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Editores
2007
ISBN: 978-968-6532-18-0
Para la reproducción total o parcial de esta obra se requiere permiso escrito de los editores.
Presentación v
Patricia Colunga-GarcíaMarín, Alfonso Larqué Saavedra,
Luis E. Eguiarte y Daniel Zizumbo-Villarreal
i
En lo ancestral hay futuro:
ii
Índice
del tequila, los mezcales y otros agaves
Anexos
Anexo 1
Programa del IV Simposio Internacional sobre Agavaceae y xv
Nolinaceae. Mérida, Yucatán, 3 al 5 de marzo de 2004
Centro de Investigación Científica de Yucatán
Anexo 2
Lista de árbitros de los capítulos xvii
Anexo 3
Nombres comunes de 102 taxa de Agave reportados por su uso xxi
en México como alimento humano, bebida fermentada,
bebida destilada, fibra o forraje
Patricia Colunga-GarcíaMarín, Daniel Zizumbo-Villarreal
y Jesús Martínez-Torres
Anexo 4
Mapa “Agave. Mezcales y diversidad”
CONABIO
iii
Resumen
El origen del mezcal tamaulipeco estuvo ligado al flujo humano que experimentó
en el siglo XVIII la Sierra de Tamaholipa Nueva (hoy San Carlos) por la explota-
ción minera. El Mezcal y la música de la Picota son el aporte cultural de las muni-
cipalidades de la Sierra de San Carlos a la identidad cultural tamaulipeca. La mo-
dificación de la Denominación de Origen Mezcal para incluir esta región y la de
las Sierras del Suroeste, establece la coyuntura favorable para revivir una activi-
dad que desde hace decenas de años se ha mantenido en condiciones marginales.
El mezcal “San Carlos” se elabora rústicamente, empleando especies nativas cuyos 287
nombres comunes son “mezcal”, “lechuguilla” y “jarcia”. En este artículo se mues-
tra la integración de un trabajo multidisciplinario para apoyar el desarrollo de la
agroindustria del mezcal bajo cuatro áreas: Biología (especies de agave), Producti-
vidad (biotecnología de agaves/proceso), Socioeconomía (historicidad y potencial
agroindustrial) y Agroecología (domesticación de agave sin alteración del ecosiste-
ma). Los resultados indican la existencia de especies con alto potencial productivo,
no identificadas o con imprecisiones taxonómicas; agave suficiente para apoyar un
conservador crecimiento; y un rico acervo cultural que permite pronosticar una re-
activación sustentable y sostenida de la agroindustria del mezcal tamaulipeco.
Abstract
The origin of Mezcal in Tamaulipas was joining to human flow that experienced at
18th century the Tamaholipa Nueva Mountain range (today San Carlos) by the
mining operation. The Mezcal and the Picota music are the cultural contribution of
the municipalities of San Carlos Mountain range to the cultural identity of
Tamaulipas. The modification of Denomination of Origin Mezcal to include this
region and Southwest Mountain ranges region, the conditions are favorable to
revive an activity that for tens of years has been staying in marginal conditions.
The Mezcal "San Carlos" is elaborated of rustically, using native species whose
common names are “mezcal”, “lechuguilla” and “jarcia”. In this work are show
287
En lo ancestral hay futuro:
288
contrar su sustento en el tiempo en que el frío reducía sensiblemente los frutos que
se producían en las llanuras (Saldívar, 1988).
289
donde inclusive tuvo que ver indirectamente la planta de maguey, ya que según fue
“un bárbaro de la nación mezcalera”, quien “descubrió” en 1767 una veta de plata
en el sitio donde hoy está el municipio de San Nicolás. Por la abundancia del ma-
guey, aún después de iniciada la ocupación colonial de la Sierra de San Carlos, los
indios que la habitaban lo continuaron explotando, al punto que pronto comenza-
ron los conflictos violentos con los nuevos colonos por cuestiones de la propiedad
de la tierra. La minería fue un factor importante para mantener una bulliciosa acti-
vidad en el centro de la serranía, a tal grado que decidió el traslado de la capital del
Nuevo Santander a la nueva villa de San Carlos, lugar donde permaneció hasta los
años de la guerra de independencia (Fig. 1).
