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La causa de la felicidad es la paz interior.

Si tenemos una mente apacible, seremos felices, sin depender de


las condiciones externas, pero si está alterada o afligida por
cualquier motivo, nunca nos sentiremos felices por muy
favorables que sean.

Las condiciones externas solo nos hacen felices si tenemos una


mente apacible. Lo podemos entender por propia experiencia. Por
ejemplo, aunque vivamos en un lugar de lo más hermoso y
dispongamos de todo lo necesario, en cuanto nos enfadamos,
dejamos de ser felices. Esto se debe a que el odio ha destruido
nuestra paz interior.

“De lo dicho se deduce que si deseamos disfrutar de felicidad


verdadera y duradera, hemos de cultivar y mantener una
experiencia especial de paz interior.

La única manera de conseguirlo es adiestrar la mente con la


práctica espiritual –reducir de manera gradual los estados
mentales perturbadores y sustituirlos por estados apacibles y
positivos–. Si seguimos desarrollando nuestra paz interior,
finalmente experimentaremos la paz mental suprema y
permanente (nirvana, contemplación, meditación, extasis, etc.

Una vez que hayamos alcanzado, seremos felices tanto en esta


vida, no habremos solucionado todos los problemas pero
entenderemos el verdadero sentido de nuestra vida humana.

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