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Silvina Ocampo

En el comentario sobre la vida de Silvina Ocampo no me extenderé demasiado, puesto


que la compañera que la semana pasada presentó el cuento ‘Las fotografías’ ya señalaba
las cuestiones esenciales. Comentaba ella muy bien cómo Silvina había nacido en el
seno de una familia adinerada, cómo había llegado a sentirse el etcétera de la familia, y
la conflictiva relación con su hermana mayor, Victoria Ocampo.

No obstante, sí que me gustaría desarrollar unas breves aclaraciones acerca dos puntos
importantes a la hora de abordar a la persona de Silvina, y que me parecía que no
quedaban del todo claros en el comentario de la otra exposición. Esto es normal porque
son dos cuestiones controvertidas y suele generarse cierta confusión entorno a ellas, de
hecho, forman parte, junto con algunos otros asuntos, de aquello que ha llegado a
denominarse ‘el mito Silvina’. Precisamente, en la reciente biografía que, como bien
señalaba la compañera Adriana, publicó Marina Enríquez en 2014, la periodista y
escritora argentina centraba parte de sus esfuerzos en arrojar cierta luz sobre estas
cuestiones. Las que aquí nos interesan son esencialmente dos: la que tiene que ver con
las relaciones interpersonales de Silvina y partir de las cuales se suele decir que su
figura quedó eclipsada; y la relativa a la recepción de su obra, esto es, sobre si fue
reconocida o no.

Es un lugar común a la hora de hablar de Silvina decir que tanto ella como su obra
quedaron opacadas por figuras que la rodeaban en su entorno más inmediato. Victoria
Ocampo, su hermana, fue una de las personalidades más importantes en el ambiente
intelectual de Argentina en aquellos años. Por otro lado, contrajo matrimonio con
Adolfo Bioy Casares, escritor también muy relevante; y, por último, tanto ella como su
marido eran íntimos amigos de Jorge Luis Borges. A lo que nos invita Mariana
Enríquez en su libro es a penetrar hasta el fondo del asunto, tomarlo en profundidad. Es
posible que este discurso, más que recuperar para Silvina un lugar que debiera
corresponderle, tienda más bien a victimizarla: Silvina no era, en absoluto, una persona
que se dejase

Tas flipao


La boda

El libro en el que se encuentra recogido el cuento ‘La boda’, así como el que veíamos la
semana pasada, ‘Las fotografías’, lleva por título La furia, y fue publicado en 1959. Se
ha dicho de este libro que es el que mejor representa la obra de Silvina. En palabras de
Mariana Enríquez en la biografía de Silvina que publicó en 2014: “el más ≪ocampiano
≫ de sus libros de cuentos, el libro donde encontró esa voz única, donde delineó más
claramente su universo”.

Puesto que no podemos adentrarnos aquí en profundidad en ese universo de Silvina,


quisiera tan sólo comentar otro de los cuentos que encontramos en La furia, a fin de
asentar un poco más cuáles son las características de su obra. En ‘La oración’, una
mujer, orando a Dios, confiesa haber acogido en su casa a un niño que, jugando, ahogó
en un charco a otro niño de su edad. En cierto momento del cuento se lee: “Comprendí
que había asistido a un crimen, a un crimen en medio de esos juegos que parecen
inocentes”. Esta cita recoge bastante bien algunos de los elementos preponderantes en
su obra y, aunque en ella no son todo niños muertos o niños asesinos, crueldad,
inocencia y cotidianeidad, se hallan muy presentes.

‘La boda’ es un cuento medido con cuenta gotas, con una trama subterránea construida
muy cuidadosamente para terminar emergiendo al final. Para su análisis, trataremos de
descifrar aquellos núcleos que recogen dentro de sí la tensión del cuento y que conducen
a su desenlace. Estos núcleos de tensión son, a mi juicio, tres: las dos relaciones
principales del cuento, estas son, la que se da entre Gabriela, la narradora, y Roberta; y
la que une a Roberta con su prima Arminda; y, en tercer lugar, la construcción de la
figura de Gabriela.

 Relaciones entre los personajes


 Gabriela y Roberta:
La relación entre Gabriela y Roberta es esencial por cuanto afecta al
vínculo que las une, pero también porque, como veremos de manera
específica, contribuye determinantemente a la construcción de la
personalidad de Gabriela. En este sentido, creo acertado señalar que se trata
del núcleo de tensión principal en el cuento, y parte de ello se constata si
atendemos tanto a la primera como a la última frase del cuento. En la
primera se da cuenta del lugar privilegiado que supone para Gabriela tal
relación (“era una dicha que ninguna de mis amigas tenía.”); y, en la
última, vuelve a aparecer Roberta cuando se narra la ruptura final entre
ambas. Otro de los elementos esenciales de la relación es el juego de
jerarquías que también queda instalado desde el inicio del cuento: “Me
dominaba y yo la quería […]”; “Es misterioso el dominio que Roberta
ejercía sobre mí […]”
Son principalmente la jerarquía que se da entre Gabriela y Roberta, y la
complicidad que también rige su relación (“ella decía que yo adivinaba sus
pensamientos, sus deseos”), los elementos que van a marcar la construcción
del desenlace en cuanto este tiene que ver con el vínculo entre ambas.
 Arminda y Roberta:
La relación entre Arminda y Roberta se describe por primera vez en el
cuento de la siguiente manera: “se querían como primas que eran, pero a
veces se hablaban con acritud”. Es decir, Silvina deja sellado el vínculo que
las une (primas: “se querían”), pero es fundamental el ‘pero’, pues a partir
de este primer momento la distancia entre ambas no va a hacer sino
aumentar: “Arminda tenía más suerte que ella [que Roberta, porque se iba a
casa]”; y, en la conversación entre ambas sobre el peinado de la boda: “-
Cuando me case, me mandaré hacer un hermoso rodete -había dicho
Arminda […] Roberta reía y protestaba: -Qué anticuada. Ya no se usan los
rodetes”.