En cuanto a la actividad mezcalera en el estado, se puede precisar de manera
inequívoca que inició en esta serranía durante la época colonial con rústicas técni-
cas vitivinícolas europeas, ya que son muchos los pasajes históricos donde cita que
la elaboración de vino destilado de maguey se realizaba en las cercanías de San
Carlos, desde la época de Escandón (Herrera, 2003).
El mezcal como sustituto económico de la minería
Pasada la corta bonanza minera en la Sierra de Tamaholipa Nueva y empobreci-
dos sus habitantes por la grave dislocación económica que generó en todo el No-
reste la guerra de independencia, las minas fueron abandonadas y sus habitantes,
obligados a buscar otro medio de subsistencia. Ése fue el escenario que encontró
Louis Berlandier hacia 1830, al realizar un recorrido por esta serranía. La ventaja
fue que Berlandier era botánico de formación, venido a México por invitación del
ministro Lucas Alamán, e integrado a la famosa Comisión de Límites organizada
por el gobierno federal, cuya misión fue recorrer el amenazado territorio de Texas
a fines de la década de 1820, en compañía del talentoso general Manuel Mier y Te-
rán, a la sazón jefe de esta expedición científica y oficial. Por tanto, no pudieron
escapar a la observación de Berlandier las transformaciones económicas que ya
eran patentes en la sierra, especialmente en torno al antiguo real de San Nicolás,
situado en el centro de ella.
La naturaleza ha cubierto a esta porción de la sierra de magueyes tan abundantes, que
hay ciertos ranchos de mezcaleros que permanecen muchos años sin saber qué hacer
con el vino. Pertenecientes a San Nicolás, se cuentan siete ranchos de vino, y el más
considerable de todos es el rancho de Ojo de Agua, del cual salen anualmente cerca de
ochenta barricas de vino mescal. Los demás ranchos cambian de lugar cuando ya han
acabado con los magueyes de los contornos; son verdaderamente ambulantes y cose-
chan, término medio, más o menos treinta barricas al año.
Además, Berlandier nos proporciona cifras sobre el monto económico de la pro-
ducción mezcalera en ese momento “vino mescal que se saca de este pueblo, pue-
de, según los informes de personas del país, ascender a 300 ó 350 barriles, que se
venden a veinte o veinticinco pesos cada uno, y queda un producto de 6 a 8,000
pesos”. Añadió también en sus observaciones una valiosísima descripción sobre el
método para la elaboración del mezcal:
“Siendo muy poco conocida la fabricación de vino mescal en estos Estados, haré una
corta relación del modo como se trabaja en los ranchos de vino o de mescaleros, que
son habitaciones [sic] la mayor parte ambulantes, de los hombres que se dedican a la
290
291
datos demográficos y de todas las ramas de economía local, y en los que se distin-
guen con singular relieve los dedicados a la producción de este aguardiente de
agave. Por cuanto al número de plantas, en Tula se registró la existencia de 16,000
magueyes, con un valor de $ 4,000, mientras que en Jaumave había 2,000 mague-
yes, con un valor de $500. Ello nos proporciona dos elementos importantes: uno,
que efectivamente existía una industria vinatera de mezcal en la región de la Sierra
Madre; y otro, que en ella se procuraba la reproducción de los magueyales por
medio del trabajo humano. En contraste, la estadística de Márquez no proporciona
número de plantas ni valores para las municipalidades de la Sierra de San Carlos,
porque allí, según hemos visto, los magueyales eran silvestres. De manera más es-
pecífica, Apolinar Márquez apuntó la existencia de varias factorías dedicadas a la
elaboración de mezcal. De acuerdo a su información había en esa época seis fábri-
cas en San Nicolás, cinco en Burgos y tres en San Carlos, en la región de la Sierra
de San Carlos, mientras que en la región de la Sierra Madre había dos fábricas en
Jaumave, otras dos en Palmillas y una en Bustamente. Y para venir a confirmar las
noticias estadísticas de los años 50s, en 1873 el ingeniero Alejandro Prieto —un
hombre apasionado de la ciencia como buen representante de la época positivista
en la que vivió, y más tarde gobernador del Estado—, publicó en una extensa obra
dedicada a Tamaulipas que:
“En la villa de Degollado, antes llamada de San Nicolás, se elabora un aguar-
diente mezcal de la mejor calidad que los conocedores de este licor colocan a la altura
del mezcal de Tequila del Estado de Jalisco, tan generalmente afamado en el país”.
