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BIOGRAFIAS:

Miguel Hidalgo y Costilla (1753-


1811)
Miguel Hidalgo y Costilla fue un insurgente y sacerdote mexicano. Nació el 8 de mayo de 1753
en la hacienda de San Diego de Corralejo, Pénjamo, Guanajuato. Cursó estudios en el
Colegio de San Nicolás, Valladolid (actual Morelia), del que llegó a ser rector.

En 1778, fue ordenado sacerdote y en 1803 se hizo cargo de la parroquia de Dolores,


Guanajuato. Se preocupó por mejorar las condiciones de sus feligreses, casi todos indígenas,
enseñándoles a cultivar viñedos, la cría de abejas y a dirigir pequeñas industrias de loza y
ladrillos.

En 1809 se unió a una sociedad secreta formada en Valladolid, cuyo fin era reunir un
congreso para gobernar la Nueva España en nombre del rey Fernando VII, preso de Napoleón
y, en su caso, obtener la independencia del país.

Descubiertos los conjurados, la insurrección se trasladó a Querétaro donde se reunió con


Ignacio Allende. El 16 de septiembre de 1810, llevando como estandarte a la virgen de
Guadalupe, lanzó el llamado grito de Dolores que inició la gesta independentista y,
acompañado de Allende, consiguió reunir un ejército formado por más de cuarenta mil
personas. Tomaron Guanajuato y Guadalajara, sin embargo, decidieron no ocupar la ciudad
de México.

El 11 de enero de 1811, Hidalgo fue derrotado cerca de Guadalajara por las fuerzas realistas.
Escapó hacia el norte, pero fue capturado y condenado a muerte. Su cabeza, junto a la de
Allende y a la de otros insurgentes, se exhibió como escarmiento en la alhóndiga de
Granaditas de Guanajuato.

Tras el establecimiento de la República Mexicana, en 1824, se le reconoció como primer


insurgente y Padre de la Patria. En su honor, un estado de la República y la ciudad de
Dolores, llevan su nombre. El 16 de septiembre, día en que proclamó su rebelión, se celebra
el Día de la Independencia en México.
José María Morelos y Pavón
(1765-1815)
Caudillo de la insurgencia nacido en Valladolid, Michoacán. De 1779 a 1790 trabajó en la
hacienda cañera de Tahuejo, en Apatzingán, quizá como escribano o contador. En 1790
ingresó en el Colegio de San Nicolás Obispo, en Valladolid, donde estudió gramática latina y
retórica, filosofía y moral. En el Seminario Tridentino de aquella ciudad, estudió en 1795
teología moral y filosofía. Viajó a la ciudad de México para presentar el 28 de abril de ese año,
el examen de bachiller en artes en la Real y Pontificia Universidad. El 13 de diciembre,
Morelos recibió la primera tonsura y las cuatro órdenes menores de Valladolid, y seis días
después, fue ordenado subdiácono. A principios de 1796 pasó a Uruapan como cura auxiliar,
donde se encargó de las cátedras de gramática y retórica. En septiembre de ese año fue
ordenado diácono en Valladolid, y el 21 de diciembre de 1779 se ordenó de presbítero en
dicha ciudad.

A principios de octubre de 1810, Morelos tuvo noticia del levantamiento de Hidalgo y el 19 de


ese mes salió en su busca. Lo alcanzó al día siguiente y se entrevistó con él en Charo e
Indaparapeo, y recibió la comisión de levantar en armas la costa del sur. El 13 de noviembre,
Morelos y sus tropas entraron por primera vez en combate, al enfrentarse a las del realista
Luis Calatayud, en El Veladero. El 17 de noviembre Morelos emitió un bando en el que
suprimía la esclavitud, las castas y las cajas de comunidad. Sus actividades preocuparon al
virrey, quien envió en su contra a Francisco París. Éste lo atacó el 8 de diciembre en El
Veladero, pero fue rechazado.