 Construcción de la figura o de la personalidad de la narradora, de Gabriela


La figura de Gabriela es relativamente compleja en tanto que se construye a
partir de ser una niña pequeña pero atravesada por cosas que no son de su edad.
Esto sucede principalmente a través de su relación con Roberta que, como
veíamos, la situaba en un lugar diferencial. En este sentido, leemos en el texto
cómo Roberta la hacía confidencias y la trataba como si fuese mayor. Pero
también es relevante los lugares a los que esta ‘la llevaba’: a la peluquería y la
confitería. En ambos lugares Gabriela esta inserta en un mundo que no es, a
priori, el suyo, lugares en los que rodeada de mayores escucha y aprende de
ellos, con la consecuencia de que todo aquello la “distraía de los estudios”. Esto
es importante también para el final, cuando dice: “respondí como había oído
hacerlo a las personas mayores. / -Seré una rumba.” Recordemos que, sin
embargo, acaba confesando: como niña que es, no es capaz de sostener la
responsabilidad del crimen.

Tras estos tres núcleos de tensión que vehiculan la trama del cuento y Silvina expone en
apenas la primera página, la autora se dedica a presentar y asentar dos elementos clave:
el peinado de la boda, y la araña. Me interesa señalar tan sólo una cosa de ambos
elementos. Con respecto al peinado, al final del párrafo principal de la segunda página
se lee: “El peinado, según su padre parecía una peluca”. Con esta suerte de ironía se
introduce una continuidad entre la peluca con la que Gabriela jugaba en la peluquería y
el peinado con el que luego jugará al introducir la araña. De la araña quisiera rescatar el
tono misterioso con el que se habla de ella, es uno de los momentos que no he logrado
descifrar el texto y me pregunto si quizá vosotros tengáis alguna idea de por qué
introduciría Silvina ese cambio en el estilo y qué quiere decir.

El final del cuento se desarrolla de manera precipitada y, de alguna manera, articulado


a partir de la relación entre Gabriela y Roberta. Están en la peluquería en el día festivo y
todavía existe una buena amistad entre ellas (“-Parecés un guerrero”). En un segundo
momento de inflexión de la relación, Gabriela pone la araña dentro del rodete, mediada
por la complicidad que, como ya vimos, las une: interroga a Roberta acerca de poner o
no la araña dentro y como esta no le oye, interpreta un gesto de afirmación en su cabeza.
Aquello queda en un secreto y hay un gesto de violencia por parte de Roberta, tercer
momento. Tras esto muere Arminda y es fuerte la frialdad con que Silvina la relata: “No
quisieron desvestirla ni quitarle el rodete para ponerla muerta en el ataúd”.

Ahora bien, el cuento no termina con la mera muerte de Arminda sino que es interesante
cómo Gabriela se confiesa y aun así nadie la cree. Si la trama final ya estaba atravesada
por la inocencia de Gabriela en relación con lo grave que habría de ocurrir, con el
último párrafo Silvina reviste el cuento de una doble inocencia, esta es: la inocencia de
los adultos sobre la inocencia de la niña, al no creerla. Por último, el cuento se cierra
con la ruptura definitiva entre Gabriela y Roberta como cuarto momento de inflexión en
lo atañe a su relación en el final del cuento.
Espero que os haya gustado el cuento y que el análisis de las claves os haya parecido
interesante, puesto que aunque no descubre gran cosa, creo que ayuda a ver lo medida
que está la construcción del cuento y cómo cada momento tiene su importancia y su
lugar. Os animo a comentar cualquier cosa que os haya parecido relevante, así como a
lanzar vuestras propuestas acerca de qué significan las frases que, de forma tan
misteriosa, Silvina dedica a la araña: (1) “Es la esperanza. Una señora francesa me
contó una vez que la araña por la noche es esperanza”; (2) “Las arañas son como las
personas: pican para defenderse. Si no les haces daño, no te harán a ti”.

Otra cuestión que quizá sea interesante para el foro es la que tiene que ver con el encaje
de este cuento en las categorías de ‘realismo mágico’, ‘literatura fantástica’, ‘lo
maravilloso’ o incluso ‘lo extraño’. Yo comentaba cómo no sabía situarlo en ninguna de
ellas al no haber en el cuento ningún elemento sobrenatural, elemento que entendía a la
base de todas estas categorías y condición sine qua non de ellas. No obstante, se
comentaba en el debate cómo realmente no es así y puede haber, por ejemplo, literatura
fantástica, sin que se dé elemento sobrenatural alguno. Comentadme que pensáis
vosotros, ya sea sobre esto o lo que os apetezca.

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