Está en la página 1de 14

001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 1

Norba. Revista de Historia, ISSN 0213-375X, Vol. 16, 1996-2003, 1-14

ÉTICA Y UTOPÍA. CONCIENCIA Y COMPROMISO


DE UN INTELECTUAL DEL SIGLO XX QUE MIRABA AL SIGLO
XXI: ROMANO GARCÍA

Juan SÁNCHEZ GONZÁLEZ


Universidad de Extremadura

Aunque ya han trascurrido cinco años de su fallecimiento, no me resulta nada fácil esbozar
unas reflexiones sobre la personalidad de Romano García, a quien conocí como profesor el
año que llegué a Cáceres para iniciar mi Licenciatura en Historia, al que tuve el honor de te-
ner como compañero en mis primeros años de profesor universitario, y que siempre me honró
con su amistad y su magisterio durante nuestra común trayectoria académica. Han sido muchas
las experiencias y las ilusiones compartidas, en los planos profesional y humano, sobre todo
desde que en 1990 decidimos, en unión de otras personas, poner en marcha uno de sus pro-
yectos más ambicioso y personal: la segunda época de la Revista de Extremadura, a la que se
dedicó en cuerpo y alma en los últimos años de su vida, con una energía y un empeño capaces
de remover la conciencia y la complicidad de los que, más jóvenes que él, pugnábamos por
seguir su estela.
Y es que, una de las características más llamativas de Romano García fue la de saber
conectar con las personas más jóvenes e inquietas que progresivamente se iban incorporando
a los Departamentos de la Facultad de Filosofía y Letras. Así, Romano, rodeado siempre de
becarios y ayudantes que remolineaban en torno suyo, aparecía como uno de los profesores
más singulares de la Facultad, que supo conjugar como nadie la veteranía con el rejuveneci-
miento.
Su personalidad era tan rica en matices que, quizás, no todos los que convivieron con él
tuvieron la fortuna de apreciar, porque Romano García reunía una serie de cualidades genui-
namente universitarias que con el paso del tiempo se han ido desdibujando en el perfil de los
actuales profesores de universidad. En ese sentido, constituía un referente que entroncaba con
otros tiempos y un estímulo para quienes accedían a las tareas académicas. Su afán por co-
nocer, su curiosidad innata e insaciable, su ensimismamiento y plena dedicación, su vocación
intelectual y su compromiso cultural le singularizaban. Y también su ingenuidad, su timidez,
su tenacidad, su carencia de ambición para ocupar puestos y cargos académicos, así como su
indisimulada capacidad para despistarse con los temas burocráticos y administrativos, salvo,
claro está, que tuvieran que ver con cuestiones relacionadas con las revistas que dirigió, y que
tanta inquietud y desasosiego le ocasionaban.
001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 2

2 Juan Sánchez González Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX…

La vocación universitaria de Romano García fue una de sus peculiaridades más acusadas
y reconocidas. Quizás en ello tuviera que ver su tardía incorporación a la Universidad, fruto
de una trayectoria vital orientada en otro sentido y que se truncó por las intransigencias y sin-
sabores de una España, la de los años cincuenta del siglo XX, que Romano, como la mayoría
de los españoles del momento, tuvo que sufrir en carne propia.
Durante su niñez y juventud –había nacido el 24 de febrero de 1932 en el pueblo murciano
de Lorquí–, la vida de Romano García (en realidad, todavía, la de Martín García Martínez) se
había consagrado a la lectura y al estudio, actividades que le convirtieron en una persona re-
flexiva, inquieta y apasionada, pero peligrosamente heterodoxa para quienes se encomendaron
a la defensa de unos presuntos y rancios valores que creían consustanciales al alma española.
Así, en 1955, cuando contaba 23 años –doce de los cuales habían transcurrido en el Seminario–
y con sus estudios de Teología recién terminados en la Universidad de Salamanca, sufrió la
primera gran decepción de su vida: se le denegó la posibilidad de ordenarse sacerdote, al reci-
bir informes negativos motivados por sus ideas avanzadas que entroncaban más con el espíritu
conciliar vaticanista de la década siguiente, que con el de la tridentina España del gasógeno
y las cartillas de racionamiento. Este episodio constituiría para Romano un auténtico trauma
personal que le obligó a reorientar completamente su vida, y a buscar alternativas ajenas a su
vocación y voluntad anterior.
Ante esas circunstancias, y condicionado por sus orígenes humildes y por su profunda
vocación intelectual, decidió dedicarse a la enseñanza, actividad que pudo compaginar con el
estudio de una carrera universitaria, la de Filosofía, en la Universidad Complutense entre 1958
y 1963, y, desde 1958, con su pertenencia al Consejo de Redacción de la prestigiosa revista
Índice, dirigida por Juan Fernández Figueroa, y en la que permaneció durante nueve años,
llegando a alcanzar la categoría de redactor-jefe. Su participación en la Revista supuso para
Romano un fuerte estímulo que le ayudó a superar las secuelas de su frustrada etapa anterior:
Despistado por naturaleza, vivía yo en una especie de estratosfera: la Revista (Índice) me
bajó al mundo real: mi reflexión, ligada entonces a los problemas residuales de mi etapa
religiosa –varios años de seminario– enlazó con el mundo real, con los problemas de la so-
ciedad1.
Así pues, los cuatro años finales de la década de los cincuenta resultaron cruciales para
redefinir la vida de Martín García Martínez, hasta el punto de que fue por esas fechas cuando
adoptó el seudónimo que le acompañaría el resto de sus días, fruto de su admiración por el
filósofo Romano Guardini. Como él mismo dejó escrito: Con Guardini me ocurre un fenó-
meno curioso: leyéndole –y gracias a la inimitable sencillez con que presenta los problemas–
me ha parecido evidente lo que, durante años y tras numerosas lecturas, se me presentó siempre
como cuestionable…2
En la década de los sesenta, cuando transcurría la cuarta década de su vida, Romano Gar-
cía se encuentra instalado en Madrid desarrollando una meritoria labor en la revista donde co-
laboraba asiduamente y dando a la luz sus primeros libros, publicados en la editorial ZYX
–Justicia social y desarrollo3 y Opresión y Revolución4– en los que ya despuntaban su talante
progresista y su preocupaciones sociales. Fue también durante esos años cuando sufrió otro
drama personal que le afectaría profundamente: la muerte por leucemia de Ana Monsó, la mu-