El ingeniero Prieto igualmente nos proporciona el dato que confirma que en
la zona montañosa del Cuarto Distrito se elaboraba el mezcal, pero que era dife-
rente en cuanto a la calidad del de la Sierra de San Carlos, según ya se ha señalado
antes, posiblemente debido a la distinta variedad de los magueyales, a la técnica
de elaboración, y al empleo de los “aromatos”, de lo que hablaba Louis Berlandier
(Herrera, 2003).
El colapso de la industria mezcalera
En Tamaulipas, y en especial en las regiones de la Sierra de San Carlos y las Sierras
del Suroeste, la Revolución Mexicana fue un acontecimiento desastroso. En el pri-
mer caso, la minería industrial vinculada a la explotación de cobre se derrumbó, y
con ello la sierra acabó por convertirse en una zona marginada de la entidad, una
situación que se mantiene hasta nuestros días. En el caso de las Sierras del Suroes-
te, la floreciente agroindustria de la explotación del ixtle, tan apreciada por el mer-
cado mundial, también se colapsó por efecto del mismo proceso económico. En
ambos casos, el desmoronamiento de los sistemas económicos hasta entonces vi-
gentes arrastró consigo a la industria del mezcal, especialmente en la Sierra de San
Carlos, donde más prometía. Y por si no fuera suficiente, la doctrinaria política an-
tialcohólica de los años 20s implantada en la entidad durante el gobierno del licen-
ciado Emilio Portes Gil, arrojó a la clandestinidad a la empobrecida industria mez-
calera, sin que en las décadas siguientes se le volviera a considerar de otra forma.
Quedó como un curioso arcaísmo, del cual ninguna autoridad valoró como un po-
sible recurso de fomento económico, o cuando menos, como parte de un rescate de
la cultura popular. Por tales razones, las leyes de alcoholes del Estado no han con-
292
Objetivo general
El objetivo general del grupo de investigadores es realizar un estudio holista de la
Agroindustria del Mezcal en el Estado, principalmente en la Sierra de San Carlos,
conjuntando los aspectos históricos, socioeconómicos, geográficos, botánicos,
agronómicos y biotecnológicos, para rescatar los valores históricos así como para
aportar conocimiento a las diversas actividades que la conforman.
1
En adelante simplificaremos como región de la “Sierra de San Carlos”, a los municipios de la sierra pro-
piamente y los aledaños a ella, localizados en el centro-norte del Estado, al norte de la Sierra Madre Oriental,
que abarca casi la totalidad de la Sierra de San Carlos y una parte de los llanos de San Fernando y de la cuen-
ca central.
293
a) b)
Figura 2. Sitios de desarrollo natural del Agave, a) en la región de San Carlos, donde el matorral es más
alto y cerrado, y b) en las Sierras del Suroeste, donde existe un mayor grado de aridez.
294
295
ques-Hernández, 2003). De esta lista, sólo Agave angustifolia Haw var. dewayana
(Trel) Gentry, Agave fourcroydes Lem, Agave tequilana Weber var. azul, y quizá Aga-
ve mapisaga Trel. var. mapisaga pueden considerarse especies introducidas, por su
interés comercial bien conocido.
Por las diferentes formas de magueyes que hemos observado en campo, son
más las especies que aún no se describen en nuestro Estado (como la especie lla-
mada jarcia) y algunas es probable que no estén bien descritas. Para la elaboración
de vino-mezcal en la Sierra de San Carlos, se emplea materia prima que se extrae
de sus áreas de desarrollo natural y para tal propósito se desviran prácticamente
todas las especies de Agave de la región (Fig. 3). Sólo recientemente, en 1999, se
realizó un programa de la Comisión Nacional de Zonas Áridas (CONAZA), en el
cual se estableció una superficie limitada de parcelas de maguey. En el cuadro 2 se
listan las especies de Agave descritas para la Sierra de San Carlos, y citadas en re-
ferencias bibliográficas.
