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Educación para una Cultura de la Sostenibilidad: eco-ciudadanía, políticas


públicas y participación social

Article  in  Pedagogia Social Revista Interuniversitaria · August 2020


DOI: 10.7179/PSRI_2020.36.01

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Marília Andrade Torales Campos Pablo Ángel Ángel Meira Cartea


Universidade Federal do Paraná University of Santiago de Compostela
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eISSN: 1989-9742 © SIPS. DOI: 10.7179/PSRI_2020.36.01
http://recyt.fecyt.es/index.php/PSRI/
Versión en inglés: https://recyt.fecyt.es/index.php/PSRI/article/view/82015/

PRESENTACIÓN

EDUCACIÓN PARA UNA CULTURA DE LA SOSTENIBILIDAD: ECO-


CIUDADANÍA, POLÍTICAS PÚBLICAS Y PARTICIPACIÓN SOCIAL

La Educación Ambiental (en adelante, EA) comen- social y económico sin menoscabar su capacidad
zó a tomar cuerpo como ámbito relativamente para soportar una civilización en expansión. En
autónomo a finales de los años sesenta del siglo ese momento comenzamos a percibir que estába-
pasado. Afirmamos que es relativamente autó- mos en una nueva era geológica, el Antropoceno,
nomo dado que su trayectoria está marcada por una era determinada por la extraordinaria capaci-
tensiones constantes entre el campo educativo y dad de nuestra especie para alterar sistemática-
el campo ambiental o, en un sentido más pragmá- mente las condiciones de la vida en la Tierra.
tico, entre las políticas educativas y las políticas Los acuerdos de la Conferencia de Estocolmo
ambientales. celebrada en 1972 consagraron la aparición en la
¿Por qué surge a finales de los años sesenta? política global de la cuestión ambiental y, con ella,
Es en ese momento cuando la humanidad “des- de la necesidad de institucionalizar la EA como un
cubre” la existencia de límites planetarios para la instrumento, entre otros, para moldear nuevas re-
extensión de la civilización humana, que se había laciones con la biosfera. Una respuesta educativa
acelerado desde la Revolución Industrial. La pu- que permitiese socializar a la humanidad en pa-
blicación en 1972 de Los Límites del Crecimiento trones culturales que incorporasen la conciencia
(Meadows, Meadows, Randers y Behrens, 1972) de los límites y la llevasen a actuar en consecuen-
o de Una sola Tierra (Ward y Dubois, 1972), entre cia. No es fácil valorar en qué grado se han alcan-
otros ensayos, introduce en la arena pública la po- zado estos objetivos, no tanto por los méritos o
sibilidad de que el éxito civilizatorio del proyecto deméritos de las respuestas educativas a la crisis
moderno estuviera amenazado por la degradación ambiental, sino porque dichas respuestas y sus
de la biosfera como espacio vital para nuestra es- resultados no pueden desvincularse de cómo se
pecie. Por una parte, se toma conciencia de una han ido concretando los propósitos de la agenda
aparente obviedad: vivimos en un planeta finito y ambiental enunciada hace ahora medio siglo.
aislado en el cosmos, un hábitat del que eco-de- Visto el panorama actual, con varios límites
pendemos y en el que muchos recursos clave para de la biosfera claramente transgredidos, desde
el desarrollo humano son limitados (combustibles el clima hasta la pérdida de diversidad biológica,
fósiles, minerales, alimentos y superficie poten- pasando por la contaminación de prácticamente
cialmente productiva para generarlos, etc.). Por todos los niveles ecosistémicos y orgánicos, cual-
otra, también se comienza a ponderar la capaci- quier apelación al éxito, siquiera parcial, de aquel
dad, también finita, de la biosfera para absorber proyecto regenerador peca, como poco, de in-
los impactos que genera nuestro metabolismo genuidad. La insostenibilidad es, ahora, la mejor

