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Poetisas

@Kary Kamalich

Féminas dueñas de la pluma poética,


¿por qué os llamáis poetas, si sois mujeres?
¿acaso son cosa de hombres estos quehaceres?
asumo que es soberbia, no ausencia de ética.

Si hay quien aún pretenda cambiar el sustantivo,


será acaso poetastro el de los versos viles
y llamaréis poetastra a las coplas gentiles,
llamad a él poeto y a ella poeta, me suscribo

Y lo que aquí expongo no es cosa de risas


no es peyorativo, si otrora fue un estigma,
ser musa de una musa, no es ningún enigma,
por eso al poetizar, firmad como poetisas.

La poética, afición de tanto hombres como mujeres, es cosa de todos


los tiempos. Ellos y ellas desde siempre han transcrito sentires y
pesares en prosa y verso; dependiendo del momento histórico, ha
imperado el machismo y la falsa supremacía intelectual masculina
sobre la femenina.

Hombres que escriben poemas no pasan por la disyuntiva de aquellas


mujeres que en un momento dado, no saben si llamarse a sí mismas,
poetas o poetisas. Está muy claro que poetisa, deriva del
latín poetissa, por lo que se define, se entiende y se asume que se
refiere a toda mujer que escribe obras poéticas, y es más, algún
diccionario va más allá y aclara que es la mujer que está dotada de las
facultades necesarias para componerlas. Alguno de ellos fue más
osado al definir que poetisa es aquella mujer poeta.

Históricamente la palabra en cuestión, ha sido estigmatizada, pues


hubo un tiempo en el que los escritos de algunas mujeres eran
considerados frívolos, incongruentes o carentes de sentido, por ello se
dieron a la tarea de llamarlas "poetisas", de manera peyorativa,
menospreciando su talento. Cabe destacar que más de una vez habrá
sido producto de la envidia masculina. Lo curioso es que poemas de
pésima calidad no fueron cuestionados con tanta dureza, aquellos
hombres cuyo verso o prosa no calaba en el entendimiento ajeno,
fueron llamados poetastros, eran malos poetas. No puedo asegurar si
algunos poetas buenos, escribían malos poemas, pues eso se da aún
en nuestros días.

Lo cierto es que fueron las mismas poetisas quienes dejaron de


llamarse a sí mismas como tales y asumieron que eran poetas, en un
equivocado intento de distinguirse de aquellas mujeres de pluma "cursi
y banal" que habían sido injustamente discriminadas entre los vates
líricos.

¿Vates? Pues sí, vates o lo que es lo mismo, poetas, profetas o…


adivinos. Tendríamos entonces a su homóloga en versión femenina, la
pitonisa, quien al igual que cualquier vate profetizaba y auguraba
acontecimientos variados en exquisita prosa rítmica, muy afín al verso
saturnino. Hoy por hoy, un insigne poeta es llamado vate, pero no
llaman pitonisa a una egregia poetisa. Y esto tiene su explicación pues
la "Poética" de Aristóteles, nos recuerda que no corresponde al poeta
decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo
posible según la verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y
el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa, sino
en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder.

Poetisa, sustantivo con femenino irregular como tal, ha existido desde


tiempos remotos, concretamente desde el siglo XII, no había
necesidad de recurrir a la palabra poeta para confirmar la existencia de
la mujer que escribe poemas. Cuando la forma masculina termina en
consonante se agrega -a: profesor/profesora; león/leona; dios/diosa;
marqués/marquesa; aunque hay sustantivos terminados en -or que
forman el femenino con la desinencia -triz: actor emperador/
actriz emperatriz. En otros casos, como el que nos ocupa, cambia
la terminación del masculino por -esa, -isa, -ina: conde/condesa;
poeta/poetisa; héroe/heroína.

Podemos citar dos tipos de argumentación para intentar justificar o


avalar el empleo de la palabra poeta en vez de poetisa. El primero,
puramente gramatical (poeta es un sustantivo común en cuanto al
género) y el segundo es sociolingüístico (las connotaciones negativas
que pueda tener la forma femenina de este sustantivo).
El sustantivo poeta (del latín poēta, y éste del griego ποιητής [poietés])
es de género común, la diferencia de género lo define el artículo u
otros determinantes: el poeta / la poeta.
La RAE asigna a la voz poeta con la abreviatura com. (“nombre
común en cuanto al género”), que aparece por primera vez en la
vigésima segunda edición (2001) del DRAE. En ediciones anteriores,
la voz poeta aparecía como sustantivo masculino, para el femenino
había la entrada separada poetisa. Si bien la RAE mantiene esta doble
entrada (poeta y poetisa), a partir de 2001 modifica el género de poeta
(ahora bajo la abreviatura com.) el poeta / la poeta.

El "Diccionario Panhispánico de dudas", de la RAE (2005) sostiene


que la forma femenina tradicional y más usada es poetisa, pero a su
vez admite que “modernamente se utiliza también la forma poeta como
común en cuanto al género (el/la poeta)”. El género común del
sustantivo poeta está avalado también por Elio Antonio de Nebrija
(1441-1522), humanista y gramático español, quien en 1492, en su
“Diccionario latino-español”, recoge ya poeta como única forma para
“varón” y “hembra”, así como por Lope de Vega, en 1602. Es decir,
para estos autores el sustantivo poeta es de género común.

