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2 2 14 Fibras Naturales en El Refuerzo de ATP
2 2 14 Fibras Naturales en El Refuerzo de ATP
En los últimos años, es frecuente la incorporación de partículas, tejidos o fibras naturales como
alternativa para el mejoramiento de las propiedades de los materiales poliméricos. Esto se debe a
las ventajas que presentan como cargas en este tipo de compuestos, entre las que destacan: fácil
disponibilidad por ser un recurso renovable, bajo costo de adquisición, biodegradable; lo que
atenúa el impacto sobre el ambiente, y son livianas. Otra aspecto, de gran interés es que presentan
propiedades mecánicas que, en algunas aplicaciones, son comparables con materiales de refuerzo
sintéticos convencionales como las fibras de vidrio o de carbono (Velásquez et al., 2015).
De manera que, las fibras naturales son materiales lignocelulósicos que se encuentran distribuidos
por la biosfera en forma de árboles, plantas y cultivos. Estos materiales, proceden de diferentes
fuentes, tal como se muestra en la Figura 2.27. En general, las fibras naturales son los
biomateriales renovables más abundantes en el planeta, y su uso en el mejoramiento de las
propiedades de materiales con aplicaciones industriales ha despertado el interés en las últimas
décadas (Moriana, 2010).
Es de resaltar que el uso de las fibras naturales, como alternativa frente al uso de las fibras
sintéticas tiene una serie de ventajas e inconvenientes. Entre las ventajas, se mencionan: Permite
la disminución del peso del material conservando la dureza y rigidez adecuada del biocomposite.
Su manipulación y tratamiento es menos peligrosos que el de las fibras sintéticas. No son
abrasivas, por lo que su procesado no implica costos inesperados. Su producción no necesita
energía, y cuando se queman o se someten a compostaje la emisión de CO2 es inferior a la
emitida por las fibras sintéticas. En cuanto a las desventajas, se tiene: Sus propiedades varían
considerablemente, ya que dependen de factores como: planta y lugar de origen, edad de la
planta, condiciones de cuidado y cultivo, proceso de extracción y composición química. Estas
fibras están constituidas principalmente por celulosa, lignina, pectinas y hemicelulosa (Kotik,
2019; Rosales et al., 2016; Moriana, 2010).
a) Celulosa.
La celulosa (α-celulosa) es el componente mayoritario de las fibras naturales vegetales. Desde el
punto de vista estructural, la celulosa es un polímero lineal formado por unidades de β-D-
glucopiranosa unido mediante un enlace β-(1,4)- glicosídico dando lugar a unidades que se
repiten a lo largo de la cadena polimérica, tal como se muestra en la Figura 2.28. Cada monómero
posee tres grupos hidróxilicos que pueden formar enlaces de hidrógeno intra e intermoleculares
(Moriana, 2010).
b) Hemicelulosa.
La hemicelulosa es un polisacárido químicamente heterogéneo, constituido por diferentes
unidades de monosacáridos incluyendo pentosas (xilosas y arabinosas) y hexosas (glucosa,
manosa y galactosa) enlazadas entre sí por enlaces glicosídicos, formando estructuras ramificadas
y en general amorfas. En menor cantidad también se encuentran ácidos urónicos en su
composición. Estos compuestos representan un inmenso recurso renovable de biopolímeros que
pueden usarse en la industria química, alimenticia, farmacéutica y cosmética. En la Figura 2.29 se
muestra la estructura molecular de la hemicelulosa. La cadena polimérica de hemicelulosa esta
ramificada y es mucho más corta que la de celulosa. Su grado de polimerización es de 10 a 100
veces menor que el de la celulosa, variando por tanto, dentro del rango entre 50-300 unidades
(Aguilar, 2016; Rosales et al., 2016).
d) Pectinas.
En general, se conoce como pectinas a los heteropolisacáridos presentes en las fibras naturales.
Las pectinas son una mezcla de polímeros ácidos y neutros muy ramificados, siendo el ácido
galacturónico el mayoritario. Estos ácidos presentan enlaces α-(1-o-4) entre ellos que son
interrumpidos por residuos de L-ramosa, D-galactosa y L-arabinosa unidos a su vez mediante
enlaces covalentes a los ácidos (Aguilar, 2016).
Figura 2.31. Estructura molecular básica de la pectina.
Fuente: Aguilar, 2016.