
cultivar alguna de sus facetas. ¿Qué haremos en tal caso? Cooperar a mayor grado con el
espíritu santo para desarrollarlas. ¿Cómo? Estudiándolas en la Biblia y en nuestras publicaciones,
analizando cómo aplicarlas en nuestro diario vivir y esforzándonos por manifestarlas cada vez
mejor. Al observar los resultados de la actuación del espíritu santo en nuestro caso y en el de los
demás hermanos, comprenderemos claramente por qué es tan necesaria su guía.
*** w01 1/8 págs. 15-16 Pongamos de manifiesto nuestro adelantamiento ***
Manifestemos “el fruto del espíritu”
12
Tan esencial como “alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto” es manifestar el
fruto del espíritu de Dios en todo aspecto de la vida. ¿Por qué? Porque, como hemos visto, la
madurez no es algo interno o escondido, sino que se caracteriza por cualidades claramente
perceptibles que benefician y fortalecen a otras personas. Huelga decir que procurar el progreso
espiritual es más que esforzarse por tener modales refinados. Al crecer en sentido espiritual y
seguir la guía del espíritu de Dios, nuestras actitudes y acciones experimentarán una
extraordinaria transformación. “Sigan andando por espíritu y no llevarán a cabo ningún deseo
carnal”, dijo el apóstol Pablo (Gálatas 5:16).
13
El apóstol pasó a hacer una lista de “las obras de la carne”, que son numerosas y
“manifiestas”. Las costumbres del mundo moldean la vida de las personas antes de que lleguen a
valorar los requisitos divinos, y es posible que en ella sean evidentes algunas de las cosas que
mencionó Pablo: “fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo,
enemistades, contiendas, celos, arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones, sectas, envidias,
borracheras, diversiones estrepitosas, y cosas semejantes a estas” (Gálatas 5:19-21). Ahora bien,
quien progresa en sentido espiritual va dominando poco a poco estas indeseables “obras de la
carne” y dando cabida al “fruto del espíritu”. Este cambio visible es un claro indicio de que está
adelantando hacia la madurez cristiana (Gálatas 5:22).
14
Fijémonos en dos expresiones: “las obras de la carne” y “el fruto del espíritu”. Las “obras”
son el producto de nuestras acciones. En otras palabras: cada una de las obras de la carne que
Pablo menciona es el resultado o bien de un esfuerzo consciente, o bien de la influencia de la
carne caída (Romanos 1:24, 28; 7:21-25). Por otro lado, la expresión “el fruto del espíritu” implica
que estas cualidades no son consecuencia de un intento por desarrollar el carácter o mejorar la
personalidad, sino de la actuación del espíritu de Dios en la gente. Tal como los árboles dan fruto
cuando están bien atendidos, manifestaremos el fruto del espíritu cuando el espíritu santo fluya
libremente en nuestra vida (Salmo 1:1-3).
15
Analicemos también el hecho de que Pablo utilice la palabra “fruto” para englobar todas las
cualidades deseables que menciona. El espíritu no produce diversos frutos para que escojamos el
que más nos guste. Todas las cualidades citadas —amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad,
bondad, fe, apacibilidad y autodominio— son igual de importantes, y juntas hacen posible la
nueva personalidad cristiana (Efesios 4:24; Colosenses 3:10). Por consiguiente, aunque tal vez
nos demos cuenta de que algunas de las cualidades son más evidentes en nuestra vida debido a
nuestra personalidad e inclinaciones, es fundamental que demos atención a todas ellas. Así
reflejaremos más plenamente la personalidad cristiana en nuestra vida (1 Pedro 2:12, 21).
16
La lección valiosa que nos enseña este análisis de Pablo es que nuestro objetivo al tratar de
lograr la madurez cristiana no es adquirir grandes saberes ni cultivar una personalidad refinada,
sino conseguir que el espíritu de Dios fluya con libertad en nuestra vida. En la medida en que
nuestros pensamientos y acciones respondan a la dirección del espíritu santo, seremos maduros
en sentido espiritual. ¿Cómo logramos este objetivo? Tenemos que abrir la mente y el corazón a
la influencia del espíritu de Dios, lo cual implica asistir fielmente a las reuniones cristianas y
participar en ellas. También deberíamos estudiar con asiduidad la Palabra de Dios y meditar
sobre ella, así como dejar que sus principios guíen nuestra relación con el semejante y las
decisiones que tomamos. No hay duda de que en tal caso se verá con claridad nuestro
adelantamiento.
Pág. 97 *** be lección 15 pág. 131-pág. 133 Buena apariencia ***
¿Qué implica?
Vestir con pulcritud y modestia. Ir bien peinado. Adoptar una postura que refleje
interés.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Nuestro aspecto puede influir en la opinión que otras personas se formen de
nuestras creencias cristianas y del modo de vida que recomendamos.
SU APARIENCIA dice mucho de usted. Mientras que Jehová ve lo que hay en el corazón, los
seres humanos normalmente basan sus juicios en “lo que aparece a los ojos” (1 Sam. 16:7). Si su
apariencia es pulcra, los demás quizá concluyan que es una persona con amor propio y se
muestren más dispuestos a escucharlo. La indumentaria apropiada también habla bien de la
organización a la que representa, y repercute de manera positiva en la opinión que tengan sus
oyentes del Dios al que adora.
Pautas que seguir. Las Escrituras no dictan muchas normas en cuanto a la apariencia, pero
contienen principios equilibrados que nos ayudan a tomar buenas decisiones. Para ello, es
fundamental que “[hagamos] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). ¿Qué
principios son aplicables a este respecto?
En primer lugar, la Biblia nos anima a que tanto nuestro cuerpo como nuestra ropa estén
limpios. En la Ley que Jehová dio al antiguo Israel, se estipulaban ciertas pautas de higiene. Por
ejemplo, los sacerdotes que estaban de servicio debían bañarse y lavar sus prendas de vestir en
determinadas ocasiones (Lev. 16:4, 24, 26, 28). Los cristianos no estamos bajo la Ley mosaica,
pero los principios que de ella se desprenden siguen vigentes (Juan 13:10; Rev. 19:8). De modo
que debemos tener el cuerpo y la ropa limpios y evitar el mal aliento, sobre todo cuando vamos a
las reuniones o participamos en el ministerio del campo, a fin de que nuestra presencia no resulte
desagradable. Quienes pronuncian discursos o presentan demostraciones ante la congregación
han de ser ejemplares en este aspecto. Cuidar la apariencia es una muestra de respeto a Jehová
y su organización.
En segundo lugar, la Biblia nos exhorta a cultivar la modestia y el buen juicio. El apóstol Pablo
instó a las cristianas a adornarse “con modestia y buen juicio, no con estilos de cabellos
trenzados y oro o perlas o traje muy costoso, sino como es propio de mujeres que profesan
reverenciar a Dios” (1 Tim. 2:9, 10). Los hombres también deben reflejar modestia y buen juicio al
vestirse y arreglarse.
La persona modesta no desea ofender innecesariamente a nadie ni llamar demasiado la
atención. El buen juicio nos hace discretos y sensatos. Si cultivamos estas cualidades y
obedecemos las normas divinas, seremos equilibrados. Esto no significa que tengamos que
vestirnos de forma poco atractiva; más bien, subraya la necesidad de elegir nuestro atuendo con
prudencia y evitar las modas extravagantes (1 Juan 2:16). Debemos poner en práctica estos
principios, sea que estemos en las reuniones, participando en el ministerio del campo o
realizando cualquier otra actividad. La modestia y el buen juicio son importantes incluso cuando
llevamos ropa informal. En la escuela y en el trabajo surgirán oportunidades de predicar; por
tanto, aunque no vayamos vestidos como cuando asistimos a las reuniones y asambleas, nuestra
indumentaria debe ser modesta y estar limpia y cuidada.
Claro, ni todos vestimos igual ni se espera que lo hagamos, pues es natural que los gustos
difieran. Sin embargo, siempre hemos de obedecer las pautas bíblicas.
El apóstol Pedro indicó que aún más importante que el peinado o la ropa es “la persona
secreta del corazón” (1 Ped. 3:3, 4). Cuando nuestro corazón rebosa de amor, gozo, paz, bondad
y una fe bien fundada, estas cualidades constituyen una vestimenta espiritual que
verdaderamente honra a Dios.
En tercer lugar, la Biblia nos insta a ir bien arreglados. En 1 Timoteo 2:9 se hace mención del
“vestido bien arreglado”. Aunque el apóstol Pablo se refería al atuendo femenino, este principio es
aplicable al de los hombres, quienes también han de vestir con pulcritud. Sin importar cuánto
poseamos en sentido económico, podemos tener una buena apariencia.
Uno de los rasgos físicos que primero llaman la atención es el cabello, por lo que debe
llevarse limpio y bien peinado. Tanto las costumbres locales como los factores hereditarios
guardan estrecha relación con nuestro estilo de peinado, aspectos que Pablo tuvo presentes al
dar el consejo recogido en 1 Corintios 11:14, 15. Sin embargo, un peinado que cause la impresión
de que quien lo luce intenta parecerse al sexo opuesto está en conflicto con los principios bíblicos
(Deu. 22:5).
En el caso de los hombres, la buena apariencia incluye que vayan afeitados y con el bigote
bien recortado, en las regiones donde llevarlo esté bien visto.
En cuarto lugar, nuestra apariencia no ha de reflejar amor a este mundo y sus caminos.
El apóstol Juan advirtió: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo”
(1 Juan 2:15-17). El sistema actual se caracteriza por un sinnúmero de deseos pecaminosos.
Entre ellos Juan menciona el deseo de la carne y la exhibición ostentosa de las posesiones. Las
Escrituras también hacen referencia al espíritu de rebelión y de desobediencia a la autoridad (Pro.
17:11; Efe. 2:2). Dichos deseos y actitudes a menudo se evidencian en la forma de vestir y
arreglarse de algunas personas, cuya apariencia es inmodesta, sensual, de mal gusto o
desaliñada. Puesto que somos siervos de Jehová, evitaremos las modas que no reflejen la
personalidad cristiana.
En vez de imitar al mundo, sigamos el buen ejemplo de los hombres y mujeres maduros en
sentido espiritual de la congregación. Los jóvenes que en un futuro deseen pronunciar discursos
públicos hacen bien en observar cómo visten quienes ya desempeñan esa responsabilidad.
Todos podemos aprender de los que llevan muchos años participando lealmente en el ministerio
público (1 Tim. 4:12; 1 Ped. 5:2, 3).
En quinto lugar, al decidir qué es apropiado, hemos de tener en cuenta que “hasta el Cristo
no se agradó a sí mismo” (Rom. 15:3). El interés principal de Jesús era cumplir la voluntad de
Dios. También antepuso la ayuda a los demás a su conveniencia personal. ¿Qué haremos si
determinado tipo de atuendo o arreglo personal supone una barrera entre nosotros y la gente del
lugar donde ahora servimos? Tomaremos una decisión sabia si imitamos la humildad de Jesús.
El apóstol Pablo hizo constar el siguiente principio: “De ninguna manera estamos dando causa
alguna para tropiezo” (2 Cor. 6:3). Por esa razón no luciremos un peinado o una vestimenta que
despierte el prejuicio de las personas a quienes deseamos predicar.
*** be lección 15 pág. 134 párrs. 1-4 Buena apariencia ***
Equipo en buen estado. No basta con ir limpios y bien arreglados, sino que también las
publicaciones y demás objetos que empleamos en la predicación han de encontrarse en buenas
condiciones.
Pensemos en nuestra Biblia. No todos podremos obtener una Biblia nueva cuando se
deteriore la que tengamos. Sin embargo, prescindiendo del tiempo que la hayamos utilizado, debe
resultar obvio que ha recibido un buen trato.
Aunque hay, desde luego, muchas formas de preparar el maletín de la predicación, siempre ha
de estar limpio y ordenado. ¿Ha visto alguna vez papeles cayéndose de la Biblia cuando un
publicador trataba de leer un pasaje al amo de casa o mientras un hermano pronunciaba un
discurso ante la congregación? Le distrajo, ¿verdad? Si los papeles que se guardan en la Biblia
son una fuente de distracción, ponerlos en otro lugar contribuirá a que su equipo luzca
presentable. Tenga asimismo en cuenta que dejar en el suelo la Biblia u otras publicaciones
religiosas se considera una grave falta de respeto en algunas culturas.
La buena apariencia debe ser importante para nosotros, pues influye en cómo nos ven los
demás. No obstante, la razón principal estriba en que deseamos adornar “en todas las cosas [...]
la enseñanza de nuestro Salvador, Dios” (Tito 2:10).
Pág. 99 *** ia cap. 22 pág. 191 párr. 13 Un hombre de gran lealtad ***
13
De nuevo, Pedro no lo pensó ni un segundo antes de contestar. Su respuesta expresó lo
que sentían muchos de los presentes: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. ¿Nos imaginamos
a Jesús felicitando a Pedro por su respuesta, mientras lo miraba complacido, sonriéndole con
cariño? Luego le explicó que es Jehová —y no el hombre— quien revela esa importante verdad a
sus siervos fieles. En efecto, Jehová le había permitido a Pedro comprender una de las
enseñanzas divinas más importantes que se hayan revelado jamás: la identidad del Cristo, el
Mesías prometido (lea Mateo 16:16, 17).
*** ia cap. 22 págs. 188-194 Un hombre de gran lealtad ***
Un hombre de gran lealtad
PEDRO mira con preocupación las caras de quienes están escuchando a Jesús. Se encuentra
en la sinagoga de Capernaum, la ciudad donde viven tanto él como sus familiares, amigos y
compañeros de trabajo. Su negocio de pesca también está allí, al norte del mar de Galilea. Sin
duda, Pedro desea que toda aquella gente comparta con él la emoción de escuchar al mismísimo
Jesús, el mejor maestro de la historia, hablándoles del Reino de Dios. Sin embargo, parece que
las cosas están tomando otro rumbo.
2
De hecho, muchos han dejado de prestar atención. Algunos incluso están criticando
descaradamente el mensaje de Jesús. Pero lo que más inquieta a Pedro es que varios discípulos
de Cristo tampoco parecen cómodos. Sus rostros ya no reflejan la alegría de estar aprendiendo la
verdad. Se los ve claramente molestos. Pero eso no es todo: muchos de ellos llegan a afirmar
que el discurso de Jesús es ofensivo, se niegan a seguir escuchándolo y se marchan de allí.
Es más, a partir de ese momento dejan de seguir a Jesús (lea Juan 6:60, 66).
3
También a los apóstoles les cuesta asimilar las palabras de su Maestro. A decir verdad,
tampoco Pedro las comprende por completo, y hay que admitir que podrían resultar ofensivas si
se tomaran al pie de la letra. ¿Qué decidirá hacer? No es la primera vez que se pone a prueba su
lealtad a Jesús, y tampoco sería la última. Veamos, pues, cómo la fe firme de este hombre le
ayudó a superar las pruebas y mantenerse leal.
Cuando los demás no fueron leales
4
En realidad, fueron muchas las ocasiones en las que las palabras y acciones de Jesús
dejaron desconcertado a Pedro. Una de ellas había ocurrido justo el día anterior. Después de que
Jesús había alimentado milagrosamente a varios miles de personas, algunos intentaron
nombrarlo rey, pero él reaccionó de una forma que sorprendió a muchos: se fue de allí para
evitarlo. Luego ordenó a sus discípulos que subieran a una barca y se dirigieran a Capernaum.
Esa misma noche, mientras navegaban, volvieron a quedarse admirados al ver a Jesús
caminando hacia ellos sobre las aguas del mar de Galilea en medio de una tormenta. En aquella
ocasión, Jesús le enseñó a Pedro una importante lección sobre la fe.
5
Por la mañana, los discípulos se dieron cuenta de que la multitud también los había seguido.
¿Qué hizo Jesús entonces? Él sabía que no buscaban aprender verdades espirituales, sino
recibir más comida milagrosamente, y por eso los reprendió (Juan 6:25-27). En la sinagoga de
Capernaum continuó hablando del asunto y les transmitió una compleja pero importante
enseñanza, una enseñanza que volvería a dejar sorprendido a más de uno.
6
Jesús quería que aquellas personas cambiaran su actitud materialista y comprendieran que
tenían ante sí al enviado de Dios, quien entregaría su vida para darle a la humanidad la
posibilidad de vivir para siempre. Para lograrlo, Jesús se comparó a sí mismo al maná, el pan que
cayó del cielo en los días de Moisés. Como vio que algunos lo criticaban, añadió una gráfica
comparación: explicó que para obtener la vida era necesario comer su carne y beber su sangre.
Es entonces cuando, como vimos al principio del capítulo, muchos se molestan y dicen: “Este
discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. Incluso varios discípulos de Jesús deciden
abandonarlo (Juan 6:48-60, 66).
7
¿Cómo reacciona Pedro? Es probable que también se sienta confundido, pues aún no ha
comprendido que Jesús tiene que morir para cumplir la voluntad de Dios. Así y todo, no se va con
aquellos discípulos que se ofenden con tanta facilidad. Sin duda, hay algo en lo que Pedro es
muy diferente a ellos. ¿De qué se trata? Sigamos analizando el relato.
8
Jesús les pregunta a los apóstoles: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?” (Juan 6:67).
Aunque la pregunta va dirigida a los 12, es Pedro quien responde. Solía ser así; tal vez la razón
se debía a que, al parecer, era el mayor de todos o, sencillamente, a que era incapaz de callar lo
que sentía. Y su respuesta es una de las más memorables: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú
tienes dichos de vida eterna” (Juan 6:68).
9
¡Qué palabras tan conmovedoras las de Pedro! Es obvio que su fe en Jesús le había hecho
cultivar una valiosa cualidad: la lealtad. Pedro tenía claro que Jesús era el único Salvador que
Jehová había dado y que su vida dependía de escuchar sus enseñanzas sobre el Reino de Dios.
Y aunque es cierto que no siempre entendía todo lo que Jesús decía, sabía que su Maestro era el
único medio para obtener el favor de Dios y recibir la vida eterna.
10
¿Opina usted lo mismo que Pedro? Hoy día, muchas personas afirman que aman a Jesús,
pero, por desgracia, no son leales de verdad. Ser realmente leal a Cristo implica ver sus
enseñanzas como las veía Pedro. Hay que esforzarse por aprenderlas, comprenderlas y vivirlas,
incluso cuando algunas de ellas nos sorprendan o no encajen con nuestras preferencias
personales. La lealtad es el único camino para recibir la vida eterna que Jesús nos ofrece (lea
Salmo 97:10).
Cuando fue corregido
11
Poco después, Jesús partió con los apóstoles y otros discípulos en un largo viaje hacia el
norte. La cumbre nevada del monte Hermón, ubicado en la frontera norte de la Tierra Prometida,
podía verse desde las azules aguas del mar de Galilea. La montaña iba creciendo ante sus ojos a
medida que se acercaban y subían por el camino que les llevaba hasta las aldeas cercanas a
Cesarea de Filipo. Y fue en este extraordinario lugar, con una inmejorable vista de la Tierra
Prometida a sus pies, donde Jesús les planteó a sus discípulos una cuestión importantísima.
12
“¿Quién dicen las muchedumbres que soy?”, les preguntó Jesús. No es difícil imaginarnos a
Pedro clavando su mirada en los bondadosos ojos de su Maestro, consciente de su extraordinaria
inteligencia. Jesús quería averiguar qué pensaban de él las personas a quienes había hablado.
Así que los discípulos le contaron algunos de los rumores que circulaban sobre su identidad. Pero
Jesús deseaba indagar más: ¿habían creído aquellos falsos rumores sus discípulos más
allegados? Por eso insistió: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?” (Luc. 9:18-20).
13
De nuevo, Pedro no lo pensó ni un segundo antes de contestar. Su respuesta expresó lo
que sentían muchos de los presentes: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. ¿Nos imaginamos
a Jesús felicitando a Pedro por su respuesta, mientras lo miraba complacido, sonriéndole con
cariño? Luego le explicó que es Jehová —y no el hombre— quien revela esa importante verdad a
sus siervos fieles. En efecto, Jehová le había permitido a Pedro comprender una de las
enseñanzas divinas más importantes que se hayan revelado jamás: la identidad del Cristo, el
Mesías prometido (lea Mateo 16:16, 17).
14
Las Santas Escrituras se habían referido a Cristo como “la piedra que los edificadores
rechazaron” (Sal. 118:22; Luc. 20:17). Teniendo presentes esta y otras profecías, Jesús indicó
que Jehová fundaría una congregación sobre la piedra (o masa rocosa) que Pedro acababa de
identificar como el Cristo. A continuación, le otorgó a Pedro un gran honor dentro de dicha
congregación. No le dio un puesto superior al de los otros apóstoles —como algunos afirman—,
sino que le confió importantes responsabilidades. El relato indica que le prometió “las llaves del
reino” (Mat. 16:18, 19). En otras palabras, le encargó el privilegio de abrir las puertas de entrada
al Reino de Dios a tres grupos: primero a los judíos y prosélitos, luego a los samaritanos y,
finalmente, a los gentiles (los no judíos).
15
Sin embargo, algún tiempo después, Jesús les advirtió a sus discípulos que se exigiría más
de aquellos que recibieran más responsabilidades, y Pedro no tardaría en comprobar cuánta
razón tenía su Maestro (Luc. 12:48). Después de aquella conversación sobre la comisión que
tendría Pedro, Jesús les siguió explicando verdades sobre el Mesías, entre ellas, que pronto sería
torturado y asesinado en Jerusalén. Pero a Pedro le disgustó tanto escuchar eso que lo llevó
aparte y lo reprendió: “Sé bondadoso contigo mismo, Señor; tú absolutamente no tendrás este
destino” (Mat. 16:21, 22).
16
De más está decir que Pedro lo dijo con la mejor intención del mundo. Por eso, debió
quedarse helado cuando Jesús le dio la espalda y, mirando a los demás discípulos —quienes
posiblemente opinaban como Pedro—, exclamó: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres un
tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mat. 16:23; Mar.
8:32, 33). Todos podemos aprender mucho de la respuesta de Jesús. Admitámoslo: es muy fácil
que nuestra mentalidad humana desplace a la espiritual. Y si no vigilamos nuestros comentarios,
sin quererlo podríamos ponernos del lado de Satanás, aun cuando nuestra intención sea
contribuir a la voluntad de Dios. Pero volvamos al relato de Pedro y veamos cómo reaccionó ante
aquella reprensión.
17
Pedro comprendía que Cristo no estaba hablando literalmente cuando lo llamó “Satanás”.
A fin de cuentas, cuando Jesús se dirigió al Diablo, lo hizo en otros términos. En cierta ocasión,
por ejemplo, le dijo: “Vete”, mientras que a Pedro le dijo: “Ponte detrás de mí” (Mat. 4:10). Por lo
tanto, no estaba rechazando a Pedro como apóstol suyo, pues veía su buen corazón y su
potencial; sencillamente estaba corrigiendo su forma de pensar. En otras palabras, el Maestro le
estaba pidiendo que dejara de ponerse delante de él, estorbándole el paso, y que, más bien, se
colocara detrás de él para seguirlo y apoyarlo.
18
En lugar de ofenderse, enojarse o protestar, Pedro fue humilde y aceptó la corrección.
¡Cuánto podemos aprender los cristianos de este hombre tan leal! Todos necesitamos que se nos
corrija de vez en cuando, pero si queremos que esa corrección nos sirva para acercarnos más a
Jesucristo y a su Padre, Jehová, debemos aceptar con humildad la disciplina y aprender la
lección (lea Proverbios 4:13).
Recompensado por su lealtad
19
Poco después, Jesús realizó otra sorprendente afirmación: “Hay algunos de los que están
en pie aquí que de ningún modo gustarán la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre
viniendo en su reino” (Mat. 16:28). ¿Quiénes tendrían ese extraordinario honor? Seguro que
Pedro se moría de curiosidad. Pero después de la reprimenda que acababa de recibir, tal vez se
preguntaba: “¿Estaré yo entre ellos?”.
20
Sin embargo, una semana más tarde, Jesús se llevó a Santiago, Juan y Pedro “a una
montaña encumbrada”, quizás al monte Hermón, que se encontraba a unos cuantos kilómetros de
distancia. Al parecer, era de noche, pues a aquellos tres hombres les costaba mantenerse
despiertos. Ahora bien, mientras Jesús oraba, ocurrió algo sorprendente, algo que, sin duda
alguna, les quitó el sueño de golpe (Mat. 17:1; Luc. 9:28, 29, 32).
21
De repente, la cara de Jesús comenzó a brillar, hasta hacerse tan reluciente como el Sol.
Su ropa también se volvió de un blanco deslumbrante. Entonces vieron aparecer a su lado dos
figuras, que representaban a Moisés y Elías. Ambos conversaban con Jesús sobre su “partida”,
es decir, sobre su muerte y resurrección en Jerusalén. Desde luego, a Pedro no le quedó ninguna
duda de que se había equivocado al afirmar que Jesús no tendría que sufrir y morir (Luc.
9:30, 31).
22
Según parece, Pedro sintió el impulso de tomar parte de algún modo en aquella fascinante
visión. Es posible que deseara que se prolongara un poco más. En cierto momento, pareció como
si Moisés y Elías estuvieran alejándose de Jesús, así que Pedro le dijo: “Instructor, es excelente
que estemos aquí; por eso, erijamos tres tiendas: una para ti y una para Moisés y una para Elías”.
Aquellos personajes no necesitaban tiendas de campaña, pues solo eran representaciones
simbólicas de dos siervos de Jehová que habían muerto mucho tiempo atrás. Está claro que
Pedro no sabía muy bien lo que estaba diciendo, pero ¿verdad que nos conmueve la actitud tan
noble y entusiasta de este hombre? (Luc. 9:33.)
23
Aquella noche, Pedro, Santiago y Juan recibieron otro honor. Por encima de sus cabezas se
formó una nube en la montaña, y de ella salió una voz que dijo: “Este es mi Hijo, el que ha sido
escogido. Escúchenle”. ¡Era la voz de Jehová mismo! Con eso concluyó la visión, y los tres
apóstoles volvieron a quedarse a solas con Jesús en la montaña (Luc. 9:34-36).
24
Pedro debió sentirse muy privilegiado por haber presenciado aquella visión de la
transfiguración, y nosotros podemos sentirnos igual por saber lo que ocurrió esa noche. Décadas
después, el apóstol afirmó contarse entre los que fueron “testigos oculares de [la] magnificencia”
de Jesús. En efecto, tuvo el honor de verlo en su futuro puesto como glorioso Rey celestial. Esta
visión confirmó muchas profecías de la Palabra de Dios y fortaleció a Pedro para superar las
pruebas a las que su fe sería sometida (lea 2 Pedro 1:16-19). Si somos como Pedro, de seguro
Jehová también nos bendecirá. Ahora bien, ¿cómo podemos imitar su ejemplo? Manteniéndonos
leales al Gran Maestro que Dios ha nombrado, aprendiendo de él, aceptando su corrección y
siguiendo sus enseñanzas día tras día.
Pág. 100 *** w03 15/11 págs. 13-18 Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino ***
EN EL año 58 E.C., el gobernador romano Porcio Festo recibió en Cesarea a sus invitados el
rey Herodes Agripa II y Berenice, la hermana de este, quienes llegaron “con mucha pompa, y
entraron en la audiencia junto con comandantes militares así como varones de eminencia de la
ciudad”. Cuando Festo dio la orden, trajeron ante ellos al apóstol cristiano Pablo. ¿Cómo es que
este seguidor de Jesucristo llegó a estar de pie ante el gobernador Festo para ser juzgado?
(Hechos 25:13-23.)
2
Hallamos la respuesta en lo que Festo dijo a sus visitantes: “Rey Agripa, y todos ustedes los
varones que están presentes con nosotros, ustedes contemplan a este hombre respecto de quien
toda la multitud de los judíos junta ha recurrido a mí, tanto en Jerusalén como aquí, diciendo a
voces que no debe seguir viviendo. Pero yo percibí que él no había cometido nada que mereciera
la muerte. Por eso, cuando este hombre mismo apeló al Augusto, decidí enviarlo. Mas respecto a
él no tengo ninguna cosa segura que escribir a mi Señor. Por eso lo traje ante ustedes, y
especialmente ante ti, rey Agripa, a fin de que, habiéndose efectuado el examen judicial, consiga
yo algo que escribir. Porque me parece irrazonable enviar a un preso y no significar también los
cargos contra él” (Hechos 25:24-27).
3
De las palabras de Festo se desprende que sobre Pablo pesaban cargos de sedición, delito
castigado con la muerte (Hechos 25:11). Pero Pablo era inocente. Aquellas acusaciones se
debían a los celos de los guías religiosos de Jerusalén, quienes se oponían a la obra de
proclamar el Reino que Pablo efectuaba y le habían cobrado profundo rencor por ayudar a otras
personas a hacerse discípulos de Jesucristo. Fuertemente custodiado, el apóstol fue trasladado
de Jerusalén a la ciudad portuaria de Cesarea, donde apeló a César. Desde allí fue conducido a
Roma.
4
Imagine a Pablo en el palacio del gobernador ante un grupo en el que figura una persona que
tiene a su mando una importante sección del Imperio romano. El rey Agripa se dirige a Pablo y le
dice: “Se te permite hablar”. Cuando el apóstol lo hace, algo extraordinario ocurre. Sus palabras
comienzan a hacer mella en el rey, hasta el punto de que este le dice: “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano” (Hechos 26:1-28).
