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Esta estrategia se aplica a los procesos que tienen baja capacidad para cumplir
con especificaciones y que, además, son altamente inestables, debido a que las
causas especiales de variación aparecen con mucha frecuencia, por lo que es un
proceso cuyo desempeño, de por sí malo, es difícil de pronosticar con cierta
certidumbre. Por ello se recomienda orientar los esfuerzos de mejora a detectar
y eliminar las causas de la inestabilidad. Pero como se está ante un proceso muy
inestable, más que tratar de identificar qué pasó en cada punto especial, es
mejor orientarse a detectar los patrones que siguen tal inestabilidad, para de esa
manera generar conjeturas (hipótesis) sobre las posibles causas de la
inestabilidad. En estos casos, se debe partir de la idea de que un proceso muy
inestable es un proceso pobremente estandarizado, en el que es posible que haya
cambios continuos o mucha variación atribuible a materiales, métodos,
mediciones, diferencias en las condiciones de operación de la maquinaria y
desajustes, distintos criterios y capacitación de operarios, etcétera.
Esta estrategia para procesos tipo B se aplica cuando el proceso fue catalogado
como inestable; es decir, es un proceso que funciona en presencia de causas
especiales de variación, pero éstas son tales que se está relativamente satisfecho
con el desempeño del proceso respecto a objetivos previos o especificaciones
(su índice de defectuosos es bajo, por ejemplo), de tal forma que se está ante un
proceso capaz pero inestable. En este tipo de procesos, su distribución se
desplaza o tiene cambios significativos; sin embargo, siempre está dentro de
especificaciones.