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¡Buenas noches a todos!

Fe de erratas: la cita correcta de la frase de Edward Carr (1961) es la siguiente: “Sólo podemos
captar el pasado y lograr comprenderlo a través del cristal del presente”.

A continuación les dejo mi análisis de la Unidad Temática III:


La Historia como disciplina científica tiene un valor social sumamente importante. En
principio, es clave en la formación de la conciencia colectiva porque colabora en la reflexión
sobre los valores, costumbres y actitudes que caracterizan a una sociedad determinada. Por otro
lado, y dejando de lado los preceptos positivistas decimonónicos, la Historia no puede predecir el
futuro ya que su objeto de estudio es el ser humano y sus acciones, cimentadas en la libertad, que
hacen impredecible el devenir histórico. “Por esa razón, la Historia siempre se desenvuelve sobre
lo singular, no caben en ella las generalizaciones”. (Caldarola, 2008) Sin embargo, lo que sí
puede hacer es encontrar explicaciones sobre el porqué del presente y su dinámica de cambios y
continuidades.
Son interesantes los siete preceptos a tener en cuenta al momento de desarrollar un trabajo
de investigación sobre el pasado. De ellos, considero fundamental aquel que alerta sobre la
necesaria contextualización de los hechos a través de su inclusión en un proceso histórico de
mayor duración y complejidad. De esta manera se evita el relato factual donde la verdad histórica
se presenta incompleta y tergiversada. Por otro lado, es primordial, a pesar de las dificultades que
presenta el objeto de estudio de las Ciencias Sociales, abordar el trabajo investigativo con la
mayor imparcialidad posible ya que, de esta forma, se logrará un conocimiento científico de rigor
y altamente útil para la comprensión del pasado. Y por último, son claves las fuentes que se
utilizarán para la reconstrucción del pasado. No sólo se deben apelar a diversidad de fuentes
materiales, históricas/ arqueológicas/ antropológicas, que evitarán dejar afuera a los pueblos
ágrafos, sino que se debe atender también a su procedencia social. Es decir, está última salvedad
permitirá obtener enfoques variados de los hechos y procesos históricos ya que la perspectiva de,
por ejemplo, una persona de la aristocracia, en plena Revolución Francesa, no será la misma que
la de un burgués o un campesino. De esta manera, la compresión del pasado será más amplia y
significativa permitiendo, además, que las raíces del presente sean reinterpretadas y
reproblematizadas.

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Por otra parte, es sugestiva la diferencia entre la concepción del pasado que puede ofrecer
la investigación histórico-científica y la que puede brindar el mito, la leyenda o la religión. La
primera, basada en el método científico, ofrecerá un conocimiento pretendidamente verdadero,
verificable materialmente, causalista y racionalista. En cambio, el segundo estará imbuido por la
ficción, la arbitrariedad, el azar y será incomprobable materialmente. Desde mi perspectiva no
considero que haya que desechar el conocimiento aportado por la segunda ya que suelen ser muy
valiosos para el análisis, por ejemplo, de las mentalidades de una época a partir de la concepción
cosmogónica de una sociedad. Sin embargo, soy consciente que la riqueza del mismo será mayor
si se lo enmarca en un trabajo intelectual donde sea el método científico quien guie el abordaje
del pasado.
Con respecto a las enseñanzas que puede brindar la Historia es clave su rol en la
construcción de un ciudadano crítico y comprometido con la realidad de su época. En este sentido
es demostrativa la frase de Pierre Vilar citada en el texto: “La Historia debe enseñarnos, en
primer lugar, a leer un periódico”. Las instituciones, valores, ideas, ceremonias y relaciones
geográficas del presente tienen su porqué en el pasado y por ello es fundamental que una
comunidad lo tenga en cuenta al momento de apreciarlas y valorarlas ya que de esa forma
establecerán lazos significativos con las generaciones anteriores y sus acciones. Como sostiene
Marc Bloch: “La incomprensión del presente, nace “fatalmente” de la ignorancia del pasado”.
Además, el pasado es enseñanza y como reza una sentencia popular: “Pueblo que no conoce su
historia se encuentra forzado a repetirla”.
Por otro lado, creo oportuno hacer énfasis en los diversos enfoques que tiene la Historia.
Más allá de la diferenciación entre idealistas y materialistas o entre objetivistas y subjetivistas es
muy importante saber “rescatar” lo que uno considera valedero de cada uno. Es decir, sin cerrarse
en concepciones dogmáticas, será trabajo del Historiador adoptar una visión ecléctica al respecto
e integrarlos en un marco teórico más amplio y a la vez más heterogéneo. Es una tarea compleja y
muy demandante poder cotejar los diversos enfoques pero sería enriquecedor complementar el
análisis socioeconómico del marxismo con aquel de tipo ideológico de la tradición idealista.
Como también sería sugestivo tomar el rigor científico y el apego a las fuentes de los objetivistas
y combinarlo con las interpretaciones analíticas de los subjetivistas. Con ello no digo que tenga
que darse este tipo de sincretismo en toda investigación histórica ya que la delimitación del

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campo de estudio es un rasgo fundamental de la misma. Pero sí considero que puede desarrollarse
un trabajo investigativo que contenga vetas analíticas de distintas tendencias historiográficas.
Para finalizar, es interesante traer a colación el estudio de la Historia en el aula. Como lo
he expresado en intervenciones anteriores, es fundamental impulsar actividades de investigación
para que los alumnos se acostumbren, no sólo a comprender los contenidos, sino a construirlos y
transformarlos. Es decir, siguiendo lo expresado en el texto, puede resultar más didáctico que los
alumnos comprendan el método histórico, y con ello cómo se puede conseguir saber lo que pasó
y cómo explicarlo, que la propia explicación de un hecho o proceso histórico en concreto. Con
ello no estoy desechando la segunda posibilidad pero sí dándole una mayor importancia a las
herramientas analíticas que puede aportar la primera ya que les permitirá a los alumnos concebir
el pasado, presente y futuro de una forma mucho más independiente y fructífera para su rol como
ciudadano activo de la sociedad.
Nos seguimos leyendo. ¡Saludos!

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