El 3 de mayo de 1811, nombró a Hermenegildo Galeana su lugarteniente. El 26 de mayo tomó


Tixtla, donde se le unió Vicente Guerrero. Allí publicó un bando sobre la emisión de una
moneda nacional de cobre, y escribió a Ignacio López Rayón sobre la formación de una junta
insurgente. El 18 de diciembre se le unió Mariano Matamoros y el 18 de febrero de 1812
estuvo a punto de caer prisionero en Cuautla ante Calleja. El 10 de agosto llegó a Tehuacán,
donde reorganizó y disciplinó sus tropas y se ocupó de la organización del movimiento
insurgente. En septiembre de ese año nombró a Matamoros su segundo en jefe y mariscal a
Galeana.
El 18 de octubre fue derrotado por Porlier y Luis del Águila en Ojo de Agua. Tomó Orizaba el
día 29 y de regreso a Tehuacán fue derrotado otra vez por Luis del Águila en Puente
Colorado, en las cumbres de Acultzingo. Tomó Oaxaca el 25 de noviembre e inició la
publicación del periodo Sud. El 12 de abril de 1813 tomó Acapulco y el 31 de agosto salió
hacia Chilpancingo, donde el 14 de septiembre se inauguró el Congreso, con la elección de
diputados y la lectura de los Sentimientos de la Nación, escritos por Morelos. Al día siguiente,
el Congreso lo eligió Generalísimo encargado del poder ejecutivo y el 6 de noviembre el
Congreso emitió su Acta de Independencia.

El 23 de diciembre fue rechazado de las lomas de Santa María por Ciriaco de Llano y Agustín
de Iturbide. Se retiró a Chupío y Puruarán donde sufrió una nueva derrota. En Tlacotepec, el
Congreso lo destituyó de su cargo de Generalísimo. En las ánimas fue de nuevo derrotado.
Pasó después a Tecpan y Acapulco, y el Congreso lo separó del poder ejecutivo el 14 de
marzo de 1814. El 11 de octubre se reunió con José María Cos en Santa Clara del Cobre,
siguió hacia Ario, perseguido por los realistas. Llegó a Apatizingán, donde el Congreso publicó
el 22 de octubre su Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana.

A causa de la persecución realista, el Congreso decidió pasar a Tehuacán, y Morelos fue el


encargado de su custodia. El 28 de septiembre de 1815 salió a Huetamo, Cutzamala y
Tlalchapa, y el 2 de noviembre llegó a Atenango del Río. Al día siguiente llegó a Temalaca y el
día 5, al salir hacia Pilcaya fue atacado por Concha y hecho prisionero por Matías Carrasco,
antiguo insurgente. Llegó el 22 a la ciudad de México y el día 27 fue declarado hereje y
degradado. El 20 de diciembre Calleja lo sentenció a muerte y fue fusilado en San Cristóbal
Ecatepec.

En 1828, su ciudad natal recibió el nombre de Morelia. En 1869, Benito Juárez decretó la
creación del Estado que lleva su nombre. El 16 de septiembre de 1925, sus restos fueron
llevados a la Columna de la Independencia.

Fuente: Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México.


Josefa Ortiz de Domínguez
(Valladolid, hoy Morelia, México, 1768 - Ciudad de México, 1829) Patriota y
heroína de la independencia de México, conocida también por el apodo de
«la Corregidora de Querétaro».

Josefa Ortiz de Domínguez

El levantamiento liderado por el sacerdote Miguel Hidalgo en 1810, que


puso en marcha el proceso que conduciría, once años después, a la
independencia de México, se había fraguado en la llamada conspiración de
Querétaro, cuyos miembros se reunían en la casa de Josefa Ortiz y su
esposo Miguel Domínguez, corregidor de la ciudad. A riesgo de ser
descubierta y capturada, como efectivamente ocurrió, Josefa Ortiz de
Domínguez logró hacer llegar al cura Hidalgo y a otros conspiradores la
noticia de que sus planes habían sido descubiertos; sin su aviso, el
alzamiento nunca hubiera llegado a producirse.

Biografía

Nacida en el seno de una familia de españoles de clase media, Josefa Ortiz


de Domínguez fue bautizada el 16 de septiembre de 1768 con los nombres
de María de la Natividad Josefa. Su padre, Juan José Ortiz, fue capitán del
regimiento de los morados y murió en acción de guerra cuando ella contaba
pocos años de edad.

Tras la muerte de su madre, María Manuela Girón, se hizo cargo de su


educación su hermana María, la cual solicitó su ingreso en el Colegio de
San Ignacio de Loyola. Durante los años que permaneció en el colegio
aprendió a leer y a escribir y nociones básicas de matemáticas, además de
lo que se consideraba en la época que debía aprender una señorita de su
clase social, como bordar, coser y cocinar.