5
¡Figúrese! Con su hábil defensa, Pablo logró que el penetrante poder de la Palabra de Dios
influyera en un gobernante (Hebreos 4:12). ¿Por qué fue tan eficaz su exposición? ¿Y qué
podemos aprender del apóstol que nos ayude en nuestra labor de hacer discípulos? Cuando
analizamos sus palabras, dos elementos sobresalen claramente: 1) fue persuasivo y 2) empleó
con habilidad su conocimiento de la Palabra de Dios, como el artesano que maneja con destreza
una herramienta.
Cultivemos el arte de la persuasión
6
En el libro de Hechos repetidamente se emplean en conexión con Pablo las palabras griegas
que transmiten la idea de persuasión. ¿Qué relación tiene esto con nuestra labor de hacer
discípulos?
7
En el idioma original de las Escrituras Griegas Cristianas, “persuadir” significa “prevalecer
sobre o ganarse a”, inducir “un cambio de manera de pensar mediante la influencia de la razón o
de consideraciones morales”, explica el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo
Testamento, de Vine. Aún más esclarecedor es un examen de su significado básico, el cual
transmite la idea de confianza. Por consiguiente, si persuadimos a alguien de que acepte una
enseñanza bíblica, nos hemos ganado su confianza, de modo que pone fe en la veracidad de esa
enseñanza. Obviamente, para que crea y actúe en consecuencia no basta con decirle lo que la
Biblia enseña. La persona debe convencerse de que nuestras palabras son ciertas, ya se trate de
un niño, un vecino, un pariente o un compañero de trabajo o de estudios (2 Timoteo 3:14, 15).
8
¿Cómo puede usted convencer a alguien de que lo que proclama de la Palabra de Dios es la
verdad? Pablo se esforzó por inducir un cambio en la manera de pensar de las personas a las
que hablaba, y para ello se valió de razonamientos lógicos, argumentos sólidos y súplicas
sinceras. Por tanto, en vez de limitarse a afirmar que algo es cierto, usted debe aportar pruebas
convincentes de ello. ¿Cómo puede hacerlo? Pues bien, asegúrese de que sus palabras se
basen por completo en la Palabra de Dios, no en opiniones personales. A continuación, aporte las
pruebas que respalden sus declaraciones sinceras y basadas en la Biblia (Proverbios 16:23). Por
ejemplo, si señala el hecho de que la humanidad obediente disfrutará de la vida en un paraíso
terrestre, apoye tal enseñanza con un texto bíblico como Lucas 23:43 o Isaías 65:21-25. ¿Cómo
puede presentar pruebas que confirmen dicha verdad bíblica? Quizá recurriendo a ejemplos que
le resulten familiares al oyente. Podría recordarle el placer sencillo y sin costo que nos produce la
belleza de una puesta de sol, la fragancia de una flor, el delicioso sabor de una fruta o la
contemplación de un ave que alimenta a sus polluelos. Ayúdele a ver que tales placeres son
prueba de que el Creador desea que disfrutemos de la vida en la Tierra (Eclesiastés 3:11, 12).
9
Al tratar de persuadir de cierta enseñanza bíblica a una persona, tenga cuidado de que su
entusiasmo no lo haga parecer irrazonable o dogmático, pues eso cerraría la mente y el corazón
del oyente. El libro Benefíciese da esta advertencia: “Aunque recitemos una larga lista de textos
bíblicos, no es fácil que alguien reciba con agrado una declaración directa de la verdad en la que
expongamos la falsedad de una creencia que le sea muy preciada. Por ejemplo, si nos limitamos
a condenar las celebraciones populares por su origen pagano, es probable que no cambiemos el
sentir de nuestros oyentes. Un enfoque que apele a la razón suele ser más provechoso”. ¿Por
qué debemos hacer un esfuerzo consciente por razonar con la persona? El mismo libro responde:
“Un planteamiento que apela a la razón, además de ser muy persuasivo, estimula el análisis
imparcial, promueve la posterior reflexión de quien escucha y abre la puerta a futuras
conversaciones” (Colosenses 4:6).
La persuasión que motiva el corazón
10
Veamos ahora con más detenimiento la defensa de Pablo recogida en el capítulo 26 de
Hechos. Fíjese en cómo inició su discurso. A pesar de que el rey Agripa mantenía una relación
escandalosa con su hermana Berenice, Pablo encontró una base justificada para encomiarlo y la
usó como introducción: “Acerca de todas las cosas de que soy acusado por judíos, rey Agripa, me
considero feliz de que sea ante ti ante quien haya de presentar mi defensa este día,
especialmente por cuanto eres perito en todas las costumbres así como también en las
controversias entre los judíos. Por eso te ruego que me oigas con paciencia” (Hechos 26:2, 3).
11
¿Ha observado que Pablo usó el título de rey para dirigirse a Agripa, reconociendo el puesto
encumbrado de aquel personaje? Así le demostró respeto y, con su acertada selección de
palabras, le otorgó la honra debida (1 Pedro 2:17). El apóstol lo reconoció como un experto en las
complejas costumbres y leyes de sus súbditos judíos, y dijo que se consideraba feliz de presentar
su defensa ante un mandatario tan bien informado. El que Pablo fuera cristiano no hizo que se
comportara como si se sintiera superior a Agripa (Filipenses 2:3). Más bien, rogó al rey que lo
escuchara con paciencia, creando de ese modo un clima propicio para que tanto Agripa como los
demás oyentes aceptaran lo que iba a decirles. De este modo colocó un fundamento, un terreno
común sobre el cual levantar sus argumentos.
12
Al presentar el mensaje del Reino, trate de motivar el corazón de la persona desde el
principio, como hizo Pablo ante Agripa. Lo logrará si le muestra respeto sincero y se interesa por
sus circunstancias particulares y modo de pensar (1 Corintios 9:20-23).
Usemos hábilmente la Palabra de Dios
13
Pablo deseaba motivar a sus oyentes a actuar en armonía con las buenas nuevas
(1 Tesalonicenses 1:5-7). Para ello trató de llegar a su corazón figurado, el asiento de los motivos.
Volvamos a su defensa ante Agripa y observe cómo ‘manejó la palabra de Dios correctamente’ al
citar a Moisés y los profetas (2 Timoteo 2:15).
14
Pablo sabía que, aunque fuera de nombre, Agripa era judío. Apelando a los conocimientos
que el monarca tenía del judaísmo, explicó que con su predicación realmente no estaba “diciendo
ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que habían de efectuarse”
en cuanto a la muerte y resurrección del Mesías (Hechos 26:22, 23). Entonces le preguntó
directamente: “¿Crees tú, rey Agripa, a los Profetas?”. Agripa se enfrentaba a un dilema. Si decía
que rechazaba a los profetas, su reputación de judío creyente se derrumbaría. Pero si
concordaba con el razonamiento del apóstol, se pondría en una posición de público acuerdo con
él y se arriesgaría a que lo llamaran cristiano. Pablo respondió con habilidad a su propia pregunta
diciéndole: “Yo sé que crees”. ¿Qué respuesta salió del corazón de Agripa? “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano.” (Hechos 26:27, 28.) Aunque aquel rey no se convirtió al
cristianismo, parece que el mensaje de Pablo hizo alguna mella en su corazón (Hebreos 4:12).
15
¿Se ha dado cuenta de que Pablo no solo proclamó las buenas nuevas, sino que también
recurrió a la persuasión? Debido a que de esa forma ‘manejaba la palabra de Dios
correctamente’, algunos de sus oyentes dejaron de ser simples espectadores y se hicieron
creyentes. Así sucedió en la sinagoga de Tesalónica, donde el apóstol buscó a judíos y gentiles
temerosos de Dios. Hechos 17:2-4 relata: “Según tenía por costumbre Pablo, pasó adentro a
donde ellos, y por tres sábados razonó con ellos a partir de las Escrituras, explicando y probando
por referencias que era necesario que el Cristo sufriera y se levantara de entre los muertos [...].
Como resultado, algunos de ellos se hicieron creyentes”. Pablo era persuasivo. Hacía razonar,
explicaba y probaba con las Escrituras que Jesús era el Mesías que tanto habían esperado.
Gracias a ello, se estableció una congregación de creyentes.
16
¿Puede usted hacerse más diestro en el arte de la persuasión cuando explica la Palabra de
Dios? En tal caso, hallará más disfrute y satisfacción personal en la obra de predicar el Reino de
Dios y enseñar las verdades relacionadas con él. Esa ha sido la experiencia de los publicadores
de las buenas nuevas que han puesto en práctica las sugerencias ofrecidas para utilizar más la
Biblia en la predicación.
17
Por ejemplo, un superintendente viajante de los testigos de Jehová escribió: “Bastantes
hermanos llevan ahora la Biblia en la mano cuando van de puerta en puerta, lo que les ha
permitido leer un texto bíblico a muchas de las personas que han encontrado. Esto ha ayudado
tanto al amo de casa como al publicador a asociar la Biblia, y no solo revistas y libros, con nuestro
ministerio”. Claro está, el hecho de que llevemos la Biblia en un lugar visible cuando predicamos
dependerá de diversos factores, como las costumbres locales. Sin embargo, deseamos adquirir la
reputación de usar hábilmente la Palabra de Dios para persuadir a nuestro prójimo de modo que
acepte el mensaje del Reino.
Veamos el ministerio como Dios lo ve
18
Otra forma de llegar al corazón de quienes nos escuchan consiste en ver el ministerio desde
el punto de vista de Dios y ser pacientes. La voluntad divina es que hombres de toda clase
“lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:3, 4). ¿Acaso no deseamos
nosotros lo mismo? Además, Jehová es paciente, y esta cualidad les da a muchos la oportunidad
de alcanzar el arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Por consiguiente, cuando encontramos a alguien
que está dispuesto a prestar atención al mensaje del Reino, quizá sea necesario visitarlo una y
otra vez para cultivar su interés. Ver crecer las semillas de la verdad exige tiempo y paciencia
(1 Corintios 3:6). El recuadro titulado “Cómo obtener buenos resultados al hacer revisitas” ofrece
sugerencias al respecto. Hay que recordar que las vidas de las personas —sus problemas y
circunstancias— cambian continuamente. Tal vez las encontremos en casa solo después de
muchos intentos, pero el esfuerzo vale la pena, pues queremos darles la oportunidad de oír el
mensaje divino de salvación. Por tanto, pidamos a Jehová Dios la sabiduría necesaria para
desarrollar las aptitudes de persuasión al ayudar al prójimo a aceptar el mensaje del Reino.
19
Una vez que hallamos a alguien que desea adquirir mayor conocimiento sobre el mensaje
del Reino, ¿qué más podemos hacer como trabajadores cristianos? Veremos la respuesta en el
siguiente artículo.
Pág. 101 *** km 7/08 pág. 4 La preparación: esencial para hacer revisitas eficaces ***
1
Jesús se encargó de preparar bien a sus seguidores como predicadores de “las buenas
nuevas del reino” (Mat. 4:23; 9:35). Aunque su predicación se limitó a la zona de Palestina, antes
de ascender al cielo Jesús les señaló que el ministerio cristiano se extendería a tal grado que se
harían “discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 28:19, 20).
2
Cumplir con aquella comisión implicaría volver a visitar a las personas que manifestaran
interés en las buenas nuevas del Reino de Dios para enseñarles a observar todas las cosas que
Cristo había mandado. Por eso nosotros tenemos que estar bien preparados: para hacer revisitas
eficaces.
3
Trace un plan. Algunos publicadores procuran plantear una pregunta al final de la visita
inicial y prometen volver con la respuesta. Al regresar, hacen referencia directa a la información
del libro Enseña y así logran comenzar el estudio.
4
Ahora bien, el que las revistas salgan una vez al mes no significa que tengamos que esperar
un mes para volver. Más bien, podemos estimular el interés de la persona analizando un tema de
alguna revista que ya tenga.
5
Póngase un objetivo. Antes de volver a visitar a la persona, tome unos minutos para revisar
sus registros y determinar qué es lo que quiere lograr; por ejemplo, repasar algún punto de la
publicación que le dejó o entregarle alguna otra publicación relacionada con un tema que hayan
tratado. Si usted planteó una pregunta la última vez, es seguro que querrá contestarla. Cuando
mencione algún texto que apoye su argumento, procure leerlo directamente de la Biblia.
6
Nuestro objetivo. Desde luego que nuestro objetivo es comenzar un estudio de la Biblia. Un
señor rechazó el estudio que le ofreció un hermano en la revisita. El hermano volvió después con
las revistas más recientes y le dijo: “Aprovechando que estamos por aquí, estamos contestando
una pregunta bíblica a la gente”. Entonces dejó que el señor se expresara, y luego le leyó un texto
de la Biblia y un párrafo de una publicación que utilizamos para dar clases bíblicas. El resultado
fue un estudio.
7
Vale la pena invertir tiempo en prepararnos para hacer revisitas: disfrutaremos más en
nuestra obra y puede que tengamos el privilegio de ayudar a alguien que ‘esté correctamente
dispuesto’ a emprender el camino a la vida (Hech. 13:48).
*** km 4/98 págs. 3-4 párrs. 6-8 Se buscan más estudios bíblicos ***
6
Organícese mejor: Dado el número de revistas, folletos y libros distribuidos, no cabe duda
de que se está diseminando una gran cantidad de semillas. Estas semillas de la verdad que
hemos sembrado poseen un enorme potencial para producir nuevos discípulos. Ahora bien,
¿sentiría un agricultor o un jardinero verdadera satisfacción si continuamente plantara y, después
de todos sus esfuerzos, nunca sacara tiempo para cosechar? ¡Claro que no! Así mismo, es
menester que dediquemos una parte de nuestro ministerio a cultivar el interés de la gente.
7
¿Aparta usted regularmente tiempo para hacer revisitas? No tarde en volver a visitar a todo
aquel que muestre interés y propóngase empezar un estudio bíblico. ¿Lleva un registro ordenado
y actualizado de sus revisitas? Además del nombre y la dirección del amo de casa, escriba la
fecha de la primera visita, la publicación que dejó, una breve descripción del tema que trataron y
un punto que pueda desarrollar la siguiente vez. Deje espacio en su registro para añadir
información después de cada visita.
8
Analice cómo hacer una revisita: ¿Cuáles son algunos puntos que han de tenerse en
cuenta al volver a visitar a alguien interesado? 1) Sea afable, entusiasta y actúe con sencillez.
2) Hable de temas que le interesen al amo de casa. 3) Mantenga la conversación sencilla y
centrada en la Biblia. 4) En cada visita procure enseñar algo que él considere que le será de valor
personal. 5) Cree expectación por el asunto del que hablarán la siguiente vez. 6) No se quede
demasiado tiempo. 7) No le haga preguntas que lo avergüencen o lo pongan en apuros. 8) Sea
perspicaz y no condene sus ideas equivocadas o malos hábitos antes de que haya cultivado
aprecio por las cosas espirituales (véase el suplemento de Nuestro Ministerio del Reino de marzo
de 1997, donde hallará más información útil sobre cómo triunfar en las revisitas y empezar
estudios bíblicos).
Pág. 102 *** km 4/00 pág. 8 párrs. 2-4 ¿Somos proclamadores del Reino regulares? ***
2
Valoremos el privilegio. Debemos estimar profundamente el privilegio que tenemos de dar
a conocer las buenas nuevas del Reino a otras personas. Esta actividad alegra el corazón de
Jehová y ayuda a quienes son de corazón sincero a conocer el camino de la vida (Pro. 27:11;
1 Tim. 4:16). La regularidad nos permite acumular experiencia en el ministerio y resulta en una
sensación de gozo y logro.
3
Informemos la actividad. Algunos salen al servicio del campo pero no llenan el informe
puntualmente. Nunca pensemos que no merece la pena informar nuestra labor (compárese con
Marcos 12:41-44). Debemos hacerlo sin falta. Si seguimos en casa un sistema de anotación de
las horas dedicadas al ministerio (por ejemplo, apuntarlas en un calendario), contaremos con un
recordatorio constante de que debemos hacer un informe exacto en cuanto acabe el mes.
4
Demos la ayuda necesaria. Tal vez haya que mejorar el programa local para el beneficio de
quienes necesiten ayuda para participar con regularidad en el ministerio. El secretario de la
congregación y los conductores de estudio de libro deben pedir a los publicadores con
experiencia que ofrezcan esa ayuda. Si tenemos hijos o estudiamos la Biblia con publicadores
no bautizados, enseñémosles a informar su actividad todos los meses.
Pág. 103 *** km 12/06 pág. 1 párr. 2 Vuelva a visitar a todo el que dé algún indicio de interés
***
2
Perciba el interés. Incluso si la persona no acepta ninguna publicación, lo que dice, el tono
en que lo dice y su expresión facial pueden dar muestras de que valora el mensaje del Reino.
Basándonos en ello, es posible hacer una revisita. Un hermano volvió a visitar a un señor durante
cinco semanas seguidas sin dejarle ninguna publicación. En la sexta visita, el señor aceptó una
publicación, y con el tiempo se comenzó un estudio de la Biblia
*** km 11/11 pág. 1 párr. 4 Reguemos la semilla a fin de que crezca ***
4
Persevere. Satanás hará todo lo posible por “llev[arse] la palabra” que ha sido plantada en el
corazón de la gente (Mar. 4:14, 15). Por eso, si no vuelve a encontrar en casa a las personas
interesadas, no se rinda. ¿Podría dejarles una notita o enviarles una carta? Cierta precursora
empezó un estudio bíblico con una señora en la puerta de su casa, pero no volvió a encontrarla;
así que le envió una carta. Cuando por fin la halló, la mujer le dijo que su amable gesto la había
conmovido profundamente. Regar las semillas de la verdad nos permitirá sentir la dicha de verlas
germinar, crecer y dar “fruto de a treinta y a sesenta y a ciento por uno” (Mar. 4:20).
Pág. 104 *** km 12/13 pág. 1 Preparemos introducciones que despierten interés ***
1
Cuando vamos a una comida, por lo general quien nos invita prepara algo para abrirnos el
apetito. De modo parecido, para despertar en la gente el interés por el mensaje bíblico, debemos
dedicar tiempo y esfuerzo a preparar buenas introducciones (Prov. 15:28). La duración o el
contenido de una introducción no es lo único que determina su eficacia. Entonces, ¿qué debemos
tener en cuenta a la hora de preparar una introducción?
2
Lo que le interesa a la gente. Si nuestra introducción no despierta interés, es posible que la
persona ponga fin a la conversación. Así que pensemos en qué temas le interesan a la gente de
nuestro territorio. ¿Anhelan un mejor gobierno? ¿Desean tener una familia feliz? ¿Quieren ver el
fin de la guerra? Como a muchas personas les gusta dar su opinión, convendría hacerles una
pregunta que las mueva a expresarse. Tal vez podamos adaptar una de las presentaciones que
aparecen en Nuestro Ministerio del Reino. ¿Qué tal si practicamos algunas introducciones en la
Noche de Adoración en Familia?
3
La cultura y las creencias de las personas. En algunos lugares se espera que
expliquemos enseguida el motivo de nuestra visita. Sin embargo, en otros hay que cumplir
primero con ciertas formalidades, como preguntarle a la persona qué tal está y conversar un
poco. En zonas donde la gente respeta la Biblia, quizá podamos referirnos a ella desde un
principio (Hech. 2:14-17). Pero donde no haya muchos cristianos o donde las personas no sean
creyentes, tal vez sea preferible mencionar la Biblia en una visita posterior (Hech. 17:22-31).
4
Las frases iniciales. Debemos elegir con cuidado las primeras palabras que pronunciemos.
Lo mejor suele ser usar frases breves y sencillas. Pero no solo hay que fijarse en lo que decimos
sino también en cómo lo decimos. Seamos entusiastas y positivos. Recordemos que una sonrisa
cálida y sincera inspira confianza. Seguir estas sugerencias nos permitirá preparar introducciones
que abran el apetito por lo que hay en “la mesa de Jehová” (1 Cor. 10:21).
Pág. 105 *** km 9/96 pág. 1 Seamos ejemplos en el hablar y en conducta ***
1
El apóstol Pablo exhortó a Timoteo a hacerse ejemplo en habla y conducta. (1 Tim. 4:12.)
Nuestra habla y nuestra conducta también deben ser ejemplares, especialmente cuando
participamos en el ministerio, pues eso puede ser el factor determinante para llegar al corazón de
los oyentes.
2
Debemos manifestar todos los aspectos de los buenos modales, entre ellos la cortesía, la
consideración, la bondad, la amabilidad y el tacto. Al reflejar estas cualidades demostramos que
somos conscientes de que nuestras acciones repercuten en los sentimientos de otras personas.
Los buenos modales en el ministerio pudieran compararse a los condimentos que se utilizan para
realzar el sabor de la comida. Sin estos, aun los alimentos saludables son insípidos y poco
apetitosos. Habría un efecto parecido si no mostramos buenos modales al tratar con los demás.
(Col. 4:6.)
3
Seamos ejemplos en el hablar: Una sonrisa amigable y un saludo afectuoso son elementos
esenciales de nuestra presentación de las buenas nuevas. Cuando sazonamos nuestra
introducción con afecto y sinceridad, el amo de casa percibe que nos interesamos
verdaderamente en él. Cuando hable, escuchémosle con cuidado y respetemos su opinión.
Cuando nosotros hablemos, hagámoslo con prudencia y gracia. (Compárese con Hechos 6:8.)
4
De vez en cuando encontramos a personas que son poco amistosas, o incluso belicosas.
¿Cómo debemos reaccionar? Pedro nos exhortó a hablar “con genio apacible y profundo
respeto”. (1 Ped. 3:15; Rom. 12:17, 18.) Jesús dijo que si un amo de casa rechaza groseramente
el mensaje del Reino, sencillamente debemos ‘sacudirnos el polvo de los pies’. (Mat. 10:14.)
Desplegar modales ejemplares en dichas circunstancias pudiera, con el tiempo, ablandar el
corazón del opositor.
5
Seamos ejemplares en conducta: Predicar las buenas nuevas en calles en que circule
mucha gente y en lugares públicos exige que seamos considerados, que no hablemos en voz
muy alta ni seamos insistentes y que no estorbemos el paso de los transeúntes. Cuando
visitamos a las personas interesadas en sus hogares debemos comportarnos con decoro y
cortesía, y mostrar agradecimiento por su hospitalidad. Si llevamos niños, ellos deben respetar al
amo de casa y su propiedad, y portarse bien y estar atentos cuando conversamos. Los niños que
son revoltosos causan impresiones poco favorables. (Pro. 29:15.)
6
Por nuestra apariencia personal, debe resultar obvio a los demás que somos ministros de la
Palabra de Dios. Nuestra forma de vestirnos y arreglarnos no debe ser descuidada y desaliñada
ni tampoco llamativa y extravagante. Nuestra apariencia siempre debe ser digna de las buenas
nuevas. (Compárese con Filipenses 1:27.) Al prestar atención cuidadosa a nuestra apariencia y
equipo no daremos a otras personas causa para tropiezo o para que encuentren alguna falta en
nuestro ministerio. (2 Cor. 6:3, 4.) Nuestra habla y conducta ejemplares añaden una cualidad
atractiva al mensaje del Reino, lo que trae honra a Jehová. (1 Ped. 2:12.)
*** jr cap. 3 págs. 38-39 párrs. 13-14 “Tienes que decirles esta palabra” ***
13
En ocasiones, Jehová ordenó a Jeremías que anunciara mensajes proféticos desde las
puertas del templo o las de Jerusalén (Jer. 7:2; 17:19, 20). Así podría comunicar la palabra divina
a más personas y, puesto que muchos —como los hombres prominentes de la ciudad y los
mercaderes— acostumbraban a entrar y salir por la misma puerta, podría hablar con algunos
repetidas veces para ayudarlos a comprender lo que habían oído antes. ¿No nos enseñan estos
pasajes que debemos volver a visitar a las personas interesadas?
14
Jeremías era consciente de que muchas vidas dependían de su labor como profeta de Dios.
Cierta vez no pudo cumplir la orden divina de hablar al pueblo; entonces mandó en su lugar a su
amigo Baruc (léase Jeremías 36:5-8). ¿Cómo podemos copiar este modelo? Cuando prometemos
volver a visitar a alguien, ¿cumplimos nuestra palabra? Si no nos es posible acudir a una cita con
una persona interesada o con un estudiante de la Biblia, ¿enviamos a alguien en nuestro lugar?
Jesús dijo: “Signifique su palabra Sí, Sí” (Mat. 5:37). Cumplir nuestros compromisos es de suma
importancia, pues representamos al Dios de la verdad y el orden (1 Cor. 14:33, 40).
Pág. 106 *** bt cap. 11 pág. 90 párr. 13 “Llenos de gozo y de espíritu santo” ***
13
Nosotros también queremos ganarnos el interés de las personas a quienes predicamos.
¿Cómo podemos seleccionar temas que les atraigan? Entre otras cosas, teniendo presente su
formación religiosa. Por ejemplo, si conocen las Escrituras, podemos citarles pasajes que les
resulten familiares, e incluso pedirles que los lean de su propia Biblia. En todo caso, busquemos
siempre la forma de tocar el corazón de la gente.
*** w03 15/11 págs. 14-15 párr. 9 Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino ***
9
Al tratar de persuadir de cierta enseñanza bíblica a una persona, tenga cuidado de que su
entusiasmo no lo haga parecer irrazonable o dogmático, pues eso cerraría la mente y el corazón
del oyente. El libro Benefíciese da esta advertencia: “Aunque recitemos una larga lista de textos
bíblicos, no es fácil que alguien reciba con agrado una declaración directa de la verdad en la que
expongamos la falsedad de una creencia que le sea muy preciada. Por ejemplo, si nos limitamos
a condenar las celebraciones populares por su origen pagano, es probable que no cambiemos el
sentir de nuestros oyentes. Un enfoque que apele a la razón suele ser más provechoso”. ¿Por
qué debemos hacer un esfuerzo consciente por razonar con la persona? El mismo libro responde:
“Un planteamiento que apela a la razón, además de ser muy persuasivo, estimula el análisis
imparcial, promueve la posterior reflexión de quien escucha y abre la puerta a futuras
conversaciones” (Colosenses 4:6).
Pág. 107 *** be lección 39 pág. 222 párr. 2 Conclusiones eficaces ***
Es posible obtener buenos resultados incluso cuando la brusquedad o hasta la grosería del amo
de casa interrumpen la visita. Tenga presentes los consejos de (Mateo 10:12, 13) 12 Al entrar en
la casa, salúdenla; 13 y si la casa lo merece, venga sobre ella la paz que le desean; pero si no lo
merece, vuelva sobre ustedes la paz de ustedes. y (Romanos 12:17, 18) 17 “No devuelvan mal
por mal a nadie. Provean cosas excelentes a vista de todos los hombres. 18 Si es posible, en
cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres”
Su respuesta apacible tal vez consiga que él cambie de opinión respecto a los testigos de
Jehová, lo que, ya de por sí, sería un magnífico resultado.
QUINTO DIA
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Pág. 112 *** it-2 pág. 1001 Señor ***
Además de sus discípulos, otras personas llamaron “Señor” a Jesús cuando estuvo en la
Tierra. (Mt 8:2; Jn 4:11.) En estos casos la denominación era principalmente un título de respeto o
cortesía. Sin embargo, él mostró a sus apóstoles que el llamarle “Señor” envolvía más. Dijo:
“Ustedes me llaman: ‘Maestro’, y, ‘Señor’, y hablan correctamente, porque lo soy”. (Jn 13:13.)
Como discípulos, estos apóstoles eran sus aprendices o alumnos. Por lo tanto, él era su Señor o
Maestro.
Pág. 113 *** cf cap. 16 págs. 163-171 párrs. 6-20 “Los amó hasta el fin” ***
6
¡Qué animador es saber que Jesús no perdió las esperanzas con sus apóstoles! Su
paciencia terminó dando fruto, y estos fieles hombres aprendieron la importancia de ser humildes
y estar vigilantes (1 Pedro 3:8; 4:7). ¿Cómo podemos imitar a Jesús en nuestras relaciones con
otras personas? Los ancianos en particular han de ser pacientes con el rebaño. Por ejemplo,
quizás un hermano aborde con sus problemas a un anciano que esté agotado o absorto en sus
propias preocupaciones. O puede que a veces quienes necesitan ayuda tarden en aplicar el
consejo. A pesar de todo, los ancianos pacientes instruyen “con apacibilidad” y “[tratan] al rebaño
con ternura” (2 Timoteo 2:24, 25; Hechos 20:28, 29). También los padres deben copiar la
paciencia de Jesús, pues hay momentos en que los hijos no siguen de inmediato sus consejos e
instrucciones. Pero el amor y la paciencia les ayudarán a no darse por vencidos. Recuerden que
su paciencia puede rendir grandes frutos (Salmo 127:3).
16
Como prueba de su confianza, Jesús delegó en sus discípulos varias responsabilidades. Así,
las dos veces que multiplicó milagrosamente los panes y los peces para alimentar a la
muchedumbre, les asignó la tarea de distribuirlos (Mateo 14:19; 15:36). Cuando preparaba su
última Pascua, envió a Pedro y a Juan a Jerusalén para que lo dejaran todo listo. Ellos se
encargaron, entre otras cosas, del cordero, el vino, el pan sin levadura y las hierbas amargas.
Este no era un trabajo servil, pues celebrar la Pascua debidamente era un requisito de la Ley
mosaica, y Jesús estaba obligado a obedecerla. Además, esa noche Jesús utilizó el vino y el pan
sin levadura como símbolos al instituir la Conmemoración de su muerte (Mateo 26:17-19; Lucas
22:8, 13). (Mateo 14:19) Luego, habiendo mandado a las muchedumbres que se reclinaran sobre
la hierba, tomó los cinco panes y los dos pescados, y, mirando al cielo, dijo una bendición, y,
después de partir los panes, los distribuyó a los discípulos, y los discípulos a su vez a las
muchedumbres.
