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AUTOR
ANGIE MANOTAS RAMBAL
TUTOR:
JAIME WISTON VEGA DE LA HOZ
EDUCACION AMBIENTAL
UNIVERSIDAD DE PAMPLONA
CREAD MAGDALENA
ADMINISTRACION DE EMPRESAS
SANTA MARTA
2020
DISCRIMINACIÓN AMBIENTAL
EJEMPLOS:
Un típico caso de discriminación ambiental se da en la toma de decisiones sobre desarrollo y
gestión urbana. Tal como es la destinación de tierras para arrojar basura, lo cual afecta a
comunidades enteras debido a que estos desechos tóxicos son arrojados en instalaciones
pobremente diseñadas para el tratamiento de los mismos. Es muy común que para la instalación
de basurales, se opte por áreas urbanas marginales, cerca de la gran urbe, pero lo suficientemente
lejos.
Otro ejemplo común son los proyectos de construcción de rutas, represas, diques, y las
actividades de explotación maderera en el corazón del territorio de los pueblos indígenas. Estos
territorios, por un lado son considerados por sus habitantes lugares sagrados y parte de su legado
cultural; mientras que por otro, constituyen fuentes de recursos naturales para el desarrollo
público y privado. Es posible que tales obras públicas, sin control ni consenso alguno, destruyan
la tradición y cultura local; desalojando la mayoría de las veces, a comunidades indígenas enteras
de sus hogares. No obstante, los territorios indígenas son considerados de alto valor productivo,
lo que inclina la balanza en favor de decisiones para explotar los mismos. Tales decisiones
llevadas a cabo sin el consentimiento de sus habitantes y/o la realización de programas a fin de
compensar la degradación ambiental causada, constituyen una forma de discriminación
ambiental.
Discriminación ambiental -Derecho humano al medio ambiente
Previo a la consideración de la discriminación ambiental como una categoría de actos
discriminatorios, es necesario dilucidar el alcance y contenido del derecho humano al medio
ambiente conforme el ordenamiento nacional e internacional.
CASOS DE DISCRIMINACION AMBIENTAL
Hace más de 90 años se autorizó a unas 14 empresas la instalación de fábricas en Mossville
Luisiana, un pueblo formado originalmente por afroamericanos. Desde entonces, las sustancias
toxicas que emanan de dichas fabricas han ocasionado serios problemas de salud en los
habitantes: dificultades respiratorias, afecciones nasales y en la garganta, dolores de cabeza,
escalofríos, mareos, problemas en la piel e incluso, problemas cardiovasculares. El impacto ha
sido tal que los afectados decidieron denunciar la situación ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) en el año 2005.
En Dakota del norte, hace pocos años, se hablaba de la construcción de un de más de 1.500
kilómetros de extensión, con la capacidad de bombear 450.000 barriles diarios. El proyecto fue
presentado como una gran alternativa rentable y estratégica, pero al apuntalar los combustibles
fósiles realmente amenazaba no solo las aguas y los suelos de la zona, sino también a los
indígenas que hacen vida allí.
A esto hay que agregarle que recientemente, el presidente Donal Trump ha anulado alrededor de
40 leyes ambientales, dejando sin protección a recursos naturales y comunidades
enteras Favoreciendo los proyectos de construcción de su anhelado muro fronterizo ha atacado a
cientos de familias exponiéndolas a formas agresivas de contaminación y exposición tóxica que
limitan las posibilidades de una vida segura y limpia.
En África, uno de los casos más preocupantes es el depósito de basuras tecnológica en los países
más pobres, como Ghana. Lamentablemente, el continente recibe millones de toneladas de
residuos electrónicos provenientes de países desarrollados. Esta basura acumula grandes
cantidades de mercurio, plomo, cromo y cadmio, metales pesados que no pueden ser reciclados
del todo y que resultan tóxicos, tanto para las personas como para el ambiente.
Chile, también ha vivido de cerca episodios de racismo ambiental. Según datos del ministerio de
Medio Ambiente, el basural de Boyeco, en la Araucanía recibía hasta el 2016 (año en el que se
ordenó su cierre) alrededor de 11.500 toneladas de basura cada mes, y esto jugaba en contra de la
calidad de vida de las 30 comunidades mapuches asentadas en los alrededores. Colegios,
consultorios médicos, viviendas, todo estaba repleto de basura, vectores y roedores. Aumentaron
los casos de enfermedades respiratorias, gastrointestinales y de la piel; y las tierras aledañas que
eran dedicadas a la actividad agrícola quedaron improductivas, lo que significó, además, la
pérdida de la principal actividad económica local.
En este país latinoamericano crecen los señalamientos contra las concesiones de recursos
naturales al capital transnacional que solo piensa en sus ganancias e ignora los daños que sabe
que va a ocasionar con su feroz discriminación ambiental. Casos similares ocurren en Colombia
y Brasil, donde los gobiernos han abierto las puertas de las reservas naturales a la agricultura y
ganadería intensivas y actividades extractivistas que arrasan con cientos de hectáreas de
vegetación, acaban con la vida animal y perjudican a la población con altísimos niveles de
contaminación del aire, suelo y agua con el uso indiscriminado de sustancias químicas y grandes
maquinarias.
El racismo ambiental está por todos lados. En todos los continentes, en todos los países. Para
erradicar estas situaciones y lograr justicia social (y ambiental) se necesita de un cambio radical
en el modelo económico que hoy por hoy nos gobierna, y para exigir que así sea, primero
debemos cambiar nosotros, nuestra mentalidad y nuestros hábitos.