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SINDROMES ABDOMINALES AGUDOS

ABSCESO HEPÁTICO PIOGENO Y AMEBIANO.

Los absceso se localizan preferentemente, al igual que los amibianos, en el lóbulo derecho. Si se
acompañan de inflamación subserosa puede presentarse perihepatitis o áreas de adherencias.

En casos de infecciones bacterianas, el pus puede ser inodoro y la pared del absceso estar mal
definidas. Si la infección es originada por colangitis obstructiva, los abscesos suele ser múltiples.

El cuadro clínico de estos enfermos es el de una infección grave, hay fiebre elevada (en 90% de
los casos) de tipo remitente o intermitente, acompañada de escalofríos en la tercera parte de los
casos. Los enfermos aparecen, casi sin excepción, mas intoxicados que aquellos que presentan
abscesos hepáticos amibianos. Presentan dolor sordo en el cuadrante superior derecho. Si hay
irritación subdiafragmatica o diseminación pleuropulmonar existirá dolor en le hombro y tos. Hay
hepatomegalia, sobre todo dolorosa cuando se percute sobre las costillas inferiores derechas. El
bazo solo se palpa en casos crónicos, la ascitis es rara y la ictericia tardía, excepto si existe
colangitis.

ASPECTOS CLINICOS.
Los síntomas y signos de los abscesos piógenos y amibianos son muy semejantes. Al principio los
síntomas puede ser muy variados. En algunos casos la enfermedad se presenta rápidamente en
menos de una semana y en otros, es mas insidiosa. EL dolor continuo en el área subcostal
derecha o en el epigastrio es la queja mas común. El dolor puede irradiarse al flanco derecho y la
irradiación diafragmática puede inducir a referir el dolor al hombro derecho o al lado derecho del
cuello.

La fiebre por absceso piógeno es generalmente héctica, del tipo fiebre en agujas. En el absceso
amibiano suele ser constante; síntomas inespecíficos como nauseas, vómitos, anorexia y perdida
de peso ocurren con frecuencia variable.

Al examen físico se encuentra hipersensibilidad en el área subcostal derecha, sobre el hígado y


hepatomegalia. El dolor puede ser también, provocado por palpación de los espacios intercostales
inferiores. Los ruidos respiratorios están disminuidos y hay matidez a la palpación.

Ocasionalmente el absceso hepático puede presentarse sin signos y manifestarse como fiebre de
origen desconocido. La apendicitis o diverticulitis pueden ser enmascaradas por los síntomas y
signos del absceso piógeno. En casos de absceso amibiano, los síntomas de disentería amibiana
como diarrea, están ausentes en cerca de los dos terceras partes de los enfermos.

PANCREATITIS AGUDA HEMORRÁGICA.

El diagnostico se basa en el resultado de los exámenes auxiliares que pueden ser determinadas en
los casos dudosos, y en la evaluación del cuadro clínico. Además del cuadro clínico, en la
pancreatitis hemorrágica grave pueden aparecer signos abdominales como el de Cullen y cuando
se manifiesta una grave hipocalcemia puede ser fácilmente demostrable un signo de Chuostek
positivo.

Antiguamente se daba importancia a la elevación de la amilasa sérica, pero esto ocurre en los
primeros días del proceso, y ahora se le da mas importancia a la relación de la depuración renal de
la amilasa con la creatinina, esta es la prueba mas precisa e inespecífica.

Amilasa (orina) + Creatinina (suero) x 100


Amilasa (suero) Creatinina (orina)
Existen otros análisis de laboratorio que se utilizan para el diagnostico (medición de la lipasa sérica
o de la tripsina), también se utiliza, con bastante precisión, la medición de la metahemoglobina.
Existen otros hallazgos de laboratorio como consecuencia de la evolución del proceso, por
ejemplo: elevación de las bilirrubinas séricas o hiperglicemia transitoria. La medición del calcio es
mas importante, sobre todo en los cuadros graves.

En los casos de pancreatitis hemorrágicas la anemia subsecuente se hará evidente en los


hemogramas respectivos. Desde el punto de vista radiológico, el examen simple de abdomen
puede indicar un cuadro de íleo paralítico difuso en los casos graves.

