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ESTUDIOS
1. INTRODUCCIÓN
Hace bastantes decenios que las medidas cautelares han suscitado interés para el
investigador jurídico. Numerosos son los estudios y trabajos sobre dicha función ju-
disdiccional en obras colectivas y monografías al hilo del instituto.
La adopción de una medida cautelar puede ser fuente generadora de indemniza-
ción, aunque sólo sea —por fortuna—en las menos ocasiones. Sin duda éste consti-
tuía un tema espinoso, por la ausencia de regulación positiva, cuyo tratamiento esta-
ba condenado a promover muchas discusiones jurídicas apoyadas desde las más
dispares argumentaciones, todo sea dicho, desde el punto de vista adjetivo. Cosa ine-
vitable al intentar aportar soluciones a cualquier laguna legal.
Algunos autores —por citar algunos de renombre— como De la Plaza o Diez Pi-
cazo ya orillaron en torno a la cuestión partiendo de su naturaleza extracontractual,
residenciada dentro de los daños y perjuicios procesales. Hoy, en el siglo xxi, vigen-
te la Ley de Enjuiciamiento Civil de 7 de enero de 2000, al menos, tenemos el saldo
positivo de saber qué cauce legal debe seguirse para obtener el reconocimiento judi-
cial de una indemnización provocada a consecuencia de una medida cautelar indebi-
damente adoptada. La anterior legislación procesal dejaba a los operadores jurídicos
y —sobre todo—al intérprete de la ley vía libre para resolver la cuestión procedimental
a su prudente arbitrio. Tarea enriquecedora pero, a la vez, peligrosa desde el punto de
vista de las seguridad jurídica. Muchas eran, como es lógico, las soluciones esgrimi-
das, provinientes tanto de la práctica forense como de la doctrina. Por citar algunas
de estas últimas, la vía incidental o —también la más prudente—la residual consis-
tente en proponer este tipo de reclamaciones para el juicio declarativo que corres-
pondiera en función de la cuantía.
La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil regula, con sus constantes remisiones, el
procedimiento a seguir. Al menos se tiene hoy la base jurídico-procesal sobre la que
trabajar e investigar, además de que se añade la grata incerteza de que la praxis en-
grosará dicha labor con su impredecible casuística.
El presente trabajo sólo pretende comentar algunas notas que he considerado de
interés de esta demandada y nueva regulación procesal.
(1)
Definición análoga a la esbozada por ALMAGRO en ALMAGRO NOSETB, J. y TOMÉ PAULÉ, J.: Instituciones de Derecho
Procesal (Proceso Civil), Edit. Trivium, 2.1 edición, Madrid, 1994, cit. p. 553.
® El derecho a la tutela jurisdiccional se recoge en textos constitucionales vecinos, como en la Constitución italiana de 1947
(art. 113), en la Ley Federal de Bonn de 1949 (art. 19.4), o en la Constitución portuguesa de 1976 (art. 20.1).
(3
> La omisión ha sido salvada por el intérprete. Como punto de referencia, la STC 32/1982 de 7 de junio [FJ 2] («BOE» núm. 153,
de 28 de junio de 1982), que plasmó de forma clara la gran amplitud del derecho fundamental de carácter subjetivo del derecho a la
tutela judicial efectiva tan sólo conectado en el texto constitucional con la interdicción de la indefensión procesal (art. 24.1 CE),
al argumentar que el contenido de tal derecho no se agotaba con el libre acceso de los ciudadanos a los Tribunales para la defensa de
los derechos e intereses legítimos, ni con el derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, ni con el de obtener
una resolución de fondo debidamente motivada (...) sino que también se englobaba el derecho a que el fallo se cumpliera efectiva-
mente y ala compensación por los daños y perjuicios sufridos.
<4> Vid. artículo 399.5 LEC/2000.
(5)
Sin duda, esta es una definición más dinámica que la anterior, en la cual no se reparaba suficientemente en la diversidad
de medidas cautelares que pueden adoptarse en función del objeto del proceso como instrumentales, tanto en procesos declarativos
—en la nueva regulación, el ordinario y el verbal—como de ejecución. En relación a la tutela ejecutiva y sus medidas cautelares re-
lacionadas se ha criticado duramente por doctrina autorizada, en base a la incompatibilidad de éstas con la ejecución, vid. VÁZQUEZ
SOTBLO, J. L., La configuración de las medidas cautelares en la Obra Colectiva «Presente y futuro del Proceso Civil» dirigida por el
Prof. Dr. Picó i Junoy, op. cit., p. 675, argumentando que donde hay ejecución —no provisional de sentencia, entendamos—, no pue-
de haber cautela.
(6>
Vid. BARONA VILAR, S.: Las medidas cautelares. Introducción, en VV AA «Las medidas cautelares», CDJ. CGPJ, Madrid,
1993, cit. pp. 19 y ss.
t'"> Adexemplum, el embargo preventivo regulado en los artículos 1397 a 1418; el aseguramiento de bienes litigiosos (arts. 1419
y ss. LEC/1881); o las llamadas medidas cautelares innominadas del artículo 1.428 de la LEC.
