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¿Listos para lo peor?

Carlos A. Moncada

El 20 de enero, comenzó el nuevo periódico académico. Para la clase de “periodismo”


redacté una noticia con el siguiente titular: “Misterioso virus causa alerta mundial”. Quién
diría que nueve semanas después, en Honduras, viviríamos la crisis del coronavirus, al
igual que en China, Italia, España, Estados Unidos y otros países del mundo.

La enfermedad infecciosa provocada por el coronavirus fue llamada Covid-19 por la


Organización Mundial de la Salud (OMS), sus principales síntomas son: fiebre, tos seca
y fatiga, en los peores casos hay dificultad para respirar y complicaciones que pueden
llevar a la muerte.

Cuando escribí la noticia en enero, solo se reportaban 217 casos y tres muertes en
China; hoy en todo el mundo la cifra de casos confirmados es 720,783 y el número de
muertes 33,939, cifras que cada día van en aumento.

La presencia del virus en nuestro país fue confirmada la mañana del miércoles 11 de
marzo, provocando histeria colectiva en toda la sociedad hondureña, incluso días antes
de que el coronavirus llegara al país era difícil adquirir una mascarilla para evitar el
contagio.

Ese mismo día al subir al autobús de la universidad, podía escuchar que la llegada del
virus era el tema de conversación de todos los estudiantes, fue evidente que la
preocupación y la ansiedad se comenzaban a manifestar en la población estudiantil.

Terminó esa semana con el anuncio de que la Universidad Católica continuaría las
clases virtualmente, ya que una de las recomendaciones de la OMS es evitar las
conglomeraciones de más de 50 personas, sin duda continuar con las clases mediante
el uso de herramientas tecnológicas implicaba un reto para estudiantes y docentes.

La tarde del lunes 16 de marzo, el gobierno de la República, decretó toque de queda


absoluto para Tegucigalpa y posteriormente se extendió en los demás departamentos
del país. En este punto ya eran ocho casos confirmados y presentía que la situación se
pondría difícil conforme se propagara el virus, en casa nos abastecimos con lo necesario
para algunos días.

El miércoles 18 del mismo mes, las autoridades del país anunciaron que el jueves 19
sería el día permitido para circular, con el fin de abastecerse del alimento necesario; el
alboroto esta vez alcanzó su “máximo esplendor”, calles abarrotadas de vehículos con
personas que necesitaban entrar a los supermercados y pulperías llenas. Salir en esta
ocasión era un alto riesgo, las personas hicieron caso omiso a las recomendaciones,
por suerte en casa tomamos la decisión de no ir al supermercado y adquirir lo que
necesitábamos en una pulpería.

Cada día que pasaba, la ansiedad y preocupación comenzó a ser más notable, no solo
en el entorno, también en casa y en mí. Las noticias de fallecidos en Italia era alarmante;
el martes 24 de marzo, el gobierno italiano anunció que solo en 24 horas se registraron
743 muertes, muchas interrogantes rondaban en mi cabeza: Si en Italia reportan esa
cantidad de muertos en un día… ¿Qué será de Honduras?

Ni que decir, en nuestro país, llevamos las de perder, con un sistema de salud deficiente,
en dónde hay poca educación y oportunidades es el pan de cada día. Es normal sentirse
afligido y perturbado.

Hoy 29 de marzo, hay 139 casos confirmados de Covid-19 y tres muertos en Honduras,
con un toque de queda que se extiende hasta el domingo 12 de abril. Es difícil estar en
casa, porque la paranoia juega conmigo, pero cuando me pongo a pensar que es la
única medida de prevenir el contagio por la enfermedad, lo veo desde otra perspectiva:
cuidar de mí y de los demás. El lavado de manos ahora es constante y repetitivo, trato
de mantener la distancia con mis familiares en caso de portar el virus.

No sé lo que pasará en las próximas semanas, solo tengo la certeza de que poniendo
todos de nuestra parte, acatando y tomando las medidas necesarias, podremos salir de
esta crisis, la cual afecta a los distintos sectores de la sociedad.

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