APENDICITIS AGUDA

MANIFESTACIONES CLINICAS:
a) Síntomas:
El principal síntoma es el dolor abdominal. Clásicamente al inicio está centrado de manera difusa
en el epigastrio más bajo o el área umbilical, su intensidad es moderada y es constante (en
ocasiones con cólicos intermitentes). Después de un período que se localiza en el cuadrante
inferior derecho. Esta secuencia clásica del dolor, aunque usual, no es invariable. En algunos
pacientes el dolor de la apendicitis se inicia en el cuadrante inferior derecho y permanece en él.
Las variaciones en la situación anatómica del apéndice explican muchas de las variedades del
apéndice largo con la punta inflamada en el cuadrante inferior izquierdo causa dolor en esa área; el
retrocecal puede producirlo principalmente en el flanco o la espalda; en el pélvico, por lo general es
suprapúbico y un apéndice retroileal puede ocasionar el uréter. La malrotación también patrones de
dolor confusos. El componente visceral se encuentra en la situación normal, pero el somático se
siente en la parte del abdomen en que se detuvo la rotación del ciego.
En la apendicitis casi siempre se observa anorexia. Es tan constante que debe dudarse de este
diagnóstico si el paciente no es anoréxico. En casi el 75% ocurren vómitos, pero no son notables ni
prolongados y la mayoría de los enfermos sólo vomita una o dos veces.
Casi todos los pacientes tienen antecedentes de constipación antes del inicio del dolor abdominal y
pueden sentir que la defecación los aliviaría. Sin embargo, en algunos enfermos hay diarrea, en
particular en niños, de manera que el patrón de defecaciones tiene poco valor en el diagnóstico
diferencial.
La secuencia de aparición de los síntomas tiene gran importancia en el diagnóstico diferencial.

b) Signos:
Las alteraciones físicas dependen principalmente de la posición anatómica del apéndice inflamado
y de que ya se haya roto cuando se examina por primera vez al paciente.
En la apendicitis no complicada no varía mucho los signos vitales. Rara vez la temperatura
aumenta más de 1°C; la frecuencia del pulso es normal o un poco elevada. Alteraciones mayores
suelen indicar que ha ocurrido una complicación o debe pensarse en otro diagnóstico.
Los pacientes con apendicitis suelen preferir estar acostados supinos, con los muslos, en
particular el derecho, flexionados porque cualquier movimiento aumenta el dolor. Si se les pide que
se muevan lo hacen con mucha lentitud y cautela.
El signo signo clásico de dolor en el cuadrante inferior derecho se encuentra cuando el apéndice
inflamado está en su posición anterior. La hipersensibilidad suele ser máxima en el punto de
McBurney, localizado exactamente entre 2,5 y 6,5 cm de la apófisis espinosa anterior del iliaco, en
un línea recta desde dicha referencia hasta el ombligo o cerca del mismo. Casi siempre hay
sensibilidad al rebote directo, la hipersensibilidad es máxima en el cuadrante inferior derecho e
indica irritación peritoneal. Es frecuente la hiperparestesia cutánea en el área de inervación de los
nervios raquídeos a la derecha de T10, T11, T12 pero no se encuentra siempre.
La resistencia muscular de la pared del abdomen a la palpación es más o menos paralela a la
intensidad del proceso inflamatorio. Al inicio de la afección, si existe resistencia, consiste
principalmente en defensa voluntaria. A medida que la irritación peritoneal progresa, el espasmo
muscular aumenta y se torna en gran parte involuntario, rigidez refleja verdadera en oposición a la
defensa voluntaria.
Las diversa posiciones del apéndice inflamado originan variaciones de los datos físicos usuales. En
un apéndice retrocecal son menos notables en abdomen anterior y es posible que sea más
sensible el flanco. Cuando el apéndice inflamado desciende a la pelvis, es posible que no existan
en lo absoluto datos en abdomen y el diagnóstico se pase por alto a menos que se haga un tacto
rectal. Conforme el ejerce presión en el peritoneo del fondo de saco de Douglas, se siente dolor en
el área suprapúbica y local. El signo de irritación muscular localizada del psoas se puede llevar a
cabo pidiendo al paciente que se acueste sobre su lado izquierdo, a continuación el médico
extiende con lentitud el muslo derecho, estirando en consecuencia el músculo iliopsoas. La prueba
es positiva si la maniobra produce dolor. Al igual que el signo del obturador positivo de dolor
hipogástrico al estirar el obturador interno indica irritación en ese lugar, la prueba se hace girando
hacia adentro pasivamente el muslo derecho flexionado con el paciente acostado.

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