Está en la página 1de 31

Para Devika Corona Valdés, cuyos besos atarantan a papá

M. C.

Para la persona que nos dedicó su vida y todos sus


atarantadores besos, María Virginia, mi madre

K. R.
M uy de mañana o muy de noche,
mamá deja besos a la pequeña Amaranta,
mientras aún duerme o cuando el sueño ya la venció.

Sale o regresa del trabajo, cansada


o apresurada. Sus besos son lo primero
y lo último del día. Siempre Amaranta
está presente en los pasos de mamá.
Amaranta tiene cuatro años y de lunes a viernes
colecciona besos de mamá. Los fines de semana
pide besos para todo: un beso para desayunar, uno
para bañarse, otro para vestirse, otro más para comer
una galleta, otro cuando siente frío o miedo o uno
por ganas nada más.
Papá a veces se pone un poco celoso,
pero no importa porque él está con
Amaranta todos los días: la lleva a la
escuela, le da de comer y por la noche
cuenta y lee con ella antes de dormir.
A papá sólo le importan Amaranta, su computadora
y su teléfono, que a veces suena tanto que ataranta
a Amaranta.

Ella en ocasiones se desespera y siente ganas de llorar,


pero ya aprendió a ser paciente porque “así
es el trabajo de papá”.
Entre semana, Amaranta cuenta y cuida besos
de mamá: besos de frutas, besos de sueños,
besos de dulce, besos de cacahuate, besos
de leche, besos de juguete, besos de papel,
besos de insecto, besos de rayito de sol…
Aunque hablan todo el tiempo por teléfono,
o se ven por medio de la computadora,
no es lo mismo.

Nada encanta tanto a Amaranta como


los besos de mamá.
Así que mamá inventó un método:
si cuando llega su pequeña ya está
dormida, le deja tres, cuatro o hasta diez
besos en la almohada, según papá le
diga cómo se portó durante el día.
Cuando despierta y mamá se ha ido, papá le dice
cosas como:

— Mami dejó cinco besos por la estrella en la escuela,


tres por terminar tus verduras, dos por el dibujo
que le hiciste y uno por el susto de la tarde…
Una vez le contó que regaló su desayuno
mientras esperaban el verde en el semáforo.

Papá no supo qué decir, pero mamá dijo:

— Compartir con otros es hermoso.


Y le dejó diez besos.
La emoción de Amaranta es tanta
que con sus preguntas a papá ataranta.
Siempre al despertar, pregunta:

— ¿Cuántos besos me dejó mamá?


Los fines de semana celebran
grandes fiestas con besos de mamá;
algunas veces Amaranta siente celos
porque debe compartirlos con papá.
Un día todo cambió. Mamá habló con Amaranta:

— El amor de nuestra familia crecerá,


primero en mi pancita y luego seremos cuatro…
tendrás un hermanito.
La pequeña sabe que es un niño,
que en unos meses mamá estará en casa
todos los días, un gran fin de semana.
Sabe también que los besos serán
de una mamá más grande, más mamá.
No sabe aún cómo dividirá
los besos con el nuevo bebé.
Pero eso no importa tanto
porque a su hermanito lo esperan
no sólo los besos de mamá y papá...
sino también los besos de Amaranta.

También podría gustarte