(l
" De forma tangencial puede trasladarse este criterio clasificatorio a la nueva regulación. No obstante, el artículo 727 LEC
no contempla la totalidad de las medidas cautelares. Ello sería una tarea estéril dada su múltiple y creciente tipología. Únicamente pre-
tende mencionar las más frecuentes en la práctica. Puede decirse que la clasificación carece de importancia, puesto que para la adop-
ción de cualquier medida allí no prevista de forma expresa deberá acudirse a las normas procesales de la LEC, sin perjuicio de las es-
pecialidades que pueden sentar las leyes especiales que las prevean.
(12)
La nueva Ley procesal entró en vigor el 8 de enero de 2001.
<13> Vid. DDTT 1." y 2.a LEC.
— Pedir la parte que instó su adopción, tras ser absuelto el demandado —prin-
cipal o reconvencional—y alzarse de oficio por el órgano en la resolución definitiva
no firme, el mantenimiento de la medida. La solicitud se sustanciará oyendo a la par-
te contraria y en caso de acordarse su efectividad, quedará supeditada a la prestación
del aumento de la fianza en su día acordada (art. 744.1 en relación con lo establecido
a sensu contrario por el 745.1), que deberá ofrecer.
— Pedir ambas partes el mantenimiento, alzamiento o modificación de las medi-
das adoptadas tras una estimación parcial de la demanda o de la reconvención (art. 744.2).
— Solicitar el perjudicado por la medida cautelar la indemnización de daños y
perjuicios que se le hubieran irrogado, conforme al procedimiento establecido en los
artículos 742 en relación con los 712 y siguientes de la nueva ley adjetiva, tras el al-
zamiento de oficio de la misma tras la firmeza de sentencia absolutoria, ya lo sea en
el fondo o en la instancia, así como también cuando gane firmeza el auto de desisti-
miento o de caducidad.
b) En los procesos que se inicien vigente la ley aprobada y conforme a ella, no
ofrece duda la aplicación de la nueva ley al proceso subordinado. Así resulta de lo es-
tablecido en las Disposiciones Transitorias 7.a, 2.a y 3.a
Otra cosa más compleja siempre ha sido el determinar cuando nacía la acción de
la reclamación pecuniaria, pues la regulación pronto derogada, salvo procesos en trá-
mite (19), no facilitaba la cuestión. Ahora la solución existe, aunque plantea algunos
problemas.
El artículo 742 LEC/2000 determina cuando nace dicha acción: cuando alcance
firmeza el auto que estime la oposición formulada por el litigante. Ante dicha cate-
górica precisión del legislador, puede verse que para que el litigante perjudicado pue-
da ejercitarla, no sólo tiene que haberse opuesto a la medida mediante el adecuado cau-
ce procesal también determinado, sino que además —lógicamente— tiene que haber
vencido en el incidente. Más adelante abordaré la sustanciación del mismo, su proce-
dencia y otro cauce de resarcimiento decidida la litis(2o:>.
Cuestión más problemática la constituye el hecho de que el precepto anterior no
contempla la posibilidad de que la medida sea adoptada contra un tercero. Pese-a no
ser un supuesto usual en la práctica forense, no es absolutamente extraño en los plei-
tos del orden civil. Por ende, sólo la aplicación analógica posibilitará la entrada de una
pretensión económica de este tipo de quien no sea parte, puesto que en los casos de
sucesión operarán directamente los artículos 16, 17 ó 18 de la LEC. Pero a dicha téc-
nica jurídica deberá recurrirse para permitir la entrada a éste último sujeto a la oposi-
ción a la ejecución, siempre y cuando no haya sido oído previamente a la adopción de
la cautela (arg. ex art. 739 de la nueva LEC) o haya concluido procedimiento decla-
rativo en cualquiera de sus instancias.
4.5 Presupuestos esenciales (de fondo) para la adopción de una medida cautelar
El estudio de las medidas cautelares siempre ha sido especialmente atractivo para
la investigación jurídica. Ello es debido a su interinidad, y a su finalidad esencial de
preservar la eficacia de un futuro fallo judicial. Esta nota de provisionalidad, aplica-
da a preservar un fallo que no ha alcanzado efectos de cosa juzgada formal por ha-
ber sido recurrido, la tiene sin duda la institución de la ejecución provisional nacida
de la reforma operada por la Ley 34/1984, de 6 de agosto. Una medida cautelar no
es definitiva y el hecho de que pueda llegar a serlo —convertirse en ejecutiva—no
inspira la suficiente seguridad ni permanencia, pues una pretensión —sea principal
o reconvencional—puede ser desestimada y dejar sin efecto la medida en un pro-
nunciamiento inevitable; también deberá dejarse de mantener cuando el proceso prin-
cipal del que nace, haya finalizado, bien sea por sentencia o por auto definitivo
(art. 731.1 LEC). Sobre el particular me detendré más adelante al hablar sobre la ac-
ción indemnizatoria(21).
Haciendo, como la doctrina mayoritaria, una abstracción de las situaciones cau-
telables que pueden ser objeto de petición, no nos queda otra opción que denotar el
papel del juzgador. Pese a que éste —como órgano—está sometido a responsabilidad
en el ejercicio de su función jurisdiccional {ex arts. 117.1 CE y 1.° LOPJ), podía de-
fenderse sin vacilaciones la tesis de que la realidad intrínseca o ficción de los hechos
motivadores de los presupuestos que justifican la petición se asientan en circunstan-
cias que él mismo puede desconocer(22) y que, generalmente, deberá adoptar la reso-
lución ateniéndose a lo invocado por el solicitante(23). Sin embargo la nueva Ley po-
sibilita al órgano decisor oir al futuro perjudicado como norma general (art. 733.1),
excepcionando tan sólo los casos en que la urgencia lo requiera si bien deberá moti-
var y justificar en el auto las razones que han llevado a la adopción de la medida cau-
telar inaudita parte (art. 733.2). En estos casos, entiendo, la responsabilidad judicial
se acentuará en relación a los anteriores, en los que recaerá —salvo error judicial ma-
nifiesto—en la parte que inste y justifique en su solicitud la adopción de la cautela.
Los presupuestos esenciales que podríamos denominar de fondo cuya observan-
cia es —ahora legalmente—exigida, son de tipo valorativo, puesto que su concurren-
cia —no alternativa—justifican la adopción de la medida cautelar. Para que una cau-
tela tenga justificación debe examinar el juez que haya apariencia de buen derecho
(fumus boni iuris) y además, que sea urgente su adopción (periculum in mora). La nue-
va Ley, sigue inmiscuyéndose en funciones típicas de la doctrina y de la jurispruden-
cia y en su artículo 728, junto con la caución, «regula» estos dos presupuestos(24). Pero
lo cierto es que, dejando a un lado opiniones de técnica legislativa, transforma lo que
hasta ahora era una observancia acuñada por la ciencia jurídica y los tribunales del or-
den civil, en dos requisitos legales.
En cuanto al fumus, el juez receptor de la solicitud cautelar deberá valorar la do-
sis necesaria de éste. Comparto, con Valls Gombau, que cuanto mayor sea el grado de
intromisión en el patrimonio del perjudicado, mayor deberá ser la intensidad de la apa-
riencia de buen derecho(25). El precepto regulador reafirma la justificación documen-
tal, puesto que otros medios de prueba solo deberán aceptarse si se justifica la ausen-
cia de los primeros o que el solicitante no los ha podido tener en su poder (art. 728.2
LEC/2000). Por otro lado, la disposición acierta al no vincular una resolución positi-
va con una anticipación del fallo que corresponde a la sentencia de fondo (26\ Si ésta
(22) jji xribunal Supremo, en materia de documentos públicos notariales, admitió que dan fe de lo comprendido en la unidad
del acto o lo declarado, no de la verdad intrínseca contenida en las declaraciones de voluntad (SSTS/Civ 16 de marzo de 1951, 7 de
julio de 1989 y 2 de junio de 1993, entre otras). Si bien el notario es un fedatario y no un juez, y esta argumentación sería más extra-
polable para las funciones de los Secretarios Judiciales, bien es cierto de que el juzgador, en el juicio de valor y oportunidad para adop-
tar una medida gravosa para un sujeto, tiene que mirar de evitar que el perjuicio que le pueda ser irrogado lo sea en la medida nece-
saria, debiendo ponderadamente valorar los principios de prueba aportados por el solicitante, al existir la posibilidad de haber
circunstancias no reflejadas en los autos que él desconoce y que pudieran influir en su decisión.
<23) En este sentido, DE LA PLAZA, M-: LOS daños v perjuicios procesales, Revista de Derecho Procesal, 1945, t. IV, op. cit. p. 99.
<24
> En cuanto al periculum (denominado en el título «peligro por la mora procesal»), dispone el precepto que sólo podrán
acordarse medidas cautelares si el solicitante justifica que de no adoptarse podrían producirse durante la pendencia del proceso situa-
ciones que impidieran o cuando menos dificultaran la efectividad de la tutela de una eventual sentencia estimatoria (art. 728.1, par. 1.°).
No se acordarán medidas que pretendan alterar situaciones de hecho consentidas por el solicitante durante largo tiempo, a no ser que
se justifique cumplidamente por éste las razones por las que no las solicitó hasta entonces (art. 728.1, par. 2.°). Si bien el primer inci-
so o precepto también exige el fumus (en el título del precepto, el concepto doctrinal «apariencia de buen derecho»), al contemplar «la
efectividad de la tutela que pudiera otorgarse en una eventual sentencia estimatoria», es el artículo 728.2 donde se le exige a la parte
solicitante la presentación de datos, argumentos y justificaciones a poder ser documentales que conduzcan a fundar, sin prejuzgar el
fondo del asunto, un juicio provisional e indiciarlo favorable al fundamento de su pretensión.
(25> Los litigios que se promueven sobre propiedad industrial, por las cuantías que se discuten, principalmente, son un buen
caldo de cultivo para la solicitud de medidas cautelares. Vid. al respecto, VALLS GOMBAU, J. F.: Las medidas cautelares reguladas en
leyes especiales, VV AA «Las medidas cautelares», CDJ, CGPJ, Madrid, 1993, cit. pp. 362 y ss.
<26> Cfr. artículo 126.2 de la Ley 11/1986, de 20 de marzo, de Patentes. La LEC/2000 deroga los artículos 125.3,125.4,133.2,
135,136.1 y 136.2 y da nueva redacción a los artículos 125.1 y 133 de dicha ley mercantil sustantiva.
es revocatoria de la demanda y deba revocar la medida cautelar (-27\ tras el cauce pro-
cesal ahora disciplinado —si procediera: no se haya oído al perjudicado—, deberá ha-
cerse el juicio de procedencia de la indemnización a instancia de éste último.
El peligro por la mora procesal, justifica, valorado éífumus adecuado, la preten-
sión cautelar, siendo un presupuesto de carácter esencial, cuya observancia se acen-
túa en las medidas anteriores al proceso. Constituye uno de los fundamentos o pilares
básicos, pues debe conducirse al peligro(28)que puede derivarse al actor principal o re-
convencional por la lentitud del proceso . No debe tutelarse el daño jurídico, cuya
determinación queda reservada al proceso principal, pues se dejaría en estos supues-
tos sin fundamento a la cautela convirtiéndola en una medida arbitraria, sin duda ge-
neradora de daños y perjuicios susceptibles de resarcimiento.
4.6 Presupuestos procesales para el nacimiento de la indemnización
Si justificamos una medida cautelar debemos justificar también la procedente in-
demnización, a lo que es aplicable el relativamente nuevo principio general del dere-
cho mencionado por la Sentencia del Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea
de 19 de junio de 1990: «la necesidad del proceso para obtener razón no debe con-
vertirse en un daño para quien tiene la razón». La razón asistirá al litigante o tercero
que haya pechado con los perjuicios —generalmente económicos—de una medida de
ésta índole adoptada de forma innecesaria o caprichosa.
Pasemos ahora a un breve análisis de los presupuestos de contenido procedimental.
4.6.1 EXCITACIÓN DE PARTE Y RESPONSABILIDAD DE LA SOLICITANTE
En primer lugar, es necesaria la instancia de parte, conforme al tradicional prin-
cipio dispositivo que rige en el orden civil. Al menos en los procesos plenamente dis-
positivos (29"3°). No es por ello determinante la aclaración del artículo 742 LEC/2000
«...se procederá, siempre a petición del demandado (...) a la determinación de los da-
ños y perjuicios...», aunque sí debe denotarse la equívoca referencia al demandado, la
cual debe entenderse en el sentido que se refiere al sujeto pasivo del proceso caute-
lar (31), pues la propia ley legitima solicitar medidas de este tipo a todo actor principal
o reconvencional (ex art. 721.1 LEC), por lo que el «demandado» bien podría ser el
actor de la demanda principal si la solicitara el demandado en la reconvención.
(27)
Las medidas cautelares se dejarán sin efecto cuando el proceso principal haya terminado con sentencia no condenatoria o
auto equivalente. En caso de apelación o recurso extraordinario, se dejarán sin erecto las medidas si se solicitara la ejecución provi-
sional. Y por último, fuera de estos dos supuestos, también deberán dejarse sin efecto si el proceso se halla paralizado durante más de
seis meses por causa imputable al solicitante de la medida (art. 731 LEC/2000).
<28^ VALLS GOMBAU, Las medidas..., cit. pp. 362 y 365, se refiere al periculum in mora en las leyes especiales, argumentando
que se presenta con diáfana claridad: distingue dentro de él un presupuesto de naturaleza objetiva configurado por la necesaria dura-
ción del proceso y otras justificaciones de orden subjetivo, ya sea al daño producido en el patrimonio del solicitante debido a una pro-
longada situación de ilicitud no interrumpida tras la presentación de la demanda o reconvención carentes verosímilmente de conteni-
do o justificación suficiente, o bien derivadas de una probable actitud de la contraparte, cuyo fin será colocarse en una situación de
insolvencia que impida la satisfacción del solicitante. La cursiva es mía.
(29)
En los procesos en los que estén inmersos menores o incapaces, de carácter no dispositivo, la acción de responsabilidad
puede ser instada por el Ministerio Fiscal (art. 3.° E.O.M.F.)
(3t
" El artículo 721.2 LEC prohibe la adopción ex officio de medidas cautelares, «sin perjuicio de lo que se disponga para los
procesos especiales».
(31)
En palabras de GARCÍA DE ENTERRÍA, E.: La lucha contra el abuso de los procesos: juicios provisionales y medidas cau-
telares, La Ley, 1.1992-2, Sec. Revista de Revistas, p. 1209 y mismo autor y trabajo, RPJ, 20, diciembre 1990, cit, pp. 9 y ss., que pro-
pugna un carácter no incidental y sí independiente y autónomo del procedimiento cautelar.
(32) p r o f U ndizando al hilo de la cuestión y en el Derecho Comparado, vid. DÍEZ PICAZO, L.: LOS daños causados como conse-
cuencia de actuaciones judiciales, Revista L a Notaría, 1974, cit. t. II, pp. 9 0 y ss.
(33)
D Í E Z P I C A Z O , L.: LOS daños..., o p . cit. p p . 100 y ss.
(34)
Art. 247.3 L E C . Cfr. artículo 239 Ley de Procedimiento Laboral. E n uno y otro orden, se h a considerado esta sanción pe-
cuniaria como contraproducente a los intereses de la parte que recaba la tutela. Si bien en el caso de la ejecución laboral-salarial pue-
de justificarse la misma p o r el carácter privilegiado del crédito, en el caso que nos ocupa, puede ser contrario a los intereses del per-
judicado q u e se irroguen perjuicios económicos derivados al litigante quien presumiblemente responderá civilmente de su conducta
dentro del proceso. E n este aspecto, la fianza que d e forma genérica exige al solicitante el artículo 728.3 L E C es acertada, cuando me-
nos, para responder o aplicarse a una posible indemnización.
(35
> STS/Civ 2 d e diciembre de 1992.
Ya he advertido que como norma general, una medida cautelar será adoptada pre-
via audiencia de su destinatario. Únicamente podrá prescindirse de ella bien por ra-
zones de urgencia, bien porque la misma podría perjudicar a su adopción (ex art. 733.2).
(42)
L a intervención de Procurador y la dirección letrada será facultativa en los juicios verbales de cuantía inferior a ciento cin-
cuenta mil pesetas y para la petición inicial de procedimientos monitorios; no hará falta Procurador para presentar títulos de crédito y
concurrir a juntas en juicios universales ni en los incidentes relativos a asistencia jurídica gratuita, ni hará falta la firma de Letrado en
los escritos de personación, para pedir la suspensión de vistas o actuaciones; tampoco será obligatoria ni ia representación ni la de-
fensa técnica cuando se soliciten medidas urgentes preprocesales (arts. 23 y 31 LEC/2000), por lo que el perjudicado deberá ser cita-
do si se estima oportuna su audiencia en medidas cautelares anteriores al proceso. E n estos casos, para su localización deberá estarse,
si procede, a lo ordenado por el artículo 155 de la ley.
(43)
E n este sentido, ORTELLS R A M O S , M.: El procedimiento cautelar en el Anteproyecto de LEC, e n l a Obra Colectiva «Pre-
sente y futuro...», cit. p . 692. El autor, cit. pp. 692-693, denota la omisión de una regulación d e u n a información sumaria acerca d e
los presupuestos e n excepciones a la audiencia previa, cuando en ordenamientos como el italiano sí se regula dicha información su-
maria antes de la resolución (art. 669.6 C P C ) . Vid. al respecto, RICHARD GONZÁLEZ, M.: El procedimiento para la adopción de medi-
das cautelares, en la citada obra, cit. pp. 750-751.
<44
> Aunque la tutela judicial efectiva exige que se evite que pueda impedirse la ejecutoriedad de un eventual fallo favorable
para quien solicita la medida, una inadecuada valoración del fumus sin audiencia del perjudicado puede desembocar en una infracción
del derecho de defensa y generar indemnización (en este sentido, vid. STC 11 de junio de 1994).
(45)
Al hilo de la cuestión, vid. PARDO NÚÑEZ, C. R.: La anotación preventiva de la demanda, W AA, «Las medidas caute-
lares», CDJ, CGPJ, Madrid, 1993, cit. p. 160.
Dichas razones deben ser debidamente acogidas por el juzgador, quien motivadamente
adoptará la medida sin oírle, si procede (46\
Para formular la oposición a una medida es requisito que ésta se haya adoptado inau-
dita parte {ex art. 739 LEC). Parece, sin muchas dudas, que el legislador configura la opo-
sición como audiencia posterior al perjudicado por la medida cautelar(47). Esta hipótesis
procedimental permite al mismo oponerse en la medida en el plazo de veinte días conta-
dos desde el siguiente al de la notificación del auto que la acuerde (4849). En el escrito de
oposición se dará traslado al solicitante y en el plazo de cinco días tendrá lugar una vis-
ta —regulada en el artículo 734—y celebrada, en el plazo de otros cinco días se dictará
auto resolviendo sobre la oposición, que será apelable en un solo efecto(50).
Si la resolución fuera alzar las medidas adoptadas, se condenará al solicitante a
las costas y al pago de los daños y perjuicios sufridos por el perjudicado, quien podrá
instar su indemnidad a la firmeza de la resolución conforme al artículo 742 (51) .
Si no es posible la oposición, le quedarán a quien afecte la medida tres cauces al-
ternativos: solicitar su sustitución ofreciendo fianza (52\ solicitar su modificación al am-
paro de lo previsto por en el artículo 743 LEC, en cuyo caso, de acordarse ya no podría
hablarse de perjuicios procesales, o bien esperar a que termine el procedimiento con sen-
tencia absolutoria, desistimiento o caducidad de la instancia e instar el resarcimiento por
los daños y perjuicios sufridos tras el obligado alzamiento de la medida (5354).
(46)
E l botón de muestra más claro hasta ahora lo constituye el embargo preventivo, q u e se acuerda sin audiencia al perjudi-
cado ni admitirle en el acto recurso alguno (art. 1.403.11 LEC/1881), si bien para q u e ello se lleve a c a b o , sin perjuicio de la respon-
sabilidad del solicitante y de la fianza que puede exigfrsele si no tiene responsabilidad conocida, deben cumplirse los siguientes pre-
supuestos: q u e el título (documento) presentado sea ejecutivo (art. 1.401.1) y si n o tiene éste carácter, además otros dos (art. 1.400):
a) que la existencia de la deuda conste en u n documento, y b) que, alternativamente, el deudor sea extranjero n o naturalizado en E s -
paña, q u e no dándose la anterior circunstancia no tenga domicilio conocido o bienes, o aún siendo español y tenga domicilio y/o bie-
nes para hacer frente a la deuda, haya desaparecido sin dejar persona frente a sus negocios o q u e ésta ignore su residencia, así como
que indiciadamente pueda presumirse que intenta situarse en situación de insolvencia e n perjuicio de sus acreedores.
