Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Pedagogía de La Insolencia
Pedagogía de La Insolencia
Pedagogía de la Insolencia
Atreverse a transformar el orden impuesto en las escuelas y a enseñar y aprender
placentera y lúdicamente
Susana María Chercasky
Fundación Terras (2018) Corrientes. Argentina
La palabra insolencia ha sido usada a lo largo del siglo XX y el caminar del siglo XXI
como un término destinado a descalificar a otros, especialmente a niños, niñas,
adolescentes y jóvenes que se atreven a no aceptar el orden impuesto por los adultos:
“sos un niño insolente” se escucha en el hall de un edificio, o “que adolescente tan
insolente” se expresa en el pasillo de una escuela. Una palabra definida por los
diccionarios como: “descaro, atrevimiento, falta de respeto” o bien “cualidad de la
persona que habla o actúa con una falta de respeto que resulta ofensiva”.
La pregunta que debemos hacernos, frente a definiciones y expresiones como “falta de
respeto” y “ofensiva”, es ¿para quién?, para el que impone un orden, una norma, que
debe cumplirse sin discutir ni cuestionar?, o para quien recibe y debe cumplir esa
orden o esa norma sin cuestionarla aceptándola de manera indiscutible?.
Pensamos que es importante comenzar a desandar lo ofensivo del término “insolente”
y construir con él un nuevo lugar dentro de la pedagogía y del hacer didáctico de
docentes e integrantes de las comunidades educativas creando una nueva pedagogía,
la Pedagogía de la Insolencia, que revalorice y reconceptualice el término situándolo,
al interior de las escuelas, como una herramienta de transformación y de ruptura del
orden impuesto sin cuestionamientos.
La Pedagogía de la Insolencia busca crear un nuevo “desorden”, un desorden
consensuado y habilitado al interior del espacio educativo donde el “orden excesivo e
impuesto” ha intentado siempre colocar cada cosa en su lugar, sin cuestionamientos y
con arbitrariedades extremas. “Vas a hablar cuando yo te lo diga”, “no te muevas,
quédate bien quietito”, “deja de correr, en la escuela no se corre”, “mírame bien, solo
haces lo que yo te digo”, “bien formaditos, como soldaditos”, “solo respondan lo que
yo pregunto, no quiero escuchar otra cosa” y tantos otros ejemplos de la vida
cotidiana en las aulas y las escuelas argentinas, en las cuales, a pesar de estar
transcurriendo el siglo XXI, estas maneras de instalar los vínculos e imponer el “orden”
siguen muy vigentes.
Toda la historia argentina y latinoamericana está sembrada de relatos que incluyen a
“hombres y mujeres insolentes” que se negaron a aceptar el orden impuesto por otros,
en especial estas últimas “las mujeres insolentes”, tal como lo destaca Felipe Pigna en
su libro “Mujeres insolentes de la historia” (2018), a quienes describe como “Eran las
que soñaban con un mundo mejor, las incorrectas para los propietarios de la
“corrección”, las luchadoras que querían que todos votaran, las poetas que querían
desparramar la poesía, las científicas que querían investigar, las médicas que querían
curar, las pintoras que querían pintar la vida sin ser molestadas, maestras que
sembraban letras y vocaciones, y se convertían en segundas o primeras madres según
se necesitara”1
La Pedagogía de la Insolencia es una propuesta educativa que se suma a otras
propuestas como la Pedagogía Disruptiva de María Acaso 2 la cual “(…) incluye la puesta
en práctica de metodologías y procesos innovadores que se implementan en las
propias prácticas pedagógicas con el objetivo de “disruptir” lo obsoleto del sistema
educativo, modificar una realidad entumecida, rígida, estructurada, convirtiéndola en
una realidad educativa abierta, flexible, acogedora y afectiva”, la Pedagogía
Desobediente de Pedro Bustamante Aguilar3 que propone “aprender a desobedecer”
“(…) la desobediencia en educación, como la desobediencia civil a la que remite, es una
forma de cuestionamiento del poder” y la Pedagogía de la Libertad de Paulo Freire
quien destaca “Si hay algo que no tememos afirmar, en este esfuerzo “re-admirativo”
es que la más simple –pero no simplista e ingenua- mirada a la educación como
quehacer sistemático, entre nosotros y en cualquiera de sus niveles, revela, en sus más
mínimos pormenores, el carácter de la educación como instrumento de dominación. La
relación educador-educando, cuya contradicción no se supera, da por resultado que los
educadores sean siempre los que educan y los educandos los que son educados, los
educadores los que piensan y los educandos los “pensados”, los educadores los que
disciplinan y los educandos los que son disciplinados, los educadores los que deciden el
contenido curricular y los educandos, como seres pasivos, los que son llenados por ese
contenido. ¿Qué dimensión liberadora puede haber en una práctica que inhibe la
creatividad y conduce al educando a la repetición burocratizada de los discursos? (…).
Ay de aquellos y aquellas, entre nosotros, que abandonen su capacidad de soñar, de
inventar su coraje de denunciar y anunciar (…)4
La Pedagogía de la Insolencia recupera el término “atrevimiento” e incita a educadores
de todos los niveles educativos a activar su capacidad de soñar, a construir coraje, a
potenciar su libertad, a “ser atrevidos” y a “atreverse”:
1
Pigna, Felipe (2018) Mujeres insolentes de la Historia. Emecé. Editorial Planeta. Buenos Aires. Página 9
2
Acaso, María (2015) “Educación disruptiva” en rEDUvolution: hacer la revolución en la educación.
Paidós
3
Bustamante Aguilar, Pedro (2014) “Aprender a desobedecer” en Revista HipoTesis. Revista digital
científica sobre investigación en Arquitectura y Humanidades. Madrid. www.hipo-tesis.eu | 2014 | ISSN
2340-5147
4
Paulo Freire (2015) Pedagogía de los sueños posibles por que los docentes y alumnos necesitan
reinventarse en cada momento de la historia. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires