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Heroes y Proceres de Nicaragua
Heroes y Proceres de Nicaragua
MIGUEL LARREYNAGA:
Prócer de la Independencia
Los invasores han salido de San Juan del Sur y avanzan. Los filibusteros
se apoderan de la casa de Don Máximo Espinoza, que se convierte en
verdadera fortaleza, donde se parapetan y comienzan a disparar con
mortíferos efectos.
Urge una decisión pronta y enérgica para evitar la carnicería que hacen
desde la improvisada fortaleza. Los jefes de las tropas nicaragüenses
deciden incendiar el edificio, arriesgadísima tarea que solo puede ser
llevada a cabo por voluntarios heroicos. El momentos es angustioso,
impresionante y grave. Entonces Enmanuel Mongalo se presenta. El
soñador, el joven soñador, el joven maestro de escuela desafiará al
destino.
El General José Dolores Estrada nació en la ciudad de Nandaime, en el departamento de
Granada, el 16 de mayo de 1792.
Sus primeras letras las aprendió en una escuela privada. Por su precaria situación
económica, su adolescencia se deslizó en la pequeña finca que poseían sus padres,
cooperando en las labores agrícolas y labrando personalmente la tierra. Esto influyó en su
fortaleza corporal y contribuyó a la formación de su carácter firme y decidido.
Como descendiente de nuestros valiente caciques, heredó de ellos el valor, coraje y buen
criterio, por lo que no se dejaba llevar por exaltadas pasiones.
Su carrera militar no fue improvisada, se inició como soldado raso y fue ascendiendo
según sus méritos como todo un militar digno.
Durante los veinte años posteriores a aquel suceso el Sargento José Dolores Estrada
permanece ignorado, como lo estuvo durante sus primeros treinta y cinco años de
existencia. En los años 1847 y 1848, nuevamente se le menciona como soldado de las
tropas del cabecilla Bernabé Somoza.
El general José Dolores Estrada fue uno de los protagonistas de la guerra nacional (1855-
56), entre los liberales jefeados por Máximo Jerez y los legitimistas que lidereaba el
general Tomás Martínez. Estrada pertenecía a esta última facción.
Convencido Jerez de que sus fuerzas no podrían ganar la guerra por si solas, contrató un
grupo de filibusteros norteamericanos bajo el mando de William Walker y su lugar
teniente Byron Cole.
El verdadero interés de Walker al llegar a Nicaragua, fue apoderarse del país, restablecer
la esclavitud y anexar Nicaragua a los estados sureños de los Estados Unidos.
Las necesidades de alimento para sus tropas determinaron, por parte de Walker el envío
del Mayor McDonald a expedicionar por los llanos de Ocotal y la Hacienda de San
Jacinto, donde se encontraba acantonado el General Estrada. El 5 de Septiembre, se
presentó McDonald con una columna, pero fue desastrosamente derrotado por las tropas
nicaragüenses, al mando de nuestro Héroe Nacional.
La Batalla de San Jacinto librada el 14 de Septiembre de 1856, entre 120 ó 150 soldados
nicaragüenses comandados por el entonces coronel José Dolores Estrada, contra 300
mercenarios estadounidenses bien armados, se resolvió a favor del ejército nacional, por
su valentía y amor a la patria, destacándose en el mismo, además del propio Estrada, los
oficiales Ignacio Jarquín, Liberato Cisne, José Siero, y el sargento Andrés Castro.
"Soldados:
Soldados: espero seréis fieles a la causa que vamos a sostener; ella es santa, como que
consiste en la defensa de nuestra religión, de nuestras instituciones y del honor y
bienestar de nuestras familias.
En los riesgos y penalidades de la guerra, siempre estará con vosotros y por vosotros
nuestro compañero y amigo.
Triste destino el del héroe que en otra de sus cartas dice: "yo sé prácticamente, cual es el
premio que se da a los que sacrifican por su patria".
Vuelto a Nicaragua, Estrada prestó sus servicios militares al Gobierno del General
Fernando Guzmán, quien, con fecha 1 de julio de 1869, le confirió el grado de General de
División, después de nombrarle, el 27 de junio del mismo año, General en Jefe del
Ejército Nacional, para evitar una nueva guerra entre hermanos nicaragüenses.
Antes de transcurrido los seis meses de sus sentida muerte, el Congreso Nacional, por
decreto del 4 de Enero de 1870, mandó colocar sobre su tumba una lápida de mármol, con
la siguiente inscripción: "Al ilustre General José Dolores Estrada, vencedor de San
Jacinto. La Patria agradecida".
OTROS RECONOCIMIENTOS:
a) "Orden José Dolores Estrada" que es la condecoración más elevada que otorga el
Gobierno de la República.
MÁXIMO JEREZ
Siendo muy niño trasladándose con sus padres a Costa Rica, como éstos
eran pobres y carecían de recursos para sufragar los gastos de su
educación, un maestro compresivo del deseo de Jerez de instruirse le
prestó facilidades para hacerlo sin costo alguno. Como no podía comprar
los libros necesarios, copió por entero un tratado que pertenecía a uno
de sus compañeros de estudio.
Cuando estalló la revolución del 54 fue perseguido en León a causa de que sus padres eran
originarios de Granada. Entonces aburrido de estar escondido, resolvió alistarse en el
ejercito legitimista. Pronto dio muestra de su valor, se le confió una columna destinada a
pacificar las Segovias. Con ella escarmentó duramente a los indios de Jinotega, quienes
entraban a los pueblos a saquear y cometer asesinatos. Poco a poco fue ascendiendo hasta
ser nombrado General en Jefe del Ejército del Septentrión, cuando los nicaragüenses unidos
combatían a Walker. El firmó el pacto de unión de los dos partidos y se ganó la voluntad de
los principales hombres de tal manera que al finalizar la Guerra Nacional fue electo
Presidente de la República con los votos de todos los nicaragüenses, sin distinción de
colores políticos.
Terminó la gloriosa Guerra Nacional en 1857, pero con ella terminaron los odios de los
partidos. Máximo Jerez y Tomás Martínez se entendieron para salvar a Nicaragua y
gobernar juntos un año. (Gobierno Binario).
Fundó un buen número de escuelas para niños y por primera vez en nuestra patria, escuela
para niñas en la cabecera del departamento, abrió caminos que favorecieron el comercio,
construyó el Puerto de Corinto; ordenó hacer el censo de la República y mando a trazar el
mapa de Nicaragua.
Cuando el Comandante Inglés, avisado por los espías, sabe la muerte del
Capitán Herrera manda a pedir con insolente descaro las llaves de la
fortaleza, prometiendo no hacerle daño a nadie. El diálogo sostenido entre
Rafaela y el oficial inglés, demuestra el valor y la nobleza de la heroína. Se
presenta magnifica en aquel gesto negativo de fiera heroicidad que ha
inmortalizado su nombre.
¿Os habéis olvidado de los deberes que les impone el honor militar?
Entonces Rafaela, con arranque sublime sube sola al torreón, carga el cañón
y rompe fuego contra el campamento enemigo. Lo hizo con tan buena suerte
que, al tercer disparo, acertó a meter una bala en la tienda del comandante
inglés, dejándolo sin vida.
La joven escudriña la noche y sólo divisa a lo lejos la llanura ceñida por los
árboles. ¿Cómo sorprender al invasor? El Castillo está aislado, como
prisionero, es necesario que, sin abandonar ninguno su puesta, se sorprenda
al enemigo ¿Cómo lograrlo? Con un rasgo de ingenio, rápidamente hace
empapar sábanas de alcohol que, colocadas en ramas secas, se deslizan
inflamadas a lo largo del río en dirección de enemigo, llenando de pánico,
pues creen que se trata del tradicional fuego griego.
El sitio se mantuvo, con alternativas de calma y fuego intenso por algo más
de cuatro días. Pero el 3 de agosto el enemigo había abandonado sus
posiciones de río arriba, dejando varios muertos, heridos y embarcaciones.
"El Rey: por cuanto he sido informado del distinguido valor y fidelidad con
que vos, doña Rafaela Herrera y Udiarte, viuda que al presente sois
defendisteis el Castillo de la Purísima Concepción de Nicaragua en el Río
San Juan, consiguiendo a pesar de las superiores fuerzas del enemigo,
hacerle levantar el sitio, y ponerse en vergonzosa fuga, pues superando la
debilidad de vuestro sexo, subisteis al caballero de la fortaleza, y
disparando la artillería por vuestra mano matastéis con el tercer tiro al
comandante inglés en su misma tienda: realzando la acción a la corta edad
de diecinueve años que contabais, no tener castellano el Castillo, ni
comandante ni otra guarnición que la de mulatos y negros, que habían
resuelto entregarse cobardemente, con la fortaleza a que os opusisteis con
el mayor esfuerzo; en consideración, pues, a tan señalado servicio, he
decidido que goceis de pensión vitalicia.
Yo, el Rey".
Andrés Castro
Andrés Castro Estrada fue un campesino y soldado nicaragüense que se
destacó durante la Batalla de San Jacinto, el 14 de septiembre de 1856,
cuando a falta de munición en su rifle de chispa, derribó de una certera
pedrada a un filibustero que osaba saltar el corral de madera en la posición
que defendía.1
Biografía
Nacido en la ciudad de Managua en el año 1831, fue hijo legítimo del
matrimonio conformado por don Regino Castro y doña Javiera Estrada,
ambos descendientes de las familias autóctonas de la ciudad.
San Jacinto
Cuando el combate de San Jacinto, Andrés tenía unos 25 años de edad.
Fue herido de un balazo en una pierna, causándole una cojera para el resto de
su vida.
Episodio de su muerte
Se cuenta que en su casa dio posada a un matrimonio joven. El marido se
llamaba Eusebio García, y comenzó a sentir celos de Castro, a causa de su
joven esposa. Un día de tantos le hizo cargos, por tradición oral se sabe que
hubo el siguiente diálogo:
Pero el marido no le creyó y se dio por ofendido. Así que un día de 1876,
cuando Andrés iba camino a las sierras de Managua, el hombre lo emboscó y
le dio muerte, atacándolo por la espalda.
14 DE SEPTIEMBRE DE 1856
De las cuatro compañías que de patriotas se formaron en
Somotillo para combatir a los filibusteros, la tercera,
comandada por el Coronel José Dolores Estrada y los
Capitanes Carlos Alegría y Bartolo Sandoval, estaba
destinada a encontrarse con las primeras avanzadas de
Walker. Llegó a San Jacinto el 29 de agosto de 1856, a las
cinco de la tarde. Eran 160 hombres. La casa de la hacienda
era grande, de teja y con dos corredores, ubicada en el centro
de un extensísimo llano.
Los patriotas que habían hecho trincheras para defender la casa y los corrales de
madera, se dividieron en tres frentes o compañías ligeras, con 50 soldados, más o menos
en cada posición.
El Coronel José Dolores Estrada dirigía y unificaba operaciones desde los corredores
norte, sur y oriente de la casa con la ayuda del Teniente Coronel Patricio Centeno. El
retén o centinela, Faustino Salmerón, puesto por Estrada dió ordenes inmediatas y la
tropa se tendió en sus tres puntos de defensa. Los filibusteros, auxiliados por la neblina
espesa, se acercaron hasta pocos metros de la defensas patriotas, con orden de no
disparar, hasta estar a boca de jarro. Por coincidencia los soldados nicaragüenses habían
recibido la mismo orden, por la escasez del parque, así que la primera descarga de el
primer encuentro fue tremendamente mortífera.
Durante dos horas los filibusteros trataron de asaltar los tres frentes siendo rechazados.
Entonces los filibusteros comprendieron que tanto los corrales de piedra como la casa
hacienda eran inexpugnables de frente. Se retiraron momentáneamente, concertaron el
plan de ataque los oficiales y al grito de" ¡Hurra Walker!", lanzaron todo el peso de las
tres columnas sobre el flanco izquierdo que era el más débil. La primera descarga
patriótica los rechaza y caen muchos invasores muertos. Pero cae también el Capitán
Sacaza y el oficial Bolaños. Los nicaragüenses no tienen tiempo casi de cargar sus
lentos rifles de chispa y ven saltar sobre ellos, tiros incesantes de armas de repetición a
los filibusteros.
Se lucha cuerpo a cuerpo: a bayoneta, a machete, hasta con piedras. Andrés Castro
viendo un filibustero saltar una trinchera y no teniendo cargado su rifle toma una piedra
y lo mata de un certero golpe. Cae muerto el oficial Ignacio Jarquín y también el
Capitán Watkins. Retroceden los filibusteros y vuelven al instante al ataque. En la
acometida Marshall, Milligan y Byron Cole gana el corral y a gritos alientan a sus
soldados para que tomen las trincheras.
El oficial Venancio Zaragoza con varios soldados, sintiéndose entre dos fuegos, salta el
corral y huye. Parece ya perdido el corral de madera y el flanco patriota izquierdo.
"Talvez estuviéramos escribiendo una derrota, dice en este momento del combate el
General Estrada, si el Teniente Eva, Vélez y Solís con Manuel Marenco no se resuelven
a morir primero que abandonar el punto de donde les hacían resistencia". El punto era el
estrecho terreno que quedaba entre el corral y la casa.
El Sargento Francisco Gómez persiguió con tal ardor a un grupo de filibusteros que
cayó muerto de cansancio.
Faustino Salmerón dio alcance al Comandante Byron Cole, que se había extraviado, y
lo colgó de un árbol. Los patriotas llegaron en persecución del enemigo hasta la actual
hacienda San Ildefonso. El pánico de los filibusteros fue tan grande, según el propio
Walker, que llegados a Tipitapa, volaron el puente temiendo un ataque inmediato a
aquella villa. Las bajas de los patriotas fueron entre 38 y 55 según los diversos
cronistas. Las bajas de los filibusteros fueron entre 27 de que habla Estrada en su propio
parte y de 35 caídos en combate más 18 ejecutados en la persecución, según narra Eva.
Entre los filibusteros que huyeron iba un gran número herido y muchos murieron
después.
En esta acción, los filibusteros pusieron en práctica un ataque de penetración, sin tratar
de envolver ni rebasar al contrario: primero de tanteo, por las tres columnas, luego de
esfuerzo sobre el punto vulnerable. La defensa se organizó en tres grupos de resistencia,
aprovechando las características del sitio. El movimiento envolvente de los patriotas fue
oportuno y eficaz. En este combate la superioridad del número de armas fue desvirtuada
por el ardor patriótico y la habilidad táctica de los nicaragüenses.
Estrada aumentó sus fuerzas hasta formar un batallón que llamó San Jacinto y marchó a
Masaya, a donde entró la tropa orgullosa, coronada las armas con ramas y flores, el día
6 de octubre.