(47)
Nótese que el artículo 741.1 (traslado del escrito de oposición) se remite al 734 (audiencia previa para la adopción d e una
medida cautelar).
^ E n otras jurisdicciones, como la laboral, la ley permite al Secretario judicial demorar la notificación de u n a resolución
«por el tiempo indispensable» a fin de q u e n o quede en peligro la efectividad d e lo acordado en una resolución judicial (ex art. 54.3
LPL). N o existe una disposición siquiera análoga en el orden civil, por lo que el auto deberá notificarse a todos los q u e sean parte en
el plazo de tres días desde su fecha (art. 151.1 LEC/2000). L a nueva ley sanciona, con corrección disciplinaria a los tribunales y al
personal al servicio de la Administración de Justicia, la infracción sin causa justa consistente en la inobservancia de los plazos y tér-
minos señalados (art. 132.3). Vid. artículos 4 6 4 y 465 L O P J y cfr. artículo 301 LEC/1881.
(49)
El plazo para empezar a contar u n término o plazo comenzará el siguiente día hábil al de la notificación que conste en la
diligencia y se incluirá el día del vencimiento. Pero en el caso, entre otros, de que la notificación se practique en servicio organizado
por Colegio de Procuradores, se entenderá practicada el día siguiente —hábil, por supuesto—de la fecha de recepción q u e conste en
la diligencia (art. 151.2). Si el perjudicado está representado por Procurador y la notificación se practica de esta forma, el término de
veinte días comenzará desde el segundo día hábil al de la notificación, puesto que el siguiente será el de la notificación efectiva, siem-
pre que a la medida cautelar sea de aplicación la nueva L e y según su D T 7. a E n tal supuesto, el plazo expirará a las quince horas del
siguiente día hábil al de su vencimiento (art. 135.1).
(50) j j e hecho, el efecto no suspensivo de la resolución sólo tiene influencia si se desestima la oposición manteniéndose la me-
dida.
(5I
> Vid. infra, epígrafe 4.8.2.
<52> Vid. artículos 746 y 747 LEC.
(53
> Vid. artículo 745 LEC.
<54>
Ello se llevará a efecto a la firmeza de la sentencia o del auto que declare terminado el proceso. Si la sentencia absoluto-
ria fuera atacada, en la instancia o en la apelación se acordará el alzamiento de las medidas adoptadas, salvo que el recurrente solici-
te su mantenimiento, que, atendidas las circunstancias, podrá acordarse con aumento de la caución (art. 744.1 LEC). En caso de esti-
mación parcial de la demanda en la sentencia definitiva, se decidirá con audiencia de las partes sobre su mantenimiento, alzamiento o
modificación (art. 744.2).
De la lectura del artículo 742 —«una vez firme el auto que estime la oposi-
ción...»—parece desprenderse, como ya anuncié, que sólo puede pretenderse el re-
sarcimiento de los daños y perjuicios causados si una medida ha sido adoptada sin oir
(55)
Así lo argumenta BAEONA VILAR, S.: Las medidas..., op. cit. p. 51, que, sin entrar a fondo en la cuestión, considera que
por regla general debe considerarse que la parte ha incurrido en responsabilidad por culpa ex artículos 1.902 y concordantes del CC,
aunque aduce que nada impide apreciar en determinados supuestos la responsabilidad objetiva.
<56)
A favor, SEREA DOMÍNGUEZ, M.: Las medidas cautelares en el proceso civil, Edit. Bosch, Barcelona, 1974, op, cit. p. 112,
que estima que el tipo extracontractual es aplicable si se estima culpa o negligencia.
<57)
La STS/Civ 4 de julio de 1972, en materia de anotación preventiva de demanda {ex arts. 42 LH y 139 RLH) se inclinó por
este tipo de responsabilidad: «...no hay relación contractual, ni (...) de tipo obligacional entre las partes (...). La responsabilidad, des-
cartado que derive del cumplimiento de una obligación legal, sólo puede tener su base en las normas relativas a la responsabilidad ex-
tracontractual o aquiliana, sometida a los artículos 1902 y 1903 del Código Civil y a la prescripción del artículo 1968...».
(58)
Ad exemplum, una STS/Ciy de 18 de junio de 1962 discutía sobre la administración de unos bienes embargados y se in-
clinó por el carácter contractual de los daños, partiendo de la infracción de una obligación, pese a que llegó a la conclusión de que «el
resultado hubiera sido el mismo en un caso que en otro, ya que la prescripción no podía acogerse por haber sido propuesta intempes-
tivamente en fase de conclusiones». Pero ahí los perjuicios reales traían como causa la administración, es decir, provenían de un ter-
cero, lo que podría provocar la estimación de la responsabilidad objetiva y no en supuestos como los estudiados en sede cautelar, que
la responsabilidad se deriva de actuaciones procesales a instancia de parte legitimada.
(39)
Este primer presupuesto no debe interpretarse de forma absolutamente restrictiva. Aunque los daños no deriven directa-
mente del proceso, sino de un subproceso subordinado o si se trata de medidas ante causam, la condición se cumple en su esencia.