17
Jesús consideró apropiado encomendar a sus discípulos responsabilidades aún mayores.
Como ya hemos indicado, delegó en un pequeño grupo de sus seguidores ungidos en la Tierra la
gran tarea de suministrar alimento espiritual (Lucas 12:42-44). Recordemos también que dejó en
manos de sus discípulos la importantísima comisión de predicar y enseñar (Mateo 28:18-20). Aun
ahora, pese a ser invisible y gobernar desde el cielo, encarga el cuidado de la congregación a
hombres espiritualmente capacitados que constituyen verdaderas “dádivas” (Efesios 4:8, 11, 12).
18
¿De qué manera podemos seguir el ejemplo de Jesús al relacionarnos con los demás? Tener
confianza en nuestros hermanos espirituales es una expresión de nuestro amor. No olvidemos
que el amor se centra en lo positivo, y no en lo negativo. Cuando otros nos decepcionen —lo que
de seguro pasará alguna que otra vez—, el amor evitará que nos apresuremos a atribuirles malas
intenciones (Mateo 7:1, 2). Si vemos a nuestros hermanos de manera positiva, los trataremos de
una forma que edifique y no que derribe (1 Tesalonicenses 5:11). (Mateo 7:1, 2) ”Dejen de juzgar,
para que no sean juzgados; 2 porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con
la medida con que miden, se les medirá.
19
¿Cómo podemos imitar la disposición de Jesús a delegar? Es bueno que quienes dirigen la
congregación deleguen en otros hermanos tareas adecuadas y útiles, confiando en que estos
pondrán todo su empeño en realizarlas. Así, los ancianos con experiencia pueden dar la
capacitación que es tan necesaria y valiosa a los jóvenes que están “procurando” ayudar en la
congregación (1 Timoteo 3:1; 2 Timoteo 2:2). Dicha capacitación es esencial, pues a medida que
Jehová siga acelerando el crecimiento de la obra del Reino, será necesario preparar a más
hermanos (Isaías 60:22). (1 Timoteo 3:1) Esa declaración es fiel. Si algún hombre está
procurando alcanzar un puesto de superintendente, desea una obra excelente.
20
Jesús nos dejó un maravilloso ejemplo de cómo demostrar amor a otras personas. Aunque
hay muchas formas en que podemos seguirlo, la más importante es imitando su amor. En el
siguiente capítulo hablaremos de su mayor expresión de amor por nosotros: su disposición a
entregar su propia vida.
*** w09 15/9 págs. 9-11 Imitemos la actitud mental de Cristo ***
Jesús trató con bondad a la gente
10
Otro aspecto del fruto del espíritu es la bondad. Jesús siempre trató a la gente con bondad.
Él “recibió amablemente” a todos aquellos que querían acercarse a él (léase Lucas 9:11). ¡Cuánto
podemos aprender de su ejemplo! La persona bondadosa es amable, compasiva, generosa y
amigable. Y así era Jesús. Él sentía compasión por las personas “porque estaban desolladas y
desparramadas como ovejas sin pastor” (Mat. 9:35, 36).
11
Pero Jesús no solo sintió compasión por las personas; también hizo mucho por ayudarlas.
Veamos el ejemplo de una mujer que llevaba doce largos años sufriendo hemorragias. Ella sabía
que, de acuerdo con la Ley mosaica, su enfermedad la hacía ceremonialmente inmunda a ella,
así como a cualquiera que la tocara (Lev. 15:25-27). No obstante, lo que había escuchado sobre
Jesús y sobre su manera de tratar a los demás de seguro la convenció de que él la curaría.
Pensó: “Si toco nada más que sus prendas de vestir exteriores, recobraré la salud”. Armándose
de valor, se acercó a él, lo tocó y de inmediato sintió que había sido curada.
12
Jesús se dio cuenta de que alguien lo había tocado y miró a su alrededor para ver quién
había sido. La mujer, temiendo quizás que él se hubiera enojado con ella por haber violado la
Ley, cayó temblando a sus pies y le dijo toda la verdad. ¿La reprendió Jesús? Todo lo contrario;
la tranquilizó diciéndole: “Hija, tu fe te ha devuelto la salud. Ve en paz” (Mar. 5:25-34). ¡Qué
aliviada debió de sentirse esta pobre mujer al oír esas afectuosas palabras!
13
A diferencia de los insensibles fariseos, Jesús nunca usó su autoridad para imponer cargas
a los demás (Mat. 23:4). En vez de eso, les enseñó con cariño y paciencia las normas de Jehová.
Sus discípulos veían en él a un compañero afectuoso, a un verdadero amigo (Pro. 17:17; Juan
15:11-15). Hasta los niños se sentían a gusto con Jesús, y él con ellos. Nunca estuvo demasiado
ocupado como para dedicarles tiempo. En una ocasión, los discípulos, actuando con los aires de
superioridad tan comunes entre los líderes religiosos, trataron de impedir que los padres le
trajeran sus hijos a Jesús para que él los bendijera. Pero a él no le gustó nada lo que hicieron, así
que les dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos, porque el reino de Dios
pertenece a los que son así”. Entonces, se valió de los niños para enseñarles una lección a sus
discípulos: “En verdad les digo: El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna
manera entrará en él” (Mar. 10:13-15).
14
Imagínese lo que algunos de esos niños sintieron años después, ya de adultos, al recordar
que Jesús los había tomado en sus brazos y los había bendecido (Mar. 10:16). Hoy día, los niños
del pueblo de Dios reciben los cuidados y el interés sincero de los ancianos y de otros miembros
de la congregación, y cuando crezcan también recordarán con cariño toda esa atención. Lo que
es más importante: estos niños aprenden desde pequeños que el espíritu santo de Jehová está
con su pueblo.
Seamos amables en un mundo cruel
15
En la actualidad, mucha gente cree que está demasiado ocupada para ser amable con los
demás, lo cual promueve las actitudes egoístas a las que nos vemos expuestos todos los días en
la escuela, el trabajo, la calle y el ministerio. Aunque esas actitudes seguramente nos hacen
sentir mal, no deberían sorprendernos. Después de todo, Pablo advirtió por inspiración divina que
en estos “últimos días” los cristianos verdaderos tendrían que vivir entre quienes serían
“amadores de sí mismos” y no tendrían “cariño natural” (2 Tim. 3:1-3).
16
¡Qué diferente es el ambiente que reina en la congregación cristiana! Todos los que
imitamos a Jesús contribuimos a preservar dicho ambiente. ¿De qué manera? Para empezar,
damos ayuda y ánimo a los muchos hermanos que tienen que lidiar con enfermedades y otras
circunstancias difíciles. Aunque los problemas se están agravando en estos “últimos días”, en
realidad no son nuevos. Ya en la antigüedad, los cristianos tenían que enfrentarse a situaciones
parecidas. Por eso era muy necesario que se ayudaran con bondad. Pablo dio esta exhortación a
sus hermanos: “Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles,
tengan gran paciencia para con todos” (1 Tes. 5:14). Hoy día se espera que actuemos de la
misma manera: que demostremos con obras nuestra bondad.
17
Así como Jesús “recibió amablemente” a quienes lo seguían, nosotros tenemos la obligación
de hacer lo mismo con nuestros hermanos. Hemos de tratarlos como él lo hubiera hecho.
Debemos interesarnos sinceramente por todos: por los que conocemos desde hace tiempo y por
los que acabamos de conocer (3 Juan 5-8). Jesús tomó la iniciativa y ayudó con compasión a la
gente. Imitemos su ejemplo y seamos una fuente de ánimo para los que nos rodean (Isa. 32:2;
Mat. 11:28-30).
18
Una manera de actuar con bondad es haciendo cosas por el bien de los demás. Pero esto
no se puede dejar a la casualidad: hay que tomar la iniciativa. Pablo dijo: “En amor fraternal
ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la
delantera” (Rom. 12:10). ¿Cómo podemos hacerlo? Siguiendo el ejemplo de Cristo, tratando a los
demás con cariño y afecto, y amándolos con un “amor libre de hipocresía” (2 Cor. 6:6). El apóstol
describió así esa clase de amor: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se
vanagloria, no se hincha” (1 Cor. 13:4). En vez de guardarles rencor a nuestros hermanos,
sigamos este consejo: “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y
perdónense liberalmente unos a otros, así como Dios también por Cristo liberalmente los perdonó
a ustedes” (Efe. 4:32).
19
Si actuamos con bondad y amabilidad en toda circunstancia, recibiremos grandes
recompensas. El espíritu santo podrá operar sin estorbos en la congregación, produciendo así su
fruto. Si seguimos el ejemplo de Jesús y ayudamos a nuestros hermanos a hacer lo mismo, la
congregación estará más unida y feliz, y nuestro servicio alegrará a Jehová. Así pues, no dejemos
nunca de imitar la apacibilidad y la bondad de Jesucristo al tratar a los demás.
*** w09 15/9 págs. 11-15 Imitemos la obediencia y la valentía de Jesús ***
JESÚS siempre hizo la voluntad de su Padre celestial. La idea de desobedecer a Dios era
absolutamente inconcebible para él (Juan 4:34; Heb. 7:26). Pero debido a las circunstancias que
enfrentó en la Tierra, no le fue fácil ser obediente. Desde el principio de su ministerio, sus
enemigos, entre quienes se contaba Satanás mismo, intentaron convencerlo, presionarlo y
entramparlo para que fuera desleal (Mat. 4:1-11; Luc. 20:20-25). Todos ellos le causaron mucho
dolor, tanto físico como emocional, y finalmente lo mataron clavándolo a un madero de tormento
(Mat. 26:37, 38; Luc. 22:44; Juan 19:1, 17, 18). Sin embargo, a pesar del terrible sufrimiento que
experimentó, Jesús fue “obediente hasta la muerte” (léase Filipenses 2:8).
2
Las experiencias que Jesús vivió en la Tierra le enseñaron cosas nuevas acerca de la
obediencia a Dios (Heb. 5:8). Pero ¿qué más podía aprender sobre este tema que no supiera ya?
Después de todo, había pasado millones de años al lado de su Padre y había colaborado
estrechamente con él como su “obrero maestro” durante la creación (Pro. 8:30). Sin embargo, el
sufrimiento que padeció como ser humano lo puso a prueba, y al resistir fielmente demostró que
su obediencia y su integridad eran absolutas. Todo esto ayudó al Hijo de Dios a crecer aún más
en sentido espiritual. ¿Qué nos enseña su ejemplo?
3
Aunque Jesús era perfecto, sabía que no lograría obedecer a la perfección por sus propias
fuerzas. Por eso le pidió ayuda a Jehová (léase Hebreos 5:7). Nosotros también necesitamos ser
humildes y pedir siempre la ayuda de Dios para no desobedecer. El apóstol Pablo exhortó así a
los cristianos: “Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús,
quien [...] se humilló y se hizo obediente hasta la muerte” (Fili. 2:5-8). El ejemplo de Jesús
demostró que es posible ser obediente a pesar de vivir en un mundo malvado. Pero ¿cómo
podemos nosotros ser obedientes si, a diferencia de Jesús, somos imperfectos?
Obedientes a pesar de la imperfección
4
Adán y Eva eran criaturas inteligentes dotadas de libre albedrío. También sus descendientes
poseemos esa capacidad. ¿Qué implica esto? Que tenemos la libertad de elegir entre lo bueno y
lo malo, entre obedecer a Dios y desobedecerle. Pero esa libertad que él nos da conlleva
responsabilidades y trae consecuencias. Así es, las decisiones que tomamos pueden afectar a
quienes nos rodean e incluso podrían significar vida o muerte para nosotros mismos.
5
Los seres humanos imperfectos no somos obedientes por naturaleza, por lo que a menudo
nos resulta difícil seguir las normas de Dios. El propio apóstol Pablo tuvo una lucha interna, como
él mismo reconoció: “Contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente
y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Rom. 7:23). Por
supuesto, es relativamente fácil obedecer cuando no hay que hacer sacrificios ni soportar
inconvenientes. Pero ¿qué hacemos cuando “el deseo de la carne y el deseo de los ojos” crean
un conflicto en nuestro interior? Esos deseos, que surgen debido a nuestra imperfección y al
“espíritu del mundo”, son muy intensos (1 Juan 2:16; 1 Cor. 2:12). De modo que para vencerlos
tenemos que preparar el corazón, es decir: antes de que surja una prueba o tentación debemos
resolvernos a obedecer a Jehová pase lo que pase (Sal. 78:8). La Biblia contiene muchos
ejemplos de siervos de Dios que fueron fieles porque hicieron precisamente eso (Esd. 7:10; Dan.
1:8).
6
Una manera de preparar el corazón es estudiando con diligencia la Biblia y las publicaciones
cristianas. Imagínese en la siguiente situación. Usted está llevando a cabo su estudio personal en
la noche que ha fijado para ello. Le ha pedido a Jehová que le dé su espíritu y que le ayude a
poner en práctica lo que aprenda en su Palabra. Suponga que al día siguiente van a pasar en la
televisión una película que quiere ver. Pero aunque las críticas son muy buenas, se ha enterado
de que tiene algunas escenas violentas e inmorales.
7
Entonces reflexiona en el consejo del apóstol Pablo que se halla en Efesios 5:3: “Que la
fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal
como es propio de personas santas”. También recuerda la exhortación que dio el apóstol en
Filipenses 4:8 (léase). Y se pregunta: “Si expusiera mi mente y mi corazón a películas como la
que planeo ver mañana, ¿estaría siguiendo el ejemplo de obediencia absoluta de Jesús?”. ¿Qué
haría usted si se encontrara en esta situación? ¿Vería la película a pesar de todo?
8
Sería un error rebajar nuestras normas morales y espirituales pensando que somos lo
suficientemente fuertes como para resistir los efectos de las malas compañías, aunque esas
compañías sean los personajes de películas y programas violentos e inmorales. Tenemos que
protegernos a nosotros y a nuestros hijos de las dañinas influencias satánicas. Mucha gente hace
todo lo posible por que su computadora no se infecte con virus informáticos que pueden destruir
información, provocar fallos en el sistema o incluso adueñarse de este para atacar otras
computadoras. ¿Deberíamos hacer menos por protegernos de “las artimañas del Diablo”? (Efe.
6:11, nota.)
9
Todos los días tenemos que decidir de una forma u otra si haremos las cosas a la manera de
Jehová. Si queremos obtener la salvación, debemos obedecerle y respetar sus justos principios.
Para demostrar que nuestra fe es real, hemos de seguir el ejemplo de Jesús y ser obedientes
“hasta la muerte”, si es necesario. Jehová recompensará nuestra fidelidad. Jesús prometió: “El
que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo” (Mat. 24:13). Claro, la obediencia exige
valor, valor como el de Jesús (Sal. 31:24).
Jesús, el ejemplo de valor por excelencia
10
En vista de que estamos rodeados por un mundo corrupto, debemos ser valientes para
no contaminarnos con sus actitudes y conductas. Enfrentamos muchas presiones sociales,
morales, económicas y religiosas que podrían alejarnos de Jehová. Numerosos cristianos sufren
la oposición de sus familiares. En muchos países, las instituciones educativas promueven con
gran insistencia la teoría de la evolución, y el ateísmo gana cada día más adeptos. Si queremos
protegernos y resistir la presión, no podemos quedarnos con los brazos cruzados: debemos
actuar. El ejemplo de Jesús nos enseña cómo podemos vencer.
11
Jesús les dijo a sus discípulos: “En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren
ánimo!, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Él nunca se dejó influir por el sistema de cosas.
Nunca permitió que este le impidiera cumplir su comisión de predicar o lo hiciera rebajar sus
normas morales y espirituales. Tampoco nosotros podemos permitirlo. Al orar a Dios, Jesús dijo
de sus discípulos: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan
17:16). Si estudiamos el ejemplo de Jesús y meditamos en él, tendremos el valor necesario para
mantenernos separados de este mundo.
Imitemos la valentía de Jesús
12
A lo largo de su ministerio, Jesús demostró que era un hombre muy valiente. Con la
autoridad que le daba el hecho de ser el Hijo de Dios, “entró en el templo y echó fuera a todos los
que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los
que vendían palomas” (Mat. 21:12). La noche antes de morir, cuando un grupo de soldados vino a
arrestarlo, se interpuso entre ellos y sus discípulos y dijo: “Si es a mí a quien buscan, dejen ir a
estos” (Juan 18:8). Y momentos después, cuando Pedro sacó su espada, le dijo que la guardara,
demostrando así que no confiaba en el poder de las armas, sino en el de Jehová (Juan 18:11).
13
Jesús denunció sin temor la maldad y las mentiras de los maestros religiosos. Les dijo: “¡Ay
de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cierran el reino de los cielos delante de los
hombres”. Y agregó: “Han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la
misericordia y la fidelidad [...;] limpian el exterior de la copa y del plato, pero por dentro están
llenos de saqueo e inmoderación” (Mat. 23:13, 23, 25). Los discípulos de Jesús necesitarían tener
ese mismo valor, pues en el futuro los líderes religiosos los perseguirían e incluso matarían a
algunos de ellos (Mat. 23:34; 24:9).
14
Ni siquiera los demonios hicieron que Jesús se acobardara. En cierta ocasión vino a su
encuentro un hombre endemoniado tan fuerte que nadie podía mantenerlo atado, ni siquiera con
cadenas. Sin embargo, Jesús no se dejó intimidar y expulsó a los muchos demonios que tenían
dominado al hombre (Mar. 5:1-13). Hoy día, Dios no nos ha dado el poder de realizar ese tipo de
milagros. No obstante, al predicar y enseñar a la gente, estamos librando una lucha espiritual
contra Satanás, quien “ha cegado las mentes de los incrédulos” (2 Cor. 4:4). Tal como en el caso
de Jesús, nuestras armas “no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas
fuertemente atrincheradas”, es decir, creencias falsas muy arraigadas (2 Cor. 10:4). ¿Cómo
podemos usar esas armas espirituales? Veamos cómo lo hizo Jesús.
15
La valentía de Jesús era real, no simple bravuconería. Nacía de su fe en Dios. Y así debe
ser también en nuestro caso (Mar. 4:40). ¿Cómo podemos tener verdadera fe? De nuevo, Jesús
fija el modelo a seguir. Él conocía a fondo los escritos sagrados y tenía plena confianza en su
contenido. Su arma no era una espada literal, sino la espada del espíritu, la Palabra de Dios. Vez
tras vez hacía referencia a ella para apoyar sus enseñanzas. De hecho, a menudo iniciaba sus
declaraciones con la expresión “está escrito” y pasaba a citar de las Escrituras.
16
Para que nuestra fe pueda resistir las pruebas que inevitablemente le sobrevienen a todo
cristiano, tenemos que leer y estudiar la Palabra de Dios todos los días y asistir a las reuniones.
Así se nos quedarán grabadas en la mente las verdades que sustentan nuestra fe (Rom. 10:17).
Además, debemos reflexionar profundamente a fin de que esas verdades echen raíces en el
corazón. Solo una fe viva nos dará el valor que necesitamos para actuar (Sant. 2:17). Finalmente,
debemos pedirle a Dios su espíritu santo, pues la fe es parte del fruto de ese espíritu (Gál. 5:22).
17
Una joven cristiana llamada Kitty sabe por experiencia propia que la fe verdadera da valor.
Desde pequeña, ella sabía que no debía “aver[gonzarse] de las buenas nuevas” en la escuela;
además, realmente quería predicarles a sus compañeros (Rom. 1:16). Año tras año intentaba
hablarles de la verdad, pero le faltaba el valor para hacerlo. Ya siendo adolescente, tuvo que irse
a estudiar a otro lugar y pensó: “Esta vez voy a recuperar todo el tiempo que he perdido”. Kitty le
pidió a Jehová que le diera valor y prudencia, y que se le presentara una buena oportunidad.
18
Llegó el primer día de clase, y los estudiantes tuvieron que presentarse ante sus
compañeros. Algunos dijeron que tenían una religión, pero aclararon que en realidad no la
practicaban. Entonces Kitty se dio cuenta de que esa era la oportunidad que había estado
esperando. Cuando le llegó su turno, dijo con toda claridad: “Soy testigo de Jehová y siempre
trato de actuar tal como manda la Biblia”. A medida que siguió hablando, algunos de sus
compañeros empezaron a poner cara de fastidio, pero hubo otros que prestaron atención y más
tarde le hicieron preguntas. El profesor puso a Kitty de ejemplo por defender sus creencias, y ella
se sintió muy contenta de haber imitado el valor de Jesús.
Sigamos el ejemplo de fe y valor que dio Jesús
19
Los apóstoles se dieron cuenta de que para ser valientes necesitaban fe; por eso le rogaron
a Jesús: “Danos más fe” (léase Lucas 17:5, 6). La fe verdadera implica más que creer que Dios
existe. Implica confiar plenamente en él, cultivar una relación con él como la que tiene un niñito
con su querido padre. Salomón escribió por inspiración: “Hijo mío, si tu corazón se ha hecho
sabio, se regocijará mi corazón, sí, el mío. Y mis riñones se alborozarán cuando tus labios hablen
rectitud” (Pro. 23:15, 16). De igual modo, Jehová se alegra cuando defendemos con valentía sus
justos principios, y saber esto nos da más valor aún. Imitemos, pues, el ejemplo de Jesús y
defendamos con valor la justicia.
*** w09 15/9 págs. 16-20 El amor de Cristo nos impulsa a amar ***
“Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
fin.” (JUAN 13:1)
JESÚS es el ejemplo perfecto de amor. Por todo lo que hizo, dijo y enseñó, así como por el
sacrificio que realizó al morir por nosotros, demostró la profundidad de su amor. Hasta el fin de su
vida en la Tierra trató con cariño a todos, y en especial a sus discípulos.
2
Los cristianos tenemos en Jesús un magnífico modelo que seguir, un modelo que nos
impulsa a tratar con amor a nuestros hermanos y a toda otra persona. En este artículo veremos
cómo pueden los superintendentes imitar a Jesús y tratar con bondad a los hermanos que han
cometido una falta, sea grave o no. También veremos cómo nos impulsa el amor de Jesús a
ayudar a los hermanos que se enfrentan a dificultades, enfermedades e incluso desastres
naturales.
3
La noche antes de que Jesús muriera, Pedro, su propio apóstol, lo negó en tres ocasiones
(Mar. 14:66-72). Pero Jesús había predicho que Pedro se arrepentiría. Y cuando el apóstol así lo
hizo, lo perdonó, y más tarde le confió serias responsabilidades (Luc. 22:32; Hech. 2:14; 8:14-17;
10:44, 45). ¿Qué nos enseña esto? ¿Qué aprendemos al observar la manera en que Jesús
reaccionaba cuando alguien cometía una falta grave?
Tengamos la misma actitud que Jesús hacia quienes cometen un pecado
4
Hay muchas situaciones en las que es necesario tener la misma actitud que Jesús, pero una
de las más difíciles y dolorosas es cuando alguien de nuestra familia o de la congregación comete
un pecado grave. Lamentablemente, cuanto más nos acercamos al fin de este sistema satánico,
más daño causa el espíritu del mundo. Los cristianos, sean jóvenes o mayores, pueden
contagiarse de la indiferencia y rebeldía de la gente hacia las normas morales, y eso podría
debilitar su determinación de seguir en el camino estrecho que lleva a la vida. En el siglo primero,
algunos cristianos tuvieron que ser expulsados de la congregación, y otros fueron censurados.
Lo mismo sucede hoy (1 Cor. 5:11-13; 1 Tim. 5:20). Pero si los ancianos tratan con amor al
hermano que ha pecado, pueden llegar a su corazón.
5
Al igual que Jesús, los ancianos deben defender las justas normas divinas en todo momento.
Pero al hacerlo, deben reflejar la apacibilidad, bondad y amor de Jehová. Cuando los cristianos
que pecan se sienten “quebrantados de corazón” y “aplastados en espíritu”, es decir, están
sinceramente arrepentidos, a los ancianos no les resulta muy difícil “reajustar[los] [...] con espíritu
de apacibilidad” (Sal. 34:18; Gál. 6:1). Pero ¿qué ocurre si el pecador tiene una actitud rebelde o
muestra poco o ningún arrepentimiento?
6
Cuando un pecador rechaza los consejos bíblicos o trata de echarles a los demás la culpa,
los ancianos y otros miembros de la congregación tal vez se sientan indignados. Como saben el
daño que dicha persona ha causado y ven su actitud, quizá se sientan tentados a expresar su
indignación. Sin embargo, enojarse no hace ningún bien ni refleja “la mente de Cristo” (1 Cor.
2:16; léase Santiago 1:19, 20). Hubo ocasiones en las que Jesús reprendió enérgicamente a
algunas personas, pero nunca dijo nada movido por el odio ni con la intención de herir a nadie
(1 Ped. 2:23). Al contrario, siempre dejó claro que los pecadores pueden arrepentirse y recobrar
el favor de Jehová. De hecho, una de las razones por las que Jesús vino a la Tierra fue para
“salvar a pecadores” (1 Tim. 1:15).
7
¿Cómo debería influir el ejemplo de Jesús en nuestra manera de ver a quienes reciben
disciplina en la congregación? Para empezar, debe ayudarnos a recordar que las medidas
disciplinarias tienen el propósito de proteger al rebaño y motivar al pecador a arrepentirse (2 Cor.
2:6-8). Aunque es muy triste ver que algunos son expulsados por su falta de arrepentimiento, es
reconfortante saber que muchos de ellos terminan regresando a Jehová. Si los ancianos se han
esforzado por tener la actitud de Cristo al tratar con el pecador, con el tiempo este quizá
recapacite y decida volver a la congregación. Tal vez no recuerde todos los consejos bíblicos que
le dieron, pero lo que seguramente no olvidará es el amor y la dignidad con que lo trataron.
8
Incluso en las circunstancias más difíciles, los ancianos deben manifestar “el fruto del
espíritu”, sobre todo el amor (Gál. 5:22, 23). Jamás deben apresurarse a expulsar a quien ha
cometido un pecado. Más bien, deben mostrar que su deseo sincero es ayudarlo. Así, cuando el
pecador se arrepienta —como sucede en muchos casos—, de seguro se sentirá profundamente
agradecido a Jehová y a los ancianos, las “dádivas en [forma de] hombres” que le hicieron más
fácil recuperarse (Efe. 4:8, 11, 12).
El amor cristiano en el tiempo del fin
9
En el Evangelio de Lucas vemos una de las muchas muestras de amor de Jesús. Él sabía
que en el futuro el ejército romano sitiaría Jerusalén, una ciudad condenada por Dios, y que sus
habitantes no podrían huir. De modo que dio esta advertencia a sus discípulos: “Cuando vean a
Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha
acercado”. ¿Qué debían hacer cuando llegara ese momento? Las instrucciones de Jesús fueron
muy claras: “Los que estén en Judea echen a huir a las montañas, y los que estén en medio de
Jerusalén retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; porque estos son
días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas” (Luc. 21:20-22).
El ejército romano sitió Jerusalén en el año 66, pero levantó el sitio, y los discípulos fieles
siguieron las instrucciones de su Maestro.
10
Mientras huían de Jerusalén, los cristianos tuvieron que mostrarse amor unos a otros, tal
como había hecho Cristo con ellos, y compartir las provisiones que tenían. Ahora bien, la profecía
de Jesús tendría un cumplimiento mucho mayor en el futuro. Él predijo: “Habrá gran tribulación
como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a
suceder” (Mat. 24:17, 18, 21). Antes de la “gran tribulación” y durante esta, es posible que
nosotros también pasemos por graves dificultades y privaciones. Adoptar la actitud mental de
Cristo nos ayudará en esos momentos tan críticos.
11
Cuando eso ocurra, tendremos que seguir el ejemplo de Jesús y velar con amor por el bien
de los demás. Pablo dio este consejo: “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es
bueno para la edificación de este. Porque hasta el Cristo no se agradó a sí mismo [...]. Ahora, que
el Dios que suministra aguante y consuelo les conceda tener entre sí la misma actitud mental que
tuvo Cristo Jesús” (Rom. 15:2, 3, 5).
12
Pedro, que fue objeto del amor de Jesús, también exhortó a sus hermanos a actuar con
“obediencia a la verdad” y a tenerse “cariño fraternal sin hipocresía”. Así es, tenían que amarse
los “unos a [los] otros intensamente desde el corazón” (1 Ped. 1:22). Hoy más que nunca
necesitamos desarrollar esas cualidades cristianas, pues las presiones que sufre el pueblo de
Dios ya están aumentando. No podemos confiar en ningún elemento de este sistema moribundo,
como bien lo demuestra la grave crisis financiera que está viviendo el mundo (léase 1 Juan 2:15-
17). Puesto que el fin está tan cerca, debemos acercarnos aún más a Jehová. Y también
debemos acercarnos a nuestros hermanos y estrechar nuestros lazos de amistad con ellos. Pablo
dijo: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a
otros, lleven la delantera” (Rom. 12:10). Pedro, por su parte, enfatizó este punto con las
siguientes palabras: “Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre
una multitud de pecados” (1 Ped. 4:8).
13
En todo el mundo se conoce a los testigos de Jehová por demostrar su amor con obras. Por
ejemplo, en 2005, muchos de ellos participaron en las tareas de socorro que se llevaron a cabo
después de los terribles huracanes que devastaron amplias zonas del sur de Estados Unidos.
Inspirados en el ejemplo de Jesús, más de veinte mil Testigos se ofrecieron como voluntarios.
Muchos incluso dejaron sus hogares y empleos para ayudar a sus hermanos necesitados.