En el año 1791 contrajo matrimonio con Miguel Domínguez, que por


aquellos años trabajaba en la secretaría de la Real Hacienda y en la oficialía
del virreinato de Nueva España. Gracias a sus buenas relaciones con el
virrey Félix Berenguer de Marquina, Miguel Domínguez fue nombrado
corregidor de Querétaro en el año 1802. Durante los primeros años de
matrimonio, Josefa se hizo cargo de las labores domésticas y de la crianza
y educación de los dos hijos de su esposo, que había enviudado de su
primera mujer. Todo parece indicar que la pareja era feliz; doce hijos
nacerían a lo largo de un matrimonio que perduraría hasta 1830, año de la
defunción del marido.

Al margen de sus quehaceres domésticos, Josefa Ortiz de Domínguez se


mostró muy identificada con los problemas de la clase criolla, a la cual
pertenecía por ser descendiente de españoles. A pesar de las reformas
realizadas tras la llegada de los Borbones a España (1700), se había
perpetuado la tradición de que fueran españoles nacidos en la península los
que ocuparan los altos cargos de la administración virreinal y del ejército,
relegando a los criollos a los puestos secundarios. Josefa defendió sus
intereses de clase y también se hizo eco de las reivindicaciones de los
indios mexicanos, que vivían en lamentables condiciones; intentó que se
reconocieran los derechos de los indígenas y aprovechó su posición como
esposa del corregidor para llevar a cabo numerosas obras de caridad.

En 1808 se produjo la invasión napoleónica de España, la cual tuvo como


consecuencia el inicio de la guerra de la Independencia y la formación de
las juntas de gobierno, ante la ausencia del rey Fernando VII. Las noticias
llegadas de España en 1808 favorecieron el movimiento independentista de
México; tras las iniciales muestras de apoyo al rey, comenzó a fraguarse en
algunos círculos la idea de separarse totalmente de España. Después de un
intento fallido del virrey José de Iturrigaray para formar una junta de gobierno
independiente, se produjeron las primeras conspiraciones destinadas a
subvertir el orden establecido.
La conspiración de Querétaro

Miguel Domínguez, como corregidor, había apoyado al virrey en su decisión


de formar una junta de gobierno, pero ante la imposibilidad de llevar esos
planes a la práctica, comenzó a simpatizar con el ideario independentista,
al parecer por influencia de su esposa, que se convirtió en una firme
colaboradora del movimiento. Pasados los primeros momentos de
confusión, cada vez se hizo más claro para muchos la necesidad de
construir en México un Estado en el que imperaran los valores liberales. Tal
convicción era compartida por el matrimonio Domínguez, que a partir de
1810 abrió su casa a unas supuestas tertulias literarias que eran en
realidad reuniones de carácter político.

En estas reuniones se tomarían las decisiones para organizar e iniciar un


levantamiento contra el virrey y constituir una junta para gobernar el país
en nombre de Fernando VII. A la casa de los corregidores acudieron
algunas de las más relevantes figuras de la primera fase del proceso
emancipador, como los capitanes Joaquín Arias, Juan Aldama, Mariano
Abasolo e Ignacio Allende (quien al parecer pretendió a una de las hijas de
Josefa) y el cura Hidalgo. Los miembros de la que sería conocida como la
conspiración de Querétaro acordaron alzarse en armas contra el recién
nombrado virrey Francisco Javier Venegas el primero de octubre de 1810.
Conspiradores de Querétaro: Hidalgo, Allende, Aldama y el matrimonio Domínguez

El 13 de septiembre de 1810, sin embargo, se informó al juez eclesiástico


Rafael Gil de León de que se estaba preparando en Querétaro una
conspiración para proclamar la independencia de México, con el aviso de
que se estaban almacenando armas en las casas de los simpatizantes del
movimiento revolucionario. Rápidamente dicho juez informó al corregidor
Domínguez para que interviniera en el asunto.

Aunque no participó de forma activamente comprometida en las reuniones


que se mantenían en su casa, Miguel Domínguez conocía perfectamente a
los implicados en la conspiración; no obstante, fingiendo ignorar la
situación, comenzó a realizar los registros que el juez le ordenaba. Tras
comunicar a su esposa que la conjura había sido descubierta por las
autoridades españolas, decidió encerrarla en su habitación para evitar que
informara a los implicados, en un intento de salvar a su familia y a él
mismo de posibles represalias, puesto que eran conocidas tanto sus
inclinaciones políticas como las de su mujer.