1
GARCÍA, R. y RUIZ DE ELVIRA, M. (coord.): Índice: Panorama de la cultura contemporánea. El sentido liberal
de la ambigüedad, Cáceres, Ediciones Revista de Extremadura, 1995, p. 10.
2
GARCÍA, R.: “La aceptación de sí mismo de Romano Guardini” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA
MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 135.
3
GARCÍA, R.: Justicia social y desarrollo, Madrid, Editorial ZYX, 1966.
4
GARCÍA, R.: Opresión y Revolución, Madrid, Editorial ZYX, 1965.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 3

Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX… Juan Sánchez González 3

jer con la que pensaba contraer matrimonio5. Pero de nuevo conseguiría superar tan doloroso
trance, y en 1965 conocería a María de los Llanos, primera entre las causas segundas, según
reza en la dedicatoria de uno de sus libros posteriores, El Estado y los Filósofos, con la que
se casó en 1969, cuando contaba 37 años.
Un año antes, en 1968, sucedió otro episodio fundamental en la vida de Romano: se tras-
ladó a Nicaragua donde comenzó a impartir clases en la Universidad de los Jesuitas de Managua,
en la que permanecería, ya con su mujer, dos años más. Una etapa, la de Nicaragua, que debió
resultarle muy enriquecedora y que como él mismo reconoció, con su entrañable sinceridad,
había emprendido con no pocas dosis de inseguridad: Yo –que no sólo no tengo sentido alguno
del riesgo, sino que lo rehuyo visceralmente– acepté la idea tras muchas dudas. Se trataba,
pues, de una especie de aventura6. En la Nicaragua del dictador Anastasio Somoza, Romano
García, además de su labor docente, colaboró en el diario “La Prensa”, crítico con el régimen
somocista, en la revista “El Pez de la Serpiente”, y en la revista universitaria “Encuentro”,
que dirigió. Y también, por aquella época mandó numerosas críticas de libros a la revista
“Cuadernos Hispanoamericanos”.
Concluida su aventura centroamericana, en 1971, regresó a Madrid donde defendió su tesis
doctoral sobre la filosofía política de Platón7. Poco después, el ya doctor Romano García, se mar-
cha a Albacete, de donde era su mujer, para impartir clases en un instituto. Hasta allí le llegaron
noticias de la inminente apertura de un Colegio Universitario en Cáceres, dependiente de la Uni-
versidad de Salamanca, y decidió emprender una nueva andadura por tierras extremeñas. El Co-
legio Universitario pronto se transformaría en la Facultad de Filosofía y Letras de la nueva Uni-
versidad de Extremadura, y a ella, desde el principio, a la edad de 41 años, quedó adscrito Romano
como profesor de Historia de la Filosofía. En las aulas de la antigua Facultad, ubicada en la
Avenida de los Quijotes –Romano no llegó a conocer el nuevo edificio del campus en el que
ahora se encuentra– el profesor Romano García ejerció su magisterio durante los siguientes vein-
ticinco años.
Así pues, y como ya he referido en otro lugar8, a Romano puede considerársele como
uno de los fundadores de la Universidad de Extremadura, un estimulante proyecto universitario
que constituyó su ideal de vida. Romano enseñó historia de la Filosofía a numerosas promociones
de extremeños que fueron testigos de su honradez intelectual y calidad humana, de la amplitud
de sus conocimientos y de su apasionamiento humanístico. Entre las paredes de la antigua Fa-
cultad, en su pequeño despacho, siempre pulcro, ordenado y repleto de libros, o en la hemeroteca
de historia a donde se trasladaba para soportar mejor los rigores del verano –¡cuántos días de
estío, y cuántos sábados y domingos fue con el vigilante el único ocupante del edificio!–,
Romano trabajaba incansable en su último artículo, en las pruebas de imprenta de la Revista
de Extremadura, su revista, o en la planificación de empresas quiméricas, imposibles, que luego
con tesón y sacrificio conseguía materializar con naturalidad, modestia y sin fuegos de artificio.
Con el bagaje que había atesorado y la ilusión de participar en una empresa apasionante,
Romano García asumió enseguida un papel protagonista en el mundo cultural y universitario
del momento. Desde el principio adoptó con Extremadura un compromiso militante, convir-

5
MARTÍNEZ MARTÍN, C.: Memorias de un Filósofo. Martín García Martínez (Romano García), Ayuntamiento de
Lorqui, 1999.
6
GARCÍA, R.: “Memoria de Nicaragua” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano
García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 181.
7
GARCÍA, R.: Estado y racionalidad: La organización política y social según la “República” de Platón, Alba-
cete, Demos, 1972.
8
GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros en-
sayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, contraportada.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 4

4 Juan Sánchez González Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX…

tiéndola en objeto constante de su preocupación, reflejada tanto en su labor docente, como en


múltiples actividades extrauniversitarias que alcanzaron amplia proyección social. Desde la
Institución Cultural El Brocense, que dirigió en los años centrales de la década de los ochenta,
promovió y organizó un sinnúmero de actividades culturales que contribuyeron a consolidar
el prestigio de Cáceres, como ciudad orientada a la cultura.
Además de estos cometidos, Romano García dirigió y desarrolló la etapa más variada y
fructífera del Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial cacereña, y como director
de la tercera etapa de la revista Alcántara colocó a esta publicación en el lugar más prestigioso
del entorno cultural y humanístico extremeño, gracias a su innata e inagotable capacidad para
involucrar a los más prestigiosos estudiosos en el análisis y la reflexión sobre temas de indu-
dable interés e importancia regional –Extremadura como problema, Desarrollo Regional, Las
Hurdes, etc.– y para reclamar de los especialistas una reflexión prospectiva9 orientada a pro-
gramar la esperanza en Extremadura con el horizonte del 2015.
Su gran capacidad para generar ideas y compromisos quedó patente en su revista más
querida, en su proyecto más ambicioso y personal. En 1990, Romano consiguió convencer a
un numeroso elenco de personas de ambas provincias extremeñas y relacionadas con el mundo
de la cultura, para que contribuyeran a resucitar que durante la primera década del siglo XX
fue el principal escaparate cultural de la región. Gracias a Romano, en la última década de la
misma centuria, que él desgraciadamente no pudo culminar, la región extremeña contó con
una nueva Revista de Extremadura, hecha a su imagen y semejanza, que se consolidó a base
de tesón y sacrificio y que alcanzó un merecido prestigio.