14
En cierto lugar de la costa, un huracán provocó olas de 10 metros (30 pies) de altura, y las
inundaciones llegaron 80 kilómetros (50 millas) tierra adentro. Un tercio de las construcciones que
estaban en la ruta del huracán quedaron totalmente destruidas. Vinieron voluntarios de diversos
países con herramientas y material de construcción para ayudar en lo que hiciera falta. Dos
hermanas carnales que son viudas hicieron las maletas y recorrieron 3.000 kilómetros
(2.000 millas) en camioneta hasta la zona del desastre. Una de ellas se quedó a vivir allí, donde
sirve de precursora regular y sigue colaborando con el comité de socorro.
15
Ya se han reconstruido o reparado más de cinco mil seiscientas viviendas de hermanos y de
otras personas de la zona. ¿Cómo se sienten los hermanos por toda la ayuda que han recibido?
Una cristiana que perdió su vivienda tuvo que irse a una pequeña casa remolque que tenía
goteras y una cocina (estufa) que no funcionaba. Cuando los hermanos le entregaron la modesta
pero acogedora casa que habían levantado, ella no pudo contener las lágrimas. ¡Qué agradecida
se sentía a Jehová y a sus hermanos por su nuevo hogar! En muchos casos, los Testigos
desplazados permanecieron en alojamientos temporales pese a que sus casas llevaban más de
un año reconstruidas. ¿Por qué no se mudaron? Para que los voluntarios tuvieran un sitio donde
quedarse hasta que terminaran las labores de socorro. No cabe duda de que estos hermanos han
demostrado la actitud mental de Cristo.
Tengamos la misma actitud que Jesús hacia los enfermos
16
Aunque relativamente pocos de nosotros hemos sufrido los efectos de un desastre natural,
casi todos tenemos problemas de salud o familiares enfermos. La actitud que Jesús tuvo hacia los
enfermos también puede servirnos de ejemplo. Cuando le trajeron a quienes sufrían
padecimientos, su amor lo hizo compadecerse de ellos y curar “a todos los que se sentían mal”
(Mat. 8:16; 14:14).
17
Hoy día no podemos curar a los enfermos de manera milagrosa, como hizo Jesús, pero sí
podemos tratarlos con la misma compasión que él. Por ejemplo, los ancianos imitan la actitud de
Jesús al organizar y supervisar programas de ayuda para los hermanos enfermos de la
congregación, siguiendo el principio que se expone en Mateo 25:39, 40 (léase).
18
Claro, no hace falta ser anciano para hacer el bien a los demás. Veamos el caso de
Charlene, una hermana de 44 años que padecía cáncer y a la que los médicos le dieron tan solo
diez días de vida. Viendo lo agotador que era para su esposo cuidar de ella, Sharon y Nicolette,
dos hermanas de la congregación, se ofrecieron para atenderla día y noche durante sus últimos
días. Sin embargo, esos diez días se convirtieron en seis semanas. Aun así, las dos mostraron su
amor hasta el final. “Fue muy duro saber que Charlene no se iba a recuperar —comenta Sharon
—, pero Jehová nos ayudó a ser fuertes. Lo que vivimos nos acercó más a él y estrechó los lazos
entre nosotras.” El esposo de Charlene dice: “Nunca olvidaré la bondad y el apoyo de estas dos
fieles hermanas. Sus esfuerzos sinceros y su actitud positiva le hicieron más llevaderos sus
últimos días a mi querida Charlene y me dieron el alivio físico y emocional que tanto necesitaba.
Les estaré siempre agradecido. Su abnegación fortaleció mi fe en Jehová y mi amor por toda la
hermandad”.
19
En esta serie de tres artículos hemos analizado cinco cualidades de Jesús, así como
diversas maneras de imitar su forma de pensar y de actuar. Como él, seamos “de genio apacible
y humilde[s] de corazón” (Mat. 11:29). Esforcémonos también por tratar a todos con bondad, a
pesar de sus imperfecciones. Y obedezcamos con valor las normas de Jehová aun ante las
dificultades.
20
Además, amemos a nuestros hermanos como los amó Cristo: “hasta el fin”. Eso es lo que
nos identifica a los verdaderos cristianos (Juan 13:1, 34, 35). Por lo tanto, hagamos “que [nuestro]
amor fraternal continúe” y actuemos con decisión: usemos nuestra vida para alabar a Dios y para
ayudar a los demás (Heb. 13:1). Jehová bendecirá todos nuestros esfuerzos.
*** w05 1/1 págs. 10-11 Sigamos el modelo que puso Jesús ***
Bajo persecución
16
Jesús señaló otro aspecto en que sus discípulos habrían de imitarlo, diciendo: “Este es mi
mandamiento: que ustedes se amen unos a otros así como yo los he amado a ustedes” (Juan
15:12, 13, 17). Los cristianos tenemos muchas razones para amar a nuestros hermanos. Pues
bien, en esta ocasión en particular, Jesús estaba pensando en otra más: el odio de que serían
objeto. “Si el mundo los odia —aseguró—, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a
ustedes. [...] El esclavo no es mayor que su amo. Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes
también los perseguirán.” (Juan 15:18, 20.) Así es, los cristianos nos asemejamos al Maestro
hasta en el hecho de ser perseguidos. Por tanto, forjemos entre nosotros un fuerte vínculo de
amor a fin de contrarrestar ese odio.
17
¿Por qué odiaría el mundo a los cristianos? Porque, al igual que Jesús, “no son parte del
mundo” (Juan 17:14, 16). Se mantienen neutrales en cuestiones militares y políticas, y obedecen
los principios bíblicos al respetar la santidad de la vida y al seguir elevados principios morales
(Hechos 15:28, 29; 1 Corintios 6:9-11). Sus prioridades son espirituales, no materiales, y aunque
viven en el mundo, “no lo usan a plenitud”, como escribió Pablo (1 Corintios 7:31). Es cierto que
hay quienes han expresado su admiración por los elevados principios de los testigos de Jehová.
Pero debido a que estos no transigen a fin de ganar la aceptación o el aplauso de nadie, la
mayoría de la gente no los comprende, y muchos los odian.
18
Los apóstoles no solo comprobaron el intenso odio del mundo cuando Jesús fue arrestado y
ejecutado, sino que también vieron cómo reaccionó él ante tal odio. Cuando sus opositores
religiosos fueron a apresarlo al jardín de Getsemaní, Pedro trató de protegerlo con su espada,
pero Jesús le ordenó: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada
perecerán por la espada” (Mateo 26:52; Lucas 22:50, 51). Tiempo atrás, los israelitas habían
combatido contra sus enemigos espada en mano, pero ahora las cosas habían cambiado.
El Reino de Dios no era “parte de este mundo”, y no había fronteras nacionales que defender
(Juan 18:36). En breve, Pedro iba a formar parte de una nación espiritual, cuyos miembros
tendrían ciudadanía celestial (Gálatas 6:16; Filipenses 3:20, 21). A partir de entonces, por lo
tanto, los seguidores de Jesús se enfrentaron al odio y la persecución tal como lo hizo Jesús: con
valor, pero de forma pacífica. Dejaron los asuntos en manos de Jehová y confiaron en que él les
daría la fortaleza necesaria para aguantar (Lucas 22:42).
19
Varios años después, Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para
que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención. [...] Cuando lo estaban injuriando, no se puso
a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió
encomendándose al que juzga con justicia” (1 Pedro 2:21-23). Tal como advirtió Jesús, los
cristianos han sufrido una persecución feroz a lo largo de los años. Tanto en el siglo primero
como en la actualidad han seguido el ejemplo de Jesús y se han labrado un magnífico historial de
fiel aguante, manteniéndose íntegros pacíficamente (Revelación [Apocalipsis] 2:9, 10). Que cada
uno de nosotros haga lo mismo cuando lo exijan las circunstancias (2 Timoteo 3:12).
Persona que transmite información o enseña un trabajo de palabra o por el ejemplo. Un buen
maestro fundamenta lo que dice con explicaciones, pruebas o por el empleo de otros métodos, a
fin de ayudar al que le escucha a aceptar y recordar lo que oye.
Jehová Dios, el Creador, es el Magnífico Instructor o Maestro de sus siervos. (1Re 8:36; Sl
27:11; 86:11; 119:102; Isa 30:20; 54:13.) Las mismas obras creativas enseñan que existe un Dios
Omnisapiente y son en sí mismas un campo para investigación y aprendizaje que solo se ha
aprovechado de manera parcial. (Job 12:7-9.) Además, Jehová Dios ha enseñado a los humanos
su nombre, sus propósitos y sus leyes por medio de revelaciones. (Compárese con Éx 4:12, 15;
24:12; 34:5-7.) Tales revelaciones se hallan en la Palabra de Dios, la Biblia, y sirven de base para
enseñar a otros cuál es Su voluntad. (Ro 15:4; 2Ti 3:14-17.) El espíritu de Dios también ejerce la
función de maestro. (Jn 14:26.)
La enseñanza entre los israelitas. Dios dio a los padres israelitas la responsabilidad de
enseñar a sus hijos. (Dt 4:9; 6:7, 20, 21; 11:19-21; Sl 78:1-4.) No obstante, los profetas, los
levitas, en especial los sacerdotes, y otros sabios, servían de maestros de la entera nación.
(Compárese con 2Cr 35:3; Jer 18:18; véase EDUCACIÓN.)
Profetas. Los profetas enseñaban al pueblo los atributos y propósitos de Jehová, denunciaban
la mala conducta de los israelitas y señalaban el camino correcto que debían seguir. Su
enseñanza solía ponerse por escrito. (Compárese con 1Sa 12:23-25; Isa 7:3, 4; 22:15, 16; Jer
2:2.) Entre sus métodos de enseñanza estaban: las preguntas (Jer 18:13, 14; Am 3:3-8; Ag 2:11-
14), las ilustraciones (2Sa 12:1-7; Isa 10:15; Jer 18:3-10), los enigmas (Eze 17:2) y las
representaciones simbólicas. (1Re 11:30-32; Jer 13:4-11; 19:1-12; 27:2; 28:10-14; Eze 4:1–5:4.)
Sacerdotes y levitas. Los sacerdotes y los levitas tenían la responsabilidad de enseñar la ley
de Dios a la nación de Israel (Le 10:11; 14:57; 2Cr 15:3; 35:3), una tarea que desempeñaban de
diversas maneras. Todos los años sabáticos, se leía toda la Ley al pueblo entero: hombres,
mujeres, niños y residentes forasteros, durante la fiesta de las cabañas. (Dt 31:9-13.) A veces los
levitas se valían de las respuestas audibles del pueblo para inculcar las leyes divinas en los
oyentes. (Compárese con Dt 27:14-26.) Aparte de leer la Ley al pueblo, los sacerdotes y los
levitas también explicaban su significado. (Compárese con Ne 8:8.) Sus decisiones judiciales
enseñaban al pueblo los principios de la justicia divina. (Dt 17:8-13; 1Cr 26:29; 2Cr 19:8-11.)
Escribas. En los días de Jesús, los escribas eran maestros prominentes de la Ley. Pero no se
preocuparon nunca por los verdaderos problemas y necesidades del pueblo. Al igual que los
fariseos, los escribas daban más importancia a las reglas y tradiciones que a la misericordia, la
justicia y la fidelidad. Convirtieron la Ley en una carga para el pueblo. (Mt 23:2-4, 23, 24; Lu
11:45, 46.) Debido a su actitud de superioridad hacia las personas comunes, no fueron un
ejemplo digno de imitar, por lo que su enseñanza no tuvo el efecto que pudo haber tenido.
(Compárese con Mt 23:3, 6, 7; Jn 7:48, 49; véase ESCRIBA, ESCRIBANO.)
¿Qué hizo que la enseñanza de Jesús fuera tan eficaz?
Aunque los líderes religiosos del judaísmo no eran sinceros cuando se dirigían a Jesucristo
como “Maestro [gr. Di·dá·ska·los]”, él tuvo el reconocimiento tanto de los creyentes como de los
no creyentes. (Mt 8:19; 9:11; 12:38; 19:16; 22:16, 24, 36; Jn 3:2.) Los oficiales que fueron a
detenerle quedaron tan impresionados por su enseñanza que regresaron con las manos vacías y
dijeron: “Jamás ha hablado otro hombre así”. (Jn 7:46.) Jesús enseñó “como persona que tiene
autoridad, y no como [los] escribas”. (Mt 7:29.) Dios era la Fuente de su enseñanza (Jn 7:16;
8:28), y Jesús la transmitió con sencillez, lógica irrefutable, preguntas penetrantes, metáforas
llamativas e ilustraciones significativas basadas en cosas conocidas. (Mt 6:25-30; 7:3-5; 24-27;
véase ILUSTRACIONES.) También empleó lecciones prácticas: lavó los pies a sus discípulos con
el fin de enseñarles que deberían servirse los unos a los otros. (Jn 13:2-16.)
Pág. 118 *** km 8/04 pág. 1 párrs. 2-4 Dirijamos estudios bíblicos progresivos (2.a parte) ***
2
Cómo prepararse. Comience orando a Jehová por la persona y sus necesidades. Pídale
ayuda para llegar al corazón del estudiante (Col. 1:9, 10). A fin de captar el tema con claridad,
dedique unos minutos a examinar el título del capítulo o lección, los subtítulos y las ilustraciones.
Pregúntese: “¿Cuál es la idea central de la información?”. Si así lo hace, cuando dirija el estudio,
se centrará en los puntos principales.
3
Repase detenidamente el contenido de cada párrafo. Localice las respuestas a las preguntas
impresas y subraye solo las palabras y frases clave. Busque la relación entre los textos bíblicos
citados y la idea principal del párrafo, y escoja los que va a leer en el estudio. Tal vez le resulte
útil hacer breves anotaciones en el margen de la página. El estudiante debe ver claro que lo que
aprende procede de la Palabra de Dios (1 Tes. 2:13).
4
Particularice la lección. A continuación, prepárese la lección pensando en el estudiante en
particular. Intente prever sus preguntas y las ideas que le costará entender o aceptar. Pregúntese:
“¿Qué debe comprender o en qué debe mejorar para progresar en sentido espiritual? ¿Cómo
puedo llegarle al corazón?”. Adapte la lección en función de las respuestas a estas cuestiones.
Habrá ocasiones en las que tenga que preparar un ejemplo, una explicación o una serie de
preguntas que ayuden al estudiante a captar el significado de algún punto o texto bíblico (Neh.
8:8). Sin embargo, evite añadir datos adicionales que no aporten mucho al tema central. Un breve
repaso final permitirá al estudiante recordar las ideas principales
Pág. 122 *** be lección 50 pág. 259 párrs. 1-2 Llegar al corazón ***
Con preguntas bien pensadas, le será posible averiguar lo que hay en el corazón de quien le
escucha. Podría preguntarle: “¿Cómo se siente respecto a...? ¿Qué le convenció de que...? ¿Qué
haría si...?”. Sin embargo, tenga cuidado para que no se sienta acosado. Discretamente podría
comenzar diciendo: “¿Podría hacerle una pregunta?”. Descubrir lo que se alberga en el corazón
es una tarea laboriosa que no se logra de la noche a la mañana. Antes de que la persona esté
dispuesta a revelar sus sentimientos más íntimos, casi siempre será preciso que se gane su
confianza, y eso requiere tiempo. Incluso entonces tendrá usted que ser prudente, para que el
estudiante no piense que está invadiendo su intimidad (1 Ped. 4:15).
También hace falta discernimiento para controlar sus reacciones ante lo que oye. Recuerde
que su objetivo es comprender a las personas a fin de determinar qué información bíblica
posiblemente las conmueva. Reprima de inmediato todo impulso de refutar sus puntos de vista
equivocados. Más bien, esté atento a los sentimientos que se esconden tras las palabras. Así
sabrá qué responder, y será más probable que el estudiante, sintiéndose comprendido, piense
con seriedad en lo que usted le diga (Pro. 16:23).
(1 Pedro 4:15) Sin embargo, que ninguno de ustedes sufra como asesino, o ladrón, o malhechor,
o como entremetido en asuntos ajenos.
(Proverbios 16:23) El corazón del sabio hace que su boca muestre perspicacia, y a sus labios
añade persuasiva.
Pág. 123 *** be lección 45 pág. 242 párr. 4 Ilustraciones instructivas ***
Tras llamar a sus discípulos “la luz del mundo”, Jesús agregó unos comentarios sobre la
utilidad de una lámpara y la responsabilidad que tal uso suponía en el caso de ellos (Mat.
5:15, 16). Así mismo, concluyó la ilustración de la oveja perdida mencionando el gozo que se
produce en el cielo cuando un pecador se arrepiente (Luc. 15:7). Y después de contar a un
hombre la parábola del buen samaritano, le hizo una pregunta pertinente seguida de un consejo
directo (Luc. 10:36, 37). En contraste, las ilustraciones sobre los distintos tipos de terreno y sobre
la mala hierba del campo solo se las explicó a quienes fueron lo suficientemente humildes como
para preguntarle su significado, y no a las muchedumbres (Mat. 13:1-30, 36-43). Tres días antes
de morir, Jesús relató una historia sobre unos viñadores homicidas, y no añadió explicación
alguna, pues no era necesario hacerlo. “Los sacerdotes principales y los fariseos [...] se dieron
cuenta de que hablaba de ellos.” (Mat. 21:33-45.) De modo que la actitud de los oyentes, la
naturaleza de la ilustración y el objetivo al presentarla determinan si es preciso explicarla y, en
caso afirmativo, hasta qué punto.
*** be lección 50 pág. 259 párr. 4-pág. 261 párr. 1 Llegar al corazón ***
Despierte sentimientos positivos en su oyente. Una vez comprenda lo que la persona cree
y lo que no, así como sus razones para ello, estará en condiciones de edificar sobre ese
fundamento. Tras su resurrección, Jesús llegó al corazón de sus discípulos “abri[éndoles] por
completo las Escrituras” a la luz de los sucesos recientes (Luc. 24:32). Esfuércese usted también
por conectar las vivencias pasadas del oyente, sus anhelos y lo que ve en la Palabra de Dios.
Habrá llegado al corazón del estudiante cuando este, plenamente convencido, diga para sus
adentros: “¡Esta es LA VERDAD!”.
Al destacar la benignidad de Jehová, así como su amor, su bondad inmerecida y la justicia de
sus caminos, usted ayuda a aquellos a quienes enseña a fortalecer su amor a Dios. Cuando
dedica algún tiempo a mostrarles las buenas cualidades que Dios observa en ellos, les da
razones para creer que es posible entablar una relación personal con él. Un medio para lograrlo
es invitarlos a reflexionar en pasajes como Salmo 139:1-3, Lucas 21:1-4 y Juan 6:44, así como
señalarles la profundidad del cariño que el Creador siente por sus siervos leales (Rom. 8:38, 39).
Explíqueles que, más allá de los errores que cometemos, Jehová ve todo el curso de nuestra
vida, nuestro celo por la adoración pura y el amor que sentimos por su nombre (2 Cró. 19:2, 3;
Heb. 6:10). Él recuerda hasta el más mínimo detalle de nuestro ser y, de una manera
extraordinaria, resucitará a “todos los que están en las tumbas conmemorativas” (Juan 5:28, 29;
Luc. 12:6, 7). Puesto que Dios creó a los seres humanos a su imagen y semejanza, es fácil que
una conversación sobre las cualidades divinas toque una fibra sensible en el interior de su
interlocutor (Gén. 1:27).
El corazón también puede conmoverse cuando la persona comienza a ver a los demás como
Jehová los ve. Es lógico que si Dios nos trata con ternura a cada uno de nosotros, también
muestre la misma consideración por otras personas, sin discriminación de orígenes, nacionalidad
o raza (Hech. 10:34, 35). Una vez el estudiante entienda esto, contará con una base bíblica firme
para desarraigar de su corazón el odio y el prejuicio, lo cual le permitirá disfrutar de relaciones
interpersonales pacíficas mientras sigue aprendiendo a acatar la voluntad divina.
Otro sentimiento que debemos tratar de infundir en los demás es el temor piadoso (Sal.
111:10; Rev. 14:6, 7). Esta reverencia profunda, este temor de Dios, los mueve a lograr lo que
con sus propias fuerzas tal vez no podrían. Hablarles de los imponentes actos de Jehová y de su
extraordinaria bondad amorosa los impulsará a cultivar un temor sano a desagradarle (Sal. 66:5;
Jer. 32:40).
Asegúrese de que sus oyentes comprendan que a Jehová le importa la conducta de ellos. Él
tiene sentimientos, y nuestra reacción a sus mandatos puede entristecerlo o regocijarlo (Sal.
78:40-42). Muestre que nuestro comportamiento desempeña un papel importante en la respuesta
al desafío que Satanás lanzó a Dios (Pro. 27:11).
Ayude a quienes lo escuchen a ver que cumplir con los requisitos divinos los beneficia (Isa.
48:17). Un modo de hacerlo es señalando las consecuencias físicas y emocionales de rechazar,
aun de forma momentánea, la sabiduría de Dios. Explíqueles que el pecado nos aleja de Jehová
y priva a los demás de la oportunidad de aprender la verdad de nuestros labios, además de
lesionar los derechos ajenos (1 Tes. 4:6). Anímelos a valorar las bendiciones de las que ya
disfrutan a causa de su obediencia a las leyes de Dios, así como a profundizar su gratitud por el
hecho de que andar en Sus justas sendas nos libre de tantas adversidades. Quien cifre su fe en
la sabiduría de los caminos divinos sentirá repulsión por cualquier proceder contrario a ellos (Sal.
119:104). En vez de ver la obediencia como una carga, la considerará un modo de expresar su
amor y devoción por Jehová.
¿Qué implica?
Utilizar figuras retóricas o ejemplos, sean ficticios o reales, de tal forma que le
permitan alcanzar sus objetivos al enseñar.
¿POR QUÉ SON IMPORTANTES?
Bien utilizadas, las ilustraciones enriquecen la exposición, influyen en la vida de los
oyentes y graban las enseñanzas en su mente. Pero mal empleadas, desvían la
atención de los aspectos importantes.
LAS ilustraciones son poderosos recursos didácticos, pues captan la atención con gran
eficacia y estimulan el pensamiento. También despiertan sentimientos, con lo cual tocan la
conciencia y el corazón. A veces sirven para vencer prejuicios, y son muy útiles para grabar las
ideas en la memoria. ¿Las emplea cuando enseña?
Uno de los medios de ilustrar enseñanzas son las figuras retóricas, que, aunque normalmente
constan de solo unas cuantas palabras, pueden crear vívidas imágenes mentales. Cuando están
bien pensadas, su significado es, en su mayor parte, obvio. No obstante, añadiéndoles una breve
explicación se refuerza su valor. La Biblia contiene muchos ejemplos de figuras retóricas de los
que podemos aprender.
Empiece con comparaciones y metáforas. Las comparaciones, o símiles, son las figuras
retóricas más sencillas. Si quiere aprender a usar ilustraciones, tal vez le convenga concentrarse
primero en estas. Por lo general, comienzan con un “como”, un “igual que” o una expresión
parecida. Las comparaciones destacan un aspecto que tienen en común dos cosas muy
diferentes. La Biblia las utiliza en muchas ocasiones, recurriendo para ello a las creaciones
divinas —plantas, animales y cuerpos celestes— y a la experiencia humana. En Salmo 1:3
leemos que la persona que lee asiduamente la Palabra de Dios es “como un árbol plantado al
lado de corrientes de agua”, el cual produce fruto y no se marchita. Del inicuo se dice que es
“como un león” al acecho (Sal. 10:9). Jehová le prometió a Abrahán que su descendencia llegaría
a ser tan numerosa “como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la
orilla del mar” (Gén. 22:17). Y tocante a la relación estrecha que forjó con la nación de Israel, Dios
dijo: “Tal como un cinto se adhiere a las caderas de un hombre, así hice que [...] Israel y [...] Judá
se adhirieran aun a mí” (Jer. 13:11).
La metáfora también pone de manifiesto cierta semejanza entre dos elementos muy distintos,
pero con más fuerza que la comparación. Consiste en hablar de una cosa como si realmente
fuera otra, atribuyendo así una característica de la segunda a la primera. Por ejemplo, Jesús
indicó a sus seguidores: “Ustedes son la luz del mundo” (Mat. 5:14). Con relación al daño que
puede causar el habla irreflexiva, el discípulo Santiago escribió: “La lengua es un fuego” (Sant.
3:6). Y David cantó a Jehová: “Tú eres mi peñasco y mi fortaleza” (Sal. 31:3). Por regla general, la
metáfora bien escogida necesita poca o ninguna explicación; su brevedad la hace aún más eficaz.
Posiblemente su auditorio recuerde mejor un punto con una metáfora que con la simple
exposición de un hecho.
La hipérbole es una exageración, por lo que debe usarse con discreción para que no se
malinterprete. Jesús recurrió a esta figura retórica cuando, a fin de crear una imborrable imagen
mental, preguntó: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano, pero no tomas en
cuenta la viga que hay en tu propio ojo?” (Mat. 7:3). Sin embargo, antes de emplear este recurso
estilístico u otros, aprenda a hacer buen uso de las comparaciones y las metáforas.
Utilice ejemplos. En vez de figuras retóricas, tal vez prefiera utilizar en su enseñanza
ejemplos, sean historias ficticias o experiencias de la vida real. Ahora bien, puesto que es fácil
excederse en su elaboración y frecuencia de uso, se requiere prudencia. Solo deben emplearse
para apoyar puntos de verdadera importancia, y han de presentarse de manera que el auditorio
recuerde la enseñanza, no simplemente el relato.
Aunque no todos los ejemplos tienen que ser casos verídicos, deben reflejar actitudes y
situaciones de la vida real. Así, cuando Jesús quiso enseñar cómo hay que considerar a los
pecadores arrepentidos, lo ilustró con una narración sobre un hombre que se regocijó al encontrar
a su oveja perdida (Luc. 15:1-7). En respuesta a un judío que no captaba el verdadero alcance del
mandato de la Ley relativo a amar al prójimo, Jesús contó la parábola de un samaritano que
auxilió a un herido después de que un sacerdote y un levita se negaran a hacerlo (Luc. 10:30-37).
Si aprende a observar con atención las actitudes y acciones de la gente, podrá utilizar con
eficacia este recurso didáctico.
Cuando el profeta Natán le contó una historia imaginaria al rey David con el fin de censurarlo,
obtuvo buenos resultados porque evitó provocar una situación que pudiera haber llevado al rey a
justificarse. Los personajes del relato eran un hombre rico que tenía muchas ovejas y otro pobre
que solo poseía una cordera, a la cual criaba con ternura. Por haber sido pastor, David entendía
los sentimientos de este último, de modo que reaccionó con justa indignación contra el hombre
rico que le había arrebatado al de escasos recursos su preciada cordera. Entonces Natán le dijo a
David sin rodeos: “¡Tú mismo eres el hombre!”. El mensaje le tocó el corazón, y se arrepintió
sinceramente (2 Sam. 12:1-14). Con la práctica, usted también aprenderá a tratar de forma
atrayente cuestiones delicadas.
De los sucesos recogidos en la Biblia pueden tomarse muchos ejemplos útiles en la
enseñanza. Así lo hizo Jesús cuando dijo de manera concisa: “Acuérdense de la esposa de Lot”
(Luc. 17:32). De igual modo, al describir la señal de su presencia, se refirió a “los días de Noé”
(Mat. 24:37-39). Y en el capítulo 11 de Hebreos, el apóstol Pablo mencionó por nombre a
dieciséis hombres y mujeres, señalándolos como ejemplos de fe. A medida que usted vaya
conociendo mejor la Biblia, irá aumentando su capacidad de extraer ejemplos impactantes de las
personas y los sucesos citados en sus páginas (Rom. 15:4; 1 Cor. 10:11).
A veces le parecerá oportuno reforzar cierta enseñanza con una experiencia de nuestros días.
No obstante, tenga cuidado de escoger únicamente experiencias confirmadas y evitar las que
incomodarían innecesariamente a alguno de los presentes o desviarían la atención hacia un tema
polémico ajeno a lo que está tratando. Recuerde, además, que las experiencias deben relatarse
con un propósito. No incluya detalles superfluos, pues por lo general distraen del objetivo de la
exposición.
¿Se entenderá? Sin importar la figura retórica o el ejemplo que utilice, debería lograr con ellos
un objetivo definido. ¿Lo conseguirá si no explica su relación con el tema del que está hablando?
Tras llamar a sus discípulos “la luz del mundo”, Jesús agregó unos comentarios sobre la
utilidad de una lámpara y la responsabilidad que tal uso suponía en el caso de ellos (Mat.
5:15, 16). Así mismo, concluyó la ilustración de la oveja perdida mencionando el gozo que se
produce en el cielo cuando un pecador se arrepiente (Luc. 15:7). Y después de contar a un
hombre la parábola del buen samaritano, le hizo una pregunta pertinente seguida de un consejo
directo (Luc. 10:36, 37). En contraste, las ilustraciones sobre los distintos tipos de terreno y sobre
la mala hierba del campo solo se las explicó a quienes fueron lo suficientemente humildes como
para preguntarle su significado, y no a las muchedumbres (Mat. 13:1-30, 36-43). Tres días antes
de morir, Jesús relató una historia sobre unos viñadores homicidas, y no añadió explicación
alguna, pues no era necesario hacerlo. “Los sacerdotes principales y los fariseos [...] se dieron
cuenta de que hablaba de ellos.” (Mat. 21:33-45.) De modo que la actitud de los oyentes, la
naturaleza de la ilustración y el objetivo al presentarla determinan si es preciso explicarla y, en
caso afirmativo, hasta qué punto.