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definición de la coyuntura humana. No es res- la capacidad de las futuras generaciones para


ponsabilidad de la EA, pero la EA también tiene satisfacer las propias”, pero en el mismo informe
responsabilidades en la génesis de esta situación. se aclara inmediatamente a continuación que, si
Al menos la EA tal y como se ha ido proyectando bien “el concepto de desarrollo duradero implica
desde las instituciones internacionales –principal- límites”, estos no son “límites absolutos, sino limi-
mente desde esa extraña pareja que componen la taciones que imponen a los recursos del medio
UNESCO y el PNUMA– y desde una comunidad ambiente el estado actual de la tecnología y de la
difusa de centros y periferias académicas y profe- organización social y la capacidad de la biósfera
sionales que han asumido, muchas veces de forma de absorber los efectos de las actividades huma-
acrítica, su trayectoria. Un itinerario que nos ha nas. Pero tanto la tecnología como la organización
llevado desde las aspiraciones transformadoras social pueden ser ordenadas y mejoradas de ma-
de los primeros años setenta del siglo pasado nera que abran el camino a una nueva era de cre-
–“La Educación Ambiental debería servir como un cimiento económico”. Es decir, que la humanidad
catalizador o un común denominador en la reno- debe confiar en la alianza entre la economía y el
vación de la educación contemporánea” (UNES- sistema científico-tecnológico para expandir los
CO, 1978: 20)–, hasta el insólito compromiso con límites de la biosfera y desacoplar el crecimiento,
el capitalismo neoliberal que se disimula tras el siempre necesario, y la degradación ecológica.
paradigma del desarrollo sostenible, incorpora- Desde 1992, la EA ha tenido que lidiar con una
do ahora como eje de la agenda de los Objetivos contradicción cada vez más perturbadora. Por una
para el Desarrollo Sostenible. El desarrollo soste- parte, asumir un enfoque transformador y emanci-
nible, ese concepto que ahora pretende orientar pador, que aspire a construir un doble equilibrio:
la agenda de la política global y de las respuestas entre nuestra especie y la biosfera y entre las
educativas a la crisis ambiental, se construyó en distintas sociedades humanas, para garantizar un
los laboratorios del Banco Mundial en los años reparto equitativo y justo de los recursos y las car-
ochenta. Sus premisas fueron definidas en 1981 gas ambientales. Por otra, una práctica agiornada
por Alden W. Clausen, director del Banco Mun- al capitalismo global –esencialmente al dogma del
dial: “Primera, que si nuestro objetivo es el desa- crecimiento como premisa del desarrollo y del
rrollo sostenible, nuestra perspectiva debe ser bienestar–, aceptando que es posible conciliar la
global. Segunda, que el desarrollo humano debe expansión del capitalismo global de mercado con
permitir un crecimiento económico continuo, es- la sostenibilidad ambiental y social.
pecialmente en el Tercer Mundo, para que sea El último marco estratégico en la trayectoria
sostenible; y tercera, que el desarrollo sostenible de las respuestas educativas a la crisis socio-am-
requiere una atención vigorosa a la gestión de biental pretende definirse en los ODS de la ONU.
recursos y al medio ambiente” (Clausen, 1981: 2, Pero, nuevamente, su concepción planea la misma
cursiva nuestra). contradicción estructural para la EA. La meta 7
La sinceridad descarnada con la que se vincula del objetivo 4, sobre Educación de Calidad , as-
crecimiento y desarrollo obedece, posiblemente, pira a asegurar para 2030 “que todos los alumnos
a que en ese momento inicial aún no se habían adquieran los conocimientos teóricos y prácticos
afinado los márgenes de lo que pude ser un dis- necesarios para promover el desarrollo soste-
curso políticamente correcto sobre la sostenibili- nible, entre otras cosas mediante la educación
dad. Esta contradicción de fondo se camuflaría de para el desarrollo sostenible y los estilos de vida
forma más eficaz en el Informe Bruntland –Nues- sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de
tro futuro común (CMMAD, 1987)–, que sirvió, en- género, la promoción de una cultura de paz y no
tre otras cosas, para desvincular el discurso del violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de
desarrollo sostenible de su génesis en el mismo la diversidad cultural y la contribución de la cul-
Banco Mundial. La Cumbre de Río, en 1992, ins- tura al desarrollo sostenible”. De forma comple-
tituyó el desarrollo sostenible como el paradig- mentaria, en el objetivo 13, de Acción por el Clima
ma aceptado y, en apariencia, equilibrado para se establece como meta “mejorar la educación, la
afrontar la crisis ambiental. Eso sí, sin cuestionar sensibilización y la capacidad humana e institucio-
la hegemonía del capitalismo neoliberal que Ro- nal respecto de la mitigación del cambio climático,
nald Reagan y Margaret Thatcher habían impues- la adaptación a él, la reducción de sus efectos y
to en la agenda política internacional en los años la alerta temprana”, tomando como referencia al-
setenta y ochenta del siglo pasado. Es difícil que canzar los objetivos de reducción de emisiones y
alguien pueda discordar de la definición canóni- elevación de la temperatura media establecidos
ca de desarrollo sostenible que ofrece el mismo en el Acuerdo de París de 2015; es decir, no su-
Informe Bruntland, un desarrollo “que satisfaga perar a finales del siglo XXI en 1,5 o 2,0 grados la
las necesidades del presente sin comprometer media de temperatura pre-industrial. El problema

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de fondo es, otra vez, que estas metas entrar en producción y consumo que están en la génesis de
conflicto frontal con otras de la misma agenda. la crisis. Este enfoque cívico y político debe con-
Por ejemplo, la meta 1 del objetivo 8, sobre Traba- templar desde la transformación de los estilos de
jo decente y crecimiento económico, establece la vida personales y comunitarios, a la reformulación
premisa de “mantener el crecimiento económico de las políticas sociales y económicas globales, es-
per capita de conformidad con las circunstancias tableciendo conexiones significativas, complejas y
nacionales y, en particular, un crecimiento del pro- de doble sentido entre las escalas micro y macro.
ducto interno bruto de al menos el 7% anual en Supone, en suma, cuestionar el dogma que vincu-
los países menos adelantados”. Es decir, se trata la crecimiento (económico) y bienestar, así como
de salvaguardar una de las reglas de oro del ca- los marcos ideológico, ético y político de matriz
pitalismo: el crecimiento sostenido como premisa neoliberal que lo han legitimado y convertido en
de todo, incluso del bienestar y la sostenibilidad. hegemónico.
Las cuestiones que surgen ante esta propues- Para esta labor será necesario configurar una
ta estratégica son cruciales para la EA: ¿es posible nueva cultura de la sostenibilidad centrada en el
imaginar un planeta capaz de sostener ambiental redescubrimiento de nuestra naturaleza eco-de-
y socialmente que la economía -y, por lo tanto, pendiente e inter-dependiente y en la asunción
las demandas de espacio, alimentos, materiales de responsabilidades en la transición hacia nue-
y energía, y los outputs contaminantes- de países vas formas de relación con la biosfera y entre
como India, China, Nigeria, Brasil, Pakistán, Sud- nosotros y nosotras. En esta tarea, la dimensión
áfrica, Indonesia, etc., crezca a un ritmo que su- pedagógico-social de la Educación Ambiental co-
pondría, como poco, duplicar el PIB mundial en bra un sentido pleno. Todos los espacios vitales y
2030? ¿Es factible un crecimiento semejante con todas las relaciones sociales, desde la escala per-
el objetivo de limitar en 1,5 grados el incremento sonal a la colectiva, pueden y deben ser objeto de
de la temperatura media a finales de siglo? Esta la acción educativo-ambiental. La gravedad de la
contradicción de fondo en los ODS es reconocida situación y la necesidad de minimizar los impactos
hasta por instituciones tan poco sospechosas de y el sufrimiento humano que está ocasionando la
radicalismo anticapitalista como el Club de Roma: alteración sistémica de la biosfera así lo requie-
“Pero en ninguna parte de la Agenda 2030 se ad- ren. La sostenibilidad es un nuevo imperativo pe-
mite que si la consecución de los objetivos socia- dagógico, cívico y moral de la humanidad; sin su
les y económicos (1 al 11) se basara en estrategias cumplimiento difícilmente se podrán salvaguardar
de crecimiento convencionales, implicaría que es otros imperativos relacionados con la libertad, la
prácticamente imposible, aunque sea sólo de for- equidad y la justicia. Como ya advertíamos hace
ma parcial, reducir la velocidad del calentamiento dos décadas, sobre la dimensión pedagógico-so-
global, detener la sobrepesca en los océanos o la cial de la EA, “en estas coordenadas, ha de tener-
degradación de la tierra, por no hablar de la pér- se en cuenta que toda EA, incluso en las versio-
dida de biodiversidad” (Von Weizsäker y Wijkman, nes que la asimilar con una educación ecológica
2019: 100). o sobre la crisis ecológica, es una respuesta que
Este es el escenario al que la EA ha de ubi- se construye socialmente; esto es, en clave mo-
carse. La pírrica evolución de las políticas de res- ral, cultural, ideológica, fenomenológica, etc. A lo
puesta a la crisis climática pone en evidencia la di- que se añade el hecho de que, por su propia con-
ficultad para responder a la crisis socio-ambiental gruencia conceptual y en el marco de un enfoque
de forma eficaz, justa y solidaria con quienes pa- crítico, es una práctica dirigida a transformar las
decen y padecerán sus consecuencias. La EA está relaciones humanas con la biosfera, pero exigien-
en una encrucijada, aunque posiblemente nunca do sobre todo cambios en las relaciones de las
dejó de estarlo en su medio siglo de historia. El personas entre sí; por tanto, aunque se postula un
colapso ambiental de nuestra civilización ha pa- ‘cambio ambiental’, este no puede ser entendido
sado de ser una amenaza que en los años setenta si no es, antes o al tiempo, un ‘cambio social’” (Ca-
del siglo pasado se visualizaba como un horizon- ride y Meira, 2001: 234).
te que era preciso eludir, a ser hoy una realidad Es ante este enorme y transcendental desa-
cuyas evidencias se contrastan de forma cada fío educativo y social que este monográfico co-
vez más sólida desde las ciencias de la biosfera. bra sentido y al que pretende ser una modesta
Educar para una cultura de la sostenibilidad re- contribución. El primer artículo, de los Profesores
quiere considerar esta coyuntura. La construcción Pablo Ángel Meira Cartea y José Antonio Caride
de una educación para la eco-ciudadanía, que en- Gómez, de la Universidade de Santiago de Com-
frente la realidad de una humanidad que rebasa postela, titulado La Educación Ambiental en los
sus límites biofísicos, debe considerar, como prio- límites, o la necesidad cívica y pedagógica de res-
ridad, la necesidad de transformar los modos de puestas a una civilización que colapsa, profundiza