(60) p ^ g s u determinación tengamos en cuenta que la culpa en su más estricto sentido supone la ausencia de dolo (de animus
nocendi). En nuestro derecho, apartándonos del modelo francés, la negligencia simple es fuente de responsabilidad. Vid. DÍEZ PICA-
ZO, Los daños..., cit. p. 101, habla de «abuso del proceso» y arguye que el criterio del riesgo actúa mediante una inversión de la carga
de la prueba, regulada en el artículo 217 de la nueva ley procesal con derogación del artículo 1214 del Código Civil (DD única, 2.1.°
Ley 1/2000).
4.8.2 TRÁMITE
Sea cual fuere el cauce procesal al que se llegue a la solución indemnizatoria, el trá-
mite será el remitido por el precepto estudiado: el de los artículos 712 y siguientes de la
LEC, que es el utilizado para en sede ejecutiva determinar el equivalente pecuniario de,
entre otros, los daños y perjuicios. Es el procedimiento legalmente establecido para ges-
tar el título ejecutivo con fundamento en una resolución anterior. Dado su contenido es-
trictamente dinerario —según previsión legislativa—, entiendo de aplicación al trámi-
te los artículos 713, a 716 de la LEC, que paso brevemente a comentar.
a) Solicitud
Cumplidos los requisitos procesales para reclamar la determinación pecuniaria de
los daños y perjuicios que manifiesten haberse irrogado con ocasión de la medida cau-
telar declarada improcedente, bien expresamente tras incidente de oposición, bien de
manera indirecta tras concluir el juicio de que traía causa, el perjudicado, junto con el
escrito para la iniciación del trámite, deberá presentar una relación detallada de los
mismos; en definitiva, su cuantificación, desglosada por conceptos, en su caso.
<621 El artículo 206, Regla 2.a LEC, exige la forma de auto para las resoluciones que pongan fin a una instancia o recurso, so-
bre medidas cautelares y sobre cualesquiera cuestiones incidentales. No obstante ellos es susceptible de apreciación.
(63) pueden se r recusados los Peritos nombrados por el árgano judicial mediante sorteo en los términos establecidos en el Cap. VI
del Tit. IV del Libro I, en sede de disposiciones generales a todos los juicios civiles, y por tanto también de aplicación a los inciden-
tes y procedimientos especiales. Añade la Ley a las causas previstas en la Ley Orgánica del Poder Judicial, el haber dado anterior-
mente en el mismo asunto dictamen contrario al recusante dentro o fuera del proceso, haber prestado servicios, ser dependiente o so-
cio del litigante contrario y tener participación en sociedad o empresa que sea parte del proceso (art. 124.3 LEC). La recusación se
formulará por escrito firmado por el Abogado y el Procurador si intervienen, expresándose la causa y los medios de probarla (art. 125.1);
deberá presentarse dentro de los dos días siguientes al nombramiento, si fuese anterior a su designación y si fuese posterior pero an-
terior a la emisión del dictamen, antes del día señalado para la vista (art. 125.2); después del juicio o vista no podrá recusarse al peri-
to, pero las causas podrán ponerse en cuenta del juzgado antes de la resolución del incidente (arg. ex art. 125.3 LEC). El Perito recu-
sado deberá ser oído por el Secretario Judicial acerca de la certeza de la causa de recusación invocada. Si la reconoce será reemplazado
(art. 126 LEC), pero si la niega, deberá convocarse a las partes a comparecencia, donde podrán practicarse las pruebas pertinentes, re-
solviéndose por auto sin ulterior recurso (art. 127 LEC).
^ Disciplina el artículo 441 las actuaciones que deben llevarse a cabo en particulares demandas que se ventilarán por los trá-
mites del nuevo juicio verbal, conforme al artículo 250 LEC, sobre posesión de bienes hereditarios, para la efectividad de los bienes
inscritos en el Registro de la Propiedad, sobre incumplimiento por parte del comprador de las obligaciones derivadas de una venta a
plazos de bien mueble inscrita en el Registro o acciones basadas en el incumplimiento de contrato de arrendamiento financiero (lea-
sing) o de venta a plazos con reserva de dominio.
(65)
Un sintético pero interesante artículo donde se plasman las novedades más relevantes de la prueba en el nuevo proceso civil es el
del Prof. Picó I JÜNOY, «La nova LEC», Revista del Iltre. Colegio de Abogados de Barcelona, núm. 154 de noviembre de 2000, pp. 20 y 21.
4.8.3 RESOLUCIÓN
(66)
Dentro de los cinco días siguientes al de la finalización de la vista se resolve-
rá por auto(67) la reclamación monetaria que instó el perjudicado (art. 716.1 LEC). Aun-
que la ley lo obvie, la resolución deberá razonar ponderadamente los elementos pro-
batorios que se han tomado en cuenta a la vista de las alegaciones de las partes para
cuantificar los daños y perjuicios o para estimar que éstos no se han producido. Sí, en
cambio previene la ley el pronunciamiento sobre costas conforme el artículo 394 de
la misma.
4.8.4 RECURSOS
Dicho auto resolutorio será susceptible de recurso de apelación —sin previa re-
posición— en el plazo de cinco días contados desde el siguiente al que se tenga por
efectuada su notificación, sin que produzca efecto suspensivo (arts. 716.11 y 455.1
LEC). Dicho en términos de la ley decimonónica, la apelación se admitirá en un solo
efecto. En consecuencia, su ejecutividad provisional —en caso(68)de pronunciamiento
de condena o estimación de la reclamación—operará ope legis .