Fiel a sus principios, Josefa Ortiz de Domínguez decidió pese a ello


intervenir y avisar a los revolucionarios. Elaboró una nota con letras
impresas sacadas de periódicos para evitar que se reconociera su propia
caligrafía y la envió al capitán Ignacio Allende a través del alcaide Ignacio
Pérez, el cual cabalgó en busca del capitán y, al no encontrarle en San
Miguel el Grande, entregó la misiva al padre Miguel Hidalgo.
El Grito de Dolores
Tras recibir la notificación de Josefa Ortiz, el padre Hidalgo decidió
adelantar el levantamiento a la madrugada del 16 de septiembre de 1810.
Desde su posición como párroco de Dolores, Miguel Hidalgo convocó a sus
feligreses a una misa, y en ella hizo un llamamiento a alzarse en armas
contra las autoridades coloniales y a luchar por un gobierno más justo; tal
proclama es conocida como el Grito de Dolores. La inmensa mayoría de sus
parroquianos eran indígenas y gentes humildes que se encontraban en
precaria situación a causa de las duras condiciones de vida y las tremendas
desigualdades sociales que imperaban en el virreinato, y respondieron de
inmediato a su llamada. Comenzaba así el largo y cruento proceso de
emancipación de México, que no alcanzaría la independencia hasta 1821.
Gracias al aviso de la Corregidora, como se la apodaría popularmente en la
época, muchos conspiradores pudieron escapar antes de ser detenidos por
las autoridades virreinales; Josefa Ortiz, en cambio, no salió bien parada de
su arriesgada acción. El 14 de septiembre, después de recibir respuesta de
Hidalgo, había mandado una carta a Joaquín Arias para que se preparase
para la lucha; pero el capitán la delató, y tanto Josefa como su marido
fueron arrestados el mismo día en que se produjo el Grito de Dolores.

Tras su detención, Josefa Ortiz de Domínguez fue conducida al convento de


Santa Clara, y su marido, al de Santa Cruz, ambos situados en la ciudad de
Querétaro. Juzgado y destituido en primera instancia, Miguel Domínguez
fue luego liberado gracias a la intervención popular; durante los años de su
mandato como corregidor había demostrado su apoyo a las clases más
desfavorecidas, oponiéndose por ejemplo a aplicar la medida propuesta por
virrey (para sanear la hacienda real y recaudar fondos) de poner a la venta
los bienes de las obras pías, instituciones benéficas que arrendaban tierras
a bajo precio.

Josefa, por su parte, fue trasladada a la capital en el año 1814, siendo


recluida en esta ocasión en el convento de Santa Teresa. A pesar de los
esfuerzos de su marido, que ejerció de abogado defensor, fue declarada
culpable de traición en el proceso que se le siguió. Los últimos años de
cautiverio los pasó en el convento de Santa Catalina de Sena, considerado
más estricto que los anteriores. La situación de la numerosa familia
Domínguez fue precaria durante estos años, puesto que Miguel Domínguez,
gravemente enfermo, apenas si podía ver a su esposa, y no disponía de
ingresos para mantener a sus hijos. El virrey Juan Ruiz de Apodaca se hizo
cargo de la situación; reconoció a Miguel Domínguez el derecho a percibir
un sueldo por los servicios prestados y liberó a Josefa en junio de 1817.
En 1822, un año después de haber liderado el movimiento que dio la
independencia efectiva al país, Agustín de Iturbide se autoproclamó emperador
de México y ofreció a Josefa Ortiz de Domínguez ingresar en la corte como
dama de honor de su esposa, Ana Duarte de Iturbide. Josefa rechazó con
contundencia un ofrecimiento que más parecía una intolerable burla, ya que
pensaba que la instauración de un Imperio era totalmente contraria a los
ideales por los que se había luchado durante el proceso de emancipación.

En los últimos años de su vida, Josefa Ortiz de Domínguez se relacionó con


grupos liberales de carácter radical. En todo momento se negó a recibir
cualquier recompensa por el apoyo inestimable que había prestado a la
consecución de la Independencia: en su opinión, no había hecho más que
cumplir con su deber de buena patriota. Falleció en Ciudad de México el 2
de marzo de 1829, a la edad de sesenta y un años. Sus restos fueron
enterrados en el convento de Santa Catalina, aunque algún tiempo después
fueron trasladados a Querétaro, donde reposan junto con los de su marido
en el Panteón de queretanos ilustres, en un mausoleo construido en su
honor en 1847 en el antiguo huerto del convento de la Cruz.