296
El Agave o maguey de mayor tamaño, con alturas que van de los 1.5 a 2.3 m,
ha sido identificado como Agave americana, sin embargo, también se emplean otras
especies nativas muy abundantes conocidas localmente como lechuguilla o amole,
que realmente son Agave funkiana y A. lophanta, que de acuerdo a la tradición, le
imparte características muy particulares al producto, y especies no muy abundan-
tes pero muy apreciadas como el Agave denominado por los lugareños como “jar-
cia” (Agave montium-sancticaroli García-Mend.).
297
Cruillas
San Carlos
Burgos
Burgos
Figura 4. Fenotipos de los magueyes de la región de San Carlos, referidos como Agave americana.
298
Figura 5. Agave silvestre nativo de la región de San Carlos, nombrado “Jarcia” por los lugareños, escaso
pero muy apreciado en la fabricación de vino-mezcal.
299
a) b)
Figura 6. Magueyes empleados en elaboración de mezcal en las Sierras del Suroeste. a) Maguey verde
(Agave montana) localizado en altitudes superiores a los 2000 msnm y b) Maguey manso,
especie silvestre y semicultivada que actualmente se aprovecha para extraer aguamiel.
300
a) b)
Figura 7. Contrastes actuales entre fábricas de mezcal. a) Trapiche de madera del rancho de vino
localizado en el ejido El Palmar, municipio de San Nicolás (en el centro de la Sierra de San
Carlos). b) Molino de cuatro etapas de la fábrica “El Tinieblo”, situada en la mesa de Caldas,
municipio de Jiménez.
301
Estos hornos están construidos normalmente para trabajar cien cargas (de
burro) de aproximadamente 80 kg cada carga. Normalmente a 40 cargas de mezcal
o maguey (3,200 kg) se le agregan de 15 a 20 cargas de lechuguilla o amole (1,200 a
1,600 kg), aunque esta proporción está sujeta a la disponibilidad de materia prima.
El jugo de las piñas cocidas se extrae haciendo uso de trapiches metálicos de caña
instalados de manera vertical. Movidos a fuerza de un par de caballos, los trozos
de mezcal se colocan manualmente entre los rodillos para ser prensados y así ex-
traer el jarabe fructosado, que previa dilución con agua es enviado por canales a
ras de suelo y que llevan el líquido a las pilas recubiertas con madera donde se
realiza la fermentación natural, aunque estas pilas están siendo reemplazadas por
recipientes de plástico. En el rancho de vino del ejido El Palmar, aún existe un tra-
piche de madera que rememora los inicios de esta actividad hace ya más de 220
años, ya que es construido por los mismos mezcaleros con materiales propios de la
región, como el álamo que se emplea para los soportes, el encino para los rodillos
y el ébano para los engranes o dientes de los rodillos (Fig. 7 a).
En la pilas de fermentación, el proceso que evidentemente se realiza con la
microflora nativa depende de la temperatura ambiental, que al estar construidas a
la intemperie requieren de 3 a 9 días (dependiendo del clima) para que los azúca-
res fermentables sean convertidos en alcohol etílico. Los mezcaleros dan cuenta
del término del proceso bioquímico cuando la generación de espuma cesa.
a) b)
Figura 8. Contrastes actuales entre fábricas de mezcal. a) Alambique de bronce donde se realizan las dos
destilaciones, aquí se muestra el barril de madera, llamado condensador (pieza distintiva de la
región) previo al serpentín de enfriamiento, del rancho de vino localizado en el Rancho Los
Fresnos, municipio de San Carlos. b) Batería de destiladores de acero inoxidable instalados en la
fábrica “El Tinieblo”.
302
Figura 9. En ambas imágenes se muestra cómo la espuma de la superficie (panal) no se forma de manera
completa sobre la superficie, indicando que la fracción de destilado no tiene el grado alcohólico
deseado.
Figura 10. Al contrario, cuando el producto tiene la graduación adecuada, las burbujas de la superficie
tienen una consistencia firme, de espuma, la que se mantiene unos segundos, tal y como se
muestra en la imagen.
303
cubrir totalmente ésta y mantenerse así por unos instantes (Fig. 9 y 10). La destila-
ción continúa hasta que se obtiene la calidad deseada, aunque los mezcaleros, ba-
sándose en su juicio y su experiencia, generalmente emplean medidas de volumen
para separar las diferentes fracciones en que separan los productos de la destila-
ción. Por cada carga de alambique se obtienen, de medio a un bote de mezcal
“campanilla”, y de medio a un bote de mezcal “ordinario”.
