Un arcoíris12 o arco iris es un fenómeno óptico y meteorológico que consiste
en la aparición en el cielo de un arco (en ocasiones, dos o más) de luz
multicolor, originado por la descomposición de la luz solar en el espectro visible, la cual se produce por refracción, cuando los rayos del sol atraviesan pequeñas gotas de agua contenidas en la atmósfera terrestre. Es un arco compuesto de arcos concéntricos de colores, sin solución de continuidad entre ellos, con el rojo hacia la parte exterior y el violeta hacia el interior. A altitud suficiente, por ejemplo, cuando se viaja en avión, el arcoíris se puede observar en forma de círculo completo. Colores del espectro visible. Arcoíris visto desde un avión. Doble arcoíris en la Ciudad de Verona. Es de menos frecuencia el arcoíris doble, el cual incluye un segundo arco externo y más tenue con los colores invertidos, es decir, el rojo hacia el interior y el violeta hacia el exterior. Si bien el arcoíris es un gradiente continuo de colores espectrales, se considera que estos pueden definirse en siete colores fundamentales: rojo, naranja, amarillo, verde, cian, azul y violeta, los cuales equivalen a los mencionados por el científico Isaac Newton en 1704 (rojo-naranja-amarillo-verde-azul-añil-violeta, respectivamente). En el sistema RGB, que es un modelo de colores luz, corresponde a tres colores primarios, dos secundarios y dos terciarios Índice 1 Historia de la ciencia del arcoíris 2 Explicaciones sobre el fenómeno 3 Explicaciones no científicas 3.1 Relato bíblico 3.2 Leyenda de Gilgamesh 3.3 Mitología griega 3.4 Mitología nórdica 4 Los siete colores del arcoíris 5 Símbolo activista 6 Véase también 7 Referencias 8 Enlaces externos Historia de la ciencia del arcoíris Arcoíris doble El erudito griego clásico Aristóteles (384-322 a. C.) fue el primero en dedicar una atención seria al arcoíris.3 Según Raymond L. Lee y Alistair B. Fraser, «A pesar de sus muchas fallas y su atractivo para la numerología pitagórica, la explicación cualitativa de Aristóteles mostró una inventiva y una coherencia relativa que no tuvo parangón durante siglos. Después de la muerte de Aristóteles, gran parte de las teorías sobre el arcoíris consistieron en reacciones a su trabajo, aunque no todas ellas fueron acríticas».4 En el Libro I de Naturales Quaestiones (c. 65 d. C.), el filósofo romano Séneca el Joven analiza ampliamente varias teorías sobre la formación del arcoíris, incluidas las de Aristóteles. Observa que los arcoíris aparecen siempre opuestos al sol, que aparecen en el agua rociada por un remero, en el agua escupida por un batidor sobre la ropa estirada por pinzas o en el agua pulverizada través de un pequeño orificio en una tubería reventada. Incluso hablaba de arcoíris producidos por pequeñas varillas (virgulae) de vidrio, anticipándose a las experiencias de Newton con los prismas. Tenía en cuenta dos teorías: una, que el arcoíris era producido por el sol reflejándose en cada gota de agua; y la otra, que era producido por el sol reflejándose en una nube con forma de espejo cóncavo; favorecía la segunda. También analizaba otros fenómenos relacionados con el arcoíris: las misteriosas "virgas" (varillas), los halos y la parhelia.5
Según Hüseyin Gazi Topdemir, el físico árabe y polimata Ibn al-Haytham
(Alhazen; 965-1039), intentó proporcionar una explicación científica del fenómeno del arcoíris. En su Maqala fi al-Hala wa Qaws Quzah [Sobre el arcoíris y el halo], al-Haytham «explicó la formación del arcoíris como una imagen, que se forma en un espejo cóncavo. Si los rayos de luz provenientes de una fuente de luz más lejana reflejan a cualquier punto en el eje del espejo cóncavo, forman círculos concéntricos en ese punto. Cuando se supone que el sol como una fuente de luz más lejana, el ojo del espectador como un punto en el eje del espejo y una nube como una superficie reflectante , entonces se puede observar que los círculos concéntricos se están formando en el eje».6 No pudo verificar esto porque su teoría de que «la luz del sol es reflejada por una nube antes de llegar al ojo» no permitía una posible verificación experimental.7 Esta explicación fue repetida por Averroes,[cita requerida] y, aunque incorrecta, proporcionó la base para las explicaciones correctas dadas más tarde por Kamāl al-Dīn al-Fārisī en 1309 e, independientemente, por Teodorico de Freiberg (ca. 1250 - ca. 1311)[cita requerida] —ambos habían estudiado el Libro de Óptica de al-Haytham.8
Un contemporáneo de Ibn al-Haytham, el filósofo y erudito persa Ibn Sīnā
(Avicena, 980-1037), proporcionó una explicación alternativa: «que el arco no se forma en la nube oscura sino más bien en la niebla muy fina que se encuentra entre la nube y el sol o el observador. La nube, pensaba, sirve simplemente como fondo de esta sustancia delgada, al igual que cuando se coloca un revestimiento de mercurio sobre la superficie posterior del vidrio en un espejo. Ibn Sīnā cambiaría el lugar no solo del arco, sino también de la formación del color, sosteniendo que la iridiscencia es simplemente una sensación subjetiva en el ojo».9 Esta explicación, sin embargo, también era incorrecta.[cita requerida] El relato de Ibn Sīnā aceptaba muchos de los argumentos de Aristóteles sobre el arcoíris.10
En la China de la dinastía Song (960-1279), un polimata y funcionario erudito
llamado Shen Kuo (1031-1095) planteó la hipótesis —como había hecho antes un tal Sun Sikong (1015-1076)— de que los arcoíris se formaban por un fenómeno de la luz solar al encontrarse gotas de lluvia en el aire.11 Paul Dong señala que la explicación de Shen del arcoíris como un fenómeno de refracción atmosférica «está básicamente de acuerdo con los principios científicos modernos».12
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