Aunque toma tiempo desarrollar la habilidad de emplear ejemplos y otras ilustraciones con
eficacia, merece la pena. Las ilustraciones bien pensadas combinan el atractivo intelectual con el
impacto emocional. El resultado es que se transmite el mensaje con una fuerza que pocas veces
se alcanza con la simple exposición de los hechos.
*** be lección 46 pág. 244-pág. 246 Ilustraciones basadas en situaciones conocidas ***
¿Qué implica?
Emplear ilustraciones que remitan a actividades que el auditorio realice o a asuntos
con los que esté familiarizado.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Las ilustraciones basadas en situaciones conocidas llegarán al corazón de
los oyentes.
NO HAY duda de que es fundamental que las ilustraciones se adapten al tema que se está
tratando. Sin embargo, para que sean más eficaces, es igualmente importante que sean
adecuadas al auditorio.
¿Qué efecto debe tener en sus ilustraciones el tipo de público al que se dirija? ¿Qué hizo
Jesucristo? Tanto si enseñaba a las muchedumbres como a sus discípulos, no habló de culturas
diferentes a la israelita, pues ello les habría resultado extraño a sus oyentes. Por ejemplo, no se
refirió a la vida en la corte de Egipto o a las prácticas religiosas de la India. Más bien, basó sus
ilustraciones en actividades comunes a todos los pueblos, tales como remendar ropa, hacer
negocios, perder un objeto valioso y asistir a banquetes de boda. Sabía cómo reaccionaban las
personas en distintas circunstancias y aplicó ese conocimiento (Mar. 2:21; Luc. 14:7-11; 15:8, 9;
19:15-23). Puesto que su predicación pública se dirigía en particular al pueblo de Israel,
generalmente aludía a artículos y tareas que eran parte de la vida diaria de la gente. Se refirió,
por tanto, a las labores del campo, a la respuesta de las ovejas al pastor y a los odres de cuero
en que se guardaba el vino (Mar. 2:22; 4:2-9; Juan 10:1-5). También recurrió a episodios
históricos conocidos, como el de la creación de la primera pareja humana, el Diluvio de los días
de Noé, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y la muerte de la esposa de Lot, entre otros (Mat.
10:15; 19:4-6; 24:37-39; Luc. 17:32). Al seleccionar las ilustraciones, ¿tiene usted presentes, de la
misma manera, las actividades con las que sus oyentes están familiarizados, así como sus
antecedentes culturales?
Ahora bien, ¿qué hacer si no se dirige a un público numeroso, sino a un grupo reducido, o
incluso a una sola persona? Ponga todo su empeño en encontrar una ilustración que sea
adecuada para tales oyentes. Jesús, al predicarle a una samaritana junto a un pozo cercano a
Sicar, le habló de “agua viva”, de que ‘no le daría sed jamás’ y de la ‘fuente de agua que brotaría
para impartir vida eterna’, utilizando así figuras retóricas estrechamente relacionadas con las
tareas de aquella mujer (Juan 4:7-15). Cuando conversó con unos pescadores que habían estado
lavando las redes, eligió una ilustración vinculada a ese oficio (Luc. 5:2-11). En ambas
circunstancias, podría haber hecho referencia a las labores del campo, ya que vivían en una zona
agrícola y ganadera; sin embargo, al aludir a las tareas que les eran propias, la imagen mental
que evocó en sus oyentes adquirió mayor realismo y eficacia. ¿Se esfuerza usted por imitarlo?
A diferencia de Jesús, que centró su atención en “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, el
apóstol Pablo recibió la comisión de ir, no solo a Israel, sino también a las naciones de origen
gentil (Mat. 15:24; Hech. 9:15). ¿Significó esto un cambio en la manera en que Pablo predicó?
Claro que sí. Al escribir a los cristianos de Corinto, mencionó las carreras pedestres, la costumbre
de comer en los templos de los ídolos y las procesiones triunfales, actividades con las que
aquellos gentiles estaban familiarizados (1 Cor. 8:1-10; 9:24, 25; 2 Cor. 2:14-16).
¿Elige usted con el mismo esmero que Jesús y Pablo los ejemplos y demás ilustraciones que
utiliza? ¿Tiene en cuenta los antecedentes y los quehaceres cotidianos de sus oyentes? De más
está decir que el mundo ha cambiado desde el siglo primero. Innumerables personas se informan
de las noticias mundiales por la televisión y a menudo están enteradas de acontecimientos de
tierras lejanas. Si es así donde usted vive, está claro que no hay ningún inconveniente en extraer
de tales noticias las ilustraciones. No obstante, lo que más suele atraer a la gente es aquello que
atañe a su vida misma: su hogar, su familia, su trabajo, los alimentos que come o el clima del
lugar.
Si una ilustración le exige dar demasiadas explicaciones, probablemente usted se esté
refiriendo a algo que no les resulta conocido a sus oyentes, lo cual puede eclipsar con facilidad lo
que pretende enseñar. Como resultado, el auditorio tal vez recuerde la ilustración, pero no la
verdad bíblica que deseaba transmitirle.
En lugar de intrincadas comparaciones, Jesús planteaba asuntos simples, cotidianos. Se valía
de las cosas pequeñas para explicar las grandes, y de lo sencillo para esclarecer lo complicado.
Conectaba las verdades espirituales que enseñaba con sucesos del diario vivir, haciéndolas así
más fáciles de captar y recordar. Sin duda, nos dejó un magnífico ejemplo.
Pág. 124 *** be lección 24 pág. 163 párr. 1 Buen uso del vocabulario ***
Emplear los términos adecuados también le permite comunicar las ideas sin ser verboso.
Mientras que la verbosidad oscurece las ideas, la sencillez facilita la comprensión y retención de
los hechos importantes. Ayuda a transmitir conocimiento exacto. La enseñanza de Jesucristo
sobresalió por su lenguaje sencillo; aprenda de él (véanse los ejemplos de Mateo 5:3-12 y Marcos
10:17-21). Practique para expresarse con concisión valiéndose de un vocabulario preciso.
*** km 2/05 pág. 6 Dirijamos estudios bíblicos progresivos (6.a parte) ***
Cuando el estudiante plantea una pregunta
1
Una vez establecido el estudio, por lo general conviene analizar las enseñanzas bíblicas de
forma sistemática, en vez de saltar de un tema a otro. De este modo se coloca un fundamento
basado en conocimiento exacto, y el estudiante puede progresar espiritualmente (Col. 1:9, 10).
Ahora bien, habrá ocasiones en las que el estudiante plantee preguntas durante el estudio.
¿Cómo debemos contestarlas?
2
Sea discernidor. Las preguntas relacionadas con la información que se esté analizando
pueden aclararse en ese mismo momento, a no ser que la propia publicación de estudio lo haga
más adelante, en cuyo caso bastará con indicarlo. Sin embargo, si la cuestión no tuviera que ver
con lo que se está estudiando o exigiera más investigación para contestarla adecuadamente,
convendría aplazar la respuesta hasta después del estudio u otro momento. A algunos
publicadores les gusta escribir la pregunta porque así demuestran al estudiante que no se pasa
por alto su duda y, al mismo tiempo, evitan desviarse del tema del estudio.
3
En nuestras publicaciones de estudio básicas se analizan gran número de enseñanzas
bíblicas de forma concisa. ¿Qué hay si a un estudiante le cuesta aceptar cierta enseñanza o se
aferra a una creencia falsa? En ese caso sería conveniente examinar información adicional que
analice más a fondo el punto de vista bíblico al respecto. Si aun así el estudiante no queda
convencido, deje la explicación del tema para más adelante y prosiga con el estudio regular (Juan
16:12). A medida que el estudiante adquiera conocimiento de la Biblia y progrese espiritualmente,
es posible que comprenda dicha enseñanza.
4
Sea modesto. Si no está seguro de la respuesta, no caiga en el error de aventurar una
opinión (2 Tim. 2:15; 1 Ped. 4:11). Prométale investigar el tema y volver con una explicación.
Incluso podría aprovechar tales ocasiones para enseñarle a buscar información por su cuenta y a
utilizar gradualmente las diversas herramientas que provee la organización de Jehová con ese
propósito. Con el tiempo será capaz él mismo de responder sus propias preguntas (Hech. 17:11).
*** km 1/05 pág. 1 Dirijamos estudios bíblicos progresivos (5.a parte) ***
Cuánta información estudiar
1
Al enseñar a sus discípulos, Jesús tomó en consideración sus limitaciones, hablándoles
“hasta el grado que podían escuchar” (Mar. 4:33; Juan 16:12). De manera similar, los maestros de
la Palabra de Dios tienen que determinar a qué ritmo dirigirán el estudio bíblico. La cantidad de
información que se analice dependerá de la capacidad y las circunstancias, tanto del maestro
como del estudiante.
2
Pongamos un fundamento sólido a su fe. Algunos estudiantes necesitan dos o tres
sesiones de estudio para captar lo que otros asimilan en solo una. No queremos que, por ir muy
rápido, se dificulte la comprensión del estudiante, quien precisa un fundamento sólido para su
recién adquirida fe en la Palabra de Dios (Pro. 4:7; Rom. 12:2).
3
Dediquemos el tiempo que haga falta cada semana para ayudar al estudiante a entender y
hacer suyo lo que aprende de la Palabra de Dios. Evitemos ir a un ritmo tan acelerado que le
impida aprovecharse al máximo de las valiosas verdades que le estamos enseñando.
Permitámonos el tiempo suficiente para destacar las ideas principales y analizar los textos clave
en los que se basan dichas enseñanzas (2 Tim. 3:16, 17).
4
Ciñámonos al tema. Además de evitar ir demasiado deprisa al enseñar, también es
conveniente no desviarse del tema. Si el estudiante tiende a explayarse contándonos asuntos
personales, tal vez podamos indicarle que hablaremos de ello al concluir el estudio (Ecl. 3:1).
5
Por otro lado, el entusiasmo por la verdad pudiera llevarnos a nosotros a hablar demasiado
(Sal. 145:6, 7). Es cierto que el estudio puede enriquecerse con algunas experiencias o ideas
adicionales, pero no conviene que sean tantas, o tan largas, que le impidan a la persona obtener
conocimiento exacto de las enseñanzas bíblicas elementales.
6
Analizar una cantidad razonable de información en cada sesión de estudio contribuirá a que
los estudiantes de la Biblia ‘anden a la luz de Jehová’ (Isa. 2:5).
Pág. 125 *** km 3/13 pág. 3 Cómo usar el nuevo folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de
Jehová en nuestros días? ***
Preparado para dirigir a los estudiantes de la Biblia a la organización
1
No hace mucho recibimos el folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días?
¿Lo hemos utilizado ya? Esta publicación se ha preparado para ayudar a los estudiantes de la
Biblia a: 1) familiarizarse con el pueblo de Dios, 2) conocer mejor nuestras actividades y 3) ver la
organización en acción. Las lecciones del folleto La voluntad de Jehová son de una sola página y
pueden analizarse en cinco o diez minutos al final de cada sesión de estudio.
2
Diseño del folleto. Se compone de tres secciones que explican distintos aspectos de la
organización de Jehová y corresponden con los tres puntos antes mencionados. Los títulos de las
28 lecciones están en forma de pregunta, y los subtítulos en negrita dan las respuestas. Por toda
la publicación aparecen fotografías de más de cincuenta países y se indica el lugar donde fueron
tomadas, lo cual recalca el alcance internacional de la obra. Muchas lecciones incluyen un
recuadro titulado “Para saber más”, el cual da útiles sugerencias a los estudiantes.
3
Cómo utilizarlo. Comience cada lección planteando la pregunta del título. Luego, mientras
se vayan leyendo los párrafos, destaque los subtítulos. Por último, haga las preguntas de repaso
que están al final de la página. Pueden leer la lección entera o, si prefieren, pueden ir
deteniéndose para comentarla. Seleccione bien los textos que se leerán y no olvide incluir las
láminas y los recuadros “Para saber más”. Por lo general, lo mejor será analizar las lecciones en
el orden en que aparecen. Pero a veces será conveniente adelantarse para analizar algún tema
que requiera atención. Por ejemplo, si se aproxima una asamblea, podría estudiarse la lección 11.
4
Al dirigir estudios bíblicos, ayudamos a las personas a conocer a nuestro Padre celestial. Sin
embargo, también deberíamos ayudarlas a familiarizarse con la organización de Jehová
(Prov. 6:20). ¡Cuánto nos alegra contar con esta nueva herramienta preparada especialmente con
ese propósito!
*** w01 1/8 págs. 19-22 Dejemos que la fuerza de la costumbre obre en favor de nosotros ***
DURANTE doce años siempre siguió la misma ruta desde el trabajo a su casa, situada en un
barrio periférico de Atenas, hasta que se mudó al otro extremo de la ciudad. Un día se dirigió a su
hogar tras la jornada laboral, pero fue al verse en medio de su antiguo vecindario cuando se
percató de que había tomado la dirección equivocada. La fuerza de la costumbre lo había llevado
a su anterior domicilio.
Con razón, pues, un refrán dice que la costumbre es una segunda naturaleza, una poderosa
influencia en la vida. En este sentido, las costumbres, o hábitos, pueden asemejarse al fuego.
Este calienta la comida y nos da luz y calor, pero también puede convertirse en un feroz enemigo
que destruye vidas y posesiones. Lo mismo es cierto de las costumbres: bien cultivadas son de
gran beneficio, de lo contrario, pueden ser destructivas.
En el caso del señor mencionado al principio del artículo, la fuerza de la costumbre tan solo le
hizo perder algo de tiempo en el tránsito. En asuntos de mayor importancia, las costumbres
pueden reportarnos éxito o llevarnos a la ruina. Veamos en la Biblia algunos ejemplos de historias
reales que revelan cómo los hábitos facilitan o dificultan nuestra relación con Dios y el servicio
que le rendimos.
Ejemplos bíblicos de buenas y malas costumbres
A Noé, Job y Daniel se les favoreció con una relación personal con Dios. La Biblia los ensalza
“por su justicia” (Ezequiel 14:14). Es significativo que la trayectoria de los tres puso de manifiesto
sus buenos hábitos.
A Noé se le ordenó construir un arca, una embarcación más larga que un campo de fútbol y
más alta que un edificio de cinco pisos. Aquella formidable obra de ingeniería hubiera abrumado a
cualquier constructor naval de la antigüedad. Noé, junto con los siete miembros de su familia,
construyó el arca sin herramientas modernas y, además, predicó sin cesar a sus
contemporáneos. Y no dudamos de que también atendió el bienestar físico y espiritual de su
familia (2 Pedro 2:5). A fin de cumplir con todas estas tareas, precisó buenos hábitos de trabajo.
El relato bíblico dice sobre él: “Andaba con el Dios verdadero. [...] Noé procedió a hacer conforme
a todo lo que le había mandado Jehová” (Génesis 6:9, 22; 7:5). Puesto que, según las Escrituras,
fue “exento de falta”, con toda seguridad siguió andando con Dios tras el Diluvio y durante la
rebelión contra Jehová que estalló en Babel, hasta su muerte, a los 950 años de edad (Génesis
9:29).
Los buenos hábitos de Job lo hicieron un hombre “sin culpa y recto” (Job 1:1, 8; 2:3). Solía
oficiar de sacerdote para su familia y ofrecer sacrificios a favor de sus hijos después de los
banquetes de estos, por si habían “‘pecado y [...] maldecido a Dios en su corazón’. Así hacía Job
siempre” (Job 1:5). Sin lugar a dudas, las costumbres centradas en la adoración de Jehová
ocupaban en aquella familia un lugar importante.
Daniel sirvió a Jehová “con constancia” durante toda su dilatada vida (Daniel 6:16, 20). ¿Qué
buenos hábitos espirituales tenía? Por un lado, oraba con asiduidad. Pese al decreto real que
prohibió tal práctica, “tres veces al día se hincaba de rodillas y oraba y ofrecía alabanza delante
de su Dios, como había estado haciendo regularmente” (Daniel 6:10). No podía renunciar a la
costumbre de hablar con Dios, aunque supusiera una amenaza para su vida. Sin duda, la oración
lo fortaleció durante su excepcional trayectoria de integridad a Dios. Parece ser que este profeta
también tenía el buen hábito de estudiar las emocionantes promesas de Dios y meditar
profundamente sobre ellas (Jeremías 25:11, 12; Daniel 9:2). Sus buenas costumbres
contribuyeron en gran manera a que permaneciera fiel hasta el mismo final de su carrera.
El caso contrario es el de Dina. Un mal hábito le costó caro: “Solía salir [...] para ver a las hijas
del país”, quienes no servían a Jehová (Génesis 34:1). Aunque era algo aparentemente
inofensivo, la llevó al desastre. Primero, la violó Siquem, a quien se consideraba “el más
honorable de toda la casa de su padre”. Luego, la reacción vengativa de dos hermanos suyos
culminó con el asesinato de todos los varones de una ciudad. ¡Qué horrible resultado! (Génesis
34:19, 25-29.)
¿Cómo asegurarnos de que nuestros hábitos no nos perjudiquen, sino que nos beneficien?
Pongamos las costumbres a nuestro servicio
“Los hábitos son el destino”, escribió un filósofo. Pero no tienen por qué serlo, pues la Biblia
indica con total claridad que podemos optar por dejar los malos hábitos y adoptar los que sean
buenos.
Las buenas costumbres hacen más fácil mantener el ritmo que impone el estilo de vida
cristiano, que además se hace más productivo. “El hábito de ceñirme a un horario a fin de cumplir
diversas tareas me ahorra un tiempo valioso”, observa un cristiano griego llamado Alex. Teófilo,
un anciano de congregación, comenta que la planificación le permite ser eficaz. “Estoy
absolutamente convencido —dice— de que no lograría encargarme de mis deberes cristianos si
no tuviera la costumbre de planificarlo todo con cuidado.”
A los seguidores de Cristo se nos exhorta a que “sigamos andando ordenadamente en esta
misma rutina” (Filipenses 3:16). Este texto transmite la idea de una acción habitual que sigue un
procedimiento establecido. Los buenos hábitos son ventajosos porque no tenemos que pausar y
meditar para decidir cada paso, pues ya hemos fijado un proceder que seguimos por costumbre.
Los hábitos arraigados se convierten casi en un acto reflejo. Tal como los buenos hábitos de un
conductor prudente lo llevan a tomar decisiones en décimas de segundo para eludir los peligros
de la carretera y proteger su vida, las buenas costumbres nos permiten tomar con prontitud
decisiones adecuadas en nuestra carrera cristiana.
El escritor inglés Jeremy Taylor lo expresó así: “Las costumbres son las hijas de la acción”. Si
poseemos buenos hábitos, no nos costará mucho realizar buenas obras. Por ejemplo, para quien
suele predicar regularmente es más fácil y placentero salir al servicio del campo. Leemos que los
apóstoles, “todos los días en el templo, y de casa en casa, continuaban sin cesar enseñando y
declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús” (Hechos 5:42; 17:2). En cambio, aquel
cuya presencia en el ministerio es solo ocasional tal vez se ponga nervioso y necesite más tiempo
hasta adquirir confianza en esta vital obra cristiana.
Lo mismo puede decirse de otras actividades cristianas. Los buenos hábitos nos ayudarán a
ser constantes en ‘leer la Palabra de Dios día y noche’ (Josué 1:8; Salmo 1:2). Cierto cristiano
tiene la costumbre de leer las Escrituras durante veinte o treinta minutos antes de acostarse.
Incluso cuando está muy cansado, no puede dormirse sin hacerlo. Ha de levantarse y satisfacer
esa necesidad espiritual, una buena costumbre gracias a la cual lleva varios años leyendo toda la
Biblia una vez cada doce meses.
Nuestro Modelo, Jesucristo, solía asistir a reuniones en las que se analizaba la Biblia. “Según
su costumbre en día de sábado, entró en la sinagoga, y se puso de pie para leer.” (Lucas 4:16.) A
Joe, un anciano con una familia numerosa y una extensa jornada laboral, la fuerza de la
costumbre le hace necesitar y desear las reuniones regularmente. “Este buen hábito me incita a
asistir —afirma—, lo que me da la fortaleza espiritual que tanto necesito para superar desafíos y
problemas.” (Hebreos 10:24, 25.)
Tales hábitos son indispensables en la carrera cristiana por la vida. Un informe de un país
donde se ha perseguido al pueblo de Jehová reseñó: “Quienes poseen buenos hábitos
espirituales y un profundo aprecio por la verdad no tienen dificultad en permanecer firmes cuando
llegan las pruebas. En cambio, los que ‘en tiempo favorable’ faltan a las reuniones, son
irregulares en el servicio del campo y transigen en asuntos pequeños no soportan las pruebas
‘ardientes’” (2 Timoteo 4:2).
Huyamos de las malas costumbres, vayamos tras las buenas
Se ha dicho que ‘un hombre debe adquirir solo los hábitos que desea que rijan su vida’. Los
malos hábitos son, en realidad, un amo opresivo. Con todo, se pueden vencer.
Durante un tiempo, Estela fue teleadicta. “Detrás de cada mal hábito al que he sucumbido —
admite—, con frecuencia se esconde una razón ‘inocente’.” Eso es precisamente lo que ocurrió
con su vicio de ver televisión en exceso. Se decía a sí misma que solo quería “relajarse un poco”
o “romper el ritmo”, pero se le fue de las manos, y acababa pegada al televisor durante horas.
“Como mínimo, esta mala costumbre demoró mi progreso espiritual”, afirma. Con resolución,
finalmente redujo el tiempo que dedicaba a ver televisión y se hizo más selectiva. “Siempre
procuro recordar por qué quise abandonar ese vicio —dice Estela—, y confío en Jehová para
apegarme a mi decisión.”
Un cristiano llamado Caralampio revela un mal hábito que entorpecía su progreso espiritual:
dejar las cosas para más tarde. “Una vez que me di cuenta de que la costumbre de aplazar las
tareas era perjudicial —explica—, procuré dar un giro a mi vida. Al fijarme metas, planeaba
específicamente cuándo y cómo iba a materializarlas. El antídoto fue ser constante en poner en
práctica las decisiones y los planes, una buena costumbre que mantengo hasta la fecha.” De
hecho, las buenas costumbres son el mejor sustitutivo de las malas.
Las amistades también pueden pegarnos buenos o malos hábitos, pues unos y otros son
contagiosos. Tal como “las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”, las buenas nos
ponen el ejemplo de sanas costumbres que imitar (1 Corintios 15:33). Lo más importante es que
los hábitos pueden fortalecer o debilitar nuestra relación con Dios. Estela dice: “Las buenas
costumbres facilitan nuestro servicio a Jehová. Las que no lo son lo entorpecen”.
Adquiramos buenas costumbres y dejemos que nos guíen; serán una fuerza poderosa y
beneficiosa en la vida.
Pág. 126 *** be pág. 278 párrs. 1-4 El mensaje que debemos proclamar ***
Ponga a Cristo como fundamento. La Biblia asemeja la formación de discípulos a la
construcción de un edificio que tiene a Jesús por fundamento (1 Cor. 3:10-15). Por tanto, hemos
de ayudarles a conocerlo tal y como lo describen las Escrituras. Evite que se consideren
seguidores suyos y dirija la atención a Cristo (1 Cor. 3:4-7).
Si el fundamento está bien colocado, los estudiantes comprenderán que Cristo dejó un modelo
para que “sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Ped. 2:21). A fin de continuar la
edificación, anímelos a leer los Evangelios viéndolos no solo como relatos verídicos, sino como
una guía para la vida. Ayúdelos a tener muy presentes las actitudes y cualidades que
caracterizaron a Jesús, así como a analizar lo que sentía hacia su Padre, su modo de afrontar las
pruebas y tentaciones, su sumisión a Dios y su manera de tratar a las personas en diversas
circunstancias. Destaquemos la actividad que llenó la vida de Cristo. De este modo, cuando los
estudiantes se enfrenten a decisiones y pruebas, se preguntarán: “¿Cómo habría actuado él en
esta situación? ¿Demostraré que agradezco lo que ha hecho por mí?”.
Al dirigirse a la congregación, no debe razonar que, como sus hermanos ya tienen fe en
Cristo, no es preciso centrar la atención en él. Las palabras que pronuncie serán más
significativas si logran fortalecerles la fe. Cuando hable de las reuniones, relaciónelas con el papel
de Cabeza de la congregación que desempeña Jesús. Si diserta sobre la evangelización,
destaque el espíritu con que Cristo la llevó a cabo, y preséntela a la luz de lo que él está haciendo
ahora, en su puesto de Rey, para reunir a las personas que entrarán vivas en el nuevo mundo.
Como es obvio, no basta con aprender algunos hechos básicos acerca de Jesús. Para ser un
verdadero cristiano, hay que ejercer fe en él y amarlo de corazón. Dicho amor se traduce en
obediencia leal (Juan 14:15, 21). Además, motiva a las personas a mantenerse firmes en la fe a
pesar de las adversidades, a seguir los pasos de Cristo toda la vida y a demostrar la madurez
cristiana propia de quienes están firmemente “arraigados y establecidos sobre el fundamento”
(Efe. 3:17). Tal derrotero glorifica a Jehová, el Dios y Padre de Jesucristo.
Pág. 128 *** bh cap. 18 pág. 177 párr. 9 El bautismo y nuestra relación con Dios ***
9
Para empezar, pudiera explicar con tacto algunas verdades bíblicas a sus familiares, amigos,
vecinos y compañeros de trabajo. Con el tiempo, es muy probable que quiera participar en la
predicación que realizan organizadamente los testigos de Jehová. Cuando llegue ese momento,
hable con toda confianza con el Testigo que le está enseñando la Biblia. Si él cree que usted
reúne los requisitos para predicar públicamente, se harán los planes oportunos para que ustedes
dos se reúnan con dos ancianos de la congregación
Pág. 129 *** bh cap. 16 pág. 154 párr. 2 Póngase de parte de la adoración verdadera ***
2
Algo parecido sucede con la religión falsa. La Biblia enseña que está contaminada con
enseñanzas y prácticas inmundas, o sucias (2 Corintios 6:17). Por eso es vital salirse de
“Babilonia la Grande”, el imperio mundial de la religión falsa (Revelación [Apocalipsis] 18:2, 4).
¿Lo ha hecho usted ya? Si así es, lo felicitamos. Pero no es suficiente con que abandone una
religión falsa o presente su renuncia a ella. También debe preguntarse: “¿Quedan restos de la
adoración falsa en mi vida?”. Veamos algunos ejemplos
*** bh cap. 18 págs. 177-178 párrs. 10-11 El bautismo y nuestra relación con Dios ***
10
Así conocerá mejor a algunos ancianos cristianos, los pastores del rebaño de Dios (Hechos
20:28; 1 Pedro 5:2, 3). Ellos se fijarán en si usted comprende las enseñanzas básicas de la Biblia
y cree en ellas, si está viviendo de acuerdo con los principios divinos y si desea sinceramente ser
testigo de Jehová. Si así es, le harán saber que reúne los requisitos para ser publicador
no bautizado de las buenas nuevas, lo que le permitirá predicar públicamente.
11
Por otra parte, a veces los ancianos observan que la persona debe hacer ciertos cambios en
su vida para poder predicar públicamente. Por ejemplo, tal vez tenga que dejar alguna práctica
que haya mantenido en secreto. Por eso, antes de pedir que se le nombre publicador
no bautizado, es necesario que usted lleve una vida libre de pecados graves, como la inmoralidad
sexual, la borrachera y el consumo de drogas (1 Corintios 6:9, 10; Gálatas 5:19-21).
*** be pág. 282 párr. 6 Pautas para los superintendentes de la escuela ***
Matriculación de estudiantes. Anime a todos los publicadores a matricularse en la escuela.
Otras personas que asistan con asiduidad a las reuniones también pueden hacerlo, siempre que
acepten las enseñanzas bíblicas y vivan en conformidad con los principios cristianos. Cuando
alguien exprese su deseo de inscribirse, encómielo de manera afectuosa. Si la persona aún no es
publicadora, usted, como superintendente de la escuela, analizará con ella los requisitos que
debe reunir para matricularse, preferiblemente en presencia de quien le dirija el estudio bíblico (o
de su padre o madre creyente). Tales requisitos son los mismos que se exigen a los publicadores
no bautizados, y se encuentran en las páginas 97 a 99 del libro Organizados para efectuar
nuestro ministerio. Mantenga una lista actualizada de todos los matriculados en la escuela.
*** w96 15/1 pág. 16 Las ovejas de Jehová necesitan de tiernos cuidados ***
Cuando los nuevos desean predicar
6
Tras haber adquirido conocimiento y haber asistido a las reuniones por un tiempo, es posible
que el estudiante de la Biblia quiera ser publicador del Reino, esto es, un predicador de las
buenas nuevas. (Marcos 13:10.) En tal caso, el Testigo que le dirige el estudio debe hablar con el
superintendente presidente, quien designará a dos ancianos, uno de los cuales ha de ser
integrante del Comité de Servicio de la congregación, para que se reúnan con el estudiante y su
maestro y analicen las páginas 98 y 99 del libro Organizados para efectuar nuestro ministerio. Si
dichos ancianos ven que el estudiante cree en las doctrinas fundamentales de la Biblia y se rige
por los principios divinos, le harán saber que llena los requisitos necesarios para participar en el
ministerio público. Cuando entregue su informe del servicio del campo, este se apuntará en una
tarjeta de Registro de Publicador de Congregación abierta a su nombre. Ahora ya puede informar
su actividad de predicación junto con los millones de personas que alegremente ‘publican la
palabra de Dios’. (Hechos 13:5.) Se hará un anuncio para comunicar a la congregación que el
estudiante es un nuevo publicador no bautizado.