Vicente Guerrero
(Vicente Ramón Guerrero Saldaña; Tixtla, actual Guerrero, 1782 -
Cuilapan, 1831) Militar y político mexicano. Entre los valerosos patriotas
que se adhirieron al levantamiento independentista del cura Hidalgo
(1810), la figura de Vicente Guerrero sobresale tanto por su firme lealtad y
compromiso como por su incansable tenacidad: cuando José María Morelos
fue capturado y ejecutado en 1815, Guerrero le sucedió como líder del
movimiento y continuó luchando por una causa que ya todo el mundo daba
por perdida.
Vicente Guerrero

La decidida resistencia de Guerrero y circunstancias históricas favorables


motivaron que en 1821 se sumase al movimiento independentista Agustín
de Iturbide, antiguo realista que, con el apoyo de Guerrero, lanzó el
programa político conocido como Plan de Iguala, reunió un victorioso
ejército y dio finalmente la independencia a México. Fiel a su ideario liberal
y republicano, Guerrero rechazó la posterior coronación de Iturbide como
emperador y, tras su caída en 1823, apoyó al primer presidente de la
nueva república, Guadalupe Victoria, al que sucedió en 1829.

La abolición de la esclavitud fue lo más destacado de un mandato que,


desgraciadamente, apenas duró nueve meses. Le esperaba el triste destino
que padecieron otros próceres de la independencia en aquellos años
convulsos: víctima de las intrigas de Santa Anna y de su propio
vicepresidente, Vicente Guerrero fue derrocado aquel mismo año y
mezquinamente traicionado cuando intentaba recuperar el poder.

Biografía
Procedente de una familia de campesinos y arrieros de origen mestizo,
Vicente Guerrero trabajó desde su juventud como arriero, labor que lo
llevaría a recorrer continuamente su región natal. Allí se hallaba cuando, el
16 de septiembre de 1810, se inició el levantamiento independentista del
cura Miguel Hidalgo. Un mes después, el cura Hidalgo encargó a José María
Morelos llevar la insurrección al sur del país. A lo largo de la primera
campaña de Morelos en el sur de México, que se prolongó hasta agosto de
1811, fueron muchos los que se unieron a él; entre ellos se
hallaba Hermenegildo Galeana, que había sido enviado por José María Morelos
para tomar Taxco, y que convenció a Vicente Guerrero para que se sumara
al movimiento independentista.

Morelos reconoció los méritos de Guerrero y le otorgó el grado de capitán,


ordenándole instruirse en el manejo de las armas, la fabricación de pólvora
y las estrategias de guerra. Cuando el cura Hidalgo fue detenido y
ejecutado en julio de 1811, el liderazgo de la revuelta pasó a manos
de Ignacio López Rayón y José María Morelos. Siempre al servicio de Morelos, en
1812 tomó parte en la conquista de Oaxaca, y de nuevo por su
demostración continua de valor fue ascendido a teniente coronel.

Comisionado por Morelos para que reforzara la zona costera del sur,
Vicente Guerrero conquistó Puerto Escondido y Santa Cruz de Huatulco y
participó en la toma de Acapulco. En 1814, Guerrero y su ejército
escoltaron a los miembros del Congreso a Tlacotepec para darles seguridad,
y después fue enviado a la mixteca como apoyo a las fuerzas insurgentes
de Juan N. Rosáins y Ramón Sesma. Su táctica consistía en ataques
sorpresivos y rápidos, lo cual le dio gran fama por su efectividad.

En 1815, tras la aprehensión y fusilamiento de Morelos, Guerrero se


replegó a la sierra del Sur. Al relevar a Morelos en el liderazgo de la causa
emancipadora, Guerrero se convirtió en la última cabeza visible de un
levantamiento que parecía ya definitivamente sofocado: los jefes
insurgentes Rosáins y Sesma aceptaron el indulto del gobierno; las tropas
realistas controlaban ya casi todo el territorio mexicano. El virrey español
Juan Ruiz de Apodaca intentó coaccionar a Guerrero, valiéndose de su
padre, para que también él aceptara el indulto, pero se negó. En 1818
Guerrero, reconocido como general en jefe del ejército del Sur, mantenía
contacto con Pedro Ascencio, en la zona de Iguala y Taxco.