Finalmente, de cada carga de pozo, los mezcaleros llegan a producir de 100 a
110 galones de producto refinado, que equivale aproximadamente a 18 kg por ca-
da litro de vino-mezcal producido a 60 °GL, rendimiento similar para los reporta-
dos para mezcal de 15 a 33 kg/L y para sotol de 20 kg/L (Aguirre, 2001). Este bajo
rendimiento es consecuencia directa de la rusticidad del proceso de fabricación, y
representa el 50% de los rendimientos obtenidos con procesos modernos de alta
eficiencia, como el proceso del Tequila, en el que necesitan de 5 kg de materia
prima por litro de bebida con 40 °GL de alcohol etílico, que equivale a 8.6 kg de
materia prima por litro de bebida con 60 °GL de alcohol etílico (Cuadro 3).
304
305
Figura 11.
Regiones de Tamaulipas con
vocación mezcalera incluidas
en la Denominación de
Origen Mezcal: Burgos (BR),
Cruillas (CR), Jiménez (JI),
Méndez (ME), San Nicolás
(SN) y San Carlos (SC) en la
región de la Sierra de San
Carlos, y Bustamante (BT),
Jaumave (JA), Miquihuana
(MI), Palmillas (PA) y Tula
(TU) en las Sierras del
Suroeste, al noreste y suroeste
de Ciudad Victoria,
respectivamente. Fuente: INEGI. Imagen del satélite Landsat TM (mapeador temático), 1993.
Modificada por los autores.
306
307
Sin embargo, muy poco se sabe y menos se entiende la relación que la cali-
dad tiene o que debe de tener con los productos con DO, que la calidad está ligada
a los factores humanos y naturales, y que cuando ambos son armonizados se ob-
tienen productos con una calidad diferenciada única. Tampoco (desafortunada-
mente), los productos con DO son asociados a cadenas productivas que deben ge-
neran desarrollo económico al sector social a través de agroindustrias rurales, y
más bien son relacionados a la actividad empresarial corporativa.
En nuestro país, en la ley de la Propiedad Industrial que tiene un título (el
quinto) dedicado a las DO, con dos capítulos (con 13 y 10 artículos) dedicados, el
primero a la protección a la DO, y el segundo, a la autorización para su uso, la de-
fine en el artículo 156 como: “el nombre de una región geográfica del país que sirva para
designar un producto originario de la misma, y cuya calidad o característica se deban ex-
clusivamente al medio geográfico, comprendido en éste los factores naturales y los huma-
nos”.
En el marco legislativo internacional las DO han sido protegidas en una serie
de convenios y acuerdos internacionales. Los acuerdos más importantes son el
Acuerdo de Madrid, relativo a la represión de las indicaciones de procedencia fal-
sas o engañosas en los productos, que cuenta con 34 países contratantes; el Arreglo
de Lisboa para la Protección de las Denominaciones de Origen y su Registro Inter-
nacional, al que se han incorporado 23 países, y el Convenio de París para la Pro-
tección de la Propiedad Industrial, que ha sido firmado por 169 países. Más recien-
temente, el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
Relacionados con el Comercio (ADPIC), uno de los tres pilares de la Organización
Mundial del Comercio (OMC) que conformada por 149 países miembros y 30 paí-
ses observadores, define un estándar mínimo para la protección de derechos de
propiedad intelectual en los países miembros, incluidas las indicaciones geográfi-
cas.
Además, en los tratados de libre comercio signados entre bloques de países,
como el Tratado de Libre Comercio para América del Norte, se han establecido
capítulos de protección de la propiedad intelectual; incluso, se han firmado acuer-
dos bilaterales exclusivos para la protección de estas indicaciones, como los acuer-
dos firmados entre México–Estados Unidos de América, México–Chile y México–
Unión Europea, etc. (Granados, 2004:6-11, Rodríguez, 2001:2-6).
La visión de la UE del concepto de Denominación de Origen
En países como España, Portugal, Francia, Italia y Grecia, existe una amplia tradi-
ción en la valoración de los productos tradicionales, con origen geográfico identifi-
cable y que representan distingos de identidad cultural. Estos países son producto-
res por excelencia de los productos de la vid y el olivo, y como ya mencionamos, los
primeros usos de denominaciones de origen empezaron a ser aplicados a productos
derivados de aquéllos, no es difícil imaginar que estos países mediterráneos fueran
los precursores en materia de protección de las DO (Granados, 2004:6-11).