1. LA DIMENSIÓN HUMANISTA DEL PENSAMIENTO DE ROMANO GARCÍA

Una vez esbozada sucintamente la trayectoria vital de Romano García, convendría refle-
xionar sobre el legado que ofreció a alumnos, lectores y a la sociedad en general. Para ello,
reclamo la atención sobre el título que encabeza este modesto trabajo, porque en él –y como
trataré de demostrar en las páginas siguientes– he pretendido condensar los aspectos funda-
mentales de la trayectoria intelectual de Romano García: la ética, la utopía, la conciencia y el
compromiso de un intelectual que dialogaba con los vestigios del pasado para proyectar su
pensamiento hacia el futuro.
Una de las características comunes de los estudios –plagados de sabia y fina erudición–
realizados por Romano, es la de que todos confluyen en la necesidad de que la ética se cons-
tituyera en principio rector de todas las acciones humanas y sociales; porque sin ese referente
ético, los valores del individuo, que son los que a la postre siempre hay que defender, acabarían
degradándose en una sociedad como la actual, capitalista y consumista, y por ello, escapista
y alienante. Ante esta situación, Romano, consciente de que el verdadero bienestar es el que
sirve a la emancipación individual y colectiva10, propugnará un coherencia moral orientada
hacia la alternativa crítica del disenso y de la diferencia frente al sistema: no capitular y re-
sistir, con seriedad, como sujetos morales11.

9
GARCÍA, R. (ed.): Programar la esperanza. El método prospectivo en los estudios sobre Extremadura, Mérida,
Editora Regional de Extremadura, 1996.
10
GARCÍA, R.: Entre la justicia y el mercado. Nuevo paradigma para la sociedad civil, Madrid, ACC, 1992,
p. 69.
11
GARCÍA, R.: “Técnica y Moral” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano
García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 117.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 5

Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX… Juan Sánchez González 5

Para alcanzar tan difícil como deseable objetivo, entre la ideología y la utopía –las dos
vertientes en que se bifurca la imaginación social– y a pesar de que ambas son necesarias
para la integración y expectativas de los diferentes grupos sociales, Romano reivindica la utopía
porque, a su entender, la ideología, “mira al pasado, tiene sentido conservador y, en su nivel
más positivo, cumple una función integradora… Ahora bien, la utopía no mira al pasado, sino
al porvenir. En su nivel más positivo, representa una sociedad alternativa… La utopía mira
al porvenir, en la medida en que critica y cuestiona el presente… La utopía niega la socie-
dad fáctica y empírica y cuestiona el presente y trata de sustituirla con otra imaginaria, acorde
con las necesidades humanas”12.
Sucede, claro está, que frente a los que utilizan el término utopía en su “derivación pa-
tológica” asociándolo con lo irrealizable o lo imposible, Romano no concibe la utopía sepa-
rada o divorciada de la realidad: la verdadera utopía no se muestra separada o divorciada de
la realidad, es aquello que no está pero debe estar: se trata de que la convoquemos con fuerza
y le hagamos sitio. Ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia. Vamos a intentar que
ocurra también ahora13.
Así pues, la ética y la utopía constituyen los dos pilares sobre los que se asienta el pensa-
miento de Romano García, al que habría que considerar no sólo como un profesor universitario,
sino como un intelectual en el sentido más noble, aunque cada vez más difuso, de la palabra.
Un intelectual que, consciente de su papel y de su función social, se propuso remover con-
ciencias, provocando debates y reflexiones sobre los problemas de su tiempo. Su método para
interpretar el presente fue el constante diálogo con el pasado, que le llevó a asumir y propo-
ner una serie de compromisos, en clave prospectiva, para que el individuo y el humanismo se
mantuvieran como ejes rectores del desarrollo de la humanidad.
Por todo ello, la producción intelectual de Romano García recoge aspectos y temáticas
muy variados, pero fuertemente imbricados entre sí. Romano es esencialmente un historiador
de la filosofía, pero no sólo de la filosofía política, ámbito en el que desarrolló numerosos tra-
bajos. En el último tramo de su vida abordó cuestiones tan interesantes y trascendentes, en
los planos moral y social, como el futuro y las contradicciones de la sociedad del bienestar y
de la socialdemocracia, en su libro Entre la Justicia y el Mercado, o las relaciones entre el
progreso científico y tecnológico y los aspectos éticos y morales, en un libro que no pudo ver
publicado, y que fue editado después de su muerte, con motivo del homenaje14 que le tributó
el Consejo de Redacción de la Revista de Extremadura.
En este libro póstumo y posiblemente inconcluso, Romano siente la necesidad de vincular
el progreso científico-técnico con la cuestión moral, planteándose el objetivo de reconducir la
razón científico-técnica hacia la razón práctico-moral15. La línea argumental que defiende a lo
largo de todo el trabajo –muy bien documentado y con numerosas referencias bibliográficas
y eruditas, como todos los suyos– es que la moral seguirá siendo necesaria en una sociedad

12
GARCÍA, R.: La sociedad civil y los filósofos. Estudios de filosofía social y política, II, Cáceres, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1997, p. 105.
13
GARCÍA, R.: Entre la justicia y el mercado. Nuevo paradigma para la sociedad civil, Madrid, ACC, 1992,
p. 79.
14
El homenaje tributado por los Amigos de la Revista de Extremadura consistió en la publicación de un libro
GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de
filosofía mundana, Cáceres, 2000, en el que se recogían una serie de artículos seleccionados de su amplia trayecto-
ria publicística, y la publicación del manuscrito Técnica y Moral, que Romano pensaba publicar en una editorial de
ámbito nacional. Cfr. GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y mo-
ral y otros ensayos de filosofía mundana Cáceres, 2000.
15
GARCÍA, R.: “Técnica y Moral” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano
García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 25.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 6