Los libros de estilo reservan poeta para el género masculino: Libro de


estilo de ABC:“la mujer que hace versos es poetisa, no poeta”. Libro de
estilo de El País: “la mujer que hace versos es poetisa, no poeta”.

Son conocidos los casos en los que mentes brillantes femeninas se


vieron forzadas por motivos diversos, a escudarse detrás de un
nombre masculino, a veces del esposo, o de un pseudónimo. La
injusticia social ha sido más irreverente, pues un trabajo bien hecho no
era posible que hubiera sido escrito por una mujer, así lo recuerda la
boliviana Adela Zamudio en su poema ”Nacer Hombre”…//sigue él
siendo la cabeza,//¡porque es hombre!// si algunos versos escribe,//de
alguno esos versos son,//que ella sólo los suscribe.//(permitidme que
me asombre).//si ese alguno no es poeta,//¿por qué tal suposición?//
¡porque es hombre!...//

Poco a poco las poetisas van reivindicando su apelativo, ese
controversial sustantivo que existe, está ahí y debe permanecer
vigente. Paulatinamente van saliendo a la luz diferentes libros,
ensayos, novelas, antologías, poemas y artículos variados donde la
palabra poetisa ya no molesta, no incomoda, ni llama la atención, es
más, mantiene viva la idea de que las poetisas están presentes. En
literatura internacional tenemos a la española Luzmaría Jiménez Faro
y su gran contribución con su “Antología de Poetisas Españolas” y su
ensayo “Poetisas suicidas y otras muertes extrañas”, cuyos nombres
hablan por sí solos del contenido de sus magistrales obras. La
investigadora hispano-boliviana Ivette Durán Calderón ofrece un
magnífico análisis comparativo, casi un duelo de poetas y poetisas
geopolíticamente hablando, en su ensayo “Ellos y Ellas, Sinopsis de la
Lírica Latinoamericana”. “La poetisa”, del español Jesús Tíscar
Jandra, es una interesante novela que desmitifica el entramado
poético, llevándolo al otro extremo, con una buena dosis de
escatología y de buen humor, sarcasmo o malicia, según se mire.

No podemos quedar indiferentes ante los soberbios poemas en prosa


y verso, que remarca el rol protagónico de las poetisas de todos los
tiempos, tal el caso de los romances de “La poetisa en un pueblo” de
Carolina Coronado…//¡Ya viene, mírala! ¿Quién?//—Ésa que saca las
copias.//—Jesús, qué mujer tan rara.//—Tiene los ojos de loca.//Diga
V., don Marcelino,//¿será verdad que ella sola//hace versos sin
maestro?//—¡Qué locura!, no señora;//anoche nos convencimos//
…// Esos versos los compone otra cualquiera persona,//y ella luego,
por lucirse,//sin duda se los apropia.//—Porque digan que es
romántica.//—¡Qué mujer tan mentirosa!//…
No puede decirse más claro, así tenemos el “Soneto a Ellos y Ellas” de
Ivette Durán Calderón…//¡Cómo rendir tributo a la dedicación e
ingenio//de poetas y poetisas que legaron su don!...// ¡Gracias por los
poemas, gracias queridos hombres!//mi reconocimiento, mujeres por
hacer//¡inmortal, recio, el verso … latinoamericano!

Músicos y compositores como el además poeta cubano Silvio


Rodríguez, se rindieron ante la mujer poetisa dedicándole delicada
lírica…// Vi primero tu pelo,//tu cuerpo castaño camina,//farol al
encuentro,//adoquín de esquina//en la Plaza San José,//tus ojos que
brillan,//cercano el momento,//y tú caminas sin prisa,//mujer poetisa.

Artistas españoles se suman a esta causa con la letra de Narci Lara y


la música de Raúl Rueda, “La poetisa”…//los cielos sobre un cometa
azul//viajando sin órbita espacial//poetisa linda, sigue escribiendo esta
canción.

Poemas, canciones que poco a poco asientan con fuerza algo que es
nuestro, siempre lo fue: la palabra poetisa.

En Austria, en ciertos círculos, persiste aún la costumbre de


adjudicarle a la mujer el título académico del marido (Frau Doktor, Frau
Professor, mujer del Doctor, mujer del Profesor), pero sin sorna ni
intención despectiva, sino para resaltar su estrato social. No se tiene
noticias de alguna Frau Dichter (mujer del poeta).

Los tiempos han cambiado y seguirán cambiando, por lo que ya no es
posible concebir ahora que a las mujeres se les cuelgue el título del
marido. Llamar poetisa a quien escribe poemas, no es ser “progre”, ni
es cuestión de sexismo del idioma español. Las palabras, cuando son
claras y están bien hechas, deben cumplir su función y dignificar su
significado.
*Investigadora histórico-social.

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