Francia, en 1935 creó el concepto Denominación de Origen Controlada para vi-
nos, concepto que se extendió a quesos y al conjunto de los productos agroalimen-
tarios en 1960 y 1990, respectivamente. Este sistema francés de Denominación de
Origen Controlada es el que fue reconocido y promovido a nivel de la Unión Eu-
308
ropea, para proteger bajo este concepto los productos alimenticios de todos los Es-
tados miembros y crear un solo registro de los productos aprobados (Oyarzún,
2002:24).
En la Comunidad Económica Europea, existe una legislación específica para
las indicaciones geográficas y denominaciones de origen, que están definidas en el
reglamento (CEE) No. 2081/922, relativo a la protección de las indicaciones geográficas
y de las denominaciones de origen de los productos agrícolas y alimenticios
Elementos del concepto de Denominación de Origen
Intentando ordenar lo anterior, se puede enfatizar que son tres los principales
elementos que conforman el concepto de DO: el método de elaboración, la calidad y la
regulación de los productos.
El método de elaboración3 y todo lo que ello implica, determina la diferencia-
ción de los productos marcando, por consecuencia, la heterogeneidad de los
4
309
310
6
De regular. (Del lat. regulāre). Ajustar, reglar o poner en orden algo. Ajustar el funcionamiento de un sis-
tema a determinados fines. Determinar las reglas o normas a que debe ajustarse alguien o algo.
7
Organización Internacional de Estándares (ISO por sus siglas en Inglés).
311
8
Como recursos endógenos se entiende el patrimonio cultural, materias primas, métodos tradicionales y ma-
no de obra local.
312
313
314
ción de las especies de Agave por su contenido de azúcares, con base en un estudio
bioquímico para evaluar las capacidades de las especies existentes en la Sierra,
identificando de manera sistemática su distribución geográfica y las áreas suscep-
tibles para el cultivo, evaluando la producción de plántulas hasta vivero, por ger-
minación de semilla, cultivo de tejidos y rizomas de las especies productivamente
superiores y así fomentar su reproducción más tecnificada que considere las con-
diciones naturales de las regiones. Y con respecto al proceso, tanto la etapa de
fermentación como destilación del proceso de fabricación de mezcal son sujetos a
estudio, enfocándonos principalmente en el aislamiento, caracterización morfoló-
gica de levaduras nativas y el papel que ellas juegan en proceso de fermentación y
la calidad del producto (Fig. 12).
315
Agradecimientos
Agradecemos el apoyo de Ángel Salazar Bravo, Jesús Román Benítez y Emilio Sa-
linas; el financiamiento recibido para la realización de estas actividades, al Fondo
Mixto CONACYT-TAMAULIPAS (Proyectos TAMPS-2003-C02-09 y TAMPS-2003-
C02-13), a la Fundación Produce Tamaulipas y al Instituto Politécnico Nacional
(Proyectos 20010002 y 20050354), y dedicamos el presente trabajo a los últimos
mezcaleros de la Sierra de San Carlos, los Señores Virgilio Anaya, Dolores Pérez,
Emilio Lozoya (Padre e Hijo), Celio Aguirre, Jesús Izaguirre, y especialmente, al
Sr. Manuel Barreda (QEPD) quien recientemente falleció, patentizando desventu-
radamente una frase regional: “todos los días muere un mezcalero… pero no todos los
días nace uno”.
Literatura citada
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http://www.agavaceae.com/botanik/pflanzen/botspezies_menu_en.asp?menu=1
&bgt=am&genus= AGAVE&gnr=110 [20 febrero 2006].
Aguirre R., J. R., H. Charcas S. y J. L. Flores F. 2001. El maguey mezcalero potosino. CO-
POCYT, UASLP. San Luis Potosí, S.L P. México. 87 p.
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Informe Técnico. Proyecto CONABIO J002, Julio 1998. México, D.F., 110 p.
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Victoria, Tamps. México.
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Parte I Agavaceae, Alismaceae, Alliaceae, Alstroemeriaceae y Amaryllidaceae. Consejo Na-
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316
317