6 Juan Sánchez González Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX…

científica en la que la ciencia puede llegar muy lejos, pero en la que la vida necesitará siem-
pre, para durar, de la opción moral16, y por ello –continúa reflexionando Romano– habría que
buscar una moral que, sin evadirse en busca de trascendencias, sea capaz de aportar un fun-
damento humano a la utilización libre y positiva de la ciencia y de la técnica17.
En realidad, todas sus reflexiones iban enfocadas a la necesidad de despertar la conciencia
ética y a promover la revalorización de la dimensión moral de los individuos, que no deben
dejarse embaucar por las falacias de la autodenominada sociedad del bienestar: La utopía mo-
ral, en nuestras sociedades, consiste en la defensa de la condición humana: la supervivencia
de la humanidad, su existencia segura y su emancipación. El sistema, construido sobre una
asimetría de oportunidades, apenas deja resquicio alguno para la crítica y la lucha. Los con-
sensos emergen viciados por esa asimetría… Nos queda una posibilidad: la de resistir, ejer-
ciendo de sujetos morales, es decir, de fines en sí y no de medios18.
La ética y la moral que defiende Romano tienen una dimensión laica y profundamente
tolerante, y todo ello, teniendo en cuenta la importante huella que hubo de dejar en él su ini-
cial formación religiosa. Romano García considerará que el filósofo no puede recurrir a
fundamentos religiosos para defender al hombre de posibles manipulaciones19. Y refiriéndose
a Lutero, pero generalizando en su reflexión: Cuando a una persona no se le reconocen
sus valores por el mero hecho de pertenecer a una confesión religiosa no católica, tal con-
ducta resulta anticatólica: esto ha ocurrido mucho en la historia de la Iglesia; la encarna-
ción de esta actitud ha tenido su expresión más significativa en la incomprensión católica de
Lutero20.

2. ROMANO GARCÍA ANTE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

En sus eruditos trabajos sobre los principales pensadores de la Historia de la Filosofía,


Romano García dejó entrever, y en otras ocasiones manifestó claramente, una serie de preferen-
cias, que pueden ayudarnos a perfilar su talante y personalidad. Aunque cabría citar a muchos
más, sí queremos dejar constancia de que entre su filósofos favoritos, además de Romano
Guardini, estaban Spinoza, Hegel, y sobre todo Platón y Marx. Con respecto a Platón, su ad-
miración resulta elocuente: Ningún filósofo produjo en mi espíritu la conmoción que produjo
Platón de Atenas. (Pareja conmoción sólo se dio en mí con motivo de la NOVENA de Beethoven
o la PASIÓN SEGÚN SAN MATEO de Bach)21.
En cuanto a Marx y a su valoración del marxismo como sistema filosófico, sus alusio-
nes también resultan inequívocas: No está, pues, tan claro ni que Marx haya muerto, ni que
la historia haya terminado. Precisamente porque la historia no ha terminado, Marx sigue vivo
y lo necesitamos. Porque la historia no ha terminado, porque el Capitalismo no representa la

16
GARCÍA, R.: “La moral y el cambio II. La moral contemporánea: crisis de la tradicional” en GARCÍA MEDINA,
R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mun-
dana, Cáceres, 2000, p. 174.
17
GARCÍA, R.: “Técnica y Moral” en GARCÍA MEDINA, R, SÁNCHEZ, J y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano Gar-
cía. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 27.
18
Ibídem, p. 117.
19
Ibídem, p. 76.
20
GARCÍA, R.: “Defensa de Lutero” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano
García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 137.
21
GARCÍA, R.: “Platón y los problemas de la sociedad actual” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA,
J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 187.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 7

Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX… Juan Sánchez González 7

última palabra –como pretende Fukuyama–, Marx puede volver, nos puede visitar de nuevo22.
A Romano no le cupo duda de que desde el punto de vista de la justicia social, el marxismo
es superior al capitalismo. Ahora bien, ¿se puede llegar a una corrección del comunismo de
tal manera que pueda hallarse un sistema marxista con libertad?23
Por otra parte, su propia actitud y compromiso intelectual, y su manera de concebir la fun-
ción que él mismo debía desempeñar en la sociedad entroncan con la más pura tradición mar-
xista. Y esta circunstancia también la quiso reflejar por escrito: Impactado por la tesis XI de
Marx (Sobre Feuerbach) –los filósofos se dedicaron a interpretar el mundo; pero lo que hay
que hacer es transformarlo– procuré siempre que mis reflexiones, surgidas de lo más profundo
de mi actividad filosófica, llegaran de alguna manera a la calle y, en tal sentido, colaboré
asiduamente en medios de información tanto nacionales como de ámbito local y regional: mi
colaboración más asidua y duradera se relaciona con la revista Índice y el diario La Prensa
de Managua. Todos mis estudios y publicaciones se han movido siempre dentro de esa inquie-
tud y cerca de los medios de comunicación. Mi último libro –Entre la Justicia y el Mercado.
Nuevo paradigma para la sociedad civil– es el desarrollo y la ampliación de un artículo apa-
recido en un diario madrileño. Me he movido siempre como pez en el agua afrontando la res-
ponsabilidad de las revistas que, a lo largo de años, se me han encomendado24.
Otro aspecto que también nos ilustra sobre la personalidad de Romano García, es la con-
sideración que le merecen la tradición, la historia, y la historia de la filosofía, y la forma en
que se proyectan sobre el presente. A su entender, en lugar de estudiarse como una realidad
cerrada, el presente también puede estudiarse como una realidad abierta… como un presente
que lleva ya dentro de sí las ideas del futuro25. En este sentido, nuestro autor considera que
las lagunas dejadas por los filósofos precedentes cumplen el mismo papel que el error: pro-
vocan el ejercicio crítico de nuestra capacidad intelectual. El conocimiento de la verdad es,
así, resultado de un proceso histórico26. Y es que la verdad no se alcanza de una vez por
todas, en una edad determinada o por una sola persona, sino que se requiere para ello un
esfuerzo infinito que no se termina nunca; esfuerzo que, por otra parte, debe superar el error
y la duda mediante la investigación27.
Así pues, Romano concibe el pasado como condición y estímulo del presente; y sólo
cuando se produce el presente como algo distinto del pasado y como algo preparador del
futuro, podemos hablar de historia y de progreso28. Porque la tradición debe ser asimilada
críticamente: somos producto de la tradición, pero no sus víctimas29.
Y fruto de esa concepción del pasado y de la historia es la raigambre humanística de su
filosofía. Romano García, cuando reflexiona sobre la importancia y el sentido de las humanidades
llega a conclusiones tan lúcidas como estimulantes, que en su literalidad casi nadie dudaría en