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en la fase actual de la crisis ambiental y en sus de- El cuarto artículo del monográfico, Climántica:
rivaciones generales para la Educación Ambiental un proyecto pedagógico-social y de Educación
en clave social, pedagógica y política. En su enfo- Ambiental en la lucha contra el cambio climático,
que se considera la crisis abierta por la pandemia presentado por Francisco Sóñora Luna y Antonio
del COVID 19 como una experiencia primordial de García Vinuesa, de la Universidade de Santiago
nuestra eco-dependencia y vulnerabilidad ante de Compostela, presenta y evalúa un programa
fenómenos íntimamente relacionados con una educativo iniciado en 2007. Este programa ha sido
biosfera cada vez más alterada por la actividad concebido para dar respuesta a la emergencia
humana. Esta coyuntura recuerda una paradoja climática desde el sistema educativo, asumiendo
esencial para la EA: el deterioro estructural de la como parte de sus principios de acción un en-
biosfera, con el cambio climático como expresión foque pedagógico-social que se proyecta en las
principal, es el resultado del “éxito” civilizador del comunidades educativas de los centros de educa-
proyecto globalizador de la Modernidad avan- ción secundaria participantes.
zada. La emergencia vital actual debería situar a Públicos invisibles, espacios educativos impro-
la EA en el centro de las políticas educativas en bables: el proyecto “Descarboniza! que non é pou-
sentido amplio, permeando y condicionando todo co...” como educación para el cambio climático,
proyecto pedagógico que aspire a minimizar, con es el siguiente artículo de este monográfico. Ha
criterios de justicia social y sustentabilidad am- sido escrito por Miguel Pardellas Santiago, Lucía
biental, el sufrimiento generado por una biosfera Iglesias da Cunha y Rita Gradaille Pernas, también
degradada por la acción humana. de la Universidade de Santiago de Compostela y
El segundo artículo, titulado La Educación también enmarcado en la exploración de respues-
Ambiental en la agenda de las políticas públicas tas educativas originales a la emergencia climáti-
brasileñas: un análisis desde el concepto de ciclo ca. En este caso se da cuenta de una experiencia
político, ha sido escrito por las profesoras Solange de investigación-acción con personas mayores
Reiguel Vieira y Marília Andrade Torales Campos, que se desarrolla en centros socio-culturales de
de la Universidade Federal do Paraná, y por la pro- los municipios de Santiago de Compostela (Ga-
fesora Josmaria Lopes de Morais, de la Universida- licia-España) y Donosti (Euskadi-España). Como
de Tecnológica Federal do Paraná. En él se realiza remarca el título del artículo, esta experiencia
una revisión analítica de la agenda política de la explora metodologías socio-educativas para in-
Educación Ambiental en Brasil desde 1970 hasta la corporar espacios y públicos usualmente poco
actualidad. El caso brasileño es especialmente re- atendidos en el campo de la Educación Ambien-
