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Semántica

La semántica se ocupa del estudio del significado, tanto de la palabra, como de


la oración o de elementos subyacentes a la palabra, por ejemplo, prefijos.
La pragmática es una parte de la semántica, que estudia el significado en su
contexto, es decir, distingue lo que se dice de lo que realmente se quiere decir,
teniendo en cuenta que existen en el lenguaje múltiples convenciones asumidas por la
sociedad, como la ironía, o la polifonía comunicativa, esto es, que en un mismo
mensaje pueden aparecer más de una “voz” o significados diversos.

LA AMBIGÜEDAD:

Es un problema de comunicación de los hablantes. Se produce cuando el contexto no


está presente, pues el mensaje se puede interpretar de maneras distintas. Se puede producir
de manera voluntaria, por ejemplo, la ambigüedad generada por los políticos.
Hay confusiones en el día a día. A veces, hay problemas con la homofonía (palabras
que suenan igual, pero que no tienen por qué escribirse de la misma manera) por ejemplo me
he comprado una vaca/baca. Si no se marca un contexto no se sabe si se ha comprado un
animal o un complemento del coche.
El problema está en la homografía (palabras que suenan igual y se escriben igual). En el
diccionario de neologismo, hacen juegos de palabras con este tipo de cuestiones. Un ejemplo
sería la ironía establecido entre las palabras homófonas bizcaíno (algo bizco) y vizcaíno (natural
de Vizcaya). Pero hay que tener en cuenta que los hablantes tienden a evitar la ambigüedad.
Esto se ve en que el castellano ha adoptado aceite en lugar de ojo, en la época del
Medievo porque se confundía con la evolución de óleum, cuya l había pasado a sonar como j.

Hay diferentes tipos de ambigüedad:


-Ambigüedad fonológica: una misma frecuencia le puede corresponder a dos
descripciones fonológicas distintas. Ejemplo: El dulce lamentar de los pastores o El dulce lamen
tarde los pastores.

-Ambigüedad generada porque un sintagma puede tener más de una función


sintáctica. Ejemplo:
Traigo la camisa roja. La camisa roja puede ser tanto CD como CP, (la camisa no tiene porque
ser roja, puede haber sido manchada de rojo).

-Ambigüedad sintagmático-semántica: una misma secuencia puede ser ambigua


(recibir diferentes interpretaciones pese a tener la misma transcripción fonológica y su
descripción sintáctica,). Ejemplo:
La condena del juez fue muy dura (el juez puede estar siendo castigado o estar condenando)
Podemos aplicar una regla para evitar la ambigüedad: pasar al plural:
El payaso del profesor-el payaso de los profesores.
El payaso del profesor- los payasos de los profesores.

-Ambigüedad léxica: Es una palabra la que es polisémica. No remite a un solo


significantes, sino a muchos.
Aparte de la ambigüedad, está la indeterminación. Aquí, el significado es único, pero
falta información sobre el mensaje. El receptor entiende el mensaje pero quiere saber más.
Ejemplo:
Antonio y Ana fueron al cine y vieron una película.
Aunque no hay ambigüedad, faltan datos como si fueron juntos o separados, si fueron al
mismo cine etc.

La vaguedad: un elemento es vago cuando sus límites desiderativos no son precisos.


Por ejemplo: Joven (para cada persona es una cosa). Aunque lingüísticamente está claro, la
designación no está determinada. Son fenómenos semánticos que se dan día a día.

POLISEMIA Y HOMONIMIA:
Desde el punto de vista tradicional, la polisemia se produce cuando dos vocablos
tienen el mismo sentido. Por otra parte, la homonimia se trata de dos palabras distintas pero
con igual significante. Que sea una u otra depende de la etimología. Si tienen igual etimología,
son polisémicas. Si no, homónimas.
¿Cómo se produce la polisemia?
1) Cambio de aplicación. (Esta es una de las fuentes principales de la polisemia)
Aplicamos la misma palabra a realidades diferentes. Por ello, tendrán sentidos
distintos. Por ejemplo, el adjetivo seco puede aplicarse a clima, a algo no húmedo, a
una persona brusca, a un golpe fuerte etc. Estos sentidos, se han consolidado.
2) Especialización de una palabra en una lengua funcional: cada diferencia diacrónica,
diafásica, diastrática y diatópica; dan lugar a lenguas funcionales. Ejemplo, la palabra
operación, según en el ámbito que se utilice, puede emplearse para un campo médico,
económico, para el ejército etc.
3) Influencia extranjera: la palabra adopta uno de los significados que se le dan en otra
lengua. Por ejemplo: ‘me gusta la filosofía’ (filosofía como materia), frente a ‘la
filosofía de esta empresa es social’ (filosofía como pensamiento).

La homonimia se da cuando dos palabras tienen un origen distinto. Se habla de homonimia


cuando hay congruencia fonética, es decir, cuando una serie de vocablos convergen en
formantes a pesar de que sus significantes sean distintos. Por ejemplo, polo en cuanto a
prenda de vestir o en cuanto a zona geográfica.
Hay que tener en cuenta, que la homonimia no se suele dar porque los hablantes tratan de
evitar la ambigüedad. Por ejemplo, en algunos lugares de Andalucía en los que se sesea, para
evitar confusión, en lugar de coser se dice costurar.
La homonimia se da sobre todo por divergencia semántica. Expliquemos esto mediante un
ejemplo: este banco es muy bonito. Banco puede referirse tanto a asiento como a institución
de carácter económico. Parece que, en principio, no tienen nada que ver pero, en realidad, si.
En la antigüedad se utilizaban los bancos (asientos) para prestar dinero.
Si el hablante no conoce la relación entre dos vocablos, no percibe la relación intersignificativa,
la polisemia pasa a homonimia.
La etimología, por tanto, no es un factor tan claro. No es un criterio que se ha de tener
en cuenta (porque en un punto, las lenguas podían coincidir). Tampoco hay que basarse en un
criterio semántico porque es muy subjetivo. Algunos ven conexión donde, realmente, no la
hay.

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