22
GARCÍA, R.: “Técnica y Moral” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano
García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 111.
23
GARCÍA, R.: “Capitalismo, Marxismo y tercera vía” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L.
(eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 192.
24
GARCÍA, R.: “La información en una sociedad democrática” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MON-
TAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 212.
25
GARCÍA, R.: “La moral y el cambio I” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Ro-
mano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 163.
26
GARCÍA, R.: “Origen significado y crítica de los estudios humanísticos IV” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J.
y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000,
p. 158.
27
Ibídem, p. 157.
28
Ibídem, p. 155.
29
GARCÍA, R.: “La ética y el futuro de la democracia” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA,
J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 208.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 8

8 Juan Sánchez González Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX…

suscribir, aunque en el fondo, y a los resultados me remito, están lejos de ser compartidas por in-
fluyentes y eventuales mayorías, eso sí, intelectualmente minoritarias: “Se impone ampliar el con-
tenido de la humanitas; nuestro ideal humano va más allá que el ideal humano de los clásicos.
Las Humanidades del siglo XX deberían incluir entre sus estudios, además de las letras
y de la filosofía –que forman el núcleo de las humanidades clásicas– las teorías científicas
que más honran a nuestra época: no sólo las sociológicas y económicas, sino también las
físico-químicas, biológicas y astronómicas. Puesto que hoy todo tiene un signo planetario,
también debemos aspirar a un humanismo planetario y universal, que integre en sí todos los
conocimientos”30.

3. ROMANO Y EL COMPROMISO INTELECTUAL

Fueron numerosas las ocasiones en las que Romano García reflexionó sobre el cometido
que debían desempeñar los intelectuales en la sociedad. A su entender, la duda y la actitud
crítica son características consustanciales a los intelectuales: El intelectual es, antes que nada,
un hombre que duda, caracterizándose por una actitud crítica. Esta actitud no lleva solo a la
denuncia de situaciones de statu quo y alienantes, sino que, además, al ejercer de crítico,
contribuye a hacer inteligible el futuro de su sociedad31. Pero la labor del intelectual no debe
limitarse a eso: como ilustrado, debe, con su discurso crítico, apoyar el cambio y vigilar para
que el cambio represente una auténtica emancipación (la revolución como forma de cambio
no es hoy deseada por nadie)32.
Su actitud personal y su talante encajan perfectamente en estas consideraciones, y tam-
bién en la que considera que el intelectual, más que un militante de partido, es un militante
de ideas, aunque su compromiso pueda llevarle, en determinados momentos y situaciones, a
la afiliación partidaria33. Romano no fue hombre de partido, pero sí contribuyó extraordina-
riamente al debate de ideas y a las propuestas de futuro en los entornos donde desarrolló su
actividad. Su ideario progresista, de hombre de izquierdas, aunque sin pertenencia a ningún
partido político, fue reconocido en numerosas ocasiones y tribunas. Su compromiso con Ex-
tremadura también quedó patente, aunque siempre quiso dejar claro que al intelectual incumbe
una tarea muy especial: evitar que las tendencias regionalistas y localistas, muy propensas a
planteamientos emocionales y supersticiosos, impidan las miras universalistas y la solidari-
dad con otros contextos sociales. El nacionalismo olvida que una cosa es particular y otra
predicar el particularismo. Aplicado a nuestros problemas: hay que ser extremeño, pero no
extremeñista34.
Y en cuanto a la Universidad, a la función social de la Universidad, su pensamiento tam-
bién se ofrece con una meridiana nitidez: La Universidad debería, más bien, servir de contra-
peso y frenar la deshumanización que segrega la sociedad capitalista y no limitarse a obedecer

30
GARCÍA, R.: “Origen, significado y crítica de los estudios humanísticos V” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J.
y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000,
p. 161.
31
GARCÍA, R.: “El intelectual, ideólogo de la emancipación” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MON-
TAÑA, J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 269.
32
GARCÍA, R.: “Extremadura como preocupación” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L.
(edit.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 268.
33
GARCÍA, R.: “El intelectual ideólogo de la emancipación” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA,
J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 270.
34
Ibídem, p. 273.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 9

Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX… Juan Sánchez González 9

sus demandas. Sin traicionar esas exigencias, puede colaborar con los poderes públicos y
hasta ofrecerle cuadros dirigentes. Infiltrada en la trama social, a través de una gestión de
alta cultura, la Facultad de Filosofía y Letras –de Humanidades– puede ejercer una función
insustituible: ilustrar, iluminar la mentalidad popular, promoviendo, en ella, actitudes de con-
cienciación y compromiso en el proyecto de modernización35.

4. ANTES LA JUSTICIA QUE EL MERCADO

Aspiramos a la Justicia.
Pero vivimos prisioneros del Mercado.
¿Podríamos, sin abandonar el Mercado –que parece, hoy, inevitable– realizar la Justicia
que anhelamos? Las reflexiones que siguen intentan responder a esta pregunta36.