A través de este recurso, de carácter siempre ordinario y devolutivo, podrá pre-
tender la parte la revocación del auto resolviendo sobre la indemnización con ocasión
de un pronunciamiento cautelar, mediante un nuevo examen de lo actuado con apoyo
en los hechos y fundamentos jurídicos invocados durante la sustanciación y confor-
me a la prueba que pueda practicarse en esta segunda instancia (art. 456.1 LEC). En
el escrito de interposición del recurso deberá solicitarse la práctica de las pruebas, pero
las partes deberán ceñirse a las siguientes probanzas: a) las que hubieren sido de-
negadas en la tramitación de la reclamación siempre que se hubiera formulado la opor-
tuna protesta en el acto de la vista (art. 460.2.1.°); b) las admitidas que no hubieran
podido practicarse en la instancia por causa no imputable al que las solicite
(art. 460.2.2.°); y c) las que se refieran a hechos relevantes ocurridos después del co-
mienzo del plazo para dictar el auto resolutorio del artículo 716.1 o, si fuesen ante-
riores, la parte personada en la69apelación deberá justificar que no ha tenido conoci-
miento de éstos (art. 460.3.°) ( \
También el recurso de apelación puede basarse en infracción de normas o de ga-
rantías procesales (ex art. 459 LEC) durante el procedimiento de adopción de la me-
dida cautelar, si bien el apelante deberá, además de citar las normas de preceptiva apli-
cación que considere que han sido infringidas o alegar —más bien argumentar—la
indefensión sufrida, deberá en la pieza separada hacer constar que denunció dicha in-
fracción o alegó su indefensión. El cauce obligado para tales alegaciones será al opo-
nerse a la medida cautelar, en los casos que proceda y se haya formulado; y en los ca-
(66) Nc¡i: ese que se reduce a cinco días respecto de los diez q u e otorga el artículo 447.1 LEC/2000 para dictar sentencia en los
juicios verbales. L a remisión a éstos es únicamente de carácter procedimental.
(67)
E n contra de la opinión crítica acerca de la fórmula d e providencia que puede adoptar la fijación d e los daños en casos d e
conformidad, creo acertada aquí la exigencia d e motivación visto el contenido del artículo 206.2.2. a L E C .
(68)
Véanse los argumentos jurídicos y la distinción d e CABALLOL ANGELATS conceptuando el instituto d e l a ejecución provi-
sional en el Anteproyecto de 1997, e n l a Obra Colectiva «Presente y futuro...» y su Ponencia La ejecución provisional en el Ante-
proyecto de LEC, cit. pp. 5 8 5 y ss.
<69> Cfr. con el artículo 862 L E C / 1 8 8 1 .
™ Según el artículo 517.2.9." LEC tendrán aparejada ejecución «Las demás resoluciones judiciales y documentos que, por
disposición de ésta u otra ley, lleven aparejada ejecución».
(7I
> Vid. en desarrollo del tema, LASARTE ÁLVAREZ, G: Principios..., ob. cit. pp. 381 y ss. Subraya el referido autor que el Es-
tado debe quedar exonerado de la responsabilidad objetiva que la LOPJ le impone en los casos de error o funcionamiento anormal,
tanto en el caso de fuerza mayor (art. 292.1 LOPJ) como en los supuestos de dolo o culpa del perjudicado (art. 295 LOPJ)
<72> La Ley 10/1992, de 30 de abril, dejó sin contenido los artículos 914 y 915 de la LEC/1881.
(B)
Al hilo del tema, ORTELLS RAMOS, M : El embargo preventivo (Síntesis de su régimen jurídico), VV AA «Las medidas
cautelares», CDJ, CGPJ, Madrid, 1993, pp. 62 y ss.
(74) STS/Civ de 23 de diciembre de 1988. Tratándose de una reclamación de responsabilidad civil contra Jueces y Magistra-
dos, téngase en cuenta que no creó jurisprudencia al no actuar el Supremo como tribunal de casación.
una actuación dolosa o culposa del órgano que se captara con la infracción de una ley
imperativa de carácter sustantivo o procesal y además que la misma, siendo manifiesta,
estuviera sancionada con la nulidad(75). En definitiva, ninguno de los supuestos de va-
loración del fumus podría conceptuarse ni como error judicial ni como funcionamiento
anormal de la Administración de Justicia. Dicho de otro modo, la responsabilidad re-
caerá en la parte que haya instado improcedentemente la medida, tras el juicio de in-
demnidad que disciplina el nuevo artículo 742 LEC
No hay muchas excepciones a lo dicho. El error in indicando abre esta vía(76), si-
guiendo los razonamientos de la STS/Civ de 30 de enero de 1995 [FJ 2], cuando la
decisión del órgano comporte un desvío que suponga una equivocación (sic) «crasa y
elemental», o bien confunda o no distinga cabalmente los supuestos de hecho; tam-
bién porque con «manifiesta torpeza», aplique una norma o ley contraria o «desviada
al modelo preconstituido»; o incluso cuando decida algo que no coincida cuantitativa
(77)
o cualitativamente con la ratio decidendi. En estos casos el error en la valoración
tendría que ser patente y manifiesto.
6. NOTA BIBLIOGRÁFICA