7
El publicador no bautizado precisa de la asistencia de los ancianos y de otros cristianos
maduros. Por ejemplo, el conductor del Estudio de Libro de Congregación al cual acude se
interesará por su progreso espiritual. Al nuevo publicador quizás le cueste trabajo hablar
convincentemente en la obra de casa en casa. (Hechos 20:20.) Por lo tanto, agradecerá la ayuda
que otros le brinden, en especial quien le ha dirigido el estudio bíblico con el libro Conocimiento.
Esta ayuda práctica es apropiada, pues Jesucristo también preparó a sus discípulos para el
ministerio. (Marcos 6:7-13; Lucas 10:1-22.)
8
Si se quiere ser eficiente en el ministerio, es indispensable prepararse bien y con antelación.
Por ello, los dos publicadores pueden reunirse primero para ensayar las presentaciones que se
sugieren en los números mensuales de Nuestro Ministerio del Reino. Al comenzar el ministerio
del campo, el más veterano podría hablar en una puerta o dos. Tras presentarse amigablemente,
ambos pueden participar en dar el testimonio. Después de trabajar juntos en el ministerio algunas
semanas, a lo mejor consiguen buenas revisitas y hasta quizás un estudio bíblico con el libro
Conocimiento. El publicador más experimentado puede dirigir el estudio un tiempo y luego cederlo
al nuevo proclamador del Reino. ¡Qué felices se sentirán los dos si el estudiante manifiesta
aprecio por el conocimiento divino!
9
Cuando un publicador no bautizado progresa espiritualmente, puede que se dedique a Dios
en oración y exprese el deseo de bautizarse. (Compárese con Marcos 1:9-11.) Cuando eso
ocurra, debe ponerlo en conocimiento del superintendente presidente de la congregación, quien
se encargará de que los ancianos repasen con él las preguntas de las páginas 175 a 218 del libro
Organizados para efectuar nuestro ministerio. De ser posible, las cuatro partes en que están
divididas las abarcarán distintos ancianos en tres sesiones. Si estos están de acuerdo en que el
publicador no bautizado posee un entendimiento razonable de las doctrinas bíblicas y llena otros
requisitos, le informarán que puede bautizarse. Así, en virtud de su dedicación y bautismo,
recibirá la “marca” de la salvación. (Ezequiel 9:4-6.)
*** km 2/02 pág. 5 párrs. 14-18 ‘Prediquemos la palabra de Dios plenamente’ ***
14
Ayudémoslos a reanudar su servicio. ¿Hay alguien en el territorio de su congregación
que haya dejado de ser un predicador activo de las buenas nuevas? Tales personas aún forman
parte de la congregación y necesitan ayuda (Sal. 119:176). Puesto que el fin de este viejo mundo
está tan cerca y el nuevo mundo está a las puertas, tenemos buenas razones para hacer lo
máximo posible por animar a los inactivos (Rom. 13:11, 12). En cada uno de los pasados cinco
años, más de veintiséis mil quinientos de ellos han respondido a la ayuda y se han reactivado.
¿Qué podemos hacer para que muchos más reaviven el amor y la confianza que tenían? (Heb.
3:12-14.)
15
El cuerpo de ancianos analizará cómo ayudar a quienes se han hecho inactivos en años
recientes (Mat. 18:12-14). El secretario debe examinar las tarjetas Registro de publicador de la
congregación y confeccionar una lista de los inactivos. Se pondrá especial empeño en brindar
asistencia mediante el programa de pastoreo. Quizá un anciano desee visitar a cierto publicador
inactivo debido a que lo conozca bien y haya tenido amistad con él. O también se podría solicitar
la colaboración de otros publicadores, tal vez porque estudiaron con la persona que ahora está
inactiva; seguramente agradecerán la oportunidad de ayudarla en estos momentos en que tanto
lo necesita. Es de esperar que muchos inactivos se sientan impulsados a predicar de nuevo la
palabra de Dios. Si reúnen los requisitos, la temporada de la Conmemoración es el mejor
momento para reanudar su servicio (para más información, véase la “Sección de preguntas” de
Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2000).
16
¿Hay otros que puedan predicar? Jehová sigue bendiciendo a su pueblo al incorporar a él
“las cosas deseables de todas las naciones” (Ageo 2:7). Todos los años, miles de personas llegan
a ser publicadores no bautizados. ¿Quiénes son estos? Tanto hijos de testigos de Jehová como
estudiantes de la Biblia que están progresando bien. ¿Cómo saber si ya pueden ser publicadores
de las buenas nuevas?
17
Hijos de testigos de Jehová. Hay muchos niños que llevan varios años acompañando a
sus padres en el ministerio de casa en casa, pero todavía no son publicadores no bautizados.
Marzo sería un buen mes para que lo fueran. ¿Cuándo reúne un niño los requisitos? En la página
99 del libro Organizados para efectuar nuestro ministerio se indica que los llena cuando “es
ejemplar en su conducta y puede dar expresión personal de su fe al hablar a otras personas
acerca de las buenas nuevas, porque se siente impulsado desde el corazón a hacer eso”. Si
creemos que nuestro hijo cumple tales condiciones, hablemos con uno de los ancianos que
componen el Comité de Servicio de Congregación.
18
Estudiantes de la Biblia. Una vez que los estudiantes de la Biblia adquieren conocimiento y
asisten durante algún tiempo a las reuniones, es posible que deseen ser publicadores del Reino.
Si estudiamos la Biblia con alguien así, preguntémonos: “¿Está progresando bien para su edad y
aptitudes? ¿Ha comenzado a hablar de su fe informalmente? ¿Se está vistiendo de ‘la nueva
personalidad’? (Col. 3:10.) ¿Satisface los requisitos para los publicadores no bautizados, tal como
se exponen en las páginas 97 a 99 del libro Nuestro Ministerio?”. En tal caso, se informará de ello
al Comité de Servicio de Congregación para que dos ancianos se reúnan con quien imparte el
curso bíblico y con el estudiante. Si este cumple los requisitos, los dos ancianos le comunicarán
que ya puede participar en el ministerio público.
*** lv cap. 5 pág. 57 párr. 14 Qué implica no ser parte del mundo ***
14
Cuando participamos en el ministerio o asistimos a las reuniones cristianas, es aún más
necesario que vayamos limpios y bien arreglados. Por eso, deberíamos preguntarnos: “¿Llamo la
atención por mi apariencia o mi falta de higiene? ¿Se avergüenzan los demás de mí? ¿A qué le
doy más importancia: al derecho a arreglarme como yo quiera, o a reunir los requisitos para
recibir algún privilegio de servicio en la congregación?” (Salmo 68:6; Filipenses 4:5; 1 Pedro 5:6).
*** km 6/96 pág. 5 párr. 19 Cómo usar el libro Conocimiento para hacer discípulos ***
19
En la página 16 de La Atalaya del 15 de enero de 1996, párrafo 6, se especifica el
procedimiento que debe seguirse para determinar si alguien llena los requisitos para participar en
el ministerio público. Cuando el estudiante reúna los requisitos, sería útil llevar a cabo una sesión
de práctica a fin de prepararlo para su primer día en el servicio del campo. Comente de modo
positivo las reacciones de la gente y las objeciones comunes en el territorio. Si es posible, llévelo
primero a la obra de casa en casa y prepárelo paulatinamente para otros rasgos del ministerio.
Procure hacer una presentación breve y sencilla, para que el estudiante pueda imitarla fácilmente.
Sea edificante y animador, irradie gozo en la obra para que el estudiante lo note y lo refleje a su
vez. (Hech. 18:25.) El objetivo es que el nuevo discípulo llegue a ser un publicador constante y
celoso de las buenas nuevas. Usted podría ayudarle a preparar un horario práctico para el
servicio. A fin de que progrese en su habilidad de dar el testimonio, sugiérale que lea los números
de La Atalaya del 15 de agosto de 1984, páginas 15 a 25; 15 de julio de 1988, páginas 9 a 20;
15 de enero de 1991, páginas 15 a 20; y 1 de enero de 1994, páginas 20 a 25.
*** w96 15/1 págs. 16-17 párr. 8 Las ovejas de Jehová necesitan de tiernos cuidados ***
8
Si se quiere ser eficiente en el ministerio, es indispensable prepararse bien y con antelación.
Por ello, los dos publicadores pueden reunirse primero para ensayar las presentaciones que se
sugieren en los números mensuales de Nuestro Ministerio del Reino. Al comenzar el ministerio
del campo, el más veterano podría hablar en una puerta o dos. Tras presentarse amigablemente,
ambos pueden participar en dar el testimonio. Después de trabajar juntos en el ministerio algunas
semanas, a lo mejor consiguen buenas revisitas y hasta quizás un estudio bíblico con el libro
Conocimiento. El publicador más experimentado puede dirigir el estudio un tiempo y luego cederlo
al nuevo proclamador del Reino. ¡Qué felices se sentirán los dos si el estudiante manifiesta
aprecio por el conocimiento divino!
*** km 6/05 pág. 1 Dirijamos estudios bíblicos progresivos (10.a parte) ***
Cómo preparar al estudiante para la predicación de casa en casa
1
Cuando los ancianos determinan que un estudiante de la Biblia reúne los requisitos para ser
publicador no bautizado, este puede participar con la congregación en la predicación pública
(véase Organizados para hacer la voluntad de Jehová, págs. 79-81). ¿Cómo podemos ayudarlo a
afrontar el reto de predicar de casa en casa?
2
Prepárense juntos. No hay nada que sustituya la buena preparación. Muestre al estudiante
dónde puede hallar presentaciones en Nuestro Ministerio del Reino y en el libro Razonamiento, y
ayúdelo a seleccionar una que sea sencilla y práctica para el territorio. Anímelo desde el principio
a emplear la Biblia en el ministerio (2 Tim. 4:2).
3
Las sesiones de práctica son muy provechosas para el nuevo publicador. A medida que el
estudiante ensaye la presentación, enséñele cómo responder con tacto a las objeciones que sean
frecuentes en el territorio (Col. 4:6). Tranquilícelo diciéndole que los ministros cristianos no tienen
por qué saber la respuesta a todas las preguntas que alguien pueda plantear. A menudo, lo más
conveniente es ofrecerse a investigar el tema y a regresar para seguir hablando de él
(Pro. 15:28).
4
Prediquen juntos. La primera vez que el estudiante participe en el ministerio de casa en
casa, comience predicando usted para que él observe cómo utilizar la presentación que han
preparado juntos, y luego deje que lo haga él. En algunos casos pudiera ser mejor que el
estudiante empezara interviniendo brevemente en la presentación, tal vez leyendo y comentando
un texto bíblico. Tome en consideración su personalidad y aptitudes (Fili. 4:5). Encómielo con
frecuencia mientras lo prepara en las distintas facetas de la predicación.
5
Es importante ayudar al nuevo publicador a fijarse un horario regular de predicación, a fin de
que participe en el ministerio todas las semanas si es posible (Fili. 3:16). Haga planes concretos
para salir con él al servicio del campo, y anímelo a predicar también con otros publicadores
celosos. El ejemplo y la compañía de estos hermanos contribuirán a que adquiera más destreza y
a que disfrute de la predicación de casa en casa.
*** km 7/05 pág. 1 Dirijamos estudios bíblicos progresivos (11.a parte) ***
Cómo enseñar al estudiante a hacer revisitas
1
Cuando el estudiante de la Biblia empiece a predicar, sin duda encontrará personas
interesadas en las buenas nuevas. ¿Cómo podemos ayudar al nuevo publicador a hacer revisitas
eficaces y a cultivar el interés demostrado?
2
La preparación para la revisita comienza en la visita inicial. Anime al estudiante a mostrar
interés sincero por aquellos con quienes hable (Fili. 2:4). Enséñele poco a poco a dejar que las
personas se expresen, a escuchar lo que dicen y a percibir lo que les preocupa. Cuando alguien
parezca interesado, haga que el nuevo publicador tome nota de los datos pertinentes y empléelos
luego para ayudarle a preparar conversaciones futuras.
3
Preparación de la revisita. Tras repasar las notas sobre la primera visita, enseñe al
estudiante a escoger un aspecto del mensaje del Reino que pueda atraer a la persona (1 Cor.
9:19-23). Preparen juntos una breve presentación que incluya la lectura de un texto bíblico y de
un párrafo de la publicación con la que quieran empezar el estudio. Busquen también una
pregunta que se pueda plantear al final de la conversación y que siente las bases para la
siguiente visita. Muestre al nuevo publicador cómo aportar en cada visita algo que aumente el
conocimiento que la persona ya tiene de la Palabra de Dios.
4
Asimismo conviene enseñar al estudiante una introducción sencilla. Por ejemplo, después de
saludar a la persona, podría decirle: “Disfruté mucho de nuestra conversación anterior y he vuelto
para mostrarle más información bíblica acerca de [mencione el tema escogido]”. Explíquele
también qué hacer si sale alguien diferente a la puerta.
5
Enséñele a ser diligente. Anime al estudiante a ser ejemplar volviendo a visitar cuanto
antes a todos los que se hayan mostrado interesados. Tal vez tenga que ser muy persistente para
encontrarlos de nuevo en sus hogares. Enséñele cómo acordar con la persona interesada un día
y una hora para volver, y ayúdele a comprender la importancia de cumplir con la cita (Mat. 5:37).
Prepare al nuevo publicador para que sea amable, considerado y respetuoso mientras busca a
los de condición de oveja y cultiva su interés (Tito 3:2).
*** km 8/05 pág. 1 Dirijamos estudios bíblicos progresivos (12.a parte) ***
Cómo ayudar al estudiante a comenzar y dirigir estudios de la Biblia
1
Es posible que cuando nuestros estudiantes empiecen a predicar les asuste la idea de
comenzar y dirigir sus propios estudios de la Biblia. ¿Cómo podemos ayudarlos a ganar confianza
en este aspecto fundamental de nuestro ministerio? (Mat. 24:14; 28:19, 20.)
2
El estudiante que cumple los requisitos para ser publicador no bautizado probablemente ya
lleva algún tiempo matriculado en la Escuela del Ministerio Teocrático. La instrucción que en ella
recibe para preparar y presentar asignaciones estudiantiles le permitirá desarrollar las habilidades
docentes necesarias para ser un “trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la
palabra de la verdad correctamente” (2 Tim. 2:15).
3
Enséñele con el ejemplo. Jesús preparó a sus discípulos dándoles instrucciones claras y
poniéndoles un buen ejemplo. “Todo el que esté perfectamente instruido será como su maestro”,
dijo (Luc. 6:40). En nuestro caso también es vital que imitemos a Jesús y seamos ejemplares en
la predicación. El estudiante deberá comprender, al observarnos en el ministerio, que el objetivo
de hacer revisitas es comenzar estudios de la Biblia.
4
Explíquele que, al ofrecer un estudio, por lo general no es necesario entrar en muchos
detalles sobre las clases bíblicas. Con frecuencia basta con demostrar cómo se realizan utilizando
uno o dos párrafos de la publicación con la que se quiere estudiar. Encontrará buenas
sugerencias al respecto en la página 8 de este número y en la página 6 de Nuestro Ministerio del
Reino de enero de 2002.
5
Cuando sea apropiado, anime al estudiante a que lo acompañe a usted o a otro publicador
experimentado a un estudio bíblico y a que participe comentando un párrafo o un texto clave.
Observándonos, el estudiante aprenderá mucho sobre cómo dirigir estudios progresivos (Pro.
27:17; 2 Tim. 2:2). Encómielo y dígale cómo puede mejorar.
6
Enseñar a los publicadores nuevos a ser maestros de la Palabra de Dios los preparará para
la “buena obra” de iniciar y dirigir sus propios estudios (2 Tim. 3:17). En verdad produce mucha
satisfacción proclamar junto a ellos la siguiente invitación amorosa: “Cualquiera que desee, tome
gratis el agua de la vida” (Rev. 22:17).
Pág. 130 *** km 8/94 págs. 3-4 Sigamos progresando en una rutina ordenada ***
1
El apóstol Pablo sentía un cariño especial por la congregación de Filipos, pues había
contribuido a su formación. Agradeció sus bondadosas provisiones materiales y dijo que eran un
buen ejemplo. (2 Cor. 8:1-6.)
2
Lo que impulsó a Pablo a escribir su carta a los filipenses fue el amor profundo que sentía
por ellos. La obra Perspicacia, volumen 1, página 940, dice: “A lo largo de toda la carta, animó a
la congregación de Filipos a continuar en su buen proceder, a que procurasen más
discernimiento, una mayor dependencia de la palabra de vida y una fe y esperanza más fuertes
en el premio venidero”. Ellos respondieron con cariño, y el vínculo que los unía al apóstol se hizo
más fuerte. Hoy día, las palabras de Pablo cobran un significado especial para nosotros, y nos
dan buenas razones para reflexionar en su exhortación, sobre todo en lo que dice Filipenses 3:15-
17.
3
Es importante tener una actitud madura: En Filipenses 3:15, Pablo escribió como un
hombre con años de experiencia. Reconoció el progreso espiritual de los filipenses y les habló
como a cristianos maduros de buena disposición. En tanto su actitud reflejara la humildad y el
aprecio que había manifestado Jesús, resultarían “sin culpa e inocentes, hijos de Dios sin
tacha [...], teniendo la palabra de vida asida con fuerza”. (Fili. 2:15, 16.) Al leer estas palabras de
Pablo debemos sentir que se dirige a nosotros. Por ello deseamos sinceramente tener la misma
actitud mental que tuvo Jesús y mostrar con humildad que apreciamos nuestros privilegios.
Pedimos continuamente a Jehová en oración que nos ayude en este y en otros asuntos. (Fili.
4:6, 7.)
4
Como se indica en Filipenses 3:16, todos debemos esforzarnos por progresar. La palabra
“progreso” significa “acción de ir hacia adelante, avance, adelanto, perfeccionamiento”. Las
personas progresistas se interesan en ideas avanzadas, descubrimientos y oportunidades. Pablo
deseaba que los filipenses comprendieran que el cristianismo nunca se estanca y que quienes lo
profesan deben continuar adelantando. Su espíritu progresista se vería con claridad en la
disposición a autoevaluarse, reconocer sus debilidades y buscar oportunidades de aumentar la
cantidad y calidad de lo que hacían. Hoy, la organización terrestre de Jehová sigue avanzando
progresivamente, ampliando su gama de actividades y su entendimiento de la Palabra de Dios.
Todos debemos ir a su paso, aprovechando todas sus provisiones y participando de lleno en el
trabajo que efectúa.
5
El progreso entraña una rutina ordenada: A continuación, Pablo animó a sus hermanos a
seguir “andando ordenadamente en esta misma rutina”. (Fili. 3:16.) Para andar ordenadamente,
debemos ver a las personas y las cosas en su justa perspectiva y tener un buen comportamiento.
Los cristianos de Filipos se mantuvieron en su debido lugar, cerca de la organización de Jehová y
unos de otros. Regían su vida por la ley del amor. (Juan 15:17; Fili. 2:1, 2.) Pablo los exhortó a
‘portarse de una manera digna de las buenas nuevas’. (Fili. 1:27.) La necesidad de ser ordenado
y tener buena conducta es tan importante hoy como lo fue entonces.
6
Rutina es la costumbre de hacer algo de forma habitual. Se refiere a la manera en que
suelen hacerse las cosas. Hacerse una rutina puede ser ventajoso por cuanto no tenemos que
pausar y meditar para decidir cada paso consecutivo, pues ya hemos fijado un proceder que
seguiremos por costumbre.
7
Una rutina teocrática ordenada consiste en hábitos y costumbres sanos, beneficiosos y
piadosos, que tienen por objeto edificarnos en sentido espiritual, que ayudemos a los demás y, de
ser posible, que hagamos más en el servicio a Jehová. Para alcanzar con éxito tales objetivos es
necesario programar y seguir una rutina que incluya estudio personal, asistencia regular a las
reuniones y participación en la predicación.
8
Elementos esenciales de una rutina ordenada: Es fundamental adquirir “conocimiento
exacto y pleno discernimiento”. (Fili. 1:9.) El estudio personal robustece nuestra fe, intensifica
nuestro aprecio por la verdad y nos motiva a ir en pos de obras excelentes. Con todo, a algunos
se les ha hecho difícil formarse un hábito de estudio personal. El motivo que con más frecuencia
se aduce es la falta de tiempo.
9
No se puede recalcar lo suficiente los beneficios de la lectura diaria de la Biblia. Su
instrucción es “provechosa” en todo sentido. (2 Tim. 3:16, 17.) ¿Cómo podemos incluir el estudio
de la Biblia en nuestra rutina diaria? Algunos se levantan unos minutos más temprano todos los
días, cuando tienen la mente despejada. Otros prefieren leerla algunos minutos antes de
acostarse. Las esposas que pasan el día en casa pueden dedicarle un tiempo por la tarde, antes
de que los demás lleguen del trabajo o la escuela. Algunos, además de la Biblia, han incluido la
lectura del libro Proclamadores en su rutina semanal de estudio.
10
Cuando nos hacemos nuevos hábitos, es posible que estos pugnen con los que teníamos
anteriormente. Quizás solíamos perder el tiempo en actividades irrelevantes. Romper ese hábito
no es fácil. Nadie va a imponernos la costumbre de estudiar ni a exigirnos cuentas por lo que
dejemos de hacer en cuanto a ello. La persistencia en nuestros hábitos de estudio dependerá
principalmente del aprecio que sintamos por “las cosas más importantes” y de nuestra disposición
a comprar “el tiempo oportuno” para beneficiarnos de ellas. (Fili. 1:10; Efe. 5:16.)
11
Las reuniones cristianas desempeñan un papel muy importante en nuestro progreso
espiritual, pues nos proporcionan la instrucción y el ánimo que necesitamos. Por eso, la asistencia
a las reuniones es otra parte esencial de nuestra rutina ordenada. Pablo recalcó la importancia de
estas. No es una cuestión de gusto. (Heb. 10:24, 25.)
12
¿Cómo podemos mostrar disciplina al organizar nuestras actividades semanales? Algunos
programan el tiempo que dedicarán a sus intereses personales e intentan meter apretadamente
las reuniones en ese horario, cuando debería ser al revés. Tenemos que dar prioridad a nuestras
reuniones semanales y planear las demás actividades en torno a ellas.
13
Para asistir con regularidad a las reuniones, hay que tener buenos planes y cooperación de
la familia. Entre semana, la mayoría de nosotros tiene tantas cosas que hacer, que con frecuencia
nos queda poco tiempo. Entonces, si es posible, se debe programar la comida a una hora que le
permita a la familia comer, arreglarse y llegar a las reuniones antes de que empiecen. Para
lograrlo, todos tienen que cooperar de diversas maneras.
14
Participar en el servicio del campo con regularidad es indispensable para seguir
progresando en una rutina ordenada. Todos reconocemos claramente la seria responsabilidad de
predicar el mensaje del Reino. Eso es lo que nos hace testigos de Jehová. (Isa. 43:10.) Dado que
es la obra más urgente y beneficiosa que se realiza en la actualidad, sería impropio considerarla
una parte secundaria de nuestra rutina. Pablo exhortó: “Ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de
alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre”. (Heb. 13:15.)
15
Cuando planeamos nuestras actividades de la semana, debemos apartar períodos
específicos para el servicio del campo. Tal vez la congregación tiene reuniones para el servicio
varios días de la semana y únicamente es cuestión de decidir cuáles apoyaremos. Es bueno
participar en las diferentes facetas del servicio, como la obra de casa en casa con las revistas y
otras publicaciones, hacer revisitas y dirigir estudios bíblicos. Hasta podemos estar preparados
para dar testimonio informal, llevando con nosotros algunas publicaciones y aprovechando las
oportunidades de entablar conversaciones. Ya que por lo general salimos con alguien, podemos
preguntarle sobre su horario para hacer planes que convengan a ambos.
16
Debemos seguir nuestra rutina de predicación aunque encontremos indiferencia en el
territorio. Sabemos de antemano que solo unos cuantos responderán favorablemente. (Mat.
13:15; 24:9.) Ezequiel recibió la comisión de predicar a personas ‘rebeldes, insolentes y de duro
corazón’. Jehová le prometió ayudarlo haciendo su ‘frente exactamente tan dura como las frentes
de ellos’, a saber, “como un diamante, más dura que el pedernal”. (Eze. 2:3, 4; 3:7-9.) Así pues,
una rutina regular de servicio exige perseverancia.
17
Imitemos los buenos ejemplos: La mayoría de nosotros predica mejor cuando alguien
toma la delantera. Pablo y sus compañeros dieron un buen ejemplo, y él invitó a otros a imitarlo.
(Fili. 3:17.) Su rutina incluía todos los elementos necesarios para mantenerlo fuerte en sentido
espiritual.
18
En la actualidad también se nos ha bendecido con buenos ejemplos. En Hebreos 13:7,
Pablo nos aconseja: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes, [...] y al contemplar
detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe”. Por supuesto, Cristo es
nuestro Modelo, pero podemos imitar la fe de los que llevan la delantera. Como Pablo, los
ancianos deben comprender que tienen que dar un buen ejemplo a los demás. Aunque difieren en
circunstancias, debe verse con claridad que todos siguen ordenadamente una rutina en la que los
intereses del Reino tienen prioridad. Pese a sus obligaciones seglares y familiares, los ancianos
deben tener hábitos fijos de estudio personal, asistencia a las reuniones y servicio del campo en
vanguardia. Al ser evidente que los ancianos ‘presiden sus propias casas excelentemente’, toda
la congregación se sentirá motivada a seguir andando en una rutina ordenada. (1 Tim. 3:4, 5.)
19
Metas para el nuevo año de servicio: Cuando comienza un nuevo año de servicio es
apropiado reflexionar sobre nuestra rutina personal. ¿Qué revela un examen de nuestra actividad
del año que ha terminado? ¿Pudimos sostener, o incluso mejorar, nuestra actividad? Tal vez nos
hicimos más concienzudos en el estudio personal. Quizás asistimos a las reuniones con más
asiduidad o aumentamos nuestro servicio del campo sirviendo de precursores auxiliares. Es
posible que recordemos actos bondadosos que hicimos a favor de miembros de la congregación
o de nuestra familia. En tal caso, podemos regocijarnos de haber andado de una manera que le
agrada a Dios, y tenemos buenas razones para seguir “haciéndolo más plenamente”. (1 Tes. 4:1.)
20
Si por el contrario nuestra rutina fue un tanto inconsecuente o esporádica, ¿cómo nos afectó
espiritualmente? ¿Hubo algo que estorbara nuestro progreso? La superación comienza pidiendo
la ayuda de Jehová. (Fili. 4:6, 13.) Hable de sus necesidades con el resto de la familia y solicite su
cooperación en los campos en que su rutina deba mejorar. Si tiene problemas, pida ayuda a los
ancianos. Si nos esforzamos sinceramente y seguimos la guía de Jehová, de seguro evitaremos
hacernos “inactivos o infructíferos”. (2 Ped. 1:5-8.)
21
Seguir una rutina ordenada trae bendiciones que hacen que los esfuerzos valgan la pena.
Resuélvase a seguir progresando en una rutina ordenada y ‘no descuide sus quehaceres. Fulgure
con el espíritu. Sirva a Jehová como esclavo’. (Rom. 12:11.) (Si desea información más detallada
sobre este tema, vea La Atalaya del 1 de mayo de 1985, páginas 13-17.)
Pág. 131 *** jl lección 1 pág. 4 ¿Qué clase de personas somos los testigos de Jehová? ***
¿Cuántos testigos de Jehová conoce? Tal vez algunos de nosotros seamos vecinos suyos, o
compañeros de trabajo o de escuela; quizás hayamos conversado con usted sobre la Biblia.
¿Quiénes somos realmente, y por qué hablamos con la gente acerca de nuestras creencias?
Somos personas comunes y corrientes. Entre nosotros hay hombres y mujeres de todos los
orígenes y estratos sociales. Algunos teníamos una religión, otros no creíamos en Dios; sin
embargo, antes de llegar a ser testigos de Jehová, todos nos tomamos el tiempo para analizar
detenidamente las doctrinas bíblicas (Hechos 17:11). Aceptamos lo que aprendimos y luego
tomamos una decisión personal: adorar a Jehová Dios.
Le sacamos provecho al estudio de la Biblia. Como todo el mundo, tenemos problemas y
debilidades; pero gracias a que nos esforzamos por poner en práctica los principios bíblicos en el
diario vivir, nuestra calidad de vida ha mejorado muchísimo (Salmo 128:1, 2). Esa es una de las
razones por las cuales hablamos a la gente de las cosas buenas que hemos aprendido en la
Biblia.
Nos regimos por valores divinos. Estos valores, que se enseñan en la Biblia, producen en
nosotros una sensación de bienestar. Además, nos motivan a respetar al prójimo y a ser
honrados y bondadosos. Nos ayudan a ser miembros sanos y productivos de la sociedad, y
promueven la unidad familiar y la moralidad. Estamos convencidos de que “Dios no es parcial”.
Por eso, nuestra hermandad es verdaderamente internacional, libre de barreras raciales y
políticas. Aunque somos personas comunes, formamos un pueblo único en su género (Hechos
4:13; 10:34, 35).
*** jl lección 2 pág. 5 ¿Por qué adoptamos el nombre de testigos de Jehová? ***
Muchas personas creen que los testigos de Jehová somos una religión nueva. Sin embargo, hace
más de dos mil setecientos años, a los siervos del único Dios verdadero se los llamó “testigos”
suyos (Isaías 43:10-12). Antes de 1931 se nos conocía como Estudiantes de la Biblia. ¿Por qué
decidimos entonces adoptar el nombre de testigos de Jehová?