Aunque la temática que anuncia este epígrafe fue abordada sistemáticamente por Romano
en uno de sus libros más lúcidos sobre la sociedad actual, Entre la Justicia y el Mercado, las
apreciaciones que vienen a continuación están diseminadas por varios de sus trabajos ante-
riores, y nos acercan al ideario progresista de un profesor de Filosofía, que se resistía a aceptar
la inevitabilidad de los efectos del capitalismo y la deshumanización encubierta y pasivamente
aceptada que tal sistema provocaba en los individuos y en la sociedad en general.
En este plano a Romano lo que lo preocupaba fundamentalmente era remover las con-
ciencias de una sociedad cada vez más apática y desmovilizada, pragmática, prendida en las
redes ilusorias de lo que se ha convenido en denominar Estado del Bienestar, concepto y rea-
lidad que someterá a profunda y descarnada crítica. La advertencia de Romano es clara: Vivimos
en una sociedad capitalista: no perdamos el sentido crítico frente a ella; no seamos apolo-
gistas de un sistema que nos engaña, nos aliena, nos expropia37.
Pero, consciente también de las ataduras y servidumbres generadas por el sistema y de
que los individuos las han ido aceptando con inconsciente complacencia, Romano García ad-
vierte también del peligro de creer que el hombre existe exclusivamente para satisfacer nece-
sidades. El psicoanálisis atribuye gran número de las neurosis a dicha creencia. El hombre
existe, antes que nada, para cumplir tareas y quehaceres38. En este sentido, la máxima que
lanzaba Romano, y con la que fue plenamente consecuente en su vida personal, era la de uti-
lizar los bienes sin que nos esclavice su “posesión”39. Ciertamente, y quienes le conocieron
pueden corroborar esta impresión, su mayor disfrute siempre fue con las pequeñas cosas o con
las cosas inmateriales. Decía Romano que la austeridad es la condición de una verdadera
grandeza humana; el hombre no es nada si no es capaz de someter a control sus deseos40, y
que la vida sometida a lo superfluo degrada, y el egoísmo consiguiente insensibiliza al hom-
bre con respecto al prójimo41.
Por estas, y por otras razones de mayor enjundia filosófica, Romano García realizó en
sus escritos una dura y profunda crítica del sistema capitalista, de la sociedad y del estado del

35
Ibídem, p. 272.
36
GARCÍA, R.: Entre la justicia y el mercado. Nuevo paradigma para la sociedad civil, Madrid, ACC, 1992, p. 7.
37
GARCÍA, R.: “Capitalismo, Marxismo y tercera vía” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L.
(eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 202.
38
GARCÍA, R.: Justicia social y desarrollo, Madrid, Editorial ZYX, 1966, p. 43.
39
Ibídem, p. 45.
40
Ibídem, p. 54.
41
Ibídem, p. 55.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 10

10 Juan Sánchez González Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX…

bienestar, y del papel desempeñado por la socialdemocracia en el mundo occidental. Las si-
guientes citas escogidas de sus numerosos escritos pretenden atestiguarlo, aunque lógicamente
se entenderían mejor en el contexto de los libros y de los ensayos de donde han sido extraídas,
porque es allí, donde se aprecia el carácter sistemático y riguroso del pensamiento de Romano
García, del que aquí sólo se ofrecen unas breves pinceladas.
La Sociedad del Bienestar es la culminación del capitalismo (…)
Lo malo de esta forma de vida es que se conduce por un talante utilitarista, consistente
en hacer del bienestar el fin de la existencia. Hace del egoísmo una virtud. Crea, además, ne-
cesidades artificiales provocadas por las grandes fábricas y sus propagandas. Por otra parte,
el bienestar produce un paro espiritual y moral, un aflojamiento de la tensión moral. Se trata,
en el fondo, de una ética individualista42.
…en ello radica el mal de la racionalización económica que utiliza el capitalismo, es de-
cir, en ver al hombre mismo como algo rentable y como algo contable. Los sindicatos deben
esforzarse por no coincidir con esa lógica del capital: lo que hay que emancipar, mas allá y
además de sus derechos económicos, es la humanidad misma del trabajador43.
Quizá la diversión y el consumo nos han vuelto pasivos, inconscientes de la alienación
que padecemos. No nos implica la política: en parte, por la política misma, que se ha trivia-
lizado, y en parte por nuestra misma pasividad, absortos como estamos en consumir y vivir
bien. Nos preocupa menos pensar y ejercer la crítica. Una de las funciones del intelectual con-
siste precisamente en contribuir a romper esa pasividad44.
El crecimiento económico capitalista es insolidario. Se ha señalado, con razón, que una so-
ciedad de mercado es una contradicción en los términos. En España se ha hablado, sin advertir
la antinomia, de socialismo de mercado: es explicable que se propongan determinados objetivos,
no lo es tanto que se intente legitimarlos con una tradición socialista que los contradice45.
…hay que condenar toda violencia, pero que normalmente nos limitamos a condenar fa-
risaicamente la violencia efecto dejando a un lado la violencia causa. Seremos justos, seremos
honestos si condenamos toda violencia. Porque hay violencias tan institucionalizadas, violen-
cias a las que estamos tan habituados que nos olvidamos de ellas46.
…la sociedad capitalista es profundamente violenta, segrega violencia y, como consecuen-
cia, engendra y provoca la otra violencia, la que nosotros, muchas veces, condenamos farisaica-
mente porque su condena no va acompañada de la otra violencia previa –la violencia-causa–47.
¿qué podemos esperar cuando no se cumple la justicia social? ¿No es ya la mayor de las
violencias el incumplimiento de la justicia social?48 Si la (justicia social) fuese una persona y
se le pudiese interrogar, al emplazarle para que se decidiera por uno de los sistemas, estoy se-
guro de que escogería el socialismo –con todos los defectos que se quiera– frente al capita-
lismo, en el que se la injuria permanentemente49.