levante dado el protagonismo que el movimiento tal. Su finalidad educativa es generar conciencia
cívico de la EA ha tenido en este país y su proyec- sobre la emergencia climática en colectivos socia-
ción a nivel internacional desde la celebración de les que no tienen una representación social de la
la Cumbre de Río de Janeiro y el Foro Global de misma y promover cambios que serán necesarios
ONGs, en 1992. Las autoras repasan la progresiva para afrontarla en las escalas personal, familiar y
institucionalización de una política pública de EA, comunitaria.
basada en su articulación transversal con las políti- El último artículo, Educação e sustentabilida-
cas educativa y ambiental a nivel federal y de cada de: aprendizagens em uma horta urbana, ha sido
estado. Un proceso de empoderamiento y articu- escrito por la profesora Isabel Cristina de Mou-
lación institucional del campo que, sin embargo, se ra Carvalho, de la Universidade Federal de São
ha revertido en los últimos anos. Paulo (Brasil), la profesora Lilian Alves Schmitt y
Sin salir del escenario brasileño, el tercer artí- el profesor Marcos Villela Pereira, de la Pontifí-
culo, titulado Educación Ambiental local y global: cia Universidade Católica do Rio Grande do Sul
políticas públicas y participación social en Fer- (Brasil). En este caso, la experiencia educativa
nando de Noronha, ha sido escrito por la profe- vinculada a una huerta urbana sirve como espacio
sora Vivian Battaini y el profesor Marcos Sorren- hermenéutico y ético para se generar aprendiza-
tino, de la Escola Superior de Agricultura Luiz de jes significativos para una cultura de la sustentabi-
Queiroz de la Universidade de São o Paulo. En él lidad entendida en clave de una ética ecocéntrica
cambia la escala en la definición y aplicación de y cívica orientada a la construcción de una ciuda-
una política pública de EA, analizando una expe- danía ambiental.
riencia comunitaria de investigación-acción para
la construcción democrática y cívica de esta polí- Pablo Ángel Meira Cartea
tica con la finalidad de responder colectivamente Universidade de Santiago de Compostela
a las necesidades sociales y ambientales identifi-
cadas y priorizadas por la población de un terri- Marília Andrade Torales Campos
torio insular. Universidade Federal do Paraná

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Referencias
Caride, J.A., y Meira, P.Á. (2001). Educación Ambiental y desarrollo humano. Barcelona: Ariel.
CMMAD (1987). Nuestro futuro común. Madrid: Alianza Editorial.
Meadows, D.H., Meadows, D.L., Randers, J., y Behrens, W.W. (1972). Los límites del crecimiento. México: Fondo de Cul-
tura Económica.
UNESCO (1978). Intergovernmental Conference on Environmental Education. Tbilisi. Final Report. París: UNESCO.
Von Weizsäker, E., y Wijkman, A. (2019). Come on! Capitalismo, cortoplacismo, población y destrucción del planeta.
Barcelona: Planeta.
Ward, B., y Dubois, R.J. (1972). Una sola Tierra. México: Fondo de Cultura Económica.

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