Porque da a saber quién es nuestro Dios. El nombre de Dios, Jehová, aparece miles de veces
en la Biblia, como lo demuestran diversos manuscritos antiguos. En muchas traducciones, este
nombre ha sido sustituido por títulos como Señor o Dios. Pero el Dios verdadero se presentó a sí
mismo ante Moisés como Jehová y le dijo: “Este es mi nombre hasta tiempo indefinido” (Éxodo
3:15). Así se distinguió de los dioses falsos. A nosotros nos enorgullece portar el santo nombre de
Dios.
Porque subraya nuestra misión. Comenzando con el justo Abel, una larga sucesión de
personas dieron testimonio de su fe en Jehová. A lo largo de los siglos, otros, como Noé,
Abrahán, Sara, Moisés y David, se sumaron a esta gran “nube de testigos” (Hebreos 11:4–12:1).
Tal como un individuo atestigua a favor de una persona inocente en un tribunal, así nosotros
estamos decididos a dar a conocer la verdad acerca de nuestro Dios.
Porque imitamos a Jesús. La Biblia llama a Jesús “el testigo fiel y verdadero” (Revelación
[Apocalipsis] 3:14). Él mismo dijo que había dado a conocer el nombre de su Padre y que había
venido a dar “testimonio acerca de la verdad” sobre Dios (Juan 17:26; 18:37). Por eso,
sus verdaderos discípulos deben portar el nombre de Jehová y proclamarlo. Eso es lo que los
testigos de Jehová nos esforzamos por hacer.
Muchas personas han dejado de asistir a sus servicios religiosos porque no les brindan guía
espiritual ni consuelo. Entonces, ¿por qué debería usted asistir a las reuniones de los testigos de
Jehová? ¿Qué tienen que ofrecerle?
El placer de estar en compañía de personas afectuosas y bondadosas. En el siglo primero,
los cristianos estaban organizados en congregaciones y se juntaban para adorar a Dios, estudiar
las Escrituras y animarse mutuamente (Hebreos 10:24, 25). Reunidos con sus hermanos
espirituales en un clima de amor, se sentían entre amigos verdaderos (2 Tesalonicenses 1:3;
3 Juan 14). Nosotros seguimos el mismo modelo y experimentamos la misma alegría.
El beneficio de aprender a aplicar los principios de la Biblia. Siguiendo la costumbre de
tiempos bíblicos, hombres, mujeres y niños nos reunimos para escuchar a maestros capacitados
que nos ayudan a entender cómo aplicar los principios de la Biblia en el diario vivir (Deuteronomio
31:12; Nehemías 8:8). Todos los asistentes pueden intervenir en las sesiones de preguntas y
respuestas y cantar los cánticos, lo que permite que cada cual exprese su esperanza cristiana
(Hebreos 10:23).
La bendita oportunidad de fortalecer la fe en Dios. El apóstol Pablo escribió a una de las
congregaciones de su día: “Anhelo verlos [...] para que haya un intercambio de estímulo entre
ustedes, por cada uno mediante la fe del otro, tanto la de ustedes como la mía” (Romanos
1:11, 12). El contacto con los hermanos en las reuniones fortalece nuestra fe y nuestra
determinación de vivir una vida cristiana.
¿Por qué no asiste a la próxima reunión y lo comprueba usted mismo? Le daremos una cálida
bienvenida. Las reuniones son gratuitas y no se hacen colectas.
*** jl lección 6 pág. 9 ¿Cómo nos beneficia relacionarnos con nuestros hermanos
cristianos? ***
¿Cómo nos beneficia relacionarnos con nuestros hermanos cristianos?
Aun si tenemos que caminar por una espesa jungla o hacerle frente al mal tiempo, los testigos de
Jehová no dejamos de asistir a nuestras reuniones. ¿Por qué ponemos tanto empeño en
reunirnos con nuestros hermanos a pesar de las dificultades de la vida y el cansancio de un día
de trabajo?
Contribuye a nuestro bienestar. Hablando de la necesidad de asistir a las reuniones, el apóstol
Pablo dijo: “Considerémonos unos a otros” (Hebreos 10:24). Considerar quiere decir “examinar
con atención una cosa”. En otras palabras, el apóstol nos anima a conocernos mutuamente, a
preocuparnos por los demás. Cuando conocemos a otros miembros de la congregación,
descubrimos que algunos han superado dificultades parecidas a las nuestras y que
pueden ayudarnos a salir también adelante.
Fomenta amistades duraderas. En las reuniones estamos rodeados, no de simples conocidos,
sino de amigos íntimos. Además, hay otras ocasiones en que nos juntamos para participar en
actividades recreativas sanas. ¿Qué influencia ejerce en nosotros esta convivencia? Nos enseña
a valorarnos más, lo cual afianza el vínculo de amor que nos une. Y cuando nuestros compañeros
se enfrentan a problemas, acudimos de inmediato en su ayuda porque hemos cimentado una
amistad sólida (Proverbios 17:17). Al relacionarnos con todos en la congregación, demostramos
que nos preocupamos “los unos [por] los otros” (1 Corintios 12:25, 26).
Lo animamos a elegir como amigos a personas que estén haciendo la voluntad de Dios.
Encontrará ese tipo de amigos entre los testigos de Jehová. No permita que nada le impida
reunirse con nosotros.
Este suplemento recopila las ideas clave de la serie de artículos sobre cómo dirigir
estudios bíblicos progresivos que han aparecido en Nuestro Ministerio del Reino.
Se nos invita a guardarlo y consultarlo cuando dirijamos estudios bíblicos. También
puede utilizarse para repasar algunas de las sugerencias en las reuniones para el
servicio del campo, y a los superintendentes de servicio podría servirles de base
para los discursos que dan cuando visitan los grupos de estudio de libro.
*** w05 1/2 págs. 28-31 ¿Produce fruto la verdad en las personas a quienes usted enseña?
CUANDO el joven Eric anunció que ya no quería ser testigo de Jehová, sus padres quedaron
destrozados. La noticia los tomó por sorpresa. Desde niño, Eric había participado en el estudio
bíblico de familia, había asistido a las reuniones cristianas y había predicado con la congregación.
Parecía que, por decirlo así, estaba en la verdad. Pero ahora que se había ido de casa, los
padres se dieron cuenta de que no había hecho suyas las verdades bíblicas. Este descubrimiento
no solo fue una sorpresa, sino también una decepción para ellos.
Otros han experimentado sentimientos de pérdida parecidos cuando un estudiante de la Biblia
inesperadamente deja de estudiar. En estas ocasiones suelen preguntarse: “¿Por qué no percibí
que esto iba a ocurrir?”. Ahora bien, ¿es posible determinar si la verdad está dando fruto en
aquellos a quienes enseñamos y de este modo evitar un desastre espiritual? En realidad, ¿cómo
podemos asegurarnos de que la verdad está influyendo en nosotros, así como en nuestros
estudiantes? En su conocida parábola del sembrador, Jesús dio una clave que nos ayuda a
contestar estas preguntas.
La verdad tiene que llegar al corazón
“La semilla es la palabra de Dios —dijo Jesús—. En cuanto a lo que está [sembrado] en la
tierra excelente, estos son los que, después de oír la palabra con un corazón excelente y bueno,
la retienen y llevan fruto con aguante.” (Lucas 8:11, 15.) Por tanto, antes de que la verdad del
Reino pueda producir resultados en nuestros estudiantes, tiene que echar raíces en su corazón
figurado. Jesús nos asegura que tal como sucede con la buena semilla en la tierra excelente,
cuando la verdad divina llega a un buen corazón, inmediatamente surte efecto y da fruto. ¿Qué
debemos buscar?
Hay que observar las cualidades del corazón, no solo las apariencias. El hecho de que una
persona mantenga una rutina de actividades espirituales no siempre revela lo que realmente hay
en su corazón (Jeremías 17:9, 10; Mateo 15:7-9). Por eso, tenemos que mirar más allá de la pura
apariencia. Debe haber cambios concretos en sus deseos, motivos y prioridades. La persona
debe estar cultivando la nueva personalidad que se conforma a la voluntad de Dios (Efesios 4:20-
24). Ilustrémoslo. Cuando los tesalonicenses oyeron las buenas nuevas, Pablo dijo que las
aceptaron enseguida como la palabra de Dios. Pero fue el aguante, la fidelidad y el amor que
luego demostraron lo que le confirmó a él que la verdad “también est[aba] obrando en [ellos]”
(1 Tesalonicenses 2:13, 14; 3:6).
Claro está, lo que el estudiante tenga en el corazón se revelará tarde o temprano en su
comportamiento, como lo ilustra el ejemplo de Eric (Marcos 7:21, 22; Santiago 1:14, 15).
Lamentablemente, para cuando se manifiesten ciertos rasgos dañinos, pudiera ser demasiado
tarde. Por eso, el desafío es tratar de identificar las debilidades específicas antes de que se
conviertan en escollos espirituales: necesitamos saber cómo ver el corazón figurado. ¿Cómo
podemos lograrlo?
Aprendamos de Jesús
Jesús, claro está, era capaz de leer los corazones sin equivocarse (Mateo 12:25). Ninguno de
nosotros puede hacer eso. Sin embargo, él mostró que nosotros también podemos percibir los
deseos, motivos y prioridades de otra persona. Tal como un buen médico utiliza diversas técnicas
de diagnóstico para identificar cualquier problema que tenga el corazón físico de un paciente,
Jesús utilizó la Palabra de Dios para ‘sacar’ y exponer los “pensamientos e intenciones del
corazón”, incluso cuando aún yacían ocultos a la vista de los demás (Proverbios 20:5; Hebreos
4:12).
Por ejemplo, en cierta ocasión Jesús ayudó a Pedro a ser consciente de una debilidad que
más tarde se convirtió en piedra de tropiezo. Jesús sabía que Pedro lo amaba. De hecho, le
acababa de encomendar al apóstol “las llaves del reino” (Mateo 16:13-19). Sin embargo, Jesús
también sabía que los apóstoles eran un blanco especial de Satanás y que pronto se les
presionaría intensamente para que transigieran. Debió de percibir que algunos de sus discípulos
tenían debilidades en la fe que exigían atención, por lo que no tuvo reparos en señalárselas.
Veamos cómo lo hizo.
Mateo 16:21 dice: “Desde ese tiempo en adelante Jesucristo comenzó a mostrar a sus
discípulos que él tenía que [...] sufrir [...] y ser muerto”. Observe que Jesús les mostró, y no solo
les dijo, lo que le ocurriría a él. Es muy probable que utilizara pasajes bíblicos como Salmo 22:14-
18 o Isaías 53:10-12, que indican que el Mesías tendría que sufrir y morir. En cualquier caso, al
leer o citar directamente de las Escrituras, Jesús les dio a Pedro y a los demás la oportunidad de
expresar lo que había en su corazón. ¿Cómo reaccionarían ante la perspectiva de tal
persecución?
Aunque Pedro había demostrado ser intrépido y celoso, su impulsiva forma de reaccionar en
esta ocasión reveló una falta grave en su modo de pensar. “Sé bondadoso contigo mismo, Señor
—dijo él—; tú absolutamente no tendrás este destino.” Pedro tenía un punto de vista erróneo,
pues como Jesús le señaló, no pensaba “los pensamientos de Dios, sino los de los hombres”. Tal
óptica constituía un error grave que podría tener tristes consecuencias. ¿Qué hizo Jesús? Tras
reprender a Pedro, les dijo a él y a los demás discípulos: “Si alguien quiere venir en pos de mí,
repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo”. Valiéndose de
pasajes como Salmo 49:8 y 62:12, les recordó bondadosamente que sus perspectivas de vivir
para siempre dependían, no de los hombres, que no pueden dar la salvación, sino de Dios (Mateo
16:22-28).
Aunque más tarde Pedro sucumbió temporalmente al temor y negó tres veces a Jesús, esta y
otras conversaciones con el Maestro sin duda lo prepararon para recuperarse con rapidez en
sentido espiritual (Juan 21:15-19). Tan solo cincuenta días después, Pedro se puso de pie
denodadamente ante las muchedumbres reunidas en Jerusalén para dar testimonio de la
resurrección de Jesús. En las semanas, meses y años siguientes hizo frente con valor a
continuos arrestos y palizas y al encarcelamiento, poniendo así un sobresaliente ejemplo de
valerosa integridad (Hechos 2:14-36; 4:18-21; 5:29-32, 40-42; 12:3-5).
¿Qué aprendemos de esto? ¿Notó lo que Jesús hizo para sacar y exponer lo que había en el
corazón de Pedro? Primero seleccionó pasajes bíblicos apropiados para que Pedro enfocara la
atención en un asunto específico. Luego le dio la oportunidad de responder de corazón.
Finalmente, le brindó más consejo de las Escrituras para ayudarlo a modificar su modo de pensar
y sus sentimientos. Quizás le parezca que esta forma de enseñar está más allá de sus
habilidades, pero analicemos dos experiencias que ilustran cómo la preparación y la confianza en
Jehová pueden ayudarnos a todos a seguir el ejemplo de Jesús.
Saquemos lo que hay en el corazón
Cuando un padre cristiano supo que sus dos hijos de seis y siete años tomaron dulces del
escritorio de su maestra, se sentó y razonó con ellos. Él comenta lo que hizo en vez de pasar por
alto el incidente como una simple travesura infantil inofensiva: “Traté de averiguar qué había en
su corazón que los había motivado a cometer ese mal acto”.
El padre les pidió que recordaran lo que le había ocurrido a Acán, según se relata en el
capítulo 7 de Josué. Los niños enseguida captaron el punto y admitieron su error. Ya les había
estado molestando la conciencia. De modo que el padre los hizo leer Efesios 4:28, que dice: “El
que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro [...] para que tenga algo que
distribuir a alguien que tenga necesidad”. Él reafirmó el consejo bíblico al hacer que los niños
pagaran su falta comprando dulces y llevándoselos a la maestra.
“Razonando con ellos —dice el padre—, tratábamos de desarraigar los motivos impropios que
percibíamos y reemplazarlos con motivos buenos y puros.” Con el tiempo, estos padres tuvieron
buenos resultados porque imitaron a Jesús al enseñar a sus hijos. Posteriormente, ambos hijos
fueron invitados a servir en Betel, en las oficinas centrales de Brooklyn, y veinticinco años
después, uno de ellos aún sirve allí.
Observe cómo otra cristiana ayudó a su estudiante de la Biblia. La estudiante asistía a las
reuniones, participaba en el ministerio y ya había expresado el deseo de bautizarse. Sin embargo,
parecía que confiaba demasiado en ella misma y no tanto en Jehová. “Como soltera, se había
hecho más independiente de lo que se imaginaba —recuerda la Testigo—. Me temía que fuera a
sufrir una crisis nerviosa o una caída espiritual.”
De modo que la Testigo tomó la iniciativa en razonar con ella sobre lo que dice Mateo 6:33,
animándola a ajustar sus prioridades, poner el Reino en primer lugar y confiar en que Jehová se
encargará de los asuntos para nuestro bien. Le preguntó sin rodeos: “¿Será que vivir sola te
dificulta a veces confiar en los demás, incluso en Jehová?”. La estudiante admitió que casi había
dejado de orar. La publicadora entonces la animó a seguir el consejo de Salmo 55:22 y a arrojar
su carga sobre Jehová porque, como nos asegura 1 Pedro 5:7, “él se interesa” por sus siervos.
Esas palabras la conmovieron. La Testigo cuenta: “Fue una de las pocas veces que la he visto
llorar”.
Que la verdad siga obrando en usted
Nos da mucho gozo ver a nuestros estudiantes responder a las verdades bíblicas.
No obstante, para lograr estos buenos resultados, nosotros mismos tenemos que poner un buen
ejemplo (Judas 22, 23). Todos debemos “[seguir] obrando [nuestra] propia salvación con temor y
temblor” (Filipenses 2:12). Eso incluye dejar que la luz de las Escrituras alumbre nuestro corazón
regularmente a fin de buscar actitudes, deseos y sentimientos que tal vez tengamos que corregir
(2 Pedro 1:19).
Por ejemplo, ¿ha disminuido últimamente su celo por las actividades cristianas? Si así es,
¿por qué? Tal vez usted está confiando demasiado en sí mismo. ¿Cómo puede saberlo? Lea
Ageo 1:2-11 y reflexione con sinceridad sobre la línea de razonamiento que empleó Jehová con
los judíos repatriados. Luego pregúntese: “¿Estoy demasiado preocupado por mi seguridad
económica y mis comodidades materiales? ¿Confío de verdad en que Jehová cuidará de mi
familia si doy prioridad a los asuntos espirituales? ¿O pienso que tengo que cuidar de mí mismo
primero?”. Si debe realizar cambios en sus pensamientos y sentimientos, no vacile en hacerlo.
Los consejos bíblicos, como los que se encuentran en Mateo 6:25-33, Lucas 12:13-21 y
1 Timoteo 6:6-12, suministran la base para tener el punto de vista equilibrado sobre las
necesidades y los bienes materiales, lo que garantiza la bendición continua de Jehová (Malaquías
3:10).
Esta clase de autoexamen sincero puede darnos en qué pensar. Admitir las debilidades
específicas que tenemos cuando alguien nos las señala puede afectarnos emocionalmente. Sin
embargo, cuando usted toma la iniciativa para brindar corrección amorosa a su hijo, a su
estudiante de la Biblia o incluso a sí mismo —prescindiendo de lo personal o delicado que sea un
asunto—, bien pudiera estar dando el primer paso hacia la salvación de ellos o de usted mismo
(Gálatas 6:1).
Ahora bien, ¿qué hacer si sus esfuerzos no parecen surtir efecto? No se dé por vencido
enseguida. Cambiar un corazón imperfecto puede ser una tarea delicada que consume tiempo y a
veces es frustrante. Pero también puede ser una tarea muy satisfactoria.
El joven Eric, mencionado al principio, con el tiempo recobró el juicio y volvió a “anda[r] en la
verdad” (2 Juan 4). “Regresé a Jehová cuando me di cuenta de lo que había perdido”, dice él.
Con la ayuda de sus padres, Eric ahora sirve fielmente a Dios. Aunque antes le molestaba que
sus padres lo instaran repetidas veces a examinar su corazón, ahora agradece mucho lo que
hicieron por él. “Mis padres son muy especiales —dice—. Nunca dejaron de amarme.”
Iluminar con la luz de la Palabra de Dios el corazón de aquellos a quienes enseñamos es una
expresión de bondad amorosa (Salmo 141:5). Siga examinando el corazón de sus hijos y de sus
estudiantes de la Biblia para asegurarse de que la nueva personalidad cristiana realmente está
echando raíces en ellos. Procure que la verdad siga influyendo en otros y en usted al “maneja[r] la
palabra de la verdad correctamente” (2 Timoteo 2:15).
*** w10 15/1 ¿Por qué hay que dedicarse a Jehová? ***
“Esta noche estuvo de pie cerca de mí un ángel del Dios a quien yo pertenezco.”
(HECH. 27:23)
“EN VIRTUD del sacrificio de Jesucristo, ¿se ha arrepentido de sus pecados y se ha dedicado
a Jehová para hacer Su voluntad?” Esta es una de las dos preguntas que se formulan al final del
discurso dirigido a los candidatos al bautismo. Ahora bien, ¿por qué deben dedicarse a Jehová
los cristianos? ¿Qué beneficios obtienen al hacerlo? ¿Por qué es imprescindible que den este
paso a fin de que Dios acepte su servicio? Para encontrar la respuesta a estas preguntas, primero
debemos comprender qué es la dedicación.
2
¿En qué consiste la dedicación? Algo que nos ayudará a encontrar la respuesta es un
comentario que hizo Pablo a bordo de un barco que estaba a punto de naufragar. El apóstol llamó
a Jehová “[el] Dios a quien yo pertenezco”, con lo cual mostró que se consideraba posesión suya
(léase Hechos 27:22-24). En efecto, mientras que el mundo está “en el poder del inicuo”, los
cristianos hemos llegado a pertenecer a Jehová (1 Juan 5:19). ¿Cómo lo hemos logrado?
Haciendo una dedicación válida a Jehová —es decir, realizando un voto, o promesa solemne, en
una oración— y luego, bautizándonos.
3
Jesús fijó el modelo el día de su bautismo, cuando hizo pública su decisión de efectuar la
voluntad de su Padre. Claro, como él había nacido en Israel, una nación que ya estaba dedicada
a Dios, no tenía por qué volver a dedicarse. Tampoco estaba satisfaciendo alguna exigencia de la
Ley. Estaba haciendo algo más. Según indica la Biblia, le dijo a Jehová: “¡Mira! He venido [...]
para hacer tu voluntad” (Heb. 10:7; Luc. 3:21). Así es, con su bautismo, se estaba presentando
ante su Padre para cumplir sus deseos. Hoy, los cristianos seguimos su modelo al bautizarnos,
aunque en nuestro caso sí estamos declarando públicamente que nos hemos dedicado en
oración a Dios.
Los beneficios de la dedicación
4
La dedicación cristiana no es una promesa cualquiera. Es un asunto muy serio. Ahora bien,
¿qué beneficios ofrece? Algo que nos ayudará a entenderlo es examinar lo provechoso que es el
sentido de compromiso en las relaciones humanas. Comencemos por la amistad. Para tener
amigos, hay que ser amigo primero. Es necesario que haya un sentido de compromiso, que se
asuma la responsabilidad moral de cuidar de la otra persona. Una de las amistades más
hermosas de tiempos bíblicos fue la de David y Jonatán, quienes estaban tan unidos que hicieron
un pacto entre ellos (léanse 1 Samuel 17:57 y 18:1, 3). Hoy día no hay muchas relaciones tan
leales como aquella. Pero, al igual que ayer, las buenas amistades tienen en común el sentido de
fidelidad y compromiso mutuo (Pro. 17:17; 18:24).
5
En Israel había otra relación que requería un sentido de compromiso: el convenio
permanente que podía establecer un esclavo con su amo. La Ley decía: “Si el esclavo dice
insistentemente: ‘Realmente amo a mi señor, a mi esposa y a mis hijos; no quiero salir como
persona puesta en libertad’, entonces su amo tiene que acercarlo al Dios verdadero y tiene que
ponerlo contra la puerta o la jamba de la puerta; y su amo tiene que agujerearle la oreja con un
punzón, y él tiene que ser esclavo suyo hasta tiempo indefinido” (Éxo. 21:5, 6). Como vemos, el
esclavo podía seguir disfrutando de la seguridad de pertenecer a un amo compasivo si hacía con
él un pacto en el que renunciaba a su libertad.
6
Otra relación donde debe existir un elevado sentido de compromiso es el matrimonio. Claro,
el compromiso es con una persona, y no meramente con un contrato. Dos personas que viven
juntas sin casarse jamás podrán ofrecer a su pareja y a sus hijos el mismo grado de seguridad
que proporciona el matrimonio cristiano honorable. Tampoco tendrán el mismo aliciente para
aceptar sus responsabilidades y esforzarse por resolver con amor las dificultades (Mat. 19:5, 6;
1 Cor. 13:7, 8; Heb. 13:4).
7
Veamos por último las relaciones laborales. Desde tiempos bíblicos, los contratos han
resultado muy útiles (Mat. 20:1, 2, 8). Así, al iniciar un negocio o al comenzar a trabajar para
alguien, firmar un contrato protege a las partes involucradas. Como hemos visto, las relaciones
humanas —trátese de amistades, matrimonios o acuerdos de negocios— se fortalecen con el
sentido de compromiso. Pero en el caso de nuestra relación con Jehová contamos con un vínculo
muy superior: la dedicación, por la cual le entregamos incondicionalmente nuestra vida.
A continuación hablaremos de los beneficios que reportaba en tiempos bíblicos la dedicación, y
veremos por qué era mucho más que un compromiso.
La dedicación benefició a Israel
8
Los israelitas en su conjunto se dedicaron a Jehová al hacerle un voto. Él los había reunido
frente al monte Sinaí y les había dicho: “Si ustedes obedecen estrictamente mi voz y
verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de
entre todos los demás pueblos”. Ante esto, el pueblo juró unánimemente: “Todo lo que Jehová ha
hablado estamos dispuestos a hacerlo” (Éxo. 19:4-8). Aquella dedicación era mucho más que un
compromiso. Era la señal de que le pertenecían a Jehová, quien a su vez les aseguró que los
trataría como su “propiedad especial”.
9
Pertenecer a Jehová les trajo muchos beneficios a los israelitas. Él fue leal y tierno con ellos
y los trató como a hijos. De hecho, les dijo: “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho,
de modo que no tenga piedad al hijo de su vientre? Hasta estas mujeres pueden olvidar;
no obstante, yo mismo no me olvidaré de ti” (Isa. 49:15). Dios guió a su pueblo mediante la Ley, lo
fortaleció enviándole profetas y lo protegió con sus ángeles. El salmista reconoció: “[Jehová] está
anunciando su palabra a Jacob, sus disposiciones reglamentarias y sus decisiones judiciales a
Israel. No ha hecho así a ninguna otra nación” (Sal. 147:19, 20; léanse Salmo 34:7, 19 y 48:14).
Al igual que cuidó de Israel, la nación que le pertenecía, hoy cuida de todos los cristianos que
están dedicados a él.
¿Por qué debemos dedicarnos a Dios?
10
Hay quienes piensan: “¿Por qué tengo que dedicarme y bautizarme para poder servir a
Jehová?”. Entenderemos la razón si recordamos en qué situación nos encontramos ante él.
Debido al pecado de Adán, todos hemos nacido fuera de la familia universal de Dios (Rom. 3:23;
5:12). Y la única manera de ser aceptados en ella es dedicándonos. Veamos por qué.
11
Ninguno de nosotros ha tenido un padre capaz de transmitirnos vida en el pleno sentido de
la palabra: vida perfecta (1 Tim. 6:19). Como la primera pareja pecó, nacimos alejados de nuestro
bondadoso Padre y Creador, y no podíamos ser considerados hijos suyos (compárese con
Deuteronomio 32:5). Desde aquel momento, la humanidad ha vivido fuera de la familia universal
de Jehová y apartada de él.
12
Aun así, cada uno de nosotros puede pedirle a Jehová que lo acepte en la familia de siervos
suyos. Pero ¿cómo podemos gozar de su favor si somos pecadores? Porque, como indicó Pablo,
“cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo” (Rom.
5:10). Ahora bien, para que él nos reciba, tenemos que solicitarle una buena conciencia, y la
forma de hacerlo es bautizándonos (1 Ped. 3:21). No obstante, hay otros pasos que debemos dar
antes. Primero debemos conocer bien a Jehová y aprender a confiar en él; luego hemos de
arrepentirnos y cambiar el curso de nuestra vida (Juan 17:3; Hech. 3:19; Heb. 11:6). ¿Qué
debemos hacer después?
13
Para ser parte de la familia de adoradores de Dios, hay que hacer una promesa solemne.
¿Por qué? Ilustrémoslo. Un padre de familia muy respetado por la comunidad conoce a un
muchacho huérfano, se encariña con él y decide adoptarlo. Pero le pone una condición: “Quiero
que me prometas que me verás como tu padre y que me amarás y respetarás siempre”. A menos
que el joven le haga esa promesa solemne, no lo aceptará como hijo. Sin duda, no es una
exigencia irrazonable. En el caso de Jehová ocurre igual: solo aceptará en su familia a quienes
estén dispuestos a hacer un voto de dedicación. Así lo indica la Biblia al decir: “Entreguen todo su
ser como sacrificio vivo a Dios. Esa ofrenda que es su vida debe estar dedicada solamente a Dios
para poder agradarle” (Rom. 12:1, La Palabra de Dios para Todos, 2008).
Un acto de amor y fe
14
La dedicación es una prueba de nuestro amor por Dios. En cierto sentido es similar al voto
matrimonial. El día de la boda, el cristiano demuestra que ama a su novia prometiéndole
solemnemente que estará a su lado en las buenas y en las malas. No solo está
comprometiéndose a formar una unión matrimonial; está jurándole lealtad a una persona.
Además, sabe que no podrán emprender una vida juntos a menos que haga ese voto. Del mismo
modo, no es posible disfrutar de todos los beneficios de ser parte de la familia de Jehová sin
hacer el voto de dedicación. Como vemos, la razón por la que nos dedicamos a Dios es porque
deseamos pertenecerle y porque, dentro de nuestra imperfección, queremos serle leales pase lo
que pase (Mat. 22:37).
15
La dedicación también es un acto de fe. Así es: nos dedicamos porque creemos en Jehová y
confiamos en que su amistad es lo mejor para nosotros (Sal. 73:28). Sabemos que no siempre
será fácil servirle, pues vivimos “en medio de una generación torcida”. Sin embargo, estamos
seguros de que Dios cumplirá su promesa de bendecir nuestros esfuerzos (Fili. 2:15; 4:13).
No nos cabe la menor duda de que él será misericordioso cuando, por culpa de la imperfección,
cometamos errores (léanse Salmo 103:13, 14 y Romanos 7:21-25). Y tenemos la certeza de que
recompensará nuestra lucha por ser íntegros (Job 27:5).
La dedicación a Dios es el camino a la felicidad
16
La dedicación es causa de felicidad, pues implica entregarle a Jehová nuestra vida, y como
dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hech. 20:35). Durante su ministerio en la
Tierra, el Hijo de Dios vivió de acuerdo con ese principio fundamental y experimentó la alegría de
ser generoso. Cuando hacía falta, sacrificaba el descanso, la comida y su comodidad personal
para enseñar a la gente el camino a la vida (Juan 4:34). Y nada le producía tanta satisfacción
como complacer a su Padre. Por eso dijo: “Yo siempre hago las cosas que le agradan” (Juan
8:29; Pro. 27:11).