42
Ibídem, p. 61.
43
GARCÍA, R.: “Lucha de clases y sociedad moderna” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J.
L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 216.
44
GARCÍA, R.: “Extremadura como preocupación” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L.
(eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 268.
45
GARCÍA, R.: “Lucha de clases y sociedad moderna” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J.
L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 215.
46
GARCÍA, R.: “Capitalismo, Marxismo y tercera vía” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L.
(eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 193.
47
Ibídem, p. 201.
48
Ibídem, p. 200.
49
Ibídem, p. 197.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 11

Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX… Juan Sánchez González 11

5. UN INTELECTUAL DE IZQUIERDAS CRÍTICO


CON LA SOCIALDEMOCRACIA

Ya hemos indicado que Romano García se mostró en muchos de sus trabajos muy crí-
tico con las concreciones alcanzadas por el denominado Estado del bienestar, que se fue con-
solidando en el mundo occidental en la segunda mitad del siglo XX, gracias a la colaboración
de las fuerzas políticas y sociales denominadas de izquierda, algo que a Romano García le
provocaba, cuando menos, un fuerte rechazo intelectual: Ni siquiera la socialdemocracia es
ya socialista. Aceptar el capitalismo como régimen económico tiene un precio para los que
se proclaman socialistas: dejan de serlo. Lo que distingue al socialismo es (…) la subordi-
nación de la economía a la existencia humana, pero la izquierda que sirve al capitalismo, con
la excusa de que intenta frenarlo y moderarlo, no puede evitar que la sociedad sea gestio-
nada como auxiliar del mercado50.
A Romano no le cabe duda de que la socialdemocracia, aunque lo pretenda, ya no re-
presenta a la izquierda: ¡Si existieran regímenes de izquierda! Pero no existen gobiernos de
izquierda; los gobiernos socialistas ya no son de izquierda. Podemos ir más lejos: la izquierda
ha sido expulsada de las zonas donde se producen las decisiones y los cambios (…) las cir-
cunstancias –entre las que hay que incluir su propio comportamiento (de la izquierda)– han
arrebatado a la izquierda su topos o sitio tradicional (…) los gobiernos –y partidos– socia-
listas (…) se han convertido en auténticos gestores –fontaneros– de lo que Negri llama ab-
sorción de la Sociedad por el capital51.
A su entender, los socialdemócratas lo único que intentan es paliar los efectos pero no
las causas de las injusticias que genera el sistema capitalista. Sus políticas lo único que ofrecen
es una orientación eminentemente redistribuidora, con apariencias benefactoras y providencia-
listas, pero con un trasfondo egoísta, incapaz de enmascarar profundas y consustanciales con-
tradicciones y crisis. En sus reflexiones sobre el Estado del bienestar, sus contradicciones y
sus inevitables crisis siempre consideró que la socialdemocracia, y los partidos que la encar-
naban en los diversos países, actuaban más que por imperativo de justicia, por evitar el hun-
dimiento del sistema52: El drama de las sociedades avanzadas, con Estado asistencial ideado
por el capitalismo tardío, deriva de que, cuando son gobernadas por partidos socialdemó-
cratas, la política desarrollada por éstos no es una política socialista, ya que no cuestiona la
dominación –en el sentido de absorción– de la sociedad por el Capital.
Por tanto, la lucha debe dirigirse a que la socialdemocracia, respondiendo a su nombre,
asuma las aspiraciones, reivindicaciones, demandas y exigencias de la izquierda social y po-
lítica53.
Frente a la actitud desempeñada por la socialdemocracia en el mundo occidental, Romano
García defenderá y reivindicará a lo largo de su extensa obra la transformación y configu-
ración de una nueva izquierda, verdaderamente comprometida, con el auténtico significado
que, a su entender, debería atribuirse a tan noble concepto: Ser de izquierdas significa tener
como objetivo prioritario la formación de individuos cada vez más capaces de dar sentido a
la vida54.

50
GARCÍA, R.: “Lucha de clases y sociedad moderna” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J.
L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 214.
51
GARCÍA, R.: Entre la justicia y el mercado. Nuevo paradigma para la sociedad civil, Madrid, ACC, 1992,
p. 34.
52
Ibídem, p. 22.
53
Ibídem, p. 60.
54
Ibídem, p. 97.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 12

12 Juan Sánchez González Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX…

La izquierda tiene que transformase, tiene que evolucionar, entre otras cosas porque si-
gue siendo necesaria: Mientras existan contradicciones, mientras exista explotación, existirá
la izquierda, aunque los instrumentos de la lucha en presencia la obliguen a transformarse y
a cambiar de espacio. Puede enfermar, puede sufrir crisis, pero no morirá porque es la misma
sociedad la que necesita y genera los movimientos de izquierda55.
Así pues, Romano considerará que la izquierda debe revisar y cuestionar sus hábitos y
axiomas antiguos y recientes. Pero, si lo que verdaderamente se pretende es un cambio que
conduzca a la emancipación, el socialismo debería abandonar su desviación socialdemócrata56.
Habría, pues, que reinventar la izquierda y para ello ha de abandonar su topos tradicional: la
izquierda, hoy, sólo tiene un topos: sólo puede ser representada por los nuevos movimientos
sociales y las iniciativas populares. Y los intelectuales afines a la izquierda deberán unirse a
las tareas de estos grupos –potenciando sus actitudes críticas y utópicas–, si todavía desean
ocupar un sitio –una función– en la sociedad civil57.
Por todo ello, y consecuente con otros aspectos de su filosofía, Romano defenderá que la
tarea urgente de la izquierda consiste fundamentalmente en reintroducir en la relaciones Estado-
sociedad civil la utopización, la politización, la ideologización, y la conflictividad, como única
manera de salvaguardar la democracia y la libertad58. Y en tal sentido, si la izquierda no se
revitaliza como una fuerza europea podría perder su última oportunidad (…) o se cambia el
planteamiento de las exigencias y de las reivindicaciones, o desaparecen el sindicalismo y la
izquierda59.

6. REIVINDICACIÓN DE LA POLÍTICA. LA UTOPÍA DEMOCRÁTICA

Las reflexiones anteriores condujeron a Romano García a la consideración de que la tarea


más importante, hoy, de la izquierda era introducir la ética en la política para que la sociedad
no se desmorone, siguiendo la suerte de la política60. Ante lo que considera una evidencia, el
envilecimiento de la práctica política en el Estado del Bienestar –los políticos se han atenido
escasamente a la moral y los grandes partidos burocráticos, especialmente cuando gobier-
nan, disponen de grandes recursos para impedir que la sociedad introduzca, mediante el voto,
un relevo y, mediante el relevo, la ética política61– la tarea ineludible de la izquierda debería
ser politizar a la sociedad civil para que ésta recupere y rehabilite la política62.
En eso consiste la utopía democrática que plantea Romano, en la necesidad de que la
ética, ausente de la política y de la sociedad, vuelva a determinarlas63. Y aquí de nuevo reapa-
rece la reivindicación de la utopía: La posible esperanza solo vendría por la vía de una utopi-
zación de la política en su versión democrática, ya que el Mercado no es directamente uto-