La independencia
Cuando aquella primera intentona independentista parecía agonizante, el
inicio en España del trienio liberal (1820-1823) dio un giro a la situación.
Entre las élites coloniales empezaron a gestarse conspiraciones para
impedir la implantación de un régimen liberal. A finales de 1820 el
coronel Agustín de Iturbide fue designado por el virrey Apodaca para que
pusiera fin a la insurgencia. Viendo que no podía derrotar fácilmente a
Guerrero y consciente de que las autoridades virreinales podían aceptar la
independencia como modo de preservar el régimen absolutista, Iturbide se
pasó al bando insurgente y redactó el llamado Plan de Iguala (1821),
programa político integrado por una proclama de independencia y un plan
para el establecimiento de un Gobierno mexicano.
Con el apoyo de Guerrero, Iturbide avanzó al frente de su Ejército
Trigarante hacia Ciudad de México, ganando adhesiones en todas partes.
En septiembre de 1821, Iturbide entró triunfalmente en la capital, proclamó
la independencia y se puso al frente de un gobierno provisional. Pero
cuando, un año después, Iturbide se coronó emperador de México,
Guerrero tomó las armas para apoyar la sublevación republicana del
general Antonio López de Santa Anna. Iturbide cayó en 1823, y, tras un periodo
constituyente, el Congreso eligió como primer presidente de la República de
México a Guadalupe Victoria (1824-1829), quien incluyó en su primer
gabinete a Vicente Guerrero como ministro de Guerra.

Guerrero apoyó incondicionalmente al presidente Guadalupe Victoria y se afilió


a la logia masónica yorkina. A las numerosas dificultades políticas y
económicas que hubo de encarar el presidente Victoria hubo que sumar, en
efecto, el enfrentamiento subterráneo entre las sociedades secretas que
pugnaban por el poder político. Las dos más importantes, la logia yorkina y
la escocesa, tenían idearios antagónicos. La escocesa, conservadora y
centralista, contaba con muchos españoles entre sus miembros. La yorkina,
demócrata y liberal, reunía a federalistas y antiespañolistas.
En la presidencia
El desmantelamiento en 1827 de una conspiración españolista supuso un
triunfo para la logia yorkina, pero pronto surgieron divisiones en el seno de
la misma. Para la elección presidencial de septiembre de 1928, una parte
de sus miembros apoyaba la candidatura de Vicente Guerrero, mientras
otra facción prefería la del moderado Manuel Gómez Pedraza. Éste último
resultó elegido, pero las irregularidades detectadas en el proceso electoral
y las rivalidades internas desencadenaron el levantamiento llamado de La
Acordada, dirigido en la capital por el propio Guerrero y apoyado por el
general Santa Anna, que exigía la anulación de las elecciones. Sometido a
una fuerte presión, el Congreso acabó por destituir a Gómez Pedraza y
proclamó presidente constitucional a Guerrero.

El mandato de Vicente Guerrero sería muy breve: desde abril hasta


diciembre de 1829. El nuevo presidente quiso llevar a la práctica un
programa de reformas radicales; la primera de ellas fue el tercer decreto
para la abolición de la esclavitud, que tendría efectos definitivos. Sin
embargo, la gran mayoría de sus iniciativas legislativas, ya fueran de tipo
económico o de reforma social, resultaron inefectivas a causa de la grave
penuria en que se hallaban las arcas públicas.
En septiembre de 1829, para complicar más la situación, un ejército
comandado por general Isidro Barradas protagonizó el último intento de la
monarquía española de recuperar su antigua colonia. El general Antonio
López de Santa Anna logró derrotar a los españoles, incrementando así
todavía más su prestigio, y se unió al vicepresidente Anastasio Bustamante
para derrocar a Guerrero. De nuevo bajo presión, el Congreso declaró a
Guerrero incapacitado para el gobierno y nombró presidente a Anastasio
Bustamante (1830-1832).
En un denodado intento de recuperar el poder, Vicente Guerrero emprendió
una rebelión armada que obtuvo resonantes éxitos, especialmente tras la
derrota del ejército de Armijo en Texca. Para conjurar el peligro que
suponía Guerrero, Bustamante y su ministro de Guerra, José Antonio Facio,
fraguaron una traición. Éste último contrató los servicios de un mercenario
genovés llamado Francisco Picaluga; en Acapulco, Picaluga invitó a
Guerrero a subir a bordo del bergantín El Colombo. Allí fue hecho preso y,
tras ser llevado a Oaxaca, se le sometió a un juicio sumarísimo y fue
fusilado en Cuilapan el 14 de febrero de 1831.