17
Jesús les mostró a sus discípulos la forma de vivir que da más alegrías: “Si alguien quiere
venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo” (Mat. 16:24). Cuando nos repudiamos —es decir,
cuando renunciamos al control sobre nuestra vida—, nos acercamos al Dios de amor.
¿Podríamos estar en mejores manos?
18
Quienes se dedican a Jehová y viven conforme a su voluntad son más felices que quienes
consagran su vida al servicio de algún ser humano o al logro de un objetivo, como el de hacerse
ricos. A diferencia de ellos, los cristianos viven realmente satisfechos (Mat. 6:24). Es cierto que su
felicidad se debe en parte a que tienen el honor de ser “colaboradores de Dios” en su obra, pero
no olvidan que su voto de dedicación no lo hicieron a una obra, sino a un Dios que los tiene en
alta estima (1 Cor. 3:9). Nadie podría valorar más que él su lealtad y sus sacrificios. Incluso les
devolverá la juventud para que vivan bajo su cuidado por siempre (Job 33:25; léase Hebreos
6:10).
19
La Biblia contiene esta invitación: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Sant.
4:8; Sal. 25:14). En efecto, quienes se dediquen a Jehová gozarán de una relación estrecha con
él. En el siguiente artículo, veremos por qué podemos tomar con confianza la decisión de
dedicarnos a Jehová para llegar a ser posesión suya.
[Nota]
Las “otras ovejas” no llegarán a ser hijos de Dios sino hasta que termine el Milenio. Sin embargo,
desde el momento en que se dedican a Jehová pueden llamarlo “Padre” y ser considerados
miembros de su familia de adoradores (Juan 10:16; Isa. 64:8; Mat. 6:9; Rev. 20:5).
*** km 3/09 pág. 2 Cómo usar el libro “Amor de Dios” para dirigir estudios bíblicos ***
1
¡Qué emocionante fue recibir el libro “Manténganse en el amor de Dios” en la Asamblea de
Distrito “Guiados por el espíritu de Dios”! Tal como se anunció, esta publicación fue concebida
para ayudarnos a conocer y amar las normas de conducta de Jehová, y no para enseñar las
doctrinas básicas de la Biblia. No se ofrecerá en la predicación.
2
Este libro será el segundo que se analizará con los estudiantes de la Biblia, después del libro
Enseña. Recuerde que cada persona crece espiritualmente a un paso distinto, por lo que cada
estudio se debe conducir al ritmo que sea cómodo para el estudiante. Pero eso sí, asegúrese de
que la información que se abarque se entienda claramente. En la mayoría de los casos,
no ofreceremos un estudio con este libro a alguien que quizás ya haya estudiado varios libros
pero que no esté asistiendo a las reuniones de la congregación y que demuestre a todas luces
que no tiene la intención de amoldar su vida a las verdades bíblicas que ha aprendido.
3
Si al tiempo presente usted está dirigiendo un estudio con el libro Adoremos y ya está en los
últimos capítulos, tal vez sea mejor terminar esa publicación y animar al estudiante a leer el libro
“Amor de Dios” por cuenta propia. Si no es así, sería mejor pasar al nuevo libro y comenzar desde
el principio. Como es el caso con el libro Enseña, es opcional analizar los temas del apéndice.
4
Si un estudiante se bautiza antes de completar las dos publicaciones, se debe continuar con
el estudio hasta que termine el libro “Amor de Dios”. Y aun si se bautiza antes de terminar el
segundo libro, se pueden seguir contando el tiempo, la revisita y el estudio. El publicador que
vaya como acompañante también puede contar el tiempo.
5
Cuando un miembro del Comité de Servicio de la Congregación le pida que dirija un estudio
bíblico con alguien que se haya hecho inactivo, quizás le indique que analice solo determinados
capítulos del libro “Amor de Dios”. En tal caso, el estudio no tiene que prolongarse por mucho
tiempo. ¡Qué excelente provisión! Este nuevo libro ha sido preparado con el fin de que nos
mantengamos “en el amor de Dios” (Judas 21).
*** km 6/00 pág. 4 párrs. 7-8 “[¿]Cómo podría [...] a menos que alguien me guiara?” ***
7
Es una señal de amor cristiano prestar mucha atención personal a las personas interesadas
a las que impartimos cursos bíblicos. Nuestro objetivo es ayudar al estudiante a conseguir una
mayor comprensión de la verdad de la Palabra de Dios. Entonces, podrá ponerse firmemente y
con conocimiento de causa de parte de la verdad, así como dedicar su vida a Jehová y simbolizar
la dedicación mediante el bautismo en agua (Sal. 40:8; Efe. 3:17-19).
8
¿Recordamos qué ocurrió cuando el eunuco etíope fue bautizado? “Siguió su camino
regocijándose” como nuevo discípulo de Jesucristo (Hech. 8:39, 40). Que tanto nosotros como las
personas a las que logremos guiar en el camino de la verdad disfrutemos de servir a Jehová Dios
ahora y para siempre.
SEXTO DIA
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Pág. 137 *** w95 15/1 págs. 11-12 El gozo de Jehová es nuestra plaza fuerte ***
“Nada sino gozoso”
4
Una razón sobresaliente para tener gozo es la provisión que Jehová ha hecho para
reunirnos. Las asambleas de circuito y distrito producen gozo a los testigos de Jehová hoy día, tal
como las fiestas anuales regocijaban el corazón de los israelitas. Al pueblo de Israel se le dijo:
“Siete días celebrarás la fiesta [de las cabañas] a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escoja,
porque Jehová tu Dios te bendecirá en todo tu producto y en todo hecho de tu mano, y nada sino
gozoso tendrás que llegar a estar”. (Deuteronomio 16:13-15.) Sí, Dios quería que ‘llegaran a estar
gozosos’. Lo mismo puede decirse de los cristianos, pues el apóstol Pablo exhortó a sus
compañeros de creencia: “Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense!”.
(Filipenses 4:4.)
5
Ya que Jehová quiere que estemos gozosos, nos da el gozo como uno de los frutos de su
espíritu santo. (Gálatas 5:22, 23.) ¿Qué es gozo? Es el sentimiento de alegría que se
experimenta al esperar o poseer algún bien. Es el estado de verdadera felicidad, incluso júbilo.
Este fruto del espíritu santo de Dios nos sostiene cuando afrontamos pruebas. “Por el gozo que
fue puesto delante de [Jesús,] aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se
ha sentado a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2.) El discípulo Santiago escribió:
“Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que
ustedes saben que esta cualidad probada de su fe obra aguante”. Ahora bien, ¿qué debemos
hacer si no sabemos cómo afrontar cierta prueba? Con confianza podemos pedir sabiduría en
oración. Si obramos en conformidad con la sabiduría celestial, podremos resolver los problemas o
enfrentarnos a pruebas persistentes sin perder el gozo de Jehová. (Santiago 1:2-8.)
6
El gozo que da Jehová nos fortalece para promover la adoración verdadera. Esto fue lo que
sucedió en los días de Nehemías y Esdras. Los judíos de aquellos tiempos que habían hecho del
gozo de Jehová su plaza fuerte fueron fortalecidos para dar empuje a los intereses de la
adoración verdadera. Y su gozo aumentó al promover la adoración de Jehová. Lo mismo sucede
hoy. Como adoradores de Jehová, tenemos motivo para sentir gran regocijo. Analicemos a
continuación otras de las muchas razones para estar gozosos.
Pág. 141 *** w04 15/4 pág. 14 párrs. 10-11 Los siervos de Dios deben amar la bondad ***
10
Asimismo, la bondad está vinculada al amor. Jesús dijo a sus seguidores: “En esto todos
conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:35). Y al describir
este amor, Pablo afirmó: “El amor es sufrido y bondadoso” (1 Corintios 13:4). La bondad también
se une al amor en la expresión “bondad amorosa”, que aparece con frecuencia en las Escrituras y
que se refiere a una bondad que surge del amor leal. El sustantivo hebreo que se vierte “bondad
amorosa” significa más que tierno cariño. Es una bondad que se adhiere amorosamente a un
objeto hasta que su propósito con relación a él se ha realizado. La bondad amorosa, o amor leal,
de Jehová se refleja de diversas formas. Por ejemplo, se observa en sus actos de liberación y
protección (Salmo 6:4; 40:11; 143:12).
11
La bondad amorosa de Jehová atrae a las personas hacia él (Jeremías 31:3). Cuando los
siervos fieles de Dios necesitan liberación o ayuda, saben que Su bondad amorosa realmente es
leal, amor leal. No les fallará. Por tanto, pueden orar con fe, como el salmista que cantó: “En
cuanto a mí, en tu bondad amorosa he confiado; esté gozoso mi corazón en tu salvación” (Salmo
13:5). Puesto que el amor de Dios es leal, Sus siervos pueden cifrar completa confianza en Él.
Tienen esta garantía: “Jehová no desamparará a su pueblo, ni dejará a su propia herencia”
(Salmo 94:14).
Pág. 143 *** w13 15/8 pág. 25 párrs. 8-10 Piense en la clase de persona que debería ser ***
8
Satanás empleó la misma táctica para tentar a Jesús en el desierto. Como este llevaba
cuarenta días y cuarenta noches sin comer, el Diablo trató de apelar a su deseo de alimentarse.
“Si eres hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”, le dijo (Luc. 4:1-3). Jesús tenía
dos opciones: podía realizar un milagro para satisfacer su hambre, o podía no hacerlo. Él sabía
que no debía emplear su poder sobrenatural para complacerse a sí mismo. Aunque estaba
hambriento, su relación con Jehová le importaba mucho más. Por eso contestó: “Está escrito: ‘No
de pan solamente debe vivir el hombre sino de todo lo que procede de la boca de Jehová’” (Luc.
4:4, nota).
“EL DESEO DE LOS OJOS”
9
Juan mencionó otro señuelo: “el deseo de los ojos”. Esta expresión sugiere que es posible
empezar a desear algo con tan solo mirarlo. En el caso de Eva, Satanás apeló a este deseo y
dijo: “Tendrán que abrírseles los ojos”. Cuanto más miraba ella el fruto, más lo deseaba. Sí, “a los
ojos [el árbol] era algo que anhelar”.
10
¿Y cómo utilizó Satanás “el deseo de los ojos” para tentar a Jesús? “Le mostró todos los
reinos de la tierra habitada en un instante de tiempo; y [...] le dijo: ‘Te daré toda esta autoridad y la
gloria de ellos’.” (Luc. 4:5, 6.) Obviamente, Jesús no vio todos aquellos reinos con sus ojos
físicos. Satanás se los mostró en una visión, pensando que se sentiría tentado al ver su gloria.
Entonces tuvo el atrevimiento de decirle: “Si tú haces un acto de adoración delante de mí, todo
será tuyo” (Luc. 4:7). Jesús, sin embargo, no quería en absoluto ser la clase de persona que
Satanás deseaba que fuera. Por eso contestó: “Está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes
que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’” (Luc. 4:8).
Pág. 147 *** w13 15/11 pág. 4 párrs. 6-7 “Sean vigilantes en cuanto a oraciones” ***
6
Las súplicas son oraciones cargadas de sentimientos muy intensos. ¿En qué circunstancias
podemos suplicarle a Jehová? Sin duda, cuando sufrimos persecución o enfermedades muy
graves. En esos casos, es natural que nuestras oraciones se conviertan en súplicas. Pero ¿son
estos los únicos asuntos sobre los que podemos suplicarle a Jehová?
7
Fijémonos en la oración que Jesús nos dejó como modelo y observemos lo que dijo sobre el
nombre, el Reino y la voluntad de Dios (lea Mateo 6:9, 10). Este mundo está hundido en la
maldad, y los gobiernos humanos no pueden cubrir ni siquiera las necesidades básicas de la
gente. Obviamente, debemos suplicarle a nuestro Padre celestial que su nombre sea santificado y
que su Reino acabe con el dominio de Satanás. También es oportuno suplicarle que su voluntad
se haga en la Tierra como se hace en el cielo. En conclusión, tenemos que permanecer alerta y
usar todos los tipos de oración.
Pág. 148 *** w95 15/3 págs. 4-5 Vale la pena examinar las oraciones de la Biblia ***
UNA mujer ansiosa, un rey y el propio Hijo de Dios pronunciaron las oraciones que
examinaremos a continuación. Cada una de las oraciones fue motivada por un diferente conjunto
de circunstancias. Estas circunstancias pueden ser similares a las nuestras hoy en día. ¿Qué
podemos aprender de estos ejemplos?
“Si miras sin falta la aflicción de tu esclava”
¿Está usted luchando para vencer un problema persistente? ¿Le abruma la ansiedad? En tal
caso tiene mucho en común con Ana antes de que diera a luz a su primer hijo, Samuel. Ana
no tenía hijos y otra mujer se mofaba de ella. De hecho, su situación la preocupaba e irritaba
tanto que ni siquiera comía. (1 Samuel 1:2-8, 15, 16.) Esta mujer dirigió la siguiente súplica a
Jehová:
“Oh Jehová de los ejércitos, si miras sin falta la aflicción de tu esclava y realmente te acuerdas
de mí, y no te olvidas de tu esclava y realmente das a tu esclava prole varón, yo ciertamente lo
daré a Jehová todos los días de su vida, y no vendrá navaja sobre su cabeza.” (1 Samuel 1:11.)
Observe que Ana no habló generalidades. Se dirigió a Jehová con una petición específica (un
hijo varón) y con una resolución definida (ponerlo a disposición de Dios). ¿Qué nos enseña esta
oración?
Cuando se enfrente a la adversidad, sea específico en la oración. Sin importar cuál sea su
problema —situación doméstica, soledad, mala salud— mencióneselo a Jehová en oración.
Explíquele la naturaleza exacta de su dificultad y cómo se siente. “Todas las noches le comunico
a Jehová mis problemas —dice una viuda llamada Louise—. A veces son bastantes, pero le
menciono claramente cada uno de ellos.”
Hablar a Jehová en términos exactos es beneficioso, pues nos ayuda a definir nuestro
problema y posiblemente a verlo en sus debidas proporciones. Las oraciones específicas nos
ayudan a aliviar la ansiedad. Aun antes de que se contestara su oración, Ana se sintió confortada
y “su rostro no volvió a mostrar preocupación”. (1 Samuel 1:18.) Además, orar por cosas
específicas nos ayudará a identificar la respuesta a nuestra oración. “Cuanto más específicas son
mis oraciones —dice Bernhard, un cristiano alemán— más claras son las respuestas.”
Pág. 149 *** w11 15/2 págs. 18-19 ¿Sabemos valorar nuestras bendiciones? ***
“Intimidad con Jehová”
El salmista cantó: “La intimidad con Jehová pertenece a los que le temen” (Sal. 25:14). ¡Qué
privilegio es para nosotros, simples mortales, disfrutar de una amistad tan íntima con él!
Lamentablemente, las ocupaciones del día a día tal vez nos lleven a descuidar la comunicación
con nuestro Padre celestial. En tal caso, deberíamos pensar en los efectos que eso podría tener
en nuestra relación con él. Como Jehová es nuestro amigo, espera que le demostremos
confianza y le abramos el corazón contándole nuestros temores, deseos e inquietudes
(Pro. 3:5, 6; Fili. 4:6, 7). Ciertamente, vale la pena examinar la calidad de nuestras oraciones.
Cuando un joven Testigo llamado Paul se puso a reflexionar sobre su forma de orar, se dio
cuenta de que tenía que mejorar. Explicó: “Había caído en la costumbre de repetir siempre las
mismas expresiones”. Decidió buscar información en el Índice de las publicaciones Watch Tower
y descubrió que en las Santas Escrituras aparecen unas ciento ochenta oraciones. En ellas, los
siervos de Dios del pasado manifestaron sus sentimientos más profundos. “Al meditar en estos
ejemplos —señaló Paul—, aprendí a ser más específico, lo que me ha ayudado a hablarle a
Jehová desde el corazón. Ahora me encanta acercarme a él a través de la oración.”
“Alimento al tiempo apropiado”
Otra bendición es el extenso conjunto de verdades bíblicas que nos ofrece Dios, un verdadero
banquete. No es de extrañar que “clam[emos] gozosamente a causa de la buena condición de
corazón” (Isa. 65:13, 14). Pero debemos tener cuidado, pues no queremos que ninguna influencia
nociva nos lleve a perder el entusiasmo por la verdad. Por ejemplo, si prestáramos atención a la
propaganda de los apóstatas, podríamos confundirnos y perder el aprecio por el privilegio de
recibir “alimento [espiritual] al tiempo apropiado” a través del medio establecido por Jehová: “el
esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45-47).
Esta fue la triste experiencia de André, quien llevaba años sirviendo a Jehová. Cayó víctima de
los razonamientos de los apóstatas porque creyó que no sería peligroso echarle un vistazo a una
de sus páginas de Internet. “Al empezar a leerla —recuerda—, me llamaron la atención las
supuestas verdades que defendían. Cuanto más leía, más me convencía de que lo mejor era
abandonar la organización. Pero luego analicé con más cuidado los razonamientos que
presentaban contra los testigos de Jehová y me di cuenta de que aquellos renegados eran
maestros falsos y muy astutos. Sus ‘pruebas irrefutables’ contra nosotros no eran más que
informaciones sacadas de contexto. De modo que decidí volver a leer nuestras publicaciones y
asistir a las reuniones. Enseguida me di cuenta de cuánto me estaba perdiendo.” Felizmente,
André regresó a la congregación.
Pág. 150 *** w87 15/7 pág. 19 párr. 14 Las oraciones requieren obras ***
14
El principio de que las oraciones requieren obras aplica también a estas palabras del
discípulo Santiago, medio hermano de Jesús: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a
sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y
le será dada”. (Santiago 1:5; Mateo 13:55.) Pero ¿nos imparte Dios esta sabiduría por algún
milagro? No. En primer lugar, tenemos que tener la actitud correcta, como leemos: “Enseñará a
los mansos Su camino”. (Salmo 25:9.) ¿Y cómo enseña Dios “a los mansos”? Mediante su
Palabra. De nuevo, tenemos que esforzarnos por entenderla y ponerla en práctica, como se
indica en Proverbios 2:1-6: “Hijo mío, si recibes mis dichos y atesoras contigo mis propios
mandamientos, de modo que con tu oído prestes atención a la sabiduría, para que inclines tu
corazón al discernimiento; si, además, clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el
discernimiento mismo, si sigues buscando esto como a la plata, [...] en tal caso entenderás el
temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios. Porque Jehová mismo da la
sabiduría”.
Pág. 155 *** w73 15/1 pág. 45 párr. 22-27 Usted nunca está solo ***
22
Otro misionero encarcelado en circunstancias similares explicó: “¡Tenía tanto tiempo a mi
disposición! . . . Comencé a recordar muchos textos bíblicos y los escribía. . . . Habiendo escrito
suficientes textos, escogía uno para un texto diario, lo copiaba y lo mantenía prominente en
alguna parte para poder considerarlo a través del día.”
23
De todas partes del mundo llegan ejemplos del día moderno que prueban que los cristianos
verdaderos nunca están solos. En Alemania, durante la II Guerra Mundial, miles de Testigos
fueron puestos en campos de concentración de Hitler, por lo general despojados de sus Biblias.
Uno de estos Testigos, después de ser puesto en libertad, escribió: “Cuando fui arrestado me
sentí agradecido de no haber desatendido el estudio bíblico personal, ya que éste me ayudó a
tener fe para aguantar. Con frecuencia pensaba en el aguante que mencionó el escritor bíblico
Santiago, que dijo: ‘¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado.’—Sant. 5:11.
24
“Aunque los oficiales de la prisión me quitaron la Biblia, permitían que otros presos [que
no eran Testigos] la tuvieran. Pensaban que mi fe se debilitaría si no tenía la Biblia, y que
renunciaría a mi fe firmando una declaración en ese sentido, preparada por los nazis.
No comprendían que yo había grabado la verdad de la Palabra de Dios con gran profundidad en
mi mente por medio del estudio bíblico personal y en grupo mucho antes de haber sido
encarcelado. No pudieron quitar de mi mente aquellas verdades fortalecedoras de la fe.”
25
Testigos en la República Árabe Unida que fueron puestos en un campo de concentración
también conocieron por experiencia el poder fortalecedor de la fe de la Palabra de Dios y ellos
también nunca se sintieron solos. Observó un Testigo que había sido representante viajero de la
Sociedad Watch Tower antes de su encarcelación: “Sin importar la cantidad de insultos y golpizas
que recibíamos, pasaban unos cuantos segundos y no sentíamos nada más, aunque continuaban
las golpizas. Estábamos sintiendo que Jehová Dios siempre estaba con nosotros.”
26
¿Y cómo se las arreglaron esos Testigos para adquirir alimento espiritual dador de
fortaleza? Uno de ellos contestó: “Cada mañana considerábamos un texto bíblico apropiado,
escogiendo uno que fuera animador para nuestros hermanos cristianos. También escogíamos
dos capítulos de la Biblia sobre los cuales hablar. Entonces cada uno de nosotros sacaba de su
memoria la información que podíamos recordar de estos capítulos. Cada noche, también, nos
reuníamos para un discurso bíblico. Estas discusiones y discursos bíblicos diarios de veras
resultaron fortalecedores para nosotros.”
27
Realmente son muchos los ejemplos del día moderno que prueban que los cristianos
verdaderos nunca están solos; Jehová está con ellos si se encomiendan a él y confían
enteramente en él.
*** w97 15/11 págs. 8-9 Manténgase firme en la fe a pesar de las pruebas ***
LOS siervos de Jehová son sus Testigos, que le sirven con fe y “gozo de corazón”.
(Deuteronomio 28:47; Isaías 43:10.) Lo hacen aunque los asedien las pruebas. Pese a las
dificultades, los consuela la siguiente exhortación: “Considérenlo todo gozo, mis hermanos,
cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que esta cualidad probada
de su fe obra aguante”. (Santiago 1:2, 3.)
2
Estas palabras las escribió el discípulo Santiago, medio hermano de Jesucristo, cerca del
año 62. (Marcos 6:3.) Santiago era un anciano de la congregación de Jerusalén. De hecho, él,
Cefas (Pedro) y Juan parecían “ser columnas”, es decir, sólidos pilares de la congregación.
(Gálatas 2:9.) Cuando la cuestión de la circuncisión llegó a “los apóstoles y los ancianos”,
alrededor del año 49, Santiago presentó una propuesta basada en las Escrituras, que el cuerpo
gobernante del siglo primero aceptó. (Hechos 15:6-29.)
3
Santiago, pastor espiritual concienzudo, ‘conocía la apariencia del rebaño’. (Proverbios
27:23.) Sabía que los cristianos de su día afrontaban pruebas severas. Algunos de ellos tenían
que modificar su modo de pensar, pues favorecían a los pudientes. Para muchos la adoración era
un puro formulismo. Otros hacían daño con su lengua ingobernable. Se dejaba sentir el espíritu
perjudicial del mundo, y muchos no tenían paciencia ni se ocupaban en la oración. Es más,
ciertos cristianos estaban espiritualmente enfermos. La carta de Santiago trata estas cuestiones
de manera constructiva, y su consejo es tan práctico hoy como lo fue en el siglo primero. Nos
será de mucho beneficio analizar esta carta como si se hubiera escrito para nosotros
personalmente.
Cuando afrontamos pruebas
4
Santiago nos indica cómo debemos considerar las pruebas. (Santiago 1:1-4.) Sin aludir a su
parentesco con el Hijo de Dios, humildemente se llama “esclavo de Dios y del Señor Jesucristo”.
Santiago escribe a “las doce tribus” del Israel espiritual, “esparcidas” en un principio debido a la
persecución. (Hechos 8:1; 11:19; Gálatas 6:16; 1 Pedro 1:1.) A nosotros también se nos persigue
como cristianos y nos ‘encontramos en diversas pruebas’. Pero si recordamos que nuestra fe se
fortalece al aguantar las pruebas, lo ‘consideraremos todo gozo’ cuando estas nos sobrevengan.
La lealtad a Dios durante las pruebas redundará en felicidad perdurable.
5
Algunas pruebas tienen que ver con adversidades comunes a la humanidad. Por ejemplo, es
posible que tengamos mala salud. Dios no realiza en este tiempo curas milagrosas, pero contesta
las oraciones en las que le pedimos la sabiduría y la fortaleza necesarias para sobrellevar la
enfermedad. (Salmo 41:1-3.) Asimismo, sufrimos por causa de la justicia cuando se nos persigue
por el hecho de ser testigos de Jehová. (2 Timoteo 3:12; 1 Pedro 3:14.) Aguantar estas
tribulaciones prueba nuestra fe, y le confiere por tanto una “cualidad probada”. Y luego, el triunfo
de la fe “obra aguante”. Por otra parte, la fe, fortalecida por las tribulaciones, nos ayudará a
superar futuras pruebas.
6
“Pero —dice Santiago— que el aguante tenga completa su obra.” Si permitimos que la
prueba siga su curso y no intentamos ponerle fin prematuramente por medios contrarios a las
Escrituras, el aguante efectuará la “obra” de convertirnos en cristianos completos, no carentes de
fe. Por supuesto, si la prueba pone de manifiesto alguna debilidad, debemos buscar la ayuda de
Jehová para superarla. ¿Y si la prueba es una tentación para que cometamos un acto inmoral?
Oremos acerca de este problema y luego actuemos en armonía con nuestras peticiones. Es
posible que tengamos que cambiar de empleo o tomar otras medidas para mantenernos leales a
Dios. (Génesis 39:7-9; 1 Corintios 10:13.)
La búsqueda de la sabiduría
7
Santiago nos indica qué debemos hacer si no sabemos cómo afrontar cierta prueba.
(Santiago 1:5-8.) Jehová no nos va a reprochar el hecho de que nos falte sabiduría y se la
pidamos en oración con fe. Él nos ayudará a ver la prueba en su justa perspectiva y a aguantarla.
Es posible que se nos llame la atención a algún texto bíblico mediante los compañeros de
creencia o el estudio personal de la Biblia. La providencia divina puede maniobrar los
acontecimientos de modo que percibamos lo que debemos hacer, y el espíritu de Dios puede
guiarnos. (Lucas 11:13.) Por supuesto, para disfrutar de esos beneficios tenemos que
mantenernos cerca de Dios y de su pueblo. (Proverbios 18:1.)
8
Jehová nos da la sabiduría para enfrentarnos a las pruebas si seguimos “pidiendo con fe, sin
dudar nada”. El que duda “es semejante a una ola del mar impelida por el viento y aventada de
una parte a otra” de forma impredecible. Si somos así de inestables en sentido espiritual,
no debemos ‘figurarnos que vamos a recibir cosa alguna de Jehová’. No seamos ‘indecisos’
ni ‘inconstantes’ en la oración ni de otras maneras. Por el contrario, tengamos fe en Jehová, la
Fuente de la sabiduría. (Proverbios 3:5, 6.)
*** km 10/12 pág. 3 párr. 6 Usemos los tratados para difundir las buenas nuevas ***
6
Al predicar en las calles. ¿Ha usado los tratados al predicar en las calles? Algunos
transeúntes van de prisa y no desean detenerse a hablar con nosotros, así que es difícil
determinar cuánto interés tienen en el mensaje. En lugar de darles las últimas revistas sin saber si
van a leerlas o no, ofrezcámosles un tratado. La llamativa portada y la brevedad del contenido tal
vez los motive a leerlo cuando dispongan de unos minutos. Por supuesto, si se detienen a
conversar con nosotros, podríamos hablarles de la información que contiene.
Una invitación hecha siglos atrás se anuncia ahora en 233 países: “Vengan, y subamos a la
montaña de Jehová, [...] y él nos instruirá acerca de sus caminos, y ciertamente andaremos en
sus sendas” (Isa. 2:3). Encaminar a las personas hacia la organización de Jehová es una de las
mejores formas de ayudarlas a progresar en sentido espiritual para que alcancen la vida eterna.
2
Algunos publicadores quizás esperen a que sus estudiantes hayan adelantado
considerablemente antes de convidarlos al Salón del Reino. No obstante, algunas veces hay
quienes comienzan a asistir a las reuniones de la congregación aun antes de que se les pueda
empezar un estudio de la Biblia. Por lo tanto, no debemos demorarnos en invitar amablemente a
las personas y animarlas a ir a las reuniones.
3
Qué hacer. Válgase de las hojas sueltas para informar a la gente acerca de las reuniones.
Mencione que son gratis y que no se hacen colectas. Explique cómo se llevan a cabo. Señale que
son verdaderos cursos bíblicos y que se suministra material de estudio para que todos lo sigan.
Haga mención de la variedad de culturas y de la condición social de los asistentes. Diga que son
personas de la localidad, y que se puede llevar a niños de cualquier edad. Invitemos a nuestros
estudiantes a acudir a las reuniones y brindémosles la ayuda que precisen con este fin.
4
Uno de los últimos pasajes de la Biblia contiene una afectuosa invitación a participar de las
provisiones que Jehová otorga para la vida: “Y el espíritu y la novia siguen diciendo: ‘¡Ven!’. [...] Y
cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida” (Rev.
22:17). Nada puede sustituir a las invitaciones que hagamos a la gente para que vaya a nuestras
reuniones.
5
Isaías 60:8 describe proféticamente a los cientos de miles de nuevos alabadores que acuden
a las congregaciones del pueblo de Dios como palomas que “vienen volando justamente como
una nube, y como palomas a los agujeros de su palomar”. Todos podemos invitar a los nuevos a
las reuniones y darles una calurosa bienvenida. De este modo, colaboraremos con Jehová en el
aceleramiento de la recolección (Isa. 60:22).