55
Ibídem, p. 110.
56
Ibídem, p. 74.
57
Ibídem, p. 34.
58
Ibídem, p. 96.
59
GARCÍA, R.: “Lucha de clases y sociedad moderna” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA,
J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 214.
60
GARCÍA, R.: Entre la justicia y el mercado. Nuevo paradigma para la sociedad civil, Madrid, ACC, 1992,
p. 97.
61
GARCÍA, R.: La sociedad civil y los filósofos. Estudios de filosofía social y política, II, Cáceres, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1997, p. 192.
62
GARCÍA, R.: Entre la justicia y el mercado. Nuevo paradigma para la sociedad civil, Madrid, ACC, 1992,
p. 97.
63
Ibídem, p. 96.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 13

Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX… Juan Sánchez González 13

pizable64: Frente a la colonización, la uniformización y la homogenización, ser de izquierdas


significa mantener el pathos de la distancia y el pathos de la individualización mediada por
la socialización, entablando una lucha a muerte contra la colonización de la existencia hu-
mana por la economía, el dinero y el consumo. Significa asimismo tomar en serio a la demo-
cracia, o sea, tomar en nuestras manos lo asuntos que nos conciernen y que pueden perecer
definitivamente, o sea, repolitizar todo aquello cuya politización ha sido neutralizada: la iz-
quierda no podrá recuperar su identidad más que buscando una repolitización de los con-
flictos, como respuesta al desgaste de las vías parlamentarias e institucionales65.
La democracia que defiende Romano, como regeneradora de la sociedad, debería pro-
mover la reconciliación de la razón económica con la sociedad civil, debería ser más partici-
pativa y no meramente representativa. En algún lugar la definió como democracia melancó-
lica, que significa, desde mi punto de vista, democracia insatisfecha: dediquémonos a
perfeccionarla; perfeccionarla significa –de acuerdo con nuestras reflexiones del comienzo–
moralizarla. El futuro de la democracia depende de la ética66. La apuesta de Romano, pro-
fundo conocedor de los principales autores de la historia de la filosofía política, es la rege-
neración ética de la política, objetivo para cuya consecución deben luchar, aliados con el
movimiento obrero, los otros movimientos populares67. Pero, a su juicio, las estrategias y los
medios que se utilicen para alcanzar esos fines, no pueden transgredir las normas básicas de
la convivencia establecida, deberían en todo caso moralizarlas: Hay que defender, pues, la de-
mocracia de las elecciones frente a la llamada democracia de las manifestaciones68. El voto
es la esperanza de la democracia. Y la democracia, con sus defectos, la esperanza del desarro-
llo de los pueblos69.

7. “MUERTE, TÚ NO ME ROBAS LA ESPERANZA”70

Con las anteriores reflexiones hemos intentado aproximarnos a la rica personalidad humana
y académica de un profesor de filosofía que hizo de la ética y de la utopía, de la conciencia
y del compromiso intelectual un ideal de vida. Su sensibilidad hacia los problemas sociales y
su pasión por el conocimiento dejaron honda huella en quienes le conocimos. Su legado in-
telectual permanece fresco para quienes en el siglo XXI pretendan analizar las claves de su pre-
sente. Para ello, no duden en acercarse a un intelectual del siglo XX que puso todo su empeño
en trascender el tiempo de su finito horizonte temporal.
Desgraciadamente, Romano murió cuando contaba tan sólo sesenta y cinco años de edad
y en plena etapa de efervescencia y creatividad intelectual, pero eso sí, rodeado de cariño y
de proyectos. Treinta y ocho años antes de su fallecimiento, ocurrido el 28 de marzo de 1998,

64
Ibídem, p. 79.
65
Ibídem, p. 97.
66
GARCÍA, R.: “La ética y el futuro de la democracia” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA,
J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 209.
67
GARCÍA, R.: “Lucha de clases y sociedad moderna” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA,
J. L. (eds.): Romano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 216.
68
GARCÍA, R.: La sociedad civil y los filósofos. Estudios de filosofía social y política, II, Cáceres, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1997, p. 186.
69
GARCÍA, R.: La sociedad civil y los filósofos. Estudios de filosofía social y política, II, Cáceres, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1997, p. 192.
70
GARCÍA, R.: “Crónica de la esperanza” en GARCÍA MEDINA, R., SÁNCHEZ, J. y DE LA MONTAÑA, J. L. (eds.): Ro-
mano García. Técnica y moral y otros ensayos de filosofía mundana, Cáceres, 2000, p. 253.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14


001#Etica(Sanchez) 14/1/04 16:59 Página 14

14 Juan Sánchez González Ética y utopía. Conciencia y compromiso de un intelectual del siglo XX…

dejó escrita la siguiente reflexión en la revista Índice, y que por su valor humano y testimonial,
he elegido para terminar este modesto homenaje a Romano García, que por su bondad y por
su honestidad intelectual, fue merecedor de amplia estima y de la mayor consideración.
Muerte, tú no me robas la esperanza…
Mi espíritu está abierto a lo infinito. Mi cuerpo, en cambio, es una conexión con la anéc-
dota, con el tiempo, con las cosas finitas. Es necesario que el cuerpo perezca para que aquel
cumpla sus apetencias más profundas, saliendo del círculo vicioso de la decepción.
Esto lo escribo con cierta inseguridad. Porque siento, por otra parte, deseos de no morir,
de que mi cuerpo no se corrompa. Podría decirse que uno quiere morir y no morir, al mismo
tiempo. Morir: para abolir de una vez la decepción y la angustia. No morir: para que este
cuerpo mío no se corrompa y no me traiga, con la muerte, la más horrenda de las dudas.
Quizá exista un apego desequilibrado al cuerpo, que nos induce a reducir la vida en sí
a la sola vida que transcurre en sus fronteras temporales. Existe, en el hombre, una tendencia
natural al empirismo que le incapacita para sentir su inmortalidad71.

71
Ibídem, p. 254.

Norba. Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, 1-14

También podría gustarte