Por su traición, Picaluga recibió del ministro de Guerra cincuenta mil pesos;
en tal cantidad se tasó la valía de un patriota que había dedicado veinte
años de su vida a edificar una nación libre y justa. Sólo póstumamente se
reconocieron sus méritos y su papel trascendental en la emancipación del
país y en la fundación de la República: en 1833 fue declarado benemérito
de la patria, y, en 1849, el recién creado Estado de Guerrero recibió su
nombre en su honor.

Ignacio Allende
(Ignacio María de Allende y Unzaga; San Miguel el Grande, actual San
Miguel de Allende, Guanajuato, 1769 - Chihuahua, 1811) Militar
independentista mexicano, uno de los más destacados protagonistas de la
primera fase de la insurrección que conduciría a la independencia de
México. Tras una serie de victorias y derrotas, debidas en parte estas
últimas a las carencias estratégicas de Miguel Hidalgo, asumió el mando de
las huestes insurgentes cuando la sublevación ya había sido prácticamente
aplastada.
Ignacio Allende

Ignacio Allende era un criollo de buena familia, diestro en las artes de la


caballería y de carácter fuerte. En 1795 ingresó por vocación en el ejército,
donde recibió una sólida formación y obtuvo el grado de capitán en 1797.
En el cantón de Jalapa, Ignacio Allende conoció a otros criollos con los que
compartió sus ideales políticos de descontento contra el Gobierno español.

A finales de 1809 el Gobierno virreinal descubrió una gran conspiración en


Valladolid (hoy Morelia) e intentó desmantelar el movimiento
independentista, pero Allende estableció contacto con una ramificación
importante en Querétaro, en la casa del corregidor Miguel Domínguez y su
esposa, Josefa Ortiz.
Por uno de los participantes, el oficial Joaquín Arias, la conspiración fue
descubierta. Ignacio Allende fue avisado oportunamente y pudo advertir a
otro conspirador, el cura de Dolores Miguel Hidalgo y Costilla, que decidió
adelantar la rebelión. En la madrugada del 15 al 16 de septiembre de 1810
se convocó a todo el pueblo a toque de campana para tomar las armas. Un
gran contingente de criollos e indígenas marcharon hacia San Miguel, y en
Atotonilco el cura Hidalgo adoptó el estandarte con la Virgen de Guadalupe
como insignia.

El 28 de septiembre tomaron Guanajuato, defendido por el intendente


realista Antonio Riaño. En Guanajuato los insurgentes, incontrolables,
asaltaron ferozmente la alhóndiga de Granaditas y asesinaron sin piedad a
los españoles junto con sus familias. Ello causó que Hidalgo y Allende se
enemistaran entre sí. En la ciudad de Valladolid, tomada el 17 de octubre,
se les unieron más rebeldes, que se enfrentaron con éxito al ejército
realista en el Monte de las Cruces.

Partidario de una guerra militar y no de las acciones guerrilleras que


propugnaba Hidalgo, Ignacio Allende propuso entonces ocupar la ciudad de
México; pero, ante la perspectiva de otra matanza, Hidalgo decidió
retroceder. En Aculco los esperaban las tropas realistas de Félix Calleja y
Manuel Flon, por las que fueron derrotados. Allende se hizo fuerte en
Guanajuato, pero tuvo que abandonar la ciudad el 25 de noviembre a causa
del asedio del virrey Calleja. De nuevo se enfrentaron a los realistas en el
Puente de Calderón (17 de enero de 1811), en donde los perdedores fueron
otra vez los insurgentes.
Tras refugiarse en una hacienda, a Hidalgo se le retiró el mando y el
ejército se dividió en dos; uno, con Ignacio López Rayón al frente, salió hacia
Michoacán; el otro partió hacia el norte con Ignacio Allende y Miguel
Hidalgo para buscar ayuda en los Estados Unidos. Pero en Acatita de Baján,
Coahuila, fueron aprehendidos por Ignacio Elizondo. Se les sometió a juicio
y Allende fue fusilado junto con Ignacio Aldama y Mariano Jiménez. Sus restos
descansan en la columna de la Independencia en la ciudad de México.

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